RESUMEN
En el
presente trabajo nos proponemos analizar la participación de las mujeres dentro
de la política abordando dicho tópico desde la inserción del género femenino en
los más altos cargos decisorio del Poder Ejecutivo de los Estados analizados,
entendiendo que este poder será más propicio para permitirnos vislumbrar cómo
se desarrolla la incorporación femenina a la política desde la voluntad, y no
desde el mero cumplimiento de una ley que, como sabemos, se encuentra dotada de
la coercitividad de la que la legalidad la reviste.
Planteamos
la existencia de una inserción desigual de la mujer dentro del ámbito político
en relación al género masculino producto de la sociedad machista en la que
vivimos. Para demostrarlo, circunscribimos nuestro estudio al análisis
histórico de la incorporación femenina en los puestos decisorios de los países
miembros del Mercosur, así como también reflexionamos sobre el tratamiento que
dicha organización ha dado al tema.
Entendemos
que existe un proceso aún incompleto dentro de la región.
PALABRAS
CLAVES
Integración-
Participación- Política- Género- Desigualdad- Poder Ejecutivo.
ABSTRACT
In the present work we propose to
analyze the participation of women within policy addressing this topic from the
insertion of females in the highest decision-making positions of the Executive
Power of the analyzed States, understanding that this power will allow us to
know better about women’s integration in policy from a wilful position rather
than if we study the Legislative Power where the “female quota” runs.
We set out the existence of an unequal
insertion of women within the political sphere in comparison to the masculine
gender product of the patriarchal society in which we live. To demonstrate
this, we circumscribe our study to the historical analysis of female
incorporation in the decision-making positions of Mercosur member states, as
well as we reflect on the treatment that this organization has given to the
subject.
We understand that there is still an incomplete process within the region.
KEYWORDS
Integration- Participation- Policy-
Gender- Inequality- Executive Power.
MUJER
EN LA POLÍTICA: SU PARTICIPACIÓN E INTEGRACIÓN EN LOS CARGOS DECISIORIOS DE LOS
PAÍSES MIEMBROS DEL MERCOSUR
Di
Giorgio Florencia, Mattar Yasmine Beatriz, Staffa Rocío
INTRODUCCIÓN
En
los últimos años en la sociedad argentina, el debate sobre cuestiones de género
ha tomado gran relevancia, generando interrogantes sobre el rol de la mujer
dentro del sistema político. Dentro de este marco, uno de los puntos que ha
llamado la atención es la participación desigual de la mujer en la política.
Particularmente esto puede observarse en el Poder Ejecutivo, dada la ausencia
de una legislación que establezca una discriminación positiva, como ocurre en
el Poder Legislativo con el denominado “Cupo Femenino”.
Por
otra parte, en el contexto de transiciones hacia la democracia que tuvieron
lugar en la década de los ochenta en Latinoamérica, se ha desarrollado un
proceso de descentralización de las competencias estatales hacia arriba que dio
lugar a una dinámica integradora entre los países. Bajo este ámbito es que en
el año 1991, Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil firman el Tratado de
Asunción que abrió paso a la creación del Mercosur, integrándose posteriormente
en el año 2006 como miembro pleno la República Bolivariana de Venezuela.
Entendiendo
que este proceso de desigual integración de la mujer en la política, se replica
en los Estados del Mercosur, es que el punto de interés a analizar se planteará
en torno a dos ejes fundamentales:
·
La
participación de la mujer en el gabinete de ministros dentro del Poder
Ejecutivo Nacional de cada país.
·
El
rol de la mujer dentro del Mercado Común del Sur y las políticas realizadas
por esta organización en torno al tratamiento sobre las cuestiones relativas a
la igualdad de género.
El
ámbito temporal en el que nos ubicaremos para realizar este análisis, será
desde el inicio de la creación del Mercosur (1991), hasta el año 2016
inclusive. En cuanto a Venezuela, para su gabinete se hará el mismo recorte
temporal que al resto de los países (aclaramos esto debido a que Venezuela no
se incorporaría como miembro pleno del Mercosur hasta el año 2006).
PRIMERAS
APROXIMACIONES
Para
comenzar con nuestro análisis, es preciso ubicar el tópico planteado a analizar
dentro de un marco aún más amplio, que es el entendimiento de la desigual
participación política de las mujeres en los regímenes democráticos. Uno de los
pilares fundamentales de la democracia representativa consiste en la soberanía
ejercida por el pueblo en el proceso de elección de sus representantes. En
dicha elección, como en el ejercicio de cargos públicos, entendemos que tanto
hombres como mujeres poseen los mismos derechos y obligaciones. Sin embargo
este concepto de igualdad dentro del sistema democrático no se encuentra
funcionando de manera totalmente eficiente, si bien existe una participación legitimada
y aplicada a nivel constitucional, la llegada de mujeres a niveles directivos
es un fenómeno más bien novedoso.
