Resumen
En
el siguiente texto analizamos porque es imperioso para el desarrollo futuro de
la Argentina incorporar el Mar como parte de una nueva matriz productiva que
colabore a revertir la grave situación de decadencia que vive el país.
Abstract
In
the following text we analyze why it is imperative for the future development
of Argentina to incorporate the Sea as part of a new productive matrix that
collaborates to reverse the serious situation of decline that the country is
experiencing.
Educación,
Mar y soberanía(s). La importancia de la proyección marítima en la geopolítica
y geoestratégica argentina del S XXI.
Prof. Lic. Esteban Abel Amoretti[i]
Presentación
Como
bien anunciara el autor e ideólogo del Proyecto Argentina Azul, Dr.
Carlos L. Traboulsi[ii],
el cambio está en el Mar[iii].
Solo una proyección mentada basada en la importancia de reconocer las virtudes
y valores agregados que aportan la incorporación de nuestro Mar Argentino a la
agenda política, hace que el desarrollo y el futuro de la Argentina como país y
comunidad, comience a tener relevancia en el nuevo orden internacional.
Es
por ello, que tras la fundamental concientización acerca de la importancia de
nuestro Mar y vías navegables, es necesario dar un paso más hacia la educación
acerca del mismo. Ya no solamente basta conocer el papel imprescindible que
cumple como pieza irremplazable para el desarrollo de nuestra(s) soberanía(s),
sino también, comprehender el debido cuidado que merece su protección como
valor absoluto para contribuir a la defensa de la Casa Común.[iv]
El
desarrollo de una nueva matriz productiva nacional, donde el Mar se convierta
en un actor protagónico junto al conocimiento, a la industria genuina del campo
y al cuidado del medio ambiente bajo un marco de responsabilidad sostenible
será imperioso, teniendo en cuenta los imponderables desafíos que nos tocarán
sortear como Nación en el resto de la primera mitad del siglo que transitamos.
La
Educación como canal genuino para darnos a conocer las posibilidades que brinda
concientizar acerca de la importancia de nuestro Mar Argentino y ríos
navegables, tanto por el papel estratégico político que cumple, por su posición
geopolítica, así como también por su constitución física-espacial, biológica y
energética en vinculación con los recursos marítimos que alberga, será esencial.
Saber
con qué elementos contamos y trazar un mapa de acción para entender como pueden
ser explorados, explotados, producidos e industrializados, con el fin de generar
divisas de su explotación, y poder transformarlos en oportunidades de trabajo y
capacidad de construir nuevas formas de progreso y bienestar, para el beneficio
de nuestra comunidad y en vinculación estratégica con todos aquellos que vean
la posibilidad de contribuir genuinamente a ese desarrollo.
Preguntarnos
por la forma de generar una política educativa capaz de poner en agenda la
importancia del Mar, en relación con las formas de acercar curricularmente los
conocimientos fundamentales para ser incorporados por los diferentes niveles
educativos que componen nuestro sistema de enseñanza, será solo el primer paso
para lograr tan importante objetivo. Partiendo de la premisa de que no se
ama lo que nos se conoce, apuntaremos a que con el paso del tiempo, desde
las aulas se abandone la postura de darle la espalda al Mar.
En
las próximas líneas, trataremos de argumentar teóricamente por qué consideramos
que históricamente nos hemos alejado del Mar y de todo aquel bagaje de
oportunidades que esbozáramos anteriormente, para aproximarnos a esa máxima que
reza que hay que conocer la Historia para no repetirla.
La
idea de alcanzar una mayor presencia en nuestro Territorio Azul,
ejerciendo la(s) soberanía(s) y no solo declamándola(s) es la idea fuerza que
debemos materializar, alejándola de la utopía del relato que impera en nuestras
mentes y corazones hace muchos lustros. Para ello debemos trabajar muy
fuertemente, estudiando las posibilidades, educándonos acerca de lo que nos
conviene, por nuestra generación y principalmente por las venideras, que son
las que heredaran este esfuerzo.
