RESUMEN
El
presente trabajo observará brevemente el problema de la globalización y las
barreras que provocan los países más desarrollados que impactan en la región
de Latinoamérica. Actualmente, son tres los rasgos
estructurales más importantes que tipifican la homogeneidad de los países de
América Latina y el Caribe desde el punto de vista económico, social y
político.
ABSTRACT
This
paper will focus briefly on the problem of globalization and barriers imposed
by developed countries that affect Latin American region. At present, three
main structural features configure economic, social and political homogeneity
of Latin America and Caribe.
ÍNDICE
1.
Introducción……………………………………………………………………
2
2.
América Latina,
desarrollo y capital humano…………..……………..…… 2-6
3.
Los gobiernos de
izquierda latinoamericanos y la transición hacia la industrialización
exportadora.……………………………………………..… 6-8
4.
Conclusiones y
prospectiva……………………………………...……….…… 8
Referencias
bibliográficas…………………..……………………………….… 9
El proceso de integración
y la situación económica actual de América Latina
Por: Clayson Cosme Da
Costa Pimenta
1. Introducción
Actualmente, son tres los rasgos estructurales más importantes que
tipifican la homogeneidad de los países de América Latina y el Caribe desde el
punto de vista económico.
Por un lado, el peso determinante del sector primario-agropecuario
en la estructura económica de la población activa y el hecho de
que se trata de economías fundamentalmente exportadoras de productos primarios,
lo que no permite un despegue industrial potente y acentúa el rol de estos
países como productores de materias primas (commodities).
Por otro lado, el bajo nivel de vida de sus poblaciones, que
tienen altas tasas de paro y problemas de analfabetismo y pobreza severa, entre
otros. Este factor no sólo tiene relevancia económica sino importantes
implicaciones sociales, siendo un elemento explicativo de la desigualdad.
Por último, y no menos importante en el marco de una economía
mundial globalizada, el hecho de que la región aún no se han insertado
plenamente en la economía del conocimiento.
En el artículo se abordan en
primer lugar los retos que supone el hecho de que el nivel de vida de las
poblaciones de América Latina y el Caribe sea aun relativamente bajos, ya que
supone un serio obstáculo para el desarrollo del capital humano propio. Además,
se pone de manifiesto como la brecha digital todavía existente entre los
Estados latinoamericanos y el conjunto de los países más desarrollados opera
igualmente como un auténtico freno para el crecimiento, el desarrollo y la
cohesión social.
Posteriormente, se presentan las
propuestas recientes de algunos gobiernos de América Latina para abordar el
reto del desarrollo de la región, que pasan principalmente por el cambio del
modelo exportador y el fomento de una mayor integración regional.
Por último se presentan las
conclusiones principales así como las propuestas de futuro que se derivan de
las mismas.
2. América Latina, desarrollo y
capital humano
En la actualidad,
el entorno universitario latinoamericano se inserta en una región que cuenta
con los índices de mayor desigualdad social en todo el mundo, tal y como
confirman los datos de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de 2006 y de otros años,
teniendo en cuenta variables tales como la cobertura universitaria, el
potencial humano, el retorno universitario, el gasto por estudiante
universitario, la estructura de las titulaciones universitarias, la formación
de los doctores, la calidad general del sistema educativo y los rankings universitarios
a escala mundial.
Con respecto a los recursos y las capacidades que posicionan
a América Latina como región competitiva en la comunidad científica
internacional, el primer elemento que interesa destacar por su relevancia en lo
tocante al desarrollo y crecimiento es el conjunto de indicadores empleados
para la evaluación de la actividad científica.
Siguiendo a Sánchez (2009), estos indicadores se subdividen en
tres vectores: los recursos económicos dedicados a la ciencia y la tecnología,
los recursos humanos dedicados a la investigación y el desarrollo y, en último
término, los indicadores de resultados y la producción científica. En el primer
caso, la inversión en I+D para América Latina y el Caribe alcanzó 27 mil
millones de dólares en 2004 y los 60 mil millones en el 2013, con un
crecimiento del 126 % (Sánchez, 2015); crecimiento que ha posibilitado un incremento
de la inversión en esta esfera tan importante para el desarrollo económico con
un mayor ritmo de crecimiento que el registrado por Estados como Canadá,
Francia, Alemania o EE.UU. En cualquier caso, al margen de los esfuerzos
realizados para aumentar la inversión en I+D, la aportación de América Latina a
la inversión mundial continúa siendo baja. En concreto, durante el período
2002-2011 representó el 3 % del total mundial invertido. A
nivel global, la inversión en I+D alcanza 2,1 % del PIB, mientras que la de
América Latina y el Caribe apenas alcanza el 0,8 %.
