Aspectos semánticos de una novela
corta. El coronel no tiene quien le escriba de Gabriel García Márquez
Brahiman Saganogo
Resumen: éste es una lectura
de El coronel no tiene quien le escriba de Gabriel García
Márquez, más allá de la temática de la novela de la violencia. En efecto,
además del tema de la violencia, principal vertiente temático-morfológica
conocida en García Márquez, en este relato, el recurso a algunos modos
operatorios tales como los estilos de reportaje, directo, indirecto e indirecto
libre y el monólogo interior, y aún, a secuencias breves, imprimen al relato su
carácter de novela corta.
Palabras clave: El coronel no
tiene quien le escriba, novela de la violencia, aspectos semánticos, novela
corta, estilos directo, indirecto e indirecto libre.
Semantic aspects of a short novel. The
colonel has no one to write to him by Gabriel García Márquez
Abstract: This is a
reading of Gabriel García Márquez's the Colonel Has No One Writes Him, beyond
the theme of the novel of violence. Indeed, in addition to the theme of
violence, the main thematic-morphological aspect known in García Márquez, in
this story, the recourse to some operative modes such as free direct, indirect
and indirect reporting styles and the interior monologue, and even In short
sequences, they give the story its character as a short novel.
Keywords: The colonel
has no one to write, novel of violence, semantic aspects, novella, direct,
indirect and free indirect styles.
En 1961, Gabriel
García Márquez pública El coronel no tiene quien le escriba, que más que
novela -en el sentido clásico-, resulta ser mucho más una narración
relativamente corta por su forma concisa, pues, un punto de viraje en la
novelística del autor y una manera de captar y de dar a conocer la realidad socio-histórica
de su patria por medio de una nueva técnica narrativa.
¿Entonces, cuáles
serían las claves formales y semánticas devueltas por los elementos
estructurales en esta novela? De manera hipotética, es de señalar que como
narración corta, esta obra resulta ser compleja por recurrir a distintos modos
operatorios bastante pertinentes que le imprimen una estructura original y
armónica sumamente elaborada y que al mismo tiempo, hacen de ella una obra
sencilla y directa.
Por el momento, el
estudio se centrará en la determinación de ciertos modos operativos al servicio
de la narración breve de la realidad socio-histórica en tanto que suceso.
1.El argumento de El coronel
no tiene quien le escriba.
En El coronel no
tiene quien le escriba, se narra la historia del viejo veterano de las
guerras civiles que anda esperando durante cincuenta y seis años, una carta de
gratificación que nunca llega, y conforme va pasando el tiempo se da cuenta de
que él, y afirma “yo no tengo quien me escriba” (García Márquez, 2010, p. 23) Mientras
pasa hambre en la miseria “Vivían [el coronel y su esposa] en el extremo del
pueblo, en una casa de techo de palma con paredes de cal desconchadas […] –
respondió el coronel observando la reacción del gallo-. A buena hambre no hay
mal pan […] - De manera que ahora todo el mundo sabe que nos estamos muriendo
de hambre dijo la mujer […] -Pero se está [la esposa] muriendo de diabetes […]
-dijo el coronel […] -Y tú te estás muriendo de hambre […] dijo la mujer-.” (pp.
12, 49, 67, 68), deposita la confianza y la esperanza en un gallo de pelea con
la firme ilusión de que con la victoria de éste animal tenga lo necesario para sobrevivir:
Los
compañeros de Agustín –oficiales de sastrería, como lo fue él, y fanáticos de
la gallera- aprovecharon la ocasión para examinar el gallo. Estaba en forma […]
Entusiasmados –informó el coronel-. Todos están ahorrando para apostarle al
gallo […] “Es una ilusión [el gallo] que cuesta caro”, dijo la mujer. […] Ya le
pasaré una cuenta gorda cuando gane el gallo [dijo el médico al coronel] […]-
Ya no vale la pena –dijo-. Dentro de tres meses será la pelea y entonces
podremos venderlo a mejor precio […]. En enero paga el gallo” (pp. 19, 20, 29,
49, 54).
2. Consideraciones
poéticas sobre El coronel no tiene quien le escriba.
Al igual que La
hojarasca (1955) y La mala hora (1962), El coronel no tiene quien
le escriba se inscribe en una de las vertientes temático-morfológicas que
caracterizan la novelística de García Márquez, ésta designada por la
violencia colombiana en particular, una violencia partidista que ocasionó
conflictos armados en el país desde los inicios de la segunda mitad del siglo
XX. Pues, en tanto que novela de la violencia, El coronel no tiene quien le
escriba es también, una novela de las víctimas, elaborada mediante
diálogos, recuerdos, monólogos, esperanza, desesperanza y resignación.
