Revista Nº8 "INSTITUCIONES Y PROCESOS GUBERNAMENTALES IV"

Reflexiones sobre el período Kirchnerista 2003-2009.

Resumen

El presente artículo no pretende ser un análisis o una crónica detallada del período kirchnerista (K) en Argentina. Lo que predomina en el mismo son comentarios y reflexiones  realizados durante el período circunscrito, ahora integrados en este paper que posee los siguientes ejes temáticos: 1) La política económica de los K en vinculación con su retórica progresista y sus efectos en términos de legitimidad pública. 2) La relación de los Kirchner con el peronismo y las demás fuerzas políticas en la dimensión electoral y los resultados en la gestión pública que traen aparejado dichas relaciones. 3) Las distintas percepciones de los intelectuales del gobierno K analizado  a través del conflicto agrario.  4)  Las vinculaciones del periodismo en sus divergentes posturas ideológicas  con el kirchnerismo. 5) Caracterización de la clase media durante las gestiones K.  6) Descripción de los principales referentes de las fuerzas políticas opositoras y  de los medios de comunicación.

 

Reflections on Kirchnerism  2003-2009

Abstract

This article aims at commenting and reflecting on the period 2003-2009 of the Kirchners (K) government in Argentina and not at analyzing in depth their term of office. The following central themes are dealt with: 1) The economic policy of the K government in relation to their progressive rhetoric and its consequences in terms of public legitimacy. 2) The relationship of the Kirchners with Peronism and the other political forces within the scope of the elections and the results these relationships bring about in the public administration. 3) The different perceptions of the intellectuals in the K government analyzed through the farm conflict. 4) The connections between journalism in its diverging ideological positions and Kirchnerism. 5) Characterization of the middle class during the K office. 6) Description of the leading people belonging to the opposing political forces and of the mass media.

Reflexiones sobre el período Kirchnerista 2003-2009.

                                     Por: Lic. Mauro Forlani *
Introducción

El presente artículo no pretende ser un análisis  detallado del período kirchnerista, como suele leerse en la mayoría de los trabajos académicos de distintas vertientes teóricas que buscan describir una gestión de gobierno. Estos generalmente se pueden referir a las aristas políticos-institucionales de una gestión, o pueden poner el foco de estudio en sus políticas económicas o en la relación con los actores corporativos. También  existen trabajos más integrales  que estudian las permanencias o transformaciones en las relaciones entre la sociedad, la política y la economía durante un gobierno determinado.
Si bien, elementos de esta naturaleza se hallan en el trabajo, lo que predomina en el mismo son comentario, notas y reflexiones realizados durante el período circunscripto de kirchnerismo ahora integrados en este paper.
Igualmente, y con esto paso a contar brevemente la morfología del artículo, precede dichas reflexiones para ubicarlas temporalmente dos  especies de relatos de la gestión oficialista: en el primero  nos referimos a la combinación kirchnerista de política económica heterodoxa y al discurso confrontativo progresista y como esta combinación así como lleva a la cenit en la consideración pública al kirchnerismo, terminado la gestión de Néstor también conduce al derrumbe de la legitimidad social a partir del conflicto agrario reflejado en las elecciones legislativas del 2009.  
La segunda narración es de carácter  institucional y política  destacándose en ella la relación de los K con el peronismo y las demás fuerzas políticas en la dimensión electoral y los resultados que  en término de gestión pública  traen aparejados dicha relación.
El tercer tópico hace referencia a las percepciones de los intelectuales del fenómeno kirchnerista, teniendo  como eje central de la misma el conflicto agrario. En esta parte del trabajo se  distinguen  tres vertientes teóricas que nos permiten observar  las características generales del gobierno  y el problema   con el campo desde ángulos diversos y contrapuestos;  en tanto el cuarto punto complementa lo anterior a partir de visualizar la relación del periodismo en sus divergentes posturas ideológica  con el kirchnerismo.
El artículo quinto ensaya ciertas escisiones teóricas y descriptivas de la clase media en relación a estos años de gobiernos K. En él  se busca diferenciar  tres segmentos en este sector social teniendo en cuenta ciertas características culturales, ideológicas y políticas que son propias de cada fracción, y a la vez permiten identificar singulares modos de vinculación de cada uno de ellos con los gobiernos constitucionales kirchneristas
Por último, el punto seis realiza un análisis  crítico de la oposición tanto institucional, es decir de las fuerzas políticas como así también de los medios de comunicación  durante el kirchnerismo

La economía de los K: discurso progresista, medidas heterodoxas. Ascenso y caída en la consideración pública.

La devaluación, con la explosión de la paridad cambiaria, además de ser resultado de una recesión intensificada por las medidas errantes del gobierno aliancista, también es resultado de una puja por el excedente económico entre las fracciones más concentradas en la clase dominante en la que habrá beneficiados y perjudicados con la entrada del nuevo modelo de acumulación pos-convertibilidad.
Entre los perjudicados encontramos a los monopolios y conglomerados extranjeros privilegiados durante el proceso de privatización y el sector financiero, sectores  que pierden parte  de  su  extraordinaria  rentabilidad  en  términos de dólares   en una economía pesificada (Lozano, 2002).
Y entre los beneficiados, el capital fugado al exterior  con la disminución del proceso privatizador de la década anterior que se orienta a las actividades agropecuarias, a los agro-negocios y las industrias. Estos sectores colocan sus productos en el exterior y  mediante la combinación de acceso fácil al crédito externo  y costos laborales por el piso (dado que un 60% y un 30 % de la población se halla bajo de la línea de la pobreza e indigencia respectivamente), relanzan, a diferencia de la tendencia financiera del ciclo anterior, una orientación de tinte productivista e industrial al capitalismo en argentina.

El kichnerismo en el poder, va a ser en parte expresión  de estos sectores dominantes ganadores en el nuevo régimen económico, así como el menemismo lo fue del sector financiero y las privatizadas.
El presidente Kirchner llega al gobierno con apenas el 22% de los votos del electorado, por la renuencia del ex presidente Menem a presentarse a la segunda vuelta, y en el marco de una fuerte fragmentación partidaria del sistema político tradicional.
 Kirchner, en tren de recuperar la autoridad  o legitimidad presidencial, se monta en una estrategia  discursiva o retórica  progresista reformista de centroizquierda, repudiando todos los aspectos del modelo de ajuste neoliberal de la década pasada. Por encima de las   estructuras partidarias desacreditadas en la sociedad, en vinculación directa con la opinión pública, (evitando todo diálogo con el peronismo y el radicalismo), logra resignificar el poder ejecutivo con altos niveles de aprobación, mediante un estilo confróntate contra las empresas que habían obtenido rentas extraordinarias durante la convertibilidad, al tiempo que pregona  la necesidad de recuperar la  autonomía estatal en beneficio de las mayorías y critica  al Fondo Monetario Internacional como  coparticipe de la eclosión económica y la pobreza catastrófica de amplios sectores de la población.

