Abstract
Durante la presidencia de Carlos Menem (1989-1999) se llevó a cabo un drástico proceso de reformas del Estado y económicas de mercado que transformó de raíz la estructura económica y social del país. Estas reformas estructurales, de orientación neoliberal, contrastaban con las tradicionales políticas económicas asociadas a su partido, el peronismo. No obstante ello, el Presidente obtendrá, y logrará mantener en el tiempo, el respaldo de una amplia y heterogénea coalición social, que abarcará desde los grandes grupos empresariales hasta los sectores populares e incluso también gran parte del sector sindical. En efecto, pese a la amplitud y alcance de las reformas, estas no encontraron una oposición consistente y unificada en el campo popular y, particularmente, en el campo sindical. ¿Cómo se explica este apoyo?, ¿qué rol jugó al respecto el Plan de Convertibilidad? Centrándose en el período 1991-1995, este artículo se propone investigar precisamente el rol ejercido por el Plan de Convertibilidad y los “incentivos selectivos” asociados a aquel, en la legitimación social del menemismo por parte en estos sectores.
Abstract
A drastic process of state reform and economic changes that dramatically modified economic and social countries’ structure took place between 1989 and 1999 during president Menem’s term. These basic amendments obeyed neoliberal ideology and were opposite to economic policies always held by peronism. In spite of that, Argentinian president would gain and keep for a long time the support of a great and heterogeneous social coalition that includes businessmen, popular representatives and syndicalists. In fact, huge economic change did not find a consistent and unified oposition within these groups. How this support can be explained? Has the Convertibility plan any influence over that attitude? Focusing on term 1991-1995, this article tries to investigate the relationship between the effects of Convertibility plan and “selective incentives” on the one hand, and social legitimacy gained by menemism on the other hand.
El Plan de Convertibilidad y el sindicalismo durante la primera presidencia de Menem1
Hernán Fair2
1. Introducción
Durante la presidencia de Carlos Saúl Menem (1989-1999) se llevó a cabo un drástico proceso de reformas de mercado que transformó de raíz la estructura económica y social del país. Estas reformas estructurales, de orientación neoliberal, contrastaban con las tradicionales políticas económicas asociadas a su partido, el peronismo. Este históricamente se había caracterizado por la presencia de un Estado fuertemente intervencionista. El menemismo, en cambio, no dudará en privatizar gran parte de las empresas estatales, flexibilizar la economía, liberalizar el mercado interno, desplegar una apertura financiera al capital transnacional y desarrollar una política de contracción del gasto público social. No obstante la magnitud y el efecto que tendrán estas reformas, el Presidente obtendrá, y logrará mantener en el tiempo, el respaldo de una amplia y heterogénea coalición social, que abarcará desde los grandes grupos empresariales hasta los sectores populares e incluso también gran parte del sector sindical. En efecto, pese a la vastedad de las reformas, estas no encontraron una oposición consistente y unificada en el campo popular y, particularmente, en el campo sindical (Gómez et. al., 1996; Palermo y Novaro, 1996: 343; Fernández, 1998: 63). ¿Cómo se explica este apoyo?, ¿qué rol jugó al respecto el Plan de Convertibilidad? Centrándose en el período 1991-1995, este artículo se propone investigar precisamente el rol ejercido por el Plan de Convertibilidad y los “incentivos selectivos” asociados a aquel, en la legitimación social del menemismo por parte en estos sectores.
2. El sindicalismo frente al menemismo: apuntes sobre la perplejidad
Desde sus inicios, el peronismo estuvo estrechamente ligado al movimiento sindical, al punto de constituir su “columna vertebral”. Esta relación orgánica se cimentaba en la presencia de un Estado que intervenía fuertemente en el mercado para regularlo y asignar bienes y servicios a través de una política industrializadora basada en la sustitución de importaciones (Basualdo, 1992; Torrado, 1994). En ese contexto, motorizado por el fuerte gasto público, los trabajadores sindicalizados accedieron a beneficios sociales inéditos en áreas como vivienda, salud y educación, además de elevados niveles salariales (James, 1990; Torre, 1990).
Con la llegada al poder de Carlos Menem, en julio de 1989, se terminará de consolidar un modelo de acumulación que muy poco tenía que ver con las tradicionales políticas industrialistas y benefactoras que caracterizaran al peronismo. Así, pese a que durante la campaña electoral había prometido llevar a cabo una Revolución Productiva y un Salariazo3 , una vez electo, no dudó en iniciar un inédito proceso de reformas neoliberales, un programa de reducción del Estado que venía implementándose, no sin contradicciones4 , desde mediados de la década del setenta (Nochteff, 1991; Gambina y Campione, 2002). En ese contexto, el Gobierno se alió con el grupo Bunge y Born, históricamente denunciado por el peronismo como el símbolo de la “oligarquía foránea” contraria a los intereses del Pueblo (Sigal y Verón, 2003). Al mismo tiempo, tampoco dudó en aliarse con otro de los máximos representantes del liberalismo vernáculo, Álvaro Alsogaray, a quien colocó como asesor de la presidencia.
A pesar de este verdadero “giro de 180 grados”, que le permitirá a los grandes grupos económicos consolidar un proceso de concentración y centralización del ingreso iniciado durante el Proceso5 (Basualdo, 2000, 2006), el Presidente logrará mantener en el tiempo el respaldo de los sectores más perjudicados por las políticas de transformación económica: los trabajadores. En efecto, pese a la vastedad de las reformas emprendidas, estas no encontraron, al menos durante la primera presidencia de Menem (1989-1995), una oposición consistente y unificada en el campo popular, como así tampoco en quienes deberían ser sus representantes, los sectores sindicales (Bonanotte, 1996; Gómez et. al., 1996; Palermo y Novaro, 1996). Peor aún, una parte importante del sector gremial, nucleado en su mayoría en la CGT San Martín, brindará una colaboración activa y explícita a las políticas de reforma y ajuste estructural del Gobierno6 . ¿Cómo se explica este apoyo?, ¿qué rol jugó al respecto el Plan de Convertibilidad?. Centrándose en el período 1991-1995, este artículo se propone investigar, precisamente, el rol ejercido por el Plan de Convertibilidad y los “incentivos selectivos” asociados a aquel, en la legitimación social del menemismo por parte de estos sectores.
3. La estabilización monetaria
Para entender el apoyo al Gobierno debemos tener en cuenta, en primer lugar, la estabilización que logrará Menem de la economía. En efecto, luego de enfrentarse a una hiperinflación inédita en la historia del país, legado del gobierno de Raúl Alfonsín7 (1983-1989), el Presidente logrará terminar finalmente con el “impuesto inflacionario”. No obstante, debemos recordar los vaivenes con los que tendrá que lidiar su liderazgo hasta lograr la estabilización efectiva de la economía. En efecto, durante los primeros 18 meses, los diferentes ministros de economía (Miguel Ángel Roig, Néstor Rapanelli y Erman González) tratarán sucesivamente de controlar la inflación con impuestos de emergencia, reducciones del gasto público, ajustes en la tasa de cambio y políticas de ingresos negociadas con los empresarios (Gerchunoff y Torre, 1996: 744). Sin embargo, el Gobierno no logrará dominar del todo la inflación, e incluso experimentará dos nuevas recaídas hiperinflacionarias, hacia fines de 1989 y de 19908 . Será recién con la puesta en marcha del Plan de Convertibilidad, en abril de 1991, que se logrará la estabilización efectiva de la economía9 . En efecto, este plan, que establecía una paridad legal 1 a 1 de la moneda nacional con el dólar y obligaba al Estado a satisfacer cualquier demanda de divisas, fomentó, a partir de la sobrevaluación del peso, el ingreso masivo de inversiones extranjeras. En ese contexto, potenciado por el incremento del consumo, se generó un rápido control de los episodios hiperinflacionarios. En esas circunstancias, Menem logrará, en abierto contraste con los dos primeros años de su gobierno, cuando los conflictos sindicales se habían incrementado sensiblemente (Gómez, et. al., 1996), una marcada reducción de las huelgas y movilizaciones (Bonanotte, 1996; Senén González y Bosoer, 1999) y un firme apoyo de una porción del campo sindical10 . No obstante, con la estabilización monetaria no alcanzaba para lograr el apoyo de algunos sectores sindicales. En consecuencia, el Presidente acudió al otorgamiento de “incentivos selectivos”.
