EL OLOR COMO ESTRATEGIA
PARA SEDUCIR:
MERCADOTECNIA OLFATIVA
Y CAMPAÑAS ELECTORALES
THE SMELL AS A STRATEGY TO SEDUCE:
FRAGRANCE AND ELECTORAL MARKETING
CAMPAIGNS
Andrés Valdez Zepeda *
Resumen
El objetivo de esta investigación es
describir el uso de la mercadotecnia olfativa en las campañas electorales, como
parte de las estrategias usadas dentro de lo que se conoce como mercadotecnia
política. La metodología utilizada fue cualitativa apoyándose en la descripción
de los aspectos centrales de esta nueva sub-disciplina, así como sobre su campo
y objeto de estudio.
En lo particular, este trabajo conceptualiza y describe lo que es la
mercadotecnia olfativa utilizada en la política como parte de las estrategias
de persuasión y seducción en las campañas electorales bajo sistemas políticos
competitivos. Después, analiza el uso de los olores en
la política electoral y la firma que tradicionalmente adapta su articulación
estratégica. Finalmente, concluye que los candidatos a ocupar un cargo de
representación pública pueden ser más competitivos, al diferenciarse de sus
competidores mediante el uso apropiado de los aromas, fragancias y perfumes, ya
que el olfato incide determinantemente en el comportamiento de los votantes.
Palabras clave. Mercadotecnia
olfativa, campañas electorales, candidatos, partidos políticos, estrategias de
seducción y sistemas democráticos.
Abstract
In the particular, this article
conceptualized and described what the olfactory marketing used in business and
in politics as part of the strategies of persuasion and seduction in election
campaigns under competitive political systems. Then analyzes the use of scents
in electoral politics and signature traditionally adapted its strategic joint.
Finally, he concludes that candidates for a position of public can be more
competitive, to differentiate themselves from competitors through the
appropriate use of flavorings, fragrances and perfumes representation as
determinedly smell affects the behavior of voters.
Keywords. Olfactory marketing,
campaigns, candidates, political parties, seduction strategies and democratic
systems.
Introducción
Bajo sistemas políticos de cuño democrático,
las elecciones para elegir a los representantes populares, se tornan cada día
más competidas, de tal forma que las diferencias porcentuales entre quienes
ganan y pierden las posiciones de poder político, son sumamente pequeñas.
En el caso específico, de la mayoría
de los países con democracias emergentes, como varios naciones de América
latina, la competencia electoral se ha incrementado notoriamente, de tal forma
que la diferencia entre quien gana y pierde una elección porcentualmente es muy
baja. Por ejemplo, en la elección presidencial de México en el año 2006, de
acuerdo con los resultados oficiales dados a conocer por el Instituto Federal
Electoral, el candidato del Partido Acción Nacional (PAN), Felipe Calderón
Hinojoza, se impuso al candidato de la Coalición por el Bien de Todos, Andrés
Manuel López Obrador, con tan solo 0.62 por ciento de los votos.
De igual forma, el 26 de noviembre
del 2017 se realizaron elecciones presidenciales en Honduras. De acuerdo con el
Tribunal Supremo Electoral, el candidato oficialista, Juan Orlando Hernández,
obtuvo el 42.91 por ciento de los votos, mientras que el candidato opositor,
Salvador Masralla, logró el 41.46 por ciento. Es decir, la diferencia entre
quien ganó la elección y quien la perdió fue tan sólo de 1.53 por ciento de los
votos, un porcentaje, sin duda, muy reducido.
De ahí la necesidad que tienen
muchas de las organizaciones, como es el caso de los partidos políticos y sus
candidatos a un puesto de elección popular, de buscar y utilizar nuevas
herramientas y métodos alternativos que les ayuden a ser más competitivos en la
búsqueda o conservación de los espacios de representación pública. Es decir, la
alta competencia inter e intra-partidista entre la clase política, ha generado
la necesidad de usar novedosos medios, así como nuevas herramientas y
estrategias que sean más efectivas, que a su vez, le permitan alcanzar o
avanzar en sus objetivos político-estratégicos.
