Cinco logros y desafíos de los gobiernos
progresistas en América Latina (A L)
Autor: Esp.Mauro Forlani
Resumen
La década del '90
atravesada por la hegemonía neoliberal y las reformas regresivas del Estado,
dejaron como resultados, si bien por un lado cierta modernización económica,
aumentos de la pobreza, de la indigencia y la desigualdad en toda América
Latina.
En este contexto de
degradación social se generan movimientos de protestas, huelgas populares,
movimientos sociales disruptivos y un repudio generalizado de nuestras
sociedades al neoliberalismo.
En este marco se
produce el denominado "giro a la izquierda" en AL que comienza con
la llegada de Hugo Chavez a la presidencia en Venezuela a fines del siglo
pasado Nestor Kirchner a la primera magistratura en Argentina durante el año
2003 y de Lula con el PT al gobierno en Brasil durante 2004.
Estos primeros liderazgos
progresistas en América Latina le ponen límites a las pretensiones hegemónicas
de configurar una zona de libre comercio de AL por parte de EE UU con el
denominado NO al ALCA organizado en Mar del Plata (Argentina).
Este configura unos
de los hitos fundadores del proceso de integración regional que se iría
ampliando con la llegada de Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia,
Lugo en Paraguay y Bachelet en Chile.
El presente
artículo busca identificar y analizar cinco logros y las cuentas pendientes o
desafíos vinculados a tales logros que atravesaron en común los gobiernos
progresistas de AL más allá de sus diferencias y singularidades propios de cada
caso nacional.
Los logros y
desafíos de los gobiernos progresistas se problematizaran en torno a los
siguientes ejes:
1)
Altas
tasas de crecimiento económico y la reducción de la desigualdad.
2)
La
recuperación del Estado en sus capacidades de intervención y regulación de la
economía.
3)
El
proceso de integración regional en América Latina y el Caribe.
4)
Ampliación
y consolidación de la democracia política.
5)
Ampliación
del consumo y ascenso social de una “nueva clase media”.
Palabras Claves: Gobiernos
progresistas, América Latina, Estado, Democracia, Integración regional.
Abstrac
The decade of the '90s
crossed by the neoliberal hegemony and the regressive reforms of the State,
left as a result, although on the one hand a certain economic modernization,
increases in poverty, destitution and inequality throughout Latin America.
In this context of
social degradation movements of protests, popular strikes, disruptive social
movements and a widespread repudiation of our societies to neoliberalism are
generated.
In this framework
there is the so-called "left turn" in AL that begins with the arrival
of Hugo Chavez to the presidency in Venezuela at the end of the last century
Nestor Kirchner to the first magistracy in Argentina during 2003 and Lula with
the PT to the government in Brazil during 2004.
These first
progressive leaderships in Latin America put limits on the hegemonic claims of
setting up a free trade zone of LA by the US with the so-called NO to the FTAA
organized in Mar del Plata (Argentina).
This is one of the
founding milestones of the regional integration process that would be extended
with the arrival of Rafael Correa in Ecuador, Evo Morales in Bolivia, Lugo in
Paraguay and Bachelet in Chile.
This article seeks
to identify and analyze five achievements and the pending accounts or
challenges linked to such achievements that the progressive governments of LA
have gone through in common beyond their own differences and singularities of
each national case.
The achievements
and challenges of progressive governments will be problematized around the
following axes:
1) High rates of
economic growth and the reduction of inequality.
2) The recovery of
the State in its capacity for intervention and regulation of the economy.
3) The process of
regional integration in Latin America and the Caribbean.
4) Expansion and
consolidation of political democracy.
5) Expansion of
consumption and social rise of a “new middle class”
Keywords:
Progressive governments, Latin America, State, Democracy, Regional integration.
Resumo
A década de 90 atravessada pela hegemonia
neoliberal e pelas reformas regressivas do Estado deixou como resultado, embora
por um lado certamodernizaçãoeconômica, aumente a pobreza, a miséria e a
desigualdadeem toda a América Latina.
