TÍTULO: DEL PODER POLÍTICO AL PODER
POPULAR COMO SISTEMA RELACIONAL DESDE LA ESTRUCTURA DE LOS CONSEJOS POPULARES
EN CUBA.
Autora: MSc. Yaimara Cao García, Profesora de la Universidad de
Ciencias de la Cultura Física y el Deporte “Manuel Fajardo”
email: rene225leo@nauta.cu
Keywords:
Cuba political system, popular council, political and human
emancipation, popular power as a relational system.
Summary
With the triumph of the Revolution, on January 1, 1959, an unprecedented
path of social emancipations that went through political emancipation was
inaugurated in Cuba, to establish itself as human emancipation. It is the
transcendental fact that placed its emphasis on the progressive alienation of
man, establishing until today, a long liberating path where a popular power
germinates, whose understanding undermines the intense institutional activity
of those first two decades to become the quintessential mode of build political
power relations emerged from the deep feelings of their people in articulated
link with their vanguard.
Introducción:
El primero de enero de 1959 se inaugura en Cuba, con el triunfo de
la Revolución, un camino inédito de emancipaciones sociales que pasan por la
emancipación política, para erigirse en emancipación humana. Se trata del hecho
trascendental que colocó sus énfasis en la desenajenación progresiva del hombre,
instaurándose hasta hoy, un prolongado camino liberador donde germina un poder
popular, cuya comprensión rebaza la intensa actividad institucional de aquellas
primeras dos décadas para convertirse en el modo por excelencia de construir
relaciones políticas de poder emergidas del sentir profundo de su pueblo en
vínculo articulado con sus vanguardias.
El proceso revolucionario cubano enfrenta desde su génesis, la
peligrosísima amenaza externa imperialista estadounidense que apuesta todas sus
cartas al retorno al pasado capitalista y tensiona a través de los métodos más
burdos hasta los más sutiles, sus posibilidades de existencia.
En tanto, la radicalidad que alcanza atraviesa senderos conflictuales donde
confluye la experiencia soviética, una subjetividad anclada en la rebeldía de
su pueblo y las vanguardias que supieron articular la acción comprometida,
aunque quizás no fuese orgánica con el discurso político.
El año 1976 es crucial en el proceso de institucionalización del
país cuando se aprueba en la Constitución, la estructura de Poder Popular
ensayada en Matanzas dos años antes. Desde su aprobación, el proyecto
sociopolítico cubano observa el fortalecimiento de dicha estructura de poder
como el vehículo de control popular y forma de democracia representativa que
afirma o niega al pueblo como sujeto de poder y máximo interesado en el cambio.
La necesidad de autocorrección permanente hizo posible que desde la década de
los 80 se pensara un diseño que acercara al pueblo con sus dirigentes, en
momentos de incomunicación que burocratizaba los procesos de dirección del país
y su conquista más legítima: la democracia socialista. Así en el año 1991 surge
lo que a juicio de Fidel Castro Ruz deviene en el eslabón perdido del sistema
del Poder Popular: los Consejos Populares.
El ensayo cubano institucional para el desenvolvimiento de su
democracia representativa aunque observa la estructuración estatal de la
experiencia soviética, no pudo ser copia, ni calco de aquella; muy al contrario
de lo que refiere la Dra. Natasha Gómez, en el taller por el centenario de la
Revolución Socialista Rusa. Para el año 1991, cuando oficialmente se
constituyen los Consejos Populares, había dejado de existir el Socialismo en la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas URSS. El contexto en que aparece
esta estructura de poder en Cuba sugiere un universo de creación popular
distante de antecedentes en las teorías de los Socialismos.
Desarrollo
Legitimidad teórico-práctica del concepto poder popular
como sistema relacional.
Los estudios desde las
Ciencias Sociales en torno al poder arrojan dos vertientes de comprensión. La
primera lo ubica en el Estado y lo analiza como dominación. Se trata de la
postura tradicional del poder. La segunda, parte de entenderlo como relación
social que se construye permanentemente y necesita alcanzar consensos para
lograr legitimación. Se trata de la postura relacional del poder.
