Revista Nº34 "TEORÍA POLÍTICA E HISTORIA"

 

 

Fuerzas Armadas de Argentina: Retorno a un viejo debate sobre la Defensa Nacional y la Seguridad Interior. La paradoja de reubicarse en la escena regional y mundial actual o hacer caso a las peticiones de los “nacionalistas raros”.

 

                                             Prof. Lic. Esteban A. Amoretti (1)

 

Resumen

En el siguiente paper analizamos el estado, rol y funcionalidad de las Fuerzas Armadas de Argentina.

Abstract

In the following paper we analyze the state, role and functionality of the Armed Forces of Argentina.

 

1-

Al momento de pensar la escritura de estas palabras muchos lectores se preguntarán: ¿Otra vez un artículo sobre Defensa Nacional? ¿No se da cuenta que las prioridades de una nación son otras, como la salud y la educación? ¿No se cansa de insistir en cuestiones perimidas en estos tiempos?

A todos ellos, les responderemos que no solo no me canso de ello, ni me cansaré en lo mediato de preocuparme sobre los interés estratégicos de mi país, ya que considero que son vitales para los tiempos futuros amenazantes que se avecinan, ni porque tampoco puedo ni pretendo disimular la honda convicción de ello, y de esa forma, animarme a pensar en sistemas integrales de Defensa Nacional, del cual Argentina carece, pudiendo expresar así una real preocupación por el futuro de todos mis connacionales.

Muchas veces necesitamos encontrar “chivos expiatorios” para reelaborar hipótesis, rever programas académicos o posturas ideológicas en ciertas temáticas que hacen a la vida pública de una nación que se sostiene en la autodeterminación soberana y pretende vivir libremente en su territorio nacional.

El caso reciente de la desaparición y muerte de los 44 tripulantes del submarino ARA San Juan hace ocho meses, los conflictos cotidianos sobre criminalidad, seguridad pública (o ciudadana), narcotráfico, nuevas amenazas terroristas, tomas de terrenos y usurpación de propiedad pública y privada, entre una interminable lista de preocupaciones estatales que hacen al estudio de la cuestión, me llevan a escribir esta reflexión mentada.

 

2-

Repensando intelectualmente la pasada década argentina, uno no puede dejar de recordar a Karl Marx cuando advertía que la historia suele darse primero como tragedia y luego como farsa. Y continuando con los disparadores de este nuevo escenario que se nos presenta líneas arriba mencionado, no cabe duda en pensar una razón argumental que ponga (como abogado del diablo) a contrastar en blanco y negro la fase de tragedia. No obstante, muchos intelectuales de gran talla y otros de no tanta, le dedicaron varios artículos a la temática de la utilidad y el papel de las Fuerzas Armadas argentinas, con una postura argumental que la mayoría de los “bien pensantes” intelectuales champagne de corte “nacional y popular” o como denomino, “nacionalistas raros”, refuerza.

De más está decir que la tragedia del submarino San Juan y sus 44 tripulantes actuó seguramente como disparador para volver a la carga con el tema, como expresé anteriormente, un hecho gravísimo que no ha evidenciado en real dimensión la perversidad de un sistema perimido y reaccionario en detrimento de la vida de los hombres que día a día dan con su suerte para salvaguardar los destinos de la nación.

Estos lineamientos argumentales irritan a la izquierda progresista, que paradójicamente tienden a ver con buenos ojos el debilitamiento del Estado frente a grupos y facciones, y que estos hechos, -y sobre todo el de la desaparición del submarino en particular- hayan ejercido de catalizador, ya que hasta ese momento no se hablaba mediáticamente del deterioro de las Fuerzas Armadas argentinas, y como la mayoría de los temas importantes, si no pasan por los medios masivos de comunicación, no existen.

Porque pareciera que aquí no hubieran existido en el pensamiento revisionista hechos que hagan resaltar lo nacional, ya sea para cuidar los intereses de los sectores dominantes o simplemente para continuar con la línea de respeto de la institución militar que nació con la Patria en 1810.

