La dirección política de
la sociedad en la transición socialista cubana ¿campo de la Ciencia Política?
Autor: Dr. C. Camilo
Rodríguez Noriega.
crn@espnl.co.cu
Resumen
El trabajo se inspira en la temprana observación-convocatoria de
Fidel Castro acerca de que “...los conocimientos por adquirir, en muchas
ocasiones son conocimientos por investigar”[2]. Desde las necesidades históricas que
durante la transición socialista definen a la dirección política de la sociedad
como una esfera general de actividad práctica social, el autor dialoga con la
comprensión occidental de la misma. En ese curso revela argumentos del
necesario carácter integrativo del saber que resulta necesario para el
ejercicio consecuente de la dirección política de la sociedad en la transición socialista,
llegando a sustentarla como un área del conocimiento científico cuyo objeto de
estudio queda esbozado, evidenciando su inesquivable vocación transdisciplinar.
En la argumentación de esas consideraciones el autor expone su punto de vista
acerca de la pregunta contenida en el título.
ABSTRACT
This work is inspired on a sooner observation Fidel
Castro made which was a sort of invitation at the same time: “…knowledge to
acquire is knowledge to investigate in most times”. The historical needs during
socialist transition have defined political direction of society as a practical
social activity. The autor of this article dialogues with the occidental
concept of society. He reveals reasons of integrative knowledge which becomes
necessary to direct politically the society in socialist transition and
sustains it as an transdisciplinar area of scientific knowledge. The autor
expresses his view on the question of the title.
La dirección política de
la sociedad como área de la actividad práctica social y del conocimiento
científico[3]
asume en Cuba el reclamo que respecto a la construcción socialista realizara
Fidel en 1965, al expresar: “(...) es mucho lo que tenemos que aprender en
todos esos campos y no hay nadie que nos lo pueda enseñar. (…) los conocimientos
por adquirir, en muchas ocasiones son conocimientos por investigar”.[4] Asimismo, atiende la exigencia,
planteada en fecha más reciente por Raúl: “Los empeños de diseminar ideas que
niegan la vitalidad de los conceptos marxistas, leninistas y martianos, deberán
contrarrestarse, entre otros medios, con una creativa conceptualización teórica
del socialismo posible en las condiciones de Cuba, como única alternativa de
igualdad y justicia para todos”.[5]
Conceptualización que ha de incluir el reconocimiento de la dirección política de la
sociedad como esfera específica de la actividad práctica social, cuya
singularidad es menester captar en su relación de identidad y distintividad con
sus equivalentes en otros tipos de sociedad, toda vez que se convierte en condición
de sustentabilidad del proyecto socialista cubano.
El presente trabajo centra su objetivo en discernir sobre
la naturaleza del conocimiento científico que concierne a la dirección política
de la sociedad en la transición socialista a partir de las singularidades que
la delimitan como esfera práctica de la actividad social[6].
En la literatura que piensa las sociedades organizadas
políticamente dentro de un modelo capitalista occidental, la dirección política
es entendida como “...aquella actividad de los poderes públicos encaminada a la
determinación y el establecimiento tanto de los fines del conjunto de la
actividad estatal como de los propios instrumentos necesarios para su logro”[7]. En ese orden se considera que:
“Esta función de dirección política de la sociedad es una función creativa o
innovadora que no es un monopolio ya que el Gobierno lo comparte con el poder
legislativo en algunas ocasiones al que también le corresponde una actividad de
orientación política.”[8] Instituciones y políticos se convierten aquí en palanca
fundamental de esa función. El alcance del poder de función que se ostenta (ya
sea institucional, grupal o individual) resulta pertinente a la función social
del poder.
