Revista Nº7 "Instituciones y procesos gubernamentales III"

 RESUMEN

El presente trabajo da cuenta sobre  la importancia de Eduardo Duhalde en la historia política de nuestro país. Se analiza sus inicios en la vida pública, desde su alianza con el Menemismo hasta su posterior alejamiento, sacando a la luz las tramas secretas y batallas políticas de las que fue participe, tanto para asociarse con Menem como para impedir su re-reelección en 1999, para finalmente coronarse como presidente en el 2002. 

 Se centra en la construcción de su liderazgo político y cómo a través de diferentes sucesos y acontecimientos logró construir y consolidar un aparato de poder que le permitió conseguir grandes triunfos en su larga carrera política. Y cómo dicho papel fue crucial para moldear los hechos a su conveniencia y convertirse en un personaje clave, que guste o no, la historia argentina no puede ignorar.

SUMMARY

The present work shows the importance of Eduardo Duhalde in the political history of our country. We analyze his first steps in political life, when he allied with the Menemism and then broke up with it, bringing the secret plots and political battles in which he was involved out into light to join forces with Menem at first and finally to prevent his re-re-election in 1999 and became president himself in 2002.

We concentrate on the construction of his political leadership and how through different events he managed to build and consolidate a power apparatus that ensured triumphs for him in his long political career. This role would have been crucial to mold facts in his own interest and finally became a key agent, that, Argentinian history cannot ignore.

Liderazgo Político de Eduardo Duhalde: “El  hombre que nunca se rinde. El hombre que está condenado al éxito.

Por: Verónica Kasta * 

1. Introducción

          Eduardo Duhalde es un personaje importante en la historia política de nuestro país. Es un dirigente que ha sido participe de grandes batallas políticas  marcando los sucesos  trascendentales para nuestra historia, es esa clase de dirigente que parece haber salido de una fábrica de políticos que sabe cómo jugar el juego del poder y mantenerse en él.

           El objetivo principal de este trabajo es analizar el rol significativo que ha tenido en la escena política. Dicho análisis pretende dar cuenta como a  través de un complejo entramado de relaciones logró construir un imperio político, el cual le sirvió para conquistar cargos de relevancia, conseguir poder, prestigio y así convertirse en un incuestionable líder de su movimiento, al cuál condujo de manera tal que todos los actores del movimiento giraban en torno a sus conveniencias políticas.

           De esta manera, en su visión estratégica, incorporó la metodología de nacionalizar las cuestiones internas de su partido; transformándose, además, en un actor principal de los cambios políticos de fines del siglo XX y principios del actual.

 De esta forma, de acuerdo a lo mencionado anteriormente, podríamos  señalar algunas cuestiones  o interrogantes que serían interesantes analizar a lo largo de este trabajo.

¿Como logró  Duhalde edificar esas estructuras que le permitió a lo largo de su carrera política hacerse de tanto poder, conseguir cargos políticos de gran notabilidad – la vicepresidencia, la gobernación, entre ellos- y con ello conseguir impedir la segunda re-elección de Menem?
                                                                              
¿Se podrían establecer algunas relaciones con ese poder y fortalecimiento logrado no sólo dentro de su movimiento sino también con la oposición y su estratégico entramado político con los Intendentes (Varones) del conurbano bonaerense y lo que se puede denominar  la “liga Federal”?

Siguiendo estas líneas, ¿Cómo logró “coronarse” como presidente, en aquel escenario catastrófico que fue la crisis del 2001?  En este contexto ¿Qué tan importante fue su participación en el ascenso de Kirchner en el poder? En consecuencia, ¿Quién es Eduardo Duhalde?

La hipótesis que guiará este trabajo considera a Eduardo Duhalde como un actor social que debido al liderazgo y poder político que consiguió armar, fue capaz de influir en los acontecimientos históricos políticos más importantes del país y por mas que no esté visiblemente en la escena política,  siempre desde la sombra sabrá jugar el juego político y  ejercer ese liderazgo que supo ganarse”.

1.2 Algunas Consideraciones

Hacia mediados de 1998, el clima político en la Argentina había entrado una etapa de gran tensión institucional, fruto de los enfrentamientos internos entre, Menem y Duhalde, por un lado y, Menem y la oposición, por el otro.

Esto se debía a que comenzaban a realinearse las alianzas políticas, como consecuencia de las próximas elecciones presidenciales.

En este contexto, el poder que ejercía Duhalde era notorio y esto se observaba en las crecientes relaciones con los intendentes del conurbano bonaerense, con quiénes gozaba de un poderoso liderazgo, a través de la conformación de lo que se puede denominar  la “liga  Federal”, la cual  era un  factor de gran importancia para logar un triunfo electoral. Sin embargo, el Partido Justicialista con la fórmula electoral,  Eduardo Duhalde- Ramón Ortega, es derrotada ante el binomio Fernando De La Rúa- Carlos “Chacho” Álvarez, candidatos por la Alianza, con el 48,5 % de votos contra el 38,1 % de los votos.
El 10 de diciembre de 1999, Fernando  De La Rúa, asume como Presidente, poniendo fin a una década de gobiernos peronistas, encabezado por una  coalición entre la Unión Cívica Radical  (UCR) y el Frente por un País Solidario (FREPASO). Sin embargo, este gobierno de coalición no dura más de dos años. Frente a un panorama de creciente deterioro institucional y político, con inacción  del gobierno, falta de comunicación con la oposición  y una alianza  desquebrajándose; sumados a graves conflictos económicos,  llevaron al dictado de un decreto de necesidad y urgencia conocido como el “corralito”.
Esta medida  profundizó la crisis institucional  provocando una oleada de saqueos a supermercados y comercios minoristas, obligando al gobierno de Fernando De la Rúa a decretar el estado de sitio. La ciudadanía no tardó en reaccionar   a través de una forma de protesta, conocida como “cacerolazos”, poniendo  fin al gobierno. El presidente De La Rúa el 20 de diciembre de 2001, abandonó la casa de gobierno en helicóptero.
El estudio de la crisis política, económica y social vivida  en la Argentina  es de suma importancia para comprender como Duhalde pudo hacer uso de su aparato de poder (con los  Intendentes del Conurbano bonaerense  - Los Varones - y La liga Federal) para ser “coronado” como presidente interino de la Argentina y dos años más tarde, poner en la cúspide del poder a Néstor Kirchner.
Ese eterno liderazgo político de uno de los personajes incidentes del siglo pasado y del actual será realizado en dos etapas,  las cuáles se subdividirán.
 La primera etapa,  comenzará por una breve biografía, para conocer el  origen y el perfil del “hombre” antes de convertirse en uno de los caudillos más poderosos del ámbito político.
Luego, el marco general surge del estudio del libro de Hernán López Echagüe, titulado “El otro”, donde dicho autor hace una biografía política de Duhalde, la cual permite hacer un recorrido que de cuenta de quienes han sido y son los hombres de confianza, sus primeros pasos en la política, para luego así poder  analizar como logró edificar su imperio político  y económico, precisamente para conseguir conveniencia políticas.
Recorriendo  la segunda etapa,  se analizará la consolidación de su poder y por ende las internas partidarias en el Partido Justicialista, sobre todo con Menem y junto con esto su juego político.
Seguidamente, determinados autores, como el texto de Santiago Leiras: “De Carlos Menem a Néstor Kirchner: cambios y continuidades en la democracia Argentina”, el libro escrito por Julio Godio “Argentina: Luces y cambios en el primer año de transición. Las mutaciones de la economía, la sociedad y política durante el gobierno de Eduardo Duhalde (enero-diciembre de 2002),  entre otros,  nos brindarán un esquema histórico para así poder ver como se llega a la crisis Político- Institucional del 2001, examinando en ése contexto el papel protagónico de Duhalde y por ende su “coronación” como presidente.
Por otro lado y llegando al final de este trabajo, el libro publicado por el mismísimo Duhalde, “Memorias del incendio: los primero 120 días de mi presidencia”, nos dará un aporte y una visión  oficialista, en donde analiza su balance sobre su gestión y sobre lo que hizo en el gobierno. Por último a modo de cierre, se analizará la importancia que tuvo Duhalde para  llevar a la cúspide del poder a Néstor Kirchner. Esta era será  poca analizada ya que es otra etapa de gran importancia para nuestra historia, la cual requiere un tratamiento aparte

2. Reseña Biográfica

Eduardo Alberto Duhalde Maldonado nacido en Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires, el 5 de octubre de 1941 es un político, abogado y notario (escribano) argentino.  Está casado con Hilda Beatriz González, con quien tiene cinco hijos, que también participó activamente en política y fue electa diputada y senadora por la provincia de Buenos Aires.

Éste político de 67 años inició su carrera política en el Partido Justicialista, donde años más tarde sería electo Concejal por Lomas de Zamora y por acefalía terminaría siendo intendente de su ciudad natal en 1973.

Fue depuesto por el golpe militar de 1976 y en el retorno democrático de 1983, Duhalde volvió a ser elegido para el mismo cargo (1983-1987). Cuatro años después fue electo diputado por su provincia y en 1989 se alió con Carlos Menem para competir en las internas presidenciales del peronismo. La fórmula Menem-Duhalde venció al aparato partidario encabezado por el gobernador bonaerense, Antonio Cafiero, y luego arrasó en las elecciones presidenciales de 1989.

Fue Vicepresidente del país durante el primer mandato de Carlos Saúl Menem, cargo al  que renunciará a comienzos de los ´90 para presentarse como candidato a Gobernador de Buenos Aires, asumiendo el 11 de diciembre de 1991.

Su gobierno en la provincia tendrá un gran apoyo popular, reflejado en varias victorias en elecciones nacionales posteriores, en las cuales la provincia se convertiría en un importante sustento electoral de los triunfos Menemista.

