Género y Rentabilidad
Electoral en México:
Estudio del caso de las
elecciones del poder legislativo en Jalisco, 2015.
Andrés Valdez Zepeda *
Resumen
En el escrito, se hace
un análisis de la rentabilidad electoral por género en las elecciones legislativas
del 2015 en Jalisco, todo esto antecedido por una minuciosa contextualización
histórica sobre la lucha de las mujeres por ganar espacios de representación
popular y ampliar sus derechos políticos en México. Se concluye, que para este
caso estudiado, la rentabilidad electoral de la mujer fue más baja que la del
hombre. Finalmente, se señala a manera de conlsuión que un mayor nivel de
competitividad política, demanda una mayor rentabilidad electoral tanto de los
candidatos y candidatas postuladas a ocupar un puesto de representación
pública, por lo que, en la medida que aumente el nivel de rentabilidad
electoral de las mujeres, sin duda, también aumentará el nivel de
competitividad del sistema político mexicano.
Palabras clave. Género, rentabilidad
electoral, campañas electorales, candidatos, participación política, elecciones
legislativas, Jalisco, México y 2015.
Abstract
In the paper, an analysis
of the electoral profitability by gender in the legislative elections of 2015
in Jalisco is made, preceded by a thorough historical contextualization on the
struggle of the women to gain spaces of popular representation and to extend
their political rights in Mexico . It is concluded that for this case studied,
the electoral profitability of women was lower than that of men. Finally, it is
pointed out that a higher level of political competitiveness demands a greater
electoral profitability both of the candidates and candidates postulated to
occupy a position of public representation, reason why, as the level of
electoral profitability of the women increases, Without doubt, will also
increase the level of competitiveness of the Mexican political system.
Keywords. Gender, electoral
profitability, electoral campaigns, candidates, political participation,
legislative elections, Jalisco, Mexico and 2015.
1. Introducción
Por muchos años, la política
electoral en México era sólo para individuos del género masculino, ya que las
mujeres no eran consideradas como ciudadanas
(dotadas de sus
derechos políticos y de garantías individuales), por lo que no tenían el
derecho a votar para elegir a sus gobernantes o ser votadas para algún cargo de
elección popular (Guerrero, 2014).
No fue sino hasta 1917,
cuando la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, por primera
vez concedió a las mujeres y a los hombres los mismos derechos, pero solo en
materia de garantías individuales. Sin embargo, no se otorgó esta igualdad de
derechos en materia político-electoral.
Uno de los argumentos
más frecuentes que, por parte de la clase política nacional, se utilizaban en
la época posrevolucionaria, señalaba que las mujeres eran muy conservadoras y
manipulables, principalmente, por la jerarquía de la iglesia católica, por lo
que el darle a las féminas el derecho al sufragio, ponía en riesgo la vigencia
del Estado laico y las conquistas de la Revolución mexicana.
No fue sino hasta el 6
de octubre de 1953, cuando la Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión,
reformó los artículos 34 y 35, fracción I de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, siendo publicada esta reforma en el Diario Oficial de
la Federación, el día 17 de octubre de este mismo año.
De esta forma, el nuevo
texto del artículo 34 constitucional señalaba que:
“Son
ciudadanos de la República los varones y las mujeres que, teniendo la calidad
de mexicanos reúnan además los siguientes requisitos: haber cumplido 18 años de
edad, siendo casados, o 21 si no lo son y tener un modo honesto de
vivir”.
A partir de este año,
durante la presidencia de Adolfo Ruiz Cortines, las mujeres pudieron ejercer el
derecho al sufragio para elegir a sus gobernantes y pudieron presentarse como
candidatas a algún puesto de elección popular. Por primera vez, en 1957 las
ciudadanas mexicanas pudieron elegir al presidente de la república.
A partir de esta
fecha, la participación de la mujer en los asuntos político-electorales y de
gobierno, se ha incrementado gradualmente, de tal forma que hoy día, la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece la paridad en
la postulación de candidatos a puestos de lección popular, para el caso de la
cámara de diputados federal, el senado de la república y los congresos estatales.
Ahora bien, si
obligatoriamente los partidos políticos tienen que postular un 50 por ciento de
hombres y un 50 por ciento de mujeres como candidatas a un puesto de elección
popular, ¿cuál género es más rentable electoralmente hablando? Es decir, bajo
un sistema democrático ¿influye el género o no en el resultado de una elección?
Para tratar de dar
respuesta a estas interrogantes, se realizó un estudio de las candidaturas a
las diputaciones locales del estado de Jalisco en la elección del 2015, así
como de los resultados obtenidos, tomando en cuenta la perspectiva de género.