La comprensión de la actividad de dirección política de
la sociedad en la transición socialista, de acuerdo con la experiencia cubana,
dialoga críticamente con aquella visión occidental y asume la actualidad
histórica de la siguiente consideración:
Las revoluciones
burguesas del pasado necesitaban únicamente que las universidades le
suministraran abogados, la mejor materia prima para la formación de sus líderes
políticos, pero para la emancipación de la clase obrera se necesitarán, además,
médicos, ingenieros, químicos, agrónomos y otros especialistas, ya que se trata
de dominar la dirección tanto de la maquinaria política como de toda la
producción social, y esto no se constituye con frases sonoras, sino con
conocimientos firmes…[9]
Es en esa correlación
dialéctica entre la necesidad de dominar tanto la “maquinaria política” (toda
la institucionalidad que participa del movimiento político de la sociedad) como
toda la producción social donde es menester situar el foco epistemológico para
entender la especificidad de la dirección política en la transición socialista,
en primer lugar como un ámbito práctico
específico de la actividad social y, como consecuencia suya, de la producción
del conocimiento científico necesario a esos fines. Es decir, por cuanto el
devenir histórico-concreto se decide en parte nada desdeñable en el modo político
de producción social es imprescindible el conocimiento científico para los
procesos de dirección política que lo “moldean”.
No
se trata solo de la dirección política como una función estatal. Cambia la
función social del poder, encargado ahora de levantar políticamente el conjunto
de una nueva sociedad y no de copar con un orden político un poder económico ya
avanzado en las entrañas de la anterior. Como esfera práctica de
actividad social, la actividad de dirección política tiene a su cargo posibilitar
los procesos de cooperación social favorecidos por el predominio jurídico de la
propiedad social de todo el pueblo, asomada como expresión de voluntad
política, que es menester asentar estructuralmente.
La intensidad de la transformación a realizar llena de
contenido social a la política y, como expresión suya, perfila a la relación
dialéctica entre economía y política[10] como un conector de la nueva totalidad social que
sintetiza la responsabilidad de los procesos de dirección con la acumulación socialista
de carácter integral que se necesita como calidad de solución de la
contradicción fundamental de la transición socialista[11].
Lo central es calar el ritmo posible del carácter
transicional del establecimiento de una sociedad alternativa al capitalismo. Ya
no se trata solo de la determinación y la precisión de los fines del conjunto
de la actividad estatal, ni de su coordinación dentro de unos patrones previstos y previsibles desde
los cuales elegir las “herramientas” que aseguren su realización. La orientación política a cargo de la dirección, para
poder ser, debe saldar el escollo de la ignorancia acerca de las nuevas
dinámicas sociales, lo que, como proceso dialéctico, se recrea históricamente.
Esos propósitos no son
solo un asunto de los tradicionalmente llamados poderes públicos; involucran de múltiples
maneras a toda la sociedad desde el fragor de la heroica creación histórica que
está siendo, enfrascada también en extraer sus instituciones de los “nuevos”
estados históricos de la práctica social. Las
consecuencias de esos actos se propagan a través de las relaciones políticas
hacia el conjunto de las relaciones sociales.
Los procesos de dirección politica internalizan un complejo devenir
histórico de construcción
de un sujeto de poder con carácter colectivo masivo (el pueblo), quien deberá
aprender a valerse de las instituciones pero a no enajenarse en ellas, ni a
través de los dirigentes y funcionarios que las habitan. La historia parece
denotar esa formación del sujeto necesario como batalla eterna y, por tanto,
siempre actual, muy ligada a la calidad de la práctica social. En su deber ser,
su valor se verifica como pueblo organizado para nutrir un eje conexo de
pensamiento, opinión, voto y acción transformadora, que tiene en los
trabajadores su núcleo de sostén. De su concreción histórica pende no solo la
reproducción del poder, sino la producción de sociedad como complejo proceso de
negación dialéctica.
En consecuencia la actividad práctica social de dirección
política aparece demandada tanto de forjar el oficio político a modo de fundir
ciencia y arte de servir al pueblo[12] como de constituir a este (al pueblo) en la entidad
política fundamental, partes ambos del sustento ontológico de la nueva sociedad
en puja, reclamante de una nueva calidad cognitiva, ideológica, cultural y axiológica para -y desde-
el extenso, activo y sistemático flujo práctico de interrelaciones entre
dirigidos y dirigentes. Solo desde esas condiciones es posible superar
prácticamente, de modo histórico, la contradicción que emana de la división
social del trabajo en el ejercicio del poder político popular y asentar como
tendencia la indispensable auto-determinación colectiva democrática de los
propósitos políticos que orientan la gestión colectiva sistémica y sistemática
del proceso de producción de las nuevas relaciones sociales. Empeño en el cual
cuenta tanto la vanguardia como el pueblo en su conjunto.
