1.
INTRODUCCIÓN
“La
política no es un pasatiempo, no es una profesión para vivir de ella, es una
pasión con el sueño de intentar construir un futuro social mejor; a los que les
gusta la plata, bien lejos de la política”
José
Mujica Cordano
José
Mujica Cordano o, como lo llaman algunos, el presidente más pobre del mundo
es uno de los líderes de la izquierda latinoamericana mejor valorado de todos
los tiempos.
Su discurso político ligado a la felicidad y su austero modelo de vida suscitan
admiración a todos los niveles, pero quizás, en mayor medida en el plano
internacional, donde el liderazgo de este exguerrillero que llegó a ser
presidente de Uruguay es respetado tanto por alas de izquierda como de derecha.
Esta
profundidad filosófica con la que cuenta su forma de hacer política, que parece
traspasar las fronteras tradicionales de la ideología al apelar a conceptos
como libertad o tiempo para vivir, es un tópico central en su
discurso político. Y es que, aunque puede ser visto como un elemento
transversal a las ideologías, se enmarca en una crítica a la misma esencia de
la lógica capitalista, es decir, a la lógica productiva y de consumo que
acapara el tiempo vital para producir riqueza en vez de permitir la
autorrealización individual. Así, aunque el reto asumido por Mujica mediante la
adaptación de este discurso a la democracia liberal uruguaya no fue fácil y le
valió en alguna ocasión la etiqueta de populista, logró un resultado positivo durante
su legislatura (2010-2015) de cara a la opinión pública nacional e
internacional,
construyendo un liderazgo fuerte y discutido en muy escasas ocasiones. Es por
esto que considero importante realizar un análisis del mismo, pues son pocas
las veces – y así lo demuestra la historia- que se ha dado en América Latina un
liderazgo fuerte e indiscutido internacionalmente que juegue y gane respetando
completamente las reglas y el espíritu democrático.
El
presente trabajo pretende, por lo tanto, reflexionar sobre el liderazgo de José
Mujica en base a su discurso político con el objetivo de entender los factores de
este que suscitaron una alta popularidad de la opinión pública nacional durante
su mandato. Nos centramos por lo tanto en el período comprendido entre 2010 y
2015, si bien es cierto que habremos de remitirnos a hechos de la historia
reciente de Uruguay, así como a las experiencias vitales de José Mujica, pues
son elementos fundamentales para entender su ideario político y la opinión de
la ciudadanía con respecto a su legislatura.
Para
ello, el análisis tiene en cuenta en primer lugar las ventajas comparativas que
los factores de largo, medio y corto plazo que lo llevaron a ostentar el cargo presidencial
le brindaron durante el resto de la legislatura.
Posteriormente, el alcance de la investigación comprende tanto el desarrollo
de la presidencia de Mujica y el análisis de las claves su discurso, como la
posible vinculación con un populismo discursivo atenuado como factor
explicativo.
Así
pues, parece que las preguntas que debemos plantearnos para abordar la cuestión
son fundamentalmente dos: ¿Hasta qué punto fue el discurso de José Mujica la
pieza clave del éxito de su mandato? ¿Tiene este discurso tintes populistas?
2.
MARCO TEÓRICO
·
DISCURSO
El marco teórico en
el que se desenvuelve nuestro análisis está conformado primeramente por la
noción de ethos aportada por Aristóteles. Se trata de la imagen que el
orador construye de sí mismo en su discurso, de manera que la categoría de
ethos permite analizar la configuración de la identidad político-ideológica de
un discurso político.
Así mismo el orador trasmite esta imagen en su discurso para lograr
credibilidad y adhesión. Además del ethos, los autores reconocen la existencia
de un ethos prediscursivo o ethos previo
que resulta particularmente importante en el terreno político, donde los
posicionamientos ideológicos o ciertos rasgos biográficos del orador pueden
anticipar y generar expectativas en los destinatarios del discurso. Por otra
parte, el ethos ha de enmarcarse en una determinada escenografía, el dispositivo de
habla que la propia escena instituye. La escenografía no es un simple decorado:
es el marco del cual se deprende el ethos discursivo y la disposición
específica que el discurso evoca. En ese sentido, el ethos se hace efectivo
mediante un proceso de “incorporación”, es decir, el público se reconoce en él, constituyéndose así
la comunidad representada por el discurso.
En el caso que nos
atañe, los
estudios previos realizados sobre el discurso de Pepe Mujica, entre los que
destacamos el trabajo de Ana Soledad Montero “El joven militante y el viejo
sabio. Relatos sobre el pasado reciente y ethos discursivo en Néstor Kirchner
(Argentina, 2003-2007) y José Mujica (Uruguay, 2010-2015)”, afirman la
existencia de un ethos sabio que da forma a toda la construcción
discursiva de Mujica, enmarcado dentro de un género o escenografía memorial. Se
trata, por lo tanto, de un discurso establecido desde la autoridad moral del
anciano que es la voz de la experiencia y que lee el relato, desde una
perspectiva de las memorias en un plano de experiencia personal y no
desde una perspectiva retórico testimonial que busque una legitimación y
opere en el espacio público. Este ethos se evidencia en la construcción que
realiza del pasado cercano, caracterizado por la autocrítica y la lectura de
sus recuerdos, elementos del discurso de Mujica que se analizarán
posteriormente.
Uno de los ejes de este discurso,
enmarcado en el relato del ethos sabio, es el concepto de Tiempo para la
vida. Lo extraemos principalmente, del texto de Gerardo Albistur titulado
“Tiempo para la vida. El concepto de libertad en José Mujica”.
Es importante pues sobre él tratan la mayoría de las intervenciones públicas
más virales realizadas por el exmandatario. Se enmarca en la crítica a la
lógica capitalista de maximizar la producción a costa del individuo, lo que
implica su alienación y la inversión de su tiempo en generar riqueza en vez de
en disfrutar de las relaciones humanas. Por lo tanto, se critica que el motor
de la vida sea la producción en lugar de la autorrealización y consecución de
las metas personales, que es lo que en última instancia daría felicidad a uno
mismo. Está íntimamente relacionado con su austero estilo de vida -que no
pobre-en el que invierte el tiempo justo. La abundancia de posesiones
materiales implicaría una mayor inversión de este bien escaso que renuncia
voluntariamente a hacer, por lo que esta elección personal, coherente con el
argumentario político, se convierte en un hecho inusual en las democracias más
florecientes.
Un segundo elemento clave en el
discurso es el concepto de libertad, que es empleado junto con el de
tiempo para la vida como forma de elegir las propias metas. Este concepto de
libertad nos lleva a revisar las lecciones de la ciencia política clásica sobre
la libertad liberal y la republicana, partiendo de la distinción de Isaiah
Berlin entre la libertad negativa y libertad positiva. La
negativa, es la libertad típicamente liberal, consistente en la eliminación de
obstáculos para poder disfrutar de un libre desarrollo individualmente
concebido y en el sentido discursivo de Mujica, disfrutar del tiempo vital que
a uno le resta. La libertad es, por lo tanto, una
cuestión prepolítica, de manera que lo que se reclama a la política es su
función instrumental para garantizarla. Por otro lado, la libertad positiva
tiene que ver con la autorrealización, es la capacidad de un individuo de ser
dueño de su voluntad y de controlar sus propias acciones frente a un poder
arbitrario. En esta concepción más típicamente
republicana la creación de una comunidad autónoma es la condición necesaria
para la existencia de libertad, y esa comunidad garantiza la libertad mediante
el concepto de virtud. Esto implica que los individuos dejan de lado sus
intereses particulares para buscar un bien común, que no es una agregación de
los intereses particulares, sino que es el bien del conjunto. Estas nociones de
filosofía política clásica son importantes pues tienen una influencia en el
discurso de Mujica, ya que sustentan parte del peso de su ideario político, que
va desde el anarquismo de su juventud hacia un socialismo cada vez más
moderado, y son la base de tres de las políticas públicas mejor valoradas de su
mandato: despenalización del aborto, legalización del matrimonio homosexual y
legalización de la marihuana; así como de su dirección política del Estado.
