Revista Nº34 "MEDIO AMBIENTE" |
Especificación
de un modelo para el estudio del habitus de movilidad
Specification
of a model for the study of the mobility habitus
Margarita
Juárez Nájera,
Gerardo Arturo Limón-Domínguez,
Cruz García-Lirios
Resumen
–Grosso
modo, las políticas de movilidad se inscriben en los modelos ciudades
sustentables, siguiendo lineamientos de las Cumbres de la Tierra, pero los
efectos de estas políticas han sido poco vinculados a los sistemas de
transporte y las identidades de usuarios. El objetivo del presente trabajo fue
establecer un modelo para el estudio de la triada, políticas, sistemas e
identidades de transporte, centrado en cuatro indicadores del habitus,
entendido como disposiciones sociales efectivas del entorno. Se realizó un
estudio no experimental con una selección muestral no probabilística de fuentes
indexadas a repositorios nacionales, considerando el año de población de 2000 a
2017, así como los conceptos de “movilidad” y “habitus”. Se advierte una línea
de estudio relativa a la comparación de políticas de movilidad, sistemas de
transporte e identidades de usuarios para establecer diferencias y similitudes
con la intención de anticipar escenarios de ingobernabilidad o gobernanza.
Palabras claves
–Movilidad, transporte, periferia,
centralidad, habitus
Abstract
–Roughly speaking, mobility policies are
embedded in sustainable cities models, following the guidelines of the Earth
Summit, but the effects of these policies have been little linked to transport
systems and user identities. The objective of the present work was to establish
a model for the study of the triad, policies, systems and transport identities,
centered on four habitus indicators, understood as effective social
dispositions of the environment. A non - experimental study was carried out
with a non - probabilistic sample selection from sources indexed to national
repositories, considering the year of population from 2000 to 2017, as well as
the concepts of "mobility" and "habitus". There is a line
of study regarding the comparison of mobility policies, transport systems and
user identities to establish differences and similarities with the intention of
anticipating scenarios of ungovernability or governance.
Keywords
–Mobility, transport, periphery, centrality,
habitus
Introducción
El
objetivo de la investigación radica en el establecimiento de un modelo para el
estudio del habitus de movilidad
Las
políticas de reducción de los efectos del cambio climático en la salud pública
se distinguen por sus programas y estrategias integrales, aunque derivan de los
lineamientos globales de las Cumbres de la Tierra, adquieren un sentido local
al momento de establecer criterios de movilidad como son los casos de
restricción a los vehículos que emiten CO2 a la atmósfera, la
implementación de parquímetros, el subsidio de los convertidores catalíticos,
la inversión en transporte colectivo de cero emisiones, el establecimiento de
carriles confinados a otras formas alternativas de transporte, o bien, la
educación vial, entre ella la formación para la sustentabilidad (Carreón,
Hernández y García, 2014).
En
el marco de las políticas para la sustentabilidad, los efectos del cambio
climático sobre la salud pública ambiental son eje central de la agenda
pública. Esto es así dado el impacto cuantificado en 5,5 millones de decesos en
2013, ubicando en el cuarto factor de riesgo, así como sus efectos en el 85% de
la población mundial (Carreón et al., 2014).
Sin
embargo, la agenda pública al establecerse de los lineamientos de las Cumbres
de la Tierra ha excluido los estilos de vida urbanos, centrados en la movilidad
con vehículos que emiten C02 a la atmósfera más que los habitus de
movilidad alternativa como la caminata, las ciclovías y los transportes de cero
emisiones (García, 2007).
En
tal sentido es que resulta fundamental explorar los indicadores del habitus de
movilidad, entendidos como disposiciones favorables a la movilidad alternativa
a los vehículos que emiten C02 a la atmósfera (García, 2008).
Teoría del habitus
La
Figura 1 muestra los conceptos que explican el habitus son; 1) ethos
(disposiciones éticas), 2) hexis (disposiciones corpóreas), 3) aisthesis
(disposiciones estéticas), 4) eidos (disposiciones lógicas).
Figura
1. Teoría del habitus
Fuente:
Elaboración propia
A
partir de este orden, la movilidad es considera por una ética del riesgo en
relación con la identidad de género masculina dominante, la cual consiste en un
desplazamiento de la periferia al centro de un modo amenazante ya que, se trata
de una ética desarrollada a partir de un contexto de inseguridad, violencia e
impunidad. Esto es así porque en la periferia, se gestan estructuras de poder
que prevalecen sobre las estructuras de influencia, mismas que suponen una
comunicación horizontal, transversal y unidireccional (Cerón, 2013).
El
ethos, en tanto disposición ética permite subsistir a los habitantes de
la periferia a un entorno hostil, condicionando a quienes se desplazan hacia al
centro a un trayecto de riesgos; posibles asaltos, secuestros, extorsiones u
homicidios que se registran en mayor medida en la periferia con respecto al
centro de una urbe (Farías, 2010).
Siguiendo
esta diferenciación con respecto a la periferia, en la centralidad se
desarrolla una ética del cuidado, la cual supone que prevalecen riesgos como
los que se presentan en la periferia, aunque en menor intensidad y frecuencia
(García, 2011).
A
diferencia de la ética del riesgo, la ética del cuidado trata de comprender la
exportación de la violencia y la inseguridad de la periferia a la centralidad,
pero en esencia, se trata de una moralidad vinculada a la identidad de género
no masculina, principalmente femenina que consiste en una disposición favorable
a la recreación y el entretenimiento, características de un escenario en el que
la calidad de vida y el ingreso permiten la contemplación y la preservación de
los espacios y las relaciones de equidad entre quienes ahí interactúan (García
et al., 2013).
Sin
embargo, las éticas del riesgo y de la conservación también son reflejadas por
expresiones de defensa y ataque para el caso de la periferia y disposiciones de
confort para el caso de la centralidad (García et al., 2015).
Pues
bien, si la movilidad de la periferia a la centralidad supone una ética de la
defensa y el ataque como respuesta a un entorno hostil y supone una ética del
disfrute de escenarios en la centralidad ante un ambiente agradable, entonces
la movilidad será una vía por donde se desarrollarán éstas expresiones de
defensa-ataque y contemplación-preservación (Hernández, 2014).
Las
hexis o disposiciones corpóreas, son también resultado de la interacción
entre el individuo y la escasez o abundancia de oportunidades de su entorno. Se
trata de expresividades diferenciadas por el contexto periférico y la
centralidad (Limón, 2017).
Empero,
a diferencias de las ethos que son principios guiadores de
expresividades, las hexis son reacciones instintivas ante inseguridad
periférica o respuestas automáticas ante la seguridad de la centralidad, pero
la movilidad que va de la periferia a la centralidad o de ésta hacia la
periferia, determina expresividades comunes como el resguardo ante un ataque
terrorista, la solidaridad y cooperación inmediatas a un atentado colectivo, o
bien, la precaución ante la posibilidad de ataque a la multitud (Joignant,
2012).
Es
decir, las hexis que se diferencian según el contexto periférico o
central, son sensibles a los eventos inesperados, inconmensurables e
impredecibles como los que suponen riesgos y amenazas a la integridad personal
o colectiva (Rizo, 2012).
Tal
proceso no ocurre en las aesthesis o disposiciones estéticas, las cuales
son observables en la vestimenta o el lenguaje al momento de transportarse de
la periferia a la centralidad de las urbes (Rivera et al., 2015).
Considerados
como flujos, quienes se trasladan de la periferia a la centralidad interactúan
con una centralidad dominante en cuanto a leyes, normas o valores como es el
caso de los reglamentos de viabilidad, códigos de transporte colectivo o
discursos en los espacios de concentración o hacinamiento (Tun, García, Carreón,
2017).
Son
estas circunstancias las que suponen diferencias entre las disposiciones
estéticas en el traslado de un lugar a otro, pero también implican extensiones
de estas diferencias en los mosaicos colectivos. Es el caso de las
concentraciones de protesta o manifestación que de la periferia convergen en la
plaza de la centralidad, las cuales por su grado de orden y desorden se alejan
de las confrontaciones entre usuarios de los servicios hídricos con respecto a
las autoridades, los secuestros de unidades de abastecimiento o el linchamiento
de delincuentes (Carreón, 2014).
Pues
bien, si las ethos son principios impostergables de movilidad, si las hexis
y aesthesis son expresividades y criterios de movilidad, traslado y
concentración, entonces las eidos o disposiciones lógicas son puentes de
comunicación entre habitantes de la periferia que se trasladan a la centralidad
y eventualmente, imposiciones de quienes se ven en la necesidad de visitar la
periferia saliendo de la centralidad (Cerón, 2013).
Las
eidos son lógicas de verisimilitud y verificabilidad que distinguen a la
periferia de la centralidad. Las eidos de verosimilitud consisten en
razonamientos de movilidad en la periferia centradas en la rapidez y el bajo
costo. En contraste, las eidos de verificabilidad son criterios y
estrategias aseguramiento si alguien de la centralidad decida trasladarse a la
periferia (Rizo, 2012).
Ethos,
hexis, aesthesis o eidos, en el marco de las políticas de
movilidad contra los efectos del cambio climático sobre la salud pública
ambiental, son disposiciones que reflejan las asimetrías entre quienes se
desplazan de la periferia a la centralidad, o bien, quienes se trasladan de la
centralidad a la periferia, pero los cuatro conceptos no explican las
diferencias entre gobernantes y gobernados al momento de establecer
responsabilidades con respecto a quienes toman decisiones de exclusión del
transporte de cero emisiones y quienes deben ajustar sus estilos de transporte
a las opciones alternativas de transporte como la caminata o el ciclismo
(Amemiya, Valdés, Espinoza y García, 2018).
Estudios del habitus
La
Tabla 1 muestra el proceso socio-histórico mediante el cual el transporte
público fue exacerbado por las políticas públicas y la demanda del mercado, así
como su impacto en los estilos de vida de los usuarios del servicio público en
el Estado de México está vinculado a la gobernanza en las ecociudades. Los habitus
han sido empleados para develar símbolos, significados y sentidos en torno a
una práctica discursiva o actuada (Carreón, Hernández y García, 2014).
Tabla
1. Estudios del habitus
Año
|
Autor
|
Hallazgo
|
1980
|
Berk
et al.,
|
Llevaron
a cabo un estudio en el que demostraron una relación directa, positiva y
significativa entre los programas de reducción del suministro de agua y el
ahorro residencia a medida que la estrategia se intensificaba en zonas
urbanas.