4. Los incentivos selectivos
Para entender el respaldo del ala sindical a las políticas de reforma de mercado de Menem debemos tener en cuenta, más allá del logro de la estabilización monetaria, la función clave que ejercerá el otorgamiento de “beneficios suplementarios” (Murillo, 1997). En efecto, en el marco del Programa de Propiedad Participada (PPP), iniciado en 1989 y potenciado a partir de 1991, con el proceso masivo de privatización de las empresas públicas, el Gobierno les brindará a los gremialistas colaboracionistas la posibilidad de participar como “sindicatos empresarios” a partir del manejo de un porcentaje cercano al 10% de las acciones de las empresas privatizadas. En efecto, el PPP, pese a ser individual, dispuso una representación colectiva dirigida por sindicalistas. Los principales beneficiados por estos “incentivos selectivos” serán los gremialistas Rogelio Rodríguez (telefónicos) y Antonio Cassia (petroleros), dirigentes de Telecom y Telefónica, Oscar Lescano (Luz y Fuerza), titular de Edesur a través de un representante suyo, José Valle (seguros), “delegado normalizador” del Instituto de Servicios Sociales para el Personal de Seguros (ISSS), Jorge Ibáñez, “director obrero” de YPF y José Luis Lingieri, director de Obras Sanitarias y Aguas Argentinas, además de presidente de la Administración Nacional de Seguros de Salud (Clarín, 05/08/91; Página 12, 08/03/94 y “Cash”, 20/03/94). Además, el sindicalista ferroviario Adolfo Arguello será encolumnado en el directorio del ferrocarril Ferro Expreso Pampeano (Rosario-Bahía Blanca) y Santos Reali será nombrado director y José Hernández gerente general de FEMESA (Página 12, 25/10/92) En ese contexto, el “Club de amigos” se hará acreedor de un fondo cercano a los 800 millones de dólares (Página 12, 21/01/94).
En esas circunstancias, y en consonancia con el discurso del Presidente de hacer “propietarios” a los trabajadores, la CGT oficial expresará en una solicitada:
“El país atraviesa su crisis más profunda, pero los trabajadores queremos ser los auténticos protagonistas del destino común, ser los artífices de nuestro futuro acompañando el coraje de un hombre: Carlos Saúl Menem, que se decidió a cambiar el rumbo de la historia, dejando atrás décadas de frustraciones, apostando a la transformación y a la modernización” (Página 12, 30/04/91).
Sin embargo, con estas medidas no bastaba para lograr el apoyo sindical en algunos gremios, fuertemente debilitados por las políticas de flexibilización laboral iniciadas en julio de 1991. En ese contexto, el Gobierno dispondrá una intervención en el organismo regulador de los fondos de las Obras Sociales (ANSSAL11 ) y, luego de desplazar a los sectores a cargo del organismo (Luis Barrionuevo, Amadeo Genta, Lesio Romero y Pedro Goyeneche), colocará como nuevo interventor al gremialista oficialista Guerino Andreoni (mercantiles)12 (Ámbito Financiero, 02/07/91). Además, designará como directores de los obreros a Raúl Amín (mecánicos), Mario Francella (textil), Armando Matarazzo (ferroviarios) y Gerardo Martínez (construcción) y fijará un esquema en el que el 3% del salario bruto del empleado y el 6% del empleador debía ser gravado, vía el Ministerio del Trabajo, a la obra social sindical (Ámbito Financiero, 12/07/91; MTSS, 1993). Al mismo tiempo, le devolverá al sindicato de la UOCRA (construcción) la conducción de su obra social y le otorgó a los empleados de Comercio y Servicios la co-gestión de la obra social de la OSECAC. Finalmente, firmará un acuerdo para implantar un seguro de retiro que beneficiaría a 500.000 empleados mercantiles y que sería manejado nuevamente por los patrones sindicales, quienes poseían también la Caja de Subsidios Familiares para Empleados de Comercio (CASFEC) y el Instituto Asegurador Mercantil (IAM) (Página 12, 02/07/91, 04/07/91 y 07/07/91; Ámbito Financiero, 26/07/91). Como consecuencia de estos nuevos incentivos selectivos, los gremios oficialistas de la CGT San Martín se hicieron acreedores de extraordinarios fondos sociales, cercanos a los 4.000 millones de dólares anuales13 , que pudieron repartir de manera arbitraria14 .
Uno de los máximos beneficiados por estas políticas, el gremio de Empleados de Comercio (FAECYS), expresará en un afiche, en sintonía con el discurso menemista de hacer “propietarios” a los trabajadores15 , que: “Luego de 16 años de administración estatal, OSECAC ha vuelto a sus propietarios, los Empleados de Comercio (...). Somos ahora, otra vez, dueños de nuestra obra” (Ámbito Financiero, 10/07/91). En sendas solicitadas, expresarán, además, su apoyo a la desregulación de las Obras Sociales porque “fomenta la solidaridad social” y porque “beneficia a las próximas generaciones de jubilados”. En efecto, como “festejarán” en nuevas solicitadas a doble página en diferentes matutinos, “más de medio millón de empleados mercantiles tienen su jubilación asegurada gracias al Seguro de Retiro (Ámbito Financiero y Clarín, 04/07/91; Ámbito Financiero, 01/08/91). Poco después, expresarán, del mismo modo: “Estamos a favor del cambio, lo hemos estado desde siempre (...) dentro del marco de la solidaridad social. Tal como lo preconiza nuestro Gobierno y tal como lo afirmamos” (Ámbito Financiero, 28/08/91). También mostrarán su respaldo a la desregulación de las Obras Sociales en una solicitada los trabajadores plásticos (Clarín, 08/07/91). En efecto, como repetirán pocos años después, se trataba de un “apoyo permanente al plan económico del gobierno nacional” para “colaborar en la reconstrucción de la Argentina moderna” (Clarín, 17/05/93).
El Presidente, además, recibirá el respaldo a sus políticas de flexibilización laboral por parte de la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN). Este gremio, dirigido por el ultra menemista Andrés Rodríguez, había sido co-autor, además, del proyecto de negociación colectiva por empresa. Como expresarán en sendas solicitadas aparecidas en distintos periódicos de Capital con el título de “Día histórico para el trabajador estatal”:
”La negociación colectiva de trabajo en el Estado es realidad gracias a la lucha constante de nuestra organización sindical y la actitud firme y responsable del gobierno nacional, presidido por el Doctor Carlos Saúl Menem: porque es la manera más eficiente de ordenar las relaciones laborales, propiciando a la vez, la modernización y optimización de la administración pública, para ponerla al servicio del bien común”. Además, “la presencia sindical (...) garantiza que las necesidades de los trabajadores sean expresadas y defendidas correctamente”. En ese sentido, la UPCN “participa en la elaboración del actual proyecto de ley, acercando la voz de los trabajadores a la acción positiva de un Gobierno que ha sabido cumplir con sus compromisos” (Clarín, 08/07/91; Clarín y Ámbito Financiero, 11/07/91; Ámbito Financiero, 18/07/91).
