RESUMEN
¿Qué papel deberán jugar los partidos políticos de cara
a las transformaciones políticas y sociales de los últimos años en México? Sin
duda, el papel que deberán jugar está en relación con los procesos de cambio y
transformación democrática, vinculándose más con los ciudadanos y reinventándose
para seguir siendo parte de las opciones de representación democrática. En este
escrito, se aborda el futuro de los partidos políticos, analizando el caso de
México.
ABSTRACT
What will be the role of political parties
facing recent political and social changes in Mexico? Undoubtedly, the role of
political parties will be connected with democratic changing processes.
Political parties should reconnect with citizens and reinvent theirselves in
order to remain as democratic representation options. This paper focuses on the
future of political parties in Mexico.
Los
Partidos Políticos del Futuro.
Un análisis a partir de la experiencia mexicana
Andrés Valdez
Zepeda
Delia Amparo Huerta
Franco
Adrián de León Arias
Carmen Leticia
Borrayo Rodríguez
1. Introducción
Los partidos políticos son
instituciones fundamentales de las democracias modernas, cuya función principal
consiste en representar y articular los diversos intereses de la sociedad,
integrar diferentes, opciones políticas para que los ciudadanos elijan a sus
gobernantes (Valdés, 1990), así como canalizar y expresar demandas sociales,
formar gobierno e impulsar las correspondientes políticas públicas (Sartori,
1984).
De acuerdo al artículo 41
de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos “los partidos
políticos son entidades de interés público cuyo fin es promover la
participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de
la representación nacional y como organizaciones de ciudadanos hacer posible el
acceso de estos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas,
principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre secreto
y directo.”
En teoría, los partidos
políticos cumplen, además, la función de expresar las demandas sociales,
articulan los intereses de la sociedad, así como articulan las demandas y preferencias
de los ciudadanos (Duvenger 1957, Pinto 1995, y Atzar et al, 2006). Sin
embargo, en los últimos años, los partidos políticos se han distanciado de su
conceptualización teórica, para convertirse en la práctica en defensores de
intereses personales y grupales, anteponiendo el interés particular por encima
del interés nacional (Cárdenas, 1998) . La desvinculación con la sociedad, los
conflictos y luchas internas y el abuso del poder por parte de los dirigentes y
militantes de los partidos (gobernantes) han aumentado su desprestigio
social. Esto, junto con un cúmulo de excesos, escándalos y errores cometidos
por dirigentes y connotados militantes, ha generado una profunda crisis de
imagen, confianza y credibilidad social hacia estas instituciones políticas.
Es decir, se asiste a una
de las peores crisis de los partidos políticos de la era moderna, reflejada en
decepción, critica, hartazgo y rechazo social hacia estas instituciones de las
democracias contemporáneas. De ahí la necesidad que tienen estas instituciones
para reinventarse, impulsando verdaderos esfuerzos de reconstitución con la
finalidad de recobrar su esencia, aumentar su nivel de competitividad electoral
y sobre todo, recuperar la confianza y la credibilidad de la sociedad.
En este escrito, se
presenta una descripción de lo que son los partidos políticos en la actualidad,
así como sobre los rasgos distintivos de lo que serán los partidos políticos del
futuro, analizando el caso de México.
2. El
presente de los partidos políticos en México.
Los partidos políticos surgen
en Europa durante la segunda mitad del siglo XVIII como resultados de los
procesos revolucionarios en Francia e Inglaterra y después en los Estados
Unidos de Norteamérica (Castro, 1995). Sin embargo, no fue sino hasta el siglo
XIX cuando se constituyen como verdaderos partidos políticos con su función
representativa de los intereses de los diferentes sectores sociales (Pinto,
1995). Estos partidos fueron resultado también del establecimiento de la
sociedad industrial y la creación de derechos políticos, como el sufragio y el
establecimiento de los parlamentos (García, 1985).
En el caso de México, los
partidos políticos nacen en la primera mitad del siglo XIX, en su forma
antigua, como organizaciones ligadas a los ritos masones (Yorkino y Escocés)
distinguiéndose, por un lado, como, agrupaciones liberales (Yorkino) y, por el
otro, conservadoras (escocés). Para fines del siglo XIX, ya se habían
constituido los Partidos Liberal con ideas republicanas y el Partido
Conservador más proclive a las ideas centralistas (Díaz, 1969).