La
literatura referente a la participación femenina en América Latina, señala dos
momentos cruciales en el avance de la mujer dentro del sistema político: uno de
ellos producido en pleno siglo XX, donde las mujeres avanzaron en el espectro
de la cultura, la defensa de sus derechos sociales y laborales, la
participación en organizaciones filantrópicas de beneficencia, y en la lucha
por ciertos derechos civiles. El resultado de ello fue la obtención del
sufragio femenino, siendo Ecuador el primer país en alcanzarlo en el año 1929 y
Paraguay el último en 1961. El segundo momento de auge en el avance femenino
dentro de la política, se dio en la década de los noventa, a través de la
instauración de cuotas de participación en el sistema parlamentario, siendo Argentina,
pionero en dicho progreso. No obstante pese al importante desenvolvimiento de
la mujer en los últimos años, muchos autores confirman el hecho de que dicha
participación sigue siendo deficiente si la comparamos con la participación
masculina.
Sin
embargo pese a estas perspectivas negativas, existen teorías cada vez más optimistas
que expresan como este fenómeno se está encaminando a ser neutralizado por el
ímpetu de mujeres emprendedoras que no se ocupan simplemente de las tareas del
hogar sino que irrumpen en cargos directivos dentro del sector privado y
público, y aspiran a lograr una posición directiva dentro del sistema político.
Ahora
bien ¿cómo concebimos el concepto de participación política? Algunos autores
manifiestan que solo con delimitar el fenómeno al acceso de los ciudadanos a
las urnas es suficiente. Otros creen que es necesario sumar la participación
dentro de organizaciones de la sociedad civil o bien ser parte de alguna
manifestación de gran alcance, es decir participar dentro del sistema político
más allá de los métodos convencionales. En el siguiente trabajo, nuestro
enfoque se dirige a la participación femenina dentro de los niveles ejecutivos,
como a nivel organizacional (Mercosur), dando por hecho su participación dentro
del sistema por otras vías o canales.
Entendemos
entonces que, incluso a pesar de los esfuerzos realizados por medio de los
procedimientos de discriminación positiva, la desigual integración de la mujer
a la política continúa siendo un hecho, y por deducción, creemos que esto podrá
observarse más claramente en aquellos ámbitos en donde no existe ningún cupo
especifico; por ello, como advertimos previamente, tomaremos para el análisis
la evolución de la composición de los gabinete de cada uno de los Estados.
DEMOCRACIA
Y PARTICIPACIÓN FEMENINA
El
Mercado Común del Sur, fue creado en 1991, por medio del Tratado de Asunción,
en torno a objetivos esencialmente comerciales y políticos. Desde el año 1998,
los países miembros de esta organización (a la que más tarde ingresaría Venezuela
para quien también aplicará el procedente análisis) junto a los Estados de
Chile y Bolivia, firmaron el Protocolo de Ushuaia por el cual se comprometieron
a la defensa y fortalecimiento del sistema democrático a la vez que se condena
cualquier atentado o materialización de rompimiento de dicho régimen; a su vez,
el mismo se encuentra reforzado por un acuerdo previo conocido como la
Declaración Presidencial sobre Compromiso Democrático en el Mercosur de 1996.
Estos
acuerdos son de suma importancia para ubicarnos en el contexto de la
importancia institucional que reviste para la organización del Mercado Común
del Sur el régimen democrático a partir del cual esta investigación se ubica
para analizar la participación de la mujer en la política, entendiendo que,
como todo sistema creado por el ser humano es constantemente perfectible, y
desde su consolidación y legitimación como régimen político por excelencia (al
menos desde la Segunda Guerra Mundial y en los países occidentales), este
proceso de evolución ha implicado, parafraseando a Norberto Bobbio, un paso de
la democracia política a la democracia social, democratizando nuevos espacios,
extendiendo el poder ascendente más allá de la esfera política (Bobbio, 1984: 43).
Particularmente,
amparándonos en la proposición planteada por Bobbio, entendemos que, además, el
proceso de democratización implica la extensión de la participación (tanto
dentro de los canales políticos, como por medio de las organizaciones de la
sociedad civil) de los diferentes grupos que, bajo la estructura social actual,
pueden llamarte “minoritarios”, o bien, dado que la mujer en términos numéricos
no es un grupo cuantitativamente inferior, podemos hacer referencia a grupos
históricamente relegados dentro de un orden sociocultural de predominancia
masculina.
