Revista Nº48 "ENSAYO"
Una mirada del discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres

 

Un ensayo del discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres de J. J Rousseau*.

 

Resumen

 

El presente artículo realiza un ensayo del clásico libro “El discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres” de Rousseau. Tiene en cuenta algunos tópicos que se consideran nodales en la literatura especializada sobre el texto del ginebrino como lo son el denominado estado de naturaleza, el estado de guerra, la razón y el deseo de perfectibilidad del hombre, el origen de la propiedad privada y la desigualdad social y política.

Además de la lectura directa del libro en cuestión, se apela a lentes teóricos de autores y cientistas sociales, algunos considerados clásicos tales como Kant y Durkheim, para escribir el presente ensayo.  

 

 

Abstract

 

This article is an essay on the classic book "The discourse on the origin and foundations of inequality among men" by Rousseau. It takes into account some topics that are considered nodal in the specialized literature on the Genevan text, such as the so-called state of nature, the state of war, reason and the desire for perfectibility of man, the origin of private property and social and political inequality.

In addition to the direct reading of the book in question, the theoretical lenses of authors and social scientists, some considered classics such as Kant and Durkheim, are used to write this essay.

 

 

Resumo

 

Este artigo é um ensaio sobre o clássico livro “O discurso sobre a origem e os fundamentos da desigualdade entre os homens” de Rousseau. Leva em consideração alguns temas considerados nodais na literatura especializada sobre o texto do Genebra, como o chamado estado de natureza, o estado de guerra, a razão e o desejo de perfectibilidade do homem, a origem da propriedade privada e a desigualdade social e política.

Além da leitura direta do livro em questão, recorre-se às lentes teóricas de autores e cientistas sociais, alguns considerados clássicos como Kant e Durkheim, para escrever este ensaio.

 

  

 

Contexto histórico

 

El contexto en el cual Jean Jacques Rousseau relató el conocido “Discurso sobre los orígenes de la desigualdad entre los hombres” estuvo marcado por el ingreso de Francia al capitalismo industrial.

El ginebrino fue testigo privilegiado de las profundas transformaciones que traía el desarrollo industrial: la explosión demográfica, el crecimiento de la flota y de la red vial de carreteras, el impulso del comercio, entre otras.

La modernización económica, a la vez que significaba jugosos beneficios para la burguesía naciente y ciertos sectores de la aristocracia, también implicaba un desmejoramiento de otros sectores de la sociedad, por ejemplo el de los campesinos.

 

Todo lo sólido comenzaba a desvanecerse en el aire con la instauración del capitalismo como modo de producción, y Francia no quedaba exenta del proceso de descomposición de las instituciones medievales.

 

Las rupturas de las antiguas redes de solidaridad social entre los campesinos y su reemplazo por un creciente aislamiento individual, sumado a la expulsión masivas del campo hacía las ciudades constituyeron factores importantes en los cambios capitalistas de amplias zonas rurales.

Rousseau, preocupado por recuperar la auténtica esencialidad del hombre en una época  en que éste pasaba  a convertirse en un  mero medio para que otro pudiese conseguir sus propios beneficios, se propuso la búsqueda del verdadero ser, del ser natural, al contraponer la negatividad del presente a la bondad original del Estado de Naturaleza.

( Kersffel2001:pp402-3).

 

 

 

Estando en la Naturaleza

 

El argumento medular que plantea el “Discurso”, en consonancia con el título mismo, consiste en tratar de conocer, de investigar la fuente originaria que causara la situación de desigualdad en que se hallan los hombres.

El modo que adquiere mayor certeza la resolución de este problema, es el que comienza investigando al hombre mismo tal cual lo ha formado la naturaleza.

 

La dificultad que aflora en una primera instancia, radica según la pluma del ginebrino, en la problemática empresa de poder hallar al hombre en su esencia natural, a raíz de las progresivas capas, ropajes artificiales que lo fueron recubriendo por todos los progresos, los cambios, que se fueron produciendo en la constitución de la especie humana y que desfiguraron el estado del hombre  original.

