Resumen
El siguiente artículo intenta ser una modesta reflexión tipo ensayístico sobre lo que se entiende por Patrimonio turístico. En la actualidad, existen un sinnúmero de trabajos de índole académica relacionados con el patrimonio, pero pocos se han esforzado por analizar cual o ha sido su significado real. Dentro de este contexto, se discute las influencias de los procesos capitalistas en la significación del término patrimonio y patrimonio turístico. ¿Es útil llamarlo así?
Palabras Claves: Capitalismo – Patrimonio – Patrimonio Turístico.
Abstract
The following article is pointed to a critical essay along with today we understand as tourist patrimony. Actually, there are a lot of works related to this but just a few are jumped to analyze its real meaning. In this context, we discuss the influence of capitalism on the concepts such as patrimony and tourist patrimony. ¿Is usefull for us to mean by that?
Key Words: Capitalism – Patrimony – Tourist Patrimony.
Hegemonías y contra- hegemonías de un sentido abstracto alrededor del Patrimonio Turístico.
Por:Maximiliano Korstanje *
Introducción (teórica al espíritu empresario)
El siguiente artículo intenta ser una modesta reflexión tipo ensayístico sobre lo que se entiende por Patrimonio turístico. Sin embargo, antes de abordar en el tema es conveniente una breve introducción (aunque más no sea) de aquello que los principales exponentes de las ciencias sociales han planteado sobre el capitalismo y el espíritu de empresa. En ocasiones, podríase pensar que capitalismo y empresa son conceptos que no pueden ser concebidos en forma separada. En parte, esto es cierto pero francamente no siempre ha sido así. El espíritu capitalista como fenómeno de las sociedades modernas debe ser comprendido dentro de un marco (burocrático) legal-racional cuya finalidad está apoyada por estrictos y sistemáticos procesos de control. (Weber, 1985a: 160-169)
Lejos de cualquier juicio de valor personal, es que solamente comprendiéndolo se podrá tener una noción conceptual certera sobre lo que es el patrimonio. Pues, ¿de donde surge esa necesidad obsesiva de control y de eficacia?. Para, uno de sus investigadores más importantes, Max Weber el espíritu capitalista surge de la tendencia puritana a la predestinación. Particularmente, su principal desarrollo se dio en países como Inglaterra y los Estados Unidos influidos por las doctrinas religioso-morales de los pietistas (respaldadas por un dinamismo burocrático-racional). (Weber, 1985: 167) (Weber, 2004: 38)
Maurice Halbawchs analiza la “civilización industrial” en su obra Las Clases Sociales. Desde una perspectiva aguda y penetrante, el autor hace una comparación descriptiva entre el papel de la clase burguesa en el antiguo régimen con respecto a la época moderna. Según su posición, el espíritu de empresa conlleva tres dinámicas complementarias: a) la avidez en la ganancia por la ganancia en sí, b) la tendencia a la lucha y a la competencia y c) el análisis de resultados y la búsqueda de la eficiencia.
Pero a diferencia de Weber, Halbwachs sostiene que la génesis capitalista surge tras la conquista de América, la extracción de metales preciosos y su posterior introducción a Europa. (Halbwachs, 67-83).
En Amitai Fanfani, la génesis capitalista se remonta a las manifestaciones renacentistas como fuentes principales del individualismo económico. Luego se extendió en los siglos XVIII a los países más adelantados de la época de Europa. En base a esto, la lógica del nuevo movimiento procurará funcionalmente asegurar el beneficio al mínimo esfuerzo. A tal punto el capitalismo posee características que le son propias y lo distingue de otros sistemas económicos: a) una tendencia de control a todos los aspectos de la vida, b) exaltar el individualismo, c) premia la capacidad inventiva, d) se apoya en el liberalismo, e) privilegia la vida hedonista-materialista y la premisa fundamental f) busca la máxima movilidad del capital aprovechando de las fuerzas naturales y humanas con relación al trabajo (Fanfani, 1933:36-45)
Más específicamente, el capitalismo posee una lógica basada en el cálculo, el control de resultados y el método reflexivo. Hasta la imposición de esta doctrina económica no se conocían las tablas de doble entrada y salida (Sombart, 2005:23). Disciplinas novedosas como la contabilidad o el marketing (tal cual hoy se estudian) son un fiel producto de la dinámica capitalista de mercado. A la vez, también éste se ha vinculado históricamente con otros conceptos como el de trabajo productivo. En efecto, comprendemos con el profesor Diez, al trabajo productivo como aquellas ocupaciones que “crean un superávit de riqueza en términos de valores de uso, o, expresado de otra forma menos precisa pero con mayor capacidad retórica, aquellas que, hablando con propiedad económica, son socialmente útiles. Este es el tipo de trabajo que acrecienta la riqueza de la nación al generar todo tipo de bienes, dispuestos para cumplir funciones tanto reproductivas y sustitutivas útiles, como excedentarias y acumulativas” (Diez, 2001:32). Estos procesos de acumulación y distribución han ídose conformando o refinando a lo largo de los años. El ascetismo religioso (piadoso) se construye como una fuerza moral que obliga y licencia bajo un nuevo paradigma, “la nación”. Pero ¿podemos remontarnos a un origen histórico de ese proceso?
En este sentido, el ascetismo capitalista está fuertemente vinculado a una moral piadosa, o mejor dicho religiosa, cuyos orígenes se inician en el arquetipo mediterráneo y la exaltación iluminista, como acertadamente sugiere el profesor Doménec: “los pensadores de la Ilustración estuvieron convencidos de que la verdad del mundo reposaba en el equilibrio entre lo apolíneo y lo dionisiaco, es decir, que la base de una sociedad era una cuestión de estética … la imaginación creadora, en la que reposa la inteligencia emocional, es el paraíso de la construcción capitalista, asentada en una ética muy especial que no consiguieron entrever Sófocles, Aristóteles, Séneca o Marco Aurelio. Todos ellos la buscaron, pero ninguno acertó en comprender que el principal objetivo del hombre en la sociedad es la rectificación del poder de la naturaleza, una idea que comenzó a difundirse en el Mediterráneo a través del mensaje del cristianismo”. (Ruiz Doménec, 2004:92)
Si bien muchos otros han legado sus estudios sobre el capitalismo, no es menester ni objetivo de este apartado (preliminar) realizar un desarrollo teórico extenso por una cuestión de espacio. No obstante, los conceptos hasta aquí planteados ayudan (aunque parcialmente) a comprender fenómeno como un movimiento visiblemente orientado al control de resultados. Han surgido así algunas herramientas que contribuyen a tal objetivo.1
El concepto de patrimonio, y por ende el de patrimonio turístico son sólo espejismos teóricos de ésta época; y por ser de esta época son un reflejo de procesos mucho más amplios. ¿Cómo surge el concepto de Patrimonio turístico?, ¿qué se entiende por patrimonio turístico?, ¿cómo se lo define actualmente?, ¿cuáles son los alcances y limitaciones de ese pensamiento?
Ahora bien, existen discrepancias y tensiones entre lo que se comprende por patrimonio dentro de las ciencias antropológicas y jurídicas. Desde el punto de vista jurídico se comprende por patrimonio al conjunto de poderes y deberes (comprensibles) en dinero de los cuales goza un sujeto. Contrariamente a este concepto, la escuela antropológica sostiene que el patrimonio posee un significado netamente hereditario (Lima Paúl, 2003:45); por lo tanto lo define como toda herencia cultural que imprime a un pueblo y lo distingue de los demás”. (Olivé Negrete, 1999:84)
La primera cuestión será (pues) resolver el intrincado laberinto conceptual que encierra el término patrimonio. Hoy en día la palabra se lo utiliza para designar el conjunto de bienes tangibles e intangibles que posee un grupo o individuo. De esa manera, se habla de patrimonio cultura, industrial, etnológico, gastronómico, educativo, histórico y como no podía ser de otra manera turístico. Como afirma Filho Dos Santos, en la historiografía existen influencias de intereses de grupos específicos que deben ser cuestionadas, analizadas contextualmente y explicadas. “Isso reduz nosso nível de politizacao, pois navegamos em uma história inventada segundo os interesses do Capital, produzindo um comportamento hegemonico de submissao nao perceptible, mas presente do cotidiano” (Filho dos Santos, 2008)
El concepto de Patrimonio en los romanos
El origen etimológico de la palabra patrimonio se deriva al latín patrimonium; término utilizado por los antiguos romanos para los bienes que heredan los hijos de su padre y abuelos. (Lima Paúl, 2003:45)
Los romanos (recordemos) manejaban dos conceptos para la herencia dependiendo de la rama por la cual se la pretendía. Así, los herederos maternos eran llamados “cognados” y los paternos “agnados”. Las diferentes alineaciones no podían cruzarse y quienes heredaban de los cognados no tenían derechos sobre los bienes de los agnados. Pero como ya hemos distinguido, el patrimonio sólo se usaba (por derecho paterno). Es decir, que si se descompone el término, tenemos Patri (padre) y onium (recibido) que significa lo recibido por línea paterna o por el padre.
