Revista Nº3 Repensando la década del 90 II

Resumen

El presente trabajo compararía la relación entre el poder ejecutivo, partidos políticos, y coaliciones en función de las reformas económicas llevadas a cabo por los gobiernos de Carlos Menem en Argentina y Hugo Chávez Frías en Venezuela. A través de esta comparación, el trabajo analizaría los estilos políticos de cada líder y la tradición populista a la cual pertenecen ambos líderes.

Mostraría que más allá del fuerte poder que demuestran estos líderes populistas, las agendas de los líderes están filtradas por las instituciones políticas y este proceso tiene gran influencia sobre las políticas que terminan implementando.

Summary

This paper will compare the relationship between executive power, political parties and coalitions and their role in the economic reforms enacted by the governments of Carlos Menem in Argentina and Hugo Chávez Frías in Venezuela. Through this comparison, a further analysis of the key features of each president’s political style and the populist tradition employed by both leaders will be presented.

This paper will demonstrate that despite the great degree of power these populist leaders demonstrate, their agendas are filtered through political institutions and this process ends up having great influence on the policies they implement.

                       
 “Crisis y Reforma en Argentina (1989 – 1994) y Venezuela (1999 – 2001): o como las instituciones restringen el poder de líderes populistas.”

                                                     Por: Stephanie Storey  *

 

1. INTRODUCCION

 
       La relación entre el poder ejecutivo y los partidos políticos en Argentina en la época de Menem y Venezuela bajo Chávez es un tema que reviste suma importancia. En este sentido se intentará analizar, comparativamente,
*Licenciada en Estudios Latinoamericanos, Vassar College, Poughkeepsie, NY, EEUU.
las relaciones que cada uno de los presidentes tiene o tenía con los partidos políticos y la formación de coaliciones que permitirían cumplir con las reformas existentes en sus agendas políticas, teniendo en cuenta las orientaciones ideológicas opuestas en cada uno de ellos.           

        El objetivo principal de este trabajo es el de comparar la relación entre el poder ejecutivo, partidos políticos, y coaliciones en función de las reformas económicas llevadas a cabo por los gobiernos de Menem y Chávez. Dicha comparación pretende echar luz sobre los estilos políticos en cada uno de los casos y, al mismo tiempo,  incorporar el horizonte de tradición populista a la cual pertenecen ambos líderes. En este sentido, la hipótesis que se desarrollará a lo largo del trabajo postula que “Los liderazgos populistas de los gobiernos de Menem y Chávez serían funcionales para realizar programas de reformas neoliberales (market oriented) al igual que  políticas totalmente opuestas al neoliberalismo.”

        Este texto trata de demostrar que más allá del poder que demuestran estos fuertes líderes populistas, al tratar de violar ciertas reglas institucionales el sistema siempre presenta ciertos mecanismos mediante los cuales impone regulaciones o limitaciones al pleno ejercicio de poder. Cheques, o frenos y contrapesos,  pueden surgir en muchas formas que no necesariamente están escritas en la Constitución. De esta manera, las agendas de líderes están filtradas por las instituciones políticas y este proceso tiene gran influencia sobre las políticas que terminan implementando.

 

2. CONSIDERACIONES PREVIAS
 
            Tanto Hugo Chávez Frías como Carlos Menem son conocidos como líderes populistas. En este sentido, el populismo es entendido como un sistema  de gobierno con una base obrera. De acuerdo con Nelly Arenas, algunos factores claves de este son: un diseño de la sociedad bastante cerrada, el Presidente como el poder máximo, una retórica “anti statu quo y una disposición a incorporar a los grupos menos favorecidos al sistema político” tanto como “la dinámica carismática de liderazgo, el programa reformista mas que revolucionario...”1 Para Jorge Lazo Cividanes, el populismo tiene tres elementos importantes: “la voluntad del pueblo; una relación directa entre líder y masa; y el antagonismo entre lo nacional y lo extranjero, particularmente en el plano económico.”2   Sin embargo, añade a esta descripción el discurso contra las elites y al favor del pueblo que enfoca en un hombre común, el líder, como la persona con el papel más destacado dentro del sistema político. El populismo funciona como un sistema de incorporación del pueblo en el proceso político ya que destruye los regímenes e instituciones en los cuales se encuentra cristalizado el poder de las elites. Por lo tanto elites y pueblo se presentan como enemigos en este sistema.

Dos personajes importantes del populismo en América Latina son Getulio Vargas en Brasil y  Juan Domingo Perón en Argentina. Sus regímenes fueron influenciados en gran parte por movimientos de población hacia las ciudades y por cambios en la industria nacional que tenían que ver con la pérdida de poder por parte del sector agrario. Estas dos figuras y sus liderazgos fueron las soluciones del problema, y se pueden caracterizar como “cívico-militares.”3 Los contextos en ambos países fueron las señales de una nueva realidad sociopolítica denominada “populismos,”5 en parte debido a la falta de otra terminología para explicarla. Cabe mencionar que a pesar del hecho de que el populismo suele dar mayores posibilidades de participación al pueblo, este último queda rezagado dado que los regímenes de este tipo siempre generan conflictos que derivan en caos de la estructura del Estado.

Hay varias teorías sobre el surgimiento y la conformación de regímenes populistas. La teoría mas conocida dice que el populismo es el resultado del fracaso de intentos de modernización y como resultado, se abre el espacio para la aparición de líderes populistas. Las bases políticas de los líderes populistas son los ciudadanos más pobres y es precisamente mediante el proceso de modernización que toma conciencia de su posición desfavorable en la sociedad. El populismo también puede ser visto como el resultado de una alianza entre sectores populares, de acuerdo con los pensamientos de Torcuato Di Tella. Entonces, estas masas de sectores son “capaces de formular una ideología fuertemente emocional.”5 

En los gobiernos de tipo populista se ponen mucho énfasis en la relación directa entre el líder y la masa y a través de este vínculo el líder populista se siente con derecho de tomar decisiones evitando el proceso parlamentario (Lalander y Samaniego 2005: p. 3).  Hay que tener en cuenta que “en el populismo se intermezclan los conceptos y los territorios de política, Estado y sociedad,”6 y por eso definiciones de otros fenómenos como por ejemplo, el caudillismo, tienen mucho que ver con el populismo. El cuadillo es un líder de estilo de “personalismo político”7 que surge en un momento de desorden social tanto como debilidad institucional y jurídica, y debido a estos factores disfruta un poder inmenso y tiene una capacidad de adelantar su agenda política de manera mucho mas pronunciado que otros tipos de líderes. El poder de estos personajes se basa en su habilidad de ser un jefe que relaciona con el pueblo. Su ascenso al poder es casi natural dado que surge como una figura fuerte que pueda revertir una situación caótica y de desorden social. El caudillo es una representación de los intereses y aspiraciones colectivas del pueblo porque es a través de esa figura que el pueblo tiene la esperanza de ver sus deseos cumplidos.