La noción del
poder como relación social fundante de la vida en sociedad comienza a cobrar
defensores en el terreno de las Ciencias Sociales en especial las Ciencias
Políticas, a partir de la última década del siglo XX. La ruptura del equilibrio
mundial a favor del sistema Capitalista comenzaba a ser caldo de cultivo para
estudios acerca de la democracia, la sociedad civil y la tolerancia; para
aquellos marxistas que se afiliaban a un paradigma gnoseológico en construcción
permanente y exigía un ejercicio del poder propositivo ante el cambio radical
que significó la oleada conservadora para el orbe.
Tales
circunstancias exigieron la necesidad de visibilizar a los sujetos del cambio
social, sus configuraciones en el entramado socioclasista, así como sus
comprensiones acerca de fenómenos como el poder político instalado en el
complejo tejido de relaciones sociales y no en instancias de poder
exclusivamente como el Estado o las instituciones de las que se sirve toda
sociedad para alcanzar cierto orden y mantenimiento.
La cuestión
del poder político debía romper con la visión positivista del marxismo
arraigada en aquellos esquemas lógicos donde entre economía y política las
distancias eran tales que era imposible plantearse puntos de contacto en la
realidad. Fueron aquellos traumáticos acontecimientos los que colocaron en el
análisis de la transición al Socialismo la mirada aguda hacia la construcción
de un poder popular en sistemática articulación con la red de relaciones
sociales que desde la vida cotidiana crean sentido común y realzan el valor de
los pueblos oprimidos del sur político.
Desde el
Instituto de Filosofía se enunciaron estudios acerca de la constitución de los
Consejos Populares como un momento de valor interpretativo para el acumulado de
creación popular desde el pueblo cubano que analizan un escenario conflictual
crucial para el desarrollo de la democracia y la conformación de consensos al
interior del país. Con el acompañamiento del Centro de Investigaciones
Psicológicas y Sociológicas que trataba de explicar las dinámicas tendenciales
en la estructura socioclasista cubana y las recurrentes investigaciones acerca
de las representaciones y percepciones sociales sobre fenómenos invisibilizados
como la exclusión-inclusión, la pobreza o la representación subjetiva del poder
en grupos de cuentapropistas, obreros y directivos se puede constatar la
necesidad de ampliar los horizontes explicativos para los encargados de
realizar labor especializada de dirección política en la sociedad cubana.
En primer
orden aparece una primera insuficiencia que debían resolver las Ciencias
Políticas respecto a la ambivalencia en los usos del poder. La categoría poder
ha sido abordada desde la Historia del Pensamiento Político, la Sociología
Política, la Psicología Política, la Antropología y la Filosofía Política en
sentidos diversos: o bien como característica o cualidad de una persona
particular, una organización o las instituciones políticas estatales desde las
cuales se alcanza el dominio de unos hombres sobre otros por medio de la
utilización de la fuerza y la imposición; o como construcción social desde el
sistema de relaciones sociales que configuran a los sujetos y sus identidades
respecto a unos grupos por encima de otros. Desde la literatura la primera es
denominada como concepción tradicional del poder, donde se encuentran autores
como Aristóteles, Hobbes, Rousseau, Bourdieu, entre otros. La segunda es
denominada concepción relacional del poder. Aquí se incluyen autores como Marx,
Foucault, Gramcsi, Acanda, entre otros.
En segundo
orden resultaban muy jóvenes las Ciencias Políticas en su aparición respecto a
otras Ciencias, su identidad todavía se discute en gremios académicos y su
categoría central abre una pluralidad de interpretaciones. Sin embargo,
prevalece la noción de poder tradicional anclada en concepciones que se
remontan a la antigüedad clásica griega.