Es decir, con el fin de analizar la rentabilidad electoral, se revisó el número
y porcentaje de candidatos y candidatas a integrar el órgano parlamentario en
el estado de Jalisco, así como el número y porcentaje de candidatas y
candidatos ganadores de estas elecciones constitucionales. Además, se realizó
una revisión de la literatura sobre esta temática, así como algunos casos de estudios
sobre elecciones desde una perspectiva de género.
Este es un estudio
realizado en el estado de Jalisco, sustentado en una metodología mixta, de
carácter cualitativo y cuantitativo, cuyo objetivo central fue medir el nivel
de competitividad electoral por género en las elecciones locales para integrar
el poder legislativo en el 2015.
2. Género y participación
política en México
Como se ha señalado, la
participación de la mujer en los asuntos electorales en México es relativamente
reciente, ya que por muchos años, las elecciones constitucionales y los asuntos
de gobierno, concernían únicamente a los hombres. Sin embargo, poco a poco y
con el pasar del tiempo, las mujeres empezaron a exigir igualdad de derechos,
ciudadanía para todos y todas, así como libertad y garantías para poder
participar en los procesos electorales.
En lo general, esta fue
una jornada prolongada, llena de luchas epopeyicas por la igualdad de derechos
políticos para la mujer, y en lo particular por el derecho a votar y ser votadas
para un cargo de representación pública.
De estas gestas
históricas, se ubican los primeros antecedentes en el año 1917, cuando Hermila
Galindo lanzó su primer candidatura por el V Distrito Electoral de la Ciudad
de México.
De hecho, fue la primer mujer que intentó ser candidata a un puesto de elección
popular. Sin embargo, ante la falta de un marco normativo favorable a sus
aspiraciones políticas y, ante la ausencia legal de derechos políticos para la
mujer, ésta primer candidatura no fue exitosa.
Sin embargo, durante
los años veintes del siglo XX, los espacios y derechos políticos de la mujer
fueron reconocidos a nivel local por algunos gobiernos estatales. Por ejemplo,
en 1922 durante el gobierno popular de Felipe Carrillo Puerto en Yucatán, se
reconoció a las mujeres el derecho a participar en las elecciones municipales y
estatales. En este mismo sentido, en el estado de San Luis Potosí, en Julio de
1923, el gobernador constitucional de esa entidad federativa, Aurelio Manrique,
expidió un decreto en el que se concedía a las mujeres el poder participar en
las elecciones municipales y estatales, siempre y cuando supieran leer y escribir.
Durante esta misma
década, precisamente en el año 1923, Elvia Carrillo Puerto, resultó la primer
mexicana electa como diputada del Congreso del Estado de Yucatán por el V
distrito. Es decir, una mujer fue candidata a un puesto de elección y resultó
electa como representante popular, hecho inédito para esas épocas, en la
historia del país.
A partir de estos
antecedentes, poco a poco, se empezaron a abrir más espacios para la
participación de la mujer en la vida política de México, así como aumentaron
las exigencias de la mujer para participar en la elección de los dirigentes de
algunas instituciones políticas, como los partidos políticos nacionales. De
esta forma, en 1935, siendo presidente de la república el general Lázaro
Cárdenas del Río, por primera vez, se permitió que las mujeres participaran
en las elecciones internas del Partido Nacional Revolucionario (PNR), antecedente
del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Durante la época
conocida como el cardenismo, (1934-40), los derechos de las mujeres a
participar en la vida política principalmente aumentaron a nivel municipal. Fue
bajo este contexto de apertura limitada, cuando en 1938, Aurora Meza Andraca se
convirtió en la primera presidenta municipal en el país, ganando las elecciones
y siendo la alcaldesa en la ciudad de Chilpancingo, Guerrero.
En el ámbito municipal
en 1947, los derechos políticos de la mujer y el ejercicio de la ciudadanía
plena fueron reconocidos por la constitución política, ya que el articulo 115
constitucional, reformado en ese año, otorgó el derecho a las mujeres a votar
y ser votadas en los procesos electorales municipales que se llevaron a cabo en
todo el país.
En el ámbito federal,
en 1953, se otorgó la ciudadanía plena y los derechos político electorales a
las mujeres, aplicable para todos los cargos de elección popular a nivel
municipal, estatal y federal, incluyendo el derecho de las mujeres de
participar en las elecciones para presidente de la república.