Esta retórica progresista -que consigue reinventar al peronismo captando los humores de una ciudadanía saturada de las políticas neoliberales, adecuando o poniendo a tono a la política argentina al giro ideológico de las mayorías de la democracias  latinoamericanas- en lo que respecta a la implementación concreta de las políticas públicas muestra coherencias e incoherencias en relación a la estrategia discursiva.
En materia económica el gobierno de Kirchner otorga cierta estabilidad a las variables macroeconómicas mediante la implementación de un plan heterodoxo. 
Se elige una ruta intermedia  entre  las posturas monetaristas ortodoxas clásicas y las políticas  redistribucionistas de izquierda.
De las medidas neoliberales huye, ya que evita salir del default con los bonistas particulares en los términos que estos exigen, terminar con  la inflación con las medidas de enfriamiento clásicas como:   dejar caer el tipo de cambio, restringir el gasto público y la demanda, subir las tasas de interés, actualizar precios y tarifas de la economía para incrementar la inversión, etc.; todas muy cercanas a las recomendaciones del FMI.

No obstante  también se aleja de las propuestas redistribucionistas  que proponen recuperar la soberanía nacional plena con el no pago de la deuda externa, tanto a los acreedores particulares, como a los organismos internacionales de crédito, volcando este excedente al servicio de las mayorías empobrecidas  que superan el 50% de la sociedad argentina.
Se descarta la salida por “derecha” ya que (en la mirada de la elite gobernante y la oligarquía industrial que expresa) proseguir con las políticas de ajuste de los ’90 podría ahogar el incipiente  crecimiento económico que empiezan a mostrar los números de la economía. Pero también se dejan de lado las soluciones por “izquierda” al estilo keynesiano, que serían percibidas por los sectores dominantes como aumentos arbitrarios en los costos de producción, desincentivando la oportunidad de  inaugurar un ciclo de crecimiento de la economía argentina en un clima de ingobernabilidad e inflación.

La orientación  económica heterodoxa del gobierno se puede ver reflejado en las siguientes medidas:  el tratamiento de la deuda externa con una quita importante a los acreedores externos que permite  no ahogar el inicio del crecimiento de la economía argentina, una mayor intervención del estado en la economía  que se ve reflejado en el congelamiento de las tarifas públicas, cierta intervención de empresas públicas que se hallaban en manos privadas (ejemplo Aguas Argentinas y Correo Argentino), los acuerdos de precios establecidos con  sectores concentrados para intentar solucionar el problema de la inflación,( tomando distancia de los planes de enfriamiento liberales), la aplicación de las retenciones al agro, el llamado a acuerdos salariales entre sindicatos y empresarios, la reforma del sistema provisional de los ’90,  por nombrar las mas importantes .

Esta reorientación de roles estatales y cierta autonomía en el manejo de los asuntos económicos que supuso tomar distancia  de las recomendaciones o monitoreos del Fondo Monetario Internacional (es cierto  ayudado por precios históricos de los commodities) resulta exitosa logrando altos índices de crecimiento que redundan en una baja significativa del desempleo, la pobreza y la indigencia.
Llegando al final del mandato presidencial, Néstor Kirchner ha logrado altos índices de popularidad producto de un manejo relativamente certero de las variables macroeconómicas. También este aval de la opinión pública a la primera magistratura es producto de lo que se puede considerar, desde una posición progresistas, lo más interesante en términos de aplicación de políticas genuinamente reformistas como:   el desplazamiento de los jueces menemistas de la Corte Suprema de Justicia, la política de derechos humanos, con la derogación de las leyes de punto final y obediencia debida del mandato alfonsinista, y la supresión de los indultos (menemistas).

El debacle K

-Cristina K gana las elecciones presidenciales del 2007 en forma holgada, “caminando”, ante una oposición fragmentada y por las propias virtudes de gestión o de retórica de su marido ya comentadas,  pero se derrumba  en esta “democracia de la opinión”  en la consideración de los estratos que conforman la sociedad a partir del conflicto agrario.
La disposición del ejecutivo de aumentar las denominadas retenciones a la exportación de la soja provoca el estallido visceral y espontáneo de las entidades agropecuarias que por un periodo de casi cuatro meses implementa un lock-out salvaje  a través del corte de rutas provocando un importante desabastecimiento de mercaderías y alimentos en los centros urbanos del país.
El kirchnerismo agudiza su retórica confrontativa y crispada buscando marcar o influir la agenda mediática.  No obstante así como el discurso progresista durante la gestión de Néstor, sumado al crecimiento económico logran restituir la legitimidad presidencial contando con el aval de amplios sectores de la sociedad, el protagonismo  que asume el ex -presidente con un discurso radicalizado en el replanteo de antinomias que se creían desaparecidas, como:  las contradicciones pueblo-oligarquía, intereses nacionales-populares e intereses extranjeros, peronismo–anti peronismo; donde en la percepción gubernamental el gobierno representaría a los primeros y los auto-convocados del campo serían expresión de los segundos opera en el “vacío”, no cuenta con el consenso social que lograba la retórica progresista o reformista anterior.
El gobierno pierde el apoyo de la opinión pública, porque ésta en el conflicto agrario es moldeada por los sectores dominantes agropecuarios y los poderes mediáticos concentrados. Si a esta situación sumamos la carencia de recursos institucionales y políticos propios (como podría haber sido la frustrada transversabilidad) y la ausencia de apoyos masivos de los sectores populares (motivada tal vez por la carencia de políticas redistributivas mas concretas y profundas) se termina explicando el fracaso en el conflicto con el voto “no positivo” del vicepresidente en el senado al aumento de los impuestos a la exportaciones agropecuarias.

