RESUMEN
La
crisis del coronavirus ha servido a la extrema derecha europea para relanzar su
discurso contra el espacio de libre circulación Schengen, utilizando la
propagación de la pandemia para culpabilizar a los emigrantes. Asimismo, la
emergencia sanitaria ha desencadenado lo que algunos especialistas consideran
“histeria social”, lo cual ha generado una oportunidad para estas fuerzas
políticas de erosionar el discurso de los gobiernos tradicionales, promover la
desconfianza en las instituciones y relanzar su agenda política de fronteras.
ABSTRACT
Coronavirus
crisis has served the european extreme right wing to launch again its speech
against free circulation space Schengen, using pandemic spread in order to
blame emigrants. Besides, health emergency has triggered what some specialists
call “social hysteria” creating a possibility for those political forces to
erode traditional governments’ speech, promote distrust of institutions and
re-launch their border policy agenda.
La
extrema derecha europea ante COVID-19
Autor:
MsC. Angel Rodríguez Soler
La
crisis del coronavirus ha servido a la extrema derecha europea para relanzar su
discurso contra el espacio de libre circulación Schengen, utilizando la
propagación de la pandemia para culpabilizar a los emigrantes. Asimismo, la
emergencia sanitaria ha desencadenado lo que algunos especialistas consideran “histeria
social”, lo cual ha generado una oportunidad para estas fuerzas políticas de
erosionar el discurso de los gobiernos tradicionales, promover la desconfianza
en las instituciones y relanzar su agenda política de fronteras.
Cuarentena,
una población ansiosa y con miedos y una economía que entra en recesión: El
escenario que se presenta a priori, para cualquier político de extrema derecha constituye
un caldo de cultivo propicio para que la ciudadanía se sienta atraída por los
mensajes más autoritarios, xenófobos y simplistas, a favor de la defensa de los
Estados Nacionales contra los mecanismos de integración regional, en este caso
Unión Europea (UE).
Ante
tal situación, la respuesta inmediata de la extrema derecha en Italia, Francia
o Alemania ha sido reclamar la introducción de controles más estrictos en las
fronteras. Matteo Salvini, líder de la Liga Norte, en un mensaje de campaña
pidió la dimisión del gobierno y el cierre de fronteras. Además, señaló que la
irrupción del virus es culpa de "la entrada en inmigrantes de
África"; sin embargo, en ese momento solo se había detectado tres casos:
Egipto, Argelia y Nigeria. Por su parte, su hombre fuerte en el norte y
presidente de Lombardía, Attilio Fontana, se puso en
"auto-cuarentena" a pesar de no estar contagiado, asegurando que la
inmigración amenaza la "raza blanca".
En
este contexto, el político italiano, al estilo de un nacionalista, apeló a sus
seguidores a comprar solo productos italianos. Asimismo es importante destacar que
la ayuda de la brigada Herry Rivee de médicos cubanos así como el envió de 15
aviones con ayuda médica por parte de Rusia fue agradecida por parte de Fontana.
Sin embargo, la prensa italiana, en específico La Stampa, argumentaron que el
80% de los equipos donados por Rusia estaban defectuosos y acusó de prestar esa
ayuda con fines políticos y de propaganda. Como puede apreciarse los matices en
el contexto de la emergencia sanitaria son variados y diversos evidenciando la
fragmentación política no solo a interior de la Unión sino también a lo interno
de los espectros políticos nacionales, incluso de una misma fuerza.
En
Francia, Marine Le Pen, ha utilizado el pánico generado por el coronavirus para
cargar contra sus dos principales enemigos: los inmigrantes y la Unión Europea.
Por su parte exigió la reinstauración de unas fronteras que protejan a los
ciudadanos “sea cual sea la situación”.
En
Austria, el gobierno de Sebastian Kurz fortaleció los controles en la frontera
italiana. Con la llegada del virus al país, el partido de la libertad de
Austria (FPÖ) exigió poner en cuarentena a todos los inmigrantes indocumentados
y solicitantes de asilo.
Por
su parte, en Grecia, el gobierno de Nueva Democracia liderado por Kyriakos
Mitsotakis, que actualmente cuenta con 158 escaños en el Consejo de los
Helenos, realiza campaña de corte nacionalista y ha utilizado los casos de
coronavirus detectados para militarizar aún más las fronteras y para relanzar
su plan de construir campos de detención para los emigrantes, captando así a los
partidarios del partido Amanecer Dorado.
En
Hungría, el primer ministro Viktor Orbán ve el estado de emergencia como una
oportunidad para reforzar su poder, más que como una medida temporal y
proporcionada. El Parlamento húngaro aprobó el 30 de marzo una ley que permite
a Orbán legislar por decreto durante un periodo indefinido de tiempo, suspender
el Parlamento mientras dure el estado de emergencia sin límite temporal,
posponer elecciones durante este periodo y endurecer las sentencias contra
quien desinforme (léase contradiga) la versión oficial sobre la gestión de la
crisis. Es decir, gobernar por decreto como mecanismo para afianzar su poder y
erosionar la democracia, mientras saca crédito de la crisis; algo que Orbán ya
hizo en 2015 con la crisis de refugiados y que lo llevó a declarar un estado de
emergencia todavía vigente y que prorroga ahora indefinidamente.
En
Polonia, las elecciones presidenciales están previstas para junio. Es así que el
coronavirus también ha entrado en campaña, puesto que la oposición pide al
gobierno de Ley y Justicia que “revele la verdad sobre los casos de
coronavirus” que existen en el país.
Un
caso que merece especial atención es el de Alemania. Desde la llamada
"crisis de los refugiados" de 2015, Alternativa para Alemania (AfD),
el partido que logró en elecciones federales de septiembre de 2017 ingresar al
Bundestag, primera vez que ocurre dese la Segunda Guerra Mundial que un partido
de extrema derecha entra de nuevo al juego político, convirtiéndose en la
principal fuerza de la oposición al Gobierno de Gran Coalición de Angela Merkel.