Caso de ello, cristalizar la “amnesia histórica” que representa olvidar que el general Juan Domingo Perón puso el nombre de su camarada de armas, el general Julio Argentino Roca, a la línea de trenes que recorre el sur argentino. Como tampoco, olvidar la contundencia de las políticas de otro icono de lo nacional y popular como fue Hipólito Yrigoyen durante la agitación en la Patagonia.

En la última década transcurrida, la situación presupuestaria y organizacional de nuestro instrumento defensivo solo tendió a deteriorarse más y más. Todo ello en un contexto de indiferencia de las élites políticas y sociales. De ahí la finalidad de interrogarnos acerca de la razón de ser o la utilidad real de las Fuerzas Armadas argentinas, bajo un nuevo escenario multidimensional de nuevas amenazas mundiales.

Luego de hacer un recorrido académico sobre el papel histórico que muchos “nacionalistas raros” han tenido de los militares como mastines de los sectores acomodados y poderosos de nuestro país, la derrota de Malvinas, la ausencia de hipótesis de conflictos regionales, sus falencias materiales que los hace impotentes frente a ataques de vecinos y potencias (extra)regionales, etcétera, llegan en reiteradas ocasiones a la conclusión de que lo mejor sería terminar con estas instituciones y utilizar su presupuesto en otras áreas como salud,  educación, etcétera. También consideran un contrasentido que nuestros conciudadanos que tienen como profesión y vocación lo militar, puedan defender los recursos naturales y estratégicos de la Argentina. Tanto por su falta de equipamiento como por pertenecer a instituciones no ligadas a los grandes intereses populares sino al capital concentrado y transnacional. Asimismo, reconocen que el mayor proceso de desguace (festejado) de las Fuerzas Armadas se dio durante el gobierno neoliberal y pro Estados Unidos de Carlos Menem. El comienzo de la paradoja.

 

3-

Analizar y leer los artículos académicos, papers y notas periodísticas nos llevó a pensar en un primer momento, que se iniciaba un debate en donde desde los más diversos sectores políticos e ideológicos se desencadenaría una catarata de argumentaciones y datos descalificándolos o ponderándolos. Ergo, estaban terminando dos décadas de absoluto descuido de la cuestión de la defensa como política de Estado y luego de tanto tiempo podríamos comenzar a pensar estos temas sin la omnipresencia de los horrores que vivió la Argentina décadas atrás.

Sumaba a  la paradoja que el disparador de un debate de esta naturaleza no haya sido activado por gente centrista o de derecha, sino por un hecho real que devino en tragedia nacional, y que evidenció la decadencia de un sistema perimido, que habla y desnuda  la decadencia de la sociedad argentina en forma integral.

Los medios de prensa y formadores de opinión que usualmente son encasillados, con o sin razón, como ligados al establishment político y económico tampoco le dieron mayor trascendencia al tema. Ni que decir marchas, cacerolazos, apagones y cortes de calles que son desde hace una década un instrumento tan caro a los sentimientos argentinos frente a temas como aumentos tarifarios, corralitos bancarios, disputas por retenciones agropecuarias, internas sindicales o piqueteras, despidos en fábricas, etcétera. Desde ya que esto no lo esperé en ningún momento, pero uno ya tiene el reflejo de que cualquier malestar individual o sectorial se transforme rápidamente en un espectáculo y un drama televisivo para llegar a influir sobre, como diría Giovanni Sartori, el "homo videns", y de paso tomar conciencia sobre lo que acontece seriamente.

Como sea, estimamos que hay que poner el tema de la Defensa Nacional en el tapete. Paradójicamente, la ayuda para pensar y debatir sobre estos temas claves para cualquier país viene del sector menos esperado o en el momento menos pensado, lo que debería en cierta medida avergonzar a los que estamos en esa vereda, o nos sentimos con un pensamiento ligado a visiones más convencionales del mundo.