Para el caso del
Congreso de la Unión, las mujeres pudieron participar en los procesos
electorales con el derecho de elegir y ser electas para ocupar algún cargo de
representación popular en la cámara de diputados y de senadores. De esta forma,
en 1954, Aurora Jiménez de Palacios fue electa como la primer mujer en ocupar
una diputación federal. Por su parte, en 1964 María Lavalle Urbina y Alicia
Arrellano Tapia, fueron las primeras mujeres electas como senadoras de la
república.
A nivel de gubernaturas,
la pluralidad de género inició en 1979, cuando Griselda Álvarez Ponce de León,
fue electa como primera gobernadora constitucional del estado de Colima, siendo
la primer mujer, en todo el país, en ocupar una gubernatura de un estado.
A nivel de integración
del gabinete federal, en 1981, Rosa Luz Alegría fue designada, por el entonces presidente
de la república, José López Portillo, como la primera secretaria de Estado,
ocupando la titularidad de la Secretaría de Turismo del gobierno federal.
Finalmente en 1982,
Rosario Ibarra de Piedra, fue la primer mujer en postularse como candidata a la
presidencia de la república mexicana. Su lema de campaña fue “arriba los de
abajo”. A partir de este año, la participación de la mujer en los procesos
político-electorales de México, aumentó significativamente, en especial con más
candidaturas y ocupando la titularidad de varios de los diferentes puestos de
elección popular.
A nivel de partidos
políticos, la participación de la mujer en los procesos electorales, se
incrementó sustancialmente a partir de la llamada cuota de género, misma que, desde su creación, está
orientada, a erradicar la discriminación política de las mujeres.
En 1996, como un
artículo transitorio, en el Código Federal de Instituciones y Procedimientos
Electorales (COFIPE), se estableció la recomendación para que los partidos
políticos incluyeran en sus candidaturas a diputados federales y senadores de
la república, un porcentaje máximo de un mismo género. De esta forma, el
articulo 22 de dicho ordenamiento, señalaba que “los partidos políticos nacionales considerarán en sus
estatutos que las candidaturas por ambos principios, a diputados y senadores,
no excedan del 70 por ciento para un mismo género. Asimismo promoverán la mayor
participación política de las mujeres".
En el año 2002, a nivel del COFIPE, se
implementaron algunos criterios para establecer la cuota de género como
obligatoria para las candidaturas a los diferentes puestos de elección popular
y, se estableció el porcentaje máximo de candidatos de un mismo género de 70
por ciento. Es decir, se estableció la fórmula conocida como 70/30 de
candidaturas para los casos de los aspirantes a un puesto de elección popular en
su carácter de propietario.
En el 2008, la fórmula cambió a
60/40, dándose más espacios para la participación política de las mujeres en
los procesos electorales. Es decir, se estableció que en el ámbito federal el
porcentaje de candidaturas a un puesto de elección popular, que sea de un mismo
género, no podría ser más del 60 por ciento.
A
pesar de estos avances, para el 2012, México ocupaba el lugar número 39 de 109
países a nivel mundial y el quinto en América Latina, en el índice de
potenciación de género, que realiza el Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD). Esta posición se debe al bajo número de curules ocupadas por
mujeres.
En el caso de México, en donde
existen los dos sistemas, de mayoría relativa y representación proporcional y
con listas cerradas, se puede considerar y de hecho la revisión de los procesos
electorales de los últimos años así lo corrobora, que: las mujeres son más
nominadas y elegidas por el principio de representación proporcional en
distritos plurinominales, es decir cuando van a ser designadas en el partido no
por su conocimiento o carisma entre el electorado, sino por el porcentaje
electoral que le resulte a cada formación política tras las elecciones.
En diciembre del 2013,
a propuesta del presidente de la república, Enrique Peña Nieto, se realizó una
reforma constitucional para incorporar en el articulo 41 de la Máxima Carta
Magna de la nación, el principio de equidad de género en las candidaturas para
los diferentes puestos de elección correspondientes a la legislatura federal y
local. Es decir, a partir de su aprobación, se estableció la fórmula de 50/50,
mediante la cual el 50 por ciento de las candidaturas para la cámara de
diputados federal, el senado de la república y los congresos locales deberán de
ser del género femenino y, el 50 por ciento restante, del género masculino.
3. Campañas electorales y
candidatos
Las
campañas electorales son definidas por la legislación electoral mexicana, como
las acciones proselitistas que realizan los candidatos y partidos en la
búsqueda del voto de los ciudadanos. Comprende todas las actividades de
proselitismo y persuasión política orientadas a a ganar el voto de los
ciudadanos. En toda sociedad democrática, las campañas principalmente, se
ocupan de cortejar al elector, construir consensos sociales y lograr mayorías
electorales estables.
