Revista Nº32 "SOCIOLOGÍA Y EDUCACIÓN"

Resumen

En el siguiente paper analizamos el futuro de la escuela media argentina y latinoamericana, y que caminos debe elegir para sobrevivir a los nuevos tiempos.

 

Abstract

In the following paper we analyze the future of the Argentinean and Latin American middle school, and what paths it must choose to survive the new times.

 

 

Escuela secundaria, culturas juveniles e innovación. Prerrogativas para un intento de análisis aggiornado a la educación media que nos toca transitar.

 

                                                                  Prof. Lic. Esteban Abel Amoretti (1)

 

                                                            1.

 

Hablar de la crisis de la educación y por sobre todo, de la crisis de la educación media, se ha transformado en un lugar común. No será el propósito de este ensayo el ahondar en los porqués de esta situación actual, solo diremos que la institución escolar es una institución de fines del siglo XIX, y entre los fines teleológicos que aquella escuela perseguía y los que se presentan en la del siglo XXI, el mundo ha cambiado sustancialmente varias veces.

En este contexto, la escuela parecería no poder dialogar adecuadamente ni con los cambios culturales ni con las condiciones sociales existentes de hoy. No podría responder a la exigencia de la inclusión de todos los jóvenes, pero tampoco podría responder a la exigencia de un saber, de un conocimiento diferente para la contemporaneidad.

La estadística que releva que  la mayoría de la comunidad educativa, los técnicos, investigadores, funcionarios públicos y familias están de acuerdo con este diagnóstico de crisis, nos otorga el puntapié inicial para comenzar a tratar de desmenuzar como llegamos como sociedad a dicha situación educativa actual mencionada anteriormente.

 

 

                                                             2.

 

Las altas tasas de inasistencia, tanto de docentes como de alumnos y la generalizada insatisfacción de lo que pasa allí, en la escuela, nos lo demuestra cotidianamente.

Hay una línea argumental que no trabajaremos en este escrito, sobre la cual he tratado de echar luz en trabajos anteriores, y que versaba sobre la compleja relación entre educación y cultura (2), precisamente abordando la versión nostálgica de un pasado, que como muchos opinan (y no son pocos), fue mejor.

En esta oportunidad, nos introduciremos en las diferentes líneas de innovación, preguntándonos que es lo que se ha venido desarrollando en la escuela media (re)pensada para un futuro próximo cercano y cuáles de estas líneas parecerían alimentar este posible cambio de paradigma en la educación de forma más adecuada, apropiada e integral.

Entre las líneas argumentales más comunes encontradas tanto en la Argentina como en el resto de los países de la región latinoamericana, se destaca aquella que tiende a sostener las trayectorias de los jóvenes, fundamentalmente de aquellos provenientes de los sectores más vulnerables de la sociedad, que transitan sus años en la escuela media.

Estas propuestas tienden a cambiar las trayectorias escolares de los chicos dentro de las instituciones educativas, pudiendo  innovar en los regímenes académicos y acercarlos a trayectorias más personalizadas y adecuadas a los intereses, gustos y preferencias de los alumnos.

Flexibilizar las exigencias de cursado, acomodándolas a tiempos y demandas de cada quien, rebatiendo esa vieja propuesta de cursada en donde cada alumno debe cursar cada año entre doce y catorce materias, y aprobar el 80% para pasar de curso, para al año próximo volver a cursarlas.

Otros ingredientes que encontramos en esta escuela flexibilizada serían ajustarla a nuevas realidades y aplicar de forma diferente los sistemas de evaluación, como así, considerar incluir tutorías y apoyos escolares. Pero, a pesar de estos cambios mencionados, sabemos que los niveles de deserción son altísimos y los niveles de aprendizaje continúan siendo de baja calidad.

Estas propuestas son las que se han venido aplicando en la Argentina y en los países vecinos, desplegando un heterogéneo paquete de posibilidades, de alternativas educativas, para ayudar a los jóvenes a poder finalizar la escuela secundaria, pero no están dando los resultados deseados.

Es así que no han puesto el foco en los aprendizajes, sino más bien, en el sostén de los alumnos; además de mantener esta nombrada tradición escolar de dividir las cursadas en disciplinas, claro está, focalizándose en las referencias cognitivas culturales de la escuela moderna. Este es un tópico que luego desarrollaremos.

