RESUMEN
El
presente artículo, previa revisión de los acontecimiento sobre el Canal de
Panamá, gira en torno a dos temas que parecen neurálgicos para toda potencial
discusión sobre los retos que tiene el país centroamericano en el siglo XXI:
el tema de la inversión social dirigida hacia la educación y seguridad
social, fundamentalmente.
ABSTRACT
For
this article we made a review of Panamá Channel events. Two main topics should
be considered in order to discuss challenges this center American nation must face
in XXI century: social investment in education and social security,
basically.
El Canal de Panamá y los retos del
siglo XXI: educación y seguridad social
Abdiel Rodríguez Reyes
“Ya no
podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa cargada de
flor, restallando o zumbando, según la acaricie el capricho de la luz, o la
tundan y talen las tempestades […..]Es la hora del recuento, y de la marcha
unida”
José
Martí
A Carmen
Guadalupe Córdoba, in memoriam
Introito
Este artículo está estructurado
en cuatro partes, iniciando con este introito. La segunda parte, que es
la central, gira en torno a dos temas que me parecen neurálgicos para toda
potencial discusión sobre los retos que tiene Panamá en el siglo XXI: el tema
de la inversión social dirigida hacia la educación y seguridad
social, fundamentalmente. En la tercera parte se pretende pensar y tener
una visión prospectiva de país y del Canal de Panamá, que tendrá que asumir
su rol social. Y por último, una clausura o un cierre (a modo de
conclusión) con el que deseamos buen augurio a quienes tienen que llevar con
brío las riendas del país y el Canal.
El Canal de Panamá es
administrado por los panameños como resultado de las luchas por la soberanía, desde
la siembra de banderas en 1958, la gesta del 9 de enero de 1964 y la firma del
Tratado Torrijos – Carter de 1977, todo se materializó el 31 de diciembre de
1999. Es decir, somos un país “soberano” hace poco, que tiene que
repensar su soberanía; con un desafío mayor todavía por delante, que es revisar
el “Tratado Concerniente a la Neutralidad Permanente del Canal y al
Funcionamiento del Canal de Panamá.”
También está pendiente lograr el respeto como país en el concierto de naciones.
A partir de la fecha que
se materializó el Tratado Torrijos – Carter, el último día del siglo XX, los
ingresos del Canal al país aumentaron sustantivamente y son cruciales para el
funcionamiento del mismo. Tiene además un impacto directo en la economía
nacional, también un efecto multiplicador.
“Las actividades
económicas afines y la creciente vinculación que tienen entre sí, a medida que
crecen y se fortalecen aprovechando la cercanía al Canal que hace posible que
las áreas revertidas se utilicen para proveer servicios a los mercados
internacionales” (Sabonge & Sánchez, 2009:49).
En otras palabras, toda nuestra
economía gira en torno al Canal y su cuenca. Ya lo decía Omar Jaén Suárez, “Panamá
es un don de Chagres”.
El Canal de Panamá – y, más en su etapa ampliado – tendrá sentido si es
realmente de y para el bien de todos.
En esas circunstancias,
el patrimonio del Canal sólo podrá ser revertido a través de la inversión
social planificada en educación y seguridad social. Las
iniciativas orientadas hacia esos factores se tienen que gestionar de una forma
sostenible, ya que no se trata de gastar por gastar, sino de tener en cuenta
que los recursos son finitos, la ruta de tránsito y el mercado mundial no será eternamente
favorable a nuestra posición geográfica. Una dosis de realismo no nos vendría
nada mal.
Sirva este introito
entonces para que no nos atengamos a que lo dicho en este artículo es sólo una preocupación
cívica, sino que es más profundo en el sentido que queremos lo mejor
socialmente para el país. Estamos seguros de que no habrá panameño y panameña (con
buen sentido) que se resista a este ideal.