Desde
cuando terminó la última guerra civil –el coronel no había hecho nada distinto
de esperar. Era don Sabas, el padrino de su hijo muerto, el único dirigente de
su partido que escapó a la persecución política y continuaba viviendo en el
pueblo […] Durante cincuenta y seis años desde cuando terminó la última guerra
civil/ El coronel no había hecho nada distinto de esperar […] Nos estamos
pudriendo vivos […] -Este entierro es un acontecimiento- dijo el coronel-. Es
el primer muerto de muerte natural que tenemos en muchos años […] Tuvo la
certeza de que ese argumento justificaba su determinación de conservar el
gallo, herencia de su hijo acribillado nueve meses antes en la gallera, por
distribuir información clandestina […] Revelaciones sobre el estado de
resistencia armada en el interior del país (pp. 15, 7, 12, 20).
Aquí,
García Márquez a través del narrador, nos da una visión actualizada de lo que fue
la lucha entre conservadores y liberales en Colombia, periodo denominado por “La
revolución en marcha” que marca el inicio de la violencia en Colombia, época
volcada en la novela mediante evocaciones temporales; reminiscencias y
resignaciones, y relacionada con el suceso socio-histórico.
Durante
cincuenta y seis años – desde cuando terminó la última guerra civil –el coronel
no había hecho nada distinto de esperar […].-Nació [el muerto] en 1922 –dijo-.
Exactamente un mes después de nuestro hijo. El siete de abril […] – se me había
olvidado –exclamó don Sabas -, Siempre se me olvida que estamos en estado de
sitio […] Tuvo [el coronel] la certeza de […] conservar el gallo, herencia del
hijo acribillado nueve meses antes en la gallera, por distribuir información
clandestina. […] –Nosotros somos huérfanos de nuestro hijo –dijo la mujer […] –
No hay esperanzas de elecciones –dijo el coronel. […] “Desde que hay censura
los periódicos no hablan sino de Europa” dijo. […] –dijo la mujer, entregando a
su marido el recorte de periódico -, Nada sacamos con que la metan en el cajón
como a los indios […] -¿Qué día me incluyeron en el escalafón? La mujer no
interrumpió la oración para pensar. – 12 de agosto de 1949 […] -¿Cuándo fuiste
al cine por última vez? –En 1931 dijo ella […] Había un letrero clavado sobre
la guitarra: “Prohibido hablar de política” […] También tenías derecho a tu
pensión de veterano después de exponer el pellejo en la guerra civil. Ahora
todo el mundo tiene su vida asegurad y tú estás muerto de hambre, completamente
solo (pp. 7-8, 16, 20-21, 36, 38, 46-47, 53, 97).
He aquí pasajes que
relatan implícitamente, los momentos históricos relevantes de la existencia de
Colombia desde los comienzos de la revolución hasta el de la revuelta popular en
1948, fecha que marca el inicio de la más cruda violencia política por el
asesinato del líder popular Jorge Eliécer Gaitán.
Se trata de la
historia de la violencia Colombiana en sus hitos tales como las historia
socio-política, económica y aun moral; historias que tienen un fuerte impacto
en los personajes de “El coronel”, su “mujer” y en los demás personajes que
terminan apareciendo como sujetos identificados, eso gracias a los elementos deíticos
temporales mencionados en el pasaje arriba citado
En efecto, aparentemente
sencilla y breve, la obra aparece bastante compleja por recurrir a técnicas de
la narración tales como la anterioridad “Nació en 1922 -dijo-. Exactamente un
mes después de nuestro hijo. El siete de abril” (p. 8); los discursos directo
“«Es una ilusión que cueste caro», dijo la mujer” (p. 20); indirecto “El
coronel lo suponía. Era una síntesis de los últimos acontecimientos nacionales impresa
en mimeógrafo para la circulación clandestina” (pp. 26-27) e indirecto libre
“Era don Sabas, el padrino de su hijo muerto, el único dirigente de su partido
que escapó a la persecución política y continuaba viviendo en el pueblo. «Gracias,
compadre», dijo el coronel, y caminó en silencio bajo el paraguas” (p. 15), aun
al monologo interior “«todo está así», murmuró” (p. 11); y salpicada por frases
cortas, muchas veces del registro de la oralidad: “La mujer despertó. – ¿Con
quién hablas? – con nadie –dijo el coronel- […]. / […] -Esto te pasa por no
frenar la lengua – dijo-” (pp. 47, 69); dichos y refranes: “A buena hambre no
hay mal pan […] –la ilusión no se come- dijo ella” (pp. 49, 64) y a pasajes
dialogados “-Es para endulzar el café –le explicó - Es azúcar, pero sin azúcar.
/ Por supuesto –dijo el coronel […]” (p. 59).
