Revista Nº3 Repensando la década del 90 II

Resumen

A fines de la década del ´80`, en un contexto de grave crisis económica, el neoliberalismo se impuso en gran parte de Latinoamérica a través de reformas que poco tenían que ver con el  modelo de "Estado de Bienestar" sostenido hasta ese momento.
El trabajo presentado a continuación se centra en dos países que llevaron a cabo reformas similares, en la misma época a través de líderes carismáticos. Estos países son por  un lado Venezuela, en la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez (1988) y por el otro lado Argentina, a partir de  la primera presidencia de Carlos Saúl Menem (1989).
Por último analiza como se comportaron las sociedades de los ambos países ante las reformas y  la manera de cómo estos  presidentes finalizaron sus mandatos, es decir, Carlos A. Pérez sería destituido de su cargo luego de previo juicio político y Carlos S Menem fue reelecto en su cargo legitimando así  las reformas por él propuestas.

 

Abstract

In the end of the decade of 1980 when a serious economic crisis affected Latin America, policies connected to neoliberalism were developed, policies that had almost nothing to do with welfare state, the economic conception held until then.
The following paper focuses on two countries that displayed similar policies at the same time, decisions made by political leaders of great charisma. These countries are Venezuela under Carlos Andrés Pérez’ second term and Argentina under Carlos S. Menem’ first term.
Finally, this work analyses societies’ reaction to transformation in both countries and the way these presidents finished their terms. This is, Carlos Andrés Pérez would be removed from office after political judgement and Carlos S. Menem was re-elected as president which means that policies he had displayed were confirmed by Argentinian people.


 “Reformas neoliberales en América Latina”: Argentina y Venezuela. Las reformas de los presidentes Carlos S. Menem y  Carlos. A. Pérez en perspectiva comparada

                                                                      Por María Laura Lepre.1                   
                                                                 marialauralepre@hotmail.com                                                                                                                                                                                                 

Introducción

  A finales de la década del ´80  los países de América Latina tenían grandes dificultades para reasumir el crecimiento económico auto sostenido. El aumento de la pobreza en términos absolutos y relativos y la vulnerabilidad de los mercados nacionales frente a los impactos recesivos externos, entre otros factores, fueron generando una revalorización del rol del Estado en la economía. Como sustento de esto se concibieron a las políticas populistas de las décadas anteriores como creadoras de soluciones de corto alcance ya que finalmente produjeron colapsos económicos que se corrigieron a través de la estabilización ciertas medidas ortodoxas, en muchos casos acompañadas por el derrocamiento del régimen anterior ( como sucedió en Argentina, Brasil, Chile, etc) demostrando que la única manera posible de romper con este “ circulo vicioso” era apostar al neoliberalismo, un paradigma que buscaba transformar sustancialmente la estrategia de crecimiento y desmantelar la estructura populista del Estado, debido a este devenir histórico de la estatalidad, este trabajo reviste importancia.
  Lo que se presenta a continuación intentará explicar por que en América Latina las políticas dictadas por el “Consenso de Washington” y el Banco Mundial fueron llevadas a cabo con tanta rigidez, y en muchos casos, por medio de presidentes que accedieron al gobierno por medio de discursos que hasta se podría decir totalmente contrarios a los que estos organismos propugnaban.
  Lo curioso del caso es que las reformas que venían siendo implantadas tuvieron diferentes acogidas según la sociedad en que se realizó, así por ejemplo en Argentina la sociedad entera las apoyó y esto quedó demostrado una vez que le dio la reelección al presidente que las había implementado( otorgándole legitimidad para que las continúe con ellas ); por su parte, en Venezuela la situación sería muy distinta: la profunda fractura social a la que llevo el programa neoliberal tuvo su nítida expresión en la explosión social de febrero de 1989, estallido conocido con el nombre de “ El Caracazo” que trajo como resultado la pérdida total de apoyo por parte de la sociedad hacia el presidente y la denuncia por parte de la Corte Suprema de Justicia para que se le inicie un juicio político que lo retirará de su cargo.
  De acuerdo a lo antes descrito surgen los siguientes interrogantes sobre la actitud del pueblo venezolano:
¿Habría temor a que se mantendría y acentuaría la recesión económica?
¿Tenían esperanzas de que surgiera desde el pueblo un líder carismático?
Y en lo que respecta a los ciudadanos argentinos:
 ¿Es posible  que la aceptación de las políticas económicas del momento serían en realidad  más una actitud democrática que a un total apoyo de las políticas?
 ¿Podría pensarse que la sociedad delegara en el presidente toda la responsabilidad acerca del rumbo a tomar en materia económica y política?

 
 El Neoliberalismo en América Latina

  Para describir el proceso de implantación del neoliberalismo y las medidas pedidas a los Estados latinoamericanos por el Consenso de Washington y el Banco mundial  se tomarán los siguientes autores: Maria Celia Guiñazú , a Ana Maria Escurra, Carlos Vilas, Daniel García Delgado, Samuel Huntigton, Julio Sevares, Andrés López, Wiliam Smith, José Luis Corragio. Para escribir sobre la reforma del Estado recurriré a: Juan Carlos torre (quien describe los procesos de como las reformas se fueron llevando a cabo en América Latina y la capacidad  o no que tuvieron las elites de sostenerlas) y a  Norbert Lechner . Cuando se explique sobre el tema del “Punto Fijo” venezolano se indagará en el artículo del Pacto de Punto Fijo junto con el artículo de Eduardo Romero a quien también  lo utilizaré a la hora de describir la presidencia de Carlos A. Pérez. Cuando se describa sobre la presidencia de Carlos Menem se tendrá como referencia a Daniel García Delgado, Natalio Botana, Gabriela Liendo- Mario Maurich y Gullermo O’Donnell quien escribe acerca de la “democracia delegativa” concepto que se adaptaría bien al caso argentino. Para escribir  acerca de porqué la sociedad se movilizó o no, parece muy interesante tomar el texto de Adam Przeworski, quien habla del “valle de la transición” ( aceptar los sacrificios que plantan las reformas teniendo en cuenta que el futuro será mejor.).
   El aporte que este trabajo dará al estado de la cuestión, será la comparación de los dos líderes carismáticos los cuales no tuvieron un mismo final  y esto sería a causa de las reformas económicas neoliberales implantadas en América Latina.

