Revista Nº31 "TEORÍA POLÍTICA E HISTORIA"

RESUMEN

La política comparada se inscribe dentro de las ciencias sociales, como método, que comprende de forma normativa y descriptiva el mundo complejo actual de forma mucho más consciente por sus referentes explicativos y metodológicos. En el presente artículo se abarcará  el tema en profundidad.

ABSTRACT

Comparative politics is a method within social sciences that understands the current complex world in a way much more normative and descriptive than explanatory and methodological processes do. This article will cover the subject in depth.  

 

 

LA POLITICA COMPARADA.

PARA PENSAR EL MUNDO COMPLEJO.  

Por. Francisco Roberto García Samaniego.[1]

 

 

         Hay que decirlo de forma sencilla para comenzar a entendernos; nos encontramos en un continuo proceso de cambio en todas las ciencias humanas, cambios que dan al traste con otrora concepciones del mundo, de la filosofía, el arte, la sociología, la ciencia política y las ciencias duras: Como la matemática, la biología, la física, las biotecnologías, las tecnologías de la comunicación, por el gran efecto promovido por el desarrollo de todas las ciencias, que ha tenido, gracias a el avance del Internet, la tecnología móvil celular y las redes sociales. Así como el avance de la educación y la información, gracias a la globalidad, y a la mayor distribución del conocimiento entre el siglo XX y comienzos del XXI.

 

En tal sentido, toman nuevas formas de hacer ciencia; en una ciencia más humana, una ciencia, que entienda los desvanes, que precisamente de la hiper-cientificidad (post- positivista) han provocado problemas en sentidos éticos, políticos, culturales y por supuesto económicos. No sin razón, la política comparada se inscribe dentro de una ciencia social, como método, que comprende de forma normativa y descriptiva el mundo complejo actual de forma mucho más consciente por sus referentes explicativos y metodológicos, que al científico social le permite comparar realidades sociales y políticas en tiempos diacrónicos y sincrónicos, en contextos geográficos, políticos, económicos; entre naciones, estados, gobiernos, partidos políticos, y todo el entramado institucional de los países a los cuales se pretende comparar.

 

Sin embargo, se llevarán a cabo comparaciones entre sistemas análogos.  Comparación entre un número grande de países (más de dos) que tienen en principio un gran número de características, de variables dependientes e independientes para las consecuentes hipótesis a investigar en común. Es la mejor estrategia para controlar las variables de, y en contexto.

 

Asimismo, debemos destacar, siguiendo a Stefano Bartolini que: “En las ciencias humanas, por el contrario, los investigadores trabajan normalmente sobre problemas que ellos consideran subjetivamente importantes y están dispuestos a dejar a otros investigadores estudiar áreas y problemas que les parezcan importantes. Por otra parte, los científicos sociales no pueden limitarse a tratar sólo los problemas para los que disponen de exhaustivas fuentes y recursos. Muchos problemas interesantes e importantes social y políticamente tienen que afrontarse incluso en situaciones de carencia de fuentes y recursos de investigación, es decir, en condiciones en que tales problemas no son susceptibles de respuestas satisfactorias según los normales cánones científicos”.[2] 

 

A partir de ello estos objetivos (en la comparación) se relacionan, a su vez, con una nueva visión de la comunidad mundial (proceso de globalización) de Estados Nacionales, a la que ya no se ve como un conjunto de entidades aisladas en un contexto de anarquía parcialmente neutralizada por débiles relaciones inter-partes, sino como un sistema en sí mismo, con intensas interacciones entre todos sus elementos y componentes. También se relacionan con una apreciación más clara de la influencia y el impacto de los medios de comunicación en ése sistema internacional (global) en las estructuras y procesos de la política interna de cada Estado Nacional.

 

En alguna medida, se trata de responder a dos preguntas clásicas: ¿qué cosa comparar? y ¿cómo comparar? Y, ¿para qué comparar? El enfoque comparativo como campo (dentro de la Ciencia Política) es el conglomerado de las observaciones y los diversos análisis realizados por los politólogos (y científicos de las ciencias humanas) sobre fenómenos similares en muchos países (o por extensión, en diferentes regiones de un mismo país). Abarca desde la simple compilación de "inventarios paralelos" de datos relativos a dos o más países, hasta el establecimiento de ámbitos de validez de las generalizaciones teóricas referidas a conjuntos de fenómenos políticos, sobre la base de efectuar comparaciones entre países, Estados, gobiernos o, entre regiones de los mismos, con diferencias de regímenes políticos e instituciones, buscando establecer tipologías de análisis comparables. En tal sentido; “una tipología de análisis se suele definir como una clasificación multidimensional, entendiendo con ello que se trata de una organización de tipo clasificatorio establecida por la combinación  y cruce de más de un criterio”.[3]

 

De hecho, para Bertrand Badie y Guy Hermet en; “Política Comparada”, nos exponen: “no hay teorías políticas totalmente universales, pues ninguna teoría puede intentar ser independiente de la cultura del sociólogo que la establece, y ninguna cultura puede pretender haber alcanzado el universalismo”.[4]

 

Evidentemente comparar implica: a) tiene como objetivo liberar del etnocentrismo metodológico y empirismo sin sentido; b) de lo universal; c) de lo uniforme; d) son proposiciones de ruptura y de proposiciones típico ideales; e) tiene como base entender las diferentes decisiones entre lo político y lo cultural de los hombres en sociedad; f) compete al método critico-histórico; g) implica el conocimiento de varios ámbitos de análisis institucional  y; h) busca definir las prácticas políticas del poder en función, sobre el establecimiento de la democracia y de la oposición, en la ciencia política contemporánea en sus procesos de construcción en relación de los acontecimientos, las estrategias y elecciones de los actores sociales; elites y clases políticas, tal como se desenvuelven dentro de cada espacio cultural entre lo político y la política, preferentemente en los sistemas de gobierno democráticos.

 

Incluso, vemos cómo; “el método comparado pone de manifiesto algunos problemas generales de la investigación. Comparando unidades socio-políticas diferentes –en la mayor parte de los casos, países y sistemas políticos distintos – es preciso recurrir a conceptos comparados no peculiares a una determinada cultura; o bien a conceptos más abstractos y extensivos, cuyas operativizaciones necesitan procesos de indicación menos directa y aumentan los problemas de la validez de los indicadores”.[5]

 

Como método de aproximación  para Bertrand Badie y Guy Hermet: “el método comparativo se inspira directamente en el método de las variaciones concomitantes elaborado por JoHn Stuard Mill: su propósito es interpretar las variaciones que presenta un objeto o fenómeno social dado al relacionarlos con las diferencias comprobadas en el modo de acción de tal o cual factor, en igualdad de circunstancias”.[6]  Por ello la capacidad de las comparaciones en la ciencia política se inscribe definitivamente en el nivel de generalidad del lenguaje al que se recurre.

 

En tal sentido, Ulrich Beck, uno de los teóricos en las ciencias sociales más influyentes a finales del siglo XX y principios del XXI, buscó vías cognitivas para entender los procesos de cambio en las instituciones de vida del hombre en la cultura y la sociedad. Nos invitó a reflexionar desde las ciencias sociales, y en especial desde la sociología y la politología, la sociedad en sus entornos conflictivos para pensar el futuro dentro del Estado y los partidos políticos, sociedad civil y sociedad política.

