Revista Nº40 "RESEÑA"

 

RESUMEN

En la presente reseña, se recordará a Maurice Dobb y a su obra sobre el desarrollo del capitalismo, donde se desarrolla un análisis de la transición económica y social desde el feudalismo al capitalismo.

 

ABSTRACT

The present review will recall Maurice Dobb and his work on the development of capitalism in which the author analyses economic and social transition from feudalism to capitalism.

 

FERNAND BRAUDEL: LA DINÁMICA DEL CAPITALISMO

Por Iñaki Vázquez Larrea[1]

 Apéndice de Civilización material, economía y capitalismo (iniciada por Lucien Febvre), La dinámica del capitalismo es quizás una de las obras más desconocidas del gran maestro de la Escuela de Annales.

 Braudel considera que, en la economía pre-industrial, coexistían dos universos. Por un lado, la economía autárquica campesina y, por otro, una economía de mercado y un capitalismo comercial en expansión que se extendía por todo el orbe. Durante los siglos del Antiguo Régimen (1400-1800) la economía de mercado ya se encontraría en desarrollo.

 A este respecto, el ejemplo paradigmático lo constituiría Venecia, para Braudel, ya en 1530, “El Aretino, que tenía una mansión situada sobre el Canal Grande, se entretenía observando las barcas cargadas de frutas y de montañas de melones procedentes de las islas de la laguna y que acudían a este “vientre” de Venecia, ya que la doble plaza de Rialto, Rialto Nuovo y Rialto Vecchio, era el “vientre” y el centro activo de todos los intercambios y de todos los negocios, grandes y pequeños. A dos pasos de los ruidosos escaparates de la doble plaza se encuentran los grandes negociantes de la ciudad, en su Loggia construida en 1455, y la que podríamos llamar su Bolsa, discutiendo discretamente cada mañana acerca de sus negocios, seguros marítimos y fletes, y comprando, vendiendo, firmando contratos entre ellos o con comerciantes extranjeros (Braudel, pag. 33).

  La vida activa del siglo XVII, una vez liberada de los sortilegios del Mediterráneo, se desarrolla a través de la vasta superficie del Océano Atlántico. Todo ello en beneficio de Holanda, de sus flotas y de la Bolsa de Ámsterdam, “todo son tiendas” que diría Lope de Vega sobre el Madrid del siglo de oro.

 A su vez, los engranajes del intercambio se extienden fuera de Europa, en China, en la India a lo largo del islam y en Japón. En resumen, la economía europea, si la comparamos con las del resto del mundo, parece haber debido su desarrollo más avanzado a la superioridad de sus instrumentos e instituciones. Las Bolsas y las diversas formas de crédito. Pero, sin excepción alguna, todos los mecanismos y artificios del intercambio podrían encontrarse fuera de Europa, desarrollados y utilizados en grados diversos.

 Distaría mucho, incluso, ese capitalismo al que Braudel denomina mercantil de dominar y dirigir en su totalidad a la economía de mercado, aunque ésta fuese su condición previa indispensable. Y sin embargo, el papel nacional internacional y mundial que desempeña el capitalismo resultaría ya evidente.

 Para Max Weber, el capitalismo, en el sentido moderno de la palabra, no habría sido ni más ni menos, que una creación del protestantismo, o mejor aún, del puritanismo. Todos los historiadores se oponen a esta tesis sutil, aunque no logran desembarazarse de ella de una vez por todas. Y sin embargo, para Braudel, es manifiestamente falsa. Los países del Norte no habrían hecho más que tomar el lugar ocupado durante largo tiempo y con brillantez por los viejos centros capitalistas del Mediterráneo. No habrían inventado nada, ni en el campo de la técnica ni en el manejo de los negocios.

Ámsterdam copiaría Venecia, al igual que Londres copiaría a Venecia, al igual que Londres copiaría a Ámsterdam y Nueva York a Londres. Lo que entraría en juego en cada ocasión es el desplazamiento del centro de gravedad de la economía mundial.

 Para Braudel, existiría ya entonces, entre los siglos XV y XVIII, una economía mundo que puede definirse como una triple realidad:

1.- Ocupa un espacio geográfico determinado; posee por tanto unos límites que lo explican y que varían, aunque con cierta lentitud. Hay incluso forzosamente, de vez en cuando, aunque a largos intervalos, unas rupturas. Así ocurriría tras los Grandes Descubrimientos de finales del siglo XV.

2.- Una economía-mundo aceptaría siempre un polo, un centro representado por una ciudad dominante, antiguamente una ciudad-estado y hoy en día una capital, entendiéndose por tal una capital económica.

3.- Toda economía-mundo se dividiría en zonas sucesivas. El corazón, es decir, la región que se extiende en torno al centro: las Provincias Unidas (pero no todas las Provincias Unidas) cuando Ámsterdam domina el mundo en el siglo XVII. Inglaterra (pero no toda Inglaterra), cuando Londres, a partir de los años 1780, suplantó definitivamente a Ámsterdam. Vendrían después las zonas intermedias, alrededor del pivote central. Finalmente, ciertas zonas marginales muy amplias que, dentro de la división del trabajo que caracteriza a la economía mundo, son zonas subordinadas y dependientes.

Ideas, estas, posteriormente desarrolladas en el clásico de Immanuel Wallerstein, El moderno sistema mundial.

BIBLIOGRAFÍA:

BRAUDEL, F.: La dinámica del capitalismo, Alianza Editorial, Madrid, 1985.

BRAUDEL, F.: El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, FCE, Mexico, 2018.

BRAUDEL, F.: Civilización material, economía y capitalismo, siglos XV-XVIII, Alianza Editorial, Madrid, 1984.

WALLERSTEIN, I.: El moderno sistema mundial, Siglo XXI Editores, Madrid, 2016.

WEBER, M.: La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Sarpe, Madrid

 



[1] Profesor Asociado de Sociología, UPNA (Universidad Pública de Navarra)