Actitudes diversas refrendadas bajo esta óptica en la región, y comandadas por líderes políticos de diferentes cosmovisiones, nos hacen pensar en Lula da Silva, que ha lanzado el más importante programa de reequipamiento militar del último medio siglo en Brasil; Michelle Bachelet, que ha continuado con la potenciación de las capacidades bélicas de Chile, luego de haber estudiado temas estratégico-militares en Chile y en los Estados Unidos, y de haber perdido a su padre en manos de la represión y haber padecido ella misma sus efectos; Tabaré Vázquez, que decidió adquirir cuatro mil fusiles de asalto austríacos de última generación y material bélico ruso y estadounidense. Estos ejemplos hacen repensar la postura argentina.

En otros continentes, como el África, el propio Nelson Mandela impulsó como presidente una potenciación de las Fuerzas Armadas sudafricanas y de su industria de defensa. Ni que decir de los bolivarianos Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa, cercanos ideológicamente a los “nacionalistas raros”, que han incrementado los gastos en defensa y buscaron potenciar militarmente en puestos claves del gobierno y de empresas estatales a los hombres de verde.

Resulta llamativo que casi ningún país de la región y del mundo, con gobiernos de izquierda o derecha, no se haya dado cuenta de la viabilidad de no tener Fuerzas Armadas. La Argentina siempre es la excepción a la regla.

Son el mismo Ejército y la Marina los que dieron a figuras como Enrique Mosconi, Manuel Savio y Juan Perón. Y con ellas, ideas y proyectos que no parecieron seguir los dictados de poderes foráneos.

Una revisión de los libros y los estudios británicos sobre la guerra de Malvinas no reflejaron un paseo ni mucho menos (“It was no picnic”). Más de 250 muertos, seis buques hundidos, media decena averiados de consideración. Recientemente, la prensa británica afirmaba que en menos de dos meses de operaciones en Malvinas hubo más muertos y heridos británicos que en casi una década de enfrentamientos en Irak.

Cabe conocer o hablar con oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas para ver gente profesional, con múltiples misiones en el exterior y valorados por su trabajo en Chipre, Haití, Kosovo, la frontera entre Ecuador y Perú.

Al desfile militar en La Matanza, en el 2004, fueron centenares de miles de personas. Tal vez por eso mismo se discontinuó esta práctica, que el actual gobierno de Mauricio Macri retomó. También son masivas las concurrencias a las jornadas de puertas abiertas que organizan la Armada en el Apostadero Naval o la Fuerza Aérea en el Palomar.

Algunos de los mayores reequipamientos militares los han hecho presidentes democráticos como Alvear en la década del veinte y Perón, en 1974.

Las tragedias que no son farsas en este país, han hecho poner el tema del rol de las FF. AA. en el tapete nuevamente e intentar, afortunadamente de manera contundente, provocar a los sectores centristas y derechistas que tendrían que ser más amistosos hacia las Fuerzas Armadas, -y que hoy están en el gobierno-, para poder abrir el debate pospuesto por largos lustros. Nunca se pudo tapar el sol con una mano.

Sacar una radiografía, o mejor una tomografía, de la desidia y el desinterés de muchos que dicen valorar el papel de las Fuerzas Armadas en el destino del país, conduce a estas provocaciones que la “izquierda” ha evidenciado en su argumento con grandes contradicciones. “Nacionalistas raros” que mandaron durante mucho tiempo, y decían querer a la Patria son tan responsables de la situación de las instituciones militares como los gobiernos anteriores y el gobierno actual. Aquí nadie se salva. Es hora de pensar para que sirven las FF.AA. argentinas hoy, como nos son útiles, que intereses y acciones van a proteger y efectuar, donde van a operar, cuales son los recursos con los cuales van a contar, son algunos de los interrogantes que vamos a conocer en pocos meses a esta parte.

 

4-

El decreto 683 que deroga y reforma el decreto 727 del año 2006 de la Ministra de Defensa Nilda Garré, y que daba el marco general para el empleo de las Fuerzas Armadas, plantea un nuevo escenario legal más acorde a lo que se ha estado observando en las políticas de esta cartera en los vecinos de la región, sobre todo en los casos dramáticos de Brasil y México, quienes sufren el escarnio del narcotráfico y el crimen organizado en materia de seguridad interior publica ciudadana

Básicamente es un regreso más fiel a la letra y el espíritu de las dos leyes nacionales que con amplísimo consenso sancionó el Congreso durante los gobiernos de los presidentes Raúl Alfonsín y Carlos Menem. Con un fuerte sentido común, estas preveían el empleo de las Fuerzas Armadas como respaldo logístico y operacional de las Fuerzas de Seguridad y policiales, en el caso de que fuesen sobrepasadas por los actores no estatales, que irrumpieran en detrimento de la seguridad y la soberanía de la nación.

