Resumen
En el presente pequeño ensayo, se revisa, la literatura
mexicana contemporánea remarcando autores y obras
Abstract
This short essay reviews contemporary
Mexican literature, highlighting authors and works.
ANATOMÍA POSTMEXICANA
IÑAKI
VÁZQUEZ LARREA.
“El
capitán Alonso López de Ávila prendió una moza india y bien dispuesta y gentil
mujer, andando en la guerra de Bacalar. Ésta prometió a su marido, temiendo que
en la guerra no la matasen, no conocer otro hombre sino él y así no bastó
persuasión con ella que no quitase la vida por no quedar en peligro de ser
ensuciada por otro varón, por lo cual la hicieron aperrear”
Relación de las cosas de
Yucatán (En Tzvetan Todorov, La conquista de América).
“Hemos
vivido un siglo de corrupción y despojo. Pero el asunto rara vez se enfoca con
luces verdaderas, pero los intelectuales subsidiados han defendido una
violencia que jamás padecieron; las universidades se llenaron de profesores
socialistoides para rendirle culto a Villa y Zapata”
Juan Villoro, El
Testigo.
1.- INTRODUCCIÓN:
En el 1917, tras el
triunfo de la revolución, el nacionalismo mexicano es Ideología oficial de
Estado. Se convirtió en un vehículo que repudiaba al mismo tiempo, la tradición
liberal/ positivista del siglo XIX, y el capitalismo liberal de los Estados
Unidos. Paradójicamente, los descendientes de los conquistadores y sus hijos, revalorizaron
una tradición agónica, con un vocabulario heredado del antiguo patriotismo
criollo del siglo XVI, la exaltación del pasado azteca, la denigración de la
conquista, el resentimiento xenofóbico contra los gachupines (españoles) y
la devoción por la Guadalupana.
En el Edén subvertido de
la cultura mexicana, el primitivismo revolucionario del campesino (en
toda cultura nacional lo es) es sacrificado en los altares del culto nacional
en beneficio del progreso. De ahí que, por paradójico que pueda
resultar, Emiliano Zapata pasa por ser el único revolucionario de la modernidad
que se alzó en armas para que nada cambiase en el país (la estructura agraria del
ejido)
Una de las principales
fallas del conocido como boom literario latinoamericano, para el caso
mexicano, fue el de combinar el anhelo de utopía revolucionaria (del
hombre nuevo mexicano) con un ideal de “incompleta promesa” de
redención nacional de la mexicanidad, que pasó por dar legitimidad
política al régimen autoritario nacionalista postrevolucionario del PRI. La
novela no es otra cosa que la celebración de difuntos de los antiguos ideales
revolucionarios y de la necesidad de recuperar su espíritu.
El estallido del boom se
inició con La Muerte de Artemio Cruz (1962), una ofrenda no oculta a la
causa latinoamericana, de Carlos Fuentes; el mito de la promesa revolucionaria
incumplida tiene un referente ineludible en otro deceso magistral, La muerte de
Iván Illich de Tolstoi o Ciudadano Kane de Orson Wells, pero es un
esquema conceptual ya presente en obras del autor como La Región más
transparente (1958) o Cambio de Piel (1967). Es este mito
esencialista, el de la existencia de una nación en un sentido biologicista, el
que impide a Fuentes reconocer la posibilidad de la existencia de algo que pueda
denominarse democracia “a secas” en su país, todo en nombre del
crecimiento y desarrollo de la mexicanidad. De hecho. No fue hasta décadas
más tarde, en novelas como La Silla del Águila (2003)., cuando el
intelectual mexicano acabó de dirimir esa contradicción entre libertad y
políticas de identidad, “A esa pelota no hemos jugado nunca” (Carlos
Fuentes, pág. 234). reconocerá el escritor.
Su ineludible referente
intelectual es El Laberinto de la Soledad (1950) de Octavio Paz, donde
el juego de mascaras del ser mexicano encuentra su paroxismo cultural.
Confrontado ante lo que quiere hacer y lo que puede hacer, el
acomplejado espíritu nacional mexicano opta por el ensimismamiento y la
soledad. No obstante, el artificio del mito del carácter nacional, como
fórmula de cohesión social y hegemonía política nacionalista tiene numerosos
antecedentes intelectuales.