 

En efecto, Beck fue extendiendo desde su famosa tesis sobre la sociedad del riesgo y sobre la modernidad reflexiva, explicaciones teóricas que ha utilizado a lo largo de estos últimos años, (antes de su temprana muerte), como condicionantes epistemológicos y metodológicos para la reconstrucción y fundamentaciones conceptuales, haciendo revisiones e interpretaciones dentro la sociología clásica, bajo el uso de las nuevas formas de teorización dentro de la interpretación de los efectos de la globalización, tanto política, económica, como cultural, en las sociedades contemporáneas y sus efectos en las democracias, y siempre bajo el método comparado histórico.


        Es decir, reinterpretando los clásicos tipo Max Weber, Karl Marx, Durkheim, Herbert Mead, Karl Mannheim, Alfred Schutz, Edmund Husserl entre otros, para imbricar las nuevas formas institucionales y culturales, en función de entender y reconfigurar la democracia, el papel del ciudadano, la sociedad civil, y su participación, de la mano de los partidos políticos, a la par de la influencia de las tecnologías y los medios de comunicación para comprender las transformaciones desbordantes del mundo de hoy.

 

Además, las interpretaciones de Beck en su pensamiento constructivista y racionalista comparando lo que es en contraposición a un deber ser normativo, nos plantea el proceso de individualización de lo político y la política como herramientas básicas para vivir en comunidad. Es decir, para mejorar las condiciones de la democracia como forma y defensa de vida.

 

         Sin embargo, dadas las grandes contradicciones y paradojas desconcertantes que experimenta el ser humano hoy día. Todo ello va de la mano de profundas crisis sociopolíticas y socioeconómicas, profundos cambios bioéticos, genéticos, ecológicos, que se debe advertir ponen en riesgo la vida del hombre como tal en su condición y espacios vitales.

 

Es decir, y nos apoyamos en el pensamiento de Beck: “la globalización, la individualización, la revolución de los géneros, el subempleo y los riesgos globales (como la crisis ecológica y el colapso de los mercados financieros globales). El auténtico reto teórico y político de la segunda modernidad es el hecho de que la sociedad debe responder simultáneamente a todos estos desafíos”[7].

 

En tanto, sus bases parten del estudio de la fenomenología interpretativa y, sobre todo, su especificidad en el interaccionismo (Mead) simbólico que hunde sus raíces para explicar el hecho social, como vivencia diaria (cara a cara), lo que va configurando, el estudio de la sociología interpretativa de la mano de precursores de la sociología en general como lo son: Durkheim, Pareto, Mosca, Weber, Husserl, Heidegger, y en especial la destacadísima obra del vienés Alfred Schütz, estudios sobre la fenomenología que durante décadas fueron olvidados, y que retoman P, Berger y T, Luckmann para explicar la acción social dentro de la sociedad contemporánea por aquello de la ruptura con los paradigmas que daban cuenta de realidades pasadas. En muchos sentidos, explicaciones globales, locales y de riesgo en la sociedad vigente, pero que hoy día se presentan indispensables y bajo las comparaciones, para comprender la sociedad democrática, y no tan democrática del presente.

 

Es decir, los postulados de Ulrich Beck sobre el estudio de la sociedad del riesgo cobran vigencia y se destacan en las ciencias sociales para la comprensión e interpretación de la vida cotidiana, bajo la subjetividad y objetividad del actor social, tanto individual como público, en sus contextos y los efectos políticos, económicos, religiosos, culturales y éticos.

 

En efecto, Beck destacaba: “la modernización radicalizada socava los fundamentos de la primera modernidad y transforma su marco de referencia, frecuentemente de un modo que ni se deseaba ni se preveía”[8].

        Así, la sociedad del riesgo global implica de entrada, tener una visión de la reorganización política bajo un cosmopolitismo interpretativo, desde las comparaciones sincrónicas, de la incertidumbre para enfrentar con más claridad la modernidad reflexiva y desbordada dentro de la construcción de lo político y la política, como marco de las democratizaciones y crisis institucionales vigentes en el proceso de globalidad política y globalización económica reinante.

 

 De allí veamos los tipos de habilidades del método comparado en el siguiente cuadro:

 

  • TIPOS DE CAPACIDADES EN LA POLÍTICA COMPARADA, SU METODO Y ELEMENTOS PARA LA GOBERNABILIDAD Y LA DEMOCRACIA.

 

(Fuente: Laiz, Consuelo. Román Paloma. Política Comparada, Mc-Graw Hill, 2003.)

 

 

 

 

Y, para ver sus estructuras en conjunto, veamos el siguiente cuadro:

 

GRAFICO DE UN SISTEMA POLÍTICO COMPARADO. EN LA DEMOCRATIZACIÓN PLURALISTA.

 

 

 

(Fuente: Elaboración propia. Mérida – 2017.  CIPCOM-ULA)

 

        Si bien es cierto, cabría decir que el pluralismo, dentro del estudio de la política comparada, como explicación de lo político dentro de un régimen democrático, se fundamenta en la idea primigenia de los grupos sociales como fundamento básico para el desarrollo de la democracia. Entre otras razones, debemos considerar los aspectos del análisis en sus diversas formas como lo son: La respuesta del pluralismo a sus críticos, el pluralismo reformado, el neopluralismo y sus aspectos.

 

Así las cosas, digamos que el pluralismo como teoría, en la comparación, constituye un enigma, siempre en cuestionamiento porque, a pesar de ser la teoría dominante en los análisis de ciencia política, es considerablemente deficitaria en términos teóricos. Y como bien señala Martín Smith: El pluralismo como teoría es deficitaria en tanto y en cuanto deja por fuera ciertos aspectos metodológicos para poder establecer su criterio básico como teoría, porque el pluralismo es; normativo, descriptivo y perceptivo.

Normativo = mejor forma de gobierno.

Preceptivo = Modelo ideal de gobierno.

Descriptivo = Análisis del mismo. (Precisamente por su falta de precisión conceptual se le crítica al pluralismo de imprecisión, lo que hace de su teoría mucho menos acabada) Y como bien señala Robert Dahl “el pluralismo no significa que todos los ciudadanos estén dentro del proceso político. Pone de manifiesto el hecho de que muchos ciudadanos permanecen inactivos, que los ingresos, la riqueza y los recursos políticos no están distribuidos de forma equitativa”.

        Veamos sus características:

1.   Su diversidad, por la complejidad que comporta dentro del Estado liberal contemporáneo que supone que ningún grupo está por encima de la sociedad o, que sea capaz de dominarla.

2.   El pluralismo ve una separación entre la sociedad civil y el Estado, además de ver que el poder político del Estado se encuentra separado de lo económico por intereses diferentes.

3.   El poder, para los pluralistas clásicos, no es acumulativo, de ello que sea disperso, de ahí que la función del Estado sea la de regular los conflictos en la sociedad, más que dominarla para alcanzar intereses particulares.

4.   La teoría del Estado pluralista es poco desarrollada, e incluso cuando hacen mención al Estado prefieren denominarlo gobierno o sistema.