Por su parte, el líder del gremio de los mecánicos, Raúl Amin, afirmará, en el momento de conocerse el proyecto para incrementar los salarios de acuerdo al crecimiento de la productividad, que “defendemos la orientación del Gobierno en su conjunto” (Ámbito Financiero, 15/07/91). Poco después, en medio del recrudecimiento de las políticas de flexibilización, el líder de SMATA afirmará, del mismo modo, que “la desregulación es un hecho histórico”, y en igual sintonía se expresarán también otros gremialistas afines al Gobierno, como Guerino Andreoni (mercantiles), José Pedraza (ferroviarios), Aldo Serrano (Luz y Fuerza) y José Castillo (bancarios) (Clarín, 02/11/91).
A pesar de ser los principales perjudicados, los sectores confrontativos, liderados por Saúl Ubaldini, no lograrán articular sus demandas con los sectores negociadores. Ello se debe, por un lado, a que carecían de liderazgos con la legitimidad necesaria para representar al conjunto de los gremios. En efecto, muchos de los sindicalistas que conservaron el poder, como Armando Cavallieri y Luis Barrionuevo, contaban con un bajo prestigio debido a sus prácticas corruptas y otros, como Saúl Ubaldini y Lorenzo Miguel, eran repudiados por haber quedado asociados a la denuncia del pacto militar-sindical efectuada en su momento por Alfonsín16 .
Por otro lado, debemos tener en cuenta que el Gobierno les prometerá a los sectores negociadores que les licuaría las deudas de sus sindicatos (Ámbito Financiero, 18/07/91). En efecto, el Gobierno establecerá un “pacto sucio” con el sindicalismo “negociador” en el que les prometerá el saneamiento de las Obras Sociales, cuyas deudas total rondaban los 400 millones de dólares (Clarín, 05/08/91) y se hallaban virtualmente en quiebra desde las intervenciones militares del período 1976-1983 (Palermo y Novaro, 1996: 353), a cambio de la aprobación parlamentaria de los topes indemnizatorios y las leyes de flexibilización laboral. Este pacto incluirá, además de Lorenzo Miguel, a Hugo Curto y Carlos Monteverde (ambos de la UOM), Osvaldo Borda (caucho), y a los participacionistas Roberto García (taxistas) y Antonio Cassia (petroleros) (Ámbito Financiero, 28/08/91 al 30/08/91). En ese contexto, los sindicalistas oficialistas aprobarán en la Comisión de Legislación Laboral las medidas de flexibilización requeridas por el Gobierno a cambio del saneamiento (vetado por la Ley del Bono de Consolidación de Pasivos) de sus pasivos. Además, obtendrán de la negociación indemnizaciones de 3 salarios promedio más horas extras, primas y premios como “topes” para los trabajadores (Ámbito Financiero, 29/08/91).
Para entender los motivos que llevaron a la realización de lo que Ámbito Financiero denominara como el “pacto sucio”, debemos tener en cuenta que las políticas neoliberales y lo escasamente institucionalizada relación del justicialismo y los sindicatos desde el regreso de la democracia (Levitsky, 1997), produjeron en los años ´90 un declive de los recursos industriales y políticos que históricamente había tenido el sindicalismo (Murillo, 1997). En efecto, las políticas neoliberales de apertura económica, privatizaciones y flexibilización laboral produjeron un incremento del desempleo y la precariedad laboral que mermará los ingresos materiales del sindicalismo. Por otra parte, el movimiento peronista había llevado a cabo una “democratización” de sus estructuras a partir de la derrota de 1983 que le permitirá a Menem incrementar la autonomía respecto al partido y, particularmente, los sindicatos. De esta manera, el Presidente podía emprender políticas neoliberales con una mayor libertad de acción (Palermo y Novaro, 1996: 334-335; Torre, 1999).
En ese contexto de creciente debilitamiento sindical, algunos de los gremios más perjudicados por las reformas estructurales, entre ellos la UOM17 , el más afectado por las políticas de desindustrialización del país, optarán por adherir a una estrategia de “supervivencia organizativa” (Murillo, 1997). Así, el gremialista de este histórico sindicato, Hugo Curto afirmará en una entrevista que “Ahora podemos dormir tranquilos, porque el fardo de la deuda lo tiene el Estado” (Ámbito Financiero, 29/08/91), mientras que el propio Lorenzo Miguel, que en octubre de 1990 había apoyado la marcha opositora organizada contra la política económica del Gobierno, ahora dirá, en una dura réplica a Ubaldini, que “Hoy hay compañeros que se hicieron a un costado justamente en el momento en el que el movimiento más los necesitaba”. Además agregará, para despejar dudas, que “para nosotros, lo primero es la lealtad” (Ámbito Financiero, 28/08/91). Del mismo modo que su líder, otros integrantes de los llamados “Elefantes”, entre ellos, Roberto Monteverde y Osvaldo Borda que, junto con los ahora menemistas de la FOETRA (telefónicos) y de la UOCRA (construcción), habían respaldado a la CGT Azopardo en su lucha contra la privatización de ENTEL y las políticas neoliberales18 (Clarín, 25/02/90 y 28/02/90), expresarán también su firme apoyo a la “gran conquista de estas leyes de flexibilización” (Ámbito Financiero, 28/08/91).
En esas circunstancias, y favorecido además por la estabilización monetaria, el oficialismo obtendrá el apoyo tanto de la CGT menemista, como de las 62 Organizaciones en vistas a las elecciones legislativas de 1991. En efecto, ambas organizarán un acto en respaldo a Eduardo Duhalde, candidato a Diputado del justicialismo por la Provincia de Buenos Aires (Página 12, 27/07/91 y 31/07/91; La Nación, 22/08/91 y 28/08/91). La UOM, además, fiel a su tradicional discurso de unidad, expresará su apoyo “a los candidatos que en todas las provincias, circunscripciones o distritos, representen al PJ” (Clarín, 06/09/91). Los gremialistas menemistas José Pedraza (ferroviarios), Raúl Amín (mecánicos), Carlos West Ocampo (sanidad), Abel Hernández (peluqueros), Delfor Gimenez (textil), Oscar Lescano (Luz y Fuerza), Juan Zanola (bancarios) y Armando Cavallieri (mercantiles), formarán, por su parte, la llamada “Mesa Político-Sindical Menem Presidente-Duhalde Gobernador”, brindando un fuerte apoyo al Gobierno (Clarín, 10/08/91). Lescano, además, recordará, en un acto en respaldo al candidato del oficialismo, y en sintonía con el discurso de Duhalde, a la “Argentina en llamas”, y afirmará que “el peronismo tiene una sóla lista, que es la del Frente que lidera el justicialismo” (Ámbito Financiero, 28/08/91).
