Modelo de ecuaciones estructurales de las
políticas de emprendimiento caficultor en la era COVID-19
Cruz García-Lirios
Departamento de Trabajo Social, Universidad Autónoma del Estado de
México
Resumen –La
exploración de las relaciones entre los determinantes del emprendimiento fue el
objetivo de este trabajo. Se realizó un estudio no experimental con una
selección no probabilística de 300 caficultores afiliados al programa de
microfinanzas. Se observa una estructura de cinco factores: representaciones,
habitus, campos, capital, capacidades y emprendimiento que explicaron el 54% de
la varianza total explicada, aunque el diseño de la investigación limitó los
hallazgos del escenario local, sugiriendo la inclusión de variables que la
literatura identifica sociodemográficas y socioeconómicas. variables para
establecer perfiles emprendedores según eventos de riesgo; deslizamientos de
tierra, incendios, sequías, inundaciones, heladas o terremotos.
Palabras clave – Caficultura;
espíritu empresarial; jefes de familia; modelo; microempresa
Abstract
The exploration of the relationships between the determinants of
entrepreneurship was the objective of this work. A non-experimental study was
carried out with a non-probabilistic selection of 300 coffee growers affiliated
with the microfinance program. A structure of five factors is observed:
representations, habitus, fields, capital, skills and entrepreneurship that
explained 54% of the total explained variance, although the research design
limited the findings of the local scenario, suggesting the inclusion of
variables that literature identifies sociodemographic and socioeconomic.
variables to establish entrepreneurial profiles according to risk events;
landslides, fires, droughts, floods, frosts or earthquakes.
Keywords – Coffee growing; entrepreneurship; family heads; model;
microenterprise
Introducción
El propósito de este estudio es explorar las relaciones entre
variables clave del emprendimiento según una revisión de la literatura: teoría
de la representación social, teoría del habitus, teorías del capital, teoría
del campo y teorías de las capacidades, considerando que se trata de un corpus
teórico que explica la fenómeno ante eventos locales de riesgo como
inundaciones, deslizamientos, terremotos, incendios, heladas o sequías, junto
con la corrupción; El nepotismo, la opacidad, la impunidad o la negligencia
intensifican las barreras al desarrollo local y fomentan la innovación de
sectores organizados como el cafetalero.
Por supuesto, el emprendimiento involucra representaciones,
habitus, campos y capital; esto en torno a la producción, comercialización y
capacitación empresarial. En cierto sentido, la objetivación y el anclaje,
procesos esenciales de las representaciones sociales, explican la
transformación de saberes y saberes de sentido común, más precisamente,
heurísticas a partir de las cuales la lógica de la oferta y la demanda se
desvanece en afectos o sentimientos acerca de Oriente el tiempo y el dinero
para producir café (Amrouni y Abdelwahed, 2014).
Sin embargo, no solo el conocimiento es interrumpido por las
fuerzas empresariales, sino que también se ajusta a la dinámica del ecoturismo
local. En este sentido, el discurso entre otros elementos es el medio para
construir predisposiciones en torno a la caficultura. Es así como, a través de
las representaciones sociales, el café se transforma en hábitos discursivos
a partir de los cuales se sustentan convenciones locales basadas en
convenciones globales, ya que las microempresas, al estar vinculadas a las
transnacionales, adoptan formas y discursos organizacionales para fomentar el
espíritu emprendedor en los habitantes de los “pueblos mágicos”. como en el
caso de la región huasteca en Xilitla, San Luis Potosí, México (Berrou y
Combaunous, 2012).
Es un proceso en el que los símbolos, significados y significados
se categorizan en imágenes que impactan en la interpretación y acción personal,
aunque este proceso se difunde a grupos y organizaciones relacionadas con el
café. Esto posibilita la distinción social de un sector empresarial en
referencia a la comunidad, pero incluso en referencia a los demás grupos
campesinos de la región Huasteca (Caballo, Reyes y Solis 2006).
Desde un nivel discursivo, no solo es posible diferenciar los
símbolos o significados en sus entornos temporales o espaciales, sino también
anticipar la diversidad de expectativas que se generan luego de que una
actividad empresarial se haya erigido como seña de identidad de una comunidad
en clara alusión. a la industria, el comercio, el turismo o la pobreza, la
marginación, la vulnerabilidad o la exclusión. Tales dimensiones se condensan
en la propensión o aversión al futuro porque, si bien las representaciones
sociales se vinculan con el pasado y el futuro, generan predisposiciones de
riesgo en torno a las cuales se planifican la siembra y la cosecha. Es decir,
la representación de la caficultura parece circunscribir preferencias,
acciones, sentimientos o pensamientos que constituyen discursos que delimitan
campos de expectativas y generan relaciones de cooperación y confianza (Carr y
Sequeira, 2007).
Esta pregunta implica cinco marcos teóricos explicativos de la
imbricación de la caficultura en los discursos de productores y comerciantes.
La Teoría de las Representaciones Sociales, al ser un proceso de comunicación
de innovaciones respecto a la caficultura, se infiltra en los símbolos y
significados que construyen los microempresarios. Una vez que estos se han
infiltrado en imágenes y palabras, ahora se recuperan como un repertorio de
saberes sobre el siempre o la cosecha del café (Carreón 2016).
Si una representación vincula la caficultura con otras necesidades
personales o comunitarias, entonces supone disposiciones que facilitan la
objetivación o anclaje de información relacionada con la siembra, la cosecha,
el clima, las plagas, los precios y los precios. Si tales arreglos han sido
transferidos de generación en generación, entonces un estudio longitudinal
daría cuenta de las representaciones, objetivación y anclaje, así como de sus
habitus, heredados o adquiridos, durante un período relativamente transitorio
en el que la comunidad pasó de ser migrante a microempresaria (Carreón, 2013).
Es así como la Teoría del Habitus Discursivo enfoca los esfuerzos
de explicación sobre aquellos símbolos de los cuales se pueden derivar, agrupar
y resignificar símbolos al tiempo que demuestra una forma de pensar, actuar y
sentir que distinguiría a Xilitla, SLP, de otros pueblos indígenas o mágicos
dedicados, en particular, al café (Carreón et al., 2016).
Al respecto, la Teoría de los Campos de Poder sostiene que los
conflictos derivados de la distribución asimétrica de insumos para la
caficultura es el motor de los cambios que se están dando en la producción y
comercialización del café en la microrregión (Carreón et al., 2015).
Sin embargo, dicha transformación parece ser más discursiva porque
mientras los migrantes de Xilitla regresan, grupos de comerciantes se dan a la
tarea de emprender nuevos proyectos y planes de negocios que implican la
difusión del pueblo como un lugar de turismo y recreación más que de producción
y venta. de café. A nivel de símbolos, es necesario comprender las relaciones
discursivas entre quienes crean empleos y quienes los diversifican con la
difusión de innovaciones comunitarias como el ecoturismo, la producción
orgánica, la artesanía y la comida típica (Castiglioni, Castro y Galán, 2015).
Este proceso de diversificación e imbricación del café está
enfocado a la formación de redes colaborativas que no son solo discursivas. Se
trata de procesos de confianza en los que la cooperación entre familias de
caficultores viabiliza su análisis como capital social, en los que el
conocimiento ya no es solo una cuestión de gestión, sino de representación,
habitus y empoderamiento (Contreras, 2012).
