RESUMEN
La presente
recensión expresa el pensamiento de un gran intelectual contemporáneo que vivió
la alienación de la expatriación y tiene una introspección sobre el humanismo
dentro una sociedad moderna.
ABSTRACT
This review
expresses the thoughts of a a great contemporary intelectual who lived
expatriation as an experience of alienation. He has a singular opinion on
humanism within a modern society.
TZVETAN TODOROV: EL ENEMIGO EN NOSOTROS
Por: Iñaki Vázquez Larrea
El intelectual que se
definía a sí mismo como un hombre desplazado, sufrió de primera mano el
totalitarismo comunista de su Bulgaria natal, para nacionalizarse
posteriormente como francés. Residió en París hasta su muerte (2017), y pasó
del estructuralismo a un humanismo escéptico de tonos grises.
“¿Será
un indicio el hecho de que las amenazas que pesan hoy en día sobre la
democracia proceden no de fuera, de los que se presentan abiertamente como sus
enemigos, sino de dentro, de ideologías, movimientos y actuaciones que dicen
defender sus valores?”.
TZVETAN TODOROV
Junto con El miedo a
los bárbaros (2002), Los enemigos íntimos de la democracia (2012)
representa la obra más políticamente comprometida de Todorov. En ella,
argumenta, los enemigos de la democracia no son externos sino internos.
Hoy día, no existe ningún modelo societal no democrático que se presente
como rival de la democracia. Evidentemente, el terrorismo islámico (o
yihadismo) no es un candidato creíble a ocupar el papel que antaño representaba
Moscú. Para Todorov populismo, ultra liberalismo y mesianismo constituyen los
enemigos íntimos de la democracia.
El Mesianismo:
El mesianismo puede
resumirse en la idea de la necesidad de liquidar enemigos en nombre del bien
supremo. Según Todorov, existieron tres oleadas de mesianismo político. El primero
el del terror jacobino y la eliminación física de la aristocracia, que culminó
con Napoleón, “un Robespierre a caballo”.
El
segundo fue el marxismo, que preconizaba de forma temprana la aniquilación de
la burguesía: “Se eliminará a los que ofrezcan resistencia, así como a la
burguesía, cuyos intereses van en sentido contrario…La existencia de la
burguesía ya no es compatible con la sociedad. Por lo tanto, habrá que abolir
al propietario burgués: No cabe la menor duda de que a estas personas hay que
eliminarlas. No se enumeran las maneras concretas de suprimirlos, pero el
Manifiesto Comunista admite que serán precisas “intervenciones despóticas”, y
que los fines deseados sólo podrán “alcanzarse derrocando por medio de la
violencia todo orden social del pasado”. Así eliminar físicamente a la
burguesía como clase forma ya parte del programa” (Todorov, pag. 46).
La tercera oleada de
mesianismo consiste en imponer la democracia con bombas. Se observa una
cierta continuidad generacional entre los neocon, partidarios de la
guerra democrática y humanitaria, y la segunda oleada comunista; en el
sentido de que muchos de sus intelectuales provienen de antiguos círculos de
pensamiento sesentayochista o marxista.
Lo cierto es que la moral
y la justicia puesta al servicio de intereses políticos de Estados
occidentales, suele perjudicar a la misma moral y justicia que se dice
defender, sea en Libia, Irak o Afganistán: “La moral y la justicia al
servicio de la política de los Estados perjudican la moral y la justicia,
porque las convierten en simples instrumentos en manos de los poderosos y las
hacen parecer como un velo hipócrita que oculta la defensa de sus intereses. El
mesianismo, esa política en nombre del bien y lo justo, perjudica tanto al uno
como al otro. La célebre frase de Pascal lo ilustra perfectamente; “El que
quiere hacer de ángel hace de bestia”. El orden internacional no mejora cuando
permitimos que un grupo de países imponga sin restricciones su voluntad a todos
los demás. La tentación de la desmesura pasa entonces a ser demasiado grande y
corremos el riesgo de empañar la democracia ante los que deben beneficiarse de
ella, y también de erosionar los principios que la defienden” (Todorov,
pag 82).
El neoliberalismo:
Los antecedentes del
neoliberalismo se encuentran en Condorcet y Constant, que creían que la
mecánica social derivaba de la Providencia, y convirtieron el principio de la mano
invisible (Adam Smith) en un precepto cuasi-religioso. Un religión secular
que encuentra su síntesis más acabada en Friedrich A Hayek en Camino de
Servidumbre (1944). La panificación económica conduciría inevitablemente a
la esclavitud política al privar a sus ciudadanos de toda autonomía
económica.
De facto, los neoliberales
sustituyen la fe marxista en la Historia, por la fe cientifista en el mercado.
El resultante del “la sociedad no existe” thatcherista sería la
articulación de oligopolios político-económicos que condenan a la pobreza y la
exclusión a amplios estratos de la sociedad: “En esta ocasión el resultado
es, por una parte, que se forman oligarquías político económicas, y por la
otra, que se descarta a los perdedores, auténticos despojos del sistema,
condenados a la pobreza y el desprecio. Como son responsables de su desgracia,
para socorrerlos no debemos recurrir ni al Estado ni a la solidaridad
colectiva. El culto a los superhombres se adapta perfectamente a la lógica ultra
liberal “(Todorov, pag. 98).
El populismo:
El rasgo principal del
populismo, tanto en su vertiente de izquierdas como de derechas, es la
demagogia. Apela a la emoción de las masas, y recurre sistemáticamente a miedo a
la otredad (El Islam o los emigrantes para el caso europeo). Propugna el
fracaso de la multiculturalidad y auspicia un retorno a las esencias
nacionales.
Tal y como afirma Todorov
la multiculturalidad no es un proyecto político, sino un hecho. Además, apelar
a la defensa de valores cristianos como fórmula de defensa de la
democracia, resulta no sólo xenófobo sino poco pertinente, por cuanto que la
mayoría de democracias se asientan en la Defensa per se del Estado de
Derecho.
Lo que es exigible es que
la Defensa del Estado de Derecho se haga sobre principios democráticos, “que
además tienen más que ver con el pensamiento ilustrado, que con una
determinada tradición religiosa” (Todorov, pag 159).
Finalmente, la receta
para evitar estos peligros es el retorno a un humanismo (desde Pico de la Mirándola,
pasando por Montaigne o Rousseau) que reclame la autonomía del individuo y la
moderación, frente a la hybris populista, mesiánica o neoliberal.
BIBLIOGRAFÍA:
TODOROV, Z. (2002), EL
miedo a los bárbaros, Madrid, Galaxia Gutenberg.
TODOROV, Z. (2012), Los
enemigos íntimos de la democracia, Madrid, Galaxia Gutenberg.
IÑAKI VÁZQUEZ LARREA.