RESUMEN
Esta monografía investigará el neodecisionismo
de Carlos Saúl Menem durante su década de ser Presidente de Argentina.
Específicamente, este proyecto intentará analizar dos distintos esfuerzos de la
oposición de contrarrestar su neodecisionismo. Ambos Eduardo Duhalde y la
coalición electoral “La Alianza” (hecha entre la UCR y el FREPASO) se
enfrentaron contra Menem entre 1991-1999. Ambos opositores usaron métodos
distintos, y este proyecto intentará analizar los métodos, éxitos y fracasos.
Más generalmente, intentará sacar lecciones de la posibilidad de
enfrentamientos contra el neodecisionismo en las instituciones de Argentina.
ABSTRACT
This paper investigates the neodecisionismo
of Carlos Saul Menem during his decade as President of Argentina. Specifically,
this paper attempts to analyze two distinct efforts by Menem’s political
opponents to counter the President’s neodecisionismo. Both Governor of Buenos
Aires Eduardo Duhalde and the electoral coalition “Alianza” (made up of UCR and
FREPASO) arose to confront Menem between in the period between 1991-1999. These
two opponents used distinct methods to combat neodecisionismo, and this paper
endeavors to analyze their methods, successes and failures. More generally, it
attempts to draw lessons about the general feasibility of such confrontations
in the context of Argentina’s political institutions.
“Menem
contra su oposición: enfrentamientos contra el neodecisionismo durante el
mandato de Carlos Menem (1989-1999)”
Benjamin
Drachman
Columbia
University, New York
1. INTRODUCCIÓN
En
la literatura sobre decisionismo, y más específicamente, neodecisionismo, los
estudios casi siempre se enfocan en el líder—o, el <<piloto de
tormentas>>—como actor principal (Fair). Las investigaciones de Vallejo y
Spinetta, Gálligo y Baldioli, entre otros, forman parte de un campo bien
desarrollado. Aunque los enfrentamientos de grupos opositores figuran ya en la
literatura existente[1],
lo que el tema no tiene es un estudio que se enfoque en los opositores como
actores principales—o, más específicamente, un estudio que compare
críticamente varios enfrentamientos contra un ejecutivo neodecisionista.
Este trabajo se dirigirá a ello y se enfocará en dos enfrentamientos como los
ejes de análisis. No solo estudiará los enfrentamientos como consecuencia de un
liderazgo decisionista, sino también los estudiará como un tema en sí mismo.
El
objetivo final de este trabajo es entender las capacidades de dos distintos
tipos de oposición que se enfrentaron contra el neodecisionismo de Carlos Saúl
Menem, presidente de Argentina en dos períodos-1989-1999. Además de resumir la
historia de los enfrentamientos, los objetivos analíticos serán tres: (1) definir
que es luchar contra neodecisionismo, (2) usando esa definición, evaluar
las fallas y los éxitos de ambos intentos y (3) analizar las razones de
las fallas y los éxitos, preguntando: ¿cuáles estructuras y agentes ayudaron a
los enfrentamientos y cuáles les impidieron?
A
partir de examinar ambos enfrentamientos, este trabajo investigará las
diferencias en organización y comportamiento que existían entre los dos grupos
opositores. ¿Es posible derrotar a un Presidente con liderazgo
neodecisionista? También nos preguntamos: ¿Había un grupo mejor puesto
para derrotar al Presidente y su liderazgo neodecisionista?
2. ¿QUÉ ES EL
NEODECISIONISMO?
Definición
| Con el fin de explicar bien el contexto de los enfrentamientos, este proyecto
también explicará brevemente el neodecisionismo de Menem. Neodecisionismo,
según Baldioli evolucionó a partir del decisionismo del filósofo alemán
Carl Schmitt y combina rasgos de esta definición clásica con novedades de los
fines del siglo XX (incluso incorporando: neopopulismo, neoliberalismo,
anti-estatismo, y democracia delegativa). Es importante distinguir al
neodecisionismo de los arriba mencionados: neodecisionismo no es una estrategia
ni es una política. Es un estilo de gobernar que existe en estados
ampliados en momentos de crisis (Baldioli). Fair destaca tres elementos
centrales del neodecisionismo: (1) políticas neoliberales y anti-estatistas,
(2) prácticas delegativas y semi-constitucionalistas (3) y un liderazgo
soberano[2].
Además, el líder neodecisionista tiene rasgos de un Caudillo clásico, pero
opera dentro del estado de derecho. Neodecisionismo creció en América Latín en
la última década del siglo XX con los líderes Fernando Collor de Melo en Brasil
(1990-1992), Alberto Fujimori en Perú (1990-2000) y Carlos Menem en Argentina
(1989-1999) usaban un liderazgo neodecisionista.
3. NEODECISIONISMO
EN ARGENTINA: CARLOS SAÚL MENEM
“El
giro copernicano”
El
camino de Menem hasta su presidencia neodecisionista fue poco ortodoxo (López).
Un miembro del Partido Justicialista, su campaña presidencial enfocó en temas típicos
del Peronismo, propuso políticas estatistas y hizo promesas de desarrollo
económico, incluso una “revolución productiva” y un “salariazo” (Incarnato).