En su dimensión electoral, la
mercadotecnia política es una disciplina que se encarga del estudio de las
motivaciones de los electores con el fin de articular diversas estrategias para
persuadirlos de que sufraguen a favor o en contra de las diferentes
alternativas y a su vez, para movilizarlos a las urnas (Valdez, 2001 y
Barranco, 2003). Dentro de la mercadotecnia política, se encuentra una
sub-disciplina conocida como la mercadotecnia olfativa, misma que se puede
conceptualizar como el uso de los aromas y fragancias en la política electoral
y de gobierno, con el objetivo de influir en la conducta y comportamiento de
los ciudadanos, favoreciendo así, la aceptación y la preferencia de quienes se
apoyan en ella. Es decir, la mercadotecnia olfativa se constituye como una
herramienta estratégica que puede ayudar a incrementar los niveles de
competitividad de los partidos y candidatos en una campaña electoral.
El objetivo de esta investigación es
describir el uso de la mercadotecnia olfativa en las campañas electorales, como
parte de las estrategias de lo que se conoce como mercadotecnia política. La
metodología utilizada fue cualitativa de carácter descriptivo, realizando la
descripción de los aspectos centrales de esta nueva sub-disciplina, así como
sobre su campo y objeto de estudio.
El presente escrito da cuenta de los
aspectos centrales de la mercadotecnia olfativa y de cómo se ha usado no solo
en la empresa, sino la forma como se está utilizando en las campañas
electorales como parte de las estrategias que utilizan los partidos políticos y
sus candidatos a un puesto de elección popular, así como sus equipos de campaña
y asesores o consultores, con el fin de ser más competitivos para ganar o
conservar posiciones de poder político bajo un sistema de cuño democrático. En
este orden de ideas, se analiza el uso (directo e indirecto) de los olores,
aromas y fragancias como parte de las estrategias innovadoras en el campo
político-electoral. Se parte de la hipótesis de que el uso de los aromas y
olores en las campañas electorales de manera informada, sistematizada y profesional,
genera una serie de ventajas competitivas en materia de identidad,
posicionamiento y preferencia política para los partidos políticos y candidatos
que hacen uso de la mercadotecnia olfativa.
La mercadotecnia política
La mercadotecnia olfativa aplicada
en el espacio público, forma parte de la mercadotecnia política. Esta, a su
vez, se conceptualiza como un campo del conocimiento multi e
interdisciplinario, que tiene como propósito la comprensión profunda y el
entendimiento de las motivaciones de los ciudadanos, constituidos como mercado
electoral, así como la elaboración de estrategias inteligentes e innovadoras de
proselitismo, comunicación política y construcción de imagen, que a su vez
tiene el fin de lograr la persuasión y movilización de los electores, así como
afianzar el proceso de construcción de legitimidad (Godínez y Cornejo, 2017 y
Valdez, 2014). Como campo pragmático aplicado a la realidad política, la
mercadotecnia implica una serie de técnicas, métodos, tecnologías, estrategias
y acciones usadas antes, durante y después de las campañas
político-electorales, con el propósito de alcanzar o mantener posiciones de
poder político Barranco (2003). Además, implica aspectos no sólo relacionados
con los procesos electorales, sino también con el ejercicio de la función
pública y se aplica no sólo a las organizaciones partidistas e instituciones
gubernamentales, sino a toda organización política, sea ésta sindical,
estudiantil o patronal, entre otras, así como a diferentes actores de la vida
política.
Por un
lado, como toda disciplina social, la mercadotecnia política se constituye como
un campo de conocimientos sistematizados, usa la observación, tiene un objeto y
campo de estudio, usa diversos métodos de investigación y posee un marco
teórico y conceptual. Por el otro, la mercadotecnia sugiere técnicas que pueden
resolver problemas, forja conocimientos y saberes y, sobre todo, permite
explicar los procesos de intercambio político voluntario que se dan en todo
sistema democrático. Es decir, esta disciplina, no sólo provee de herramientas
e instrumentos a la clase política para la construcción de mayorías
electorales, edificación de consensos sociales y de construcción y
reconstrucción de la legitimidad, sino que además proporciona los fundamentos
teóricos y metodológicos para explicar la conducta política de los ciudadanos.
