CONSIDERACIONES
ACERCA DE LA INTERVENCIÓN FRANCESA EN EL ESTADO MALÍ
Abstract:
en el presente trabajo abordaremos la intervención francesa en el conflicto de
Malí en el año 2014 –conocida bajo el nombre de “Operación Serval”-.
Observaremos los actores centrales que se desenvolvieron en el conflicto y sus
principales intereses, y consideraremos que la intervención francesa no posee
objetivos altruistas ni benevolentes, sino que más bien se limita a la
protección de sus intereses nacionales en el extranjero.
Dicha
intervención será analizada desde una perspectiva realista. Entiendo por
realismo aquella escuela de las Relaciones Internacionales que considera que
los Estados se desenvuelven en un sistema internacional anárquico, y buscan
maximizar sus intereses y beneficios.
Con
el presente trabajo, se buscará denotar que el conflicto de Malí se encuentra
atravesado por una serie de actores y variables complejas que la intervención
de Francia no se ha encargado de resolver, ya que se ha confinado a la
concreción de sus propios intereses. Por lo que, mientras las causas profundas
del conflicto no se vean alteradas el conflicto se mantendrá latente.
CONSIDERATIONS
ABOUT THE FRENCH INTERVETION IN THE MALI STATE
Abstract:
In this paper we will deal with the French intervention in the conflict in Mali
in 2014 - known as "Operation Serval". We will look at the central
actors in the conflict and their main interests, and consider that the French
intervention does not have altruistic or benevolent objectives, but rather is
limited to the protection of their national interests abroad.
This
intervention will be analysed from a realistic perspective. By realism I mean
the school of International Relations that considers that States operate in an
anarchic international system and seek to maximize their interests and
benefits.
This
work will seek to denote that the Malian conflict is crossed by a series of
actors and complex variables that France's intervention has not resolved, since
it has been limited to fulfilling its own interests. Therefore, as long as the
root causes of the conflict are not altered, the conflict will remain latent.
CONSIDERACIONES
ACERCA DE LA INTERVENCIÓN FRANCESA EN EL ESTADO MALÍ
Por: Camilo Agustín Cappellano.
Universidad Católica de La Plata.
INTRODUCCIÓN
La
intervención francesa desarrollada en Malí en los años 2013-2014, bajo el
nombre de “Operación Serval”, se ha presentado a menudo como una muestra del
éxito del manejo de la política exterior francesa. En el presente artículo,
sostendremos que si bien la intervención francesa logró materializar ciertos
objetivos en el desarrollo táctico y militar del conflicto, fue al mismo tiempo
un fracaso rotundo desde el punto de vista social, político y económico, por
haberse limitado al cumplimiento de los objetivos franceses nacionales en el
exterior, y no atender las causas profundas y estructurales que promovieron el
caos y el conflicto en el Estado de Malí y la región.
La
intervención en Malí será analizada desde una perspectiva realista.
Entenderemos por realismo a aquella escuela teórica de las relaciones
internacionales que se basa en la premisa de que los Estados son los
principales actores del sistema internacional, los cuales se desenvuelven en un
sistema internacional de carácter anárquico; y se presentan como agentes que
buscan continuamente maximizar sus beneficios, a fines de salvaguardar su
seguridad, integridad y supervivencia.
Consideraremos
además, que el conflicto que sacude a Malí, es un conflicto de carácter
geopolítico y multi-causal. Pues, se encuentra atravesado por una cantidad
considerable de factores y variables: variables políticas, económicas,
militares, sociales, culturales, étnicas, religiosas, de recursos naturales, de
posicionamientos geográficos estratégicos, de intereses privados, etcétera. Lo
cual lo vuelve un conflicto altamente complejo, donde los actores y sus
respectivos intereses van a presentarse de manera cuantiosa y diversa.
Pero
para comprender y poder analizar el caos y conflicto en el que se encuentra
subsumido el Estado de Malí y la mencionada intervención francesa, es menester
comprender primero quiénes son los actores que se desenvuelven el mismo, cuáles
son sus objetivos e intereses, con qué medios cuentan para realizar sus
actuaciones, etcétera.