Alonso Indacochea nos explica que en esa época los romanos no poseían un corpus teórico para hablar del patrimonio. Más bien, lo entendían como un conjunto de cosas (materiales y corporales) que se transmitían generacionalmente. Desde esta perspectiva, la figura era exclusiva de los sui juris y explícitamente excluía a los alieni juris. 2
Es interesante notar que estos dos conceptos tenían significaciones totalmente diferentes a las que se les da en la actualidad. Los sui juris eran personas con autoridad sobre sí misma y sobre su grupo como por ejemplo el pater familae (padre) mientras que los alieni juris estaban privados de ese privilegio (hijos y a veces la esposa). Las figuras legales de sui y alieni juris no estaban (in factum) ligadas a la división de los géneros ni a discapacidades mentales (como más de escritor poco informado ha intentado hacer creer) sino más bien a un carácter estrictamente religioso. En ocasiones y bajo ciertas circunstancias las mujeres gozaban de posibilidad de recibir y transmitir herencias (sobre todo durante la era de Justiniano).
En este punto la palabra pater (protector) tenía una connotación sagrada que hacia referencia a la heredad y a la potestad. Cuando una mujer pasaba de la autoridad de su padre a la de un hombre externo a la familia se celebraba un rito religioso por el cual ésta juraba lealtad a los dioses lares de su esposo. La ceremonia de bodas era extremadamente solemne y en raras ocasiones podía ser anulada (differatio). De esta manera los antiguos daban idea de aquello que representaba lo recibido de la madre Matri-onium, -más tarde conocido como matrimonio (Coulanges, 2005:55-59).
Sin embargo (también) el término tenía para los antiguos una connotación económica y no sólo religiosa. Las deudas eran transmisibles de generación a generación por lo que conformaban el mismo patrimonio (sujeto activo y sujeto pasivo); en otras palabras esto quiere decir que tras la muerte del padre el sucesor respondía por los mismos deberes que en vida este había incumplido. (Indacochea, 2003)
Esta idea ha de estar presente durante mucho tiempo, inclusive llegando hasta nuestros días, en la formula o definición económico-contable de lo que se comprende por patrimonio. Ya sea concebida como la diferencia entre pasivo (obligaciones) y activo (derechos) o tras el resultado de los derechos y obligaciones (jurídicas) heredadas. (No siempre los conceptos económicos se pueden desprender de los jurídicos ya que estos últimos regulan la vida económica). Pero en los juris-consultos del régimen de la antigua Roma no existía para el término la misma definición legal-racional que existe en la época moderna. Los romanos no tenían más que breves y vagas nociones (no tabuladas y codificadas – in lato sensu) de lo que en sí implica la noción de patrimonio.
Dentro de este contexto, era impensable que ellos manejaran la cantidad de conceptos y acepciones que encierra hoy el vocablo. Si bien aún los arqueólogos no han podido establecer con precisión el contenido de las doce tablas del código romano, se pre-supone que la cuarta y quinta regulaban el derecho de sucesión, adquisición y manutención del patrimonio. 3
Llegado a este punto del debate teórico, cabe agregar que no todos los bienes o cosas (res) estaban sujetos de derecho privado. Para los romanos existían dos tipos de patrimonios: res in patrimonio y res extra patrimonio. En el primer caso, esta figura legal abarcaba todos los bienes que conformaban el patrimonio tales como esclavos, familiares y bienes materiales entre otros; mientras que el segundo término hacía referencia a los bienes públicos que excedían al sujeto jurídico; como por ejemplo las plazas públicas. 4
A diferencia de otros pueblos, el derecho civil romano permitía al deudor venderse bajo el sistema de esclavitud al acreedor. También pasaban a este último todos los bienes del primero5. Esto, en parte, encerraba cierta contradicción en el sistema mismo ya que la ley natural romana hacía libre al ciudadano y en ese carácter su libertad era parte de la res extra patrimonio. Sin embargo, era bien sabido que una deuda en un proceso privado permitía al acreedor asirse hasta con el deudor mismo y de esa forma lo público se transformaba en privado (res in patrimonio). (Monstesquieu, 2004: 199)
En su vida social, todo el derecho emanaba de las leyes sacras (tabla X), por ese motivo no era extraño observar que toda su reglamentación jurídica exacerbaba la figura del padre como sumo sacerdote y protector de culto al fuego sagrado. Pero esas costumbres no fueron eternas, y poco a poco (revolución tras revolución) fueron haciéndose cada vez más débiles. 6
En los orígenes de Roma, cada familia poseía un fuego sagrado que el padre (pater familiae) debía alimentar diariamente. Extinguido el fuego sagrado la familia y todos sus integrantes (y sus bienes) debían dispersarse o agruparse bajo otros grupos gentiles (compuestos por los integrantes de la misma gens) (Coulanges, 2005:66). El derecho sucesorio estaba muy ligado a lo sagrado; una prueba de ello es el hecho de que el culto a los familiares muertos se realizaba por línea paterna y no materna.
El padre ofrecía diversos sacrificios a sus muertos para garantizar su propio bienestar una vez en el más allá; pero esa relación no se daba sino en forma patrilineal. Específicamente, no existen indicios (históricos) de que el culto a los dioses lares “protectores” se haya realizado en forma matrilineal y tampoco que la sucesión se realizara de madre a hija sino en casos muy particulares7. Aunque obviamente, a medida que iba creciendo el Imperio las costumbres fueron haciéndose cada vez más laxas. El crecimiento de Roma como civilización fue dándose lenta y paulatinamente, cuyas consecuencias fueron notándose también en su mitología y sus costumbres morales. El profesor Jean Noel Robert nos introduce (por la segunda guerra púnica) en la paulatina incorporación de la Venus del monte Eryx, (lugar en donde se dio la exitosa ofensiva romana contra Cartago). Una forma de demostrar agradecimiento, era la veneración y el tributo a Venus.
Asimismo, esta Diosa conformada en Sicilia por costumbres orientales que los antiguos romanos de la República consideraban escandalosa trajo no pocos problemas al senado. Como bien señala el autor, “este culto siciliano, de carácter fuertemente oriental, estaba servido por esclavas de la diosa que se entregaban a la prostitución. Introducir en Roma un culto tan poco moral espantaba a las autoridades, que, sin embargo, en estos inciertos tiempos, consideraron que la victoria no tenía precio, ni siquiera el de la virtud. (Robert, 1992:17). De esta forma, el senado intentó por todos los medios aceptar a la Venus Erycina, la cual simbolizaba el desenfreno, el amor, la pasión y la lujuria, oponiendo una figura totalmente contraria a ésta: la Venus Verticordia, orientada a la virtud, la castidad, el amor como signo de belleza y pureza. Esta inevitable rivalidad, sostiene Robert, “la del placer, la Venus Erycina, y la de la virtud, la Venus Verticordia, constituye una buena imagen de la evolución de las costumbres en Roma y de la lucha del placer contra la amoral” (ibid: 17).
Tras cada conquista militar, muchas tierras eran compradas por el senado o repartidas a una suma muy cómoda, generando una nueva forma de trabajo. Numerosa cantidad de esclavos eran enviados a trabajar los campos; con la excepción de que en este nuevo sistema económico los amos no residían en los latifundios sino que se habían instalado en las grandes urbes. Finalmente, los ex propietarios de las tierras, quedaban casi acorralados en un camino de difícil solución, quedarse en los campos como arrendatarios o incorporarse a las filas de los clientes en las ciudades. (Gerlomini, 2004). Finalmente esa rígida moral patriarcal cuya máximo orgullo ostentaba el mismo Catón, fue dando lugar a un mundo controversial y ambiguo en donde el estatus de ciudadanía en ocasiones implicaba menos beneficios que un esclavo proveniente de una familia privilegiada. (Robert, 1992)
De todos modos, es conveniente mencionar que la idea de patrimonio también se encuentra unida a la de conservación. La cuestión que inmediatamente surge, es si los romanos no poseían una noción acabada sobre los que significaba el patrimonio ¿qué idea podían tener de la conservación?. Uno de los primeros pueblos en preocuparse por la conservación de sus tesoros fueron los griegos. La preocupación principal de este pueblo era conservar aquellas cosas correspondientes a su cultura pasada -considerada digna de ser conservada. En ese entonces, la tradición y la identidad de los griegos era exacerbada por sobre la de los pueblos “bárbaros” en una especie de “etnocentrismo”.