 Etapa fundacional del Neoliberalismo (1944 - 1977):
  
   Basada sobre la tesis de que el Mercado constituiría el mejor y más eficaz instrumento para la asignación de recursos y satisfacción de las necesidades. Un mecanismo de autorregulación conduciría un óptimo social. Exaltando las virtudes de un Estado mínimo. Esta tesis operó como un principio rector que continúa hasta el día de hoy con algunos matices, por ejemplo ya no se hablaría de un Estado mínimo sino de un Estado eficaz.
El neoliberalismo fundacional planteó una agenda de política con las siguientes ideas:

  1. Promoción de libre mercado.
  2. Lo anterior demandaría un aumento de la tasa de ganancia del capital privado, por ello
  3. Se requería una disminución de los costos salariales.
  4. Firme contención del gasto público social.

   Primera fase (fines de los ‘70’): Con el advenimiento de las administraciones de Thatcher (Gran Bretaña ,1979) y Reagan (Estados Unidos, 1980) el neoliberalismo comenzó su etapa estatal  (primera fase) y en poco tiempo se propagó a algunos gobiernos de Oceanía y  América Latina gracias a la crisis de pago de las deudas externas que eclosionó en México   (1982).
Durante este período lo que propugnaba el neoliberalismo fundacional tendría su primera transformación en dos ámbitos:
1) se fijarían los parámetros de un programa de política económica uniforme, de alcance mundial; “ajustes estructurales”; en donde el mercado mundial pasaría a ser considerado  el principal mecanismo de asignación de recursos.
2) la ortodoxia neoliberal habría sido rearticulada por el pensamiento neoconservador. Así se consolidaría un proyecto de sociedad integral que no se limitaba únicamente al terreno de lo económico sino que también abarcaría al régimen político.
   El rol legítimo de la política y del gobierno sería determinar las reglas básicas de la convivencia social, particularmente aquellas que faciliten el libre funcionamiento del mercado. Un Estado eficiente y justo debería abstenerse de intervenir. La libertad como objetivo de la organización social sería compatible con un Estado mínimo y un régimen democrático. El Estado debía constituirse en el principal agente de estabilización económica y del ajuste estructural. 
   El estallido de la pobreza en el cono sur a fines de la década del ´80’daría lugar a una segunda fase evolutiva: “un aggiornamento del programa neoliberal”.           Admitiendo que los ajustes pueden provocar efectos desfavorables en la gente mas pobre y en los trabajadores, no obstante aseguraban que se trataba de resultados momentáneos, transitorios.
  Este aggiornamento revalorizó el papel del Estado, generando una mayor intervención pública con fines distributivos. La redistribución quedaría limitada a la acción publica estatal, y en especial a ciertas prestaciones sociales (salud, educación, por ejemplo…), dando un fuerte énfasis en los pobres y sobre todo en las franjas de pobreza extrema.
   Ello reafirmaría que la redistribución del régimen neoliberal de políticas sociales es notablemente limitada:
 En el cómo: solamente a través del gasto público.
 En el cuándo: los montos de recursos asignados.
 En el hacia quién: el volumen de la población destinataria.
 En el desde quién: las fracciones medias – altas.
 En el aspecto de prestaciones: circunscribirse a lo básico.2
 El aggiornamento desplazaría y supliría al viejo ideal de Estado mínimo por un Estado Eficaz.
   En los ´90’ los resultados sociales en América Latina habrían sido desfavorables, e inclusive habría un mayor deterioro de cara a los ´80, se estaría relatando la historia de un fracaso. Ante ello la banca multilateral corrobora el rumbo y propone las denominadas “Reformas de segunda generación”. Estas traen consigo algunas novedades en materia institucional por ejemplo la lucha contra la corrupción. Pero por sobre todo implicarían más ajustes. Así se agudizaría la matriz de distribución fuertemente restringida precedente e incluso sus eslabones regresivos (por ejemplo la flexibilización laboral), cabe esperar así un mayor deterioro social.
   Es indudable que pobreza y desempleo representan una amenaza para la estructura misma de la reforma del Estado.
Al incrementarse las necesidades financieras de los gobiernos latinoamericanos se volvieron insoslayables las demandas y exigencias de aquellos actores de cuyas decisiones dependía la salud de las cuentas públicas y la actividad económica en su conjunto: por ejemplo El Consenso de Washington y el Banco Mundial.

 Consenso de Washington.

John Williamson definió como Consenso de Washington a un conjunto de recomendaciones de corte neoclásico para lograr la estabilización económica con crecimiento en la región (Williamson, 1990). Estas sugerencias de estabilización (privatización de las empresas públicas estatales, disminución del gasto público, privatización de las jubilaciones, apertura del capital internacional, abolición de las barreras aduaneras.3 )  fueron acompañadas por propuestas de ajuste estructural, orientadas a modificar sustancialmente el modelo de desarrollo por sustitución de importaciones ( ISI), en el que el Estado desempeñaba un rol central como motor del crecimiento.
..El Consenso de Washington se propuso convertir al mundo (no solo a América Latina) en un campo unificado para el capitalismo global impulsando una mayor uniformidad y estandarización de los códigos y normas del mercado mundial en un proceso similar al que tuvo la construcción de mercados nacionales en el siglo XIX, la primera gran transformación, pero ahora aplicado a escala del nuevo espacio global.4