Concluido el conflicto agrario (al menos en sus aspectos radicalizados como el desabastecimiento, y los cortes de rutas),  el gobierno  trata de relanzarse, con algunos cambios en los modos de entablar la relación con la prensa, también  reinstala la  agenda progresista, con la sanción de leyes que consagran reactualización de las jubilaciones y la nacionalización de las empresas de transporte aéreo  (Aerolíneas, Austral) al tiempo que pega un fuerte golpe al poder financiero con la nacionalizaron de las AFJP.
Sin embargo, el magro performance en las elecciones legislativas del 2009 por parte del  kirchnerismo al lograr una ventaja nimia en el mapa político nacional en general, pero perdiendo claramente en las provincias pampeanas en manos de las fuerzas de la oposición refleja  el cambio de humor, el viraje de la sociedad a partir del conflicto agrario.

Entre los ideales y la gobernabilidad. Un progresismo muy peronista.

 En los primeros años desde el oficialismo K, empapado de un importante apoyo de la opinión pública e intentando despegarse de los actores políticos tradicionales fuertemente desprestigiados tras el estallido social del 2001, existe una intención de rearmar el sistema de partido en Argentina a través de la configuración de un eje de corte europeo de centro-izquierda y centro-derecha donde, con la idea de transversabilidad, el gobierno se auto percibía en la primera parte del mismo.
Este nuevo eje de centroizquierda sería rearticulado desde el peronismo progresista y mas moderno, por lo que los  K incorporan varios dirigentes y miembros del Frepaso, en alianza de nuevos liderazgos provinciales  como los casos de Binner en Santa Fe, Sabattella en Buenos Aires, Ibarra en Capital y Juez en Córdoba, todas figuras consideradas alegadas de los aparatos viciados de los partidos tradicionales.
Sin embargo  materializar esta idea, con el transcurrir de los meses,  encuentra obstáculos en la percepción del gobierno a la ahora de otorgarle gobernabilidad a la administración kirchnerista.
Si bien la experiencia transversal todavía en los comicios legislativos del 2005 tiene cierta persistencia posee mayor relevancia el armado político con los caudillos tradicionales del las provincias del interior y buena parte del aparato pejotista del conurbano bonaerense que se incorpora a la nueva etiqueta del gobierno, Frente por la Victoria, abandonando sus  legiones a su ex jefe (Eduardo Duhalde).
Con las elecciones presidenciales que lanza la candidatura de  Cristina  Kirchner a la primera magistratura durante el 2007,  la idea de transversabilidad es prácticamente sepultada. El gobierno al aparato clientelístico bonaerense ex-duhaldista y los gobernadores justicialistas conservadores del interior  integra con la formula presidencial del radical Cobos a una serie de dirigentes radicales y numerosos intendentes  de ese mismo partido que pasan atener el nombre de “Radicales K”.
Este armado electoral, denominado “Concertación Plural” sumado al apoyo de la opinión pública del presidente saliente le otorgan un éxito electoral contundente a Cristina sobre los otros candidatos.
Igualmente hay que decir que:  si primó en el armado político garantizar la gobernabilidad antes que los obstáculos que la aventura transversal supuestamente traería aparejado; lo cierto que ante el primer conflicto importante que tiene la gestión, me refiero al conflicto con el campo, la concertación  muestra sus límites.
El conflicto agrario refleja que no había confluencia de ideas y proyectos en su seno sino sólo “una rejuntada” por conveniencia o mera racionalidad instrumental desprovista de valores (Weber).  Al gobierno le convenía un  vicepresidente como Julio  Cobos que le daba una imagen moderada a la formula para morigerar o ahuyentar  cierta percepción  “montonera” en Cristina por parte de ciertos sectores medios al tiempo que los gobernadores y políticos conservadores de las provincias le dotaban de un triunfo mas seguro al gobierno que las alternativas transversales y permitían de este modo garantizarse mayorías consistentes en el Congreso. Y, como contraparte, a los caudillos provinciales integrar la formula del oficialismo le garantizaba en un futuro inmediato una buena relación con el poder central en el reparto de recursos para obra pública o cubrir baches presupuestarios en sus distritos.
Este armado por conveniencia entonces, ausente de afinidades ideológicas  se resquebraja  durante el proceso de discusión  en el ámbito parlamentario de la denominada “125” con  legisladores y caudillos provinciales  ( caso Schiaretti y Urquía en Córdoba Reutemann en Sta Fe o  Romero en Salta entre otros  y no podía dejar de nombrarse el inédito caso del vicepresidente Cobos) que se  realinean con los auto-convocados campestres, con la oligarquía agropecuaria y los “fierros” mediáticos que rearman la agenda pública con un relato del conflicto claramente a favor del lock-out agrario.
Si en sus comienzos el kirchnerismo se imaginaba  como un gobierno social-demócrata moderno sustentado en posibles apoyos de sectores de la clase media progresista, en las cercanías a las elecciones legislativas de junio del 2009 ante la impugnación en buena parte de la opinión pública del oficialismo,  de modo pragmático se apuesta todas las fichas a la estructura clientelística pejotista, incluso recortando participación de los movimientos “piqueteros” mas ideologizados que apoyan al kirchnerismo. Pero indudablemente la suerte ya estaba echada consumándose el fracaso electoral.
La derrota del 28 de junio conduce a Néstor a abandonar la jefatura del partido justicialista y cierta  información informal que se publican en los medios en el momento que se esta escribiendo este artículo señala la estrategia del ex presidente de intentar reamar un proyecto con mayor grado de coherencia ideológica estrechando los vínculos con los movimientos sociales afines. Veremos, con el transcurrir del tiempo que hay de cierto sobre esto; y de concretarse un movimiento genuinamente  progresista en torno de los K se verá que perspectivas electorales  exhibe el kirchnerismo de cara a las presidenciales 2011.   

Enfoques teóricos-ideológicos para analizar el conflicto del gobierno con el campo.

Durante los meses en que transcurre el conflicto agrario se incrementa la exposición de  intelectuales en la prensa escrita (de distintas vertientes ideológicas) reflexionando a favor o en contra de los actores en disputa: la oligarquía agropecuaria con el apoyo de participación de los pequeños y medianos propietarios pampeanos vs el aparato estatal kirchnerista.
Con el propósito de simplificar distinguiremos tres vertientes teóricas que nos permiten observar y discutir el problema del gobierno  con el campo desde ángulos diversos y contrapuestos: el pensamiento  el nacional –popular (que lo identifico en intelectuales de la denominada “Carta Abierta”) el pensamiento republicano (conservador y progresista) y la postura  marxista.

