Argentina
y el fortalecimiento del Mercosur
Renan
Apolônio de Sá Silva
RESUMEN
El
artículo analiza la evolución, estructura institucional y desafíos del Mercado
Común del Sur (Mercosur), con especial atención al rol de la Argentina dentro
del bloque. Se destaca que, desde su creación en 1991, el Mercosur ha sido
fundamental para promover el comercio regional, especialmente entre Argentina y
Brasil. No obstante, su diseño institucional, fuertemente intergubernamental y
carente de órganos con autonomía real, ha limitado su eficacia y desarrollo
sostenido. La participación argentina ha variado según sus coyunturas políticas
y económicas internas, lo que ha impactado directamente en la estabilidad y
proyección del bloque. En momentos de mayor alineación con Brasil y estabilidad
interna, Argentina ha contribuido al fortalecimiento del Mercosur; en cambio,
en períodos de crisis o desacuerdo político, su papel ha sido más débil e
inconsistente. Finalmente, se plantea que el fortalecimiento del bloque
requiere dos ejes clave: la incorporación de nuevos miembros, como Bolivia y
Chile, y una reforma institucional que otorgue mayor autonomía y capacidad de
acción a órganos como el Parlamento del Mercosur y el Tribunal Permanente de
Revisión. Estas medidas permitirían avanzar hacia una integración regional más
sólida, técnica, representativa, y ventajosa para la República Argentina.
ABSTRACT
This
article analyzes the evolution, institutional structure, and challenges of the
Southern Common Market (Mercosur), with special attention
to Argentina's role within the bloc. It highlights that, since its creation in
1991, Mercosur has been instrumental in promoting regional trade, especially
between Argentina and Brazil. However, its institutional design, strongly
intergovernmental and lacking bodies with real autonomy, has limited its
effectiveness and sustained development. Argentina's participation has varied
according to its internal political and economic circumstances, which has
directly impacted the bloc's stability and projection. In times of greater
alignment with Brazil and internal stability, Argentina has contributed to
strengthening Mercosur; however, in periods of crisis or political
disagreement, its role has been weaker and inconsistent. Finally, it argues
that strengthening the bloc requires two key pillars: the incorporation of new
members, such as Bolivia and Chile, and institutional reform that grants
greater autonomy and capacity for action to bodies such as the Mercosur
Parliament and the Permanent Review Tribunal. These measures would allow
progress toward a more solid, technical, representative, and advantageous
regional integration for the Argentine Republic.
1 - El Mercosur
El
acontecimiento internacional más importante en Sudamérica de la década de 1990
fue, sin dudas, la creación del Mercado Común del Sur (Mercosur), por medio del
Tratado de Asunción (1991). En sus inicios, el Mercado Común tuvo como
principal objetivo facilitar el comercio entre sus Estados fundadores, Uruguay,
Paraguay, Argentina y Brasil, en especial entre esos dos últimos (ZELICOVICH,
2020).
Al
Tratado de Asunción lo complementan otros acuerdos, los Protocolos. El primero
de esos Protocolos, el de Ouro Preto (1994), estableció los principales órganos
del Mercosur: el Consejo del Mercado Común, Grupo Mercado Común y la Comisión
de Comercio. Todos esos órganos son esencialmente intergubernamentales, es
decir, se componen de integrantes de los poderes ejecutivos de los
Estados-parte, en especial sus Jefes de Estado/Gobierno, Ministros de Relaciones
Exteriores, Ministros de Economía o equivalentes, o sus representantes.
Los
brazos legislativo y judicial del bloque fueron creados posteriormente. El
Parlamento del Mercosur (PARLASUR), en 2005, por el Protocolo de Montevideo, y
el Tribunal Permanente de Revisión (TPR), por el Protocolo de Olivos, en 2002.
Mientras el Parlasur es un órgano compuesto por miembros de los poderes
legislativos de los Estados-parte (a excepción de los argentinos, elegidos
directamente por los ciudadanos), el TPR está compuesto por juristas indicados
por los poderes ejecutivos de los Estados-parte. Si bien poseen normas internas
creadas por sí mismos, ambos órganos son reglamentados por normas aprobadas por
el Consejo del Mercado Común y Grupo Mercado Común, o sea, por los poderes
ejecutivos nacionales.
