JOHN STUART MILL: UN DISIDENTE LIBERAL
Decía Norberto Bobbio
sobre el autor de “Sobre la Libertad (1859)” que era, nada menos, que el
precursor del socialismo. Algo difícil de entrever para un hijo de padre
utilitarista educado en la más estricta moral victoriana de la primera mitad
del siglo XIX (leía a Tácito y a Demóstenes con ocho años de edad). Lo que sí
es cierto es que John Stuart Mill rompió con Mr. Bentham, y que denunció los
errores de Adam Smith frente a la supuesta lucidez de David Ricardo. También,
que reconoció su deuda con Saint Simón, antes de que el socialismo se
convirtiese en una religión política.
En 1861 publica Consideraciones
sobre el Gobierno representativo (quizás su obra más reseñable), en
donde la impronta De Alexis de Tocqueville, relativa a los aspectos
procedimentales de la democracia, es notable. Como nos recuerda en su Autobiografía
(1873): “en una palabra, yo era un demócrata, pero no tenía nada de
socialista”.
Su influjo en futuras
generaciones de intelectuales es incalculable. Resultó ser el punto de partida
de la doble distinción conceptual de libertades en Isaiah Berlin, y de la
nítida distinción política entre derecha e izquierda en el ya citado Norberto
Bobbio.
Recordemos, brevemente,
su noción de Libertad:
“Comprende, primero, el
dominio interno de la conciencia; exigiendo la libertad de conciencia en el más
comprensivo de sus sentidos; la libertad de pensar y sentir; la más absoluta
libertad de pensamiento y sentimiento sobre todas las materias, prácticas o
especulativas, científicas, morales o teológicas. La libertad de expresar y
publicar las opiniones puede parecer que cae bajo un principio diferente por
pertenecer a esa parte de la conducta de un individuo que se relaciona con los
demás, pero teniendo casi tanta importancia como la misma libertad de
pensamiento y descansando en gran parte sobre las mismas razones, es
prácticamente inseparable de ella.
En segundo lugar, la
libertad humana exige libertad en nuestros gustos y en la determinación de
nuestros propios fines; libertad para trazar el plan de nuestra vida según
nuestro propio carácter para obrar como queramos, sujetos a las consecuencias
de nuestros actos, sin que nos lo impidan nuestros semejantes en tanto no les
perjudiquemos.
En tercer lugar, de esta
libertad de cada individuo se desprende la libertad, dentro de los mismos
límites, de asociación entre individuos: libertad de reunirse para todos los
fines que no sea perjudicar a los demás”.
IÑAKI VÁZQUEZ
LARREA.
JOHN STUART MILL: A
LIBERAL DISSIDENT
Norberto Bobbio
said about the author of “Sobre la Libertad (1859)” who was, nothing less, than
the precursor of socialism. Something difficult to glimpse for a son of a
utilitarian father educated in the strictest Victorian morals of the first half
of the 19th century (he was reading Tacitus and Demosthenes when he was eight
years old). What is certain is that John Stuart Mill broke up with Mr. Bentham,
and that he denounced the errors of Adam Smith against the supposed lucidity of
David Ricardo. Also, that he recognized his debt to Saint Simon, before
socialism became a political religion.
In 1861 he published
Considerations on Representative Government (perhaps his most remarkable work),
where the stamp of De Alexis de Tocqueville, relative to the procedural aspects
of democracy, is notable. As he reminds us in his Autobiography (1873):
"in a word, I was a democrat, but I was not at all socialist."
Its influence on
future generations of intellectuals is incalculable. It turned out to be the
starting point of the double conceptual distinction of freedoms in Isaiah
Berlin, and of the sharp political distinction between right and left in the
aforementioned Norberto Bobbio.
Let us briefly
recall his notion of Freedom:
“Understand,
first, the internal domain of consciousness; demanding freedom of conscience in
the most comprehensive of its senses; the freedom to think and feel; the most
absolute freedom of thought and feeling on all matters, practical or
speculative, scientific, moral or theological. The freedom to express and
publish opinions may seem to fall under a different principle because it
belongs to that part of an individual's behavior that relates to others, but
having almost as much importance as the same freedom of thought and resting
largely for the same reasons, it is practically inseparable from it.
Second, human
freedom demands freedom in our tastes and in determining our own ends; freedom
to draw the plan of our life according to our own character to act as we want,
subject to the consequences of our actions, without being prevented by our
peers as long as we do not harm them.
Third, from this
freedom of each individual comes the freedom, within the same limits, of
association between individuals: freedom to come together for all purposes
other than to harm others”.
IÑAKI VÁZQUEZ
LARREA.