 

        Cabe decir que con el Estado pluralista se pone de manifiesto la separación entre, poderes; el ejecutivo, legislativo y el judicial, además de poner atención en el funcionariado en sí, en la burocracia, tecnocracia y meritocracia adentro del Estado. Así, “Es a través de mecanismos como las elecciones o los grupos de presión el gobierno refleja las demandas de la sociedad y se ve constreñido por el poder compensador de la sociedad civil y de otras organizaciones”.

 

Enfrentados a la realidad, podemos afirmar siguiendo a Robert Dahl que hay centros de poder múltiples, (entre élites) en donde ninguno de los cuales es completamente soberano, incluso dentro del Estado los distintos actores políticos y élites se ven con frecuencia muy constreñidos los unos con los otros actores. David Truman reconoció; que puede desarrollarse relaciones institucionalizadas entre un organismo y los grupos de interés asociados a su labor y que esto podría conducir a que no se preste atención a otros intereses.

 

De esta manera, podemos afirmar, que, para los pluralistas, consideran el Estado como aquel lugar en donde se está en un perpetuo conflicto entre los distintos departamentos de la burocratización, incluso dentro del propio gobierno. De ahí que ningún interés domine por completo dentro del Estado o gobierno. Es claro, nos parece, que la política para los pluralistas, (Dahl incluido) es un proceso de negociación constante que garantiza que los distintos conflictos sociales se resuelvan pacíficamente. “La política considerada como un acuerdo entre intereses opuestos, significa que los grupos son un elemento crucial del proceso de elaboración de políticas”. Entre otras razones, Robert Dahl en 1956 nos decía: “mientras que una dictadura era el gobierno de una minoría, una democracia es el gobierno de una cantidad de minorías, que varían en número, tamaño y diversidad”.

 

Podemos pensar, por lo tanto, el Estado, desde una perspectiva pluralista, como una organización independiente que realiza políticas para responder a las distintas presiones que se originan de múltiples grupos sobre el gobierno. Es decir, bajo una burocracia descentralizada del poder central ejecutivo.

 

La teoría pluralista, dentro de los estudios comparatistas, ve a todos los grupos sociales con las mismas posibilidades de presión sobre el gobierno, y no distingue del poder tanto político ideológico como el poder económico de un grupo o movimiento. Lo que se desprende con claridad para Finer es que; los “grupos empresariales no dirigen, pero pueden vetar. Les interesa un número de asuntos limitados, por lo que no intentan presionar en la mayoría de las políticas”

 

De hecho, si un grupo (elite, o clase de dominación) tiene poder económico es probable que se vean limitados en cuanto a votos, pero no limitado en cuanto poder de decisión: porque si bien es cierto, el poder ejecutivo necesita de grupos empresariales para la creación de empleos, entre otras cosas para de esa manera no cargar al Estado de toda la maquinaria que nueve a un país. Evitando concentrar demasiado el poder político. Aunque ciertos grupos tengan ventajas en cuanto a los recursos, o, a su capacidad de acceso, el sistema de grupos de presión en conjunto y la naturaleza del Estado garantizan que haya un control sobre los grupos potencialmente poderosos. Es lógico advertir, cuando la democracia institucional, funciona y están consolidadas sus instituciones republicanas, la democratización del Estado se consolida.

 

Es evidente que la teoría pluralista del Estado olvida la condición estructural de los partidos políticos, deja el debate sólo en el análisis de los grupos sin hacer referencia a sus posiciones ideológicas; tienden a ver que dentro del proceso de elaboración de las distintas políticas a los decisores no analizan las condiciones o distintas variables para que se  produzcan el consenso, olvidan la relación de dominación, sólo buscan dar una explicación por los comportamientos de los actores dentro del sistema. He ahí, su debilidad.

 

Para Almond y Verba en 1963 con un estudio de la cultura política de cinco países; Alemania, Estados Unidos de América, Francia, México e Italia: “Si no hay un consenso dentro de la sociedad, existen pocas posibilidades de que se produzca una resolución pacífica de las diferencias que afectan a las políticas, procedimiento asociado al proceso democrático”.  Por sus consecuencias, podemos pensar que para una sociedad democrática funcione de manera correcta y eficaz, es necesario que exista un cierto consenso con respecto a los valores fundamentales que sean compartidos por todos los grupos antagónicos. De allí, la importancia de las oposiciones pluralistas de partidos políticos a los intereses de los gobiernos democráticos de turno. Es decir, apoyos en conjunto. Entre grupos de interés y grupos de presión.

        La idea de Consenso respalda la idea de poder en la teoría del Estado pluralista. “En el fondo, dirá claramente Dahl, todos los requisitos de la democracia se condensan en la exigencia de un principio fuerte de igualdad”.  Así, para Polsby, el poder es la capacidad que tiene un actor de hacer algo que influya en otro, de forma que varíe el modelo probable de acontecimientos establecidos para el futuro. Para Dalh; A, tiene poder sobre B, en la medida en que puede hacer que B haga algo que, si no fuera por este poder, no haría.

 

        Baste con decir aquí que las preguntas cruciales del enfoque pluralista son: ¿Quién participa en el proceso decisorio y quién logra que se acepten sus preferencias como decisiones? Es decir, cómo funcionan sus departamentos burocráticos. En efecto, los pluralistas se centran en ver a quién hace qué y en quién logra alcanzar sus objetivos en el ámbito de la democracia representativa-competitiva.  Es un orden de complejidad político administrativa.

 

A) Ventajas del enfoque pluralista.

        Entre otras razones la ventaja más destacada es la de su descripción de la distribución del poder porque no hay presuposiciones sobre la distribución del poder, además dentro del enfoque pluralista es posible determinar empíricamente quien tiene o no el poder. También podríamos decir que es más exacta que el marxismo, (como el pasado de una ilusión) o las teorías elitistas, que tienen un carácter monolítico.

 

        Para el enfoque pluralista las sociedades contemporáneas se dividen en diversos grupos que estos a su vez tienen distintos intereses y disponen de muchos recursos que utilizan para influir en el sistema de gobierno: también diverso, conflictivo y dividido. A partir de ahí cabe decir que, para que una sociedad democrática sobreviva el Estado de derecho se tiene que tener muy en cuenta a los diversos grupos sociales.

B)  Problemas del análisis pluralista.

        Los pluralistas no se ocuparon de ver los mecanismos que existen dentro del proceso de elaboración de políticas para excluir a los grupos no deseados.

 

Una de las principales críticas que se le reprocha al análisis pluralista es pasar por alto las autenticas razones de la política, ya que no analizan el contexto ideológico y estructural en el que la política se formula. Dejan por fuera la importancia del partido político como estructura organizativa que sé cohesiona bajo una ideología para la toma del poder político del Estado. Dan mucha importancia a los grupos como órganos dentro del vértice político. “La influencia de los grupos de presión no procede únicamente de sus recursos, también se basa en el contexto institucional, histórico e ideológico en el que se decide, el cual introduce un sesgo en el proceso decisorio, de forma que se privilegian más unos intereses que otros”.

 

        Lo que sí se desprende con claridad es el hecho de que los pluralistas clásicos al centrarse demasiado en el comportamiento son incapaces de evaluar hasta qué punto la ideología puede determinar las acciones de aquellos que formulan las políticas en la construcción de un orden burocrático.