En suma, la mercadotecnia política
es una ciencia social que sistematiza conocimientos, explica los patrones
político conductuales de los ciudadanos, incorpora un proceso de racionalidad
en la toma de decisiones, recomienda una serie de estrategias de persuasión,
movilización y seducción, reduce la incertidumbre en los procesos políticos,
usa distintas metodologías cuantitativas y cualitativas para sus estudios e
indagaciones, acumula una serie de saberes y conocimientos sociales, así como,
con cierto rigor científico, predice el comportamiento futuro de los ciudadanos
constituidos como mercado electoral (Valdez, 2014).
La mercadotecnia olfativa comercial
La mercadotecnia olfativa como
disciplina académica, data de fines de los años noventa del siglo XX, pero
desde la antigüedad, ya se encuentran antecedentes de uso del olfato como
estrategia persuasiva.
Este tipo de mercadotecnia, consiste en la utilización de los aromas en los
procesos de intercambio comercial, con el objetivo de suscitar diferentes emociones
para influir en el comportamiento de los clientes y aumentar su sensación de
bienestar. Además, con el uso de los olores y fragancias, se busca asegurar una
mayor fidelización del cliente, incrementando el recuerdo positivo de la
experiencia de compra, permitiendo la identificación de una determinada marca
por su olor y, sobre todo, mejorando la experiencia del consumidor,
favoreciendo, con esto, el consumo, el recuerdo y la preferencia respecto de
los competidores (Sanjuan, 2014).
La mercadotecnia olfativa
representa, a su vez, una sub-disciplina de la mercadotecnia sensorial, que se
sustenta en los estímulos de los sentidos de los ciudadanos, con el objetivo de
despertar y mover emociones y profundizar experiencias (Braidot, 2009).
También, este tipo de mercadotecnia puede ayudar a crear identidad de marca y
gestionar emociones favorables hacia un determinado objetivo.
De la misma forma, la mercadotecnia
olfativa, está muy relacionada con la mercadotecnia experiencial, misma que
busca que la experiencia que tengan los clientes en su relación con una
empresa, sus productos y servicios sea placentera y agradable (Lenderman y
Sánchez, 2008). Esto se puede lograr, gracias al uso del olfato, ya que un
aroma es capaz de diferenciar una marca o producto, además de que ayuda a
posicionar, seducir y sobre todo, conquistar la voluntad del cliente. Ofrece
la posibilidad de crear una experiencia única, agregando valor y generando
aceptación entre los consumidores.
De acuerdo con Brizendine (2014), el
olfato altera las percepciones cerebrales y emociones, influyendo en los
deseos. En este mismo sentido, Sullivan (2014), apunta que “el sentido del olfato es el más
importante de todos y es extremadamente poderoso.
Además, es mucho más intrusivo que leer u oír algo”.
En lo particular, este tipo de
mercadotecnia se utiliza como una técnica afectiva orientada a generar una
buena impresión, favorecer el consumo y el recuerdo, así como aumentar la
aceptación y preferencia respecto de los competidores.
A este tipo de mercadotecnia,
también se le denomina aromarketing, misma que es conceptualizada como “una ciencia moderna consistente en
utilizar aromas específicos en un entorno de negocio con el fin de suscitar las
emociones y, con ello influir sobre los comportamientos del consumidor y el
ánimo de los empleados. A través de esta técnica, se pretende alterar el
sentido más sensible del ser humano: el olfativo, ya que es un sentido
comercialmente “virgen” que además tiene la cualidad de ser de rápida
asociación y el de mayor permanencia en la memoria”.
“Los
aromas provocan grandes efectos en el comportamiento humano; pueden relajarnos,
calmarnos, estimularnos, asustarnos, provocarnos y seducirnos. El procesamiento
cerebral de las percepciones olfativas, en parte, reside en el sistema límbico
que controla las emociones, la conducta y el almacenamiento de la memoria”.
De esta manera, se usa la mercadotecnia olfativa para lograr una conexión
emocional con los consumidores y tocar sus cuerdas sensibles.
Los
beneficios que la mercadotecnia olfativa genera en las empresas son varios.