Además,
hay que señalar que no hay un sentimiento cultural o político de ciudadanía
mercosureña, es decir, no hay una relación directa entre la ciudadanía y el
Mercosur, todo está mediado por los gobiernos de los países integrantes del
bloque, lo que hace que los ciudadanos de los Estados-parte no sientan una
identificación o relación de pertenencia personal con el bloque como sienten
con sus municipios y sus países.
2 - La Argentina en el Mercosur
Es
muy importante para la Argentina su participación en el Mercosur, por una
cuestión vital: su relación con Brasil. En las primeras dos décadas de
existencia del bloque, los gobiernos argentino y brasileño estuvieron muy
alineados, porque había una coincidencia entre las tendencias políticas de sus
gobiernos.
En
un primer momento, eso se dio con el neoliberalismo de Carlos Menem y Fernando
Henrique Cardoso, lo que posibilitó la consolidación del bloque al establecer
su principal finalidad, de facilitar el comercio entre los países de la región.
Luego, con gobiernos más volcados a políticas sociales, de Lula da Silva y
Dilma en Brasil, y Néstor y Cristina Kirchner en Argentina.
Sin
embargo, en los últimos diez años las coincidencias en temas ideológicos y
prioridades regionales son cada vez más excepcionales (tanto en los tres años
en que Jair Bolsonaro y Alberto Fernández coincidieron en el poder, como en los
actuales mandatos de Lula y Milei), y la regla parece ser el descompás entre
los gobiernos de los países líderes del Cono Sur.
Ello
ha trabado negociaciones y ha traído desprestigio al bloque, a punto de que
muchos cuestionan si el Mercosur tiene alguna utilidad real práctica, ya que no
es un mecanismo eficaz por sí mismo, siendo dependiente de la coyuntura
política interna de Brasil y Argentina. Aún así, el interés de ambos países es
prácticamente siempre el mismo: mejorar el comercio bilateral.
Eso
hace que los otros dos países fundadores del bloque, Uruguay y Paraguay,
adopten reacciones contrarias a la concentración de poder entre Argentina y
Brasil, y por veces amenacen salir del bloque o cuestionen sus propósitos
(ACCINELLI y SUÁREZ, 2008). Venezuela, desde la suspensión de su condición de
miembro pleno del Mercosur poco y nada ha hecho para recuperar la plena
membresía, lo que demuestra el poco interés que el bloque le despierta. Cuanto
a Bolivia, flamante integrante de la familia mercosureña, hay que esperar a ver
qué postura va a adoptar en el mercado común.
Por
la misma razón que llevó a la creación del bloque en los 90 el Mercosur todavía
es importante para la Argentina: el comercio con Brasil. Según indica Julieta
ZELICOVICH (2020), el comercio bilateral ha evolucionado de modo que la
Argentina es cada vez más dependiente de la economía vecina.
De
hecho, Brasil es el principal destino de las exportaciones argentinas y el
principal origen de sus importaciones, haciendo del país el principal socio
comercial de Argentina, aunque Argentina es solo el tercer socio comercial más
importante para Brasil. Apesar de ello, desde la creación del Mercosur, el
comercio bilateral ha crecido significativamente, más que cualquier tasa de
importación o exportación de Brasil y de Argentina con otros países del mundo
(AMAR y DÍAZ, 2018).
Por
eso, el Mercosur, bloque en el cual Argentina es la segunda mayor economía, es
clave en su política externa, por ser una forma de mantener estrechos lazos con
su principal socio comercial. En ninguna otra organización internacional la
República Argentina está tan cerca del país con el tiene su mayor comercio
bilateral, compartiendo el liderazgo político y económico de la integración
regional.
3 - Debilidades del bloque
El
gran problema está en que el Mercosur es un organismo muy dependiente de las
relaciones intergubernamentales de los países que lo componen, es decir, no hay
órganos mersocureños con competencia en sí mismos para implementar políticas.
Siquiera políticas comerciales, lo que debería ser el punto focal de todo el
sistema Mercosur. Todo depende directamente de la relación entre los gobiernos
y de los acuerdos que estén dispuestos a hacer.
Por
esa razón el Mercosur no ha evolucionado lo suficiente, es decir, sus
instituciones no han alcanzado suficiente autonomía ni poder efectivo. Tampoco
hay normas que establezcan obligaciones en contra del interés de los gobiernos
nacionales en favor de una centralización de poder en el bloque. Ni siquiera en
las décadas en que los gobiernos de los dos países estuvieron alineados
políticamente se pudo desarrollar organismos autónomos y que tengan capacidad
de interferir directamente en el día a día de los ciudadanos del bloque.