1-Los intelectuales de “Carta Abierta”, que apoyan al oficialismo,  perciben en el conflicto agrario un ataque claramente destituyente de la institucionalidad por parte de lo que consideran la oligarquía agropecuaria representados en entidades como la Sociedad Rural y CRA. Sostienen que los sectores dominantes, ante la falta del estamento castrense recurren al desabastecimiento y el lock-out patronal motorizado por los pequeños propietarios rurales (Federación Agraria), intentado derrumbar al que consideran un gobierno nacional y popular que busca redistribuir la riqueza hacia los sectores asalariados mediante un modelo que desarrolle el mercado-interno con inclusión social. Sería la reedición clásica de la división peronismo-antiperonismo, patria –antipatria,  pueblo-oligarquía con otros condimentos  puesto que este gobierno tiene elementos ideológicos más a la izquierda que el peronismo clásico.
 Si bien es cierto y razones no les falta a esta línea de pensamiento en observar en  la gestión kirchnerista  una experiencia  permeable a las demandas de los sectores subalternos que ha abierto expectativas progresistas, el problema que presenta en algunos pensadores de esta campo intelectual  es cierta exageración conceptual al momento de diagnosticar al  kirchnerismo, cuando por ejemplo es definido como populismo (Ernesto Laclau) o gobierno-nacional-popular (Norberto Galasso) (emparentándolo  con el chavismo en Venezuela o al primer peronismo). Lejos se encuentra la acción del gobierno K, al menos hasta hoy, de la profundidad de las políticas sociales del primer y acaso  mas aún de las políticas redistributivas del segundo.

2-Los pensadores marxistas (Atilio Borón, Eduardo Grüner, Claudio Katz)  reconocen en la experiencia kirchnerista un giro neo-desarrollista con vocación industrializadora respecto al neoliberalismo  financiero noventista. No obstante consideran que como en toda economía capitalista el K a pesar de la búsqueda de ciertos márgenes de autonomía y de la presencia de tenciones con los fracciones  empresarias, se encuentra atado estructuralmente a los sectores dominantes. Esto se ve reflejado en la negativa de las elites diligénciales del oficialismo  para implementar políticas fuertemente redistributivas en beneficio de los sectores populares que puedan perjudicar los costos y la rentabilidad empresarial.
A diferencia del los argumentos del pensamiento nacional y popular que observan en el conflicto rural una reedición del enfrentamiento clásico entre peronismo y oligarquía los marxista  locales perciben  una puja, no distributiva sino interna en la clase dominante.
El problema de los exponentes de esta línea de pensamiento (salvo excepciones como el sociólogo Eduardo Grunner) es que en su oposición visceral al sistema económico capitalista relativizan las mejoras en las condiciones sociales o laborales que puedan ocurrir en el mismo a partir de un gobierno progresista o que se pretenda progresista.
Además desde esta concepción teórica se moderan las diferencias que podrían encontrarse en las expectativas  de los asalariados o sectores populares frente a la presencia de un gobierno centro-izquierdista que de una gestión de centro-derecha o neoliberal. En tanto las dos gestiones (aunque con matices) son percibidas como perjudícales para las clases trabajadoras ya que son entendidas como epifenómenos “súper -estructurales” embaucadores de la relaciones de explotación capitalista.

3- La posición del pensamiento republicano conservador (Sebrelli, Marcos Aguinis, Mariano Grondona, Jorge Asis) o reformista ( Guillermo O’Donnell, Hugo Quiroga, Vicente Palermo) percibe en la mayor parte de la gestión K elementos autoritarios, personalistas, caudillistas, demagógicos, que lo identificarían, según esta línea intelectual, al populismo chavista en Venezuela o  la experiencia de Evo Morales en Bolivia distanciado de lo que asemejan  a una izquierda moderna e institucionalizada como el progresismo  de Tabaré Vázquez en Uruguay o Bachelet en Chile.
Con este diagnóstico de fondo de los K el enfrentamiento con el campo sería producto de las pretensiones hegemónicas  del gobierno. El aumento de las retenciones es explicado por una supuesta  voracidad del gobierno central que socavaría la organización federal y perjudicaría la economía los pueblos del interior. Según esta concepción, con la apropiación de los excedentes agropecuarios se reproduce la dominación hegemónica del matrimonio K en la política nacional, mediante el “decisionismo presupuestario” (Hugo Quiroga) que permite disciplinar a los gobernadores al tiempo que se consolidan las lógicas  clientelísticas y asistencialitas  en los bolsones pobres del conurbano. En el terreno económico las posturas van desde la segmentación de las retenciones en proporción a la escala de la propiedad agraria (los republicanos progresistas) hasta su eliminación total (republicanos conservadores) para, según este criterio, no obstaculizar el crecimiento económico.
El problema del pensamiento político republicano (sobre todo en su variante conservadora) es que se escandaliza con la centralización de las decisiones en el ejecutivo cuando se trata de gobiernos nacionalistas-populares o centroizquierdistas  pero no reconoce ni critica  las tendencias delegativas o hiperpresidencialista  de los gobiernos neoliberales que asolaron la región durante los ’90.
La propuesta republicana en tanto por un lado remarca las bondades de los mecanismos institucionales liberales  para evitar el absolutismo o el autoritarismo que según ellos pueda traer el populismo, por otro  ocultan que los principios constitucionales  como el sistema de balanceo de frenos y contrapesos, la representación fiduciaria y la organización federal se implementaron  por el liberalismo político clásico(Locke, Mostesquieu y Madison), para proteger a la propiedad privada de los poderosos ante las mayorías desposeídas 1 .
Bregan por los valores del diálogo y la construcción de consensos a través de las instituciones republicanas disimulando con ello la permanencia y la reproducción de la dominación y la desigualdad en la sociedad latinoamericana 2
En lo referente al conflicto con el campo el pensamiento republicano demuestra incoherencia argumentativa (o doble discurso) exacerbando las críticas al kirchnerismo tildándolo de autoritario y conflictivo (cuando a decir verdad la gestión nacional no utilizó nunca la represión estatal) mientras el lock-out campestre con la toma de rutas y desabastecimiento incluido es sinónimo  de democracia y republicanismo.
En el terreno económico, como se dijo, justifican la segmentación o eliminación de las retenciones para multiplicar la inversión y  proseguir por la senda del crecimiento económico 3. No obstante se niegan a percibir que la dinámica del mercado por si sola si bien puede aumentar la masa laboral, no reduce la desigualdad ni la pobreza significativamente sino es a través de la intervención estatal con políticas sostenidas en la redistribución del ingreso. Por esto es importante en el caso argentino, en un escenario de precios estrafalarios, la implementación de las retenciones para captar buena parte de la renta extraordinaria agraria  y volcarla con sentido distributivo hacia los sectores populares (y a la postre continuar con el crecimiento, como se dice en la jerga de la economía, por el lado de la “demanda” y no siempre por el lado de la “oferta”   ).