Nesse contexto de degradação social,
sãogeradosmovimentos de protestos, greves populares, movimentossociais
perturbadores e umrepúdio generalizado de nossas sociedades ao neoliberalismo.
Nesse contexto, existe a chamada
"curva à esquerda" na AL que começacom a chegada de Hugo Chávez à
presidência da Venezuela no final do séculopassado, Nestor Kirchner, à primeira
magistratura da Argentina em 2003 e Lula com o PT aogoverno no Brasil em 2004.
Essasprimeirasliderançasprogressistasna
América Latina impuseram limites àsreivindicaçõeshegemônicas de criação de uma
zona de livrecomércio de AL pelos EUA com o chamado NÃO à ALCA, organizado em
Mar del Plata (Argentina).
Esse é um dos marcos fundamentais do
processo de integração regional que seriaestendidocom a chegada de Rafael
Correa no Equador, Evo Morales naBolívia, Lugo no Paraguai e Bachelet no Chile.
Este artigo procura identificar e analisar
cinco realizações e os relatos oudesafiospendentes relacionados a
taisrealizações que os governosprogressistas de LA passaramemcomum, além de
suasprópriasdiferenças e singularidades de cada caso nacional.
As realizações e os desafios dos
governosprogressistasserão problematizados em torno dos seguinteseixos:
1) Altas taxas de crescimentoeconômico e
redução da desigualdade.
2) A recuperação do Estado emsuacapacidade
de intervenção e regulação da economia.
3) O processo de integração regional na
América Latina e no Caribe.
4) Expansão e consolidação da democracia
política.
5) Expansão do consumo e ascensão social de
uma“nova classemédia”.
Palavras-chave: Governosprogressistas,
América Latina, Estado, Democracia, Integração regional
Introducción
La década del '90,
atravesada por la hegemonía neoliberal y las reformas regresivas del Estado,
deja como resultado, si bien por un lado cierta modernización económica,
aumentos de la pobreza, de la indigencia y la desigualdad en toda América
Latina.
En este contexto de
degradación social se generan movimientos de protestas, huelgas populares,
movimientos sociales disruptivos y un repudio generalizado de nuestras
sociedades al neoliberalismo.
En este marco se
produce el denominado “giro a la izquierda” en AL, que comienza con la llegada
de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela a fines del siglo pasado, de
Néstor Kirchner a la primera magistratura en Argentina durante el año 2003 y
de Lula y Tabaré Vásquez a los gobiernos de Brasil y Uruguay
respectivamente, durante el año 2004.
Estos primeros
liderazgos progresistas le ponen límites a las pretensiones hegemónicas de
configurar una zona de libre comercio en AL por parte de EE. UU con el
denominado NO al ALCA, organizado en el año 2005 en la ciudad de Mar del Plata
(Argentina). Este hecho configura unos de los hitos fundadores del proceso de
integración regional que se iría ampliando con la llegada de Rafael Correa en
Ecuador (2006), Evo Morales en Bolivia (2005), Lugo en Paraguay (2008) y
Bachelet en Chile (2006).
El presente
artículo busca identificar y analizar cinco logros y las cuentas pendientes o
desafíos vinculados a tales logros que atravesaron en común los gobiernos
progresistas de América Latina más allá de sus diferencias y singularidades
propias de cada caso nacional.
Un primer logro
identificado fue sin dudas las altas tasas de crecimiento económico y la
reducción de la desigualdad, pero la caída de los precios de las
exportaciones primarias demuestra una alta dependencia externa y el desafío o
necesidad de diversificación del aparato productivo para lograr una mejor y más
durable integración social.
Un segundo logro fue
la recuperación del Estado en términos simbólicos en relación a
la concepción de Estado mínimo de la década del ‘90 y en términos empíricos
puesto que se reconfiguran las capacidades reguladoras e interventoras del
Estado en la economía. Como desafío pendiente queda consolidar la centralidad
del aparato estatal como planificador de un proceso industrializador autónomo
que permita profundizar los problemas ligados a la pobreza y la informalidad
laboral.