En
términos generales, podemos dividir a los actores en cuatro categorías: los
grupos rebeldes o separatistas, el Estado de Malí, el Estado de Francia y los
grupos islamistas extremos o de corte yihadista. Restaría añadir en el caso
francés, la actuación empresas y conglomerados privados, en tanto grupos de
interés y de presión, que hacen uso extractivo de distintos tipos de recursos
naturales, especialmente de las reservas de uranio compartidas en la región
norte con Níger. Este punto será abordado más adelante.
Procederemos
a hacer un sucinto análisis sobre la composición y caracterización de cada uno
de estos actores mencionados. A posteriori, se reflexionará acerca de los
recursos naturales y el posicionamiento geográfico y estratégico, que convierte
a Malí en un espacio atractivo a los ojos de la comunidad internacional; para
finalmente realizar algunas conclusiones que se puedan desprender de la
información presentada.
ORGANIZACIONES
YIHADISTAS
Las organizaciones yihadistas se
constituyen como uno de los principales actores que se desenvuelven en el
conflicto de Malí. Uno de los pilares sostenidos para la intervención francesa
y su proceso de legitimación, resultó ser justamente la necesidad de detener el
crecimiento de este tipo de organizaciones en la región, y avanzar en su
posterior erradicación. Las mismas se encuentran localizadas en la región norte
del país. Analizaremos a continuación y de forma breve, algunas de las
organizaciones terroristas que han tenido mayor actuación e incidencia en el
conflicto.
Una de las principales
organizaciones yihadistas que se desenvuelven en el territorio, lleva el nombre
“AQMI” (Al Qaeda del Magreb Islamico). Es una organización terrorista
internacional de origen argelino creada en 1997 como disolución del Grupo
Islámico Armado por Hassan Hattab y el muftí Ahmed Zarabib. Sus líderes
espirituales son los jordanos Abu Qutada y Abu Al-Haitan, vinculados desde sus
principios con la Yihad Islámica, y desde 2006 con Al-Qaeda. Está dirigida
desde 2004 por Abdelmalek Droukdel y es considerada como una de las
organizaciones de terrorismo islámico más peligrosas del Norte de África.
Anteriormente eran conocidos como el
“Grupo Safalista para la Predicación y el Combate (GSPC)”. Era un grupo de
origen Argelino ligado a estrechos vínculos con Osama Bin Laden. Sin embargo,
en el año 2001, seis de sus integrantes fueron arrestados en España, lo cual
derivo en su disolución por una crisis de mando.
Entre sus acciones más destacadas se
encuentra la emboscada al ejército argelino el 3 de enero de 2003, en la región
del Teniet El Abed; el secuestro de 23 europeos en el mismo año, un atentado
en julio de 2005 donde fallecieron 20 mauritanos, otro atentado en Argelia en
abril de 2007, el secuestro de numerosos cooperantes extranjeros en el Sahel y
el asalto a dos hoteles, en Bamako en noviembre de 2015 y en
Uagadugú en enero de 2016.
Otro de los actores yihadistas más
importantes que se desenvuelve en el conflicto, es conocido como “ANSAR DINE”.
Es un grupo de origen africano que busca implementar la Ley Islámica (Ley
Sharia), a partir de la formación de un Estado Teocrático en Malí. Es uno de
los principales grupos rebeldes del norte, y se encuentra esparcido por Malí,
Argelia y Níger.
En los años recientes, lanzaron una
campaña para la destrucción de mausoleos declarados como patrimonio cultural de
la humanidad, algo característico del islamismo extremo: el intento de
destrucción de la historia y la identidad de las sociedades en las que buscan
extender su influencia.
Su principal líder es lyad Ad Ghaly,
acusado de sostener nexos directos con Al Qaeda. En marzo de 2012 realizaron su
primer accionar como grupo terrorista. Se considera que son los causantes de la
mayoría de los ataques en el norte de Mali, incluso ataques directos contra
bases desplegadas por las Naciones Unidas.