 

        Entre otras razones, quizás el problema fundamental en los análisis pluralistas sea su tendencia a considerar a los grupos empresariales como un grupo más dentro del debate en la arena política. Al dejar al empresariado como grupo en las mismas condiciones que otros grupos, se les olvida que los gobiernos para su propia supervivencia, necesitan economías estables y prosperas y, por tanto, son los gobiernos sensibles a los intereses de los grupos de empresariales.

 

        En lo referente al proceso de elaboración de distintas y diversas políticas dentro del Estado, “los pluralistas se centran considerablemente en el papel de los grupos, subestimando así la importancia del Estado y de sus actores”. Dejan por fuera del análisis a los organismos públicos. La importancia de la burocracia para el buen funcionamiento del gobierno.

 

C) Respuestas del pluralismo a sus críticos.

        El pluralismo reformado es más o menos la misma posición del pluralismo clásico, pero el pluralismo reformado acepta muchas de las críticas hechas al pluralismo clásico. Lo cierto es que, reconoce que las relaciones entre gobierno y los grupos de interés y de presión están con frecuencia institucionalizadas y que se excluye a ciertos grupos del proceso de elaboración de políticas. Para los pluralistas reformados, la característica principal del Estado contemporáneo es su complejidad y fragmentación.

 

        A partir de ahí, el pluralismo reformado no acepta que el Estado tenga ahora el carácter corporativo, por sintetizar; no es posible enumerar definitiva y exhaustivamente los grupos de una comunidad. La idea de Richarson y Jordan. Acepta que las relaciones entre los grupos y el Estado puedan estar estructuradas e institucionalizadas. Pero estos a su vez, también aceptan la idea básica, (para la respuesta de los pluralistas a sus críticos) de que las relaciones estructuradas e institucionalizadas se están desintegrando, haciéndose confusas, y que cada vez se encuentran más abiertas a los grupos.

 

        Entre otras razones, Nordlinger en 1981 intentó dar una respuesta alternativa a las críticas recibidas por el pluralismo, en sí, él sostuvo, que las políticas no estaban necesariamente determinadas por los grupos, sino que los actores políticos, tenían sus propios intereses al respecto y que estaban dispuestos a defenderlos frente a las críticas de esos grupos. Por lo tanto, él reconoció el papel determinante que tienen los funcionarios y la función de la burocracia en los resultados de las políticas y cree que existe pluralismo dentro del Estado, porque diversos funcionarios entran en conflicto con el fin de lograr sus intereses particulares.

 

D) El neopluralismo.

 

        Este enfoque parte de una respuesta más radical a las críticas recibidas por el pluralismo. Su interés se fundamenta en la respuesta, de que los grupos empresariales tenían el suficiente poder como para lograr que el gobierno respondiera a sus intereses. Razón por la cual destacamos, que los gobiernos se ven en la necesidad de los grupos empresariales para sus políticas económicas den fruto en la sociedad. De hecho, para los neopluralistas, los poderes compensatorios no bastan para controlar los intereses de los grupos empresariales. Por necesidad, se esfuerzan por la buena administración pública para evitar y compensar los desmanes provenientes de elites empresariales sin control.

        Por sus consecuencias, la teoría pluralista ha portado una gran discusión en la ciencia política, y además ha sido clave para la explicación de la democracia como la mejor forma de gobierno. Tan patente concepto nos revela su importancia por algunas razones; que para Robert Dahl (la poliarquía) son de importancia en su libro sobre La democracia publicado en 1999.

 

        Y como bien señaló: ¿Por qué la democracia? La democracia (poliarquía) produce sus consecuencias deseables.

1. Evita la tiranía.

2. Permite los derechos esenciales.

3. Permite la libertad general.

4. La autodeterminación.

5. Autonomía moral.

6. La protección de los intereses esenciales personales.

7. La igualdad política. Además, la democracia moderna produce por sus consecuencias:

8. La búsqueda de la paz social y

9. La prosperidad.

 

        Y esto es tanto más importante, porque ha permitido dentro de nuestra disciplina, en la política comparada, identificar lo que es y no es la democracia.

 

        Asimismo, y para Fernando Vallespín en, sobre el futuro de la política. De ahí; La gestión del pluralismo se basa en que “la mayoría de los grandes problemas y desafíos del futuro sólo admitirán soluciones globales o regionales. La nueva gobernación del mundo –como la de casi cualquier sociedad, por otra parte- deberá hacerles frente superando los particularismos locales y mediante una adecuada gestión del pluralismo. La energía de la nueva política deberá ser la negociación y el compromiso entre una ingente cantidad y heterogeneidad de actores, que ya no se dejan subsumir únicamente bajo rúbricas tales como civilizaciones, Estados o ideologías, ni apoyarse sobre la etnicidad de una única forma de vida cultural.

 

        A pesar de los importantes esfuerzos teóricos hechos en los últimos años, la asignatura pendiente de la teoría política actual sigue siendo la solución de los problemas derivados del fact of pluralism (Rawls). ¿Conseguiremos establecer una sensata y razonable comunicación y cooperación entre extraños?” Un debate aún pendiente para superar los déficits institucionales y para mejorar las condiciones de vida en las democracias.

 

En muchas de las ciencias, y la politología en especial, llevadas a cabo en un sistema mal gestionado, su pluralismo, aunado a un sistema de intolerancia en competición y consolidación de la democratización es deficiente, donde no se cumple el pluralismo descrito líneas anteriores, en la distribución del conocimiento, han sido causa del déficit de gobernabilidad, la anti política y el desgobierno. De allí, las crisis políticas, energéticas, económicas y sociales, de la caída del mercado de capitales, del auge de las desigualdades de la contrariedad que nos engloba a todos en el planeta tierra. El calentamiento global, las crisis de la pobreza, de escasez de alimentos en zonas del mundo con grandes cifras de miserias y emigración, que deben tratarse como asuntos desde encuentros multidisciplinares, transdisciplinares en donde las ciencias empíricas lógicas y las ciencias sociales se encuentren, se crucen entre ellas información para dar solución a atolladeros reales que se presentan globales y glocales. Buscar la solución de los problemas de la vida cotidiana del ciudadano con claras políticas públicas y proyectos políticos de avanzada, capaces de dar un marco de respuesta eficaz dentro del entorno social. Ello obliga con repensar las formas de participación y de representación para que los partidos, en sus estructuras de poder se readapten a las condiciones del mundo actual.  Todo lo mencionado se logra con más facilidad gracias al método comparado. Siendo su utilidad y aplicabilidad relevante en las ciencias sociales.

 

        De hecho, en los albores del siglo XXI comenzamos a entender las nuevas formas de hacer ciencia. Por ello pasamos a dejar a tras esas concepciones del saber parcializado, hacia un saber que comunique, que resuelva, superando esos pensamientos estancos como lo viene anunciando Edgar Morin y un grupo nutrido de pensadores desde todas las ramas científicas, en sus celebres ensayos y desde las universidades en el mundo.