Un tercer logro que
se puede identificar a partir del “giro a la izquierda” en AL está vinculado al
proceso de integración regional por fuera de la tradicional
hegemonía de EE.UU en la región. Este proceso se refleja en la creación de
instituciones supranacionales como la UNASUR y la CELAC, además de los
proyectos de integración energética y monetaria propulsado por la Venezuela de
Hugo Chávez.
El posterior “giro
a la derecha” en algunos países grandes de la región como Brasil, Chile y Argentina
más una Venezuela debilitada por sus problemas internos y acosada por el
imperio norteamericano diluyen la integración latinoamericana.
Queda como desafío
recuperar la fortaleza política institucional latinoamericana en los avances
realizados con la UNASUR y CELAC y en el terreno económico integrar las
economías nacionales mediante la complementariedad y la diversificación
productiva al mismo tiempo que se den los pasos necesarios en la integración
monetaria que autonomice a AL de la volatilidad y especulación financiera
internacional.
El cuarto logro
identificado o problematizado gira en torno a la ampliación y
consolidación de la democracia política.
Con los gobiernos
progresistas se produce un proceso de repolitización y re- ideologización de
porciones significativa de las sociedades atraídas por los enfrentamientos y
tensiones de los nuevos gobiernos con los poderes fácticos internos y externos.
En un balance
general, el ciclo progresista deja un piso de politización mayor sin dudas a
los períodos democráticos previos y la configuración de una nueva militancia
distribuida en distintas organizaciones sindicales, estudiantiles, políticas y
comunicacionales.
Queda como cuenta
pendiente un mayor apoyo a estas estructuras en un segundo “ciclo progresista”,
visto que con las organizaciones íntimamente ligadas a los Estados no
alcanzaron para frenar a la reacción conservadora, atravesadas por problemas
como el verticalismo y la burocratización.
Por último, el
quinto logro de los gobiernos progresistas está vinculado al ascenso
social de una “nueva clase media” y la ampliación del consumo.
Las políticas
públicas de los gobiernos progresistas se orientaron a estimular el consumo y
la demanda popular fortaleciendo los respectivos mercados internos.
Como paradoja estas
nuevas clases medias se fueron alejando, distanciando electoralmente de los
gobiernos progresistas, en parte influenciados por la agenda opositora y
conservadora de los medios hegemónicos de comunicación y en parte por las
nuevas demandas de eficiencia y transparencia en el manejo de los Estados.
Queda pendiente
como desafío convocar a estas “nuevas clases medias” dando lugar a sus
necesidades de transparencia en la gestión pública y al mismo tiempo, una vez
en el gobierno democratizar los medios de comunicación masivos, como condición
necesaria para disputar la hegemonía, para disputar la “dirección moral e
intelectual” de nuestras sociedades latinoamericanas.
1-Crecimiento
económico y reducción de la desigualdad
Por primera vez en la historia económica de AL se logra altos índices de
crecimiento económico con reducción de la desigualdad social.
En otros tramos de la historia de la región hubo momentos de crecimiento económico,
pero sin poder reducirse la desigualdad.
El crecimiento económico del PBI y la reducción de la desigualdad se logran a
partir de políticas públicas orientadas a la generación de empleo, ampliación del
consumo, desarrollo del mercado interno y ampliación de los beneficios sociales
en los sectores populares por parte de los gobiernos progresistas (Grynspan
Rebeca,2017).
Sin embargo el contexto regional con la disminución del precio de los
comodities y el barril del petróleo, especialmente a partir del año 2013, el
panorama económico se hace más sombrío, reflejando los
límites y la vulnerabilidad de una economía latinoamericana altamente
dependiente de los altos valores de las exportaciones primarias(Cepal, 2016).
En este contexto, así como el ascenso de China en la economía internacional
puede ser aprovechable en el intercambio sur-sur y traer oportunidades de
desarrollo, también está el peligro de reeditar el intercambio desigual y
primarizador centro-periferia que ha caracterizado la historia económica de
América Latina
(OuviñaHernan, Thwaites Rey Mabel, 2019).
