Resumen
La lucha contra el terrorismo y la amenaza de guerra “tradicional” entre países son dos fenómenos que coexisten en un mundo cada vez más inestable y donde las instituciones internacionales deberán cumplir un papel fundamental para intentar atenuar las intenciones bélicas de actores tanto estatales como no estatales.
Al mismo tiempo que los Estados Unidos combaten a los talibán y Al Qaeda, el gobierno de Barack Obama debe lidiar con naciones como Irán y Corea del Norte; de la misma manera, las amenazas de guerra entre Venezuela y Colombia se dan en el marco del conflicto por las bases militares en territorio colombiano, pero también alrededor de la lucha del gobierno de Álvaro Uribe contra las FARC.
Summary
The fight against terrorism and the threat of “traditional” war between countries are two phenomenons that coexist in a world becoming more and more unstable and where international institutions will have to play an important role to try to attenuate the intentions of state and non state actors to go to war.
At the same time that the United States fight against the Taliban and Al Qaeda, the government of Barack Obama must deal with nations such as Iran and North Korea; in the same way, the threat of a war between Venezuela and Colombia takes place around the conflict over the military bases in Colombian territory, as well as the fight of Alvaro Uribe’s government against the FARC.
Hacia un nuevo escenario de seguridad internacional
"La principal amenaza para la seguridad de los grandes poderes son ellos mismos. Yace en su propia tendencia a exagerar los peligros que enfrentan y en responder con beligerancia contraproducente"
Stephen Van Evera |
Por: Martín Schatzky*
Introducción
A 20 años de la caída del Muro de Berlín y a más de ocho años del atentado terrorista a las Torres Gemelas, el escenario internacional está evidenciando un reacomodamiento de las políticas y de las estrategias de las principales potencias y de las naciones emergentes.
En este contexto de post Guerra Fría y nuevas amenazas (más adelante se explicará por qué se le llaman nuevas), como el terrorismo y sus atentados alrededor del mundo, principalmente en Irak, Pakistán y en Afganistán, existen una multiplicidad de factores que ponen en riesgo la seguridad tanto local como internacional. Las consecuencias directas de este nuevo escenario han sido la inestabilidad global, el desorden a nivel internacional y la vulnerabilidad de la seguridad de los ciudadanos.
En los últimos años, los atentados terroristas han cobrado una notoriedad nunca antes vista, sobre todo a partir de los ataques del 11 de septiembre de 2001 y teniendo en cuenta que los conflictos tradicionales (en referencia a los que primaron durante la Guerra Fría) ya no ocupan el centro de la escena.
Los atentados terroristas en Nueva York ayudaron a fortalecer la teoría de que la sensación de amenaza ya no estaba vinculada con los conflictos tradicionales entre Estados. Con estos me refiero a la amenaza por parte de actores estatales del uso de la fuerza militar; a las guerras en torno a la violación de la soberanía y de la integridad territorial de un Estado por parte de otro. Como afirma Stephen Van Evera, hoy en día no es común ver que los grandes poderes pierdan soberanía sobre su territorio.
Sin embargo, y a pesar de que hoy han ganado la escena política internacional los conflictos en torno a las amenazas terroristas, todavía persisten las disputas entre actores estatales. No obstante, los conflictos entre Estados ya no son los que caracterizaron a la Guerra Fría. Ya no existen dos claros dominadores, sino un escenario mucho más multipolar y aún más inestable.
El siguiente trabajo tiene como objetivo dar por tierra con la creencia de que hoy en día la sensación de amenaza ya no está vinculada a los conflictos tradicionales entre Estados. Por el contrario, conflictos no convencionales, como los derivados del terrorismo, han disparado conflictos tradicionales entre naciones.
La sensación de amenaza ya no está solamente vinculada al actor estatal. La emergencia de los ataques terroristas ha llevado a que Estados emprendan acciones bélicas contra grupos que no tienen fronteras, pero al mismo tiempo coexisten en un mundo donde distintas naciones continúan amenazándose con bombardeos nucleares e invasiones territoriales.
Es por eso que muchos conceptos de la teoría realista aun se aplican a la realidad actual y ayudan a entender el accionar de distintas naciones. Como afirmaba Karl von Clausewitz, la guerra tiene una finalidad política y ello se ve claramente, como ilustraré más adelante, en la forma de actuar de líderes como Hugo Chávez en Venezuela o Mahmud Ahmadinejad en Irán.
En la primera parte de este trabajo se analizará el nuevo rol de los Estados Unidos desde la llegada de Barack Obama al poder, la relación con las instituciones internacionales y el anuncio de la retirada de tropas norteamericanas de Irak, hasta la guerra en Afganistán contra los talibán y su involucramiento en la región sudamericana.
Luego se procederá a analizar el rol de aquellas naciones que presentan la mayor amenaza actual para los Estados Unidos. Me refiero a Irán y a Corea del Norte y a su programa de desarrollo nuclear.
En la segunda parte del trabajo, me dedicaré a analizar a la región de América Latina y la constante amenaza de guerra entre Venezuela y Colombia. Desde el acuerdo militar entre los gobiernos de Álvaro Uribe y Barack Obama, la amenaza de las FARC y las constantes amenazas de un enfrentamiento bélico de Hugo Chávez, hasta la carrera armamentista que se está llevando a cabo para fortalecer las fronteras y el ascenso de Brasil como hegemonía regional.
En la actualidad se presentan problemas de distinta índole: inmigración ilegal, refugiados, terrorismo y hasta piratas que asaltan barcos. Al mismo tiempo, persisten las amenazas de guerra entre Estados y la casi constante percepción que en cualquier momento se desatará un conflicto bélico entre naciones, sobretodo si se hace foco en lo que ocurre en Sudamérica.