De esta forma, Xilitla se asume como una entidad económica
próspera porque se ancla en discursos que versan sobre el emprendimiento, el
comercio y el progreso. Es decir, al menos la comunidad ya no presenta síntomas
de empobrecimiento discursivo o económico. Las personas que viven en esta
microrregión asumen la responsabilidad de su propio destino y actúan en
consecuencia. Realizan acciones motivadas por la diferenciación social que
implica ser migrante, comerciante, cafetalero o microempresario (Domínguez y
Fuentes, 2006).
Sin embargo, el proceso estaría incompleto si no se reconocieran
las oportunidades acordes a las capacidades y responsabilidades de los
habitantes de Xilitla para sus futuras generaciones y otras redes de capital
social que actúen a favor del progreso comunitario o al menos del
distanciamiento con la pobreza. La Teoría de las Capacidades Económicas en
consonancia con las libertades de elección para la cobertura del tejido social
en materia de empleo, salud y educación, asume que los individuos son agentes
de conocimiento y gestión cuyas capacidades permiten la diseminación de
responsabilidades a los colectivos en quienes están sumergidos (Fernández y
Crespo, 2011).
Precisamente, es en este punto, donde los símbolos y significados
en torno a la caficultura se vinculan con escenarios de colaboración y
transferencia de conocimientos que permiten a los comerciantes incursionar en
un mercado local. Es aquí donde parece emerger el conocimiento que permite
diferenciar la caficultura en la siembra, cosecha, refinación, empaque,
logística, distribución, preparación y venta. Las nuevas generaciones de
caficultores no solo han objetivado o anclado el conocimiento, sino que lo han
asumido como parte de sus estilos de vida y modos discursivos (Ferreiro, 2013).
Ante los problemas ambientales de sequías o inundaciones, las
redes de capital social en Xilitla responden con la organización del cultivo en
etapas diversificadas pero circunscritas al logro de metas que garanticen el
ciclo productivo. Además, el proceso productivo se complementa con el manejo y
promoción de la caficultura en otras localidades de la región y fuera de ella
como entidad turística. Esta es la clave del éxito económico y la prosperidad
de Xilitla, de la cual las remesas siguen siendo parte fundamental de la
dinámica económica, pero es el capital simbólico que impulsa las relaciones
sociales, políticas y económicas. La cultura o el espíritu emprendedores de
Xilitla socava la pobreza y fomenta las capacidades empresariales y laborales
para estabilizar representaciones, habitus, campos y capitales relacionados con
la caficultura (Fuentes y Sánchez, 2010).
Las representaciones son innovaciones discursivas a partir de las
cuales se difunde el conocimiento científico en el sentido común y el
pensamiento social, aunque esto es excluyente no solo de la ciencia, el arte o
la cultura en general ya que los símbolos a descubrir o inventar también son
proclives a su transformación en interpretaciones de la realidad y
principalmente sentidos discursivos. Sin embargo, las representaciones
sociales, al ser comunicativas, se alejan de la cognición individual y se
acercan a las relaciones asimétricas de los grupos. Una vez disponible la
información científica, los grupos son los encargados de socializar sus
contenidos. Para ello, será necesaria una diferenciación entre los grupos a fin
de establecer los conflictos que les llevan a anticipar los cambios (Loui,
Carpio y Vergara, 2012).
Los grupos se dividen en minorías y mayorías en torno a la
información circundante que les permite representar prototipos de
comportamiento para construir una identidad. En tal escenario, la percepción de
justicia difunde la legitimidad de las decisiones. Sin embargo, la
transferencia de información pública pasa a formar parte del repertorio de
conocimientos personales. Esto es así porque la información es un medio para
difundir relaciones asimétricas entre grupos e individuos, pero supongamos que
la dinámica grupal se imbrica al igual que el individuo en un objeto de
representación que cuando no es social es cultural o al menos contextual
implica una reducción de símbolos a expectativas, habilidades o actitudes
(García, Carreón, Hernández y Salinas 2016).
Más bien, las representaciones sociales son interpretaciones
observables, pero esto no sugiere que estas puedan ser síntomas de
percepciones, creencias, motivos o conocimientos ya que son convenciones o
discrepancias, pero no pueden ser indicadores de procesos individuales. Por eso
las representaciones sociales facilitan e inhiben la inserción de símbolos en
el repertorio cultural individual, pero sobre todo en las imágenes que
compartimos o queremos disuadir. Se trata de un núcleo figurativo y un conjunto
periférico de acciones concretas donde los componentes ideológicos se ven
envueltos por una periferia emergente de símbolos comunes y mainstream (García,
Carreón Hernández Aguilar, Rosas y Bustos, 2015).
El proceso que va desde lo abstracto en particular se conoce como
objetivación y los símbolos que se incorporan al repertorio discursivo se denomina
anclaje, sin embargo, siendo la representación una organización de los símbolos
compartidos por un grupo, la objetivación confina tales símbolos a palabras que
tienen un significado más cercano al grupo de experiencia y estilo de vida que
adopta o asigna imágenes tales aseveraciones de saber, pero que termina
uniéndose como señales perceptivas, rasgos actitudinales o síntomas a
disposiciones (García, Carreón , Hernández, Carbajal, Quintero, Sandoval y
Valdés, 2016).
En el caso del anclaje, se trata de un proceso complementario de
incorporación de símbolos al archivo perceptivo o actitudinal del individuo,
pero el anclaje implica una defensa a través de esos mismos símbolos que se
incorporaron en el pasado y que ahora compiten por el control de las decisiones
y acciones personales. En este sentido, la concreción, la regulación y la
defensa se constituyen como elementos fundamentales de las representaciones
sociales, si bien se dan en la mente humana, en realidad son convenciones, por
no decir construcciones de la realidad que al ser compartidas por un grupo
organizan no sólo a las personas, sino a su entorno. Es decir, las
representaciones sociales son organizaciones de la realidad que impacta al
individuo y al grupo, pero es una obra social que por ser invisibles pensamos
que se transforma en imágenes, pero basta cambiar el contexto para dar cuenta
de la diversidad. de representaciones (García, Carreón, Hernández, Montero y
Bustos, 2012).
De esta forma, en un contexto en el que los símbolos se orientan
por representaciones sociales y significados por sus procesos de objetivación y
anclaje; los sentidos o direcciones de los símbolos y significados se guían por
la defensa de las representaciones que, ante los conflictos y cambios, inciden
en su centralidad, porque la periferia es tan abrupta que revela una
interrelación con la centralidad y esto conduce a la suposición de que las
representaciones sociales son en realidad interpretaciones más que
comunicación, cognición o persuasión; son en una palabra: información, que
puede ser sesgada para transformar usos y coatributos (García, Carreón ,
Mecalco , Hernández, Bautista y Méndez, 2014).
En el caso de la migración y el emprendimiento, sus
representaciones sociales parecen circunscribirse a una dinámica de corto
plazo, ya que son los costos y los beneficios los que más modificarían la
centralidad de la representación social. Es decir, ante préstamos, créditos,
financiamientos, inversiones y demás apoyos económicos, los migrantes,
comerciantes y cafetaleros están expuestos a tomar sus decisiones ya no desde
el sentido común, sino desde el equilibrio entre sus ingresos y gastos (García,
Carreón, Sandoval, Bustos y Aguilar, 2016).
Según el estado del conocimiento, la migración y el emprendimiento
son procesos psicológicos y sociales explicados desde la representación social,
imagen organizacional, confianza, liderazgo, compromiso, capital, habitus y
satisfacción. Del estado de la cuestión, es posible anticipar un modelo
reflexivo para ilustrar las representaciones sociales centrales y periféricas
en torno a la caficultura en Xilitla, San Luis Potosí, México. Más bien, las
representaciones sociales solo explican los contextos de migración y
emprendimiento, pero no esclarecen su permanencia. Es decir, por qué México es
un país expulsor de migrantes y ahora por qué se convierte en un país de
emprendedores son cuestiones que solo pueden explicarse desde la Teoría del
Habitus Discursivo (Manktelow, 2014).