Otros de los actores yihadistas
destacados que se desenvuelven en el conflicto, es conocido como “MUJAO”
-Movimiento Para La Unidad Y Yihad De Africa Occidental-. Es una organización
activa formada a partir de una ramificación del grupo Al-Qaeda en el Magreb
Islámico. Anunciaron su primer acción armada el 12 de diciembre de 2011 a
través de un video, donde sostenían el objetivo de expandir la Yihad más allá
de las áreas de África Occidental que no formaban parte de los intereses de
AQMI.
Aparecieron por primera vez en la
escena internacional cuando secuestraron a tres embajadores humanitarios que
estaban en los campos de refugiados saharauis en Tinduf, convirtiendo a los
secuestros en su nueva forma de financiamiento. Lograron tomar la región Gao
junto con Ansar Dine. Finalmente, para el año 2015 optaron por anunciar su
unión al grupo terrorista AQMI.
Por último, cabe mencionar al grupo
“AL-MURABITOUN”. Es un grupo armado yihadista salafista del Sahel creado
en agosto de 2013 con la unión del MUJAO y “Los Firmantes de
Sangre”, liderado por Mojtar Belmojart. Al Murabitun está activo en
la región de Gao en Mali y en el norte de Nigeria, aunque ha reivindicado
también acciones en la capital de Mali, Bamako, y en Burkina Faso. Desde su
surgimiento, han realizado una gran cantidad de incursiones militares y
terroristas, despertando la atención de la comunidad internacional.
Para
diciembre del 2015, cuando la Operación Serval francesa ya había terminado, la
organización emitió un documento en el que anunciaba su disolución. Pues, se
habían quebrado sus cadenas de mando y la mayoría de sus líderes ya habían sido
asesinados.
MOVIMIENTOS
SEPARATISTAS
Además
de organizaciones ligadas al islamismo extremo, existe en la “región Azawad”,
ubicada al norte del Estado de Malí, una etnia conocida como los “Tuareg”. Su
localización no se limita al norte de Malí, sino que se trata de un pueblo
nómada esparcido a lo largo de Argelia, Libia, Níger, Burkina Faso y Malí.
El
desconocimiento y desplazamiento que han sufrido durante las últimas décadas
por parte de los mencionados Estados, sumado a su marginalización económica y
cultural, los ha llevado a encarar una lucha política armada, buscando el
reconocimiento de la creación de un Estado Tuareg en la región norte de Malí
–región Azawad-.
Los
Tuareg de dicha región han mantenido buenas relaciones históricas con países
fronterizos y de la región, especialmente con Libia y con Argelia. Momentos en
los cuales Muammar Gaddafi comandaba las riendas del poder en Libia, los Tuareg
se convirtieron en un gran aliado del gobernante, ocupando lugares de
envergadura en las fuerzas extranjeras libias. Cuando en el año 2011 Gaddafi es
derrocado, se produce un retorno de Tuaregs al territorio Maliense en su región
norte. Los mismos, retornaban a fuertemente armados y equipados, con una buena
preparación y experiencia en combate fortalecida por la instrucción recibida en
los combates en el territorio libio.
Al
poco tiempo, el 17 de enero del 2012, estalló en el norte de Malí la denominada
“cuarta rebelión tuareg” desde que el país alcanzó su independencia en 1960. La
ofensiva miliar fue lanzada por el MNLA –Movimiento Nacional para la Liberación
de Azawad-, la organización Tuareg más fortalecida, organizada y militarizada
de la región. Luego del golpe de Estado realizado por las fuerzas militares
oficiales del gobierno de Malí hacia el gobierno central en abril del mismo año
(explicado en el siguiente apartado), los tuareg y el MNLA declararon la
independencia de la región Azawad, dando lugar al intento de creación del
“Estado Azawad”.
Dicho
procesó, no hizo más que erosionar la limitada soberanía que ejercía el Estado
de Malí sobre su propio territorio. El gobierno maliense se encontró con un
actor político y militar reconvertido y fortalecido en su reivindicación y su
lucha. Los Tuareg, que se veían beneficiados del desorden y estado de
beligerancia que generaban las fuerzas yihadistas, comenzaron a avanzar hacia
el sur del país junto con las organizaciones islamistas, forzando la retirada
del ejército oficial de Malí, debido a los escasos medios con los que contaban
para el combate.