Hay otra línea argumental que presenta este escenario de innovaciones, que es aquella que trata de recrear una comunión amigable entre la escuela como institución y las culturas juveniles. Aquellos que trabajamos en educación y nos animamos a investigar temas vinculados a este rico espacio, comprendemos rápidamente que tradicionalmente ha habido una distancia, y la escuela siempre prefirió mantenerse ajena a dicha cultura propuesta por los jóvenes que alberga.

Hay que aclarar que todas estas propuestas tratan de estrechar dicha distancia, aunque siempre manteniendo el currículo tradicional, pero ahora, puesto en duda bajo el signo de una transformación, que se cristaliza rodeándola de talleres.

Los talleres están orientados en general al desarrollo del arte y una serie de nuevos lenguajes que propone esta nueva cultura juvenil en la que están inmersos los alumnos, complementando una jornada escolar, por demás aburrida, pero que a partir de estas propuestas innovadoras cercana a sus propios intereses, intenta ser un poco más llevadera. Lo interesante es que se basan en la elección de los alumnos, y también, y esto no es menos importante, en la gratificación.

Esta gratificación, no estaba presente en la escuela tradicional moderna. Esa escuela no se orientaba a tratar de flexibilizar inclusivamente la visión de todos los agentes participantes de esa comunión educativa, sino que se orientaba hacia el sacrificio. Los alumnos debían sacrificarse durante sus trayectorias escolares, y los que más se sacrificaban eran más valorables que aquellos que lo hacían menos, teniendo a cambio, el logar alcanzar el mismo nivel de conocimiento propuesto por los docentes.

Esta dinámica forma parte de la cultura escolar de fines del siglo XIX y principios del XX, enraizada y relacionada a ese momento del desarrollo económico que requería de esa acumulación primitiva; que exigía el sacrificio de los alumnos en las aulas y el posterior traslado de esa forma de pensar al mercado laboral, que daría posteriormente o no su fruto como una gratificación.

Hoy la gratificación en la cultura juvenil es demandada como moneda corriente en donde no hay tiempo futuro, sino que los gustos y placeres deben ser consumados inmediatamente, en el mismo presente.

Esto no debe llamarnos la atención, ya que desde la misma sociedad, los mayores incentivamos y estimulamos a los jóvenes a la inmediatez del consumo y a la necesidad de obtener las cosas al instante, sin mediaciones, casi como un capricho instantáneo. Obviamente, no podremos pedir entonces que ellos se sacrifiquen con una idea que tal vez no puedan ver materializada. Son hijos del ahora y del ya, no del futuro, sino del presente. Queda entonces sobreentendida la idea que la escuela no puede demandar que se sacrifiquen, cuando la sociedad demanda que el individuo se gratifique.

Los talleres precisamente valoran y rescatan la gratificación, y plantean que los chicos puedan aprender mucho a partir de gratificarse, resaltando la concepción que se puede aprender y a la vez gratificarse, incluyendo los nuevos lenguajes de sus culturas.

Para poner un ejemplo gráfico, solo nos bastaría recordar de nuestra niñez  la fábula de la cigarra y la hormiga. La escuela tradicional abrasaría el estereotipo del estudiante-hormiga que se sacrifica por un futuro, el prepararse para pasar el invierno, representando la frugalidad, la conciencia de los hechos, la austeridad y el trabajo duro. En cambio, la cigarra, sería aquella que se preocupa por el hoy, sin pensarse en un futuro que podría ser poco promisorio.

Este último, sería el caso de la innovación que incorporan los talleres en la “nueva” escuela secundaria, que trataría de flexibilizar las demandas de los estudiantes-cigarra y sus lenguajes juveniles culturales, aggiornándose a los tiempos que corren. Con esto no queremos significar que uno sea un modelo bueno y el otro malo, solo que uno representaba a un tiempo social, cultural y económico que ha dejado de existir y el otro deja ver características más representativas de los años actuales que transitamos en las instituciones educativas, cargadas de todas las prerrogativas analizadas líneas arriba.

 

                                                           

 

 

                                                            3.

