Resumen
En el siguiente paper analizamos el devenir
de Cuba en relación a los cambios que el poder estatal dice reconfigurar para
tener una mayor apertura en su régimen dictatorial de larga data
Abstract
In the following paper we analyze the
future of Cuba in relation to the changes that state power claims to
reconfigure to have a greater openness in its long-standing dictatorial regime
Repensar Cuba. El “Periodo Especial” y
los cambios bajo el nuevo paradigma en el siglo XXI. Represión de Estado, subalternidades,
derechos humanos e inequidad social.
Prof.
Lic. Esteban Abel Amoretti[1]
Sin bien la Revolución Cubana contiene un
periodo muy extenso de tiempo histórico, ya que muchas manifestaciones intelectuales
siguen definiéndola como un proceso actualmente en transcurso, la idea
principal de esta reseña bibliográfica selectiva, es utilizarla para destacar
el aporte de textos que versan sobre los últimos años de la situación isleña,
partiendo del contexto del llamado “Periodo Especial” como momento bisagra que
demarcará un cambio significativo para dejar caer el velo sobre ciertas
cuestiones que hacen al propio proceso revolucionario, cruzados por un claro
cambio de escenario político mundial como fue el fin de la denominada Guerra
Fría, la caída del muro soviético, y el impacto del unipolarismo estadounidense
para la definición de políticas económicas planetarias, cuyo significado no
solo se manifestó sobre el mundo global, sino que, principalmente, perjudicó la
suerte de la región toda, y dentro de ella, especialmente la de Cuba.
Para ello, optamos por utilizar
referencialmente tres textos. Como marco teórico histórico, para dar cuenta de
los cambios significativos políticos nos referiremos a los apartados
denominados “El periodo especial” y “Tiempo de cambios”, dentro de La
Experiencia socialista de la Historia mínima de Cuba de Oscar Zanetti
Lecouna. Así también abogaremos por los trabajos publicados en la revista Nueva
Sociedad sobre cambios en la sociedad cubana a partir de este periodo
disruptivo, dejando ver nuevas interpretaciones y demandas tanto dentro como
fuera de la isla, en relación a diferentes sujetos sociales, sus
significaciones y subalternidades. Para ello el trabajo sobre la diáspora y la
relación con los cambios de gobernanza en Cuba de Juan Antonio Blanco, un
politólogo e historiador cubano con relación a la academia y la intelectualidad
norteamericana liberal de Miami, nos dará un pantallazo extenso de ello. El
otro autor elegido es Alejandro De la Fuente, quien hablará de minorías
raciales y como históricamente el régimen socialista cubano en su etapa de
mayor auge y desarrollo ha prácticamente desconocido las demandas de esta
minoría social, y que a partir de los cambios producidos con la crisis de los
años 1990, se vieron sumergir a la superficie poniéndolas en tela de análisis,
frente a un escenario más general de incumplimiento de derechos sociales, y
sobre todo de derechos humanos, por parte de la acción política gubernamental.
Para comenzar convendría realizar algunas
manifestaciones esclarecedoras previas que llevan a este periodo especial
cubano. Recordemos que como todo proceso político histórico de larga duración
como es la Revolución Cubana, es inteligente hacer un recorte temporal previo
de la situación específica a estudiar, sin desconocer los antecedentes que le
proveen de continente a la interpretación del periodo estudiado.
La experiencia revolucionaria socialista
cubana, precisamente no nace como una insurgencia socialista sino democrática,
dando respuesta a una pluralidad de sujetos sociales que estuvieron desde su
génesis demandando mayor participación política y social dentro de la
oligárquica y dependiente sociedad cubana, tan cerca de Estados Unidos como
para definir parte de sus designios como así también los grados de mayor o
menor dependencia y desarrollo a lo largo de tantos años. Pero surge
principalmente para dar lugar a diferentes personalidades políticas, culturales
e intelectuales, destacándose las figuras de Fidel Castro y su hermano Raúl,
como así la del argentino-cubano Ernesto “Che” Guevara, todas estas
participantes de la dirigencia de este proceso rebelde y posteriormente de la
organización política del gobierno de Cuba a partir del año 1961.