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1987
|
Corral
et al.,
|
Encontraron, en
un estudio exploratorio de frecuencias de uso doméstico de agua, en torno al
uso de la regadera, la principal actividad de consumo doméstico de agua. En
contraste, el uso del refrigerante fue el dispositivo doméstico con menor
frecuencia de uso en ambas muestras del estudio.
|
1987
|
Corral, Garibaldi y Encinas
|
Encontraron
en un estudio exploratorio que el uso de la regadera era la principal
actividad de consumo doméstico de agua. En contraste, el uso del refrigerante
fue el dispositivo doméstico con menor frecuencia de empleo.
|
1992
|
Corral y Obregón
|
Llevaron a cabo una revisión sistemática de las variables
incluidas en los modelos de comportamiento proambiental. Midieron la
distancia entre la residencia y el depósito de reciclaje, las competencias
proambientales, los estilos y los motivos ecológicos como los determinantes
del comportamiento proambiental.
|
2000
|
Corral
y Zaragoza
|
Demostraron,
mediante un sistema de ecuaciones estruturales, cuatro dimensiones del
comportamiento de reciclaje el cual fue determinado por los motivos de
reutilización. En dicho modelo, el tamaño de la casa y el estatus económico
también incidieron sobre el comportamiento. Sin embargo, las creencias a
través de los motivos influyeron en la conducta de reutilización.
Establecieron diferencias significativas entre hombres y mujeres con respecto
a sus conocimientos de reuso y reciclaje de productos. Estas diferencias
significativas también se observaron en torno a las creencias de
reutilización y las creencias de reciclaje.
|
2000
|
Corraliza
y Martín
|
Con una muestra de 420 residentes en Madrid España,
demostraron que las actitudes determinan (R2 = .09; p < .01) al
factor conductual de derroche.
|
2000
|
Hernández et al.,
|
Dieron a conocer una diferencia entre
proporciones de datos no paramétricos, seis categorías: imagen e identidad
institucional, ambiente físico y construido, residuos sólidos, residuos
peligrosos, manejo de energía eléctrica y formación ambiental. Años después,
la imagen del campus, los residuos sólidos y la formación ambiental seguían
siendo los principales problemas.
|
2000
|
Hernández y Landázuri
|
Establecieron una diferencia entre proporciones de datos
no paramétricos, seis categorías: (1) imagen e identidad institucional, (2)
ambiente físico y construido, (3) residuos sólidos, (4) residuos peligrosos,
(5) manejo de energía eléctrica y (6) formación ambiental. Posteriormente, en
1998, con otra muestra estratificada de 466, la imagen del campus, los
residuos sólidos y la formación ambiental seguían siendo los principales
problemas.
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2001
|
Acosta
y Montero
|
Demostraron
asociaciones significativas entre la conducta ambiental responsable y locus
de control, conocimiento de la acción ambiental, habilidades ambientales y
los estilos de afrontamiento. Establecieron la relación asociativa, positiva
y significativa entre los conocimientos de la acción ambiental y la conducta
ambiental responsables. En la medida en que aumentaban los valores de una
variable se incrementaban los valores de la otra. Demostraron que la conducta
ambiental responsable está asociada (r = .45; p < .05) con el índice de
habilidades y conocimientos de la acción ambiental.
|
2001
|
Corral
|
Con
una muestra de 280 habitantes de Ciudad Obregón Sonora, demostró que el
ahorro de agua observado está determinado indirectamente por la escasez de
agua (R2 = .30) y por los motivos para ahorrar agua (R2
= .22).
|
2001
|
Corral,
Frías y González
|
Demostraron
a través de un modelo factorial ⌠X2
= 26, 25gl; p = .36; NNFI = .95, CFI = .96; RMSEA = .02⌡el
efecto directo, positivo y significativo entre el comportamiento antisocial
sobre el desperdicio de agua (β = .35).
|
2001
|
Oceja y Jiménez
|
Realizaron tres estudios. Evaluaron un grupo de
normas, analizaron su grado de cumplimiento y establecieron la clasificaron
de un conjunto de normas. Demostraron en el primer estudio que la tipología
es pertinente a partir de tres criterios (acuerdo personal, sanción formal y
desaprobación social). En el segundo, establecieron diferencias entre las
normas (las leyes legítimas y las prescripciones se cumplen en mayor medida
que las leyes ilegitimas y las convicciones) utilizando el criterio de
cumplimiento informado y percibido. En el tercero establecieron diferencias
significativas entre las actitudes hacia cada tipo de norma.
|
2002
|
Barreiro
et al.,
|
Establecieron,
mediante un análisis cluster discriminante y conglomerados de distancias
euclidianas, seis grupos diferenciados por tipo de consumo ecológico; escépticos,
despreocupados, institucionales, pasotas, sociales y despistados.
|
2002
|
Bustos
et al.,
|
Con una muestra de 202 habitantes de Nezahualcóyotl y
Chimalhuacan en el Estado de México y el Distrito federal, demostró que los
motivos predicen el aseo personal (R2 =.16).
|
2002
|
Corral
|
Estableció
en una estructura factorial ⌠X2 =
43; 34 gl; p = .47; NFI = .95; NNFI = 1; CFI = 1⌡que
las competencias proambientales explican el ahorro de agua (R2
=.54; ξ = .46). Estableció mediante un modelo estructural ⌠X2
= 43; 34 gl; p = .47; NFI = .95; NNFI = 1; CFI = 1⌡
que
regar las plantas, lavar trastes y lavarse los dientes son indicadores (R1
=.53, R2 = .76 y R3 = .75 respectivamente) de las
habilidades.
|
2002
|
Espinosa,
Orduña y Corral
|
Demostraron,
mediante un modelo estructural ⌠X2
= 271.5; 84 gl; p < .001; NFÍ = .90; CFI = .93; RMSEA = .03⌡
que
los motivos son indicadores (R1 =.15) de las competencias de
ahorro de agua. Asimismo, bañarse, lavar trastes y lavarse los dientes son
indicadores de las habilidades (R1 =.80, R2 = .85 y R3
= .24 respectivamente). Establecieron en una estructura factorial ⌠X2
= 271.5; 84 gl; p < .001; NFÍ = .90; CFI = .93; RMSEA = .03⌡la
predicción de las competencias sobre el ahorro de agua (β = .32).
|
2002
|
Guevara y Rodríguez
|
Probaron la tendencia de residentes de la
Ciudad de Puebla a responder positiva y homogéneamente a la separación de
basura y los servicios de recolección.
|
2002
|
Negrón,
Arias y Delbrey
|
Demostraron diferencias significativas entre hombres y mujeres
respecto al cambio de sus conocimientos, posterior a información relativa a
sus conocimientos sobre su salud y el entorno.
|
2003
|
Corral
|
Demostró
en un modelo estructural ⌠X2 =
249,7; 103 gl; p < .001; IANN = 0,91; IAC = .93; GFI = 1; RQQMEA = .04⌡que
lavar platos, regar plantas y tomar baño de chuveiro son indicadores de las
habilidades (R1 = R2 = .58, R3 = .57 y R4
= .50 respectivamente). Demostró, mediante un modelo estructural, la
incidencia de utensilios domésticos sobre el consumo de agua. En dicho
modelo, los motivos, la escasez y las habilidades, tuvieron un efecto
negativo sobre el consumo de agua. Estableció en una estructura factorial ⌠X2
= 249,7; 103 gl; p < .001; IANN = 0,91; IAC = .93; GFI = 1; RQQMEA = .04⌡que
el utilitarismo explica la variabilidad del consumo de agua (R2 =.22; ξ
= .78). Reveló mediante un modelo estructural, la
incidencia de utensilios domésticos en el consumo de agua. En dicho modelo,
los motivos, la escasez y las habilidades, tuvieron un efecto negativo sobre
el consumo de agua.
|
2003
|
Corral
et al.,
|
Con
una muestra de 200 residentes mexicanos demostraron que el ahorro de agua
está fuertemente relacionado (R = 23; p < 0,05) con el reciclaje de
productos.
|
2003
|
Corral,
Bechtel y Fraijo
|
Demostraron
en un modelo estructural ⌠Modelo 1: X2
= 235.1; 111 gl; p < .001; CFI = .92; NNFI = .87; RMSEA = .047 Modelo 2: X2
= 528.4; 263 gl; p < .001; NNFI = .90; CFI = .91; RMSEA = .045⌡los
efectos directos e indirectos de las creencias generales en el consumo de
agua, las creencias generales tienen un efecto directo sobre el consumo de
agua. Las creencias generales tienen un efecto indirecto al ser moderadas por
el utilitarismo. Concluyeron que el segundo modelo explica mejor la
variabilidad del consumo de agua.
|
2003
|
Corral,
Frías y González
|
Demostraron
en un modelo estructural ⌠X2 =
26; 25 gl; p > .05; NNFI = .95; CFI = .96; RMSEA = .02⌡el
efecto directo y positivo (β = .35) de la conducta antisocial sobre el
dispendio hidrológico
|
2003
|
Frías
et al.,
|
Demostraron
el efecto indirecto del macro-sistema sobre la conducta antisocial a través
del micro-sistema. En el modelo estructural, el exo-sistema estuvo indicado
por tres indicadores y el micro-sistema por cinco variables manifiestas.
|
2003
|
Frías, López y Díaz
|
Demostraron el efecto indirecto del macrosistema sobre la
conducta antisocial a través del microsistema. En el modelo estructural, el
exosistema contó con tres indicadores y el microsistema con cinco variables
manifiestas.
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2003
|
Sainz
y Becerra
|
Revisaron
los conflictos reportados por la prensa en 20 años y encontraron una tendencia
a exacerbar los conflictos en demarcaciones del oriente de la Ciudad de
México.
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2004
|
Angosto
y Martínez
|
Con una muestra de 209 habitantes españoles
establecieron el efecto directo, negativo y significativo de la percepción
exogrupal sobre dos dimensiones (pública y privada) de la intención de
contacto (β = -.27; p < .001; β = -.16; p < .001
respectivamente).
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2004
|
Bustos
|
Demostró
en un modelo estructural ⌠X2 =
17.17; 13 gl; p > .05; NNFI = .99; RMSEA = .030⌡la
incidencia de las creencias de obligación de ahorrar agua sobre las
habilidades efectivas (β = .21). A su vez, las habilidades efectivas
determinan (β = .31) el comportamiento pro ambiental (aseo personal y la
preparación de alimentos). Estableció que el locus de control interno afecta
directa y positivamente sobre las creencias de obligación (β = .37).
|
2004
|
Bustos, Flores y Andrade
|
Establecieron en un modelo estructural ⌠X2
= .35; 10 gl; p = .000; GFI = .97; AGFI = .92; RMSEA = .08; R2 =
.25⌡el
efecto directo, positivo y significativo del locus de control interno sobre
el ahorro de agua (β = .14) y el efecto indirecto en tres senderos; el
primero a través de las creencias de obligación de cuidar el agua (β =
.43) las cuales determinan las habilidades instrumentales (β = .20) y
éstas el ahorro de agua (β = .36), la segunda trayectoria a través de
los motivos de protección socio-ambiental (β = .21) quienes influyen en
el ahorro de agua (β = .14) y la tercera ruta a través de la percepción
de riesgo a la salud (β = .30) que causa los motivos de protección
ambiental socio-ambiental (β = .20). Además, establecieron el efecto
indirecto de los conocimientos a través de las habilidades instrumentales
(β = .07) Argumentaron la relación directa,
positiva y significativa entre dos variables conductuales proambientales:
lavado de baños con aseo personal (r = ,17; p < ,01), aseo de dientes con
baño personal (r = ,18; p < ,01). La relación entre tres variables
conservacionistas: creencias de obligación de cuidar el agua con habilidades
instrumentales de ahorro (r = ,24; p ,01), conocimientos sobre el manejo de
agua con motivos de protección socioambiental (r = ,42; p < ,01) y
habilidades instrumentales de ahorro con motivos de protección socioambiental
(r = ,27; p < ,01). La relación entre siete factores proambientales: creencias
de obligación de cuidar el agua con locus de control interno (r = ,43;
p < ,01), con el ahorro de agua ( r = ,45; p < ,01), con los motivos de
protección ambiental (r = ,24; p < ,01), con la percepción de riesgos a la
salud (r = ,26; p < ,01); a su vez la percepción se asocia con el locus
de control interno (r = ,30; p < ,01), con el comportamiento proambiental
(r = ,23; p < ,01) y con los motivos de protección ambiental (r = ,27).