Cabe referir aquí que la cooperación universidad-empresa en el
campo de la investigación (en contraste con la cooperación en el campo del
desarrollo tecnológico) ha dado muy buenos resultados en un país como Brasil.
Así, por ejemplo, gracias a esta cooperación Brasil ha logrado, desde los años
70 del siglo pasado, extraer petróleo en aguas oceánicas profundas gracias a
una red de universidades, crear Embraer, el tercer mayor fabricante de aviones
del mundo, constituida por el Instituto de Tecnología Aeronáutica (ITA); o
lograr un sector agropecuario muy competitivo, merced al asesoramiento de los
graduados de las universidades brasileñas que trabajaban para la compañía
estatal EMBRAPA (Empresa Brasileira de Pesquisa Agropecuaria) (Sánchez, 2009).
Por otro lado, si bien sus niveles de inversión son bajos
comparados con los de otras regiones, en América Latina y el Caribe la inversión
extranjera directa (IED) ha sido clave para apoyar el patrón de inserción
internacional de los países, con inversiones en recursos naturales, exportaciones
y servicios modernos. Sin embargo, ha tenido un impacto moderado y no extensivo
en términos de contenido tecnológico, innovación e investigación y desarrollo
(I+D). El país latinoamericano con mayor inversión en I+D con relación a su PIB
es Brasil, con un 1,2 %. No obstante, tal como se observa en la Figura 1, aún
se encuentra muy lejos de los niveles de los países más avanzados, lo cual es
significativo habida cuenta de que las principales potencias del mundo apuestan
a la I+D como motor de desarrollo (Beliz y Chelala, 2016).
Figura 1.
La inversión en I+D por regiones del mundo y en los principales países de
América Latina
Fuente:
Beliz y Chelala (2016).
En lo que concierne a los recursos humanos dedicados a la
investigación y el desarrollo, la evolución del número de investigadores en
América Latina ha seguido una evolución similar a la de la inversión en I+D en
el transcurso del decenio 2002-2011. El potencial humano en ciencia y
tecnología creció en América Latina un 71 %, habiendo registrado más de 271.000
investigadores y tecnólogos en 2011. Son Brasil, Argentina y México los Estados
que concentran la mayoría de investigadores del subcontinente (de hecho, las
tres naciones aportan el 90 % del potencial humano en ciencia y tecnología de
toda América Latina) (Sánchez, 2015). En el caso argentino, el aumento de las
inversiones por parte del Estado ha sido uno de los factores que ha inducido
unas tasas de crecimiento económico mayores, alterando el sistema productivo de
forma parcial hacia la creación de bienes de equipo de forma nacional. Argentina,
Brasil y México son las naciones que concentran la mayor parte de los
científicos e investigadores (Aguayo, Cancelo y Lamelas, 2004).
En lo tocante a los indicadores de resultados y la producción científica
en América Latina (ingresos y las solicitudes internacionales de patentes), se
observa, como en otras regiones del globo, una tendencia creciente de las
solicitudes de patentes por no residentes en los países en desarrollo. En esta
región, la relación del número de patentes presentadas por residentes es de 690
a 1, mientras que en los Estados altamente industrializados es de 3,3 a 1. En
cuanto a la evolución del número de publicaciones en el Science Citation Index
(SCI), cabe citar que, entre 2002 y 2011, la cantidad de artículos publicados
en revistas científicas registradas en el SCI por autores de América Latina y
el Caribe creció un 109 % (Sánchez, 2015).
Como prueba de la relevancia
social que tiene la I+D en los países latinoamericanos, en la Figura 2 se
pueden ver los resultados obtenidos para la innovación en el estudio realizado
por Beliz y Chelala (2016) sobre la percepción de los latinoamericanos acerca
de los factores determinantes del desarrollo en esta región.
