Resumen
El Turismo es una actividad donde se suscitan diferentes dinámicas psicosociales de contacto, y donde además existe una relación de subordinación entre los actores. El siguiente trabajo, es un intento de resumir como estado del arte, las diferentes dinámicas, alcances y problemas que implica el estudio del prejuicio en la actualidad. En este sentido, el análisis histórico se perfila como la herramienta de mayor utilidad en el estudio del prejuicio y/o la discriminación en el turismo y la industria de los viajes.
Palabras Claves: Turismo – Prejuicio – Psicología Social – Historia.
Abstract
Tourism is an activity where different social and psychological group dynamics take place and also there is subordination between participants. This paper tries to sum up, as a sort of state of the art, different dynamics, scopes and problems involved in present prejudice’ research.
In that sense, historical analysis seems to be the most useful tool in order to study prejudice and/or discrimination in touristic activities and trips industry.
Key Words: Tourism – Prejudgement – Social Psychology - History
LA INDUSTRIA DE FANTASIA: Turismo y Prejuicio.
Por: Lic. Maximiliano Korstanje*
Introducción
El prejuicio ha sido ampliamente estudiado durante más de 5 décadas, sin embargo aún no existe consenso dentro de la comunidad científica sobre sus causas y consecuencias específicas. Partiendo desde una perspectiva política, en parte la hospitalidad al extranjero y el prejuicio tienen una relación común. Ningún Estado otorga hospitalidad a aquella persona de la cual nada se sabe; sin patrimonio o razón de estar. Es precisamente según sostenía Derrida la diferencia entre un turista y un inmigrante; lo cierto es que el turismo y el prejuicio parecen no tener una relación tan lejana como comúnmente se piensa (Derrida, 2006). Es el caso de la visa donde el Estado requiere los datos inmediatos del solicitante, manteniendo para sí la potestad incluso de prohibir la entrada a determinada persona o contingente (Korstanje, 2008). Asimismo y desde una visión cultural el antropólogo George Frazer afirmaba “es problable que el mismo temor al extranjero, más que el deseo de honrarle, sea el motivo de ciertas ceremonias que se observan algunas veces a su recepción, pero cuya intención no está claramente enunciada. En las islas Ongtong, Java, habitadas por polinesios, creemos que los sacerdotes o hechiceros ejercen gran influencia …cuando desembarcan extranjeros, los primeros que les reciben son los hechiceros, que les rocían con agua, les ungen con aceite de coco y le fajan con hojas secas de pandan” (Frazer, 1993:237).
Lo cierto es que el sujeto adopta para con “los extranjeros” ciertos tabúes fundamentados por rigurosas construcciones simbólicas que difieren de grupo en grupo. La posibilidad de volcar su autoestima hacia el grupo implica la construcción de un otro con características específicas. Si bien existen algunos estudios aislados en el campo del turismo sobre el encuentro entre turistas y residentes, sus alcances están limitados a una perspectiva economicista y/o superficial del fenómeno que nos obliga a descartarlos. Su punto de interés está puesto en describir que piensa un grupo sobre otro, en vez de explicar el porque del prejuicio y la función del estereotipo dentro de la vida cotidiana. Más allá del mundo de fantasía que implica el turismo y los abordajes pseudos-científicos que algunos pretenden, existe todo un complejo y denso bagaje social de relaciones que se mantiene oculto. El concepto de irracionalidad es clave para comprender el motivo por el cual el prejuicio actúa dentro del mundo social. Desde que comenzaron los primeros trabajos sobre el prejuicio hasta nuestros días, se ha escrito y dicho lo suficiente sobre el tema. ¿Pero (entonces) porque dedicarse a estudiar un fenómeno que ya ha sido explicado a la luz de miles de trabajos?
En la literatura especializada actual, los resultados de los investigadores son totalmente encontrados y contradictorios (Brown, 1998). Por otro lado, dos o tres teorías presentan la misma evidencia o metodología de trabajo con resultados que llevan a presuponer causas totalmente antagónicas para explicar la génesis del prejuicio. Si bien, no nos vamos a ocupar de ellas en esta sección, cabe aclarar que hoy día entrado el siglo XXI aún no quedan claras las causas del prejuicio. En otro sentido, en aquello que hay consenso dentro de la comunidad científica es que el prejuicio es multicausal y que existen muchísimas clases de prejuicios tales como: étnicos, religiosos, por nacionalidad, de sexos, de edad etc.
En consecuencia, el objetivo del siguiente artículo teórico es resumir y describir la posición de las diferentes escuelas que han estudiado el prejuicio junto a sus limitaciones y alcances. Es particularmente, el turismo un ambiente de constante contacto interpersonal donde (entre otras cosas) el estudio de las dinámicas prejuiciosas puede ser comprendido en su mayor sentido. La interacción es parte inherente de todo acto de comercio. Históricamente, las tribus primitivas sólo comerciaban con sujetos que no pertenecían al propio clan. En otras palabras, el comercio tal cual surgió en sus orígenes fue un fenómeno inter-étnico. (Weber, 1978)
La Teoría de la identidad social.
La tesis de la deprivación fue la base empírica que sustentó la teoría de la identidad social; los inicios de estos estudios tuvieron su origen en la crisis del treinta. Bajo ese contexto, algunos investigadores se preguntarán sobre la relación que existía entre el aumento de los conflictos raciales en los Estados Unidos y las privaciones económicas. Fue así que originariamente, Miller y Dollard (1939) y posteriormente Hovland y Sears (1940) realizaron diversas investigaciones en las cuales afirmaban haber encontrado una correlación entre la cantidad de linchamientos raciales y a las crisis económicas. Habían concluido entonces, que la frustración era un elemento por el cual se generaba un aumento en el prejuicio y la agresión (Billig, 1976).
