Discusión
de categorías relativas a la cogestión hídrica para su abordaje en una
localidad del centro de México
Discussion
of categories related to water management for its approach in a town in central
Mexico
María
Luisa Quintero-Soto,
José Marcos Bustos-Aguayo,
Margarita Juárez-Nájera,
Gerardo Arturo Limón-Domínguez,
Bertha Leticia Rivera-Varela,
Cruz García-Lirios
Resumen
Grosso
modo, la cogestión hídrica es un modelo de negociación, acuerdos y
corresponsabilidad entre dos actores que comparten un problema común. Se trata
de los efectos del cambio climático sobre la salud pública ambiental. El
propósito del trabajo es complejizar un modelo para el estudio de una
alternativa de solución a la problemática enunciada: la cogestión hídrica. Se
realizó un estudio documental, transversal y exploratorio con una selección de
fuentes indexadas a repositorios nacionales, considerando el año de publicación
y la inclusión de las palabras clave. Se advierten vicisitudes en torno a las
fuentes de información, la técnica y la amplitud del modelo, recomendándose su
contrastación una vez que se recurra a repositorios internacionales y se emplee
una técnica más sofisticada de procesamiento de información, así como la
inclusión de factores que explican el regionalismo o el multilateralismo como
ejes de políticas de cambio climático derivadas de las Cumbres de la Tierra.
Palabras
clave –Cambio
climático, salud pública, cogestión hídrica, modelo, complejidad
Abstract
Roughly,
water co-management is a model of negotiation, agreement and co-responsibility
between two actors who share a common problem. These are the effects of climate
change on environmental public health. The purpose of the paper is to develop a
model for the study of an alternative solution to the problematic stated: water
co - management. A documentary, transversal and exploratory study was carried
out with a selection of sources indexed to national repositories, considering
the year of publication and the inclusion of the keywords. There are vicissitudes
around the information sources, technique and breadth of the model,
recommending its testing once international repositories are used and a more
sophisticated information processing technique is used, as well as the
inclusion of factors that explain Regionalism or multilateralism as axes of
climate change policies derived from the Earth Summit.
Keywords –Climate change, public
health, water co-management, model, complexity
Introducción
El objetivo
del presente trabajo es complejizar –delimitar y problematizar la información
relativa a la cogestión hídrica– un modelo para el estudio de este nuevo
paradigma en materia de cogobierno o gobernanza de la sustentabilidad hídrica.
La cogestión
hídrica, para los fines del presente trabajo, refiere a un sistema de
negociación, mediación, concertación, arbitraje y enjuiciamiento orientado a
superar la gestión estatal y la autogestión comunitaria, integrando ambas
visiones que, aunque han sido planteadas como irreconciliables, es imperativa
su concordia ante el aumento de las crisis y desastres naturales, contingencias
ambientales y catástrofes ecológicas (Bustos,
Ganga, Llamas y Juárez, 2018).
De este modo,
la cogestión hídrica se distingue de la gestión estatal en tanto qué esta
última refiere a una política ajustada a los lineamientos internacionales de
las cumbres de la Tierra, el multilateralismo y el regionalismo, así como la
consulta de expertos, pero en la discrecionalidad de funcionarios, autoridades
y gobernantes (Carreón, 2012).
La cogestión
hídrica también se diferencia de la autogestión en tanto que ésta alude a las
necesidades y expectativas de la sociedad civil ante la gestión estatal, o
bien, en el mejor de los casos, refiere a las capacidades en función de las
oportunidades de vinculación, negociación y transferencia de conocimiento entre
instituciones de gobierno y organizaciones de la sociedad civil (Carreón et
al., 2014).
En ambos
casos, gestión estatal y autogestión comunitaria, prevalece el unilateralismo y
verticalismo informativo y comunicativo entre los actores políticos y sociales.
Ante el incremento de los efectos del cambio climático sobre la salud pública
ambiental es menester perfilar un nuevo paradigma y modelo de cooperación entre
gobernantes y gobernados con la finalidad de preservar los recursos naturales y
los servicios públicos determinantes del desarrollo local (García, 2005).
Teoría de
la Cogestión Hídrica
Los marcos
teóricos y conceptuales que explican la cogestión hídrica incluyen: 1) Teoría de la justicia, 2) Teoría
de las representaciones, 3) Teoría de la politización, 4) Teoría de la
participación, 5) Teoría de las oportunidades, 6) Teoría de los movimientos, 7)
Teoría de los recursos (Sandoval, Bustos y García, 2018).
La cogestión
hídrica supone una corresponsabilidad a partir de una negociación y acuerdos
que centran su interés en una agenda de bienes comunes. Empero, cuando eso no
es posible, subyace una expectativa de injusticia, la cual no sólo indigna,
enardece o desespera a la sociedad civil, sino además cultiva una representación
de sus oportunidades y sus capacidades de organización, principalmente en
cuanto a confrontación con la autoridad se refiere (Juárez, García, Bustos, Sandoval y
Molina, 2018).
La teoría de
la justicia explica fehacientemente una reacción ante lo que se considera una
incertidumbre, una desventaja y una incapacidad. Se trata de un corpus teórico
que circunscribe las habilidades y los conocimientos humanos a cuestionamientos
y soluciones en torno a las asimetrías evidentes entre gobernantes y gobernados
(Carreón, Hernández y
García, 2017).