Los conflictos se presentan tanto a nivel local, regional y trasnacional, entre Estados y también con actores no estatales. ¿Qué herramientas y estrategias adoptan las diferentes naciones para hacer frente a este nuevo escenario mundial?
De George W. Bush a Barack Obama: el nuevo rol de los Estados Unidos
Los años que sucedieron a los ataques a las Torres Gemelas, durante el gobierno de George W. Bush en los Estados Unidos, fueron unos de incertidumbre e inestabilidad global. El terrible atentado terrorista sobre el principal centro financiero norteamericano y la consecuente respuesta militar del gobierno de Bush hicieron al mundo mucho más inseguro.
Estados Unidos priorizó su poderío militar y su capacidad de coerción por sobre el diálogo y la canalización de sus conflictos a través de instituciones internacionales para buscar a los culpables de los atentados terroristas. El gobierno de Bush decidió no colaborar con las Naciones Unidas y advirtió: “o están con nosotros o contra nosotros”1. Esto llevó indefectiblemente a la polarización del mundo entre buenos y malos, a la estigmatización del “otro”2, en términos de Samuel Huntington, distinto del occidental civilizado.
Los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 hicieron que Estados Unidos emprendiese una acción bélica contra otro Estado, Irak. La invasión y ataque al régimen dictatorial de Saddam Hussein en 2003 se dio en un contexto de “un mundo hobbesiano”3, como diría Robert Kagan, en donde la capacidad militar primaba por sobre las normas internacionales.
Según el análisis de Robert Art, una potencia como los Estados Unidos debe velar por “la defensa del territorio, la prevención de nuevos ataques y evitar que armas de destrucción masiva caigan en las manos equivocadas”4, ya que son considerados intereses vitales para una nación. El discurso que eligió George W. Bush para justificar la invasión a Irak cubría esos aspectos primordiales; buscaba evitar nuevos atentados terroristas en suelo norteamericano, derrotar a Al Qaeda y evitar que el régimen de Saddam Hussein tuviera acceso a armas de destrucción masiva (más adelante se supo que Irak nunca tuvo estas armas en su poder).
El accionar norteamericano tuvo características realistas: su poderío se basó principalmente en su capacidad militar. Estados Unidos, miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, decidió deliberadamente hacer caso omiso de sus medidas y emprender una acción bélica de forma unilateral contra otro Estado. ¿Fue esto contradictorio? Desde un enfoque realista, no lo fue, ya que en el marco de la lucha por el poder, un Estado crea leyes y sólo las aplica según su interés y necesidad; quien tiene el poder impone las reglas y también puede violarlas.
A casi un año de la llegada de Barack Obama al poder, los Estados Unidos parecen haber dejado de lado ese unilateralismo que los caracterizó durante la gestión de George W. Bush. Teniendo en cuenta su involucramiento en organismos internacionales y su renovado compromiso con tratados internacionales, Obama parece tener la intención de dejar atrás ese mundo hobbesiano y darle prioridad a un mundo que respete y haga valer las reglas internacionales.
Este cambio de posición con respecto a la gestión de Bush se vio claramente con el anuncio del retiro de tropas de Irak y el compromiso con la comunidad internacional de no emprender acciones bélicas de manera unilateral.
De todas maneras, Obama, recientemente nombrado Nobel de la Paz, continúa enviando tropas a Afganistán para combatir a la insurgencia talibán. El 2 de diciembre de 2009, Obama anunció el envío de 30 mil nuevos soldados a Afganistán, pero al mismo tiempo afirmó que el retiro de las tropas comenzará en 2011.
En este caso, no se trata de un Estado fuerte atacando a otro más débil, superado en términos de poderío militar, sino a una acción conjunta entre Estados para combatir al terrorismo. Estados Unidos no tiene ninguna intención en derrocar al presidente afgano, Hamid Karzai; por el contrario, lo apoya plenamente.
De un discurso confrontativo, “están con o contra nosotros”, en la era de Bush, a un mensaje más conciliador, de cooperación con otros Estados y en sintonía con los organismos internacionales, Estados Unidos aun debe hacer frente no solo a la amenaza terrorista, sino también a la amenaza de otros Estados, que con su accionar hacen recordar a tiempos de la Guerra Fría en donde existía un constante peligro que en cualquier momento se desataría un conflicto armado.
Irán y Corea del Norte: el miedo y la amenaza de guerra
Al mismo tiempo que los Estados Unidos combaten a actores no estatales, debe cuidarse de Estados beligerantes que han mostrado intenciones de atacar territorio norteamericano. Las pruebas nucleares y misilísticas de Corea del Norte e Irán hacen recordar a tiempos de Guerra Fría en la cual se implementaba la estrategia de disuasión para evitar que otro Estado lleve adelante una ofensiva militar.
Igualmente, el escenario actual se asemeja muy poco al que predominaba cuando Estados Unidos y la Unión Soviética eran las únicas dos potencias mundiales. Sólo las estrategias utilizadas se parecen a las de ese período. Me refiero a la disuasión y a la decisión de emprender una carrera armamentista para demostrar poderío militar.
Constantemente, desde el régimen norcoreano de Kim Jong Il y el iraní de Mahmud Ahmadinejad advierten que si Estados Unidos llegase a atacarlos, responderían inmediatamente, confiando en que nadie se atreverá a llevar adelante una ofensiva contra ellos, a sabiendas del poderoso programa nuclear y misilístico que poseen. Esta estrategia de disuasión, en la cual se amenaza al Estado rival con una destrucción total si llegase a lanzar un ataque, va de la mano con la nueva carrera armamentista ya mencionada.