 

        En tal sentido la cultura, la política, la economía: la sociedad cambia se reconfigura, precisamente por las modificaciones en la vida diaria de todos los seres humanos por el desarrollo de la tecnología. Asimismo, esas alteraciones planteadas, son, por ejemplo, en la sociología muy importantes: por ello Pierre Bourdieu advirtió: “pedirle a la sociología que sirva para algo siempre es una manera de pedirle que sirva al poder como ciencia de vigilancia”.   Y Alrededor de todo este gran movimiento dentro de todas las ciencias que comenzamos a pensar, entender y comprender; “desde el campo cotidiano y de su quehacer, encontrar el modo de hacer jugar el pensamiento complejo para edificar una práctica compleja, más que para atarse a anunciados generales sobre la complejidad. El desafío de la complejidad es el de pensar complejamente como metodología de acción cotidiana, cualesquiera sea el campo en el que desempeñamos nuestro que hacer”.

 

        En efecto pasamos a hablar de la interdisciplinas, multidisciplinas y transdisciplinas. Ello como conjunto de nuevos conceptos epistemológicos y metodológicos explicativos para entender las ciencias de toda índole, en el proceso indetenible de la globalización de los conocimientos, así como de las culturas y los mercados. Pero, además, para la compresión de la globalidad política por los nuevos enfoques políticos en las instituciones nacionales e internacionales para tal fin. El efecto de la Internet, las Redes Sociales en el gran mercado de las ideas globales.

 

        Se nos relata en tal sentido: “Vivimos un momento en el que cada vez más y, hasta cierto punto, gracias a estudiosos como Edgar Morin, entendemos que el estudio de cualquier aspecto de la experiencia humana ha de ser, por necesidad, multifacético. En que vemos cada vez más que la mente humana, si bien no existe sin cerebro, tampoco existe sin tradiciones familiares, sociales, genéricas, étnicas, raciales, que sólo hay mentes encarnadas en cuerpos y culturas, y que el mundo físico es siempre el mundo entendido por seres biológicos y culturales. Al mismo tiempo, cuanto más entendemos todo ello, más se nos propone reducir nuestra experiencia a sectores limitados del saber y más sucumbimos a la tentación del pensamiento reduccionista, cuando no a una seudo-complejidad de los discursos entendida como neutralidad ética”.

 

        Evidentemente el pensar complejo se plantea desde la teoría de los sistemas abiertos y en acción continua del cambio paradigmático implica como tal, según Marcelo Pakman: “Cuando nos sumamos a entender el mundo físico, biológico, cultural en el que nos encontramos, es a nosotros mismos a quienes descubrimos y es con nosotros mismos con quienes contamos. El mundo se moverá en una dirección ética, sólo si queremos ir en esa dirección. Es nuestra responsabilidad y nuestro destino el que está en juego”.

 

        Asimismo, Edgar Morin viene postulando su teoría de la complejidad, que cala muy bien con el método comparado en todas las ciencias y nos expone una idea que bien vale la pena destacar: “nunca pude a lo largo de toda mi vida, resistirme al saber parcializado, nunca pude aislar un objeto de estudio de su contexto, de sus antecedentes, de su devenir. He aspirado siempre aun pensamiento multidimensional. Nunca he podido eliminar la contradicción interior, siempre he sentido que las verdades profundas, antagonistas las unas de las otras, eran para mí complementarias, sin dejar de ser antagonistas. Nunca he querido reducir a la fuerza la incertidumbre y la ambigüedad”. 

 

        Por lo tanto, el paso de la primera modernidad, hacia una modernidad reflexiva, o segunda modernidad (criterio de análisis que por su misma volatilidad, tanto conceptual como social, alude en consecuencia “en extremo sensible a los lenguajes; a su radical contingencia e historicidad”) (Brünner, 1999: 13)  ha significado el cambio en los paradigmas explicativos y teóricos, para dar cuenta de las realidades que en la actualidad la teoría de la modernidad clásica da sus aportes, como lógicas de auto-reflexión para repensar las sociedades occidentales. Ello implica además repensar las instituciones del Estado y de la democratización de la vida política. Y ello implica un método, que, por excelencia y abundancia teórica, el más indicado es, el método comparado.

 

        Así, el traspaso cognitivo y valorativo de la cultura, en estos aspectos, ha dado lugar para que se hable de un proceso histórico de la globalización, en el cual la misma “es por sí lo suficientemente heterogénea y abierta como para resultar complejo el establecer unos presupuestos firmes y delimitadores”. (Maíz, R; Lois y M, 1998: 403).

 

        Si ello es así, ¿qué fue lo que provocó la crisis de la modernidad? ¿Por qué la postmodernidad no nos explica nada, o casi nada de la realidad tan compleja? O más crítico reflexivo, ¿son gobiernos, partidos políticos, medios de comunicación, industrias de todo tipo, ciudadanos e intelectuales los culpables de esta modernidad reflexiva y periférica, que, bajo el término y aplicación de la globalización económica y la globalidad política, deslinda a los seres humanos de un mundo de esperanzas desencantadas? O acaso, ¿nos diluye una heterogeneidad? La respuesta nos parece obvia. No sabemos lo que nos depara el futuro, en un mundo en total cambio y replanteo de sus paradigmas teóricos metodológicos, pero si sabemos que con las comparaciones nos acercamos a sitio seguro, además de su cosmovisión del acontecer político, social y cultural, e incluso los problemas ecológicos de la sociedad del riesgo, como lo propuso, Ulrich Beck.

 

        En efecto, el pensamiento crítico reflexivo de la segunda modernidad y sus principales exponentes, tratan de establecer el camino teórico por donde cruzan ideas innovadoras. Ahora bien, en el momento de construir el mapa teórico en esta nueva cartografía nos situamos en una vía sumamente difícil de ver con tan sólo un mapa. Debemos, por tanto, recurrir a diversos instrumentos teóricos, una nueva cartografía que está en marcha, a fin de orientarnos a sitio seguro. En sí, recurrimos a la interdisciplinaridad en las ciencias sociales. (Dogan, 2001: 150-196) Sus consecuencias son claras: “la sociedad de riesgo puede poner en marcha también un proceso de aprendizaje, una politización forzosa, posibilidad perfectamente imaginable como proceso de aprendizaje mundial, como cosmopolitización; y ésta es, en el fondo, la esperanza con la que yo propongo mi teoría”. (Beck, 2002: 195)

 

         Las respuestas reflexivas teórico-metodológicas aportadas hoy, parecen desvanecerse en el mar de la realidad y de este nuevo aprendizaje. En sí, las grandes desigualdades sociales globales que se van transformando en glocales, provoca en la realidad profundos declives sociales, religiosos, culturales y económicos, que se manifiestan y se vuelven más reales a través de los medios de comunicación masiva: “el analista contemporáneo se halla forzado a entender la vida en el mercado si quiere captar el sentido de la época global”. (Brünner, 1999: 21) 

               

        Evidentemente entender el pensar complejo ha implicado abrir la mente, por ello Edgar Morin observó: “Pero la complejidad ha vuelto a las ciencias por la misma vía por la que se había ido. El desarrollo mismo de la ciencia física, que se ocupaba de revelar el Orden impecable del mundo, su determinismo absoluto y perfecto, su obediencia a una Ley única y su constitución de una materia simple primigenia (el átomo), se ha abierto finalmente a la complejidad de lo real. Se ha descubierto en el universo físico un principio hemorrágico de degradación y de desorden (segundo principio de la Termodinámica); luego, en el supuesto lugar de la simplicidad física y lógica, se ha descubierto la extrema complejidad microfísica; la partícula no es un ladrillo primario, sino una frontera sobre la complejidad tal vez inconcebible; el cosmos no es una máquina perfecta, sino un proceso en vías de desintegración y, al mismo tiempo, de organización”.

