Enfoque teórico y
profesional de la traductología: traducción vs interpretación.
Dr. Kevin Mian
Resumen
Este artículo se
inscribe en el marco de los estudios de traducción y de interpretación. Tiene
como objetos de estudio la traducción y la interpretación, entendidas como actividades
profesionales cuyo objetivo es facilitar la comunicación entre individuos y
culturas de lenguas diferentes. Aunque tienen manifestaciones diferentes, los
hay quienes incurren en el error de asimilarlas. Se trata, pues, de una aportación
científica que contesta de forma detenida a la interrogación siguiente: ¿Es
traducir interpretar? o ¿es interpretar traducir? El presente artículo nos
permite no solo contestar negativamente sino también, y sobre todo demostrarlo,
desde un enfoque tanto profesional como teórico. Que se trate de las
competencias necesarias para interpretar y traducir, así como las cuestiones
teóricas que se plantean, pasando por los procesos que suponen tales prácticas,
resulta que la traducción y la interpretación forman un mundo dual.
Palabras clave: traducción – interpretación –
traductología – teoría de la traducción – teoría de la interpretación –
competencia traductora – competencia interpretadora
Abstract
This
paper falls within the scope of translation and Interpreting studies. It is
aimed at studying translation and interpreting, regarded as professional
activities consisting in facilitating communication between individuals and
cultures speaking different languages. Though they don’t share the same characteristics,
some people make the mistake of assimilating them. This paper is, thus, a scientific
contribution that gives an in-depth answer to the following question: is
translating the same as interpreting? or is interpreting the same as
translating? Not only does this paper allow us to answer no, but also and foremost
to demonstrate it, from both a professional and a theoretical approach. Whether
it’s about the competences required for translating and interpreting, or the
theoretical reflections that arise, as well as the process such practices get
through, translation and interpreting turn out to be part of a dualistic world.
Key words: translation –
interpreting – translation studies – interpreting studies – translation
competence – interpreting competence
Introducción
Tradicionalmente, la traducción ha
sido considerada el objeto de estudio de una ciencia emergente: la
traductología. De hecho, esta práctica muy antigua ha ido despertando un
interés y experimentando un desarrollo cada vez más creciente durante las últimas
décadas, tanto a nivel profesional como científico. Ello se debe no solo a la
larga y fecunda historia que ha escrito la traducción sino también al papel que
ha desempeñado estos últimos años, en un contexto de mundialización. Los
estudios enfocados en esta práctica empezaron por denominarse bajo conceptos de
lengua inglesa: translation studies o translatology, de ahí “traductologie”
(en francés) y “traductología” (en español). Sin embargo, se ha desarrollado en
la sombra de la investigación en traducción estudios sobre la interpretación,
que Hurtado Albir (2001) clasifica como una forma particular de la traducción,
esto es, una traducción de tipo oral. Es una concepción que se debería
relativizar dada la misma naturaleza de estas artes. Al respecto, Daniel Gile
(2004:23) expresó una pregunta que planea entre los estudiosos de la interpretación:
“Are Translation research and Interpreting research part of the same
“Translation Studies”?
De serlo, significaría que la diferencia entre el traducir y el interpretar
fuera mínima; tan mínima que un estudio acerca de una u otra se valdría de las
mismas teorías y los mismos métodos. Ahora bien, esto no es posible por una
razón evidente; pues la interpretación (entendida como una operación discursiva
oral) y la traducción (entendida como una operación textual) tienen unas
características distintas, las cuales influyen en su aproximación científica.
Desde luego, nuestra investigación se propone abordar, desde una amplia
perspectiva traductológica, estos aspectos diferenciadores de estas dos
prácticas profesionales y sus repercusiones teóricas.
1. Marco
teórico-conceptual
Aquí
explicaremos los conceptos clave de la investigación. ¿qué se entiende por traducción,
interpretación y traductología en el marco de este estudio?
1.1.
De la traducción: el traducir y el traductor
En su definición más estricta, la
traducción es, a la vez, una operación y un producto. Como operación, es la
actividad intelectual que consiste, partiendo de un texto fuente escrito en una
lengua A, el mismo siendo portador de un significado X, en reexpresarlo (el
texto fuente), de forma escrita, en una lengua B, retransmitiendo el
significado X, con la máxima naturalidad que requiera la lengua a la que se
traduce. El elemento más importante en la traducción es, pues, el sentido del
texto que se traduce. La “copia”, a imagen de la fuente, ha de producir el
mismo efecto en el receptor o la comunidad receptora. García Yebra (1989) pone
énfasis en otro elemento. Citando a Ch. R. Taber y E. Nida, señala:
“la traduction consiste à reproduire dans la langue
réceptrice le message de la langue source au moyen de l’équivalent le plus
proche et le plus naturel, d’abord en ce qui concerne le sens, et ensuite en ce
qui concerne le style.”