Los
cambios en las orientaciones políticas de los gobiernos argentinos y brasileños
dificultan la agenda del bloque, en especial cuando no coinciden las
inclinaciones políticas. En otras palabras, su fuerte carácter intergubernamental
del bloque (y la casi inexistencia de órganos autónomos) es la causa de la
debilidad del Mercosur.
En
gran parte, eso es verdad por causa de la incapacidad (aún actual) de la
Argentina de establecer una política internacional estable, caracterizándose
por tener una política externa muy variable y dependiente de las opciones
políticas presidenciales, lo que afecta a la estabilidad del bloque (MALAMUD,
2011).
También
en parte, las políticas económicas adoptadas a lo largos de las últimas dos
décadas por distintos gobiernos argentinos ha llevado a un período muy largo de
inflación, endeudamiento, inmovilidad social, empobrecimiento de la población,
asociado a una mayor dependencia del asistencialismo estatal, un alto nivel de
control estatal sobre la producción y los precios de comercio y servicios,
etc., todo lo cual ha debilitado la economía del segundo país más grande del
bloque. O sea, por malas políticas económicas, la Argentina desperdició
oportunidades de desarrollo, aún en los períodos en que contaba con la buena
voluntad de los gobiernos brasileños. (ver KULFAS, 2016).
Al
parecer, hay como tres períodos en la relación de Argentina con el Mercosur. En
un momento inicial, cuando sus políticas interna y externa fueron más estables
así como la economía (bajo la estructura política del menemismo), la Argentina
contribuyó para el fortalecimiento del bloque mercosureño. En un segundo
momento (bajo el kirchnerismo), la Argentina quiso contribuir políticamente al
fortalecimiento del bloque, pero su debilidad económica provocó una
debilitación del bloque. En el momento actual, mientras Alberto Fernández quiso
contribuir al bloque en los pocos meses que coincidió con Lula, no tuvo fuerza
política ni económica para hacerlo, y ahora Javier Milei ya no considera más el
Mercosur como una prioridad. Por lo tanto, la República Argentina parece ser
una especie de “fiel de la balanza”, que tanto puede conferir
estabilidad y fortalecer al bloque, como puede quitarle esa misma estabilidad.
Aún
así, es innegable, que le va mejor a la Argentina cuando tiene más estabilidad
política (interna y externa) y cuando contribuye al fortalecimiento del
Mercosur, por la misma razón que ya se mencionó: un Mercosur más fuerte
significa más comercio con Brasil, el principal socio económico de la nación
rioplatense, y el país que más proyección internacional le puede dar.
4 - Fortalecimiento del Mercosur
Ante
ese escenario, el fortalecimiento del Mercosur puede ser muy conveniente para
la Argentina, porque puede estrechar las relaciones comerciales y políticas con
Brasil. Eso, por sí solo, es motivo suficiente para querer un Mercosur más
fuerte y más amplio.
El
fortalecimiento del Mercosur necesariamente debe incluir dos cuestiones
fundamentales: por un lado, el bloque debe agregar a más países, y la comunidad
mercosureña debe contar con órganos que dependan menos de los gobiernos de
turno, y que tengan suficiente autonomía como para establecer políticas
comunes. Ambas iniciativas contribuirán a que la gestión de la integración
regional sea más objetiva, consistente y técnica.
4.1 - La incorporación de Bolivia y Chile al Mercosur
En
este momento, el Estado Plurinacional de Bolivia está en proceso de adhesión al
bloque, con un plazo para adaptarse a la normativa del Mercado Común. El paso siguiente
debería ser la adhesión de Chile al Mercosur.
Además
de agregar una enorme franja de costa del Pacífico al Mercado, la incorporación
de Chile crearía una quinta triple frontera al bloque
(Chile-Argentina-Bolivia), justamente en una zona muy rica en recursos
naturales, el llamado “triángulo del litio”. La transformación de ese triángulo
en una zona de mercado abierto, potenciaría la capacidad de los tres países de
explotar dichos recursos, y abrir nuevos mercados internacionales, a diferencia
de la situación actual, en la que cada país tiene normas propias para
exploración y comercio del litio y otros minerales (VALENCIA, 2023).