Dado que nuestro país cuenta con tres fuerzas federales dotadas de buenas capacidades humanas y materiales, el recurso a los militares fue visto y es visto como algo puntual y como última instancia en lo que hace al empleo de su fuerza. El decreto 727 del 2006 asumía una postura centrada exclusivamente en el empleo de la fuerza militar en caso de que hubiese un ataque por parte de un Estado nación. O sea, enemigos con bandera, himno nacional, uniforme y asiento en las Naciones Unidas. Un mensaje no precisamente amigable para nuestros vecinos.

Más aún, con la retórica de la “gran patria bolivariana” imperante en los años del “giro a la izquierda”, el contra-argumento podría haber sido que las hipótesis de conflicto no eran Brasil, Chile, Paraguay, Bolivia y Uruguay, por solucionarse los conflictos a partir de la creación de organizaciones conjuntas como Mercosur, Celac o Unasur, post finalización de las dictaduras militares en el Cono Sur,  sino el Reino Unido por Malvinas o una invasión de los Estados Unidos ansiosos de controlar nuestros recursos naturales. De ser así, no se potenció ni el poder naval, ni el poder aéreo, ni el misilístico, para un eventual choque con estas potencias militares.  En el caso de que nuestra hipótesis de conflicto interestatal westfaliano del decreto del 2006 haya sido Washington, no se tomó ningún recaudo para transformar a nuestros militares en fuerzas irregulares especializadas en guerra asimétrica para hacer frente al mejor estilo VietCong o talibanes, a la abrumadora maquinaria bélica convencional de los Estados Unidos. Ergo, palabras que no se transformaron en hechos concretos. “Nacionalismo raro” este sin dientes ni garras.

 

5-

Sí podemos reconocer, que el Decreto del año 2006 fue coherente y funcional al acercamiento acelerado y creciente a la izquierda que un caudillo peronista provincial tradicional como Kirchner, con óptima relación con los militares de Santa Cruz durante sus gobernaciones, decidió implementar a partir del 2003 pero en especial desde el 2005 -choque con Bush mediante en Mar del Plata y Chávez y sus petrodólares comprando bonos argentinos-. Momento este, donde debía consolidar su autonomía política y concretar una ruptura con el ex Presidente Duhalde, quien lo ayudó de manera decisiva a llegar al poder. En otras palabras, coherente con las necesidades de política doméstica del momento.

El nuevo decreto 683 de la administración Macri, se mantiene de manera ortodoxa dentro del marco dado por las leyes antes mencionadas. Lo que sí cambia es la barrera pétrea al eventual empleo de las capacidades de las Fuerzas Armadas en tareas de apoyo frente a actores no estatales presente en el decreto firmado hace 12 años. No obstante, durante su vigencia en el anterior gobierno se llevaron a cabo acciones en el Escudo Norte (2) y Fortín II (3), en las que las Fuerzas Armadas y en especial el Ejército actuaron colaborando con las Fuerzas de Seguridad en materia de lucha contra el narcotráfico y otras actividades delictivas de actores no estatales.

Sin duda, desde el regreso al orden constitucional, en 1983, la dirigencia política argentina ha desarrollado un plexo normativo amplio y detallado en el área de la defensa nacional y seguridad. Con grandes consensos parlamentarios, se votaron leyes relevantes en 1988, 1992, 1998 y 2001. En el 2006, el decreto 727 y ahora el nuevo 683 que reglamenta la ley de defensa nacional. Que, como vimos, se adapta más a los estándares que tienen la mayoría de los países del mundo, entre ellos, nuestros vecinos de la región sudamericana. Incluyendo los autodenominados "bolivarianos". Desde ya, sin caer en casos extremos como la abierta y activa intervención militar en la vida política y económica de Venezuela. Es llamativo, si bien comprensivo por la presencia de filtros ideológicos y dobles estándares, que algunos sectores políticos y académicos argentinos que son fóbicos a cualquier cosa que esté relacionada con las Fuerzas Armadas argentinas mantengan un ensordecedor silencio con lo que ocurre en este plano en el país caribeño.