Esta forma de actuar de Irán y Corea del Norte, con frecuentes pruebas nucleares y misilísticas, puede también ser considerada como una estrategia de chantaje, “una alternativa más atractiva, la amenaza de la fuerza, no el uso en sí, para obtener resultados”5. John Mearsheimer considera que este tipo de estrategia no tiene costos; sin embargo, en el mundo de hoy, la comunidad internacional, mucho mas idónea que en la época de la Guerra Fría e incluso con mayor apoyo que en 2003, cuando Estados Unidos decidió invadir Irak, podría imponer sanciones y contaría con el apoyo de una gran cantidad de países.
No obstante, cabe preguntarse, ¿hasta qué punto estas sanciones no terminarían por volver aun más beligerante y agresivas a estas naciones que presentan una amenaza para la paz y la seguridad internacional?
Es por eso que en el escenario global actual, no se debe solo poner la atención en la amenaza de actores no estatales, como los grupos terroristas, sino que también hay que tener presente que los conflictos armados entre Estados pueden llegar a concretarse. Es cierto que la lucha contra el terrorismo es prioridad para los grandes poderes, pero tampoco se puede afirmar que “los ataques convencionales de otros Estados ya no son una amenaza para los Estados Unidos”6, como sostenía Robert Art.
Art aseguraba que los Estados no podrían llevar a cabo ataques nucleares contra Estados Unidos porque están comprometidos con las reglas de la comunidad internacional. Pero el régimen norcoreano, al igual que el iraní, desafía continuamente a la comunidad internacional.
La actuación de las instituciones internacionales
Alcanzar la paz entre los Estados, tratar de evitar el conflicto armado a toda costa, en un marco de reglas y normas internacionales avaladas por los propios Estados, debería ser una de las principales premisas a seguir por los organismos internacionales. El mandato de las Naciones Unidas, preservar la paz y la seguridad internacional, se orienta en ese sentido.
Los principales líderes mundiales están recurriendo a esta y otras entidades mundiales para solucionar sus conflictos, a diferencia del pasado, cuando su rol era quizá menos manifiesto. Las instituciones internacionales, como afirma Celeste Wallander, “hacen posible la cooperación entre Estados cuando estos tienen interés en hacerlo”7. En la actualidad, hay una clara intención de varios Estados en constreñir, a través de reglas y normas, a poderes potencialmente dañinos, como Irán o Corea del Norte.
Los organismos multilaterales pueden servir como instancias de mediación, en donde los Estados en disputa pueden dirimir sus diferencias sin recurrir a la acción militar. De esta manera, se evitarían las acciones unilaterales de los Estados, contra otros Estados o actores no estatales.
Hoy en día, Barack Obama, junto con el Primer Ministro británico Gordon Brown y el presidente francés Nicolas Sarkozy, han recurrido a Naciones Unidas, como Estados miembros, para que imponga sanciones sobre Irán por sus plantas nucleares secretas, en lugar de actuar de forma unilateral, lo que podría ser peor. Este accionar multilateral y dentro de un marco institucional-legal, hace que Estados como Irán no se vuelvan más beligerantes y agresivos y no se sientan ellos mismos amenazados.
Este es un claro caso de cómo estos líderes mundiales aplican la estrategia de binding, a la que Walt hacía referencia pero como manera de contener a los Estados Unidos. En este caso, es el propio gobierno norteamericano, el que sin formar alianzas ni oponiéndose, intenta contener a Irán a través de instituciones internacionales.
El presidente colombiano, Álvaro Uribe, denunció también ante Naciones Unidas las constantes amenazas de guerra del venezolano Hugo Chávez. ¿Tendrá costos para Chávez hablar y amenazar a otro Estado con una acción militar? ¿Habrá alguna respuesta concreta de algún organismo internacional? Y si la hubiere, ¿cómo reaccionaría el régimen chavista?
La ONU se rige bajo un sistema de seguridad colectiva, en el cual una amenaza a un Estado miembro supone a la vez una amenaza para todos los Estados miembros. Pero al igual que otras entidades, como la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), sus respuestas ante un conflicto generalmente son ex post, o sea, una vez instalado el mismo. Estas instituciones deberían avanzar hacia un sistema de seguridad cooperativa, diseñando mecanismos preventivos para evitar que emerja la amenaza.
Como afirma Robert Kagan, las relaciones interestatales deben estar “sujetas a las normas internacionales”8. Ejercer el poder de forma unilateral representa una amenaza para el resto del mundo, sobre todo cuando este poder se basa en la capacidad militar. La comunidad internacional no debería permitir que la utilidad del poder militar, tal como se vio durante la Guerra Fría, vuelva a determinar las relaciones internacionales.
Sin embargo, hoy en día, países como Irán, Corea del Norte y Venezuela llevan adelante una carrera armamentista y amenazan con atacar e incluso invadir otro Estado.
A este respecto, organismos como Naciones Unidas y la UNASUR están respondiendo de manera positiva para intentar contener las amenazas bélicas entre Estados, sea entre los Estados Unidos e Irán, entre Venezuela y Colombia o entre Corea del Sur y Corea del Norte. Pero, ¿cómo lidiar con grupos que operan por fuera de la esfera estatal, como los grupos terroristas y las guerrillas? Este es otro de los desafíos que queda por enfrentar.
La lucha contra el terrorismo
Con la escalada de atentados terroristas alrededor del mundo en los últimos años, las guerras tradicionales entre Estados pasaron a un segundo plano, aunque esto no significa que hayan desaparecido por completo. Lo que comenzó a preocupar a las grandes potencias es cómo hacerle frente a aquellos grupos que operan en un mundo sin fronteras nacionales y luchan de una manera poco ortodoxa.
En la introducción de este trabajo se hizo referencia al terrorismo como una nueva amenaza, ya que más allá que estos fenómenos no “nacen” en la década del ’90, sí cobraron una renovada relevancia con el final de la Guerra Fría. Hasta ese momento, la guerra bipolar entre las dos superpotencias del momento (Estados Unidos y la Unión Soviética) acaparaba toda la atención. Es por eso que se hace referencia al terrorismo como nueva amenaza, para distinguirla de la amenaza tradicional de guerra entre Estados.