Las campañas
electorales en México, tienen una vieja historia. La primer elección para
definir a un representante popular, en lo que hoy se denomina Estados Unidos
Mexicanos, se realizó en 1828, época que coincide con el inicio y la
construcción del Estado Mexicano. A partir de esta fecha, las campañas
empiezan a institucionalizarse en el país, como ejercicios rutinarios para
definir el carácter de la representación pública. Sin embargo, por muchos años
las campañas se transformaron en meros ritos protocolarios para el acceso al
poder político, ya que debido a la predominancia de un partido hegemónico de
Estado, las contiendas eran realmente inequitativas.
A partir del inicio del
proceso de transición a la democracia en México, que se dio a fines de la década
de los 1980s, las campañas electorales empezaron a ser mucho más competidas y
se transformaron en mecanismos legítimos y privilegiados férreamente disputados
por dos o más actores políticos para acceder al poder público. De esta forma,
de meros ritos protocolarios, las campañas se transformaron en verdaderas
confrontaciones políticas entre diferentes candidatos y partidos por la disputa
del poder.
Hoy día, las campañas
se han transformado en ejercicios sofisticados y modernos en los que se
involucra e invierten grandes sumas de dinero, tiempo y recursos humanos,
económicos y materiales para tratar de alcanzar o conservar el poder. Estas
campañas son ejercicios proselitistas inteligentes, en las que los individuos e
instituciones más astutas y capaces, logran conquistar la mente de los
electores, para ganar el voto a su favor. De esta forma, la inteligencia se ha
convertido en un factor estratégico que permite que los partidos y candidatos
obtengan ventajas comparativas para conquistar el poder político, postulando
muchas veces a candidatos y candidatas con una alta rentabilidad electoral.
Durante estos procesos
persuasivos, tradicionalmente los candidatos ocupan lugares protagónicos debido
a la actual tendencia de personificación de la política, en la que cobran
importancia las características distintivas, el perfil, la experiencia y los
antecedentes de los y las candidatas postuladas.
4. Rentabilidad electoral
El término rentabilidad en el ámbito
económico hace alusión a la ganancia o a la utilidad.
Es la relación existente entre la inversión y las utilidades o beneficios
económicos que se obtienen. En el ámbito social, la rentabilidad es
considerada como el impacto o beneficio social que genera una determinada
política pública o una inversión. En este caso, es sinónimo de beneficio
social.
En el campo electoral, se entiende por rentabilidad como el número de espacios
de representación pública o votos que se obtienen por una determinado partido
político o candidato en una elección en un tiempo y espacio determinado. Para
esta investigación, se entenderá el concepto de rentabilidad como el índice que
mide la relación entre espacios de representación pública y/o número de votos
ganados por un determinado partido político o candidato en una elección determinada.
Existen tres diferentes tipos de
rentabilidad electoral. La rentabilidad electoral personal, la rentabilidad
electoral por partido o institución y, la rentabilidad electoral por género.
La primera refiere a la capacidad
del candidato o candidata para lograr un mayor número y porcentaje de votos en
una contienda electoral, respecto del total de votos válidos emitidos. Por
supuesto, implica el grado de conocimiento que tengan los electores de los (as)
candidatos (as), su imagen, arraigo, carisma y reputación pública, así como el
porcentaje de votos que pueda obtener en la elección. Este tipo de
rentabilidad, se obtiene porcentualmente al multiplicar el número de votos
válidos obtenidos por el candidato o candidata, multiplicado por uno y dividido
entre el número total de votos validos emitidos.
La rentabilidad electoral por
institución es aquella que se determina por el número y el porcentaje de votos
que tiene un partido político, así como por el número de espacios de
representación pública que obtiene dicho partido con respecto del número total
de espacios en disputa (presidencias municipales, diputaciones, gubernaturas).
Este tipo de rentabilidad, se obtiene porcentualmente al multiplicar el número
de espacios ganados por el partido políticos, multiplicado por uno y dividido
entre el número total de espacios políticos en disputa.
La rentabilidad electoral por género
es aquella que se determina por el número y el porcentaje de espacios de
representación pública que se obtienen por cada uno de los géneros (femenino o
masculino) con respecto del número (absoluto) y porcentaje (relativo) total de
espacios en disputa.