Mientras tanto, su oponente radical Eduardo Angeloz propuso una mezcla de
políticas, incluso desarrollistas y neoliberales (Fair 2015). Menem logró la
presidencia con 47,5% de los votos y entró a la presidencia en un momento de
crisis. Cómo destaca bien Hernán Fair, la situación económica ante Menem en los
meses después de su elección fue una crisis sumamente seria. Inflación y
endeudamiento le dieron una bienvenida cruel. Frente a la crisis, el Presidente
radical Raúl Alfonsín salió de su puesto cinco meses y medio antes de termino y
Menem asumió el 8 de Julio 1989. Desde el primer día, Menem lideró con estilo neodecisionista.
Las políticas neoliberales y anti-estatistas que el Presidente adoptó en sus
primeras semanas —y el estilo en que él las aprobó—representaron, según Fair,
un “giro copernicano” de las propuestas económicas que el Presidente había
hecho durante de la campaña.
Neoliberalismo
y anti-estatismo | Menem inmediatamente
propuso un profundo programa de cambio estatal. En las primeras semanas, el
Presidente avanzó proyectos para reducir el estado, incluso la privatización de
empresas estatales[3].
Luego, sus éxitos incluyeron el pago de las deuda externa[4] y
la desregulación del mercado[5]. En
1991, su ministro de economía Domingo Cavallo estableció la convertibilidad
entre el Peso argentino y el Dólar estadounidense en la “Ley de Convertibilidad[6].”
En pocos meses, la naturaleza fundamental de la economía y el estado había
cambiado completamente (Entrevista con Diputado Marcelo Ramal, 9/6/2016).
Prácticas
delegativas y semi-constitucionales | Para
aprobar sus proyectos en el Congreso y cumplir sus objetivos rápidamente, Menem
usó varios métodos para alcanzar poderes delegativos y semi-constitucionales.
Ellas incluyeron “facultades delegativas,” “Decretos de Necesidad y Urgencia,
(DNU). y el veto. Con respecto a las facultades delegativas, varias veces
durante su gestión iba al congreso para pedir facultades para manejar la
economía (Camou). Con esas facultades delegativas, ganó un tipo de “democracia
delegativa” (O’Donnell). Usaba también los DNU para aprobar proyectos sin
consentimiento del Congreso[7] y
el veto para derogar proyectos de la oposición. Mientras que el veto era un
poder constitucional, los decretos no fueron delimitados en la constitución.
Menem usó ambos a niveles nunca vistos hasta entonces. En sus 10 años, Menem
dictó 545 DNUs—en comparación con 36 total entre 1853—y vetó a 195 leyes—más
que el total de cada otra presidencia entre 1983 y 2010. Durante el primer
mandato, avanzó en su agenda con otras herramientas, cómo las legislaciones
extraordinarias y la aprobación de proyectos frente a un quórum mínimo
(Keenan).
Un
liderazgo soberano | El neodecisionismo de
Menem es evidente durante esta época. Como líder, Menem se destacó como un
<<piloto de tormenta>>; no compartía poder con las otras ramas, e
incluso trató de intimidar a actores resistentes. Para alcanzar esto, usaba un
discurso decisionista y trató de asumir más poder institucional (Fair). Uno de
los casos más importantes era su reforma de la Corte Suprema[8].
Como el Presidente Roosevelt trató de hacer en 1937, aumentó el número de
magistrados de cinco a nueve.
El
fin del primer mandato
En
1994, Menem logró un éxito grande en la Reforma de la Constitución. La
aprobación, según Fair, fue “la llave para la prosecución institucional del
neodecisionismo menemista.” Específicamente, la reforma modernizó la
Constitución en una manera que le permitiera ser reelegido. Además, concretó
algunas herramientas del presidente, notablemente los DNUs (Rubio y Goretti).
Económicamente la gestión de Menem tuvo éxitos modestos, incluso el
establecimiento de una baja inflación; que había crecido fuera de control al
fin de la Presidencia de Alfonsín. Sin embargo, la situación económica fue
mezclada: había logrado algunos éxitos y tenía grandes problemas. El desempleo,
por ejemplo, estaba a las 18% en lugares urbanos. Sin embargo, Menem y su
partido mejoraron su posición en las elecciones de 1995: Menem recibió 49,9%
del voto y ganó en cada provincia[9]
y su partido, mientras tanto, subió a tener mayorías absolutas en ambas cámaras
del Congreso (Vallejo & Spinetta).
4. ¿CÓMO DEFINIR: ENFRENTAMIENTOS
CONTRA NEODECISIONISMO?
En
las siguientes secciones vamos a analizar las acciones de los dos enfrentamientos
principales entre 1991 y 1999. Antes de hacer esto, es imprescindible que
desarrollemos un método de analizar el éxito de los enfrentamientos. Este
trabajo propondrá definir tres dimensiones de enfrentamiento, cuales
corresponden a tres rasgos de neodecisionismo. Cada rasgo de neodecisionismo
tendrá un homólogo lógico que sería un rasgo de enfrentamiento.
En estudios sobre enfrentamiento,
vale la pena este enfocarse en ambos intento y éxito. A veces,
aunque un ataque no cumple completamente, el propio intento merece atención.
Este trabajo analizará en una manera holística, y intentará de describir un
cuento completo.
Rasgos de
Neodecisionismo
|
Rasgos de
Enfrentamiento
|
Políticas
neoliberales y anti-estatistas
|
Oponerse a las
políticas neoliberales y anti-estatistas hechas bajo estilo decisionista
|
Prácticas
delegativas y semi-constitucionalistas
|
Tomar control del
proceso de hacer legislación
|
Un liderazgo
soberano
|
Ganar confianza
del pueblo y terminar con la soberanía exclusivamente presidencial
|
Tabla 1: Creado por
el autor
5. EDUARDO DUHALDE,
1991-1995: LA JAULA DE HIERRA
Durante
el gran parte del primer mandato de Menem, Eduardo Duhalde se encontró en una
posición compleja. Como Gobernador de Buenos Aires, Duhalde estuvo ligado al
Presidente según un acuerdo que construyó una <<jaula de hierro>>.