La identidad de los grupos terroristas no está vinculada a una noción de Estado. Siembran miedo y terror a través de la intimidación, y en la mayoría de los casos su principal objetivo es la población civil. ¿Quién financia al terrorismo? ¿Son los propios Estados los que les proveen dinero y armamento? Colombia acusó al gobierno de Venezuela de vender armas a la guerrilla de las FARC, a la vez que sostiene que este grupo se refugia tanto en territorio venezolano como ecuatoriano. El conflicto con las FARC, consideradas terroristas por el gobierno de Uribe, ha derivado en un conflicto diplomático entre Estados con la amenaza de guerra de por medio.
Como se sostuvo con anterioridad, el terrorismo está vinculado a identidades particulares, no estatales. A este respecto, Walt considera al terrorismo como una “estrategia de balance de poder asimétrica”9, ya que los terroristas intentan hacer quedar a sus mártires como nobles héroes que luchan contra –lo que quieren hacer creer- son injustos ataques por parte de los Estados Unidos. Pero esta estrategia que el terrorismo lleva adelante contra un Estado generalmente va acompañada de terror contra la población civil.
Mary Kaldor sugiere que los conflictos que involucran al terrorismo se dan en Estados débiles, ya que estos grupos radicalizados han logrado privar a ese Estado del monopolio de la fuerza. “Las nuevas guerras surgen en el contexto de la erosión de la autonomía del Estado y, en ciertos casos extremos, la desintegración del Estado. En concreto, aparecen en el contexto de la erosión del monopolio de la violencia legítima”10, asegura. ¿Cómo hacerle frente y combatir a estas nuevas amenazas?
El accionar unilateral no sirve para afrontar estos desafíos a la seguridad de los Estados, como así tampoco los mecanismos disuasivos, que se terminan dando una vez que la amenaza se ha hecho realidad. Como sostiene Kaldor, se necesita de una alianza internacional entre actores que apoyen el civismo y las instituciones internacionales, cuya legitimidad debe ser recuperada, así como también el monopolio del uso de la fuerza por parte de los Estados.
Distintos Estados han ido a la guerra a causa del terrorismo, mientras que en otros casos se han formado alianzas para combatirlo; esta nueva amenaza ha cambiado la manera de analizar las relaciones interestatales. En 2003, Estados Unidos invadió Irak tras acusar al régimen de Saddam Hussein de poseer armas de destrucción masiva11 y de tener vínculos con la organización terrorista Al Qaeda. Por otro lado, en la actualidad el gobierno norteamericano de Barack Obama ha forjado una sólida alianza con los gobiernos de Pakistán y Afganistán para combatir a la insurgencia talibán.
El fenómeno de la lucha contra el terrorismo llevó a autores como Kaldor a afirmar que “la barbarie de la guerra entre Estados puede acabar siendo cosa del pasado”12 . Pero, ¿puede afirmarse eso cuando, por ejemplo, en Sudamérica la amenaza de guerra entre Estados es real, teniendo en cuenta los constantes cruces entre los gobiernos de Colombia y Venezuela?
Sudamérica, zona de riesgo
Considerada terrorista por unos y grupo guerrillero por otros, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han sido quizá el principal detonante del actual conflicto regional entre varios países de América del Sur.
La crisis diplomática en el sur del continente americano, que constantemente amenaza con derivar en un conflicto armado, comenzó como un conflicto al interior de un Estado (entre el gobierno colombiano y un grupo paramilitar) y luego escaló a nivel regional; el conflicto traspasó las fronteras, trascendió la soberanía colombiana y llevó al gobierno de Uribe a firmar acuerdos militares con los Estados Unidos.
El gobierno venezolano de Hugo Chávez condena permanentemente lo que considera una intromisión de los Estados Unidos en la región sudamericana y amenaza con llevar el conflicto a las armas.
El ataque de Colombia a un campamento militar de las FARC dentro de territorio ecuatoriano y que resultó en la muerte de Raúl Reyes, uno de los líderes de este grupo paramilitar, desató a principios de 2008 el comienzo de un sinfín de acusaciones cruzadas y amenazas de conflicto bélico entre naciones de América del Sur.
Una vez más, el conflicto entre un Estado y un grupo terrorista (de acuerdo a la concepción que Colombia tiene de las FARC) condujo a la posibilidad de un enfrentamiento armado entre, al menos, dos países.
La constante amenaza de guerra… ¿tradicional?
¿Es la guerra una herramienta política en Sudamérica? Más aun, ¿tiene Hugo Chávez, el presidente de Venezuela, una concepción realista de la realidad? Pareciera que Chávez, a través de su discurso bélico, considera que la utilización de la fuerza militar es una de las vías más efectivas para el logro de sus fines políticos.
“Un Estado que ve su entorno como una amenaza, reaccionará más fuerte que uno que ve un entorno benigno”13, afirmaba Jervis. En la actualidad, varios países de América del Sur ven su entorno como una amenaza. Tras el asesinato de Raúl Reyes, uno de los líderes de las FARC, Ecuador y Venezuela rompieron sus relaciones diplomáticas con Colombia, y Chávez llamó a su población y a las tropas venezolanas a prepararse para la guerra.
La violación de la soberanía e integridad territorial de Ecuador por parte del ejército colombiano en su afán por combatir a las FARC casi desata una nueva guerra entre países de América Latina. Venezuela inmediatamente apoyó al gobierno de Rafael Correa y condenó la incursión colombiana en territorio ecuatoriano.