Si la
justicia es resultado de un desbalance de oportunidades y capacidades, entonces
la acumulación de injusticias forja una representación central ante la cual se
circunscriben expectativas inmediatas de justicia (Carreón et al., 2016).
La teoría de
las representaciones, a diferencia de la teoría de la justicia, plantea que
cuando los gobernantes emiten información relativa a sus privilegios con
respecto a las carencias de los ciudadanos se gesta un núcleo de cuestionamientos
y estrategias orientadas a compensar las asimetrías (García, 2006).
En tales
sentidos, el de la justicia y el de la representación, o bien, el de la lógica
de la escasez y la lógica de la abundancia, la cogestión hídrica no ha nacido
porque ésta alude a ética de la corresponsabilidad más que a la convicción de
que los procesos se gestan por la escasez o la abundancia (García, 2012).
La lógica de
la escasez supone un incremento de la percepción de injusticia, la cual refleja
la dominación de la clase política sobre la sociedad civil y la lógica de la
abundancia explica la movilidad para reducir tales diferencias, pero no
soluciona el problema del cambio climático y sus efectos sobre la salud pública
ambiental. Es el caso de la escasez de recursos y su impacto en el
desabastecimiento de servicios públicos como el agua que explica la mayor
cantidad de muertes por ingesta contaminada en la población infantil (García et
al., 2012).
La ética de
la responsabilidad, lejana a la lógica de la escasez y la abundancia, es más
bien una serie de conocimientos, habilidades y saberes que, sin embargo, no
alcanzará su madurez hasta que no se aplique a la negociación orientada
necesariamente a un consenso para la conservación de los recursos naturales y
su reflejo en la calidad de los servicios públicos (García et al., 2015).
Pues bien, la
justicia y la representación anteceden a la politización que se distingue por
su grado de reflexión y critica a un régimen, consecuentemente es un entorno de
información polarizada; en contra y a favor de las decisiones, en este caso la
gestión estatal en cuanto al uso de los recursos naturales y su transformación
en servicios municipales, aunque tal politización no supone una acción
colectiva o movilización social, es el preámbulo para tales fines (García et
al., 2017).
En cierto
modo, la justicia y la representación son factores prevalecientes en la
sociedad civil, pero cuando ésta se politiza alcanza niveles de inconformidad y
desobediencia que los orilla al emprendimiento y la innovación, pero no sólo en
un sentido utilitario sino, además en un sentido de autogobierno (Pérez et al.,
2016).
Las
ecoaldeas, los ecobarrios y las ecociudades son muestras de autogobierno que
sólo reflejan una participación organizada de sectores instruidos o
comprometidos de la ciudadanía, pero más allá de esta participación comunitaria
o ambiental, subyacen otras formas de participación que no siempre incluyen al
Estado como regulador o protector de los intereses civiles organizados (García,
2005).
La teoría de
la participación distingue entre la conservación y preservación ambientalista
que obedece a motivos locales y comunitarios de la participación social,
política y democrática que se gesta por un cuestionamiento del gobierno y una
confrontación contra las fuerzas del orden (Sandoval et al., 2017).
En un sentido
colectivo, las problemáticas de escasez y desabastecimiento hídrico suponen una
defensa del territorio que la sociedad civil auspicia si sus expectativas son
de amplio espectro como una amenaza a sus generaciones futuras (García et al.,
2012).
En un sentido
político, la sociedad está dispuesta a que sus organizaciones se acoplen con
instituciones del estado a fin de poder preservar una especie animal o vegetal,
pero tal estructura participativa no sólo depende del acceso a información y un
debate público sino, además se espera que la sociedad civil atribuya el
problema a la corrupción política, la impericia gubernamental o ilegitimidad de
las estrategias públicas (García, 2011).
La
participación política deja de serlo cuando el movimiento social se orienta
hacia un cambio de gobierno por la vía de la democracia como es el caso de la
contienda y la elección de sus representantes. En tal sentido, el eje que va de
la unión nacional por la defensa de un patrimonio común a través de los
procesos democráticos supone dejar en manos de las instituciones las soluciones
a los efectos del cambio climático sobre la salud pública como sería el
desabastecimiento hídrico, la insalubridad e ingesta de agua contaminada, la
muerte de poblaciones infantiles y el advenimiento de epidemias (Carreón, 2016).
A menudo, las
instituciones estatales, lejanas de la justicia, la representación y la
politización civil, implementan estrategias de oferta de servicios públicos con
base en un tabulador de precios sin considerar el significado que para los
sectores civiles tienen los recursos y sus servicios públicos inherentes
(García et al., 2014).
La
administración pública que se aleja de las demandas y necesidades civiles,
propician expectativas ciudadanas que alimentan su politización y con ello su
organización en una diversidad de movimientos sociales (Valdés, Bustos y García, 2018).
Es decir que,
según reza la teoría de las oportunidades, si las instituciones dan cause a las
exigencias y capacidades civiles, retardan un conflicto que se intensificará si
estas instituciones no generan los espacios, mecanismos e interlocutores para
negociar con representantes civiles un sistema tarifario, la calidad de los
servicios y la atención a grupos vulnerados por los efectos del cambio
climáticos sobre la salud pública ambiental (Sandoval et al., 2017).