En adición, se pueden caracterizar los partidos políticos populistas diciendo que posean una base muy amplia, tanto de la clase baja como de la clase media. Debido en parte al tamaño de esta base los partidos populistas no tienen ideologías muy claras. Suelen ser un nuevo modo de percibir la realidad socio-política que queda entre el socialismo y el capitalismo. Además, muchas veces forman “sistemas clientelares burocratizados”8 que están reforzados por la fuerte presencia de sus líderes. Tienden a privilegiar el poder ejecutivo pero dentro de su misma estructura utilizan modos de dominación autoritaria y formas representativas. De hecho, estos movimientos casi sin excepción, tienen un líder fuerte. Por el origen de sus bases sociales y los intereses que representan, sus objetivos económicos tienden a favorecer más a las políticas de industrialización y una distribución igualitaria del ingreso.
           
En gobiernos presidencialistas las relaciones entre el poder ejecutivo y legislativo son esenciales. El malfuncionamiento o conflicto en las relaciones de ambos poderes puede derivar en una paralización de la toma de decisiones que ponga en riesgo la estabilidad del régimen democrático. Esta situación de crisis puede surgir de un gobierno dividido donde el presidente no tiene una mayoría en el legislativo. Pero,  cabe mencionar que para que exista crisis de la democracia debe existir otro alternativo régimen alternativo, “típicamente la alternativa autoritaria.”9 Hay muchos factores que juegan un papel trascendental en la situación descrita, tal es el caso de la disciplina partidaria. Esto es así ya que ni los legisladores ni el presidente quieren una situación de paralización en la toma de decisiones, entonces van a actuar de acuerdo con su disciplina partidaria para poder movilizar la situación. La disciplina determina de qué forma actúan. 
En un momento de crisis, la competencia entre los distintos partidos políticos resulta importante porque estas relaciones definen la forma en que el país sale de la crisis. Cada régimen posea un determinado grado de competencia y es por medio de ésta que se determina la durabilidad de un sistema (Aznar 1999: p. 77). Aquellos con más competencia resultan ser los que poseen más durabilidad, ya que se torna esencial tener modos mediante los cuales la población puede expresarse. Es decisivo tener mecanismos mediante los cuales pueden expresarse todos los intereses de una sociedad, más allá de sus idea, creencias, o el número de opiniones diferentes. La importancia de la exisitencia de  diversas expresiones de intereses, aumenta aún más, en períodos de profundas reformas económicas. Como resultado de éstas, se pronuncia la diferencia entre clases sociales, lo cual repercute en mayor conflicto social y su cristalización en los diversos ámbitos del Estado. A través de las distintas relaciones que establece el Estado con su sociedad civil se puede observar si existen los mecanismos institucionales a través de los cuales se canaliza el conflicto existente en la sociedad. Por otro lado, cabe mencionar que la efectividad de la “ accountability horizontal” es determinada por la “accountability vertical”10, o en otras palabras, no va a ver accountability horizontal sin accountability vertical, y no va a ver ninguna de las dos si el pueblo no tiene espacio institucional para expresarse.
Por lo tanto, sostenemos que las estructuras institucionales procesan los intereses que están vinculados al Estado dado que reproducen las disputas políticas en sentido amplio.  Al mismo tiempo, también se ve que políticas completamente distintas pueden surgir de un mismo sistema (Aznar 1999: p. 79). Esto tiene que ver con la relación existente entre la ciudadanía y el sistema político, dado que la influencia de los ciudadanos sólo puede ser indirecta porque para comunicar sus intereses tienen que recurrir al sistema político quien procesa los mismos al interior de la estructura del Estado.

             
             
3. SURGIMIENTO DEL POPULISMO Y MENEM EN ARGENTINA
De acuerdo con las ideas de Leiras y Bosoer, la Argentina de Menem era un país en una época de cambio en la cual se trataba de generar un nuevo modelo estatal debido al colapso de modelos previos. En este contexto Menem pudo ser la figura caudillesca que venía a salvar el pueblo y para intensificar esta figura utilizó una retórica con un grado muy alto de simbolización donde se hacía una reformulación del pensamiento sobre el pasado para legitimar la nueva forma de gobierno. A partir de esta imagen y retórica Menem también pudo reformar la ideología y política del estado para poder hacer cambios radicales en el gobierno. Cabe mencionar que Menem surgió del movimiento peronista y luego reinventará su propia forma que se dominará  “menemismo” 10. Este fundamento político es importante porque se relaciona directamente con el contexto histórico de modo que, “el peronismo, y también el menemismo, se presentan como expresión, al mismo tiempo, de una crisis del régimen político y de una crisis de Estado.”12

En Argentina, el Peronismo instaló una lealtad partidaria muy fuerte que se pasaba incluso a nuevas generaciones de ciudadanos. Según M. Victoria Murillo esta lealtad era “una de las lealtades partidarias más fuertes de América Latina.”13 El peronismo siempre fue aliado de los trabajadores y en consecuencia, de los sindicatos. La relación fue tan intensa que el peronismo se convirtió en el agente central para promover los derechos de los trabajadores. A partir de esa relación, el sindicalismo se estableció como un actor central en el sistema político argentino. En su campaña electoral, Menem ganó el apoyo de estos sectores con sus promesas de aumentos de salarios y justicia social.

