Revista Nº44 "TEORÍA POLÍTICA E HISTORIA"

 

Resumen

En el siguiente paper analizamos el devenir de Cuba en relación a los cambios que el poder estatal dice reconfigurar para tener una mayor apertura en su régimen dictatorial de larga data

 

Abstract

In the following paper we analyze the future of Cuba in relation to the changes that state power claims to reconfigure to have a greater openness in its long-standing dictatorial regime

 

 

Repensar Cuba. El “Periodo Especial” y los cambios bajo el nuevo paradigma en el siglo XXI. Represión de Estado, subalternidades, derechos humanos e inequidad social.

                                                         Prof. Lic. Esteban Abel Amoretti[1]

 

Sin bien la Revolución Cubana contiene un periodo muy extenso de tiempo histórico, ya que muchas manifestaciones intelectuales siguen definiéndola como un proceso actualmente en transcurso, la idea principal de esta reseña bibliográfica selectiva,  es utilizarla para destacar el aporte de textos que versan sobre los últimos años de la situación isleña, partiendo del contexto del  llamado “Periodo Especial” como momento bisagra que demarcará un cambio significativo para dejar caer el velo sobre ciertas cuestiones que hacen al propio proceso revolucionario,  cruzados por un claro cambio de escenario político mundial como fue el fin de la denominada Guerra Fría, la caída del muro soviético, y el impacto del unipolarismo estadounidense para la definición de políticas económicas planetarias, cuyo significado no solo se manifestó sobre el mundo global, sino que, principalmente, perjudicó la suerte de la región toda, y dentro de ella, especialmente la de Cuba.

Para ello, optamos por utilizar referencialmente tres textos. Como marco teórico histórico, para dar cuenta de los cambios significativos políticos nos referiremos a los apartados denominados “El periodo especial” y “Tiempo de cambios”, dentro de La Experiencia socialista de la Historia mínima de Cuba de Oscar Zanetti Lecouna. Así también abogaremos por los trabajos publicados en la revista Nueva Sociedad sobre cambios en la sociedad cubana a partir de este periodo disruptivo, dejando ver nuevas interpretaciones y demandas tanto dentro como fuera de la isla, en relación a diferentes sujetos sociales, sus significaciones y subalternidades. Para ello el trabajo sobre la diáspora y la relación con los cambios de gobernanza en Cuba de Juan Antonio Blanco, un politólogo e historiador cubano con relación a la academia y la intelectualidad norteamericana liberal de Miami, nos dará un pantallazo extenso de ello. El otro autor elegido es Alejandro De la Fuente, quien hablará de minorías raciales y como históricamente el régimen socialista cubano en su etapa de mayor auge y desarrollo ha prácticamente desconocido las demandas de esta minoría social, y que a partir de  los cambios producidos con la crisis de los años 1990, se vieron sumergir a la superficie poniéndolas en tela de análisis, frente a un escenario más general de incumplimiento de derechos sociales, y sobre todo de derechos humanos, por parte de la acción política  gubernamental.

Para comenzar convendría realizar algunas manifestaciones esclarecedoras previas que llevan a este periodo especial cubano. Recordemos que como todo proceso político histórico de larga duración como es la Revolución Cubana, es inteligente hacer un recorte temporal previo de la situación específica a estudiar, sin desconocer los antecedentes que le proveen de continente a la interpretación del periodo estudiado.

La experiencia revolucionaria socialista cubana, precisamente no nace como una insurgencia socialista sino democrática, dando respuesta a una pluralidad de sujetos sociales que estuvieron desde su génesis demandando mayor participación política y social dentro de la oligárquica y dependiente sociedad cubana, tan cerca de Estados Unidos como para definir parte de sus designios como así también los grados de mayor o menor dependencia y desarrollo a lo largo de tantos años. Pero surge principalmente para dar lugar a diferentes personalidades políticas, culturales e intelectuales, destacándose las figuras de Fidel Castro y su hermano Raúl, como así la del argentino-cubano Ernesto “Che” Guevara, todas estas participantes de la dirigencia de este proceso rebelde y posteriormente de la organización política del gobierno de Cuba a partir del año 1961.