(García Yebra, 1989: 29)
Yebra concuerda con
que la traducción es, antes que todo, cuestión de significado. Además de este valor
semántico, señala, como hicieron Taber y Nida, la importancia del estilo. Este
es la forma de traducir tal u otra palabra. En efecto, no basta con solo dar
con el sentido del texto (que es global), ni con el significado de las palabras
(que es específico) sino también encontrar el equivalente que cumpla con la
misma función semántica, social y técnica (por si acaso se trata de un texto
especializado) en la lengua de llegada, de ahí la naturalidad que subrayamos
anteriormente. Y esta naturalidad se puede alcanzar gracias a la elección de un
estilo de traducción que consiste en los procedimientos y razonamientos
empleados por el traductor para verter la lengua A a la lengua B con fines específicos
con los términos más exactos. Como producto, la traducción es meramente el
resultado del proceso traductor. En otras palabras, se le llama también “traducción”
al texto final en lengua B que es el producto de la operación de traducción.
Ahora,
si bien sabemos que la traducción es un proceso que es llevado a cabo por un
traductor ¿quién es traductor y quién no lo es? o ¿Qué es lo que
no lo es? Cabe precisar que la traducción es una actividad puramente humana.
Aquí queremos referirnos a que, a algún programa supuestamente “inteligente”,
no se le puede llamar “traductor”. Con la evolución de las nuevas tecnologías,
hoy día, rebosan los programas que permiten hacer traducciones en tiempo real. Incluso
algunos han llegado a pensar que ya no se necesitan traductores “humanos”. Sin
embargo, traductor que no sea humano, no hay. Primero, dichos programas se
valen de bases de datos o memorias de traducción en varias lenguas. Pues al
ingresar una palabra o una frase, lo que hace el programa es relacionarla con
el mejor equivalente que se encuentre en la base de datos, sin que el mismo
esté, a la vez, semántica, social o técnicamente correcto. Segundo, las hay que
solo “seudotraducen” palabra por palabra; a veces funciona, y otras veces no.
Aunque Google Translate sea una herramienta bastante útil para quien
quiera saberse cómo se dice esto o aquello en alguna lengua, no es lo
suficientemente confiable como para sustituir a un verdadero traductor y
realizar una operación que requiere profunda reflexión, experiencia y un tacto
de estilo. Estos programas son meramente herramientas cuyo papel es ayudar al traductor.
Tocante a quién está habilitado para ejercer profesionalmente la traducción, y
quién no, es importante subrayar que depende de una serie de competencias que
conforman lo que se denomina Competencia Traductora (CT); esto lo discutiremos
más adelante.
1.2.
La interpretación: entre denotación y connotación
Ahora que tenemos definida la traducción,
¿Qué tal de la interpretación? La respuesta a tal pregunta puede parecer
evidente en un trabajo como este; pero no lo es. Tan solo en el Diccionario de
la Lengua Española (2014), se registran 8 acepciones de la palabra
“interpretar”. La primera significación, del vocablo, la denotada, no se
refiere a una profesión sino al hecho de intentar descifrar el sentido de un
texto o una cadena acústica. Interpretar es darle varios valores semánticos a
un texto para discriminar el más exacto o el mensaje que se quiere transmitir. También
puede usarse en el ámbito audiovisual; consiste, con base en las acepciones del
DLE, en representar una obra teatral, musical, coreográfica o cinematográfica.
En el caso de este estudio, interpretar es realizar un esfuerzo intelectual en
el que un mediador lingüístico descifra el significado de un discurso (pronunciado
una sola vez), en una lengua A, y lo retransmite oralmente en una lengua B, en
un lapso de tiempo cortísimo, y con un margen de corrección nulo. Basándose en un
estudio de Kade (1968), Pochhäcker (2015) señala la distinción entre
interpretación y traducción en estos términos:
“interpreting and translation can be
defined as distinct from each other, and positioned at opposite ends of the
oral–literate continuum.” (Pochhäcker,
2015:199)
En los translation studies se ha a
menudo definido la interpretación como una forma de operación traslacional o
traductora por vía oral, una traducción oral. Aquí se da una distinción
considerando la interpretación como un fenómeno más complejo que una mera
traducción oral, y con aspectos que remarcan su diferenciación frente a la
traducción estricta y escrita. Además, cabe subrayar un error que se comete a menudo.