Empero, la
teoría de las oportunidades, contraria a la teoría de la participación,
anticipa escenarios de movilización civil derivados de la exclusión civil en
las decisiones, programas y estrategias públicas. Incluso, la teoría de las
oportunidades advierte que si el Estado no simula cuando menos atender las
problemáticas de desabastecimiento abre la puerta a un fenómeno conocido como
movilización colectiva o acción social (García, 2012).
En tal
sentido, la teoría de los movimientos sociales explican que cada decisión
estatal afecta la calidad de vida de sus ciudadanos y cuando éstos han accedido
y procesado información suficiente, se organizan en torno a un objetivo común
como es la destitución de funcionarios, el acoso de autoridades, la
ridiculización de sus políticas, boicots a instalaciones, secuestros de
unidades de abastecimiento, invasión de fuentes de abastecimiento, cierre de
avenidas, proselitismo en contra de candidatos y a favor de propuestas que
atiendan sus demandas, o bien, alianzas con sectores instruidos o radicales
(Carreón et al., 2017).
La
movilización social, a diferencia de la justicia social, no sólo demanda un
cambio sino, además lo genera. Se distingue de la representación social por su
grado de identificación de un enemigo común que está encarnado en el Estado,
gobiernos, políticos, autoridades o funcionarios. También se diferencia de la
politización en cuanto a que en la movilización se improvisan acciones que
minan la legitimidad del Estado, o bien, es diferente a la participación en
cuanto a que desconoce a las instituciones como mediadoras de un conflicto. En
ese sentido, una movilización genera adherentes más que oportunidades de
negociación y concertación (García, 2012).
En efecto,
una movilización social es la postura civil más compartida y al tener
diferentes escalas de acción social tiene una fecha de nacimiento, pero no de
caducidad. Es decir, nace cuando el Estado ha renunciado explícitamente a la
coerción o a la persuasión y trata de confrontar a un sector civil que se
presenta ante la sociedad como víctima y en lo inmediato recibe el apoyo
colectivo (Pérez, 2016).
En otras
palabras, cuando la gestión estatal se desarrolla en un sendero diferente a la
autogestión civil, emerge la movilización, pero ésta no culmina con la
supresión de la gestión o la prevalencia de la autogestión, sino que se
exacerba aún más en la medida en que la sociedad alimenta al movimiento con
recursos (García et al., 2015).
Si se asume
que el cambio climático es un tema central en la agenda personal, local,
regional, multilateral o global, entonces es posible observar un duelo en la
sociedad civil que ha accedido a información concentrada en los efectos del
cambio climático en su salud. La fase de la negación alude a una ignorancia y
desconocimiento de que inundaciones, incendios o heladas son indicadores de que
el entorno se transforma (Aguilar et al., 2016).
En una
segunda fase efímera, la ira es una instancia en la que la sociedad civil se
inconforma o indigna, pero inmediatamente pasa a la fase de negociación que, al
ser inhibida por las instituciones del Estado, propicia una tercera fase de
desesperanza y hedonismo, observable en el consumismo (Juárez, García y Bustos, 2018).
En la medida
en que se exacerba la información relativa al cambio climático y sus efectos en
la salud pública, incentiva la ridiculización de la clase política, pero
también se edifican propuestas centradas en las demandas de confort hídrico. Si
éstas iniciativas no se incluyen en los programas y las estrategias políticas
contra el cambio climático, entonces generarán una desesperanza, antesala de la
movilización (Carreón, 2016).
Sin embargo,
en cada una de estas fases los recursos financieros y humanos son de vital
importancia para la preservación de los recursos naturales. Cierto, se trata de
un círculo vicioso: se requiere de financiamiento para combatir las decisiones
políticas que, a través de las instituciones se traducen en amenazas para la
salud comunitaria (García et al., 2017).
Es el caso de
las políticas de tandeo o costos del servicio de abastecimiento que exacerban
la politización y los conflictos entre autoridades y usuarios. A menudo, un
aumento del costo del servicio combinado con una restricción de la cantidad de
agua y una baja calidad de la misma activa una reacción política que consiste
en atribuir el desabastecimiento o las enfermedades hidro-transmitidas a la
incompetencia del servidor público (García et al., 2016).
Sin embargo,
tal proceso se interrumpe abruptamente si los sectores vulnerados no cuentan
con recursos para hacer visibles sus necesidades y perfilar sus expectativas a
iniciativas que excluyen a la clase política por considerarla, otra vez, el
problema central (García et al., 2014).
Es decir que
una cogestión hídrica es una instancia de cogobierno en la que los actores
políticos y civiles están inmersos en procesos sociopolíticos más que
ambientales, económicos o psicológicos ya que, centran sus expectativas en el
poder que supone redimir las diferencias entre quienes toman las decisiones y
quienes las acatan (García et al., 2015).
Estudios
de la Cogestión Hídrica
En una
dimensión global, la gestión hídrica está vinculada al ciclo de disponibilidad
y las problemáticas de sobreexplotación de los mantos para la agricultura, la
energía, el uso doméstico, el tratamiento de residuales, la extracción, las
emisiones de carbono la pesca y el transporte (García, Bustos y Sandoval, 2018).