Banco mundial

   La propagación mundial del neoliberalismo habría sido digitado por ciertas estructuras políticas, en particular por aparatos estatales: los Estados del capitalismo avanzado y sobre todo Estados Unidos por si mismo (a través de su estrategia exterior) y también por medio de instituciones económico- financieras internacionales.
   Sobresale el papel adquirido por el Banco Mundial que se convertiría en un dispositivo para la implementación de los ajustes estructurales en América Latina. Es un organismo multilateral, cuyos miembros son los Estados, y la capacidad resolutiva de cada país es proporcional al capital comprometido; de allí que los Estados centrales tengan un rol definitivo en la definición de las políticas a llevar a cabo.
   En 1990 este organismo esbozó una revisión de conjunto que fue bautizada como estrategia de “dos vías”, la primera era la pobreza, estribaría en el restablecimiento de un crecimiento económico alto y estable. La segunda vía: el crecimiento económico prioritario aunque insuficiente ya que por si mismo no redunda necesariamente en una mejora social. Este dispositivo habría fracasado en términos de resultado ya que en América Latina cuando se dio el crecimiento económico se asoció con altas tasas de desocupación.
   El Banco Mundial conviene en que las “reformas” traen consigo impactos adversos que reclamarían intervenciones específicas y adicionales, así desde 1990 agregó programas compensatorios de corto plazo cuyo objetivo fue aminorar algunas consecuencias desfavorables del ajuste y ciertos padecimientos de la pobreza extrema. Por ejemplo: auspiciaron la creación de empleos públicos temporales (para atemperar la desocupación), así como la provisión de servicios e infraestructura básicos como la nutrición, el cuidado de la salud, agua potable, etc.

  Argentina previo a las reformas.

   En Argentina el Estado a lo largo de su historia determinó fuertemente a la sociedad. La alta influencia de lo estatal se produjo tanto en la conformación del modelo de desarrollo, en la constitución de los actores e identidades como en la misma vida cotidiana.
   Tras el régimen autoritario militar asume como primer presidente democrático Raúl Alfonsín ( 1983-1989)  quien intentó establecer una concertación neocorporativa heterodoxa sobre política macroeconómica entre elites estatales, intereses empresarios y sindicatos obreros que falló.
   Los esfuerzos para estabilizar la economía habrían estado organizados a partir del presupuesto como instrumento central de la economía pública. Esto comenzaría a flaquear a medida que se pudo advertir que, al no replantearse las funciones estatales condensadas en el presupuesto, éstas tenían, por su propia inercia a reabrir la brecha fiscal.5
    Este fracaso institucional prepararía el camino para la adopción de medidas económicas ortodoxas, de consecuencias sociales y políticas que contribuirían a serios problemas de gobernabilidad democrática.

 Venezuela previo a las reformas: Pacto de Punto Fijo.

   En 1958 se instaura el sistema político de conciliación (SPC), que modificaría el papel hegemónico representado por las Fuerzas Armadas venezolanas durante la primera mitad del siglo xx, estableciendo una democracia populista,  subordinando la autoridad militar al gobierno de los civiles. Esto se conoce como “Pacto de  Punto Fijo” en donde las distintas fuerzas políticas (Acción Democrática, Social Cristiano COPEI y Unión Republicana Democrática)  firmaron un acuerdo en defensa de los derechos que asisten a los partidos políticos como los representantes de grandes núcleos nacionales con la preocupación común de atender en conjunto a los intereses perdurables de la Nación.
   Se constituyó “...un populismo de conciliación institucionalizado bastante rápidamente mediante un sistema bipartidista (Acción Democrática y COPEI) que perduró casi cuarenta años. Expresó una alianza entre sectores medios y medio-altos y sectores sindicalizados cuyo núcleo organizador era el control, el uso y la distribución de excedentes petroleros”.6
   Los partidos firmantes comprometían  su acción y responsabilidad en los términos siguientes:

  1. Defenderían la Constitución y el derecho a gobernar conforme al resultado electoral. La intervención de la fuerza contra las autoridades surgidas de las votaciones sería delito contra la patria; así, se declara como deber patriótico la resistencia permanente contra cualquier situación de fuerza que pudiese surgir de un hecho subversivo y su colaboración con ella también es delito.
  2. El ejercicio del poder por un partido es consecuencia legítima de una mayoría electoral. El gobierno de Unidad Nacional sería el camino para canalizar las energías partidistas y evitar una oposición que debilitara el movimiento democrático.
  3. Este programa sería un mínimo común para facilitar la cooperación entre las organizaciones políticas durante el proceso electoral y su colaboración con el gobierno constitucional.
  4. El ideal de la unidad como instrumento de lucha contra la tiranía.
  5. Demostraría una práctica ordenada y pacífica de la democracia; para esto se proclamaba:
    1. Cada organización quedaría en libertad para sustentar a su propio candidato presidencial y otras planchas, garantizando la tolerancia mutua durante la campaña.
    2. Todos los votos emitidos serían considerados votos unitarios.
    3. El pueblo sería el elector a quien le corresponda calificar con el voto cualquier postulación.

    Este pacto habría tenido sus resistencias en sectores de las Fuerzas Armadas que se negaban a someterse a las normas de “institucionalización”, hecho que quedaría manifestado en los sucesivos alzamientos militares del Carupanazo, Barcelonazo, Porteñazo y el Guairazo.
    Cuando se produce la sublevación miliar del 4 de febrero de  1992 se da fin a la condición esencial que constituyó el Pacto de Punto Fijo. A partir de ese momento quedo evidenciada la resistencia de un sector importante de las fuerzas armadas a seguir formando parte de las relaciones de conciliación clientelar característica del sistema político; marcando la disolución del acuerdo de convivencia consensual del estamento militar con la democracia populista.
    A partir de ahí se iniciaría un proceso de transición política que se mantuvo hasta la llegada de Chávez a la presidencia, que se caracterizaría por una pérdida gradual de la capacidad social del Estado para satisfacer las demandas de los ciudadanos, un deterioro de las identidades políticas y el agotamiento de los partidos históricos.
   Al parecer el Pacto de Punto Fijo habría hecho que se alterne en el poder dos partidos  (socialdemócrata y democristiano) durante más de medio siglo, dilapidando o apropiándose de centenares de miles de millones de dólares de ingresos petroleros mientras que más del 50% de su población habría vivido en la miseria o por debajo del nivel de pobreza.