Todo este proceso disruptivo dentro de la sociedad cubana, que condujo precisamente a una fuerte transformación de la sociedad, estuvo trazado por un criterio radicalizador creciente hasta nuestros días que explica en parte la magnitud de esta Revolución a comparación de otras experiencias revolucionarias como la mexicana,  la boliviana o nicaragüense, lo que le aporta un condimento más a la excepcionalidad de este caso estudiado.

Y remarcamos los cambios de transformación de la sociedad, porque es precisamente allí en donde los autores elegidos para esta reseña, demarcan la continuidad de este proceso no concluido, evidenciando que los cambios de coyuntura a nivel global en materia política y económica, volvieron a operar de catalizador para reavivar (o activar por primera vez, y en esta oportunidad de forma  globalmente visualizadas) las demandas de subalternidades y luchas por los derechos dentro y fuera de la isla.

Zanetti (2013) explicará que a partir de la contracción de la economía cubana, en directa relación con la caída del bloque socialista soviético, Cuba se hundirá en la más severa crisis económica de su historia, llevando a la implantación del denominado “periodo especial”, como plan de contingencia originalmente previsto para enfrentar una invasión norteamericana, cuyo propósito era resistir y asegurar una distribución equitativa de los recursos disponibles. Como bien sabemos, esto no ocurrió.

Se vivieron en la isla momentos de gran precariedad, hambre y aumento de la violencia, ya que fue necesario acotar las políticas de racionamiento alimenticio, a la vez que se reducía el suministro de combustibles y comenzaba a producirse frecuentes cortes de energía eléctrica. La mala situación social disparó la llamada “crisis de los balseros”, situación de difícil control por parte del gobierno cubano, lo que obligó a una acción conjunta con la administración de los Estados Unidos, quien instauro un plan de intercepción y remisión a la base de Guantánamo a aquellos cubanos que llegaban a suelo norteamericano.

Esta situación llevará al gobierno a tomar cambios en su política económica socialista, introducidos principalmente con el fin de realizar una apertura económica entre los cuales se encontraba la legalización y tenencia de moneda norteamericana, así como la autorización de  envío de remesas a familiares entre las decisiones más destacadas. 

A partir de este escenario de ruptura en lo económico, y la obligación a la apertura y cambio de posturas políticas en el régimen de gobernanza, se verá propicio el terreno para comenzar a realizar demandas sociales que anteriormente bajo otro ordenamiento sin crisis era más difícil de hacer público, o poder llegar a visibilizar a través de demandas políticas y legales. Quisiéramos remarcar este punto no menor, y de importancia para comprender la propuesta teórica de Blanco y De la Fuente (2012), quienes nos dejan ver precisamente leyendo entre líneas sus textos,  que cambiará rotundamente la mirada de la minorías dentro y fuera de isla a partir del cambio de este momento histórico, producido precisamente por el cambio en el  orden de fuerzas internacionales. 

Esa crisis humanitaria expresada con la huida de los balseros, y la realidad de la diáspora de Cuba, le obligan a Blanco ir más allá y plantearse consignas a partir de meros interrogantes que conjugarán de disparadores para un nuevo análisis de la realidad cubana tras concluir y sofocar la dura crisis de los años ’90. Él se preguntará: ¿Qué papel puede jugar la diáspora en esta nueva etapa? ¿Qué modelo de distribución de poder y recursos entre diferentes grupos sociales se viene configurando a partir de las medidas económicas y sociales recientes? ¿Quiénes son los que realmente mandan y quienes los que gobiernan en la isla? ¿Qué instituciones y libertades se requieren para que los ciudadanos participen en los procesos de decisión y puedan controlar su implementación? En suma, el autor abogará por la tesis que es necesario un cambio refundacional en materia económico, social y político, y no un mero perfeccionamiento  económico.

De la Fuente hará lo propio indagando cuales han sido los cambios en relación a las demandas sociales y dentro de ellas, las diferentes expresiones de subalternidades de color y afro- descendencia en Cuba a partir de este contexto de apertura y mayor demanda de libertades expuesto a partir del cambio de coyuntura internacional, haciendo hincapié como con el paso de los años, el discurso oficial pretendía hacer ver que dentro de la isla los problemas de discriminación racial habían quedado saldados muchos tiempo atrás. Precisamente remarcará que Castro en sus discursos en los años 1990 (1997 para ser más preciso) se refería a la discriminación racional como un mal social erradicado.