Los cuales a su vez se relacionan con el locus de control (r = ,28; p
< ,01), con el ahorro de agua (r = ,12; p < ,01) y con las habilidades
instrumentales (r = ,42; p < ,01), los que a su vez se conectan con el locus
de control (r = ,38; p < ,01) y el ahorro de agua (r = ,33; p < ,01).
Finalmente, los conocimientos del manejo de agua se asocian con el locus
de control (r = ,16; p < ,01) y con el comportamiento proambiental (r =
,47; p < ,01). Demostraron el efecto indirecto de las creencias de control
interno y los conocimientos sobre el comportamiento proambiental. En dicha
trayectoria de predicción, las creencias de obligación de cuidar el agua, la
percepción de riesgo, los motivos de protección socioambiental y las
habilidades instrumentales transfirieron dicho impacto.
|
2004
|
Corral
et al.,
|
Establecieron
en un modelo estructural ⌠x2 =
351; 231 gl; p < .001; NNFI = .90; CFI = .91; RMSEA = .04⌡
que
el presente tanto hedonista como fatalista covarían negativamente (φ =
-.18; φ = -.35) con el ahorro de agua. Así mismo, demostraron que la
propensión al futuro también tiene una estrecha relación positiva (φ =
.17) con la variable endógena de primer orden. A su vez, la propensión al
futuro tuvo una relación “phi” con el pasado positivo (φ = .67), con el
presente fatalista (φ = .28) y con el presente hedonista (φ = -.28).
El pasado negativo con el pasado positivo (φ = .26), con el presente
fatalista (φ = .44) y con el presente hedonista (φ = .21). El
presente fatalista con el presente hedonista (φ = .65). Establecieron en
un modelo estructural ⌠x2 = 430.6;
271 gl; p = .001; NNFI = .90; CFI = .90; RMSEA = .05⌡que
la propensión al futuro predice directa, positiva y significativamente
(β = .40; p < .05) a la austeridad misma que a su vez también es
predecida (β = .23; p < .05) por el altruismo y predictora (β =
.37) del ahorro de agua.
|
2004
|
Corral
y Pinheiro
|
Establecieron
en una estructura factorial ⌠x2 =
14.4; 9 gl; p = .10; NNFI = .95, CFI = .97, RMSEA = .05⌡
que
la efectividad (reacción eficaz en el cuidado del medio ambiente), la
deliberación (estrategia para el bienestar social, individual y de los
organismos), la anticipación (plan contingente que se aplicará inmediatamente
o a futuro), la solidaridad (reacción altruista hacia los seres humanos,
especies animales y vegetales) y la austeridad (forma de transformación y
consumo mínimo de los recursos naturales) son indicadores (R2 =
.66, .69, .43, .33, .58, .29 respectivamente) de la conducta sustentable.
Establecieron en una estructura factorial ⌠x2
= 14.4; 9 gl; p = .10; NNFI = .95, CFI = .97, RMSEA = .05⌡
las coarianzas directas, positivas y significativas entre la anticipación con
la austeridad (φ = .48), con el altruismo (φ = .43), con la
efectividad (φ = .23), con la deliberación (φ = .16) y con el
ahorro de agua informado (φ = .21). ésta última variable con la
austeridad (φ = ,18), con la deliberación (φ = .21) y con la
efectividad (φ = .23) quien se relacionó con la deliberación (φ =
.22) y con el altruismo (φ = .25) el que a su vez se relacionó con la
austeridad (φ = .36) la que finalmente se relacionó con la deliberación
(φ = .16). Establecieron seis dimensiones del comportamiento sustentable
relativas a austeridad, anticipación, altruismo, efectividad, deliberación y
ahorro. Demostraron asociaciones positivas y significativas entre las
dimensiones. Posteriormente en un modelo estructural, demostraron la
reflectividad del comportamiento sustentable en torno a las seis dimensiones
referidas.
|
2004
|
Corral, Fraijo y Tapia
|
Revelaron cuatro dimensiones del consumo de agua relativas al
uso de lavabo, regadera, riego y limpieza. Posteriormente establecieron
mediante un modelo estructural, la incidencia de las creencias ecológicas y
utilitarias en el consumo de agua. Ambas creencias correlacionaron negativamente.
|
2004
|
Fraijo,
Tapía y Corral
|
Demostraron
en un modelo factorial ⌠X2 = 479.78;
294 gl; p = .001; NNFI = .91; CFI = .92; RMSEA = .06⌡el
efecto directo de una intervención sobre la estructura de las competencias de
ahorro de agua (β = .98), la cual incluye como indicadores a las
creencias, las Habilidades, los conocimientos y los motivos en orden de
importancia. En consecuencia, las competencias de ahorro de agua tuvieron un
efecto directo, negativo y significativo (β = -.15) sobre el consumo observado
y registrado de agua. Por lo tanto, el programa de educación ambiental
aplicado en esta muestra contribuyó a un mejor ahorro de agua vía las
competencias.
|
2004
|
Hernández
y Reimel
|
Con una muestra de 314 jefes de familia venezolanos
establecieron la relación causal directa, positiva y significativa entre
cuatro variables en las que la participación en una organización comunitaria
influye en la calidad de vida (b = .10; p < .05), el
tipo de vivienda familiar incide en la calidad de vida (b
= .15; p < .05) y la participación en una organización comunitaria es
determinante de la calidad de vida (b = .18; p < .001).
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2004
|
Medina
et al.,
|
Con una muestra de 169 trabajadores españoles,
demostraron los efectos directos, positivos y significativos (β = .20; p
< .05) del conflicto de tareas sobre el clima de apoyo. Así mismo,
establecieron la predicción (β = .24; p < .05) del clima de metas a
partir de este conflicto.
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2004
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Urbina
|
Evidenció que la contaminación y la
escasez del agua son percibidas por habitantes expertos y no expertos como
riesgos.
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2004
|
Valenzuela et
al.,
|
Demostraron en
un modelo factorial ⌠X2 = 430.6; 271 gl; p = .001; NNFI = .90; CFI
= .90; RMSEA = .05⌡que la propensión al futuro
predice directa, positiva y significativamente (β =
.40) a la austeridad misma que a su vez también es
causada (β = .23) por el altruismo y a su vez incide (β =
.37) el ahorro de agua explicando el 14% de su varianza. Demostraron en una
estructura factorial ⌠X2 = 430.6; 271 gl; p = .001; NNFI = .90; CFI
= .90; RMSEA = .05⌡la validez de los instrumentos que miden cuatro variables
psicoambientales; propensión al futuro (pesos factoriales de R1 = .48, R2
= .63, R3 = .70, R4 = .74, R5 = .63, R6
= .66, R7 = .70, R8 = .40, R9 = .63, R10
= .67), auto-reporte de ahorro de agua (R11 = .40, R12
= .64, R13 = .60, R14 = .66), austeridad (R15
= .40, R16 = .48, R17 = .37, R18 = .49, R19
= .39, R20 = .22 y R21 = .65) y altruismo ( R22
= .80, R23 = .73, R24 = .79 y R25 = .78).
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2005
|
Aguilar y Valencia
|
Estableció mediante un modelo estructural, el efecto indirecto
de la actitud, la conducta pasada, el control y la norma personal sobre el
comportamiento proambiental a través de la intención. En dicha estructura, la
conducta pasada fue el principal determinante del comportamiento ecológico.
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2005
|
Fraj y Martínez
|
Demostraron
el efecto moderador del conocimiento ambiental sobre la relación causal entre
el compromiso afectivo, verbal y real. En la medida en que el conocimiento
ambiental era mínimo, la relación causal y el porcentaje de varianza eran
bajos. En contraste, cuando el nivel de conocimientos ambiental era
especializado, las relaciones causales y la varianza explicada incrementaban
significativamente.
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2005
|
Meinhold y Malkus
|
Correlacionaron la autoeficacia con las
actitudes ambientales (r = ,23), con los conocimientos ambientales (r = ,16)
y con el comportamiento proambiental (r = ,30). Las actitudes ambientales con
los conocimientos ambientales (r = ,18) y con el comportamiento proambiental
(r = ,45) y los conocimientos ambientales con el comportamiento proambiental
(r = ,34), todos con una significancia menor a ,001.
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2006
|
Becerra
et al.,
|
Describieron
los conflictos entre autoridades y usuarios del servicio de agua potable en
la Ciudad de México y evidenciaron su transformación de protestas a
confrontaciones entre vecinos y la policía por los bloqueos a vías de
comunicación.
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2006
|
Corral
y Frías
|
Demostraron
en una estructura factorial ⌠X2 =
285.5; 203 gl; p < .001; NNFI = .90; CFI = .91; RMSEA = .000⌡el
efecto directo de las creencias normativas y la conducta antisocial (β =
.22 y β -.18 respectivamente) sobre la conservación de agua.
|
2006
|
Corral, Frías, Fraijo y Tapia
|
Encontraron diferencias significativas entre el sexo y la edad
con respecto a la propensión al riesgo; entre sexo, edad y escolaridad en
cuanto a la falta de autocontrol; entre sexo y edad con respecto a la
conducta antisocial y entre sexo y edad en cuanto a la conducta antiambiental.
Determinaron asociaciones positivas y significativas entre la propensión al
riesgo y la falta de autocontrol, la conducta antisocial y la conducta
antiambiental; entre la falta de autocontrol y la conducta antisocial y
antiambiental y entre la conducta antisocial y la conducta antiambiental.
Demostraron asociaciones negativas entre el comportamiento proambiental y la
tendencia al riesgo y la falta de autocontrol.
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2007
|
Cerda, García, Díaz y Núñez
|
Demostraron
el efecto directo entre la protección ambiental sobre el comportamiento
proambiental del consumidor de productos ecológicos y el promotor de cultura
ambiental, la relación causal entre el fomento a la protección ambiental
sobre el comportamiento ecológico del fiscalizador ambiental y el promotor
cultural ambiental. Probaron el efecto directo de
la protección ambiental sobre el comportamiento proambiental del consumidor
de productos ecológicos y el promotor de cultura ambiental; la relación
causal entre el fomento a la protección ambiental y el comportamiento
ecológico del fiscalizador ambiental y el promotor cultural ambiental.
|
2008
|
Bolzan
|
Encontró
diferencias significativas entre las dimensiones del comportamiento
Proambiental; reciclaje, ahorro, limpieza, activismo, consumo y deseabilidad
con respecto al tipo de empresa. Demostró que los valores de
autotrascendencia son los determinantes esenciales de las dimensiones
proambientales del comportamiento.