Como Gobernador se lo recuerda por un amplio plan de obras públicas, por la asistencia social llevada a cabo por mujeres organizadas llamadas "manzaneras", y por las inversiones productivas que atrajo para Buenos Aires.

En 1994 realizó una reforma de la Constitución, al mismo tiempo que se reformaba la Nacional, para la posibilidad de una reelección, dado que la Constitución Provincial no contemplaba dicha posibilidad. Duhalde recibió el apoyo que necesitaba para aprobar el cambio y también en las elecciones de gobernador que tuvieron lugar en 1995.

 Duhalde es conocido en el ambiente político como el  "cabezón", es un fanático del fútbol y de los asados en su quinta de San Vicente, provincia de Buenos Aires. En 1999 comenzó su proyecto para alcanzar la presidencia, lo que lo llevó a  enfrentarse con Carlos Menem cuando comenzaron a circular los rumores de que el entonces presidente quería presentarse a una tercera reelección.

Finalmente, esos intentos se frustraron y terminaron uniendo a Duhalde con otro de los presidenciables del peronismo, el cantante popular Ramón "Palito" Ortega.

La fórmula Duhalde-Ortega fue derrotada por la alianza entre radicales y frepasistas por el 39% de los sufragios, frente al 48.5% de su opositor

En octubre del 2001, es elegido Senador Nacional. Sin embargo, quién no pudo empezar el período 99 como presidente es llamado para terminarlo en diciembre del 2001 ante  el caos subsiguiente a la renuncia de De La Rúa, provocada por la crisis económica, social y política que tuvo su clímax con la instauración del corralito de Domingo Cavallo.

Duhalde asume la presidencia el 2 de enero del 2002, en el medio del caos político e institucional, elegido por la Asamblea Legislativa por aplicación de la ley de Acefalía.

El 26 de Junio del 2002 el gobierno nacional ordenó la represión de una manifestación de grupos piqueteros, donde resultaron asesinados por la policía bonaerense dos activistas, Maximiliano Kosteki y Darío Sntillán. Esta situación posteriormente llamada  “la masacre de Avellaneda”, fue lo que llevó a Duhalde a anticipar las elecciones presidenciales seis meses, anunciando que no iba a presentarse como candidato a presidente.

 Para dichas elecciones, el 27 de abril del 2003, Duhalde no pudo encontrar un candidato con posibilidades en su propia línea interna y ante las pocas posibilidades decidió dar su apoyo a Néstor Kirchner, quien resultó electo presidente.

Una vez en la presidencia y tras un período inicial de cordialidad, Kirchner se enfrentó políticamente a Duhalde derrotándolo en su bastión de la provincia de Buenos Aires en las elecciones legislativas de octubre de 2005.
 
 Desde ese momento, no se lo vio más activamente en la escena política. Sin embargo, continúa ejerciendo ese liderazgo que supo ganarse a lo largo de su carrera política.

Actualmente, Eduardo Duhalde encabeza el Movimiento Productivo Argentino, entidad de la que es miembro fundador junto con distintos referentes políticos y del sector productivo, entre ellos, Guillermo Alchourón, Juan De Anchorena, Mario Llambías, Carlos Brown y Eduardo Buzzi.

3. Construcción del poder político: fortalecimiento como líder del  movimiento y del Conurbano Bonaerense (La Liga Federal)

 Se dice que todos los hombres tienen un destino, al cual es inútil rebelarse. En la vida mandan los hechos y cada uno reacciona según eso que a uno le ocurre.

A este encadenamiento de los hechos, Eduardo Duhalde se somete sin oponerse, tan sólo se ajusta a las circunstancias y lo hace con gran ingenio.

“Yo no tengo una vocación de poder tan grande como la que se necesita, sí o sí, para llegar a determinados cargos. No admiro a los que la tienen  como Alfonsín o Menem (…) Son tipos que permanentemente están pensando en el poder. Yo no. He ido llegando a los cargos porque está escrito en el destino. (…) Más que capacidad, la característica más destacada en mí es la buena suerte, la buena estrella (…)  si tomamos a la política como una pieza de ajedrez, allí yo soy la dama. Es la pieza que ordena y conduce”.

María Esther Maldonado y Tomás Duhalde se casaron en el Quebracho en 1940 y en busca de una mejor fortuna se mudaron a Lomas de Zamora, donde un año más tarde -5 de octubre de 1941- nació su hijo Eduardo Alberto Duhalde.

En 1959 luego de treinta años de trabajo Tomás Duhalde decidió  jubilarse y su puesto pasó a ser ocupado por su hijo Eduardo. Sin embargo, sus días como cajero terminaron en 1963, cuando su tío, luego de haberse ganado la lotería, lo requiere para administrarle el dinero.

Por esas cosas del destino, años más tarde en 1971, termina trabajando en Asuntos Legales de Lomas de Zamora. Para ese entonces, ya se había  casado y recibido de escribano.

Eduardo Duhalde tenía veintinueve años y nada le hacía suponer para aquel entonces, que desde esas oficinas el destino le haría iniciar una larga carrera sindical y política.

Por aquellos años, el teniente general Alejandro Agustín Lanusse era el dictador de turno, pero Juan Domingo Perón se encontraba cerca del país y en las calles ya se absorbía el clima de proximidad de las elecciones. Ante aquella agitación social y política, Duhalde tomó dos decisiones que provocó un gran giro en su vida: empezó a militar en el Sindicato de Empleados Municipales y meses más tarde, en 1973 se afilió al Partido Justicialista de Lomas de Zamora.

En cuestión de meses consigue ganarse la confianza de los principales dirigentes de la 62 Organizaciones, fue nombrado secretario de organización del Sindicato de Municipales de Lomas de Zamora y  en 1973 logra el segundo lugar como concejal de su ciudad natal. Por una serie de hechos y por la buena fortuna (que siempre acompañó a Duhalde) Roberto Ortiz, que ocupaba el cargo de intendente, fue destituido por un juicio político por un hecho de corrupción. Su sucesor, Pablo Turner, que ocupaba el puesto de primer concejal, también el destino le jugó una mala pasada y al poco tiempo fue destituido.  Ahora como decía la ley, el turno le pertenecía a Duhalde.

Asumió como intendente de Lomas de Zamora, con treinta y dos años de edad, el 8 de agosto de 1974, pocas semanas después de la muerte de Juan Domingo Perón.

Desde  la intendencia, Duhalde empezó a manejarse en el oscuro y violento mundo de la política como un  asistente social. Llevó a cabo dos planes  que eran más que suficientes para lograr la simpatía de los sectores más necesitados: “Huevo y Leche”, cuyo objetivo era apaciguar las necesidades que padecían los más carenciados con la distribución de esos dos alimentos; “Mar y Arena”, que proponía rescatar a los niños desamparados, llevándolos una o dos veces al año a algún lugar de la costa argentina.  Con una pizca de alimento y otra de diversión sus objetivos eran logrados.

Sin embargo, el golpe de estado de 1976 lo dejó sin empleo y ante ello, recurrió a un amigo prestamista para salir del paso. Él y su amigo pusieron una inmobiliaria. Con el correr del tiempo, el negocio funcionó muy bien.

Hasta 1982 se dedicó a la actividad de martillero y a la docencia. Y en sus tiempos libres al ajedrez, una de sus pasiones.

A medida que la dictadura militar se fue aplacando, Duhalde y sus hombres de Lomas de Zamora, comenzaron a retomar la rutina y en pocos meses la inmobiliaria se convirtió en una clandestina unidad básica. Estos movimientos políticos comenzaron a perder su clandestinidad a mediados de los ´80 cuando ya era notorio el desprestigio de la dictadura.

En uno de los tantos encuentros que solían realizarse entre los militantes peronistas, Duhalde y Menem conversaron largamente y ambos concordaron que el peronismo debía ser reconstruido, ya que el fin de la dictadura era inminente. Para aquel entonces, Menem estaba seguro que en La Rioja no existía ningún candidato capaz de arrebatarle la gobernación; en cambio Duhalde debía lidiar en su zona con Herminio Iglesias, un dirigente intachable que conducía el peronismo provincial.

Los comicios nacionales de octubre de 1983 consagraron como presidente de la Nación al radical Raúl Alfonsín, dejando desorientados a los peronistas de todo el país. En Lomas de Zamora, en cambio, la lista encabezada por Eduardo Duhalde venció al radical Horacio Devoy por apenas 755 votos-102.041 contra 101.286 que obtuvo Devoy- y Duhalde una vez más agradeció a la providencia de la gracia recibida. Lomas de Zamora se incorporó a uno de los contados municipios logrado por el peronismo.

Así, el intendente volvía a ocupar su puesto de poder, pero con una gran diferencia, esta vez el triunfo le pertenecía, no como en el ´74, cuando el buen pasar político le había sido fruto de una serie de imprevistos venidos desde arriba.

La destreza de Duhalde quedó demostrada en los primeros meses de 1983, donde comenzó a entretejer relaciones con todos los hombres del peronismo que criticaban a los responsables de la derrota y proponían una renovación, una nueva manera de enfocar y hacer política: Cafiero, Menem, Luis Macaya, Carlos Grosso, Torres, José Luis Manzano, entre otros.

Aunque Cafiero y Duhalde conciliaban y se habían planteado sacar de la conducción del peronismo provincial a Herminio Iglesias, las diferencias entre ambos eran notables. Mientras que Cafiero era un político más clásico y estaba acostumbrado a resolver todo desde un despacho, entre las cuatro paredes de su oficina y luego mandaba a emisarios a negociar en su nombre, Duhalde, por el contrario, no contaba con asesores, decidía todo por sí mismo y no dudaba en ir a cuanta reunión, plenario o congreso se realizara. A Herminio Iglesias se lo podía sacar de escena si se absorbía a los dirigentes de base y punteros políticos, que hacían de Herminio un hombre poderoso.