En ese flujo de
conciencia a cargo de los personajes más activos como El coronel y su mujer, y
con la intervención de vez en cuando, de un narrador extradiegético con
la interferencia de los tiempos (histórico, de la narración y del reloj), el
relato resulta ser no sólo breve y directo, sino rápido. En efecto, se trata de
una brevedad justificada por la unicidad del tema en torno al cual se organiza
la narración. Todo eso hace de El coronel no tiene quien le escriba, una
narración directa en su enunciado y eso gracias al hecho de que las referencias
históricas, geográficas y los detalles relativos a la personalidad de los
actantes se tejen fácil y rápidamente durante cualquier proceso de acercamiento
a dicha obra.
Tocantes al monólogo
interior y a los estilos directo, indirecto e indirecto libre que abundan en el
tejido textual de El coronel no tiene quien le escriba, éstos imprimen a
la obra un estilo mucho más sencillo, un estilo caracterizado por el fenómeno
del encabalgamiento visible en la estructura del relato gracias a la presencia
de los guiones que inician las intervenciones de cada personaje en comunicación
con su interlocutor. Pues, un estilo periodístico (de reportaje) porque la
trama parece ser tomada directamente de la crónica que alimenta las
conversaciones del tiempo en Colombia mejor dicho como faits divers. En
todo caso, sería una crónica ficcional por el hecho de que la idea inicial es
estilizada mediante un proceso de representatividad con la finalidad de obtener
lo bello o sea, la armonía artística que es del punto de vista estético, El
coronel no tiene quien le escriba.
En resumidas
cuentas, el estilo de El coronel no tiene quien le escriba es –cabe
decirlo-, un estilo simple sin complejidades morfológicas, sintácticas ni
léxicales.
En cuanto a las
referencias históricas, geográficas, sociopolíticas y temporales, leemos lo
siguiente:
Desde
cuando terminó la última guerra civil – […] -Nació en 1922- dijo-. Exactamente
después de nuestro hijo. El siete de abril. […] “Hay un muerto en el pueblo”
[…] Vio al alcalde en el balcón del cartel en una actitud discursiva […]. Es difícil
leer entre líneas lo que permite publicar la censura […] una crónica sobre la
nacionalización del canal de Suez […] “Desde que hay censura los periódicos no
hablan sino de Europa” […] “Prohibido hablar de política” […] en el pueblo” […]
Así sabrá todo el mundo lo que pasa en su respectivo país” […] -¿A cuánto
estamos hoy? – 27 de octubre […] – ¿Qué día me incluyeron en el escalafón? […]
– 12 de agosto de 1949 […] Los mismos que le enseñaran en la escuela pública de
Manaure […] –Con nadie – dijo el coronel -. Estaba pensando que en la reunión
de Macondo tuvimos razón cuando le dijimos al coronel Aureliano Buendia que no
se rindiera. Eso fue lo que echó a perder el mundo […] “Me voy dijo […] El
coronel [“El olor del banano me descompone los intestinos. ”Y abandono a
Macondo en el tren de regreso, el miércoles veintisiete de junio de mil
novecientos seis a las dos y dieciocho minutos de la tarde. (pp. 7-8, 10, 16,
36, 45, 47, 53, 69),
éstas son referentes a sucesos,
sucesos tales como la expresión de la realidad colombiana a lo largo de su
historia (por lo menos de 1906 a 1949). Por eso, García Márquez aparece más
realista en esta obra al narrar directa y sencillamente, la historia de “El
coronel” como paragón de las víctimas de la violencia en Colombia, por medio de
un estilo de reportaje y de reminiscencias, y a través de elementos retóricos.
Historia de “El coronel” como la de la mayoría en una sociedad
posrevolucionaria en la cual predominan violencia; censura; resignación;
desesperación y lo absurdo, entre las víctimas.
Respecto a los
personajes de la obra, cabe señalar que la mayoría tales como “El coronel”, “su
mujer”, “don Sabas”, “los compañeros de Agustín”, “el médico” y “el abogado”,
por lo que dicen y hacen, resultan ser críticos de una ideología contraria a la
normal puesto que aparecen siempre con pensamientos y reflexiones hechas muchas
veces a partir de la situación de “El coronel”, actante principal en quien se
le puede creer y comprender fácilmente ya que todo gira en torno a su historia,
y también víctima y sujeto fabricado por la circunstancia sociopolítica.
Tratándose
de la estructura semántica, El coronel no tiene quien le escriba, más
allá de la presentación del personaje principal, pone en tela de juicio dos
universos: el universo de la clase política y el sub-universo de la mayoría
subordinada y olvidada, y cuyo paragón es el Coronel quien afirma de manera
simbólica: “Yo no tengo quien me escriba” después de tantas esperas y en un
momento de resignación.