El tiempo de Menem fue excepcional dado la crisis de la hiperinflación. Esta crisis abrió un espacio grande para cumplir con ciertas reformas y, como resultado, el mandato del nuevo gobierno fue muy radical en términos de implementación de reformas estructurales. Como afirma Maria Llanos, “the emergency context of hyperinflation granted the government the necessary political strength to undertake a process of policy innovation.”14 Este poder se expresará a través de los numerosos decretos de necesidad y urgencia dictados sin la cooperación del congreso. Según O’Donnell, esta tendencia no fue generada por la crisis, sino fue el resurgimiento de una vieja tendencia. Esta tradición se combinó con la crisis económica y social, y como resultado la figura del Presidente quedó aún más fuerte. Argentina durante este tiempo sería un ejemplo de democracia delegativa donde la figura del Presidente se transformó en el símbolo de la nación.

            El estilo de gobierno se caracterizó por poseer muchos rasgos del populismo “clásico”15 debido en mayor parte a un discurso político que tenía sus raíces sobre todo en el contexto de crisis del Estado. Menem era la figura que surgió del caos generado por el anterior modelo estatal y para lograr el bien del pueblo como una entidad colectiva. En este contexto de crisis, el Estado se veía como encarnando los intereses del pueblo y Menem era el único intermediario entre esas dos instancias. Menem se presentaba como “el ‘hombre de Estado’ que logra controlar la situación y se hace cargo de plasmar ‘una nueva voluntad colectiva’”16. Por la posición superior del ejecutivo y el contexto de crisis, el sistema se presenta como decisionista ya que el poder ejecutivo tenía mayor poder que las otras ramas del estado debido a que necesitaba efectuar cambios drásticos en tiempos de dificultad económica y social. 

 

 4. SISTEMA POLITICO ARGENTINO
             
            Aunque la Constitución de 1853 divida los poderes en tres ramas, queda claro que el poder ejecutivo es el motor del sistema. Según Llanos, “the superiority of the executive (is) enshrined in the Constitution.”17 Esta posición se expresa a través de facultades del ejecutivo, por ejemplo, este disfruta el poder de introducir proyectos de ley y puede vetar legislación después de la sanción de esta por el Congreso. Como consecuencia de esta posición esencial, algunos han caracterizado el sistema político argentino como hiperpresidencialista (Llanos, 2001: 69). Hay que mencionar que el poder ejecutivo aún tiene que enfrentar dificultades debido a la división de poderes y el sistema de frenos y contrapesos. No obstante, cambios históricos en el siglo XX, especialmente en el caso argentino, han cambiado el rol del Presidente. Durante varios períodos de inestabilidad fuertes poderes encabezados en gobiernos no democráticos, o “de facto governments”18 han disminuido el poder del Congreso y la Corte Suprema y como consecuencia, han puesto más peso en el rol del Ejecutivo. El Presidente también tiene el poder de cumplir proyectos políticos de carácter hegemónico, dado la existencia de una sola opinión política que no existe en otras ramas del Estado. También en este caso el Ejecutivo se ve aún más poderoso en situaciones de crisis por su habilidad de llevar adelante estos proyectos, una habilidad que no poseen las otras ramas del gobierno.

Maria Llanos intenta explicar la capacidad de presidentes argentinos para implementar políticas, específicamente tomando el caso de las privatizaciones, a través de las relaciones que estos mantenían con el poder legislativo. Muestra que esta capacidad surge cuando hay dos condiciones: suficientes recursos en la Constitución y fuerte apoyo por parte del partido del Presidente. Estas condiciones son dependientes del diálogo entre el poder ejecutivo y el poder legislativo,  y el cual puede tener efectos negativos tanto como positivos sobre la capacidad del Presidente para avanzar en su agenda política.

            Menem contaba con dos facultades muy poderosas: la del veto presidencial y la del decreto de necesidad y urgencia. Los decretos le permitían gobernar sin la influencia de otras instituciones del gobierno, especialmente el Congreso. El veto por su parte le permitía continuar con este proceso dad que le otorgada el poder de avanzar en su agenda política aún en casos en que el Congreso no estaba de acuerdo, dado que el veto se efectuaba después del proceso legislativo. (Llanos 2001; p. 91) De esta manera, el Ejecutivo siempre tiene la palabra final.

            El gobierno de Menem empezó con un programa de reformas muy drásticas que tenían como factores centrales la liberalización del mercado y la privatización de empresas públicas. El programa eliminaba el previo modelo económico centrado en un crecimiento regulado por el Estado y enfocado al mercado interno y proponía un nuevo modelo del estilo neoliberal. Dado que la mayoría de las empresas estatales han sido creadas por legislación, se requería también legislación para venderlas y, mediante estos requerimientos, el proceso de privatización se convirtió en un programa legislativo. Como consecuencia, “the whole set of government instituciones – executive offices, Congress, the courts – needed to be mobilised in order to put the program in practice.”19 El programa económico se realizó con grandes riesgos de inestabilidad para el gobierno, especialmente a través de la posibilidad de vetos por parte del Congreso, entonces Menem vio la centralización del poder como una estrategia para evitar algunos de los riesgos y para poder instalar las políticas en forma adecuada al nivel institucional. En efecto, la centralización del poder permitía el avance rápido del programa sin inferencia de los otros poderes.

Este contexto fue intensificado por la situación en la que se encontraban los partidos políticos argentinos, dado que ellos no lograron generar liderazgos importantes. Mustapic sostiene que en este marco el poder ejecutivo tiende a concentrar mayor poder, y surge un sistema político conocido como el hiperprescidencialismo (Mustapic 2000; p. 575). En Argentina, el mayor poder del presidente es en parte debido a los antecedentes históricos, porque en la conformación del Estado nacional se quiso formar un gobierno central que tuvo que pelear contra muchas autoridades regionales para lograr el control. En el siglo XIX, el presidente empezó a ser visto como la vía principal para los cambios necesarios del país, dado que “la presidencia debía ser, entonces, la fuerza motora del gobierno dirigida hacia la transformación del país.”20 Por esta posición, se entiende que cuando Menem tomó más poder a través de decretos y otros actos que limitaban la libertad de los ciudadanos, era visto por algunos como algo natural, algo que tenía que hacer para lograr los cambios que eran necesarios. A pesar de ello, el Congreso tiene cierto poder dado que el diseño institucional permite que sus intereses no coincidan con los del Presidente.