Cafiero para desplazar a Herminio de la conducción del partido en la provincia, prueba con una fuerza por fuera del justicialismo, FREJUDEPA, una estructura heterogénea, cuyo objetivo inmediato era el comicio de 1985 y luego las elecciones para gobernadores de 1987.

La buena elección que hizo FREJUDEPA la convirtió en la segunda fuerza de la provincia. Esto impulsó a Duhalde a probar suerte con la renovación. Sabía que Cafiero, metido en carrera para la gobernación, no podía prescindir de la fuerza que se concentraba en su zona, la tercera zona electoral, rica en votos para una elección interna, provincial o nacional. Ante esto, se consumó un pacto entre ellos: si Duhalde ganaba las internas de Lomas de Zamora ante Manolo Torres, él sería el candidato a Vicegobernador de la provincia.

Duhalde venció a Manolo con suma facilidad; sin embargo no se sabe bien por qué, quizás una cuestión de química, Cafiero no cumplió con el pacto y ofreció a Duhalde el puesto de segundo candidato a diputado Nacional.

Frente a esto y restando cuarenta días para las elecciones del 6 de septiembre de 1987, Duhalde se presentó ante Menem y le comunicó que lo apoyaría en su carrera para presidente.

Ahora ambos tenían como rival a Cafiero: uno por los desplantes recibidos; el otro, porque Cafiero sería su rival en las internas para las elecciones de 1989. Sin embargo Menem y Duhalde acordaron apoyar la candidatura porque una victoria peronista en la provincia de Buenos Aires, contribuiría a la restitución de la imagen del Justicialismo.

En las elecciones de 1987 para la gobernación de la provincia de Buenos Aires el triunfo fue para Antonio Cafiero ante el candidato por el radicalismo Juan Manuel Casella. Sin embargo, estando a mediados de diciembre del año 1987, Cafiero no había cumplido ni quince días en el despacho como gobernador y ya estaba pensando en los comicios presidenciales de 1989.

Duhalde, sin embargo esperaba con gran serenidad que su toque de gracia llegara y así fue como sucedió. El dirigente salteño Julio Mera Figueroa, insistió a Menem de postular a Duhalde como compañero de formula; no obstante Menem tenia sus dudas: “Duhalde es un hombre recto. Y es verdad, tiene poder en la provincia. Pero le gusta manejarse solo. Porque tiene eso que yo necesito: votos y dirigentes (…) no me gustaría tener a mi lado un hombre con proyecto y peso propio (…) resolvió el enigma cuando comprendió que no podía prescindir de los votos y de la buena cantidad de dirigentes y punteros de la provincia que le brindaría Duhalde.

El 9 de julio de 1988 fue el día de las elecciones internas del Justicialismo y las esperanzas de Cafiero se desvanecieron ante el triunfo de la fórmula Menem-Duhalde.

Ante las razones y conjeturas que se han arrojado para explicar el apoyo a un candidato que se consideraba perdido en los comicios internos, se apela a un motivo en particular: una fuerte convicción de Duhalde en las encuestas. Para él las encuestas son una gran estrategia en la comunicación gubernamental o política: “La comunicación política es el campo de estudio que comprende la actividad de determinadas personas e instituciones (políticos, comunicadores, periodistas y ciudadanos) en la que se produce un intercambio de información, ideas y actitudes en torno a los asuntos públicos”.

Duhalde se convirtió en un fanático de las encuestas durante las internas presidenciales de 1988, cuando los dirigentes del justicialismo y los medios de comunicación, daban por cierta la victoria de Cafiero: “la manía empezó cuando Menem me ofreció la candidatura a la vicepresidencia. Todos los dirigentes, todos, me decían que era una locura acompañarlo. Yo también. Decían que eran tiempos de Cafiero. Ahí comencé con las encuestas. Comprobé que Menem tenia mucho más apoyo entre la gente del que se pensaba” .

Para Duhalde hay que investigar, recorrer, indagar en el alma de la gente antes de echarse andar por las calles: “sin encuesta no se puede hacer política y mucho menos gobernar. Hay que preguntarle a la gente qué quiere, qué hombres prefieren. Y entonces, de acuerdo al resultado, uno tiene que tomar ese camino”.

Por eso, Duhalde responde con una respuesta de tipo esotérica: “Menem era un tipo con suerte. Por eso lo seguí, nada más”. Y de hecho será así ya que para aquel entonces, Duhalde había logrado construir una estructura política autónoma, La liga Federal, integrada por la mayoría de los dirigentes del conurbano, estructura que será el sostén a lo largo de su trayectoria política.

4. Consolidación de su poder: internas con Menem y su alejamiento.

En el momento en que Menem convoca a Duhalde para integrar la fórmula presidencial, tenían más de una coincidencia. Ambos sostenían la tradición federal, popular y posturas latinoamericanistas.

Duhalde comenzó a pensar en la necesidad de salir de la economía especulativa y adoptar un modelo de producción y trabajo: “Revolución Productiva”, esta fue la bandera con la que se plasmó toda la plataforma electoral.

Esta idea planteaba una movilización de las fuerzas productivas nacionales, detrás de objetivos de crecimiento y distribución de la riqueza, era un programa económico a largo plazo

Las elecciones presidenciales de 1989 dieron por ganadora a la fórmula Menem-Duhalde. Desde los primero meses en la Casa Rosada como vicepresidente, las diferencias con Menem comenzaron a vislumbrarse; sus palabras y gestos no guardaban relación con la de un vicepresidente, sus pareceres políticos se contraponían. Es que había una clara inclinación hacia el protagonismo y esto se debe a que Duhalde aparecía como un Vicepresidente lleno de vitalidad y energía, con un proyecto propio y a mediano plazo.

Desde antes de la asunción dejó entrever que, está con Menem, pero de ninguna forma se iba a dejar absorber por el Menemismo; y esto se debe a que sabía que contaba con el peso y poder político suficiente para moverse solo: La liga Federal, con la cual había logrado atraer la simpatía de los dirigentes más poderosos del conurbano bonaerense.

La insistencia de Duhalde por diferenciarse del Menemismo y establecer ciertos límites con su proyecto personal, se hará notorio a mediado de 1990, lo dirá decenas de veces: “No soy Menemista, soy Peronista”; como Cafiero en 1987, recién sentado en su despacho, ya pensaba en la gobernación de la provincia.

Para los comicios de la gobernación de la provincia de Buenos Aires de 1991, el único candidato peronista que mostraba una imagen positiva era Duhalde, con más del 40% de intención de votos. Menem no lo dudó y declaró que el candidato del Partido Justicialista sería Duhalde.

Sin embargo, antes de aceptar, Duhalde llevó adelante una estrategia, la que más tarde será su sostén político: acordó con Menem un fuerte sostén financiero y económico para la provincia, ya que sin fondos extraordinarios, ésta seria ingobernable.

Para poder llevar adelante sus objetivos, emplea como argumento la pobreza que padecía la provincia, la necesidad de solucionarlo a través de obras y planes de asistencia y de reparar una gran injusticia.

Asimismo, Menem era conciente que en esa provincia se concentraba la mayor parte de las industrias y del comercio del país, razón por la cual era necesario contar con la provincia de Buenos Aires, ya que el plan de Convertibilidad estaba sujeto a lo que sucediera social y económicamente en ella.

Y es así como surge el histórico Fondo de Reparación del Conurbano Bonaerense. Será Cavallo, para aquel entonces Ministro de Economía, que encontrará la manera de darle una jerarquía legal a las exigencias de Duhalde, comprometiéndose a otorgarle a la provincia de Buenos Aires una porción especial en el reparto de la coparticipación Federal.

El momento más misterioso de la vida de un político es cuando adquiere conciencia de su poder. Y así fue lo que sucedió con Duhalde, no sólo había logrado ser el hombre más requerido y agasajado sino que los hombres del gobierno nacional estuvieran de su lado y accedieran a todas sus demandas. Con esto demostró a todo el aparato partidario que él era un hombre autónomo, independiente y poderoso.

Finalmente, el 8 de septiembre de 1991, con un 43 % del caudal de votos, Duhalde es elegido Gobernador de la provincia de Buenos Aires.

El fondo de Repartición del Conurbano Bonaerense, le traerá muchas satisfacciones políticas en su futura gobernación. La dimensión que había adquirido esta empresa, hizo necesaria la creación de una estructura de carácter ministerial: el Ente del Conurbano Bonaerense.

Con el correr del tiempo, dicho Ente, comenzó a convertirse en una suerte de Meca, donde funcionarios y legisladores desfilaron para sacar provecho y concesiones de la magnifica invención de Duhalde. Es que la ley provincial a través de la cual se había establecido dicha administración y funcionamiento, era de fácil enriquecimiento:

En primer lugar, el destino que se le podía dar a los fondos: proyectos, obras, mantenimientos y suministros que se requieran para la ejecución de programas sociales de saneamiento, infraestructura urbana, salud, educación, seguridad, empleo y todo aquello compatible con la reparación y garantía de los Derechos Humanos básicos. En segundo lugar, la posibilidad de contrataciones directas de las empresas: estaban sujetas al antojo o voluntad del presidente del Fondo.

Debido a esto, el Ente del Conurbano adquirió todas las características de un acaudalado y extraordinario centro de campaña política. El criterio que prevaleció a la hora de resolver el destino de los fondos es un enigma que sólo es posible aclarar si se le echa una mirada política al asunto.

Gracias a este Ente, Duhalde logró consolidar su poder, tenía entre sus manos una máquina excepcional con la cual todo lo que se propuso pudo llevarlo adelante. Las obras que el Ente del Conurbano realizó, fundadas casi todas en las políticas de socorro, fueron infinitas. Cada una de las obras realizadas, tenían su rápida difusión en la televisión, radio, periódicos. El nombre de Duhalde comenzó a invadir todos los medios de comunicación, aumentado su imagen y por consiguiente posibilitando la consolidación de su poder.