En otras palabras, si en algo hemos invertido en el campo de la defensa, es en normas, papeles, tinta, palabras y seminarios. La gran tarea pendiente es ir a lo concreto y material. Un paso no menor para los gobernantes y la sociedad argentina de los próximos 10 años.

En los últimos meses se ha escuchado, desde sectores políticos e intelectuales opositores, o al menos no afines al Gobierno, un amplio conjunto de advertencias sobre lo que hace y o lo que querría hacer el oficialismo en materia de defensa y seguridad. Veamos algunas de ellas: "El Gobierno no informa, ¿esconde algo?", "¿Cambiar la defensa por decreto es lo correcto?" (Se olvidan que el anterior también era un decreto que no pasó por el Congreso) y "anteriores gobiernos no politizaron ni involucraron a los militares en inteligencia interior" (ni hace falta remarcar lo endeble de esa afirmación). También, que el Gobierno debilitaría la capacidad de disuasión contra enemigos estatales y que la Justicia militar ampararía abusos de los militares argentinos que violen otra vez los derechos humanos en las tareas que supuestamente les asignen. Parece que los que argumentan en este sentido no se han interiorizado mucho de los cambios legales en esta materia en las últimas décadas.

Desde ya, todo lo anterior lleva a estos sectores a alertar que esta administración desprofesionalizaría a los militares y que en el fondo el presidente Macri desde siempre quiere a las Fuerzas Armadas en seguridad interior. Pero que no lo logra, por la resistencia de los partidarios de la Unión Cívica Radical (UCR) de Cambiemos, fuertes y activas ONG, y una sociedad civil alerta y participativa. ¿También asumen que los militares se preguntan para qué estos cambios? Desde ya no podía faltar el fantasma acerca de que, frente a un ajuste muy duro para el pueblo, estas reformas en el campo de la defensa apuntarían a enfrentar eventual malestar popular. Asimismo, se incluye el supuesto alineamiento de Macri con Estados Unidos, lo cual deriva, según ellos, en aplicar su agenda en lucha contra el terrorismo y el narcotráfico. Todo ello abriría la puerta al regreso de la hipótesis del enemigo interno.

Frente a este torrente de críticas, alertas, advertencia y pronósticos, ¿cómo debería reaccionar la administración actual? En primer lugar, asumir que ese cúmulo de normas y arquitectura legal que se ha venido haciendo desde 1983, si bien meritoria y suponemos que bien intencionada, se ha visto acompañada por más y más deterioro, y hasta el colapso de las capacidades disuasivas del país. En otras palabras, sus medios aéreos, navales y terrestres. En el barrio, sería algo así como "todo muy lindo en los papeles, pero en la cancha se ven los pingos". En otras palabras, un debate desconectado de la realidad cotidiana en lo material y en lo anímico de las Fuerzas Armadas. Sin duda, uno de los escasos sectores sociales de la Argentina que en los últimos casi treinta años no ha movido un dedo para provocar inestabilidad institucional. En el año 2001 no se lo ha visto aparecer por ningún lado. Ya no existe el partido militar, no hay que agitar fantasmas que han desaparecido, eso terminó en los años 1990.

La realidad es que las capacidades reales del enemigo dependen del calibre de las armas y de la doctrina de combate de los actores que desafían al Estado. Si los narcotraficantes están dotados de fusiles de asalto, granadas, ametralladoras, camionetas blindadas, submarinos, sofisticados equipos de comunicación, miras térmicas, etcétera, difícilmente sea un tema policial. Así, como si la intención dista de ser un hecho delictivo que busca el lucro, sino que tienen como norte tomar el poder o condicionar las decisiones legítimamente elegidas por el pueblo, seguramente dejará de ser también un evento policíaco.