En el año 1975, Brunno Bettelheim y Morris Janowitz toman un conjunto de trabajos, todos realizados dentro de los Estados Unidos, los cuales confirman que la movilidad social tiene una relación directa con el prejuicio. En sus estudios se observan grupos con movilidad ascendente, descendente y estable, confirmando la hipótesis de a mayor nivel de movilidad social descendente, mayor grado de prejuicio. Sin embargo se demuestra que también existen casos en donde la movilidad ascendente extrema se correlaciona con el prejuicio de manera notable (Bettelheim y Janowitz, 1975:41)
En la década de los ochenta, los avances logrados por la tesis de la deprivación van a ser tomados por Tajfel y Turner (1986) y serán reformulados. La hipótesis central de los autores es que el logro de una identidad sin conflictos requiere de la diferenciación positiva de su propio grupo. No obstante, existen factores como el éxito y el fracaso que influyen directamente en la autoestima de los individuos. La privación en cualquiera de sus formas puede entenderse como un aspecto que amenaza a la identidad del grupo, en ese contexto la respuesta del individuo hacia el exo-grupo será negativa. A mayor privación mayor será la cohesión del endo-grupo y por ende mayor su aversión por todos aquellos que no forman parte de él. No es extraño observar que ésta tesis encuentra algunos obstáculos si se la compara con la situación económica de otras sociedades. Sin ir más lejos en Brasil las personas de raza blanca, aún con más deprivaciones que los norteamericanos, no muestran una agresividad tan manifiesta hacia los “negros” (en Hollander, 2000: 397).
Los resultados empíricos de esta teoría son confusos y contradictorios. Por un lado, se ha demostrado que la deprivación puede ser causa de actitudes hostiles y despectivas hacia el exo-grupo, no obstante otros apoyan la idea de que el sentimiento hostil puede ser redirigido hacia el mismo endo-grupo o hacia su propia estructura normativa y por lo tanto no querer pertenecer más a él. (Merton, 1965:302). Complementariamente a lo expuesto, P. Essed, en Understanding Everyday Racism, encuentra testimonios que desafían la idea de que el racismo es parte de personas frustradas e ignorantes. Uno de ellos apunta al racismo sutil dentro de un círculo de médicos en Holanda, el cual es expresado a través de chistes que la entrevistada recibe de sus compañeros o supervisor por motivo de su color de piel (Essed, 1991a:290).
La teoría de la Personalidad autoritaria
Otras de las teorías que estudiaron el prejuicio corresponden a la línea de la personalidad autoritaria cuyo máximo exponente fue Theodor Adorno (1950). El autor, comulgaba con la idea de que las actitudes sociales son parte de las tendencias de la personalidad individual. La represión que implica el desarrollo del niño y su constante redirección de los impulsos deben ser modelados por los agentes socializadores. Aquellos niños que fueron criados en hogares con reglas de disciplina estricta y estrictamente severas desplazan sobre objetos sustitutos esa agresividad en su edad adulta. (Adorno y Horkheimer, 1966: 122-123)
El autor aplica en su estudio del prejuicio la famosa escala F para medir “tendencias pre-fascistas, que Brunswik, Levinson y Sandord ya habían trabajado en la Universidad de California por el año 1940. Sin embargo, la escala F fue muy criticada por psicólogos y sociólogos de la época, principalmente por tres motivos: la muestra, si bien era considerable en números los participantes pertenecían únicamente a organizaciones formales de estrato socioeconómico medio. Según la construcción de la escala F, los ítems estaban redactados en forma tendenciosa y no eran mutuamente excluyentes. Por último, los procedimientos para validar las entrevistas clínicas no ofrecían garantía desde el momento en que los entrevistadores conocían de antemano la puntuación individual de cada entrevistado con riesgo de inferir involuntariamente en la respuesta que se requerían a los participantes. Empero el punto más flojo de esta teoría estaba en considerar a “los fascistas” como el único movimiento autoritario sin tomar en cuenta los autoritarismos de izquierda. Uno de los problemas teóricos que Adorno no pudo superar fue el distinguir entre prejuicio, autoritarismo y fascismo. Esta falta de claridad a la hora de definir su objeto de estudio lleva a que su método sea seriamente cuestionado por la comunidad científica.
Teoría de la Estructural Social
Desde un punto de vista estructural, el prejuicio o la discriminación son mecanismos sociales que ayudan al sistema a reproducir sus pautas culturales y económicas. Así Wallerstein (1991) sostiene que el prejuicio no es solamente el rechazo al otro diferente, sino que debe ser entendido dentro de la práctica de la “economía-mundo”. Es a través del prejuicio que la sociedad alcanza la eficiencia económica al menor esfuerzo y costo posible (en Margulis y Urresti, 1999:229-232).
Sin embargo, la relación directa entre capitalismo y prejuicio o discriminación puede ser en cierta forma un problema. Si bien, la discriminación puede tener relación con la política y con la economía, no es un producto exclusivo del desarrollo capitalista. Según Robert Miles, por un lado, el racismo y la discriminación deben ser consideradas “ideologías” ajenas e independientes de las prácticas capitalistas y sus modos de producción; por el otro, como un fenómeno “contradictorio” donde lo que es funcional para un grupo (aquel que discrimina) es proporcionalmente disfuncional para el otro (aquel que es discriminado). En este punto, la efectividad del estudio del problema no radica en la abstracción teórica sino en el análisis histórico de las dinámicas y las relaciones de producción entre los grupos involucrados (Miles, 1999:100). Otros autores tienen la certeza que no se puede estudiar el prejuicio sin analizar el orden social y las relaciones de poder entre los grupos involucrados. Aquellos ubicados en una posición de privilegio dentro de la estructura social intentarán a través de la infravaloración y la discriminación perpetuar y conservar esos privilegios. Asimismo, el grupo discriminado asumirá su rol y contribuirá a la reproducción del orden social. Aunque no en forma explicita, cuando un grupo discrimina a otro lo que subyace es el miedo a la pérdida de su posición y estatus. (Clark, 1968) (De Francisco, 1997:72-75) (Essed, 2001b:495) (Brascombe y Schmitt, 2002).