 Primera presidencia de CA Pérez.

    El sistema económico mundial sufrió un fuerte desequilibrio en la década del ´70’ como consecuencia del alza brutal de los precios del petróleo, que acumuló inmensos recursos en las arcas de algunos países productores de petróleo, entre ellos Venezuela. Estos recursos se convertirían en capitales flotantes que fueron prestados a América Latina. A pesar de que Venezuela obtuvo del petróleo inmensos recursos, se endeudó fuertemente. Carlos. A. Pérez a la cabeza del gobierno junto con la burguesía especuladora y las excesivas demandas de los consumidores urbanos acostumbrados al derroche, habrían concurrido a la dilapidación de los recursos que afluían del exterior.

 Reformas Económicas en América Latina.

“ Los sucesivos fracasos en resolver un problema público políticamente relevante para las elites gubernamentales tienden a generar presiones a favor de soluciones mas amplias e integrales; en esas circunstancias se crea el contexto propicio para que fenómenos de la realidad social y económica sean articulados desde nuevas perspectivas conceptuales en busca de salidas a la emergencia”.7
   Las reformas estructurales pasarían a ser parte integrante de un clima de época, como en los años treinta lo habrían sido las políticas de sustitución de importaciones (ISI).
   Muchos de los presidentes que lanzarían las políticas de reformas no llegaron a ser líderes de gobierno como partidarios de las teorías Neoliberales (por ejemplo Paz Estensoro en Bolivia o Menem en Argentina). Sin embargo las causas de la implementación estarían dadas por la falta de estabilidad en del orden institucional del que derivan el poder y la autoridad; las preferencias en materias de políticas estarían orientadas a ese interés particular. Así, el contexto en el que maduraría la decisión política de los líderes de gobierno a favor del ajuste económico sería con el objetivo de retomar el control de la situación.8 Archivando las ilusiones distribucionistas para tomar políticas de rigor económico, aun corriendo el riesgo de alienarse el respaldo de sus bases de apoyo (como ocurrió en Venezuela).
   Las reformas en América Latina se caracterizarían por:

  1. Privatizaciones: no solo de empresas productivas y de políticas públicas que expresaban las iniciativas del estado desarrollista, sino también de servicios públicos que respaldaban las obligaciones del Estado de bienestar.
  2. Transferencia del instrumental de intervención económica (por ejemplo la política cambiaria) del ámbito político a instancias técnicas como el Banco Central, etc.
  3. Las políticas sociales ya no serían concebidas como medidas universales, sino como medias focalizadas hacia “sectores vulnerables” con el fin de promover su inserción en el mercado.

Con el pretexto de proteger los procesos económicos frente a los vaivenes de la política, se habrían propuesto desplazar el poder desde un sistema político hacia instituciones inmunes a las presiones democráticas.
   Las estrategias de choque heterodoxo materializado en los planes Austral, Cruzado e Inti, implementados a mediados de los ´80  en Argentina, Brasil y Perú respectivamente habrían fallado. En todo el hemisferio las políticas de estabilización de corto plazo darían lugar a reclamos de transformaciones estructurales mayores, considerados como prerrequisitos para un modelo de acumulación neoliberal.
   El discurso proclamaba ser inclusivo, invocando el interés general de la nación, pero por lo analizado parecería que en la práctica fue excluyente en términos de participación política, implicando un debilitamiento de la sociedad civil que, sin embargo, no se traduciría en un fortalecimiento del Estado. Las medidas tomadas habrían debilitado al Estado sin redistribuir el poder.9
Los esfuerzos por hacer que sean otros (ciudadanos mas pobres e indefensos)  quienes soporten las cargas del ajuste conduciría a conflictos distributivos serios y a un modelo de interacción estratégica entre clases y sectores que deberían optar por cooperar en la consecución de sus intereses comunes o buscar su máxima ventaja unilateral, intentando proteger sus intereses cualquiera sea la estrategia adoptada por otros.
   La apertura externa, las privatizaciones de empresas públicas (transferencias de activos estatales al sector privado), la desregulación de los mercados serían articuladas en torno a promesas de crear las condiciones para superar los desequilibrios macroeconómicos para poder así retomar la estabilidad y el crecimiento. Lo paradójico es que durante el proceso de ajuste y cambio estructural se habría podido advertir que algunas reformas más que facilitar complicaron los esfuerzos de estabilización macroeconómica. 

Primera presidencia de C. S. Menem.