El concepto de habitus alude a un conjunto de disposiciones
ancladas, si se quiere relacionar con representaciones sociales, en el núcleo o
centralidad de un contexto. Como sistema de disposiciones, se indican mediante
asociaciones entre personas, comportamientos, sentimientos, oportunidades,
capacidades, responsabilidades o libertades (Obrego, 2008).
Sin embargo, sus síntomas psicológicos son solo una parte de las
dimensiones sociológicas a partir de las cuales es posible advertir diferencias
entre grupos, comunidades, sociedades, culturas o generaciones. Se trata de
relaciones entre estructuras, creencias, normas y valores, que pueden darse en
organizaciones o instituciones, pero al no ser excluyentes de tales contextos
se abre la posibilidad de que los habitus sean en sí mismos contextos de
escenarios. En tal proceso, el habitus discursivo se vincula con prácticas que
potencian las diferencias entre los individuos, ya que pueden actuar bajo un
mismo contexto, pero la significación o resignificación de espacios, objetos o
personas es distinta. Esto es así porque los habitus son producto de
asimetrías, discrepancias, controversias, desacuerdos o tensiones que pueden
ser de corta duración, aunque pueden prolongarse dada la magnitud del conflicto
y sobre todo, la influencia del contexto (Pariente, 2006). .
Lo cierto es que un contexto impacta acciones, sentimientos,
percepciones y pensamientos de una manera más duradera porque se infiltra en la
estructura de las habilidades discursivas y al naturalizarse, siguiendo el
discurso de las representaciones sociales, ya no están sólo en la periferia,
pero se han incorporado al núcleo central. Es decir, el habitus es el
resultado de la penetración del contexto en el repertorio cultural de los
individuos y al haber infiltrado los conceptos de defensa han logrado
familiarizarse con los elementos centrales (Ramos, 2013).
Los habitus son esencialmente una consecuencia del contexto en
forma de esquema y organización de símbolos. Esta dualidad hace más factible
reconocer la complejidad del contexto ya que los habitus son sus
indicadores. Es un contexto, en cuanto a la vida humana, breve ya que son
estructuras heredadas y/o aprendidas en los primeros años de vida. Este proceso
revela una dimensión de carácter sociohistórico del habitus , y por
tanto, otra dimensión sociopolítica consistente en la socialización de los
esquemas y estructuración de las disposiciones que, si fue un proceso
dialéctico, pero no lo es porque es más bien la influencia de contexto en los
esquemas personales (Robles, Alviter , Ortega y Martínez, 2016) .
Al igual que las representaciones sociales que defienden el
surgimiento de otros símbolos, el habitus no reparará en contrarrestar
la influencia de otros habitus al definir las acciones a seguir según
los contextos a disuadir ya que nuevos eventos implicarían una diversidad de respuestas,
pero tales los recursos son más bien homogéneos porque cada persona incorporó
un sistema de símbolos, significados y significados que los diferencian de
otras personas o de sí mismos en circunstancias similares o diametralmente
diferentes (Rodríguez, 009).
El habitus proviene del pasado ubicado en la infancia, pero
también al ser adquirido y no solo heredado, asume disposiciones emergentes que
indican la penetración del contexto en la estructura de las disposiciones. En
el caso de la migración y el emprendimiento, el habitus explica el
proceso por el cual una sociedad pasa de ser expulsores a comerciantes. Esto,
por supuesto, va más allá de la influencia del contexto en las comunidades o
individuos, supone la incidencia de las políticas públicas relacionadas con el
turismo ya que la comunidad huasteca de Xilitla obtiene sus ingresos de la
promoción de su espacio ecoturístico, las zonas montañosas y boscosas, así como
sus usos y costumbres cafeteras. De esta forma, el habitus del pasado
comunitario explica la migración ya que en su afán de construir un patrimonio
los pobladores de Xilitla debieron buscar empleo fuera de su territorio (Urquiza
y Cadenas, 2015).
Una vez construido un patrimonio, los exmigrantes regresaban a su
comunidad para asentar los discursos adquiridos en el exterior y que es posible
identificar como un proceso de emprendimiento si se asume que para ello se
generó un clima de confianza, compromiso y satisfacción. Es decir, las nuevas
generaciones de emprendedores son el resultado de una generación que heredó un
habitus migratorio y/o se transformó en un hábito emprendedor, pero tal proceso
tuvo que darse en un contexto en el que las políticas de promoción empresarial
se orientaron estratégicamente hacia el turismo y sus derivados (Carreón,
2016).
cumple así la premisa sociohistórica del habitus, según la cual
una coyuntura es el resultado de una estructura, aunque no del todo influida,
si ha sido modificada en sus cimientos ya que la comunidad de Xilitla ahora
es empresarial. La repavimentación de sus calles, la remodelación de sus
edificios, la reubicación de sus desechos, el financiamiento de su comercio y
la inversión en infraestructura hotelera, restaurantera y vial sugieren que la
comunidad apuesta por el turismo como alternativa de progreso y prosperidad,
pero hay un sector cafetalero que ha logrado insertarse en el habitus
migrante y ahora en la nueva dinámica empresarial, ya que emplea a otros
trabajadores de los pueblos y mercados aledaños con otros grupos de
caficultores de la región huasteca ( Carreón , J., Hernández , J. , Bustos y
García, 2017).
habitus migrante y
emprendedor son discursos relacionados con la búsqueda de oportunidades,
capacidades y responsabilidades, llama la atención que en el caso del habitus
migrante predominan las emociones sobre las acciones o deliberaciones que
corresponden al habitus emprendedor. Es decir, la diferenciación entre
un habitus y otro es que la situación económica impedía la realización
de innovaciones y orientaba las acciones a la migración, mientras que en la
situación actual los factores mínimos para la realización de proyectos que son
financiados por el Estado parecen para ser combinado A través de la Secretaría
de Turismo y Trabajo, pero son aceptados y desarrollados por la Junta (Carreón,
Hernández, Quintero García y Mejía, 2016).
Sin embargo, al mismo tiempo que se forjaba un habitus empresarial,
se redistribuían los recursos, principalmente los discursos y sus bienes
simbólicos que daban lugar a escenarios de poder sin los cuales sería imposible
explicar las diferencias entre jornaleros y cafetaleros, autoridades y
ciudadanos, políticos y comerciantes. Un campo de potencia es el equivalente a
uno de carácter electromagnético, ya que denota un espacio construido por
fuerzas internas en referencia a fuerzas externas. Sin embargo, un campo de
poder es más simbólico que físico o magnético, pero funciona de manera similar
porque atrae a uno mismo y expulsa a los extraños. Sin embargo, un campo de
poder solo refleja relaciones asimétricas con bienes o capitales simbólicos que
estructuran grupos frente a conflictos que los diferencian de otras
comunidades. De esta forma, los campos de poder se vinculan a representaciones
y habitus al circunscribir el anclaje y la defensa de los símbolos. , pero a
diferencia de estos, los campos de poder reflejan asimetrías y por tanto se
asumen como causa de las representaciones y habitus (García, 2013).