El prejuicio en la actualidad
En la actualidad, algunos sostienen que existe una tendencia a la disminución del prejuicio (Dovidio y Gaertner, 1986: 20-35). Sin embargo, no queda demasiado claro si es realmente así o éste ha tomado otra forma. Asimismo, es evidente que el prejuicio del hoy difiere del prejuicio del ayer. La discriminación abierta y descarada de mediados del siglo XX, ya corre contraria a las normas institucionales y sociales. McConahay ha definido entre “racismo Anticuado” y “racismo moderno” a las diferentes construcciones mentales que se manifiestan hoy en día. Lo que hoy puede perturbar a los que poseen prejuicios modernos es que las políticas estatales violen los principios occidentales básicos enraizados en la cultura. Por ejemplo, cuando obligan compulsivamente a contratar en los trabajos personas de otra étnia o religión. Claramente, sostienen los “racistas modernos” esta medida va en contra de la libertad de elección del más apto para un puesto laboral. (McConahay, 1986:135)
Dovidio y Gaertner sostienen que muchas personas blancas pueden sugerir cierta tolerancia y sincerarse con los principios básicos de igualdad étnica verbalmente, pero cohabitan con una ansiedad, una tendencia a las imágenes negativas hacia las minorías que fueron y son socializadas a través de la cultura. Para ellos, es insuficiente medir el prejuicio mediante encuestas o entrevistas como soporte. El fenómeno, es en esencia situacional y está vinculado a las expectativas normativas y roles del grupo (Dovidio y Gaertner, 1986:195). Una de las características del prejuicio moderno es que, a diferencia de su antecesor el prejuicio clásico, no intenta justificarse ideológicamente a través de las diferencias biológicas o raciales. En la actualidad, la expresión más común del prejuicio, la discriminación y otras ideologías como el racismo o el nacionalismo, apelan a la “diferencia cultural” como separador entre el endo y el exo-grupo. Esa diferencia, inherente a cada grupo y por demás inexpugnable, actúa como mecanismo de separación, legitima el discurso discriminatorio y consolida el orden jerárquico de ciertos actores sociales sobre otros. (Miles, 1999: 62-66) (Essed, 1991a:6-15), (Margulis y Uresti, 1999:165)
En psiquiatra y sociólogo Erving Goffman sostuvo una tesis por demás particular. Utilizando elementos teatrales, el autor sostuvo que la vida social del individuo se desenvuelve en analogía a la puesta en escena en el teatro. Existe una parte “visible” en la cual “el actor”, es decir el individuo, pone todos sus esfuerzos para mantener un “personaje”. Este último, a su vez, mantiene una fachada ante los demás (espectadores) y en consecuencia no demuestra sus verdaderos pensamientos y sentimientos. Estos son reservados para el “detrás de escena”. En este contexto, el autor afirma” como parte de la fachada personal podemos incluir: las insignias del cargo o rango, el vestido, el sexo, la edad y las características raciales, el tamaño, el aspecto, el porte, las pautas del lenguaje, las expresiones faciales, los gestos corporales y otras características semejantes” (Goffman, 2004: 35). A su vez, los diferentes estímulos son conducidos por diferentes procesos en donde el actor se objetiva en su rol. Como el actor, cumple un papel y se valora a si mismo en “la performance” de esa actuación; el sujeto en la vida cotidiana también se percibe en cuanto al mantenimiento de su actuación. Cuando una fachada se institucionaliza, entonces ésta se convierte en una norma. Al respecto, Goffman nos dice “hay que señalar que una fachada social determinada tiende a institucionalizarse en función de las expectativas estereotipadas abstractas a las cuales da origen, y tiende a adoptar una significación y estabilidad al margen de las tareas específicas que en ese momento resultan ser realizadas en su nombre. La fachada se convierte en una representación colectiva y en una realidad empírica por derecho propio” (Goffman, 2004:39).
ParaKleinpennig y Haagendorn el prejuicio obedece a una lógica acumulativa. Puede comenzar evitando discretamente a la persona estigmatizada (prejuicio aversivo), continua con la convicción de superioridad del propio grupo y la idea de que la minoría en cuestión merece más de lo que tiene (Prejuicio moderno), y finalmente termina con la declaración abierta de la inferioridad genética de la minoría y la demanda de su inmediata repatriación o discriminación (prejuicio anticuado) (Kleipenning y Hagendoorn, 1993:35). En este sentido, según explica N. Elías el prejuicio funciona como un mecanismo ideológico cuya tendencia es a mantener el orden social. El grupo dominante posee una imagen sobre sí con arreglos a la “superioridad”, “decencia”, “humanidad” que debe ser mantenida a lo largo del tiempo. Pero esta figuración no adquiere ningún sentido sin un grupo al cual estigmatizar como “inferior”, “indecente” e “inhumano. En este misma línea, el carisma de grupo se encuentra estrechamente ligado con la aceptación del individuo a las normas que se requieren para formar parte de ese grupo, y de esta manera se refuerza su pertenencia. El pertenecer, tiene sus méritos y ese mérito refuerzan la autoestima grupal. Esta exclusividad sólo puede mantenerse en el “no contacto” con miembros de otros grupos (tabú). Posiblemente, el rol de anárquicos, desorganizados y anómicos son los principales estereotipos que reciben aquellos que no pueden ingresar al grupo exclusivo (Elías, 1998).
En el turismo, precisamente, como afirma Agustín Santana “los locales para su funcionamiento cotidiano necesitan establecer clasificaciones de individuo y situaciones culturalmente reconocidas que pongan en cierto orden en un entorno aparentemente caótico (múltiples lenguas, expectativas encontradas,, etc). Para lo cual suman a los rasgos propios de la actividad turística tanto los estereotipos que les han sido asignados grupalmente a los visitantes como los que se les ofrecen, por parte de la estructura empresarial, además de sus experiencias concretas (individuales o de grupo) con ellos. Los estereotipos construidos tratan generalmente de simplificar, a nivel de uso, las características de los visitantes, realizándose según la nacionalidad u origen geográfico, sexo, atribución de raza, etc, de manera que se unifican referentes dispares se obvian caracteres no útiles para la relación convenida” (Santana, 2006:62). En estas circunstancias, es posible que los estereotipos se vuelvan disfuncionales para el sistema generando verdaderos sentimientos de antagonismo derivados en prácticas segregativas, discriminatorias y xenófobas. También, es cierto que estos estereotipos comienzan a hacerse más negativos a medida que mayor es la afluencia de visitantes externos al destino turístico. En este sentido (como se ha ya mencionado), el profesor Frazer recopiló un sinnúmero de tabúes en sociedades tribales donde el extranjero debe ser sometido a rituales purificatorios antes de entrar o ser bienvenido; así la hospitalidad se convierte en un mecanismo expiatorio mágico (en sociedades tribales e industriales) para absorber los futuros daños que supone lo desconocido (Frazer, 1993).
