Revista Nº36 "RESEÑA"

RESUMEN

La presente recensión expresa el pensamiento de un gran intelectual contemporáneo que vivió la alienación de la expatriación y  tiene una introspección sobre el humanismo dentro una sociedad moderna.

ABSTRACT

This review expresses the thoughts of a a great contemporary intelectual who lived expatriation as an experience of alienation. He has a singular opinion on humanism within a modern society.

 

 

TZVETAN TODOROV: EL ENEMIGO EN NOSOTROS

Por: Iñaki Vázquez Larrea[1]

 

El intelectual que se definía a sí mismo como un hombre desplazado, sufrió de primera mano el totalitarismo comunista de su Bulgaria natal, para nacionalizarse posteriormente como francés. Residió en París hasta su muerte (2017), y pasó del estructuralismo a un humanismo escéptico de tonos grises.

¿Será un indicio el hecho de que las amenazas que pesan hoy en día sobre la democracia proceden no de fuera, de los que se presentan abiertamente como sus enemigos, sino de dentro, de ideologías, movimientos y actuaciones que dicen defender sus valores?”.

TZVETAN TODOROV

Junto con El miedo a los bárbaros (2002), Los enemigos íntimos de la democracia (2012) representa la obra más políticamente comprometida de Todorov. En ella, argumenta, los enemigos de la democracia no son externos sino internos. Hoy día, no existe ningún modelo societal no democrático que se presente como rival de la democracia.  Evidentemente, el terrorismo islámico (o yihadismo) no es un candidato creíble a ocupar el papel que antaño representaba Moscú.  Para Todorov populismo, ultra liberalismo y mesianismo constituyen los enemigos íntimos de la democracia.

 

 

El Mesianismo:

El mesianismo puede resumirse en la idea de la necesidad de liquidar enemigos en nombre del bien supremo. Según Todorov, existieron tres oleadas de mesianismo político. El primero el del terror jacobino y la eliminación física de la aristocracia, que culminó con Napoleón, “un Robespierre a caballo”.

 El segundo fue el marxismo, que preconizaba de forma temprana la aniquilación de la burguesía: “Se eliminará a los que ofrezcan resistencia, así como a la burguesía, cuyos intereses van en sentido contrario…La existencia de la burguesía ya no es compatible con la sociedad. Por lo tanto, habrá que abolir al propietario burgués: No cabe la menor duda de que a estas personas hay que eliminarlas. No se enumeran las maneras concretas de suprimirlos, pero el Manifiesto Comunista admite que serán precisas “intervenciones despóticas”, y que los fines deseados sólo podrán “alcanzarse derrocando por medio de la violencia todo orden social del pasado”. Así eliminar físicamente a la burguesía como clase forma ya parte del programa”  (Todorov, pag. 46).

La tercera oleada de mesianismo consiste en imponer la democracia con bombas. Se observa una cierta continuidad generacional entre los neocon, partidarios de la guerra democrática y humanitaria, y la segunda oleada comunista; en el sentido de que muchos de sus intelectuales provienen de antiguos círculos de pensamiento sesentayochista o marxista.

 Lo cierto es que la moral y la justicia puesta al servicio de intereses políticos de Estados occidentales, suele perjudicar a la misma moral y justicia que se dice defender, sea en Libia, Irak o Afganistán: “La moral y la justicia al servicio de la política de los Estados perjudican la moral y la justicia, porque las convierten en simples instrumentos en manos de los poderosos y las hacen parecer como un velo hipócrita que oculta la defensa de sus intereses. El mesianismo, esa política en nombre del bien y lo justo, perjudica tanto al uno como al otro. La célebre frase de Pascal lo ilustra perfectamente; “El que quiere hacer de ángel hace de bestia”. El orden internacional no mejora cuando permitimos que un grupo de países imponga sin restricciones su voluntad a todos los demás. La tentación de la desmesura pasa entonces a ser demasiado grande y corremos el riesgo de empañar la democracia ante los que deben beneficiarse de ella, y también de erosionar los principios que la defienden”  (Todorov, pag 82).

El neoliberalismo:

Los antecedentes del neoliberalismo se encuentran en Condorcet y Constant, que creían que la mecánica social derivaba de la Providencia, y convirtieron el principio de la mano invisible (Adam Smith) en un precepto cuasi-religioso. Un religión secular que encuentra su síntesis más acabada en Friedrich A Hayek en Camino de Servidumbre (1944). La panificación económica conduciría inevitablemente a la esclavitud política al privar a sus ciudadanos de toda autonomía económica.

De facto, los neoliberales sustituyen la fe marxista en la Historia, por la fe cientifista en el mercado. El resultante del “la sociedad no existe” thatcherista sería la articulación de oligopolios político-económicos que condenan a la pobreza y la exclusión a amplios estratos de la sociedad: “En esta ocasión el resultado es, por una parte, que se forman oligarquías político económicas, y por la otra, que se descarta a los perdedores, auténticos despojos del sistema, condenados a la pobreza y el desprecio. Como son responsables de su desgracia, para socorrerlos no debemos recurrir ni al Estado ni a la solidaridad colectiva. El culto a los superhombres se adapta perfectamente a la lógica ultra liberal “(Todorov, pag. 98).

El populismo:

El rasgo principal del populismo, tanto en su vertiente de izquierdas como de derechas, es la demagogia. Apela a la emoción de las masas, y recurre sistemáticamente a miedo a la otredad (El Islam o los emigrantes para el caso europeo). Propugna el fracaso de la multiculturalidad y auspicia un retorno a las esencias nacionales.

Tal y como afirma Todorov la multiculturalidad no es un proyecto político, sino un hecho. Además, apelar a la defensa de valores cristianos como fórmula de defensa de la democracia, resulta no sólo xenófobo sino poco pertinente, por cuanto que la mayoría de democracias se asientan en la Defensa per se del Estado de Derecho.

Lo que es exigible es que la Defensa del Estado de Derecho se haga sobre principios democráticos, “que además tienen más que ver con el pensamiento ilustrado, que con una determinada tradición religiosa” (Todorov, pag 159).

 Finalmente, la receta para evitar estos peligros es el retorno a un humanismo (desde Pico de la Mirándola, pasando por Montaigne o Rousseau) que reclame la autonomía del individuo y la moderación, frente a la hybris populista, mesiánica o neoliberal.

BIBLIOGRAFÍA:

TODOROV, Z. (2002), EL miedo a los bárbaros, Madrid, Galaxia Gutenberg.

TODOROV, Z. (2012), Los enemigos íntimos de la democracia, Madrid, Galaxia Gutenberg.

IÑAKI VÁZQUEZ LARREA.



[1] Profesor Asociado de Sociología, UPNA (Universidad Pública de Navarra)