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2008
|
Corral
et al.,
|
Demostraron
cinco dimensiones del consumo de agua relativas al uso de lavabo, regadera,
riego y limpieza. Posteriormente, establecieron mediante un modelo
estructural, la incidencia de las creencias ecológicas y utilitarias sobre el
consumo de agua. Ambas creencias correlacionaron negativamente.
|
2008
|
Milfont, Andrade, Belo y Pessoa
|
Establecieron
asociaciones positivas entre el pasado negativo con el presente hedonista,
pasado positivo y el presente fatalista. El presente hedonista con el pasado
positivo y el presente fatalista. El pasado positivo con el presente
fatalista. En contraste, el presente hedonista correlacionó negativamente con
el futuro y éste con el presente fatalista. Establecieron
asociaciones positivas entre pasado negativo y presente hedonista, pasado
positivo y presente fatalista. El presente hedonista con el pasado positivo y
el presente fatalista.
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2009
|
Arreguín
et al.,
|
Establecieron
diferencias significativas entre grupos derrochadores y ahorradores de agua
con respecto a conocimientos, creencias, normas, actitudes, intenciones y
habilidades.
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2009
|
Corral
et al.,
|
Establecieron
diez dimensiones del comportamiento sustentable relativas a percepción de
normas ambientales, aprecio por lo natural, indignación proambiental,
afinidad por la diversidad, deliberación, equidad, altruismo, proecologismo,
austeridad y autopresentación.
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2009
|
Corral, Tapia, Fraijo y González
|
Dieron a conocer diez dimensiones del comportamiento
sustentable: percepción de normas ambientales, aprecio por lo natural,
indignación proambiental, afinidad por la diversidad, deliberación, equidad,
altruismo, proecologismo, austeridad y autopresentación.
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2009
|
Frías
et al.,
|
Demostraron,
mediante un modelo estructural, el efecto de la norma social sobre la
conducta antiambiental. En dicho sistema de ecuaciones, la disuasión y la
norma personal tuvieron una incidencia menor o nula sobre el comportamiento
desfavorable al medio ambiente.
|
2009
|
Frías, Rodríguez y Corral
|
Probaron mediante un modelo estructural, el efecto de la norma
social sobre la conducta antiambiental. En dicho sistema de ecuaciones, la
disuasión y la norma personal tuvieron una incidencia menor o nula en el
comportamiento desfavorable al medioambiente.
|
2009
|
Harranz, Proy y Eguiguren
|
A través de un modelo de senderos, establecieron a la intención
como determinante principal del comportamiento de reciclaje. En el sistema de
ecuaciones, las creencias influyeron indirectamente en el reciclaje y la
intención fue la variable transmisora.
|
2009
|
Orostegui y Matos
|
El estrato alto (62 kg/hab/día) generó menos residuos que los
estratos medio (74 kg/hab/día) y bajo (77 kg/hab/día) y con respecto a la
media distrital (71 kg/hab/día). La materia orgánica, el papel y el cartón
fueron los residuos municipales prevalecientes. En tal sentido, el estrato
alto produjo residuos reciclajes.
|
2010
|
Acebal
|
encontró
que los medios de comunicación son la principal fuente de información y
conocimiento de la problemática ambiental. También estableció como sinónimo
de conciencia a los conocimientos y a los saberes del entorno. Respecto a la
formación docente, los conocimientos fueron las principales carencias en
torno a las problemáticas ecológicas.
|
2010
|
Bizer
et al.,
|
El
efecto de encuadre tuvo una relación indirecta con la intención. A través de
la certeza de la fuente, los estilos de cobertura y difusión incidieron sobre
las decisiones de los individuos. Al comparar la relación directa con la
indirecta, el efecto de encuadre parece haber sido incrementado por la
mediación de la credibilidad de la fuente.
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2010
|
Brenner
|
Los
actores implicados en a la gobernanza ambiental generan información
contradictoria, ya que son sus acciones los que contravienen los acuerdos que
supone la administración de los recursos naturales comunes.
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2010
|
Dusden
y Witt
|
Encontraron
que las actitudes son determinantes del comportamiento a favor del medio
ambiente (β = 0,32; p = 0,001).
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2010
|
Fernández,
Porter y Neyra
|
Encontraron diferencias entre profesores y alumnos respecto a su entorno de aprendizaje. Mientras que los estudiantes
consideraban que su entorno tenía relevancia social, los docentes asumían al
entorno natural como el factor de desarrollo más importante para su
comunidad.
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2010
|
Gissi
y Soto
|
La
apropiación del espacio se realiza a partir del tequio que es el trabajo
personal que realiza un integrante antes de entrar a la guatza o trabajo
comunitario.
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2010
|
Groot
y Steg
|
Demostraron
que la motivación para llevar a cabo una acción a favor del entorno está
asociada con la autonomía integrada y regulada de las personas (r = 0,62; p =
0, 001).
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2010
|
Hernández
et al.,
|
Mediante
una estructura factorial⌠χ2
= 21,225 (11gl) p = 0,003; CFI = 0,95; RMSEA = 0,05⌡demostró
el efecto de la norma social sobre el comportamiento anti-ecológico
(β
= 0,69).
|
2010
|
Hidalgo y Pisano
|
Relacionaron la actitud con los conocimientos (r = 0,454; p =
0,001), la autoeficacia con los conocimientos y las actitudes (r = 0,303 y r
= 0,882; p = 0,001 respectivamente), la percepción de riesgo con el
conocimiento, actitud y autoeficacia (r = 0,475; r = 0,589 y r = 0,547; p =
0,001 respectivamente) y la intención con el conocimiento, actitud,
autoeficacia, percepción e intención (r = 0,206; r = 0,317; r = 0,390 y r =
0,382; p = 0,001 respectivamente). La percepción de riesgo fue determinada
por la actitud (β = 0,305; p = 0,000) y la intención fue influida por la
autoeficacia (β = 0,259; p = 0,001).
|
2010
|
Jiménez
|
Establecieron
tres factores de las cuatro dimensiones posibles. El primer factor explicó el
46,4% de la varianza mientras que el segunda factor explicó el 28,6% de la
varianza y el tercer factor explicó el 25,15 de la varianza. Establecieron
diferencias entre hombres y mujeres [X2 = 10,088 (2gl) p = 0,007], por años
[X2 = 176,77 (8gl) p = 0,000] y habitad [X2 = 21,657 (6gl) p = 0,001]
|
2010
|
Jiménez y Lafuente
|
Estableció tres factores de las cuatro dimensiones posibles. El
primer factor explicó el 46,4 % de la varianza, el segundo el 28,6 % y el
tercero explicó el 25,15 % de la varianza. Determinaron diferencias entre
hombres y mujeres [X2 = 10,088 (2 gl), p = 0,007], por años [X2 = 176,77 (8
gl), p = 0,000] y hábitat [X2 = 21,657 (6 gl), p = 0,001].
|
2010
|
Klockner
y Blobum
|
Encontraron
mediante una estructura factorial ⌠χ2
= 210,16 (151gl) p = 0,000; RMSEA = 0,03; CFI = 0,99⌡una
relación
directa, positiva y significativa de la intención sobre el comportamiento
(β = 0,88).
|
2010
|
Mariby
|
En su estudio, el 62 % estuvo de acuerdo en una definición de
cooperativismo, el 32 % tiene una actitud favorable frente al trabajo
colectivo, pero el 35 % estuvo en desacuerdo en transformar su empresa en una
cooperativa.
|
2010
|
McCright
|
Según el autor la ideología política y la percepción de
comprensión determinaron negativamente al conocimiento sobre el cambio
climático y la preocupación por sus consecuencias en el género (β =
− 0,372 y β = 0,336 respectivamente).
|
2010
|
Milfont
y Duckitt
|
A
partir de un modelo estructural ⌠χ2
= 946,86 (582 gl) p = 0,045; SMRS = 0,061; CFI = 0,980; NNFI = 0,980; ECVI =
3,57; CAIC = 15,20,56; T = 0,856⌡el
comportamiento pro-ambiental determinó la formación educativa ambiental
(β = 0,51; p = 0,000; R2 = 0,29; R2ajustada
= 0,27).
|
2010
|
Molini
y Salgado
|
En
torno a la discusión de las diferencias entre ciudad compacta y dispersa, la
densidad poblacional es un factor relevante ya que la baja concentración en
las ciudades compactas la hacen más sustentable que las ciudades dispersas,
pero su alta densidad incrementa los costos a la entidad gubernamental
encargada de regularla. Tal panorama afecta la creación de unifamiliares
porque éstas se producen en comunidades con más de 500 mil habitantes y
presionan la disponibilidad de recursos.
|
2010
|
Montilla, Pernía y Rodríguez
|
Para los investigadores, el cooperativismo supone un sistema
humano y social indicado por procesos de autoconstrucción, autoproducción,
autoorganización y autopoiesis.
|
2010
|
Pasco, Villafuerte y Neyra
|
Demostraron que el nivel de conocimiento técnico-normativo en torno
al Programa Nacional sobre el Cambio Climático era mínimo entre quienes se
encargan de tomar decisiones y capacitar a los voluntarios que efectuarán
acciones de preservación ambiental.
|
2010
|
Schoon, Cheng, Gale, Batty y Deary
|
Señalaron que las actitudes hacia el liberalismo social fueron
determinadas por la educación (β = ,25), y que dichas actitudes
estuvieron integradas por variables manifiestas de antirracismo, liberalismo
social y equidad de género (,45, ,57 y ,47 respectivamente).
|
2010
|
Sharples
|
Reveló que la fuente principal de información sobre el cambio
climático fueron los noticiarios de televisión (23,9 %); los alimentos y
bebidas son los más consumidos por la muestra (83,8 %) y los focos fueron el
objeto más utilizado para combatir el cambio climático (88,7 %).
|
2010
|
Sweat
y Northup
|
Establecieron
la incidencia de las habilidades de reciclaje sobre el comportamiento de
reciclaje (β = 0,25; p = 0,01)
|
2010
|
Wirth
et al.,
|
Llevaron
a cabo un estudio en el que correlacionaron la prominencia de los argumentos
mediáticos, públicos y políticos. Establecieron asociaciones positivas entre
los argumentos públicos y políticos con los argumentos mediáticos en tres
niveles de amplitud; baja, mediana y alta. Al comparar los discursos
mediáticos de alta y baja influencia, los autores encontraron que las
asociaciones fueron significativas en un solo nivel de amplitud intermedio,
ni muy alto ni muy bajo. Es decir, la influencia de los medios en la opinión
pública y las campañas políticas sólo se torna significativa en un nivel de
cobertura intermedia. Aquellos medios de comunicación con una amplia difusión
o baja amplitud no influyeron significativamente en los discursos públicos y
políticos.
|
2011
|
Corral
et al.,
|
Establecieron
mediante un modelo estructural [χ2 = 144,36 (85gl) p < 0,001; NNFI =
0,97; CFI = 0,97; RMSEA = 0,03; R2 conducta pro-ecológica = 0,52]
la influencia del comportamiento sustentable sobre la felicidad (0,31). El
factor determinante fue reflejado por cuatro dimensiones; frugalidad,
equidad, altruismo y conducta pro-ecológica (0,42; 0,35; 0,66; 0,72
respectivamente).
|
2011
|
Corral, Mireles, Tapia y Fraijo
|
Establecieron mediante un modelo estructural [χ2 = 144,36
(85 gl), p < 0,001; NNFI = 0,97; CFI = 0,97; RMSEA = 0,03; R2
conducta proecológica = 0,52] la influencia del comportamiento sustentable
sobre la felicidad (0,31). El factor determinante se reflejó en cuatro dimensiones:
frugalidad, equidad, altruismo y conducta proecológica (0,42, 0,35, 0,66 y
0,72 respectivamente).
|
2011
|
Flores
y Parra
|
Estableció
las diferencias significativas entre densidad, actividad, estudios, ingresos
y uso de agua con respecto al ahorro de agua ocasional, sistemático y
ausente.