Luego de casi dos años como gobernador de la provincia de Buenos Aires, Duhalde vislumbró que el peronismo de la provincia le pertenecía y que lo apoyaría cuando él quisiera.

Para aquel entonces, en el país se había instalado la posibilidad de una reforma en la constitución, que contemplaba la posibilidad de una re-elección, y, ante la eventualidad del que el proyecto de Menem fracasara, Duhalde advirtió que lo mejor era mantener una distancia con el Menemismo, teniendo en mente los comicios presidenciales de 1995.

Sin embargo, ante los rumores de que Menem y Alfonsín firmarían un acuerdo para aprobar la reforma de la Constitución (Pacto de Olivos) , Duhalde decidió dejar de lado su deseo presidencial y resolvió apoyar públicamente la continuidad de Menem, y conjuntamente, sostenido en el trabajo de toda la militancia de La liga Federal, crear las condiciones para su re-elección en la provincia.

Es que Duhalde pretendía simultáneamente que en la reforma de la Constitución Nacional, se contemplara una reforma de la Constitución Provincial posibilitando, entre otras cosas, la re-elección del Gobernador y del Vicegobernador.

Esta cuestión fue la que terminará por desquebrantar la alianza con Menem. Duhalde le expresa sus anhelos de que en el texto de la nueva Constitución haya un artículo que posibilite la re-elección de los gobernadores en todo el país y que utilice sus influencia para que sea posible. Sin embargo, la respuesta que recibió profundizó sus diferencias y posteriormente su alejamiento. El Presidente le respondió que en el Pacto de Olivos no se había previsto semejante reforma, razón por la cual no deseaba enturbiar un tratado político que tanto esfuerzo le había costado conseguir.

Ante esto Duhalde comprendió que debía manejarse solo y acudir a todas sus artimañas posible para lograr sus objetivos. Él sabía que contaba con suficiente poder; por lo tanto, emprendió largas negociaciones con los convencionales de la provincia, sobre todo con el sector de Rico.

Finalmente el afán de Duhalde se hizo realidad. Luego de quince horas de debate, la Convención Constituyente de la provincia aprobó la reforma del artículo 110, referido a la re-elección del Gobernador y del Vicegobernador. No obstante, se estableció una cláusula especial, en donde se debía realizar un plebiscito para ratificar la medida.

Esto sería “el paladín de pluma” con el que contará Duhalde para posicionarse frente al Presidente, debido a que en el plebiscito del 2 de octubre de 1993, la victoria fue abrumadora: obtuvo el 62 % de los votos. Dicho resultado acarreó un sabor especial: el triunfo lo había logrado solo.

A las once de la noche de ese domingo, desde el balcón de la casa de gobierno de La Plata y con una comprensible altanería, se lo hizo saber al Presidente: “yo seré re-electo no porque lo haya dicho una corte, una Legislatura o una Convención. Seré re-electo porque mi pueblo, el pueblo de la provincia, lo quiso en las elecciones de hoy”. Con estas palabras, queda todo dicho: “Yo no busco diferenciarme del Menemismo. No es necesario. No puedo tratar de diferenciarme de algo que no soy, nunca fui y jamás seré. Yo soy un peronista biológico”.

5. La crisis del 2001 y su “coronación” como presidente.

En 1994, con la reforma de la Constitución, Menem quedó habilitado para presentarse en los comicios presidenciales de 1995, en los cuales el Justicialismo, con la fórmula Carlos Menem-Carlos Ruckauf, logró el triunfo con el 49,9% de los votos; seguido por el Frente por un País Solidario (FREPASO), con la fórmula José Bordón-Carlos "Chacho" Álvarez, que obtuvo un 29,3.

Pese a la amplia victoria, la situación no era alentadora para el gobierno por aquel entonces. El crecimiento de los años noventa no tenía bases firmes.

Es que entre 1989-1999, se llevó a cabo una reestructuración del Estado, en donde el gobierno de Menem empezó un proceso de reformas que se asentó en la apertura económica, la desregulación, las privatizaciones, que significaron la convertibilidad y tipo de cambio fijo atado al dólar. Se aplicó la desregulación más amplia de América Latina, transformando al país en un paraíso para los capitales volátiles y de corto plazo; los cambios en las prioridades del gasto público significó la reducción en las asignaciones sociales y la liberación económica fue tan grande que liquidó la industria Argentina.

El freno a la inflación, el crecimiento de las inversiones extranjeras, el aumento de la capacidad adquisitiva de algunos sectores sociales, junto con un proceso modernizador fueron logros que el gobierno presentó como muestras de su capacidad de gestión y le valieron importantes éxitos electorales. “La convertibilidad fue aceptada por la sociedad como una especie de pacto de gobernabilidad para no recaer en la temida hiperinflación”.

Sin embargo, resultó ser una paradoja, ya que mientras la economía crecía, el nivel de vida de la mayoría de la población disminuía notablemente, los trabajos se flexibilizaron, desapareció la estabilidad laboral, se redujo la posibilidad de ascenso social, la distribución de la riqueza se hizo más desfavorable, acelerando la brecha entre los sectores ricos y los pobres. Como consecuencia la marginalidad y pobreza fue ganando terreno en la historia de los argentinos.

Se llegó a una etapa en que la sobredosis de neoliberalismo nos acarreó al abismo y la bandera de Revolución Productiva, plasmada en las ideas de Duhalde se dejó de lado.

Hacia fines de 1998, la Argentina ya no era la misma, reaparecían las tensiones sociales y políticas. Se había entrado en una etapa de tensión institucional, fruto del enfrentamiento entre el Presidente Menem y el Gobernador Duhalde.

Es que Duhalde desde la gobernación tuvo una gestión que se diferenció de la del Gobierno Nacional. Fue marcando distancias que comenzaron a vislumbrarse a partir de 1995 debido a los aspectos negativos del modelo que mataban la producción; pero el debate estalló públicamente a partir de 1997 con la frase famosa “el modelo está agotado”.

Estas diferencias se expresaron en su último discurso como Gobernador ante la Asamblea Legislativa en marzo de 1999: “nos negamos firmemente a privatizar el Banco de la Provincia. Dimos una batalla dura contra poderosos intereses que intentaron muchas veces presionarnos y doblegarnos. Y no nos equivocamos en mantenernos firmes en nuestras convicciones. Hoy nuestro Banco es el más exitoso. Sigue siendo estatal, sigue siendo patrimonio de nuestro pueblo y se ha transformado en la mayor herramienta financiera de los pequeños y medianos emprendedores”.

Las discrepancias entre ambos se fueron haciendo cada vez más intensas con el arranque de la campaña pre-electoral para los comicios presidenciales de 1999. Es que Duhalde tenía sus propias convicciones e ideas acerca de las transformaciones de la argentina y cómo llevarlas adelante; por lo tanto la única forma de llevar a la práctica esos conceptos y su programa productivista era gobernando.: “¿De qué me servía disputar una carrera presidencial si no era para que los argentinos conocieran a fondo mi programa y supiera exactamente qué iba a hacer si me apoyaban con su voto? Quiero que la gente se acuerde de mí como el que dio vuelta la historia”

En este contexto, en agosto de 1997, el FREPASO y la UCR decidieron unir sus fuerzas y formar la Alianza para la Justicia, el Trabajo y la Educación. Sus principales dirigentes eran los radicales Raúl Alfonsín, Fernando De La Rúa y Rodolfo Terragno, y los frepasistas Carlos "Chacho" Álvarez y Graciela Fernández Meijide.

Fernando De La Rúa fue elegido candidato presidencial de la Alianza; Álvarez candidato a vicepresidente y Fernández Meijide por la gobernación de la provincia de Buenos Aires, bastión histórico del Justicialismo.

La postura de la Alianza, como quedó demostrado posteriormente, no proponía ningún cambio de fondo, solo reformas superficiales al modelo que estaba llevando al país a la ruinas, un reformismo, como utilizan algunos autores para hacer referencia a aquel proceso en el cual “cambian algo para en realidad no cambiar nada”.

Hacia mediados de 1997, el temor a que la corte suprema habilitara la posibilidad a Menem para presentarse a una re- reelección, llevó a la oposición a formar una alianza coyuntural con Duhalde para evitar la violación de la Constitución Nacional.

Duhalde logró evitarlo gracias al aparato y poder político con el que contaba, ya que con la amenaza de convocar a un plebiscito en la provincia de Buenos Aires, Menem renunció públicamente a la aspiración de presentarse como candidato.

El compañero de fórmula de Duhalde fue el cantautor y ex gobernador de Tucumán, Ramón “Palito” Ortega. Finalmente, el candidato de la Alianza, Fernando De La Rúa, triunfó en las elecciones presidenciales de 1999 con el 48,5% de los votos, venciendo al justicialista Eduardo Duhalde.

El 10 de diciembre de 1999, Fernando De La Rúa asumió como el nuevo Presidente de los argentinos. Lo característico de este nuevo gobierno fue que su líder era un “líder sin Liderazgo”: predominaba lo que se conoce como gobierno divido, ya el Justicialismo ocupaba la mayoría de las bancas en el Poder Legislativo; sumado a un Poder Ejecutivo, encabezado por un líder que no se consagró como auténtico líder partidario.

Esto se ve en las características de su estilo de liderazgo político, caracterizado por un proceso decisorio con fuerte anclaje en su entorno personal y en detrimento de los partidos que integraron la coalición de gobierno.