¿Fue correcta la decisión del gobierno de Álvaro Uribe de traspasar los límites territoriales de Ecuador sin antes haberle informado a las autoridades correspondientes? Los grupos terroristas (tal como Colombia califica a las FARC) no están confinados a límites territoriales estatales, pero los Estados que los combaten están sujetos a respetar la integridad territorial de otras naciones.
En este caso, para evitar un conflicto diplomático que podría haber derivado en una guerra entre Estados, Colombia debería haber coordinado previamente con Ecuador la operación militar que acabó con la muerte de Reyes y otras 17 personas.
De todas maneras, existe un factor disuasivo que evita la guerra entre colombianos y venezolanos; los costos de un conflicto bélico serían muy altos para pagar. Pero los incidentes en la frontera entre ambos países son cada vez mas frecuentes. Chávez también amenaza de forma continua a los Estados Unidos. Pero salvo por el caso de Brasil, son muy pocos los países sudamericanos que podrían lanzar una acción ofensiva fuera de su espacio regional.
Carrera armamentista en la región y en el mundo
El desarrollo de armas nucleares y la compra de armamento entre Estados demuestran que, en la actualidad, la guerra aun es concebida como un instrumento político. Mearsheimer sostenía que la guerra era la “principal estrategia que los Estados empleaban para adquirir poder relativo”14. A través de la amenaza de un conflicto armado y dando la sensación de poseer un gran poderío militar, hoy en día los Estados logran ganar poder e influencia, al mismo tiempo que logran contener a sus adversarios.
A pesar de la condena de la Agencia Internacional de Energía Atómica por construir en secreto una planta de enriquecimiento de uranio, el régimen iraní de Mahmud Ahmadinejad sigue adelante con su programa nuclear, y recientemente anunció que producirá combustible de uranio enriquecido al 20 por ciento en sus reactores nucleares15.
En lo que concierne a Sudamérica, Venezuela ha estrechado lazos diplomáticos con Irán y Rusia, e incluso le ha comprado armas a este último. En septiembre de 2009, durante su programa de televisión “Aló Presidente”, el mandatario Hugo Chávez anunció la obtención de un crédito por 1.500 millones de euros para la compra de armas rusas16.
El acuerdo entre ambos Estados incluye la adquisición por parte de Venezuela de más de 90 tanques, 24 aviones caza, 50 helicópteros, 100 mil fusiles Kalashnikov y alrededor de 200 misiles antiaéreos. Desde 2005 hasta la actualidad, las compras militares de Venezuela a Rusia superan los 4 mil millones de euros.
No es casualidad que Chávez busque aliados y firme acuerdos militares con un país que es, quizá, el principal enemigo de Estados Unidos hoy en día, Irán, y con el Estado que históricamente ha representado el antagonismo al gobierno norteamericano, Rusia. ¿Lleva Chávez el conflicto bélico al terreno de la ideología? Sus ataques contra lo que él denomina el imperio yankee parecieran tener una motivación ideológica. ¿Es la ideología, entonces, también una causal de guerra en la actualidad?
Esta espiral armamentista continúa también con el país que se ha convertido, sin lugar a dudas, en potencia regional de América del Sur, Brasil. El gobierno de Lula Da Silva firmó un acuerdo de defensa con la Francia de Nicolás Sarkozy por 12 mil millones de dólares, que incluye la compra de submarinos nucleares y helicópteros franceses.
Brasil se ha transformado en un verdadero hegemón regional, al convertirse en el país más rico y el de mayor poderío militar de la región. Además del tratado comercial-militar con Francia, hay que tener en cuenta el rol protagónico que ha tenido en el golpe de Estado en Honduras (al darle asilo político al presidente derrocado, Manuel Zelaya, en la embajada brasileña en Tegucigalpa) y los descubrimientos de los yacimientos de petróleo en su área de influencia en el océano atlántico, que representarán ingresos multimillonarios en los años por venir.
La violación de la soberanía territorial es una de las causas que llevó a distintos Estados a perseguir una carrera armamentista. Al igual que durante la Guerra Fría, representa una causal de guerra y vuelve a ocupar un rol protagónico en las relaciones interestatales, obligando a distintos países a reforzar militarmente sus fronteras.
Corea del Norte no sólo lleva adelante un programa de desarrollo nuclear y militar como mecanismo de disuasión contra potencias hegemónicas como los Estados Unidos. Al mismo tiempo, el régimen comunista de Pyongyang se ha visto involucrado en graves incidentes con su vecina de Corea del Sur debido a las violaciones del límite marítimo que divide a ambas naciones. El último episodio de violencia se registró en noviembre de 2009, cuando buques norcoreanos y surcoreanos intercambiaron disparos en la Línea Limítrofe del Norte, la frontera marítima establecida por los Estados Unidos y Naciones Unidas luego de la Guerra de Corea en 1953.
El ataque del ejército colombiano en territorio ecuatoriano contra las FARC representó una clara violación a la soberanía territorial por parte de un Estado contra otro. El presidente colombiano, Álvaro Uribe, debió disculparse públicamente por la intromisión17 que acabó con la muerte del guerrillero Raúl Reyes.
En la actualidad, el presidente venezolano, Hugo Chávez, prepara a su población para la guerra contra Colombia, y condena el acuerdo de cooperación militar que el gobierno de Uribe firmó con los Estados Unidos. La polémica por las bases militares colombianas y lo que es considerado por algunos como la intromisión de Estados Unidos en la región sudamericana, ha disparado la espiral armamentista en países como Venezuela y ha aumentado las posibilidades de una guerra en América del Sur.
Lo que nació como un acuerdo entre naciones para combatir a un actor no estatal (FARC) ha derivado en un posible enfrentamiento bélico entre Estados.
