Revista Nº31 "COMUNICACIÓN SOCIAL"

Resumen: El artículo pretende desarrollar un acercamiento desde la Estética al empleo de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) como instrumentos y productos comunicativos para alcanzar determinados objetivos políticos y económicos. Especialmente analizando las formas de ejecutar estas acciones por las potencias occidentales contra los pueblos del Sur político.

Abstract: The article aims to develop an approach from aesthetics to the use of information and communication technologies (ICT) as tools and communication products to achieve specific political and economic objectives. Especially analyzing the ways of carrying out these actions by the Western powers against the peoples of the South political.   

 

Una mirada desde la Estética a las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones como medios de influencia política en la era digital

 

 

Autores: Eddy Mc Donald Torres torres@uci.cu ; Yaimara Cao García cao@espnl.co.cu

En conferencia dictada por el Dr. Jorge Luis Acanda González bajo el título La autonomía del individuo, éste refiere cómo el arte logra expresar con agudeza  las verdades que la ciencia expresa de manera más trabajosa y plantea: “(...) un reconocido caricaturista español,  que firma sus viñetas con el nombre de Forges, y que hace no mucho tiempo presentó en un diario de amplia divulgación en su país un dibujo en el que se ve a un hombre sentado al borde de un precipicio, contemplando al sol en el firmamento mientras dice lo siguiente : “ Soy libre. Puedo elegir el banco que me exprima, la cadena de televisión que me embrutezca, la petrolera que me esquilme, la comida que me envenene, la red de telefonía que me time, el informador que me desinforme y la opción política que me desilusione. Insisto, soy libre”.[1] El ideal de igualdad, libertad y fraternidad enarbolado por la Revolución burguesa francesa, en la modernidad, aún tiene asuntos pendientes por resolver.

Modernidad, Estética y Cultura:

Las ciencias sociales fijan los inicios de la modernidad a fines del siglo XV e inicios del siglo XVI. Carlos Marx la definió como aquel tipo de organización social en la que el mercado ocupa el lugar central y determinante en la estructura de las relaciones sociales, erigiéndose en el elemento mediador en toda relación intersubjetiva y objetual. La racionalidad económica se impone a todas las demás (la política, la religión, la artística etc) y somete a sus dictados a las más variadas esferas de la vida social. Jaques Bidet nos ofrece una interpretación de la época moderna que continúa  las huellas del análisis marxiano. La modernidad se puede definir por la relación contractual: es la época en la que toda relación no contractual, no fundada en el principio del consentimiento mutuo, ha perdido su legitimidad. Como afirmara la Dra. Mayra Sánchez Medina “(…) el modelo civilizatorio del capital logró penetrar hasta los lugares más recónditos de la sociedad, teniendo como aliados no sólo a las ciencias modernas, sino también a los sentimientos, lenguajes e imaginarios desde los que se han constituido el gusto y el sentido común”.[2] Más adelante afirma que: “El asunto sigue siendo de hegemonía”.[3] Sobre la hegemonía se teoriza con la modernidad siendo vista como una concepción sociocultural, política y económica para obtener consenso y legitimación.  

En dicho contexto la Estética es reducida epistemológicamente al arte como si sólo fuese de interés para historiadores del arte o filósofos; y como esfera autónoma de la realidad se presenta separada de lo político, lo económico, funcionando con una racionalidad propia donde pareciera no haber puntos de contacto en la realidad. Este tipo de racionalidad olvidó los fines y significados, así por ejemplo Edgardo Lander expresa que: “Un hito histórico significativo en estos sucesivos procesos de separación lo constituye la ruptura ontológica entre cuerpo y mente, entre la razón y el mundo, tal como ésta es formulada en la obra de Descartes”.[4]