Más que socialización de las diferencias, los campos de poder son
la interrelación de recursos o capitales que definen el poder de un grupo sobre
otros similares en sus hábitos o Representación. En este sentido, si un campo
de poder emite símbolos que serán significados por los individuos, entonces son
áreas en las que predomina la defensa de las representaciones y el habitus sobre
la producción de símbolos. Los escenarios simbólicos de defensa indican la
actividad profesional de un grupo. Es un espacio deliberado en el que la
producción de símbolos se circunscribe a la defensa de dicho territorio más que
a su significación o cambio. En el caso de la migración, se infiere un campo de
poder por el discurso en torno al viaje, la permanencia o el retorno. Es decir,
los migrantes construyen símbolos para defender su estilo de vida como
migrantes, a diferencia de quienes residen con todos los derechos y garantías
individuales (García, 2017).
Sin embargo, los migrantes construyen un campo de poder no para
preservar sus formas de convivencia, sino para protegerse de otros discursos
que implican el abandono de sus raíces y el corte de remesas para sus familias.
Es por ello que el monto de las remesas supera a otras fuentes de ingresos como
el turismo, pero también la migración parece estar sustentada en redes o bienes
de capital simbólicos que los migrantes llevan consigo cada vez que cuentan sus
experiencias. En cambio, el espíritu emprendedor parece configurarse desde
múltiples espacios de poder. Cuando menos cafetaleros, intermediarios y
vendedores construyen discursos a partir de la distribución de sus espacios
interactivos. Piénsese en los agricultores que delimitan sus acciones y
discursos a la siembra y la cosecha, naturalmente se encuentran en desventaja
con respecto a quienes manejan sus recursos financieros, logísticos o
productivos (García, Carreón y Hernández, 2016).
Sin embargo, un campo de poder es simbólico y como tal, se
entiende que los conflictos y cambios que en él se dan también lo son. Por eso,
ante sequías e inundaciones, los símbolos de poder que están en juego se
refieren a pronósticos y estrategias relacionadas con las tecnologías y la
gestión del conocimiento. Es decir, quien accede a la información especializada
tiene control sobre el campo simbólico del poder. Algunos rituales vinculados
al viaje, la permanencia y el retorno pueden observarse como indicadores del
campo de poder relativo a la migración. En caso contrario, los indicadores del
emprendimiento, como campo de poder, se materializarían en saberes y saberes
deliberados o heurísticos, planificados o improvisados, sistemáticos o
automáticos. Es decir, mientras los migrantes utilizan el afecto y las
emociones como escenarios de influencia, los comerciantes aluden a
conocimientos administrativos o jurídicos para diferenciarse de otros grupos
económicos con los que compiten (García, Carreón, Bustos y Hernández, 2017).
Es precisamente aquí que la comunidad de Xilitla refiriéndose a
otros alrededores construyó discursos alusivos a la generación de oportunidades
y capacidades para un crecimiento social y ambiental responsable. Esto implica
elementos relacionados con su patrimonio o capital simbólico. El concepto de
capital es equivalente al de bienes o recursos, que se utilizan para exaltar a
un individuo sobre otro en cuanto a libertades y oportunidades de elección. Sin
embargo, el término es volátil ya que supone indicadores económicos,
culturales, naturales o sociales. Sin embargo, la literatura sobre capital
humano parece converger en cuanto a valores, habilidades y conocimientos
adquiridos por la formación profesional (García, Morales, Bustos, Carreón,
Limón y Hernández, 2013).
Incluso los elogios son parte del capital humano y la motivación
del talento es fundamental para generar un clima de confianza, compromiso y
satisfacción. En este sentido, el capital humano es discursivo, aunque tiene un
contenido simbólico; opera de manera peculiar a través de la motivación y el
liderazgo. En principio, el capital humano es un medio de subsistencia, pero
también de consolidación de un sistema de símbolos que operan a favor de la
representación, el habitus o el campo de ciruelas pasas. En efecto, el capital
humano es un instrumento de objetivación, anclaje, herencia, adquisición y
construcción de escenarios simbólicos que otorgan poder a quienes los utilizan
(García, Sandoval, Rivera, Limón, 2017).
Sin embargo, el capital humano es un instrumento frágil porque
puede romperse si hay un resquicio de desconfianza o falta de compromiso.
Alternativamente, es un medio de manipulación que consiste en materializar
expectativas o consolidar redes colaborativas a partir de las cuales se tejen
representaciones, habitus y campos como discursos en torno al poder. De
la misma manera que el crédito financiero opera como respaldo de confianza y
certeza para las relaciones comerciales, el crédito de conocimientos, valores y
habilidades otorgado a un grupo o individuo expresa confianza en que esa
persona es capaz de satisfacer una necesidad, resolver un problema. o
simplemente ampliar la brecha simbólica entre grupos. Es decir, se trata de
talentos humanos que pueden convertirse en líderes de opinión y movilización a
favor de intereses económicos, políticos, sociales o culturales (García, Valdés
y Sandoval, 2016).
En el caso de la migración, el capital humano atiende a la
expulsión de talentos no solo por sus conocimientos o habilidades, sino por sus
valores de honestidad como es el caso de los jornaleros o cuidadores que en el
mercado son vistos como ejemplos de dedicación y esfuerzo. En el caso de las
organizaciones, los valores de lealtad y compromiso son requisitos indispensables
para la calidad y competitividad de las pequeñas y medianas empresas frente a
la inserción de las transnacionales en la comunidad (Gissi y Soto, 2010).
Ambas dimensiones del capital humano, migratorio y emprendedor
parecen aproximarse ya que ambas comparten valores que hacen únicos a los
migrantes y emprendedores de Xilitla con respecto a otras comunidades que
vieron partir a sus jóvenes, pero no los vieron regresar, o bien, observaron
cómo Las ganancias de sus empresarios no fueron reinvertidas en sus comunidades
y al final se quedaron sin recursos naturales ni infraestructura para el
turismo ya que sus migrantes no regresaron y pasaron de ser pueblos indígenas a
pueblos fantasmas sin haber sido pueblos mágicos (Guillén , 2010) .
Esta diferencia se explica por la generación de oportunidades no
solo de empleo, sino también de vida y de crecimiento personal que implica
competencias y responsabilidades. La capacidad es el resultado de las
libertades y oportunidades a la vez que la causa de la generación de responsabilidades
sociales. En este sentido, la Teoría de las Capacidades Económicas asume que la
libertad de elección, difundida por las políticas públicas liberales o
neoliberales, es el contexto propicio para el surgimiento de oportunidades que
obligarán a los individuos a perfeccionar o especializar sus conocimientos y
ajustar sus habilidades al mercado. requisitos Esto implica conocimientos de
anticipación y comprensión de los problemas. Sobre todo, ante la crisis, es
necesaria la selección de los elementos más adaptativos para afrontar los retos
de cambios inesperados que no impliquen conflictos o diferencias entre las
partes involucradas en la competencia por los recursos. . En el caso de los
grupos y su dinámica diferencial interna, las capacidades son fuente de
estabilidad ya que la diversidad de oportunidades genera ideas innovadoras de
las cuales el grupo (Hernández, Carreón, Morales, Aguilar y García, 2014).
Ante los retos del entorno, los grupos buscan a toda costa
solucionar sus carencias a través de la mejora continua de las habilidades vía
capacitación o capacitación, pero al ser un proceso externo, transforma de una
forma u otra la dinámica del grupo. Así, las respuestas a la contingencia
interna provienen de saberes y saberes diversos, mayor es la probabilidad de
que se mantengan en constante competencia por el beneficio del grupo. Así, un
grupo adquiere ventajas competitivas frente a otros de similar representación,
habitus, campo o capital, pero diferentes en cuanto a libertades, oportunidades,
capacidades y responsabilidades (Iglesias, 2010).