Aunque podía avanzar su propia agenda de políticas anti-Menemistas, en esta época
nunca pudo enfrentarse a Menem contra el uso de prácticas delegativas ni el
liderazgo soberano del Presidente.
Duhalde
el Peronista
Duhalde
mantuvo un rol sumamente importante en el Peronismo y para nuestro estudio a lo
largo de la década de Menemismo. Su posicionamiento dentro del partido definirá
el carácter de su enfrentamiento y contribuirá directamente a los cambios
políticos del fin de los años noventa. Reconocido como un líder hábil después
del retorno a democracia, Duhalde era uno de las dirigentes más importantes del
Justicialismo desde 1983 (Ferrari). Duhalde vino de una militancia cercana a
sectores obreros, incluso apoyó a la presidente María Estela Martínez de Perón
y siempre mantuvo una postura desarrollista. Con su experiencia como intendente
de su ciudad natal, Lomas de Zamora, Duhalde ganó apoyo en el ‘Conurbano’ del
gran Buenos Aires (Baldioli & Leiras). Llegó a ser elegido diputado
justicialista de Buenos Aires, y ganó respeto y apoyo y creció su poder dentro del
partido (Kasta, Briazo). Este mismo apoyo urbano lo posicionó como un
‘articulador’ territorial natural para el gobernador riojano, y entonces salió
en la fórmula de 1989 como candidato vicepresidente (Kasta).
El
acuerdo
La
Vicepresidencia de Duhalde no duró más de un año y medio porque en 1991 Menem y
Duhalde de repente decidieron postular al último para el cargo de gobernador de
la Provincia Buenos Aires (Briazo). Esta decisión parece extraña. Como
neodecisionista, Menem no debería haberle dado un puesto tan importante a
Duhalde, un opositor a su plan económico y un dirigente con visibilidad y
poder. Para explicar esta elección, Kasta plantea que Duhalde era la única
opción: “Para los comicios de la gobernación de
la provincia de Buenos Aires de 1991, el único candidato peronista que mostraba
una imagen positiva era Duhalde, con más del 40% de intención de votos.”
Ambos políticos pidieron algo del otro, implícitamente, en el
acuerdo. Menem, cauteloso que Duhalde pudiera enfrentarse, le pidió lealtad. Su
pedido llegó en forma de amenaza: no me rete. Para apoyar esta amenaza, el
Presidente tuvo dos herramientas: un alto nivel de popularidad (Vallejo &
Spinetta), y su posición a la cabeza del partido PJ[10]. Con estas herramientas, el caudillo podía controlar la
carrera de Duhalde. Vallejo & Spinetta, igual como
Rubio y Goretti, destacan la importancia de control partidario dentro del
Congreso. En la jaula de hierro, aunque Duhalde no estaba en el Congreso, en
esta manera fue sujeto a la disciplina partidaria.
Duhalde, por su parte, le pidió algo más táctil. Kasta
escribe: “Antes de aceptar, Duhalde llevó adelante una estrategia, la que más
tarde será su sostén político: acordó con Menem un fuerte sostén financiero y
económico para la provincia, ya que, sin fondos extraordinarios, ésta sería
ingobernable.” A pesar de sus políticas neoliberales, Menem aceptó y en 1992
empezó de dirigir fondos (con un promedio de $650
millones cada año) de la Coparticipación Federal a la Conurbano Bonaerense[11]
(Briazo).
Es
imprescindible reconocer que el apoyo específico y regional y su posición
dentro del Partido ayudaron Duhalde ganar poder de negociación. Duhalde tuvo
algo que Menem necesitó: la habilidad de ganar una provincia para el PJ y
juntos, obligaron que Menem le diera un puesto sumamente importante y también
que le diera el Fondo del Conurbano. Esta concesión es impresionante: su fuerza
local significó que Menem sacrificó otras prioridades políticas para
satisfacerlo.
Gobernador
Duhalde, 1991-1995
Según
el acuerdo, el primer mandato de Duhalde tuvo dos características llamativas:
(a) una agenda estatista y (b) una lealtad política al hombre que, hace meses,
Duhalde había servido como vicepresidente. Inmediatamente, Duhalde avanzó una
agenda que chocó directamente con el plan económico de Menem, quien en este
momento estaba avanzando sus políticas neoliberales y anti-estatistas.
Su
agenda es particularmente interesante. El anti-privatización y pro-estatista,
posición del gobernador chocó directamente con el neoliberalismo de presidente.
De su posición, lanzó un “vasto programa de obras públicas con un fuerte acento
social que generó empleo y extendió los servicios sociales” (Zárate). Mientras
las medidas de austeridad de Menem llegaban a privatizar compañías como
Aerolíneas Argentinas, los programas de Duhalde en la Provincia “multiplican
los gastos mucho más allá del nivel de ingresos, política fiscal que dejó
exangües las arcas provinciales” (Zárate). Aunque el desarrollo solo pasó en su
ruedo de gestión, debemos tener en cuento que pasó en el ruedo más grande del
país: en cuatro años de su gestión, la pobreza en el Conurbano bajó de 30% a
17% (Mecon).