En ese
sentido, el riesgo intensivo supone un uso excesivo de fertilizantes que
contaminan los mantos freáticos, la producción de electricidad por las
generadoras hidráulicas propicia alteración al ecosistema pluvial, la demanda
urbana excesiva obliga al desvío de embalses, el tratamiento de agua demanda
energía que se obtiene emitiendo bióxido de carbono, el cual en los océanos
incrementa la acidez del agua, el traslado de mercancías en barcos determina la
migración de especies a ecosistemas alterando su desarrollo y la sobrepesca
agota las reservas ocasionando la extinción de especies (García, 2018a).
Durante el
periodo que va de 1990 a 2015, las inundaciones representaron el 50% de los
desastres naturales, seguidos de las epidemias hidro-transmitidas con un 28%,
las sequías con el 11%, los deslaves con 9% y la hambruna con el 2%. En el
mismo periodo, las lluvias tuvieron un saldo de 30 muertos y 4300 damnificados
(FAO-ONU, 2015).
En México,
durante el periodo de 1973 a 2013 la frecuencia de inundaciones ubica al Estado
de Veracruz con 232, seguido del Estado de México con 231 y la Ciudad de México
con 183 (INEGI, 2015).
El ciclo
hidrológico supone una gestión centrada en la reorientación del caudal
ecológico. Es decir, el conocimiento del sistema local, la gobernanza o
acuerdos entre actores, los proyectos demostrativos comunitarios tales como la
acción de protección local y los servicios ambientales, así como la difusión de
objetivos, tareas y metas para la sustentabilidad son los ejes centrales de una
agenda en materia de gobernanza de sustentabilidad hídrica (Juárez, Bustos, Quintero, García y
Espinoza, 2018).
De este modo,
una gestión integral supone la planificación urbana en torno a la extracción
del agua de cuencas y el servicio público de abastecimiento industrial como
residencial. En primera instancia, el establecimiento de un sistema de
potabilización de captación o desalinización del agua costera y potabilización
implica una gestión de cuencas para la conservación de agua. En el caso del
agua pluvial la evaluación de las instalaciones y el mantenimiento del drenaje.
Por último, en el caso de las aguas residuales, la reutilización, el
tratamiento y la depuración (Hernández,
Martínez, Duana, y García, 2018).
En el caso de
México, la problemática de la gestión hídrica ha sido observada en la inversión
a la infraestructura hidráulica, los cambios directivos y nombramientos de
servidores sin o poca experiencia, la falta de conocimiento técnico y
especializado, el financiamiento a fondo perdido, así como la contaminación y
sobreexplotación de los cuerpos de agua repercuten en la accesibilidad a un
servicio de abastecimiento y saneamiento de calidad.
El Estado y
la comunidad experta en la gestión del agua recomiendan; dirección estratégica
a largo plazo más allá de los sexenios, inversiones en tecnologías de
vanguardia para cumplir con la normatividad internacional, formación y
capacitación de personal especializado, generación de recursos para el
financiamiento del sistema de abastecimiento y tratamiento del agua (García,
2018b).
Es decir que
la gestión supone un compromiso materializado en un plan nacional con la
participación de todos los actores involucrados; la evaluación del sistema
nacional, identificando las prioridades en la materia; planificación
participativa en torno a un plan estratégico de acción, objetivos, tareas y
metas, así como fuentes potenciales de financiamiento; implementación y
monitoreo de la participación de los actores en la gestión integral, mecanismos
de ajuste y transferencia de financiamiento como de tecnología (Bustos, Juárez y García, 2018).
En un plano
más vinculante y participativo, la gestión integral deviene una integración con
los actores sociales. Se trata de un ciclo en el que, a partir de objetivos de
Desarrollo Humano Sustentable, regional y local, se evalúan todos los aspectos
y se establecen las dimensiones de las problemáticas de los recursos y
servicios hídricos; se discute la planificación estratégica a largo plazo; se
implementan los planes de acción por cuencas; se monitorea y evalúa el proceso
mediante el grado de aprendizaje de los actores involucrados.
Es decir que
cada zona de acuíferos se evalúa la captación, almacenamiento, distribución e
inspección de la medición y el pago de los servicios hídricos; en el
saneamiento se lleva a cabo la evaluación del alcantarillado, recolección,
transporte, tratamiento y deposición final; y por último, en el aseo de las
redes e infraestructuras hidráulicas se evalúa la recolección, el transporte y
la disposición final de los residuos. En cada fase se establece un grado de
optimización en función de cada tecnología electromecánica, institucional, financiera
y comercial.
Por
consiguiente, en las urbes como la Ciudad de México, la gestión integral del
agua supone la gestión del agua urbana; relativa al abastecimiento y su
suministro sostenible; alusiva a aguas pluviales y escorrienta indicada por la
reducción de la contaminación, el aprovechamiento de temporada de lluvias y la
disminución de desbordamientos de cuerpos de agua superficiales; relativa a la
reutilización y el reciclaje de aguas grises.