Los intentos
por aportar una problematización conceptual acerca del lugar de las relaciones
de poder político en la obra fundacional marxista ha sido inquietud vieja en el
pensamiento político contemporáneo. En el debate se presentan diversidad de
criterios que van desde presentar a Marx como teórico de la explotación (Michel
Foucault), cuya reflexión acerca del poder político es una ausencia, hasta
Adolfo Sánchez Vázquez, que considera imposible plantearse la cuestión del
poder en Marx, al margen de sus estudios económicos. Es posible desde el
análisis relacional de las categorías economía y política encontrar un camino
para sustentar una teoría del poder político en Marx y Engels válida para los
fines de una conceptualización fecunda del Socialismo cubano.
El marxismo
fundacional rompe con las concepciones naturalistas del poder, cuando expone
las causas de las desigualdades de los hombres como un problema terrenal cuyo
origen se encuentra con la aparición de la forma privada de apropiación de la
producción y consecuentemente el surgimiento de las clases sociales. Su examen
de la realidad llega más lejos cuando se pronuncia por un sujeto de poder hasta
entonces invisibilizado, en un profundo letargo: la clase obrera. Sin embargo,
la aportación de un poder popular como poder del pueblo, en clave fidelista emerge
de la experiencia cubana de transición Socialista. En época de Lenin se hablará
de “Proletarios y pueblos oprimidos del mundo, uníos” que estremeció a Ho Chi
Minh, porque sintió su causa verdaderamente representada y ese gran lema de la
Internacional Comunista recorrerá el orbe como necesidad histórica de nuclear
al proletariado mundial. El concepto pueblo dado por Fidel Castro en 1953,
enriquecido por Che Guevara en 1965 será la riqueza principal del poder popular
real sin precedente en la historia de los Socialismos como emergencia del caso
cubano.
Resulta
necesario para responder la pregunta planteada, retomar la relación dialéctica
entre Economía-Política y sus mediaciones. Algunos autores, como el sociólogo
alemán Max Weber, separan el análisis económico, de lo político y llega a
plantear la necesidad de una clase social dirigente cuyo nombre es tecnocracia
o burocracia, a la cual sólo le interesan los asuntos técnicos de la dirección,
sin valores, ni contenidos, es decir, desustantivada y con ello muestran la
incapacidad de un tipo de racionalidad que concibe la realidad dividida en
esferas autónomas, cada una funcionando con lógicas diferentes. Por esta vía
cabría pensar que el problema del poder y las relaciones de poder político
jamás estuvieron en el centro de la reflexión marxiana. Sin embargo, si se
recurre a las fuentes originales; muchas de las cuales, se desacreditan también
bajo la justificación de las erróneas traducciones, es posible captar el
carácter relacional con que los fenómenos de la sociedad son estudiados por los
fundadores del marxismo.
La obra de
Marx deviene en reacción ante la desvalorización del mundo de los seres humanos
y el aumento de la valorización del mundo de las cosas. Si el trabajo es la
fuente de riqueza, no lo es únicamente por las mercancías que se producen sino
por el modo en que los seres humanos se producen y reproducen como tales y
alcanzan la felicidad. Por tanto, Política-Economía-Ética se colocan en el
centro de la reflexión marxiana desde un enfoque relacional. Sólo a través de
esta tríada es posible pensar una teoría política en Marx. El proyecto
emancipador anticapitalista cuya exigencia sería un sujeto humano libre de su
enajenación, encuentra sustentación desde las interconexiones entre las
personas que ve Marx en su teoría económica. La teoría tradicional del poder al
poner el acento en la dominación, convirtiendo al poder en un fetiche, que se
metamorfosea en los signos caros y los valores aumentados que adquieren las
personas con capacidad de compra, desde la irrupción del marxismo puede decirse
que entró y está en crisis. Lo interesante que devela el examen marxiano rebaza
la realidad fenomenológica que presenta las fragmentaciones de la realidad para
dar paso a una realidad esencial oculta en el hecho económico y requiere
enfoque de totalidad.
La década del 60 estrenó en Cuba las Juntas de Coordinación,
Ejecución e Inspección (JUCEI), hasta ser sustituidas por el Fondo de Organización
y Control; puede decirse que lo más cercano a un mecanismo aglutinador de las
vanguardias políticas a su pueblo se experimentó en las primeras dos décadas de
Revolución en el poder. Las JUCEI se convierten en antecedente del sistema del
Poder Popular cuyo ensayo en 1974 en Matanzas, queda refrendado en la
Constitución del país, para 1976. En lo adelante se tratará de profundizar la
calidad del funcionamiento institucional cubano con énfasis en el protagonismo
popular y eje fundamental en la construcción social de los sentidos
socialistas.