Entre los más importantes están los siguientes: Mejora la experiencia de
compra, fortalece el branding de la empresa, ayuda a lograr una alta
fijación de la marca en la memoria, beneficia el contacto directo y las
estrategias “boca en boca”, posibilita la asociación de aromas al negocio,
permite percibir los productos de manera positiva, incrementa el deseo de
compra en un 14.8 %, puede ayudar a prolongar la permanencia en 15 %, reduce la
percepción del tiempo, aumenta la concentración, genera diferentes beneficios
en la comunicación, aumenta la productividad de los empleados en un 14 %,
reduce el estrés, la fatiga y la ansiedad, mejora el rendimiento, mejora la
concentración, posibilita reducir en un 21 % los errores y mejora la
convivencia.
En suma, la mercadotecnia olfativa forma parte de una estrategia
comercial que consiste en relacionar un servicio, producto o una marca con un
aroma específico, de tal forma que el consumidor recuerde ese artículo al
percibir dicho aroma. En este sentido, la mercadotecnia olfativa estudia los
efectos de los aromas en los consumidores, recomendando el uso de técnicas y estrategias
para estimular, tanto su sistema nervioso como sus centros neuro-emocionales,
con el objetivo central de lograr la aceptación y obtener un mayor consumo.
Mercadotecnia olfativa en la
política
Al uso de la mercadotecnia olfativa
en la política electoral y el gobierno, se le denomina en este escrito como “merca-olfa-política”.
Esta, a su vez, se puede conceptualizar como una sub-disciplina de la
mercadotecnia política que se encarga del estudio de los olores, perfumes y
esencias en el comportamiento humano y su uso en los procesos socio-políticos.
Es decir, esta sub-disciplina busca indagar sobre las diferentes esencias y
olores existentes en la naturaleza o aquellos creados por el hombre, en su
relación con el efecto que generan en el comportamiento socio-político de los
ciudadanos, tratando de articular estrategias para poder incidir, de manera
creativa e inteligente, en su conducta y comportamiento.
En este sentido, esta sub disciplina
estudia la comunicación percibida a través del olfato y los efectos que generan
los olores y perfumes en los procesos de influencia y en el comportamiento
político de los ciudadanos. Todo esto, bajo el entendido que los olores también
son una forma de comunicar y movilizar emociones, como el asco y la
repugnancia, lo cual puede resultar desagradable para quien la percibe.
En este orden de ideas, se puede
decir que el olor es una forma de comunicación sensitiva (que se da a través de
los sentidos), que se percibe a través del olfato, misma que representa una
forma de comunicación no verbal (Bedichek, 1960). Durante los procesos
políticos, los olores pueden usarse como parte de las estrategias para agradar
y ser aceptados o para desagradar y ser rechazados.En este
sentido, bajo sistemas de impronta democrática, el olor y las fragancias forman
parte de las estrategias políticas, pero no solo eso, ya que los olores pueden
usarse de muchas otras maneras y ejercen una gran influencia en el ser humano
(Gutiérrez, 2011).
Según algunas investigaciones
académicas,
se ha encontrado relación y afinidad política entre individuos que tienen la
misma ideología política y similar olor axilar. Además, se encontró que el olor
axilar puede ser un olor que aproxima a la gente. En otras palabras, de acuerdo con
estas investigaciones “las personas con ideología política similar se atraen,
siendo el olfato un sentido que nos permite encontrarnos e identificarnos unos
a otros”. Esto es, el olor nos permite atraer o rechazar tanto en el ámbito
personal, comercial o político.
El objetivo central de la
mercadotecnia olfativa usada en la política, es lograr que los electores
“piensen con la nariz”, así como crear aceptación, identidad y afinidad
política, utilizando el olfato de los ciudadanos como parte central de sus
decisiones políticas.
La siguiente matriz nos ayuda a
entender mejor, conceptualmente hablando, las dos categorías: campañas
electorales y la mercadotecnia olfativa.