Las capacidades económicas explican las diferencias grupales en
una misma comunidad y la competencia por los recursos financieros o naturales.
En el caso de la migración y el emprendimiento, las capacidades son el
resultado de una serie de políticas públicas relacionadas con la expulsión de
mano de obra barata y el desarrollo empresarial para el desarrollo del turismo
de gran escala. Es posible observar que las capacidades económicas migratorias
obedecen a una serie de intenciones y acciones en riesgo frente al
emprendimiento de procesos productivos, distributivos y logísticos en un
contexto de flexibilidad. Ambas dimensiones desreguladas por el Estado y sus
políticas de desarrollo empresarial a costa de la reducción de los derechos
laborales. Sin embargo, el apoyo financiero supone una planificación mínima de
las organizaciones siempre que se ajusten a los objetivos de los programas
públicos para emprendedores, microempresarios o comerciantes en torno a la
caficultura. En cambio, la migración de abandono del Estado supone conductas de
riesgo que implican mayor probabilidad de improvisación de la práctica
migrante, inserción laboral, redes de apoyo, o bien, mayores posibilidades de
fraude, extorsión o robo de bienes. En este sentido, las capacidades denotan
habitus de riesgo y representación de incertidumbre para el caso de la
migración y habitus de las microfinanzas, así como representaciones de
flexibilidad o alianzas entre pymes y transnacionales para el caso del
emprendimiento (Loyola, y Rivas, 2010).
En síntesis, ambas dimensiones, migración y negocios, parecen
diferenciarse, pero más bien forman parte de un mismo proceso que va de la
exclusión a la inclusión a través de la marginación y vulnerabilidad de una
comunidad huasteca frente a dos sensualidades en las que las políticas públicas
contribuyeron al desarrollo del emprendimiento. en la microrregión.
Precisamente, las representaciones, habitus, campos, capitales y capacidades
son los indicadores de este proceso que va de la migración al emprendimiento.
El espíritu emprendedor, ya sea heredado en el lugar de origen o adquirido en
el lugar de estancia del migrante, es un proceso que culminaría en la
satisfacción con la vida a medida que aumenta la remuneración o se diversifican
las oportunidades. Es decir, la satisfacción con la vida parece tener un
vínculo con el espíritu emprendedor en cuanto a la búsqueda de utilidad,
ganancia y beneficio para una actividad sistemática que implica un compromiso
con una organización (Malmod, 2011).
Es por ello que en contextos de incertidumbre el Mobbing inhibe la
satisfacción de la vida y resignifica el espíritu emprendedor ya que las
relaciones humanas socavan los obstáculos que representan las relaciones de
tarea. En efecto, si las relaciones entre socios se superponen con los
objetivos del grupo, entonces en el espíritu emprendedor emergen dimensiones de
orden resiliente en las que el individuo desarrollará estrategias de
afrontamiento ante los inconvenientes de trabajar bajo un clima de tensión
(Molini y Salgado, 2010).
En tal escenario, el espíritu emprendedor se correlaciona con
estilos de liderazgo transformacional en los que cada uno de sus síntomas se
sustenta en acciones específicas de innovación que trastocan otros estilos
correctos, evitativos o motivadores. En este sentido, las relaciones humanas
entre líderes y subordinados parecen influir en el emprendimiento individual
más que colectivo o grupal por el mero hecho de incluir valores egocéntricos
más que altruistas. También existen diferencias entre hombres y mujeres
respecto a las situaciones de estrés en las que el espíritu emprendedor se
inhibe más en los grupos masculinos que en los femeninos. Aparentemente, las
relaciones que se establecen entre los hombres facilitan el afrontamiento del
ruido. Es en los grupos masculinos donde se desarrolla un clima de confianza
más ligado a la satisfacción con la vida, principal indicador del espíritu
emprendedor. A medida que las tareas implican una mayor coordinación, aumenta
la colaboración entre los trabajadores, pero su reducción se acerca más a la
frustración, aunque esto implica la innovación de ideas como otro síntoma del
emprendimiento (Nacif, Martinet y Espinosa, 2011).
Sin embargo, los acuerdos entre líderes parecen afectar más la
dinámica de trabajo entre los subordinados e incluso los incentiva a
implementar estrategias para ajustar sus acciones a las decisiones de los altos
mandos. Esto significa que el espíritu emprendedor también estaría motivado por
la dinámica de las decisiones y sus efectos sobre la estabilidad laboral de los
empleados. Si la satisfacción laboral es el resultado de un clima de tareas y
relaciones positivas, entonces el espíritu emprendedor tendría dos dimensiones.
La primera dimensión sería producto de contextos favorables a la formación de
grupos, así como al logro de objetivos mientras que la segunda sería el
resultado de una serie de barreras y obstáculos desde los cuales se fomenta la
creatividad y la innovación (Nozica, 2011).
Sin embargo, si los resultados se alejan de las metas
establecidas, entonces aparecen una serie de conflictos que anticipan el cambio
de paradigma en las relaciones interpersonales y en la forma en que se lleva a
cabo el trabajo en equipo. En otros casos, el espíritu emprendedor al
correlacionarse espuriamente con la satisfacción con la vida denota otros
factores que estarían incidiendo en él ya que estaría más indicado por factores
de orden impersonal y cercanos a niveles de estrés que, lejos de ralentizar el
emprendimiento, lo acreditan como una contingencia alternativa a la
organizacional como (Orostegui y Matos, 2009).
En referencia al desempeño y la productividad, ambas dimensiones
del emprendimiento anuncian la incorporación de estilos de vida que se
desarrollan al interior de las organizaciones como respuesta a la ausencia de
liderazgo. Esto significa que cuando los canales de comunicación están
bloqueados, los empleados se adaptan a un patrón de producción que los lleva a
alcanzar las metas. Esto es así porque en el ámbito laboral existe una
estabilidad económica de talentos que, ante el embate de problemas propios de
la alta dirección o crisis de reconocimiento, desarrollan habilidades,
conocimientos y valores orientados a la innovación de procesos más que al
control de la calidad. El emprendimiento es, bajo el contexto de conflicto, una
construcción de las necesidades, expectativas y competencias de los empleados
(Pérez, 2010).
Sin embargo, el espíritu emprendedor también subyace en el sentido
de comunidad, arraigo e identidad en torno a una región, lugar o espacio. Es
decir, los trabajadores que viven en las zonas aledañas a las organizaciones
están dispuestos a aceptar condiciones de trabajo y generar puestos de trabajo
que beneficien a la comunidad, aunque la empresa se lleve la mayor parte de las
ganancias (Rivera, García y Carreón, 2017).
Los procesos de identidad son aquellos que involucran el
emprendimiento, pero también la competencia por los recursos. En ambos casos,
el compromiso de la organización se revela como una influencia importante en el
factor de desempeño, satisfacción y habilidades. En aquellas localidades donde
las empresas transnacionales implementaron sistemas de gestión del conocimiento
y transfirieron un modelo productivo a la comunidad, se intensificó la
vinculación laboral. Es decir, se generó conocimiento compartido, pero en los
casos en que el conocimiento fue resultado de la tecnología transnacional y la
participación de la comunidad local, también se incrementó el compromiso. Sustancialmente.
Los mismos procesos se observaron en aquellos casos en que las empresas
transnacionales implementaron modelos de gestión del conocimiento en pequeñas y
medianas empresas locales. El compromiso laboral parece haber sido el principal
determinante del emprendimiento, si la confianza y la innovación se
correlacionaran con ambas variables (Sandoval, Carreón, García, Quintero y
Bustos, 2017).