Por otro lado, uno de los errores más comunes a la hora de estudiar el prejuicio y la discriminación radica en confeccionar entrevistas o cuestionarios que resalten exclusivamente la percepción que tiene el sujeto que es discriminado sobre el fenómeno. Esto lleva a que muchas veces, por un tema de defensa, el entrevistado niegue absolutamente haber sido victima de prejuicio o discriminación. En otras ocasiones, el intentar medir el prejuicio con grabaciones u otros métodos intrusivos producen que los entrevistados respondan por lo que es socialmente correcto. Hubo casos de entrevistados que se abstuvieron de manifestar comentarios racistas durante la entrevista, pero se manifestaban una vez apagada la grabadora (Tylor y Bogdan, 1992: 79-80).
La ciudad de Buenos Aires
Margullis y Urresti estudiaron la discriminación en la ciudad de Buenos Aires, y encontraron resultados muy interesantes. Por un lado, observaron que los entrevistados demostraban un etnocentrismo mayor hacia los inmigrantes de nacionalidad chilena (2.31) en comparación con un etnocentrismo leve hacia aquellos de nacionalidad brasilera (1.7) (Margullis y Urresti, 1999: 283). Los autores, desagregan la muestra por profesiones y afirman que los profesionales, empleados y estudiantes poseen un etnocentrismo encubierto, más acentuado en comparación con obreros, amas de casa y comerciantes en quienes el etnocentrismo toma un carácter frontal. (Ibid: 286). Asimismo, los motivos que manifiestan los entrevistados con respecto a los chilenos están ligados a los litigios históricos entre argentina y chile. Para los autores, el principal criterio discriminatorio es la nacionalidad, seguida por la clase. Los sujetos que mayor discriminación reciben son “los extranjeros“, y le siguen “villeros y provincianos” (Ibid: 290).
La explicación que encuentran Margullis y Urresti, se basa en “la racialización de clase” transmitida culturalmente a través del sistema educativo. Este mensaje reivindica la cultura Europea, preferentemente angloparlante, en detrimento de lo autóctono. Para ello y como fuente histórica, se analizan las obras que escribieran en el siglo XIX pensadores como Sarmiento, Alberdi e Ingenieros.
Antecedentes de Prejuicio en el turismo
“En países que se precian de una tradición de tolerancia, es raro que no existan, bajo la tranquila superficie, corrientes subterráneas de prejuicios raciales. En Inglaterra el negro tiene tanto derecho como cualquiera a ser admitido en un hotel pero puede encontrar todas las habitaciones alquiladas”. (Bybby C; en Klineberg y Jahoda, 1967:133).
En 1934, R. T LaPierre plantea serias dudas cuando, a través de un novedoso método, cuestiona que no necesariamente debe existir una relación lineal entre la conducta y la actitud. El autor, comienza un viaje con una pareja china, parando en 66 hoteles y 184 restaurantes a lo largo de Estados Unidos. Solamente en un caso se le negó abiertamente servicio a la pareja. Seis meses después, el autor extiende un cuestionario a los mismos hoteles y restaurantes, preguntando si atenderían a huéspedes de origen chino. De 128 personas que respondieron un categórico 92% dijo que no lo haría. Se precisa de esta investigación, que no necesariamente alguien que tiene prejuicios actúa acorde a ellos. (En Collier y otros, 1996: 279). En investigaciones similares por el año 1952, Kutner, Wilkins y Yarrow encontraron que muchos propietarios de restaurantes que en una etapa previa habían manifestado su idea de no atender a individuos de ciertas minorías, en situaciones reales lo hacían sin ningún tipo de problemas (en Hollander, 2000:157). De esta forma se confirma que “aunque el prejuicio es con frecuencia, la base de la discriminación, los dos elementos pueden existir por separado”(Giddens, 1999:285).
El sociólogo canadiense S. L Wax (1948) durante el verano emprendió un experimento por demás interesante. Escribió y envió simultáneamente varias cartas pidiendo reserva hotelera, solicitaba las mismas comodidades, para fechas idénticas y los mismos establecimientos. Una de las solicitudes estaba firmada como el Sr. Greenberg y la otra como el Sr. Lockwood. Mientras al primero sólo el 52% confirmó la reserva, al segundo lo hizo un categórico 95%. (En Allport, 1977:19). De alguna manera se supone que aquellas personas que trabajan en alguna actividad turística, por su constante contacto con público deben tener un grado de prejuicio bajo en comparación a otros rubros. Sin embargo, esto es puesto en tela de juicio por los investigadores que han analizado el problema. No necesariamente el asiduo trato con otros hace disminuir el grado de prejuicio. Mr Greenberg podría ser un caballero tan honorable como Lockwood pero al primero le negaron la estadía en la misma fecha que al segundo le confirmaban. En el Brasil “a principios de la década de los setenta, el congreso brasileño, promulgó una ley prohibiendo la discriminación en los lugares públicos, después que una turista estadounidense negra, Katherine Dunham, se quejase por no haber sido admitida en un hotel de Sao Paulo”(Giddens, 1999:289).
El periodista Alan Cowell del diario New York Times publicó el 26 de mayo de 1995 un artículo titulado “German Accuses Tourist Office of Prejudice”. En efecto, un oficial de la oficina turística del gobierno alemán en la ciudad de Nueva York afirmaba haber sido despedido después de hacer pública una instrucción directa de la oficina central en la ciudad de Frankfurt, en donde quedaba claro que se debía desalentar los viajes a Alemania de judíos, negros, hispánicos y asiáticos. El hecho llegó hasta Ulrich Geisendorf, un oficial del ministerio de economía, quien desestimó el documento que probaba la declaración original de este empleado y que según él, no reflejaba las prácticas reales del turismo alemán. Todo esto se agravó cuando salió a la luz que una empleada de la cuestionada oficina, Christa Willibald había presentado una demanda ante la justicia estadounidense por discriminación racial por un monto de un millón de dólares. En ese mismo mes, otra empleada, Elke Berg fue despedida tras traducir en inglés un artículo de su marido denominado “el holocausto, una historia absurda”. El periodista concluía que entre denuncias por discriminación y acoso sexual la oficina afrontaba demandas por al rededor de quince millones de dólares.