Otro punto que deja ver la interpretación profunda de los textos es poder destacar el papel del cambio en la era de la comunicaciones, sobre todo con la aparición de Internet,  y como esto produjo que a pesar de la baja conectividad que desarrolló la isla en relación a este servicio (una de las más paupérrimas del mundo), los diferentes sujetos sociales se la han rebuscado para recrear dichas demandas de formas  “más artesanales”.  Han construido cadenas de mail, y formatos de cargas de memoria que pasan de mano en mano, como así la apertura de blogs que no pueden ser leídos domésticamente por el régimen, pero si en el exterior. Se evidencia que a pesar de que se ha demandado socialmente la posibilidad de un mejor servicio, utilizando la posibilidad de ser ayudados por Estados Unidos y por Venezuela (opción que han elegido, aunque esta era más cara y atrasada tecnológicamente que la propuesta de reparación del servicio norteamericana) el régimen político pretende en un acto de censura acallar las voces disidentes dentro de la isla, sobre todo en relación a demandas sociales básicas en un mundo cada vez más libre.

Zanetti describirá que la relación del gobierno cubano con un Estados Unidos siempre  pujando por la caída de la revolución caribeña, se había profundizado con la profundización de la crisis e infería una latente obligación de abrir el modelo socialista económico, ya que las presiones de Washington llegarán a ser muy duras en un momento dado. Se reforzó el embargo asfixiando a la isla que ya padecía las restricciones y los racionamientos, reduciéndola aun a menores posibilidades de desarrollo. La Ley Torricelli,[2] que prohibía a las subsidiarias norteamericanas en terceros países cualquier comercio con la isla antillana, autorizaba al Presidente a retener o suprimir asistencia económica y beneficios comerciales a los Estados que propiciaran ayuda a Cuba. Además, la ley del Congreso titulada Ley de la Libertad Cubana y Solidaridad Democrática (LEY LIBERTAD 1996)[3], establecía “un segundo canal” para organizar contactos extraoficiales y apoyo financiero a grupos que dentro de la isla propugnasen un “cambio democrático”, alentando así la nueva oposición surgida algunos años antes, constituida por pequeños grupos y organizaciones que hacían de la resistencia civil y la denuncia por violaciones a los derechos humanos el centro de su actividad.

De la Fuente dejará trascender en su trabajo el papel que los movimientos por los derechos de la afro descendencia comienzan a desarrollar en materia de reconocimiento de ampliación de los mismos, una opción real de demanda legal ante la Justicia, que antes, desde las autonomías disgregadas era difícil de hacer notar. Apunta que dicha acción no solamente se quedará en el mero reclamo de las organizaciones que piden mayor respeto e igualdad de oportunidades, sino que denunciarán los atropellos a los derechos civiles y humanos por parte de las autoridades, obligando a discutir un cambio en la legislación y en las políticas públicas ofrecidas por el Estado cubano. Entre ellas, planteará que se comenzará a considerar (aunque sin  no poca resistencia por parte del Estado) demandas por políticas de acción afirmativa[4], en las cuales se deja ver las diferencias raciales de forma positiva, para ser tomadas realmente en cuenta y promover acciones para borrarlas. Dichas políticas se argumenta, se aplicarían en particular, pero de manera exclusiva, a negros y mestizos, y serían necesarias porque en grupos tradicionalmente marginados las políticas universalistas o igualitarias no hacen sino reproducir desigualdades preexistentes.

Pero no solo se actúa de manera positiva para acabar con la discriminación de negros y mestizos, sino que, inteligentemente, plantea el autor, estas organizaciones pondrán en descargo una postura “de clase”, favoreciendo a las personas desplazadas del sistema y de bajos ingresos por su condición social, que al ser estas mayoritariamente de raza negra, se evitaría la discriminación positiva o el racismo al revés por hacer cumplir las demandas por mejores posibilidades en salud, educación y vivienda sólo para una minoría seleccionada arbitrariamente, en vez de ajustarse para todos en igualdad de oportunidades.