 

“¿Como conocer la fuente de la desigualdad entre los hombres sino se empieza por conocerles a ellos mismos? ¿Y cómo conseguirá el hombre verse tal cual lo ha formado la naturaleza, a través de todos los cambios que la sucesión de los tiempos y de las cosas ha debido producir en su constitución original, separar lo que atañe a su propio fondo de lo que las circunstancias y sus progresos han añadido o cambiado de su estado primitivo?” (2º Discurso1982:p193)

 

El autor en el arte de conocer lo que existe de originario y separar lo que existe de artificial en la naturaleza del hombre moderno, arma un modelo hipotético constituido por la inserción de un bagaje de conjeturas sobre las características y la forma de vida del hombre primitivo, natural (1).

 

Rousseau prescinde de los datos históricos y se monta sobre una construcción ficcional: el Estado de Naturaleza.

 

Rousseau, es sabido, no es el primer filósofo que habla de este supuesto “Escenario Natural”, autores como Grocio, Locke y Hobbes en mayor o en menor proporción veían en él un ámbito de desorden, habitado por hombres egoístas, ávidos de deseo, de orgullo, donde no primaba sino la ley del más fuerte (2).

Rousseau se encuentra en las antípoda de este pensamiento, y sostiene que las características que le atribuyen estos autores al hombre en el orden natural son erróneas, puesto que son calificaciones propias del hombre civil en sociedad (Ibíd.: p207) (3).  

 

En la construcción imaginaria del Estado de Naturaleza, el ginebrino, supone la existencia de un hombre física y anatómicamente con las características de los individuos contemporáneos, es decir, con posición vertical y caminando sobre sus dos pies (Ibíd.: p210). Pero, a diferencia de nuestros coetáneos se está observando a un ser que vive en total armonía, permanente equilibrio con el medio natural en el cual se desplaza.

 

El salvaje no conoce propiedad de ninguna especie, posee una forma de vida nómada, descansa en distintos lugares cada noche.

El ser primitivo tiene una vida solitaria, satisface su apetito de los frutos que brinda por doquier la naturaleza, tiene encuentros fortuitos con sus pares, principalmente busca calmar sus deseos sexuales. Pero con la misma casualidad que se producen los encuentros, se dejan con facilidad.

 

El hombre en el estado de naturaleza sólo puede desear las cosas que se hallan en su medio físico inmediato. Su conocimiento puramente sensible le impide anticipar el futuro, no piensa nada más allá del presente (Durkheim2001p:94). El hombre salvaje es ocioso por naturaleza y no teme a la muerte por que no puede concebirla; se limita a evitar el dolor (Leo Strauss y Joseph Cropsey p:533). 

 

El hombre  en el Estado de Naturaleza  “los únicos bienes que conoce en el universo son la comida, una hembra y un descanso, los únicos males que teme son el dolor y el hambre” (2º Discurso 1982: p 222).

 Lo que caracteriza al hombre en este paisaje es un perfecto estado de equilibrio entre su ser y su medio ambiente. El hombre está limitado a sus propias sensaciones (Durkheim2001 p: 93)

 

En este escenario pacífico no existe cabida para los enfrentamientos, no tiene sentido el desatamiento  de una guerra de todos contra todos. Sí, además “no hay nada más tímido como el hombre en el estado de naturaleza, siempre está temblando y dispuesto a huir al menor ruido que llama su atención, al menor movimiento que perciba” (1982.:p212).

 

Rousseau repudia agudamente el pensamiento hobbesiano que sostiene que el hombre primitivo tenía en el Estado de Naturaleza una existencia miserable.

 

Cabría  preguntarse dónde está de modo real la miseria, si en un ser libre cuyo corazón está en paz y el cuerpo en salud, o en la vida civil, donde muchos se quejan de su existencia y hasta llegan a quitarse la vida (Ibid.:p232).

“Parece en primer lugar que, no teniendo entre si los hombres en ese estado ninguna clase de relación moral, ni de deberes conocidos, no podían ser buenos ni malos”(Ibíd.: p233).

La antropología  rousseauniana sobre el hombre se resuelve en el hecho de que los salvajes no poseen maldad porque justamente no conocen la cualidad de la bondad (Ibíd.:p235) (4).

 

En el Estado de Naturaleza el hombre posee dos condiciones innatas. Una es el principio de conservación del individuo mismo  y otra es la reacción de sensibilidad que despierta en el hombre al observar el sufrimiento de un ser sensible, es decir la piedad.