Partiendo
de esta estructura semántica, se podría desprender oposiciones binarias tales
como esperanza desesperanza; espera mutismo, clase militar-política
clase baja; actividad pasividad. El coronel ya jubilado, es mimbro
de la clase baja, una clase dialécticamente, contraria a la clase militaro-política
privilegiada:
[…]
– dijo la mujer [del coronel], entregando a su marido el recorte de periódico-.
Nada sacamos con que nos la metan en el cajón como a los indios […] Todos mis
compañeros se murieron esperando el correo […] Todo el pueblo –la gente de
abajo-salió a verlo [a el coronel] pasar seguido por los niños de la escuela
[…] «Es la misma historia de siempre», comenzó ella [la mujer del coronel] un
momento después. «Nosotros ponemos el hambre para que coman otros. Es la misma
historia desde hace cuarenta años.» […] También tenías derecho a tu pensión de
veterano después de exponer el pellejo en la guerra civil. Ahora todo el mundo
tiene su vida asegurada y tú estás muerto de hambre, completamente solo (pp. 38,
40, 90, 97).
Por el tiempo que
lleva “El coronel” esperando el correo, aparece como un ser excluido y privado
de lo que legalmente le corresponde. De ahí que las claves semánticas
desprendidas anteriormente, proyectan una serie de críticas de parte de la
mujer de “El coronel”, críticas que revelan emociones de tristeza, angustia del
micro-universo de “El coronel” y de “su mujer”, micro-universo víctima de la
ingratitud del universo opuesto, micro-universo que, por el mismo tiempo de
espera, se ve obligado a una existencia parasitaria. Por eso, la situación del
país y en particular, del pueblo son preocupaciones en “El coronel”, “su mujer”,
“el médico” y de “don Sabas”: “-No hay esperanza de elecciones -dijo el coronel-.
-No sea ingenuo, coronel. dijo el médico-. Ya nosotros estamos muy grandes para
esperar al Mesías […] Durante media hora sintió la lluvia contra las palmas del
techo. El pueblo se hundió en el diluvio” (pp. 23-24, 46). Lo que permite
afirmar que el personaje de “El coronel” por el rol temático que desempeña, es
a la vez, actor individual y colectivo; el principal “partícipe del componente
temático de la gramática de la narración” (Jouve, 2007, p. 82), es decir, un
ente verosímil, imagen fiel de la clase baja.
Espera y mutismo
aparecen como los polos de atención y de tensión entre los cuales se encuentra
y se mueve el coronel; lo que atrae en él sin duda alguna, soledad. Al respecto
leemos: “El coronel necesitó setenta y cinco años -los setenta y cinco años de
su vida, minuto a minuto -para llegar a ese instante. Se sintió puro,
explícito, invencible, en el momento de responder: Mierda” (p. 99). Más que
soledad, es la impresión del sinsentido de su vida, una vida ruin por la
indiferencia del otro.
Desde otro enfoque,
la obra está dominada por la presentación y la descripción de un ser
apasionado, “El coronel”; pasión como tema implícito y a la vez, como motivo de
la enunciación en un formato bastante corto donde cada detalle de la historia
es contado sin vueltas y a veces, reproducido directa o indirectamente y aun,
indirectamente libre.
La espera reiterada
que proyecta el tema implícito de la pasión, confiere a la novela patetismo,
dramatismo y comicidad puesto que se trata de la caída y del aislamiento
de un individuo mediante elementos formales que insisten en la esperanza
nutrida ciegamente, o sea, la esperanza en un gallo de pelea y la decepción no
consumada a pesar de tantos tiempos de espera. La pasión que deriva del largo
tiempo de espera de lo debido, favoreció en el plano enunciativo, la
construcción de la comicidad y de la dramatización, ambos interferidos en la
obra.
En conclusión,
García Márquez con su El coronel no tiene quien le escriba, instaura un
estilo y una forma peculiar de novelar eso, por alternar relatos y diálogos con
un ritmo mucho más rápido, lo que hace que dicha obra “forme parte del género
mixto” (Stalloni, 2007, p. 47).
Del punto de vista
de la poética, El coronel no tiene quien le escriba más que novela
corta, podría ser vista, además, como nouvelle y como novella,
por narrar de manera directa y sencilla el estado de “El coronel” y además, por
reflejar el determinismo sociopolítico en los micro-universos dentro de los
cuales se mueven tanto el propio coronel como los demás personajes, y el contraste
de ambos mundos que desemboca en el significante que cierra la novela, [una]:
“-Mierda.” (p. 99).
Bibliografía
Stalloni, Yves (2007). Les genres
littéraires, Paris: Armand Colin.