La dirección política
como esfera de actividad subraya imperativos de dirección intelectual y moral al servicio público, como
condición determinante en la construcción de hegemonía político-cultural
revolucionaria. La necesidad de que esta determinación cualitativa sea
propiedad del mayor número posible de los involucrados -tanto dirigentes como
dirigidos- se va convirtiendo en una exigencia social que pudiera parecer solo
un esfuerzo por la expansión social de la vanguardia, pero que en realidad
constituye la evidencia del proceso de forja del nuevo sujeto político
necesario. La vida ha demostrado que es este un proceso raigalmente
histórico-concreto y, por tanto, de renovación continua, que aprovecha el
acumulado histórico pero no puede reproducirse solo desde el mismo. Todo esto
plantea demandas particulares a la calidad del conocimiento necesario y de los
métodos, mecanismos y medios por donde cursa el intercambio de actividad -y
también de roles- entre dirigentes y dirigidos, cuyo reto continuo pasa por la
inversión polar socialmente pertinente de la relación misma.
La dirección política de
la sociedad en la transición socialista por el pueblo, como ámbito de la
actividad práctica, puede entonces definirse como modo político socialmente
condicionado de asegurar, de manera sostenida y jerarquizada, procesos de
cooperación social en -y para- el ejercicio de poder popular, activado por la
relación estratégica y táctica entre dirigentes y dirigidos en la proyección,
coordinación, regulación, educación, valoración e impulso[13] -con carácter histórico-concreto- de la autodeterminación
democrática y de la gestión popular colectiva masiva de los propósitos
políticos compartidos de producción, progresivamente orgánica, de las nuevas
relaciones sociales de carácter socialista.
A lo interno de esta actividad de dirección que
concierne, por principio de la naturaleza clasista del poder a todo el pueblo,
se coloca la labor especializada de dirección
política de la sociedad. Se entiende pot tal el proceso de
ejecución de la misión específica que, en el marco de la actividad general de
dirección política de la sociedad a cargo del pueblo, desempeñan las
organizaciones, instituciones, cuadros y funcionarios ocupados de manera
regular de gestionar políticamente la satisfacción de las necesidades de la
construcción socialista a través de diversos métodos, mecanismos y medios de
dirección, motivando el involucramiento del resto del pueblo, auxiliados por
recursos básicos necesarios de diferentes tipos y asentados en una formación
ideológica revolucionaria y en una cultura tecnológico-organizativa pertinente,
adquirida en la práctica cotidiana y a través de diferentes vías de
capacitación y superación.
La teorizada y evidenciada naturaleza política de la
transición socialista hace de la actividad política -y de la de dirección
política en particular- un asunto que concierne a toda la sociedad y a la
calidad del movimiento histórico de esta como una responsabilidad que, en su
integridad, le compete, al menos en tanto “vaso comunicante”, del conjunto de
relaciones sociales.
A la dirección política
como esfera práctica de actividad social le compete el ordenamiento interesado
de la sociedad, pues nada le es ajeno desde la perspectiva del contenido y las
formas que la definen. Al mismo tiempo, lo que sucede en cualquier ámbito de la
sociedad probablemente adquiera significado mediato o inmediato para esta
esfera, en la medida que afecte, de una u otra forma, el orden, la estabilidad
y la creación social que la actividad de dirección política de la sociedad
procura. De lo que se trata, en suma, es de articular
el esfuerzo conjunto por parir nuevas relaciones sociales, para lo que es
menester gestar hombres y pueblo nuevo que doten de una calidad humana
diferente a la propia actividad política y se trasmute en su singularidad como
unidad nacional sostenida por la mayoría.
Las funciones que
adquiere la actividad de dirección
política de la sociedad incluyen pero rebasan al Estado y se comprometen, ante
todo con el acceso colectivo e individual al bienestar material y espiritual
históricamente posible como a la formación de un hombre y pueblo nuevo que ha
de emerger de la capacidad liberadora de su faena político-social colectiva. De
ahí la calidad diversa de reguladores sociales a la que está sometida la actividad
de dirección política, inagotables con los de carácter jurídico, ni siquiera
con los de naturaleza ética si estos suponen una visión restringida de la
política o una ideología enclaustrada, de estrechos límites clasistas que
atenten contra la composición misma del sujeto necesario.