Desde la caída de la Unión Soviética en 1991 y con la ayuda de España, el turismo ha sido una de las mayores fuentes de riqueza de la Habana y toda la isla de Cuba. El régimen castrista decretó el fin de la segregación racial en el año 1959. Sin embargo, el 18 de mayo de 2001 el periódico estadounidense “Chicago Tribune” hizo pública una nota en donde quedaba expreso que las posiciones de jerarquía dentro de las grandes hoteles o resorts estaban ocupados por individuos “blancos”. Los “mulatos” o “negros” eran, en su mayoría ubicados en puestos que no tuvieran contacto con el turista. Pedro Rodríguez, un investigador asociado al “Center for Anthropological Studies” afirmaba “los blancos predominan en sectores de servicios turísticos. Hemos entrevistado muchos negros, y más y más nos dijeron que es más fácil para ellos conseguir un puesto en el interior del establecimiento, como cocinero o lavador, que conseguir uno donde este en contacto con turistas”. Esta posición privilegiada de los “blancos” permite acceder a propinas en dólares por parte de turistas americanos y por tanto se aumenta la brecha entre ellos y aquellos que cobran en pesos. Si bien el turismo ha creado un sinnúmero de puestos de trabajo las diferencias económicas son notables entre “blancos y no blancos” (sic).
El informe apuntaba a que en la mayoría de los casos, los alegatos de discriminación eran sobre hoteles propiedad de compañías extranjeras como la cadena Sol Meliá. Esto fue avalado por el profesor De la Fuente, de la Universidad de Pittsburgh quien además afirmaba que según una investigación propia se podía afirmar que los administradores de hoteles le confesaron que preferían contratar blancos o mulatos de piel clara por la “buena apariencia” que deben mostrar hacia los turistas de Canadá y Europa. (De la Fuente, 1998: 6) (Howell, 2001) (Hunter, 2004).
Un reciente trabajo en el Reino Unido, afirma que las minorías étnicas como los asiáticos no están debidamente incluidos ni en el mercado de viajes, ni en los puestos que ofrecen los operadores turísticos de la región de Yorkshire, al norte del Inglaterra. Como conclusión, los autores concuerdan que sólo muy pocos empleados en el turismo pertenecen a minorías raciales, si bien existe un gran volumen de ellos que estudia la carrera en la Universidad a la mayoría de ellos les cuesta insertarse laboralmente, asimismo los grandes tour operadores no venden excursiones que apunten a este segmento, mucho menos publican excursiones fuera de occidente y en su idioma. Solamente el 2% de la fuerza productiva del sector turístico corresponde a minorías “no blancas”, en contraposición con un 12% de empleo en el sistema bancario y el 75 general de la venta al por menor en el país. (Kelmm y Kelsey, 2000)
Existen otros contextos, en los cuales los clientes o los turistas parecen ser quienes acusan haber sido víctimas de algún tipo de prejuicio, sin embargo estos casos en muy pocas ocasiones salen a la luz o si lo hacen no encuentran la suficiente evidencia que permita una sentencia acorde. Por ejemplo, recién en el año 1999, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos aplicó por primera vez en su historia el Acta de Derechos Humanos de 1964 en contra de la cadena hotelera Adam´s Mark, tras encontrar evidencia de discriminación racial por parte de los empleados hacia dos huéspedes “negros”, según éstos el servicio que habían recibido por parte del establecimiento fue inferior al contratado y diferente en comparación con otros clientes (informe OAH, 2001). En esta misma línea no se puede dejar de citar el caso de los “Travellers”, una minoría étnica gaélica de Irlanda caracterizada por una forma de vida nómada. Según un reporte del National Consultative Comitee On Racism and Interculturalism1, entre octubre de 2001 a abril de 2002, se registraron 22 casos en los cuales un huésped de origen “Traveller” fue rechazado por algún establecimiento hotelero con la excusa de no tener ninguna reserva al momento del chequeo o bajo el pretexto de señalar al cliente haber cancelado la reservación en forma previa (informe NCCRI, 2002). San Petersburgo es una apacible comunidad de la costa oeste de la Florida, en Estados Unidos. Para la ley en la actualidad “los negros” o “afro americanos” gozan de los mismos derechos que “los blancos“, sin embargo no reciben los mismos beneficios. Desde una perspectiva etnohistoria, en su tesis doctoral, Evelyn Newman Phillips presentó evidencia que demuestra que los negros son discriminados a residir en zonas especiales a fin de no afectar la imagen de la ciudad hacia el turismo. Asimismo, los puestos laborales que desempeñan son de baja categoría en comparación con “los blancos“.
A través de diferentes mecanismos sociales como la policía, la educación “la comunidad blanca” ha impedido por todos los medios que los turistas tengan contacto con los “afro americanos” que residen en la región, por el otro a generado un sentimiento de inferioridad en la misma “comunidad negra” que la lleva hacia la auto segregación; en este contexto no sólo el turismo ha fallado en su misión a mejorar la relación entre “blancos y negros” sino que por el contrario ha persistido como mecanismo de separación racial. Según palabras del autor “Racism and tourism have been persistent factors in St. Petersburg. Although, as social conditions changed, the city also altered its strategies to extract profits from tourists and to restrict african american contact with them”.2(Newman Phillips ,1994: cap 8).
En resumen podemos afirmar por los casos presentados que el turismo es una actividad donde se dan dinámicas de prejuicio como en cualquier otro rubro o industria. Sin embargo, la dinámica en que se manifiestan dependerá en gran parte del estatus o el rol social entre los actores. En casos en que el prejuicio se de entre profesionales del sector y turistas, éste será encubierto y no frontal; por el contrario cuando la relación se da entre los mismos profesionales puertas a dentro de cada establecimiento las prácticas discriminatorias y el prejuicio podría manifestarse en forma frontal y abierta. No obstante, en ambos casos la negación es una figura presente sin lugar a dudas.
Alcances y limitaciones de la teoría del contacto
En el año 1954 el psicólogo estadounidense Gordon Allport publica su obra “La Naturaleza del Prejuicio“, quizás una de las más completas y eruditas sobre el tema; en ella el autor aporta una recopilación de diferentes investigaciones e indaga sobre las posibles causas que condicionan el prejuicio en la sociedad. ¿Cómo define el problema el autor?. Para Allport, el prejuicio es “una actitud hostil o prevenida hacia una persona que pertenece a un grupo, simplemente porque pertenece a ese grupo, suponiéndose por lo tanto que posee las cualidades objetables atribuidas al grupo”. (Allport, 1977:22). El hombre tiene una tendencia al prejuicio, y el motivo principal es el ahorro mental. La realidad es tan compleja para el individuo que debe organizarla cognitivamente en forma estructurada y por lo tanto tiende a agrupar los conceptos en forma general. (ibid: 43) El prejuicio comienza cuando el tipo de categorización basado en el estereotipo es irracional, emocional e injustificado y por otro lado excesivamente generalizado.