Cuando
hablamos de conjuntos “relegados” y su participación, particularmente dentro de
las instituciones de decisión política, hacemos referencia, por ejemplo, a la
enorme brecha que existe entre el hombre y la mujer, y la casi inexistente
inclusión (al menos en los países miembros del Mercosur) de personas
pertenecientes a la sociedad LGBT, o personas con alguna discapacidad ya sea
física o psicológica, entre otros, es decir, observamos como la desigualdad de
participación se extiende mucho más allá de la diferencia de género, dado que
la estructura patriarcal implica una superioridad de un estereotipo socialmente
construido de hombre (tradicionalmente representado por el hombre blanco
occidental en nuestras sociedades) por sobre el todo el resto de los grupos de
la sociedad en general. No obstante, realizar un análisis extendido con
respecto a este tema implicaría un trabajo diferente ahondando en las
situaciones de discriminación que sufren particularmente cada grupo, es por
ello, que únicamente dirigiremos nuestro estudio hacia la mujer.
Encaminándonos
hacia un encuadre teórico general sobre la cuestión, en 1986 se utilizó el
término “techo de cristal” en un artículo del Wall Street Journal para develar
la limitación existente del ascenso laboral de las mujeres al interior de las
organizaciones: “se trata de un techo que limita sus carreras profesionales,
difícil de traspasar y que les impide seguir avanzando” (Wall Street Journal,
1986), la causa de estas problemáticas se suelen atribuir a:
a) la
ausencia de modelos referenciales femeninos, por la predominancia de los
valores masculinos;
b) la
dificultad para conciliar los tiempos y esfuerzos que demanda una carrera
profesional con los destinados al cuidado familiar;
c) el
prejuicio prevaleciente en ciertos ámbitos masculinizados o “machistas”, de que
las mujeres tienen menos aptitudes para el mando o menos interés por el
desarrollo profesional (estereotipos de género); y
d) la
reticencia de los hombres a ser liderados por una mujer.
En
la actualidad, numerosas autoras norteamericanas renuncian a la teoría del
techo de cristal considerando que la misma ya no refleja fielmente la actual
realidad de las mujeres y la reemplazan por la “teoría del laberinto”. De esta
manera, se reconoce que la mujer ha logrado finalmente traspasar ese techo
invisible que la limitaba.
REPÚBLICA
ARGENTINA
La
mujer en nuestro país lograría ser sujeto de derecho político recién durante el
gobierno de Juan Domingo Perón en el año 1947, de la mano de la Ley 13.010, la
cual dotaba a la mujer de la capacidad de votar y de ser elegidas mediante
sufragio, ahora sí, universal. Sin embargo, los diferentes partidos políticos
se mostraban todavía reticentes a incorporar a la mujer a la actividad política
plena, es decir, les negaban la posibilidad de integrar sus listas lo cual se
extendió hasta 1991 que, con la aprobación de la Ley 24.012, se estableció con
obligatoriedad un cupo femenino que los partidos políticos debían respetar: un
mínimo de 30% de mujeres deberían participar en sus listas electorales.
Argentina
se convertía, así, en el primer país de América Latina en aplicar un sistema de
cuotas para garantizar la participación de las mujeres en el Congreso. Esta
reforma fue impulsada por la entonces senadora radical Margarita Malharro de
Torres en 1989, cuando “las mujeres representaban sólo el 5,4 % de la Cámara de
Diputados y el 8 % del Senado”. En contraste, y de acuerdo a los últimos datos
de ONU Mujeres, para 2013 la representación de mujeres en el parlamento
argentino fue del 36,6%.
Podemos
notar que cuando surgió la necesidad de amplificar la participación de las
mujeres en el espacio legislativo se llevó consecuentemente a la promulgación
de la Ley de Cuotas, que, más allá de objeciones válidas a su implementación,
permite el acceso de mujeres a cargos legislativos. Sin embargo, la paridad en
todos los poderes del Estado, sobre todo en el Ejecutivo, es una deuda
pendiente en Argentina.
Intentando
no pecar de revisionismo histórico, es posible observar que durante casi todo
el gobierno de Alfonsín no hubo mujeres ministros, salvo cuando nombró a Susana
Ruíz Cherutti en Relaciones Exteriores. Con Menem ocurrió algo similar: sólo
tuvo una mujer como Ministro, Susana Decibe en Educación. Por su parte, De la
Rúa tuvo dos mujeres en su gabinete: Graciela Fernández Meijide en Desarrollo
Social y Patricia Bullrich en Trabajo. A Duhalde lo acompañaron tres mujeres en
su gabinete (lo que a constituye todo un record para esa época): Graciela
Gianettasio en Educación, Nélida Doga en Acción Social y Graciela Camaño en
Trabajo.