Comprendiendo
la lejanía con nuestro Mar
Para
pensar juntos la importancia del Mar Argentino en este contexto de cambio que
venimos proponiendo a partir de la puesta en marcha de una futura acción
política vinculada al trabajo desde el Estado, redefiniendo la capacidad
soberana de su desarrollo basada en la explotación del mismo, es necesario
hilvanar diferentes escenarios e hipótesis que se encuentran en parte
auspiciadas por un marco teórico que viene a echar luz a esa situación de
lejanía que planteamos. Para ello, como enunciáramos previamente, es necesario
retomar eslabones geopolíticos históricos y puntos en disputa para comenzar a
reconocer esa problemática con los ojos del presente, pero utilizando los
anteojos del pasado.
Es
por esto, que comenzaremos con la siguiente pregunta como catalizadora: ¿Cómo pensar
la importancia del Mar Argentino más allá de la Geografía, sino desde la
asignatura histórica?
El
texto publicado por Carl Schmitt[v]
en el año 1942 denominado Tierra y Mar, elementos de la
política mundial, va a ser nuestra primera parada teórica para comenzar a
referenciar respuestas a esa pregunta multidimensional que acabamos de
desagregar. En él, el autor ensaya una reflexión sobre el espacio en donde
vivimos, y como este se conecta con la mente y la identidad como parte de un
proceso significativo de desarrollo de las sociedades. A partir de ello, lo que
va a establecer será que el espacio que construimos, defendemos y al cual damos
sentido, se percibirá a partir de reconocer cuatro principios fundamentales: el
primero, será la concepción amigo/enemigo, definiendo la percepción de
cuáles serán los actores que contribuyan u obturen la construcción de
significado con ese espacio de identidad a lo largo del tiempo, vinculando
alianzas o recreando escenarios de disputa. El segundo, estará definido por las
decisiones económicas que como espacio vital tomaremos para sobrevivir en
el orden que nos toque desarrollarnos, y cómo las decisiones pertinentes por
las cuales vamos a optar también se manifestarán a partir de la lectura
relacional que se haga de la percepción del espacio que poseemos en materia de
posibilidad, en este caso, posibilidad económica. El tercero, estará vinculado
a las decisiones políticas que se van a implementar, vinculado a la
misma lógica del principio anterior y el cuarto, nos conducirá a la teoría
clásica de la geopolítica del S XX, que será aquel vinculado a la Teoría de las
Relaciones Internacionales que es el principio de Guerra, definiendo
como se guerrea y contra quien se va a guerrear. En definitiva, las cuatro
categorías aportarán herramientas para ayudarnos a comprender como percibir el
espacio propio y soberano.
Entonces
lo que propondrá el autor será que a partir del análisis de estos elementos, se
manifestará el desarrollo de las sociedades, dado que el mundo se va a concebir
como el resultado de la lucha entre dos tipos de civilizaciones: una de
Mar y otra de Tierra (o civilizaciones mentadas de corte marítima o
terrestre). En este sentido, todo el espacio político mundial va a estar
estructurado en torno a una bipartición. Sociedades que estarán centradas
tendientes hacia el desarrollo del interior del continente, bien afirmadas en
la tierra, las cuales poseerán características vinculadas a sociedades de
carácter más conservadoras, como podrían haber sido civilizaciones
continentales, dando como ejemplo el Imperio Romano o Ruso, cuyo trazo se daba
hacia el interior del continente, en contraposición a otro tipo de sociedades
abiertas al mar. Este tipo de sociedades de Mar o marítimas, tienden a tener
su mirada puesta hacia el exterior, generalmente son de tendencia ideológica
mercantil-liberal y podemos connotar de ejemplo la Antigua Atenas o el Imperio
Británico.
Partiendo
de estas significaciones, lo que propondrá Schmitt es que a partir del S XIV,
el paulatino domino marítimo de Inglaterra se convertirá en el hecho
fundamental para comprender las transformaciones espaciales modernas. Analizará
como esos conflictos principalmente de disputa por territorios de ultramar a
conquistar entre Inglaterra y España marcaron el antecedente con el cual un
tipo de sociedad marítima como la británica va a triunfar por otra
tradicionalmente terrestre como la española, más allá del antecedente de los
viajes a la Nueva América por vía atlántica de los ibéricos. Esto fue
posible, ya que el autor considera que en su significación construida del
espacio, la España del S XVI tendrá en su identidad un gen de desarrollo
conservador tendiente hacia el interior del territorio. Pensamos que esto
influirá, por herencia cultural, en la futura formación identitaria de la
Argentina.