Suele ocurrir que, en el mundo profesional, al que interpreta se le diga traductor.
Es generalmente la denominación que emplean personas no afines a la profesión.
Un dato relevante al respecto es que la traducción es más acurada en el
significado y en el estilo, mientras que la interpretación es más utilitaria y
directa en la retransmisión de la información, de ahí que interpretar y traducir,
así como intérprete y traductor no son intercambiables.
1.3.
De la traductología: una ciencia interdisciplinar
Según
Hurtado Albir (1996): “la traducción es una práctica, un saber hacer; y la
traductología es una reflexión teórica, un saber.” Dicho de otra forma, la
traductología es la disciplina científica que estudia el proceso y los fenómenos
relacionados con la traducción con tal de analizarlos y explicarlos. La
traductología ha evolucionado como una ciencia interdisciplinar debido a las
relaciones fundamentales que existen entre ella y otras disciplinas que
participan de su desarrollo. En muchas ocasiones, los primeros estudiosos de
esta disciplina moderna pusieron énfasis en su relación con la lingüística. La
traductología y la lingüística están conectadas por medio de la lengua. En cuanto
ciencia que estudia la traducción, la traductología se apoya principalmente en
elementos lingüísticos para describir la actividad de traducción, dado que esta
se realiza a partir de dos lenguas. Teorizar sobre la traducción supone tener
en cuenta todos los constituyentes de las lenguas en contacto: morfemas, palabras,
frases, semántica, sintaxis, connotación, denotación, y así seguido. De lo
anterior, se ve que la traducción es un proceso que pone en contacto sistemas
de lenguas distintas, de ahí que existe una interrelación, desde el punto de
vista del objeto, entre la lingüística y la traductología. La
interdisciplinariedad entre traductología y lingüística se percibe, además, en
el papel que desempeña la sociolingüística en los estudios de traducción.
Siendo una rama de la lingüística que estudia la lengua en su contexto social,
es de suma importancia para la teoría de la traducción. Pues, no se traduce
simplemente la lengua, se traduce una forma de pensar que depende de realidades
geolingüísticas y socioculturales.
Además
de la lingüística, la Teoría de la traducción va relacionada con la hermenéutica,
la cual se ocupa de interpretar los textos, en particular textos antiguos y
sagrados. Es de prima importancia a la hora de llevar a cabo una reflexión traductológica
enfocada en las traducciones bíblicas, como ejemplo. Amén de esta existen los
tantos ámbitos en que se realizan la traducción y la interpretación, los cuales
dan cuenta del carácter multidisciplinar de la traductología. Hubo de
subrayarlo por las necesidades teóricas de este estudio.
2. Del
contraste entre traducción e interpretación profesionales
Como lo venimos señalando, traducir e interpretar
en circunstancias profesionales no suponen las mismas realidades. Lo que viene
a continuación es el resultado de una observación rigurosa de estas prácticas.
2.1.
Competencia traductora vs. competencia interpretadora
Uno de los principales puntos de
fricción entre traducción e interpretación tiene que ver con las Competencias
del traductor y del intérprete (Competencia Traductora y Competencia
Interpretadora). Bell (1991) define la Competencia Traductora (CT) como un
conjunto de conocimientos y habilidades que el traductor debe poseer para
llevar a efecto una traducción. En ello trabajaron también los integrantes del
Grupo PACTE a inicios del siglo XXI. Estas capacidades dan cuenta de la aptitud
del traductor para operar en textos escritos, en general. Basándonos en los
estudios de Alejandro Márquez (2011) y Hurtado Albir (2001); pondremos énfasis
en unas competencias según un nuevo modelo supercompetencial. Analizaremos las diferencias
con respecto a la Competencia Interpretadora, la cual es un neologismo que
acuñamos en el marco de la investigación en interpretación, y que se refiere al
conjunto de las competencias o destrezas de las cuales se vale el intérprete
profesional para desempeñarse con éxito, en tanto como mediador en un contexto comunicacional
bilingüe. Las que evocaremos aquí son la competencia macrolingüística y la
competencia macroprofesional.
Por
una parte, tanto la CT como la CI abarcan una competencia macrolingüística,
la cual agrupa las competencias relacionadas con las capacidades lingüísticas
de estos profesionales. Una competencia integrada en ambas es el bilingüismo.