Todo este proceso disruptivo dentro de la
sociedad cubana, que condujo precisamente a una fuerte transformación de la
sociedad, estuvo trazado por un criterio radicalizador creciente hasta nuestros
días que explica en parte la magnitud de esta Revolución a comparación de otras
experiencias revolucionarias como la mexicana, la boliviana o nicaragüense, lo
que le aporta un condimento más a la excepcionalidad de este caso estudiado.
Y remarcamos los cambios de transformación
de la sociedad, porque es precisamente allí en donde los autores elegidos para
esta reseña, demarcan la continuidad de este proceso no concluido, evidenciando
que los cambios de coyuntura a nivel global en materia política y económica,
volvieron a operar de catalizador para reavivar (o activar por primera vez, y
en esta oportunidad de forma globalmente visualizadas) las demandas de
subalternidades y luchas por los derechos dentro y fuera de la isla.
Zanetti (2013) explicará que a partir de la
contracción de la economía cubana, en directa relación con la caída del bloque
socialista soviético, Cuba se hundirá en la más severa crisis económica de su
historia, llevando a la implantación del denominado “periodo especial”, como
plan de contingencia originalmente previsto para enfrentar una invasión norteamericana,
cuyo propósito era resistir y asegurar una distribución equitativa de los
recursos disponibles. Como bien sabemos, esto no ocurrió.
Se vivieron en la isla momentos de gran
precariedad, hambre y aumento de la violencia, ya que fue necesario acotar las
políticas de racionamiento alimenticio, a la vez que se reducía el suministro
de combustibles y comenzaba a producirse frecuentes cortes de energía
eléctrica. La mala situación social disparó la llamada “crisis de los
balseros”, situación de difícil control por parte del gobierno cubano, lo que
obligó a una acción conjunta con la administración de los Estados Unidos, quien
instauro un plan de intercepción y remisión a la base de Guantánamo a aquellos
cubanos que llegaban a suelo norteamericano.
Esta situación llevará al gobierno a tomar
cambios en su política económica socialista, introducidos principalmente con el
fin de realizar una apertura económica entre los cuales se encontraba la
legalización y tenencia de moneda norteamericana, así como la autorización de
envío de remesas a familiares entre las decisiones más destacadas.
A partir de este escenario de ruptura en lo
económico, y la obligación a la apertura y cambio de posturas políticas en el
régimen de gobernanza, se verá propicio el terreno para comenzar a realizar
demandas sociales que anteriormente bajo otro ordenamiento sin crisis era más
difícil de hacer público, o poder llegar a visibilizar a través de demandas
políticas y legales. Quisiéramos remarcar este punto no menor, y de importancia
para comprender la propuesta teórica de Blanco y De la Fuente (2012), quienes
nos dejan ver precisamente leyendo entre líneas sus textos, que cambiará
rotundamente la mirada de la minorías dentro y fuera de isla a partir del
cambio de este momento histórico, producido precisamente por el cambio en el
orden de fuerzas internacionales.
Esa crisis humanitaria expresada con la
huida de los balseros, y la realidad de la diáspora de Cuba, le obligan a
Blanco ir más allá y plantearse consignas a partir de meros interrogantes que
conjugarán de disparadores para un nuevo análisis de la realidad cubana tras
concluir y sofocar la dura crisis de los años ’90. Él se preguntará: ¿Qué papel
puede jugar la diáspora en esta nueva etapa? ¿Qué modelo de distribución de poder
y recursos entre diferentes grupos sociales se viene configurando a partir de
las medidas económicas y sociales recientes? ¿Quiénes son los que realmente
mandan y quienes los que gobiernan en la isla? ¿Qué instituciones y libertades
se requieren para que los ciudadanos participen en los procesos de decisión y
puedan controlar su implementación? En suma, el autor abogará por la tesis que
es necesario un cambio refundacional en materia económico, social y político, y
no un mero perfeccionamiento económico.