Una vez obtenido el triunfo el oficialismo19 , expresarán su firme respaldo al Presidente los sindicalistas oficialistas José Rodríguez y Raúl Amín, José Pedraza, José Luis Lingieri, Gerardo Martínez (Construcción), Andrés Rodríguez y Miguel Candore (Personal Civil), Rogelio Rodríguez y Roberto García (Página 12, 18/09/91, 26/09/91 y 28/09/91). Por otra parte, ratificarán su respaldo Lorenzo Miguel, Juan Zanola y Lesio Romero (Carne) (Página 12, 18/10/91).
El triunfo oficialista en las elecciones de 1991, al tiempo que fortalecerá al Gobierno y a los gremios “empresarios”, debilitará a los sectores ubaldinistas. En efecto, el propio Ubaldini había decidido presentarse como candidato a Diputado y a Gobernador por la Provincia de Buenos Aires por afuera del partido20 . Sin embargo, no logrará obtener el 3% de los votos necesarios para ser electo(Clarín, 09/09/91). En ese contexto, su gremio perderá fuerte gravitación política21 y terminará aliándose casi en su conjunto con el sector “moderado” liderado por Lorenzo Miguel (Palermo y Novaro: 349-350). De este modo, el menemismo logrará, en abierto contraste con los dos primeros años de su gobierno, cuando los conflictos se habían incrementado sensiblemente (Gómez, et. al., 1996), una marcada reducción de las huelgas y movilizaciones (Bonanotte, 1996; Senén González y Bosoer, 1999).
En una segunda etapa, que se extiende durante el año 1993, el Gobierno logrará, no sin turbulencias, el respaldo del “Club de Amigos” a sus políticas de desregulación y flexibilización laboral. El primer frente de conflicto sin resolver se relacionará con la privatización del sector petrolero. En ese contexto, el Gobierno logrará el apoyo a la privatización de YPF a partir de que acordará con los sindicalistas una participación de estos últimos como dirigentes empresarios (Página 12, 27/11/92). En efecto, el Gobierno, en el marco de la profundización de la política de “incentivos selectivos”, nombrará al dirigente petrolero Jorge Ibáñez como director obrero a cargo de la privatización de YPF y les garantizará, en el marco del Programa de Propiedad Participada, el control financiero del 10% de los activos de la empresa a cargo de los empleados(Página 12, 24/09/92).
La CGT recibirá, además, una cuota destinada a la construcción de 50.000 viviendas en el marco del plan de vivienda propia del Fondo Nacional de Viviendas (FONAVI) y micro emprendimientos cooperativos para los empleados despedidos de YPF, lo que incluirá, además, contratos de perforación en áreas centrales privatizadas (como Catriel y Comodoro) por varios millones de dólares, y la promesa de que los cooperativistas seguirían perteneciendo al SUPE. Finalmente, se les otorgará a los sindicalistas del SUPE la planta de almacenaje de Mar del Plata para manejar la facturación comercial del área (Página 12, 24/09/92).
En ese contexto, favorecidos por las medidas tomadas por el Gobierno, los dirigentes mercantiles expresarán en una solicitada aparecida en un matutino su defensa a la “transformación en que todos estamos empeñados”. A continuación, enumerarán los logros obtenidos durante el mandato de la conducción sindical de Cavallieri. Según expresarán, “hemos logrado durante el tiempo de nuestra conducción”:
“Un sistema de Retiro Complementario, jubilación privada para los Empleados de Comercio a cargo exclusivamente de los Empleadores. Acuerdos salariales, a los cuales hemos arribado con posterioridad al dictado de la Ley de Convertibilidad. Hemos colaborado denodadamente para la Unificación del Movimiento Obrero Argentino. En cuanto a nuestra Obra Social, en un claro ejemplo de reconversión, a más de sanear sus finanzas, con total eficiencia durante un año se realizaron, entre otros, 91.292 internaciones, 24.603 partos, 3.381.046 consultas médicas y 63 trasplantes. Nos encontramos a punto de implementar un plan de vivienda en beneficio de los trabajadores mercantiles y ello con el producto de la capitalización de nuestro sistema de Retiro Complementario. Se ha hecho realidad el sueño de todos los Empleados de Comercio del Interior de contar con un hotel, su casa en Capital Federal, un hotel a nivel internacional con todas las comodidades de la vida moderna. Logramos un nuevo campo recreativo (Parque Norte)” (Página 12, 29/09/92).
No obstante, con excepción de los principales beneficiados por los nuevos acuerdos (petroleros, mercantiles, automotores y personal civil de la nación), los conflictos resurgirán poco después, cuando el Presidente amenace con revelar casos de corrupción en el sector gremial si no se aprobaba la nueva política laboral. En efecto, en septiembre de 1992 la revista Noticias denunciaría un supuesto enriquecimiento ilícito de algunos sindicalistas, entre los que se incluirá a Armando Cavallieri y al lucifuercista Oscar Lescano (Noticias, 1992).Casi al mismo tiempo, el Gobierno presentará el nuevo proyecto de ley de flexibilización laboral denominado Ley de Contrato de Trabajo. El proyecto, que profundizaba la Ley de Empleo firmada un año antes, planteaba entre sus principales medidas la modificación de la jornada laboral, reducción del período de prueba, eliminación del preaviso de despido y modificaciones en los motos de las indemnizaciones. Al mismo tiempo, proponía la supresión del descanso obligatorio semanal y el otorgamiento de vacaciones según lo estableciera el empleador (Página 12, 16/10/92).
En ese contexto, presionados por un proyecto que perjudicaba claramente a los trabajadores, y sumado a las amenazas del Gobierno de investigar sus fondos, sospechados de corrupción, los sindicalistas Luis Barrionuevo, quien había dicho poco antes, de manera desafortunada, que “tenemos que dejar de robar por dos años”, y Saúl Ubaldini, líder de la central opositora, convocarán por primera vez a una huelga contra el Gobierno. Según el líder gastronómico, otrora “recontra alcahuete” del Presidente, “Hay más pobres ahora que cuando Menem asumió el Gobierno” (Página 12, 09/10/92).
El mismo día que la CGT convocará a la huelga, aparecerá un afiche en un matutino del autodenominado “peronismo militante” que afirmará, de manera sugestiva, que:
“Es la LEALTAD la que tendió el presente de fe entre el pueblo peronista y Carlos Menem, cuando su llamado abrió nuevamente el camino de la victoria. Es la LEALTAD lo que hoy nos lleva a reconocer el extraordinario esfuerzo que realizan Pueblo y Gobierno para consolidar la estabilidad, modernizar el Estado, recuperar el respeto internacional y echar las bases de un genuino crecimiento” (Página 12, 09/10/92).
Al día siguiente, José Rodríguez afirmará que su gremio “no participará de la protesta”, mientras que el también menemista Aníbal Martínez declarará que el paro “es una barbaridad”, plegándose también a las críticas José Digón (Página 12, 10/10/92). Poco después, el petrolero menemista Jorge Ibáñez intentará frenar la medida tomada afirmando que “Nos dejemos de joder y no pensemos en hacer una huelga, porque esto va a terminar mal”. Según el gremialista, “lo mejor es reunirse con Menem y saldar las diferencias” (Página 12, 23/10/92 y 25/10/92). En efecto, si se hace el paro “el Gobierno va a sacar cualquier cantidad de casos con tal de desprestigiarnos ante la sociedad (Página 12, 24/10/92). El líder de la UPCN, Andrés Rodríguez, que poco antes había negociado con el Presidente el control a cargo del sistema de rescalafonamiento de los agentes públicos (Página 12, 25/10/92), afirmará, por su parte, que “nadie va a seguir a los que generan violencia, hablan con demagogia y utilizan discursos arcaicos”, ya que “se sigue a los que avanzan con resultados concretos”. Sin embargo, será replicado por José Pedraza, para quien “lo que pasa es que ahora es en serio” (Página 12, 23/10/92). Además, como reconocerá Oscar Lescano, “si los dirigentes no nos ponemos a la cabeza, íbamos a ser rebasados por las bases”. En ese contexto, agregará, “no es contra el Gobierno (la huelga), sino contra la flexibilización laboral, por aumentos de salarios y aumento a jubilados” (Página 12, 28/10/92).