Y
adicionalmente, la piedra angular, que sellará el destino de los procesos
territoriales que se van a suceder de ahí en adelante, va a ser colocada en el
hecho histórico conocido como Revolución Industrial, no casualmente comenzado
en Inglaterra, y como momento bisagra, triunfando las ideas liberales, para
empezar a pensar desde ese momento los territorios conquistados como fuentes de
alimentación de esta Revolución incipiente, yendo de la mano de la expansión
marítima.
Acercándonos
a nuestra contemporaneidad, podemos pensar entonces que de ahí van a surgir dos
formas de pensar el territorio. En primer lugar como un espacio a
explotar, que va a provenir del enfoque marítimo y otro considerado
como espacio a poblar, que va a provenir desde el enfoque
terrestre. Es decir, el primero considerado como una forma de llegar a las
costas para extraer un recurso y el otro pensado para poblarlo y hacerse del
espacio territorial para insertase y dominarlo. Y de ahí, que en este punto
apelamos a la Geografía como disciplina, sobre todo a la Geografía Histórica, con
la cual hallaremos dos tipos de impronta territoriales o formas de
colonialismo, una vinculada precisamente a las colonias de explotación
referenciando a la Corona Británica y otras colonias de poblamiento, mucho más
vinculadas con las hechuras de la Corona Española.
Continuando
con la forma de pensar la Geografía, el análisis anterior, lo vamos a trasladar
a dos Escuelas Geográficas diferentes: un dualismo constituido por la Escuela
Francesa, que hace referencia al Mar, y la Escuela Germana o Alemana que hace
referencia a la Tierra. Las dos legitiman la expansión territorial (en esto
coincidirán), pero una lo hará en criterio de expansión marítima y la otra de
forma continental. Recordemos que en Geografía Histórica cuando juntamos los
antecedentes de la Revolución Industrial, continuado con el de Imperialismo,
Alemania llega tarde al reparto de tierras que materializarán las otras
potencias colonialistas como Francia, Inglaterra u Holanda, y al mismo tiempo,
lo que nosotros vamos a considerar es un conflicto bélico fundamental que
marcará el antecedente con el cual a raíz de que Prusia gana la Guerra contra
el Imperio Francés[vi],
va a encolumnar su forma de pensar la Geografía y expandir su poderío hacia el
interior del territorio europeo (marcando el antecedente del Tercer Reich).
De
aquí también se constituirán dos Teorías Geopolíticas diferentes en
aproximación, contemporáneas a las Escuelas Geográficas que antes referenciamos.
La primera va a estar mentada por Halford Mackinder[vii], quien
propone como se puede llegar a controlar el mundo partiendo del control de
espacios geográficos estratégicos. Principalmente propondrá que es necesario
controlar una serie de áreas pivotes, lo que denominará el Heartland
(Corazón de la Tierra o tierra Principal), como una forma de poder dominar
el mundo al hacerse de esa región. La segunda teoría va a estar presentada por
Alfred Mahan, que es de origen norteamericano, quien va a proponer una
totalmente opuesta, basada en la Talasocracia[viii],
reencarnando así el mismo dualismo. Una teoría que versa sobre el dominio y
control de la Tierra y la otra del Mar.
Adentrándonos
al caso argentino. Definiendo las asimetrías de nuestro espacio vital
Al
pensar el caso argentino tendremos en cuenta que dentro de nuestro espacio
territorial se producen diferentes asimetrías de carácter especial. A pesar de
poseer una posición estratégica destacada dentro del Atlántico Sur, cuando la
pensamos dentro de la Geopolítica[ix],
evidenciamos que aquello que pensamos geográficamente hablando, es decir, que la
gran porción de Mar fundamenta un claro argumento para su explotación
soberana, en la realidad, nos alejamos de ese centro marítimo década tras
década, debiéndonos como comunidad política organizada hacernos cargo que hace
siglos le damos la espalda al mismo.
Nos
debemos en el análisis generar como Nación la impronta de remarcar
enfáticamente la cultura geopolítica heredada de aquella corona que nos
colonizo. Nos referimos a España, quien fue la potencia de ultramar que
desembarcó primero en las costas iberoamericanas como bien sabemos.