Figura
2. Importancia de la innovación para el desarrollo del país
Fuente:
Beliz y Chelala (2016).
Resulta interesante resaltar que
los países que en la figura anterior se revelan como los que más apuestan por
la innovación, son también aquellos donde, en la tendencia, menos personas
rehusaron expresarse sobre las nuevas tecnologías, con una correlación negativa
de -0,48 entre ambas variables.
En torno a las exportaciones de bienes y servicios con componente
de alta tecnología, se considera que la estructura productiva latinoamericana
es igualmente un reflejo de los bajos niveles de desarrollo científico y
tecnológico que existen en la región. Como consecuencia de esto, la cobertura
universitaria es muy baja en América Latina en general, razón por la cual la
estructura productiva no responde a las necesidades de la economía del
conocimiento, la industria es poco intensiva en bienes de capital y la
producción de alto valor añadido es realmente baja (Beigel y Goliat, 2012).
Un producto y al mismo tiempo una capacidad que pueden catapultar
a las economías latinoamericanas hacia el top ten de las economías más
competitivas del mundo es la industria de la biotecnología. En este campo, los
países latinoamericanos que cuentan con un mayor número de empresas son, de
mayor a menor, México, Brasil, Chile, Colombia, Argentina y Cuba. No obstante,
en este terreno, si excluimos a México o Brasil, las naciones latinoamericanas
contribuyen muy poco al desarrollo global de las industrias relacionadas con la
biotecnología. Por ello consideramos que es indispensable promover con éxito el
desarrollo del potencial humano en la región. En este contexto, conviene
dirigir la mirada a Ecuador y su política encaminada a fortalecer este
importante componente económico y social (Panchana, 2001).
Por último, un instrumento que por ahora se ha mostrado
relativamente poco eficaz en el proyecto de integración económica, política,
científica y cultural de la región latinoamericana es el Banco Interamericano
de Desarrollo (BID). Pero, no obstante sus limitaciones y errores, el BID
constituye sin duda alguna un modelo de integración a escala subcontinental de
distintos países latinoamericanos. Las funciones más importantes del BID son la
movilización de capitales públicos privados y el fomento de las inversiones privadas
con fines de desarrollo (Calvo, 2010).
Aunque aquí se defiende la idea de que el BID no ha servido hasta
ahora para unificar a América Latina y el Caribe en el marco de un modelo de
desarrollo autónomo, sostenible y atendiendo a criterios de redistribución de
la riqueza y de fomento de la I+D+i, sí se considera cierto que este banco
regional de desarrollo puede jugar un relevante papel en el proceso de
integración latinoamericano como catalizador de los activos científicos y
culturales que posee una región con tanta potencialidad como la latinoamericana.
3. Los gobiernos de izquierda latinoamericanos y la transición
hacia la industrialización exportadora
En esta época histórica, los países latinoamericanos que están o
han estado recientemente gobernados por fuerzas de izquierdas (Venezuela,
Ecuador, Bolivia o Brasil) se encuentran inmersos en un periodo de transición
hacia la industrialización exportadora. América Latina es una región que basó
su industrialización en un modelo sustitutivo de las importaciones, produciendo
mercancías solo con el objetivo de satisfacer el mercado interno. Así, el
paradigma de crecimiento y desarrollo latinoamericano no contempló el mercado
exterior como la base del crecimiento del sector industrial, sino que su función
fue la de proveer las divisas necesarias, sobre todo para hacer frente a los
compromisos contraídos con los Estados y los grupos económicos prestamistas, a
lo que hay que sumar el lastre de la deuda externa, que empujó a la región a
seguir las estrategias de los organismos económicos de los países centrales.
Pese a los avances notables de las economías del cono sur
latinoamericano adeptas a las políticas tendentes a lograr una mayor
integración regional y a plantear el crecimiento y el desarrollo económicos, en
la actualidad aún persisten en estos países estructuras productivas basadas en
proveer y exportar materias primas o productos con escaso valor añadido por su
bajo nivel de procesamiento o industrialización (Béliz y Chelala, 2016).