De la Fuente hará lo propio indagando
cuales han sido los cambios en relación a las demandas sociales y dentro de
ellas, las diferentes expresiones de subalternidades de color y afro-
descendencia en Cuba a partir de este contexto de apertura y mayor demanda de
libertades expuesto a partir del cambio de coyuntura internacional, haciendo
hincapié como con el paso de los años, el discurso oficial pretendía hacer ver
que dentro de la isla los problemas de discriminación racial habían quedado
saldados muchos tiempo atrás. Precisamente remarcará que Castro en sus
discursos en los años 1990 (1997 para ser más preciso) se refería a la
discriminación racional como un mal social erradicado.
Otro punto que deja ver la interpretación
profunda de los textos es poder destacar el papel del cambio en la era de la
comunicaciones, sobre todo con la aparición de Internet, y como esto produjo
que a pesar de la baja conectividad que desarrolló la isla en relación a este
servicio (una de las más paupérrimas del mundo), los diferentes sujetos
sociales se la han rebuscado para recrear dichas demandas de formas “más
artesanales”. Han construido cadenas de mail, y formatos de cargas de memoria
que pasan de mano en mano, como así la apertura de blogs que no pueden ser
leídos domésticamente por el régimen, pero si en el exterior. Se evidencia que
a pesar de que se ha demandado socialmente la posibilidad de un mejor servicio,
utilizando la posibilidad de ser ayudados por Estados Unidos y por Venezuela
(opción que han elegido, aunque esta era más cara y atrasada tecnológicamente
que la propuesta de reparación del servicio norteamericana) el régimen político
pretende en un acto de censura acallar las voces disidentes dentro de la isla,
sobre todo en relación a demandas sociales básicas en un mundo cada vez más
libre.
Zanetti describirá que la relación del
gobierno cubano con un Estados Unidos siempre pujando por la caída de la
revolución caribeña, se había profundizado con la profundización de la crisis e
infería una latente obligación de abrir el modelo socialista económico, ya que
las presiones de Washington llegarán a ser muy duras en un momento dado. Se
reforzó el embargo asfixiando a la isla que ya padecía las restricciones y los
racionamientos, reduciéndola aun a menores posibilidades de desarrollo. La Ley
Torricelli,[2]
que prohibía a las subsidiarias norteamericanas en terceros países cualquier
comercio con la isla antillana, autorizaba al Presidente a retener o suprimir
asistencia económica y beneficios comerciales a los Estados que propiciaran
ayuda a Cuba. Además, la ley del Congreso titulada Ley de la Libertad Cubana y
Solidaridad Democrática (LEY LIBERTAD 1996)[3], establecía “un
segundo canal” para organizar contactos extraoficiales y apoyo financiero a
grupos que dentro de la isla propugnasen un “cambio democrático”, alentando así
la nueva oposición surgida algunos años antes, constituida por pequeños grupos
y organizaciones que hacían de la resistencia civil y la denuncia por
violaciones a los derechos humanos el centro de su actividad.
De la Fuente dejará trascender en su
trabajo el papel que los movimientos por los derechos de la afro descendencia
comienzan a desarrollar en materia de reconocimiento de ampliación de los
mismos, una opción real de demanda legal ante la Justicia, que antes, desde las
autonomías disgregadas era difícil de hacer notar. Apunta que dicha acción no
solamente se quedará en el mero reclamo de las organizaciones que piden mayor
respeto e igualdad de oportunidades, sino que denunciarán los atropellos a los
derechos civiles y humanos por parte de las autoridades, obligando a discutir
un cambio en la legislación y en las políticas públicas ofrecidas por el Estado
cubano. Entre ellas, planteará que se comenzará a considerar (aunque sin no
poca resistencia por parte del Estado) demandas por políticas de acción
afirmativa[4],
en las cuales se deja ver las diferencias raciales de forma positiva, para ser
tomadas realmente en cuenta y promover acciones para borrarlas. Dichas
políticas se argumenta, se aplicarían en particular, pero de manera exclusiva,
a negros y mestizos, y serían necesarias porque en grupos tradicionalmente
marginados las políticas universalistas o igualitarias no hacen sino reproducir
desigualdades preexistentes.