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2011
|
Gaxiola
et al.,
|
Establecieron
mediante un modelo estructural [χ2 = 14,6 (5gl) p <<
0,01; BBNFI 0 0,90; BBNNFI = 0,86; CFI = 0,96; RMSEA = 0,04; R2 =
0,05] cinco factores reflejantes de factores protectores. La variable latente
incluyó al factor k (0,65), exosistema (0,27), microsistema (0,79),
ontosistema (0,64), crianza (0,22).
|
2011
|
Gaxiola, Frías y Figuerero
|
Probaron mediante un modelo estructural [χ2 =
14,6 (5 gl), p < 0,01; BBNFI = 0,90; BBNNFI = 0,86; CFI = 0,96; RMSEA =
0,04; R2 = 0,05] cinco factores reflejantes de factores protectores.
La variable latente incluyó al factor k (0,65), exosistema (0,27),
microsistema (0,79), ontosistema (0,64) y crianza (0,22).
|
2011
|
Groshek
|
Encontró
relaciones positivas y significativas entre tres medios de comunicación
(televisión, radio y prensa) con respecto a la situación sociopolítica de 122
países.
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2011
|
Malmod
|
Sistematizó los planes de reordenamiento a partir de una lógica
de exclusión e inclusión. La primera consistió en diferenciar los espacios;
privatización de bienes y servicios. La segunda fijó conexiones entre los
sectores, espacios y servicios para aminorar la segregación espacial. La
lógica de inclusión implica un diseño de redes en el que cada nodo se
interconecta con el otro y permite la interrelación entre los elementos
espaciales, así como la construcción de una identidad urbana que favorece la
tolerancia a la diversidad.
|
2011
|
Marqués,
Salavarría, Eastmond, Ayala, Arteaga, Marqués, Valladares y Manzanero
|
Encontraron en una muestra de estudiantes de una universidad pública
un nivel de conocimiento medio de los problemas ambientales generales y
específicos en referencia a sus actitudes y comportamientos.
|
2011
|
Mateu
y Rodríguez
|
Con
una muestra de 139 noticias demostraron, a través de un análisis de
contenido, las similitudes entre los contextos nacionales y locales en torno
a la cobertura de un área protegida. Tales convergencias activaron el priming
en la opinión pública tanto nacional como local.
|
2011
|
McCright y Dunlap
|
Evidenciaron que las creencias sobre los efectos nulos del cambio
climático determinaron la confianza en los hombres blancos con ideología
conservadora (γ = 0,82; p = 0,000). Por su parte, la ideología política
de base determinó la negación de los efectos del cambio climático (γ =
0,47; p = 0,000), la raza determinó la creencia acerca de la falta de
consenso de los efectos del cambio climático para los blancos conservadores
(γ = 0,38; p = 0,000). Empero, el sexo incidió negativamente en las
creencias de los efectos nulos del cambio climático de los encuestados base (γ
= − 0,67; p = 0,000), así como la influencia de la identificación con
el ambientalismo sobre la misma creencia en el mismo grupo (γ = −
0,81; p = 0,000).
|
2011
|
Nacif y Espinosa
|
Hallaron una relación entre la identidad nacional y el
pragmatismo urbanista del reordenamiento espacial central y los diseños
arquitectónicos. Las edificaciones representaron símbolos de reconstrucción
nacional que se extenderían a otras ciudades pamperas y sudamericanas
(Brasil, Perú, Colombia y Venezuela). Las propuestas arquitectónicas de la
época planteaban una mayor movilidad de este a oeste tratando de integrar a
la periferia con el centro. De este modo, el campo se articularía con la
ciudad y los sistemas hídricos podrían tener un mayor aprovechamiento, aunque
la región minera se apartaba cada vez más de los servicios públicos. En tal
esquema, las vías férreas fueron fundamentales para incorporar los sectores
primarios, secundarios y terciarios. Por ello, las bodegas debían trasladarse
a las zonas agroindustriales. Debido a que la ciudad fue devastada por un
sismo y los espacios de resguardo fueron nulos o insuficientes, se
proyectaron parques recreativos que cumplieron con la función espacial
sísmica y recreativa. Para evitar el aglutinamiento de transporte, se
proponía la construcción de un arco. Respecto al reordenamiento vecinal, la
creación de barrios de quince manzanas en espacios arrendados garantizaba el
control socioespacial del Estado. Otras propuestas consistieron en concentrar
a la ciudadanía en áreas multiculturales para evitar la segregación. Dos
temas resultaron fundamentales: la conservación ambiental y la privatización
del territorio.
|
2011
|
Nozica
|
La
política de turismo incentivará la conexión entre corredores bioceánicos y
periurbanos. Para tal propósito el escenario deseable consistirá en una red
vial que articule ambas áreas. Tal estrategia permitirá incrementar las
ventajas competitivas en materia de servicios turísticos, tecnológicos y
comerciales de la región.
|
2011
|
Puntriano
|
Probó que la quiebra del ingenio generó un emprendimiento en los
campesinos y empleados que decidieron administrar la empresa luego de que los
conflictos entre los actores se resolvieron con la expropiación en el marco
del neoliberalismo.
|
2011
|
Solis
|
Para el autor el sentido de responsabilidad ambiental determinó
directa, positiva y significativamente al ahorro de agua de uso doméstico y
residencial. La afinidad emocional con el medioambiente influyó en el manejo
residencial de residuos sólidos municipales.
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2011
|
Spence, Portinga, Butler y Pidgeon
|
Reportaron que la prevención de desastres percibidos influyó en
la reducción de consumo de energía (β = 0,371), así como la experiencia
de inundación determinó la vulnerabilidad local percibida (β = 0,421).
|
2011
|
Swaml
et al.,
|
A
través de un modelo estructural ⌠χ2
= 126,8 827gl) p 0 0,01; CFI = 0,71; RMSEA = 0,13⌡encontraron
una asociación positiva y significativa entre el
reciclaje y la recolecta de basura (β
= 0,89; p = 0,001).
|
2011
|
Touginha y Pato
|
Señalaron que el comportamiento ecológico correlacionó con la
edad (r = 0,30), mientras que las creencias ecocéntricas se asociaron con los
valores universales (r = 0,20). Por su parte, la edad y los valores
universales determinaron el comportamiento ecológico (β = 0,24; β =
0,21; p = 0,001 respectivamente).
|
2011
|
Zapata
y Castrechini
|
Hallaron
diferencias significativas entre los residentes de zonas cercanas respecto al
neuroticismo, extraversión y reciclaje. En dicho estudio, los rasgos de la
personalidad no se asociaron significativamente con el comportamiento
proambiental de reciclaje.
|
2012
|
Carr, Patterson, Yung y Spencer
|
Los
entrevistados coincidieron que sus creencias religiosas están muy
relacionadas con los efectos del cambio climático mientras que los escépticos
manifestaron su confianza en los avances científicos y tecnológicos más que
en la solidaridad religiosa ante la problemática del calentamiento global.En su estudio, las personas con creencias religiosas
coincidieron en que estas están muy conectadas con los efectos del cambio
climático, mientras que los escépticos manifestaron su confianza en los
avances científicos y tecnológicos, más que en la solidaridad religiosa ante
la problemática del calentamiento global.
|
2012
|
Corral, García, Tapia y Fraijo
|
Establecieron mediante un modelo estructural [χ2 =
540,80 (243 gl), p < 0,001; BBNNFI = 0,93; CFI = 0,94; RMSEA = 0,06; R2
= 0,35] los indicadores del factor de conducta sustentable que incluyó:
altruismo, proecologismo, frugalidad y equidad (0,74, 0,75, 0,64 y 0,74
respectivamente), mientras que el factor de restauración comprendió:
bienestar, fascinación, extensión y compatibilidad (0,61, 0,99, 0,94 y 0,99
respectivamente).
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2012
|
Cravino
|
Encontró
un grado de percepción de riesgo en los residentes bonaerenses al momento de
migrar a la periferia. En este sentido, la percepción del habitad está
relacionada con los servicios y las inversiones que el Estado ha orientado a
la centralidad. Otro factor de percepción de la vivienda es la socialización
espacial ya que un cambio de barrio implica la perdida de capital social. El
alquiler es un fenómeno estrechamente relacionado con las expectativas de
apropiación del espacio puesto que una buena raíz garantiza la permanencia en
el barrio y el establecimiento de una mayor calidad de vida. La proximidad
entre las viviendas ha propiciado el desarrollo de una identidad espacial que
incrementa la reciprocidad e incluso la transformación del entorno.
|
2012
|
Cueva
|
Cuatro
indicadores de lo simbiótico fueron; accesibilidad. Movilización, intercambio
y apropiación. En el primero, la peatonización es la estrategia pública para
diluir la segregación e incentivar la inclusión de los visitantes en los
eventos de las plazas públicas. En el segundo, los espacios están dotados de
mobiliario que permite la convivencia y el intercambio de ideas para la
apropiación simbólica del espacio. El transporte colectivo tiene su base en
dichos espacios y ello facilita el tránsito de pasaje a peatón o a la
recreación. En el tercero, la edificación de iglesia, ayuntamiento, bancos,
restaurantes y otros comercios facilitan el intercambio social. Por último,
la apropiación del espacio es el resultado de la accesibilidad, movilización
e intercambio. Las plazas públicas son centros de reunión, convivencia,
comercio, transporte y recreación.
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2012
|
Fraijo, Corral, Tapia y García
|
Establecieron las correlaciones entre los factores psicológicos
ambientales. La austeridad correlacionó con la deliberación (r = 0,311; p =
0,001) y con las habilidades (r = 0,382; p = 0,001). La deliberación con el
altruismo (r = 0,415; p = 0,001), con la propensión al futuro (r = 0,390; p =
0,001), con las creencias (r = 0,336; p = 0,001) y con la equidad (r = 0,302;
p = ,001). El altruismo con las creencias (r = 0,279; p = 0,001). El
comportamiento proambiental con las habilidades (r = 0,291; p = 0,001). La
propensión al futuro con las creencias (r = 0,323; p = 0,001) y con las
habilidades (r = 0,321; p = ,001). Los motivos con las creencias (r = 0,207;
p = 0,001).