·
POPULISMO
En segundo lugar,
nuestro marco teórico se conforma también dentro de los estudios sobre
populismo, entendidos como una tendencia que se define a grandes rasgos por
tomar decisiones orientadas a satisfacer las necesidades básicas del pueblo. Encontrar
una definición de este concepto es complicado pues como dice Laclau, “un rasgo
característico persistente en la literatura sobre populismo es la reticencia –o
dificultad– para dar un significado preciso al concepto”. Esto se debe a que
el populismo ha tenido muchas vertientes, tal y como argumenta Germani, pues aunque
su origen se dio paralelamente y con distintas matizaciones en la Rusia y
Estados Unidos de finales del siglo XIX - sobre la base de una sociedad agraria
que exigía mayor participación en la democracia-, América Latina ha hecho por
su lado buen uso de esta tendencia, dándole un matiz propio primeramente desde
1920 a 1960, posteriormente en lo que se conoce como neopopulismo y finalmente
en un populismo de izquierda ya en el siglo XXI. Es por ello que encontramos
muy útil la compilación de las dimensiones del populismo en América Latina que
realiza el profesor Santiago Leiras en su obra titulada “¿Qué es esa cosa llamada
populismo?” Estas son fundamentales para aproximarnos al concepto. Son las
siguientes:
1)
Una
forma de movilización política que supone la manipulación de las masas por
parte de liderazgos carismáticos y demagógicos.
2)
Movimientos
sociales multiclasistas con algún liderazgo de la clase media o alta y con base
popular obrera o campesina.
3)
Una
fase histórica del desarrollo dependiente de la región o una etapa de
transición a la modernidad.
4)
Políticas
estatales redistributivas, nacionalistas e incluyentes desde el punto de vista
societal. Además, estas políticas se contrastan con las que benefician al
capital extranjero y reprimen las demandas populares.
5)
Partido
político con liderazgo de las clases media o alta, con base fuerte popular,
retórica nacionalista, presencia de líder carismático y sin definición
ideológica precisa.
6)
Discurso
político que divide a la sociedad en dos o más campos antagónicos como el
pueblo contra la oligarquía.
7)
Intentos
de las naciones latinoamericanas de controlar procesos de modernización
determinados desde el exterior haciendo que el Estado tome lugar central desde
la defensa de la identidad nacional a través del desarrollo económico.
De
estas siete dimensiones que puede abarcar el populismo, la que más nos interesa
es la sexta, referida al discurso político. No obstante, sería un error pasar
por alto las restantes. Hay que tener en cuenta, además, la advertencia del
profesor Leiras, en cuanto al hecho de que hay que diferenciar entre populismo
como régimen, como movimiento social y político y como estrategia electoral,
aunque el discurso en estas tres modalidades sea altamente compartido.
Por otra parte, la
cuestión populista debe ser analizada dentro del contexto del nuevo giro a la
izquierda que a partir de la entrada de siglo han experimentado los distintos
países latinoamericanos. Se trata de la tercera ola populista, que supera al
populismo nacional de los años 40 y al neopopulismo resucitado tras las
dictaduras de los 80 en la región. Es aquí donde encuadramos el gobierno de
Mujica, coetáneo a Hugo Chávez, Dilma Roussef, Cristina Fernández, Evo Morales,
Rafael Correa y Fernando Lugo, entre otros. Todos estos gobiernos han sido
calificados como populistas, si bien es cierto que, atendiendo a la distinción
del profesor Leiras mencionada anteriormente – populismo como régimen, como movimiento
social o político o como estrategia electoral – podemos ver que algunos de
estos países, como el caso de Uruguay, han conseguido una predominancia
institucionalista tras
la ruptura en la transición de la dictadura a la democracia, por lo que
encontramos pocos elementos populistas en el régimen en sí mismo. A modo
ilustrativo, un ejemplo del caso contrario lo encontramos en Venezuela, donde
después de 1998 el régimen se va constituyendo progresivamente en un populismo
autoritario, pues las “conquistas” del régimen oficialista se encuentran
destinadas a consolidar una red clientelar donde el ciudadano beneficiario no
recibe ningún tipo de concienciación sobre la obligación que contrae con el
Estado.
Como avanzábamos,
aunque no encontremos evidencias fuertemente populistas en el régimen político
uruguayo,
no quiere decir que el gobierno mantenga un discurso alejado del mismo, pues
como hemos mencionado, existen diferentes unidades de análisis a la hora de
estudiar esta cuestión. Algunas claves a la hora de dilucidar un posible
populismo discursivo las encontramos en el trabajo de Charaudeau. En él se
encuentran cinco elementos clave en este tipo de discursos, que favorecen la
manipulación de las masas a los que van destinados. Estos son:
1) Crisis y
victimización de las clases populares que se manifiestan como insatisfechas. El
populista intenta explotar este resentimiento mediante cuestiones como la
situación económica de los trabajadores y la decadencia moral de la nación por
la pérdida de las referencias identitarias.
2)
La
causa del mal y los culpables han de ser vagas de manera que parezca que
trabajan a escondidas o entre las sombras, sugiriendo la existencia de
complots. Es por ello que el discurso populista debe hacer creer que todo sería
sencillo si no fuera por el sistema o por personas o grupos que aparecen como
adversarios, a modo de enemigos interiores, o por enemigos exteriores que
suelen representarse como entidades abstractas que amenazan la estabilidad del
país. De esta manera polariza la sociedad y la divide.
3)
Se
exaltan valores pues se propone un proyecto de ideal social. Los valores más
comunes se encuentran en la historia y las tradiciones y pretenden recuperar la
identidad perdida por la crisis social y el mal mencionados anteriormente. Para
recuperar esta identidad se hace uso de conceptos como soberanía popular, que
supone una liberación del yugo impuesto, al conceder la capacidad de decisión a
las bases populares.
4) Hombre o mujer
providencial que se presenta como carismático y diferente a todos sus
predecesores. Debe mostrar energía, fuerza de convicción y sinceridad. Suele
hablar como representante del pueblo, o utilizar un ethos de autenticidad (sin
nada que esconder) o de potencia (nada puede oponerse a su voluntad). Sin
embargo, debe demostrar que su voluntad está al servicio de un interés general.
Para romper con el mal mencionado, se rompe con las prácticas políticas del
pasado y son vistos como portadores de un mensaje, una visión profética o
mesiánica.
A modo de cierre
del marco teórico es importante tener en cuenta, por último, un apunte de
Laclau sobre la forma de abordar los estudios sobre populismo. Se debe mantener
la óptica
“distanciada” respecto a los regímenes en estudio, pues el populismo siempre ha
sido considerado peligroso (y patológico) por el stablishment y por sus
intelectuales orgánicos, para comprenderlo es necesario estudiarlo como un
fenómeno político cuya lógica debe ser abordada con objetividad por los científicos
sociales.
3.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
La
dinámica democrática uruguaya que permitió a Mujica alcanzar la presidencia
hunde sus raíces en un pasado reciente fuertemente marcado por la dictadura y
los movimientos de resistencia a ella. El punto de partida de nuestra revisión histórica
es, por lo tanto, la década de 1960, momento en el que se funda el Movimiento
de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T) a partir de varias corrientes de
izquierda que iban desde el socialismo hasta el anarquismo.
Su
origen se gesta durante la década anterior cuando comienza a fallar el Modelo
por Sustitución de Importaciones y Uruguay entra en una espiral inflacionaria.