 

        Como veremos a continuación, Arlie Russell Hochschild, se preguntaba: “¿Cómo debemos entender los efectos de la globalización sobre el afecto? ¿Qué sabemos de ello, qué pensamos y sentimos al respecto? Si se forman más cadenas mundiales de afecto, ¿Los movimientos y las consecuencias se caracterizan por la bondad o la crueldad? Dado lo dura que es la pobreza, no son preguntas fáciles de responder. Pero no nos hemos ocupado plenamente de ellas, en mi opinión, porque, para la mayoría de nosotros, el mundo se globaliza a más velocidad que nuestros corazones. Vivimos en el mundo, pero tenemos sentimientos locales”. (Russell, 2001: 189) Como resultado de lo anterior, en sí, cabría aplicar aquí, aquella presunción weberiana según la cual las teorías y conceptos de análisis no superan por más ni más, a la continua y fundante realidad del mundo en que vivimos cada vez más complejo remitiéndonos a las más disímiles realidades. 

 

        Asimismo, “una de las conquistas preliminares en el estudio del cerebro humano es la de comprender que una de sus superioridades sobre la computadora es la de poder trabajar con lo insuficiente y lo impreciso; hace falta, de ahora en más, aceptar una cierta ambigüedad y una ambigüedad, cierta (en la relación sujeto/objeto, orden/desorden, auto/hetero-organización. Hay que reconocer fenómenos inexplicables, como la libertad o la creatividad, inexplicables fuera del cuadro complejo que permite su aparición”. (Morin, 2007: 61).

 

        Para decirlo en palabras de Alain Touraine: “ya no creemos en el progreso (...) La afirmación más fuerte de la modernidad era que somos lo que hacemos; nuestra vivencia más intensa es que no es así, sino que somos cada vez más ajenos a las conductas que nos hacen repensar los aparatos económicos políticos o culturales que organizan nuestra experiencia”. (Touraine, 1998: 27)

 

        Precisamente esta transformación lleva al cambio paradigmático de nuestra sociedad global. Y, en cualquier caso, este quiebre paradigmático del pensamiento moderno y sus prácticas políticas son los que amplían nuestros criterios de análisis hacia posiciones auto-reflexivas, que por paradójico que nos parezca, es modernidad en sentido reflexivo.

 

         Con la agravante de que “modernización reflexiva significa que un cambio de la sociedad industrial que se produce de forma subrepticia (oculta) y no planeada, a remolque de la modernización normal, de modo automatizado, y dentro de un orden político y económico intacto implica lo siguiente: Una radicalización de la modernidad que quiebra las premisas y contornos de la sociedad industrial y que abre vías a una modernidad distinta”. (Beck, 1994: 15)

 

         Verbigracia, “decir postmoderno es como decir post-medieval, o, post-renacentista o post cualquier cosa que existió en el pasado. Lo que, si parece claro, es que, llámese como se quiera, un determinado modo de entender al mundo está siendo reemplazado por otro que fue imaginado (o soñado) Ese es el quiebre aludido, y, a ése me referiré con el nombre de revolución paradigmática”. (Mires, 1996: 152)

       

        En sí, y como lo propone Bauman: “La dialéctica de la libertad y la dependencia empieza con el nacimiento y termina con la muerte”. (Bauman, 1990: 39) Es por ello que el proceso de socialización nunca se agota en la vida de los hombres de distintas sociedades. Y es precisamente ahí en donde la globalización tiene un rol destacado porque los cambios que produce, tanto en lo económico, político como en lo cultural nos remite a una continua socialización y resocialización de nuestras vidas, tanto colectivas como cotidianas. Es decir, tanto públicas como privadas. Entre tanto, “la desintegración social es tanto una afección como un resultado de la nueva técnica del poder, que emplea como principales instrumentos el descompromiso y el arte de la huida”. (Bauman, 2003: 19)

 

        Es un hecho que el individuo responde en su gran mayoría a conductas en masa (colectivas). Diríamos entonces que el consumo se manifiesta en una relación en donde el que no consume no pertenece a la sociedad de consumo. Se corre entonces un estado y situación de desamparo, tanto social como Estatal. Ello afecta de manera drástica la función de la democracia en los Estados que padecen graves crisis, tanto económicas como políticas.

 

         Más aún, “nuestra vida está incidiendo en la manera como se están conformando las formas culturales. Siempre ha sido así. Pero cada momento, cada tiempo en particular, ha tenido su manera, sus formas de expresión ¿Cuáles son hoy día esas formas? Se trata de dar una respuesta, puramente descriptiva en esta primera aproximación, porque sabemos que debemos ir hacia la interpretación/explicación de por qué es así y no de otra manera”. (Bisbal; Pasquale, 1999: 97)

 

         Es así como los pobres (“invalidan los resultados de la socialización anterior y exigen una reestructuración radical del comportamiento, lo que a su vez requiere nuevas habilidades y nuevos conocimientos”) (Bisbal; Pasquale, 1999: 39) se enfrentan a la sociedad que los hace invisibles para no sentirse parte de esa marginación impuesta. Y, si hemos dicho que somos parte de un todo, también esa marginación nos afectará de manera negativa más que de manera positiva en algún momento.

 

        Incluso, no estamos sugiriendo con fe ciega el fin de las ideologías propuesto hace un tiempo ya, por Francis Fukuyama, lo que queremos postular, es que estos nuevos y paradójicos procesos de ruptura y cambio trae parejo consecuencias y conflictos que no se tenían previstos por muchas de las ciencias sociales. Aunque mejor decir, fueron pocos los teóricos sociales que lo pensaron en el pasado.

 

         Ante este nuevo escenario, Ulrich Beck nos ha planteado que esta suerte de ansiedad y miedo social al riesgo y a la inseguridad ha llevado al hombre y a la política a una reflexión subpolitica, en donde lo social y las demandas del ciudadano se comienzan a plantear de abajo hacia arriba en el ámbito de su propia creación.  Es precisamente allí que entra a jugar importancia relevante los medios de comunicación, la Internet, la telefonía móvil y las Redes Sociales para hacer llegar y manipular esas demandas del ciudadano.  Significa una subpolítica de la función política misma, que como condición sine qua non le plantea al individuo (cuando hace uso de su civilidad) organizarse por grupos de interés específicos y no de solidaridades generales.

 

         Verbigracia, como lo ha observado Zygmunt Bauman en su libro, En busca de la política; los miedos en acción hacen de los ciudadanos buscar consuelo ya no en las iglesias, ya no en los partidos, ya no en las grandes ideologías que les llenaron de sentido en épocas pasadas. Un cambio en las formas políticas, las cuales deben tener presentes las estructuras partidistas en las nuevas formas de gobernanza si desean ser opciones de poder. Independientemente de sus concepciones ideológicas.