En las primeras décadas
del siglo XX, los partidos políticos se conformaron como organizaciones
sociales que evolucionaron de los clubes anti-reeleccionistas que se oponían a
al entonces presidente Porfirio Díaz, para constituirse como núcleos
articuladores de la protesta y resistencia social. En la época revolucionaria,
una vez derrotado el dictador, se formaron diferentes partidos regionales,
mismos que en 1929 se coaligaron para fundar el Partido Nacional Revolucionario,
cuya hegemonía duró más de 71 años.
A partir de este año, los partidos regionales tendieron a desaparecer para dar
origen instituciones nacionales, como el Partido Acción Nacional formado en
septiembre de 1939, con una orientación ideológica conservadora, mismo que por
muchos años jugó un papel testimonial en los procesos electorales. En 1989 se
funda el PRD, cuyos antecedentes más remotos fue el Partido Comunista de México
formado en la clandestinidad en 1919.
En los últimos años, los
partidos políticos han adoptado un perfil más pragmático, convirtiéndose en
organizaciones políticas multi-clasistas, enfocadas, casi exclusivamente, en la
lucha por alcanzar o conservar posiciones de poder político.
Este pragmatismo, ha
llevado a los partidos a una mayor desvinculación con la sociedad, ya que la
mayoría de los ciudadanos no percibe un beneficio por parte de estas
instituciones políticas. Al contrario, se considera que los partidos políticos
son organizaciones que fomentan la corrupción, buscan sólo el lucro y beneficio
personal o grupal autorizándose abultados prepuestos públicos y se encuentran
salpicados por el escándalo frecuente, por abusos, divisiones, ilegalidades y
actos autoritarios. Todo esto ha generado un gran desencanto social y una
crisis partidista sin precedente.
De esta forma, la
confianza y credibilidad de los ciudadanos en los partidos políticos ha
descendido, siendo hoy día una de las instituciones que menos confianza y
credibilidad le generan a la sociedad. De hecho, para la gran mayoría de los
mexicanos los partidos políticos son organismos plagados de corrupción, ajenos
a las prácticas democráticas y cuya finalidad es el poder por el poder mismo.
Asimismo, los partidos se
caracterizan por el predominio de un creciente caudillismo a su interior en la
que los “hombres fuertes” se imponen a la institucionalidad, con una enorme
pérdida de identidad ideológica y una muy baja representatividad social, lo que
genera una baja participación de los ciudadanos en las elecciones y una alta
decepción con la democracia, llegándose a creer que estas instituciones no son
necesarias. El caso más paradigmático de caudillismo, la representa el Partido
Movimiento de Renovación Nacional (MORENA), cuyo líder máximo es el presidente
de México, Andrés Manuel López Obrador.
3. El
futuro de los partidos políticos
Para poder revertir la
actual crisis de los partidos políticos, se requiere una especie de
reingeniería institucional y funcional, en la que los partidos deben actuar con
una actitud diferente, siendo organizaciones responsables, comprometidas con el
bien común y vinculadas a la sociedad.
Estas organizaciones
políticas, evolucionarán hacia un modelo de partido de causas sociales,
orientados hacia el mercado, pero con un mayor énfasis en cuestiones
ideológicas, programáticas y doctrinales para buscar su diferenciación respecto
de sus principales competidores.
Serán partidos más
competitivos, que han profesionalizado sus cuadros en materia de estrategia
electoral y gubernamental, han incorporado herramientas para avanzar sus
objetivos políticos, como la inteligencia competitiva.
A la par de los partidos
nacionales, los partidos regionales ya existentes tomarán fuerza y, en otros
casos, se observará el surgimiento de nuevos partidos regionales, con bases
sociales mucho más amplias y agendas de gobierno sobre temas locales. De
cierta manera, con el resurgimiento y desarrollo de los partidos regionales,
habrá un desdibujamiento de los partidos nacionales y un regreso a lo que fue
la historia de los partidos políticos en México.
En el futuro, una vez
agotado la fase pragmática de la política, los partidos tenderán a retomar los
aspectos ideológicos, filosóficos y valorativos, tratando de diferenciarse respecto
de la defensa no sólo los intereses de clase de los electores, sino también los
aspectos super-estructurales.
De ser partidos
incluyentes (catch all party), en la que caben todos los sectores
sociales, los partidos avanzarán hacia un formato más sectorial, en lo que
importa es el sector de electores al que representan, donde ganarse a las
clases medias y a los sectores sociales más desfavorecidos económicamente será
parte de la disputa central.
Debido al alto nivel de
competencia interpartidista, los partidos mejorarán su nivel de competitividad
electoral, mejorando las técnicas y estrategias de organización, persuasión y
movilización política, así como innovando y creando nuevas formas de
proselitismo electoral. Surgirá, de esta manera, una nueva tecnocracia
partidista, cuyo sello distintivo será su nivel de profesionalización en
materia de procesos electorales y estrategia política.