Para esto, el buen augurio
(que se le desea sólo al que hace lo que tiene que hacer) del que hablaré al
terminar este artículo está dirigido a quienes tienen y tendrán el tan noble
oficio de llevar las riendas del país, que sólo será legítimo si cuentan con el
apoyo de la sociedad, de lo contrario no podemos hablar de democracia. Este
apoyo se logrará, en la coyuntura actual – de la euforia que despertó la
inauguración del Canal ampliado –, si se gestiona de forma transparente y
sostenible los valores agregados de esta ampliación, los cuales encontrarán un
acervo, si existe la voluntad de que estos recursos permeen en la sociedad. Como
hemos dicho, si se invierte socialmente, teniendo en cuenta las penurias que
vive el sistema educativo y el deterioro de la calidad de vida en Panamá.
No hay mejor manera de
revertir a los panameños los beneficios del Canal que invirtiendo
socialmente. En esto estarían de acuerdo tanto el oficialismo como la
oposición política y la sociedad en general. Además, no sería un gasto, sino
una inversión que se verá a larga duración, la cual será solida, solo si se planifica
desde ¡ya! en particular sobre cuáles son las tareas por hacer a corto y
mediano plazo.
La inauguración del
tercer juego de esclusas es el momento preciso para plantearse la necesidad de
invertir socialmente; esa es la tarea y la carga histórica que tenemos que
asumir. El bienestar de todos los panameños es lo que nos une, nuestro objetivo
en común, tenemos la plena convicción de que es posible si hay voluntad. Y no
sólo por los Objetivos de Milenio que tenemos a las espaldas, sino que es
obligante como país, como sociedad mejorar en todos los sentidos. Empancemos
por reconocer que el crecimiento económico es asimétrico con la inversión
social que se hace. Por ello, es muy importante planificar para invertir, y
optimizar los recursos sociales y naturales con los que contamos, desde nuestra
diversidad cultural que potencia nuestra posición geográfica.
Carmen Miró describió
con claridad el rol del Canal de Panamá y los problemas que tendrá que
enfrentar el país. Entre los que cabe destacar el “reto de singular y
simultánea complejidad en terrenos tan diversos como el derecho internacional,
la economía, el desarrollo científico-tecnológico, la protección del medio
ambiente, la organización social y estatal y la cultura.” (Miró, 2015:345). Miró
incluso añade el tema de la cultura. Ahora si nos percatamos, estos son temas
de suma complejidad, pero son nuestro futuro y habrá que encarar. La cuestión
es si estamos preparados o nos estamos preparando para ello; no solo en formar
mano de obra barata y técnica, sino a ciudadanos con pleno sentido, que puedan
ser capaces de hacerse cargo del futuro del país. Esto se logra sólo con
educación (Bildung),
la cual se encuentra hoy en Panamá en un estado precario, indubitadamente
requiere una revolución.
Más adelante, Miró escribió
que, es necesario una:
“Clara visión de cómo
incorporar el propio Canal al esfuerzo de desarrollo nacional para beneficio de
todos los sectores sociales. Es lo que anteriormente identificamos como
otorgarle verdadero sentido social a la transferencia del Canal a Panamá”
(Miró, 2015:354). (La cursiva es nuestra).
Entonces la ampliación
del Canal nos obliga a pensar como sociedad el futuro del país, sin sesgos e
intereses particulares que entorpecen. Pensar en cómo otorgarle ese sentido
social al colectivo mediante un nuevo tema: la ampliación del Canal.
Ya tenemos que empezar a
separar la paja del trigo; dejarnos de adormecer por el canto de la sirena. Es
el momento ideal para pensar como sociedad qué queremos y hacia dónde queremos
ir, de lo contrario estaremos desorientados y en los próximos años todo
empeorará. Será un caos total. Los momentos de crisis son los momentos para re-direccionar
el rumbo tomado. Los beneficios que nos ofrece el Canal ampliado puede orientar
el nuevo rumbo.