Matriz de Análisis
Categoría de análisis
|
Mercadotecnia Olfativa
|
Campañas Electorales
|
Objetivo
|
Influir a través del uso de los
olores (real o metafórico) en el comportamiento de los votantes
|
Obtener o conservar el poder
político.
|
Objeto de análisis
|
Los olores y la conducta del
elector en los procesos políticos.
|
Los procesos de participación
político-electoral.
|
Sujetos de estudio
|
Los votantes
|
Los ciudadanos y los partidos
políticos y candidatos a un puesto de elección popular.
|
Área de aplicación
|
Las organizaciones públicas y
privadas
|
Las organizaciones políticas.
|
Área de análisis
|
Procesos de intercambio
|
Procesos electorales
|
Fuente. Elaboración por el autor.
La memoria olfativa en la política
electoral
De acuerdo con Gibbons (1986), los
olores evocan recuerdos y los recuerdos evocan olores. En este sentido, para
poder persuadir y movilizar a los votantes a las urnas, hay que apelar no solo
a sus sentimientos y emociones, sino también a su memoria. Dentro de la memoria
humana, la memoria olfativa es la que genera una mayor impronta y un mayor
sentido de recordación (Engen, 1982). Para Brizendine (2014), el olfato altera
las percepciones cerebrales y las emociones, influyendo en los deseos de la
gente.
En consecuencia, en toda campaña
electoral es importante apelar a la memoria, y sí la apelación es a la memoria
olfativa, entonces el nivel y grado de penetración del discurso y la
comunicación política será mucho más efectiva.
Además, a través del uso de los
aromas y perfumes seductores, se puede cambiar los estados de ánimo de las
personas y estimular su comportamiento (Classens, et al, 1994), ya sea
tranquilizándolas, o reduciendo la sensación de fatiga, la ansiedad y el
estrés, entre otras cosas. Al respecto, George Sand (2015) solía decir que “el
recuerdo era el perfume del alma”.
En este sentido, se puede decir que
los olores definen al individuo
Synnott, (2003:) y, frecuentemente, se utilizan como herramienta de la
mercadotecnia. El político es lo que huele.
Si huele mal, es malo,
si huele bien, es bueno, ya que en términos de percepciones olfativas por los
ciudadanos, “lo que huele bien, es bueno y lo que huele mal, es malo”.
De acuerdo con Synnot (2003) existen
tres tipos de olores: los naturales o corporales; los manufacturados o
fabricados y los simbólicos. Lo ideal, es que los tres tipos de olores sean
usados como parte de las estrategias para construir mayorías electorales
estables y para afianzar la gobernabilidad en los Estados democráticos
modernos, apelando a las memorias y sentimientos olfativos.
En este orden de idas, la política
puede ser conceptualizada como el proceso de construcción permanente de
simpatías y antipatías que se generan a partir de un proceso de interacción
social, donde los ciudadanos aceptan o rechazan, ya sea candidatos, partidos
políticos, propuestas, plataformas o proyectos alternativos de nación. Los
diferentes tipos de olores afectan estos procesos de interacción social (Smith,
1989).
Por un lado, la simpatía política se
construye a través no solo de la ideología, los proyectos y las propuestas,
sino también por medio de una buena sonrisa y, sobre todo, un buen olor. Un
buen candidato, debe oler bien, a limpio, así como apelar al olor simbólico de
la política.
Así se conquistan voluntades, ya que la simpatía política se construye a través
de una buena comunicación multi-sensorial donde el buen olor es determinante.
Por otro lado, a través del olor, del mal olor, también se construyen
antipatías, animadversiones y se generan los rechazos (Moncrieff, 1970). Una
buena estrategia política, consiste en crear identidades negativas a los
opositores a través del olor y asociarlos a lo malo, lo apestoso y repugnante. Recuérdese
que mayoritariamente la gente tiende a eliminar lo malo, lo podrido, lo
putrefacto, lo rancio, lo que apesta.
Estrategias políticas centradas en
el olor
Uno de los objetivos centrales de
las campañas electorales bajo sistemas de impronta democrática, es persuadir y
seducir a los votantes, con el fin de construir mayorías electorales estables
para conservar o ganar las posiciones de poder público.