Con base en estas revisiones, es posible afirmar que el
emprendimiento tiene como indicadores esenciales el compromiso, la confianza,
la innovación, la cooperación y la resiliencia. Al relacionarse con la cultura
local, las costumbres y prácticas comunitarias, así como con la identidad
regional, el espíritu emprendedor incrementó sustancialmente sus valores de satisfacción
con la vida (Santamaría, 2012).
Sin embargo, la planificación estratégica basada en estándares
internacionales de calidad ha resultado en una mayor productividad e
intensificación de la competitividad más que modelos híbridos y alianzas entre
transnacionales. El estado de la cuestión advierte sobre el surgimiento de
emprendimientos en contextos locales a partir de los cuales se forman alianzas
estratégicas a nivel regional y local en las que las comunidades adoptan
sistemas de gestión, producción, logística y comercialización difundidos por
multinacionales a través de pymes o microempresas En un contexto en el que se
intensifican las políticas de desarrollo empresarial, el espíritu emprendedor
parece ser una respuesta de las comunidades que antes eran migrantes y que
ahora son escenarios de inversión federal y local, que los sumergieron en una
dinámica sobre la cual construyeron representaciones, habitus, campos,
capitales y capacidades orientadas al desarrollo local (García, 2013).
El emprendimiento en un escenario de ex migrantes y comerciantes
implica la objetivación y anclaje de la gestión productiva y los ex migrantes
adoptados en Estados Unidos, parecen haber influido en sus disposiciones hacia
la generación de comercio en Xilitla. Una vez difundido el conocimiento
en la comunidad exmigrante y ahora el comerciante, se observaron sus efectos en
el incremento de valores, habilidades y conocimientos. Al mismo tiempo, se
generaron estilos de vida en los que emanaba la confianza y el compromiso heredado
por sus familiares en Xilitla, SLP y aprendido en USA, lo que afectó sus
valores, habilidades y conocimientos (García, 2017) .
Sin embargo, la objetivación y anclaje de la empresa
estadounidense en los ex migrantes de Xilitla requirió la formación de capitales
como la cooperación y la solidaridad al momento de desarrollar los valores,
conocimientos y habilidades necesarias para la supervivencia de la
microempresa. Alternativamente, a través de las libertades, oportunidades y
responsabilidades; las cuales, de alguna manera, se desarrollaron como campos
discursivos, representaciones sociales incidieron en el emprendimiento
orientado a las capacidades de generación. Por último, la formación de
provisiones para el emprendimiento influyó en las capacidades de inversión a
través de grupos discursivos en los que la libertad, la oportunidad y la
responsabilidad sirvieron como elementos determinantes para el emprendimiento (Carreón,
2016).
Método
Se
realizó un estudio transversal y correlacional. Se realizó una selección no
probabilística de 300 comerciantes, siendo el criterio de selección que
hubieran sido migrantes.
Se
construyó la Escala Multifactorial de Espíritu Trabajador, Emprendedor y
Transformador, que incluye 40 ítems relacionados con representaciones, habitus,
campos, capitales y capacidades en sus dimensiones de objetivación, anclaje,
herencia, aprehensión, libertades, oportunidades, responsabilidades,
cooperación, solidaridad. , valores, habilidades y conocimientos.
Se realizó un análisis de distribución normal, confiabilidad,
validez, covarianza, estructura y ajuste.
Normalidad. A partir del
parámetro de curtosis en el que los valores cercanos a la unidad denotan una
distribución en forma de curva normal, se estableció el requerimiento para la
estimación de otros parámetros y análisis. Además, se calculó el nivel de
significación con el estadístico Boostrap cuyo valor debería haber sido
significativo en 0,000.
Confiabilidad _ Se procedió
a establecer la consistencia interna entre ítems y escala o subescalas con la
ayuda del alfa de Cronbach en el que valores superiores a 0,60 se consideraron
como evidencia de resultados confiables en diferentes contextos, latitudes o
muestras. Por otro lado, se asumieron valores cercanos a cero como evidencia de
una relación espuria entre el ítem y la subescala, así como valores cercanos a
la unidad como evidencia de colinealidad o multicolinealidad entre los
reactivos y la escala.
Validez. La
correlación entre factores e ítems se realizó con la ayuda de pesos factoriales
superiores a 0,300 previo análisis factorial exploratorio y j es rotativo
principal pro max, adaptación y esfericidad. Los estadísticos chi-cuadrado
cercanos a la unidad se asumieron como evidencia de esfericidad según la prueba
de Bartlett y valores superiores a 6,0 se asumieron como evidencia de
adecuación, según la prueba de Kayser Meyer Olkin.
Covariación. Para
establecer correlaciones entre los factores se utilizaron parámetros phi en los
que los valores cercanos a cero se consideraron espurios, mientras que los
cercanos a la unidad se asumieron como colineales.
Estructuración. Con la ayuda
de los parámetros phi, beta y epsilon se procedió a calcular el modelo
estructural en el que aquellos valores cercanos a cero se asumieron como
espurios mientras que los cercanos a la unidad se consideraron colineales.
Ajuste _ En el caso
de los porcentajes de varianza explicados, los valores superiores a 0,20 se
consideraron como evidencia de ajuste, mientras que el valor de chi cuadrado
para la prueba de hipótesis se asumió como evidencia cercana a cero de un
ajuste. Debido a que el tamaño de la muestra tiene un impacto en los valores de
chi-cuadrado, se estimaron los índices de bondad de ajuste en los que los
valores cercanos a la unidad se consideraron como evidencia de ajuste, mientras
que los cercanos a cero para las tasas residuales también se consideraron.
considerado como un buen ajuste.
Resultados
Previo al análisis multivariado, se estableció la distribución
normal de las respuestas al instrumento que medía la empresa y sus
correspondientes dimensiones de: representaciones, habitus, campos, capitales y
capacidades (ver Tabla 1).