La piedad, virtud  que asume universalidad común a todos los hombres, se encontraba en estado puro en la Naturaleza, e ingresa  en un proceso de debilitamiento o de progresiva desfiguración en la sociedad civil, en el estado de razonamiento.

“Es la razón la que engendra el amor propio, y es la reflexión la que lo fortifica, es ella la que repliega al hombre sobre si mismo, es ella la que lo separa de cuanto le molesta y aflige, es la filosofía la que lo aísla, por ella es por lo que dice en secreto, ante la visión de un hombre que sufre: perece si quieres, yo estoy a salvo” (Ibíd.:p238)

 

Como consecuencia, el egoísmo hobbesiano, característica central en el modelo de hombre  del Estado de Naturaleza anterior a la llegada del Leviatán, queda vacío de sustento si la razón es quién lo genera, y ésta recién  aparece en la sociedad moderna.

Entonces son en las emociones, en los sentimientos naturales donde hay que buscar explicaciones sobre la  repugnancia y el alejamiento del hombre del mal.

Continuando en este argumento, no cabe dudas es el populacho, son las verduleras, en palabras de Rousseau, quienes están más cerca del bien que el filósofo, la persona de reflexión. (Ibíd.:p239)

 

La razón y el deseo de perfectibilidad son dos características del hombre que lo distinguen de los demás animales, pero que aún en el Estado de Naturaleza no se han desarrollado sino que se encuentran en estado latente, embrionario, esperando las circunstancias que las despierten.

 

Este ser que vivía en plena armonía con el medio natural y las demás especies que lo habitaban, va morder la manzana de la razón.

El hombre va descubrir dentro de sí una capacidad para elegir por si mismo su propia manera de vivir y no estar sujeto a una sola forma de vida como el resto de los animales (Kant: p61-2).

El ser humano se hará conciente de su libertad (Ibíd.: p219), otorgando a cada individuo un poder cada vez mayor, y en consecuencia una predisposición más profunda a intentar revelarse contra la situación ya establecida, contra el orden estatuido, obra de la naturaleza (Kersffel2001:p408).

 

El hombre descubrirá que se va a morir, que su existencia en la tierra es limitada, tomando conciencia de su finitud, va hacer todo lo posible por perpetuarse. Esta idea está vinculada a la de perfectibilidad  rousseauniana. La cual sostiene que la  facultad de perfeccionarse  “es la fuente de todas las desgracias del  hombre, que es ella que a fuerza de tiempo le saca de esa condición originaria, en la que pasaría sus días tranquilos e inocentes; que es ella la que, haciendo surgir con los siglos  sus luces y errores, sus vicios y virtudes, lo torna a la larga tirano de si mismo y de la naturaleza” (1982:p221).

 

 

Rousseau, también, pretende demostrar a los filósofos cuán lejos está presente la desigualdad entre los salvajes en el Estado de Naturaleza. Las desigualdades se consuman  una vez constituida la sociedad civil. Por qué tienen que existir las diferencias en un estado de cosas donde no existe la producción industrial, caracterizado por la absoluta carencia del habla, donde referirse al domicilio privado es una ilusión, donde no hay guerras, porque no existen siquiera los vínculos sociales más elementales.

Aún cuando el orden natural, distribuya diferentes capacidades a los hombres, para qué le servirían, qué razón tendría de ser, que ventajas otorgaría aquel individuo que posea éste o aquel don, en una panorama donde casi no se hallan contactos entre ellos (5).

 

El autor se propone poner en jaque al modelo de Estado de Naturaleza de Hobbes, sostenido éste en la idea de la opresión del hombre por el hombre, en el reino de los más fuertes que oprimen a los débiles.

 

Rousseau con respecto a esta cuestión señala que carece en forma absoluta de sentido cualquier tipo de opresión, servidumbre y dominación ante la ausencia de  la propiedad.

“¿Como conseguirá jamás hacerse obedecer, y cuales podrán ser las cadenas de la dependencia entre hombres que no poseen nada?  . Si me echan de un árbol, soy libre de ir a otro; si en un lugar me atormentan, ¿quién me impedirá pasar a otra parte?”(Ibíd.:p246).