            La capacidad de los partidos políticos tiene mucho que ver con la organización de los mismos. Una parte esencial de esta es el grado de disciplina. En sentido general la disciplina quiere decir que el partido tiene la habilidad de votar en  el parlamento tomado como un único bloque. La disciplina partidaria es esencial en las interacciones entre el Ejecutivo y el Congreso porque esta determina de un cierto modo la habilidad del Presidente tiene para cumplir sus agendas políticas a través del Congreso. Un presidente con una base partidaria con más disciplina puede introducir legislación con más facilidad porque siempre puede contar con el apoyo de los legisladores de su partido. También, este “lazo partidario crea un vínculo entre ejecutivo y legislativo, quebrando de este modo los límites impuestos por los principios de división de poder y frenos y contrapesos.”21 

            Sin embargo, a través de la utilización del veto presidencial, la insistencia y los decretos de necesidad y urgencia, se ve la divergencia entre el poder Legislativo y el Ejecutivo a pesar del alto grado de disciplina partidaria. Menem ejecutó un alto número de vetos durante su presidencia y además hizo vetos parciales, lo cual, según Mustapic, quiere decir que no pudo negociar bien con el congreso. La cantidad de insistencias también hecha luz a esta situación. O sea, a pesar de la relación favorable entre el ejecutivo y su partido, Menem no logró la cohesión política para avanzar con sus leyes. El decreto es un ejemplo significativo de ésta porque tiene ventajas estratégicas obvias. Cuando el presidente impulsa un decreto sabe que el congreso sólo puede reaccionar por otra ley y si él quiere puede vetar esta ley. De hecho, el decreto no incluye las acciones del poder legislativo de ninguna manera y es muy difícil rechazar un decreto dado que “los costos para formar una coalición parlamentaria que revise la decisión presidencial son muy altos ya que deben asegurarse los 2/3 que requiere la insistencia.”22  Esto quiere decir que los frenos y contrapesos al decreto no son realistas y en verdad el decreto es un método por lo cual el ejecutivo puede introducir legislación que no sería sancionada por el Congreso en el proceso normal de legislación, dado que esta última nunca llegará ser evaluada por el Congreso. Por esos factores, la utilización del decreto muestra una relación débil entre el presidente y su partido, que llegará a tal punto que para evitar la participación del Congreso, el Presidente ni siquiera le informará sobre sus decreto aunque tengan que ver directamente con facultades de este. 

5. LAS REFORMAS Y COMO SE LLEVAN ADELANTE

            Las reformas en Argentina tienen como inicio la ley de Emergencia Administrativa y de Emergencia Económica, las cuales fueron sancionadas por el Congreso sin problema y con rapidez. Junto con estas Menem declaró un estado de emergencia que le dio la facultad de declarar decretos de necesidad y urgencia.  Desde este punto muchos de los cambios, incluso las modificaciones claves, fueron dictados por decreto. El carácter de los decretos es significativo porque quiere decir que el Ejecutivo fue el único poder que dictaba los cambios y, el proceso legislativo, que normalmente tiene la facultad de implementar nuevas leyes, quedó afuera. Varias veces los decretos ni incluían la condición de informar al Congreso (Rubio y Goretti 1996: p. 455).

El Ejecutivo ha dictado normas que afectaron muchas leyes en diversos campos y el primer ejemplo de este tipo es el decreto 435/90. Dichos decretos tomaron así el nombre de “decretos ómnibus”23 exactamente por el número de sectores que afectaban. Este decreto tenia que ver con unos treinta temas y se convirtió en uno de los elementos esenciales de la política oficial en relación con temas tan centrales como la administración pública. Además, luego del decreto inicial, el Ejecutivo decretó otras numerosas modificaciones y excepciones al decreto de los cuales ninguno fue ratificado por el Congreso. De hecho, el decreto en sí nunca fue ratificado por el Congreso.
 
            Uno de los decretos más significativos es el decreto 2284/91 porque tenía que ver con la desregulación de la economía de acuerdo con el programa económico del Ministro Cavallo. Este decreto fue la pieza clave de la eliminación de regulaciones por parte del gobierno en la economía. Este decreto, junto con sus modificaciones tuvo efecto sobre 43 leyes aprobados por el Congreso. El decreto declaraba inválida de manera explicativa todas las normas previas en contra del contenido de este. De hecho, el decreto también modificaba la regulación de la economía de modo que “las regulaciones o los límites ya no provienen de leyes; tampoco de decretos del Ejecutivo, sino de las resoluciones de las autoridades de aplicación del decreto de desregulación: los ministros de Economía y Trabajo.”24 Este decreto no fue ratificado hasta diciembre de 1993 y sólo fue ratificado en forma modificada.

            La privatización del gas y la electricidad también se presentan como casos esenciales dado que fueron dos de los planes más elaboradas por el Presidente y el Ministro Cavallo. Aunque el Ejecutivo puso los planes a consideración del Congreso en junio, no iban a ser considerados hasta octubre y por eso el Presidente utilizó su facultad del decreto de necesidad y urgencia como una amenaza para presionar a los legisladores de adelantar los planes con rapidez (Llanos 2001: p. 88).  En este caso Menem seguía el proceso legislativo de muy cerca y al fin utilizó su poder de veto presidencial para eliminar las modificaciones que resultaron del proceso. La mayoría de los cambios daban más poder al Congreso en cuanto a la regulación de las privatizaciones, pero también algunos tenían que ver con la incorporación de los intereses de las provincias. Sin embargo, “although some of these amendments might upset the Executive, the fact is that, in general, they were improvements that did not block the move to privatisation.”25 La utilización del veto presidencial en este caso muestra que los intereses del Presidente no fueron solamente basados en el proceso de la privatización, sino también en el control absoluto del Ejecutivo sobre este proceso. Cabe mencionar que el éxito del Presidente no fue completo porque aunque pudo vetar muchas de las modificaciones, el leguaje legal que resultó del proceso de legislación quedó en la versión final de los planes. 