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2012
|
García
|
Demostró
el efecto agenda en los medios impresos locales con respecto a denuncias y
conflictos en una demarcación con baja disponibilidad hídrica y alto índice
de comercio informal de agua.
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2012
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Markowitz
|
Fijó diferencias entre éticos, no éticos e indecisos con
respecto a su preocupación (F = 102,52; p = 0,000), riesgos (F = 51,68; p =
0,000), consenso (F = 26,83; p = 0,000), eficacia (F = 34,67; p = 0,000) y
responsabilidad (F = 69,41; p = 0,000). Las intenciones ambientales fueron
determinadas por las creencias (β = 0,506).
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2012
|
Moyo, Mvupm, Kunzekweguta, Mazvipavf, Crawford y Dorward
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Indicaron que el ciclo percibido de la lluvia fue el fenómeno
que más recordaron los agricultores (72 %), mientras que el invierno fue el
evento menos recordado (1 %). Las cuatro estaciones fueron rememoradas como
los fenómenos de mayor cambio (23 %), por último, el cambio climático se
identificó como la causa principal de los cambios percibidos (53 %).
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2012
|
Poortinga, Spence, Demski y Pidgeon
|
Apuntaron que las normas personales determinaron al tamaño de la
demanda de carbono y al suministro de tecnologías alternativas (β = ,51
y β = ,41 respectivamente). A su vez, las creencias sobre el cambio
climático incidieron en las normas personales (β = ,59); por su parte,
la identidad ambiental determinó a las creencias de cambio climático (β
= ,55).
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2012
|
Sahin et al.,
|
El comportamiento favorable al medio ambiente fue explicado por
las actitudes hacia el mismo (β = .67). En su caso, las disposiciones
hacia los comportamientos a favor de la sustentabilidad fueron determinado
por la tendencia a seguir los medios de comunicación (β = .12), aunque
fueron también explicados por la edad (β = -.65).
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2012
|
Sahin, Hamide y Teksoz
|
Demostraron que el comportamiento favorable al medioambiente lo
explicaron las actitudes hacia el mismo (β = ,67). En su caso, las
disposiciones hacia los comportamientos a favor de la sustentabilidad fueron
determinadas por la tendencia a seguir los medios de comunicación (β =
,12), aunque también se explicaron por la edad (β = − ,65).
|
2012
|
Urquieta y Campillo
|
Establecieron una relación entre los recursos económicos y la
estratificación social con respecto a la representación de la ciudad. Las
clases bajas percibieron a la centralidad como un área insegura. Las clases
medias se mostraron preocupadas por la expansión de la ciudad y sus efectos
en el medioambiente. En cuanto a las expectativas, manifestaron un ideal de
ciudad en la que los espacios permitirían la convivencia como elemento de
inclusión; recuperación de espacios, tranquilidad y disfrute. Respecto al
derecho a la ciudad, esta se representó como un escenario de libertades en
las que son indispensables el acceso al empleo, la educación y la salud
universales.
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2012
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Yahya, Hashemnia y Rouhi
|
Probaron que la actitud correlacionó con el consumo de productos
verdes (R2 = 0,457). La norma se relacionó con las actitudes (R2
= 0,48), las percepciones con las actitudes (R2 = 0,43) y el
consumo con las actitudes (R2 = 0,54).
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2013
|
Beck, Sinatra y Lombardi
|
Para los autores la percepción del conocimiento correlacionó con
la preocupación (r = 0,556), la responsabilidad (r = 0,443; p = 0,000) y la
preocupación con la responsabilidad (r = 0,528; p = 0,000) y con la
responsabilidad de difusión (r = 0,228; p = 0,000); la responsabilidad
personal con la enseñanza (r = 0,290; p = 0,000), las predicciones de los
estudiantes con sus conocimientos (r = 0,496; p = 0,000) y la responsabilidad
de enseñanza con los sentimientos de comodidad (r = 0,529; p = 0,000).
Establecieron diferencias entre estudiantes de ciencia, ingeniería, negocios,
salud, artes y educación (v Cramer = 0,0001) y la responsabilidad
(v = 0,000), sentimientos de confort (v = 0,000) y enseñanza (v = 0,000).
|
2013
|
Corral
et al.
|
Las
virtudes fueron configuradas por los factores de humanismo, justicia y
valoración (0,97; 0,98 y 0,94), mientras que el comportamiento sustentable
incluyó los factores de altruismo, pro-ecologismo, frugalidad y equidad
(0,63, 0,62, 0,79 y 0,74). Las virtudes de la humanidad determinaron el
comportamiento sustentable (β = 0,67). Hallaron
que las virtudes fueron configuradas por los factores de humanismo, justicia
y valoración (0,97, 0,98 y 0,94), mientras que el comportamiento sustentable
incluyó los factores de altruismo, proecologismo, frugalidad y equidad (0,63,
0,62, 0,79 y 0,74). Las virtudes de la humanidad determinaron el
comportamiento sustentable (β = 0,67).
|
2013
|
Corral
et al.,
|
Establecieron
mediante un modelo estructural [χ2 = 641,82 (201gl) p <
0,0001; BBNFI = 0,91; CFI = 0,92; RMSEA = 0,06] dos factores de primer orden
virtudes y conducta sustentable, que tuvieron una correlación positiva
(0,67), incluyeron tres factores (humanidad, justicia y moderación) de
segundo orden para el caso de las virtudes (0,97; 0,97; 0,94 respectivamente)
y cuatro (altruismo, pro-ecología, frugalidad y equidad) de segundo orden
para el caso de la conducta sustentable (0,63; 0,69; 0,79; 0,74).
|
2013
|
Corral, Tapia, Ortiz y Fraijo
|
Establecieron mediante un modelo estructural [χ2
= 641,82 (201 gl), p < 0,0001; BBNFI = 0,91; CFI = 0,92; RMSEA = 0,06] dos
factores de primer orden, virtudes y conducta sustentable, que tuvieron una
correlación positiva (0,67). Incluyeron tres factores (humanidad, justicia y
moderación) de segundo orden para el caso de las virtudes (0,97, 0,97 y 0,94
respectivamente) y cuatro (altruismo, proecología, frugalidad y equidad) de
segundo orden para el caso de la conducta sustentable (0,63, 0,69, 0,79 y
0,74).
|
2013
|
Cunsolo, Harper, Ford, Edge, Ladman, Houle, Blake y Wolfrey
|
Revelaron que el cambio climático se relaciona intuitivamente
con el bienestar y la identidad comunitaria. En ese sentido, sus
entrevistados atribuyen vínculos espirituales con su entorno. El bienestar se
asocia con las relaciones que los entrevistados fijan con su entorno y las
atribuciones hacia los elementos circundantes. La salud está representada por
la identidad y atribución que el entorno genera. Las emociones que se
desprenden ante el cambio climático son depresión, miedo, frustración,
devastación y estrés por las amenazas al equilibrio ecológico del ambiente y
la comunidad. En el caso de la depresión, la comunidad reportó una alta
incidencia en el consumo de sustancias adictivas e ideación suicida. Además,
el impacto se magnifica al considerar que las futuras generaciones sufrirán
aún más los efectos nocivos del cambio climático en su entorno comunitario.
Sin embargo, la comunidad también empezó a desarrollar estrategias de
cooperación orientadas a la prevención y protección civil. Se observaron
acciones resilientes de autocuidado y autogestión de la salud pública.
|
2013
|
Dasaklis
y Pappis
|
La literatura revisada atribuye una relevancia mayor al cambio
climático en los procesos productivos y administrativos. Principalmente en
cuanto al diseño de procesos y operaciones que reduzcan el impacto del cambio
climático sobre el entorno. Se trata de una responsabilidad ambiental
generada desde una agenda verde, pero establecida a partir de la minimización
de costos operativos.
|
2013
|
Fernández
|
El
monitoreo de competitividad se asoció positivamente con el número de cluster
(r = 0,62).
|
2013
|
Frías
y Corral
|
Establecieron
mediante un modelo estructural [χ2 = 197,15 (71gl) p <
0,001; BBNFI = 0,90; BBNNFI = 0,91; CFI = 0,93; RMSEA = 0,007; R2
= 0,67] a las características individuales de los delincuentes como las
determinantes de la conducta anti social (0,62). A su vez éstas últimas
fueron determinadas por la violencia familiar (0,42) y el ambiente social
(0,41). Las características individuales fueron conformadas por la ansiedad
(0,84), conducta opuesta (0,68), ADHD (0,85), depresión (0,67), desatención
(0,84), baja empatía (0,47) y bajo autocontrol (0,53) y la conducta anti
social incluyó la anti-socialización (0,76), agresión (0,99) y desviación
(0,98)
|
2013
|
García
|
Realizó
una búsqueda de fuentes periodísticas que cubrieron los conflictos
relacionadas con el servicio de agua potable en una demarcación de la Ciudad
de México y encontró la prevalencia de atribuciones a la mercadocracia.
|
2013
|
Orgas
|
El
turismo comunitario, a diferencia de otros tipos de turismo, es sostenible,
ya que resuelve las necesidades presentes mientras protege al entorno sin
comprometer las capacidades de generaciones futuras.
|
2013
|
Tapia, Corral, Fraijo y Durón
|
Establecieron mediante un modelo estructural [χ2
= 382,3 (243 gl), p < 0,0001; NNFI = 0,93; RMSEA = 0,003; R2 =
0,57] la predicción de la felicidad a partir del comportamiento sustentable
(0,17) y este a partir de la intención conductual (0,76). A su vez, el
comportamiento sustentable fue determinado por la conducta proecológica
(0,80), la frugalidad (0,66), la equidad (0,45) y el altruismo (0,41). Por
último, la intención fue influida por la indignación (0,26) y por la afinidad
(0,34).
|
2013
|
Vinneta y Maharaj
|
Para los autores la autotrascendencia se relacionó positiva y
significativamente con las actitudes hacia sí mismo (0,73).
|
2013
|
Wendling
et al.,
|
El
ingreso determinó las preferencias de acción ante el cambio climático (β
= 0,977; p = 0,000).
|
2013
|
Wendling, Attari, Carley, Krause, Warren, Rupp y Graham
|
Evidenciaron que el ingreso determinó las preferencias de acción
ante el cambio climático (β = 0,977; p = 0,000).
|
2014
|
Carreón
et al.,
|
Demostraron
que los conflictos hídricos están centrados en las condonaciones de pago y la
proximidad de los comicios locales como federales en México. Establecieron
criterios de análisis de contenido de notas de prensa respecto a los
conflictos hídricos vinculados a las elecciones locales y el apoyo a partidos
como a candidatos ecologistas.
|
2014
|
García
et al.,
|
Especificaron
un modelo de agenda sociopolítica para el estudio de la gobernanza de los
recursos y los servicios hídricos, así como la medición del consumo y el
cobro con aumento de tarifas.