Como señaló el ex
administrador del Canal de Panamá Alberto Alemán Zubieta: “Panamá cuenta con
una gran oportunidad de sacar provecho a esta ampliación. Y es que la
movilización de más carga, a través de nuestro Canal, trae como consecuencia un
crecimiento del comercio y de los flujos exteriores”. Esta
oportunidad tiene que materializarse en inversión social, de lo contrario
no tiene sentido lo que señaló Alemán Zubieta, el crecimiento del comercio y
los flujos exteriores benefician a la élites. Invertir socialmente sería
lo más democrático; porque permearía al grueso de la población.
Identificamos dos áreas
en donde se tiene que invertir socialmente a corto plazo, evaluar a
mediano y ver los resultados a largo plazo. Es necesario, tener una visión de
largo vuelo para encarar los cambios y no quedar en lo mismo que el gatopardo
de Giuseppe Tomasi di Lampedusa.
Vamos a dar dos ejemplos
concretos de donde se tiene que materializar la inversión social, esto es en educación
y seguridad social, que reitero, serán los temas neurálgicos del siglo
XXI. Habrá otros, pero si pensamos al respecto nos veremos obligados a aceptar
– si somos objetivos – que en estos dos sectores complejos está el futuro del
país, lo que requiere una inversión urgente y planificada.
Esta inversión social
tendría de forma directa incidencia en los Objetivos del Milenio (ODM). Está
claro que si no hacemos lo que tenemos que hacer en materia social seremos mal
evaluados como país; pero lo que realmente tiene valor es el ser humano en sí.
Estos indicadores de los ODM no se tienen que tomar como simples números de un
informe, sino como lo que son materialmente: miles y miles de personas en
Panamá no tienen garantizada una vida digna, aún hay escuelas ranchos y sumidas
en la indigencia.
La inversión social
incide en el ODM: 1, Erradicar la pobreza extrema y el hambre. ODM 2, Lograr la
enseñanza primaria universal. ODM 3. Promover la igualdad de género y el
empoderamiento de la mujer. ODM 5, Mejorar la salud materna. ODM 6, Combatir el
VIH. También tendría incidencia indirecta en los demás ODM. Incluso, si vamos más
allá de estos compromisos, que sería lo ideal, e invertimos socialmente se
aliviaría a la sociedad en general, ya que esta tiene décadas de estar
esperando que el Canal y el Estado cumplan su rol social, tanto en la seguridad
social como en la educación.
Con una educación de calidad,
con una comunidad educativa empoderada, el resultado será una ciudadanía
capacitada para encarar los problemas y salir adelante, en medio de toda la
vorágine que se vive.
Para alcanzar una
educación de calidad se tiene que partir en reconocer en el estado actual que
nos encontramos. Por ejemplo, que no estamos invirtiendo lo que se necesita en
educación.
Lo que generará crispaciones en los sectores involucrados.
Según datos de la Cepal, podemos decir que Panamá está en
una posición baja en cuanto a gasto público en educación (Ver. Cuadro 1). Esto
merma mucho los resultados, ya que escasean los recursos tecnológicos y las
infraestructurales escolares no se encuentran en buen estado, sin entrar en la
discusión de los contenidos, que también es un tema necesario de abordar.
Cuadro 1: Gasto
público en educación como % del PIB
Fuente: CEPALSTAT / Bases
de Datos y Publicaciones Estadísticas. (CEPAL).
Pero no solo eso. Si
analizamos el gasto público en educación en base al porcentaje del producto
interno bruto, nos percatamos de que ha disminuido constantemente. Si el 2000
tenía un gasto del 5.0%, en el 2011 es de 3.3% (según datos de la Cepal). Lo que resulta difícil de
comprender cuando vivimos en un país con una perspectiva económica alta,
incluso por encima de la media de la región y el mundo. Y según
los pronósticos del Banco Mundial no bajará por lo menos hasta el 2018. En palabras
llanas, quedan pocas excusas para no invertir en educación.
En cuanto a la seguridad
social, tampoco andamos bien, prácticamente los números están en rojo. La
presión externa que eventualmente obligará al gobierno a poner en práctica
políticas públicas encaminadas a brindarle a la población seguridad social no
se hará esperar. Veamos el gasto público (cuadro 2). Pero reiteramos, en
políticas públicas la inmediatez y la improvisación no son buenas consejeras.