De manera que para dotar
de contenido histórico emancipador a esa esfera de actividad práctica se
necesita de un saber práctico y científico integral e integrador, indispensable
para su funcionamiento más o menos orgánico, ahora solo posible desde una
dinámica que se impone diferente entre una sociedad civil en transición y una
sociedad política también transicional, las que deben agenciarse su pertinente
identidad y distintividad histórica, tanto en su propia elementaridad como en
su indispensable relación.
Lo establecido
históricamente aparece, cuando menos de modo relativo, como objeto para la
ruptura revolucionaria, en el que es menester hurgar para asir los nuevos
“establecimientos” societales, cuya permanencia se trastoca, durante mucho
tiempo, en el imperativo permanente de búsqueda que es la revolución misma. Es
la compleja dialéctica entre el cambio y la conservación revolucionaria, que se
convierte en ocupación indagotaria de la actividad de dirección política de la
sociedad, compelida a romper cualquier osificación esquemática de fómulas
políticas y de sentidos jerarquizadores en la correlación entre dirigentes (que
también han de ser dirigidos) y dirigidos (que también han de dirigir).
La propia gestión de
saber deviene un asunto de interés y ocupación pública y, por tanto, de
competencia para la actividad de dirección política de la sociedad. El
conocimiento de las múltiples dinámicas sociales, desde cuya integración emana
el rostro histórico-concreto de los estados de la práctica social y se puja la
nueva sociedad (al tiempo que denota la calidad de su génesis y desarrollo) se
convierte en demanda de autogestión de la responsabilidad a cargo de la
dirección política de la sociedad.
Las claves de dicha
responsabilidad social no pueden inferirse solo de un modo instrumental desde
las necesidades, inquietudes y contradicciones que brotan de los estados
vigentes del comportamiento político social. Es menester develar la
sustantividad societal de las relaciones políticas sintetizadas en el
comportamiento político existente tanto como en aquel que se hace necesario para
nutrir ese proceso de permanente re-definicion del contenido y forma de
dirección, el que, aún en su historicidad no puede dejar de comprometerse con
la totalidad del cambio social y va hacia él. Proceso que llega hasta hacer de la
experimentación de alcance social diverso una responsabilidad de dirección
política.
Ninguna ciencia particular puede proveer por sí misma, de
manera suficiente, la producción específica de saber que se necesita para esas
faenas; ni aún la Ciencia Política de Enfoque Sur, tan necesaria, pues no es
solo un asunto del modo político de comportarse ante determinadas necesidades,
problemas e inquietudes políticas de las mayorías[14].
Así, del reconocimiento
de la dirección política como una esfera práctica de la actividad social emerge
la demanda de una particular relación
histórica entre las ciencias sociales y la política revolucionaria al tiempo
que acuna una matriz de necesidad cognitivo-científica conformadora de un
objeto de conocimiento científico singular. En consecuencia, se va determinando
a la dirección política de la sociedad también como área del conocimiento
científico, orientada a sistematizar y producir saber relacionado con ese
segmento complejo de la actividad social. Es menester tanto un nivel de
organización e integración de la producción científica disciplinar diversa que
tributa a esta área como la construcción de una perspectiva epistemológica de
vocación transdisciplinar propia, para la teorización necesaria y la
elaboración de propuestas dirigidas a la consolidación, rectificación y
superación dialéctica de las experiencias prácticas de dirección política.
Como área del conocimiento científico, la Dirección
Política de la Sociedad en Transición Socialista define su objeto de estudio en
las relaciones dialécticas histórico-concretas,
lineales y no lineales, que transcurren en la actividad práctica general de
dirección política de la sociedad por el pueblo entre: a) el flujo de
condiciones sociales existentes, b) los propósitos políticos que nutren la actividad práctica
de dirección
política de la sociedad en sus diferentes
niveles y c) los medios, mecanismos y métodos a
través de las cuales se posibilitan tanto la auto-determinación democrática de
aquellos propósitos políticos como la gestión eficaz de dirección que le
ofrecen curso práctico, conforme a las funciones sociales de esta esfera
general de actividad práctica[15].