Con
la llegada del coronavirus desaparece del debate público. Se estima que, en
comparación con los datos de hace un año, el impacto de los mensajes de la AfD
en redes sociales, canal de comunicación de los ultraderechistas, se redujo a
la mitad desde mediados de marzo a principios de abril.
También
se refleja en los sondeos, una encuesta realizada por el periódico conservador
Bild, el cual daba el 8 de marzo, antes de que comenzaran las medidas de
aislamiento, el 14% de apoyo para la AfD y un 24% para la CDU de Merkel. Un mes
más tarde, otra encuesta para el mismo diario coloca a la AfD con un 10,5% de
apoyo y a la CDU, con un 37,5%.
Esto
panorama de debe a que el AfD ha perdido espacio en el ámbito digital, que
anteriormente replicaba sus mensajes hasta convertirlos en temas que los
políticos no podían evadir. En este espacio, los mensajes centrada más en
difundir teorías de la conspiración que en proponer los fundamentos de la AfD,
que no acaban de encontrar una agenda común. Por ejemplo, primero criticaron a
Merkel por no reaccionar a tiempo, para luego asegurar que las medidas de
aislamiento social eran demasiado estrictas.
Dierk
Borstel, analista sobre la extrema derecha y politólogo de la Universidad de
Ciencias Aplicadas de Dortmund, señala que en tiempo de crisis la ciudadanía
confía más en el gobierno, del que esperan liderazgo mientras que los partidos
de la oposición no tienen espacio para hacer sus demandas, incluso llegando a
la censura.
En
estos momentos el AfD se encuentra en una crisis interna. Una parte del partido
se siente insegura debido a la decisión de la Oficina para la Protección de la
Constitución de vigilar al sector más radical conocido como Der Flügel (el
Ala) de Alternativa para Alemania, encabezado Björn Höcke, líder del grupo
parlamentario del partido en Turingia, uno de los Estados donde los
ultraderechistas tienen mayor apoyo.
Además
de su posible división, la AFD no tiene ningún programa eficaz para esta
crisis. Hasta ahora ninguno de sus “enemigos” construidos en sus relatos, como
el Gobierno, los refugiados o la propuesta de UE de los coronabonos, pueden ser
considerados responsables del virus. Esta manera de construir enemigos ha sido
la base de la política de la AfD.
No
obstante, la crisis que asistimos golpea a todas las clases, nadie puede saber
con exactitud qué consecuencias sociales, culturales y económicas traerá, pero
es probable que aumente la desintegración de la sociedad y la desigualdad. En
el pasado, estas crisis siempre impulsaron fuerzas autoritarias, a menudo de
extrema derecha.
El
desencanto y la indignación de aquellos que se vean más afectados pueden
traducirse en una pérdida progresiva de confianza de la Gran Coalición a favor
de un partido como AfD, que intenta seguir presentándose como alternativa al
sistema.
Alemania
para enfrentar la crisis económica presenta índices mejores que los de España,
Grecia o Italia. Al igual que en el sur de Europa, se espera que su desempleo,
deuda y déficit sufran de manera sin precedentes.
Y,
por último, se encuentra el papel de Alemania dentro de una cada vez más tensa
y fragmentada UE, donde los fundamentos de la UE, están en crisis: la zona
euro, el espacio Schengen y Brexit que puso fin a la ampliación continuada del
proyecto de construcción europea. El coronavirus ha llevado a re-establecer
fronteras internas, limitar la movilidad de personas, ver peligrar el mercado
único y demostrar la insuficiente capacidad de movilización de recursos comunes
para hacer frente a las crisis sanitaria y económica.
Precisamente
fue la crisis del euro y el debate sobre los rescates a Grecia el momento de creación
de Alternativa para Alemania en 2013. El entonces recién fundado se quedó fuera
del Bundestag por solo unas décimas al no lograr el 5% para obtener
representación.
Ante
el avance del coronavirus, se evidenció la incapacidad por parte de la UE de
coordinar medidas cuya responsabilidad recae, ante todo, en los estados
miembros (política sanitaria o control de fronteras). Seguidamente, una serie
de desarrollos alineados con las dinámicas actuales de la política
internacional (“mi país primero”), traducidas en la limitación de exportaciones
de material sanitario entre estados miembros o el cierre de fronteras
nacionales, a lo que se sumó una falta de coordinación en el plano europeo de
las medidas tomadas por los estados.
En
tal sentido, Angela Merkel rechaza a los coronabonos, postura que comparte la
AfD, pero cualquier aportación de Berlín a un fondo común europeo será
aprovechado por los ultraderechistas para reforzar su crítica a la UE.
Sin
duda, la extrema derecha europea y la derecha mediática se retroalimentan para
colar en el 'mainstream' ideas sobre el coronavirus que dibujan un estado de
amenaza constante, la explotación del miedo a lo diferente y la obsesión por los
culpables externos.
Referencias:
Esther
Barbé y Pol Morillas (2019), “The EU global strategy: the dynamics of a more
politicized and politically integrated foreign policy“, Cambridge Review of
International Affairs, 32:6, 753-770, DOI: 10.1080/09557571.2019.1588227.
González
de Molina Soler, Pedro: “La crisis de la UE en los tiempos del COVID-19”,
Pérez
de la Cruz, Javier: “Alemania La extrema derecha alemana, en cuarentena”,
Diario Público, 2020
Morillas,
Pol: “Lecciones de una crisis global: coronavirus, orden internacional y el
futuro de la UE”, CIDOB, notes internacionales, No. 231, 2020