En
este éxito parcial contra el neodecisionismo, es clave entender lo que le
convino avanzar su agenda: ser un individuo ejecutivo. No sólo podía formular
políticas claras y distintas, sino también como ejecutivo pudo avanzar con sus
proyectos. No necesitó transigir a nadie; en cambio, podía crear su propia
agenda. Incluso el más poderoso integrante del Congreso hubiera tenido
dificultades aprobando esta agenda.
A
la misma vez, Duhalde entró a la gobernación con un compromiso de no
enfrentarse con Menem políticamente. No fue una postura sencilla, y mientras
apoyaba al presidente, el “caudillo bonaerense” caminaba una línea fina desde
el primer día de su gestión—alejándose del oficialismo mientras conservando su
lealtad con el Presidente. De hecho, Duhalde ocupaba este terreno complicado a
larga del mandato, criticando "la vieja y equívoca antinomia
oficialismo-oposición" mientras no atenuando crítica de Menem (Kasta,
Zárate). Durante este periodo entero, Duhalde “entendía que era muy pronto
rebelarse” (Baldioli & Leiras) y debemos entender las desventajas de su
posición. Aunque había ganado el puesto de gobernador, su rol, como sola una
persona fue extremadamente volátil.
Entonces,
Duhalde mantenía su apoyo a Menem en la conferencia de la Reforma de la
Constitución en agosto de 1994 cuando votó y abogó en favor de la reelección—el
asunto quizás más importante a Menem—con el entendimiento que sucederá a Menem
como candidato en la próxima elección en 1999 (Baldioli & Leiras). Pero lo
que no sabía era que la espera estaba llegando a su fin.
La
ruptura
Al
fin de 1994, después del éxito de la reforma para el bloque oficialista, Menem
de repente sacó su apoyo electoral al gobernador. Menem, según Clarín, “sostuvo
ante la prensa que, si él no podía ser reelecto, tampoco Duhalde podría aspirar
a la presidencia en 1995” (Clarín, 10/12/1999). Es decir, Menem señaló que no
iba a dar apoyo a Duhalde como líder de su partido. A la vez, el nivel de apoyo
de Menem caía de aproximadamente 50% a menos de 40% (Vallejo & Spinetta).
Repentinamente, Duhalde se encontró en una situación en que (a) la amenaza
partidaria ya fue hecha (y entonces perdió su temor) y (b) su opositor estuvo
debilitado públicamente. Con estos dos desarrollos, el acuerdo se derrumbó y a
partir de 1995, su comportamiento cambió completamente.
6. DUHALDE 1995-1999: SALIDA
DE LA JAULA
Después
de una ruptura en 1995, Duhalde ‘salió’ de la ‘jaula’ e intentó enfrentarse al
Presidente. Después de que el acuerdo frágil que existía terminó, además de
continuar de proponer políticas anti-menemistas, Duhalde intentó de derrocar la
soberanía del Presidente y enfrentarse contra las prácticas delegativas. La
siguiente sección analiza los éxitos y los fracasos de este periodo.
Liderazgo
soberano
Después
de la ‘ruptura,’ Eduardo Duhalde empezó a amenazar la posición de Menem de
<<piloto de tormentas>> tanto dentro como fuera del partido. Los
Barones del Conurbano son un buen ejemplo de esto. Duhalde fundió este grupo de
Justicialistas del Gran Buenos Aires en 1992, y aunque el acuerdo frágil no le
prohibió hacer esto, no podían organizar contra Menem hasta 1996, cuando
pudieron, empezaron a criticar al Presidente, sobre todo sobre el tope que
Menem había puesto en el Fondo Conurbano en 1996[12]
(Urgente 24, 31/5/2016). Estos adherentes no tenían lealtad para el caudillo nacional,
sino el caudillo regional. Representando un área con 23% de la
población de la nación, esos Barones constituyeron una rama poderosa del
Justicialismo. Como plantea La Nación en 2003:
Como
todos ellos, Duhalde construyó su poder desde el pago chico y supo dar vida a
un sello que contiene y proyecta dirigentes y que constituye un complejo
entramado de ritos, códigos -que reservan un sitio especial para la liturgia y
los tradicionales iconos partidarios- y lealtades cargado de simbolismos y
sutiles señales que sirven como eficiente sistema de premios y castigos.
Este
mismo artículo llega a describir el grupo como “la llave del poder político
nacional” y destaca el poder e influencia que tuvo Duhalde sobre “los Barones”
a partir de 1996 (Baldioli & Leiras, La
Nación, 9/11/2003). Debemos entender que ser una persona le permitió posicionarse
geográficamente para cosechar estas aliadas.
A
la misma vez, Duhalde empezó un proceso de ganar apoyo y liderazgo dentro de su
partido de manera nacional. Fuera del Congreso, no podía enfrentarse
contra el presidente dentro del campo de la legislatura, entonces intentó de
derrotar Menem dentro del partido que compartían.
En
1996, meses después de la ruptura, Duhalde eligió no ir a un Congreso del
Partido con fines de mostrar su “desaire al PJ y al jefe del Estado”. Un
quiebre, plantean Vallejo & Spinetta, resultó dentro del Partido cuando
diputados de todos partes vieron la ausencia como una decisión de “distanciarse”
del presidente y aprueban la maniobra (La Nación, 20/6/1996). Esta solidaridad
se convirtió en una lealtad dentro de la cámara y, a partir de entonces,
Duhalde disfrutaba influencia en la legislatura (Vallejo & Spinetta). En
este momento, Duhalde salió fortalecido y salió del Menemismo, según Baldioli
& Leiras. La fuerza de esta alianza poderosa y nacional vino de la
diversidad geográfica y administrativa de los integrantes: según Baldioli y
Lerias, los aliados que Duhalde cosechó incluyeron Néstor Kirchner (Gobernador
de Santa Cruz), Carlos Ruckauf (el Vicepresidente) Carlos Reutemann
(ex-Gobernador de Santa Fe), y Felipe Solá (burocrático dentro del Gobierno de
Menem).