Muchas de estas demandas parten del accionar y la organización de intelectuales, artistas y académicos, quienes encabezan desde la isla y desde la diáspora representaciones significativas de protesta frente al deterioro de la situación previamente descripta en donde la acción gubernamental no solo muchas veces desoye los reclamos, sino que los reprime, a pesar de que la discriminación racial en Cuba se encuentre amparada en el código penal de ese país.

El autor Blanco cargará las tintas en contra del régimen cubano en su ensayo, ya que no solo marcará la tensión existente  entre aquellos que viven dentro y fuera de la isla, sino que el reajuste transitorio es bajo su mirada, insuficiente para palear la debacle estructural que vive en todos los órdenes de vida el pueblo cubano al interior de la isla. En respuesta a ello, planteará fehacientemente  acabar con el régimen socialista, dejando ver que es mejor salir  de esta situación política, y pasar a un régimen de apertura  democrático.

Planteará que dicho reajuste económico trazado por el gobierno cubano para hacer frente al desequilibrio fiscal es insuficiente después de tantos años, y que como habrá una diferencia real entre la elite que manda y los funcionarios más jóvenes que gobiernan obedeciendo a ésta, no se podrá romper el viejo cerco de privilegios de una sociedad estamentada hace muchas décadas, subrayando que los cambios que se producirán no lo harán de manera definitiva, acentuando inclusive, con las nuevas medidas de reestructuración económica , social y laboral , las diferencias sociales en el acceso universal a la educación y la salud, ya que plantean despedir trabajadores del sector estatal, frente a aquellos jóvenes funcionarios que se hacen de los cargos públicos transformándose en una nueva casta de privilegiados al amparo de la vieja elite militar revolucionaria histórica.

También al igual que De la Fuente remarcará la condición de desigualdad de los afro descendientes y otras minorías que, como las mujeres solteras y los ancianos, verán profundizar su mala situación social a partir del año 2000. Caso de ello, se evidencia en los datos analizados que se resalta una sobreparticipación de los jóvenes blancos en el acceso a estudios de educación superior, mientras que los afro descendientes se verían sobrerrepresentados en la población penal.

En relación a ello, Zanetti nos situará referencialmente desde la visión de las relaciones internacionales, cuales son los cambios políticos significativos a comienzos del nuevo milenio, en donde las relaciones de tensión entre el gobierno de la isla y la injerencia del gobierno norteamericano se verán mitigadas por la aparición en el nuevo orden multipolar, de renovados actores económicos emergentes que colaborarán con Cuba. Mucha ayuda arribará desde nuestra región latinoamericana, pero otra viajará cruzando el mundo, sobre todo proveniente de Rusia y China.

La colaboración venezolana al gobierno cubano, a partir del ascenso de Hugo Chávez al poder, le dará respiro a la crisis económica fiscal y reprogramará el ajuste económico que había comenzado a ejecutarse, recibiendo ayuda financiera y energética por parte del excedente petrolero del Orinoco, permitiéndole incluso, dar marcha atrás a muchas de las acciones de apertura que se habían planteado por el escenario dominante por los Estados Unidos, con lo cual se analiza que se habrían perjudicado rotundamente muchas opciones de libertad obtenidas por la ciudadanía, por lo que deja trascender un cambio de postura de retorno al encierro nuevamente (según deja ver entre líneas el autor), ya que la dirigencia cubana con dicho cambio de paradigma habría optado por limitar el proceso, centralizando los recursos e implementándolos de manera preferente en aquellas aéreas que habrían de contribuir a una mayor cohesión social según su decisión, dándole la espalda a la liberalización propuesta por el capitalismo.

Para concluir podríamos considerar algunos puntos de análisis interrelacionados entre los diferentes autores propuestos para el estado de situación, en relación a diferentes variables como sería la diferente situación social de las minorías y subalternidades dentro y fuera de la isla, el papel de los intelectuales en el cambio de paradigmas políticos, el peso de los diferentes referentes y  representantes de la sociedad civil y sus entendibles demandas organizadas en reclamo de mayor reconocimiento de derechos individuales y humanos, el gobierno cubano y la función de su vieja y nueva dirigencia política, la injerencia de los gobiernos de Estados Unidos y de Venezuela, y como la presión norteamericana jugo su rol trascendental en el desarrollo y dependencia  en los diferentes cambios de paradigmas políticos económicos dentro del continuum revolucionario, entre otros ingredientes de peso para el entendimiento de esta porción del proceso histórico analizado.