Bajo estos sistemas de competencia,
los partidos políticos y sus candidatos, enfocados a lograr sus objetivos
políticos utilizan diferentes estrategias de comunicación multi-sensorial. Sin
embargo, las estrategias de comunicación más utilizadas durante las campañas
electorales, están enfocadas principalmente a estimular dos sentidos: la vista
y el oído. Por ejemplo, a través de la vista, generalmente usando medios electrónicos
como la televisión, el teléfono celular, la computadora, la Internet y la
publicidad callejera, se explota no sólo la imagen de los candidatos, sino
también, muchas veces magnificadas, se evocan imágenes, sobre los resultados
que se han obtenido por el partido o los partidos en el poder o en el ejercicio
de gobierno, así como también se rememoran imágenes sobre errores, carencias y
excesos de los opositores. De la misma forma, a través del oído, se cuentan
historias sobre los logros y avances que se han conseguido en el ejercicio de
la función pública o se narran historias de excesos, errores e insuficiencias
de los opositores, por lo que se plantea la necesidad del cambio.
Es decir, para acceder o para
conservar posiciones de poder público, la comunicación audio-visual, se ha
convertido en un medio o herramienta central de las estrategias persuasivas que
usan los partidos políticos y sus candidatos, bajo sistemas de impronta
democrática, para acceder o para conservar posiciones de poder público. De esta
forma, la televisión, el teléfono, la computadora, la Internet, la radio y la
publicidad callejera se han posicionado como los medios idóneos de la lucha
política y como instrumento para persuadir y movilizar a los votantes a las
urnas.
Sin embargo, un sentido aún poco
utilizado como parte de las estrategias de persuasión y seducción política, es
el olfato, mismo que, usado de forma física o metafórica, juega un papel muy
importante entre los seres humanos, ya que nos puede ayudar en el proceso de
aceptación o rechazo, además que refuerza la identidad y, sobre todo, ayuda a
seducir y moldear voluntades. Al respecto, algunas investigaciones científicas
han demostrado que la capacidad de la mente humana puede recordar el 35% de lo
que huele, frente al 5% de lo que ve, el 2% de lo que oye y el 1% de lo que
toca. Además, se ha encontrado que la nariz humana tiene alrededor de 400 tipos
de receptores de olor Vroon (1997) y guarda una relación muy estrecha con la
memoria. Por lo tanto, no es exagerado decir que “pensamos por la nariz y
tomamos decisiones apelando a nuestro olfato.”
De esta forma, el olfato es el más
poderoso y sutil de los cinco sentidos, pues es capaz de influir intensamente
en nuestras emociones y recuerdos (Bendichek, 1960). Publicaciones científicas
han demostrado que las fragancias atractivas no sólo son agradables, sino que
interactúan con la memoria a largo plazo. En este
sentido, el aroma tiene un poder de persuasión más potente que las palabras y
la vestimenta. Un perfume es una voz que se dirige a nuestro inconsciente.
Evoca, predispone, despierta sentimientos. “Hace hablar al silencio”, dijo
alguna vez Sonia Rykiel.
De acuerdo con Süskind (1986), “los olores tienen un
poder de persuasión más fuerte que el de las palabras, las apariencias, las
emociones o la voluntad. El poder de persuasión de un olor no puede ser
repelido y entra en nosotros como el aire en nuestros pulmones, nos llena, nos
impregna totalmente. No hay remedio para él”. “Los
aromas tienen la maravillosa propiedad de transportarnos años atrás, a
lugares remotos, a tierras inciertas, a los brazos de un (a) amante, a nuestra
infancia, nos remiten a la comodidad de nuestras sábanas, nos alejan de lo
indeseable, nos provocan e incitan, calman y exaltan; pero, en general, nos
hacen recordar por esa fuerza que tienen de movernos”.
En este orden de ideas, la mejor
estrategia, durante las campañas electorales, consiste en el uso de los
diferentes sentidos con los que cuentan los ciudadanos (en su calidad de
electores o votantes) a través del impulso de una comunicación
multi-sensorial. Lo ideal sería, que durante los procesos electorales, se
apele a la vista para lograr credibilidad y aceptación por parte de los
votantes,
al oído para persuadir y movilizar y al olfato, para seducir.
Sobre el sentido del olfato, lo
idóneo sería crear una reacción deseada en las personas, estimulando su sistema
límbico, de forma que el cerebro de los electores procese los olores de una
forma irracional e instintiva, influenciándolas en su comportamiento.