 

Rasgos como la esclavitud, la explotación son características propias de la sociedad civil, sociedad fundada y constituida por la propiedad, de allí el célebre párrafo: “El primero al que, tras haber cercado un terreno, se le ocurrió decir esto es mío y encontró hombres  lo bastante simples para creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad civil.¡Cuántos crímenes, guerras, asesinatos, miserias y horrores nos habría ahorrado el género humano quién, arrancando las estacas o rellenado la zanja, hubiera gritado a sus semejante!: Guardaos de escuchar a este impostor!, estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y la tierra no es de nadie”(Ibíd.:p248). Y continúa explicando que se hubieran podido impedir muchos males evitando esto, pero supone muy acertadamente que ese desarrollo fue un proceso complejo debido a múltiples causas propias de la evolución social.

 

 

La evolución

 

 

El ginebrino pasará a dar en las páginas siguientes una interesante y aguda explicación de la creación de la sociedad humana, de lo que en términos modernos sería el paso del paleolítico al neolítico. De los primeros sentimientos solidarios, se pasaría con la propiedad, la competencia y el orgullo desarrollado, al desequilibrio de las pasiones y la infelicidad constante: el aumento de las necesidades (al apartarse de la vida natural) y el paso del “amor de sí mismo” al “amor propio” traerían la desgracia al ser humano.

 

El hombre en la evolución  hacia la sociedad civil va cambiando su modo de vida.

La superioridad sobre los demás animales, a partir de la mejora de sus armas de caza produjo el primer movimiento de orgullo, dando lugar al descubrimiento de su individualidad.

Comenzó a reconocer  a los demás hombres como sus semejantes, y el amor a su bienestar lo llevó a realizar los primeros contactos con cierta durabilidad con los otros salvajes, como son aquellas vinculaciones que se consumaban con el objetivo de la caza de alguna presa (Ibíd.:pp250-1).

 

La relación entre los hombres adquirió mayor perdurabilidad con el establecimiento  y la diferenciación de las primeras familias, en el seno de las cuales aparece la primera división del trabajo. La mujer adopta el cuidado de los niños en el ámbito doméstico y el varón sale en búsqueda del alimento. En este marco los hombres comienzan a darse diversas comodidades que hasta aquí la especie nunca había experimentado “y este fue el primer yugo que se impusieron sin darse cuenta, y la primera fuente de males que prepararon a sus descendientes” (Ibíd.:p253).

 

 

De lo que se trata es que, este camino evolutivo prosigue cuando las familias se van concentrando en diversos grupos, de esta manera las relaciones sociales se van consolidando y en tren de esta vinculación, el hombre comienza a buscar su prestigio frente a los demás, se compara, o lo que el ginebrino llama estima pública.  “Aquel que  cantaba y danzaba mejor; el más bello, el más fuerte, el más diestro o el más elocuente se convirtió en el más considerado, y este fue el primer paso hacía la desigualdad, y hacía el vicio al mismo tiempo”(Ibíd.:p255).

 

Con la incipiente conformación de la sociedad  no tenía mayor sentido cualidades como  la  piedad que reinaban en la Naturaleza. Comenzó, entonces, a introducirse la moralidad en las recientes interacciones sociales (6).

Según Rousseau, esta época fue la mejor para la humanidad, el justo medio entre la inocencia plena de Estado de Naturaleza y el egoísmo perverso de la sociedad civil.

Pero esta era, en la que el hombre ve consagrado su felicidad en su más nítida expresión, sucumbe en el mismo instante en que aparece en escena la propiedad, y con ella la necesidad del trabajo y de la esclavitud.

De esta manera el paisaje comenzará a mutar, allí donde prevalecía las inmensas selvas, aparecerán verdaderas campiñas, donde la aparición de la agricultura y la metalúrgica jugarán un rol protagónico (Ibíd.: 257-8).

 

“Del cultivo de tierras se siguió necesariamente su reparto, y de la propiedad una vez reconocida, las primeras reglas de justicia: porque para dar a cada uno lo suyo es preciso que cada cual pueda tener algo”.

El ginebrino deja atrás la crítica que apuntara sobre los cercados, señalando que el origen de la propiedad adquiere una vinculación directa con el trabajo.  “Sólo el trabajo es el que, dando derecho al cultivador sobre el producto de la tierra que ha labrado, se lo da consecuentemente sobre el suelo”.

