NI CON ROJOS, NI CON BLANCOS: PÍO BAROJA Y
LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (II)
“Este
artículo analiza la percepción de Pío Baroja de la Guerra Civil española”
Palabras Claves:
Baroja, República, guerra,
totalitarismo, catolicismo.
Abstract:
“This
article analyses Pío Baroja´s perception of The Spanish Civil War”
Key
words:
Baroja,
Republic, war, totalitarism,catholicism
-
“¿Ha hecho usted algo beneficioso?
- ¿Beneficioso, para
quién?
-Para la sociedad, para el
Estado.
-Yo no tengo nada que ver
con eso. Soy un hombre con mis problemas personales, que para mí son muchísimo
más importantes que los de la nación y los del Estado.”
- “He dicho que el
comunismo era cosa de frailes. Para mí entre católicos y comunistas no hay
diferencias, unos y otros son católicos. Fuera de ellos creen que no hay
verdad”
- ¡La guerra! Me parece una estupidez y
una brutalidad, que no resuelve nunca nada. Es el reino de las malas pasiones,
de la estafa y de la mentira. Se dice que se pelea por la patria. Yo creo que
donde hay despotismo y no hay libertad no hay patria”
Pío
Baroja, El Cantor Vagabundo.,
Pío Baroja ofició
complacido de profeta del desastre, pero al margen de las profecías, Baroja
tomó la llegada de la II República con un escepticismo radical que dejó paso a una
irritación sin que para ello hicieran falta motivos concretos. Lo recuerda en
su obra La guerra civil en la frontera:
“En estos relatos no hay
ni el menor asomo de arrojo ni de audacia. Carezco de la vocación de héroe. Soy
un espectador, un curioso y nada más:
-Pero ¿usted cree que
viene la revolución?
-Sí, creo que sí.
-¿Y Piensa usted que si
viene la República, el nuevo régimen arreglará España?
-No, no, eso no. No lo
creo la verdad.
-Yo no veo posible una
República conservadora. En cambio, si hay revolución, creo que vendrá una época
de violencias y de sangre, y que no se sabrá hasta donde llegue.
Yo como digo, no he
cambiado nada. No creí en la posibilidad en España de una República tranquila,
discreta. Es decir, no he creído que arraigaría, y menos si tomaba un carácter
anticlerical y socialista. No consideraba esta idea mía como un mérito, ni como
un descubrimiento, sino como una pequeña intuición individual, consecuencia de
vivir aislado y de ver los asuntos públicos con los ojos de la cara, como algo
lejano a mí” (Baroja, pag.48).
Lo importante es que
Baroja a aquellas alturas no era ni rojo, ni blanco. Ni entonces, ni más
tarde, haciendo gala de un creciente individualismo feroz. En noviembre de
1931, además de arremeter contra Lerroux y el señoritismo socialista de
la República, dirá que en España “es preciso la dictadura para gobernar”.
El conservadurismo más
convencional de Baroja, con rasgos reaccionarios, asoma por donde menos se lo
espera al lector. En la forma de expresar una visión rancia del presente, sobre
todo, que equivale a una voluntaria incomprensión de este. Para Baroja
el siglo XIX, equivale a heroísmo aristocrático, individualismo y cultura, el
siglo XX es mero declinar y mediocridad con sus ismos y totalitarismos.
En Ayer y Hoy (1939) nos
dice: “Hay una frase de Victor Hugo de no recuerdo que libro, que es pomposa
como todas las suyas: El Siglo XIX es grande, el siglo XX será feliz. El buen
señor se equivocó en sus predicciones. Por ahora, el siglo XX va tomando un
aire de siglo desdichado. El siglo XIX fue en su comienzo mucho más fecundo y,
sobre todo, más prometedor que el nuestro. Se destacaron grandes figuras de
poetas, músicos, científicos y filósofos cuyos nombres llenaron el mundo. Se
iniciaron ciencias nuevas. La cultura tomó un aire de producto en parte,
naciente” (Baroja, pag.58).
A este respecto, en Desde
el Exilio (marzo de 1940) Baroja distingue cuatro fórmulas totalitarias en
el siglo XX. “Las cuatro tendencias totalitarias claras” serían las
siguientes:
Primera: el nacionalismo
católico de España o falangismo; segunda, el nacionalismo católico latino de
Italia o fascismo; tercera, el nacionalismo alemán: y cuarta el nacionalismo
comunista que es el socialismo soviético.
El nacionalismo español o
falangismo sería en esencia catolicismo, cuya síntesis, o por lo menos,
su núcleo es La Compañía de Jesús. Baroja rechaza tajantemente la idea
franquista de Cruzada, como salvaguarda de las esencias civilizatorias
de occidente y la cristiandad. Para atribuir al movimiento nada más que “dogmatismo
y milicia”. (Baroja, pag. 69).