El Consejo Popular como componente estructural-funcional del
sistema político cubano, nace como concepción, en el año 1986 cuando en el III
Congreso del Partido Comunista de Cuba PCC, se recomienda la constitución de un
elemento nuevo en el sistema de gobierno del país. Esta recomendación es
aprehendida por la Asamblea Nacional del Poder Popular bajo la Ley No. 56 del 4
de julio de 1986. La entonces Ciudad de la Habana
sería el centro experimental de los primeros 93 Consejos Populares hacia 1990.
Se trataba de fortalecer la autoridad del delegado, mejorar el
control y la fiscalización sobre todas las entidades administrativas, con
independencia de su nivel de subordinación, un camino que ayudara a involucrar
a todos los factores de la comunidad en la solución de sus problemas y tener
una figura de gobierno sólida, a nivel de barrio que propiciara la progresiva
participación popular en la dirección social y, consecuentemente, del
perfeccionamiento del sistema del Poder Popular.
A criterio del investigador Jesús Pastor García Brigos, el Consejo
Popular: “Es un eslabón de gobierno con posibilidades de acción sobre los
centros de trabajo del área y de la población representada en los
delegados". Desde su constitución la discusión
más fuerte estuvo relacionada a que tuviera la mayor representatividad, no sólo
de las organizaciones de la sociedad civil cubana, sino del pueblo que ha
delegado cuotas de poder en esta figura. De manera que la relación
representación/participación como par categorial dialéctico será la columna
vertebral de la democracia socialista cubana.
Desde el discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz en diciembre de
1991, cuando se extiende la experiencia a todo el país, se advierte la
preocupación de observar el nuevo mecanismo para que promueva el autogobierno
social, lejos de convertirse en un elemento formal dentro de la estructuración
estatal cubana. El contexto advertía un escenario conflictual entre gobiernos
centrales y gobiernos locales, en países de Europa del Este; por lo que el rol
del delegado de circunscripción era vital: los problemas locales debían
pensarse con visión de país. Se trataba de que la separación entre el campo y
la ciudad se hiciera cada vez menor. De manera que se pudiera:
“… Continuar los estudios que se realizan en Ciudad de la Habana,
encaminados a lograr unidades político-administrativas más fuertes social y
económicamente, teniendo en cuenta la conveniencia de que se pueda ejercer
plenamente la función de gobierno con mayor eficacia en cada uno de los
municipios de la ciudad”.
Resulta necesario distinguir entre el Poder Popular
institucionalizado y el poder popular como aquello generado aparentemente fuera
de las instancias de poder, es decir fuera del sistema del Poder Popular como
órgano de poder del Estado y que expresa la voluntad del pueblo cuyas
diferencias se expresan en los modos de comprensión y las maneras de
implementarlo. La institucionalidad y las organizaciones que estructuran el
ámbito comunitario han sido concebidas para el ejercicio del poder popular. Sin
embargo, articular el sentido de lo colectivo, lo anticapitalista y lo
auténticamente revolucionario en ocasiones no encuentra en los canales
instituidos un catalizador de las demandas sociales como fortaleza para
emprendimientos de procesos organizativos que reflejen respuestas creativas en
defensa de lo autóctono.
Es posible afirmar la existencia de un acumulado de valores
socialmente compartidos como la solidaridad entre vecinos, la cooperación, la
justicia, la equidad y la defensa de la vida plena para todos los seres humanos
que devienen en la subjetividad y mística revolucionaria necesaria al poder
político que funda la Revolución cubana en 1959. La vida cotidiana del pueblo
cubano transcurre en el lugar privilegiado donde se reconfiguran
permanentemente los rasgos y valores de su identidad, y se hacen sentido común
en conductas, motivaciones, representaciones y aspiraciones. En este sentido el
poder político encuentra en las comunidades el saber popular, la notable
riqueza cultural y la suficiente vitalidad de la gente, así como los aportes
valiosos co-creadores de cultura emancipadora. De manera que se alza lo
político en popular y viceversa, luego, la ideología como terreno más amplio y
abierto alcanza mayor profundidad, lo cual adquiere valor agregado para las
circunstancias de transición socialista hoy.