 

Encontramos otro grupo de innovaciones, poco representado en la Argentina y en los países de la región, que estarían fundando un nuevo paradigma para la verdadera nueva escuela secundaria. Innovaciones que se centran en el proceso de enseñanza-aprendizaje, y que modifican la matriz cognitiva cultural de la escuela tradicional. En pocas palabras, estas transforman la matriz ilustrada de la escuela enciclopédica moderna, por una de matriz con sentido tecnológico.

La escuela moderna había realizado lo que los pedagogos llaman una traslación didáctica, entendida esta por entender que el conocimiento hasta ese momento valido y legítimo había pasado por un proceso de transformación, y así poder tomar esos conocimientos y producir un conocimiento enseñable, capaz de ser enseñado.

A partir de ese cambio fundamental de transformación, la escuela moderna se sostuvo prácticamente incólume durante un siglo,  produciendo e investigando conocimiento, y poniendo la énfasis en el resultado, en el producto que se originaba de ese proceso de transformación.

Esto trajo un problema aparejado en la escuela, y es que se había inclinado por enseñar y transmitir solo lo que resulta del proceso de transformación y del conocimiento producido, es decir, los resultados, el saber dividido en parcelas, en campos del saber, olvidando de enseñar cómo se produce ese resultado, cuáles son los caminos o procesos que conducen a lograr esos resultados, que sería la gnosis práctica, la otra pata fundamental de conocer. Se optó entonces por la abstracción, separando práctica y teoría. Dicha consecuencia que conlleva una discusión muy profunda y representativa de su tiempo, la han tratado los pedagogos especializados por más de cien años.

La teoría fue asociada a los saberes enciclopédicos y a la cultura ilustrada, orientada a un grupo de la población (léase los sectores más pudientes), y la práctica asociada al hacer, orientada a otro grupo de la población (los sectores más humildes). Por eso, nuestros países latinoamericanos crecieron en matriculas en un pasado, orientativas a la escuela que desarrollaba los saberes prácticos y técnicos, es decir las escuelas que formaban manos de obra contratable como economías pre-industriales.

Esta división incluye un elemento discriminatorio muy fuerte, ya que con esta distinción se infiere que solo ciertos grupos socioculturales selectos se acerquen a los saberes de la abstracción, que serían aquellos capaces de reificar dicho tipo de conocimiento. Y aquellos otros que se acercan más al trabajo manual, tendrían más dificultades para asimilar este tipo de conocimiento valorado por la educación acumulativa-enciclopédica, que es el de las concepciones abstractas.

 

                                                            

                                                              4.

 

Cambiar entonces a una matriz tecnológica, seria cambiar esta matriz cognitiva cultural que ha imperado en los ámbitos educativos por más de un siglo y sentar las bases de un nuevo proceso de conocimiento que recupere el proceso de producción del conocimiento. Y por lo tanto, asocie el conocer al producir e investigar, logrando mantener la curiosidad y el interés, las razones genéticas por las cuales los que investigamos en el área de las ciencias sociales lo continuamos haciendo, por la acción misma de zanjar la brecha entre lo conocido y lo desconocido, apaciguando esas ansias de saldar curiosidades.

Esto es lo que este tipo de nuevo paradigma debe intentar enseñar a los jóvenes, el incentivar el gusto por investigar y producir saberes, ya que vivimos en la era del conocimiento. Para ello, habrá que posibilitar la construcción de andamiajes y tutorías que brinden herramientas capaces de alentar la investigación y las ansias por conocer, fomentando el trabajo direccionado hasta materializar los modos de producir conocimiento de la forma más autónomamente posible por parte de los alumnos.

Para la búsqueda de datos hoy en día se encuentra como tecnología Internet y Google, como antes nos orientábamos a la vieja tecnología del libro. Una matriz tecnología nueva que implica un conocimiento mediado indefectiblemente por esta tecnología que contiene todos los saberes y resultados a partir de una búsqueda en milésimas de segundos.

Antes el mediador del conocimiento era el docente, en nuestros días, este es prácticamente inútil frente a semejante oferta de información. El nuevo papel del docente es el ser andamiaje en el proceso de orientar al alumno en como producir este conocimiento, como investigar y lograr sus propios saberes y resultados. Esto recrea un nuevo alumno productor, dejando de lado el papel tradicional de actor pasivo dentro del aula, en donde la asimetría se volcaba del lado del docente que era el que tenía el saber en sus manos y el alumno que se sentaba a escuchar y prestar atención pues carecía del mismo. En esta fórmula que propone la “nueva” escuela, el docente será guía y el alumno productor.