Lo cual nos inclina a
pensar que Baroja en sus ideas y hasta en sus gustos personales es más bien un
hombre de “quietud foral decimonónica vascongada”. De una sociedad
estamental en la que el Estado se inmiscuía poco nada en la conciencia de los
individuos. Para Miguel Sánchez Ostiz, la imagen que mejor se acomoda a la
cosmovisión e identidad barojiana es la de El Caballero de Erlaiz, esto
es, la del hidalgo y propietario rural medio ilustrado, que práctica el
estoicismo, el cultivo de las reminiscencias históricas tubálicas, “pero a
quien descompone que la gente de abajo saque los pies del plato” (Ostiz,
pag. 21)
Lo cierto es que, incluso
en su percepción de la guerra civil española, asoma un no disimulado raciismo
anti-semita vascongado. El conflicto no es más que algo atávico
vinculado a la raza (no va con él), semejante a las guerras entre
“carlistas y beltzas” (guerras carlistas del siglo XIX) el
marxismo es mera invención judaica, y los gudaris vascos son
soldados de orden, mientras que los milicianos republicanos (¡venidos de
fuera!), son meros delincuentes en la Guerra Civil en la Frontera. A
ello unir el incongruente apoyo de sus Alter Ego Evans a una “dictadura
liberal” en Los Caprichos de la Suerte:
“Lo que pasa es que esta
gente de la CNT que anda por estas tierras vascas son gallegos, asturianos,
navarros de la Ribera y aragoneses, los cuales se nota que sienten odio por el
país… Entre los que quemaron Irún no había vascos. Yo vi a los incendiarios en
San Juan de Luz, y todos ellos eran gallegos, algunos castellanos, navarros de
la Ribera y hasta portugueses. Vascos, ninguno… el vasco tiene posibilidades de
ser buen soldado. Tiende a ser sereno, puntual y a no creer en fantasías… Ellos,
técnicos de la revolución y de las matanzas (los rusos), envían voluntarios a
nuestro país, como jefes, con consignas, hay que matar, hay que incendiar para
llegar a la perfección a que los rusos han llegado, para disfrutar bajo la
dirección de los judíos” (
Baroja, pag. 110).
La guerra es algo atávico,
cuyas causas están a algo “predominante en la raza española”.
“Al advenimiento de la
República todo esto cambió; el país comenzó a excitarse y el fiero español de
antaño apareció en escena. Hoy ha llegado al paroxismo. El toro que parecía
convertirse en un tranquilo buey de trabajo, vuelve a ser toro y toro
furioso..Debe haber alguna cosa predominante en la raza, pero nosotros no
sabemos qué” (Baroja, pag. 22)
La solución al
desaguisado, pasaría por algo tan estrambótico como “una dictadura
inteligente, sin presión de ninguna clase” (Baroja, pag. 78), unida a una
regresión paseista ante el evidente “fracaso de la modernidad”. En Miserias
de la Guerra, afirma lo siguiente:
“Comunistas y fascistas
son como la cara y la cruz de la misma moneda-añadió después-Todo está aclarado
y no hay necesidad de investigar más. La libertad de pensamiento es un error.
Así el mundo moderno empieza a ser tan mediocre. La Alemania de Kant deviene la
Alemania de Hitler, la Italia de Maquiavelo la de Mussolini y la Rusia de
Dostoievski y Tolstoi, la de Stalin y la de Molotoff” (Baroja, pag. 79).
Baroja no firmaría jamás
el manifiesto que el 30 de julio de 1936 sí firmaron Ramón Menéndez Pidal,
Antonio Machado, Gregorio Marañón, Teófilo Hernando, Ramón Pérez de Ayala, Juan
Ramón Jiménez, Gustavo Pittaluya, Juan de la Encina, Gonzalo Lafora, Antonio
Marichalar, Pío del Rio Hortega, José Ortega y Gasset, Ignacio Bolívar, y que
decía así:
“Los abajo firmantes
declaramos que el conflicto que ha determinado la Guerra Civil en España, nos
ponemos del lado del Gobierno de La República y del Pueblo, que con tan
ejemplar heroísmo está combatiendo por sus libertades” (Ostiz, pag. 345).
BIBLIOGRAFÍA:
BAROJA, P.: El Cantor
Vagabundo, Caro Raggio, Madrid, 1984.
BAROJA, P.: Susana y
los Cazadores de Moscas, Editorial Juventud, Barcelona, 1941.
BAROJA, P.: La guerra
civil en la frontera, Caro Raggio, Madrid, 2005.
BAROJA, P.: Desde el
exilio, Caro Raggio, Madrid, 1999.
BAROJA, P.: Ayer y hoy,
Caro Raggio, Madrid, 1997.
BAROJA, P.: Los
Caprichos de la Suerte, Espasa, Barcelona, 2015.
BAROJA, P.: Miserias de
Guerra, Caro Raggio, Madrid, 2006.
SÁNCHEZ-OSTIZ, M.: Tiempos
de Tormenta (Pío Baroja, 1936-1940), Pamiela, Pamplona, 2007.
IÑAKI VÁZQUEZ
LARREA.
IES EGUZKITZA, IRÚN
(ESPAÑA).