Sobre todo remarcar, que como decíamos líneas arriba, para el comienzo de la Revolución, la participación de la sociedad política y civil para cambiar la realidad oligárquica y autoritaria fue importante dando comienzo al proceso democrático revolucionario devenido posteriormente, por medio de cambios en la coyuntura mundial, en un régimen autoritario socialista.

Muchos años después, con un nuevo cambio de paradigma a partir de la hegemonía norteamericana de fines de la Guerra Fría y la apertura hacia condiciones de mayor visibilidad de las diferentes demandas  sociales a escala global, refrendado por la acción de la intercomunicación en red, demarcarán un punto de inflexión dentro y fuera de la isla, que no podrá ser sostenido por el aparato represivo impuesto por el régimen cubano, en comunicación permanente (aunque se opere para evitarlo) con la transnacionalización de la diáspora que lucha desde  el otro lado de la orilla.

La continua situación de interdependencia compleja en un mundo económico interrelacionado, primero con Estados Unidos, y en estos momentos con la Venezuela bolivariana, ayuda a imaginar  un futuro diferente y menos atado a los modelos políticos y económicos importados  para Cuba y su pueblo, optando por una alternativa diferente, que no comulgue ni con la alineación automática al capital norteamericano (como preferentemente referiría  Blanco, desde la diáspora, al plantear un modelo democrático y sustentable), pero tampoco constituir como también  plantea  Blanco, un modelo alternativo similar al  chino o vietnamita de “estalinismo de mercado y dictadura política”, o al modelo autoritario y corrupto como el del gobierno ruso.

Es hora que el pueblo cubano comience a pensar sus propias vías de libertad y seguir su propio modelo, manifestándose en las calles y ahogando con demandas desde dentro y fuera de la isla, a un régimen vetusto que solo ha producido miseria, hambre y muerte por largas décadas, para que finalmente se cumpla el deseo de muchos que defendemos el sistema democrático a escala mundial. Que definitivamente caiga el sistema dictatorial de Cuba.

 

Referencias bibliográficas

-Blanco, Juan Antonio (2012) “Cuba en el siglo XXI. Escenarios actuales, cambios inevitables, futuros posibles”, en Revista Nueva Sociedad, n° 242, noviembre-diciembre, pp. 56- 69.

-De la Fuente, Alejandro (2012). “‘Tengo una raza oscura y discriminada’. El movimiento afrocubano: hacia un programa consensuado”, en Revista Nueva Sociedad, n° 242, nov-dic, pp. 92-105.

-Zanetti Lecouna, Oscar (2013). Historia mínima de Cuba. Turner (Madrid) y El Colegio de México (México D.F.) cap. IX y X.

 

 

 



[1] Politólogo y profesor de Ciencia Política. (UBA). Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Julio 2021.

[2] La Ley Torricelli imposibilita a las filiales extranjeras de empresas estadounidenses comerciar con Cuba. Otras disposiciones de esta ley incluyen una prohibición de 180 días de cargar o descargar en territorio estadounidense cualquier nave que haya entrado en Cuba para comerciar con productos o servicios.

[3] Oficialmente conocida como Ley Helms-Burton, es una ley estadounidense que continúa y refuerza el embargo estadounidense a Cuba. Se ordena su publicación el 3 de marzo de 1996. El 12 de marzo de ese año, el presidente de los Estados Unidos Bill Clinton, firmó y puso en vigor la llamada Ley de la Libertad Cubana y Solidaridad Democrática, más conocida por los nombres de sus principales promotores, el senador por Carolina del Norte, Jesse Helms, y el representante por Indiana, Dan Burton.

[4] La acción afirmativa (también conocida como discriminación positiva) es el término que se da a

una acción que pretende establecer políticas que dan a un determinado grupo social, étnico,

minoritario o que históricamente haya sufrido discriminación a causa de injusticias sociales, un

trato preferencial en el acceso o distribución de ciertos recursos o servicios así como acceso a

determinados bienes. El objetivo es el de mejorar la calidad de vida de los grupos desfavorecidos

y compensarlos por los perjuicios o la discriminación de la que han sido víctimas.