RESUMEN
En la presente reseña se analizará a través del
historiador británico Christopher Hill y del eximio escritor húngaro Sandor
Marai, un breve derrotero del comunismo y sus consecuencias.
ABSTRACT
This article will analyse through
british historian Christopher Hill and eminent hungarian writer Sandor Marai’s
works a brief historical review of comunism and its consequences.
LA REVOLUCIÓN RUSA ANTE LA PARADOJA
HÚNGARA: DE CHRISTOPHER HILL A SANDOR MARAI.
Por:
IÑAKI VÁZQUEZ LARREA.
“Muchas cosas hay en
el mundo que tendrán que ser destruidas a sangre y fuego”
Lenin, 1915
“El partido debe
aprovechar a cualquier liberal en el preciso momento en que está predispuesto a
dar un paso aunque sólo sea un milímetro para obligarle a avanzar un metro. Si
es terco y no quiere, nosotros avanzaremos sin él y pasaremos por encima de su cadáver”
Lenin, 1918
Desde su temprana
juventud ucraniana Lenin decía sentir una particular aversión por el
liberalismo. En 1903, Plejanov, su rival intelectual más carismático, lo tachó
de autócrata en el seno del recién creado partido bolchevique. En 1917,
Lenin publica Estado y Revolución, un antecedente de legitimación
de futuras purgas, que llevaría a Stalin a afirmar en 1936 aquella
célebre frase de culminación del legado leninista ¡Por fin hemos aniquilado
a los Kulaks como clase!.
Resulta,
por tanto, difícil de entender como gran parte de la Historiografía marxista
británica pudo apoyar el modelo soviético durante tanto tiempo, sin despertar
de su pesadilla orweliana. De Christopher Hill a Maurice Dobb. o de George Rudé
a E.P. Thompson, pasando por E. J. Hobsbawm, todos combinaron sus estudios
científicos con una fervorosa militancia comunista.
En su ya clásico La
Revolución Rusa (1947), Christopher Hill ensalza a Lenin, como figura
histórica que supo adaptar el marxismo a la realidad rusa, y rescató a
Rusia de la Edad Media, de la misma manera que la Revolución de 1789 o la de
1640, lo hicieron para el caso de Francia o Inglaterra. Una suerte de Cromwell
de los pobres, cuyos métodos eran discutibles, que no sus fines. “Con su
revolución (Rusia) ponía fin a la Edad Media de la misma forma que habían
hecho los ingleses en 1640 y los franceses en 1789. La Revolución rusa fue
hecha contra la autocracia de los zares, una clase de gobierno que en
Inglaterra no se conocía desde el siglo XII” (Hill, pag 22)
En 1956, Hill se desdijo
de todo lo dicho anteriormente, y tras el aplastamiento soviético del
experimento húngaro de socialismo con rostro humano, renunció a su
militancia comunista.
Las víctimas húngaras del
marxismo soviético, empero, siempre vieron que desde una perspectiva humanista,
ni los fines ni los métodos de la Revolución Rusa eran moralmente legítimos.
Sandor Marai, autor de Confesiones
de un burgués (1934), decía a mediados de los cuarenta sentirse doblemente
exiliado de su Hungría natal. De hecho, atrapado entre una derecha filo
fascista y una izquierda totalitaria, optó por exiliarse a Estados Unidos en
1947. Poco antes de su exilio legó un testamento político, su novela más
singular escrita en septiembre de 1945 y que no fue reimpresa hasta el año
2000, Liberación.
La novela nos sitúa en
noviembre de 1944, en un Budapest sitiado por las tropas soviéticas. Erzsébest,
la hija de un profesor liberal, trata de proteger a su padre (alter ego de
Sandor Marai) de la persecución de las cruces flechadas húngaras y de los
nazis: “Ese hombre, a cuya cabeza los fascistas habían puesto precio en secreto
y que era buscado por todo el país por esbirros húngaros y alemanes, se
aferraba obstinadamente a la esperanza de que la labor de su vida no hubiera
sido destruida. Confiaba en que un día podría retomar su tarea, volver a su
hogar…¿Qué odiaban en él?. Quizá no era su actividad política-despreciaba las
modernas ideas fascistas, la teoría de la raza aria, las falacias alimentadas
por el odio y la violencia codiciosa, y creía que las fuerzas mundiales,
dirigidas por los aliados, terminarían triunfando sobre la maquinaria militar
alemana-sino más bien su postura humana la que provocaba la saña feroz de los
colegas que habían decidido alinearse con el poder y su agresiva prensa”
(Marai, pag 19).
A finales de enero de
1945 las tropas soviéticas liberan Budapest, pero Erzsébest intuye lo
que vendría después, y de que nada iba a cambiar sustancialmente en un paisaje
moralmente derruido. Esto es, la ocupación rusa de su patria bajo el eufemismo
de socialismo real: “En la tenue claridad, entre los escombros de
aquella calle budapestiana, el soldado (ruso) avanza con tanta indiferencia
como si, en lugar de hallarse en el extranjero cabalgara por la orilla de un
río de su patria… No dice nada ni hace ningún gesto con la cabeza, y un
instante después ya se ha vuelto para mirar la lejanía. Cuando el jinete
desaparece en la calle neblinosa, Erzsébet empieza a sentir frío- Bueno parece
que por fin soy libre- dice en voz alta. Pero nadie contesta” (Marai, pag.
158).
BIBLIOGRAFÍA:
HILL, C; La Revolución
Rusa, Ariel, Barcelona, 2017.
KERTÉSZ, I; La Lengua
exiliada, Taurus, Madrid, 2007.
MARAI, S; Liberación,
Salamandra, Barcelona, 2012.
MARAI, S; Confesiones
de un burgués, Salamandra, Barcelona, 2005.
OKSANEN, S; Purga, Salamandra,
Barcelona, 2016.
ORWELL,
G; Animal Farm, Penguin, Londres, 1989.