Sin embargo, el autor es sumamente cauto al respecto y aclara “he aquí precisamente el criterio que nos ayudará a distinguir entre el error común de juicio y el prejuicio. Si una persona es capaz de rectificar sus juicios erróneos a la luz de nuevos datos, no alienta prejuicios. Los prejuicios se hacen prejuicios solamente cuando no son reversibles bajo la acción de conocimientos nuevos”. (Ibid: 24). Los prejuicios se entienden como tales en el momento en que se afianzan a pesar de las evidencias que lo contradicen y se justifican generalizando irracionalmente un aspecto constitutivo de la percepción del otro.
Así como hay prejuicios de amor también los hay de odio y muchas veces estos últimos son producto de la conversión de los primeros. Puede entonces definirse dos tipo generales de prejuicio: el prejuicio positivo (amor), y el prejuicio negativo (odio). El prejuicio positivo sigue la misma dinámica y tiene los mismos componentes que el negativo. Parte de un sesgo perceptivo basado en un estereotipo cognitivo previo, un componente “afectivo” que nos llevan a idealizar al otro, y finalmente un componente actitudinal que manifiesta ese estereotipo en forma generalizada.
En muchos casos es precisamente porque se estima cierta particularidad de nuestro grupo que se odia a aquellos que no concuerdan con esa categoría, “cuando una persona defiende un valor categórico propio puede hacerlo a expensas de los intereses o de la seguridad de otras personas. Si eso ocurre, se hace visible su prejuicio de “odio”, aunque no nos demos cuenta de que brota de un prejuicio de amor equivalente que yace debajo de aquel”. (Allport, 1977:42). La hostilidad hacia el otro se sustenta en el amor por lo nuestro. Para los psicólogos y sociólogos que abordaron el prejuicio desde el prisma de la tesis de contacto, el fenómeno iba a adquirir indefectiblemente un carácter negativo. Si bien, no descartaban que la capacidad de prejuzgar era innata en el individuo, veían en el prejuicio una forma de relación social totalmente corrosiva y patológica para las sociedades modernas.
El prejuicio y la interacción con el otro
Según el mismo autor, parecía claro que en ciertas circunstancias el prejuicio no disminuía por el contacto. Entonces afirma “Es obvio que el efecto del contacto dependerán de la clase de asociación que se establezca y del tipo de personas involucradas” (ibid: 289). El contacto casual, en una tienda o en un negocio es insuficiente para reducir el prejuicio. Dice Allport “parece correcto, entonces, sacar como conclusión que el contacto, como variable situacional, no siempre puede superar la variable personal en el prejuicio … el prejuicio (salvo que esté firmemente enraizado en la estructura de carácter del individuo) puede ser reducido por un contacto a igual status entre los grupos mayoritarios y minoritarios, en procura de objetivos comunes”.(Ibid: 309)
En relación al nivel de estatus Allport (pp. 291) se pregunta ¿la relación se establece en base a una actividad competitiva o cooperativa?, ¿existe una relación de funciones que implique subordinación o superioridad?. En lo que respecta a la atmósfera social pregunta ¿el contacto es voluntario o involuntario?, ¿es real o artificial?, ¿el contacto es considerado como algo importante o transitorio?. Por último, la personalidad del individuo también era importante, ¿su prejuicio es de tipo superficial o está enraizado en la personalidad de su carácter?, ¿Cuál es la experiencia previa con el grupo en cuestión?, ¿Qué educación recibe la persona?, ¿se siente seguro o amenazado?
La comprensión del rol que juega la ignorancia como barrera para las relaciones intergrupales es un concepto central para comprender la génesis del prejuicio. La introspección y la auto-punitividad entre otras son piezas necesarias para el estudio y la investigación de las formas más comunes de xenofobia según el autor. (Allport, 1977: 471). Allport estaba convencido que el prejuicio se reducía cuando el contacto se daba bajo estas condiciones en igualdad de status, hecho que permitía entre otras cosas la concreción de objetivos conjuntos entre las partes antagónicas. En resumen cabe señalar entonces que la disminución del prejuicio y sus tipologías se enfocaba por el descubrimiento de similitudes que los grupos compartían entre sí. (Castro Smith, 2003) (Allport, 1954:310) (Hollander, 2000:405).
Fundamentalmente, para el autor existían cuatro condiciones por las cuales el contacto permitía la reducción del prejuicio: un fin u objetivo en común, apoyo de las instituciones, cooperación intergrupal e igualdad de status entre los actores involucrados. Entre los científicos sociales que apoyaron la tesis de Allport podemos citar a Paul Mussen (1950) y a Marian Radke Yarrow (1952). Ambos, habían realizado experimentos con grupos de jóvenes en una colonia de veraneo y admitían que los grupos en donde imperaba el contacto el grado de prejuicio era menor que en los grupos en donde existía poco o un contacto casi nulo. (en Allport, 1977:307)
Utilizando la escala de distancia social de “Bogardus” con estudiantes “blancos y negros” de Georgia, Gray y Thompson (1953) observaron que el grado de etnocentrismo era más alto en aquellos grupos en los cuales existía un menor contacto inter-étnico. (Ibid: 293). F. T Smith (1943) realizó un experimento similar con 46 estudiantes “blancos” para que pasen dos fines de semana en un barrio negro de Harlem y tuvieron entrevistas con personajes destacados de la zona como editores, doctores, artistas entre otros. El grupo control estaba conformado por 23 estudiantes quienes no formaron parte de esa interacción. Cuando las actitudes con respecto a los negros fueron medidas, aquellos del grupo control manifestaban un rechazo superior con respecto a aquellos que habían convivido en Harlem. Sin embargo, los “negros” con los que se vincularon eran de estatus elevado y esto condicionaba los resultados del experimento. (Ibid: 295)
Bárbara Mc Kenzie (1948) condujo un trabajo con veteranos de guerra y concluyó que aquellos que habían tenido contacto con “negros” (sic) de un nivel de especialización similar, tenían una percepción más positiva de ellos en comparación con aquellos que habían entablado un contacto con “negros” de menor especialización. Esta misma tendencia se corroboró en otro experimento que condujo el autor, con estudiantes universitarios que habían trabajado en industrias bélicas durante la guerra. (ibid, 302) En lo que respecta, a la concreción de objetivos conjuntos, Stouffer (1949) demostró que en situaciones de combate, y persiguiendo un mismo objetivo soldados “negros” y “blancos”, la imagen de ambos había mejorado. (Ibid: 305). Singer (1948) afirmaba “póngase a un blanco y un negro en la misma trinchera y lucharán juntos hasta el último aliento, compartiendo la comida y el agua; si uno de ellos resulta herido, el otro arriesgará su vida” (Ibid: 307).