Somos
una sociedad que se encuentra históricamente replegada hacia el interior del
continente, con un enfoque que apunta a un mayor peso específico hacia las
disputas limítrofes, mientras que, por otro lado, a pesar de poseer la porción
enorme de Mar Argentino (uno de los mares patrimoniales más grandes del
planeta), una extensión territorial azul superior a la terrestre,
con alcance estratégico superlativo como anunciáramos arriba, quedará alejado,
olvidado, de los análisis propedéuticos y debates por la Soberanía y la Defensa
Nacional.
Entonces,
poseemos esta asimetría espacial fundamental. Somos un país que tiene una gran
extensión de territorio, pero aun una mayor extensión de Mar, y así todavía no
podemos pensarnos como un país marítimo. Ni siquiera poder proyectarnos hacia
ambos lados, sino solo casi exclusivamente hacia el interior del continente.
Continuando
con esta línea argumental, tendríamos que reflexionar acerca de las grandes
disputas económicas y geopolíticas de la actualidad a nivel internacional que se
están efectuando entorno al mar. No solo por la extracción de recursos
naturales, como petróleo, gas o pesca, sino también, una disputa por la
atención centrada en el mismo producto de la apertura de las rutas comerciales
de China, bajo la teoría que enunciamos como “One Belt, One Road”, que
combinando las teorías de Mackinder y Mahan, sintetizan en una tercera
propuesta controlar a la vez tanto Mar como Tierra, a partir de una serie de
ejes o espacios pivotes fundamentales, siendo la Argentina un pilar destacado
para ese propósito. Es decir que, analizando dificultades actuales, como
podría ser la obturación del Canal de Suez, la cual desemboca en la concreción
de nuevas rutas para no frenar el comercio internacional y donde el territorio
azul argentino pasa a ser factor protagónico en dicho proceso, no se hace nada
para protegerlo ni sacar provecho soberano de dicha ventaja estratégica.
Es
así que no aprovechamos nuestro territorio azul soberano ni desde la producción
económica, ni tampoco como catalizador para desarrollar e implementar un plan
de Defensa Nacional, ya que sin él no podemos controlar el Mar Argentino,
disuadiendo y conteniendo a las potencias extranjeras que hacen en el mismo lo
que se les antoja, ya sea por falta de recursos y de material técnico-militar
para efectuarlo en tan amplia región, pero tampoco desde la visión alimentaria,
ya que a pesar de contar con un Mar patrimonial extenso para aprovechar,
nuestra dieta diaria está muy alejada de los frutos de la explotación marítima.
Finalmente -y en este eje soberano si haremos especial hincapié ya que es el
que nos compete-, la incorporación consciente de nuestro patrimonio marítimo desde
la visión estratégica de la Educación, está en deuda. Lo sentimos
como un Mar lejano, ya que desde los estudios primarios hasta los superiores,
cuando cursamos Geografía o asignaturas que engloban disciplinas que dialogan
con la Soberanía Argentina, queda en segundo plano y no como un contenido prioritario
remarcando la importancia que debería otorgársele. Nunca se ha proyectado la
importancia que debe tener como elemento fundamental para la educación de una
ciudadanía emancipada y crítica, basada en el mérito de trascendencia que tiene
como agente para la construcción de identidades y significaciones como bien
hablaba Schmitt.
Esta
presbicia epistemológica hacia las virtudes de nuestro Mar, concluyen en una
anemia anunciada en el orden de la(s) soberanía(s) que hemos enunciado. Por
ello, es necesario desde la Geografía, la Geopolítica y principalmente desde la
Educación en conjunto, promover la conciencia espacial plena de nuestro
territorio, que no es solo Tierra sino también Mar. [x] Y dentro
de la proyección estratégica soberana del Mar, una de las deudas que debemos
resolver es el control de las Islas del Atlántico Sur.