Como condicionantes estructurales y asignaturas
pendientes de este proceso político en AL, la disminución
de los precios de los comodities deja al descubierto las limitaciones en el
desarrollo y diversificación del aparato productivo. Limitaciones que se
evidencian en la crisis o debilitamiento de la Cuenta Corriente de Balanza de
Pagos también denominado
"estrangulamiento del sector externo".
Como lo han
analizado y estudiado las teorías estructuralistas y desarrollistas, el
problema de "crisis de balanza de pagos" o "restricción
externa", especialmente durante el modelo de sustitución de importaciones
o mercado-internista de la década del '40 hasta los '70, se produce porque
después de un tiempo de crecimiento o auge en una economía marcada por la
"heterogeneidad estructural" de su aparato productivo, las importaciones
de bienes de capital o bienes intermedios necesarios para abastecer a la
industria doméstica (dependiente) superan las exportaciones disminuyendo o
licuando la disponibilidad de divisas(Arceo Enrique, 2018).
Esta falta de divisas
conduce a devaluaciones o denominados “planes de estabilización” que buscan
restablecer la disponibilidad de reservas en función de que se desincentivan
las importaciones y tratan de incentivar exportaciones a partir de las
devaluaciones de las monedas locales en relación al dólar.
Desafío
Estas
devaluaciones constituyen “soluciones” provisorias en tanto no se diseñen planes
de desarrollo que generen procesos virtuosos de encadenamiento productivo de
industrialización o lo que se denomina generar valor agregado en las exportaciones
al tiempo que se profundice la sustitución de importaciones que reduzca la
dependencia externa.
Dichos planes deben
incluir apoyo financiero y crediticio a las empresas de pequeña escala que
provoque aumentos de la productividad para generen trabajo formal de calidad.
Es central abordar, como estrategia política a este desafío de diversificación
de los aparatos productivos, el fomento a la modernización y a la innovación
tecnológica (Ferrer Aldo, 2008).
En este sentido, se
hace necesario el manejo conjunto y coordinado de los instrumentos
macroeconómicos orientados a garantizar un crecimiento elevado y sostenible en
el tiempo.
Uno de los
instrumentos más importantes para la superación de la “restricción externa” es
un adecuado manejo de los tipos cambios reales.
Es necesario tipos
de cambios adecuados que desincentiven la especulación financiera por sobre la
productiva y las importaciones por sobre la producciones nacionales.
Es necesario,
también, tipos de cambios que favorezca la generación de superávits comerciales
y fiscales que alejen de forma perdurable el horizonte de “cuellos de botellas”
en el sector externo que impide un crecimiento económico sostenido en el tiempo
en América Latina(Bresser-PereiraLuiz
Carlos,2018)
2- Recuperación del
Estado
El crecimiento
económico, el desarrollo del mercado interno y la reducción de la desigualdad
han sido causados en buena medida en la recuperación de las capacidades de
intervención y regulación del Estado en oposición a la concepción de Estado
mínimo predominante en la década del ‘90.
Se produce una
re-significación discursiva y empírica en relación al rol del Estado en
relación al mercado y la economía.
Se puede vislumbrar
a partir de la llegada de las experiencias progresistas a los gobiernos de AL
una mayor autonomía del Estado en relación a los poderes fácticos
internos-externos como la insubordinación al FMI, la nacionalización de
empresas, y la captura de rentas “privadas” por parte del Estado.
La política en este
sentido aparece arbitrando, limitando y regulando las fracciones capitalistas
locales e internacionales y no como mero instrumento al servicio de las clases
dominantes(OuviñaHernan, Thwaites Rey Mabel, 2019).
El Estado aparece
cumpliendo un papel arbitral entre las fracciones burguesas y un rol mediador
en el conflicto capital-trabajo con aires de familia a los Estados de Bienestar
que se configuraron en la segunda posguerra del siglo pasado y se refleja en
ciertos populismos latinoamericanos como el peronismo en Argentina.
Igual, se hace
necesario matizar la profundidad redistributiva de los gobiernos populares
actuales. Estos, a diferencia de sus homónimos de los años ‘40 y ‘50, se hallan
con capacidades estatales recortadas frente a la denominada globalización
financiera.