Menem,
por su parte nunca aceptó las acciones de Duhalde, y Briazo lo plantea bien
cuando resume: “Menem no atendió a otras cosas que a destruir a Duhalde,
arriesgando todo lo que el justicialismo había avanzado en su institucionalización
partidaria” (Briazo). En 1998 llegó otro momento clave para el enfrentamiento.
El deseo del Presidente de ser reelegido una segunda vez (prohibido por la
reforma constitucional que recién había logrado) provocó ira en las filas de
los Peronistas anti-Menemistas y Duhaldistas. Las acciones de Duhalde en este
momento muestran su intento de derrotar al Presidente: amenazó al Presidente
con un plebiscito sobre la re-reelección (Clarín, 10/12/1999). La amenaza formal llegó a pasar en marzo de
1999, cuando escribió La Nación: “En tanto, Duhalde anunció que los diputados
que le responden intentarán avanzar esta semana en un proyecto de ley para
reglamentar la consulta popular, contemplada en la Constitución” (La Nación,
14/3/1999). El lenguaje anti-decisionista de Duhalde clarifica su estrategia
anti-Menemista y su intento de controlar el partido: “detrás de la maniobra
reeleccionista lo que el Presidente quiere, en mi criterio, es que el
justicialismo pierda.
Meses
luego, Menem rechazo la idea del plebiscito, y la segunda reelección fue derrotada en la Cámara de
Diputados con 159 de los 257 votos—incluso docenas de Justicialistas que
votaron contra Menem (de información sacado de Vallejo & Spinetta). Otra
vez, Duhalde salió “fortalecido.” Seguido, se convirtió en el líder del partido
y superó Menem con su apoyo de un candidato anti-Menemista, Carlos Ruckauf,
para ser gobernador de Buenos Aires en 1999 (La Nación, 30/12/1998).
Es
importante tener en cuenta la falta de disciplina partidaria que Duhalde
disfrutaba. En un sistema, según Vallejo & Spinetta, en que la disciplina
de gobernadores provinciales y líderes partidarios es muy poderosa, Duhalde
logró ‘escapar’ la disciplina. En cambio, otros políticos justicialistas dentro
del Congreso—como Jorge Matzkin (jefe del bloque justicialista y
anti-Menemista)—recibieron castigos por su enfrentamiento. Matzkin, por ejemplo,
no apareció en las listas para elecciones legislativas en 1995 (Rubio &
Goretti). Además, su posición como gobernador le dio su propia disciplina para
controlar los Barones del Conurbano (Vallejo y Spinetta).
Prácticas
delegativas
Duhalde
se encontró en una posición interesante con respecto a su habilidad de frenar
las prácticas delegativas del Presidente. Aunque no estuvo en la legislatura,
tuvo sus diputados leales. Pero ellos fueron una minoría y no hicieron ninguna
coalición electoral. Aunque ayudaron a otros intentos de frenar a Menem,
no instigaron su propia acción (Keenan).
Políticas
anti-Menemistas
Como
hemos señalado, el Gobernador Duhalde persiguió varios planes keynesianos
durante su primer mandato y aunque Menem puso un tope de $650 millones en el
Fondo Conurbano en 1996, Duhalde siguió con sus políticas (Urgente 24,
31/5/2016). Página 12 plantea que estos planes aumentaron en su segundo
mandato, especialmente a partir de 1997. Escribe en Julio de 1998: “El
gobernador hace lo que Menem no puede: salariazo, un ambicioso plan de obras
públicas y un alto nivel de gasto educativo. El Fondo Monetario lo critica por
el endeudamiento público y la Alianza no lo condena porque está más preocupada
por que Menem no deje las cuentas nacionales al rojo” (Página 12, 7/29/1998). Verónika
Kasta destaca:
Estas
diferencias se expresaron en su último discurso como Gobernador ante la
Asamblea Legislativa en marzo de 1999: “nos negamos firmemente a privatizar el
Banco de la Provincia. Dimos una batalla dura contra poderosos intereses que
intentaron muchas veces presionarnos y doblegarnos. Y no nos equivocamos en
mantenernos firmes en nuestras convicciones. Hoy nuestro Banco es el más
exitoso. Sigue siendo estatal, sigue siendo patrimonio de nuestro pueblo y se
ha transformado en la mayor herramienta financiera de los pequeños y medianos
emprendedores” (Kasta).
El
Diputado Ramal propone que una situación “imposible” salió naturalmente de las
políticas neoliberales y el neodecisionismo. Primero, plantea que hay un “Gato
de Schrodinger[13]”
que impide cambios de políticas neoliberales. Dichas leyes, especialmente la
Ley de Convertibilidad, crearon un sistema económico destinado a desastre, pero
imposible de cambiar, porque todos sabían que el cambio causará una crisis inmediata.
Mucha gente no apoyaba a Duhalde durante su
campaña porque, aunque sabían que las políticas no podían quedar para
siempre, querían evitar la crisis en el corto plazo (Entrevista 9/6/16).