Por
ello, es necesario en primer lugar, que promovamos la reflexión sobre la
importancia geoestratégica del Mar Argentino. No es casualidad, que desde la
época del Virreinato en tierras americanas, la misma España, pero también Francia,
Inglaterra y más tarde el propio Estados Unidos, han querido establecerse en
las Islas, ya que reconocen la proyección de las mismas en el Atlántico Sur,
como acceso vital hacia la Antártida[xi]
(por lo cual nosotros tenemos que significarnos como país bicontinental de una
vez y para siempre). Entonces, será pertinente en el mientras tanto,
desarrollar la infraestructura y obtener los recursos para fortalecer la(s)
soberanía(s) que analizábamos anteriormente (la económica-energética, la vinculada
a la producción para la Defensa, la alimenticia y la educacional), a través de
la vía diplomática (no utilizando un discurso pro-belicista, ni mucho menos),
ya que se están afectando profundamente con el dominio británico de los
archipiélagos.
Será
prioritario entonces concientizar, pero sobre todo educar, acerca de los
beneficios de explotar soberanamente nuestro territorio y asimilarlo como tal, como
una parte determinante para la subsistencia futura de nuestra Nación,
trascendiendo al patrioterismo simple para comenzar a provocar un cambio
substancial en la forma de mirar simbólicamente nuestro Mar, el espacio
marítimo y fluvial en general y el valor de las Islas en particular.
Algunas
palabras finales que continúan el debate
Como
argumenta Carlos Traboulsi, en este proyecto sobre la Argentina Azul,
“(…)
la Educación, la concientización sobre nuestros intereses en el Mar Argentino y
el conocimiento de nuestros recursos marítimos son esenciales, debiéndose generar
una incorporación en las currículas escolares de primaria, secundaria y
terciarios, materias que permitan fijar estos conocimientos. No solo la
tecnología incorporada es esencial sino la orientación en los nuevos planes de
estudio. Es cierto que muchos empleos que dentro de un futuro cercano se
crearán hoy no los conocemos ni nos imaginamos, pero también es cierto que hay
otros que de la mano de la tecnología debemos aprenderlos y no dejarlos en
manos de otros países para que los usufructúen. El conocimiento es el camino
del siglo XXI que como Nación debemos abrazar siendo una industria que está al
alcance de nuestras nuevas generaciones”.
Así
también, generar la promoción y generación de carreras técnicas, terciarias y
universitarias públicas relacionadas con el presente proyecto con pasantías
obligatorias durante la carrera y con cupos de ingreso laboral una vez
obtenidos los títulos respectivos. En particular carreas como arquitectura
naval, ingeniería naval, ingeniería aeronáutica, ingeniería en sistemas y
robótica, oceanografía, practicaje y gestión de buques, licenciaturas en
gestión ambiental marítima y fluvial; ingeniería en inteligencia artificial y
elementos de navegación; licenciatura en administración y gestión pública
marítima y fluvial; en administración de puertos; en comercio exterior; en turismo
fluvial y marítimo; licenciatura en capitanías y marinerías; ingeniería
pesquera y licenciatura en pesca y en procesamiento; licenciatura en reciclados
e industrialización; entre otras.
Será
fundamental como complemento, promocionar el ingreso y capacitación de personal
a la Armada Argentina y a la Prefectura Naval Argentina, para cubrir las áreas
estratégicas, producto de una planificación que determinará la cantidad de
nuevas naves y lugares operativos a cubrir en las tareas específicas de
patrullaje, prevención, auxilio y defensa en nuestro territorio azul y vías
fluviales en sucesivos planes quinquenales.
A
partir de allí entonces, se podrá repensar la estructuración y funciones de las
fuerzas para evitar superposición de funciones y gastos innecesarios, buscando
la eficiencia de cada una de estas, fortaleciendo sus tareas específicas en
beneficio de la Soberanía Nacional.[xii]
El
incremento de las capacidades navales británicas en el Atlántico Sur constituye
un gesto ofensivo hacia una Nación que clama por el restablecimiento de las
negociaciones bilaterales promovidas por la resolución 2065 de las Naciones
Unidas. Cualquier gesto ofensivo merece la atención del Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas. Argentina no puede continuar su política pasiva del “gallito
ciego” frente al poder colonial permitiendo que el rompecabezas del Atlántico
Sur y la Antártida se parezca al de Irak, Afganistán o Libia.