Retos
actuales del Consejo Popular como fundamento democrático del Socialismo Cubano.
En 2006, el periódico Granma, publica un informe crítico acerca
del funcionamiento del sistema del Poder Popular que arroja un escenario
desfavorecedor para el Consejo Popular. El nuevo peldaño había comenzado a
desplegar tareas administrativas como reparto de recursos en momentos de
desastres naturales u organizar la entrega de la telefonía fija, entre otras
cuestiones que distorsionaban su función eminentemente política y de control.
Si bien el escenario de período especial en tiempo de paz para Cuba significó
mayor movilidad para el delegado de circunscripción, que llegó a “llevarle a
personas determinadas el alimento a su hogar”, la extensión de acciones de
protección a la población vulnerable en aquellas circunstancias, desfiguraron
no sólo la estructura funcional del Poder Popular sino también al delegado a
quien el pueblo comenzó a visualizar como el tramitador de recursos.
El 24 de febrero de 2019, en referéndum se aprueba la nueva Carta
Magna. Hasta la fecha, se prevé una Ley de municipios y ajustes a la Ley 91
sobre los Consejos Populares. Sin embargo, debe estimarse que fortalecer la
institucionalidad, rectificar sus disfuncionalidades y elevar la eficiencia en
el Estado y el Gobierno en especial las distorsiones en el rol real del Consejo
Popular como eslabón del sistema del Poder Popular, ayudará a legitimar el ejercicio
del poder en la etapa transicional que a juicio de la autora abre el VI
Congreso del Partido en abril de 2011.
Como destacara Jorge Lezcano Pérez en Tareas actuales del Poder
Popular, desde el surgimiento de los órganos del Poder Popular se debía:
“(…) tener presente que el Poder Popular es un sistema y que, por
ende, todo él tiene que desplegarse permanentemente, con exigencia, rigor en el
control, para lograr que se atienda «exquisitamente
al pueblo, y se resuelvan todos los problemas posibles y, los que no lo sean,
explicarlos, aclararlos, con valentía, honradez y prontitud».”[6]
Más recientemente, en Taller sobre la Constitución desarrollado en
la Escuela Superior del Partido “Ñico López” y haciendo una lectura del texto
Constitucional en clave fidelista, alertará el posible debilitamiento del
mecanismo creado para ejercer control popular cuando deje de fiscalizar
empresas que por el orden de subordinación tengan carácter nacional o en su
composición deje de contar con representantes de la sociedad civil cubana como
los CDR; recalcando hoy más que nunca la necesidad de su fortalecimiento.
En América Latina existen referentes válidos para la
experiencia cubana, donde los procesos organizativos y de movilización social,
más allá de sus demandas puntuales, apuestan por la construcción de un poder
popular que contenga la alternativa en la defensa de sus derechos, de sus
territorios, de sus utopías. Sus propuestas, así como la nuestras son un
contrapoder al sentido neoliberal capitalista que se reproduce en tanto produce
al hombre productor-consumidor que perpetúa la hegemonía del capital. Frente a
la cultura popular que alienta Hollywood sentada en la taquilla y la venta, el
sentido de la cultura popular que se mueve en los proyectos de poder popular en
la región se centran en la defensa de los valores identitarios, en el realce de
sus costumbres y tradiciones.