También existe la rentabilidad
electoral por genero a nivel general y parcial. La primera se obtiene al
multiplicar el número total de candidatos ganadores por género (hombre o
mujer) por uno dividido entre el número total de candidatos. La segunda se
obtiene al multiplicar por uno el número de candidatos ganadores por género
(hombre o mujer) y dividirlo entre el número total de candidatos del mismo
género.
Existen tres niveles de rentabilidad
electoral: alto, medio y bajo. Cuando un (a) candidato (a) gana las elecciones,
entonces se dice que tuvo un alto nivel de rentabilidad electoral. De igual
forma, cuando un candidato pierde una elección fue porque tuvo un medio (por
debajo del alto, pero arriba del bajo) o bajo (en los últimos lugares) nivel de
rentabilidad electoral.
Para poder cuantificar el nivel de
rentabilidad electoral, antes de la jornada electoral o día de las elecciones,
se utilizan la investigación cuantitativa y la cualitativa. A través de la
investigación cuantitativa, realizada tradicionalmente por empresas y
consultorías de investigación de mercado prestigiadas y serias,
se conoce qué porcentaje de electores identifican o conocen al candidato o la
candidata, cuál es la percepción que tienen de él o ella, el grado de
compromiso y apoyo que le darían en los comicios electorales, el nivel de
credibilidad social del candidato o candidata, su honorabilidad, reputación o
fama pública y, la evaluación social sobre sus capacidades para ejercer
responsablemente el puesto por el que se compite, entre otras.
Por medio de la investigación
cualitativa, realizada por los órganos de gobierno del partido, se determinan
las cualidades y fortalezas de los candidatos, el arraigo, trayectoria y perfil
del candidato ideal, así como las debilidades y desventajas del mismo tomando
en cuenta la coyuntura político-electoral que se está viviendo, el perfil de
los candidatos de los partidos opositores, así como información relevante no
conocida por la mayoría de los electores, sobre la vida y obra de los propios
candidatos.
Para cuantificar el nivel de
rentabilidad electoral, después de las elecciones, se toma en consideración el
número y porcentaje de votos que obtuvieron cada uno de los (as) candidatos
(as) postulados (as) de acuerdo con el cómputo realizado por la autoridad
electoral competente, todo en relación con el número total de votos validos en
esa elección.
5. Rentabilidad electoral
y género
Existen diferentes
estudios y aproximaciones teóricas sobre el tema de la rentabilidad electoral y
el género. En lo particular, sobresalen cuatro diferentes planteamientos sobre
la relación existente entre resultados electorales y género. El primero, señala
que las mujeres están en desventaja en contra de los hombres cuando compiten
por un cargo de elección popular, debido a cuestiones discriminatorias y
prejuicios de género (Koch, 2002; Rosenwasser y Seale, 1988; Huddy y
Terkildsen, 1993; Darcy, Welch y Clark, 1994; Welch y Estudlar, 1986). Es
decir, de acuerdo con este planteamiento, la rentabilidad electoral de las
mujeres, es mucho más baja que la de los hombres (Gallagher, 2003).
El segundo
planteamiento, apunta que las mujeres están en ventaja respecto de los hombres
cuando compiten como candidatas a un puesto de elección popular (Black y
Erickson, 2003; Borisyuk, Rallings y Trasher, 2007, Kaid et al, 1984). Es
decir, que la rentabilidad electoral es más alta que el de los hombres o que en
cierto tipo de elecciones, las mujeres tienen un cierto tipo de ventajas
respecto a los hombres (Burrel, 1994; Welch y Studlar, 1986; Dolan, 1998; Smith
y Fox, 2001; Fiber y Fox, 2002).
El tercer
planteamiento, señala que la cuestión de género de los candidatos a un puesto
de elección popular, no es una variable importante que toman en cuenta los
electores a la hora de decidir su voto. Es decir, que ganar una elección nada
tiene que ver con el sexo de los candidatos (Seltzer, Newman y Leighton 1997),
ya que la identidad de género no importa tanto al momento del voto, sino otras
variables como la identidad partidista, el perfil y la experiencia de los
candidatos y las propuestas de campaña, entre otras.
En otras palabras, se
considera que el género es una variable de poca importancia en la política
electoral, ya que el resultado de una elección es multifactorial, dependiendo,
principalmente de la identidad partidista, el tipo de campaña impulsada, la
estrategia utilizada, la estructura política del partido y los recursos con que
se cuente para la campaña, el contexto y la coyuntura política en el que se
desarrolle la elección, así como el perfil del (a) candidato (a) postulado (a),
entre otros (Valdez, 2011).