De esta manera, las
campañas que se impulsarán serán altamente profesionalizadas, con expertos
partidistas en materia de conducta y comportamiento de los electores, así como
por especialistas contratados y/o formados al seno de los partidos en materia
de competitividad política y estrategia electoral.
Debido a la crisis de la
política tradicional y a la mala imagen de los partidos nacionales, cobrarán
importancia la postulación de candidatos a los diferentes puestos de elección
popular con perfiles muchos más ciudadanizados, en la que lo importante no será
necesariamente el instituto o los institutos políticos que lo postulen, sino
sus antecedentes, experiencia y compromiso con las luchas sociales. De cierta
manera, serán campañas ciudadanizadas que tenderán a convertirse en movimientos
sociales y en luchas populares, cuyo centro de preocupación será la búsqueda de
un mejoramiento de las condiciones de vida y desarrollo social.
Los temas de campaña serán
menos generales, transitándose hacia plataformas regionales y locales,
defendiendo, de esta manera, causas sociales más específicas. Las nuevas
preocupaciones sociales serán el medio ambiente, la sexualidad, las libertades
civiles, la movilidad urbana, la salud, el sistema de pensiones y los derechos
humanos, así como la transparencia, la rendición de cuentas y el uso honrado y
eficiente de los recursos públicos.
Debido al desarrollo de
las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, no sólo habrá
ciber campañas constitucionales, sino que también los militantes de los
partidos se apoyarán en estas tecnologías para impulsar y ganar elecciones
internas sobre una base digital.
En el futuro, los partidos
políticos serán más responsables respecto de los gobiernos que emanen de sus
filas, generando un nuevo entramado institucional y legal que posibilite
obtener un mayor control sobre el ejercicio de los gobiernos y las acciones y
políticas que impulsan. Es decir, contrariamente a lo que se observa hoy día,
los gobiernos dependerán de los partidos y no los partidos de los gobiernos en
turno.
4. A
manera de conclusión
En los últimos años, los
partidos políticos han generado un gran desencanto de la sociedad por sus
abusos, sus errores y sus fracasos. En el futuro, estas instituciones tienen
que reinventarse generando un mayor acercamiento con la sociedad, orientando
sus esfuerzos para generar políticas públicas que beneficien a los diferentes
sectores sociales.
La credibilidad y la
confianza es propiedad de quien la trabaja y la genera. En esta sentido, los
partidos deben reorientar sus esfuerzos, cambiar su actitud y trabajar por el
bien no sólo de sus agremiados, sino de la sociedad en su conjunto.
Generar una nueva
institucionalidad partidista con una diferente visión de futuro, aumentar la
calidad de la representación pública, profundizar los procesos de
democratización interna y, sobre todo, velar por el interés supremo de la
república y de sus habitantes, será tarea indispensable a la que están llamados
a concretar los partidos políticos. Postular también a ciudadanos y líderes
sociales como candidatos para ocupar diferentes puestos de representación
popular, también será una parte de las tareas que desarrollen los partidos
políticos en el futuro inmediato para enfrentar el reto de los candidatos independientes.
Toda mayoría electoral se
debe traducir en un paquete de políticas públicas que atienda los graves
problemas de la nación y genere expectativas de un futuro mejor para los
mexicanos. Como están hoy las cosas, el actual sistema de partidos es insostenible.
De ahí la necesidad de trazar un sendero por donde las organizaciones
partidistas puedan transitar para recuperar su esencia y restablecer la
confianza y credibilidad de los ciudadanos.
Los partidos políticos
deben orientar sus esfuerzos para generar una cultura política democrática,
respetuosa del estado de derecho y alejada de las prácticas demagógicas y
populistas. Partidos con una visión de futuro, facilitadores e impulsores del
desarrollo y progreso social y con una nueva ética política. Institutos que
fomenten alianzas sociales y que fortalecen su capacidad financiera diseñando
estrategias y medios para el fortalecimiento de sus finanzas internas. Partidos
más ciudadanizados abiertos a la sociedad: es decir partidos del pueblo, por el
pueblo y para el pueblo.
En suma, se requiere en el
futuro partidos “orientados al mercado,” en la que los ciudadanos no sólo sean
atendidos en sus peticiones y necesidades específicas, sino incluso en la que
las expectativas sociales sean superadas por parte de este tipo de
organizaciones partidistas.
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