Si bien, la etno-génesis latina se cree estaba formada por un conjuntos de pueblos de la región de Lacio tales como pelasgos, sículos, savinos, latinos, etruscos también existen indicios de extranjeros como volscos, arcadios, peloponesios, troyanos y se cree algunos inmigrantes de origen griegos (entre otros); existe una fuerte influencia de la cultura griega-helénica en la forma de pensar de la Roma imperial (Martínez Pinna, 2002:174). Por esa misma influencia, entre los siglos III y II antes de la era cristiana, Roma recibía en su panteón objetos enviados de las diversas partes del globo de gran valía y que cumplían la función de recordar sus triunfos militares y de ofrendas a sus propios dioses. Los romanos eran grandes admiradores de las culturas y tradiciones conquistadas; por tanto tomaban los objetos que consideraban valiosos y los enviaban a su ciudad capital como prueba de su prestigio y poder.8 Fiel a su espíritu de pueblo elegido por los dioses, los romanos continuaron con la costumbre de preservación de los griegos. 9
En forma elocuente, el profesor Robert nos explica “no obstante, la llegada a Roma de obras de arte se iba intensificando desde principios del siglo II antes de nuestra era, hasta el punto en que ya no se fabricaban estatuas de madera o de tierra cocida para los templos, sino que en su lugar, se colocaban las pinturas y esculturas traídas de Oriente. El botín de la conquista de Asia Menor aportó a Roma el equivalente a 18 millones de denarios en forma de piezas de oro y de plata, de vasos de metales preciosos, de estatuas (ciento treinta y cuatro en total), etc. El templo de Apolo, situado en el Campo de Marte, era un verdadero museo que encerraba las mejores obras de los más grandes maestros de Rodas, de Grecia, de Asia. Muy pronto, las obras maestras no iban a adornar solamente los templos y los edificios públicos. Un nuevo tipo romano estaba apareciendo: el coleccionista privado” (Robert, 1992:246). Esta nueva moda, pronto dio origen a toda una industria basada en la fabricación y duplicación de estatus que eran enviadas (previo pago de cierta suma) como elementos decorativos a las grandes residencias de pretores, senadores, emperadores y comerciantes.
Los romanos, sobre todo los aristócratas y militares mostraban un notable apego a los metales preciosos; tanto dentro y fuera de Roma, las casas estaban decoradas con adornos de oro y plata, así como los vasos y las vasijas. En efecto, cuenta Tito Livio que a los pueblos sometidos los prefectos y generales obligaban a entregar toda clase de tesoros, joyas y metales preciosos que eran inmediatamente enviados a las ciudades principales del imperio (Liv. XXI, 60) (Liv. XXXIV, 43). La lógica expansionista romana pronto se distribuyó por todo el imperio y hacia la era de Constantino (312 A.C) se dispuso una norma legal que prohibiera la comercialización y contrabando de esos objetos. (Gonzaléz Varas, 2003:45-65) (Ballart Hernández, 2001:80) 10
Caído el imperio, Europa conocería lo que más tarde se denominaría la edad media; y con ella una etapa de oscuridad nunca antes experimentada. Luchas intestinas, monarcas despóticos y abusivos, complicaciones financieras serían parte del mapa político del continente. Dentro de ese contexto, surge el renacimiento como un movimiento que rescata los valores humanistas (subjetivos) y los ensalza con la retórica de lo bello y sublime (admirable). Entre el caos que reinaba surgen dos ciudades italianas (Venecia y Florencia) que son la cuna del movimiento y con él todo un nuevo pensamiento que intentaba rescatar lo que alguna vez habían sido los valores del imperio romano. (Burkhardt, 1985: 149-159)11
La división del trabajo
En su obra sobre la división del trabajo social, Emile Durkheim establece una diferenciación entre lo que él llama la solidaridad mecánica y orgánica. La primera vinculada al derecho represivo da cuentas de las sociedades primitivas donde la tradición y la religión están presentes en todos los aspectos de la vida social. Este tipo de grupos se destaca por una baja especialización en la tarea; su contralor las sociedades modernas basan su estructura en la solidaridad orgánica cuya máxima expresión es el derecho civil. A diferencia del primer caso, en este tipo de grupos la especialización en el trabajo se observa en grados elevados. Los movimientos de cooperación dentro de las sociedades modernas se sustentan por el contrato. A medida que este tipo de sociedades van (gradualmente) aflojando los lazos con la religión se subsumen bajo la dinámica de diferenciación y especialización profesional. Surgen así, muchas otras nuevas profesiones que hacen a las necesidades productivas de la sociedad (Durkheim, 85-125).
Si la tesis de Durkheim es correcta, no es extraño pensar en la posibilidad de que (desde los antiguos hasta nuestros días) se haya generado una especie de diversificación y multiplicación técnico burocrático que no sólo aplica para las profesiones sino también para en campos de la vida social. En parte, eso explicaría la necesidad casi compulsiva de los modernos en utilizar un vocablo con significaciones polivalentes. Evidentemente, fue durante siglo decimonónico cuando que el concepto patrimonial comienza a adquirir un significado diferente al que los antiguos le asignaban. Ya no se refería a aquel legado paterno sino más bien al objeto plausible de ser conservado; y como en el arte y en la ciencia la edad media había dejado muchos objetos de gran valor para ser conservados, surgen los intereses de los museos y coleccionistas por la adquisición de objetos antiguos.
En la actualidad el término patrimonio poco tiene que ver con la naturaleza religiosa que tenía para los romanos sino más bien con la posibilidad de almacenamiento y administración propia de las sociedades capitalistas o más precisamente con esa capacidad de restaurar, conservar y almacenar objetos de valor. En efecto, actualmente se comprende al patrimonio como el conjunto de bienes (sean estos materiales o no) que definen aspectos históricos, religiosos, sociales, gastronómicos, industriales, étnicos y culturales de un determinado grupo. Este tipo de proliferación semántica ha generado un sinnúmero de aplicaciones para la palabra que la hacen lisa y llanamente de naturaleza polisémica. Esto por sí mismo no es ni positivo ni negativo salvo por la dificultad que implica su operalización teórica dentro del ámbito sociológico-científico.
No es desacertada la apreciación de Fernandes Correa cuando señala que el concepto patrimonio se ha expandido en las sociedades occidentales producto del arte y la arquitectura, dando origen así al concepto de monumento. Por lo menos, esto parece ser más marcado por influencia de los idiomas romances y así el concepto ha fluido por las diversas áreas del conocimiento dando origen a un sinnúmero de significaciones posibles para la palabra. (Fernandes Correa, 2006:140)
En Argentina se comienza a observar una tendencia (temprana) a utilizar el término patrimonio para la conservación del medio ambiente. Desde una perspectiva política se crean dos organismos destinados para tal fin: por un lado, la comisión nacional de museos, monumentos y lugares Históricos; y por el otro la Administración de Parques Nacionales. En la actualidad, la ley 25.197 (1999) establece directamente el Régimen de Registro del Patrimonio Cultural. (Schluter, 2003:46)
Ahora bien, retomando los interrogantes introducidos en el presente ensayo: ¿cómo surge el concepto de Patrimonio turístico?, ¿cómo se introduce a la bibliografía de la disciplina?, ¿qué se entiende por Patrimonio Turístico?, ¿cómo se lo define actualmente?, ¿cuáles son los alcances y limitaciones de ese pensamiento?
El uso de la palabra Patrimonio en el turismo.
Filosóficamente hablando el turismo encierra una posibilidad de retorno. Esa factibilidad ontologíca de interpretar al ser en el ser para luego volver genera el desplazamiento pero uno incompleto. A diferencia de otros fenómenos como la peregrinación, el turismo es un viaje con viático.12 Una especie de ayuda extra-vía que no es otra cosa que la infraestructura (patrimonio) que necesita la industria para funcionar (Del Prado Biezma, 2006:21-22).
Particularmente (y enfocado desde este prisma) en el caso turístico la marcada tendencia en la utilización del término engloba, implícita y explícitamente, la necesidad de preservación de un bien. Este bien puede ser tangible, intangible, cultural o ambiental. Pero particularmente, cabe resaltar que debe ser protegido. Por tanto, el hecho de que deba ser protegido encierra que el turismo pueda dañarlo. En forma menos general, podemos afirmar que el significado de Patrimonio turístico ha de estar vinculado (en parte) con el de turismo sustentable, desarrollo local, desarrollo sustentable.