Tabla 1. Instrumento
descripciones
R
|
M
|
S
|
k
|
A
|
F1
|
F2
|
F3
|
F4
|
F5
|
r1
|
3.01
|
1.34
|
1.36
|
0,61
|
0.301
|
|
|
|
|
r2
|
2.05
|
1.30
|
1.47
|
0,67
|
0.329
|
|
|
|
|
r3
|
2.09
|
1.25
|
1.51
|
0.71
|
0.456
|
|
|
|
|
r4
|
2.43
|
1,11
|
1.94
|
0,69
|
0,576
|
|
|
|
|
r5
|
3.57
|
1.43
|
1.04
|
0.72
|
0.314
|
|
|
|
|
r6
|
3.81
|
1,89
|
1.06
|
0,68
|
0.457
|
|
|
|
|
r7
|
3.86
|
1.04
|
1.67
|
0,61
|
0,571
|
|
|
|
|
r8
|
3.82
|
1.56
|
1.28
|
0.72
|
0.362
|
|
|
|
|
r9
|
2.57
|
1.38
|
1.41
|
0.73
|
|
0.585
|
|
|
|
r10
|
2.45
|
1,14
|
1.69
|
0.75
|
|
0,581
|
|
|
|
r11
|
3.61
|
1.45
|
1.31
|
0,69
|
|
0.525
|
|
|
|
r12
|
3.58
|
1.50
|
1.47
|
0,61
|
|
0.515
|
|
|
|
r13
|
2.57
|
1.69
|
1.41
|
0.75
|
|
0.381
|
|
|
|
r14
|
2.51
|
1.89
|
1.57
|
0.78
|
|
0.467
|
|
|
|
r15
|
2.68
|
1.56
|
1.67
|
0.79
|
|
0.524
|
|
|
|
r16
|
2.41
|
1.45
|
1.87
|
0,68
|
|
0.689
|
|
|
|
r17
|
2.53
|
1.34
|
1.92
|
0,67
|
|
|
0.481
|
|
|
r18
|
3.57
|
1.26
|
1.83
|
0.74
|
|
|
0.462
|
|
|
r19
|
3.56
|
1.46
|
1.04
|
0,64
|
|
|
0.385
|
|
|
r20
|
3.78
|
1.39
|
1.92
|
0,63
|
|
|
0,581
|
|
|
r21
|
2.57
|
1.32
|
1,84
|
0.71
|
|
|
0,593
|
|
|
r22
|
3.90
|
1.34
|
1.31
|
0,69
|
|
|
0.481
|
|
|
r23
|
3.95
|
1.25
|
1.32
|
0.72
|
|
|
0,584
|
|
|
r24
|
3.91
|
1.56
|
1.24
|
0.75
|
|
|
0.592
|
|
|
r25
|
3.56
|
1.67
|
1.30
|
0.70
|
|
|
|
0.651
|
|
r26
|
3.41
|
1.50
|
1.35
|
0.77
|
|
|
|
0,540
|
|
r27
|
3.54
|
1.47
|
1.32
|
0.79
|
|
|
|
0.436
|
|
r28
|
3.23
|
1.60
|
1.32
|
0.75
|
|
|
|
0.431
|
|
r29
|
3.54
|
1.79
|
1.45
|
0.79
|
|
|
|
0.432
|
|
r30
|
3.76
|
1.56
|
1.23
|
0.74
|
|
|
|
0.450
|
|
r31
|
4.13
|
1.54
|
1,15
|
0.75
|
|
|
|
0,536
|
|
r32
|
3.56
|
1.43
|
1.19
|
0.70
|
|
|
|
0.468
|
|
r33
|
3.24
|
1.56
|
1.46
|
0.79
|
|
|
|
|
0.651
|
r34
|
4.01
|
1,89
|
1.34
|
0,68
|
|
|
|
|
0,548
|
r35
|
3.25
|
1.56
|
1.78
|
0.72
|
|
|
|
|
0.438
|
r36
|
3.56
|
1.45
|
1.98
|
0.75
|
|
|
|
|
0,396
|
r37
|
3.45
|
1.57
|
1,89
|
0.74
|
|
|
|
|
0.456
|
r38
|
3.46
|
1.24
|
1.80
|
0.72
|
|
|
|
|
0.357
|
r39
|
4.23
|
1.54
|
1.86
|
0.73
|
|
|
|
|
0,546
|
r40
|
3.57
|
1.43
|
1.56
|
0.79
|
|
|
|
|
0,492
|
Nota: Elaborado con estudio de datos; R = Reactiva, M = Media, S =
Desviación estándar, K = Curtosis, A = Alfa eliminando el valor del elemento. N
= 300 Curtosis Multivariante Mardia = 3.211, Í índice de adecuación de la
muestra KMO = 0.762, Test de esfericidad de Bartlett: χ 2 [13gl] = 18.08, p
<0.001. Método de extracción: Ejes principales. Método de rotación: Promax.
Porcentaje de varianza explicada: F1 = Representaciones (18% de la varianza
total explicada), F2 = Habitus (15% de la varianza total explicada), F3 =
Campos (11% de la varianza total explicada), F4 = Capitales (7% de la varianza
total explicada), F5 = Capacidades (3% de la varianza total explicada).
Es posible observar que los valores de curtosis son cercanos a la
unidad y que los valores de confiabilidad son superiores al mínimo requerido de
correlación entre ítems y subescalas, los cuales alcanzaron valores superiores
a los necesarios.
En cuanto a la validez, los resultados muestran la prevalencia de
cinco factores en los que la varianza explicada superó el mínimo del 20% para
cada uno (ver tabla 3). El primer factor correspondiente a las representaciones
estuvo conformado por los reactivos 1, 2, 3 y 4 explicando el 53% de la
varianza total
El segundo factor relacionado con el habitus está
conformado por los reactivos 5, 6, 7 y 8 con el 45% de la varianza explicada
mientras que el tercer factor alusivo a los campos se configuró con los
reactivos 9, 10, 11, 12 y 13 14 explicando el 39% de la varianza.
El cuarto factor capital incluyó los ítems 15, 16, 17 y 18
explicando el 32% de la varianza mientras que el quinto factor de capacidades
incluyó los ítems 19, 20, 21, 22, 23 y 24 explicando el 27% de la varianza.
En cuanto a la estimación de correlaciones entre factores para
establecer relaciones de dependencia en el modelo estructural (ver Tabla 2) los
resultados muestran asociaciones negativas entre representaciones y factores habitus,
capital y capacidades ( Φ = -0.671, Φ = - 0.590, Φ = -0.685 respectivamente ). Esto sugiere que los símbolos en torno
al espíritu emprendedor se intensifican cuando las disposiciones, la
cooperación, la confianza, los valores, las habilidades y el conocimiento se
reducen a su mínima expresión. Este hallazgo es fundamental para explicar por
qué el emprendimiento no se desarrolla en zonas autoritarias, aunque emerge
como un recurso para la subsistencia.
Tabla 2.
Correlaciones y covarianzas
|
F1
|
F2
|
F3
|
F4
|
F5
|
F1
|
F2
|
F3
|
F4
|
F5
|
F1
|
1,102
|
|
|
|
|
1,873
|
0,549
|
0.691
|
0.674
|
0,491
|
F2
|
0.671
*
|
1,035
|
|
|
|
|
1,754
|
0,592
|
0.603
|
0,538
|
F3
|
0.481
*
|
0,487
**
|
1,025
|
|
|
|
|
1,986
|
0,594
|
0.673
|
F4
|
0,590
*
|
0,836
***
|
0,756
**
|
1,024
|
|
|
|
|
1,760
|
0,596
|
F5
|
0,685
**
|
0.481
*
|
0.614
*
|
0.796
*
|
1,071
|
|
|
|
|
1,639
|
Nota: Elaborado con estudio de datos; F1 = Representaciones, F2 =
Habitus, F3 = Campos, F4 = Capitales, F5 = Capacidades: * p <, 01;
**p<0,001; *** p <, 0001
Sin embargo, las representaciones tuvieron una covarianza positiva
con los campos discursivos (Φ = 0.481) lo que sugiere que los símbolos del emprendimiento están
relacionados con libertades, oportunidades y responsabilidades adquiridas en su
paso por EE.UU. e implementadas en Xilitla.
En el caso de los habitus, ya sean heredados o adquiridos,
se vincularon positivamente con campos discursivos, capitales y capacidades (Φ = 0,487, Φ = 0,836, Φ = 0,481 respectivamente).
Esto quiere decir que las disposiciones son concomitantes a las libertades,
oportunidades y responsabilidades, cooperación y confianza, valores,
habilidades y conocimientos, todos ellos relacionados con el negocio adquirido
en EE.UU. e implantado en Xilitla. Ambas relaciones entre contextos sugieren
que existe un ciclo de disposiciones que se están formando migrantes y
emprendedores tanto en Xilitla como en EE.UU. a través de las redes de
trabajadores.