Otros casos latinoamericanos muestran ejecutivos incapaces de avanzar con su legislación por falta de apoyo en el Congreso. En Argentina, Menem tuvo bastante éxito con sus programas a pesar del conflicto con el Congreso en parte debido a su figura como el único poder capaz de solucionar la crisis. Esta fe en los poderes del Presidente, ayudó mucho a la habilidad de concentrar el poder en el Ejecutivo. Para lograr resolver la crisis, “la Presidencia absorbió recursos de gobierno que, en el pasado, habían estado mas distribuidos y compartidos, y actuó con una independencia y autonomía nunca vistas antes.”26 Dos factores centrales contribuyeron a la generación del estilo de gobierno de Menem: la tradición cultural que vio la concentración de los poderes en el Ejecutivo como algo positivo para resolver la crisis y la demanda del gobierno en situaciones de emergencia. El resultado de ambos es claro: la habilidad de tomar decisiones rápidas pero con resultados negativos en las facultades democráticas del sistema político. Este último no es una novedad en América Latina, de hecho la historia muestra muchas situaciones similares. La novedad está en la utilización de decretos, algo que Menem hizo como ningún otro presidente. El público ha soportado este estilo porque las decisiones rápidas que hizo posible que fueron atractivas durante esta situación de crisis.  
           

 

6. VENEZUELA: LA CRISIS DE LOS PARTIDOS TRADICIONALES Y LA LLEGADA DE CHAVEZ AL PODER

La situación política en Venezuela ha sido diferente de los demás países en América Latina porque se estableció un régimen democrático a partir del año 1958 que fue dominado por gobiernos de estilo populista-democrático y nunca tuvo una ruptura del sistema democrático como la mayoría de los demás países en esta región. Sin embargo, en los años 90 el sistema político venezolano se encontró en una situación de “crisis en la democracia”27 o,  mejor dicho, una crisis donde había mal funcionamiento del sistema existente de gobierno, y donde las relaciones entre partidos y la sociedad no funcionaban correctamente. En Venezuela, se veía el mal funcionamiento de este sistema a través de la inhabilidad de controlar los conflictos sociales, dado que el sistema no proveía el espacio para expresar los intereses sociales, por lo cual la población estaba disconforme con esta situación. El contexto social presentaban las bases que podrían derivar en una situación revolucionaria.  La intervención del ejército resultó fatal y a través de una discusión entre oficiales y generales, surgió la idea que, “el problema debía ser resuelto por la dirigencia de los partidos políticos – que era la que lo había generado con su ineficiencia y corrupción – y que por lo tanto el Ejército no debía intervenir.”28 La única manera de evitar esta crisis parecía ser  una reestructuración del sistema político y en particular de los partidos políticos.
El gobierno intentó cambiar el sistema por una Comisión Bicameral en 1989, pero ya era tarde, y el conflicto aumentó hasta la confrontación entre partidos, miembros de los mismos partidos, y también con otros grupos corporativos. Estos grupos corporativos expresaban la ineficacia del sistema por el hecho de formarse independientemente del existente sistema y, de esta forma, aumentaron aún más el aislamiento de la población que no tenía influencia en el sistema institucional.
Además, en la segunda mitad de los años 90 todos los partidos venezolanos atravesaron diversas crisis, de modo que la tradicional estructura de los partidos se diversificó en distintas ramas y la fragmentación aumentó marcadamente (Lalander y Samaniego 2005: p. 8). Este surgimiento de nuevos grupos políticos generó otra crisis que efectuó incluso la habilidad de para elaborar nueva legislación en el Congreso. En un momento, el proceso legislativo no funcionaba a tal punto que el Congreso tuvo que delegar facultades al presidente quien ejerció su derecho de dictar decretos. Si bien, mediante diversos decretos se pudo hacer reformas y legislar más rápido, el efecto no fue suficiente para la población y otra vez el conflicto en la sociedad civil aumentó. De esta manera, la sociedad quedó dividida en dos fracciones: los que querían “el retorno a las épocas del Estado de bienestar,” y los que querían “planes de liberalización.”29 Los partidos tradicionales ya no funcionaban y todos quedaron con un cierto grado de incertidumbre porque no podían resolver ningún problema, ni siquiera si era una cosa muy simple.  A partir de este momento, el antipartidismo empezó a ganar apoyo por no haber podido expresarse a través del sistema partidario, la gente no creía más en él. Por esa desesperación, Chávez logró apoyo casi inmediatamente con su discurso antipartidario.
La victoria de Chávez logró el apoyo del público en mayor parte a través de su discurso que fue a la vez anti-establishment y anti-político. Este discurso surgió de la tradición populista e incluía un fuerte elemento de crítica de los políticos. “Las autoridades políticas fueron percibidas como culpables de todas las enfermedades políticas y sociales.”30 De esta manera, Chávez pudo echarles la culpa a los políticos que no tenían nada que ver con su estilo de gobernar. Al echar la culpa tan lejos de su persona Chávez logró distanciarse completamente de estos problemas. Todo esto se hizo más creíble dado que Venezuela estaba en una época de grandes cambios y reformas que no siempre fueron exitosas. Estos fracasos aumentaron aun la “desafección31 que el venezolano sentía por los proyectos políticos y el sistema político en general. Chávez aprovechó de este sentimiento en las elecciones porque se presentaba no como un candidato político, sino como la opción en contra del viejo sistema.  Por la otra parte, según Aznar, Chávez tuvo éxito debido a “una particular relación entre cierto tipo de liderazgo personalista y sectores sociales en disponibilidad para movilizarse o ser movilizados en contextos de crisis social, política y económica.”32 Una relación que, otra vez, señala las raíces populistas del discurso político de Chávez.

7. EL SISTEMA POLITICO VENEZOLANO
Desde el fundamento de la democracia venezolana el tema de la justicia social ha sido mucho más importante para la legitimidad del país que otros factores que tienen que ver con la legalidad de las formas democráticas. Esta creencia está inherentemente vinculada con un sentido de propiedad colectiva del petróleo que abunda en la sociedad venezolana porque supone una situación en la que el pueblo vive del Estado a través de sus trabajos que están centrados en este sector de la economía. El petróleo es tan importante que además de ser casi la única vía del mejoramiento de vida para el pueblo, es la base monetaria de la democracia venezolana. De este modo, la ideología permite simplificar los fracasos del país como simples problemas de corrupción o la traición en vez de verlos como resultados de factores económicos y estructurales.