    Durante la campaña presidencial Menem se presentaría como el caudillo restaurador reinterpretando el ingreso al papel histórico asignado al peronismo en la Argentina.  Al igual que C. A. Pérez (de cuya segunda presidencia escribo a continuación) las propuestas durante su campaña habrían sido poco claras; no obstante, prometía reconstruir una economía popular de mercado.
Carlos Menem asumió la presidencia Argentina en 1989 en medio de una aguda crisis económica, la inflación habría alcanzado un índice superior al 200% mensual, y esto habría traído graves tensiones sociales en el último tramo del gobierno radical.10 Menem advirtió a los conciudadanos a que se prepararan para un “duro, costoso y profundo ajuste” que requería “cirugía mayor sin anestesia”.
   Progresivamente aplicaría políticas de ajuste ortodoxo;  las políticas gubernamentales que se llevaron a cabo desde el principio de su gobierno, sistemáticamente ratificarían y profundizarían la dirección neoliberal a la que el gobierno apuntó, especialmente con la aprobación el 17 de agosto de las leyes de “ Reforma del Estado” y de “ Emergencia Económica ( 1 de septiembre).
   La distribución regresiva del ingreso y los estándares de vida declinantes de la mayoría de la población habrían enriquecido a los sectores de mas altos ingresos.
    A pesar del alto costo social pagado, en el corto plazo la victoria sobre la inflación habría afirmado la popularidad de Menem y de su partido peronista. De esta manera comenzaría a trazarse un nuevo régimen político caracterizado por el decisionismo político; este se definirá a partir de una estrategia por parte del gobierno debido a los  “tiempos difíciles” , dicho modelo corresponde a lo que  Guillermo O´Donnell llama “democracia delegativa”, cuya  premisa básica es que quien ganó las elecciones presidenciales podría gobernar el país como mejor le parezca, en la medida que las relaciones de poder lo permitan, y por el período por el cual fue electo11 . El presidente de la nación sería el principal custodio de los intereses nacionales. Lo que haga mientras gobierne no necesita parecerse a lo que dijo o prometió durante la campaña electoral (estaría autorizado a gobernar como mejor le parezca). Explicando la tolerancia al ajuste económico por parte de la sociedad por su mismo carácter “delegativo”, por que las sociedades bajo este régimen habrían otorgado un facultades extraordinarias a sus líderes.
   Lo que desencadena la emergencia de este tipo de “democracia” es una crisis económica severa y prolongada, permitiendo que un presidente (ambicioso)  asuma los poderes necesarios para superar los obstáculos a la toma efectiva de decisiones políticas y económicas de una manera rápida y unilateral; sumada  a una tradición arraigada de:
 “cesarismo” en la cultura política. Su éxito dependerá de la voluntad de ciertos actores políticos (por ejemplo los militares) que los dejen hacerlo y de la habilidad de otros (por ejemplo, el Congreso Nacional o los partidos políticos opositores) para impedírselo. Además de estos poderes la Constitución concede a la presidencia facultades legislativas, como los decretos, poder de veto, de iniciar legislación, y posibilidad de delegación de autoridad de decisión por parte de las asambleas legislativas a favor de la presidencia. Las disposiciones constitucionales de los regímenes democráticos en América Latina, especial en Argentina, garantizarían (directa o indirectamente) al presidente una amplia gama de atribuciones con las cuales ejercer y fortalecer su autonomía decisional.
   Frente a la falta de apoyo político necesario para la implementación de nuevas políticas económicas, C. Menem habría gobernado por decreto, aislando el proceso de toma de decisiones de los partidos políticos y la representación parlamentaria.

Segunda presidencia de C. A. Pérez

   El 4 de diciembre de 1988 Carlos Andrés Pérez asumió la presidencia de Venezuela por segunda vez de la mano del partido social demócrata de Acción Demócrata; al parecer esta nueva presidencia despertaba esperanzas entre sectores bien amplios de la sociedad, en atención a su supuesta capacidad política para presentar e instrumentar un nuevo proyecto para la Venezuela post petrolera.
   Las necesidades sociales y las demandas por su satisfacción habrían adquirido un carácter dramático y potencialmente conflictivo, en gran medida por la acumulación de frustraciones desde los inicios de la crisis económica a finales del decenio de los setenta. La situación económica habría profundizado la diferenciación y polarización entre los distintos sectores y clases sociales.
   En su discurso inaugural Carlos A. Pérez habría hecho hincapié en la necesidad de transformaciones importantes y hasta radicales en la conducción y la marcha del país, aunque no contuviera ningún tipo de anuncio concreto acerca de lo que iba a ser el programa específico de acción del gobierno.12
El 16 de febrero de 1989, presionado por los Estados Unidos y por los acreedores internacionales el presidente evidenciaría su programa de acción demostrando las debilidades de la economía y anunció que el gobierno había firmado un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Esto implicaría la aplicación de las políticas que dicho organismo venía “recomendando” a los países subdesarrollados (primera ola de reformas neoliberales o reformas de primera generación). Pérez argumentaría que este acuerdo (conocido bajo el nombre de “el paquete”) constituía una necesidad impostergable para facilitar la inserción del país en el sistema mundial.
    Adoptó una serie de reformas liberalizadoras de mercado, que habrían conducido al reestablecimiento de un rápido crecimiento económico (9, 2 % en 1991) pero también habrían contribuido a la extensión de la corrupción y a la profundización de las divisiones sociales.
     El presidente habría señalado que la aplicación de tales políticas implicaría grandes sacrificios para todos, pero también advirtió que los resultados serian altamente beneficiosos para la nación entera en un  lapso de pocos años.
     En realidad, “El Paquete” serían una  serie de medidas de corte neoliberal que en cierta forma fueron el detonante de una crisis política que se habría originado a principios de los ochenta. Los sectores populares habrían vivido a lo largo de la historia venezolana marginados de las decisiones políticas y en realidad su único sustento era el "derrame" de las clases superiores. 
    Al achicarse el nivel de ingreso de estas clases acomodadas,  los recursos de las clases populares se habrían visto recortados drásticamente, así fue como al lanzarse un paquete de medidas de ajuste la situación habría llegado a su límite ya que  el resultado de esto fue un mayor empobrecimiento de las mayorías, incluidos los sectores medios, de tanta relevancia tradicional para la democracia venezolana ; “el sector informal”(  trabajadores por cuenta propia ) aumentó en mas de 218 mil personas para situarse en 2 millones 692 mil personas, es decir que el 41.3 % de la población económicamente activa estaba ubicado en el sector informal de la economía.”13 (Haciendo evidente una contradicción en la concepción neoliberal: el creciente liderazgo y predominio del sector público, y el fortalecimiento de la economía pública en alianza con el capital multinacional  y en consecuencia la destrucción de la economía interna), las cargas del ajuste  no estarían siendo equitativamente compartidos ni distribuidos, los sectores mas altos aumentaron la participación en el ingreso, incrementando la concentración del capital... “
      Cuando el individualismo se convierte en el valor supremo de la sociedad, y cuando la solidaridad pierde su condición cohesionadora y la búsqueda de la satisfacción óptima del interés personal es considerada como un comportamiento positivo, la sociedad civil tiende a atomizarse, incluso en aquellos sectores y grupos sociales que, por su condición de pobres y virtualmente excluidos, deberían estar orientados hacia la solución colectiva de sus problemas, mediante la solidaridad y el acercamiento al prójimo....”14 La profunda fractura de la sociedad tiene su más nítida expresión en la explosión social de febrero de 1989, estallido conocido con el nombre de “ El Caracazo”.
     La nueva política económica habría traído aparejada en lo político la pérdida de legitimidad del sistema representado por la democracia.