Finalmente, aunque las encuestas afirmaban que sólo un 26% de la población creía que se haría finalmente el paro convocado y sólo el 17% se plegaría en caso de hacerse efectivo, el 9 de noviembre de 1992 la CGT oficialista lanzará finalmente el primer paro general contra el Gobierno (Página 12, 10/11/92). El paro tendrá un acatamiento dispar, por la negativa de algunos sectores oficialistas a plegarse a aquel, pero sobre todo, por la deslegitimación del sindicalismo cegetista.
El Gobierno, sin embargo, lejos de atenuar las medidas, potenciará el conflicto con el sindicalismo al rechazar de manera tajante la posibilidad de morigerar el proceso de desregulación de las Obras Sociales. En efecto, Menem había planteado poco antes, en el marco del Decreto 9/93, la necesidad de ir hacia un sistema basado en la “libre elección de los afiliados” a partir de abril de 1993. En ese contexto, Oscar Lescano afirmará que “la desregulación no se puede hacer sin la dirigencia gremial” (Clarín, 16/01/93), e incluso llegará a decir, en una entrevista en un matutino, que “en este momento no volvería a votar por Menem” (Clarín, 17/01/93). Poco después afirmará, en un tono más conciliador, que “apoyaría” la reelección del Presidente, pero sólo si se otorga “la participación que le corresponde al gremialismo” en el plan. En palabras de Lescano, “pretendemos tener cierto protagonismo en este plan y así poder brindar una atención concreta a los reclamos que desde hace tanto venimos sosteniendo” (Clarín, 26/01/93).
Frente a esa situación de “apriete” sindical, el presidente Menem, que buscaba efectivamente respaldos a su reelección, e incluso planteará las elecciones legislativas del ´93 como un “plebiscito”, les prometerá al “Club de Amigos”, respondiendo a sus demandas, nuevos incentivos. Particularmente, les garantizará presencia gremial en la ANSSAL y el PAMI, inserción del sindicalismo en las boletas del PJ y designación de sus integrantes en cuatro agregadurías (EE.UU., España, Ginebra y Brasil) (Clarín, 28/01/93). Además, les garantizará una participación efectiva en el Plan Social que comenzaría a implementarse a partir de enero de ese año . Con esto bastará para que Lescano cambiara rápidamente su discurso y expresara ahora su apoyo a la reelección por “la participación que le corresponde al gremialismo” en el “Plan Social” (Clarín, 26/01/93). José Pedraza, en la misma línea, apoyará también la reelección por el “Plan Social”. Según el sindicalista, “la cláusula que impide la reelección es obsoleta” (Clarín, 28/01/93).
Unos meses después, mientras el Gobierno presentaba el nuevo proyecto de reforma laboral, el Ministro de Trabajo, Enrique Rodríguez, les dirá a los gremialistas oficialistas que “no se preocupen, porque la flexibilización laboral no saldrá ni por sorpresa ni por decreto. Nuestra voluntad es acordar con ustedes y por eso volveremos a reunirnos”. Además, les prometerá que “la recaudación de las Obras sociales, en manos de Carlos Tacchi, podrá ser fiscalizada por ustedes”. No obstante, aclarará también que “es de esperar que el movimiento obrero tenga madurez para cumplir lo que se pactó” (Ámbito Financiero,16/04/93).
En ese contexto, luego de arduos debates en el Parlamento, y con los gremios de la CGT, que lograrán morigerar y postergar tanto la desregulación de las Obras Sociales como las políticas de flexibilización laboral (Senén González y Bosoer, 1999; Alonso, 2000), en septiembre de 1993 se logrará, finalmente, la sanción del régimen de jubilación privada (Ley N° 24.241), que terminará con el 82% móvil e incrementará la edad jubilatoria a 65 años los hombres y 60 las mujeres (Clarín, 23/09/93).
Finalmente, restaba resolver el tema de la privatización del sistema previsional, fuertemente criticado inicialmente por el sindicalismo (Alonso, 2000). Para destrabar el conflicto, el Gobierno les garantizará a los sindicalistas afines una participación directa como socios menores en la privatización de los fondos de jubilación y pensión (AFJP). Así, Gerardo Martínez y Carlos West Ocampo, sindicalistas de la UOCRA (construcción) y de FATSA (sanidad), respectivamente, serán socios del Banco Provincia, el Grupo Mastellone (La Serenísima) y Zenith compañía de Seguros en la AFJP “Claridad”, el gremio de Luz y Fuerza (FATLYF), junto con la Federación de Obras Sanitarias, el Sindicato del Seguro, los mecánicos de SMATA y los Municipales porteños, se harán cargo, junto con el banco UNB, de la aseguradora de fondos “Futura”, la SUTERH (porteros) se aliarán, junto con los Bancos Credicoop, Mayo y Patricios, a “Previsol” y los sindicatos de Gastronómicos (con un nuevamente menemista Luis Barrionuevo), Vidrio, Pinturas, Marítimos y Químicos se asociarán a la aseguradora “San José”13 (La Nación, 02/01/94; Noticias, 01/05/94; Página 12, “Cash”, 08/05/94). En esas circunstancias, Carlos Alderete (Luz y Fuerza), uno de los máximos beneficiarios del sindicalismo “empresario”, además de estar en el directorio de una AFJP y al frente del PAMI, se hará acreedor de un holding total que incluirá 6 usinas, banco y aseguradora propia (Página 12, 08/03/94), mientras que el nuevo Secretario de la CGT, el petrolero menemista Antonio Cassia (SUPE), tendrá a su cargo equipos de perforación y una flota de barcos con 9 empleados (Página 12, “Cash” 20/03/94).
Estos beneficios materiales, que les posibilitarán a los sindicalistas “empresarios” el manejo de un fondo total de 1.300 millones de dólares anual (INDEC, 1998), consolidarán el apoyo al modelo vigente. Así, a poco de prometerse la participación sindical en la reforma previsional, el gremialista Gerardo Cabrera (carne) expresará su respaldo a esta política del Gobierno porque “contiene muchos de los puntos reclamados por la CGT, como la participación de los trabajadores en el sistema” (Página 12, 29/12/92).
En el momento de hacerse efectiva la privatización, el gremialista menemista Héctor Valle (seguros) manifestará también su respaldo a la “reconversión” del régimen previsional, ya que “Mejora gradualmente la situación de los jubilados y pensionados” y “garantiza la acumulación de ahorro para el desarrollo económico y social de nuestro país”. Además, “la nueva ley provocará también un aumento considerable en las expectativas de los trabajadores”. En ese contexto, agregará:
“Reconocemos especialmente la firme decisión del Presidente de la Nación, Doctor Carlos Saúl Menem, el Poder Ejecutivo Nacional y el esfuerzo asumido por los legisladores que apoyaron este proyecto, hoy hecho ley, que estamos seguros, redundará en beneficio de activos y pasivos” (Clarín, 23/10/93).