Las clases obreras, que habían crecido con este modelo se aferran a los logros
conseguidos y comienzan a organizarse. Tal es el caso de los trabajadores de la
caña de azúcar del norte, elemento fundamental para entender el origen del
MLN-T. En sus reivindicaciones exigían tierras para trabajar y por ello
organizaron cuatro marchas hacia Montevideo en las que recibieron la
solidaridad del resto de la clase obrera y partidos de izquierda. Estos últimos
decidieron brindar su apoyo y coordinar sus fuerzas de manera organizada, en
una época en la que se comenzaban a organizar paralelamente bandas fascistas
que atacaban violentamente a la militancia de la izquierda. Se formó así el
Coordinador, que aglutinaba a las personas que colaboraban solidariamente con
el movimiento cañero. Los militantes del Coordinador cumplieron un proceso de
discusión política de varios meses, donde se analizó la situación de la
izquierda, los acontecimientos de la revolución argelina, la revolución cubana
y los procesos de lucha política latinoamericana, así como la situación de la
izquierda uruguaya. Finalmente se plantearon dos cursos de acción: La creación
de un partido político con su aparato armado o llevar a cabo un planteo estratégico
defensivo con la estructuración de una organización político-militar. Fue esta
última tesis la que se llevó a cabo. Así mismo fue el marxismo heterodoxo el
marco teórico que acabó imponiéndose, conformándose desde el inicio como un
movimiento socialista que construiría su base teórica según las necesidades de
la revolución.
Sus
objetivos políticos consistían en una acumulación de fuerzas del campo popular,
pues no se creía que una sola fuerza política fuera capaz de resolver los
problemas de un país. Se organizó así como un grupo guerrillero sin vinculación
inicial con ningún partido político, aunque lo cierto es que nunca actuaron en
confrontaciones bélicas al estilo de la guerrilla, que es una forma de acción
militar. El MLN-T tan solo realizaba operaciones de pertrechamiento y de
propaganda armada.
En
el año 1964, un joven José Mujica se integra en las filas del movimiento,
desencantado con la política. Su interés por la misma se había dado de la mano
de lecturas anarquistas, militando posteriormente junto a Enrique Erro
-abanderado de la defensa de los trabajadores- en el Partido Nacional desde
1956 hasta 1962 y llegando a ser Secretario de Juventudes. El Partido Nacional es
uno de los partidos tradicionales de Uruguay, de ideología amplia que abarca
desde el centro derecha a la derecha política. Es por eso que debido a
evidentes divergencias ideológicas y tensiones generadas entre los compromisos
asumidos con los trabajadores y la relación del gobierno de ese momento con
Estados Unidos, tanto Erro como Mujica decidieron abandonar el partido y formar
conjuntamente la Unión Popular junto al Partido Socialista de Uruguay. Tras
perder las elecciones con este partido Mujica se sale del escenario político
democrático.
En
los años posteriores, ya en la década de 1970 la lucha armada adquiere una
mayor relevancia, así como aumentan las represalias policiales. Fue en este
periodo cuando el MLN-T llevó a cabo algunas de sus acciones más conocidas,
como el secuestro y posterior asesinato en agosto de 1970
del funcionario estadounidense Dan Mitrione, que se hallaba en Uruguay para asesorar e
instruir a la policía y fuerzas armadas en el uso de la tortura.
Por
otra parte, surge la necesidad de un trabajo político cada vez mayor, lo que da
origen al Movimiento de Independientes 26 de Marzo, cofundador del Frente
Amplio. Se presentaron a las elecciones por primera vez en el año 1971,
obteniendo el tercer puesto en cuanto a votos, con un 18,6% y saliendo
triunfante el Partido Colorado con el 40,3%. Juan María Bordaberry asumió el cargo en
1972 y encomendó la misión de reprimir la guerrilla a las Fuerzas Armadas, lo que produjo una sucesión de eventos
sangrientos por ambos bandos. Por aquel entonces, Mujica ya era uno de los
dirigentes principales del movimiento y había entrado y fugado de la cárcel en
varias ocasiones.
A partir de ahí la represión fue en aumento hasta la derrota y desarticulación
militar del MLN-T. Probablemente una de las consecuencias más dramáticas de
esto fue que se asentó finalmente el terreno para que tuviera lugar el Golpe de
Estado del 27 de junio de 1973, pues la desarticulación del MLN-T era una
condición necesaria para el mismo por dejar desprovista de apoyo militar a la
fuerza del movimiento obrero. Así, la dictadura avanzó sin obstáculos, según un
diseño estratégico que consistía en eliminar el MLN-T en primer lugar, para
luego caer sobre un movimiento popular carente de respaldo armado, representado
por la izquierda política y los sindicatos.
La
dictadura civico-militar usó a los dirigentes tupamaros Raúl Sendic, Eleuterio
Fernández Huidobro,
Mauricio Rosencof, José Mujica, Adolfo
Wasem,
Julio Marenales, Henry Engler, Jorge Manera y Jorge Zabalza como rehenes hasta el año 1985, bajo la
amenaza de ejecutarlos si el MLN-T realizaba alguna acción. Los dirigentes
tupamaros fueron recluidos en condiciones infrahumanas de continua tortura y en casi total incomunicación. Mujica
pasó casi quince años de su vida en prisión, contando las diversas condenas.
En
el año 1985 con el retorno de la democracia, los dirigentes históricos del
MLN-T y todos los presos políticos salieron de la cárcel gracias a la Ley de
Amnistía aprobada en el Parlamento por presión popular. El MLN-T en su conjunto
realizó una serie de convenciones para discutir la pertinencia de la organización
en la nueva democracia. La mayoría de los militantes habían sufrido desde la
dictadura – algunos durante su periodo en la cárcel- un proceso de aprendizaje
sobre las garantías de la poliarquía,
este era el caso de Raul Sendic, que proponía no reorganizar el movimiento y
optar directamente por las opciones partidarias. Sin embargo, durante las
convenciones se decidió por mayoría la reorganización, aunque dentro del marco
de la legalidad. Simultáneamente, se solicitó el ingreso en la coalición Frente
Amplio, consolidándose su entrada en el año 1989. Para maximizar su
desempeño electoral y luchar contra el “reformismo” dentro de la izquierda, a
comienzos de 1989, crearon el Movimiento de Participación Popular (MPP). Poco a
poco comprendieron que si querían ampliar su electorado también ellos debían
moderar su discurso.
En
los años venideros las dinámicas del MLN-T se dieron según la fuerza temporal
que tuvieran sus tres corrientes, los frentegrandistas – que abogaban por una
estrategia de construcción de alianzas amplias incluso desbordando sus bases
sociales tradicionales- los proletarios – que buscaban una estrategia de
componente insurreccional- y los que se encontraban entre ellos, un amplio
grupo de dirigentes y militantes entre los que se encontraba José Mujica.
En
1991 el Frente amplio aprobó una flexibilización de la política de alianzas,
como parte de su estrategia para construir una mayoría nacional en torno a la
candidatura de Tabaré Vazquez. Esto suponía un mayor pragmatismo y viraje al centro
de su programa de reformas. La mayoría del MPP, donde se encuadraba el MLN-T,
se posicionó por ello en contra de esta iniciativa pues lo que querían era
precisamente combatir el retroceso ideológico en la izquierda. En este aspecto,
José Mujica fue uno de los dirigentes que se mostró a favor de las coaliciones,
aunque como él mismo decía “siempre que el objetivo fuera resolver los
problemas de la gente”.
Finalmente
se logró aprobar esta macrocoalición en la que la fórmula presidencial fue
Tabaré Vázquez (Partido Socialista) - Rodolfo Nin Nova. En el año 1993 se
adoptó la decisión de que los integrantes del MLN-T pudieran unirse a las
listas electorales porque se pensaba que los malos resultados del MPP en las
anteriores elecciones se debían a la ausencia de tupamaros en las listas. Sin
embargo, los resultados en 1994 demostraron que esta hipótesis era errónea. Fue
a partir de 1995 que todo empezó a cambiar, cuando el MLN-T reorientó
profundamente su estrategia política. El socialismo real se estaba derrumbando
y en Uruguay el movimiento popular se había debilitado de una manera
irreparable. Dadas estas condiciones, el MLN-T comenzaró a cooperar
eficientemente con la estrategia electoral del resto de la izquierda gracias a
los dirigentes históricos Fernández Huidobro y José Mujica, lo que logró
finalmente la victoria del Frente Amplio en octubre de 2004. Así, en este año
con la victoria de Tabaré Vázquez, entra también Mujica como el primer
exguerrillero tupamaro en la cámara de los diputados.