Por
ello, la mejor estrategia consiste en utilizar, de forma creativa e
inteligente, los aromas en las campañas electorales: en la vestimenta y cuerpo
de los candidatos, en los equipos de campaña, en las casas de campaña, en los
objetos utilitarios y materiales publicitarios de contacto con los votantes,
así como en las reuniones y asambleas. Es decir, usar aromas y perfumes en gran
parte de los espacios y en los procesos que se desarrollan durante la
competencia política.
Todo
esto, con dos grandes propósitos. El primero, para que los electores recuerden
(posicionar) al candidato y a la campaña a través de su olor y de su aroma,
asociando a la campaña y a los candidatos propios a olores agradables y fragancias
frescas. En este sentido, se puede decir que también “del olfato nace el amor”,
no solo de la vista. Además, usando el olor como signo de identidad, para crear
aceptación y sensaciones placenteras entre los electores. Es decir, usar los
aromas como parte de una técnica para dejar una buena impresión. Para que los
votantes sean seducidos al pensar y sentir que la campaña tiene un olor
divino, rico, delicioso, bueno, limpio, a gloria.
El
segundo propósito, asociando al opositor o a los competidores a olores fétidos,
pestilentes y repugnantes.
En este orden de ideas, de manera reiterativa se puede decir, a través de los
diferentes medios publicitarios, que “en el bando opositor los cosas siguen
apestando a viejo… huelen mal… a un olor bestial o fétido, la corrupción apesta
como una gran cloaca hedionda, son acciones propias de cochinos y de gente
asquerosa...”
En suma, los olores son una vía de
conexión directa con nuestras emociones. Sin embargo, no solo los olores.
También las imágenes y las palabras que evocan olores activan emociones en el
cerebro de quien las ve, escucha o lee. En este sentido, el lenguaje visual y
verbal suele ser un buen estímulo para despertar los efectos de un aroma dentro
del cerebro de alguien. Las palabras que nombran, describen o rodean un olor,
pueden generar aceptación o rechazo entre los ciudadanos.
Campañas electorales y aromas que
seducen
Durante las campañas electorales, se
pueden articular diferentes estrategias centradas en el olor. Por un lado, las
campañas que usan esencias, olores y perfumes seductores por parte del
candidato y el equipo de campaña, así como a través del uso de perfumes y
aromas en los materiales publicitarios y en los espacios y edificios usados en
las actividades proselitistas (como las casas de campaña, los salones y
auditorios), son campañas más atractivas. Todo esto, con el fin de generar
aceptación e influir en la conducta de los electores y, sobre todo, dotar a la
campaña de un sentido de identidad propia, poderla diferenciar respecto de los
competidores y reforzar la marca del partido que postula a los candidatos.
Por el otro, utilizando una serie de
“metáforas olfativas” en los discursos y mensajes de campaña, donde se asocia a
los candidatos propios con lo limpio, grato y de buen olor (me huele bien) y a
los adversarios a lo hediondo, lo fétido, lo pestilente y lo putrefacto (me
huele mal). Es decir, asociándolos a lo corrompido, apestoso y asqueroso, que
comúnmente, genera el rechazo y repulsión de la gente.
Un ejemplo del uso de este tipo de
estrategias discursivas, lo podemos encontrar en México, cuando el entonces
candidato a la presidencia, el opositor Vicente Fox Quesada, en el año 2000, en
uno de sus discursos pronunciados en la ciudad de Guadalajara el 6 de mayo, el
aspirante señaló: “Yo me pregunto y les pregunto a todos. Ustedes díganme y
díganme fuerte ¿a qué huelen los actuales gobernantes? ¿Qué olor les da la
política actual? ¿Apestan o no apestan los priistas a corrupción? El actual
gobierno es una cloaca pestilente y nosotros vamos a cambiar y mejorar las
cosas. Voy a sacar a patadas a los priistas de Los Pinos”. Al final, con este
tipo de metáforas y estrategias olfativas que lograron conectar con la mayoría
de los ciudadanos, Fox ganó la elección presidencial y, por primera vez,
desplazó al partido en el poder (Partido Revolucionario Institucional) más
longevo en la historia mundial.