En algunas ocasiones, el número de personas influye en la percepción sobre el otro grupo. Es común, como planteaba R. Williams (1947), que un solo niño japonés o mexicano, en una clase del colegio, sean considerados como mascotas, mientras que si comienzan a llegar más niños japoneses o mexicanos, éstos pasen ya a formar parte de una supuesta amenaza. El autor señala que el número relativo de la población local y la rapidez del flujo inmigratorio son factores que aumentan las probabilidades de conflicto. (Ibid: 253). Otro investigador, David Heer (1948) reconfirmó los supuestos de Williams, mediante un experimento limitado pero bien planteado. Según datos recogidos en Carolina del Sur para la elección de 1948, Thrumond quien tenía un programa de “derechos para los estados”, el sentido de esta campaña iba en contra de la campaña demócrata que realzaba los derechos de las minorías “negras”. Tal como predijo Williams, en distritos con mayoría de población negra, el voto a favor de Thrumond fue más alto en comparación con aquellos distritos donde eran minoría (Ibid: 254).
Sin embargo, la tesis del contacto no escapó a las críticas de algunos psicólogos y sociólogos de la época. Entre ellos, Robert Park (1939) quien pensaba que los conflictos raciales eran simplemente una lucha de intereses no regulados normativamente y el contacto por sí mismo era insuficiente para controlarlos o reducirlos y en algunas ocasiones sino los empeoraba (en Puigbó, 1966:275).
En condiciones similares Sherif y Sherif observaban que el prejuicio crecía con más intensidad cuando se afirmaban que la agresividad intergrupal era por la incompatibilidad de intereses reales o ficticios. Estos autores, realizaron un experimento con chicos de doce años de edad, en una colonia de vacaciones. Ninguno de ellos se conocía previamente antes del campamento. Los organizadores realizaron diversas pruebas de competición entre los grupos, fijaron un premio para el ganador y ninguno para el perdedor. Rápidamente, observaron una hostilidad manifiesta elevada entre los dos grupos. Luego, para reducir el conflicto subordinaron un objetivo conjunto los dos grupos antagónicos. Los resultados, finalmente, fueron que la agresividad y la imagen negativa (estereotipos) en los participantes se vieron disminuidas (Sherif y Sherif, 1953)
Hamilton y Bishop (1976) condujeron diversas entrevistas con 200 “blancos” en las cuales encontraron que aquellos que tenían más contacto con vecinos negros habían reducido la puntuación de racismo. Sin embargo, luego pudieron probar que esto no se debía a un mayor acercamiento y conocimiento reciproco, sino a que ambos se ignoraban. Paradójicamente, la cercanía les provocaba mayor indiferencia y el prejuicio clásico disminuía. (en Brown, 1998: 264). Brewer y Campbell demostraron como en África se descalificaba más a las tribus geográficamente vecinas que a las más lejanas. El ser vecino, se asume, implica una lucha por los recursos básicos de alimento y agua. En otros casos, como también muestran los autores, la correlación puede ser inversa y mostrarse grados elevados de cooperación. Se denominó a esta corriente teórica del prejuicio como “Realistic Group Conflict Theory” (Teoría del conflicto del grupo realista). (Brewer y Campbell, 1976)
Seago encontró que los estereotipos se vuelven menos favorables tras un hecho negativo que conmocione a la vida de una nación, como el caso de los estereotipos japoneses en universitarios estadounidenses antes y después del bombardeo a la base de Pearl Harbor (Seago, 1947:63). En esta misma línea, MacIver y Page sostienen que los cambios en los estereotipos son rápidos y muy variables. A veces vinculados a hechos externos a los grupos. Como ejemplo cita las relaciones internacionales entre Estados Unidos - Rusia durante la guerra fría y su influencia en la percepción de los estadounidenses hacia los rusos. (Mac Iver y Page, 1966: 434)
Ruppert Brown hace lo propio en Inglaterra afirmando que en 1982, tras la invasión argentina a Malvinas, recuerda muy claramente la manera en que repentinamente surgieron un sin número de estereotipos negativos hacia los argentinos (Brown, 1998:187). Para Lewis Coser los conflictos sean estos reales o irreales como así también la agresión supone un contacto directo y la exasperación sobre tensiones inmediatas agravadas por la cercanía. “cuanto más unido se halla por ciertos intereses comunes y por la convivencia cotidiana, es más fácil que los miembros se irriten y encolericen mutuamente” (Coser, 1961:72). En muchas ocasiones el contacto, o mejor dicho la falta de él, es un medio por el cual se reducen la intensidad de los conflictos (Boulding, 1962: 306). En efecto, la hostilidad ha de ser más intensa cuando la estructura social no pueda institucionalizar el conflicto. La disgregación es más factible cuando los conflictos o las disputas no son regulada por una estructura normativa común a los dos o más grupos.
Utilizando la fenomenológica de Schutz y Luckmann, Carlos Belvedere señala que en muchas ocasiones la discriminación no reconoce la familiaridad con las personas que pertenecen a grupos discriminados. En toda relación social existe una “orientación ellos” abstracta e impersonal y una “orientación tú” ligada a la interacción personal y concreta. Muchas veces, el prejuicio puede alojarse en la orientación ellos sin ser modificado por el contacto personal que se desarrolla en la “orientación tú”. De esta forma, el contacto y la cercanía exacerban los mecanismos discriminatorios. (Belvedere C, 2003:85)
En localidades del sur de Argentina se han hecho estudios comparativos sobre la integración chileno-argentina. En concordancia con Mirtha Lischetti (2005), la antropóloga Verónica Trpin encontró que en el barrio Perón en Río Negro, los hombres chilenos reclamaban ser objetos de discriminación apelando a la construcción étnica nacional mientras que las mujeres reivindicaban su pertenencia nacional a través del contacto y la interacción con mujeres argentinas del mismo barrio. En este punto, la integración, señala el autor, está también sujeta a una cuestión de género y de contexto social. (Trpin V; en Grimson A y Jelin E., 2006:349) (Lischetti M, 2005).