Por su parte, el participacionista Gerardo Martínez, uno de los mayores beneficiarios de la privatización y ahora “empresario” y socio del Grupo Mastellone y Zenith Compañía de Seguros, afirmará en una entrevista en un matutino, acorde con su nueva función empresarial, que:
“Los sindicalistas tenemos una responsabilidad muy particular en la administración de fondos de terceros, incluyendo la recaudación de los afiliados y la administración de aportes y contribuciones en la obra social. Para darle una buena conducción a estos recursos, hay que abordar algunos aspectos empresarios” (Clarín, 23/10/93).
Poco después, el dirigente de la UOCRA dirá que “más de 45.000 trabajadores de la construcción entendieron que el hecho de tener una cuenta personal era un avance en su situación, porque les permitirá el control de sus aportes previsionales, una especie de blanqueo que les facilitará reconstruir su historia laboral”, mientras que Carlos West Ocampo, codirector de “Claridad”, la AFJP más exitosa, con 131.216 afiliados, expresará:
“Si se tiene en cuenta que el único mercado de capitales genuino qe había en la Argentina es el que generaron las AFJP, pensamos que los sindicatos que tomen esto en serio, podrán llegar a la propiedad de medios de producción decisivos para generar más empleo y proyectos sociales” (Página 12, “Cash”, 14/08/94).
Pero no sólo se beneficiarán del “negocio” de las AFJP los gremialistas empresarios. Por el contrario, otros sindicalistas, principalmente los metalúrgicos de Lorenzo Miguel, aunque también los petroleros, mineros, viajantes de comercio, cementeros, garagistas, vestido, correos y molineros, entre otros, cobrarán una comisión por parte de la AFJP “Claridad” por cada afiliado ingresado(Página 12, “Cash”, 08/05/94). Al mismo tiempo, el líder de la UOM, junto con otros 39 gremios de su entidad, será también “comisionista”, en sociedad con el Grupo Clarín y el Banco Mercantil, de la AFJP “Activa” (Página 12, “Cash”, 14/08/94). En ese contexto, tanto los “empresarios” como los llamados “comisionistas” incentivarán la afiliación de los empleados al régimen de prestación privada24 .
En esas circunstancias, y de cara a las elecciones legislativas de octubre de 1993, la UOM expresará su “lealtad al movimiento justicialista y a sus hombres” (Clarín, 23/09/93 y 30/09/93). También manifestarán su respaldo el nuevo titular de la CGT, Naldo Brunelli25 (Clarín, 16/09/93) y el gremio de la SUTERH, quienes “totalmente consustanciados con las políticas de transformación nacional que está llevando a cabo el Gobierno y el pueblo”, convocarán a “votar masivamente por el justicialismo” (Clarín, 30/09/93 y 01/10/93). Tras el rotundo triunfo oficialista26, el Presidente obtendrá, además, el respaldo de diferentes sindicatos a la reforma constitucional y a la reelección (La Nación, 14/11/93). Entre ellos, se destacará el de los gastronómicos de Luis Barrionuevo. En efecto, como vimos, un año antes el sindicalista de la UTGRA había convocado a un paro nacional junto con Ubaldini. Ahora, con su participación en el “negocio” de las AFJP, afirmaba, en cambio, su apoyo a la “búsqueda de la reelección presidencial”, ya que “es la única forma posible de continuar con la estabilidad lograda y encarar el avance económico y social que todos anhelamos” (Clarín, 25/10/93).
A pesar de que el plan económico del Gobierno generaría un incremento paulatino de la desigualdad, la pobreza y sobre todo la desocupación, Menem logrará mantener el apoyo de los sindicalistas de la CGT a su reelección. Para ello, el nuevamente menemista Luis Barrionuevo, junto con Oscar Lescano, empresarios, políticos y dirigentes del justicialismo, crearán en abril de 1994 el “Movimiento Político Sindical Menem ´95” (Página 12, 25/05/94). Poco después, el Presidente consolidará el incondicional respaldo de los gremios oficialistas a la reelección a partir de la promesa de una participación en el Plan Quinquenal27 y en las listas del PJ (Página 12, 10/08/94).
En ese contexto, el llamado “Bloque político sindical 17 de Octubre”, que incluirá a los gremios de la UOM, municipales, SOECRA, UOCRA, ASIMRA, SOIVA, UATRE, carne, textiles, petroleros, correo y telecomunicaciones, SUTIAGA, SUTACA, UTICRA, mineros, Federación de Trabajadores de Gas, SUPARA, bancarios, Obras Sanitarias y ATSA, manifestará en un afiche su respaldo a la “política de transformación desarrollada por el presidente y compañero Menem” (Clarín, 10/03/95). Del mismo modo, el gremio de la SUTERH confirmará su respaldo “para acompañar activamente a los políticas de transformación que conduce el compañero presidente Carlos Menem”. Y cerrará: “junto a Menem para concretar la transformación con justicia social” (Clarín, 02/03/95).
Uno de los mayores entusiastas de la reelección presidencial será, sin embargo, el líder de los petroleros y Secretario General de la CGT, Antonio Cassia. En efecto, el gremialista de la SUPE se había visto beneficiado poco antes debido a que el Gobierno le había concedido una participación accionaria en la privatización de YPF. Además, había logrado negociar y atenuar eficazmente la desregulación de las obras sociales y la reforma laboral que pretendía instaurar el Gobierno. En ese contexto, el sindicalista, que había afirmado en su momento que la Marcha Federal de julio de 1994 “indudablemente fue un fracaso” (Clarín, 08/07/94), y había calificado a los “paros activos” como extemporáneos” (Página 12, 07/07/94), manifestará su apoyo al Gobierno, ya que “gracias a esta conducción, evitamos la desregulación de las obras sociales y una flexibilización laboral salvaje” (Clarín, 05/04/95). Además, en una solicitada conjunta con el total de los gremios oficialistas (UPCN, Unión Ferroviaria, FOETRA, UOCRA, seguros, SUPE, taxistas, carne, calzado, SUTERH, empleados de comercio, entre otros), expresará:
“El sindicalismo (...) tiene un rol activo de participación necesaria por historia y experiencia en la construcción de un nuevo modelo de Sistema de Salud, y a los efectos de cumplir con su responsabilidad, ha presentado oportunamente a las autoridades nacionales dicha propuesta, que incluye la necesaria participación de Obras Sociales modernizadas y adecuadas a los requerimientos actuales de la sociedad (...). La CGT, a través de sus legítimos representantes, debe tener una participación necesaria en las grandes decisiones que hacen a la política nacional (..). Como consecuencia, ratificamos nuestra pleno apoyo para las elecciones del próximo 14 de mayo a la fórmula presidencial Menem-Ruckauf, y a todos los candidatos del justicialismo” (Clarín, 11/04/95).
Poco después, el Sindicato de Trabajadores del Plástico expresará también, en una solicitada titulada “La única verdad es la realidad”, su apoyo al Presidente debido a “La transformación en las raíces profundas de una Argentina violenta, de hiperinflación, de saqueos, a la nueva Argentina real, que existe en el mundo, que tiene su moneda estable” (Clarín, 02/05/95).