El
gobierno de Tabaré Vázquez fue el primer gobierno de izquierdas de la nueva
democracia y forma parte del giro regional de la nueva izquierda. Este
gobierno llega con un ambicioso programa de políticas sociales y le sirve a
Mujica de trampolín político desde su posición de Ministro de Ganadería, Agricultura
y Pesca. Algunas de las medidas sociales más exitosas del gobierno de Tabaré fueron
el plan PANES – un plan de urgencia que pretendía mitigar las consecuencias de
la crisis de 2002 de una forma sectorial-, la reforma tributaria con fiscalidad
progresiva y el
Fondo Nacional de Salud (FONASA) y el Sistema Nacional Integrado de Salud
(SNIS), cuyos propósitos eran asegurar la cobertura universal, la plena
accesibilidad y la sustentabilidad de los servicios sanitarios.
En
la recta final del periodo presidencial de Vázquez la situación social y
económica podía ser calificada de positiva en Uruguay: la economía, estimulada
por el consumo de demanda interna, la inversión pública y la inversión privada
como por el sector exterior, había crecido una media del 6% anual y en 2010 se
esperaba alcanzar la tasa del 8,5%; la inflación se encontraba estabilizada en
torno al 7%, el techo fijado por el Gobierno; se había logrado disminuir el
déficit fiscal total e incluso había superávit primario; en cuanto a la deuda
pública, se había reducido con respecto al PIB.
No
obstante, a la finalización del mandato en 2008, Tabaré Vázquez se encontraba
políticamente debilitado. En noviembre y diciembre recibió dos golpes muy duros,
que no vinieron de la oposición sino de sus propios aliados políticos. El
primero de ellos se dio en el parlamento, donde el Frente Amplio aprobó la Ley
de Salud Sexual y Reproductiva. Tabaré se había comprometido públicamente antes
ostentar el cargo a no llevar a cabo la despenalización del aborto, por lo que,
cumpliendo con su palabra, vetó los artículos donde se regulaba. Esto
incrementó la tensión entre el presidente y la mayoría de la bancada
frenteamplista, lo que derivó en la renuncia de Vázquez al Partido Socialista
(PS). El segundo golpe al liderazgo presidencial tuvo lugar en el Congreso del
FA, cuando la mayoría de los presentes, en lugar de
apoyar
la candidatura oficialista a la presidencia del FA (Danilo Astori), optaron por
designar a José Mujica.
4.
ÉXITO
EN LAS PRESIDENCIALES
El
éxito de Mujica en las presidenciales viene explicado en gran medida por
factores de largo, medio, y corto plazo, que le proporcionan al inicio de la
presidencia una posición ventajosa de cara a la ciudadanía.
Entre
los primeros encontramos la dinámica del sistema de partidos. Tras el
crecimiento del Frente Amplio en 1999, podemos considerar la transición de un
bipartidismo tradicional a un multipartidismo bipolar. La consecuencia de esto
es un realineamiento de los partidos políticos, que, debido a la matriz
neoliberal de esta década, deja un nicho electoral abierto para un partido
capaz de defender el Estado como promotor del desarrollo. Este nicho es ocupado
por el Frente Amplio, que consigue, por lo tanto, una fuerte base electoral que
se va consolidando hasta llegar a 2010.
Entre
los factores de mediano plazo tenemos la gestión de Tabaré Vázquez en el
gobierno anterior, así como su lugar en la opinión pública. Este gobierno se
destaca por un gran crecimiento económico, la aprobación de gran parte de su
agenda de políticas al igual que por una alta aprobación en términos
comparativos con gobiernos anteriores.
De la misma manera, otros líderes del FA como Mujica y Astori, detentaban ya
por esta época importantes niveles de popularidad en la opinión pública debido
a su gestión ministerial. Durante los sondeos previos a las elecciones de 2009,
se descubrió una fuerte correlación entre la aprobación de la gestión
presidencial y la intención de voto a este candidato, por lo que este factor
fue determinante para su éxito electoral.
Finalmente,
las variables de corto plazo se corresponden con las características de la
oferta electoral y el desempeño de los candidatos en la campaña. Para abordar
esto, hay que empezar teniendo en cuenta que Mujica era un exguerrillero
tupamaro y esto pudo haberle costado no ostentar un cargo político nunca. Sin
embargo, la transición democrática del MLN-T, y el papel decisivo jugado por él
para llevarlo a cabo tuvieron un resultado favorable. Influyen en esto, además,
las características reconciliatorias de su discurso y su buena gestión como
ministro de ganadería en el periodo de Tabaré Vázquez. No obstante, este no era
solo el único factor de riesgo en su candidatura, existía también el temor de
que, aunque Mujica ostentaba para la fecha de las elecciones altas cotas de
popularidad, no fuera capaz de captar votantes del centro del espectro
ideológico. Es por eso que el candidato oficialista fue Astori, pues este
primero era conocido por ser más centrista. Sin embargo, venció Mujica en las
primarias debido a que, al no existir el voto obligatorio en Uruguay, los
votantes de este tipo de elecciones (que requieren implicación política) suelen
ser los más radicales ideológicamente hablando. A esto hay
que unir su alta popularidad que era una ventaja comparativa a la hora de
enfrentarse a cualquier otro candidato, y especialmente a Lacalle posteriormente
en el balotaje, pues este no contaba con muchas fortalezas electorales en el
momento.
A
modo ilustrativo se presenta en la siguiente tabla como el saldo de Mujica en
la opinión pública justo antes de su mandato es positivo incluso teniendo en
cuenta posiciones ideológicas de derecha, en comparación con el de su rival
político Daniel Lacalle. Es por ello que podemos decir que Mujica partió de un
punto de partida altamente favorable al inicio de su mandato de cara a la
ciudadanía, factor que ha de ser tenido en cuenta en las conclusiones que
obtengamos de nuestro análisis.
Candidato
|
Izquierda
|
Centro
|
Derecha
|
Total
|
Mujica
|
87
|
25
|
-40
|
21
|
Lacalle
|
-80
|
-22
|
56
|
-14
|
|
|
|
|
|
|
Tabla 1–
Saldos de popularidad de candidatos según segmentos de
autoidentificación ideológica (en %, octubre de 2009)
5.
PRESIDENCIA DE MUJICA
El
gobierno de José Mujica se inaugura el 1 de marzo de 2010, momento en el cual
se convierte en el primer exguerrillero de Sudamérica en ostentar el cargo
presidencial – poco después llegará Dilma Roussef- y en el segundo presidente
de izquierda de la nueva etapa democrática de la República Oriental del
Uruguay.
La
administración Mujica continuó gran parte de los proyectos iniciados por Tabaré
Vázquez, si bien algunos fueron ligeramente modificados. Al exitoso Plan de
Atención Nacional a la Emergencia Social (PANES), que había sido el proyecto
más ambicioso de la administración anterior, le tomó el relevo el Plan de
Integración Socio-Habitacional Juntos. Mujica consiguió involucrar a la empresa
privada en el y de paso decidió destinar al mismo el 87% de su salario
presidencial, lo que en suma total fueron 400.000 dólares en los cinco años de
mandato.
Las
líneas económicas proyectadas por Vázquez, que habían conseguido un efectivo
florecimiento económico, fueron tomadas de referencia por la nueva
administración, que prolongó ese legado positivo hasta cierto punto porque las
nuevas líneas de la economía global, las deficiencias del MERCOSUR y el
enfriamiento de la actividad de sus socios principales -Argentina y Brasil-
jugaron una mala pasada a la economía uruguaya, que vio desaparecer su
superávit.