Para ejercer como profesional de los idiomas, hace falta un dominio casi
perfecto de los idiomas de trabajo. El conocimiento de al menos dos lenguas es
el primerísimo de los requisitos. El nivel requerido varía entre el C2 y el C1 según
el Marco Común Europeo de Referencia (MCER). Pero, la traducción y la
interpretación no necesitan las mismas destrezas. En efecto, el traductor ha de
tener un excelente conocimiento lingüístico de sus lenguas, de su gramática, su
léxico, su sintaxis, así como saberes terminológicos por si se trata de una
traducción especializada. Ha de tener un dominio de las normas ortográficas y
tipográficas vigentes en ambas lenguas. Muy pocas veces la gente se da cuenta
de que el traductor ni necesita hablar “bien” (al oral) la segunda lengua para
desempeñarse con éxito. Es todo lo contrario para el intérprete. Su Competencia
bilingüe debe ser excelente tanto en la lengua de partida como en la de
llegada. En contextos profesionales, es muy común que el intérprete tenga que
operar desde su lengua materna hacia la lengua extranjera, lo que representa un
desafío más que solo se puede superar con el perfecto dominio del idioma
extranjero. Ha de estar familiarizado con las manifestaciones orales de su
combinación lingüística, las particularidades fonéticas, regionales, y las expresiones
idiomáticas. Al contrario del traductor, el intérprete necesita, también, de
una competencia comunicativa oral. Si el esquema de comunicación básico
consta de un emisor, un receptor, un canal y un mensaje, en el marco de la
interpretación, el intérprete se convierte en emisor bis. Como tal, tiene que
manejar las sutilidades y técnicas de la comunicación oral. Debe demostrar gran
fluidez lingüística, tener buena dicción y hacerse entender con claridad. Además,
tiene que estar atento al lenguaje no verbal del emisor y saber él mismo utilizarlo.
Por otra parte, hay las competencias macroprofesionales. En el
traductor, destacamos la competencia profesional-instrumental que tiene
que ver con el conocimiento de las realidades laborales, en específico, las
herramientas relacionadas con la traducción profesional. Un aspecto muy
importante en la traducción moderna es la presencia de las nuevas tecnologías;
aquí nos referimos a las herramientas de Traducción Asistida por Computador (CAT
tools). Hoy en día no se pueden deshacer traducción y tecnología, por lo
que el que quiera dedicarse a esta profesión tiene que mostrar interés por programas
tales como Memoq, Trados (etc.) amén de los nuevos diccionarios contextuales,
terminológicos, y los glosarios electrónicos, o en línea. En el intérprete, el
lado tecnológico ha tenido menos protagonismo. Antes, era la interpretación de conferencia
la que requería el uso de equipos. Con la pandemia por la que ha pasado el
mundo, se ha asistido al crecimiento en demanda de la interpretación remota por
videoconferencia. Al no poderse llevar a cabo los tipos de interpretación
tradicionales, se tuvo que dar más protagonismo a la modalidad remota y a
programas dedicados. Los profesionales tienen que adaptarse a estas nuevas
normas. A diferencia de la traducción, estas tecnologías ni sirven propiamente
para facilitar la labor sino para que arranque. Por añadidura, al igual que el
traductor debe ser discreto, y digno de fe, guardando confidencial toda
información respecto a las traducciones realizadas, el intérprete debe ser
imparcial y transmitir el mensaje fielmente sin alteraciones.
Después
de analizar algunas diferencias entre la CT y la CI, pasamos a la dicotomía tipológica.
2.2.
De la dicotomía tipológica
A
nivel tipológico, la traducción y la interpretación tienen un punto en común:
la tipología direccional que se refiere al sentido en que se realiza sea la
traducción, sea la interpretación. Pueden hacerse desde o hacia la lengua
materna en función de las necesidades del cliente. Luego, la segunda tipología
de la traducción escrita depende de la naturaleza del documento, de ahí que
existen la traducción editorial, la especializada y sus variantes, la
audiovisual y la localizada. Cada una de ellas tiene sus particularidades. La
editorial abarca la traducción literaria y periodística entre otros. La
literaria se considera una de las traducciones más difíciles debido al vocabulario
que es, muchas veces, connotado y relacionado con el estilo y las intenciones del
autor; contiene sobreentendidos que el traductor debe descodificar. La
traducción especializada abarca muchas ramas: científica, técnica, médica,
económico-financiera y jurídica entre otros. El traductor necesita de una
excelente preparación o una formación previa antes de acometer tales tipos de
documentos, caracterizados por un vocabulario altamente técnico, preciso y
denotado. En cuanto a las traducciones localizada y audiovisual, son una
consecuencia directa de la mundialización a través de las nuevas tecnologías de
la información y comunicación, así como el auge de la industria del
entretenimiento. Mientras que la audiovisual es básicamente la operación
traductora que se efectúa en vídeos, películas y videojuegos (mediante la subtitulación
y la traducción para doblaje) con vistas a internacionalizar los mismos, la
localización se opera principalmente en programas, aplicativos y sitios web. Estos
tipos de traducción no son una mera traducción lingüística sino también y sobre
todo cultural; pues suelen dirigirse a un público en particular. Aunque no
profundizaremos en esta, una última taxonomía es la tipología procedimental.