En esos años se
podía ensayar una suerte de Estado de bienestar y políticas con mayor
profundidad redistributivas tomado como referencia el welfare europeo en base
al pacto capital-trabajo fordista. Pacto que entra en crisis en la década del
‘70 del siglo pasado, y cuyos efectos aún sufrimos por la renuencia, de una
casta de capitalistas internacionalizados, a reinvertir sus ganancias con
propensión a “la fuga permanente” en el casino de la globalización financiera
mundial, en paraísos fiscales, sin contar con el chantaje que le realizan a los
Estados exigiendo políticas de recorte salarial y flexibilización laboral si
quieren gozar de sus servicios como inversores ( Delgado Daniel Garcia, 2001).
Aún en este
contexto de dificultades y hegemonía financiera global, los gobiernos
progresistas han logrado avanzar en la lucha contra el flagelo de la indigencia
y la pobreza con políticas sociales universales.
No obstante el
trabajo informal sigue siendo alto y es uno de los déficits laborales
evidentes, y si bien se redujo la pobreza de manera significativa, existe
aproximadamente un tercio de nuestras sociedades que lidian en esa condición.
Desafío
No va ser el
mercado o exclusivamente mecanismos de mercados liberados a su libre
desenvolvimiento los que resuelvan estas problemáticas de informalidad laboral
y pobreza como se sostiene desde ciertas cosmovisiones económicas ortodoxas.
Desde esta perspectiva se pregona el libre comercio liderados por los sectores
considerados eficientes como el agro, la minería y el turismo y cierta
industria exportadora para evitar toda “aventura” o populismo
industrializador.
La perspectiva
ortodoxa-neoliberal que propone apoyarse en sectores exportadores competitivos
en el mercado internacional proveedores de las divisas y eliminar todo vestigio
de sustitución de importaciones o desarrollo de mercado interno, se haya con un
problema de insustantabilidad social por los aumentos siderales de desempleo y
pobreza que se producirían en caso de aplicarse a rajatabla esta perspectiva
económica (Delgado-Peirano, 2011).
La propuesta de
bajar el déficit fiscal del Estado mediante un programa de expulsión de
empleos públicos masivos provocaría costos sociales similares.
Se trata de un
modelo económico restrictivo que dejaría a dos tercios de la población
económica activa en situación de vulnerabilidad o excluida del aparato
productivo.
Por el contrario,
desde una visión progresista-heterodoxa reducir de modo significativo los
problemas de pobreza y de informalidad laboral va a implicar una mayor
centralidad del Estado. Un Estado que profundice su capacidad de asignación y
redistribuidor de recursos.
Un eje central en
el rol estatal será profundizar la captura de rentas
extractivistas-primarizadoras para orientarla hacia un plan de desarrollo
industrial con mayor inclusión social.
En este plan la
asociación del Estado con el sector privado no debería ser descartado, pero
será necesario un fuerte control, intervención y disciplinamiento hacia
burguesías propensas a recibir subsidios y exenciones impositivas para fugar
utilidades hacia el exterior a “cuevas fiscales” antes que reinvertirlas para
el desarrollo de las sociedades donde se desenvuelven (Scaletta Claudio, 2017).
3- Integración
regional
El denominado
"giro a la izquierda" en AL comienza con la llegada de Hugo Chávez
a la presidencia en Venezuela a fines del siglo pasado, de Nestor Kirchner a la
primera magistratura en Argentina durante el año 2003 y de Lula y Tabaré
Vázquez durante el año 2004 a los gobiernos de Brasil y Uruguay
respectivamente.
Estos primeros
liderazgos progresistas en América Latina le ponen límites a las pretensiones
hegemónicas de configurar una zona de libre comercio de AL por parte de EE. UU
con el denominado NO al ALCA organizado en el año 2005 en Mar del Plata
(Argentina).