Sin
embargo, las tres medidas más polémicas aprobadas por esta administración se
corresponden con la concesión de derechos de carácter progresista en el ámbito
de la libertad individual. Una de ellas fue la despenalización del aborto, que
había sido uno de los puntos débiles de la administración anterior. El 17 de
octubre de 2012 se aprobó la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo que
recogía el derecho de la mujer mayor de edad a decidir, razonadamente pero sin
tener que cumplir ningún supuesto en concreto, la interrupción voluntaria de su
embarazo por profesionales del Sistema Nacional Integrado de Salud dentro de
las 12 primeras semanas de gestación; fuera de ese plazo, el aborto podría
practicarse en los casos de violación (hasta las 14 semanas), grave riesgo para
la salud de la mujer y malformaciones del feto incompatibles con la vida
extrauterina.
Fue el segundo país de América Latina, después de Cuba, en permitir el aborto
con una ley de plazos.
La
segunda de ellas fue la implantación de un marco legal para despenalizar la
producción y comercialización de la marihuana bajo control del Estado, que fue
una sorpresa tanto para el legislativo como para la sociedad uruguaya, pues no
se contemplaba en el programa electoral. Esta medida se enmarcaba en un
proyecto integral sobre seguridad ciudadana que buscaba reducir la violencia
del crimen organizado vinculado al tráfico de drogas. Se creaba por ello una
red farmacéutica estatal para la comercialización de cannabis sujeta a
tributación fiscal, con controles de calidad y venta prohibida a menores, así
como un registro nacional de consumidores. Asimismo, se autorizaban el
autocultivo y los clubes de consumidores, aunque con limitaciones.
La
tercera medida de carácter progresista de la administración Mujica en el
terreno social fue la reforma del Código Civil para legalizar el matrimonio
igualitario. El texto final permitía también la adopción de niños y niñas. La
ley se promulgó el 3 de mayo de 2013, convirtiéndose Uruguay el segundo país de
América Latina y el tercero de todo el continente, en permitir el matrimonio
entre personas del mismo sexo.
Al
finalizar la etapa presidencial de Mujica, los uruguayos reconocían los logros
del Frente Amplio en las reducciones de la pobreza y el desempleo - habían
caído respectivamente al 11% y al 6%-, que además estaba mejor distribuida
gracias a los programas sociales y al sistema progresivo de tributación directa.
Sin embargo, hubo autocrítica por parte de Mujica y coincidencia general de la
población uruguaya en que el mandato no había obtenido resultados visibles en
la seguridad ciudadana y en el desarrollo de infraestructuras de transportes. Tampoco
en la mejora del sistema educativo, que había sido una de sus prioridades en la
campaña presidencial. Este siguió presentando una pobre eficacia, caracterizada
por el elevado índice de abandono escolar.
Al
margen de los logros y derrotas políticas, el desempeño en la presidencia de
José Mujica está caracterizado por una constante aparición en los medios de
comunicación y en la prensa internacional, debido a discursos tan célebres como
los que llevó a cabo en una de las cumbres de la UNASUR, en Rio+20 e incluso
ante la mismísima Asamblea General de la ONU. Esta fama internacional propició
un atisbo de notoriedad por parte de Uruguay en el panorama global, lo cual
tuvo una repercusión económica en la llegada de inversión extranjera. Uruguay
tenia en su carta de presentación una estabilidad democrática, dada a conocer
por su carismático presidente, a la vez que una relativa estabilidad económica,
por lo que se convertía en un país apto en el que invertir. Además, la
administración Mujica siempre se mostró favorable a esta llegada de capital
extranjero, pues pretendía estimular en todo lo posible el crecimiento
económico para poder implementar posteriormente los planes sociales previstos.
A
modo de conclusión de su mandato, cabe señalar que los niveles de simpatía
durante su presidencia siempre fueron mayores que los de la evaluación de su
gestión. Esto nos da a entender, sirviendo a modo de fundamentación de nuestro
análisis, que efectivamente hay otros elementos tales como el discurso político
y la imagen proyectada, que tienen una influencia directa en la opinión
pública.
Gráfico
1 – Relación
simpatía-satisfacción con la gestión de Mujica en relación a los datos de la
consultora Cifra
6.
ANÁLISIS DEL DISCURSO
El
discurso sostenido por Mujica tanto durante el gobierno de Tabaré, en el cual
adquirió por primera vez notoriedad en la escena pública, como durante su
mandato cuenta con un componente biográfico muy marcado, que es indisoluble de
la imagen o ethos que proyecta. Su pasado como guerrillero tupamaro, la lucha
por la democracia y las torturas sufridas a manos de la dictadura cívico
militar son tres elementos angulares de su biografía que conforman un ethos
prediscursivo - la imagen que proyecta el orador antes de realizar su discurso
– muy particular en el expresidente. Es por ello necesario dedicar en primer
lugar, unas líneas al análisis de este concepto en nuestro caso concreto pues
se trata del punto de partida de una construcción discursiva realmente novedosa
en la escena política.
La
imagen prediscursiva del expresidente está caracterizada por una trayectoria
política que, si bien es cierto que parte de una base radical, al haber sido
guerrillero y dirigente tupamaro, se va moderando con el paso de los años. Los
largos periodos de prisión y las torturas recibidas dotan a Mujica de una
experiencia vital de lucha y resistencia contra el régimen, que es reconocida
por toda la sociedad uruguaya, por lo que se convierte así en la cara más
visible de la coherencia política y la honestidad, en un ámbito en el que
tradicionalmente estos dos términos escasean. Esto se apoya en el hecho de cómo
a la llegada de la democracia se muestra partidario de participar en la misma, asumiendo
las riendas de la transición del MLN-T de movimiento armado a partido político,
entendiendo que la lucha social debe hacerse desde el prisma del diálogo. Lo
hace sin dejar de lado las reivindicaciones sociales que llevaba defendiendo
años atrás, trasladándolas ahora a debate público. Además, esta imagen de
coherencia se ve reforzada por el hecho de que, desde su salida de la cárcel
hasta la actualidad lleva a cabo un austero estilo de vida, de acuerdo con su
pensamiento político y los elementos de su discurso, como veremos en los
siguientes párrafos. Podemos decir, por lo tanto, del ethos prediscursivo de
Mujica que lejos de generar expectativas de cambios drásticos al estilo de la
revolución, genera expectativas de continuación del proceso democrático vigente
y sobre todo del proyecto social iniciado por Tabaré Vázquez, si bien es cierto
que apuntaba a profundizarlo.
Abordando
ahora los elementos claves del discurso, cabe decir que todo él se enmarca
dentro del ethos sabio expuesto anteriormente, es decir, dentro de una
proyección de autoridad moral que el anciano ostenta debido a su experiencia.
La imagen que proyecta este ethos tiene una pieza fundamental que es lo que
conocemos como pasado reciente, es decir, la historia reciente de Uruguay, en
la que tiene gran incidencia la trayectoria tupamara de Mujica. Él presenta una
narrativa integral, sistemática y homogénea de la misma, contrariamente a lo
esperado por su trayectoria político-partidaria, lo que hace que muestre una
cara pluralista y republicana.
De modo que, aunque no se trata de manera directa el tema en la producción
discursiva, sí que podemos observar en diferentes declaraciones que el
expresidente uruguayo ha elaborado una suerte de “relato” sobre el pasado
cercano, que ha pasado a formar parte de su propio ethos discursivo.