Este último fue un término pensado y desarrollado a mediados de los setenta para evidenciar y revertir los efectos nocivos (varios) que traía consigo el turismo de masas. Surge toda una escuela de la mano de Turner y Ash (1976) que se encargan de demonizar y exacerbar los efectos no deseados de la actividad. Claro que no fueron los únicos y detrás de ellos se encolumnaron otros pensadores. (Herrán, 1983) (Hesse, s/f)
Entre 1975 y 1985 dos importantes investigadores introducen el término patrimonio turístico dentro de la bibliografía clásica. En 1978, Jacobo Heytens le da al patrimonio turístico la condición de imprescindible para el desarrollo del capital turístico. El autor, comprende por tal al conjunto de recursos turísticos, humanos, financieros que corresponde y siguen las lógicas del capital; a saber masa monetaria, tierra y trabajo. (Heytens, 1978:115). Posteriormente en 1982 (a través de una publicación de Annals of Tourism Research) se dan a conocer los aportes P. Gray quien sustentaba una tesis similar al autor precedente. El patrimonio turístico era condición sin equanón del desenvolvimiento de la actividad (Gray, 1982: 32).
Para Norrild el Patrimonio “parte de la herencia o patrimonio personal y se define a través de las palabras tradición, pasado, identidad, cultura, nostalgia” (Norrild, 2006:9). Sin embargo, para el autor es su carácter simbólico el elemento más importante debido a que explicaría el como y el porque se destinan anualmente recursos para poder conservarlos. En parte, el patrimonio tiene un fisonomía similar a los valores, nos importan (valen) y por ello deben ser conservados y protegidos. La posición de Norrild, se presenta interesante en cuanto no toda pieza histórica sea considerada patrimonio por la opinión pública, como bien ella lo observa “esto último es lo que sucedió en el área –también llamado barrio del Abasto de la ciudad de Buenos Aires cuando se recicló un viejo e histórico mercado. Se lo transformó en un shopping e hipermercado que poco tiene que ver con la identidad del tango y de la clase media baja del contexto. También esto se ve reflejado en la transformación de un tradicional palacio de la elegante avenida Alvear de Buenos Aires – El Palacio Duhau – en un hotel Park Hyatt.” … “es importante tener en cuenta que no cualquier objeto antiguo constituye un bien patrimonial. Para que adquiera este carácter debe ser activado socialmente. Es decir, debe ser legitimado por la sociedad en su conjunto”. (ibid: 10)
Claro, que el uso de la palabra patrimonio en estos días está sujeta a una normativa estatutaria ya sea por decreto (en su momento) o por ley nacional. En este sentido, como adquirida (legal y racionalmente) quedan pocos lugares en donde poder improvisar un cuestionamiento teórico. No obstante, creemos necesario tomarnos el tiempo de volver a re-significar y explicar las limitaciones que encierra la definición. “Pero una vez conocida la importancia de la noción, debemos descubrir su origen. Fue el derecho el que estudió las nociones de propiedad y de utilidad de los bienes en cabeza de las personas, e instituyó la noción de patrimonio jurídico; de allí, la teoría turística elaboró el suyo: patrimonio turístico” (Jiménez Guzman, 1986:111)
A tales efectos, Jiménez Guzmán establece tres diferencias conceptuales entre el patrimonio jurídico y el Patrimonio turístico. Comprendido al patrimonio como “el conjunto de bienes que pertenecen y son útiles a una persona”; la primera es la diferencia en razón de los bienes, la segunda a razón de la pertenencia y la tercera de su utilidad (Jiménez Guzmán, 1986: 110). En el derecho, el patrimonio jurídico es valorado en dinero (compuesto por dos tipos de bienes, los corpóreos y los no corpóreos). En el turismo esto no parece ser tan así ya que a los bienes materiales (planta hotelera) y a los inmateriales (idioma o cultura) no se les puede aplicar un criterio pecuniario.
La segunda dificultad de compara ambas aplicaciones es con arreglo a la pertenencia. Según la ley los bienes deben tener una pertenencia particular. Por el contrario, el patrimonio turístico pertenece a una comunidad por tanto está sujeto a la vida social pública. Por último, en razón de su utilidad podemos decir que en terreno jurídico existen dos valores para los bienes: a) el valor económico (con arreglo al proceso de producción) y b) el pecuniario (con arreglo al valor monetario). Por el contrario, el patrimonio turístico esta conformado por bienes libres de valor pecuniario pero que pueden ser transformados económicamente (Jiménez Guzmán, 1986:112).
Consecuentemente, ¿es lícito y correcto hablar de patrimonio turístico?, pues bien si como afirma Guzmán (1986:113) “es válido afirmar que el concepto de pertenencia es aplicable, ya sea a los bienes que conforman el patrimonio jurídico, como también a los bienes que componen el patrimonio turístico. De la misma manera podemos decir que los bienes que integran los mismos tipos de patrimonios, son susceptibles de poseer utilidad económica”
El desarrollo industrial del turismo como proceso capitalista se desenvuelve dentro de un acabado mundo de institucionalización burocrática. El sustento legal da al término patrimonio su funcionalidad práctica y en consecuencia la legitimidad racional que de ello se deriva. Más específicamente, los conceptos de conservación y patrimonialización se vinculan más a la dinámica burocrática racional sistémica de los modernos que a la matriz mágico-religiosa de los antiguos. Por tanto, y como bien ha sabido notar Jiménez Guzmán la disciplina del turismo ha tomado prestada del mundo jurídico el concepto de patrimonio, no sin algunas inconsistencias; ¿podremos precisar cuáles han sido aquellas incongruencias?
En forma análoga podemos citar el caso de los Vaupés (grupo originario de Colombia) el cual nos cuenta J. Jackson han visto su cultura cosificada y comprendida como “algo a ser preservado”. En efecto, explica C. Briones “Jean Jackson se concentra en analizar grupo de la región colombiana del Vaupés… Destaca la autora que, incluso tras políticas bien intencionadas que buscan que la cultura nativa no sólo sea tolerada sino incentivada, opera una noción de cultura como algo a ser preservado… que tiende a cosificar las prácticas culturales. Estas agendas de defensa de la cultura como recurso a ser conservado estarían propiciando paralelamente, que en cierta medida, las producciones culturales se simplifiquen y folkloricen para que les sea más fácil a los ajenos entenderlas” (Briones, 1998: 196).
Esto que ya ha sido denunciado por otro autores también comprende ya no sólo una lógica hegemónica por parte de los Estados Nación al cosificar ciertas prácticas nombrándolas como “culturales” o “étnicas” sino también desmarca la posibilidad de quien asigna ese nombre sea interpelado en los mismos términos. Al llamar “turismo cultural”, a la práctica turística en pueblos “tribales” el Estado se auto-desmarca de otras clasificaciones como “Estructura hegemónica” o “Estado Blanco-Occidental”. Con referencia a la “patrimonialización” existe la misma tendencia política y elementos que componen el proceso: a) un Estado o Estructura política-económica, b) un sitio, grupo humano o práctica que tiende a ser subordinado a una estructura de mayor poder, y c) una marcación estereotípica que otorga cierto sentido y distinción manipulada.
De esta manera según nuestra autora, las estructuras –por medio de la invención de términos estereotipados- evitan la ambigüedad semántica de ciertas incongruencias internas. La necesidad de llamar a las tribus “aborígenes” los “antiguos dueños de la tierra” implica semánticamente la exclusión de toda posibilidad de que sean los “actuales dueños”; así, el Estado Democrático no ve corroída su propia contradicción ya que por un lado promueve los derechos a todos los ciudadanos, mientras por el otro relega (como lo han hecho ya por más de 500 años) al “cuarto mundo” a la más paupérrima miseria. En vez de explicar esta dialéctica por medio de la relación entre dominadores y dominados, el Estado Nacional utiliza ciertos resortes discursivos de apropiación como “patrimonio”, “aboriginalidad”, “autenticismo” o “autóctono”. Cualquier intento de los “dominados” por acceder a las formas técnicas productivas y revertir su estado, es visto por el “dominador” como una des-folklorización o mejor dicho una “desnaturalización de su tradición indígena”. Por lo tanto, vuelve éste a ser puesto en su lugar subordinado, bajo el término “patrimonialización” o “rescate cultural”. Es siempre importante para la hegemonía ideológica que “el nativo salvaje” no trascienda ese papel. Veremos a continuación como los diferentes investigadores en el área de turismo ayudan a reforzar esta lógica por medio de sentidos específicamente definidos.