FUERZAS
DEL ESTADO MALIENSE
Las
fuerzas militares oficiales del Estado de Malí, fueron creadas recién en el año
1960, una vez declarada la definitiva independencia del Estado respecto a la
dominación colonial francesa. En sus comienzos, contaba solamente con 1
batallón, y con apenas 1232 miembros para el año 1961. Actualmente cuentan con
una fuerza de 17.800 hombres, impartiendo un gasto anual del 3% de su PBI.
Su
material armamentístico se componía de la herencia colonial francesa, sumado a
la provisión soviética durante los 70’ en el contexto y desarrollo de la Guerra
Fría, siendo la URSS uno de los principales socios y formados de las FFAA
durante esos años.
La
primera prueba real a las FFAA de Mali, ocurre en el conflicto de Agacher en
1974. La segunda prueba en 1990 cuando miembros de la Etnia Taureg se rebelan y
atacan edificios gubernamentales en Gao. El ejército responde rápidamente y
logra repeler estos ataques, pero el país entra en un estado de guerra civil. Durante
los años 2000’, las FFAA de Mali fueron quedando diezmadas a lo largo del
conflicto contra los separatistas Tuareg. Es así que a comienzos del 2012, Mali
perdió el control de cerca del 60% de su territorio.
Cuando
las fuerzas separatistas y yihadistas del norte comienzan su fuerte avance
hacia el sur en el año 2012 para intentar conquistar la totalidad del
territorio de Malí, las fuerzas armadas malienses (que se encontraban en
condiciones inferiores en términos armamentísticos y logísticos), comienzan a
retirarse hacia la capital sureña del país –Bamako- con un aire de enojo y
descontento por la derrota y humillación que había sufrido, acusando de
pasividad al presidente en ejercicio Amadou Touré. Es así que las FFAA deciden
realizar un golpe de Estado el 22 de marzo de 2012, instaurando una junta
militar para gobernar el Estado y reformular la estrategia de lucha contra con
las fuerzas rebeldes que se avecinaban del norte.
Pocos
días después de este suceso, las nuevas autoridades militares malienses,
solicitan la intervención francesa en el conflicto, a fines de evitar el
desmoronamiento completo y total del Estado Maliense.
LA
INTERVENCIÓN FRANCESA
La
intervención francesa en el Estado de Malí, comenzó en el mes de enero del año
2013 bajo el nombre de “Operación Serval”. La misma centró sus esfuerzos en el
norte del país, donde se concentran y entrecruzan todos los actores que se
desenvuelven en el conflicto. Esta intervención militar fue llevada a cabo con
el apoyo de varios países africanos occidentales bajo el amparo de las Naciones
Unidas. Se anunció que su principal objetivo sería frenar el avance de los
rebeldes islamistas ligados a Al Qaeda y el ISIS, que desde 2012 gobernaban de
facto el país.
Sería
menester partir del supuesto de que la intervención francesa en Malí no
constituye una excepcionalidad en perspectiva histórica, ya que desde los
períodos coloniales y sus posteriores independencias, Francia ha mantenido una
actitud intervencionista en el continente africano y en los países de la región
del Shael, en busca de defender sus intereses nacionales en el continente.
Esta nueva intervención surge producto del pedido de
intervención realizado por parte del gobierno militar de Malí, para recuperar
el norte del país y frenar el avance de los grupos rebeldes hacia la capital
sur.
Sin hacer un análisis exhaustivo de los
detalles tácticos acerca de la intervención francesa, podemos afirmar que la
misma consistió en la toma y reconquista de espacios estratégicos (como la toma
de los aeropuertos de Gao o Tumbuctú) que luego sirvieron al ejército francés
de base para nuevas operaciones, y produjeron al corto plazo un fuerte
debilitamiento logístico de su enemigo.
La
Operación Serval fue finalizada formalmente el 13 de julio del año 2014, para
ser reemplazada por una nueva operación –Operación Barkhane-, donde los
combates contra los grupos extremistas continuaron, pero con un enfoque más
defensivo que ofensivo, debido al considerable debilitamiento que ya habían
sufrido las fuerzas yihadistas.