Las elecciones de 1999 implicaban la esperanza de un cambio en la Argentina no sólo a la cultura Menemista sino también al sistema económico. Pero el gobierno de la Alianza siguió profundizando el modelo económico, ahondando en las políticas de ajuste, con medidas antipopulares pero que se soportaron porque el marketing político aliancista seguía funcionado.

Sin embargo, las tensiones internas de la coalición, se pusieron de manifiesto en la primera crisis institucional que afrontó el gobierno de la Alianza en el 2000.

En momento de la aprobación de una ley laboral que flexibilizaba aún más las condiciones de los trabajadores se difundieron sospechas de sobornos que apuntaban contra el jefe de la central de inteligencia del Estado (SIDE), Fernando de Santibáñez, y contra el ministro de Trabajo, Alberto Flamarique. Frente a esto, el vicepresidente Álvarez presentó su renuncia.

De esta forma, De La Rúa sale debilitado de la crisis perdiendo autoridad, tanto hacia afuera como hacia adentro, marcando el comienzo del fin de la Alianza.

Sumado a esto, la posibilidad de seguir manteniendo el modelo se hacía cada vez más extremo y dramático. Se presentó dos posibilidades frente a la crisis económica: salir de la convertibilidad y devaluar o un salvataje financiero. La segunda opción fue la que se eligió y se negocio con el FMI, denominado el blindaje.

En palabras de Duhalde “es un salvavidas que nos permite salir a aguas tranquilas donde no nos ahogamos, pero como el mar está tan bravío, si no se toman otras medidas vamos a estar en poco tiempo igual. Lo que proponía era pasar de una economía de ajuste a una de producción, que era lo único que nos podía sacar de pozo. Pero no se entendió o no se quería entender.”

Y fue así como sucedió, al poco tiempo la crisis se profundizó; renunció el ministro de economía Luis Machinea, quien fue sustituido por Lopez Murphy. Sin embargo duró muy poco tiempo en sus funciones. Finalmente, asumió Domingo Cavallo como ministro.

Esta decisión agravó las peleas en el gabinete y distanció al presidente aún más de su partido.

Por su parte, Cavallo, no hizo más que profundizar las recetas que había llevado al país a esas condiciones. Negoció con el FMI otro promocionable acuerdo: el megacanje, que se presentó como un programa económico, pero que en los hechos significaba más ajuste y canje de la deuda, pateando para adelante su vencimiento.

El megacanje no hizo más que demostrar de cómo un gran globo peligrosamente se inflaba y que en cualquier momento estallaría.

El Presidente se encontraba cada vez más aislado, rodeado de un reducido grupo de amigos y familiares. En medio de una de las peores crisis de la historia, la Argentina parecía avanzar sin timón.

Los hechos se sucedían y a De La Rúa lo devoró la inacción. Se mostraba aislado, ausente, no tomaba las riendas y dejaba todas las decisiones en mano de Cavallo. Esta situación era desastrosa para el país que necesitaba acciones urgentes. Sea cual fuere la razón, ya sea por debilidad o falta de convicción, De La Rúa no tomó los mandos y el país cayó en una de las crisis institucionales más grandes de la historia.

Es en este panorama de deterioro político y social, en que se llegó a los sucesos del mes de diciembre de 2001 que se inició con el dictado de un decreto de necesidad y urgencia conocido como el “corralito”.

Este "golpe" económico, significaba que todos los depósitos bancarios quedaban inmovilizados durante 90 días y, además, que las extracciones de efectivo tenían un tope de hasta 250 pesos o dólares por semana. Así, el dinero desapareció de la calle, el consumo se retrajo y la actividad productiva y comercial se paralizó. Masivamente, agrupaciones sociales, partidos políticos y centrales sindicales se opusieron a las medidas y promovieron movilizaciones y paros de protesta.

Esta medida profundizó la crisis institucional provocando una oleada de saqueos a supermercados y comercios minoristas, obligando al gobierno de Fernando De La Rúa a decretar el estado de sitio. La ciudadanía no tardó en reaccionar a través de una forma de protesta, conocida como “cacerolazos”.

 

Paralelamente la profundidad de la crisis germinó la creación de movimientos sociales y piqueteros no contenidos por las organizaciones gremiales tradicionales, compuestas, en su mayoría, por desocupados y expulsados de la clase media trabajadora.

Las publicaciones de la época y la visión de algunos analistas políticos vincularon a Duhalde como el generador en las sombras de la planificación y manipulación de las acciones llevadas a cabo por esos movimientos y el aparato del peronismo bonaerense, siendo un acelerador para disparar la crisis.

La Argentina estaba en llamas, era un caos, imperaba la anarquía, la violencia y se llegó a una situación de empobrecimiento que no presentaba antecedentes en la historia argentina.

Se hizo imposible mantener el sistema de libre convertibilidad (por cada peso un dólar) y se produjo en diciembre de 2001 el fin del modelo cambiario vigente desde una década (…) creándose un nuevo escenario de luchas entre el neoliberalismo y diferentes alternativas productivistas, una de ellas el neodesarrollismo del gobierno provisional de Duhalde”

Frente a los hechos que escapaban de su control, y ante los intentos frustrados de formar un gobierno de "concertación nacional", el 21 de diciembre, luego de leer en cadena nacional su renuncia, De La Rúa dejó la Casa Rosada en un helicóptero que lo llevó a la residencia de Olivos.

La crisis de 2001 es la más profunda de la historia argentina. No fue solamente política sino social, económica, institucional y de valores; atravesó todos los estratos sociales, desde los más altos hasta los más bajos y marginados; sus diferencias sociales los separaban pero los unía un reclamo en común: la desconfianza de todas las clases de dirigentes políticos.

“Que se vayan todos” fue la expresión para mostrar la ruptura de ese contrato de representatividad de la sociedad con sus dirigentes.

La disparada de De La Rúa, dejó al país sin Poder Ejecutivo y con un vacío institucional muy grande. El fracaso de la Alianza no terminó allí, ya que ninguno de sus dirigentes quiso hacerse cargo del gobierno para terminar el mandato que el pueblo le había depositado. Pero de la Alianza ya no quedaba nada. Sólo quedaba el Peronismo.

Entonces el Justicialismo asumió la crisis y lo primordial era encontrar una salida dentro de los límites de la constitución y del sistema democrático.

Con la renuncia de De La Rúa, el único camino institucional era el Parlamento. El 21 de diciembre el Congreso nombra como presidente provisional al titular del Senado, el peronista Ramón Puerta.

Puerta se hizo cargo por dos días y designó un gabinete parcial para que se ocupara de las cuestiones más urgentes para poner orden ha aquella situación de caos que reinaba en las calles.

Mientras tanto, el debate nacional giraba sobre tres ejes: quién sería el nuevo presidente, si se llamaba a elecciones o no y qué se hacía con la convertibilidad.

Ante estas tres cuestiones Duhalde respondió: “ante la primera, no tenía voluntad de hacerme cargo de la presidencia; la segunda, que en las condiciones sociales en las que vivíamos (que se vayan todos), era un disparate pensar en un acto eleccionario a la brevedad (…) y en cuanto al tercer punto, yo tenía la convicción de que la convertibilidad estaba muerta y que había que animarse a firmar el certificado de defunción”.

Finalmente se tomó la decisión de que Rodríguez Saá sea el nuevo presiente interino. El 23 de diciembre jura como presidente con un mandato acotado para llamar a elecciones el 3 de marzo de 2002 con la ley de lemas, solo dos meses después; para Duhalde la decisión era incorrecta, se equivocaban, no estaban leyendo la cabeza de la gente.

No obstante, existía una cuestión de fondo que debía resolverse inmediatamente: la devaluación. Sin embargo desde la sociedad como del campo político, nadie se manifestaba en contra de la convertibilidad, le temían a la devaluación.

De toda la dirigencia política fue el único que se manifestó públicamente en contra de la convertibilidad: “estamos perdiendo una oportunidad única. La dimensión de la crisis obliga a rehacer todo el sistema, de arriba abajo. Hay que apostar a la recuperación argentina a partir de la devaluación”.

La semana que gobernó Rodríguez Saá se la calificó como “Vértigo”. El problema fue que asumió sin un plan y desde el comienzo, luego de su discurso ante la Asamblea Legislativa, dio a su gestión un ritmo desmedido. Anunció medidas importantes de inmediato, como la cancelación del pago de la deuda externa, la creación de una tercera moneda para inyectar liquidez al mercado, el plan de austeridad, el cual establecía que todos los funcionarios ganarían 3 mil pesos, entre otras.

A pesar de ello, los primero dos o tres días causó un clima favorable en la población. Sin embargo a partir de las 72 horas de mandato, comenzó a circularse el rumor de que Rodríguez Saá no pensaba llamar a elecciones y pretendía terminar con el mandato de De La Rúa. Creyó que su romance con la sociedad le permitiría enfrentar la voluntad del Parlamento.

Pero definitivamente no fue así. El problema residía en que no había sido elegido por unanimidad, con todo el poder existente en ese momento que era el Parlamento, aunque debilitado era lo único que existía.

La mayoría de los legisladores, estaban convencidos de que el único capaz de hacerse cargo del ejecutivo era Duhalde y eso correspondía al enorme aparato de poder que logró construir, gracias a la “liga Federal”, entablando relaciones con todos los intendentes del conurbano como así también con los Gobernadores y los hombres más importante del Peronismo.

Esto quedó demostrado en un episodio en el cual Rodríguez Saá, convocó a todos los gobernadores a una reunión en Chapadmalal para discutir un amplio temario y a la cual no asistieron la mayoría. El error consistió en citar públicamente a los gobernadores sin tener la suficiente capacidad de convocatoria y sin haber consultado previamente la disponibilidad de los mismos.