Bajo categorías como la autonomía del arte y la contemplación, la estética ortodoxa separa lo estético de la vida ordinaria. Sin embargo el arte es y ha sido siempre un producto social y emerge directamente de la sociedad por más elitista que sea. Lo estético trata lo sublime. Sin embargo, para muchos autores lo estético sólo está asociado con la frivolidad, el placer, el tiempo libre, la diversión y el gusto. En estos casos se olvida que lo estético tiene que ver con la apreciación de la forma, relacionada con imágenes, símbolos y signos.  Mike Featherstone plantea que a nivel factual, la estetización no es más que “...el rápido fluir de signos e imágenes que impregnan el tejido de la vida cotidiana”.[5] “Los signos estéticos, agazapados tras formas y colores; sensaciones y sorpresas, placeres y emociones están presentes para él desde el anuncio del nacimiento, la experiencia religiosa, la búsqueda de empleo o la práctica  deportiva; se extienden a la morfología de los objetos, impactan a las instituciones sociales y están presentes tanto en las relaciones privadas como públicas, en las culturales y políticas”.[6]

Una sociedad de emancipados según Ranciére en El maestro ignorante, sería una sociedad de artistas. Tal sociedad rechazaría la división entre los que saben y les que no saben, entre los que poseen y los que no poseen la propiedad de la inteligencia. “Los únicos insensatos son los que tienden a la desigualdad y a la dominación”.[7] Esta aspiración sería una utopía en el mundo contemporáneo que nos dibuja Forges, donde no se trata sólo de hegemonía en las visiones de mundo y en los enlatados. Se trata también de una tendencia a la estandarización cultural en que prevalece una sensibilidad centrípeta como la norteamericana, y una “rentabilización de la cultura del mundo en manos del gran capital mediático transnacional”.[8]

Al respecto Hopenhayn plantea que “lo político” no se juzga aquí tanto en la lucha entre derecha e izquierda sino en las tensiones entre racionalización y subjetividad, o bien entre racionalidad económica y racionalidad cultural”.[9]“Es casi una guerra de ocurrencia, donde la velocidad de los movimientos, los trucos semánticos y los cambios en la forma de provocar reacciones en el receptor, son la artillería en la batalla de los símbolos”.[10] De un lado, domina un modelo de producción en el que todo gira en torno a la conformación de imágenes. Se dice que lo que es invisible sencillamente no existe y es que la cultura actual es determinada por el campo de lo visual. Lo visible es un modo de construcción de lo real  y lo real siempre ha estado producido por la construcción de sentido. En el mundo posmoderno existir significa estar en los medios y ésta es la lógica cultural del capitalismo tardío.

Otro asunto legado por la modernidad es la oposición entre cultura de élite y cultura de masas, a la primera están asociadas las bellas artes a la segunda lo popular; una oposición que según Groys se ha desplazado al interior de cada producto cultural individual. La otra cuestión que interesa tratar aquí es el enclave o lugar de enunciación  desde donde  ubicarse para examinar el mundo relacionándose con la colonialidad del poder, del saber, del ser, la naturaleza y del valer. Somos consumidores de una cultura trasplantada al continente americano del centro europeo, Lander lo explica muy bien cuando asevera que los indígenas no reúnen las condiciones para tener derecho alguno, ni privado ni público. La hegemonía blanca es natural, tomada como dada, cualquier alternativa está en el dominio de lo impensable. Dicho así el hombre negro está situado en un nivel de inferioridad frente al hombre blanco. Sigue ponderando el ideal de belleza transportado de Occidente y ello va en detrimento de las identidades y las alternativas que puedan surgir.

Europa construye la gran narrativa universal donde este universal hoy está en crisis.  La Historia Universal es la que recorre ese camino lineal. Este eurocentrismo es sencillamente falsa universalidad y naturalización de la relación estética-arte. Aquí tienen que ver concepciones desarrollistas desde la mirada de Europa y es que las relaciones estéticas han sido pensadas como espacios autónomos a partir de la distancia forma / función. El arte estiliza la forma y lo estético tiene que ver con la apreciación de la forma. En tanto de otro lado, se da tratamiento a lo marginal desde lo cultural, el folklore es cosa de baja cultura. Esta razón monocular, centrada en una sola posición, excluyente por demás es la que pulula hoy en el mundo  contemporáneo como un legado de la modernidad.

Las TIC como medios de influencia  estética y política:

Con la entrada del nuevo milenio se aprecian más nítidamente debates asociados a la política en su expresión más estetizada, entendida la primera, no sólo como las relaciones de poder, la participación, las encuestas o las elecciones -por abordar algunos elementos consustanciales a esta categoría- sino, por la puesta en escena que presupone el hacer de las y los políticos en la etapa actual de la historia humana.