Una semana más adelante, la CGT oficialista realizará una nueva solicitada en la que asumirá su respaldo para “culminar la tarea transformadora que en 1989 iniciáramos junto a Carlos Saúl Menem”. Resaltará, además, la “estabilidad obtenida”, la “hiperinflación derrotada”, la “Concordia Nacional” y el logro de “una Argentina reconocida y confiable en el concierto de las naciones del mundo” (Clarín, 10/05/95). Al mismo tiempo, también manifestarán su respaldo al Presidente los Viajantes y Vendedores Profesionales, las 62 Organizaciones y los Trabajadores Gastronómicos, estos últimos porque “hoy tenemos una moneda fuerte y respetada”, porque “hoy no hay empresas estatales deficitarias” y porque Menem “sentó las bases para que surja una nueva Argentina” (Clarín, 11/05/95). Del mismo modo se expresarán los Sindicatos de Empleados de Correos y Telecomunicaciones (SECYT) (Página 12, 11/05/95) y nuevamente el gremio de la SUTERH, quien apoyará en sendas solicitadas la reelección presidencial “por el presente de estabilidad y crecimiento” (Clarín y La Nación, 12/05/95). Finalmente, Menem obtendrá el respaldo del Sindicato de Trabajadores de Edificios de Renta Horizontal (FATERYH), del gremialista José Pedraza, los Supervisores Metalmecánicos, para quienes “cortar la transformación (realizada) es volver al fracaso” y nuevamente de los Trabajadores del Seguro, porque “los cambios y transformaciones que prometió Menem ya son una realidad” y, porque “renovamos nuestra esperanza en la estabilidad y en el claro camino trazado” (Clarín y La Nación, 12/05/95).
Pero no sólo manifestarán su respaldo explícito al Presidente los miembros del “Club de Amigos”. Por el contrario, los metalúrgicos también se disciplinarán al Gobierno. Así, con el título “la UOM es orgánica y peronista”, este gremio expresará en una solicitada “el apoyo masivo y entusiasta de la UOM a los candidatos del PJ en los comicios del 14 de mayo” (Clarín, 11/05/95). Además, en una muestra de la unidad partidaria en torno al liderazgo de Menem, a poco menos de un mes de las elecciones, un total de 85 gremios de la CGT, que incluirá desde sectores “Amigos”, como los petroleros, personal civil, unión ferroviaria, trabajadores del caucho, empleados de comercio, construcción, telefónicos, seguros, peluqueros, porteros, carne y taxistas), hasta “Elefantes”, como la UOM y los gremios de la aduana y los trabajadores químicos, firmarán una solicitada conjunta en la que “ratificarán” su “pleno apoyo para las elecciones del próximo 14 de mayo a la fórmula presidencial Menem-Ruckauf, y a todos los candidatos del justicialismo” (Clarín, 11/04/95).
En esas circunstancias, prometiendo mantener los “negocios” del sindicalismo, y sobre todo la estabilidad, que favorecía también a sus bases, el Presidente, acompañado por Carlos Ruckauf, no tendrá dificultades en ser reelecto con el 49,89% de los votos en las elecciones presidenciales de mayo de 1995, frente al 28,37% que obtendrá la fórmula del FREPASO José Octavio Bordón-Carlos “Chacho” Álvarez (Página 12, 17/05/95).
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FUENTES
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Ámbito Financiero
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Página 12
- “El Plan de Convertibilidad y el sindicalismo durante la primera presidencia de Menem”, publicado en Revista Trabajo y Sociedad, Número 10, Volumen 9, Santiago del Estero, 2008. ISSN 1514-6871. Disponible en línea en http://www.unse.edu.ar/trabajoysociedad.
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1 Este trabajo forma parte de un capítulo de mi tesis, presentado en FLACSO en 2007 con el título de Identidades y representación: el rol del Plan de Convertibilidad en la consolidación de la hegemonía menemista (1991-1995). Agradezco muy especialmente los comentarios y sugerencias realizados por el Dr. Gerardo Aboy Carlés.
2 Licenciado en Ciencia Política (UBA), Magíster en Ciencias Sociales con mención en Ciencia Política y Sociología (FLACSO) y Becario doctoral (CONICET/UBA). E mail: herfair@hotmail.com
3 Durante la campaña presidencial, Menem afirmaba que iba a implementar una Revolución Productiva que terminaría con la especulación y un Salariazo que iba a consolidar el mercado interno (véase Clarín, 25/02/89, 26/02/89 y la Solicitada del 12/05/89). Al respecto, cfr. también Menem y Duhalde (1989).
4 La mayoría de los trabajos que analizan el Proceso destacan el poder de veto que ejercieron los sectores militares, quienes no veían con agrado la reducción del papel interventor del Estado ni las consecuencias, principalmente en relación a la desocupación, aunque también a nivel desindustrialización, que ese modelo traía aparejado (al respecto, cfr. Canitrot, 1982 y Schvarzer, 1986, entre muchos otros). Téngase presente, en este sentido, que la desocupación durante el período 1976-1983 variará de un mínimo de 2,0% en 1979 a un máximo que sólo alcanzará el 4,8% en 1982 (Torrado, 1994: 176).
5 Torrado (1994), en un análisis más detallado, nos advierte, sin embargo, que en realidad el proceso de concentración, con antecedentes en el modelo agroexportador, surgirá con fuerza ya a partir del modelo desarrollista. Durante esta etapa, si bien se incrementará fuertemente la industrialización de la economía, el modelo de acumulación ya no estará basado en salarios altos que incentiven el consumo de bienes del mercado interno. Por el contrario, prevalecerá el incentivo a la inversión, el gasto público y el consumo de bienes suntuarios por parte de los sectores más acomodados. Como consecuencia de ello, se producirá en esos años, aprovechando la existencia de mercados oligopólicos, el inicio de una concentración regresiva del ingreso en detrimento de los trabajadores. Este proceso, no obstante, sólo logrará consolidarse a partir del modelo aperturista. Así, para el año 1983 solamente 64 empresas (33 grandes grupos económicos nacionales y 31 transnacionales), controlaban en total nada menos que 1.020 empresas. Por otra parte, de las 200 empresas industriales más importantes, dichos actores absorbían en su conjunto el 55,4% del volumen total de ventas.
6 En realidad, podemos distinguir 3 bandos dentro del sindicalismo: los “Amigos”, representados por los gremios nucleados en la CGT oficialista que brindarán un firme respaldo al Gobierno (personal civil, mecánicos, construcción, telefónicos, seguros, ferroviarios, lucifuercistas, petroleros, mercantiles, entre otros), los “Elefantes” que, liderados por el histórico jefe de la UOM, Lorenzo Miguel, aprovecharán para “golpear y luego negociar”, y los opositores que, desde la CGT Azopardo se opondrán a las reformas menemistas (al respecto, véase Palermo y Novaro, 1996: 343-349).
7 El presidente Alfonsín se verá obligado a dejar el mando 5 meses antes de finalizar su mandato en medio de una crisis hiperinflacionaria que llegará a niveles inéditos en la historia del país y saqueos a supermercados en cientos de localidades de todo el país. Al respecto, véase Martínez (1991).
8 La primera de ellas será la más impresionante, con índices que llegarán a 79,2% en enero y 61,6% en febrero de 1990. Para un análisis más detallado del particular, véase Fair (2007).
9 La inflación, que en febrero de 1991 había sido del 27%, disminuirá a sólo 3,1% en junio y 2,6% en julio, llegando a un mínimo de 1,3% en agosto (Página 12, 05/07/91; La Nación, 02/08/91 y 31/08/91). De este modo, el país alcanzaba la tasa más baja desde marzo de 1974 (Clarín, 04/09/91). Un mes después, el índice de inflación decaerá aún más, al sumar sólo un 0,4% (Página 12, 04/10/91).