Ese vértigo que caracterizó a Rodríguez Saá iba en contra de lo que el sentido común pedía: calma, tranquilidad. No comprendió que uno de las condiciones para gobernar en ese tiempo era el respeto por los compromisos y por la palabra dada a la sociedad, al Parlamento y a sus pares. Sus acciones fueron precisamente las contrarias.

Finalmente el 30 de diciembre Rodríguez Saá presentó la renuncia alegando falta de apoyo político y junto a él, el presidente del Senado, Ramón Puerta, con lo que quedó vacante la jefatura de Estado que debía asumir en sustitución de Rodríguez Saá.

La renuncia de Puerta obligó al presidente de la Cámara de Diputados, el peronista bonaerense Eduardo Caamaño, a asumir interinamente la jefatura de Estado y convocó de urgencia a la Asamblea Legislativa para que designe un nuevo Presidente provisional.

Con esta decisión, se puede vislumbrar por detrás un mensaje político: la provincia de Buenos Aires había tomado el poder y quería retenerlo. Y consecuentemente el 1 de enero de 2002, el bonaerense Eduardo Duhalde, es elegido por amplia mayoría para terminar el mandato del ex presidente radical, en diciembre de 2003.

Las votaciones registraron los siguientes resultados: en apoyo a la proclamación de Duhalde se manifestaron 262 legisladores (151 del Partido Justicialista, 85 de la Unión Cívica Radical, 10 de partidos provinciales, 8 del Frepaso, 7 de Acción por la República, 1 del Polo Social). En contra votaron: 16 legisladores del ARI, 2 del Frente para el Cambio, 2 de partidos provinciales, y 1 de Izquierda Unida. Se abstuvieron, en tanto: 7 legisladores del Frepaso, 4 de partidos provinciales, 2 del PSP, 1 del PJ, 1 de la UCR, 1 del ARI, 1 del Polo Social y 1 del PI.

6. Presidencia de Duhalde (2002-2003)

“Esta gestión que hoy mismo comienza su tarea se propone lograr pocos objetivos básicos: primero, reconstruir la autoridad política e institucional de la Argentina; segundo, garantizar la paz en la Argentina; tercero, sentar las bases para el cambio del modelo económico y social”.

Anarquía, caos, depresión económica, derrumbe social y violencia, ese fue el escenario en el que asumió la presidencia Eduardo Duhalde el 2 de enero de 2002.

Sus expectativas eran dos: sacar a la Argentina de ese default económico en el que se encontraba y transferir la banda presidencial a otro electo por el pueblo. Es decir, recuperar la estabilidad económica, política, social e institucional.

Sin embargo el nuevo gobierno era amenazado tanto desde la derecha como desde la izquierda: los primeros era los partidarios de la dolarización y los segundos respondían a un movimiento de cacerolazos y piqueteros. Se trataba de un nuevo fenómeno político, una cultura anticapitalista defensiva la cual tendió a imponer las demandas de solidaridad con levantamientos de nuevas formas de acciones colectivas (ahorristas, asambleas barriales, colectivos culturales, trabajadores de empresas recuperadas), que se añadían a los movimientos de resistencia ya existente (organizaciones de desocupados).

Desde los primeros días en la presidencia, Duhalde se mostró convencido de que el mejor camino para llevar adelante sus objetivos era la constitución de un gobierno de unidad nacional, un gobierno de tipo parlamentario; es que tenía la fuerte convicción de que las instituciones estaban por encima de todas las circunstancias.

La presencia del Peronismo bonaerense se reflejó en la constitución de su gabinete. La mayoría de los integrantes eran parlamentarios y funcionarios Peronistas de Buenos Aires.

Duhalde comprendió que gobernaría a la nación sólo después de haber controlado al peronismo y además como el poder real pasó a los gobernadores de provincia, tenía que negociar con ellos cada una de sus medidas. El gobierno funcionaba como una federación de gobernadores.

Además, construyó una alianza con la UCR y el Frepaso porque era necesario contar con un mínimo de poder para implementar los cambios y dar vuelta la historia de la Argentina. El nuevo gobierno del presidente Duhalde es de cuasi- coalición, por primera vez en la historia el Peronismo y el Radicalismo- subordinado a él- forman una mayoría parlamentaria

"Participar de ese abierto proceso de diálogo es afirmar que queremos mirar de frente a cada argentina y decirles que conocemos sus angustias y desesperanzas, y estamos dispuestos a salvar solidariamente a la Nación y recuperar la dignidad".

Sobre ese escenario de efervescencia social, el gobierno buscó construir una salida. De los “pobres”, el gobierno supo como hacerse cargo, es la tradición Peronista y guste o no, tiene una política al respecto. Pero el problema era la clase media, la cacerola. Y bien ha demostrado la historia como el cacerolazo puede hacer frente al poder político.

Jorge Remes Lenicov asumió como ministro de Economía y el 6 de enero de 2002 el Congreso aprobó la Ley de Emergencia Pública, por la cual la Argentina salió del sistema de convertibilidad y anunció la devaluación del peso, estableciendo la “pesificación asimétrica” donde las deudas contraídas en dólares fueron pesificadas a razón de un peso por dólar, pero todos los depósitos existentes en dólares estadounidenses u otras monedas extrajeras fueron convertidos a razón de pesos uno con cuarenta centavos (1,40) por cada dólar estadounidenses; la diferencia fue reconocida por el Gobierno Nacional con un bono que se entregó a los bancos para compensar dicha asimetría. A su vez, dotó al Poder Ejecutivo de amplias facultades para modificar las reglas de juego de la economía.

Los ejes básicos para llevar adelante su gobierno consistían en la devaluación y pesificación, en la salvación Nacional, en la creencia de que la Argentina tenía futuro y para ello había que tomar un nuevo rumbo productivo: “trabajar, trabajar y trabajar; producir, producir y producir. El rumbo que vamos a adoptar será el fruto de la nueva alianza que mañana mismo vamos a constituir con los sectores productivos y laborales del país”

Se inició un gobierno neodesarrollista, en donde se terminó con las relaciones Menemista con EE.UU. y se priorizó el MERCOSUR, sobre todo las relaciones con Brasil. La relación con el FMI había quedado trunca desde poco antes de la caída de De La Rúa, a fines de 2001, Washington le cerró la puerta al entonces ministro Domingo Cavallo al no renovar un vencimiento. Después, durante la gestión de Duhalde hubo una relación tensa con el organismo.

La estrategia del nuevo gobierno era mantener una actitud de negociación firme frente al FMI para proteger las reservas monetarias y al mismo tiempo buscar una salida concertada con las empresas privatizadas en los sectores de servicios y energía (...) pero encuadrada en una nueva política de producción.

La devaluación y pesificación eran salidas de la crisis, la reinstalación del peso como moneda central en el sistema monetario fue el primer paso hacia la economía neodesarrollista. Pero estas debieron ser acompañada por otras medidas financieras, porque si bien mejoró la competitividad con los precios en los commodities, estás también provocaron el aumento de los precios de artículos de consumo y la precarización de la capacidad adquisitiva de los salarios.

El PBI cayó en un 10, 9%; el dólar trepó a pesos cuatro, lo que impactó negativamente en un 80, 4% en el deterioro del bolsillo de los argentinos, reduciéndose las ventas a niveles pocas veces comparables. Un ejemplo a tener en cuenta es que solamente el 25% de la población usaba tarjetas de créditos para las compras.

Es indudable que la gran devaluación y la pesificación asimétrica hay que comprenderla dentro del contexto político y social del momento. El nudo central de la asimetría en la pesificación habría que centrarla en la asamblea legislativa de enero del 2002; Duhalde no analizó la dimensión de lo que estaba prometiendo al manifestar "Van a ser respetadas las monedas en que hicieron sus depósitos. El que depositó dólares recibirá dólares y el que depositó pesos recibirá pesos".

Su Ministro de Economía amplió la apuesta, “del corralito de Cavallo” pasamos al corralón de “Remes”, cercando aún más los depósitos de los ahorristas; y en vez de devolver los depósitos en dólares terminó entregando bonos.

El lobby de los Banqueros y grandes empresarios pudo más, mientras que ellos licuaron sus deudas con una equivalencia del 1 a 1, al resto se les desvanecían sus ahorros.

Es indudable que la brutal devaluación golpeó los bolsillos de los asalariados y los jubilados y que la pesificación asimétrica fue el camino que Eduardo Duhalde eligió, donde los grandes ganaron y los ahorristas, los trabajadores y los jubilados perdieron.

Dentro de las leyes de Emergencia Económica, también se llevó adelante la primera medida jurídica de cambio del modelo: las retenciones tanto a las empresas petroleras como al agro y la industria.

A partir de este mecanismo el Estado tomaba una parte de las ganancias de las exportaciones para paliar las emergencias internas; también la ley económica permitía desindexar y desdolarizar las tarifas de los servicios públicos.

Otras de las medidas que el gobierno de Duhalde llevó adelante fue el Programa de Emergencia Alimentaria (PEA). Este programa apuntó a paliar la grave situación en la que se encontraban millones de argentinos, declarando el estado de Emergencia alimentaria Nacional.

El programa fue ejecutado por el Ministerio de Desarrollo Social, llevado adelante a través de un Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales, que actuaba como nexo entre el Gobierno Nacional que establecía las políticas y financiación y los Gobiernos Provinciales que las implementaban.

También desde el Ministerio de Trabajo se implementó el “Plan Jefas y Jefes de Hogares” (PJJH) que consistió en la adjudicación de un subsidio a aquellos padres de familia que no contaban con un trabajo. Éste hacía hincapié en que era obligatorio para las familias beneficiarias enviar a los chicos a las escuelas y realizarles controles de salud. Además el programa requería una contraprestación por parte de los beneficiarios, para lo cuál se abrieron registros de empleadores en cada municipio para que las PYMES, en especial, tomaran a los desocupados que pertenecían a dicho plan. Para una mayor eficacia y eficiencia, los Plan Jefas y Jefes fueron llevados adelantes a través de una descentralización que recayó en los municipios.