7. OPOSICIÓN,
1989-1995: FRACASO COMPLETO
En
el primer mandato de Menem, la oposición legislativa era muy débil. Aunque la
UCR existía y oponía a muchas de las acciones del Presidente, no tenían ningún
éxito. Unas de las razones principales eran una falta de alianzas y una
debilidad institucional.
Actores
En
el primer mandato de Menem, el partido antiguo y hegemónico, la UCR, fue el
único bloque que votaba contra el Presidente (Keenan). Aunque Alfonsín había
renunciado la presidencia en crisis, siguió siendo el presidente de su partido
hasta 1991, mientras que, en el Congreso, el partido fue liderado por políticos
del centro ideológico—Fernando De La Rúa, Rodolfo Terragno y Mario Losada. El PJ,
a partir de la asunción de Menem, excedió en número a la UCR con una mayoría
absoluta en el Senado y una ventaja de 30 diputados en la cámara baja (Vallejo
& Spinetta). Unas colección de partidos provinciales no afiliados
formalmente formaban el otro actor en ambas cámaras. Durante los cinco años del
primer mandato, la UCR rindió territorio a nivel nacional, perdiendo siete
diputados y tres legisladores mientras el PJ creció (Vallejo & Spinetta). A
la misma vez, en elecciones de 1990 y 1993, Peronistas descontentos salieron
del partido para alejarse de Menem, formando el Frente Grande (en 1990) y el
FREPASO en 1993. Aunque el FREPASO tuvo más éxito que otros partidos—logrando
29% del voto presidencial en 1995 y 20 butacas en la cámara de diputados—no poseía
una amenaza muy seria a Menem y su agenda hasta 1997 (Novaro).
Inhabilidad
de enfrentarse
Es
importante tener en cuenta que, a pesar de neodecisionismo de Menem, el
Congreso nunca perdió sus herramientas constitucionales. Aunque Menem
dictó cifras altísimas de sus DNUs semi-legales, el Congreso siempre mantuvo el
derecho de vencerlos con una mayoría simple. También la UCR mantuvo la
habilidad de introducir proyectos y denunciar a las prácticas del presidente.
Más allá, la UCR tuvo herramientas organizacionales importantes en esta época,
notablemente la disciplina partidaria: la cohesión de la UCR en los primeros
dos años, según Rubio y Goretti, casi llegó a 100% (Mustapic). Finalmente, la
salida (aún pequeña) de Peronistas en 1990 y 1993 crearon la posibilidad de un
frente grande contra el Presidente. Todo esto sugiere que la oposición tuvo una
chance teorética de enfrentarse contra Menem entre 1989 y 1995. Pero nuestra
investigación muestra un fracaso total.
Institucional
Vallejo
& Spinetta explican bien las ventajas institucionales del Presidente. Esta
desigualdad vino del origen de la Constitución y incluye la habilidad del
Presidente para introducir sus propios proyectos, la constitucionalidad de
vetos y otras maniobras. Estos poderes dotados en el Presidente convirtieron el
Congreso en un “actor secundario,” ayudó a Menem alcanzar su liderazgo
neodecisionista y complicó enfrentamiento (Vallejo & Spinetta).
La
UCR cayó en la trampa de dar a Menem una gran victoria cuando apoyó dos leyes
(23.696 and 23.697) en 1989, dio el Presidente ventajas institucionales, como
una declaración de un estado de excepción económica (Rubio y Goretti). Después
de esta complicidad con las oficialistas, la habilidad de enfrentarse contra el
Presidente se convirtió en un trabajo más difícil.
Sin
embargo, a partir de septiembre 1989, la UCR demostró una voluntad de
enfrentarse contra el neodecisionismo de Menem y debatía contra proyectos de
Menem con frecuencia. Uno de los casos más importantes llegó en abril 1990 con
la Ley 23.774. Diputados radicales intentaron de negar el intento de Menem de
aumentar el número de magistrados en la Corte Suprema de cinco a nueve, pero no
tenían los votos, y el enfrentamiento terminó en un fracaso. El bloque también
anunció varios proyectos e intentó de rechazar DNUs de Menem (Fair, Rubio &
Goretti). Pero las derrotas legislativas—el veto completo de 35% proyectos de
la UCR por parte del Presidente y la realización de 99% de los decretos
dictados mostró que el enfrentamiento no tenía fuerza[14]
(Mustapic). En resumen, mientras que la UCR existía como un partido opositor,
y en esta época, “la deliberación entre los partidos era considerada
improductiva” (Fair).
Falta
de alianza
Novaro
destaca la “dificultad para formar mayorías cohesionadas en las cámaras
legislativas” en este periodo. Aunque el PJ tenía una mayoría en el Senado, más
de 50% del bancos en la Cámara de Diputados eran de otros partidos[15],
pero nunca salió ninguna alianza anti-oficialista hasta 1997 (Vallejo &
Spinetta).
Como
hemos señalado, la UCR tuvo una minoría substancial en ambas cámaras, pero es
importante destacar que esta minoría no incluye otros partidos fuera del PJ.
Aunque el oficialismo le faltaba una mayoría absoluta en la cámara de diputados
al principio del mandato, algunos partidos provinciales lo dieron una coalición
poco rígida, pero suficientemente durable (M. Leiras). Por ejemplo, diputados
de partidos pequeños ayudaron al PJ alcanzar una mayoría para pasar la Ley de
Convertibilidad (1990) y la reforma de la Corte Suprema (1990) (M. Leiras).