10 A los pocos días de implementarse el Plan de Convertibilidad, los gremios oficialistas expresarán en una solicitada su apoyo a las medidas implementadas por el gobierno, ya que “apuestan a la estabilidad y el crecimiento” (Página 12, 06/04/91). Raúl Amín, líder de la CGT oficialista, también expresará su respaldo al Plan (Clarín, 11/06/91).
11 La ANSSAL, creada por la Ley N° 23.661 en enero de 1989, es una entidad estatal con autarquía financiera y administrativa que funciona en el ámbito de la Secretaría de Salud nucleando a 331 Obras Sociales. El objetivo básico que imperó en su creación fue el de proveer prestaciones de salud igualitarias en base a un criterio de justicia distributiva (MTSS, 1993).
12 Esta medida tomada por el Gobierno provocó, poco después, la salida de los gremios que representaban estos sindicatos (gastronómicos, carne, textil) de la CGT San Martín (Clarín, 12/07/91). La salida, sin embargo, no implicará para estos gremios colocarse en el bando de enfrente. Luis Barrionuevo, uno de los que saldrá perjudicado tras la intervención y posterior destitución de la dirección de ese organismo, lo expresará claramente: “No estoy arrepentido (de haber apoyado a Menem), porque eso le sirvió a Menem para privatizar empresas, reformular el Estado y hacer 11 ajustes. Hoy no queremos enfrentarlo a Menem, que está bien orientado en sus políticas de mediano y largo plazo. Pero reclamamos una participación activa del movimiento obrero”. Además, dirá también “soy uno de los pilares fundamentales del triunfo de Menem, lo cual no me adjudica ningún derecho para exigirle nada al Presidente (...). Es más, sigo apreciando a Menem”. Finalmente, afirmará, de manera elocuente, “Debemos recuperar a Menem, y yo voy a ser más útil desde mi actual posición” (Entrevista en Clarín, 08/07/91).
13 Según la Dirección Nacional de Programación del Gasto Social (1999: 81), los fondos anuales de la ANSSAL fueron de 3.733 millones de dólares en 1991, 3.628 en 1992, 3.799 en 1993, 3.953 en 1994 y 3.927 millones en 1995.
14 En efecto, tal como muestran las estadísticas disponibles, los fondos de la ANSSAL fueron distribuidos de manera arbitraria y mediante una ausencia de mecanismos de transparencia y control estatal (MTSS, 1993).
15 Un exhaustivo análisis del discurso menemista puede hallarse en Fair (2007).
16 Ubaldini, además, se había visto desgastado por los 13 paros que le había hecho al ex presidente radical. Como consecuencia de esta crisis de legitimidad, que se expresará en una imagen positiva de los sindicalistas de sólo 6,9% en abril de 1991 (Página 12, 30/04/91) y 3% en enero de 1994, además de que el 95% de los encuestados quería investigar sus fondos y un 84% que creía que colaboraban poco y nada para solucionar los problemas del país (Página 12, 25/01/94), se producirá una marcada reducción de la convocatoria política de los sindicatos (cfr. Fernández, 1998).
17 Según algunas fuentes, la UOM era el gremio cuya deuda era mayor, con casi 50 millones de dólares, seguido por la OSECAC y los Ferroviarios, con 30 millones de dólares (Ámbito Financiero, 05/08/91). Otros cálculos señalan, sin embargo, que la UOM debía 20 millones de dólares, la OSECAC 13,1 y los bancarios 6 millones de dólares (Página 12, 07/01/94).
18 El líder de la UOCRA había criticado en su momento la privatización y despidos de ENTEL afirmando que “300.000 obreros están en la calle” (Clarín, 28/02/90).
19 En efecto, luego de los “adelantos” en las provincias de San Juan, San Luis y Río Negro, en la que el oficialismo triunfaría en las dos primeras (Clarín, 12/08/91), el 8 de septiembre de 1991 se llevaron a cabo las primeras elecciones legislativas. Ignorando los casos de corrupción y el indulto a los militares, el PJ triunfará ampliamente en Buenos Aires y otras 9 provincias (luego sumaría 8 más, Página 12, 29/10/91), alcanzando el 40,72% de los sufragios, frente a 29,02% de la UCR y 5,29% de la UCeDé (INDEC, 1998). Si bien el Gobierno resultará derrotado en Capital Federal y Córdoba, lo hará frente a la oposición moderada de Angeloz y De la Rúa. Los sectores más opositores, personificados por el sindicalista Saúl Ubaldini y el Grupo de los Ocho, obtendrán, por su parte, magros resultados, no alcanzando, el primero, siquiera el 3% requerido para ser electo Diputado, mientras que el Grupo de los Ocho, al igual que la UCR, perderá dos bancas, al tiempo que el oficialismo obtenía siete adicionales. Párrafo aparte merece la desastrosa performance de la izquierda que, dividida días antes de las elecciones (Clarín y Página 12, 24/08/91), no logrará colocar ningún diputado en la Cámara (Clarín, 09/09/91).
20 Según Ubaldini, voy “por afuera” porque “mi proyecto es peronista y lo de Duhalde, por el momento, significa la continuidad del rumbo del gobierno nacional, y ese no es mi rumbo” (Clarín, 08/08/91).
21 Poco después de las elecciones, la CGT Azopardo perderá cien mil afiliados, cuando los gremios de la alimentación (Federación de Trabajadores de la Industria Alimentaria) y luego los conductores de trenes (La Fraternidad), abandonen la central opositora (Senen González y Bosoer, 1999: 74).
22 El Plan incluía desde programas para los jubilados en situación de extrema pobreza hasta un paquete de medidas de promoción del empleo (Senen González y Bosoer, 1999: 105).
23 Además, garantizará una prestación básica universal y la opcionalidad de una AFJP estatal a cargo del Banco Nación (Alonso, 2000).
24 Ambos sectores legitimarán su ingreso al “negocio” en la idea de no ceder espacios económicos a los bancos de una clientela tradicionalmente vinculada a los gremios y evitar una competencia con las AFJP, que iban a ofrecer servicios médicos cuando las Obras Sociales se desregularan (Página 12, “Cash”, 08/05/94).
25 A comienzos de abril de 1993, Naldo Brunelli reemplazó a Oscar Lescano como Jefe de la CGT oficial (Ámbito Financiero, 01/04/93).
26 El 3 de octubre de 1993 se realizarán las segundas elecciones legislativas. El oficialismo, en una clara victoria, obtendrá el 42,46% de los votos, frente al 30,23% de la UCR y 5,78% del MODIN (INDEC, 1998). Además de vencer en distritos claves como la Capital Federal, históricamente esquiva al justicialismo, y el Gran Buenos Aires, el PJ sumará 10 diputados. El radicalismo, en cambio, perderá 1, mientras que la UCeDé, absorbida por los votos hacia el Gobierno, se reducirá en 4 bancas (La Nación y Página 12, 04/10/93 y 05/10/93).
27 El Plan prometía la construcción de 344.000 viviendas por $700 el metro cuadrado (Página 12, 02/07/94).
28 El radicalismo, por su parte, fuertemente desprestigiado debido a la “claudicación” asociada a la firma del Pacto de Olivos, sólo alcanzará, con la fórmula Massaccesi-Hernández, el 16,75% (INDEC, 1998). De este modo, llegará a su mínimo histórico. El justicialismo, además, sumará 7 diputados, obteniendo quórum propio, mientras que el radicalismo perderá 12 y el FREPASO, segundo partido opositor, sumará 13 (Página 12, 16/05/95).
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