El uso de bases colombianas por parte de militares estadounidenses18
El acuerdo de cooperación militar entre Colombia y los Estados Unidos reflejó las diferencias político-ideológicas entre las naciones de la región sudamericana. Países como Venezuela y Ecuador rechazaron inmediatamente esta alianza, a tal punto que Hugo Chávez, desde un principio, consideró amenazante la presencia de tropas norteamericanas en América del Sur.
Pero, ¿cuál es la génesis de esta alianza bilateral entre Colombia y los Estados Unidos? ¿Qué llevó al gobierno de Uribe a forjar esta alianza con el gobierno norteamericano? Para responder estas preguntas, primero es necesario remarcar que Colombia sufre un problema de seguridad distinto al resto de los países de Sudamérica.
El conflicto con las FARC ha llevado a Colombia a adoptar una estrategia independiente de la región; su alianza con Estados Unidos no es casual, ya que ambos Estados consideran a las FARC como una organización terrorista. Más aun, aparte de la amenaza de un actor no estatal, como son las FARC, el gobierno colombiano debe responder a amenazas de un actor estatal, como es Venezuela.
Teniendo esto en cuenta, Colombia adopta una estrategia de balancing, en tanto el gobierno de Uribe “se alía con otro Estado (Estados Unidos, en este caso) en oposición a una fuente de peligro”19. Walt sostenía que esta estrategia le serviría a un Estado para protegerse de otro, pero en el nuevo escenario internacional, la estrategia de balance de un Estado sirve también contra la amenaza de un actor no estatal.
Al ser las intenciones de las FARC y de Chávez imposibles de cambiar, la opción lógica para Colombia es el balancing, “para evitar convertirse en una víctima”20 de actores beligerantes. En América del Sur, una de las principales causas de guerra en la actualidad es la proximidad; en lo que puede ser considerada como una concepción realista de la realidad, si fuera un país de otro continente el que hubiese firmado los acuerdos de cooperación militar con los Estados Unidos, Chávez quizá nunca se hubiese manifestado como lo hizo hasta ahora, amenazando con iniciar una guerra.
Las alianzas militares, a través de la cooperación, pueden garantizar la seguridad de los Estados que integran esa alianza, pero al mismo tiempo pueden generar fricciones y roces diplomáticos entre Estados de una misma región, como ha ocurrido con la polémica por las bases militares en Colombia. Lo que fue concebido como una alianza para la paz, terminó por generar disputas que pudiesen derivar en un conflicto armado entre Estados.
Desde otro análisis, se podría considerar que el gobierno colombiano adoptó una posición pro americana, no sólo para beneficiarse de su protección militar, sino también para convertirse justamente en un aliado más allá de lo militar y obtener beneficios económicos como resultado de sus acuerdos con los Estados Unidos. Pero, ¿cuál es la estrategia que el gobierno norteamericano eligió a la hora de decidir aliarse con Colombia? Esta pregunta tal vez pueda contestarse siguiendo el concepto de involucramiento selectivo21 de Robert Art.
El gobierno de Barack Obama busca generar nuevas alianzas con actores estratégicos de cada región. Siguiendo a Walt, puede considerarse que Estados Unidos seleccionó un lugar de intervención donde corrían riesgo los intereses vitales de la nación y actuó en consecuencia.
Detrás del concepto de involucramiento selectivo, el poderío militar tiene un rol protagónico. En el caso del acuerdo de cooperación entre Estados Unidos y Colombia, la presencia militar de los Estados Unidos cumple un papel determinante en la conformación de dicha alianza.
La estrategia de balancing, aplicable al accionar que sigue Colombia, contrasta plenamente con la actitud confrontativa de Venezuela. En otras palabras, si el gobierno colombiano decidió adoptar una estrategia de acomodamiento con Estados Unidos, el chavismo ha decidido seguir una estrategia de oposición a esta potencia mundial. El desarrollo del concepto de bandwagoning ayudará a explicar este nuevo escenario.
Venezuela, la amenaza estatal
¿Es posible que se vuelvan realidad las amenazas de guerra de Chávez contra Colombia y los Estados Unidos? ¿Podría desatarse una guerra en América Latina?
Durante años, Hugo Chávez se encargó de criticar cada vez que pudo a la gestión del presidente norteamericano George W. Bush. Incluso durante la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York en 2006, Chávez afirmó que la amenaza más grande sobre el planeta eran las estrategias y pretensiones hegemónicas e imperialistas de los Estados Unidos. En referencia a la presencia de Bush, el mandatario venezolano incluso se animó a bromear y sostuvo: “El diablo está en casa. Ayer el diablo vino aquí. ¿En este lugar huele a azufre?”22.
Con la llegada de Barack Obama al poder, el discurso chavista cambió. Durante los primeros meses de 2009, Chávez no parecía que tendría la misma actitud contra los Estados Unidos como en años anteriores y se mostraba dispuesto a darle una oportunidad al presidente entrante, Barack Obama. En la Cumbre de las Américas celebrada en Trinidad y Tobago a principios del 2009, Chávez le obsequió un libro a Obama23, y en la última Asamblea General de Naciones Unidas llegó a declarar que en el mundo corrían “vientos de esperanza”24. Sin embargo, a medida que se fue consolidando la alianza entre norteamericanos y colombianos, el tono confrontativo regresó.
Por oposición a otro Estado, Venezuela estrechó lazos y decidió alinearse con el que es, quizá, el Estado que presenta la mayor amenaza de la actualidad no sólo contra los Estados Unidos, sino también contra el resto del mundo; me refiero a Irán. Es que al ocultar plantas nucleares y llevar adelante un programa de desarrollo nuclear (de enriquecimiento de uranio al 20 por ciento) a pesar de la condena de la comunidad internacional y de las disposiciones de organismos internacionales, Irán se ha convertido en una potencial amenaza contra cualquier Estado, incluido Venezuela.