Pero no solo se actúa de manera positiva
para acabar con la discriminación de negros y mestizos, sino que,
inteligentemente, plantea el autor, estas organizaciones pondrán en descargo
una postura “de clase”, favoreciendo a las personas desplazadas del sistema y
de bajos ingresos por su condición social, que al ser estas mayoritariamente de
raza negra, se evitaría la discriminación positiva o el racismo al revés por
hacer cumplir las demandas por mejores posibilidades en salud, educación y
vivienda sólo para una minoría seleccionada arbitrariamente, en vez de
ajustarse para todos en igualdad de oportunidades.
Muchas de estas demandas parten del
accionar y la organización de intelectuales, artistas y académicos, quienes
encabezan desde la isla y desde la diáspora representaciones significativas de
protesta frente al deterioro de la situación previamente descripta en donde la
acción gubernamental no solo muchas veces desoye los reclamos, sino que los
reprime, a pesar de que la discriminación racial en Cuba se encuentre amparada
en el código penal de ese país.
El autor Blanco cargará las tintas en
contra del régimen cubano en su ensayo, ya que no solo marcará la tensión
existente entre aquellos que viven dentro y fuera de la isla, sino que el
reajuste transitorio es bajo su mirada, insuficiente para palear la debacle
estructural que vive en todos los órdenes de vida el pueblo cubano al interior
de la isla. En respuesta a ello, planteará fehacientemente acabar con el
régimen socialista, dejando ver que es mejor salir de esta situación política,
y pasar a un régimen de apertura democrático.
Planteará que dicho reajuste económico
trazado por el gobierno cubano para hacer frente al desequilibrio fiscal es
insuficiente después de tantos años, y que como habrá una diferencia real entre
la elite que manda y los funcionarios más jóvenes que gobiernan obedeciendo a
ésta, no se podrá romper el viejo cerco de privilegios de una sociedad
estamentada hace muchas décadas, subrayando que los cambios que se producirán
no lo harán de manera definitiva, acentuando inclusive, con las nuevas medidas
de reestructuración económica , social y laboral , las diferencias sociales en
el acceso universal a la educación y la salud, ya que plantean despedir
trabajadores del sector estatal, frente a aquellos jóvenes funcionarios que se
hacen de los cargos públicos transformándose en una nueva casta de
privilegiados al amparo de la vieja elite militar revolucionaria histórica.
También al igual que De la Fuente remarcará
la condición de desigualdad de los afro descendientes y otras minorías que,
como las mujeres solteras y los ancianos, verán profundizar su mala situación
social a partir del año 2000. Caso de ello, se evidencia en los datos
analizados que se resalta una sobreparticipación de los jóvenes blancos en el
acceso a estudios de educación superior, mientras que los afro descendientes se
verían sobrerrepresentados en la población penal.
En relación a ello, Zanetti nos situará
referencialmente desde la visión de las relaciones internacionales, cuales son
los cambios políticos significativos a comienzos del nuevo milenio, en donde
las relaciones de tensión entre el gobierno de la isla y la injerencia del
gobierno norteamericano se verán mitigadas por la aparición en el nuevo orden
multipolar, de renovados actores económicos emergentes que colaborarán con
Cuba. Mucha ayuda arribará desde nuestra región latinoamericana, pero otra
viajará cruzando el mundo, sobre todo proveniente de Rusia y China.
La colaboración venezolana al gobierno
cubano, a partir del ascenso de Hugo Chávez al poder, le dará respiro a la
crisis económica fiscal y reprogramará el ajuste económico que había comenzado
a ejecutarse, recibiendo ayuda financiera y energética por parte del excedente
petrolero del Orinoco, permitiéndole incluso, dar marcha atrás a muchas de las
acciones de apertura que se habían planteado por el escenario dominante por los
Estados Unidos, con lo cual se analiza que se habrían perjudicado rotundamente
muchas opciones de libertad obtenidas por la ciudadanía, por lo que deja trascender
un cambio de postura de retorno al encierro nuevamente (según deja ver entre
líneas el autor), ya que la dirigencia cubana con dicho cambio de paradigma
habría optado por limitar el proceso, centralizando los recursos e
implementándolos de manera preferente en aquellas aéreas que habrían de
contribuir a una mayor cohesión social según su decisión, dándole la espalda a
la liberalización propuesta por el capitalismo.