En el caso de
las cuencas; cuerpos de agua subterráneos y superficiales, la gestión consiste
en una planificación con la participación de todos los actores involucrados; el
manejo y transparencia de información relativa al financiamiento,
contaminación, monitoreo, control y sanaciones que configuran un sistema de
tarifas equitativo y en función de los pronósticos de disponibilidad per cápita.
A nivel urbano,
los conflictos hídricos entre pueblos originarios, zonas residenciales y
comunidades migrantes no sólo reflejan las diferencias entre ciudades ampliadas
y compactas, sino además muestran los problemas de gestión consistentes en el
servicio público para instituciones tales como escuelas y hospitales que
requieren de volúmenes cada vez mayores de agua, pero el suministro es cada vez
inferior al estipulado.
A nivel
local, las juntas gestoras y administradoras de los recursos y los servicios
hídricos no siempre coinciden en la operación y el mantenimiento del servicio
de agua potable. Algunas problemáticas versan sobre la falta de
reconocimientos, la disminución de la productividad, el éxodo laboral por
diferencias en la comunicación, resistencia al cambio y bloqueo de propuestas
innovadoras.
Las
consecuencias de las problemáticas de la gestión hídrica son; apertura al
cambio de las organizaciones de cuencas, generación de propuestas innovadoras,
implementación de nuevas estratégicas, ajustes entre objetivos, tareas y metas
hacia el bienestar común; impacto en el sistema de financiamiento; pérdida de
rentabilidad al incurrir en deudas para resolver las diferencias, oportunidades
de negocios y diversificación de ingresos.
Es decir que
las problemáticas de gestión hídrica suponen conflictos ante los cuales los
actores responden con resistencia o apertura al cambio. Por consiguiente, el
sistema de gestión y administración de los recursos y los servicios públicos se
orientará al desbalance o al equilibrio en sus finanzas, así como la
construcción de subsistemas para prevenir una espiral de violencia y la
optimización del ciclo hidrológico. Es decir, la gestión y administración del
servicio de agua potable supone la formación de valores cívicos para la
equidad, la solidaridad, la tolerancia y la cooperación en el proceso integral
de extracción, potabilización, distribución, almacenamiento, consumo,
reutilización, tratamiento y deposición final de las aguas residuales.
En el caso de
Iztapalapa Ciudad de México las problemáticas esgrimidas no son ajenas a la
localidad ya que, el manejo sectorial del recurso hídrico supone la
transformación del uso de suelo urbano, la presión de áreas naturales o páramos
que regulan la cantidad y calidad del agua, sobre-concesión de fuentes y
cuerpos de agua, accesibilidad limitada a la cuenca y falta de información en
cuanto a su disponibilidad; altos riesgos de desastre natural como deslaves e
inundaciones.
La
problemática hídrica se exacerba si se consideran las problemáticas sociales y
económicas de la región; alta tasa de crecimiento y densidad poblacional,
incremento de unidades habitacionales y demanda del servicio de agua potable,
saneamiento, energía y productos agroindustriales; aumento de la contaminación
del agua, suelo y aire; desequilibrio entre oferta y demanda, búsqueda de
fuentes y cuencas aledañas y trasvases.
El Trabajo
Social, en tanto dispositivo de negociación, mediación, conciliación y
arbitraje de conflictos de intereses entre actores políticos y sociales, es la
disciplina desde la que se estudian la gobernanza de la sustentabilidad
hídrica.
Los estudios
relativos a la cogestión hídrica consisten:
- Interpretación
de los discursos y narrativas de la gestión del Estado, la autogestión
comunitaria y la cogestión social y estatal en torno al ahorro del agua
local, la prevención y la reparación de fugas, así como los estilos de
vida austeros y la reutilización del agua (Carreón et al., 2017).
- Interpretación
de los discursos y narrativas en torno a la administración y la
coadministración del sistema de financiamiento, tarifas, subsidios y
condonaciones por el pago del servicio de agua potable (García, 2011).
El abordaje
de ambas vertientes se ha desarrollado a partir de dos dimensiones de
relaciones entre factores esgrimidos en el estado de la cuestión:
- Las
similitudes y las diferencias entre la gestión estatal, la autogestión
social y la cogestión socioestatal de los actores involucrados en el
ahorro de agua, la prevención y reparación de fugas, la austeridad y la reutilización,
así como el pago de tarifas, demandas de subsidio o condonación (García et
al., 2014).
- Las
diferencias y similitudes entre la administración pública y
coadministración sociopolítica para la gobernanza de la sustentabilidad
hídrica indicada por el ahorro de agua local, la prevención y la
reparación de fugas, la austeridad y la reutilización, así como el pago,
subsidio y condonación del servicio público de abastecimiento (García et
al., 2016).
De este modo,
los estudios de la cogestión hídrica han demostrado:
- La
gestión estatal y la autogestión social proclives o circunscritas a la
corrupción de los actores como reflejo de la opacidad, discrecionalidad y
negligencia que inhiben el debate, la negociación, la mediación, la
conciliación y la corresponsabilidad en materia de prevención y reparación
de fugas, austeridad y reutilización, así como el pago, el subsidio o la
condonación. Tal escenario se exacerba antes, durante y después de los
comicios electorales presidenciales dada la estructura clientelar que
determina subsidios y condonaciones entre sectores adherentes y
simpatizantes a las autoridades que determinan el cobro de los servicios
hídricos (García et al., 2014).