Cuadro 2. Gasto público
como % del PIB
Fuente: CEPALSTAT / Bases
de Datos y Publicaciones Estadísticas. (CEPAL).
Es decir, estamos
prácticamente de último en cuanto a gasto público, en lo cual se contempla: educación,
salud, seguridad social, previsión, vivienda y otros. Esto va en detrimento del
grueso de la población que aún vive en malas condiciones de vida (mal sistema
de transporte público, mal servicio de sanidad pública, hasta el más optimista
estaría de acuerdo con esto), lo cual también tendrá sus efectos negativos,
encrudeciendo visiblemente esas malas condiciones, por ejemplo en la indigencia
y las enfermedades de trasmisión sexual (ETS),
por ejemplo.
Cuando se acerquen los
organismos internacionales a evaluar los Objetivos del Milenio, entonces
apretarán el acelerador. Esperemos que no sea muy tarde y que antes no se le agote
la paciencia a la sociedad y estalle con razón.
Tenemos que empezar a
pensar, debatir y actuar por una seguridad social, no con medias
soluciones, es el momento de atacar el problema de raíz. Tenemos que contemplar
desde la asistencia técnica social en los sectores más vulnerables, hasta
educar a la gente, que sería lo que garantizará concretamente que pueda tener
una vida digna. Ya que se podría invertir miles de millones de dólares, pero si
no se tiene la conciencia de mejorar, todo podría retroceder en materia social.
Tenemos las herramientas,
tenemos los recursos, tenemos un PIB de 52.13 mil millones (2015), que
empieza a regularse después de la caída de 2009 y la subida de 2011 (véase
cuadro 3). Todo parece indicar que el problema es la falta de voluntad, en
particular de nuestra dirigencia política. Falta una conexión directa del
gobierno con los problemas concretos de la sociedad.
Cuadro 3. Tasas de
variación anual a precios constantes de 2010 PIB
total PIB
per capita (Panamá).
Fuente: CEPALSTAT / Bases
de Datos y Publicaciones Estadísticas. (CEPAL).
Es preocupante que no se revierta
el crecimiento económico a la sociedad. Con el Canal ampliado incrementarán los
valores agregados. De allí lo imperativo de que el Gobierno esté conectado con
la sociedad. Pareciera que esto se desvanece en el aire. Cada vez más, según
muestran los datos,
los gobiernos salen electos con menos porcentajes de votos. Esto se tensa cada
vez más por la falta de relación entre la planificación versus la necesidades
concretas de las personas, ya la sociedad muestra cierta intolerancia al
sistema de partidos por estas divergencias.
El electorado panameño
tiene una inteligencia singular, lo demuestra en las urnas al no repetir
partido en gobierno. Nuestro sistema de partidos se puede quedar sin sustancia,
si cada vez más se aleja del sentir de la sociedad. Este
grado de empatía no ayuda a la gestión pública, esto es peligroso.
“Sin tolerancia, el
gobierno por las mayorías deviene en una tiranía que impone sobre los
ciudadanos un yugo opresor de unanimidad en las opiniones y las acciones. Por
lo tanto, la tolerancia – definida como la voluntad de extender los derechos y
privilegios de la democracia a quienes se ven como más cuestionables – es un
componente crítico de los valores y los sistemas de creencias de la
democracia.” (Pérez, 2014: 2).
Esta falta de tolerancia
se debe por un lado a la percepción generalizada de la falta de transparencia
en la gestión gubernamental y por el otro al manejo de la información (pj. con
las vacunas del AH1N1, los muertos, la corrupción). Pero considero que esto se
debe más a la falta de engranaje entre la sociedad y el gobierno. El pueblo no
es ingenuo, sabe que los cambios no se dan por falta de interés y voluntad de
la dirigencia política.