Calvo plantea que la existencia de más partidos ayuda las chances para un
enfrentamiento, pero también reconoce que partidos poderosos pueden ganar el
apoyo de esos partidos con deal making y log rolls (Calvo). El PJ
también mantuvo disciplina excelente, gracias a triunfo electoral[16]
(Rubio & Goretti). La cohesión aisló a la UCR sin aliados.
8. LA ALIANZA,
1995-1999: EN LAS TRINCHERAS
Entre
1995 y 1999, algunos desarrollos dieron más poder legislativo a la oposición.
Notablemente, la creación de una Alianza entre el FREPASO y la UCR cambió el
mapa político; sin embargo, las ventajas institucionales siguieron ayudando a
Menem a avanzar en su liderazgo neodecisionista.
Se
forma “La Alianza”
La
elección nacional de 1995 dio mayorías absolutas al PJ en ambas cámaras y
derrotó la UCR definitivamente. Los Radicales salieron con 26,4% de butacas en
la Cámara de Diputados y terminaron terceros en la elección presidencial—un
desastre para el partido[17].
En respuesta directa al desastre, en agosto de 1997, la UCR hizo lo que no
había hecho antes: una coalición electoral. Junto con el FREPASO, creó “La
Alianza para el Trabajo, la Justicia, y la Educación,” o simplemente “La
Alianza” (Novaro).
Liderazgo
soberano | La Alianza, es entendido, se enfocó en
causar el fin del Menemismo. Como discutiremos en siguientes secciones, no
había un programa ideológico común, sino un deseo común de sacar Menem de poder
(Novaro). Vallejo y Spinetta confirman: “La coalición significó una amenaza a
las aspiraciones de obtener una renovación en el plano electoral, y la labor
coordinada en el parlamento dificultó el desempeño del presidente, en el plano
legislativo.”
Entonces,
la estrategia de La Alianza era bastante diferente de la de Duhalde. Un grupo
de líderes representando ambos sectores—Carlos Álvarez y Graciela Fernández
Meijide del FREPASO y Rodolfo Terragno, Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa de
la UCR—pusieron en marcha un plan coordinado. Este “Grupo de Cinco” ocupó la
cima de la pirámide de control burocrática-partidaria y usó sus recursos para
luchar contra la soberanía de Menem (Página 12, D’Alessandro, Novaro). Una de
las tácticas era manipular issues con televisión y usar mass media.
Otra, a partir de 1997, era apoyar a manifestaciones de los sectores
trabajadores. Isman escribe: “El conjunto de revueltas del `97 tuvo la virtud
de proyectarse políticamente. De allí que la oposición—que poco después
constituyó la Alianza—le bastaba con acompañar discretamente las protestas,
para capitalizar en votos el descontrol y la incontinencia verbal de Menem y
sus hombres más cercanos” (Isman). El firme rechazo de Menem de los sectores
trabajadores daño su posición como líder soberano. Debemos entender los
recursos y beneficios que tuvieron este partido burocrático (D’Alessandro).
Podían ponerse en oposición en manera muy fuerte y multidisciplinaria.
Cuando
Menem intentó de pedir una segunda reelección en 1999, el “Grupo de Cinco” lo
denegó. Usando lenguaje pro-institucional, Duhalde habló en nombre del partido:
"La ambición sin límite de una persona puede sumir al país en la
confusión, la ilegalidad y la inestabilidad. Hay que dar un corte a esta
situación ya mismo; de lo contrario, las necesidades concretas del país
quedarán relegadas", insistió De la Rúa. (La Nación, 14/3/1999). Solamente
dos años después de la fundación de la coalición, La Alianza venció a Duhalde
en las elecciones presidenciales de 1999.
Prácticas
delegativas
Según
Vallejo & Spinetta, entre 1995 y 1999, y especialmente a partir de la
fundación de La Alianza en 1997, el Congreso mostraba “una mayor voluntad por
convertirse en un actor activo en el proceso de elaboración de políticas
públicas.” Esta voluntad se convirtió en algunos éxitos y algunos fracasos para
la recién-nacida Alianza. Mientras sus fracasos pueden ser debidos a una
desigualdad institucional insuperable, la posición como un frente amplio merece
el crédito por los éxitos.
Debemos
destacar que incluso La Alianza no podía frenar el uso de algunas prácticas,
como los DNU. Con un silencio parecido a lo del primer mandato, la oposición se
quedó silenciosa contra 170 decretos y solamente rechazo nueve. Este aumento
modesto—de dos rechazados en el primer mandato—no es insignificante, pero
tampoco es impresionante (Rubio & Goretti).
El
Decreto 842 a fin de 1996 se convirtió en uno de los enfrentamientos
principales de la época. Fue el intento de Menem de privatizar 30 aeropuertos
estatales para continuar con su plan neoliberal (Vallejo & Spinetta).
Aunque dictó el Decreto antes de que La Alianza se formara, el debate continuó
hasta diciembre de 1997, seis meses después de la fundación. La Nación escribe
que, aunque Menem esperaba una aprobación rápida, la ley tardó “no sólo por el
desacuerdo que la oposición legislativa tiene con cada proyecto sino,
fundamentalmente, debido a las rispideces internas que se registran en ambos
bloques oficialistas, principalmente en el de Diputados. Sin embargo, después
de que La Alianza derrotó la ley en la Cámara de Diputados en 1997, Menem apeló
a la Corte Suprema, donde cinco de nueve magistrados fallaron en favor del
Presidente (La Nación, 18/12/1997). “El caso no presentó precedentes: un
conflictivo entre Ejecutivo y Legislativo que se termina definiendo en la
justicia,” escriben Vallejo & Spinetta.