Finalmente, el cuarto
planteamiento apunta que la conducta del elector es compleja y que el sexo de
los candidatos o la cuestión de género puede ser importante en algunas
elecciones y en otras no, por lo que no puede haber resultados concluyentes
sobre el tema (McElroy y Marsh 2010).
Sobre el tema de la
rentabilidad electoral y el género, es importante considerar que actualmente se
está viviendo una tendencia de personalización de la política, donde, para
definir el resultado de las elecciones, es muy importante el perfil del candidato
que es postulado a un puesto de elección popular, así como su historial, su
capacidad, su experiencia, su carisma, el arraigo en su comunidad, su imagen, sus
capacidades histriónicas y su inteligencia verbal, emocional y relacional, con
el fin de lograr la confianza y credibilidad de los votantes y, por
consecuencia, para ganar su voto durante los procesos electorales.
Sin embargo, el sexo
de los candidatos, en general, es una variable ambivalente para el resultado de
las elecciones, ya que en algunos casos, llega a ser importante para el
resultado electoral y en otras no, dependiendo del tipo de elección, las
estrategias de campaña articuladas, la experiencia de los electores en
elecciones pasadas, así como las habilidades y características distintivas de
los candidatos contendientes.
Para el caso de México,
hay algunos estudios que analizan la importancia o la relación que el género
tiene en el resultado electoral. Por ejemplo, Aparicio (2011) realizó un
estudio sobre los resultados de las elecciones del 2009 para diputados
federales, en el que revisó el porcentaje de candidatos y candidatas por el
principio de mayoría relativa. De acuerdo con este estudio, se registraron como
candidatos en esta elección, 1,393 hombres y 635 mujeres. De acuerdo con los
resultados dados a conocer por el Instituto Federal Electoral (IFE), 247 hombres
ganaron las elecciones y 53 mujeres, lo que representó el 82.33 por ciento y el
17.67 por ciento, respectivamente. Es decir, de acuerdo a este estudio, los
hombres presentan una mayor rentabilidad electoral que las mujeres.
En el caso de las
precampañas o elecciones internas y el género, Huerta y Magar (2006), realizaron un estudio en el
Distrito Federal sobre la participación de las mujeres en las elecciones
internas y sus posibilidades de éxito en los años 2003 y 2006. Al respecto,
señalan:
[...] “en las elecciones internas
del 2003 y 2006, el porcentaje de mujeres candidatas que fueron seleccionadas
por elecciones internas, fue prácticamente proporcional al porcentaje de
mujeres que se registraron como precandidatas: es decir que las mujeres
precandidatas que se registraron y que contendieron, ganaron las elecciones
internas en la misma proporción que los precandidatos varones en el caso del
PRI (en 2003) y en una proporción muy parecida en el caso del PAN (2003 y 2006)
y del PRD (2006)”. Es decir, el género no fue tan importante para definir el
resultado de las elecciones internas.
6. Las elecciones
legislativas Jalisco 2015
Los comicios para
elegir a los diputados locales en Jalisco, se realizaron el 7 de junio
del 2015 de forma concurrente con la elección de los presidentes municipales de
los 125 ayuntamientos del estado.
En total, el Congreso
del Estado de Jalisco está compuesto por 39 diputados, 20 electos por el
principio de mayoría (o también llamados diputados uninominales) y 19 por el
principio de representación proporcional, (también llamados diputados
plurinominales). En la elección del 2015, se postularon en total 171
candidatos, de los cuales 85 fueron mujeres que representaron el 49 por ciento
del total de candidatos y 86 fueron hombres que representaron el 51 por ciento.
De esta forma, se trató de cumplir con el principio constitucional de equidad
de género. De estos comicios, resultaron electos 39 diputados: 23 hombres que
representan el 59 por ciento de los diputados y 16 mujeres que representan el
41 por ciento. Véase el cuadro Número 1 .
Cuadro. No. 1
Elecciones Poder
Legislativo, Jalisco, 2015
Número y porcentaje de
candidatos y candidatas
Candidatos
|
Hombres
|
Mujeres
|
Porceentaje
Hombres
|
Porcentaje
Mujeres
|
Total
%
|
171
|
86
|
85
|
51
|
49
|
100
|
Fuente. Elaboración propia con
datos del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado de
Jalisco.
Por el principio de
mayoría relativa fueron electos en total 20 diputados, 12 hombres que
representan el 60 por ciento y 8 mujeres que representan el 40 por ciento
restante (Cuadro Número 2).
Cuadro No.