 

        Por todas estas razones, ahora el ciudadano mediático, sin que lo sepa, busca refugio en los grupos de apoyo, como alcohólicos anónimos, gordos anónimos, solteras/solteros etc... En el peor de los casos, y para muchos de los ciudadanos, la respuesta se halla en el control remoto, en Facebook, en Instagram, en Twitter, en las redes sociales. Es así, como percibimos la función tranquilizadora y perturbante (que por paradójico) se fusiona en los medios e influye en nuestro ideario cognitivo colectivo de acción práctica racional. Lo descrito tiene un impacto político, que el método comparado es muy eficaz para explicar.

 

         Pereciera ser (para el caso de la televisión) que, para muchas personas encender la caja de Pandora se hace para encontrar las bellezas sexuales, los lujos materiales, los viajes inalcanzables, todo aquello que en su vida cotidiana (para la gran mayoría) no logran acceder, es el reflejo de distracción y condición de un nuevo tipo de matar el tiempo pegados al aparato telé-transmisor. Lo repito; ahora con la vertiente de la Internet y las redes sociales tipo Facebook, Twitter, Instagram, su influencia y participaciones políticas cambian de lugar, más no de sentido. El sentido siempre es el mismo: mejores condiciones de vida y comodidad.

 

        Y, en cualquier caso, la función básica mediática es recrear el consumo, busca y hace, de una imagen prediseñada un modelo de vida fundador de los mercados globales.

 

         Ya es posible observar los efectos de este tipo de globalidad mediática en donde el consumo como necesidad “básica” de los hombres cada día se hace más inagotable de nuevos objetos. Se nos presenta un modo de vivir consumiendo, en donde a falta de consumo se puede llegar a las más bajas pasiones, o sueños idílicos. De esta razón, de la sin razón, caen gobiernos y poblaciones enteras en la marginalización, pobreza y exclusión social.

 

          Es precisamente de esa suerte de la sin razón, en donde la razón práctica de las acciones sociales de hoy día, se establecen en una racionalidad fenomenológica afectando de esa manera a la práctica política y establece nuevos roles y valores que hacen de todos los que las reciben sentir miedo y riesgos que los políticos y muchas de las instituciones por ellos conducidas, no están en la capacidad de afrontar, incluso esa es la base de los cambios en las Ciencias hoy día.

 

         Pero no todo es negativo, si de algo debemos estar complacidos con los medios de comunicación a escala global, y el uso atinado del método comparado para el control de las hipótesis y de las variables, es que le permiten al hombre destruir los “bastiones del aislacionismo cultural”. (Monsiváis, 2000: 213) Además libera aquellos secretos que por tabúes se dieron en situaciones pasadas, permitiendo así que nuestras generaciones amplíen su mapa mental con respecto a todo lo relacionado con la educación, tecnología y cultura. Dando complejos procesos laicos, que han permitido liberarnos (aunque hoy todavía existen en muchos países y mentes) de dogmas opresores, de fascismos demoledores y de racismos. Está permitiendo que los feligreses decidan sin temor sus posturas religiosas y a las mujeres legalizar mucho más sus vidas. Lo que está implicando es un reajuste en las formas de pensar el matrimonio o, las relaciones afectivas, entre muchos otros hechos de la razón práctica del mundo global-mediático de la experiencia vivida del imaginario colectivo instituyente. (Castoriadis, 2001: 96)

 

        En fin, como lo ha postulado Bisbal: “la gente voltea su representabilidad desde los políticos hacia lo masivo industrial de los grandes medios. Ellos se convierten en espacios idóneos para la representación y la interacción social”. (Bisbal, 2000: 29)

 

        Bajo tales parámetros para Ulrich Beck la sociedad del riesgo global (Beck, 2002). En donde bien podemos decir, en el ámbito de la sociedad del riesgo, (y para nuestras comparaciones diacrónicas y sincrónicas) que es aquella en donde las relaciones interconectadas en la sociedad son ahora flexibles e inestables, por las consecuencias no esperadas, producidas por las nuevas tecnologías tanto de la información como las tecnológicas para el avance de todas las ciencias y modos de vida en el mundo. Esa inestabilidad, e inseguridad le comporta al individuo, vivir en un estado de permanente cambio por parte de los proyectos de vida de los distintos, ahora inseguros, de sus posiciones alcanzadas, pero de carente estabilidad. Es decir, no sabemos con certeza que depara el futuro en la democracia a raíz de los cambios estructurales e institucionales por los que las democracias tienden a transformarse en cosmopolitas.

 

        En este argumento, Thompson y Beck coinciden teóricamente. Ello, no significa, que los autores mencionados, nieguen los aspectos positivos de los avances de la ciencia y la tecnología en la era global, la movilidad social, y los cambios paradigmáticos del ideario cognitivo del hombre de hoy.

 

          Asimismo para el sociólogo Estadounidense Richard Sennett, materializa su categoría de análisis de los cambios sociales en una “personalidad a la deriva”, va en la misma línea teórica de Ulrich Beck con respecto a la sociedad del riesgo; ella genera según Sennett una personalidad a la deriva en donde, la tradicional carrera cambia (forma de trabajo) su forma estable para convertirse, en un principio en inversión en la educación para luego poder cualificar y acceder a los puestos de trabajo de la economía del conocimiento (hoy más inestable que nunca). Y como bien lo ha señalado Fernando Vallespín: “La pauta hoy es la mudanza y la aparición del hombre flexible, que debe estar siempre dispuesto a ajustarse a circunstancias en continuo movimiento”. (Vallespín, 2000: 68) Por lo tanto, las instituciones de la democracia no escapan a los cambios antes aludidos.

 

         El hombre (como profesional o, trabajador técnico especializado u obrero) de hoy, vive en una constante amenaza y riesgo de inseguridad laboral, por las consecuencias no deseadas por el avance de las nuevas tecnologías o, del propio desarrollo económico. Para Susan Strange, estas amenazas, tanto de las nuevas tecnologías como las del desarrollo económico, comportan una “locura”. “Sobre todo, porque opera como un casino en el que se juega el futuro del mercado internacional”. (Strange, 1998: 60)  

 

           La sociedad del riesgo como tal debe enmarcarse en lo que para Giddens, Beck  Thompson, Vallespín es: que en la sociedad actual y en el mundo contemporáneo; vivimos en una etapa de transición: “En la que comienza a disolverse los presupuestos convencionales de la modernidad y de la sociedad industrial”. (Vallespin, 2000: 69) El Estado Nacional soberano se ve en la mayoría de sus funciones desplazado, y la sociedad misma se hace en ella misma más política. Puesto que, sus formas participativas y representativas se generan en parte, en los medios de comunicación e información, canalizando de esa forma la opinión pública política para el cumplimiento de las demandas y promesas hacía los políticos y sus proyectos de gestión. Ponen en evidencia la debilidad de los parlamentos, congresos, asambleas nacionales, partidos políticos. Es decir, los legisladores e intérpretes, sociedad política, y Estado-Nación, pierden confiabilidad de parte de la sociedad en su conjunto.

 

Y la pérdida de confiabilidad en las instituciones políticas trae como consecuencia la generación de liderazgos sin la debida profesionalización partidista que genera la anti política que tanto daño le ocasiona a las democracias por los populismos que desatan en fascismos destructores, en autoritarismos demoledores, en híper presidencialismos anti republicanos,  en líderes; que más que gobernar, desgobiernan y toman para sí el aparato del Estado destruyendo el desarrollo de una nación que afronta dichas consecuencias de la pérdida de confiabilidad en las instituciones de un orden democrático de igualdad ante la ley.