Podríamos hablar de
Alfonso Reyes, de José Vasconcelos y su Raza Cósmica, del Pedro
Páramo de Juan Rulfo, y de otros autores menores que contribuyeron a
problematizar la existencia de un carácter nacional en la psique
mexicana.
Fue, no obstante, el
antropólogo Roger Bartra, quien acuño el término Jaula de Melancolía (1987),
para desentrañar las claves culturales de la hegemonía política nacionalista mexicana,
y quien, en consecuencia, dictaminó la necesidad de caminar hacia una condición
de postmexicanidad para generar una cultura genuinamente democrática en
el país. Esto es, romper con el mito de unificación homogénea entre el
pueblo mexicano y el gobierno revolucionario. Huir del patrioterismo, y
confrontar la realidad. Sería la manera de dar carpetazo a lo que en una
ocasión Mario Vargas llosa denominó como dictadura perfecta, a lo que
existió en México hasta el año 2000.
2.- SOBRE EL
TESTIGO
Miembro activo de la vida
periodística mexicana, Juan Villoro ha colaborado en las revistas Letras
Libres y Proceso, y en los diarios Reforma, La Jornada
y El País.
Fue profesor de
Literatura en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y profesor
invitado en las universidades de Yale, Boston, Pompeu Fabra, Princeton y
Stanford.
En 1980 publicó su primer
libro La noche navegable, y en 1991 su primera novela El disparo de
Argón. En 2004 publicó El Testigo, con el cual obtuvo en España, el
premio Herralde de novela, otorgado por la editorial Anagrama.
Juan Villoro convierte la
vida del poeta Ramón López Valverde en una de las tramas de la fábula literaria
de El Testigo (2004), una obra que usa la biografía literaria como
pretexto para leer la cultura mexicana
En una de sus mejores
novelas, Juan Villoro reivindica la vocación de totalidad propia de las
ficciones de la segunda mitad del siglo XX, y convierte su ficción en una
ambiciosa máquina de lectura de la literatura y la historia mexicanas.
Juan Villoro ya advierte
que lo que realmente institucionalizó el PRI fue el rencor. Rencor que
se va diluyendo, pero del que no parece surgir una cultura política alternativa.
Lo mejor que se puede decir de la novela El Testigo de Juan Villoro es
que no es una novela latinoamericana, sino una novela a secas, que
parece compartir el diagnóstico del antropólogo mexicano Roger Bartra.
El protagonista de la
novela, Julio Valdivieso (exiliado durante décadas en la Universidad de
Nanterre), no es ningún héroe, pero la trama de encuentros y desencuentros personales
a su regreso, sirven para retratar el monto de corrupción y violencia que asolan
al país.
Revive estupefacto a los
rescoldos de la revolución traicionada, de la mano de una esperpéntica performance
de telenovela cristera (Vendée mexicana opuesta a la
revolución en 1926), que es a su vez, la historia de su propia familia, y
explica el oxímoron de una Revolución Institucionalizada sobre la idea
de que “Eso era el futuro, un viaje atrás, al punto donde la patria erró el
camino” (Juan Villoro, pág. 36).
Tras décadas de agrarismo,
indigenismo, caciquismo y autoritarismo nacionalista, Valdivieso descubre una sociedad
aletargada, subyugada por “una Confederación autoritaria, en su
vertiente católica cristera, populista nacionalista o narco, con el culto
mortuorio como único vínculo comunitario” (Juan Villoro, pág. 689)
BIBLIOGRAFÍA:
Bartra, R; La Jaula de
la Melancolía (Identidad y metamorfosis del mexicano), Mondadori, México D.
F, 2005.
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mexicano, Plaza y Janes, Barcelona, 2003.
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del carácter nacional, Trotta, Madrid, 2004.
Fuentes, C; La muerte
de Artemio Cruz, Editorial Planeta, Barcelona, 1962.
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más transparente, Editorial Planeta, Barcelona, 1958.
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Paz, O; EL Laberinto de
la soledad, FCE, México D.F., 2002.
Rulfo, J; Pedro Páramo
y el Llano en Llamas, Editorial Planeta, México D.F, 20º2.
Todorov, T; La
conquista de América (El problema del otro), Siglo XXI, Editores Argentina,
2005.
Villoro, L; Los Grandes
momentos del indigenismo en México, FCE, México, 2005.
Villoro, J:, El
Testigo, Anagrama, Barcelona,