- La
administración pública del agua, con la participación de la sociedad civil
como aporte a la gobernanza de la sustentabilidad hídrica en tanto que
establece una agenda con ejes y lineamientos orientados hacia una cultura
de calidad de los servicios hídricos, la transparencia y la redición de
cuentas (Carreón et al., 2017).
- La cogestión
y la coadministración de los recursos y servicios hídricos como una ética
del cuidado del entorno y recursos entre los cuales el agua es un elemento
simbólico central de significados con sentido de empatía, compromiso y
satisfacción por la preservación del agua para beneficio de las futuras
especies animales y vegetales de la localidad (García et al., 2016).
Los estudios
de la cogestión hídrica han desarrollado investigaciones no experimentales,
transversales y exploratorias con selecciones no probabilísticas de
funcionarios, comerciantes y usuarios del servicio de agua potable afectados
por las contingencias ambientales en general y las inundaciones locales en
particular, con énfasis en la demarcación de Iztapalapa, Ciudad de México
(Sandoval et al., 2017).
Los estudios
de la cogestión hídrica han llevado a cabo entrevistas a profundidad con
participantes institucionales y civiles, centrando los cuestionamientos en sus
experiencias de vida y microhistorias narrativas en torno a las categorías de
financiamiento, transparencia, prevención y reparación de fugas, austeridad y
reutilización, pago, subsidios y condonaciones (Pérez et al., 2016).
En virtud de
que se trata de actores intactos, los estudios de la cogestión hídrica se han
realizado en espacios gubernamentales y civiles, principalmente en las oficinas
de los funcionarios, las casas de los usuarios y los negocios de los
comerciantes del agua. garantizando la confidencialidad y anonimato de las
respuestas a las entrevistas por escrito; ofreciendo la consulta de los
hallazgos a los participantes (Aguilar et al., 2016).
De este modo,
las problemáticas inherentes a la gestión de los recursos y los servicios
hídricos han sido abordadas en diferentes niveles de análisis que va de lo
económico a lo psicológico.
En el primer
nivel, los estudios se han centrado en la revisión de sistemas políticos,
regímenes de gobierno y formas de Estado, distinguiendo su gestión y
administración de los recursos y servicios públicos, estableciendo un contexto
histórico en el que se devele la relación entre gobernantes y gobernados con
respecto a las demandas y recursos, oportunidades y capacidades. En ese
sentido, los estudios de la cogestión hídrica han advertido que la gestión y la
administración es resultado de la rectoría del Estado, la cual no emergió hasta
que el tribalismo, el totalitarismo y el autoritarismo cedieron ante la
transición, la democracia y la gobernanza. Es decir que la sustentabilidad, la
rectoría del Estado y la gestión-administración son fenómenos modernos de
gobernabilidad que no pretenden suprimir las diferencias entre líderes
políticos y seguidores-disidentes sociales, sino más bien reproducen la
dominación a través del poder gubernamental, promoviendo la desesperanza,
indiferencia o consumismo en la sociedad (García 2005).
Los estudios
de la cogestión hídrica han demostrado que los sistemas políticos reproducen
las asimetrías entre gobernantes y gobernados con respecto a la
gestión-administración de los recursos y los servicios públicos. Tales diferencias
se acentuán conforme los mecanismos e instituciones dedicadas a la gestión y la
administración evolucionen en sus políticas y estrategias (García, 2006).
Precisamente,
en el segundo nivel de las cumbres de la Tierra, los estudios de la cogestión
hídrica han evidenciado el establecimiento de ejes y temas de discusión en las
declaraciones de los líderes políticos de los países que conforman y en
ocasiones se comprometen a actuar para reducir los efectos del cambio climático
con especial énfasis en la conservación de los recursos y servicios públicos.
La exposición de datos relativos a la huella ambiental ha demostrado las
consecuencias de las diferencias entre gobernantes y gobernados con respecto a
los recursos naturales, así como los crecientes desencuentros y conflictos
entre los actores políticos y sociales debido al incremento de tarifas,
subsidios y condonaciones a sectores controlados por los gobiernos locales y el
tandeo como estrategia de cooptación (García, 2011).
La
importancia de vincular los sistemas de gobierno con la gestión y
administración de los recursos naturales, reflejada en las cumbres de la
Tierra, radica en el panorama de las asimetrías, conflictos y desencuentros
entre líderes políticos y usuarios de los recursos y servicios públicos
(García, 2012).
En
consecuencia, la respuesta organizada de la sociedad civil ante los sistemas de
gobierno y sus gestión-administración de los recursos y servicios públicos es
descrita en el tercer nivel de análisis relativo a la cultura y la autogestión
social. Los estudios de la cogestión hídrica han expuesto las acciones
colectivas y movilizaciones sociales, así como las formas de participación
civil ante problemáticas ambientales que van del armamentismo hasta la escasez.
En este nivel, los estudios de la cogestión hídrica han observado tres
instancias alternativas de relación entre la humanidad y la naturaleza
conocidas como ecociudades, ecobarrios y ecoaldeas (Carreón, 2016).