Teniendo esto en consideración, es posible afirmar que el gobierno de Chávez adoptó una estrategia de bandwagoning, que de acuerdo a Stephen Walt, implica la alianza de un Estado con “otro que presenta la mayor amenaza”25.
En el caso venezolano, la estrategia de bandwagoning se ajusta también a la interpretación de Randall Schweller, quien sostiene que este tipo de alianzas pueden estar motivadas por la oportunidad de ganar, más que por la necesidad de defender lo que uno tiene o por temor al Estado que presenta la amenaza, por lo cual en este caso el beneficio primaría por sobre la seguridad. “La seguridad no es la principal preocupación de todos los Estados”26, está también el deseo de ganar poder, sostiene Schweller. El aspecto oportunista del bandwagon, el que se persigue por la promesa de recompensa y no por el temor a un castigo, es el que parece prevalecer en el caso venezolano.
En lugar de alinearse con los Estados Unidos para beneficiarse de sus políticas, Venezuela ha optado por aliarse a un Estado beligerante, potencialmente más fuerte que el régimen chavista, con un plan de desarrollo nuclear en ascenso y un líder (Ahmadinejad) que arremete constantemente contra las naciones de Occidente27, en términos de Huntington.
Esta es una de las alternativas que Venezuela encontró para resistir el poder de los Estados Unidos; la alianza con los Estados que considera que son sus enemigos. Chávez ha afirmado en numerosas oportunidades que se siente amenazado por el gobierno norteamericano, que lo considera un país hostil y por ese motivo es desafiante en consecuencia. Se opone al gobierno norteamericano, además, por las implicancias de la primacía norteamericana28 y el miedo al poder sin control.
Pero esta sensación de amenaza de que Estados Unidos podría llegar a atacar a Venezuela ha llevado a Chávez a caer en el dilema de seguridad del que hablaba Wallander; “aunque los Estados tengan intenciones benignas, pueden temer que enfrentan amenazas que no reconocen, llevándolos a adoptar estrategias que crean inseguridad en sí mismas”29. Tras el ataque colombiano contra las FARC en territorio ecuatoriano, en marzo de 2008, Chávez dispuso movilizar diez batallones del ejército venezolano hacia la frontera con Colombia, lo que, en consecuencia, generó un ambiente de inestabilidad y desconfianza en la región sudamericana, al poner en alerta de guerra a los Estados.
Otra de las estrategias de oposición que ha adoptado el gobierno venezolano contra los Estados Unidos ha sido la deslegitimación. Esta estrategia indirecta fue utilizada recurrentemente por Chávez, quien no reconoce al gobierno norteamericano como un “hegemón benevolente, sino que intenta describirlo como un régimen egoísta, caprichoso, con falta de sabiduría, desprovisto de virtud y que no está capacitado para el liderazgo mundial”30.
La oposición de Venezuela a los Estados Unidos y al acuerdo de cooperación militar entre Colombia y el gobierno norteamericano tiene también un fundamento ideológico, si se tiene en cuenta las referencias que Chávez hace al socialismo venezolano, en contraposición a lo que él denomina el capitalismo e imperialismo reinante en Estados Unidos. En una conferencia de prensa el 22 de noviembre de 2009, Chávez reconoció que la economía venezolana había entrado en recesión, y culpó por ello a las normas establecidas por el capitalismo mundial: “El Producto Interior Bruto (PIB) cayó en este tercer trimestre, por lo tanto, entramos en recesión según los patrones elaborados en los Estados Unidos”31.
A pesar que Venezuela mantiene relaciones comerciales con Estados Unidos (mayormente a través de la venta de petróleo), Chávez ha expresado en numerosas oportunidades, a través de su programa de televisión semanal, Aló Presidente, que se siente amenazado por lo que él llama el imperio norteamericano.
El recurrir a términos como imperialismo deja a las claras la concepción realista de la realidad que tiene Chávez, en donde la lucha por el poder aun determina las relaciones interestatales, siendo el poderío militar la principal herramienta que tienen los Estados en la actualidad. Quizá ello explique la millonaria compra de armamento a otro Estado, Rusia, y la alianza con Irán, considerado uno de los principales enemigos de los Estados Unidos hoy en día.
Conclusión
En el nuevo escenario de seguridad internacional, las disputas entre Estados coexisten con los conflictos entre Estados y actores no estatales. Al mismo tiempo que un país combate a un grupo terrorista, como en la actualidad los Estados Unidos lucha contra Al Qaeda o la insurgencia talibán, dos naciones pueden verse envueltas en un conflicto bélico, como lo ejemplifican las amenazas de guerra entre Venezuela y Colombia, o entre Corea del Sur y Corea del Norte.
El terrorismo generó alianzas entre Estados, que se unieron y trabajaron conjuntamente con instituciones internacionales para combatirlo. Tal es el caso de la alianza de los Estados Unidos con países de la Unión Europea, que además contó con el aval de las Naciones Unidas para luchar contra los talibán en Afganistán.
Sin embargo, el terrorismo provocó, al mismo tiempo, roces diplomáticos entre Estados, hasta el punto de desencadenar una guerra. El conflicto entre un Estado y un actor no estatal puede derivar en un conflicto entre Estados. Estados Unidos invadió Irak luego del atentado terrorista de Al Qaeda contra las Torres Gemelas. Por otro lado, el conflicto interno entre las FARC y el gobierno colombiano cobró un carácter regional y casi desata la guerra entre venezolanos y colombianos.
Aunque el escenario actual no es igual al escenario dual de la Guerra Fría, en donde existían dos potencias excluyentemente dominantes, y donde la amenaza terrorista ocupaba un segundo plano, aun sobreviven conceptos que eran relevantes previamente a la caída del Muro de Berlín.