 

 El Caracazo.

   Dos recetas del FMI y del Banco Mundial habrían tenido repercusión inmediata en Venezuela:

  1. El aumento de precios interno de venta de combustible (que hasta ese momento era uno de los más bajos a nivel mundial).
  2. La eliminación del cambio diferencial (por considerarlo una fuente de pérdida de divisas y reservas internacionales).

   Cuando el aumento de precios del combustible (particularmente la gasolina) entró en vigencia el 26 de febrero los precios de los pasajes urbanos de los transportes micro ómnibus se incrementaron en forma exorbitante. El 27 de febrero amaneció con manifestaciones de protesta sobre todo en las ciudades- dormitorio de Caracas, al correr del día una ola de protestas abarcó todo el país, especialmente la capital. Al parecer “El Caracazo” no fue controlado por ninguna organización política, sino que fue una acción intempestiva masiva. Las protestas habrían continuado hasta el día siguiente en donde el Presidente declararía suspendidas las garantías constitucionales decretando el toque de queda y ordenando la represión de los desórdenes a modo de advertencia de que el gobierno no toleraría las acciones de semejante naturaleza. Mucha gente habría muerto producto de la gran represión causada ese día.
    La posibilidad de que pudiera producirse un nuevo “Caracazo” estuvo presente en la sociedad venezolana. Años siguientes numerosas manifestaciones, protestas y actos de desobediencia civil guardaban estrecha relación con la aplicación del “paquete”.

 

 Reforma Constitucional Argentina.

   El uso político de la favorable coyuntura económica por parte de Menem habría sido instrumental a sus aspiraciones reeleccionistas.
   En 1994 la reforma constitucional fue aprobada por primera vez en la historia Argentina por medio de un acuerdo entre la mayoría y la primera minoría, abriendo la posibilidad de la reelección de Carlos Menem en 1995.
   El argumento de la necesidad de la reforma fue que el proceso estructural (fundamentalmente, la estabilidad económica) corría riesgos si no se aseguraba la continuidad que “ solo Menem” podía sostener.15
   A través del “Pacto de Olivos” se acotó el mandato presidencial a 4 años, se permitió la reelección y se incorporó la figura de una segunda ronda electoral – ballotage- en caso de que la primera minoría no obtenga un piso de 45 % o un 40% con una diferencia de 10% de total de los votos sobre el segundo.

 

Reformas similares salidas distintas. Menem segunda presidencia, Pérez juicio político.

  La reelección de Menem habría señalo que las demandas de buen gobierno y estabilidad pueden ser encarnadas mejor por liderazgos personalistas que por instituciones. Lo llamativo del caso es que pudo abandonar la banderas desarrollistas y distribucionistas del peronismo sin perder por ello el respaldo de sus propios partidarios. El viraje de Menem habría probado que un presidente con un origen popular podía lanzar una estrategia económica y política no populista, y salir airoso en el intento.
   Las instituciones tienen la función de asegurar la continuidad y calcular  esos procesos sociales. Para generar confianza, las instituciones requieren tiempo, solo persistiendo en el generarían las bases para invertir en el futuro. El tiempo sin embargo, fue en el momento de las reformas (y continua siendo hasta hoy), precisamente el recurso mas escaso; esto explicaría por que la sociedad Argentina prefirió optar por un líder que prometía mejoras en lo económico y social en vez de demandar instituciones responsables que las lleven adelante,      demostrando que la política realmente existente ocurriría al margen de las instituciones democráticas.
    Pareciera que a  pesar de los problemas políticos y económicos enfrentados por el gobierno de Menem, el contexto económico favorable y la estabilidad del régimen democrático ayudó a que este consiga su segunda elección presidencial.
    La tendencia Argentina habría llevado a la consolidación de una democracia excluyente y fragmentaria con respecto a los intereses sociales de la mayoría.
     A diferencia de lo que sucedió con Menem en Argentina en Venezuela con motivo de los acontecimientos de los días 27 y 28 de febrero y los excesos represivos, el presidente Pérez perdió mucho de la popularidad que lo acompañó al comenzar su segundo mandato. En marzo de 1993 el fiscal general de la República introdujo una acusación en su contra por malversación de 250 millones de bolívares de la partida secreta por cuyo manejo era responsable.
    El 20 de mayo siguiente la Corte Suprema de Justicia dictaminó que había méritos suficientes para su juicio, por lo que el Congreso Nacional resolvió destituirlo para que continuara dicho proceso Una vez retirado de la Presidencia de la República fue consignado en el Retén Judicial de El Junquito y de allí, en aplicación de las previsiones legales relativas a límites de edad para el encarcelamiento, pasó a su casa donde fue recluido en espera de la sentencia del caso.
    El 30 de mayo de 1996, la Corte Suprema de Justicia lo condenó por malversación genérica agravada a 2 años y 4 meses de arresto domiciliario. Por primera vez, desde 1958, un Presidente de la República Venezolana no lograba concluir el mandato para el que fue electo.16

¿Por qué una sociedad aceptó las reformas y la otra no?