La cuestión es que las cosas se hubieran conservado en la misma situación, en el sentido de que no se hubiesen despertado la potencialidad de las desigualdades naturales justamente motivadas por las nuevas circunstancias que inauguraba el surgimiento de la propiedad.

 “La proporción, que nada mantenía, pronto fue rota; el más fuerte hacía más la labor; el más diestro sacaba mejor partida de la suya; el más ingenioso hallaba medios para abreviar el trabajo” (Ibíd.:260-1).

 

En esta nueva situación pasa a prevalecer el amor propio, el hombre se zambulle en un  río en el que fluye vertiginosamente la competencia. Esta no sólo está referida  a la búsqueda obsesiva por la riqueza, sino también por la intención de distinguirse en todos los ámbitos sociales entre sus semejantes. En tal estadio si no puedes ser tienes que parecer, la hipocresía está al orden del día.

 

Surgen los primeros rasgos del ansia de progreso material que sufren los hombres, éstos se encuentran en un situación en la que cada vez  quieren todo y nunca alcanzan todo lo que desean, se transforman en unos consumistas compulsivos, por lo que en sus vidas comienza a manifestarse un progresivo proceso de desnaturalización, de alineación.

Si el hombre natural vive plenamente satisfecho, el hombre social vive permanentemente angustiado, porque desea todo y nunca lo alcanza.   

 

El hombre de la libertad que gozaba en el Estado de  Naturaleza, se convierte en preso de nuevas necesidades, específicamente sus vidas se esclavizan en una doble situación.

Los pobres por  la condición de dependencia en que se hallan necesitan de los ricos para poder sobrevivir, y los ricos también se encuentran atados, porque precisan de los servicios de los  pobres.

Finalmente la obsesión por la acumulación de riqueza, el ansia de la fortuna por la fortuna misma, conduce a la búsqueda enloquecida de beneficios de unos en desmedro de la pobreza de otros.

A la  usurpación de las tierras por parte de los ricos, le sigue el bandidaje de los pobres, y aquí si nos encontramos en un estado de guerra total de todos contra todos que Hobbes le atribuía a la Naturaleza. Es en este escenario de anarquía cuando los hombres se vuelven avaros, ambiciosos y malvados (Ibíd.: pp262-3).

A este espectáculo calamitoso e insostenible del género humano se halla escape mediante la creación de las instituciones. En este sentido se dice que en  la pugna desesperada por la propiedad, los ricos salen airosos logrando embaucar a los pobres en el nuevo orden legal.

 

El temible estado de guerra, obliga a los ricos a proponer un contrato para el establecimiento de la sociedad civil. Los ricos saben del peligro en que se halla la propiedad en el estado de guerra, y engañan a los pobres (cansados también  del conflicto permanente) con el establecimiento de las instituciones políticas. De este modo la desigualdad que había sido usurpada se vuelve legal, y la opresión de los pobres es mantenida por la fuerza pública.

 

La consagración de las leyes que dieran origen y organizaran a la sociedad, que supuestamente protegiera y defendiera a cada uno de los asociados “destruyeron sin remisión la libertad natural, fijaron para siempre la ley de la propiedad y la desigualdad, hicieron de una hábil usurpación un derecho irrevocable, y sometieron desde entonces, para provecho de algunos ambiciosos, a todo el género humano al trabajo, a la servidumbre y a la miseria” (Ibíd.:p266)  (7).

 

 

Desigualdad creciente

 

Rousseau, ingresando en las páginas finales, así como enhebra  la construcción ficcional del hombre en el Estado de Naturaleza y su paso a la sociedad civil, configura el escenario donde se monta el desarrollo progresivo de la desigualdad  del género humano. Desde la instauración de la propiedad y de las instituciones, pasando por  la creación de las magistraturas, hasta coronar en el poder arbitrario o despótico.

 

Rousseau argumenta que no tiene validez alguna la imposición de un poder arbitrario para poner fin al estado de anarquía, puesto que el mismo carece de la legitimidad que proveyera  de fundamentos sólidos a los derechos del hombre en sociedad. La imposición de un gobierno despótico no lograría  más efecto que continuar  con la lógica de la ley del más fuerte del estado de naturaleza hobbesiano, situación existencial justamente de donde  se pretende fugar.