Las
respuestas organizadas de la sociedad civil ante las problemáticas ambientales
y políticas de gestión-administración de los recursos y servicios públicos
parecieran ser suficientes si se observan los logros y perspectivas de los
estilos de vida frugales y austeros, así como solidarios y cooperativos, empero
tales estrategias niegan la rectoría del Estado y su responsabilidad en la
difusión de las problemáticas, así como sus efectos en las decisiones,
intenciones y acciones civiles (Pérez et al., 2016).
Por
consiguiente, en el cuarto nivel de análisis los estudios de la cogestión
hídrica han observado la gobernanza del desarrollo humano sustentable con la
finalidad de evidenciar sus barreras. Es el caso de la propaganda, la contra
propaganda y la anti propaganda relativa a la rectoría del Estado como gestor y
administrador de los recursos y los servicios públicos. O bien, una vez que los
medios de comunicación han difundido las asimetrías entre gobernantes y
gobernados, emergen los efectos de agenda, encuadre e intensidad de la
información mediática sobre los discursos, narrativas y opiniones de la
sociedad civil. Incluso, la formación de representaciones sociales, así como el
desarrollo de un núcleo central y periferia simbólica del gobierno, la
seguridad y la sustentabilidad, reducidos a su mínima expresión (García et al.,
2015).
Por tanto, en
el quinto nivel de análisis, los estudios de la cogestión hídrica han revisado
los fundamentos de la psicología de la sustentabilidad, centrados en el
continuum de creencias, actitudes y comportamientos como un proceso dual: desfavorable
o favorable hacia la conservación del medio ambiente en general y el cuidado
del agua en particular. Los estudios de la cogestión hídrica han descrito los
avances más significativos de la disciplina con la finalidad de perfilar y
especificar la problemática a un nivel de dinámica de grupo y con ello advertir
los efectos de la gobernanza del desarrollo en el comportamiento individual en
materia de cogestión y coadministración del servicio público de agua potable,
el abastecimiento, la calidad y el establecimiento de tarifas (García et al.,
2016).
En el sexto
nivel de análisis, los estudios de la cogestión hídrica han expuesto, a partir
de entrevistas con usuarios y funcionarios del sistema de abastecimiento
público, protección civil y salud pública de la demarcación, la gestión, la
autogestión y la cogestión, así como la administración, la autoadministración y
la coadministración, indicadas por niveles de representaciones, creencias,
actitudes y comportamientos que reflejan las diferencias entre gobernantes y
gobernados. En tal sentido, los estudios de la cogestión hídrica han encontrado
que los funcionarios enaltecen el sistema de tarifas como preámbulo al
financiamiento y la implementación de tecnología de purificación y tratamiento
de aguas grises, así como la adopción de estilos de vida acordes a una baja
disponibilidad e incremento de tarifas. En contraste, los usuarios centran sus
representaciones en la corrupción y la creencia de abundancia de agua, por
consiguiente, evalúan la mala calidad del servicio público y están dispuestos a
la movilización; el acaparamiento y la confrontación con las autoridades. Los
estudios de la cogestión hídrica han descubierto que existen asimetrías entre
los actores con respecto a situaciones de crisis hídrica, pero advierten que
las representaciones anteceden a las creencias y éstas determinan a las
actitudes que anticipan los comportamientos (García et al., 2017).
Por último,
en el séptimo nivel de análisis, los estudios de la cogestión hídrica han
propuesto un trabajo social como dispositivo de cogestión de la seguridad y la
sustentabilidad hídrica local, han planteado, conceptualizado y propuesto los
elementos centrales para la construcción de una agenda entre los actores
políticos y sociales. Los estudios de la cogestión hídrica han revisado los
fundamentos de dispositivo, cogestión y agenda con la finalidad de generar una
iniciativa de investigación y cogestión que distinga al Trabajo Social como una
disciplina especializada en la cosmovisión de los barrios y comunidades en
torno a los recursos hídricos (García et al., 2015).
Método
Se realizó un
estudio documental, transversal y exploratorio con una selección informativa de
fuentes indexadas a repositorios como Dialnet, Latindex, Publindex, Redalyc y
Scielo, considerando el periodo de publicación y la discusión de las palabras
clave: “gestión”, “autogestión” y “cogestión” (véase Tabla 1).
Tabla 1.
Descriptivos de la muestra informativa
|
Gestión
|
Autogestión
|
Cogestión
|
Dialnet
|
46
|
38
|
24
|
Latindex
|
32
|
24
|
19
|
Publindex
|
21
|
17
|
10
|
Redalyc
|
14
|
8
|
7
|
Scielo
|
6
|
2
|
1
|
Fuente:
Elaborada con los datos del estudio
Se utilizó la
técnica Delphi para el análisis del contenido y la especificación del modelo. Jueces
expertos evaluaron, calificaron y certificaron los ejes y temas de ala agenda
investigativa sobre el fenómeno, considerando -1 para información desfavorable,
0 para información desvinculada y +1 para información favorable (véase Tabal
2).
Tabla 2.
