Revista Nº32 "RESEÑA"

 

RESUMEN

En la presente reseña se analizará a través del historiador británico Christopher Hill y del eximio escritor húngaro Sandor Marai, un breve derrotero del comunismo y sus consecuencias.

ABSTRACT

This article will analyse through british historian Christopher Hill and eminent hungarian writer Sandor Marai’s works a brief historical review of comunism and its consequences. 

 

 

 

 

LA REVOLUCIÓN RUSA ANTE LA PARADOJA HÚNGARA: DE CHRISTOPHER HILL A SANDOR MARAI.

 

Por: IÑAKI VÁZQUEZ LARREA.[1]

 

 

Muchas cosas hay en el mundo que tendrán que ser destruidas a sangre y fuego”

Lenin, 1915

“El partido debe aprovechar a cualquier liberal en el preciso momento en que está predispuesto a dar un paso aunque sólo sea un milímetro para obligarle a avanzar un metro. Si es terco y no quiere, nosotros avanzaremos sin él y pasaremos por encima de su cadáver”

Lenin, 1918

 

 Desde su temprana juventud ucraniana Lenin decía sentir una particular aversión por el liberalismo. En 1903, Plejanov, su rival intelectual más carismático, lo tachó de autócrata en el seno del recién creado partido bolchevique. En 1917, Lenin publica Estado y Revolución, un antecedente de legitimación de futuras purgas, que llevaría a Stalin  a afirmar en 1936 aquella célebre frase de culminación del legado leninista ¡Por fin hemos aniquilado a los Kulaks como clase!.

  Resulta, por tanto, difícil de entender como gran parte de la Historiografía marxista británica pudo apoyar el modelo soviético durante tanto tiempo, sin despertar de su pesadilla orweliana. De Christopher Hill a Maurice Dobb. o de George Rudé a E.P. Thompson,  pasando por E. J. Hobsbawm,  todos combinaron sus estudios científicos con una fervorosa militancia comunista.

 En su ya clásico La Revolución Rusa (1947), Christopher Hill ensalza a Lenin, como figura histórica que supo adaptar el marxismo a la realidad rusa, y rescató a Rusia de la Edad Media, de la misma manera que la Revolución de 1789 o la de 1640, lo hicieron para el caso de Francia o Inglaterra. Una suerte de Cromwell de los pobres, cuyos métodos eran discutibles, que no sus fines. “Con su revolución (Rusia) ponía fin  a la Edad Media  de la misma forma que habían hecho los ingleses  en 1640 y los franceses en 1789. La Revolución rusa fue hecha contra la autocracia de los zares, una clase de gobierno que en Inglaterra no se conocía desde el siglo XII” (Hill, pag 22)

En 1956, Hill se desdijo de todo lo dicho anteriormente, y tras el aplastamiento soviético del experimento húngaro de socialismo con rostro humano, renunció a su militancia comunista.

 Las víctimas húngaras del marxismo soviético, empero, siempre vieron que desde una perspectiva humanista, ni los fines ni los métodos de la Revolución Rusa eran moralmente legítimos.

 Sandor Marai, autor de Confesiones de un burgués (1934), decía a mediados de los cuarenta sentirse doblemente exiliado de su Hungría natal. De hecho,  atrapado  entre una derecha filo fascista y una izquierda totalitaria, optó por exiliarse a Estados Unidos en 1947. Poco antes de su exilio legó un testamento político, su novela más singular escrita en septiembre de 1945 y que no fue reimpresa hasta el año 2000, Liberación.

 La novela nos sitúa en noviembre de 1944, en un Budapest sitiado por las tropas soviéticas. Erzsébest, la hija de un profesor liberal, trata de proteger a su padre (alter ego de Sandor Marai) de la persecución de las cruces flechadas húngaras y de los nazis: “Ese hombre, a cuya cabeza los fascistas habían puesto precio en secreto y que era buscado por todo el país por esbirros húngaros y alemanes, se aferraba obstinadamente a la esperanza de que la labor de su vida no hubiera sido destruida. Confiaba en que un día podría retomar su tarea, volver a su hogar…¿Qué odiaban en él?. Quizá no era su actividad política-despreciaba las modernas ideas fascistas, la teoría de la raza aria, las falacias alimentadas por el odio y la violencia codiciosa, y creía que las fuerzas mundiales, dirigidas por los aliados, terminarían triunfando sobre la maquinaria militar alemana-sino más bien su postura humana la que provocaba la saña feroz de los colegas que habían decidido alinearse con el poder y su agresiva prensa” (Marai, pag 19).

 A finales de enero de 1945 las tropas soviéticas liberan Budapest, pero Erzsébest intuye lo que vendría después, y de que nada iba a cambiar sustancialmente en un paisaje moralmente derruido. Esto es, la ocupación rusa de su patria bajo el eufemismo de socialismo real: “En la tenue claridad, entre los escombros de aquella calle budapestiana, el soldado (ruso) avanza con tanta indiferencia como si, en lugar de hallarse en el extranjero cabalgara por la orilla de un río de su patria… No dice nada ni hace ningún gesto con la cabeza, y un instante después ya se ha vuelto para mirar la lejanía. Cuando el jinete desaparece en la calle neblinosa, Erzsébet empieza a sentir frío- Bueno parece que por fin soy libre- dice en voz alta. Pero nadie contesta” (Marai, pag. 158).

 

BIBLIOGRAFÍA:

HILL, C; La Revolución Rusa, Ariel, Barcelona, 2017.

KERTÉSZ, I; La Lengua exiliada, Taurus, Madrid, 2007.

MARAI, S; Liberación, Salamandra, Barcelona, 2012.

MARAI, S; Confesiones de un burgués, Salamandra, Barcelona, 2005.

OKSANEN, S; Purga, Salamandra, Barcelona, 2016.

ORWELL, G; Animal Farm, Penguin, Londres, 1989.

 

 

 

 



[1] IÑAKI VÁZQUEZ LARREA :Profesor Asociado de Sociología, UPNA (Universidad Pública de Navarra)