 

Rousseau critica el razonamiento que justifica la permanencia del ejercicio del poder absoluto en la existencia de la servidumbre vista como una cualidad intrínseca, en sectores amplios de la comunidad. El ginebrino responde que la esclavitud es una característica del hombre en  sociedad, pero si observamos a los hombres primitivos en su estado natural se  comprueba  que su esencia ama la libertad (Ibíd.:pp270-1).

 

En el proceso de desigualdad creciente, inaugurada ésta recordemos por el establecimiento de la propiedad y la ley, comienzan a reflorecer los abusos, los vicios en las nacientes instituciones, situación que conduce necesariamente a la delegación de la autoridad pública a los magistrados, dando lugar por consiguiente a una intensificación de  la desigualdad entre los hombres.

Entonces a la escisión entre ricos y pobres de la primera etapa, se agrega el estado de poderosos y débiles. Esta era logra su fundación, con el establecimiento del cuerpo político gestado a partir de la configuración de un  contrato entre el pueblo y los jefes electos. Estos funcionarios adquieren dos tareas importantes con el fin de poder conservar los cimientos de la sociedad civil: garantizar el goce de los particulares de su respectivas propiedades, asegurando con tal objetivo la paz social, y priorizar en todo momento el bien público al  de sus intereses individuales (Ibíd.: p275).

Igualmente  la conformación  de este gobierno humano va a tener la necesidad de apelar a un sostén  de mayor solidez que la mera razón, de allí que se manifiesta necesario el revestimiento sagrado (religioso) del poder público, con la intención de evitar en lo posible la potencial  renuncia del pueblo a dicho contrato (Ibíd.:p276).

No obstante el  esfuerzo por conservar la integración social,  “los vicios que vuelven necesarias las instituciones sociales son los mismos que vuelven inevitable el abuso” (Ibíd.:p279), surgiendo los enfrentamientos entre facciones, encarnizándose los antagonismos de todo tipo, el Estado se debilita, constituyendo el caldo de cultivo para que los príncipes no dejen pasar la oportunidad de usurpar las magistraturas públicas, adoptadas  como bienes de familia.

 

Sin embargo el ejercicio patrimonialista del poder, no encuentra obstáculos en su ejecución, ante la presencia de un pueblo adormecido que no atina a la mínima resistencia, “ya acostumbrado a la dependencia, al descanso y a las comodidades de la vida, e incapaz  de romper sus cadenas, consintió en dejar que aumentara su servidumbre para afirmar su tranquilidad”(Ibíd..p278). Por consiguiente Rousseau explica que la obediencia del súbdito a un magistrado que ha usurpado el poder se debe sustancialmente a que “la dominación  se le vuelva más querida que la independencia, y consientan en llevar cadenas para poder ponerlas a su vez” (Ibíd.:p280).

Se inaugura una época en la que los ciudadanos pierden su identidad como tal, porque devienen en esclavos, los reyes comienzan  “a contarlos como ganado en el número de cosas que le pertenecían y a designarse ellos mismos iguales a los dioses y reyes de reyes” (Ibíd.:p278).

 

A partir de este momento sobrevendrán vientos de opresión y desunión entre los hombres fogoneado con intensidad y perversidad  por un poder que radicaliza en déspota pisoteando las leyes del pueblo hasta su desaparición. Como consecuencia se ingresa a un nuevo Estado de Naturaleza, al desaparecer las normas y los valores sociales, donde ya no es posible la distinción entre lo bueno y lo malo, la justicia de la injusticia, sino que prevalece la ley del más fuerte.

En este clima de violencia y anarquía reinante “el contrato de gobierno es tan anulado por el despotismo que el déspota sólo es amo durante el tiempo en que es el más fuerte, y tan pronto como se lo puede expulsar, no hay lugar a reclamar contra la violencia”.

En un estado de anomia como el descrito, el entramado ficcional de Rousseau  va dejando lugar  a las líneas finales de su  relato  con el regreso de la igualdad entre los particulares, pero una igualdad distinta al orden natural primitivo, una igualdad trastocada, alienada, fuera de la esencia auténtica del ser humano.

“Aquí es donde todos los particulares vuelven a ser iguales porque no son nada (...) al no tener los súbditos más ley que la voluntad del amo” (Ibíd.:p284).