Como ha señalado recientemente
Rodrigo Noriega: “desde el año 2000
hasta 2015, la ACP le ha aportado al fisco nacional
aproximadamente 10 mil millones de dólares. Con esos fondos se habrían podido
resolver los problemas estructurales de educación, salud y seguridad social.”
Es decir, que ya los problemas se hubieran resuelto, pero no se ha sido así por
lo que decíamos anteriormente.
Podrán sofocar la tormenta con medidas clientelistas o asistencias
baladíes que no resuelven nada, pero no se sabe cuál será la gota que derrame
el vaso con agua y detone en el descontento social. El valor agregado del Canal
ampliado puede acelerar el descontento, porque no se verán las medidas que se
necesitan a corto plazo, y pasará el tiempo y no se verán resultados; o puede
ser la oportunidad definitiva para que de una vez por todas se invierta
socialmente.
La educación es una gota más que apunta a rebosar el vaso con
agua; es un tema que no puede esperar. Siguiendo con Rodrigo Noriega:
“No es posible que
vivamos en un país donde más de la mitad de las escuelas públicas no tiene
electricidad y casi 70% no tiene acceso a Internet. La educación necesita
una verdadera revolución que mejore la calidad, aumente la duración del año
escolar y de la jornada diaria, establezca entornos educativos desde la
guardería hasta las universidades bien equipadas y completas. Un profesor jamás
debe preocuparse sobre la puntualidad de sus pagos, ni de los materiales con
los cuales se imparten clases.
El sistema educativo por
sí solo no hace el cambio. Para completar el salto, se necesita el sistema
de investigación e innovación científica y tecnológica. Panamá tiene el
talento para empezar a superar la brecha de innovación y emprendimiento que nos
distancia de Costa Rica, México y Chile. Esta brecha es la que nos mantiene a
años luz de los países desarrollados.
Panamá puede en 15 años
alcanzar a los líderes de América Latina, y en 15 años más, colocarse en un
nivel similar al de los países desarrollados de menos población. Esta es la
dimensión donde podemos generar el mayor valor agregado que nos podemos
imaginar. La cura del cáncer, la genética molecular, la biotecnología para el
saneamiento ambiental, las tecnologías de comunicación e información, y
muchísimo más que está en la imaginación de nuestros compatriotas.”
(La cursiva es nuestra).
Solo con una
educación científica podremos cambiar para revertir el estado actual de las cosas
que nos encontramos. Como señala la cita, se necesita una verdadera revolución,
no como dice: reforma del sistema, ¡no!, se requiere una revolución
(apretar el acelerador), ello requiere de toda la comunidad educativa. Para dar
seguimiento a esa revolución, ya en términos de mediana duración, se necesita
un Centro de
Investigación Científica Multidisciplinario que contraste
las iniciativas y la inversión pública con los resultados adquiridos, e ir
perfeccionándolas, ese tiene que ser el horizonte.
Visión prospectiva
Para pensar
prospectivamente se requiere plantar los pies en la Historia y basarse en datos
científicos. Es lo mínimo que se necesita para planificar. Si falta una de
estas dos cuestiones estaremos condenados a fracasar y en Panamá no nos podemos
dar ese lujo a estas alturas. Tenemos todo a favor para no estar en una
condición de subdesarrollo (o en el eterno estado de vía de desarrollo). Este
estado más bien tendría que estar referido a una condición de “culpable
incapacidad” (en términos kantianos) como país, es decir aquella condición por
la cual no nos valemos de nuestra propia razón sin la guía de otro. La
ilustración en este caso sería mejor educación, por y para el bien de todos,
seguridad social por y para el bien de todos. La educación fue el motor de la
modernidad, la retomó Kant en la ilustración y consecutivamente es el eje
rector para el tan anhelado desarrollo nacional, así, las sociedad más
avanzadas apostaron por una educación de calidad acorde a sus necesidades
materiales y espirituales.
Hoy el mundo está
convulsionado, Europa y Estados Unidos son sacudidos por atentados, el
mediterráneo se convirtió en un cementerio de inmigrantes, la región (Latinoamérica)
se encuentra en la disputa política entre bloques de gobiernos; en el plano
nacional, el país es sacudido por dos grandes escándalos (los papeles de Panamá,
los casos Odebrecht y Waked).