MARCO
SOCIAL Y POLÍTICO EN EL QUE SE DESENVUELVEN LOS ACTORES
Los
actores anteriormente mencionados, se desenvuelven en un marco político, social
y económico muy particular, al cual es menester hacer mención para comprender
con mayor claridad sus motivaciones y posicionamientos.
Malí
es un país con aproximadamente 17.599.694 de habitantes, de los cuales un 94,8%
profesa la religión musulmana, amenazado por una creciente influencia de
organizaciones religiosas extremistas como ISIS y Al Qaeda.
A
su vez, es uno de los países más pobres del mundo, donde más de la mitad de su
población está subsumida en la pobreza –ocupa el puesto 179/188 en Índice de
Desarrollo Humano- y donde más de la mitad de su población es joven (un 47%
está por debajo de los 14 años). Mantiene una tasa de analfabetismo que ronda
el 40% y una esperanza de vida que no supera los 48 años.
Esta
mezcla de juventud, falta de educación y dificultades de acceso a bienes
esenciales para la vida humana, vuelven a la gran cantidad de jóvenes que
integran la Nación un blanco fácil y vulnerable para el reclutamiento de las
milicias y los grupos islamistas extremos. Pues, estos grupos se presentan
como un canalizador del descontento social que genera la desintegración social
y la falta de respuestas por parte de un Estado cada día más débil.
Sumado
este breve recorte datos a que el Estado de Malí -debido a los diferentes
desafíos que ha tenido que afrontar-, no ejerce su integridad territorial -es
decir, que no posee capacidad de ejercicio de su soberanía sobre distintas
regiones de su territorio-, nos dan cuenta que estamos ante la presencia de un Estado
Fallido. Entendiendo por éste, la incapacidad por parte del Estado del
ejercicio del monopolio legítimo de la violencia, y de ejercer por parte del
mismo sus capacidades estatales.
INTERNVENCIÓN
FRANCESA: ¿ÉXITO O FRACASO?
Para
entender –desde una perspectiva realista- la intervención francesa en Malí, hay
que reconocer el supuesto de que ésta no es el resultado ingenuo de una acción
de carácter altruista, sino que se enmarca en la búsqueda de la satisfacción de
intereses nacionales franceses en el Estado maliense y la región.
Podríamos
afirmar que la intervención francesa tiene dos tipos de intereses concretos:
aquellos ligados a cuestiones de acceso a cierto tipo de recursos naturales, y
los ligados a las cuestiones de seguridad.
Desde
el punto de vista de la seguridad, el Estado francés temía que en caso de no
detener de forma rotunda y radical el esparcimiento de las corrientes
religiosas extremas; el Estado de Malí se convertiría en una base de
operaciones terroristas a escasa distancia geográfica respecto al continente
europeo, y especialmente cercana a su propio país. Los propios funcionarios
franceses han expresado públicamente que si no se efectivizaba la intervención
en Malí, esta podría constituirse como la “nueva Afganistán”. Es decir
que la intervención francesa tiene un carácter preventivo en términos de
seguridad nacional y continental, al evitar la propagación de corrientes y
movimientos yihadistas en una región tan cercana a su propio territorio.
Las
ventajas en términos de posicionamiento geográfico que ofrece Malí a las
organizaciones terroristas, sumadas a la gran cantidad de recursos humanos y
materiales explotables que conforman el territorio, además de una gran masa de
personas excluidas del sistema económico y político, y un Estado nacional
incapaz de ejercer su soberanía; eran las condiciones ideales para la
proliferación de movimientos y agrupaciones extremistas como el ISIS o Al
Qaeda.
A
esto, restaría examinar el peso e importancia que podrían tener los recursos
naturales del territorio maliense, y los intereses franceses respecto a los
mismos. Para dicho cometido, hay que resaltar que el 78.8% de la electricidad
en Francia se genera a partir de la energía nuclear. Para lo cual, requiere de
grandes cantidades de uranio, la materia prima esencial para su producción.
Debido a la ausencia de este recurso dentro su territorio, Francia se ve
obligada a importar el uranio que consume en su totalidad.