En este mismo orden de ideas, se
puede asociar a los candidatos propios con el buen olfato, la sagacidad,
la astucia, la capacidad, la agudeza, la perspicacia y el talento para poder
actuar y resolver los problemas relacionados con el puesto y la responsabilidad
que representaría, en el caso de ser electo para dicho puesto y asociar a los
adversarios a lo ingenuo, lo erróneo, lo equivoco, lo torpe y lo incapaz. Es
decir, a la carencia o escases de olfato para la política y los asuntos del
gobierno.
Reflexiones Finales
La democracia moderna supone la
existencia de campañas electorales competitivas para ganar o conservar
posiciones de poder político. Hoy día, para tratar de ser más competitivos y
ser capaces de derrotar a los adversarios, los partidos políticos y sus
candidatos están utilizando diferentes herramientas y medios, como lo es la
mercadotecnia política, que les permite construir ciertas ventajas competitivas
en la lucha por el poder.
Como parte de la mercadotecnia
política, se encuentra la mercadotecnia olfativa, también conocida como
“merca-olfa-política”, que se sustenta en el uso creativo e inteligente de los
olores, aromas y fragancias en los procesos políticos y electorales, con el fin
de lograr una conexión
emocional con los ciudadanos y tocar sus cuerdas sensibles. Este tipo de
mercadotecnia parte del supuesto teórico que los olores juegan un papel muy
importante en la interacción social y en los procesos de influencia.
Los sentidos se usan para percibir
al mundo y para comunicarnos con los demás, pero algunos también lo usan para
ganar votos y legitimidad social. Ya no solo es la imagen (vista) o el discurso
político (oído) lo que persuade, sino también los olores (olfato). Es decir, se
puede ganar campañas y lograr diferenciación con respecto de la competencia,
mediante el uso inteligente de los aromas, ya que el olfato incide
determinantemente en el comportamiento de los votantes.
A través de los olores, los seres
humanos nos atraemos o nos repelemos. De esta forma, el olor se utiliza en la
política electoral para agradar, atraer y seducir, creando fragancias que se
conviertan en verdaderas delicias olfativas. La política y las campañas
exitosas implican, en gran medida, estrategias de contacto y cercanía con los
votantes, donde el olor y las fragancias juegan un papel muy importante para
lograr la aceptación e influir en el comportamiento de los electores.
Como parte de la articulación
estratégica, se busca que los ciudadanos asocien el buen olor con la campaña
propia y con sus candidatos, de tal forma que piensen y sientan que tanto el
candidato como sus acciones huelen divinamente rico, delicioso y bien, a
gloria. También,
se suelen asociar a los opositores con lo repulsivo y las acciones inmorales,
que huelen mal y apestan, creando una identidad negativa de la competencia. De
esta forma, se articulan y difunden diferentes mensajes que señalan que “todo
está podrido”, “tienen un olor corrompido o putrefacto”, “son acciones
malolientes”, “su maldad apesta”, “sus ofensas huelen a azufre y alquitrán”.
La apreciación olfativa es construida
y ésta puede ser positiva o negativa. En este sentido, un buen político y una
buena campaña electoral logran que los electores perciban muy bien a los
candidatos propios y aprecien muy mal a los opositores. De esta forma, usando
adecuadamente la mercadotecnia olfativa, se puede construir una buena y mala
impresión dependiendo de quien se trate.
En suma, el partido y candidato que
logre tener una “mejor química” con los electores, que conecte con sus
emociones y sepa tocar y mover sus cuerdas sensibles, será el que conquiste las
posiciones de poder político. En este sentido, sin temor a equívocos, se puede
decir que “un político sin química”, sin perfume, es un político sin futuro.
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*Andrés Valdez Zepeda es doctor en
estudios latinoamericanos con especialidad en ciencia política por la
Universidad de Nuevo México (USA). Es autor de los libros 1) Mercadotecnia
pública y 2) Comunicación de políticas públicas y mercadotecnia gubernamental. Actualmente,
trabaja como investigador en la Universidad de Guadalajara en México. Su línea
de investigación es la mercadotecnia política y la gerencia de campañas
electorales. avaldezepeda@gmail.com azepeda@cucea.udg.mx