El modelo económico que refiere a esta situación es el modelo de capitalismo rentístico. En condiciones normales la renta de la tierra va en contra del capitalismo. En otras palabras, mediante el desarrollo del sistema capitalista la renta de la tierra perdió importancia como fuente de ingresos en un país. Sin embargo, las condiciones especiales en Venezuela hicieron posible la importancia de este recurso en la economía. Además, otros factores en esta economía son “la tendencia a la revalorización del signo monetario, un marco de protección para sectores favorecidos en el proceso de desarrollo y la defensa férrea de los precios de la materia prima.”33 Este modelo deja a un lado los pensamientos clásicos del capitalismo y como resultado el país termina endeudado, “con un presupuesto deficitario34 y con un sector privado muy rico. De hecho, la productividad del país es tan baja que todo el sistema depende complemente en las fluctuaciones del mercado de petróleo. Estos factores llegan a la conclusión que el capitalismo venezolano es subsidiado y dependiente.

Debido a la ideología especialmente vinculada con esta industria, cuando el modelo económico empezó a demostrar sus defectos el pueblo empezó a echarle la culpa al gobierno que tenía el cargo de distribuir la renta del petróleo. Por esta situación el pueblo empezó a protestar y, en particular, varios sectores económicos, políticos y sociales se quejaron los cambios producidos a través de los partidos políticos, tanto del partido del gobierno como el partido de la oposición. En adición, varios medios de comunicación, iglesias, fedecámeras, y sindicatos expresaron su descontento con los ajustes. Resisten al modelo económico que cambia la distribución de las rentas del petróleo e incluye la falta de protección de la industria por parte del gobierno. Este nuevo modelo se ve también como una estructura que aumenta la diferencia entre los sectores de la sociedad y concentra la riqueza en las manos de pocos.

A partir del año 1989 el sistema político-partidista en Venezuela ha cambiado mucho, en principio, debido al programa macro-económico de Carlos Andrés Pérez. Este cambio fue realizado casi en desesperación con el objetivo de calmar el descontento social y político tanto como resolver el problema de la crisis de credibilidad de los políticos tradicionales. Uno de los proyectos más importantes de este proceso fue la descentralización del poder, lo cual fue esencial en afirmar la legitimidad del sistema político y, a través de esta, el Estado no termine en una crisis de gobernabilidad. Este plan intentó establecer liderazgos en niveles estaduales tanto como municipal y a través de estos, generar valor simbólico en el nuevo sistema político. Estos venían con “cambios profundos y dramáticos en el sistema partidista.”35
 
A  pesar del hecho de que todos los líderes partidistas sabían que la descentralización afectará su acceso al poder, estos mismos apoyaban la política. Los cambios crearon un ámbito ambiguo en relación al poder. Había muchos conflictos entre poderes debido a este ámbito y algunos actores pudieron avanzar mejor sus discursos anti-establishment. Como resultado de la situación, el público empezó a confiarse más en proyectos que en personas, y  movimientos como el Movimiento Bolivariano Revolucionario-200. Por ejemplo, pudieron cumplir con éxito campañas contra el viejo sistema político. Su campaña se llamaba “Por ahora por ninguno”36 y sugería el rechazo del sistema mediante la crítica profunda a los actores que lo componían. La campaña tuvo éxito debido en gran parte al ambiente de desafío en los partidos políticos y el sistema político en general. El “voto castigo”37, el votar contra un candidato en vez del votar por un candidato, también formó parte de este movimiento.

Además, en esta misma época, el sistema partidario rompió con una larga historia de bipartidismo que se estableció a partir del pacto del Punto Fijo en 1958. Antes de 1989 dos partidos principales, AD (Acción Democrática) y COPEI (Partido Demócrata Cristiano) fueron los únicos que controlaban la participación política. Algunos han referido al sistema político como “la partidocracia más extrema del mundo.”38 En cambio en 1989 el público, después de 40 años de democracia, empezó a desconfiar en estos partidos como agentes de cambio. Esta nueva actitud también motivó cambios en las estructuras internas de los mismos partidos.

Henry Dietz y David Myers sostienen que el colapso de un sistema partidista puede ser causado por una crisis aguda y prolongada, una situación donde los partidos son percibidos como incapaces de enfrentar la crisis o el surgimiento de otro partido o líder como una opción más atractiva. El público venezolano estaba desesperado por problemas económicos como la recesión, el déficit fiscal y la inflación (Lalander y Samaniego 2005: p. 24) El descontento aumentó aun más debido a la gran influencia de los medios de comunicación en Venezuela. El poder de estos con respecto a la opinión pública aumentó tanto que terminaron reemplazando la posición de las instituciones tradicionales que hasta este punto han disfrutado de la influencia en esta área. Estos fueron importantes también para adelantar el discurso anti-establishment y populista porque “se observa con mucha más profusión en la observancia que los ciudadanos tienen hacia el cumplimiento de la gestión pública que se presenta deficiente tanto en los partidos como en los parlamentos.39 Así generaban más disfavor hacia el viejo sistema.

 

8. REFORMAS ECONOMICAS Y EL SISTEMA POLITICO DURANTE EL GOBIERNO DE CHAVEZ
           
Para analizar los cambios en el sistema político y las reformas económicas efectuadas por Chávez hay tres factores claves: la reforma de la Constitución de 1961; la descentralización; y su plan económico, “Agenda Alternativa Bolivariana.”40

Chávez logró controlar la situación de conflicto político mediante la promesa de satisfacción de todos los intereses al mismo tiempo y, por el otro lado, la propuesta de reformar la Constitución de 1961. Esta quería invalidar la ley de la Descentralización de 1989 y retomar la coordinación entre entes para facilitar la participación del gobierno nacional en proyectos federales tanto como municipales (Ellner 2001: p. 91). Esta reforma quería cambiar la estructura de la administración pública, un objetivo difícil teniendo en cuenta que los Chavistas no tenían una base política sólida y tampoco tenían miembros con mucha experiencia para tomar posiciones dentro de la burocracia, desde los cuales sería posible regular mejor y garantizar un adecuado funcionamiento del sistema. Por eso, no lograron eliminar la influencia de los viejos partidos y prácticas.
 