Níger
–país vecino de Malí, con el cual comparte 840km de frontera- es el cuarto productor
mundial de uranio, con unas 4000 toneladas anuales. Dentro de Níger, los
yacimientos de uranio más importantes son Arlit e Imouraren. Ambos son
propiedad de “Areva”, una empresa francesa -líder mundial en la producción
energía nuclear- de propiedad del Estado Nacional Francés casi en su totalidad.
Estas
minas, de una importancia geoestratégica valiosísima, se localizan a solo unas
horas de la frontera norte de Malí. Por eso una situación de inestabilidad en
Malí puede perjudicar los intereses franceses de forma directa. Cualquier
movimiento en la región que ponga en vilo su accesibilidad a estos recursos,
representa una amenaza a la seguridad energética del propio Estado Francés.
Esto explica en parte, por qué se dio por terminada y reformulada la Operación
Serval en 2014 (de carácter ofensiva) y se inició la Operación Barkhane (de
carácter defensiva). Pues, las zonas territoriales que guardaban las reservas
de uranio y que se encontraban amenazadas por el avance de la yihad, ya habían
sido reconquistadas.
A
lo cual hay que sumarle, en términos de recursos, que Malí posee en sus
subsuelos grandes reservas de minerales, como zinc, cobalto, litio, fosfato,
etc., y la tercer reserva de oro más grande de todo África. Es decir, que la
riqueza de las materias primas de su subsuelo, la convierte en un atractivo
para muchos de los actores del sistema internacional actual.
CONCLUSIONES
Con
lo expuesto en el presente artículo, hemos podido apreciar la diversidad de
actores y variables que atraviesan el conflicto de Malí. Actores con principios
e ideas que no sólo discrepan, sino que también se enfrentan en el camino e
intento de su materialización.
Hemos
podido observar también que el marco social, político y económico en el que los
actores del conflicto se desenvuelven, convierte a Malí en un Estado Fallido.
Pues, éste ha perdido casi en su totalidad la capacidad de ejercer el uso
legítimo y monopólico de la violencia en la mayor parte de su territorio y
sobre gran parte de sus ciudadanos. Lo cual a su vez, lo convierte en un Estado
incapaz de proveer a sus habitantes una serie de bienes y servicios esenciales
para el desarrollo humano.
Desde
esta perspectiva se logra explicar y comprender los altos niveles de desorden y
violencia que azotan al Estado maliense internamente. Y es aquí, en estas
raíces, donde probablemente se encuentren gran parte de las causas profundas
del conflicto.
En
relación a la intervención francesa, para no caer en un análisis ingenuo de
ella, es clave observar el fenómeno desde una perspectiva realista, que
vislumbre la importancia geoestratégica que posee el territorio maliense para
los intereses franceses y privados que incursionan en sus tierras.
Por
eso, la intervención tiene una doble motivación geoestratégica. Por un lado, el
sostenimiento del aprovisionamiento de materias primas esenciales para la
seguridad energética francesa, y por el otro la preservación de la seguridad
civil y militar francesa y europea, en busca de evitar el esparcimiento de
ideas religiosas extremistas.
Para
plantear una solución real y profunda del conflicto de Malí, es menester
efectuar un cambio en los factores estructurales que configuran la base y la
esencia del Estado maliense, ya que es donde se hallan las causas profundas y
verdaderas del presente conflicto.
Muchos
son los analistas –principalmente del ámbito militar- que han calificado de
exitosa la intervención francesa en el Estado de Malí. Pues, logró materializar
sus objetivos concretos y limitados (limitar las ansias independentistas de los
Tuareg, el avance de las fuerzas extremistas hacia el sur y evitar el
consecuente derrumbe del Estado de Malí). Sin embargo, puede objetarse a dicha
intervención el haberse limitado justamente a la “contención”, sin optar por la
restitución de la estabilidad y seguridad del país, en pos de crear un clima
más propicio para la prosperidad social, política y económica de los ciudadanos
malienses.
Los
altos niveles de pobreza no resueltos, las tensiones étnicas, la debilidad del
Estado y la corrupción generalizada de la clase política dirigente, son
aspectos que se han mantenido intactos luego de la intervención militar.
Mientras no se intente modificar de forma contundente y determinante ninguno de
los factores estructurales del Estado maliense, el conflicto será inevitable.
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