|
2014
|
Longhurts
|
Las
culturas de movilidad sostenible se han desarrollado a la par de tecnologías
para la toma de decisiones que incluyen las rutas, los usuarios, los recorridos,
los tiempos y la seguridad en torno a uso de las ciclovías
|
2014
|
Vlassi
y Vlastos
|
evaluaron
la satisfacción e ciclistas respecto a las vías, los programas de subisidio y
los tiempos de recorrido, encontrando un alto porcentaje de usuarios de
ciclovías satisfechos con la experiencia, pero insatisfechos con la seguridad
|
2015
|
García
et al.,
|
Vincularon
el establecimiento de agenda con la gobernanza de los servicios hídricos en
una situación de escasez y desabastecimiento de agua reportada en la prensa de
circulación nacional. Demostraron la tendencia de una propaganda a favor de
la administración pública del agua, pero una gestión privada en cuanto a
yacimientos, bombeo y distribución.
|
2016
|
Galarraga
y Slover
|
Establecieron
la confiabilidad del Inventario Temporal de Zimbardo; pasado negativo (alfa
de 0,80), presente hedonista (alfa de 0,78) y presente fatalista (alfa de
0,63).
|
2016
|
García
et al.,
|
Las
representaciones sociales del tandeo consisten en emplazamientos para la
acción colectiva, la movilización social y la participación comunitaria en
torno al abastecimiento de agua, el consumo y pago del servicio.
|
2016
|
Lovelace
|
distinguen
dos ámbitos de utilidad de las políticas de movilidad centradas en las vías
para ciclistas; 1) la reducción de emisiones de carbono por el ahorro de
energéticos y 2) el impacto en la salud del usuario.
|
2016
|
Rana
et al.,
|
Llevaron
a cabo una evaluación de las ciclovías encontrando que en los países
desarrollados la mayoría de éstas cumplen con los requerimientos, pero en los
países emergentes prevalecen sistemas ineficientes e ineficaces para el
traslado, el tiempo invertido y la atención de accidentes.
|
2016
|
Román
y Cuesta
|
Revisaron
los estudios concernientes a la comunicación ambiental y establecieron como
temas centrales; acción mediática, periodismo ambiental, catastrofismo,
promoción de comportamiento proambiental, evaluación y planificación de
políticas de comunicación orientadas a la conservación ambiental.
|
2018
|
Amemiya
et al.,
|
Especificaron
un modelo para el estudio del desarrollo local sustentable con la finalidad
de complementar los marcos teóricos y empíricos relativos a la gobernanza y
los recursos hídricos, así como los servicios públicos, la participación
civil y la calidad de vida.
|
2018
|
Bustos
et al.,
|
Contrastaron
un modelo para el estudio de la gobernanza universitaria y la toma de
decisiones prospectivas, así como las relaciones concomitantes entre los
factores e indicadores de un modelo para el estudio del fenómeno en comento.
|
2018
|
García
|
Realizó
una especificación de un modelo de comportamiento sustentable a partir de
fuentes indexadas a repositorios internacionales, sugiriendo la inclusión de
variables socioculturales como normas, valors y habitus, así como variables
sociocognitivas como creencias, actitudes, percepciones e intenciones en
relación con variables comportamentales como el uso de tecnología.
|
2018
|
García,
Juárez y Bustos
|
Propusieron
el estudio de la gobernanza local para explicar las relacione asimétricas
entre gobernantes y gobernados con respecto a l administración de los
recursos y servicios públicos, así como de la participación en contiendas
electorales, instancia de mayor participación civil.
|
2018
|
Sánchez
et al.,
|
Estableció
el contraste de un modelo de responsabilidad social corporativa a partir de
una tipología de las culturas organizacionales y una lectura crítica de la
influencia de multinacionales en el desarrollo local sustentable.
|
2018
|
Sandoval,
Bustos y García
|
Especificó
un modelo de gobernanza de la sustentabilidad local con base en los niveles
de participación, negociación y responsabilidad orientados al emprendimiento
y la optimización de los recursos, así como a la innovación de los procesos.
|
Fuente:
Elaboración propia
En
el caso de la movilidad y el transporte público concesionado del Estado de
México se gestan habitus discursivos periurbanos respecto al tiempo,
espacio o seguridad vial. En tal sentido, el trabajo muestra la estructura
estructurante de prácticas vehiculares y peatonales para explorar sus disposiciones
ante el uso de microbuses, combis, taxis, mototaxis, bicitaxis, motonetas o
bicicletas para el transporte hacia la escuela. Los habitus discursivo
está indicado por valores agregados de entretenimiento con dispositivos
electrónicos, aunque tal síntoma supone una política de prevención de
accidentes orientada a universitarios (García, 2007).
La
teoría del habitus sostiene que la interacción entre los agentes no sólo
será simbólica y discursiva, sino práctica y solidaria ya que no son normas o
creencias que incidan en un proceso racional, sino más bien son ámbitos en los
que los agentes se insertan sin estar conscientes de ello, pero al mismo tiempo
se enriquecen al participar en un conglomerado de opiniones, acciones e
intenciones que pueden, en un momento dado, delimitar el mundo práctico de su
cotidianidad (García, 2008).
El
habitus periurbano a diferencia del citadino deviene de la marginalidad,
vulnerabilidad y exclusión, es contra el sistema de confort que los
practicantes del transporte son motivados a buscar empleo o suplir el que
tienen por otro que cambiarán mientras el salario persista como política de
control. Tal estructura define las prácticas y los discursos al mismo instante
en que éstas últimas le dan sentido al sistema de movilidad y tarifario
(García, 2011).
La
estructura del habitus periurbano consiste en ocho dimensiones desde las
cuales es posible anticipar la improvisación de acciones, empero resulta más
factible comprender los reductos por los que transitan esquemas heredados que
se diseminan en los usuarios del transporte público. Sólo se retoman ocho, pero
son inconmensurables ya que nuevas estructuras discursivas en torno a tarifas y
seguridad generan prácticas y símbolos asociados a la defensa del territorio,
la identidad o el arraigo que se diversifican aún más con las discrepancias
entre los usuarios y operadores, autoridades y concesionarios, transportistas y
conductores (Carreón, Hernández y García, 2014).
El
habitus es la conservación de estructuras del pasado que activan el
presente mientras interactúan con otras nuevas formas de existencia que les
permiten construir otros sistemas de esquemas prácticos los cuales seguirán el
proceso de reproducción y producción, estructuración y desestructuración de
disposiciones (García et al., 2013).
En
tanto arte de invención, el habitus encuentra su producción simbólica ya
no en la historia personal sino en las discrepancias que determinaron el estado
presente. El debate de lo heredado versus lo aprendido se cierne sobre los
primeros años de existencia, aunque no es del todo seguro que la práctica
discursiva esté fraguada de experiencias relativas al afecto, la innovación de
respuestas es una forma de gestión que puede relacionarse con el pasado, empero
es mayor su impacto si se le vincula con las acciones futuras ya que el habitus
sería una especie de estrategias que si bien no son instrumentos, cumplen la
función de ubicar y posicionar a los actores en un sistema público como el
transporte colectivo (Hernández et al., 2014).
A
menudo, los actores periurbanos quedan excluidos del sistema central hegemónico
y de su propia subjetividad ya que el habitus construido les impide posicionarse
en la periferia de sus locuras y les impiden adentrarse en la centralidad de
las lógicas dominantes. Los usuarios periurbanos están fuera del sistema
público y de sus propios deseos para incorporarse en la dinámica productiva de
símbolos y significados inherentes a las zonas de transición (García et al.,
2014).
Las
dimensiones en las que el habitus periurbano se desenvuelve como
innovaciones ante las situaciones de inseguridad y riesgo suponen los
accidentes y manifestaciones en el tránsito hacia la capital federal y su
retorno como práctica cotidiana y representación de movilidad en referencia a
la pasividad e identidad de quienes trabajan o estudian en su misma localidad
(Carreón et al., 2014).
El
habitus periurbano se desenvuelve en ocho ámbitos de movilidad y
pasividad que suponen la inclusión y exclusión de símbolos asociados a
prácticas discursivas relativas a accidentes, tráfico, tránsito,
manifestaciones, cortesías de traslado o valores agregados (García, 2011).
Sin
embargo, es ineludible asumir que el habitus en tanto respuesta
innovadora ante la distribución de recursos es sólo conciencia práctica que sin
más no pretende transformar lo establecido por las estructuras sociales, más
bien es un acto reflejo automático desde el cual los actores ni siquiera saben
que lo son, pero intuyen que podrían insertarse en determinadas esferas o
dimensiones para incorporar algunos de sus aspectos sin pretender con ello algo
menos que ocupar un vacío. “Es un tren que progresa y trae sus propias vías”.
Es decir, el pasado no influye más que el futuro en el presente del habitus
periurbano (García, 2008).
Desde
el habitus periurbano el tráfico es asumido como una circunstancia de
trayectos que son de origen impreciso y por ende dispersos, o bien, se trata de
estilos emergentes de conducir que tienden a una regularidad impuesta y
convencional (García, 2007).
Es
también el caso de las manifestaciones las cuales consideramos como acumulación
de discursos que operan en la práctica, aunque más que ninguna otra trae consigo
símbolos cuando menos de anarquía (Carreón, 2014).
Es
por el ello que las cortesías de sesión de tránsito son otro síntoma del habitus
periurbano que parece solidarizarse con quienes transitan de un mismo sentido a
otro, pero discrepan con quienes sólo bloquean o cruzan sin prevenir o
responsabilizarse de sus actos (Hernández et al., 2014).
Otro
indicador es el desplazamiento a vuelta de rueda como parte del repertorio de
respuestas ante las condiciones objetivas de la cotidianidad urbana. En el caso
de los accidentes, según lo establece el habitus urbano es una respuesta
improvisada a las estructuras de seguridad que operan bajo la lógica de la
prevención (Limón, 2017).
El
valor agregado de la movilidad periurbana está relacionado con las horas pico
ya no por la innovación práctica de construir discursos en redes sociales, sino
por la construcción de estilos periurbanos en los que la vida cotidiana parce
detenerse para no ser olvidada (Tun, García y Carreón, 2017).
Si
bien es cierto que el habitus periurbano es irreductible a las
dimensiones propuestas, es indispensable observar su emergencia puesto que el
diseño de una política de movilidad se llevaría a cabo desde la reactivación
del sentido objetivado sin excluir a los deseos subjetivos, pero incluyendo los
discursos intersubjetivos que se gestan en la interrelación de la periurbanidad
con la centralidad (García et al., 2013).
El
habitus periurbano está imbricado entre el tráfico y las manifestaciones
como elementos contrapuestos que implican a la seguridad vial con la movilidad
urbana y las innovaciones que de ellas emergen. Tal contradicción también se
observa en la relación entre manifestaciones y las cortesías de tránsito, así
como con el desplazamiento a vuelta de rueda. Se trata de disposiciones que
coexisten como respuesta a los problemas de movilidad, pero su pertenencia a
otros ámbitos hace suponer que el habitus urbano los atraviesa (Carreón,
2014).