Las
características de este relato son, en primer lugar, la necesidad de aceptar y
aprender a vivir con el pasado para mirar al futuro; en segundo lugar, se
prescinde de una lectura demonizante del pasado para construir la propia
identidad, dejando claro así que los enemigos se encuentran en el presente (en
los contextos económicos, las desigualdades sociales, la violencia, la
destrucción del planeta…); en tercer lugar, Mujica asume la pertenencia a la
generación política de los militantes y guerrilleros en los años 60 y 70 pero
se posiciona de manera distante a ella, sin idealizarla, de acuerdo con el
ethos sabio que habla con perspectiva, desde la posición distante que da la
experiencia. Establece que esta generación estaba ligada al voluntarismo,
compromiso y la vocación democrática, cuestiones que, como hemos visto,
evidencia la historia con la integración del MLN-T en el Frente Amplio;
finalmente, el último rasgo característico del relato construido por Mujica
sobre el pasado cercano consiste en la impregnación de la autocrítica que
realiza sobre él. Una autocrítica que se da en el plano estratégico pero
también en el ideológico, expresando reiteradamente desde una visión pragmática
y desencantada las dificultades de la izquierda para llevar adelante cambios
profundos.
Encontramos
en esta construcción del pasado reciente el primer factor de la escalada en la
opinión pública de Mujica, pues su posición neutral en el mismo, su tono
conciliador a pesar de haber vivido las peores consecuencias de la dictadura y
su predisposición a perdonar y criticar a la vez sus propios errores le dotan
de una humanidad y humildad nunca vista en el escenario político, a la vez que
aseguraban en su momento una estabilidad en cuanto a su dirección política del
país – alejando ajustes de cuentas- y permitía pensar en un proyecto de Uruguay
para todos a largo plazo.
Esta
lectura neutral del pasado le permite construir a Mujica un discurso basado en
la amplitud, que es otro de los factores que afectan positivamente a la opinión
pública. Mujica reconoce tomar apuntes del Partido Colorado y Blanco de manera
simultánea, a la vez que sostiene un fuerte arraigo anarco-socialista, lo que
genera toda una nueva óptica de pensamiento que desdibuja en algunos casos los
límites de la fuerza a la que representa. Esto se ve claramente en uno de los
temas recurrentes que aborda en su producción discursiva como es la noción de
libertad. Para él, según el discurso pronunciado en ocasión del aniversario del
nacimiento de José Artigas en 2010, las tres cosas más valiosas en la sociedad
son: “primero y por lejos, la libertad; después, casi a la vez, la paz, que finalmente
precisa para ser sustentable en el tiempo, desarrollo con equidad.” Se trata de
un discurso aplicable a cualquier punto del espectro político y más aún si
analizamos su concepto de libertad, que bebe tanto de fuentes republicanas como
liberales, pues si bien es cierto que las políticas públicas implementadas
durante su mandato como son la legalización del matrimonio igualitario, la
despenalización del aborto y la legalización del consumo de cannabis concuerdan
con nociones de libertad negativa, es decir, la libertad típicamente liberal - son
simplemente el reconocimiento de derechos que permiten la libertad de acción - también
hay un componente fuertemente republicano en aplicación a la sociedad y la
nación. Lo podemos ver en su búsqueda del consenso basada en la igualdad, la
defensa de mecanismos de democracia participativa o su defensa de Uruguay como
nación independiente y libre arraigada a una identidad sudamericana. Todo esto
lleva a una libertad en sentido republicano porque generan una ciudadanía que
se gobierna así misma, entendiendo la libertad como autogobierno. Se da así, un
doble manejo de este concepto que acaba trascendiendo las reglas básicas de la
identificación ideológica, lo que lo acerca a una ciudadanía diversa y plural.
Este factor se potencia
más aún cuando lo acompaña otra noción muy desarrollada por su producción
discursiva, consistente en la necesidad de tiempo para vivir. Aunque ideológicamente
esta idea se separa de posturas que se encuentran a la derecha del espectro
ideológico al tratarse de una profunda crítica al sistema capitalista, el
trasfondo humano que dibuja Mujica en ella es común a todos los individuos.
Defiende el derecho al libre desarrollo de las personas y al disfrute de su
tiempo, lo cual no excluye necesariamente la dedicación de un tiempo determinado
y limitado a tareas productivas. Sin embargo, lo que sí excluye, es la función
de estas como motor y lógica inherente a la vida humana, tal y como pasa hoy en
día en las sociedades capitalistas avanzadas. Además, incluye aquí
reivindicaciones medioambientales, defendiendo un modo de producción y de vida
sostenible para el planeta.
Vemos como adopta
una óptica novedosa en la que, aun conservando la utopía socialista de fondo,
admite que los cambios no pueden ser radicales y que, por lo tanto, se ha de
partir de una economía de mercado, un giro al centro muy favorable
electoralmente. Se trata entonces de un intento de llegar al socialismo
democrático de manera progresiva y sin confrontación. Encontramos en esto también
un elemento de practicidad, favorable a la opinión pública, pues asumir los
condicionantes de la realidad da credibilidad y viabilidad a sus propuestas.
Además, apoya este
discurso con su ejemplo personal, su estilo de vida austero, que si bien tenía
relación en su presidencia con la voluntad de vivir como la mayoría de los
uruguayos
- según sus ideales republicanos-, sin los lujos que corresponderían a un
mandatario, se convierten antes y pasada su etapa presidencial en la
materialización de su discurso teórico. Argumenta que vivir con demasiadas
cosas materiales implica invertir tiempo en procurarlas y cuidar de ellas,
tiempo que él decide voluntariamente invertir en sí mismo y en los que lo
rodean.
Se trata entonces de una construcción discursiva que apela al aspecto humano, despertando
las inquietudes personales de cada uno que se han visto frustradas por un
sistema que, aunque oprime de manera diferenciada, acaba oprimiendo a todos por
su lógica interna. Se da así también otro factor discursivo que afecta
positivamente a la opinión pública que es la personalización y emotividad del
discurso, en la que el expresidente adopta una posición cercana al receptor por
la profundidad del objeto del discurso y por el hecho de que lo experimenta en
sí mismo.
Llegados a este
punto podemos desprender de todos estos elementos discursivos que Mujica logra
transmitir de manera eficiente mediante su discurso un proyecto de país, en el
que se dan objetivos y estrategias para lograrlos, haciendo énfasis en brindar
bienestar a los ciudadanos y sobre todo a los sectores más desfavorecidos
mediante una dinamización del mercado interno y una apuesta por la agroexportación. Se trata de
un proyecto que ya venía iniciado por el gobierno anterior del Frente Amplio,
pero que Mujica con sus particularidades discursivas construye mediante el
relato del mundo en que vivimos y el lugar que el hombre debe ocupar en él,
como ya se ha visto. Este es otro factor a tener en cuenta en el objeto de
nuestro análisis, así como la orientación al receptor que tiene toda esta
construcción, en la que vemos que la preocupación fundamental es el bienestar
del ciudadano. Se apoya además para esto en su concepción de la política como
una obligación fruto de la responsabilidad sentida hacia la gente más que en
una opción personal. Sin duda una concepción novedosa en los tiempos que
vivimos.
Todo el discurso se
impregna, en cuanto a características lingüísticas, de una claridad que permite
efectivamente que llegue y cale en mayores capas sociales. El uso de términos
coloquiales y populares y la producción de mensajes concisos y directos son
además adecuados para que los medios de comunicación los trasmitan a la opinión
pública sin una gran distorsión. Todo esto hace que la producción discursiva de
Mujica sea comprensible y por lo tanto, eficaz, cosa que la opinión pública
agradece, ya que la situación opuesta ha sido uno de los temas frecuentemente
criticados por la ciudadanía. Por otra parte, esta claridad en Mujica viene
acompañada normalmente de trasparencia a la hora de expresar sus pensamientos,
sin tener en cuenta el rédito político. Esto lo diferencia también del político
tradicional, que trata de causar una impresión positiva en el electorado y por
ello ejerce un control particular sobre sus formas de dirigirse a la opinión
pública. Este aspecto de Mujica puede ser positivo en la valoración del elector
en cuento la sinceridad que trasmite, que lo presentaría en última instancia
como alguien en quien se puede depositar confianza.
Así mismo, no
debemos pasar por alto la repercusión de su discurso en la escala
internacional. Como se ha visto anteriormente, Mujica acaparaba portadas por
los discursos realizados en intervenciones ante múltiples organizaciones
internacionales, poniendo a Uruguay en una escena global que nunca había visto.