 

 

 

 

Notas

 

(1)Durkheim señala que el hombre natural del ginebrino es entendido como pura abstracción aislado de toda esfera social, y que identificar al hombre en el estado de naturaleza no es un problema de índole histórico sino de naturaleza psicológica. De allí la necesidad de descartar del hombre todo lo dado por la vida social. En Montesquieu y Rousseau. Precursores de la Sociología.

 

(2) Para ser precisos, recordemos que mientras Hobbes da cuenta de dos momentos: estado de naturaleza entendido como estado de guerra y sociedad civil, Locke presenta tres instancias: estado de naturaleza de relación pacífica entre propietarios, degenerado en estado de guerra, cuya solución deviene con el establecimiento de  la sociedad civil.

 

(3) Estos autores modernos nunca alcanzaron al individuo en el verdadero estado de naturaleza, desearon describir al hombre natural, pero en realidad describieron al hombre que vive en la sociedad civil, intentaron interpretar al individuo como es naturalmente pero adoptando el punto de vista de su pleno desarrollo en el ámbito social.

Los filósofos intentando identificar al hombre natural, despojado de los atributos sociales, pero no hicieron otra cosa que observar muchas de las características  de la vida en común, Por ejemplo: la envidia, la desconfianza, el deseo insaciable de posesión, y la razón.

Allan Bloom interpretando a Rousseau en Historia de la Filosofía Política en Leo Strauss y Joseph Cropsey

 

(4)Comentando el Discurso de Rousseau, Durkheim sostiene que el hombre en el estado de naturaleza no es ni moral, ni inmoral; es amoral. Que “la moralidad no ha podido nacer sino con la sociedad. A este estado neutro, Rousseau dio a menudo el nombre de estado de inocencia”.

 

(5) He aquí la carencia de sentido de un estado conflictivo hobbesiano donde el hombre es lobo del hombre.

 

(6) Historia de la Filosofía Política en Allan Bloom(pag 534-5), compiladores Leo Straus y Joseph Cropsey.

 

 

(7) Al respecto, vale la pena citar a Jorge Dotti, en palabras textuales dice“Rousseau historiza así todo lo humano (social, político y cultural) y abre la perspectiva de una evaluación ética radical. Este proceso de desnaturalización ha sido negativo y sus etapas  marcan una vía “descendente”. Historia y maldad coinciden: el camino de la especie ha degradado  al individuo. A un cierto punto (desarrollada la división y con ella el lujo y la explotación, y degenerado el amor de sí en amor propio  o egoísmo), los hombres estipulan un pacto inicuo, que sanciona la desigualdad económica y la injusticia política (propias del actual estado de cosas).”(pag37). El Mundo de Juan Jacobo Rousseau.

 

 

 

Bibliografía

 

-Bloom Allan,. “Juan –Jacques Rousseau”., (comp.) Leo Strauss y Joseph Cropsey,. Fondo de Cultura Económica

 

- Dotti Jorge E,. “El mundo de Juan Jacobo Rousseau” Centro Editor de América Latina S.A 1980/1991.

 

- Durkheim Emile,. “Montesquieu y Rousseau. Precursores de la Sociología”,  Miño  y Dávila editores (2001).

 

 

-Kant, I ., “Comienzo presunto de la historia” en : Kant, I., Filosofía de la historia.

 

-Kersffeld Daniel., “Rousseau y la búsqueda mítica de la esencialidad”.,(comp.)Atilio A. Borón. CLACSO,.EUDEBA(2001)

 

-Marx, K. Y Engels, F., “Manifiesto del partido comunista”, Barcelona, Crítica, 1999, (texto completo).

 

-Rousseau, J.J.. “Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres”, en: Rousseau,J.J., Del contrato social. Discursos, Madrid, Alianza, 1982,trad. M Armiño(segundo discurso).

 

 

*Licenciado en Ciencia Política de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC). Estudios de posgrado en “Ciencia Política y Sociología” en la FLACSO y “Especialización en Procesos Políticos Latinoamericanos” en la CLACSO. Actualmente docente en las carreras de Periodismo y Comunicación Social de la Facultad de Humanas de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL).Correo electrónico: forli3@yahoo.com.ar. Telefono: 2657-626681.