Para concluir podríamos considerar algunos
puntos de análisis interrelacionados entre los diferentes autores propuestos
para el estado de situación, en relación a diferentes variables como sería la
diferente situación social de las minorías y subalternidades dentro y fuera de
la isla, el papel de los intelectuales en el cambio de paradigmas políticos, el
peso de los diferentes referentes y representantes de la sociedad civil y sus
entendibles demandas organizadas en reclamo de mayor reconocimiento de derechos
individuales y humanos, el gobierno cubano y la función de su vieja y nueva
dirigencia política, la injerencia de los gobiernos de Estados Unidos y de
Venezuela, y como la presión norteamericana jugo su rol trascendental en el
desarrollo y dependencia en los diferentes cambios de paradigmas políticos
económicos dentro del continuum revolucionario, entre otros ingredientes de
peso para el entendimiento de esta porción del proceso histórico analizado.
Sobre todo remarcar, que como decíamos
líneas arriba, para el comienzo de la Revolución, la participación de la
sociedad política y civil para cambiar la realidad oligárquica y autoritaria
fue importante dando comienzo al proceso democrático revolucionario devenido
posteriormente, por medio de cambios en la coyuntura mundial, en un régimen
autoritario socialista.
Muchos años después, con un nuevo cambio de
paradigma a partir de la hegemonía norteamericana de fines de la Guerra Fría y
la apertura hacia condiciones de mayor visibilidad de las diferentes demandas
sociales a escala global, refrendado por la acción de la intercomunicación en
red, demarcarán un punto de inflexión dentro y fuera de la isla, que no podrá
ser sostenido por el aparato represivo impuesto por el régimen cubano, en
comunicación permanente (aunque se opere para evitarlo) con la
transnacionalización de la diáspora que lucha desde el otro lado de la orilla.
La continua situación de interdependencia
compleja en un mundo económico interrelacionado, primero con Estados Unidos, y
en estos momentos con la Venezuela bolivariana, ayuda a imaginar un futuro
diferente y menos atado a los modelos políticos y económicos importados para
Cuba y su pueblo, optando por una alternativa diferente, que no comulgue ni con
la alineación automática al capital norteamericano (como preferentemente
referiría Blanco, desde la diáspora, al plantear un modelo democrático y
sustentable), pero tampoco constituir como también plantea Blanco, un modelo
alternativo similar al chino o vietnamita de “estalinismo de mercado y
dictadura política”, o al modelo autoritario y corrupto como el del gobierno
ruso.
Es hora que el pueblo cubano comience a
pensar sus propias vías de libertad y seguir su propio modelo, manifestándose
en las calles y ahogando con demandas desde dentro y fuera de la isla, a un
régimen vetusto que solo ha producido miseria, hambre y muerte por largas
décadas, para que finalmente se cumpla el deseo de muchos que defendemos el
sistema democrático a escala mundial. Que definitivamente caiga el sistema
dictatorial de Cuba.
Referencias bibliográficas
-Blanco, Juan Antonio (2012) “Cuba en el siglo
XXI. Escenarios actuales, cambios inevitables, futuros posibles”, en Revista
Nueva Sociedad, n° 242, noviembre-diciembre, pp. 56- 69.
-De la Fuente, Alejandro (2012). “‘Tengo
una raza oscura y discriminada’. El movimiento afrocubano: hacia un programa
consensuado”, en Revista Nueva Sociedad, n° 242, nov-dic, pp. 92-105.
-Zanetti Lecouna, Oscar (2013). Historia
mínima de Cuba. Turner (Madrid) y El Colegio de México (México D.F.) cap. IX y
X.