En esencia, este será un paradigma que modifica la escena áulica, modificando también el lugar del docente y del alumno y sus roles como actores sociales dentro de la misma, y otorgando sentido al reparto de computadoras que ejercerán un papel protagónico fundamental en este ecuación, ya que serán ellas las herramientas que estén mediando el saber, obligando al docente a que se transforme en un productor de materiales que deberá llevar a las aulas.

No habrá que soslayar el papel del Estado, ya que no solo debe hacerse responsable en el reparto de computadoras, sino que deberá comprometerse en la función de brindar los saberes mediante cursos de formación docente en donde se explique cómo desarrollar este nuevo tipo de paradigma en las escuelas, a la vez que  dicho esquema demandará otros perfiles pedagógicos que el Estado deberá co-producir en un corto plazo, es decir, formar docentes comprometidos con esta nueva forma de trabajar, incentivándolos a que sean capaces de crear conocimientos propios acordes a este nuevo tipo de matriz.

Se necesitarán entonces una suerte de tecnólogos-pedagogos, que es un perfil nuevo, ayudados de otra forma de organización escolar, procurando darles tiempos a los docentes para que puedan producir estos materiales que van a trabajar los jóvenes, así como también, brindar la posibilidad de crear redes escolares para que esta producción de materiales no se haga escuela por escuela, sino que se comparta en comunidades web y pueda ser usufructuada por todos.

 

                                                               5.

 

Podríamos concluir, que tanto en la Argentina como en los demás países de la región, hay una trama muy difícil de romper, que es aquella que refiere a los docentes y los cargos o puestos escolares divididos en disciplinas que ellos ocupan, amparados en  los derechos sindicales y los estatutos del trabajador docente asociados a estos quehaceres, en donde conviven perpetuidades y vicios enquistados.

No se podrá cambiar todo este sistema de la noche a la mañana, pero consideramos que para instalar el nuevo paradigma innovador tecnológico, las viejas tradiciones tendrán que dar lugar a la implementación de este tipo de ideología y será ahí donde se produzcan las tensiones, entre una vieja escuela que trabaja a destajo y mal y una nueva escuela que quiere ser, y muchas veces no la dejan.

Si imaginamos una escuela secundaria del futuro, no podemos imaginar la escuela tradicional con parches o flexibilizada,  reproduciendo siempre los mismos errores que nos han conducido a estos resultados. Tendremos que pensar una escuela “nueva” ( que seguirá siendo la vieja con modificaciones) donde convivan en un principio elementos de la escuela tradicional, que con el tiempo, sean superados por los de la verdadera nueva escuela tecnológica aggiornada a las demandas del siglo XXI.

En síntesis, deberíamos imaginar materializar en el corto plazo, una escuela nueva integral y modificada de raíz que tenga un núcleo cognitivo acorde al desarrollo del conocimiento de su propia contemporaneidad, considerando realmente el anhelo de esos sujetos, que son nuestros jóvenes y sus culturas, y que han crecido haciéndose a sí mismos demandando mayores derechos vinculados a las nuevas tecnologías.

 

 

Notas al pie

(1) Licenciado y Profesor de Enseñanza Media y Superior en Ciencia Política (UBA). Ciudad Autónoma de Buenos Aires, diciembre de 2017.

(2) Hacemos referencia al artículo publicado en el número 24 de esta revista titulado “Identidad cultural. Familia, Estado y sociedad civil,  como factores estratégicos para la construcción de un proyecto educativo nacional”    http://www.revcienciapolitica.com.ar/num24art7.php

 

Bibliografía consultada

Tiramonti, Guillermina. La escuela media en debate: problemas actuales y perspectivas desde la investigación. Guillermina Tiramonti y Nancy Montes (compiladoras) 1era edición. Manantial BS AS / FLACSO, 2009.

Tiramonti, Guillermina. La educación de las elites, Paidós, Buenos Aires, 2008 (co-autora)

Tiramonti, Guillermina. Variaciones de la forma escolar. Límites y posibilidades de la escuela media, FLACSO-Ed. Homo Sapiens, 2011, Buenos Aires (dir.).

Tiramonti, Guillermina. La trama de la desigualdad educativa, Buenos Aires, Manantial. 2004