2
Elecciones
Legislativas,
Jalisco 2015
Número de distritos
uninominales y resultados electorales por género
Total
de distritos
|
20
|
100%
|
Ganados
por hombre
|
12
|
60%
|
Ganados
por mujeres
|
8
|
40%
|
Fuente. Elaboración propia con
datos del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado de
Jalisco.
Mientras que por el
principio de representación proporcional fueron electos 19 diputados, de los
cuales 11 son hombres que representan el 58 por ciento y 8 son mujeres que
representan el 42 por ciento de los diputados electos por este principio
(Cuadro Número 3).
Cuadro No. 3
Elecciones
Legislativas, Jalisco 2015
Número de Diputaciones
plurinominales y resultados electorales por género
Total
de distritos
|
19
|
100%
|
Ganados
por hombre
|
11
|
58%
|
Ganados
por mujeres
|
8
|
42%
|
Fuente. Elaboración propia con
datos del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado de
Jalisco.
Ahora bien, si se
considera que la rentabilidad electoral de género se obtiene al multiplicar el
número total de candidatas o candidatos ganadores por uno y se divide el
resultado entre el número total de candidatos postulados, entonces se obtienen
los siguientes resultados:
Donde
Significa
REG
Rentabilidad electoral total o general
REGGM
Rentabilidad electoral total o general por género mujeres
REGGH
Rentabilidad electoral total o general por género hombres
REPGH
Rentabilidad electoral parcial por género hombres
REPGM
Rentabilidad electoral parcial por género mujeres
NTC
Número total de candidatos
NCG
Número de candidatos ganadores
NMCG
Número de mujeres candidatas ganadoras
NHCG
Número de hombres candidatos ganadores
NCH
Número de candidatos hombres
NCM
Número de candidatos mujeres
a.
Rentabilidad
Electoral General
La
rentabilidad electoral general se obtiene al multiplicar el número de
candidatos ganadores por 1 y se divide entre el número total de candidatos.
REG=
NCG X
_____________
NTC
REG
= 39X1
___________
171
REG
= 0.2280 %
Es decir, la
rentabilidad electoral general de los candidatos a legisladores en Jalisco en
la elección del 2015 fue de 0.2280. Si ésta se hiciera nivel porcentual,
entonces fue de 22.80 por ciento.
b.
Rentabilidad
Electoral General por Género en Mujeres
La
rentabilidad electoral general por género en el caso de las mujeres se obtiene
al multiplicar el número de mujeres candidatas ganadoras por uno y se divide
entre el número total de candidatos.
REGGM
= NMCGX1
________________
NTC
REGCM=
16X1
________________
171
REGCM=
.0935
Es decir, la
rentabilidad electoral general de los candidatos a legisladores mujeres en
Jalisco en la elección del 2015 fue de 0.0935. Si ésta se hiciera nivel
porcentual, entonces fue de 9.35 por ciento.
c. Rentabilidad Electoral
General por Género en Hombres
La
rentabilidad electoral general por género en el caso de los hombres se obtiene
al multiplicar el número de hombres candidatos ganadores por uno y se divide
entre el número total de candidatos.
REGGH
= NHCGX1
_______________
NTC
REGGH=
23X1
___________
171
REGGH=
0.1345%
Es decir, la
rentabilidad electoral general de los candidatos hombres a legisladores en
Jalisco en la elección del 2015 fue de 0.1345. Si ésta se hiciera nivel
porcentual, entonces fue de 13.45 por ciento.
d. Rentabilidad Electoral
Parcial por Género en Hombres
La
rentabilidad electoral parcial por género en el caso de los hombres se obtiene
al multiplicar el número de hombres candidatos ganadores por uno y se divide
entre el número de candidatos hombres.
REPGH=
NHCGX1
________________
NCH
REPGH
= 23X1
_______________
86
REPGH=
0.2674%
Es decir, la
rentabilidad electoral parcial de los candidatos hombres a legisladores en
Jalisco en la elección del 2015 fue de 0.2674 Si ésta se hiciera nivel
porcentual, entonces fue de 26.74 por ciento.
e.
Rentabilidad
Electoral Parcial por Género Mujeres
La
rentabilidad electoral parcial por género en el caso de las mujeres se obtiene
al multiplicar el número de mujeres candidatas ganadoras por uno y se divide
entre el número de candidatas mujeres.
REPGM=
NMCGX1
_______________
NMC
REPGM
= 16X1
_________
85
REPGM
= 0.1882%
Es decir, la
rentabilidad electoral parcial por género de los candidatos mujeres a
legisladores en Jalisco en la elección del 2015 fue de 0.1882. Si ésta se
hiciera nivel porcentual, entonces fue de 18.82 por ciento.