Por ende, una gran asignatura pendiente de las economías
latinoamericanas en la actualidad sigue siendo la de profundizar en la
consideración del sector exterior como herramienta indispensable del proceso de
integración, desarrollo e industrialización, aprovechando de esta forma las
ventajas comparativas de las que disponen los países de América Latina, como la
enorme cantidad de recursos y materias primas de carácter geoestratégico de las
que disponen, el peso relevante de la región por población entre las economías
de todo el mundo o la formación de su talento humano pese a las debilidades que
aún existen este sentido.
Sobre el tema de las
exportaciones en América Latina, en líneas generales, los
países cuyas canastas de exportación incluyen una mayor proporción de bienes manufactureros
(México y Centroamérica) presentan una oferta exportable más diversificada en
términos de productos que los países sudamericanos, donde los bienes primarios
sin elaboración o las manufacturas de origen agropecuario/mineral/metal tienen
un mayor peso en la canasta exportadora, tal como se aprecia en la Figura 3. El
patrón de especialización, la dotación factorial y la política comercial y de
IED (incluidos, por ejemplo, ciertos regímenes especiales de comercio) son los
principales determinantes del resultado obtenido en términos de diversificación
por productos.
Figura
3. Exportaciones por productos y destinos en América Latina
Fuente:
Beliz y Chelala (2016).
Desde 2010, cuando los precios de
los productos básicos tocaron un máximo, se observa que el entorno adverso ha
afectado en distinto grado a las diversas economías. En Argentina, Uruguay,
Bolivia, Colombia o República Dominicana, la concentración por productos se
elevó en 2015 en comparación con 2010; sin embargo, la pérdida de ventas para
ciertos productos (probablemente manufactureros) fue compensada con ventas a
nuevos mercados, observándose una mejora en la diversificación por destinos.
Venezuela es el único país que no logra contrapesar su aumento de concentración
por productos con nuevos mercados. Como afirman Beliz y Chelala (2016), “(…) se
trata de un tema de fundamental importancia, puesto que políticas de promoción
y facilitación de comercio, que contribuyan a la diversificación exportadora,
permiten reducir el impacto de una coyuntura desfavorable cuando se produce un
cambio en el ciclo del comercio internacional” (p. 24.).
Esto es, se trata de entender el sector exterior como una palanca
fundamental para la diversificación del tejido industrial y productivo. Por
todo ello, en este artículo asumimos la premisa de que el éxito de la política
de integración y económica de América Latina no ha de partir de una
liberalización comercial generalizada, sino en un empleo prudente de la
protección del mercado interno con el propósito de promover el desarrollo de
las actividades incipientes, de facilitar la transición a la orientación al
exterior y de fomentar los efectos de arrastre de los sectores más competitivos
desde el punto de vista internacional.
5.
Conclusiones
y prospectiva
El análisis
de la problemática tratada en este artículo nos permite extraer una serie de
conclusiones. En primer lugar, queda patente que, pese a que se han dado
cambios de calado a lo largo de los últimos años, la estructura económica
latinoamericana sigue siendo todavía la propia de países dependientes o con
menor nivel de desarrollo que el de los países occidentales más desarrollados.
Este menor nivel de desarrollo no es solo económico, sino que afecta al
conjunto de la sociedad en todos sus planos y dimensiones. Acaso lo más
destacado son sus elevados índices de desigualdad social.
En segundo
lugar, son notables —aunque,
insistimos, insuficientes— los cambios que se han producido en las economías
latinoamericanas en el marco del proceso de integración regional. Entre estos
cambios, cabe destacar la creciente cooperación entre las empresas y las
universidades, además de su potencial humano en ciencia y tecnología o la
consecución de nuevos mercados gracias a la implantación y el desarrollo de
productos industriales.
La conjunción del desarrollo del capital humano y la reorientación
de la exportación hacia productos con un mayor valor añadido son factores clave
en el modelo integrador de la región y elementos fundamentales de su
competitividad a nivel mundial.
De cara al futuro, habida cuenta de lo analizado en este artículo,
parece claro que para que América Latina pueda encarar con éxito el proceso de
creciente internacionalización económica es imprescindible que la integración
regional transcurra en paralelo a la construcción de un modelo económico del
subcontinente que, sin aislarse del resto del mundo, trate de desarrollar su
propia industria aprovechando las ventajas competitivas con que cuenta la
región.
Referencias
bibliográficas
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