Reúne los diferentes métodos de traducción tales como la traducción literal, la
interlinear, la traducción-adaptación, la filológica y la comunicativa.
Del
otro lado, la tipología de la interpretación difiere sumamente. Tras la
tipología direccional que ya mencionamos, cabe señalar la clasificación según
el modo de prestación. De hecho, la interpretación se puede dar, sea de modo
presencial, sea de modo remoto. Aunque el modo presencial sea el más
utilizado, hoy día, la interpretación remota tuvo recientemente su época dorada.
El mundo evoluciona, y la profesión evoluciona a su ritmo. Ahora, pasaremos a lo
que llamamos tipología según la modalidad. En interpretación, hay dos
modalidades que siguen dominando: la consecutiva y la simultánea. La
consecutiva, la modalidad más utilizada, puede ser intermitente corta o
intermitente larga. En otras palabras, entre la intervención del emisor 1 y la
reexpresión del intérprete (emisor bis), pueden transcurrir de forma
intermitente segundos o minutos, dependiendo del contexto y del mismo emisor.
Respecto a la modalidad simultánea, se usa muchas veces, con material técnico,
en contextos multilingües. Aquí, el emisor bis habla casi al mismo ritmo que el
emisor 1. Escucha y retransmite el mensaje de forma casi simultánea, requiere
una excelente capacidad de concentración y altas aptitudes lingüísticas y
sociolingüísticas. Una forma de interpretación simultánea es la susurrada. El
intérprete, sentado justo al lado de su cliente, le retransmite con voz baja lo
que dice el interlocutor sentado delante suyo. Por fin, la interpretación puede
subdividirse en una cuarta categoría. Pues, según el contexto y la finalidad,
discriminamos entre la interpretación de conferencia, la interpretación
bilateral, la interpretación de acompañamiento y la Interpretación de servicios
públicos. La primera se utiliza con motivo de conferencias internacionales o importantes
reuniones de negocios, por ejemplo. Es la que se utiliza durante los encuentros
más relevantes de grandes organizaciones tales como la ONU, la UE, la UA, la OTAN,
para solo citar estas. La bilateral sirve principalmente para que dos personas que
hablan una lengua distinta, y con un interés común, puedan comunicar valiéndose
de una tercera figura: el intérprete. Es un tipo de interpretación común en
conversaciones, a puertas cerradas, cuyo tema es bastante delicado. De
costumbre, la interpretación de acompañamiento es la que necesitan personas,
que por razones turísticas (por lo general), visitan un país cuya lengua
oficial no es su lengua materna. Por fin, el intérprete de servicios públicos
interviene en la interpretación médica, policial, jurídica, entre otros; es
contratado por un proveedor de servicio, sea público o privado, para actuar de
mediador lingüístico entre la administración pública y un ciudadano o
extranjero que no hable el idioma vernáculo.
2.3.