Como
expresa el axioma básico de la Escuela Realista de las Relaciones
Internacionales, el poder militar es siempre dual, no existen capacidades
militares ofensivas y otras defensivas, depende del contexto interpretativo y
de los gestos políticos que acompañen a tales recursos bélicos. Por ello, el
poder inglés en el Atlántico sur, es un poder ofensivo y usurpador en
detrimento de nuestros intereses estratégicos.
La
geopolítica es un rompecabezas dinámico, las movidas de anticipación modifican
el modo en que van a calzar las próximas piezas, desplazando el horizonte de lo
posible y rediseñando la forma final del cuadro. Nunca se sabe cómo se va a
quedar, sólo sabemos que si no participamos del juego nunca habremos
condicionado su forma conforme a nuestros intereses. Argentina está jugando
asertivamente en este sentido.
Como
argumenta el politólogo Juan Recce (2012)[xiii],
el Reino Unido apostó, como lo ha hecho innumerables veces a lo largo de su
historia, a la política de los garrotes. La historia del Reino Unido da cuenta
de cómo su conducta ha condicionado negativamente el porvenir de millones de
seres humanos a lo largo de la historia. Echemos una mirada al pasado cercano
de los siglos XIX y XX: China, India, África Subsahariana, Medio Oriente, los
Balcanes e Irlanda. Echemos una mirada al mundo contemporáneo: Irak,
Afganistán, Libia e Irán. Malvinas, las Islas del Atlántico Sur y la Antártida,
son para el Reino Unido, parte de un único sistema estratégico de poder, cuyos
márgenes se amplían con sus territorios de ultramar ubicados en el centro del
Atlántico Sur. Las islas de Ascensión, Tristán de Acuña, Georgias y Sándwich de
Sur, le confieren el control logístico del camino de occidente a la Antártida.
Aunque los británicos se esfuercen por decir que Malvinas y la Antártida son
temas distintos, su punto de proyección logístico es Puerto Argentino.
A
través del sistema ARGOS[xiv],
el Reino Unido monitorea temperaturas, salinidad y corrientes submarinas de
todo el Mar Antártico. A través del British Antartic Survey estudia y nomencla
riquezas imperceptibles. Antes se hablaba del krill como el alimento del
futuro, hoy es importante pero no tanto. La carrera es por el patentamiento de
la diversidad biológica para fines de farmacéuticos, por el control de los
recursos mineros sumergidos en la plataforma continental y por el control de
los recursos hidrocarburiferos de los subsuelos. (Recce, 2012)
La
sola presentación frente a la ONU y puesta en evidencia de la conducta ofensiva
del Reino Unido ya es un éxito rotundo para nuestro país, en tanto que un
capital de altísima legitimidad regional y global. La resolución jurídica es
inescindible de la solución política del conflicto. El derecho internacional
nunca ha sido una prístina expresión del “deber ser”, todo lo contrario, es la
cabal expresión histórica del poder mundial.
El
derecho ha sido pensado como un laberinto europeiforme sin salida para quien no
tiene el poder. El camino del éxito para los militarmente débiles es la
creatividad; debemos romper las formas y seguir actuando políticamente. Para
ello, el reconocimiento global nos hace políticamente fuertes. No hay tiempo
que perder puesto que la prosperidad de nuestras próximas generaciones está en
juego en el vector Mar territorial-Malvinas-Antártida.
El
Reino Unido es muy poderoso. Tiene una banca permanente en el Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas con derecho a veto, un moderno y poderoso sistema
de Defensa, controla las finanzas globales y aglutina a 54 Estados sobre 197 en
la Comunidad Británica de Naciones
Por
ello, nuestra avanzada en materia geopolítica y geoestratégica debe ser
desarrollar la Educación y el conocimiento, como política estatal a largo
plazo. A diferencia de 1982, a más de dos décadas de iniciado el siglo XXI, la
batalla se da en el campo del conocimiento. La carrera no es armamentista sino
científica.
Las
victorias serán nuevas patentes y descubrimientos y no enclaves territoriales.
Debemos ocupar el Atlántico Sur con conocimiento. La economía real, es una
economía de conocimiento que amplía los horizontes de las “cosas” conocidas
para su gerenciamiento a través de su posesión real. Nuestra economía real del
futuro, no la inmediata, sino la de los próximos 30, 40 y 50 años esta
intrínsecamente vinculada a nuestra identidad sur.