Si los habitus fueron heredados en Xilitla y adquiridos en
EE.UU., entonces la relación entre un contexto expulsor y otro captador de
talento humano parece circunscribirse no sólo a la producción y difusión de
símbolos a través de discursos o recursos organizacionales y psicológicos, sino
a través de las redes de familiares, amigos y conocidos que se trasladan de
Xilitla a EE.UU. y regresan con un renovado espíritu emprendedor que les permitirá
insertar su microempresa en la dinámica global de las multinacionales en lo que
a alianzas estratégicas se refiere.
En cuanto a los campos discursivos que se construyen en referencia
a las libertades, oportunidades y responsabilidades del emprendimiento de una
empresa para asociarse positivamente con formas cooperativas y confiables así
como valores, habilidades y conocimientos para el emprendimiento ( Φ = 0,856 y Φ = 0,614 respectivamente)
involucrar vínculos estrechos entre migrantes que regresaron de EE.UU.,
potenciales migrantes en Xilitla , y socios comerciales de otras regiones para
la difusión del emprendimiento.
Los recursos de cooperación y confianza al relacionarse con
valores, habilidades y conocimientos (Φ = 0.796) denotan una serie de procesos que explican la formación
de emprendedores en EE.UU. con antecedentes de empresa familiar en Xilitla. Las
covarianzas sugieren relaciones de dependencia entre los factores del
emprendimiento y para corroborar este supuesto se estimó un modelo estructural
(ver Figura 1).
Figura 1. Modelado de
ecuaciones estructurales
Nota: Elaborado con estudio de datos; F1 = Representaciones, F2 =
Habitus, F3 = Campos, F4 = Capitales, F5 = Capacidades: d = Factores medidos de
perturbación; e = indicadores de errores medidos: çrelaciones entre perturbación o error y factor o indicador; èrelaciones entre factor e
indicadores
Finalmente, se contrastó la hipótesis con la estimación de los
índices de ajuste ya que el valor de chi cuadrado fue sensible a la muestra [X 2
= 14.21 (3gl) p = 0.307]. El Índice de Bondad de Ajuste (GFI por sus
siglas en inglés) estuvo muy cercano a la unidad (0.987) y el índice residual
(RMR por sus siglas en inglés) cercano a cero (0.042). Ambos valores más el
porcentaje de varianza explicada de cada factor, que era superior al 20%,
decidieron la aceptación de la hipótesis nula.
Discusiones
El espíritu emprendedor que se construye en Xilitla en referencia
a la migración a EE.UU. está más determinado por disposiciones heredadas en
Xilitla y adquiridas en EE.UU. Este hallazgo aclara las diferencias encontradas
a la hora de explicar el impacto de las transnacionales en la dinámica
económica local. A diferencia de las alianzas estratégicas que derivan en
franquicias, en Xilitla se forjaron relaciones de cooperación e innovación que
involucran al gobierno local, la comunidad migrante en EE.UU. y los
microempresarios que retornaron a Xilitla. Es cierto que las diferencias
financieras determinan modelos de negocios globales sobre necesidades locales,
pero en el caso de Xilitla, la comunidad especializada en la caficultura y el
ecoturismo ya no se basa en un patrón transcultural, sino de innovación en
servicios y productos de tal manera que se diferenciaba de otras comunidades
vecinas.
Entre la historia comunitaria de espíritu emprendedor en Xilitla y
el conocimiento emprendedor adquirido en EE.UU., la satisfacción con la vida
revienta el proceso que conlleva el desarrollo local al encontrar que las
comunidades hindúes más emprendedoras tienen mayor satisfacción con la vida
abre la discusión en torno a que si los fines del emprendimiento son meramente
económicos o también involucran el desarrollo comunitario. Es cierto que la
caficultura y el ecoturismo son dos instrumentos para el bienestar local, pero
también significan actividades favorables al medio ambiente de Xilitla. Esto
significa que el emprendimiento comunitario está lejos del espíritu emprendedor
globalizado, que supone la utilidad y la ganancia sobre la preservación
regional o el bienestar de las comunidades. Es una lógica más anclada a las
tradiciones, usos y costumbres que se gestan al interior de los pueblos. Es a
través de las raíces que la empresa se moldea de acuerdo a las necesidades
locales más que globales.
De hecho, la tensión entre los modelos de negocios transnacionales
con respecto a la identidad local parece desvanecerse a medida que las alianzas
estratégicas delimitan los márgenes de inversión y acción. Es decir, la
inversión externa puede coexistir con modos de emprendimiento local incluso en
situaciones contingentes. Además, la producción local implica un mayor
compromiso por parte de la comunidad, por lo que fortalece los lazos de
confianza con las empresas multinacionales siempre que exista un habitus
heredado y adquirido llamado espíritu emprendedor.
Si el proceso emprendedor que se inició en Xilitla y se desarrolló
en Estados Unidos es correcto, entonces será posible observar emprendedores
habitus, que los diferencien de otras localidades y comunidades aledañas.
Además, el impacto de las disposiciones sobre el espíritu empresarial tendría
sus efectos observables en los valores, conocimientos y habilidades para el
espíritu empresarial en la localidad.
Sin embargo, el emprendimiento también subyace en situaciones de
incertidumbre, riesgo y escasez. Estas son diferencias significativas entre
líderes y empleados en climas laborales de tensión, exclusión y presión. Parece
corroborado el supuesto según el cual el emprendimiento es producto de la
creatividad y la innovación, que son respuestas de individuos y grupos a la
escasez y al conflicto. Esto implica que, en Xilitla, a diferencia de las
crisis económicas y la exclusión laboral que impera en EE.UU., los escenarios
fatalistas de escasez, conflicto y competencia por los recursos son factores
que la comunidad aún no experimenta y por lo tanto parece no anticiparse. En
ese sentido, la oportunidad de gestionar fondos para desastres naturales está
latente.
Sin embargo, la comunidad de Xilitla, SLP, también está expuesta a
la fuga de inversiones, pues hay otras localidades que compiten por el turismo
y la venta de café. En esta dinámica, los escenarios fatalistas son más
beneficiosos para los empresarios locales, ya que les permite anticipar una
escasez de recursos o conflictos de interés.
En ambos casos, estabilidad o inestabilidad financiera, ecológica
o social, el espíritu emprendedor de Xilitla avanza hacia un escenario en el
que podría surgir la confiabilidad social luego de que la transparencia en la
asignación de recursos, el desarrollo empresarial o la competencia interna
obliguen a las autoridades a limitar la inversión y desregular los créditos a
comercio de ecoturismo o producción orgánica.
El espíritu emprendedor parece tener dos dimensiones según los
contextos de estabilidad económica o inestabilidad ecológica. En su dimensión
heredada y adquirida, el emprendimiento de Xilitla parece construirse a partir
de las redes de migrantes y microempresarios. En cambio, en su dimensión
innovadora y de gestión del conocimiento, el espíritu emprendedor sería el
resultado de conflictos, tensiones, discrepancias, desacuerdos o desencuentros
entre migrantes, microempresarios, autoridades y empresas transnacionales
cuando se acerca una contingencia, o se presenta alguna catástrofe.
El emprendimiento, como instrumento de desarrollo local, está
necesariamente ligado a la gobernanza de los recursos naturales, que consiste
no sólo en la asignación transparente de financiamiento e inversiones, sino que
también implica la participación concertada y corresponsable de la comunidad.
En este sentido, las capacidades económicas locales no sólo deben
circunscribirse a valores ecológicos, saberes empresariales o habilidades
discursivas, sino consistir en la difusión del arraigo, la identidad y la
pertenencia a la comunidad y el entorno de Xilitla, SLP.
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