Algunos modos aseguradores de legitimidad popular desde los
Consejos Populares debieran estimarse desde la:
- Articulación
de experiencias de trabajo socialmente positivas en municipios como Habana
del Este o Centro Habana, promovidas desde instituciones religiosas,
académicas u otras, que enseñen a participar a su población utilizando
técnicas diversas como las de la Educación Popular. Un camino que ayude a
desbancar el poder, a poner en posibilidad real al pueblo y sus dirigentes
(aunque quizás no sean los líderes comunitarios que se aspira) de decidir
sobre sus destinos, debe diseñarse para la capacidad de respuesta del
pueblo y con sus valores más perdurables. Se trata en primera instancia de
que ambos polos de la relación se vean con capacidades iguales para llegar
a consensos en la comunidad.
- Fomentarse
proyectos comunitarios que vivan largamente de sus relaciones vecinales
donde el centro de atención sea cambiar la noción fallida del hombre
productor-consumidor que se traslada de la cultura occidental y
norteamericana.
- Coordinación
entre las instituciones diversas presentes en espacios de la
micropolítica, sin importar los niveles de colaboración de ellos respecto
a la macropolítica o mesopolítica. Se trata de anular la falta de
compromisos para con el barrio desde propuestas bien centradas, elaboradas
y defendidas en Asamblea vecinal, en lo que necesita la población, allí
donde realiza su vida diariamente, desde donde vive o no el Joven Club, la
pequeña o gran empresa estatal, el paladar o el negocio particular. Para
ello se requiere una estructura fuerte en la zona y es justamente el
Consejo Popular que contribuya a disminuir las asimetrías sociales que se
presenta en la Cuba profunda, la de los territorios.
- Diversificar
las agendas de trabajo de los Consejos Populares desde una detallada
caracterización de la comunidad que pase la formalidad de lo cuantitativo
que en ocasiones invisibiliza fenómenos de marginación,
exclusión-inclusión y pobreza. Se trata de aprovechar bien el papel de
representante de la población que posee esta instancia de la
estructuración estatal en Cuba.
- Gestión
de los recursos diversos y plurales que surgen de la práctica
socio-histórica que le dan vitalidad y actualidad a la sociedad civil y
sus dinámicas. Pudiera ubicarse aquí desde las estrategias de Comunicación
que se diseñen para la movilización ideológica del pueblo para las mega
convocatorias a nivel de país hasta las bonanzas económicas que las
entidades aportan para la resolución de problemáticas que son propias de
cada municipio.
- Contribución
a la elaboración transparente de los colegios electorales y los vínculos
de los electores con sus representantes, debidamente razonado desde las
contribuciones y la rendición de cuentas permanentes de sus actividades en
beneficio directo o no para con la comunidad desde la que fue electo.
Teniendo en cuenta que este ha sido un reclamo viejo, se prevé que en
casos excepcionales pueda un diputado a la Asamblea Nacional del Poder
Popular salir electo por municipios donde dejó de residir, mas debe
mantener contacto periódico con el barrio desde donde salió electo.
- Desarrollar acciones
de capacitación para dotar al Delegado de demarcación de los instrumentos
y herramientas que le ayuden a su labor de dirección política en la
sociedad, observando que para este ejercicio resulta vital una persona con
vocación de servicio al pueblo que no sea un asalariado por el desempeño
de esta función.
- Organicidad entre los
poderes populares y los poderes públicos teniendo en cuenta que la vía que
posee el poder revolucionario de hacerse fuerte frente a las dominaciones
foráneas e internas es a través de hacer extensiva la vida política a la
vida social en su totalidad. El poder político instituido en los Consejos
Populares es un mecanismo funcional cuando vive el sentido emancipador que
atraviesa el camino que va desde la hegemonía popular hasta el poder
popular como unidad indisoluble que supera la separación liberal entre
sociedad política y sociedad civil. Se trata de una organicidad instalada
en la idea de Fidel Castro y Ricardo Alarcón, de Estado ampliado y
parlamentarización de la sociedad, frente al poder absoluto en la idea de
mandato imperativo.