Sustentabilidad del turismo con relación al patrimonio
El desarrollo turístico como elemento capaz de hacerle frente a las crisis económicas en los países sub-desarrollados ha sido ampliamente estudiado por de Kadt. En ocasiones, los esperados beneficios que promete el turismo no son tales y se hasta se producen contrarios a los intereses de la comunidad local. La reapertura del Parque Nacional Braulio Carrillo lleva a la reflexión a Juan Aguirre. En este sentido el autor sostiene “lo importante de la reapertura, no es la reapertura per se, sino lo que la reapertura implica para que el desarrollo turístico del área se haga en una forma sostenible”. (Aguirre, 2007:2)
En su desarrollo teórico, el autor menciona que el turismo debe ser comprendido como un fenómeno cultural que requiere participación y respeto. Además, señala a la población como los depositarios de esa cultura. Uno de los peligros que encierra la no protección del patrimonio histórico, natural y cultural es su degradación. Para Aguirre, el turista consume cultura quizás como una fuente perdida; entonces sostiene “lo que no debe olvidarse es que el turista, que busca el patrimonio cultural, su interés radica en ver lo que ellos han perdido, y descubrir lo que son o han sido las comunidades y su patrimonio, hoy convertidas en producto turístico. El patrimonio cultural es una utilización de la historia, un rescate de elementos del pasado desde el presente y que tiene que ser entendido como el conjunto de todos los elementos naturales y culturales tangibles o intangibles que son heredados o creados recientemente”. (ibid: 3)
Al problema de la conservación patrimonial se le agrega el desarrollo local de una comunidad pequeña. ¿Qué aportes esperar del turismo sustentable?, implícitamente plantea el autor. Su función es optimizar la satisfacción del turista, regular las consecuencias ambientales mientras que al mismo tiempo intenta el desarrollo económico en la región. Preocupado (tal vez) por los intentos fallidos en los que Costa Rica ha incursionado en el desarrollo del eco-turismo, el auto indaga sobre la exclusión de los actores locales en el proceso de producción. Podría llegar a ser interesante discutir críticamente su relevamiento de opinión sobre 155 hogares pero en realidad no hace al tema del trabajo. Finalmente, Aguirre concluye su trabajo con cierto pesimismo (no sabemos si los datos de campo lo han llevado a eso o si ha visto desvanecerse su concepto de patrimonio). 13
El escepticismo de los pobladores locales llevan al autor a cuestionarse en lo que a política de desarrollo medio ambientan se refiere. Lo que quizás Aguirre no se plantea es el centro de este trabajo ¿Por qué usar conceptualmente el término patrimonio en un trabajo que por su naturaleza no requiere del mismo?. Si en definitiva, su abordaje es sobre la percepción que los actores locales tienen del desarrollo del turismo en su zona, ¿Por qué intuir que existe en América Latina una exclusión de la población residente como actores activos en el desarrollo del turismo sustentable?, y si esto es así ¿no sería parte de un proceso socio-económico mucho más amplio?
Pues bien, en su trabajo (metodológicamente correcto) el autor no utiliza directamente el término patrimonio turístico sino que el uso que le da está relacionado con las influencias y consecuencias que el turismo ejerce sobre la población receptora. Más específicamente su trabajo versa sobre el vínculo entre sustentabilidad económica y protección ambiental y cultural. Otro de los interesantes trabajos, nos llevan en esa misma dirección.
Patrimonio, turismo y desarrollo
La antropóloga Prats en su trabajo Patrimonio + Turismo se plantea un problema que se relaciona con la debilidad teórica y metodológica que implica el desarrollo de proyectos turístico patrimoniales. El autor carga su ataque contra lo que considera términos fetiches, vacíos de significación y susceptibles de manipulación ideológica, tales que “turismo cultural”, “desarrollo”, “sustentabilidad”, “interpretación” y “restitución” entre otros. Así en su introducción ella afirma “no voy a negar, por su puesto, a estas alturas, el interés turístico del patrimonio ni tan siquiera los efectos benéficos que en muchos casos pueden tener sobre la población la realización de proyectos turísticos-patrimoniales de carácter local … pero sí me gustaría aportar algunas ideas referidas principalmente a la causalidad y metodología de esos proyectos”. (Prats, 2003:128)
En Prats el problema central a analizar es el discurso político legitimante con respecto al interés público y el proteccionismo patrimonial: así que “cuando los criterios constituyentes del patrimonio legitiman algún objeto (o conjunto de objetos), lugar o manifestación, y la autoridad científica y el consenso social certifican su valor, el elemento patrimonial en cuestión es considerado un bien de interés público y su recuperación y restauración (si es el caso), conservación y, en la medida de lo posible activación o puesta en valor, un imperativo categórico para la administración. En términos de supervivencia política, podríamos decir que recuperar y conservar (salvar) el patrimonio es siempre una actuación extraordinariamente eficaz” (ibid: 129)
¿La conservación patrimonial es conflictivamente antagónica con el desarrollo económico?, podría ser la pregunta que subyace en el ensayo de Prats. O precisamente, son los factores macro económicos aquellos que han condicionado la concepción actual del término patrimonio? (es la pregunta que el autor olvida). Es curioso, como a pesar del ojo crítico que demuestra Prats, no se cuestiona directamente ni hace una referencia a lo que se entiende realmente por patrimonio (turístico). Las relaciones entre los administradores, técnicos y actores locales obedecen a intereses propios. Para Prats el patrimonio posee una dinámica discursiva; identitaria dicho en otros términos. Su cuestionamiento radica en precisar cual es la verdadera intención que subyace en la decisión de proyectos de desarrollo local. ¿Son esos encargos factibles de llevarse a cabo o representan solamente una estrategia política?
Para responder esa pregunta establece una categoría analítica (propia) mencionando que los proyectos pueden ser deseables (ideales), razonables (factibles) y posibles (reales). Luego, Prats da algunas consideraciones que deben ser tenidas en cuenta a la hora de un diagnóstico sobre la posibilidad de “activación patrimonial”. A su ecuación inicial, la antropóloga, se agrega (ahora) patrimonio + turismo = rentabilidad política + lo que sea.
Por tanto, el autor finaliza su trabajo (teleológico) señalando que “el turismo puede representar para el patrimonio ingresos, vitalidad, y relevancia política, pero no a costa de un mercantilismo abusivo y mal entendido que, en lugar o además de centrarse en el merchandising, que es su ubicación natural, produzca un trivialización (a veces esperpéntica) de los discursos … A pesar de todo, la razón patrimonial y la razón turística, por decirlo así, en ocasiones entran en conflicto, es inevitable, y en este caso, como en todos los conflictos …lo más sensato es sentarse a negociar”. (Prats, 2003:135)
Patrimonio Alimentario: ¿un recurso turístico?
Elena Espeitx ha escrito un trabajo titulado Patrimonio alimentario y turismo. Según ella, “puede entenderse el patrimonio cultural como un puente entre el pasado y el presente de una sociedad, como herencia, como materialización de las continuidades y al mismo tiempo símbolo de su transmisión.” (Espeitx, 2004:194)
En su avance teórico, Espeitx toma un concepto prestado de Prats y nos explica que patrimonializar sugiere activar ciertos elementos potencialmente patrimoniales. A través de la patrimonialización se construye la identidad de los grupos y en este sentido su observación es muy acertada. Aunque existen ciertos reparos cuando afirma que todos los elementos culturales pueden ser patrimonizables. Pero su tema va más allá del patrimonio cultural en sí; y plantea un puente conceptual entre la cultura y el patrimonio alimentario. Más específicamente, Espeitx se plantea un problema de difícil salida. Si ya el vocablo patrimonializar parece polémico, más aún lo será cuando el autor incluya a la modernidad en su desarrollo teórico.
¿Qué papel juega la modernidad en la patrimonialización de los bienes culturales?, o mejor dicho de los alimenticios. Por eso, la modernidad traería consigo una doble dinámica que por un lado lleva a la diversifición del consumo (alimentos) pero por el otro a la homogeneización de los parámetros de producción. Por otro lado, el autor habla de la institucionalización del patrimonio alimentario que obedece a una lógica económica de producción diferenciada pero con escasa autenticidad. Ahora bien ¿cuál precisamente es el papel del turismo en todo esto?
Espeitx sostiene que el turismo ofrece “terreno abonado” para la valoración del patrimonio gastronómico. “que el turismo es hoy una actividad económica relevante es sabido, también que el patrimonio se ha visto como un recurso para atraer visitantes. Se ha afirmado que el recurso turístico del patrimonio cultural destaca por la facilidad para seleccionar elementos de un amplio stock para lograr un producto fácilmente aceptable por el mercado” (ibid: 200). A diferencia de los autores anteriores, en Espeitx el patrimonio ejerce una doble influencia. Por un lado requiere de conservación pero por el otro merece y desea ser explotado. Así se menciona como stock (plausible de ser almacenado) a aquellos elementos de la gastronomía que puede ser insertos en el mercado turístico.
Para terminar, el autor menciona al patrimonio alimenticio como asociado a tres placeres: el placer del ocio, de conocer y de comer -como tres tendencias del mundo turístico (moderno).