Parece que el único rumbo
que conoce la humanidad es hacia lo desconocido. Miramos prospectivamente a
Panamá y el único camino que tiene es hacer lo que tiene que hacer (valga la
tautología), a saber: invertir el 6% del PIB en educación y utilizar el valor
agregado de la ampliación del Canal para eso y la seguridad social. Si
esto no se hace, nos pesará en el futuro.
Tenemos que aprender de
nuestra Historia, así como hizo Maquiavelo
quien aprendió de los romanos. Tenemos que reconocer que una sociedad con
conciencia crítica es poderosa, solo habrá que recordar la gesta del 9 de enero
de 1964 (cf. Ahumada, 2014). Que tenemos la astucia diplomática, recordar el Tratado
Torrijos-Carter. Tenemos una posición privilegiada y un
Canal excepcional, pero no podremos vivir eternamente de su renta, lo cual
también nos invita a reinventarnos.
Un futuro digno para Panamá
solo se vislumbra si se invierte socialmente ¡ya! en educación y seguridad
social y se constituya un sistema de investigación (multidisciplinario) que
le pueda dar seguimiento.
Como sociedad no nos
ponemos de acuerdo. Las alianzas y los grupos políticos se forman a partir de
intereses particulares sectoriales, pero no con un proyecto de país. Pero es el
momento (ahora, siempre es ahora) de detenernos y ver hacia atrás, para pensar
el futuro. El futuro no se ve a través de una bola de cristal.
Como bien anotó Moreno
Lobon: en el proceso de ajuste estructural de la década de los ochenta se
redujo el papel del Estado como agente activo de la economía, y flexibilizó la
fuerza laboral.
Lo cual se intenta mantener cuando estamos viviendo los embates de esto, con
una calificación baja con respecto a los Objetivos del Milenio. El Estado del
hoy y mañana debe ser la catapulta para el bienestar de la sociedad en general.
Queremos terminar este
artículo con algunos buenos augurios para quienes se encargan de maniobrar el
rumbo del país. Los buenos augurios en sí no tienen ninguna validez si no
vienen acompañados de acciones concretas, es decir, los buenos augurios
alientan, pero no hacen nada, depende de la planificación que los augurios tengan
sentido. Ya que, de nada sirven los buenos deseos si no hay acción para
hacerlos realidad. Por eso, hemos insistido en que también se trata de una
cuestión de voluntad.
Hay que potenciar el
valor histórico que tiene el Canal en la memoria colectica, reforzando la
enseñanza de esto en todos los espacios posibles y haciendo investigación
científica al respecto. Una ciudadanía consiente, sensibilizada con sus propios
problemas es nuestro reto, porque así se podrá gestionar de forma sostenible el
país. Una población sin educación es una legión de ceros capaces de cualquier
barbaridad. Esto es lo que no se quiere. Lo que se requiere es una población
educada con buen sentido común. Con un sentido de ser en un mundo global. Así
se podrán aprovechar los valores agregados que nos da nuestra posición
geográfica, y ahora el Canal ampliado. De ser revertido a la sociedad se
materializará en mejores condiciones sociales de vida, esta tendrá que ser
capaz de mantener sosteniblemente lo que tenga.
Estas son medidas urgentes
que se tienen que tomar en un periodo de corta duración, es decir, ahora
mismo, invertir el 6% en educación, catalizar los valores agregados del Canal
ampliado en seguridad social.
Financiar-conformar un
Centro de Investigación Científica Multidisciplinario que
evalué los avances a mediana duración, de la inversión pública para la educación
y seguridad social, que brinde las evidencias empíricas de los avances o
los retrocesos y las medidas que se tendrían que tomar para avanzar.
En cuanto a los resultados
de larga duración, solo serán posible si empezamos con las medidas antes
expuestas, condición sine qua non para tener un futuro digno.
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