La importancia práctica
de esta área del conocimiento radica en su contribución a enriquecer la
asimilación orgánica y coherente del conocimiento científico para estos fines,
desde su empeño por rebasar el aporte fragmentado que respecto a esta esfera de
actividad social proviene de cada una de las disciplinas científicas, lo que entorpece,
entre otros factores, su asimilación orgánica y coherente por los involucrados
(dirigentes-dirigidos) a causa de la insuficiente integración científica
(organizada y sistemática) de la apropiación y producción de los saberes que le
conciernen. En síntesis, su finalidad es la comprensión integral de la dirección
política de la sociedad desde el objeto de estudio del área, en sus
complejidades y contradicciones, una de cuyas exigencias es la unidad del
conocimiento en aras de una visión de totalidad del objeto.
El carácter científico
de dichos desarrollos cognitivos beneficia el enriquecimiento de la teoría
sobre la construcción socialista y conforma un espacio singular en el ambiente
académico cubano que debe desempeñar un papel cada vez más activo en la
articulación entre ciencia y política en el ámbito que le compete
El desarrollo de la Dirección Política de la Sociedad
como área del conocimiento científico de vocación trasdisciplinar ha de tomar
en cuenta la historia de su propia delimitación como necesidad histórica y las
nuevas demandas cognitivas que la actualidad le reclama objetivamente, a fin de
consolidar una base epistemológica propia, que ninguna ciencia particular puede
proveer por sí misma de manera suficiente.
El objeto de estudio
definido sintetiza relaciones que confluyen en los procesos de dirección
política en los que, a partir de los objetivos del proyecto político asumido,
se proyecta, regula, coordina, impulsa, valora y retroalimenta la dinámica de
los procesos sociales. Integra creadoramente saberes de diferentes disciplinas
para explicar y pronosticar el devenir del accionar de los sujetos políticos
con la pretensión de un criterio posible de totalidad social y promueve
investigaciones, intra, multi y transdisciplinares que generan nuevos
conocimientos científicos y propuestas alternativas para la innovación social
en esta área.
La singularidad y distintividad de esta área de actividad
social en Cuba ha generado una
fértil producción de saber, predominantemente empírico, documentado o no, que
está exigiendo el desarrollo de una base de conocimiento científico-social
organizada y accesible, que integre y supere lo ya alcanzado para contribuir a
solucionar las problemáticas de su
contexto y desarrollarse teóricamente.
Ese saber se expresa mediante un “sistema” conceptual que
articula lo aportado por otras ciencias sociales y los resultados que emergen
de sus propias búsquedas en ligazón con las necesidades políticas. Resulta
necesario para explicar y pronosticar el conjunto de relaciones e
interrelaciones de esta actividad, en correspondencia con los estados de
práctica y de su propio desarrollo teórico.
Dentro
de esos referentes conceptuales fundamentales se precisan: actividad práctica
general dirección política de la
sociedad por el pueblo en la transición socialista; función de dirección política de la
sociedad por el sistema político; disfunción de la actividad dirección
política de la sociedad por el sistema político; unidad y diversidad de
los procesos de dirección política en relación a los diferentes ámbitos de la
vida social; institucionalidad de la actividad de dirección política
de la sociedad; relaciones de la institucionalidad política con instituciones
no políticas en los procesos de dirección política de la sociedad; carácter
condicionado de los procesos de dirección política de la sociedad;
autodeterminación democrática en los procesos de dirección política de la
sociedad; proceso de gestión colectiva de los destinos comunes como calidad
determinante de la actividad de dirección
política de la sociedad; calidad integral de la interrelación
dirigidos-dirigentes; roles diferenciados y complementarios de los actores de
los procesos de dirección política; métodos de dirección
política de la sociedad; mecanismos de dirección política de la sociedad;
medios de dirección política de la sociedad; proyección de dirección política
de la sociedad; regulación de dirección política de la sociedad; coordinación
de dirección política de la sociedad; impulso social de dirección política de
la sociedad; valoración de dirección política de la sociedad; eficacia política
de la actividad de dirección política de la sociedad; eficacia
funcional-estructural de la actividad de dirección política de la sociedad,
etc.
El núcleo vigente y
actual de las bases teórico–metodológicas de desarrollo del área del conocimiento
en Cuba se encuentra en[16]:
·
El legado teórico y
político del marxismo y del leninismo fundacional, sustentado en el nexo
dialéctico entre teoría y práctica revolucionaria.