Construcción de la matriz de análisis de contenido
|
Definición
|
Indicación
|
Medición
|
Interpretación
|
Gestión
|
Refiere al
establecimiento de objetivos, tareas y metas relativos a los recursos y
servicios hídricos
|
Datos
relativos a las políticas de oferta hídrica y sistema de tarifas, subsidio y
condonación
|
-1 para
información desfavorable a la gobernanza, 0 Para información desvinculada, +1
para información favorable
|
Altos
puntajes aluden a una gobernabilidad centrada en la gestión
|
Autogestión
|
Alude a la
canalización de demandas de abastecimiento y servicio de calidad hídricos
|
Datos
alusivos al emprendimiento social y los conflictos con las autoridades
|
-1 para
información desfavorable a la gobernanza, 0 Para información desvinculada, +1
para información favorable
|
Altos
puntajes suponen una gobernabilidad con apertura a la participación ciudadana
|
Cogestión
|
Refiere a
las negociaciones, acuerdos y responsabilidades en torno a la sostenibilidad
del servicio
|
Datos
referentes a los acuerdos, seguimiento y renovación.
|
-1 para
información desfavorable a la gobernanza, 0 Para información desvinculada, +1
para información favorable
|
Altos
puntajes sugieren una gobernanza centrada en las estrategias de
corresponsabilidad
|
Fuente:
Elaboración propia
La
información fue procesada en el paquete de análisis de datos cualitativos (QDA-MINNER
por su acrónimo en inglés versión 4,0).
Resultados
Un modelo
representa las trayectorias de relaciones de interdependencia entre los
factores esgrimidos en la revisión de la literatura.
La cogestión
hídrica, indicada por la representación social de la justicia, la participación
sociopolítica, las oportunidades socioestatales y la movilización social de los
recursos. Se trata de proceso de representaciones, percepciones, disposiciones,
estrategias, intenciones y acciones a favor de un cogobierno que considera un
futuro común al asumir que los recursos necesarios son también comunes.
En tal
escenario, la representación social de la justicia emerge una vez que el Estado
ha generado una propaganda de su rectoría en materia de cambio climático, pero
excluyendo a la sociedad civil en la elaboración de los programas y las
estrategias de regulación de las emisiones de CO2 en la atmósfera. En
consecuencia, se establece una agenda cuyos temas centrales serán simbolizados
por las audiencias, produciendo un núcleo de significados relativos a los
servicios públicos y las atribuciones de responsabilidad por la baja calidad de
estos.
Una vez que
se ha establecido un núcleo de representación vinculada a la calidad de los
servicios públicos y la responsabilidad en la gestión de estos, se desarrolla
una ideología política en contra o a favor de las autoridades en turno y los
posibles representantes en la contienda política o la elección local-federal
más cercana. En función de los comicios se gestan alternativas de solución a la
problemática de desabastecimiento, deficiencia en los servicios y atención a
las enfermedades consecuentes.
En principio,
la sociedad civil se aproxima a sus autoridades locales con peticiones
relativas a sus necesidades y las demandas más urgentes para su seguridad y
bienestar, pero la baja calidad de los servicios públicos contradice la
propaganda de la rectoría del Estado y la institucionalidad de la gestión de
los recursos y los servicios hídricos en las localidades vulneradas. Es posible
que alguna propuesta se retome en las estrategias de gestión local, pero al
diseminarse los programas, ajustados a los lineamientos de las Cumbres de la
Tierra, los acuerdos multilaterales y los compromisos regionales, los actores
sociales pierden la confianza en sus autoridades e inician un plan alternativo.
Desde que
iniciaron los primeros síntomas de los efectos del cambio climático sobre la
salud pública ambiental, el grueso de la población se mantuvo ignorante o
cuando mucho expectante, pero al diseminarse una política del cambio climático,
enfocada en la gestión de la rectoría del Estado, los medios de comunicación
exacerbaron las asimetrías entre gobernantes y gobernados, intensificando los
desastres naturales, documentando las catástrofes ecológicas, la movilización
social y la crítica de expertos. En tal escenario de mediatización del cambio
climático y la salud pública, la sociedad civil, transformada en audiencias, iniciaron
la autogestión de fondos destinados a sustituir a sus gobernantes al percibirlos
como el eje del problema, a la vez que recabaron información en los medios de
comunicación de tal especificación que aprendieron a organizarse en torno a la
escasez y el desabastecimiento. Desarrollaron una lógica de escasez que
contrastó con la lógica de abundancia con la que nacieron y crecieron.
Consideraciones
finales
El aporte del
presente trabajo al estado de la cuestión radica en la complejización de un
modelo para el estudio de la cogestión hídrica, pero la selección intencional
de fuentes informativas y la utilización de una técnica simple limitan la
contrastación del modelo a un contexto regional, multilateral o global. Es
necesario indagar los repositorios internacionales como Ebsco, Copernicus o
Scopus para llevar a cabo una minería de datos que amplifique el panorama
descriptivo, seleccionando las variables universales que explican el impacto
del cambio climático en las esferas económicas, políticas, sociales, locales,
grupales o personales.
Una extensión
de la investigación permitirá la contrastación de un modelo en una muestra
representativa de gobernantes y ciudadanos, autoridades y usuarios,
funcionarios y beneficiarios de un cogobierno en torno a los recursos naturales
y los servicios municipales. Además, tal modelo permitirá anticipar desacuerdos
o consensos a nivel regional o multilateral, con la finalidad de predecir
conflictos y mediar en la resolución de los mismos.
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