No obstante, la reforma de la Constitución era un elemento esencial para Chávez porque la misma daba mucha importancia y centralidad a los partidos políticos mientras que su discurso trataba de dejarlos de lado y la reforma de la constitución realizada por él tenía la posibilidad de disminuir el poder de los partidos.  Con estas ideas Chávez logró mucho apoyo de las masas, en particular, “mayoritariamente obrera ligada fuertemente a la vida  y al accionar sindical opositor a los partidos tradicionales.”41  El llamamiento a una asamblea Constituyente fue positivo, el 89 por ciento lo apoyaba, pero las actitudes empezaron a cambiar debido a la idea de Chávez de “disolver el Parlamento, al menos en el tiempo de la Constituyente.”42 Sólo la mitad de la población estaba en favor de esta, que implicaba un gobierno por decreto-ley. Los se mostraban en favor de esta citaban la corrupción y la ineficacia como razones para cambiar el estilo de gobierno mientras aquéllos que estaban en contra señalaban la importancia de la división de los poderes.

            La posición de Chávez en cuanto a la descentralización es ambigua, mientras la posición del pueblo queda clara a través de los resultados de las elecciones. Se puede deducir que Chávez considera el poder centralizado una estrategia más adecuada para el futuro del país por comentarios públicos como por ejemplo, en 2000 dijo que cambiará gobernadores y alcaldes por asambleístas, lo cual significa un grado mayor de centralización (Lalander y Samaniego 2005: p. 10). El público, en cambio, mostraba su apoyo para el nuevo sistema descentralizo por votar por un partido en el nivel regional y otro en el nivel nacional. El voto empezó a no basarse solamente en el partido político de los candidatos sino también en el proyecto de cada uno de estos hasta tal punto que el proyecto se convirtió más importante que el partido. Este fenómeno está directamente vinculado con “la apertura ofrecida por la descentralización política.”43 Además, en las elecciones de 1998 los gobernadores que no estaban de acuerdo con Chávez fueron reeligidos. Circunstancias así muestran que a pesar de la inmensa popularidad e influencia del MVR y Chávez, Venezuela se mantenía como un sistema multi-partidista. Finalmente, la gran mayoría del pueblo venezolano mostraba actitudes positivas hacia la descentralización. 

            Chávez ha hablado de la “descentralización desintegradora”44 como uno de los factores esenciales del proyecto nacional.  Un elemento central de esta es la desconcentración de los poderes políticos, lo cual significaría la transferencia de instituciones del gobierno desde la capital a los otros territorios pero todavía manteniendo el control de estos en el centro. Para él, los otros modos de descentralización son neoliberales, es decir, los otros van en contra de su proyecto nacional. Sin embargo, el gobierno central empezó a hacer revisiones de los centros de poderes fuera de la capital con la excusa de que necesitaban limpiar y destruir completamente la corrupción que existía en el viejo sistema. Como resultado de esta campaña, el proceso de descentralización se hizo mucho más lento.

De acuerdo con las ideas de Lalander y Samaniego y el modelo capitalista rentístico, Chávez daba mucha importancia al petróleo y su posición en relación con las privatizaciones de los sectores de educación y salud. El petróleo fue un tema tan importante para Chávez que fue a la Corte Suprema con la intención de declarar inconstitucional la intervención de fondos extranjeros en este (Ellner 2001: p. 19) Sin embargo, tuvo que aceptar la privatización selectiva del petróleo pero continúo su crítica de la privatización a través de la educación y la salud. Suspendió la privatización del sector de la salud e impuso límites sobre las empresas privadas que controlaban el sistema recién privatizado de las pensiones. Su agenda también incluía medidas económicas más responsables que los gobiernos anteriores. Sus políticas en cuanto el petróleo puso un límite de 20 por ciento de inflación y disminuían las tasas de interés. Esta medida trataba de efectuar cambios al nivel institucional mediante la eliminación de la burocracia, la corrupción y el clientelismo que fue vinculado con la explotación de la industria de petróleo. Además, Chávez no defendía el pago de la deuda externa.   

Sobretodo, las políticas de Chávez se diferenciaban de las políticas de orientación neoliberal por su rechazo de la privatización como un elemento esencial. Su prioridades fueron completamente en contra de este proceso neoliberal y por eso incluso ejerció su poder en la implementación de regulaciones por el Estado sobre empresas privadas. A través del control de los sectores vinculados a los sectores vinculados al petróleo, la ecuación y la salud,  y las regulaciones que obligaban el sector privado a cooperar con el Estado para lograr objetivos nacionales. De esta manera, las políticas de Chávez se centran en una lógica que pone la erradicación de la pobreza como objetivo principal. Esta actitud se hace evidente en el vinculo que establece con el sector privado dado que, “the plight of the poor took priority over the protection of private property.”45

En cuanto a la relación con los sindicatos, un elemento clave en el sistema político venezolano, se ve en que estos tuvieron que comprometer varias veces (Ellner 2001: p. 23). Esta situación es esencial porque la base política de Chávez consistía de un gran número de trabajadores. Hay que mencionar que esta no contenía todos los líderes sindicales. En el caso del CTV, un sindicato dominado por la AD, las amenazas de los Chavistas fueron tan lejos que los líderes se tuvieron que juntar en una reunión de emergencia para cambiar las normas de este. Como parte de estos cambios se incluyó una elección abierta a todos los trabajadores. Al mismo tiempo, las carreras de los viejos lideres fueron severamente dañados por las amenazas del Chavismo de tal modo que no pudieron ser reeligidos.   Hay que notar, sin embargo, que aunque el discurso político de Chávez muchas veces amenazaba sus opositores, tanto en los sindicatos como en otras arenas, al fin, el Presidente terminó haciendo un compromiso con ellos.

 

8. Conclusiones

Los presidentes Chávez y Menem intentaron llevar adelante reformas de carácter complemente opuesto, las de Menem fueron de carácter neoliberal mientas las de Chávez tenían mas bien un carácter nacional y fueron en contra de los principios del neoliberalismo. Sin embargo, los dos enfrentaron muchos de los mismos problemas dado que partieron del mismo lugar, con un mandato fuerte del pueblo para efectuar cambios a la estructura existente que estaba en crisis. Menem enfrentó esta crisis en mayor parte utilizando estructuras ya existentes, por medio del proceso legislativo y adjuntó otras capacidades del Ejecutivo como el veto presidencial y sobre todo el decreto de necesidad y urgencia. Aunque estas últimas pueden ser vistas como abusos del sistema democrático por su alto nivel de concentración de poder en el ejecutivo, hay que recordar que tienen sus bases en la Constitución. Chávez, en cambio, quiso hacer las reformas de su propia manera y por eso uno de sus primeros actos como presidente fue la reforma de la Constitución Venezolana de 1961. También rompió con la estructura existente en cuanto la criticaba constantemente durante su presidencia. 