Este configura unos
de los hitos fundadores del proceso de integración regional que se iría
ampliando con la llegada a las presidencias de Rafael Correa en Ecuador (2006),
Evo Morales en Bolivia (2005), Lugo en Paraguay (2008) y Michelle
Bachelet(2006) en Chile (Natanson José, 2008).
Todos gobiernos
que, con sus particularidades, coincidían en la recuperación del Estado como
agente de soberanía, la distribución del ingreso con la universalización de las
políticas sociales, la ampliación del mercado laboral y la integración regional
latinoamericana.
El proceso de
integración en AL se manifiesta en tres hechos políticos centrales:
A) La
ampliación del Mercosur a Venezuela. Una asociación regional que inicialmente
incluía a Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay.
B) La
configuración de la denominada UNASUR, que tuvo presencias fundamentales en evitar
intentos "destituyentes" en Bolivia y Ecuador y en las negociaciones
en el conflicto Venezuela y Colombia.
C)
Se termina de incluir en el proceso integrador no sólo a los
países del sur de AL sino a los países de América Central y el Caribe con
creación de la CELAC.
La recreación del
ideario latinoamericanista tuvo a la figura de Hugo Chávez y su actualización
del bolivarianismo como referencia fundamental, en particular en lo que atañe a
su radicalización en términos anti-imperialistas y en la concreción de
proyectos tendientes a consolidar espacios de integración regional.
Se apuesta a
trascender la mirada estrictamente local y/o nacional y aunar esfuerzos desde
una perspectiva de unidad en la diversidad, en iniciativas como el ALBA, el
Banco del Sur, el Sucre (propuesta de moneda común del ALBA), Petrocaribe y
Telesur, por nombrar sólo algunas de las más relevantes en materia de
cooperación sudamericana y caribeña
De todos modos, las
diversas propuestas impulsadas por la UNASUR en materia de integración
energética (cristalizadas en el Consejo Energético Suramericano) o financiera
(con la creación del Banco del Sur y el Sucre), han mostrado sus limitaciones
para reducir la condición periférica y dependiente del mercado mundial y sus
flujos financieros especulativos, así como de la influencia de los organismos
multilaterales de crédito y del dólar como moneda casi exclusiva de cambio
(OuviñaHernan, Thwaites Rey Mabel, 2019).
La necesidad de
integración económica, política y social se ha visto limitada por la llegada
gobiernos conservadores en AL que tienden a pensar en arreglos bilaterales e
individuales, especialmente con las potencias desde cada uno de los países
antes que pensar en procesos colectivos de integración regional
latinoamericana.
Desafío
Un segundo “ciclo
progresista” en relación a la integración regional, en la dimensión política
e institucional tendría que activar por lo pronto las instituciones que han
sido desactivadas o limitadas en su funcionamiento por el "giro a la
derecha" en varios países de la región, como la UNASUR y la CELAC.
En lo económico,
las políticas ortodoxas de crecimiento dependiente de las exportaciones
resultan limitadas en un comercio internacional debilitado por lo que sería recomendable
orientar la producción hacia la conformación de un “mercado interno ampliado”
latinoamericano.
Un mercado interno
ampliado a nivel región supone aprovechar las mejorías distributivas, la
reducción de la pobreza y el ascenso consecuente de las nuevas clases medias.
Para alcanzar este
desafío, una estrategia importante a rediseñar sería el modo de relacionamiento
comercial con China.
La relación con
China debería apuntar a superar el intercambio desigual propio del siglo XIX de
exportación de materias primas e importación de manufacturas con creciente
contenido tecnológico por una estrategia que apunte a colocar en el gigante
asiático una canasta más diversificada de bienes y servicios (Ocampo Jose
Antonio, 2015).
La orientación del
comercio hacia un “mercado interno ampliado” requeriría también de sistemas de
innovación tecnológica sólidos e interrelacionados y al mismo tiempo debería ir
acompañado de políticas sociales universales y una política fiscal de mayor
progresividad que combata un problema central en América Latina que es la
desigualdad social( Ocampo José Antonio, 2015).