Es prácticamente inconcebible para los ciudadanos del mundo de hoy desarrollar procesos simples o complejos sin la presencia de artefactos electrónicos de cálculo, almacenamiento y procesamiento de datos, léase computadoras, tablets, teléfonos celulares, televisión digital, satélites y redes, entre otros componentes del sistema de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC)[11], las que vienen a ser las vedettes de los tiempos que corren.

En política, por tanto, esto cobra cada vez más, ribetes de prioridad. Las TIC son asimiladas en muchos casos como el santo grial de la postmodernidad, su empleo viene acompañado de necesarias y vitales formas que se adaptan a los diversos contextos; en los medios de comunicación masiva estos han venido a reproducir buena parte de la cotidianidad de las personas, tanto las comunes como los actores políticos, principalmente a través de las redes sociales de Internet.

Internet, herramienta cuyos orígenes –según muchos analistas plantean- se ubican en laboratorios militares de los Estados Unidos de América a finales de la década de 1960 y principios de 1970 del pasado siglo, fue creada a todas luces con la intención de garantizar vías de comunicación para la maquinaria guerrerista de aquel país. Creciendo a su vez como arma propagandística en manos de la nación norteña.

Al cabo de los años, ese pequeño embrión comunicacional se convirtió en una inmensa red de redes y su acceso se amplió progresivamente, sirviendo de tribuna al pensamiento alternativo al hegemonismo estadounidense y occidental en general.

Lo que ha ocurrido en el más reciente período es la convergencia de empresas, medios, tecnologías y lenguajes, en el escenario mediático y digital, siendo evidente el entrelazamiento de emporios comunicativos a escala global con un discurso totalizador. Todas estas transnacionales –es importante este asunto-, se encuentran en manos de tres de las mayores potencias económicas del mundo: Estados Unidos, Europa y Japón, siendo la lógica del mercado la que impone sus valores y sus condicionamientos sobre los modos de producción y de distribución.[12]    

El complejo comunicación-industria, es una nueva exigencia de la economía mundial, dominada por el control financiero y tecnológico y la centralización de la industria del marketing. De ahí la incidencia de los elementos informativos en el proceso de financiación de la economía. Tanto en términos de hardware como de software, la comunicación internacional es una rama importante de la actividad industrial. Las empresas que poseen intereses considerables en la comunicación internacional figuran entre las mayores empresas industriales del mundo.[13]

Los medios, son de hecho, un poderoso instrumento para el desarrollo de una actividad pública, máxime cuando se trata de la política. Se puede coincidir  con la periodista e investigadora Meysis Carmenati, cuando afirmara: La aceleración de los procesos vinculados al escenario mediático conlleva el mayor desafío teórico en su comprensión; mientras, la capacidad de los medios para formar e integrar públicos naufraga ante su compromiso con las élites. El periodista, el publicista y el político no se dirigen a un individuo real, sino a un consumidor. Esta tergiversación de su actividad reviste consecuencias frente a la llamada globalización, que se expresa de modo disperso y fragmentario en relación con la cultura –y a las culturas en conflicto-, y como la arbitraria ofensiva de una ideología. El propio término es contemporáneo con una inquietud creciente sobre la opinión pública que se ha considerado integrada a las formas de desarrollo de las sociedades modernas.[14]              

Desde esta perspectiva salta a la vista la necesidad de profundizar en los aspectos que generan una dinámica de los medios, las TIC y su rol en las concepciones para llevar a las masas a interpretar los fenómenos reales o ficticios que estos trasladan a conveniencia de la clase empoderada. 