Un
año más tarde, La Alianza sufrió otra derrota en “La Reforma de laboral” de
1998. Un año antes, había señalado su oposición. Mientras el FREPASO y la UCR
juntaron y combinaron su programa, muchos diputados no se querían oponer a la
ley (La Nación, 13/7/1997). Sin embargo, juntaron tantos votos para evitar un
quórum y, en efecto, vencer el proyecto. Pero Menem, de todas maneras, usó
métodos “pocos escrupulosos” para engañar a La Alianza y aprobar la ley[18]
(Keenan).
Vemos que
La Alianza no era un partido muy fuerte. Además de tener una desventaja
institucional, no existía unidad en las filas. Eso es a causa del espectro
amplio de donde vino el partido. Los diputados que apoyaron, y los que se
opusieron, permitió la victoria para los oficialistas. Aunque era un partido
bien hecho, todavía no tenía disciplina (Rubio y Goretti). "No nos pidan
milagros. Recién estamos trabajando", resumió Senadora Graciela Fernández
Meijide, una de las “Grupo de Cinco” (La Nación 26/4/1998).
Sin
embargo, podemos sacar algunas victorias La Alianza en este periodo. Como hemos
señalado, sus enfrentamientos empujaban a Menem a usar métodos más y más
audaces. Vallejo & Spinetta plantean exactamente esto después de la
privatización de los aeropuertos: “Sin embargo estaba claro que un liderazgo
como el que había desarrollado hasta ese momento Carlos Menem no se rendiría
ante una situación semejante.” Igual, La Nación llamó la decisión “una de las
más controvertidas” de ambos mandatos de Menem, y señaló que estaba un punto de
ruptura.
Otros
ejemplos muestran una vitalización de La Alianza. Chaves destaca el poder que
el partido mostró cuando venció Menem y derrotó una ley que hubiera dado a
Menem el poder de elegir su procurador general sin contento del Congreso
(Chaves).
Es
importante tener en cuenta que la posición de opositor ayudó a la Alianza
oponer Menem libremente, a diferencia de Duhalde, quien necesitó esperar para
el momento correcto. La base amplia, mientras tanto, le ayudó también (Baldioli
& Leiras).
Políticas
anti-Menemistas
En
el caso de La Ley de Reforma Laboral, vimos un quiebre pequeño entre diputados
más cerca de los trabajadores. Eso no es común en partidos como la Alianza, que
D’Alessandro se llama “partidos atrapa todo.” Coaliciones electorales
normalmente “evitan elementos radicales” y se enfocan en ideas conservadoras,
es decir, mantener y crecer el apoyo (D’Alessandro). De acuerdo, a parte de
este ejemplo, La Alianza se portó así. En vez de luchar contra las políticas
neoliberales de Menem, luchó contra Menem y decidió de no oponer las
políticas en sí mismas y enfocar en vez en arreglando la desigualdad que
existía como resultado de las mismas políticas. Briazo lo plantea bien: “En
ambas fuerzas y en el interior de cada una, se acordó no cuestionar la
convertibilidad, y poner al centro en la recuperación de la equidad social y
las instituciones republicanas y en la lucha contra la corrupción” (Briazo). De
hecho, el programa económico de La Alianza antes de las elecciones de
1999—escrito en “La Carta a La Argentina”—prometió de (a) mantener la
convertibilidad y (b) respetar las privatizaciones realizadas y ni siguiera
prometió de frenar las privatizaciones (Página 12, 8/11/1998).
REFLEXIONES
Es
obvio que ni Duhalde ni La Alianza tuvo un éxito completo. Pero ahora que entendemos
los enfrentamientos, debemos revisar los rasgos estructurales que distinguían
Duhalde y La Alianza. En las secciones anteriores, hemos explicado las ventajas
y desventajas de cada uno de estos. Por ejemplo: la posición fuera del Congreso
ayudó Duhalde escapar disciplina y luchar contra Menem, pero le impidió afectar
legislación y enfrentar contra las prácticas semi-constitucionales. Al otro
lado, la base amplia de La Alianza le convenía tratar de derrotar a Menem
dentro del Congreso, pero imposibilitó un programa anti-neoliberal. Como vemos
en las tablas, cada rasgo tiene esas ventajas y desventajas, desarrolladas en
secciones anteriores.
Duhalde
|
1.
Una
persona
a.
Ayudó:
ganar poder de negociaciones, cosechar alianzas, crear su propio liderazgo
b.
Impidió:
actuar contra Menem durante el Acuerda
2.
Un
puesto ejecutivo
a.
Ayudó:
avanzar su propio programa económica., estar fuera de disciplina en el
Congreso
b.
Impidió:
afectar directamente legislación impidió afectar legislación y enfrentar
contra las prácticas semi-constitucionales.
3.
Una
posición dentro del mismo partido
a.
Ayudó:
ganar poder de negociación
b.
Impidió:
actuar cuatro años antes, y necesitaba esperar
|
La Alianza
|
1.
Una
base amplia
a.
Ayudó:
enfrentarse contra Menem en el Congreso efectivamente
b.
Impidió:
proponer un programa anti-neoliberal
2.
Una
posición opositora
a.
Ayudó:
actuar desde el primer día contra Menem
b.
Impidió:
tener poder de negociación
3.
Una
burocracia fuerte
a.
Ayudó:
dar recursos como mass media y conexiones
b.
Impidió:
Proponer un solo líder para reemplazar a Menem
|
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