Esta popularidad adquirida en los foros internacionales – el mismo Bush dijo conocer
su historia tupamara en una visita presidencial mientras Mujica era Ministro de
Ganadería en la administración Vázquez- que en muchos casos se traduce en una
aprobación y admiración de su figura, ha de tener alguna influencia en como los
propios uruguayos veían a su entonces presidente, a modo de feedback. Así
mismo, la estimulación de la inversión internacional que su notoriedad publica
generó contribuyó positivamente a la economía, factor por el cual podría haber
aumentado la simpatía con respecto a él, en mayor o en menor medida.
Así, concluimos de
todos estos factores que Mujica se distancia de la imagen tradicional del
político y de las formas que estos tienen de hacer política. Se consolida en
cierta medida como un transgresor del juego político tradicional que logra reunir
bajo su discurso a una ciudadanía en cierta medida alienada. Lo logra, como
hemos visto, mediante una larga batería de recursos discursivos que son
apoyados por características de su propia biografía y por la puesta en práctica
de su propio discurso en lo que respecta a al ámbito de la vida personal. Sin
embargo, nos preguntamos si parte de este éxito comunicativo que desemboca en
una visión favorable por parte de la ciudadanía no se debe también al uso
puntual de herramientas populistas en el plano discursivo.
Retomando entonces
los puntos aportados por Charaudeau sobre el carácter populista en los
discursos y analizándolos uno por uno, podemos observar que en cuanto al manejo
del concepto de crisis y la victimización de la sociedad, nos encontramos con
que la sociedad uruguaya es relativamente estable. No se encuentra una fuerte
insatisfacción o descontento con el transcurso político o económico, quizás
porque debido a su alta institucionalización de la democracia no hay ventanas
de oportunidad política para ello. Mujica con su llegada al gobierno, si bien
es cierto que en su producción discursiva apela comúnmente al pueblo y las
condiciones de la clase trabajadora, no propicia esa exaltación de las masas ni
promueve una insatisfacción social que pueda usar a su favor, parece ir más por
el lado de la concienciación social. No rechaza tampoco los avances conseguidos
por los gobiernos anteriores, siguiendo en última instancia, parte del programa
político de su predecesor Tabaré Vázquez. Al mismo tiempo, aunque es común en
sus discursos hacer referencia a la decadencia moral y a la pérdida de civismo,
no es para realizar una reconstrucción identitaria de la nación, sino más bien
para recuperar una identidad humana a nivel global. Este elemento es interesante
por el hecho de que daría una nueva óptica o visión de los discursos
populistas.
La causa del mal o
culpables de los problemas que acechan a la sociedad, sí tienen un nombre en el
discurso de Mujica, como hemos explorado anteriormente, la economía capitalista
con su lógica productiva es la que está ahogando a los hombres y mujeres poco a
poco. Sin embargo, reconoce también que los grandes avances de la humanidad se
han dado gracias a ella, por lo que se da una demonización en sentido estricto.
Igualmente, no utiliza este elemento de su discurso para instar a las masas a
un cambio drástico del sistema económico del país, de hecho, no pretende
cambiarlo a corto plazo, simplemente lo introduce en sus discursos para generar
conciencia sobre el lugar que cree que debe ocupar el ser humano. Es por eso
que no podemos decir que utilice este elemento de manera populista, pues
tampoco logra una polarización de la sociedad, ya que como vimos en la parte
previa del análisis, su discurso se caracteriza por tratar de abarcar el máximo
de ella.
En lo referente a
la exaltación de valores, Mujica cuenta con un proyecto de país que funda en un
ideal social. Esto implica la primacía de una serie de valores que como hemos
visto en el análisis previo se enmarcan dentro de la humanidad, la solidaridad
y la libertad. Sin embargo, en los discursos populistas los valores exaltados
radican en la historia del país y sus tradiciones pues el fin es recuperar la
identidad nacional. A veces, como en el caso de Chávez en una identidad regional,
una comunidad sudamericana. Mujica, si bien es cierto que su proyecto político
parte de la pertenencia de Uruguay como una nación de Sudamérica, no pone tanto
el foco de mira de su discurso en esto como en un aspecto más profundo y
transversal: el ser humano.
En lo relativo a la
figura del hombre providencial o líder mesiánico, Mujica cumple con algunas de
las características, si bien el régimen democrático uruguayo pone frenos a
estas caracterizaciones. Mujica muestra la fuerza de convicción y sinceridad del
populista mediante un carisma adquirido por su imagen de oposición a lo que
conocemos como político. Su estilo de vida, su indumentaria e incluso su forma
de hablar transgreden toda estética política tradicional. Parece suponer una
ruptura con los políticos anteriores, no obstante, tan solo en la estética,
pues a nivel práctico su gobierno no presenta sobresaltos, elementos
típicamente populistas o cambios drásticos de dirección con respecto a periodos
anteriores. Además, podríamos decir que discursivamente adopta la posición de
representante del pueblo, tal y como dijo en un discurso improvisado tras ganar
las primarias,
un elemento que caracteriza también a los liderazgos populistas. Otro indicador
de populismo se da en la vaguedad ideológica, elemento asumido por Mujica
quien, como hemos ido viendo a lo largo del análisis, toma apuntes de
ideologías muy diferentes teniendo un desempeño en la presidencia que se aleja
en ocasiones de lo que cabría esperar de su discurso.
Por último, es
relevante prestar atención a su comunicación con la ciudadanía mediante los
medios de comunicación. Frecuentaba el género de las entrevistas, de radio
principalmente, así como discursos retransmitidos o entrevistas a medios
extranjeros. La comunicación mediante estos medios propicia los rasgos
mencionados anteriormente como la espontaneidad, la claridad o la trasparencia,
que lo invisten de un aire de autenticidad que no hace más que reforzar su
imagen carismática. Sin embargo, no podemos decir que los usara al estilo
típicamente populista a modo de comunicación directa entre líder y pueblo con
notables intenciones de manipulación de la información. Este sería el caso de
Hugo Chávez que informaba, aprobaba decretos o sustituía ministros en sus
programas televisivos, creando incluso un bloque oficialista de medios de comunicación.
El régimen democrático uruguayo es una frontera a la hora de llevar a cabo
estas acciones.
A modo de
conclusión de esta última parte se ha de decir que encontramos en Mujica un
personaje político realmente controvertido en cuanto a la cuestión del
populismo. Su gobierno es coetáneo al de otros conocidos populistas y dado que
todos forman parte del giro a la izquierda, hay algunas características
compartidas entre ellos. Así, Mujica presenta algunos rasgos típicamente
populistas, mientras que carece de otros igualmente fundamentales. No podemos,
por lo tanto, obviar la cuestión populista en nuestro estudio sobre la
influencia de la construcción discursiva de Mujica, si bien es cierto que no
tiene por qué conformar uno de los factores fundamentales de su popularidad,
tal y como hemos visto.
7.
CONCLUSIÓN
Al
inicio del presente trabajo nos preguntábamos hasta qué punto era el discurso
de Mujica una pieza clave en su popularidad y cuáles eran los factores del
mismo que la causaban. Sin duda la popularidad del exmandatario es
prácticamente un hecho sin precedentes en las democracias modernas, pues como
se ha visto, no depende tanto de la valoración de su gestión como de otros
recursos tales como las herramientas discursivas y pre discursivas que
utilizaba, que iban conformando un ethos muy determinado.
Su
imagen pre discursiva es el punto de partida de la construcción del discurso y
tiene una gran influencia en la ciudadanía pues lo dota de características que
lo diferencian de cualquier otro político, debido a sus rasgos biográficos
fuertemente marcados por su condición de exguerrillero tupamaro reinsertado en
la democracia y su fuerte compromiso con la misma demostrado por su papel en la
transición. Se constituye como una imagen de coherencia alejada de sus posiciones
radicales de juventud lo que lo acerca a una sociedad plural.