La profesora Mayra Sánchez Medina en su artículo: Entre la espectacularidad y el deseo. Razones epistemológicas para pensar el sujeto político,  permite al lector aproximarse a los constructos teóricos desde la estética al funcionamiento de los medios y el imaginario popular. ``…Cuando asumimos el matiz valorativo de estos conceptos, fuentes de la restricción del campo del pensamiento estético, nos es posible distinguir desde otra perspectiva su lugar en el mundo actual. Al ser entendidos como expresiones del ideal artístico de una época que convierte la exclusión en su recurso constitutivo, se iluminan zonas del acontecer actual donde conviven y circulan indistintamente, junto con nociones más abiertas y emergentes.`` [15]    

En ese propio escrito, la doctora Sánchez Medina aborda lo estético no circunscrito a lo tradicionalmente bello o al arte elevado que nos legaran desde una cultura occidental europea como forma unívoca, sino reconociendo un escenario variopinto que es imposible obviar. ``Hoy, la presencia extendida de lo estético en nuestra vida se hace reconocible a partir del énfasis, la intensidad con que, de forma más o menos consciente, hemos incorporado el ejercicio sensible a nuestra existencia cotidiana. Dada la ambigüedad intrínseca del término raíz, lo estético, es prudente aclarar que esta manera de entender la estetización no se reduce, exclusivamente al culto creciente por la belleza o el –atractivo formal de los productos. Junto al notable afán de embellecimiento que imponen la tiranía de la moda, la publicidad y los tops model, entre otros fenómenos similares, pululan la violencia, el horror y la muerte como condimentos nefastos de nuestro pan de cada día; el gusto por la presentación de lo impresentable como un rasgo de nuestro acontecer al que apuntara Lyotard, ha desplazado el sitial hegemónico concedido a la belleza en la cultura occidental moderna y hace más complejo el análisis axiológico contemporáneo.´´[16]

En las concepciones actuales del uso de los MCM como espectáculo y herramientas para hacer política priman visiones como se apuntara en el propio artículo de la especialista Mayra Sánchez Medina anteriormente citado: ``Al introducir la perspectiva estética en el análisis del sujeto social en su desempeño político, estamos acercándonos a él en su actualidad estetizada. Se nos hace visible que, como nunca antes, ha sido conducido por la maquinaria social a dejar mayores espacios al gusto y al deseo. En sus roles de ciudadano, estudiante, creyente, productor, hijo, amante… lleva el sello de un entrenamiento sensible que responde a nuevas estrategias de comunicación e intercambio humanos nacidas de la universalización del mercado sobre plataformas tecnológicas espectaculares. Se trata de la preeminencia de lo visible, del imperio de la forma, que elevan a un rango socialmente perceptible el ejercicio del gusto y del estímulo sensorial, asociados, generando una situación de puesta en escena permanente a la existencia individual y social. ``[17]

Posteriormente refiriéndose a la estética como elemento consustancial a nuestra existencia en al actualidad, señalaba: ``… Entonces, cuando hablamos del hombre de nuestros días como sujeto estético no le ubicamos en un universo diferente o autónomo. Lo estético pertenece a la diversidad de atributos, esferas de acción y evaluación de lo humano, y no debe ser reducido a ninguno de sus reductos. La sensibilidad constituye la materia prima que subyace en todo intercambio social y se nos descubre como un canal comunicativo que funciona espontáneamente o condicionado por mecanismos culturales intencionados. ``[18] 

Los diseñadores de campañas políticas, sean estas para alcanzar un puesto público o para intentar subvertir el status quo de un país,  de una organización o para eliminar moralmente a alguna figura han comprendido la importancia que tiene el manejo de la estética orientada a ganar adeptos para sus objetivos.

Conclusiones:

En la guerra desarrollada contra Cuba desde los círculos de poder de los Estados Unidos de América se ha empleado toda suerte de componentes estéticos que van desde la fabricación de líderes de opinión con una imagen endeble y a la vez contestataria, enfrentándose a un régimen que aplasta y coarta todas las formas de libertades públicas y disenso, sin dejar espacios para la crítica, por ello son lanzados al estrellato mediático personajes como Yoani Sánchez, Eliécer Ávila, Antonio G. Rodiles, y Rosa María Payá, entre otros -por sólo mencionar a los más jóvenes-. Esta última explotándose una imagen de mujer bella, atractiva y a su vez víctima de un sistema político que ´´a todas luces´´ asesinara a su padre.

Todos estos personajes han sido escogidos por su juventud y supuestos representantes de las nuevas generaciones, esas que dominan las tecnologías más avanzadas de la información y las comunicaciones, construyéndoles un discurso diferente a los tradicionales miembros de la contrarrevolución cubana.