Complementariamente, Brígida Baeza (2006) en su análisis sobre la integración de chilenos y bolivianos en Comodoro Rivadavia observó que el conflicto entre inmigrantes bolivianos y chilenos en determinados barrios, en los que convivían, era más intenso entre ellos mismos, que con respecto a la población local de la ciudad. En cierta forma, la competencia por los recursos comunes hacia enfrentar a los chilenos, históricamente más antiguos en el lugar, con los bolivianos. (Baeza B, 2006; en Grimson A y Jelin, 2006:362).
Uno de los críticos actuales más representativos de la tesis del contacto, es Ruppert Brown. Según el autor, el obstáculo principal para estudiar el apoyo institucional es que al introducir una nueva norma sobre dos grupos no queda claro donde encontrar un tercer grupo que sirva como control (Brown, 1998: 262). En segundo lugar, también puede ser claro que el conocimiento lleve al distanciamiento o genere una ansiedad mayor; por último la igualdad de estatus sugiere que los grupos coordinen esfuerzos para la concreción de un fin y de esa manera reduzcan el prejuicio. Sin embargo, Blanchard y otros (1975) probaron que equipos mixtos formados por integrantes “blancos y negros” mostraron más simpatía cuando estaban frente al éxito en comparación con aquellos que fracasaban. (En Brown, 1998: 267)
Los máximos exponentes actuales de la teoría del contacto son Stephan y Stephan; los autores señalaron que la interacción y el contacto en algunos casos son por sí mismos causas de ansiedad. A veces provocados por conflictos ya existentes, otras generada por la ignorancia o una percepción errónea (Stephan y Stephan, 1985). Una de las pocas investigaciones que actualmente apoyan a la tesis del contacto es la de Irena Runge, quien tras el hecho vandálico de Hoyerswerda en Baja Sajonia en 1991, encontró unos meses más tarde que todas las manifestaciones racistas en los niños entrevistados de ese barrio, no sólo eran infundadas sino que también no estaban avaladas por ningún tipo de conocimiento previo del “otro” al cual se referían (Sorman, 1993:48). Por otro lado, también es cierto que es difícil poder medir empíricamente hasta que punto el fin común, la cooperación y el apoyo institucional ayudan a su disminución, por lo menos no sin caer en algunos resultados encontrados. Por ese motivo, en la actualidad la teoría del contacto y del conocimiento se ve seriamente amenazada por la falta de estudios empíricos.
Conclusiones
El prejuicio en la actualidad es un tema que implica una sanción moral muy fuerte. Quienes son víctimas de prejuicio o discriminación le dan al fenómeno un carácter oculto y negado. Por ese motivo, se debe dejar a un lado las herramientas clásicas para medir el prejuicio e implementar un conjunto de nuevas técnicas que no sólo contextualicen el entorno social sobre el cual se está conduciendo la investigación sino que también establezcan una causalidad con el menor sesgo posible. Para Agustín Santana de hecho, el carácter comercial del turismo no sólo afianzaría los prejuicios por un debilitamiento del lazo social sino que además reforzarías las posiciones con respecto a los roles de anfitriones y turistas como parte de un sistema productivo estructural (Santana, 2006). Es precisamente, este aspecto aquel que no ha sido debidamente desarrollado por la escuela psicológica del contacto y sobre las cuales se sugieren el aporte de nuevas investigaciones en la materia.
Por otro lado, cabe advertir que el prejuicio clásico continúa coexistiendo con el moderno. Aun cuando es un oculto, aversivo y a veces sutil, en el turismo como en cualquier otro ámbito el prejuicio se encuentra presente. Los casos relevados en el estado de la cuestión, nos llevan a la conclusión (parcial) que en primer lugar existe una disociación entre el prejuicio estereotipado y la conducta. Individuos que frente a un cuestionario abierto o en una entrevista informal afirman no darle servicio a una minoría, en la vida cotidiana lo hacen sin ningún tipo de problemas.
El segundo aspecto, es que los procesos históricos de la sociedad en la cuales están imbuidos los actores juegan un papel fundamental en la dinámica que se da el problema. En definitiva como afirmaba Emanuel De Kadt “La conclusión, aunque difícilmente sencilla, es ciertamente clara a grandes rasgos. El que el encuentro con los turistas y especialmente la relación de servicio, se experimente como rebajante y como expresión de servilismo y, por tanto, el que provoque hostilidad, depende, al menos en parte, del contexto socio-histórico”. (pp109). Es interesante la idea que aporta la escuela neomarxista sobre la posibilidad de concebir al turismo y a los nacionalismos ya no como estructuras históricas (o no sólo como eso) sino además por construcciones ideológicas tendientes a crear falsa consciencia y a legitimar el uso comercial del ocio (Wallerstein, 1999) (Elías, 1998) (Kadt, 1995). De esta manera, cabe advertir que el análisis histórico debe convertirse en una herramienta fiable para poder describir y explicar los procesos sociales por los cuales se originan y afianzan los prejuicios en esta actividad. Por último, el prejuicio toma dos formas de manifestación diferentes con respecto al rol de los involucrados. En casos en los que exista igualdad de rol o estatus social el prejuicio podrá tomar una forma abierta y descarada. Por el contrario, cuando quien prejuzga está en un status inferior a quien es prejuzgado el prejuicio adquiere una naturaleza encubierta. Sin embargo, esta investigación debe concluir con una cuestión ¿Existe algún tipo de prejuicio en los profesionales del sector turístico de la ciudad de Buenos Aires?, ¿se cumplirán las premisas de Margulis y Urresti en el turismo?
* Maximiliano Korstanje es Licenciado en Turismo por la Universidad de Morón, Provincia de Buenos Aires, Argentina y candidato a Doctor en Psicología Social por la Universidad John. F. Kennedy, Buenos Aires, Argentina. Trabaja su tesis doctoral sobre el miedo a los viajes aéreos y terrestres en contextos urbanos.
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1 Comité nacional Consultivo sobre Racismo e inter-culturalismo.
2 Traducción propia “el racismo y el turismo han sido factores persistentes en San Petesburgo. Aun cuando, las condiciones sociales han cambiado la ciudad ordena sus estrategias para obtener ganancias de los turistas y restringir a los afro americanos el contacto con ellos.
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