Con Duhalde y sus PJJH, la asistencia social llegó al núcleo duro de la pobreza. Y eso fue posible gracias a los canales instalados cinco años antes, cuando la provincia de Buenos Aires, comenzó a tender redes de asistencia social a través de las denominadas “manzaneras”.

Tanto fue así, que hoy vemos que el kirchnerismo no pudo ofrecer una superación de la política social Duhaldista para ese sector postergado: un subsidio de 150 pesos que actualmente alcanza a más de dos millones de beneficiarios

Sin embargo, como se vio más adelante “la medida, que en parte apuntaba a desarticular los proyectos colectivos que desarrollaban las organizaciones piqueteras, repercutió negativamente sobre el universo de los beneficiarios, contribuyendo al debilitamiento de la cultura del trabajo”

En el plano de sanidad, se decretó la emergencia sanitaria y se llevó adelante el “Plan Remediar”, cuyo objetivo central fue abaratar los costos de la salud, proveer de atención gratuita a los sectores más desfavorecidos y facilitar el abaratamiento de los medicamentos por vía de los remedios genéricos.

Un hecho que tuvo gran relevancia en la presidencia de Duhalde fue el lanzamiento del “Movimiento Productivo Argentino”. Con este movimiento lo que se pretendió fue impulsar un nuevo modelo de producción y trabajo, basado en la conformación de una nueva alianza: el Estado, los trabajadores y los empresarios. “Se acaba la alianza con el sector financiero y comienza una nueva alianza con el sector de la producción” . Es en este contexto que se creó el Ministerio de Producción, orientado a establecer políticas especiales para dicho sector.

Se buscó empresarios comprometidos con el país, porque el país real eran también los empresarios nacionales, quebrados y maltratados por el establishment que pretendieron que fueran importadores y no productores de bienes.

El país real era también el campo, otro sector emblemático de la riqueza nacional. El agro, que había tenido los avances tecnológicos más significativos y las cosechas más grandes de la historia, fue perjudicado por el modelo también.

Es por ello que estos dos sectores también habían sido victimas y debían ser atendidos. “Necesitamos que el agro empiece a producir ya”, ese fue el pensamiento que guío a Duhalde para llevar adelante el cambio de rumbo y el nuevo modelo.

El agro fue la “locomotora”. Por lo tanto, a través de la pesificación, se posibilitó la rentabilidad y las deudas fueron pagadas, y así se devolvieron tierras que ya no tenían. Y sumado al tipo de cambio competitivo, la producción agropecuaria comenzó a arrastrar a toda la cadena productiva y proporcionó los dólares que hacían falta para solucionar los problemas internos y la industria comenzó a producir para sustituir importaciones, para luego sumarse a la ola de exportaciones, (maíz, soja transgénica, entre otros), beneficiadas tanto por la devaluación como por los altos precios internacionales. Se trató de un modelo cuyo objetivo fue rescatar la tradición nacional.

Sin esto, no se podría haber tenido ningunos planes sociales y tampoco se habría podido sacar adelante al país. Por ello retenciones y planes sociales-en la emergencia- fueron dos caras de la misma moneda: la de una justicia distributiva que comenzó a funcionar nuevamente.

Esta fue la gran dificultad que el gobierno de Duhalde pudo afrontar: poner en movimiento nuevamente la economía y con ella atender la emergencia. En medio de la crisis no se apeló como antes al endeudamiento para atender el déficit interno. Ese fue el gran núcleo duro, por el cuál se ve la salida original de la Argentina.

A pesar de los esfuerzo de lograr la estabilización económica e institucional, los indicadores profundizaban la situación.

Se estima que el 53% de los argentinos vivían por debajo de la línea de pobreza, según datos publicados por el Instituto de Estadísticas y Censos de Argentina (INDEC). Esto significó un aumento de más de 6 millones de pobres.

La mayoría de estos eran indigentes, es decir, la franja más pobre que no ganaba lo suficiente como para comprar alimentos básicos.

Los más golpeados por la pobreza fueron los niños. Siete de cada diez menores de 14 años era pobre.

La gravedad de la situación quedó reflejada en varias publicaciones: un niño de cada cinco pasaba hambre. De los casi 9,5 millones de niños y adolescentes del país, 2,1 millones vivían en hogares indigentes.

Según datos oficiales, el problema de la falta de alimentos y las condiciones de extrema pobreza se extendían al norte del país. El 83% de los niños sufrían de desnutrición crónica o aguda.

Los niños de los barrios más pobres se desmayan en clase como consecuencia de la debilidad que les provocaba la falta de comida. A esto se le suma las estadísticas sobre las enormes cifras de recién nacidos que ya nacían afectados por la precaria situación de sus madres.

Bajo estos datos se vislumbra que el problema era el desempleo del 50% de la población, el crecimiento del empleo precario y la caída de los salarios nominales.

Otro motivo fue el fuerte aumento de los precios de los productos básicos. En este sentido, entre abril de 2001 y abril de 2002, los precios de los alimentos subieron casi un 30%, cuando la inflación promedio aumentó poco menos del 20%.

Esto da la idea de lo que se estaba viviendo en Argentina. Una realidad que se había acentuado con la crisis económica que atravesaba el país.

Debido a ello, puede considerarse que los planes estatales de asistencia fueron sólo "parches", que no apuntaban a soluciones de fondo a los enormes problemas sociales y económicos.

Por lo tanto, el crecimiento de los niveles de desempleo, pobreza e indigencia no se detuvo, deprimiendo al mercado interno por el derrumbe salarial que ocasionó la devaluación.

Sumando a esto, la inseguridad comenzaba a convertirse en una de las mayores preocupaciones de los argentinos, que se manifestaría en los sucesos de Avellaneda teniendo grandes corolarios desde el punto de vista político.

7. Del estallido piquetero a las elecciones: Néstor Kirchner el nuevo presidente.

A fines de abril de 2002, en medio de un feriado bancario y cambiario por tiempo indefinido, el gobierno envió al Congreso un proyecto para convertir los depósitos retenidos en el corralito en bonos públicos (llamados BODEN). Eso provocó protestas de ahorristas y los senadores suspendieron la sesión. Entre tanto, el grupo de los siete países más industrializados del mundo insistió en que la Argentina debía reducir el gasto público y cumplir con otras exigencias. Duhalde comprendió que sin la ayuda del FMI todo se haría más difícil. Por lo tanto los gobernadores provinciales firman un acuerdo de 14 puntos en donde se comprometieron a cumplir con las exigencias del FMI, aceptando los compromisos internacionales, ajuste fiscal y derogación de la Ley de Subversión Económica.

Ante la falta de apoyo interno y externo, el ministro Remes Lenicov presentó su renuncia. Duhalde designó a Lavagna ministro de Economía.

La CGT disidente, con Hugo Moyano, se aleja del diálogo social. Dijo que "no se puede dialogar bajo las imposiciones" del FMI y rechazó el acuerdo con los gobernadores, la designación del ministro Lavagna y se anuncia una gran marcha piquetera pidiendo nuevamente “que se vayan todos”. El dólar alcanzó los cuatro pesos, lo que implicó un enorme daño tanto al salario real como al nominal. El Parlamento aprueba la ley “antigoteo” y así se supera la crisis ministerial y la conspiración de quienes pretendían la caída del gobierno y la restauración del modelo de ajustes y la dolarización.

Sin embargo, el 26 de junio de 2002, las principales organizaciones de desocupados del país levaron a cabo una protesta para conseguir un aumento salarial, un aumento en los subsidios para los desocupados, mejoras en salud y educación, alimentos para los comedores populares, entre otras cosas. El sector de los piqueteros planeaba cortar varios de los puentes de acceso de acceso a la Capital Federal. Los reclamos piqueteros finalizaron en las inmediaciones de la estación ferroviaria de la ciudad de Avellaneda, donde fueron reprimidos conjuntamente por la Policía Federal, la bonaerense, Gendarmería y Prefectura. En esta persecución dos piqueteros, Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, fueron asesinados por un Comisario de la policía bonaerense.

Ante estos acontecimientos el país entró en un tenso clima político, lo que llevó a que el 2 de julio, Duhalde convocara a elecciones presidenciales anticipadas para el 27 de abril de 2003 y el traspaso del mando para el 25 de Mayo

Sin embargo, para ese entonces, Duhalde no sería candidato e intentó convencer a varios líderes peronistas de su propia línea interna para oponerse a Carlos Menem, que había manifestado su intención de presentarse. Finalmente, ante la negativa de Carlos Reutemann y José Manuel de la Sota para ser los posibles candidatos, Duhalde terminó apoyando al gobernador de la provincia de Santa Cruz, Néstor Kirchner, como candidato a presidente.

A principios de 2003, las asambleas barriales, que levantaban la consigna “Que se vayan todos”, fueron diluyendo el llamado a la solidaridad, así como la expectativa de una recomposición política “desde abajo”.Este desplazamiento de demandas se hizo visible en el alto porcentaje de la población que se presentó a las elecciones presidenciales de mayo de 2003.

Las elecciones se realizaron el 27 de abril de 2003. Carlos Menem obtuvo el 25% de los votos, mientras que en segundo lugar, con el 22,2%, se ubicó Néstor Kirchner, quien contaba con el respaldo de Eduardo Duhalde. Esos resultados obligaban a convocar a una segunda vuelta. Sin embargo, ante una derrota de ante mano, Menem decidió no presentarse. Así, el 25 de mayo de 2003, Néstor Kirchner asumió la presidencia, tras la deserción de Menem.