De
la dicotomía procesal
Tras
haber contrastado las competencias traductora e interpretadora, así como las
taxonomías de la traducción y de la interpretación, hace falta reflexionar,
igualmente, sobre los procesos traductor e interpretativo. A este nivel, cabe subrayar
que, aunque las dos actividades sirven para romper las barreras lingüísticas y
culturales, no pasan en absoluto por el mismo proceso. Para empezar, la
traducción funciona en varias etapas que pueden diferir de un traductor a otro,
o en función del tipo de documento. Pero aun así, hay tres grandes fases que
determinan la traducción de un documento cualquiera: la fase de pretraducción,
la fase de traslación, y la fase de postraducción. La fase de pretraducción
comprende las etapas que preceden la traducción efectiva del documento, y son determinantes
para la continuación. Durante esta fase, el traductor toma contacto con el
cliente potencial con el fin de tomar las informaciones necesarias respecto al
encargo (tipo de documento, destinatario, presupuesto, condiciones de entrega y
otras cuestiones relevantes). Una vez aceptado el encargo, el traductor pasa a
la fase de traslación (traducción concreta). Esta fase puede ser bastante
delicada. Por lo tanto, se debe llevar a cabo con mucha cautela para evitar
errores. Lo primero que hace el traductor es leer por completo el documento que
tiene que traducir, incluso si es un libro. Antes de pasar a la reescritura en
lengua B, debe comprender el texto fuente con todos sus matices. En función del
texto, puede haber etapas más, tal como la elaboración de un glosario, en el
caso de textos muy especializados). Una vez cuando se haya descodificado el
sentido del texto, se pasa a la reexpresión teniendo en cuenta las normas
tipográficas, ortográficas de la lengua meta y las posibles dificultades
detectadas en el texto fuente. El traductor debe valerse de estrategias
adecuadas para llevar a cabo esta fase de modo exitoso. Une vez terminada la
traslación, la traducción no se termina ahí. Se entra en la fase de
postraducción. El traductor ha de escudriñar el trabajo realizado en busca de
algún error, alguna omisión, errata, o ajustar la traducción con vistas a
perfeccionarla. Tras haberlo hecho él, ha de hacer revisar su trabajo por otro
traductor o especialista del ámbito. Incluso se recomienda recurrir a una
persona nativa de la lengua para una tercera revisión, esta vez monolingüe. La
última etapa de la postraducción es la entrega del encargo.
Con
la mediación interlingüística oral, el proceso es bastante distinto y puede variar
más o menos en función de la tipología de la interpretación. Lo que
describiremos aquí se basa, esencialmente, en una interpretación unilateral. Si
la traducción consta de tres fases, la interpretación se resume en tan solo dos
fases: una fase de preinterpretación y otra de interpretación. Esto se debe a
la particularidad del objeto de la interpretación: el discurso oral. Más
adelante lo aclararemos. Se suele decir entre los intérpretes de conferencia que,
el éxito depende más de lo que pasa fuera de la cabina, que de lo que pasa dentro
de la cabina, de lo que pasa antes de la interpretación que de lo que pasa
durante. Básicamente, una buena preparación es el secreto de una interpretación
exitosa. La preinterpretación es la fase clave en esta profesión, se efectúa
días (u horas, en su defecto) antes de “entrar a la cabina”, el intérprete se
entera de su misión. Debe familiarizarse con las particularidades del habla del
emisor, la cual es la manifestación individual de su lengua (tono, velocidad de
habla, nivel de lengua etc.). Saber adaptarse al habla del emisor es algo fundamental
porque puede influir en el rendimiento. Por añadidura, el intérprete debe tener
claro el destinatario final o el público del discurso. Esta vez, el objetivo es
adaptar su forma de hablar a la de los destinatarios. Debe, por ejemplo, identificar
las particularidades léxicas y semánticas más comunes de la lengua, en función
del destinatario. Pues, una misma lengua puede tener variantes en función del
área geográfica en que se utilice; es un dato que debe tenerse en cuenta cuando
uno es intérprete. Y lo último, pero no menos importante en la fase de
preinterpretación, es familiarizarse con el tema del que se va a tratar. Esto representa
al menos un 50% del éxito de toda interpretación. El intérprete necesita tener
conocimientos sólidos en la materia porque, a diferencia del traductor, no
podrá solucionar la mayoría de los problemas terminológicos en el acto. Si
tiene un saber muy limitado respecto al tema, tiene que investigar para colmar estas
deficiencias; es imprescindible. Incluso cuando el intérprete es especialista
en el tema, necesita actualizar sus conocimientos; pues todos los encargos no
son los mismos, y se aprende cada día. La fase de interpretación arranca con la
etapa de mentalización. El profesional debe alistarse mentalmente antes de
entrar en escena, debe deshacerse de cualquier forma de estrés y concentrarse
al máximo (es otra clave de esta profesión: la concentración). Si la
interpretación es intermitente larga, ha de tomar apuntes al escuchar, desverbalizar y reverbalizar. En el caso de
una interpretación simultánea, la captación acústica, la desverbalización, la reverbalización,
así como la reproducción oral suceden en un mismo espacio de tiempo. Una vez
entregado el mensaje, la posibilidad de recuperarlo o corregirlo es casi inexistente.