La diferencia entre los métodos de los dos está basada en parte en las relaciones con sus partidos. Menem tuvo el apoyo del partido PJ y ya que era un partido con alto grado de disciplina esto hizo más atractiva la opción de hacer las reformas vía el proceso legislativo. No obstante, dado el carácter neoliberal de sus políticas que no siempre iba bien con la ideología de su base populista, Menem enfrentó problemas en este mismo proceso y tuvo que utilizar métodos extremos, aunque estuvieron dentro de la existente estructura para realizar estas reformas. En el caso de Chávez, el sistema partidario estaba en crisis y el partido que le apoyaba era nuevo dado que se encontraba formado por ramas de antiguos partidos que se habían constituido recientemente a partir del proceso de crisis. Esto significa que no se encontraba presente el alto grado de disciplina que vemos en el PJ. Por eso, intentó cambiar las existentes estructuras desde el principio para poder avanzar con sus políticas de otro modo.

En fin, ninguno de los métodos ha sido complemente exitoso. Como vemos en los artículos de Mustapic y Ellner ambos tuvieron que realizar compromisos. Si bien sus políticas y discursos eran intensos, la necesidad de recurrir a decretos de necesidad de decretos de necesidad y urgencia en un caso y al ejercicio de presión sobre lideres sindicales y empresas privadas en el otro, demuestra los limites institucionales con que se chocan estos lideres para cumplir con algunas de sus ideas más radicales presentes en sus agendas.

 
 Bibliografía

Libros

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Revistas

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Stephanie Storey Licenciada en Estudios Latinoamericanos, Vassar College, Poughkeepsie, NY, EEUU.

1 Nelly Arenas; “El gobierno de Hugo Chávez: el populismo de otrora y de ahora”, Revista Nueva Sociedad; Vol. 200; 2005. p. 39.

2 Jorge Lazo Cividanes; “Aproximación a los fundamentos ideológicos del discurso político de Hugo Chávez Frías (1992-2000). Setiembre 2000. p. 69.

3 Ibíd., 98.

4 Ibíd., 98.

5 Ibíd., 101.

6 Richard Lalander  y Francisco Roberto García Samaniego;  “Chavismo y oposición en Venezuela: Exploraciones críticas sobre democracia, descentralización y populismo”,   http://www.ciudadpolitica.com/modules/news/article.php?storyid=569&com_id=166&com_rootid=166&

7 Cividanes. Op. cit.; p. 89.

8 Cividanes. Op. Cit.; p. 104.

9 Ana Mustapic;  “Oficialistas y opositores: las relaciones Ejecutivo-Legislativo en la Argentina”, Revista Desarrollo Económico. Número 156. 2000. p. 572.

10 Luis Aznar; “El orden político en la Venezuela de fin de siglo: de la ineficacia decisional al neopopulismo”; Revista PosData; Número 5; 1999. p. 78.

11 Fabián Bosoer y Santiago Leiras; “Los fundamentos filosófico-políticos del decisionismo presidencial en la Argentina, 1989-1999: ¿Una nueva matriz ideológica para la democracia argentina?”; en Julio Pinto (comp) Argentina entre dos siglos: la política que viene”; Editorial Universidad de Buenos Aires; Buenos Aires; Bs. As.; 2001; p. 42.

12 Ibid, p. 42.

13 M. Victoria Murillo; “Del populismo al neoliberalismo: sindicatos y reformas de mercado en América Latina”;  Revista Desarrollo Económico; Vol. 40; Número 158; p. 181.

14 Maria Llanos; Understanding presidential power in Argentina: a study of the policy of privatization in the 1990s”; Journal of Latin American Studies; Number 33; Cambridge University Press; Cambridge; 2001;  P. 70.   tras. “el contexto de emergencia generado por la hiperinflación le dio al gobierno la fuerza necesaria para realizar el proceso de innovación de políticas.”

15 Bosoer, Op. Cit.; p. 44.

16 Ibid, p. 44.

17 Ibid, p. 69.  tras. “la superioridad de Ejecutivo está establecido por la Constitución.”

18 Ibid, p. 69.  tras. “gobiernos de factos”

19 Llanos. Op. cit.; p. 75. tras. “La totalidad de las instituciones del gobierno – el oficio del Ejecutivo, el Congreso, la Corte – necesitaban ser movilizados para poder poner el programa en práctica.” 

20 Mustapic. Op. cit.;  p. 576.

21 Ibid, p. 578.

22 Ibd, p. 585.

23 Delia Ferreira Rubio  y Matteo Goretti; “Cuando el presidente gobierna solo: Menem y los decretos de necesidad y urgencia hasta la reforma constitucional (Julio 1989 – Agosto 1994)”; Revista Desarrollo Económico; Número 141; 1996; p. 458.

24 Ibid, 462.

25 Llanos. Op. cit.; p. 90. tras. “Aunque algunos de los cambios pueden enojar el Ejecutivo, el hecho es que en general, fueron mejoramientos que no bloquean el proceso de la privatización.”

26 Ibid, 472.

27 Aznar. Op. cit.; p. 83.

28 Ibid, 88.

29 Ibid, 90.

30 Lalander y Samaniego. Op. cit.; p. 14.

31 Ibid, 14.

32 Aznar. Op. cit.; p. 82.

33 Cividanes. Op. cit.; p. 181.

34 Ibid, p. 182.

35 Lalander y Samaniego. p. 2.

36 Ibid, p. 10.

37 Ibid, p. 11.

38 Ibid, 5.

39 Ibid, 6.

40 Steve Ellner; “The Radical Potential of Chavismo in Venezuela: The First Year and a Half in Power.” En Latin American Perspectivas; Vol. 28; Number 5; Sep. 2001; p. 19.

41 Aznar. Op. cit.; 93.

42 Ibid, p. 96.

43 Lalander y Samaniego. Op. cit.; 17.

44 Ibid, p. 19.

45 Ellner. Op. cit.; p. 24. tras. “La situación de los pobres tenía prioridad sobre la protección de la propiedad privada.”