El periodismo  “progresista”, el conservador y el gobierno de los K.

En esta parte del paper nos alejamos, al tiempo que criticamos  tanto las ideas denominadas progresistas o pretendidamente progresistas como así también aquellas visiones de derecha o conservadoras que nos agobian en los  medios de comunicación con sus descripciones “epidérmicas” del gobierno de los K.
Se comienza enunciando, entonces, que cuando  nos referimos al pensamiento progresista  en el mundo del periodismo lo personificamos en aquellos  editores que pueden ubicarse o que se auto-reconocen en dicha corriente de pensamiento, como Jorge Lanata, Nelson Castro,  o periodistas del semanario Perfil.  Este pensamiento, que a-priori podría ser un punto de apoyo o poseer cierta afinidad con el oficialismo, se ha vuelto tan agudo y crítico con el kirchnerismo  que podría tranquilamente rozarse con las costas arguméntales del “gorilismo conservador” (so-pena, y actualmente no es poca cosa, de la endereza moral e idoneidad profesional que caracteriza a estos editores). Esta percepción niega que el kirchnerismo  tenga, aunque mas no sea  en cuenta gotas, tintes reformistas y  si los percibe los considera mas bien una redefinición del peronismo con sus lacras tradicionales pero ahora acomodado pragmáticamente en el campo progresista. Entonces si “tiramos” sobre la mesa de discusión la redefinición del rol del Estado en relación al mercado que trajo el kirchnerismo, serían sólo cambios instrumentales y acomodaticios dado la eclosión del neoliberalismo del 2001; ante la reducción de la desocupación y la pobreza sería sólo producto del crecimiento económico a partir de los precios fabulosos de los commodities.  Saturan  en la cotidianeidad de la información con  cuestiones formales  que no dejan de tener su importancia como: los aparentes  hechos de corrupción de cierto ministerio, los dibujos  Indec,  el blanqueo de capitales, el estilo autista poco dialoguista de los K, las testimoniales. Pero terminan desinformando a la opinión publica omitiendo distinguir los rasgos esenciales del período como, y digámoslo de paso, ya lo hicieran durante el menemismo saturando a la sociedad con la vida suntuosa y corrupta de aquella gestión como si un neoliberalismo decente y prolijo no hubiera llevado a  Argentina  a la hecatombe social y económica a la que finalmente la llevó. Los “desaguisados” institucionales de los K también son machacados hasta el cansancio por el  “gorilismo” periodístico tradicional (no hace falta  personificarlo en demasía: Vicente Massot,  Mariano Grondona, Joaquín Morales Sola, el diario La Nación, periodistas de Cadena 3, al que habría que agregar al recientemente derechizado diario Clarín). Sin embargo hay que distinguir que entre ambas percepciones hay diferencias, y entre ellas  una discrepancia que es fundamental: mientras que el “progresismo” periodístico descree u omite que el gobierno busque  articular un modelo de desarrollo basado en la sustentabilidad del mercado interno, el pensamiento conservador, se va al otro extremo con el diagnóstico percibiendo en el intervencionismo estatal de los K una, como se dice por estos tiempos,   chavización del gobierno. Visto las nacionalizaciones de ciertas empresas de servicios,  las jubilaciones y la intervención en los directorios de las principales empresas del país, los  intelectuales orgánicos de los  “amos del capital”   se creen amenazados por lo que consideran un gobierno populista con tendencias socialista.
Se hace necesario dilucidar desde estas líneas que, ni el kirchnerismo es, al menos hasta hoy, un populismo redistribuidor en versión izquierdizante o el advenimiento de un proyecto socialista del siglo XXI como se sensibilizan los voceros de la oligarquía industrial y agraria; ni un progresismo enteramente falso  que adopta estas tendencias reguladoras en términos sólo instrumentales como sostiene o da a entender la “centroizquierda periodística”.
El kirchnerismo, desde sus inicios, se ha proyectado como una propuesta, se podría decir,  neo-desarrollista  ligeramente inclusiva en lo social que en cierta búsqueda autónoma de las corporaciones económicas nacionales e internacionales (acostumbradas a mandar) trata de   rearticular las vinculaciones entre lo público y lo privado para generar un capitalismo local con sustentabilidad y perdurabilidad en el tiempo, tratando de evitar, de este modo, la ciclotimia a la que conducía el mercado noventista autorregulado.
A la derecha periodística  habría que explicarle que las nacionalizaciones, cuando se realizaron, fueron más bien tácticas, por motivos circunstanciales  que parte de una política global o estratégica desde el gobierno. Las estatizaciones, por si acaso, del Correo, Aguas y Aerolíneas fueron motivadas por incumplimiento de los contratos,  y la nacionalización de las AFJP para captar fondos que posibiliten  remar con cierta zozobra las olas críticas de la economía internacional. Esto queda muy evidente por la negativa del gobierno a gestionar recursos estratégicos como el petróleo, el gas, la minería e incluso el comercio exterior de granos.
No obstante podríamos darle, por delgada que sea, una línea de crédito al argumento conservador y de paso rechazar la percepción meramente instrumental que “el progresismo” le asigna a la supuesta artificial mutación intervencionista K.
En los corazones, sabemos, de la juvenilia kirchnerista ha corrido hemoglobina setentista. Cristina y Néstor son cuadros políticos bien o mal empapados del espíritu igualitarista y  revolucionario de esa época.
En el presente maduro por el contrario, (si bien con un manejo heterodoxo en las políticas económicas ya comentadas) han consumado, tanto él, en el primer período, como ella en el segundo, una gestión conservadora del manejo de las cuentas públicas, (con quita y todo se han comprometido a sostener un 2% del superávit fiscal destinado al pago de la deuda externa al tiempo que mantienen un gasto social restringido), además de las también comentadas políticas “entreguistas” en los recursos naturales.
Ahora bien, si el gobierno percibiera un probable escenario marcado por el acoso de las corporaciones políticas o económicas a causa de su derrota electoral  y una mayor debilidad en su legitimidad no habría que descartar, repito, por improbable que sea,  se le ocurra “patear el tablero” en la prudencia fiscal y en la gestión de los recursos estratégicos, aplicando políticas redistributivas de profundidad  mas  en correspondencia con las emociones juveniles del pasado de sus  principales dirigentes.