 

         La democracia, debe por tanto reinventarse en sus espacios públicos políticos de la sociedad del riesgo, para poder auto-organizarse en los espacios públicos, y ello implica normalizarse, sancionarse y limitarse. Implica, volver a redescubrir la política y cómo ella puede volver a institucionalizar la democracia política, fundamentada en los partidos políticos como formas de gobierno para dirimir el conflicto en la sociedad desbordada (Appadurai, 2001) y en la globalización desbocada (Giddens, 2000) Por cierto, “en una época en que los conglomerados de comunicación global son los actores clave de la producción y distribución de bienes simbólicos, una reflexión sobre las condiciones de la libertad de expresión no puede restringirse a la estructura territorial del Estado-Nación”. (Thompson, 1998: 309)

 

          Nos resulta paradójico, que, en el mundo contemporáneo, la mayoría de los países del mundo son democráticos o pretenden serlo, pero corren a su vez una suerte de desmovilización de los ciudadanos hacia los profesionales de la política, más no, a la política en sí. Son éstos los riesgos de la actual sociedad democrática. Incluso, el problema radica, en que ya, las instituciones políticas, como los partidos políticos y los sindicatos, no son la base adaptativa de las otrora esperanzas depositadas de sus afiliados. Las instituciones se convierten así, como lo ha observado Beck, en “jinetes sin caballo”, o, la anti política sobre el caballo. Y es precisamente en este asunto en donde entran en juego e importancia los medios de comunicación o mass-media, Internet y Redes Sociales para captar el descontento y movilizarlo a intereses que son más privados que públicos. 

 

          En todo caso, Beck agrega su tesis del partido cosmopolita de tipo nacional transnacional (como lo hemos indicado líneas arriba) para mejorar las condiciones de las estructuras institucionales en un nuevo manifiesto cosmopolita de carácter global, prestando atención en los asuntos locales. Puede decirse, que es una nueva forma explicativa, la cual aboga por involucrar las instituciones internacionales en los asuntos locales y nacionales a la vez. Pero ello involucra, como se ha dicho, a las instituciones locales y nacionales en los asuntos transnacionales de interés global para todos. Un ejemplo de ello lo podemos observar en los actuales debates sobre, medio ambiente, pobreza, narcotráfico, el SIDA, la enfermedad de las vacas locas, el terrorismo, el virus del Zika, entre otros temas de conflicto social glocal-global.

 

        En el presente y futuro cercano, ya hablar de eurocentrismo, norteamericanismo o latinoamericanismo (desde el punto de vista occidental) es retrogrado. “De este modo, conceptos como eurocentrista, o al revés, provincialista, pierden su carácter acusatorio. Uno puede ser parroquialmente provinciano, y al mismo tiempo compartir bienes de una cultura cosmopolita, sin que eso signifique necesariamente una contradicción”. (Mires, 2001: 45) Ahora con ésta nueva imagen cultural-virtual y comunicativa, las ideas viajan de un lugar a otro. Primero, sin la supervisión del Estado, y segundo, sin la necesidad de que los hombres se trasladen al lugar en donde se ha producido esa, o aquellas ideas.

 

          Es cierto, que, en el pasado, las ideas iban y venían, pero no con la rapidez actual. Esa rapidez, comienza a romper esa brecha entre países desarrollados y subdesarrollados, en el aspecto académico y la transmisión de los conocimientos técnicos. Pero sigue siendo cierto que, las economías menos favorecidas tengan muchos problemas internos y aumente las desigualdades sociales entre ricos y pobres. Lo que, si hay que destacar, es que las ideas y planteamientos científicos, ya no son exclusividad única de los países desarrollados.

 

Eso, claro está, no significa superación de las desigualdades sociales. Aquí, sólo estamos haciendo referencia, a un grupo reducido en número, de hombres y mujeres (empresarios, intelectuales y técnicos especializados) en el mundo. “Desde un punto de vista menos formal debo decir que, a mi juicio, no hay ideas eurocentricas, ni americanocentricas ni nipocentricas. Hay ideas malas e ideas buenas; o, si se prefiere, hay ideas útiles e inútiles. Por cierto, hay eurocentrismo en muchas actitudes intelectuales imitativas (Masilla, 1997: 32), pero ello no tiene que ver con el mantenimiento o la difusión de tal o cual idea. Porque, pongámonos de acuerdo: ¿qué es en definitiva el eurocentrismo?”. (Mires, 2001: 45)

 

         En fin, también la vida se difumina en una suerte de riesgo. “Se ha roto el pacto social que posibilitaba al Estado el papel regulador y, sobre todo, compensador de los desequilibrios provocados por el crecimiento económico. Ahora, la economía especulativa se ha podido librar del Estado y su capacidad destructiva en términos humanos y ecológicos no parece tener fin. Los nuevos riesgos y conflictos desbordan la reducida capacidad estatal, hasta tal punto que los percibimos como si tuvieran vida propia y una trayectoria fatalmente trazada a priori por algún poder inaccesible”. (Curbet, 2003)

 

        En definitiva, significa comparar controlando, sería una de las vías más idóneas para explicar el mundo complejo de hoy. Concluyamos con el pensamiento de Edgar Morin; Prepararse para lo inesperado La complejidad no es una receta para conocer lo inesperado. Pero nos vuelve prudentes, atentos, no nos deja dormirnos en la mecánica aparente y la trivialidad aparente de los determinismos. Ella nos muestra que no debemos encerrarnos en el contemporaneísmo, es decir, en la creencia de que lo que sucede ahora va a continuar indefinidamente. Debemos saber que todo lo importante que sucede en la historia mundial o en nuestra vida es totalmente inesperado, porque continuamos actuando como si nada inesperado debiera suceder nunca. Sacudir esa pereza del espíritu es una lección que nos da el pensamiento complejo”.

 

@franciscocipcom

 



[1] [1] * Politólogo, Magíster, Doctor en Ciencias Humanas, HUMANIC-ULA, Profesor de Sociología Política I, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Universidad de los Andes. Mérida-Venezuela. Centro de Investigaciones de Política Comparada ULA. CIPCOM-ULA. Este ensayo forma parte de un proyecto macro tipo B del CDCHTA-ULA, bajo el código: D-488-17-09-B. La revolución bolivariana. Revisión de una década perdida.

Correo e: ffranciscogarciasamaniego@gmail.com tuitter: @franciscocipcom

 

[2] Véase. Bartolini, Stefano. Metodología en la investigación política. En, Manual de Ciencia Política. Compilación de Gianfranco Pasquino. Alianza Editorial. Madrid. 1988. p.41.

[3] Ídem., p.59.

[4] Véase. Badie, Bertrand y Hermet, Guy. Política Comparada. F.C.E., México, 1993.

[5] Véase. Bartolini, Stefano. Metodología en la investigación política. En, Manual de Ciencia Política. Compilación de Gianfranco Pasquino. Alianza Editorial. Madrid. 1988. p.69.

[6] Ídem., p.15.

[7] Beck, Ulrich. La sociedad del riesgo global. Siglo Veintiuno de España Editores. 2002.  Pág. 2.

[8] Ídem., Pág. 2.