·
El
pensamiento revolucionario cubano, sintetizado en el legado de José Martí y
Fidel Castro Ruz.
·
Las
producciones científicas particulares y filosóficas universales y nacionales
afines al área del conocimiento.
·
La
interpretación filosófica y científica de las experiencias universales del
desarrollo de la dirección política de la sociedad en la construcción
socialista.
·
La
aprehensión teórica y política de las experiencias prácticas de dirección
política de la sociedad cubana y su perspectiva desarrolladora y propositiva
para la continuidad de la transición socialista en Cuba.
·
La
dimensión cultural de los procesos de dirección política de la sociedad
aprehendidos desde la dialéctica entre lo universal y lo nacional.
·
La conceptualización del modelo económico y social de desarrollo
socialista cubano.
De la necesidad de continuar generando y socializando
cultura de base científica que connote nexos esenciales, lineales y no
lineales, se identifican los intereses cognitivos siguientes:
1.- Los fundamentos
culturales, científicos, axiológicos e ideológicos de la dirección política de
la sociedad cubana.
2.- Las contradicciones
y complejidades histórico-concretas propias de estos procesos.
3.- La evaluación y
promoción de la eficacia funcional de las atribuciones y relaciones
complementarias y diferenciadas de los actores políticos en la gestión
democrática colectiva de dirección política.
4.-La atención a los problemas
actuales de la educación política, ideológica y cultural general para la
dirección política de la sociedad cubana
Conclusiones:
a) La delimitación de la
Dirección Política de la Sociedad como área del conocimiento científico obedece
a un ejercicio hermenéutico sobre la actividad social propia de la transición
socialista cubana desde el prisma CTS.
b) Su definición como
área del conocimiento científico se fundamenta en:
·
Su conformación
objetiva primaria como una esfera de la actividad práctica social.
·
La
existencia de antecedentes históricos que tributan a su demarcación.
·
La
necesidad de consolidar la relación entre el conocimiento científico integrado
e integrador y la dirección política de la sociedad en transición socialista,
subrayando la exigencia del diálogo de los objetos de estudio de las diferentes
disciplinas de las ciencias sociales con el objeto de esta área del
conocimiento científico y, por su vía, de profundizar la producción de un saber
científico transdisciplinar que consolide su identidad académica y la
sustantividad integradora de su aporte respecto al objeto de practica que lo
demanda.
c) Aún en sus
manifiestas carencias de conocimientos aportables por la Ciencia Política, la práctica de dirección
política en la transición socialista cubana está necesitada de un saber
científico cuyo objeto considere, pero trascienda, el de la Ciencia Política de Enfoque Sur. No obstante,
parece incuestionable que la palpable sustantividad política del saber propio
de esta disciplina actúa como nodo articulador entre el conjunto de
conocimientos científico-sociales y las necesidades de comportamiento político
que emanan del estado histórico de la sociedad para el ejercicio de dirección
política.
Bibliografía básica.
________. Discurso
pronunciado en el acto de graduación de 90 estomatólogos, celebrado en el
teatro "Chaplin", el 18 de junio de 1965, Disponible en: URL:
http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/index/html/1965.
Giménez
Sánchez, Isabel M . Indirizzo politico, dirección política de la sociedad, impulso
político: el papel del parlamento. Giménez Sánchez,
Isabel M. Editor: Dykinson; Universidad Autónoma de Madrid, 2008. Consultado
en: URI: http://hdl.handle.net/10486/8938.
García de Tiedra González, Javier.
Apuntes de Derecho Constitucional (recopilación basada en las lecciones
magistrales de Antonio Troncoso Reigada, Catedrático acreditado de Derecho
Constitucional, y Profesor Titular de la Universidad de Cádiz. En:
https://www.derechoconstitucional.es/2012/02/
Marx C., Engels F. y Lenin V. I. La
sociedad comunista. La Habana, Cuba: Editorial de Ciencias Sociales;
1985.p.36. El subrayado es del autor del presente trabajo.
Lenin, VI. Política y economía.
Dialéctica y eclecticismo. En: Una vez más sobre los sindicatos, el momento
actual y los errores de los camaradas Trostky y Bujarin, Obras Escogidas en 3
tomos, tomo 3. Moscú, URSS; Editorial Progreso, 1978; pp.546-553.