Principalmente por ser comestible, el patrimonio gastronómico posee ciertas particularidades. Por un lado, al ingerirse se reproduce y modifica constantemente; también satisface una necesidad biológica; en tercer lugar, proporciona placer a los sentidos con mayor eficacia que el consumo de otros bienes; y por último involucra a una abanico de actores económicos como agricultores, y artesanos entre otros. Hasta aquí esperamos haber reflejado (fielmente) el pensamiento de Espeitx en cuanto al tema en estudio. Sin embargo, caben algunas mediaciones en su forma de abordar el fenómeno. En realidad la cultura (patrimonio) no se reinventa en comodidad de los potenciales consumidores (turistas) que hasta degradan la originalidad (de ese patrimonio); sino que por el contrario el mercado es parte (en pequeñas proporciones) de la cultura. Por tanto, es erróneo pensar que el turismo inicia procesos de patrimonialización (significación) de los elementos gastronómicos sino más bien que los procesos culturales, económicos y sociales inician significaciones específicas como el turismo. 14
En parte, los turistas por estar liberados de las normas que los someten a sus grupos de pertenencia muestran una tendencia a valorar todo aquello que no es encontrado en su lugar habitual de residencia (hasta cierto punto es una tendencia que se ha mantenido a través de los tiempos). Si distinguimos esto, podremos (entonces) separar a la cultura del patrimonio. 15 Tampoco son la demanda del mercado ni mucho menos los efectos de la modernidad los que diversifican las cosmovisiones y las ofertas patrimoniales. La tesis de Espeitx es válida sólo invirtiéndola: la significación cultural se transforma acorde a las necesidades humanas. Dentro de este campo, los procesos de producción capitalistas basados en una estructura burocrático-legal han cambiado la forma de simbolizar ciertas construcciones: entre ellas el significado del término patrimonio. Ya no se utiliza al vocablo como legado religioso sino como parte de un proceso de almacenamiento, control y racionalización mucho más extenso.
La cultura (identidad) está compuesta por varios elementos tales como la historia, los valores, los ritos, las pautas normativas, los héroes, los mitos entre otros. Por sí mismo, como lo notó Geert Hofstede cada uno funciona como una capa de cebolla -que va de la más superficial y observable a la más profunda e imperceptible; para Hofstede los valores culturales e identitarios se ocupan en la zona más inexplorada y es casi imposible poder observarlos con claridad (Hofstede, 1999:20-60) 16. Esta idea parece cuestionar que el patrimonio turístico tenga la posibilidad de “sintetizar” los valores, la historia de los pueblos y sus comunidades, dando origen a sí a ciertas vivencias, identificaciones y representaciones simbólicas comunes. (Prats, 2003) (Mondino, 2004) (Espeitx, 2004) (Aguirre, 2007) 17
Llegado hasta este punto del análisis: hablar, planificar, estudiar y conjeturar sobre el patrimonio turístico no es acertado ni desacertado. Los autores, hasta (aquí) citados son investigadores de respetabilidad intelectual y académica; no obstante es necesario algún tipo de aporte crítico no ya sobre los efectos del turismo, sino sobre algunos conceptos institucionalizados. ¿De que hablamos realmente, cuando hablamos de patrimonio?
Acertadamente y en concordancia con nuestra hipótesis, Fernández de la Paz sostiene que “en principio, el término patrimonio nos remite a la idea de unos bienes que se poseen, ya sea por herencia o por haberlos ido acumulando en el transcurso del tiempo. Pero esta idea no ha existido siempre ni en todos los lugares… estamos, por lo tanto, ante una construcción social y, como tal, históricamente modificable en función de los criterios o intereses que determinan nuevos fines y nuevas circunstancias” (Fernández de la Paz, 2006:2) 18
En su análisis crítico sobre la Guía Azul, Roland Barthes sugiere que entre la promoción de sus espectáculos turísticos difícilmente encontremos la llanura, sino siempre la montaña y la meseta como formas de un inventario social definido. “El viaje de la Guía Azul se revela, así, como un ordenamiento económico del trabajo, el sucedáneo fácil de la marcha moralizante. Es bueno recordar que la mitología de la Guía Azul proviene del último siglo, de esa fase histórica en que la burguesía gozaba de una especie de euforia absolutamente fresca al comprar el esfuerzo, conservar la imagen y la virtud de ese esfuerzo y, a la vez, no sufrir sus molestias” (Barthes, 1997:125). La tesis del autor apunta a la construcción de ciertos tipos ajenos a la historicidad de los individuos. De esta manera, la etnia hispánica sólo se transforma en un simple “ballet clásico” cuya tarea enmascara las condiciones reales de los oficios y de las clases. En efecto, la guía sólo se detiene en una mitología burguesa permitida como valor fundamental de la cultura pero que prosigue la lógica del almacenamiento apropiativo. Esta clase de libros, no se orienta a describir la lucha entre “musulmanes” y “cristiano” sino a exacerbar la cantidad de habitaciones y beneficios materiales de una infraestructura burguesa específica.
Pero, ¿resuelve lo expuesto el como se han de llevar a cabo estos procesos de burocratización patrimonial?. En este sentido, Dacosta nos explica sobre los mecanismos intervinientes (de mercado) en la “musealización de la tradición” cultural; los cuales pueden ser tomados en cuenta como explicativos al problema planteado. Las sociedades poseen bienes materiales e inmateriales; éstos van quedando obsoletos acorde al paso del tiempo. El valor de estos objetos puede ir en aumento en el caso en que la sociedad así lo considere o en baja. La necesidad emocional de revivir ciertos objetos tradicionales en conjunción a la tendencia económica a crear nuevos bienes de consumo genera un efecto paradojal. Por un lado, las formas inmateriales comienzan a sufrir una mutación en su significante y finalmente se sustituye por un “falso canon”. Es una especie, de “metamorfosis” de la tradición en folclorismo. De esta forma, la industria se consolida como productora de bienes alienantes aunque factibles de generar identidad distorsionando (a su vez) la verdadera tradición (Dacosta, 2008). En otras palabras, hablaríamos de una “patrimonialización del patrimonio.”
En concordancia con lo expuesto, Gloria Lacarrieu explica que bajo ciertas circunstancias el Patrimonio se convierte en un instrumento simbólico y político para excluir a ciertas “minorías indeseables”; con este procesos se abre una canal de territorialización con arreglo a mecanismos de segregación específicos. Para ser más exactos, con respecto a la ciudad de Buenos Aires, la autora escribe “merecer la ciudad ha sido el tópico desde el cual se ha buscado centralizar la misma, en una diferencia contundente respecto a otras ciudades latinoamericanas. Asimismo, ha contribuido a homogenizar social y urbanísticamente el territorio, potenciando la idea de un centro consolidada desde una perspectiva vinculada a la de barrio – el barrio es sinónimo de integración y también de ciudadanía y en ese sentido es el opuesto de las villas que se quisieron erradicar”. (Lacarrieu, 2003: 5)
En efecto, el régimen de Reorganización Nacional que tomó el gobierno argentino en 1976 intenta erradicar ciertas zonas estigmatizadas como no deseables para “la buena convivencia de los vecinos de la ciudad”; para ello, organiza un plan desalojo masivo junto a ciertas modificaciones normativas en el código urbano. Entre las medidas, informales que toma se encuentra el decreto por el cual nombran al barrio de San Telmo centro histórico (1978). En consecuencia, Lacarrieu sostiene “el patrimonio funcionó como otro de los recursos que estratégicamente utilizaron para ejercer el control social. Inventar patrimonio/monumentalismo, fue indisociable de la idea de fortalecerla visión de centralidad bajo los parámetros de la comunidad nacional”. (ibid: 7)
Conclusiones
Es posible, que la economía capitalista no tenga las mejores intenciones para con los pueblos que subsume; lo cierto es que como bien afirmó Esteva no puede evitar el surgimiento de movimientos de resistencia por doquier. “En tanto que construcción conceptual, la economía se esfuerza y lucha por subordinar a su gobierno y por subsumir bajo su lógica cualquier otra forma de interacción social en cada una de las sociedades que invade. En tanto que diseño político, adoptado como propio por algunos, la historia económica es un relato de conquista y dominación. Lejos de ser la evolución idílica pintada por los padres fundadores de la economía, la emergencia de la sociedad económica es una narración de violencia y destrucción; que a menudo adopta un carácter genocida. No puede maravillar, pues, que por todas partes aparezcan resistencias”. (Esteva, 2000: 88)
Sin embargo, la resistencia se presenta como una reacción cuando el “virus” se encuentra dentro del organismo; y como en tal caso, los virus no son sensibles a la medicación, el capitalismo tampoco lo sea a los movimientos de resistencia. Como ya se ha visto hasta ahora, el término patrimonio posee una variante de significaciones y aplicaciones diferentes. A la ya tradicional definición de patrimonio como conjunto de bienes se suman otras nuevas que hacen referencia a la posibilidad de sintetizar elementos de los valores o la cultura. En la antigüedad los romanos comprendían al vocablo como aquello que se delega por parte del padre. Su vínculo a la vida social de ese entonces estaba forjado por la religión y el culto a los dioses lares. Acorde a esta explicación, las cosas (res), podían clasificarse res in patrimonio y res extra patrimonio. Aunque jurídicamente, no existía una codificación precisa para la palabra, los romanos tenían muy presente la idea de conservación (heredada de los griegos).