    La estructuración política relativamente precaria de diversos países latinoamericanos a partir de la segunda posguerra mundial encontraría un apoyo indispensable en el Estado, que pasó a constituirse en referente y participante obligado en lo económico, político y social.
    El neoliberalismo habría terminado con ese fuerte rol estatal impulsor del desarrollo, articulador social. Así los Estados latinoamericanos cambiarían rápidamente hacia una menor actividad económica, ampliando el espacio del Mercado, rompiendo las articulaciones neocorporativistas, abriendo fronteras, desvinculándose de lo social, contratando servicios a agencias privadas e internacionales y descentralizándose. Se habría tratado de una creciente separación entre el Estado y la Sociedad.
    Las reformas en el contexto de las democracias habrían sido realizadas con la participación de la sociedad civil.
.. Las circunstancias macroeconómicas en que son iniciadas las reformas a las instituciones económicas existentes condicionarán el tipo de reacciones sociales que habrán de suscitar. Allí donde son introducidas como medidas de última instancia a fin de superar una emergencia cuya gravedad es colectivamente percibida, es muy probable que no se confronten a obstáculos sociales insalvables; precisamente, la percepción del riesgo de costos superiores a los de las reformas mismas reordena las expectativas sociales y modifica por lo tanto la configuración de los apoyos y las resistencias.17
    En Argentina se podría decir que la transición hacia el nuevo sistema abría sido aprobado por la sociedad ya que esperaban que mejorase su situación ( consentimiento basado en “expectativas a futuro”;  cualquier grupo que espere un deterioro de su situación en términos absolutos bajo el nuevo sistema tenderá a oponerse a la transición), así, se explicaría que el proceso de ajuste y la consolidación del gobierno menemista fue posible por que la sociedad no se opuso a ellas ya que al parecer evaluaron costos presentes y beneficios próximos ( pareciera que cualquier salida del presente ya entrañaba un beneficio). Esto explicaría por que la sociedad Argentina no se opuso a las reformas sino también las corroboró.
    La identificación de la sociedad Argentina con los fuertes liderazgos habría generado confianza y perspectiva de futuro, depositando en Menem la posibilidad de redefinir las orientaciones y actitudes de sus seguidores con vistas a que estos lo apoyen o toleren las reformas sustentando de igual manera su política gubernamental.
    Por el contrario en Venezuela la sociedad civil se comportó como un campo de lucha donde al parecer la victoria no fue necesariamente de los más poderosos sino que la victoria fue por medio de una admirable capacidad de organización social. Pareciera que la ineficacia económica y la naturaleza politizada del Estado venezolano no hizo otra cosa que alentar una intervención por parte de la sociedad en contra de las reformas neoliberales.
   A diferencia de lo que pasó en Argentina en donde el presidente logró evitar antagonizar grupos o sectores a través de una política de favores alimentadas a través de las fuentes de patronazgo estatal (como por ejemplo la distribución de cargos y empleos en la administración pública), en Venezuela habría ocurrido lo contrario ya que las percepciones no pudieron ser políticamente manipuladas a fin de reducir las resistencias y generar apoyo.

Años mas tarde: Chávez – Kirchner: ¿ contra las reformas?.

    Año 2005  principio de un siglo y de un milenio, pareciera que habrían comenzado los signos de agotamiento del modelo neoliberal. El deseo de cambio que se vislumbra en el continente  expresados por ejemplo en lo que sucedió en  Argentina en diciembre de 2001 y otras materializadas en la elección de presidentes como Hugo Chávez en Venezuela, Luiz Ignacio Da Silva en Brasil y Néstor Kirchner en Argentina quienes estarían pregonando la consigna de “soberanía nacional”; rechazando a todos aquellos que compondrían la elite comprometida con  la expresión política del modelo neoliberal. 
   Tanto Chávez como Kirchner  habrían asumido la presidencia en  situaciones de gravísima crisis y convulsión social que exigirían medidas excepcionales y un ritmo de ejecución que tendría que ver con lo que se habría dado a principios de la década del noventa, en momentos del encumbramiento del modelo neoliberal, tan odioso para ellos...
    A diferencia del modelo democrático neoliberal, el proceso venezolano plantea una exclusión de las minorías oligárquicas. El neoliberalismo, en cambio, excluye y destruye a las mayorías y a su marco de pensamiento nacional. El chavismo sostiene un modelo de democracia radical de masas, caracterizado por la maximización de la participación popular (ocupación sistemática de los espacios de acción popular).
   La situación actual venezolana se caracterizaría por una consolidación política y la salida de una durísima recesión económica. Para quienes insisten en subrayar el carácter autoritario del proceso, es bueno recordar que desde diciembre de 1998 se realizaron seis elecciones. Hugo Chávez fue electo dos veces presidente, una nueva Constitución vio la luz y el Congreso Nacional vivió una profunda renovación, luego de la implosión de un sistema político que duró medio siglo, regido por gobiernos socialdemócratas y socialcristianos (entre ambos suman ahora apenas el 5% de los votos). La libertad política y de expresión es plena: la casi totalidad de la prensa y los canales de televisión se oponen al gobierno y no le ahorra críticas.
   El impulso inicial del desarrollo endógeno y de la economía social lo realiza el gobierno utilizando para ello recursos provenientes del petróleo. Esto plantearía difíciles y extraordinarios retos para la viabilidad de esta propuesta. Su éxito estará dado por la medida en la cual la economía social y en general las actividades del desarrollo endógeno se conviertan en una dinámica de acumulación crecientemente autónoma, lo que requeriría la creación de un movimiento  auto sostenido de generación de fuentes de trabajo,  demanda de bienes y servicios, así como  nueva capacidad de inversión que no dependa de la transferencia de recursos del Estado.
   Argentina es “un caso” en más de un sentido: porque al parecer fue uno de los mejores alumnos del modelo neoliberal y en el que  peor situación se encontraría, porque en el último cuarto de siglo también fue víctima de una estafa brutal en manos de su propia burguesía y de su dirigencia política.