Finalmente, y no por ello menos importante, asumir que la dirigencia argentina, tanto el oficialismo como los sectores de oposición con sentido de responsabilidad republicana, se deben un ejercicio básico y fundamental. Pensar y poner en blanco sobre negro cuáles son los intereses nacionales vitales y de largo plazo de la Argentina.

Solo a partir de allí y no exclusivamente tratando de pensar la Defensa Nacional a partir de las amenazas más o menos de moda en debate académico y político, ni con la mirada puesta en un espejo retrovisor de 40 años atrás, se podrá dar un salto cualitativo, realista y con consensos básicos y profundos, que vayan más allá de los papeles y los grandes rótulos.

 

Referencias

(1) Profesor y Licenciado en Ciencia Política (UBA).

(2) El Operativo Escudo Norte es un plan del Estado argentino para combatir el narcotráfico, la trata de personas y el contrabando en el norte de Argentina.​ Con el propósito de controlar los espacios aéreos, terrestres y fluviales de las provincias del norte argentino, las fuerzas de seguridad y armadas despliegan sus aviones, helicópteros y radares. Fue creado en 2011 por el entonces gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, coordinándose con el Operativo Fortín iniciado en 2007. Para combatir, la Gendarmería Nacional, la Prefectura Naval, el Ejército y la Fuerza Aérea Argentina aportan efectivos, equipos, radares, vehículos, aviones y helicópteros. Las FF.AA. podían informar cualquier ilícito que vieran, pero por aplicación de la Ley de Defensa Interior no podían detener sospechosos ni derribar aviones.​ En enero de 2016 el presidente Mauricio Macri habilitó a la Fuerza Aérea Argentina a intimidar, advertir y derribar aviones narco de ser necesario

(3) En julio de 2011 es creado este complemento del Operativo Fortín, en el marco del lanzamiento del plan "Escudo Norte" de las Fuerzas de Seguridad. Coincidió con la instalación del radar primario Radar Alcance Medio Experimental 3D (RAME), fabricado por la empresa INVAP, en el Aeropuerto Vicecomodoro Ángel de la Paz Aragonés de Santiago del Estero. Los radares RASIT se desplegaron en las provincias de Jujuy, Salta, Formosa, Chaco, Corrientes y Misiones, cubriendo la frontera y las principales avenidas de aproximación identificadas por Gendarmería Nacional Argentina de Tránsitos Aéreos Irregulares.

En agosto de ese año, un helicóptero Ecureuil de la Gendarmería Nacional colisionó en el aire con un avión Cessna 210 (de matrícula paraguaya) en tránsito aéreo irregular detectado por el RAME del Aeropuerto Vicecomodoro Ángel de la Paz Aragonés, el cual fue sorprendido despegando de una pista clandestina en la Provincia de Santiago del Estero, cerca de Pampa de los Guanacos. Ambas aeronaves aterrizaron de emergencia, resultando el helicóptero destruido por los daños y sus tripulantes ilesos. Aviones IA-58 Pucará del Grupo 3 de Ataque DE la FAA sobrevolaron el área y detectaron el avión irregular en tierra (el cual tenía un cargamento de marihuana), habiendo escapado su piloto.​

En septiembre de 2011, los Centros de Vigilancia de Resistencia y Posadas fueron inspeccionados por el Ministro de Defensa Arturo Puricelli y el entonces Jefe de la Fuerza Aérea Normando Costantino. A fines de octubre comenzó a funcionar un radar MET-5 en la localidad formoseña de Las Lomitas.

Durante septiembre de 2012, un interceptor Mirage obligó a descender al aeródromo de Añatuya, en Santiago del Estero, a un bimotor Piper PA-31 Navajo que volaba sin autorización. Luego del operativo policial desplegado, se constató que no se trataba de un caso de tráfico de estupefacientes, sino de donaciones para una fundación local.​ Los relevos de escuadrones aeromóviles se realizaban aproximadamente cada 30 días. El 31 de diciembre de 2015 expiraron los planes Fortín y Fortín II