Todo
esto se ve reflejado en el discurso, que se construye en forma de un ethos
sabio, primer factor clave de su popularidad, que además sirve de matriz para
el resto de elementos discursivos. Su ethos sabio, proyectado en la figura del
anciano afable y experimentado contiene un mensaje reconciliador y autocrítico
en lo relativo al pasado reciente, que adopta una posición neutral e
integradora de toda la ciudadanía. Es este mensaje el que hace de la
conformación de su ethos el factor clave para entender su popularidad. Dentro
de esta imagen debemos además añadir la influencia de multitud de elementos
discursivos.
Estos
elementos son, en primer lugar, la ya mencionada amplitud del discurso, que lo
dota de un carácter integrador mediante el uso de una temática de carácter
humanista, trasversal a las ideologías (libertad, tiempo para vivir). Es por
ello que, en segundo lugar, Mujica presenta un proyecto de país, que revaloriza
lo humano pero que, aunque bebe de fuentes utópicas, no pierde su pragmatismo
al contar con una economía de mercado como punto de partida. Estos dos
elementos son otros dos importantes factores favorables a la opinión pública. En
tercer lugar, influye significativamente la orientación al receptor que
impregna todo el discurso, donde Mujica se centra en el papel del ciudadano. Influencia
potenciada por una personalización y emotividad del discurso que crea un
vínculo directo con el mismo. En cuarto lugar, toda la producción discursiva se
impregna de una claridad lingüística y una transparencia que no podemos pasar
por alto como positivas.
Por
otra parte, hay que tener en cuenta la influencia que la valoración de este discurso
a nivel internacional supone para la población nacional, pues las altas cotas
de aprobación del exprimer mandatario en la escena global tienen un feedback
importante dentro de Uruguay, también por las repercusiones económicas
positivas que esto entraña.
Así
mismo, a la hora de hacer contra balance de los factores de su popularidad,
hemos de tener en cuenta que Mujica partió de un punto muy favorable al inicio
de su mandato, debido principalmente a los factores de medio y corto plazo como
son la buena gestión de Tabaré Vázquez, de su mismo partido, y la baja
competitividad del resto de políticos, principalmente de la oposición. Mujica
recogió el testigo de una buena gestión, siendo el depositario de alguna forma
de la confianza que los uruguayos tenían en Vázquez, en un panorama en el que
él era ya el candidato mejor valorado.
Nos
planteábamos también si esta popularidad podía tener alguna relación con el uso
de elementos populistas en el discurso. Como ya avisamos, Uruguay presenta una
alta institucionalización de la democracia por lo que no se da un populismo
como régimen, aunque sí en pequeña medida como recurso discursivo. En el
análisis realizado encontramos que el discurso de Mujica presenta algunos
rasgos que podemos identificar como populistas, principalmente en lo que se
refiere a su propia imagen de líder transgresor y carismático, sentado por
encima de las ideologías e identificado con el pueblo.
Sin
embargo, en cuanto al contenido del discurso en sí, hemos de rechazar las tesis
populistas, pues Mujica no lo utiliza como forma de exaltar a las clases
populares mediante su victimización o la búsqueda de culpables. Su discurso,
como hemos visto, es ciertamente moderado e integrador, por lo que se aleja del
intento de polarización de la sociedad, característico de los populismos. Es
por todo esto que la influencia del uso de herramientas populistas en el
discurso no puede ser considerada como un factor decisivo a la hora de entender
la popularidad del expresidente.
A
pesar de esto no debemos olvidar que Mujica forma parte del giro a la izquierda,
caracterizado por una fuerte presencia de gobiernos populistas, por lo que no
es descabellado encontrarnos con frecuencia el nombre del exmandatario uruguayo
asociado a este tipo de recursos políticos. Este sigue siendo un tema
controvertido para los autores, que no logran llegar a un consenso. Quizás
estas líneas aporten un poco de luz al estudio de la cuestión.
Como
apunte final, es reseñable el cuestionamiento que, desde hace unos años, ha
sufrido José Mujica por parte de la opinión pública por la denuncia de casos de
corrupción durante su gobierno en los que estaba implicado Raúl Sendic – el
hijo del histórico fundador del MLN-T. Esto le valió un menoscabo de su
popularidad a nivel nacional, mientras que a nivel internacional han sido sus
declaraciones sobre la crisis humanitaria en Venezuela y el gobierno de Nicolás
Maduro lo que más controversia ha generado. Sea como fuere, es indudable la
huella que Mujica ha dejado en la política, pues introdujo cuestiones en la
agenda que nunca habían tenido voz en la política nacional e internacional, dando
un toque de atención a un sistema cada vez más insostenible para el planeta. Su
legado comprende además una contribución a la comunicación política que ha dado
y dará mucho que estudiar a los científicos sociales.
8. BIBLIOGRAFÍA
Albistur, G. (febrero de
2018). Tiempo para la vida. El concepto de libertad en José Mujica. Izquierdas(38),
23-38.
Aristóteles
(2005). El arte de la retórica.
Buenos Aires: Eudeba
Arrarás, A. (1998).
Armed Struggle, Political Learning, and Participation in Democracy: The
Case of the Tupamaros (Uruguay). Princeton University, PhD. Dissertation.
Barceló, J. (2006).
Discurso vivido: Apuntes sobre la comunicación política de José Mujica. Dixit,
(1), 4-9.
Berlin, I. (2012). Sobre
la libertad. Madrid: Alianza editorial.
Buquet, D.; Piñeiro, R. (2010). De las
internas a las municipales: los impactos de las reglas electorales en Uruguay.
In: BUQUET, Daniel; JOHNSON, Niki (eds.). Del cambio a la continuidad:
Ciclo Electoral 2009-2010 en Uruguay. Montevideo: Ed. Fin de Siglo.
Charaudeau, P. (2009) Reflexiones para
el análisis del discurso populista. Discurso & Sociedad, 3(2),
253-279
Cuñarro Conde, E., &
Cuñarro Conde, L. (enero-junio de 2017). Democracia y populismo en América
Latina. Algunas notas sobre Uruguay y Venezuela. (U. S. Bolívar, Ed.) Justicia,
31, 46-64. Obtenido de http://dx.doi.org/ 10.17081/just.22.31.2598
Garcé, A. (2006). Donde hubo fuego. El
proceso de adaptación del MLN-Tupamaros a la legalidad y a la competencia
electoral (1985-2004), Montevideo: Fin de Siglo.
Garcé, A. (2010). URUGUAY 2009: DE
TABARÉ VÁZQUEZ A JOSÉ MUJICA. Revista de ciencia política (Santiago), 30(2),
499-535. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-090X2010000200017
Laclau, E. (2007). La
razón populista. México, Buenos Aires: Fondo de
Cultura Económica
Leiras, S. C. (2015). ¿Qué
es esa cosa llamada populismo? Anales de la academia nacional de ciencias
morales y políticas, XLII(2). Obtenido de https://www.ancmyp.org.ar/user/FILES/Leiras.I.15-2.pdf
Montero, A. S. (julio de
2015). El joven militante y el viejo sabio. Relatos sobre el pasado reciente y
el ethos discursivo de Néstor Kirchner (Argentina 2003-2007) y José Mujica
(Uruguay 2010-2015). Revista Uruguaya de Ciencia Política, 24(2).
Obtenido de LINK
Skinner, Q. (2010). Hobbes
y la libertad republicana. Buenos Aires: Prometeo.
Ulloa,
C. (2017). El
populismo en escena ¿Por qué emerge en unos países y en otros no? 1a. Quito:
FLACSO-Ecuador.
Vairo, D., &
Rodríguez, J. (2011). Las claves del éxito de Mujica en las presidenciales
Uruguayas de 2009. Revista Debates, 5(2), 97-116. Obtenido de LINK
Zárate, R. O. (21 de
noviembre de 2016). Barcelona Centre for International Affairs. Obtenido
de CIDOB: LINK