Evidentemente, fue durante el siglo diecinueve cuando que el concepto patrimonial comienza a adquirir un significado diferente al que los antiguos le asignaban. Ya no se refería a aquel legado paterno sino más bien al objeto plausible de ser conservado; y como en el arte y en la ciencia la edad media había dejado muchos objetos de gran valor para ser conservados, surgen los intereses de los museos y coleccionistas por la adquisición de objetos arcaicos. El término es introducido en el turismo (legado de la ciencia jurídica) por primera vez a través de los estudios de J. Heytens (1978) y P. Gray (1982) donde se hacia referencia al patrimonio como elemento fundamental de la actividad turística. Desde ese entonces, un número cada vez mayor de investigadores ha desarrollado interesantes trabajos relacionados al concepto de patrimonio turístico. Sin embargo, pocos se han cuestionado realmente (desde un punto de vista crítico) lo que se entiende por tal. Según los trabajos de reconocidos investigadores en la materia pudimos establecer (en ellos) los siguientes puntos en común (Prats, 2003) (Mondino, 2004) (Espeitx, 2004) (Aguirre, 2007).
- El patrimonio turístico como proceso activar de la participación económica local.
- El patrimonio como recurso y discurso de poder político.
- El patrimonio como conjunto de bienes (objetos) capaces de ser (valorados) almacenados (stock).
- El patrimonio (y también el turístico) actúa como sintetizador de valores culturales (intercambio mercantil), estableciendo un puente entre la historia y el presente.
- El patrimonio exige ser conservado y preservado de los efectos de la economía de mercado global.
Finalmente, para comprender los motivos por los cuales el término (significado) ha mutado en la historia del hombre, es necesario abordar la génesis del capitalismo como proceso burocrático (en el sentido weberiano) con bases en el tipo legal-racional (desarrollo jurídico) de control y eficacia administrativa orientada a resultados. En este sentido y aún con sus limitaciones, Weber sigue siendo un precursor cuyos postulados han sido de gran valía en el estudio del problema.
Como acertadamente sostiene Berger, “incluso si algunas de las respuestas de Weber son problemáticas, no cabe duda que sus preguntas siguen teniendo completa vigencia en la actualidad. La obra de Weber continúa siendo un elemento de construcción muy importante para cualquier teoría sobre la modernidad e, ipso facto, para cualquier teoría sobre el capitalismo”. (Berger, 1989:37)
En la actualidad podemos afirmar que el fenómeno se ha extendido (como jaula de hierro) a todos los sectores de la vida social. La diversificación y el control son dos elementos muy presentes en las definiciones modernas de patrimonio. A diferencia de la forma que tenían los antiguos de comprender el término, en las sociedades occidentales modernas se vincula discursivamente a la preservación y al patrimonio con los conceptos de producción, almacenamiento y control. Esto, no sólo que lleva a confusión sino que además pretende ser un alegato en contra del avance desmedido (voraz) de los intereses económicos. Así, el patrimonio se convierte en un bastión de legitimidad, identidad, autenticidad y defensa de los valores culturales frente a la homogeneización (institucionalización) del régimen capitalista. En la actualidad, es posible (entre otras cosas) que el Patrimonio funcione como un mecanismo de elusividad política en donde se marque la pertenencia de ciertos grupos privilegiados y la no inclusión de ciertos “otros”.
La idea, entonces, a grandes rasgos es que los procesos de construcción patrimonial se encuentran sujetos a principios políticos de construcción hegemónica y unicultural. Bajo el miedo a la desaparición y la necesidad de preservación se tejen tramas densas de intereses más profundos y complejos. Patrimonializar un sitio o un momento, es un ejercicio de poder político y económico el cual arbitrariamente fija los hechos imponiendo memoria (que recordar y que no, además de cómo hacerlo) y su manipulación “esquizoide” por medio de los procesos de producción capitalistas.
Al respecto ha explicado Ruiz Doménec, “el efecto negativo del capitalismo en los últimos años ha hecho difícil aceptar solamente que gracias a él fue posible una forma de vida propiamente europea, que alcanzó un primer esplendor en la exploración del mundo y el desarrollo del cálculo. Riesgo y sentimiento de culpa se enfrentan a lo largo del siglo XI: el primero trata de corroer todos los valores heredados de la Edad Media; el segundo fomenta ese deseo en el que se han fundado desde siempre religiones e ideologías. No pueden conciliarse, aunque muy pronto encuentran un territorio común, que es el territorio de la ambigüedad” (Ruiz Doménec, 2004:233).
En este caso, lo que, tal vez, los pensadores de nuestra época no comprendan es que ya estamos insertos en él. Una de las primeras cuestiones que ha institucionalizado el proceso capitalista es el conocimiento y el uso semántico de los conceptos. Claro que únicamente, mediante un aporte crítico puede (volver a) comprenderse realmente los significados que alguna vez nos han pertenecido. Alienación conceptual podría ser un término útil para abordar el tema en próximos trabajos. 19
* Maximiliano Korstanje es Licenciado en Turismo por la Universidad de Morón, Pcia. de Buenos Aires, Argentina y candidato a Doctor en Psicología Social por la Universidad John. F. Kennedy, Buenos Aires, Argentina. Trabaja su tesis doctoral sobre el miedo a los viajes aéreos y terrestres en contextos urbanos.
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1 Una aclaración que a nuestro juicio es considerada importante es que como teórico de la religión, Max Weber ha sido ampliamente criticado sin embargo ha sabido apuntalar (como nadie lo ha hecho hasta hoy) la relación existente entre el capitalismo y el tipo legal racional. Antes que el sociólogo de la religión, Weber debería ser considerado el sociólogo del capitalismo. Su contralor, Carl Marx (a pesar de su aporte al tema) no ha sido incluido en el siguiente trabajo por dos motivos principales: por un lado, la preocupación de Marx era puramente religiosa y no económica por el otro su concepción de la lucha de clases y el fin de la historia no son pertinentes a este tema. Sin embargo, análogamente a Weber, Marx exige ser comprendido como el sociólogo de la religión y no del capitalismo. Para quienes quieran adentrar en tema recomendamos La Cuestión Judía. Carl Marx. 2005. Nuestra América Editorial.
2 En la tabla cinco: Veteres enim voluerunt feminas etiamsi perfectae aetatis sint propter animi leviatem in tutela esse … exceptis virginbus Vestalibus, quas liberas esse vuluerunt: itaque etiam lege XII tabularum cautum est. Quipus testaento… tutor datus non sit, iis lege XII agnati sunt tutores. Si furiousus escit ast ei custos nec escit, agnatum gentiliumque in eopecuniaque eius potstas esto. Los ancestros quisieron, así, que las mujeres, incluso adultas, quedasen bajo tutela en razón de su ligereza de espíritu… salvo las vírgenes Vestales que quisieron fueran libres: y así se previene en la ley de las XII tablas. Quienes no hayan recibido tutor por testamento, por la ley de las XII tablas tendrán como tutores a sus agnados. Si alguien está loco y no tiene custodio, que la potestad sobre él y sus bienes sea de sus agnados y gentiles. (Fuente: Dr. G Fatás, Universidad de Zaragoza. Disponible en http://FyLunizar.es/Hant/index/htlm. La ley de las XII Tablas. 451-450 A.C. Selección y Traducción.)
3 En la tabla cuatro: Si pater filium ter Venus duvit filius a patre liber esto. Si el padre ha vendido por tres veces al hijo quede éste libre de su padre. (Fuente: Dr. G Fatás, Universidad de Zaragoza. Disponible en http://FyLunizar.es/Hant/index/htlm. La ley de las XII Tablas. 451-450 A.C. Selección y Traducción.)