4- Consolidación y
ampliación de la democracia política
El regreso de la
democracia, especialmente en la denominada “transición” ochentista, está
vinculado a la tradición democrático-liberal o demoliberal. En esta noción de
democracia prevalecen los elementos constitucionales. Se hace hincapié en la
consolidación y el funcionamiento de los elementos formales, tales como el
equilibrio de poderes, el sistema de frenos y contrapesos y el respeto por las
garantías y derechos constitucionales. Estos mecanismos resultan fundamentales
parar garantizar y consolidar el respeto de los derechos y libertades
individuales tras la violación fragante de los mismos durante las dictaduras
que asolaron la región durante la década del ‘70(Odonnell Guillermo, 2010).
El problema de este
regreso de la democracia es que, especialmente en los ‘90, se mezcla en
simultaneo con el advenimiento de la hegemonía neoconservadora donde predominan
las relaciones del mercado, ámbito que contribuye a la apatía y la pasividad
ciudadana y a un predominio de la preocupación por lo privado en desmedro de
los problemas públicos.
Se consolida una
concepción procedimental, schumpetereana del sistema democrático, vinculada a
meros mecanismos de elección y selección de las elites, donde prevalece la
influencia de colosales corporaciones económicas y mediáticas en un clima de
creciente desafección de la sociedad hacia la política(Held David, 1992).
Se trata de una
democracia formal donde predominan los elementos constitucionales de
representación y ciudadanía política y civil, pero alejada de pretensiones
transformadoras sustanciales o igualitarias.
Democracias que
conviven con crecientes aumentos de pobreza y desigualdad provocados por un
neoliberalismo desnacionalizador, desestatizador.
Democracias huecas
que diluyen las soberanías estatales frente a las imperantes coordenadas
financieras, comerciales y digitales volátiles de un “mundo globalizado”.
Sin embargo, en
paralelo a una hegemonía conservadora, individualizante, apática y excluyente
comenzaron a producirse procesos de re-ideologización y re-politización en
movimientos sociales víctimas de la exclusión económica del denominado Consenso
de Washington.
Los estallidos
urbanos en la crisis argentina del 2001, las revueltas indígenas en el
antiplano boliviano en defensa de sus recursos naturales, las rebeliones
campesinas del Ecuador y el caracazo en Venezuela abrieron grietas en la
hegemonía neoliberal para que, vía procesos electorales, las luchas sociales rearticularán
en niveles institucionales con la aparición de gobiernos nacionales y populares
o neo-populistas de izquierda (Follari Roberto, 2012).
Se produce una
mayor participación de lo popular, lo plebeyo en la gestión de las diversas
áreas del Estado(Garcia Linera Alvaro, 2016).
Desde cierta
perspectiva la incorporación de los movimientos sociales a las estructuras
estatales impugnadores del neoliberalismo implica una limitación y
metabolización del conflicto social en gobiernos “cesaristas” de carácter
progresistas. Gobiernos progresistas que no superaron el diseño liberal de los
Estados y que se limitaron a incorporar a los sectores subalternos mediante
concesiones simbólicas y materiales.
Esto deriva en una
burocratización, enflaquecimiento y anemia de las estructuras organizativas que
implica un debilitamiento de la militancia de frente a la reacción derechistas
en algunos países (Borón Atilio, 2016).
Sin embargo,
también es cierto, y configura parte del carácter “dual” de los gobiernos
progresistas, el enfrentamiento y el conflicto por parte de estos gobiernos
frente a los poderes mediáticos, judiciales y económicos tuvo como
consecuencia una politización de importantes sectores de la ciudadanía que se
acercaron a la militancia política incluso por primera vez.
Las experiencias
progresistas dejan una militancia más numerosa, distribuida en la sociedad
civil en organizaciones sindicales, políticas, barriales y comunicacionales.
Desafío
Una nueva “ola”
progresista en la región deberá recoger y apoyar esta militancia en nuevas
estructuras de organización del campo popular evitando caer en la
burocratización y en las lógicas verticalistas y personalistas.
Sin caer en un “basismo”
paralizante, organizaciones que sean capaces de ejercer la crítica de sus
propios gobiernos y al mismo tiempo ganar la calle para defenderlo de sus
enemigos de clases.