Los mecanismos de disuasión que utilizan Estados como Corea del Norte o Irán, amenazando con una feroz represalia nuclear si llegasen a ser atacados por los Estados Unidos, se asemejan a las amenazas cruzadas de destrucción total y de guerras imposibles de pelear que había entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría. De la misma manera se pueden analizar las declaraciones públicas del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, amenazando con atacar e invadir Colombia, sobretodo a partir de la violación de la soberanía del Ecuador por parte del ejército colombiano y el acuerdo de cooperación militar entre los gobiernos de Álvaro Uribe y Barack Obama.
Las amenazas entre Estados, hoy en día, van acompañadas de una carrera armamentista, que incluye pruebas nucleares y misilísticas, a la vez que millonarias compras de armamento.
Instituciones internacionales como las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos se muestran muy involucradas en lo que respecta a intentar resolver los conflictos entre Estados. Países como Estados Unidos han dejado atrás su accionar unilateral y también encauzan sus conflictos a través de organismos multilaterales.
El camino a seguir por estas instituciones debería ser el de avanzar hacia la aplicación de medidas de softballancing, desarrollando herramientas no militares para constreñir el ascenso de poderes potencialmente dañinos, poniendo el acento en la acción diplomática, a través de un proceso de concertación de distintos Estados.
Pero, ¿y en el caso de la lucha contra el terrorismo? ¿Se la puede combatir por medios diplomáticos? Es por eso que las alianzas de la actualidad trascienden la amenaza de guerra entre Estados, aunque esta claramente no haya desaparecido.
Más allá de estrategias de balancing o bandwagoning, los Estados deberían avanzar hacia una mayor integración con las instituciones internacionales, promocionando el compromiso de todos los Estados, basado en un orden claro de normas y reglas internacionales.
Los países deberían profundizar los mecanismos de cooperación, preservar y respetar las fronteras nacionales y emprender un plan de desarme global para frenar la carrera armamentista, que sólo eleva los riegos de guerra.
*Egresado de la Carrera de Ciencia Política - Facultad de Ciencias Sociales (UBA)
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1 Frase pronunciada por George W. Bush antes de anunciar ante el Congreso de los Estados Unidos el despliegue militar sobre Irak, en 2003.
2 Huntington, Samuel, “Choque de Civilizaciones”, pág. 12.
3 Kagan, Robert, “Power and Weakness”, pág. 1.
4 Art, Robert, “The Strategy of Selective Engagement”, pág. 83.
5 Mearsheimer, John, “The tragedy of great power politics”, cap. 5, pág. 138.
6 Art, Robert, “The Strategy of Selective Engagement”, pág. 84.
7 Wallander, Celeste A., “Institutional Assets and Adaptability: NATO After the Cold War”, pág. 709.
8 Kagan, Robert, “Power and Weakness”, pág. 11.
9 Walt, Stephen M., “Taming American Power. The Global Response to U.S. Primacy”, pág. 138.
10 Kaldor, Mary, “Las nuevas guerras. La violencia organizada en la era global”, pág. 19.
11 La búsqueda de esta clase de armas es también una clásica respuesta asimétrica, de acuerdo a Walt.
12 Kaldor, Mary, “Las nuevas guerras. La violencia organizada en la era global”, pág. 20.
13 Jervis, Robert, “Cooperation Under de Security Dilemma”, pág. 91.
14 Mearsheimer, John, “The tragedy of great power politics”, cáp. 5, pág. 138.
15 "Dios mediante, la nación iraní producirá combustible de uranio enriquecido al 20 por ciento”, afirmó Ahmadinejad en un mensaje emitido en directo por la televisión estatal iraní el 1 de diciembre de 2009.
16 Anuncio de Hugo Chávez en su programa “Aló presidente” del 13 de septiembre de 2009.
17 En la cumbre de UNASUR de Bariloche en 2009, Uribe volvió a reiterar sus disculpas al presidente de Ecuador, Rafael Correa, por el ataque contra las FARC en suelo ecuatoriano.
18 En la Cumbre de la UNASUR en Bariloche en 2009, el presidente colombiano Álvaro Uribe se encargó personalmente de remarcar que las bases militares a ser utilizadas por militares norteamericanos pertenecen a Colombia y no a los Estados Unidos.
19 Walt, Stephen M., “Alliance Formation and the Balance of World Power”, pág. 209.
20 Walt, Stephen M., “Alliance Formation and the Balance of World Power”, pág. 209.
21 Art, Robert, “The Strategy of Selective Engagement”, pág. 79.
22 Esta frase fue pronunciada por Hugo Chávez durante su discurso en la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York en 2006.
23 En la apertura de la V Cumbre de las Américas, celebrada en Trinidad y Tobago en abril de 2009, Chávez le regaló el libro “Las venas abiertas de América Latina”, del escritor Eduardo Galeano, al presidente norteamericano Barack Obama.
24 Frase pronunciada por Hugo Chávez en la Asamblea General de Naciones Unidas celebrada en Nueva York en septiembre de 2009.
25 Walt, Stephen M., “Alliance Formation and the Balance of World Power”, pág. 209.
26 Schweller, Randall, “Bandwagoning for profit”, pág. 263.
27 Huntington, Samuel, “Choque de Civilizaciones”, pág. 8.
28 Walt, Stephen M., “Taming American Power. The Global Response to U.S. Primacy”, pág. 110.
29 Wallander, Celeste A., “Institutional Assets and Adaptability: NATO After the Cold War”, pág. 710.
30 Walt, Stephen M., “Taming American Power. The Global Response to U.S. Primacy”, pág. 110.
31 Fragmento del discurso de Hugo Chávez en el marco del Congreso Extraordinario del Partido Socialista Unido de Venezuela, el 22 de noviembre de 2009.
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