Por si se trata de un error que podría tener graves consecuencias, en
circunstancias diplomáticas o médicas, conviene corregirlo lo antes posible (preferentemente
al final del discurso). Más vale un mea culpa tardío en vez de un
arrepentimiento eterno. Cuando el emisor 1, pone fin al discurso, enseguida, el
intérprete concluye, ipso facto, la fase de interpretación.
3. Enfoque
contrastivo a las Teorías de la traducción y de la interpretación
Por fin, nuestra intención de estudiar
las diferencias que existen entre traducción e interpretación tiene implicaciones
teóricas y didácticas. Este humilde aporte podría servir como ayuda para orientar
la enseñanza teórica de estas profesiones.
3.1.
Teoría y relevancia didáctica
A veces, se cree que para trabajar en
un mundo como el de la traducción y de la interpretación, no hace falta
teorizar, no hace falta aprender teoría; solamente hace falta echarse al agua y
practicar. Sin embargo, desde una perspectiva profesional, la teoría tiene su
importancia porque representa una base previa a la práctica. Desempeñarse como profesional
de los idiomas supone tener un conocimiento mínimo de estas profesiones, de su
historia y de sus fundamentos teóricos. ¿Cuándo se empezó a traducir? ¿Cómo se
desarrolló la traducción? ¿Cuál fue el papel de la traducción a lo largo de la
historia? ¿Cómo se debería traducir? (es la pregunta fundamental de este
apartado). Estas preguntas, que también pueden plantearse acerca de la
interpretación, son algunas de las que se deben estudiar en el marco de una
formación universitaria en traducción y en interpretación. Permiten tener un conocimiento
acerca de la evolución de la profesión elegida y entender las diferentes
mutaciones que sufrió, al igual que el papel desempeñado hasta hoy. Es una
fuente de enriquecimiento que no se ha de descuidar. A continuación, la teoría
sirve para entender y facilitar la labor. La teoría es la fase en que se
comprende mejor ciertos fenómenos de la traducción y de la interpretación. Se
adquieren también las bases para poder idear metodologías didácticas basadas en
las teorías aprendidas. A continuación, vamos a presentar algunas
aproximaciones teóricas de la traducción, y luego, de la interpretación.
3.2.
De
las teorías de la traducción
La Teoría de la traducción consta de
varias teorías. Una de las más conocidas, no solo entre traductólogos sino
también entre lingüistas, es la teoría lingüística. Fue acuñada esencialmente
por lingüistas en los albores de la traductología moderna. Pues las primeras
reflexiones en torno a esta ciencia tienen que ver con la lengua, o más bien,
la lingüística contrastiva. En su principio, la traducción era considerada una
operación entre lenguas, cuyos elementos subyacentes eran las palabras, las
frases, las oraciones, conformando unidades lexicosemánticas. Con base en esta
línea de reflexión, Román Jackson (1959) elaboró una taxonomía de la traducción
basada en el signo lingüístico. Distingue entre la traducción intralingüística,
la traducción interlingüística y la traducción intersemiótica. La primera es
una forma de reformulación dentro de la misma lengua; la segunda es la
traducción en su sentido estricto; en cuanto a la tercera, se acerca más a la interpretación,
pero con matices. Aquí es una interpretación entre sistemas de signos
diferentes (lengua de señas - lengua hablada, lengua de señas - lengua escrita,
lengua escrita – lengua hablada, y viceversa). También, la aproximación
lingüística sirve de forma práctica para dar con el equivalente más adecuado de
una palabra o expresión entre una lengua A y una lengua B, en un contexto
lingüístico determinado, ello se conoce bajo la denominación de teoría de la
equivalencia dinámica. Sin embargo, una franja de teóricos, a través de sus trabajos,
demostraron que la teoría de la equivalencia, otra cara de la teoría
lingüística, no puede resolver todos los problemas léxicos relacionados con la
traducción. De hecho, consideran que la traducción es una operación
intercultural, y no meramente una operación léxico-gramatical. Cuando traduce,
el traductor debe fijarse en los rasgos históricos, geográficos y culturales de
las comunidades en contacto. Esta teoría de la traducción intercultural
representa lo que realmente es dicha actividad: una comunicación intercultural.
Estos conocimientos son fundamentales para la formación de profesionales conscientes
de todas las implicaciones de la traducción. Más allá, la traducción ha de
entenderse como una “copia perfecta” que hace las veces de un documento
original. Traducir es “reescribir” (respecto a la fuente original); pero es “escribir”
respecto al lector final. Por consiguiente, la labor del traductor se vuelve
más difícil ya que consiste en realizar una traducción que tenga el mismo
sentido que el original, y que no parezca una traducción (o sea una copia
perfecta) que cumpla perfectamente con las mismas funciones, suscite el mismo
efecto y goce del mismo reconocimiento que el texto original.