 

Una radiografía de la  clase media y su relación con el kirchnerismo.

Como se dijo en la introducción en esta parte del  artículo  ensaya ciertas escisiones teóricas y descriptivas de la clase media en relación a estos años de gobiernos K.
Se busca diferenciar  tres segmentos en este sector social teniendo en cuenta ciertas características culturales, ideológicas y políticas que son propios de cada fracción, y a la vez permite identificar singulares modos de vinculación de cada uno de ellos con los gobiernos constitucionales kirchneristas.

1-El primer estamento que se analiza cubre, se podría decir, una buena porción por no afirmar la mayoría  de las personas de la denominada  clase media. Estas se caracterizan por la apatía y el desinterés en la política, en los asuntos públicos. Atravesadas por una cultura hedonista, consumista y narcisista propia de la sociedad de los ´90,  reniegan de la política y sólo ven en ésta una actividad al servicio o de utilidad de las elites que la ejercitan, es decir de los políticos profesionales en términos de Max Weber.
Las conductas,  los hábitos y el modo de vida cotidiano  despolitizado de los integrantes de este segmento, tal vez remarcados en sus generaciones más jóvenes, están vinculados a las transformaciones de la trama social. Una trama social individualizada y fragmentada en Argentina que  asume sus características de mayor relevancia, como se dijo, durante el menemismo con la retirada del estado de la economía, pero que también es en parte consecuencia de la obra del terrorismo militar de los ‘70 que impuso una cultura del “miedo” y el “no te metas” que calara hondo en la sociedad  (Daniel García Delgado 2001).
Los numerosos ciudadanos de este segmento de clase media son pocos propensos a participar en acciones colectivas;  absorben la mayor parte del tiempo en las exigencias laborales que impone la dinámica del mercado y en el consumo de los productos culturales y  de imágenes que propagan los masivos medios de comunicación. Es un sector que  irrumpe sólo  en el espacio público cuando, digámoslo así,“le tocan el bolsillo” a sus miembros, imposibilitado de generar identidades con cierta perdurabilidad en el tiempo. Se caracteriza en sus protestas por irrupciones cerradas y dogmáticas impugnadoras de la política (ejemplos típicos el de los ahorristas en el que “se vayan todos del 2001” y los propietarios rurales en el “no a las retenciones” del conflicto agrario).
Es un segmento que ejerce la  ciudadanía política en los procesos electorales en buena medida más como obligación cívica constitucional  que por acto voluntario. Estos son los únicos raptos en que el “homo economicus” y el “homo videns” dejan su cotidianeidad al “zoon politikon” . Pero éste se reproduce desideologizado, no distingue entre propuestas y candidatos de izquierda o de derecha. La antítesis del ideal democrático clásico, no estamos en presencia de un ciudadano autónomo y virtuoso sino de un mero receptor de las imágenes de los multimedios medios de comunicación. Este estamento de la clase media es “presa fácil” de los medios concentrados que configuran la agenda política y el sentido común. Así se generan liderazgos efímeros y volátiles que en un breve lapso pasan de estrellato político  a la denigración total (Chereski 2006).

2- Un segundo segmento de la clase media posee, bien o mal,  un corte ideológico de mayor definición. Tal vez algunos de sus miembros  sin ser cabalmente concientes de ello asumen los valores de lo que normalmente se vincula con el conservadurismo o la centro- derecha.  Pueden por herencia familiar reconocerse identificados con los partidos tradicionales, el  radicalismo o  el peronismo, pero están disconformes con el giro izquierdista en la región en tanto los Kirchner son percibidos peyorativamente como “zurdos montoneros”  que irrumpieron en el poder por motivos fortuitos. Todas las políticas del gobierno, no importan  sus contenidos son consideradas negativas. Incluso si las políticas públicas los favorecen. Muchos de ellos están vinculados al sector agropecuario pero también a las actividades urbanas.

3 Por último la tercera fracción que se ha distinguido en la clase media es aquella cuyos miembros se consideran progresistas o de centro- izquierda y comparten los valores  y percepciones típicos de esta orientación ideológica. Asumen una actitud crítica a las políticas neoliberales del menemismo y a lo organismo internacionales de crédito. Bregan por una articulación entre estado y mercado con medidas que fomenten la redistribución del ingreso que tiendan a reducir los niveles de desigualdad y pobreza en la economía del país. Son de los sectores más informados y politizados de la sociedad. Muchos de ellos vinculados a los ambientes académicos universitarios. Sus porciones significativas se hallan en centros urbanos como Capital Federal y Rosario donde las formulas de centro-izquierda cumplen resultados electorales exitosos. En un primer diagnóstico podría considerarse  como masas electorales afines al oficialismo. Sin embargo, si bien reconocen ciertas medidas  de corte social-demócrata de los “K” como la reforma de la corte,  la política de los derechos humanos y la redefinición del sistema político en relación a la economía, desconfían  que el kirchnerismo tenga una genuina vocación reformista vinculando sus políticas al puro pragmatismo peronista ante el agotamiento del neoliberalismo.
Este descreimiento del oficialismo lo justifican en las vinculaciones en el pasado reciente de las elites kirchneristas con el menemismo, en las facetas decisionistas (“superpoderes” , “intervención del Indec”), en probable hechos de corrupción o en los escasos cambios en la matriz distributiva a pesar de la fuerte reducción del desempleo. El abandono del proyecto de  transversabilidad y la re-pejotización de los K es otro de los tópicos que llevan al rechazazo de los miembros de este sector social con el oficialismo.

 

La relación de las distintas fracciones de las clases medias con el kirchnerismo

La mayoría de los analistas consideran que desde las elecciones  presidenciales 2007 a esta parte los K ha tenido enormes dificultades para lograr la anuencia del electorado medio. Se considera, en términos comparativo, que tanto Menem como De La Rua tuvieron bases de sustentación más plurales y heterogéneas que el kircherismo, incorporando en masa  apoyos electorales de la clase media conjuntamente con los estamentos  adinerados y estratos populares de la sociedad.
A la luz de la segmentación realizada sobre el sector medio podemos hacer las siguientes vinculaciones con el Frente por la Victoria:

 A) El segmento de clase media caracterizado por su aspectos desideologizados configura podríamos decir, estimulado por los mass medios concentrados a los cuales el kirchnerismo renueva licencias (ejemplo grupo clarín), un factor importante en el ascenso vertiginoso de la imagen presidencial  al percibir en Néstor un liderazgo audaz, dinámico que a la vez que reconstituía la legitimidad de la primera magistratura sustraía a la economía de la  crisis conducida por un sendero de crecimiento. Esto se ve reflejado en las lecciones legislativas 2005 en que el gobierno ve plebiscitada su gestión.  Pero del mismo modo como lleva en un tiempo relativamente breve al liderazgo kirchnerista  a la cima o estrellato público lo conduce rápidamente a su derrumbe. Si bien Cristina en la presidenciales 2007 logra un importante margen electoral respecto de sus competidores, cierta parte de este electorado inclina su preferencia por la formulas opositoras que imprimen en sus propuestas un perfil mas institucionalizado que los rasgos “cesaristas” del gobierno. Este fenómeno se agudiza notablemente durante el lock-out agrario y se percibe de modo claro en las elecciones  legislativas 2009. Otra vez estimulado por la prensa, en esta circunstancia enfrentada al gobierno central,  las virtudes de los K se transforman como “por arte de magia”. Lo que era percibido como una gestión  que ejercía su conducción con autoridad, eficacia y templaza, ahora  muta en  autoritarismo, arrogancia,  soberbia y crispación. De esta manera se inclina la balanza electoral por candidatos, en algunos casos sin historia política y/o  partidaria sino un puro producto “hueco” del márqueting electoral

B) No  hay que descartar que algunos votos de los miembros del segundo fragmento, el conservador, motivados  quizás en un inicio por su alianza con el peronismo tradicional, el duhaldismo y la relativamente rápida recuperación económica hayan contribuido a la impactante imagen positiva de la gestión K en los primero años. Pero la gruesa mayoría de este segmento, como se ha comentado, percibieron un gobierno “llenos de comunistas y montoneros” propensos a una chavización revolucionaria, e indudablemente a entender de estos ciudadanos estas “certezas” se habrían visto confirmadas a partir del conflicto agrario y las consiguientes nacionalizaciones de las AFJP y Aerolínea y la política regional del gobierno.

C) El tercer estamento tal vez podría verse configurado como un punto de apoyo permanente por  su perfil reformista con el gobierno sumándose a la anuencia de los sectores populares.
No obstante, a pesar que seguramente hubo apoyo de integrantes de  este sector  a lo largo del transcurrir de la gestión K, el grueso se fue inclinando por formulas electorales que en  un comienzo de su conformación mostraron ciertos aires progresistas conjuntamente con promesas de gestión institucionalizadas y republicanas (ejemplo el ARI de Carrio), o bien consideradas genuinamente de izquierda en relación con los K como Proyecto Sur de Pino Solana. El kirchnerismo en gestión no supo (tal vez por problemas de autismo y falencias en la comunicación) o no pudo ganarse la confianza de este sector (puesto que si la administración oficialista se hubiera sellado al pie de la letra de su discurso confrontativo, progresista y nacionalista hubiese tenido graves problemas gobernabilidad que en  perspectiva del  gobierno la clase media, incluso este segmento,  no esta dispuesta a asumir)
Para concluir,  se podría  decir que buenas porciones de clase media, mas allá de la segmentación realizada con fines analíticos en este artículo, a partir fundamentalmente de las elecciones presidenciales 2007 y drásticamente en las legislativas 2009 ha renegado de cierto ejercicio “cesarista” del los K y de “sus malos modales” en la gestión pública; y en ciertas circunstancias razón no les falta. Sin embargo es el mismo sector social  que sostuvo la arbitrariedad y la corrupción llevadas hasta el grotesco durante  diez años por el menemismo. ¡Y estas sí que eran “malas formas”¡¡¡. Pero claro, la estabilidad monetaria del momento, (el 1 a 1), quizás  las compensaba.

La oposición en tiempos  de gobiernos kirchneristas…

La prensa le ha “pegado” sin cortapisas al gobierno kirchnerista durante buena parte del período. Desde la prensa, las radios y televisión no se han cansado de acentuar los costados que, a su juicio, son más vulnerables y negativos del actual gobierno.
Esta conducta de los medios de comunicación, muchos de ellos pertenecientes al grupo concentrado del multimedios Clarín, llega a su punto más exasperante durante el conflicto con el campo por la ‘125, jugando claramente a favor del accionar campestre que mantuvo paralizado y desabastecido al país durante casi tres meses. Pintando al gobierno como autoritario y arbitrario en la opinión pública, cuando aun reconociendo el mal manejo de este en el conflicto, hay que resaltar que no apeló nunca a la represión y a la mano dura; salvo que llamemos represión, como casi todos los matutinos lo presentaron, a  la pantomima o simulacro que realizó gendarmería en la detención de De Angeli con los  seguidores del entrerriano.

Mientras tanto, la oposición en los medios siempre ha aparecido  como inmaculada y presentada con un aura  angelical para la opinión pública,  respetuosa del estado de derecho, de los valores de la republica, del bien común y de los que producen y trabajan en la Argentina.
Esta imagen templada y moderada de las fracciones de la oposición (me refiero tanto al pan-radicalismo liderada por el Elisa Carrió  como al macrismo y las huestes conservadoras del peronismo que coquetean con este) colorean sus puntos culmines durante la muerte de Raúl Alfonsín.
La desaparición física, de tal vez el último líder progresista del partido radical de los últimos tiempos, fue aprovechada por los medios y las fracciones opositoras para criticar las facetas desicionistas y centralizadas del gobierno actual argumentando una supuesta gestión moderada, libre de conflictos y relaciones de poder durante la transición democrática. Pero a decir verdad, el estilo confrontativo de los primeros años del gobierno de Alfonsín con los sectores corporativos tiene puntos de contactos y/o parecidos con el estilo al menos discursivo de los K sobre todo durante la gestión de Néstor   .
Pero analicemos con cierto detalle a liderazgos representativos las fracciones de la oposición, no sólo de los sectores recién nombrados de derecha sino aquellos tradicionalmente vinculados a la izquierda:

1) Mauricio Macri referente  del espacio político-Unión-Pro: fuerza partidaria que se presenta como la nueva política, no infectada por los viejos vicios corruptos y clientelísticos de la política tradicional. Mauricio proveniente del mundo empresario, promete implementar un manejo eficiente y profesional del  sector público, sin ideologismos (desde esta posición la izquierda y la derecha han desaparecido como categorías para analizar y actuar en la realidad). Según Macri hay que armar equipos idóneos para resolver los problemas que tiene “la gente” (la inseguridad, la limpieza y la iluminación del espacio público). Buena parte del electorado que lo apoya lo conforman probablemente los sectores “decentes” o de la alta sociedad de los centros urbanos junto con el apoyo de ciertos sectores humildes y clases medias que perciben en Macri la experiencia exitosa en Boca, sumado al imaginario colectivo “este no va a robar por que tiene plata”. Soslayando el éxito en el club de la ribera, y aclarando que los criterios en el manejo del estado son “un poquito” diferentes al manejo de una entidad deportiva, es pertinente recordar que Mauricio proviene de una corporación económica  (grupo Macri) que se cansó de vivir del estado mediante exenciones impositivas, subvenciones y todo tipo de prebendas estatales sin nombrar  la socialización entre todos los argentinos de sus deudas en varias oportunidades de la historia política y económica reciente. Así, eficiente es cualquiera.
En cuanto a su supuesto puritanismo político actual, habría que recordar  los contactos con el duhaldismo. Este ambiente  político no se caracteriza por prácticas políticas muy éticas y decorosas que digamos.