Estructuras que se
configuren en semilleros de nuevos liderazgos o referentes que disputen el
"sentido común" y sean capaces de cumplir la fundamental función de
dirección intelectual y moral de sus sociedades(Borón Atilio, 2016).
5-Ampliación del
consumo y de la clase media
La necesidad por
parte de los gobiernos progresistas de satisfacer necesidades de consumo
postergados por años de ajuste neoliberal genera una “nueva clase media” que se
acopla al estilo de consumo occidentalizado de electrónica, celulares y
automóviles. Esto además de generar condiciones de in-sustentabilidad económica
en el corto plazo por el alto componente importado de tales bienes, genera o
recrea un “sentido común” conservador que “gira a la derecha” en los valores y
preferencias electorales.
En este aspecto,
los medios hegemónicos de comunicación juegan un rol preponderante en el
desgaste y debilitamiento de los gobiernos progresistas mediante un discurso
anti-política o impugnador de la política en un contexto de imposibilidad en
muchos países de democratización de la industria cultural y los medios de
comunicación masivos.
Existe una falta de
conciencia de vastas fracciones de esta “nueva clase media” en vincular su
ascenso social en relación a las políticas públicas estatales implementadas por
los gobiernos progresistas y no sólo en entender dicho ascenso social
exclusivamente ligado a capacidades o esfuerzos individuales o personales.
Desde otra visión,
si bien no se niega la influencia de la prensa en el desgaste de los gobiernos
progresistas, el mismo problema se percibe, más que como una falta de
conciencia social de las nuevas clases medias, como un "desencuentro"
o "desfase" entre unas sociedades marcadas por un fuerte crecimiento
económico y ampliación social y sistemas políticos y burocráticos que
conservan problemas o heredan problemas de falta de transparencia,
patrimonialismo, ineficiencias y corruptelas en la gestión pública(Grinspan
Rebeca, 2017).
También se debe
tener en cuenta, desde una perspectiva más politológica, que los gobiernos
progresistas se desenvuelven y lidian con un fenómeno que ocurre en
prácticamente todas las democracias modernas, que es la presencia de un
electorado cambiante, altamente “volátil” que incluso en una misma elección
puede votar por un candidato de derecha en una alcaldía y un liderazgo de
izquierda a nivel nacional (Bernan Manin,1991).
Se trata de un
electorado sin preferencias identitarias fuertes, atravesado por las lógicas
del marketing político, la “imagen” de los candidatos y la influencia mediática.
Se trata en
promedio de más de un tercio de la ciudadanía oscilante entre, un electorado
de clases medias bajas, sectores vulnerables e informales y sectores medios
urbanos politizados identificados de modo consistentes con los gobiernos
progresista y clases medias tradicionales en alianza con las élites de la
sociedad volcadas ideológicamente con gobiernos o candidaturas conservadoras de
derecha.
Desafío
En este panorama,
en un segundo ciclo de gobiernos progresistas se hace imprescindible
profundizar la batalla de ideas, la denominada “batalla cultural”(Sader Samir,
2016).
Sería aconsejable
que dicha batalla cultural se desenvuelva de modo progresivo y por etapas.
Una primera etapa
avocada a recuperar estas nuevas clases medias “volátiles” donde se incluyan
sus demandas de mayor transparencia y eficiencia en la gestión pública así como
los temas de seguridad ciudadana, aprovechando al mismo tiempo las “grietas”
que deja la hegemonía liberal en el terreno económico como la recesión, aumento
del desempleo y la pobreza, el endeudamiento internacional.
Una segunda etapa
una vez asumidos los gobiernos progresistas la gestión pública, instalar una
fuerte agenda de la necesidad de democratización de los medios concentrados de
comunicación.
Sin
democratización y desconcentración de la prensa en AL, disputar el “sentido
común” y asumir la necesaria “dirección moral e intelectual” de sus respectivas
sociedades por parte de gobiernos progresista, encontrará serios límites como
ha ocurrido durante el “primer ciclo”.
Bibliografía
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