3.3.
De la Teoría de la interpretación
Anteriormente, dijimos que la
investigación en interpretación ha evolucionado en la sombra de la
investigación en traducción. Empero, eso no significa que la Teoría de la interpretación
sea carente. Muy por el contrario, los trabajos de intérpretes profesionales permitieron
desarrollar este ámbito del conocimiento. Danica Saleskovitch, junto a Marianne
Lederer, elaboró y dio por sentada una teoría fundamental: la del sentido o
teoría interpretativa. Ya es sabido que el objetivo de toda interpretación es
retransmitir fielmente un mensaje entre dos locutores de lenguas distintas,
pero esta operación no es así de fácil como pueden pensar algunos, aunque el
principio es bastante simple de entender. Lo que cuenta, no son las meras unidades
lingüísticas o las correspondencias que puedan tener en otras lenguas. Se les
ocurre a algunos intérpretes novatos caer en la trampa de la reformulción
literal (palabra por palabra) sobre todo en simultánea; olvidándose de que su
reformulción muchas veces no tiene un sentido inteligible, no es una interpretación
sino una mala traducción. Como demostraron Saleskovitch y Lederer, interpretar supone
deconstruir enunciados y volverlos a construir, no forzosamente con el material
de partida, pero sí con la esencia que, representa el significado. En este
proceso de desverbalización y reverbalización, pueden cambiar las categorías
gramaticales iniciales, excluirse los vocablos superfluos, aclarar lo
sobreentendido, para dar con una reformulación verosímil, cuyo fundamento es el
sentido, en la lengua de llegada. Además, pondremos énfasis en una
particularidad de la interpretación simultánea. Un factor que posibilita la eficiencia
de esta actividad es la capacidad de anticipación. Esto
está al centro del trabajo del teórico y ex-intérprete ruso Chernov, quien
escribe: Our hypothesis is that the basic mechanism making SI possible is the
probability anticipation of the development of the message. (Chernov,
2004:91)
Apoyándose en la Teoría de la psicología rusa, argumenta,
en efecto, que el intérprete puede anticipar el curso del discurso. Es una
anticipación, a la vez verbal (en lo que atañe a las palabras) y semántica (en
lo que atañe al sentido). En función de los elementos que ya se sabe, y de la
tasa de redundancia de la información previamente proporcionada e interpretada,
tiene más chances de mantener el ritmo de la interpretación bajo presión. En la
traducción, tal fenómeno no existe, lo cual remarca la particularidad del
discurso oral, y su importancia en la creación y aplicación de métodos didácticos
en interpretación. Empero, creemos que esta capacidad de anticipación es aún
más potenciada cuando el intérprete tiene afinidad con el orador y un excelente
conocimiento del tema del discurso. Esto puede ocurrir cuando, por ejemplo,
haya trabajado con él en repetidas ocasiones. Sabe su forma de hablar, sus muletillas
más frecuentes, su forma de pensar, además de dominar, por experiencia, la
terminología del tema discursivo. El intérprete puede llegar a prever la continuación
lógica de lo que dice el orador, e incluso interpretar en tiempo real, una
interpretación “simultánea sin desfase temporal”. Aunque tal perspectiva sea difícil
de imaginar, en aquel momento preciso, se pasaría de la mera anticipación a la predicción,
una certeza del intérprete acerca de la naturaleza semántica del enunciado por
venir.
Conclusión
En este trabajo, hemos recorrido la interpretación
y la traducción en sus vertientes profesionales y teóricas. En lo referente a
los aspectos profesionales, demostramos que, a pesar de tener alguna similitud,
las competencias que se requieren en traducción difieren de las requeridas en interpretación.
Lo mismo ocurre a nivel taxonómico en que, las subdivisiones no son las mismas,
según cambian los criterios de clasificación. Al nivel de los procesos
traductor e interpretativo, el plazo de entrega es un elemento fundamental que
se debe tener en cuenta al describir las diferentes etapas de la traducción y
de la interpretación. Básicamente, las diferencias entre ambas profesiones radican
en dos factores: la dualidad escritura - oralidad y el factor temporal. Luego,
pasamos a reflexionar sobre aspectos teóricos de las mismas, cuyo objetivo era proporcionar
fundamentos teóricos con fines didácticos, en la formación de traductores e
intérpretes.
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