2) Elisa Carrió referente de la  Coalición Cívica,  emerge en la política nacional como una figura descollante por su peso intelectual durante el menemismo y  tras  adquirir notoriedad pública durante el Delarruismo, por sus gestiones contra la corrupción,  se presenta como una alternativa genuinamente progresista durante las elecciones presidenciales del 2003. Pero termina desfigurándose (tal vez a fuerza de circunstancias  por un gobierno K que si bien en lo discursivo más intensamente que en la gestión ocupa ese lugar ideológico) en una alternativa claramente de centro-derecha con un chicago boy como Alfonso Prat-Gay de economista, sumado representantes del mas rancio conservadurismo de la política nacional como Paz Estenssoro y Patricia Bulrrich al tiempo que pide volver a los préstamos del FMI ante una eventual rebaja de las retenciones agropecuarias en caso de que la oposición logre el número para conseguirlo. Esto sería poca cosa comparado a su pensamiento fundamentalista de separación entre el “bien” y el “mal” en su percepción del país, donde en el primero entrarían la oposición con sus propuestas republicanas y la supuesta actuación civilizada de los representantes del campo  (aunque paralicen un país durante meses y dejen a cientos de trabajadores en la calle); y en el segundo el  gobierno K bestia,  soberbia y corrupta en la percepción de Carrió, como si un potencial gobierno suyo estuviera inmune de estos flagelos.

3) Schiaretti (Córdoba), Reutemann (Santa Fe), los hermanos Rodríguez Saá: referentes de la derecha del peronismo en las provincias del interior. Los primeros se presentan  en los medios que le dan la oportunidad como los paladines del dialogo y el consenso. Los segundos como la verdadera alternativa nacional y popular del peronismo. Sin embargo unos y otros son voceros del los sectores dominantes  vinculados a un modelo de país restringido al modelo agro-exportador  representando  los intereses de la oligarquía pampeana.

4) Para finalizar, un párrafo aparte queda para el rol, digámoslo sin eufemismos, patético de la izquierda argentina, que se une en la misma escenografía con grupos políticos y económicos de los más reaccionarios del país durante el conflicto rural, salvo Proyecto Sur entre otras honradas excepciones que al menos “no sale en la foto” como activo participante de las asambleas y movilizaciones.
Igualmente, el partido de Pino Solana, que si bien tiene a su favor no haber ahorrado críticas a las políticas entreguistas en el sector minero y petrolero del oficialismo, ante el primer planteo medianamente serio de redefinir las relaciones entre estado y mercado para viabilizar una sociedad un poco menos inequitativa por parte de los K, comete un error garrafal histórico al rechazar de plano el aumento de las retenciones agropecuarias.

* Mauro Forlani es  Lic. en Ciencia Política egresado de la Universidad Nacional de Río IV(Córdoba), posgrado en Ciencia Política y Sociología (FLACSO), (Bs As).Lugar de Trabajo: Docente del Profesorado de Ciencia Política del Instituto de Formación Docente Continua -San Luís (IFDC-SL)
Correo electrónico: forli3@yahoo.com.ar

 

Notas

1 Autores de distinta concepciones ideológicas se refieren al respecto como:  Bobbio Norberto,   Macpherson,  C. B o Held David.

2 Por tal motivo  actualmente en las experiencias nacionalistas e izquierdistas en varios países de la región, ( por nombrar los casos de Evo Morales, en Bolivia y Chávez en Venezuela) se acusa a estos líderes democrático de autoritarios o hegemónicos ante el temor que provoca en  los sectores dominantes  y en fracciones de la pequeña y mediana burguesía la posibilidad que la conformación de las masas desposeídas que le dan vida política a estos dirigentes implique, con el denominado proyecto del socialismo del siglo XXI, sino  violar si recortar la propiedad privada considerada la célula   de la economía capitalista. En la política argentina, salvando las enormes diferencias con las experiencias latinoamericanas mencionadas, el problema de la hegemonía también podría ser abordado desde la dicotomía república vs propiedad privada y no sólo apelando a la contraposición república vs absolutismo como lo hacen los intelectuales liberales-republicanos.
Un ejemplo claro de cómo  el sistema de frenos y contrapesos, la división de poderes y la organización federal  en nuestro país  protege la propiedad privada se vio reflejado durante  el conflicto del gobierno con el campo. Aunque obvio en comparación con los temores liberales-republicanos clásicos lejos estuvo la denominada resolución “125”  pretender la expropiación y socialización de los medios de producción.
Recapitulando, recordemos que el envío de la  ‘125 al congreso provocó que esta pasara por el filtro de diputados y senadores que si bien en su gruesa mayoría pertenecían al partido oficial también representaban  intereses de cada una de las circunscripciones o provincias que habían sido afectadas con las medidas. Por lo que los operadores más leales del oficialismo en el interior de ambas cámaras debieron negociar modificaciones importantes para tratar de asegurar una aprobación positiva por parte del poder legislativo.
Finalmente sabemos que la resolución no se aprobó por la negativa del presidente del senado.
En este ejemplo vemos como claramente la división de poderes, la existencia de un cuerpo legislativo diferenciado del ejecutivo, la organización política federal que consagra la existencia de representantes elegidos en sus provincias  sirvieron para atender el reclamo de los productores poniendo coto a la expresión de la mayoría en este caso representado por el ejecutivo nacional.

3 Esto argumento es típico de una lectura liberadle la economía basada en la existencia de un mercado autorregulado sin interferencia estatal que traería aparejado beneficios para todos los sectores de la sociedad.

Bibliografía

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