De lo anterior, se
puede llegar a las siguientes conclusiones preliminares.
Primero, las mujeres
tienen una rentabilidad electoral general de 0.0935. Esto es, si una mujer es
postulada como candidata a diputada local en Jalisco tiene un 9.35 por ciento
de posibilidad de ganar una elección. Por su parte, la rentabilidad electoral
del hombre es de 0.1345. Es decir, si un hombre es postulado como candidato
tiene un 13.45 por ciento de posibilidad de ser electo como diputado local en
el estado de Jalisco.
Segundo, la
rentabilidad electoral parcial de género entre candidatitos del mismo sexo,
para el caso de las mujeres es de 0.1882 y para los hombres es de 0.2674. Es
decir, la posibilidad de ganar una elección entre candidatos del mismo sexo es
de 18.82 y 26.74 por ciento respectivamente. El cuadro número 4 muestra la
rentabilidad total o parcial de hombres y mujeres.
Cuadro No. 4
Elecciones diputados
locales, Jalisco 2015
Rentabilidad electoral
por género
Tipo
|
Mujeres
|
Hombres
|
Rentabilidad
total
|
0.0935
|
0.1345
|
Rentabilidad
parcial
|
0.1882
|
0.2674
|
Fuente. Elaboración propia con
datos del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado de
Jalisco.
8.
A Manera de Conclusión
En los últimos años,
se han experimentado cambios importantes en la política mexicana. Uno de ellos,
sin duda, ha sido el proceso de transición hacia la democracia que inició a
fines de la década de los ochentas del siglo XX. Sin embargo, un cambio muy
importante que se viene realizando desde la década de los cincuentas es el
concerniente a las políticas de equidad de género en la representación púlbica,
entendido éste como la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres para
ocupar algún cargo de elección popular.
La equidad de género ha
sido una conquista histórica de las mujeres por ocupar más espacios de representación
pública en el país, misma que tiene que legitimarse en el ejercicio de la
función pública, generando mejores gobiernos y políticas públicas sustentables que
beneficien a las grandes mayorías.
Los retos de las
mujeres de hoy dia ya no serán el ocupar más número de candidaturas a los
diferentes puestos de elección popular, sino el aumentar su nivel de
rentabilidad en las campañas electorales. Por ley, ahora las mujeres han
conquistado el derecho de ser postuladas al 50 por ciento de las candidaturas
en las elecciones para diputados federales y locales. Sin embargo, no pueden
conformarse solo con ser candidatas, se requiere ganar elecciones y, sobre
todo, generar buenos gobiernos.
En el estudio aquí
realizado, se muestra que el nivel de rentabilidad electoral de las mujeres,
para el caso de la elección de diputados locales en Jalisco para el año 2015,
fue más bajo que el de los hombres, a pesar de la obligatoriedad de postular el
50 por ciento de candidatos del sexo femenino y el otro 50 por ciento de
candidatos del sexo masculino, por lo que será imperativo para los comicios
electorales venideros, aumentar no sólo el número de candidaturas a un puesto
de elección popular, sino también el número de espacios de representación
pública ganados en campañas por por las féminas. Es decir, es imperativo
aumentar el nivel de rentabilidad electoral del género femenino.
Un mayor nivel de competitividad política, demanda una mayor
rentabilidad electoral tanto de los candidatos y candidatas, así como también
de los partidos políticos, por lo que en la medida que aumente el nivel de
rentabilidad electoral de las mujeres, sin duda, aumentará el nivel de
competitividad del sistema político mexicano. Además, "la creciente presencia de mujeres en la
política electoral, traerá consigo cambios sustanciales en las instituciones,
las prioridades y en la cultura política".
Para aumentar el nivel
de rentabilidad electoral de las mujeres, no sólo requieren desarrollar el
nivel de sus habilidades y competencias políticas, sino también transformar la
cultura política que predomina en el país, que favorece tradicionalmente más a
los candidatos del género masculino que del femenino. En este sentido, el reto
de las políticas asociadas a la equidad de género es un aún desafío mayor para
México.
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*Andrés Valdez Zepeda es doctor en estudios latinoamericanos por
la Universidad de Nuevo México (USA). Autor de los libros 1) Mercado y
democracia y Comunicación de Polñíticas Públicas y Mercadotecnia gubernamnetal.
Actualmente trabaja como professor Investigador de la Universidad de
Guadalajara en México. azepeda@cucea.udg.mx