4 Con referencia a la relación que existe entre testamento y virilidad, algunos han intentado vincular a testis con la palabra testículo. Existe la creencia que al jurar decir la verdad, el hombre romano se tomaba sus genitales como simbolizando ser capaz de perder lo que sea por su verdad. De esta forma, se creía que habían nacido los testigos y de ellos los testamentos, testimonios etc. Si bien, esta hipótesis puede ser elocuente no ha sido comprobada. Lo real, es que testículo (testiculus) deriva de dos palabras testis y culus. El primer término deriva Testa (cabeza) y el segundo hace referencia a un diminutivo. Esto supone (entonces) que testigo es alguien que se juega su cabeza y no que sólo los hombres podían ser testigos o testar. De hecho, existe evidencia de que la palabra TESTAMENTUM deriva de la raíz testis, la cual a su vez se descompone en tres más sto. Así, Servio Sulpicio sentó precedente con testatio mentis algo similar a testimonio de voluntad y luego fue un término usado por sus seguidores. Otra concepción etimológica entiende que testamento deriva de testibus mentio (declaración de testigos). Luego del verbo testor salieron significaciones que hacían pie en esta teoría. Entre ella la famosa testor omnes deos. (pongo a dios de testigo)
5 Tabla XII: ex maleficio filiorum familias servorumque… noxales actions proditae sunt, uti liceret patri deminove aut litis aestimationem suffere aut noxae dedere… constitutae sunt autem noxales acciones aut legibus aut edicto praetoris: legibus, velus furti lege XII tabularum. Los delitos de los hijos de la familia o de los esclavos generaran las acciones noxales, para que el paterfamilias o el amo pudiera a su elección o exponerse a la estimación de un juicio o entregar al culpable… Las acciones noxales se instituyeron mediante leyes o por el edicto del pretor: mediante leyes, como la de las doce tablas. (Fuente: Dr. G Fatás, Universidad de Zaragoza. Disponible en http://FyLunizar.es/Hant/index/htlm. La ley de las XII Tablas. 451-450 A.C. Selección y Traducción).
6 Para no caer en vagas generalizaciones en lo que respecta a culto y patrimonio, lo importante es comprender el rol que jugaba en la vida social el culto a los “lares” muertos. El patrimonio cumplía (así) una función muy similar al culto (religare) estableciendo un vínculo entre lo heredado por el padre y lo transmitido al hijo.
7 Tabla X: Hominem Mortem in urbe ne sepelito neve urito. Que no se entierre ni queme cadáver en la ciudad. (Fuente: Dr. G Fatás, Universidad de Zaragoza. Disponible en http://FyLunizar.es/Hant/index/htlm. La ley de las XII Tablas. 451-450 A.C. Selección y Traducción.)
8 La noción de mundus se estima deriva de una especie de tocador que usaban las mujeres romanas. Como símbolo de belleza, se aplicaba a una ideología cultural que vínculaba lo romano con lo bello. Así se utilizó en Digesto y desde entonces fue usado como sinónimo de naturaleza; pero exclusivamente de naturaleza romana. Quien quiera profundizar en el tema lea Vázquez de Menchaca, Fernando. Controversiarum illustrum aliarumque usu frequemtium, libri tres. 1563. (1931) ed. Fidel Rodríguez Alcalde, 3 vols. Valladolid, España.
9 Cabe mencionar que existía una diferencia entre la civitas romana y la griega. Si bien, ambas eran producto de la polis (ciudad), en el caso griego sólo era aplicable para los que formaban parte de la comunidad. Los barbaroi, como llamaban los griegos a quienes no hablan su idioma, no tenían la habilidad de la phonesis (razón práctica) y por lo tanto (en conjunción con el mismo aristóteles) legitimaban el concepto de esclavitud natural..Por el contrario, para los romanos la civitas estaba directamente emparentada con la noción de imperium. Recordemos, que imperium tenía (también) una significación diferente a la que se le da en la actualidad y era utilizado como término político para simbolizar el orden de un vasto, diverso y extenso cuerpo de pueblos que estaban unidos al mundo romano. Fue del sincretismo de estos dos coneptos que surgió durante los siglos XV al XVIII la ideología de los imperios español, frances e inglés; y con ellos el comienzo del proceso de producción y acumulación capitalista.
10 Para aquellos que quieran profundizar en la concepción que los romanos tenían de imperium y su influencia en los modernos (conditores imperiorum) recomendamos la obra de Pagden, Anthony. Señores del todo el Mundo. 1997. Editorial Península. Pp. 9-52.
11 Jacob Burkhardt (1985) denomina al renacimiento como el resurgir de la antigüedad y con él toda una tendencia a la preservación histórico-cultural. En uno de sus pasajes, el autor destaca “las propias ruinas de Roma gozaban entonces de una veneración muy distinta de la que inspiraban cuando fueron escritas obras como Mirabillia Romae o la compilación de William de Malmesbury (pp.153)… entre tanto con las excavaciones, aumentó el conocimiento objetivo de la Roma antigua. Ya en tiempos de Alejandro VI se estudiaron los llamados grotesco, es decir, las decoraciones antiguas de muros y bóvedas, y se encontró en Porto d` Anzo el Apolo del Belvedere; con Julio II vinieron los gloriosos descubrimientos del Lacoonte de la Venus vaticana …después de amargos lamentos sobre la destrucción, que continuaba aún bajo Julio II, pide al Papa protección para los escasos testimonios que quedaban de la grandeza y la fuerza de aquellas divinas almas de la Antigüedad, con cuyo recuerdo se inflaman todavía hoy los que son capaces de algo grande (Pp. 158) … Aparte del celo arqueológico, y solemne emoción patriótica, las ruinas, en sí mismas, como tales ruinas, despertaban una emoción elegíaco-sentimental. Ya en Ferrara y en Boccaccio encontramos resonancias de este género. Piggio hace frecuentes visitas al tempo de Venus y Roma, creyendo que era el de Castor y Pólux … y con Polífilo aparece muy pronto la primera imagen de ruinas idealizadas, provistas de la correspondiente descripción: restos de poderosas bóvedas y columnatas, entre las cuales se yerguen viejos plátanos, laureles y cipreses y crece una tupida maleza. En la historia sagrada se hace costumbre –apenas sabríamos ver por qué razón- representar el nacimiento de Cristo en las ruinas, lo más espléndidas posible, de un Palacio. Que, finalmente, la ruina artificial llegara a ser obligada en los jardines más suntuosos, es sólo una manifestación práctica del mismo sentimiento”.(Pp. 159).
Ya en ciudades como Florencia o Venecia se encontraban los primeros indicios de capitalismo mercantil; si bien este hecho es confrontado directamente con la tesis de Max Weber, varios son los indicios que llevan a tal suposición. Para quien quiera ahondar en detalles recomendamos el libro Massot, Gonzalo Vicente titulado Max Weber y Su Sombra: la polémica sobre la religión y el capitalismo. 2da edición 1986. Grupo Editor Latinoamericano.
12 La etimología del término peregrinación proviene de per agregre que significa ir por el campo. Claro, los romanos comprendían a la vía como el camino que guiaba el viaje. Los desplazamientos que se hacían por fuera de esa vía eran consideradores per agrere (viaje sin viático de viaticum donde vía es camino y cum se refería a una ayuda externa que facilitaría el viaje).
13 El autor advierte “el turismo sostenible es hoy una especia de concepto mágico, todos lo buscan y hablan de él, opinan y discuten sobre éste y sin embargo es una realidad que parece nos evita una y otras vez”. Pp 13.
14 Esta forma en el pensamiento se observa en los otros autores citados: Aguirre, y Prats.
15 Volviendo a la etimología de los antiguos: Cultura deriva de culto como sinónimo de rito religioso y es precisamente que también surgen otras significaciones como cultivo o cultivar. En cierta forma, el trabajo, la religión, el territorio y la cultura están emparentados.
16 Aunque el mismo Hofstede haya caído en la tentación de comparar, evaluar y observar los valores culturales en forma científica.
17 Entiéndase político no como un grupo privilegiado o como mandatario sino como la necesidad humana de administrar poder.
18 El autor desarrolla una interesante reflexión sobre la evolución del término y la manera en que es concebido el patrimonio como tesoro. La filosofía ilustrada dio origen al valor histórico como producto de la instrucción pública. En los años de la Revolución Francesa, muchos museos fueron recibiendo diversos objetos provenientes de las conquistas napoleónicas como símbolo de la superioridad francesa. Pero no será sino hasta mediados del siglo XX cuando surja (UNESCO-1954) el concepto de bien cultural sin diferenciación entre lo material y lo inmaterial. Tal vez, hubiera sido más rico para el análisis del autor, realizar comparaciones más precisas con los antiguos (romanos) para comprender que la tendencia a valorizar los objetos conquistados como símbolo de poder no es un producto (exclusivo) ni del siglo decimonónico ni de los posteriores. Claro está que conservación y patrimonio no deben necesariamente ser comprendidos (como en la actualidad) en forma complementaria.
19 Cuando decimos los significados que nos han pertenecido, hacemos referencia al vaciamiento de sentido de las palabras. En efecto, cuando un término es usado repetidamente y con varias significaciones su sentido original se pierde. Esto conlleva a un problema mucho más agudo todavía y sin una compresión cabal del problema que se pretende estudiar todo análisis está limitado como aquel loco que viste una camisa de fuerza.
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