Sólo
en el caso de los accidentes con el desplazamiento peatonal hay una suerte de
causalidad, aunque el habitus periurbano se aleje de toda prevención en
esta relación parece ser que activa una lógica de autocuidado por parte de los
actores. Por último, el valor agregado en las horas pico también hace pensar
que existen dimensiones concomitantes ante la improvisación de la movilidad
periurbana (García et al., 2015).
El
valor agregado es el indicador del habitus periurbano, empero contrasta
con la cortesía de ceder el paso, lo cual hace suponer que las disposiciones o
innovaciones pueden ser parte de normas y estilos prácticos improvisados.
También supone la convergencia de discursos con prácticas cotidianas que pueden
ser traducidas a innovaciones desde las cuales se genere un sistema de
respuestas frente al incremento de tarifas o accidentes (Carreón et al., 2014).
Buena
parte del traslado se consume en el tráfico y por ende encontrar valores
agregados diversifica las respuestas cotidianas que los actores construyen
frente a sus necesidades subjetivas y las estructuras laborales objetivas. En
este sentido, el habitus periurbano implica espacios discursivos y
prácticos de poder en los que los usuarios se apropian de los servicios
públicos como refugio ante la inseguridad, recurso de ingreso económico o
diseminación de emociones (García, 2008).
El
habitus periurbano parece ser una disposición latente que emerge cuando
sus estructuras intersubjetivas se relacionan con las estructuras objetivas de
traslado y los deseos subjetivos de movilidad (García, 2011).
Sin
embargo, el habitus periurbano, a diferencia del discursivo, supone la
improvisación de emociones derivadas, aunque se discute el proceso, del pasado
ya que la marginalidad, exclusión y vulnerabilidad son antecedentes históricos
de los estilos de movilidad y se materializan en discursos ante situaciones de
riesgo e incertidumbre (García, 2007).
Es
así como, el habitus periurbano trae consigo la historia colectiva de
los actores que se trasladan a la capital para laborar, estudiar o simplemente
diversificar sus actividades cotidianas. A pesar de que ello no incide
directamente en las respuestas innovadoras de los actores, el valor agregado de
la movilidad (escuchar música, mensajear o charlar) son síntomas de un habitus
que busca apartar a los actores de las estructuras objetivas mientras que aproxima
a los mismos a sus deseos subjetivos, aunque las preferencias sean resultado de
la intersubjetividad (Carreón et al., 2014).
Las
relaciones de apropiación, transformación y distribución de recursos y espacios
en su proceso de desarrollo incentivaron la diferenciación de las clases
sociales. A medida que las diferencias se exacerbaron, la segregación de los
espacios resguardó las diferencias transformativas al mismo tiempo que
enalteció las diferencias distributivas de los recursos, principalmente del transporte
público. Tal proceso confrontó a las políticas públicas frente a los estilos de
vida privilegiando las demandas del mercado (Hernández et al., 2014).
Una
participación comunitaria en cuanto al transporte interno supone un habitus
periurbano que atraviesa espacios y tiempos de traslado sin dejar una huella
que no sea ecológica sino simbólica en la vida cotidiana de las comunidades. Es
decir, el transporte público es sólo un instrumento o medio para lograr el fin
de trasladarse, aunque ello implique algunas prácticas tales como las del valor
agregado que por su grado de innovación son disposiciones más adquiridas que
heredadas porque contrastarían con aquellos símbolos y significados que las
generaciones anteriores construyeron en torno a su localidad y comparación a la
capital (García et al., 2015).
Por
último, en el establecimiento de agendas de discusión pública acerca de la
seguridad y el sistema de cobro, los accidentes son considerados como una
respuesta emergente ante conductores alcoholizados o que tienen la impericia
para provocarlos.
Método
Se
realizó un estudio no experimental, transversal, exploratorio, documental y
retrospectivo con una relección muestral no probabilística de fuentes indexadas
a repositorios líderes de México como Dialnet, Latindex, Redalyc y Scielo,
considerando el periodo de publicación de 1980 a 2018, así como la inclusión de
conceptos tales como: “movilidad”, “transporte” y “habitus”, (véase
Tabla 2).
Tabla
2. Descriptivos de la muestra
Repositorio
|
Movilidad
|
Transporte
|
Habitus
|
Dialnet
|
44
|
38
|
25
|
Latindex
|
35
|
28
|
16
|
Redalyc
|
26
|
15
|
9
|
Scielo
|
12
|
7
|
4
|
Fuente:
Elaborada con los datos del estudio
Se
procesó la información en una matriz de análisis de contenido, siguiendo la
técnica Delphi, la cual consiste en establecer un modelo identificando,
comparando e integrando variables esgrimidas en la literatura consultada.
Jueces expertos en la temática evaluaron los contenidos seleccionados (véase
Tabla 3)
ethos
(disposiciones éticas), 2) hexis (disposiciones corpóreas), 3) aisthesis
(disposiciones estéticas), 4) eidos (disposiciones lógicas).
Tabla
3. Construcción de la matriz de análisis de contenido
Categoría
|
Definición
|
Indicador
|
Medición
|
Interpretación
|
Eidos
|
Refiere
a disposiciones lógicas (Bustos, Ganga, Llamas y Juárez, 2018)
|
Datos
relativos a ideas, párrafos u oraciones de movilidad.
|
-1
0 información negativa, 0 = información desvinculada, +1 = información
positiva
|
Un
alto puntaje supone un habitus lógico
|
Aisthesis
|
Refiere
a disposiciones estéticas (García, Juárez y Bustos, 2018)
|
Datos
relativos a mensajes no verbales de movilidad.
|
-1
0 información negativa, 0 = información desvinculada, +1 = información
positiva
|
Un
alto puntaje sugiere un habitus estético
|
Ethos
|
Refiere
a disposiciones éticas (García, 2018).
|
Datos
relativos a formas y contornos de movilidad.
|
-1
0 información negativa, 0 = información desvinculada, +1 = información
positiva
|
Un
alto puntaje implica un habitus ético
|
Hexis
|
Refiere
a disposiciones corpóreas (Quintero, García, Rivera, Sandoval, Figueroa y
Molina, 2018)
|
Datos
relativos a la movilidad sin tecnología.
|
-1
0 información negativa, 0 = información desvinculada, +1 = información
positiva
|
Un
alto puntaje alude a un habitus corpóreo
|
Fuente:
Elaboración propia
Resultados
Una
representación de los ejes y las trayectorias de las relaciones entre los
factores esgrimidos en el estado de la cuestión puede realizar en un modelo
(véase Figura 2).
Figura
2. Especificación de un modelo para el estudio del habitus de movilidad
Fuente:
Elaboración propia
Los
habitus de movilidad urbana, indicados por las ethos, hexis,
aesthesis y eidos suponen un escenario de exclusión de las
disposiciones que distinguen el traslado de la periferia a la centralidad, así
como de la centralidad a la periferia. Se trata de disposiciones en contra o
favor de la incertidumbre, el riesgo, la inseguridad y la amenaza que supone la
interrelación entre usuarios de transporte contaminante o alternativo de cero
emisiones (hipótesis 1).
Por
su parte las ethos, en tanto disposiciones éticas al transporte
particular emisor de CO2 o el transporte alternativo de cero
emisiones supone decisiones y acciones a favor de un modo de transporte,
considerando la huella de emisiones (hipótesis 2).
En
los casos de las hexis, entendidas como expresividades, éstas son
comunes entre quienes provienen de la centralidad o la periferia siempre que
prevalezca una política de exclusión al transporte expulsor de emisiones de CO2,
o bien, un subsidio al transpporte de cero emisiones. Respecto a las aesthesis,
o apreciaciones estéticas del traslado o la movilidad, se asume que prevalece
el confort en la centralidad y la autodefensa en la periferia,
independientemente del transporte y su expulsión de emisiones (hipótesis 3).
Precisamente,
es en las eidos o lógicas de traslado y movilidad que el transporte de
cero emisiones reflejará las disposiciones a favor de la conservación del
entorno, o bien, las disposiciones a favor del interés personal sin considerar
las capacidades de las demás generaciones actuales y futuras (hipótesis 4).
Discusión
El
aporte del presente trabajo al estado de la cuestión radica en el
establecimiento de cuatro supuestos en torno a los cuales se explican las
relaciones de dependencia entre los factores esgrimidos en la revisión de la
literatura. Se trata de las ethos, hexis, aesthesis y eidos
que explican la aversión o la propensión al uso del transporte de cero
emisiones, el uso de las ciclovias o rutas peatonales.
Sin
embargo, la selección intencional de la información, así como el tipo de
análisis de su contenido limitan la aplicación del modelo a un contexto de
movilidad de la periferia a la centralidad y de ésta a la periferia. Se
requiere extender la búsqueda de información a repositorios internacionales
como Ebsco, Copernicus o Scopus, así como la profundización del análisis
mediante una técnica más sofisticada como la minería de textos.
Tal
recomendación permitirá contribuir a los marcos teóricos, conceptuales y
empíricos, los cuales han explicado los habitus de movilidad, pero en
función de las diferencias y las similitudes entre la periferia y la
centralidad. Será posible abordar la problemática de movilidad, los riesgos que
supone y el uso del transporte de cero emisiones como temas centrales de la
agenda de la literatura consultada, así como del contexto local que explican.
La
literatura concerniente al habitus en general y al ethos, hexis,
aesthesis y eidos de movilidad en particular, destacan la
importancia de considerar a las disposiciones como un proceso de adquisición de
dispositivos sociales compartidos entre el grueso de los usuarios de
vialidades, ciclovías, puentes o banquetas, pero sólo distinguibles a partir
del grado de inseguridad.
Tun,
García y Carreón (2017) y Limón et al., (2017) plantean que el habitus
de movilidad estructura una identidad del usuario y ésta determina sus
diferencias y similitudes en función de las demandas o barreras del entorno. Es
decir que, si una urbe es violenta, entonces generará capacidades de movilidad
preventiva y ofensiva en la periferia más que en la centralidad, o bien, la
formación civil supondrá mayores conductas de riesgo en el transporte público.
El
presente trabajo más bien apuesta por una integración de los contextos,
identidades y sistemas relativos a la movilidad y el transporte en el que se
observen los indicadores de ethos, hexis, aesthesis y eidos
con la finalidad de establecer las coordenadas y trayectorias de relaciones
entre éstos factores y así poder analizar las diferencias y similitudes entre
usuarios, políticas y sistemas.
Por
lo tanto, un estudio relativo a la comparación de grupos de usuarios, sistemas
de transporte y políticas de movilidad supondrá el develamiento de patrones de
uso y apropiación del espacio público, seguridad e identidad en torno a ciudades
que promueven la sustentabilidad.
Conclusión
El
presente trabajo especificó un modelo para el estudio del habitus de movilidad,
considerando los marcos teóricos y empíricos de 2000 a 2018, aunque el tipo de
estudio documental, el tipo de muestreo intencional y el tipo de análisis e
contenido limitan la implementación del modelo a la muestra informativa,
sugiriendo la inclusión de otras variables relativas a las espacialidades y las
capacidades que complementarían los alcances del modelo.
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