Al
no poseer Chile frontera con Brasil, la exploración de dicha región bajo el
régimen del Mercado Común beneficiaría sobre todo a la Argentina, que
aumentaría su poder relativo en el bloque.
4.2 - El fortalecimiento institucional del Mercosur
El
fortalecimiento de sus órganos directivos, con una mayor autonomía en relación
a los gobiernos nacionales, la delegación de competencias al Parlasur y al TPR,
etc.
Por
un lado el Parlamento del Mercosur (Parlasur) no posee efectivamente poder
legislativo, es decir, no puede ejercer la función típica de los poderes
legislativos nacionales de aprobar leyes (o los tratados del Mercosur), y
tampoco tiene poderes para controlar (o fiscalizar) los órganos ejecutivos del
bloque.
Por
su parte, el Tribunal Permanente de Revisión (TPR) tampoco es un tribunal
judicial propiamente dicho, pues no funciona como órgano de decisión en
procesos judiciales, sea como instancia original, sea como corte de recursos.
Su atribución es únicamente la resolución arbitral de conflictos en la
interpretación y aplicación de las normas del Mercosur.
Aunque
el Mercado Común tiene otros órganos no ejecutivos, que también ameritan ser
fortalecidos en su labor (como el Instituto Social del Mercosur - ISM, y el
Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos - IPPDH), el Parlamento y
el Tribunal son órganos clave para el fortalecimiento institucional del
Mercosur.
La
teoría de separación de poderes, ya probadamente eficaz en impedir gobiernos
totalitarios en todo el mundo, debería aplicarse en la gestión del Mercado,
tanto para impedir que todos los órganos estén atados a las decisiones de los
jefes de los poderes ejecutivos de los Estados-parte, como también para
permitir, en el caso del Parlasur, la representación popular en la
administración del bloque, o la aplicación de decisiones técnicas e
imparciales, en el caso del TPR.
Si
bien el Parlasur puede seguir siendo compuesto por parlamentarios nacionales
que representan a sus pares en el Parlamento común o por parlamentarios
elegidos únicamente para esa función (según cada país prefiera definir la
cuestión), el Tribunal no debería componerse de jueces que sean miembros de las
Cortes Supremas, sino de jueces indicados por las Cortes Supremas o por los
Consejos de la Magistratura (o de Justicia, según se llame en cada país) para
esa función. Dejar que su nombramiento se mantenga en manos de los Presidentes
de cada república sin el acuerdo de los poderes legislativos nacionales o
comunitarios, sin embargo, es inadecuado.
5 - Consideraciones finales
El
Mercosur ha sido, desde su creación, una herramienta clave para el
fortalecimiento del comercio regional, en especial entre Argentina y Brasil.
Sin embargo, su desarrollo institucional ha sido limitado, debido a su carácter
marcadamente intergubernamental y a la falta de órganos autónomos con capacidad
autónoma de decisión. Esta fragilidad institucional impide que el bloque pueda
operar con la eficacia deseada, ya que sus avances dependen en gran medida de
la sintonía política entre los gobiernos de turno.
La
participación de Argentina en el bloque ha atravesado distintas etapas,
reflejando los vaivenes de su política interna y externa. Cuando el país ha
gozado de mayor estabilidad económica y diplomática, ha contribuido de forma
positiva a la integración regional. En cambio, en contextos de crisis o
desacuerdo político con Brasil, su rol se ha vuelto más pasivo o incluso
desestabilizador. Esto demuestra que el compromiso argentino con el Mercosur
debe ir acompañado de una visión estratégica a largo plazo y de políticas
internas que fortalezcan su posición regional.
Por
ello, el fortalecimiento del Mercosur requiere no solo la ampliación del bloque
(con la incorporación efectiva de países como Bolivia y Chile), sino también
una reforma institucional profunda que otorgue mayor autonomía a sus órganos no
ejecutivos, como el Parlamento del Mercosur y el Tribunal Permanente de
Revisión. Solo con estructuras más sólidas, técnicas y representativas, el
Mercosur podrá consolidarse como un verdadero mecanismo de integración
política, económica y social para el Cono Sur.
BIBLIOGRAFÍA
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KULFAS,
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2003-2015. 1ª ed. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2016.
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