- Respeto al soberano y
sujeto fundamental de poder: el pueblo. Aún cuando se estime el valor que
posee el liderazgo del Partido Comunista de Cuba (PCC) en las condiciones
de transición socialista cubana; las relaciones del gobierno y el Estado,
del Partido y el gobierno que se dan en el común cotidiano ejercicio de
poder político en Cuba, son expresión de la necesidad de organización,
sistematicidad y control del pueblo. Reconocer en el texto constitucional
aprobado el 24 de febrero de 2019, al pueblo como soberano, implica una
lectura minuciosa que mantenga bien delimitados los roles que cada uno
juega en el sistema político cubano. Al pueblo se debe el Consejo Popular
y es el pueblo quien legitima o no al Consejo Popular dentro del sistema
estatal cubano.
- Explotar mecanismos
de consulta popular diversos como a especialistas o expertos en temas de
interés nacional, tal es el caso de la nueva Ley electoral. Cada vez más
el pueblo requiere formar parte de las decisiones que impactan su vida,
más o menos directamente, sin embargo, todos los mega proyectos de leyes,
no pueden llegar a deliberarse directamente con él en la forma
tradicional. De ahí, la necesaria implementación de formas diversas que
pulsen el sentir del pueblo y sus aspiraciones.
- Pensar con realismo
los lugares donde es funcional el mecanismo estatal de los Consejos
Populares. Ello ayudaría a dinamizar la vida de los territorios y lo que
investigadores revalorizan como la territorialidad. Así como no existen
dos personas iguales, tampoco existen dos Consejos Populares iguales pues
sus enclaves son distintos aún cuando la situación del país es el común en
cada caso. Los ajustes a la Ley 91 deben estimar aquellos lugares donde la
experiencia de los Consejos Populares ha sido válida, no sólo por la
extensión territorial sino por las destrabazones entre la Asamblea
municipal y el pueblo pasando por su legítimo representante: el delegado
de circunscripción.
- Estimar que las
competencias de un Consejo Popular no deben suplantar las nuevas
competencias que se delimitarán para los municipios. Debe tomarse en
cuenta la historia local, los valores que perduran pese a lo que se cambia
por arriba y en ello juega un papel fundamental lo político, las
tradiciones, la identidad, lo cultural, lo religioso y el nuevo mapa
socio-clasista que configura cada territorio y su valor para formular las
nuevas políticas públicas.
Pensar
con creatividad cada uno de estos modos de asegurar la legitimidad de los Consejos Populares ayudaría no sólo a hacer perdurable y
funcional esta estructura de representación y control popular en Cuba, sino
también, a dinamizar la estructuración estatal como sistema relacional. Sus
retos actuales descasan en el dinamismo y vitalidad que logren los Consejos
Populares en un momento crucial que coloca sus énfasis en el pueblo y los
territorios desde donde realizan los hombres y mujeres interesados en el cambio
emancipatorio, sus vidas cotidianamente. Se trata de observar integralmente su
funcionamiento con los aportes valiosos que desde las Ciencias Políticas es
posible articular para la finalidad de un Socialismo próspero y sostenible.
El
Poder Popular como estructura funcional del Estado Cubano sin precedente en la
historia de los Socialismos, deviene en el modo por excelencia de organizar la
sociedad políticamente y como novedad para el caso cubano donde se erige la
idea fidelista de Estado ampliado como vía para progresivamente democratizar la
democracia cubana.
En
clave fidelista y tomando como referente la vitalidad de un pensamiento cubano
de vanguardia, la estructura creada de Consejos Populares debía diseñarse para
preservar la unidad del pueblo cubano y lograr niveles graduales de
politización de la sociedad civil y civilización de la sociedad política, en
tanto el sujeto pueblo lograra niveles cada vez más elevados de participación
real en la cosa pública.
Es posible establecer diferenciación entre poder
popular como hegemonía popular que se logra en el respeto y funcionalidad en la
estructuración estatal y emerge su legitimidad del sentir profundo del pueblo y
el Poder Popular como algo ajeno a la realización de los sentidos emancipadores
del pueblo plural cubano. En tal sentido las propuestas que emergen de esta
investigación están encaminadas a pensar los modos de ampliación del poder
popular en el espacio comunitario donde los Consejos Populares devienen en la
vía por excelencia para el empoderamiento del pueblo cubano en el siglo XXI.