Sus mensajes tienen una repercusión casi inmediata en cientos de medios internacionales, multiplicadas por el efecto internet con los blogs, redes sociales, y sitios digitales que configuran toda una estrategia organizada teniendo en cuenta la solidaridad que despertarían en individuos o masas desconocedoras de una realidad cubana distante de los fríos y grises matices con que colorean mayormente los espacios audiovisuales y textuales estas personas y la maquinaria detrás de ellos, a su país.    

El conocimiento de estos fenómenos desde la lógica de los medios y las TIC como espectáculos políticos para desestabilizar un sistema como el cubano, es de notable importancia para no sólo combatirlos –lo que presupone en muchas ocasiones, estar a la defensiva- sino y más importante aún, sería emplearlos en la cotidianidad de una Cuba que inevitablemente tendrá que abrazar los retos que entraña la era digital, donde priman las TIC como medios de influencia política.

 

Bibliografía:                  

1.-Carmenati González, Meysis: La opinión pública: una contradicción antihegemónica. Ediciones Abril, 2013.

2.-Echeverría, Javier: Instituto de Filosofía, en el marco del proyecto de investigación sobre “Axiología y dinámica de la tecnociencia” financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología,  CSIC, Barcelona, 2005. En: www.mecad.org/e-journal/numero9/html/sesion_01_14.htm

3.-Lander, Edgardo: Ciencias Sociales: saberes coloniales y eurocéntricos. Centro Teórico -Cultural Criterios, La Habana. Cuba.

4.-Hopenhayn, Martín: Orden mediático y orden cultural. Una ecuación en busca de resolución. Criterios, La Habana. Cuba.

5.-Proyecto de Trabajo de Investigación por el equipo de investigaciones comunicacionales, perteneciente al Centro de Investigaciones de Política Internacional, durante el periodo 2013-2017.

6.-Sierra Caballero, Francisco: Panorama de la Economía de la
Información en el Tardocapitalismo, en: www.razonypalabra.org.mx

7.-Sánchez Medina, Mayra: El sujeto político. Revista Memoria, 249, México. ISSN: 0186 1395, enero. .

8.- Ranciére, Jacques: El maestro ignorante. Editorial Laertes, Barcelona, 2002. 



[1] Acanda González, Jorge Luis: La autonomía del individuo. La Habana, 2011,p.3 

[2] Sánchez Medina, Mayra: El sujeto político. Revista Memoria, 249, México. ISSN: 0186 1395, enero, 2011, p 7.

[3] Ibídem.p.12.

[4] Lander, Edgardo: Ciencias Sociales: saberes coloniales y eurocéntricos. Centro Teórico -Cultural Criterios, La Habana, p.4.

[5] Sánchez Medina, Mayra: El sujeto político. Revista Memoria, 249, México. ISSN: 0186 1395, enero, 2011, p.5.

[6] Ibídem.p.6.

[7]Ranciére, Jacques: El maestro ignorante. Editorial Laertes, Barcelona, 2002, p.265.

[8]Hopenhayn, Martín: Orden mediático y orden cultural. Una ecuación en busca de resolución. Criterios, La Habana, p. 10.

[9] Ibídem.p. 13.

[10]Ibídem.p. 12.

[11] Echeverría, Javier: Instituto de Filosofía, en el marco del proyecto de investigación sobre “Axiología y dinámica de la tecnociencia” financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología,  CSIC, Barcelona, 2005. En www.mecad.org/e-journal/numero9/html/sesion_01_14.htm

[12] Proyecto de Trabajo de Investigación por el equipo de investigaciones comunicacionales durante el periodo 2013-2017.

[13] Para más información consultar en: www.razonypalabra.org.mx

[14] Extraído del ensayo ganador del premio Calendario 2012 de Meysis Carmenati González: La opinión pública: una contradicción antihegemónica.Ediciones Abril, 2013. p.14.   

[15] Fragmento del artículo: El sujeto político, de la profesora Mayra Sánchez Medina en: Revista Memoria, 249, México.

[16] Idem. p. 5.

 

[17] Idem.  p. 6.

[18] Idem.  p. 6.