Con respecto a los sucesos de Avellaneda que llevaron al adelantamiento de las elecciones, Duhalde manifestó:” Asustarme, no. Me asusté en otros momentos (…) el día que asumí dije que únicamente me comprometía a hacer tres cosas: salvar la institucionalidad, lograr la paz y cambiar el modelo económico social. Cuando se producen las muertes de Avellaneda ya habíamos salido de la recesión y la depresión económica, estábamos creciendo a un punto tal que terminamos el 2002 con 9.000 millones de caja”
La argentina lentamente iba mejorando y desde el momento de asunción Kirchner buscará encarnar esta nueva expectativa de normalidad y estabilidad después de la tragedia vivida.

El Gobierno de Kirchner se mostró crítico al neoliberalismo que había sido la consecuencia de las grandes movilizaciones de 2002 y con un programa de perfil socialdemócrata. En paralelo a su llegada comenzó la emergencia de gobiernos de centro-izquierda en Latinoamérica como el de Lula da Silva en Brasil y Hugo Chávez en Venezuela, expresando la crisis del consenso neoliberal, de los años noventa.

A partir de la campaña electoral legislativas de 2005, Kirchner y su esposa, la senadora Cristina Fernández, rompen con el sector del Peronismo liderado por Duhalde, señalado como símbolo de la vieja política, desatando una guerra interna dentro del aparato peronista en la provincia de Buenos Aires.

Finalmente, el triunfo fue de los candidatos por el Frente de la Victoria, al mando de Kirchner. Dicha victoria fue consecuencia de la defección de intendentes del Conurbano bonaerense, que dieron su apoyo hacia el Presidente, por la posibilidad de acceder a recursos económicos, antes que por una fuerte convicción antineoliberal. Pero esa es otra historia que merece un desarrollo aparte y pertinente.

Luego de aquellos acontecimientos Duhalde decidió retirarse de la política y actualmente encabeza el Movimiento Productivo Argentino, entidad de la que es miembro fundador junto con distintos referentes políticos y del sector productivo, entre ellos, Guillermo Alchourón, Juan De Anchorena, Mario Llambías, Carlos Brown y Eduardo Buzzi.

De la demanda “que se vayan todos” sólo fue él quien lo hizo formalmente y ante las constantes preguntas sobre si se sintió un ingenuo respondió: “No. Siento que cumplí con la palabra que había empeñado. Eso es lo que hace un dirigente” .

Sin embargo, su actuación no queda reservada en el Movimiento Productivo que creó, sino que aunque muchos lo desmientan o ignoren, sigue liderando de forma oculta a sus fieles seguidores, los llamados “Duhaldistas”, que responden a su directriz en las acciones a seguir ante los hechos que se presentan en este imprevisible y turbulento universo de la política.

8. Algunas consideraciones finales

Algunos alegan que la puja entre devaluacionistas y dolarizadores lo era entre fracciones del gran capital; sin embargo en esa disputa se jugaba algo más: un modelo de acumulación que afectaría la vida económica de modos muy disímiles. Fueron pocos los actores políticos y sociales, en aquel momento que le dieron la trascendencia correspondiente a la oposición dolarización-devaluación.

Dolarizar era peor que devaluar y bajo las terribles circunstancias en las que Duhalde asumió, buscó un perfil productivista en contraposición al modelo neoliberal de los ’90.

En menos de dos años le dejó a Kirchner un piso de gobernabilidad, que le permitió al kirchnerismo hacer apuestas más arriesgadas, debido a que existía una base para llevar adelante una autonomía del Estado frente al sector privado. El kirchnerismo es una criatura Duhaldista.

Sin embargo, pese al balance positivo que se desprende de su gestión como lo mencionado anteriormente, así también como los Planes Jefes y Jefas de Hogares, el Plan Mayores y el Programa Remediar, la reinserción de la Argentina en el mundo, el gobierno de Duhalde se dedicó a sacar de la escena política a su peor enemigo, Carlos Menem, sin aportar soluciones de fondo a los enormes problemas sociales y económicos.

Pese a esto y a modo de reflexiones finales es necesario considerar el papel importante que tuvo para recuperar la estabilidad económica, política, social e institucional.

Y esto es porque Duhalde entregó un país con muchos problemas, pero alejado del incendio que reinaba en el mismo cuando él asumió. No obstante al país le faltaba mucho para recuperarse.

9. Conclusión

El presente trabajo tuvo como objetivo demostrar la importancia de Eduardo Duhalde en la historia política de nuestro país. Intentó exponer cómo a través de un complejo entramado de relaciones logró construir un aparato de poder que le permitió conseguir grandes triunfos en su larga carrera política.

Eduardo Duhalde: “el hombre que está condenado al éxito”. Esto quedó demostrado a lo largo de este trabajo, donde la gracia del destino y la buena fortuna, junto con su astucia para comprender y emprender las acciones acorde a los acontecimientos, le permitió consolidar su poder y junto a ello convertirse en unos de las actores claves e innegable de la vida política .

La creación de La liga Federal, donde se aglutinaban la mayoría de los intendentes más poderosos del conurbano bonaerense (tercera zona electoral importante en caudal electoral) junto con el fondo de Repartición del Conurbano Bonaerense, fueron las piezas claves con la que contó Duhalde para sostener y fortalecer cada vez más su poder.

Dicho Ente, debido a las características mencionadas que adquirió le permitió a Duhalde utilizarlo a su conveniencia hasta el punto de convertirse en el líder indiscutible de su movimiento y en el personaje incuestionable del peronismo.

La crisis del 2001 es clave para comprender el liderazgo alcanzado por Duhalde, donde los actores importantes del peronismo, hicieron uso de todas sus artimañas posibles para que, finalmente y debido a la “gracia” de una sucesión de hechos, lo “coronaran” presidente provisional.

Durante su presidencia (2002-2003) esta alianza quedó plasma en cómo funcionó dicho gobierno, debido a que su apoyo se baso en la construcción de una especia de “liga de gobernadores”, para llevar adelante sus objetivos y para que todos los hombres del peronismo respondan a él.

La buena fortuna, sumado a la sagacidad con la que llevó adelante todas sus acciones quedó demostrada a lo largo del trabajo y esto nos lleva a pensar sobre el real papel que ocupa en la vida política de nuestro país. Eduardo Duhalde es un hombre de ideas prácticas que pueden o no gustar, pero que no dejan de gozar de cierta lógica política

El poder y liderazgo que supo construir hace que, a pesar de su alejamiento en el 2003 de la política en forma activa, lo conviertan en una pieza clave que opera desde las sombras participando e incidiendo de forma indirecta sobre las cuestiones relevantes del mundo de la política.

Sin embargo, es necesaria una aclaración: si bien se debe considerar y valorizar muchas de las acciones llevadas acabo, sobre todo haber sacado al país de la crisis de 2001, esto no significa que en los tiempos actuales deba estar presente. Es necesario tomar sus opiniones y experiencias como gran referente político, pero se debe comprender que es tiempo de las nuevas generaciones y son ellas las que deben aportar ideas y comprometerse por la esperanza de un país mejor.

*Verónica Kasta
Ciencia Política (UBA)

Bibliografía

Libros

• López Echagüe, Hernán: “El otro”. Una biografía política de Eduardo Duhalde. Editorial Planeta, Cuarta edición, 1996

• Godio, Julio: “Argentina: Luces y sombras en el primer año de transición. Las mutaciones de la economía, la sociedad y la política durante el gobierno de Eduardo Duhalde”, Editorial Biblos

• Duhalde, Eduardo: Memorias del incendio: Los primeros 120 días de mi Presidencia”. Editorial Sudamericana, Buenos Aires 2007, Primera edición

• Duhalde, Eduardo: “Otro estado es posible. Diez mensajes fundamentales”. Secretaría de Gobierno. Entrecomillas impresores

Documentos

• Svampa Maristella :”Las fronteras del Gobierno de Kirchner: entre la consolidación de lo viejo y las aspiraciones de lo nuevo”. Cuadernos del cendes año 24.Nº 65 Tercera época Mayo-Agosto 2007. pp. 39-61

• CANEL, J. M:”Comunicación Política. Técnicas y estrategias para la sociedad de la información” Madrid, Tecnos, 1999.

• Leiras, Santiago:”De Carlos Menem a Néstor Kirchner. Cambios y continuidades en la democracia Argentina”

• Bosoer, Fabián y Leiras, Santiago (2001): “Los fundamentos filosófico-políticos del decisionismo presidencial: Argentina 1989-1999 ¿Una nueva matriz ideológica para la democracia argentina? en Pinto Julio (compilador): “Argentina entre dos siglos: la política que viene”. Editorial Universitaria de Buenos Aires. Buenos Aires.

Sitios Web

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• ¿Quién es Eduardo Duhalde? Disponible en http://www.bbc.co.uk/
• La semana de los cinco presidentes disponible en http://www.bbc.co.uk/

• “Cristina es un riesgo como presidenta” Disponible en http://www.perfil.com/

• “Asume Duhalde como presidente interino de Argentina”. Disponible en http://www2.esmas.com/

• “Elegirían a Duhalde presidente hasta el 2003” Disponible en http://periodismo.com/

• “Presidencia de Eduardo Duhalde (2002-2003). Disponible en http://www.todo-argentina.net/

• Sitio oficial de la presidencia de Eduardo Duhalde. Disponible en http://www.presidenciaduhalde.com.ar/

• “Gobernará la comunidad productiva” .Disponible en http://www.pagina12.com.ar/

• “Biografía Eduardo Duhalde” .Disponible en http://www.tuverdad.com.ar/

• “Eduardo Duhalde”. Disponible en http://es.wikipedia.org/

• “Asumió la presidencia hasta el 2003 Eduardo Duhalde”. Disponible en http://www.mercedesya.com.ar/

• “Historia Argentina”. Disponible en http://ar.kalipedia.com/historia-argentina/