 

Conclusión

   Los gobiernos elegidos en América Latina a partir de 1988, habrían intentado resolver la crisis económica acelerando la aplicación de programas de estabilización incrementando el uso de políticas neoliberales; sin embargo estas reformas parecerían no haber sido suficientes para sacar a los países de la emergencia económica que venían teniendo.
   La limitada recuperación económica regional, a los que se agregan sucesos como la inestabilidad política venezolana o el autogolpe cívico militar en Perú, originaría inquietantes dudas relativas a las consecuencias sociales y políticas de reestructuración neoliberal.
   Las experiencias recientes en América Latina indicarían fehacientemente como las fuerzas libradas del mercado tenderían a ser autodestructivas. Parecería que las cargas y los beneficios de los “ajustes” estructurales no fueron equitativamente compartidos ni distribuidos. Los sectores altos habrían aumentado su participación en el ingreso, incrementando la concentración del capital.
   Parecería que los años que envolvieron la presidencia de Menem como la de Pérez envolvieron a las sociedades en una pérdida de confianza hacia la clase política y las instituciones que debían mediar entre el ciudadano y el Estado.
   El buen funcionamiento de una economía capitalista de mercado requeriría la creación de instituciones políticas eficaces, que pudieran articular y representar los múltiples intereses que surgen dentro de la sociedad civil, así como desarrollar e implementar políticas coherentes a fin de responder a las tareas fundamentales del gobierno.
    Mientras existan individuos que carezcan de derechos de participación social y política no podrán considerarse legítimos los derechos de los pocos que gozan de ellos.
   En América Latina las tendencias hacia la concentración no democrática del poder político serían el resultado de un esfuerzo equivocado por aumentar la eficacia política y económica, que supuestamente salvaguardaría las instituciones democráticas para el futuro. El verdadero problema es la falta de instituciones eficaces, que puedan articular y representar los múltiples intereses que surgen dentro de la sociedad civil, así como desarrollar e implementar políticas coherentes a fin de responder a las tareas fundamentales del gobierno. Sólo corrigiendo este problema institucional la clase política podría asegurar la consolidación de la democracia y superar efectivamente la crisis económica.
   En Argentina la gente se habría encontrado viviendo en un período de individualismo en donde los ciudadanos se contraponían unos con otros en feroz competencia y prevalecían los mas fuertes, muchas personas que gozaban de una situación de bienestar nunca antes disfrutada ni se les ocurría pensar en que al lado otra persona se encontraba en una situación de precariedad nunca antes disfrutada (carencia de sentido de compromiso social). Entonces, se podría decir que en Argentina a diferencia de Venezuela las personas realmente desfavorecidas no representaron una fuerza con la cual se debía ajustar cuentas.      A  modo de ejemplo el 6 de abril de 1990, alrededor de 80.000 personas llenaron la Plaza de Mayo para apoyar las privatizaciones y el achicamiento del Estado, bajo la consigna de “Si a Menem”. Con esto podríamos vislumbrar cuan lejos estuvo nuestra sociedad de un “Caracazo”. La prosecución de los intereses particulares, llevada a cabo por individuos, consolidaría la naturaleza politizada del Estado.
   La crisis neoliberal habría hecho emerger una enorme corriente social orientada al cambio de rumbo político y económico vislumbrado en Argentina con Kirchner y en Venezuela por Chávez, a través de una mayor justicia social y una nueva conciencia sobre la necesidad de recuperar y profundizar la pertenencia cultural y regional. Ese es el mandato que habrían recibido los actuales gobiernos.18

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-www.venezuelatuya.com/biografias/perez.
-www.mipunto.com/venezuelavirtual.
   

1   Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.

2 Ana María Escurra: “¿Que es el Neoliberalismo?”,  en: visión general- síntesis de conclusiones, 2000. pág: 19.

3 Daniel García Delgado: “Estado-Nación” y la crisis del modelo; pág.: 42.

4 Ídem, pp. 57-58.

5 Juan Carlos Torre: “El proceso político de las reformas económicas en América Latina”; pág.: 26.

6 Luis, Aznar: “Venezuela participación, democracia y populismo de confrontación” en Escenarios Alternativos, Buenos Aires, Septiembre de 2004.

7 Juan Carlos Torre: “ El proceso político de las reformas económicas en América Latina”; pág.: 21.

8 Ídem, pág. 24.

9 Véase Graciela Ducatenzeiler y Philip Oshorn en: “Democracia, Autoritarismo y Gobernabilidad en América Latina”, pág.: 44.

10 Ver Bosoer- Leiras: “Los fundamentos filosóficos políticos del decisionismo presidencial en la Argentina: 1989-1999 ¿una nueva matriz ideológica para la Argentina?, pág. 42.

11 Véase Graciela Ducatenzeiler y Philip Orxon en: “ Democracia, autoritarismo y el Problema de la gobernabilidad en América Latina”. pág. 33.

12 Del 27-f 1989 al 4-f 1992, pág. 64.

13 Idem, pág 72.

14 Idem, pág 77.

15 Carlos, Acuña: “ Política y economía en la Argentina de los Noventa” ( o por que el futuro ya no es lo que solía ser), pág. 71.


17 Juan Carlos Torre: “El proceso político de las reformas económicas en América Latina”; pág.: 72.

18 Ver: ; Carlos Gabetta:   “ De límites y Posibilidades” : director de Le Monde diplomatique, Edición Cono Sur. Pág. 1-4.