La
era Kirchner comenzó con una sola Ministro, Alicia Kirchner; y si bien con el
transcurso de su gestión se fueron incorporando figuras femeninas a las
diferentes carteras ministeriales y su crecimiento fue progresivo en este
sentido, no fue exponencial; sí se debe resaltar que han ascendido mujeres
rezagadas de la actividad política, sobre todo en las provincias y que para
2015 ya era notoria la presencia femenina en diferentes puestos de decisión
política en la Administración Pública Nacional. Es importante destacar que este
ascenso continúa hasta el día de hoy, aunque en los gabinetes ha bajado la
participación de las mujeres como se demostrará con mayor detalle durante el
desarrollo del presente trabajo.
Sin
embargo y a pesar de lo anteriormente estipulado, se debe rescatar la presencia
de fuertes figuras femeninas a nivel político (y de alto perfil) que ocupan o
han ocupado cargos ejecutivos y tienen una importante cuota de poder propio, como
por ejemplo Cristina Fernández de Kirchner, Elisa Carrió, María Eugenia Vidal,
Graciela Camaño, Hilda Duhalde, Patricia Bullrich, Margarita Storbizer, sólo
por mencionar algunas.
A
pesar de la existencia de destacadas políticas en nuestro país, en lo que
respecta a la participación de las mujeres en los altos cargos de la
administración pública aún consideramos que existe una deuda. Por eso, a
continuación se desarrollará un estudio de caso en consonancia a la
conformación de los Ministerios del Poder Ejecutivo Nacional Argentino en el
año 2016, ya que consideramos que hace en concreto a la cuestión y que permite
señalar con precisión los principales déficits de la Administración Pública
Nacional orientados a la inclusión de la mujeres en el ordenamiento de la
decisiones públicas.
Luego
de haber realizado un análisis exhaustivo en términos estadísticos de los datos
oficiales que develan la cantidad de Secretarías, Subsecretarías, Direcciones,
Unidades de Auditoría Interna y otras unidades que conforman cada uno de los 19
ministerios, sumando además la Jefatura de Gabinete de Ministros y la planta
administrativa de Presidencia, que conforman la gran cartera ministerial que
presenta el Poder Ejecutivo Nacional; y sobre todo haciendo principal hincapié
en los datos relevantes para dicha investigación, presentaremos a continuación
las conclusiones obtenidas.
A
partir de hacer más accesible la comparación y el análisis de los datos, hemos
agrupado a los diferentes ministerios de acuerdo a la cantidad de mujeres que
tienen en sus plantas administrativas y políticas, ateniéndonos a los datos que
el Poder Ejecutivo decide hacer públicos.
En
el primer grupo, hemos incluido a los Ministerios que sólo presentan entre 1%
y 9% de personal femenino, y que consideramos tienen una crisis de integración
de la mujer en su estructura, a saber:
·
Ministerio
de Energía y Minería: Lo hemos considerado uno de los casos más graves en
cuanto a la participación femenina dentro del mismo, ya que posee 70 cargos (y
cuando decimos cargos a partir de ahora hacemos referencia a quien ocupa la
silla grande en las Direcciones, Subsecretarías, Secretarías, Unidades de
Auditoría Interna y otros órganos administrativos y políticos subsidiarios que
conforman cada Ministerio Nacional), de los cuales sólo 4 son ocupados mujeres,
es decir: el grupo femenino forma tan sólo un 6% de la organización.
Sin embargo, es
de extrema importancia hacer una aclaración: en la lista de cargos que presenta
el Poder Ejecutivo de manera oficial, sólo figuran el 50% de las autoridades.
Esto quiere decir que los datos son insuficientes para poder hacer un análisis
que se atenga a los hechos. Se desconoce si el motivo es la falta de
transparencia, la inexperiencia, la indecisión a la hora de elegir a los
directores de cada área (porque cabe aclarar que los datos faltantes
corresponden a casi todas la Direcciones del Ministerio) o por simple
negligencia; pero la realidad indica que en la gran mayoría de las listas de
autoridades ministeriales existe un vacío estadístico parcial, a veces
insignificante y a veces de suma importancia, que bloquea oportunamente un
análisis completo y sobre todo a escala real de las carteras ministeriales y
del “cupo” femenino, que es lo importante en nuestras investigación. Tener
presente esta salvedad de aquí en más.
·
Ministerio
de Seguridad: este Ministerio presenta síntomas parecidos al anteriormente
descripto con la salvedad de que su máxima autoridad jerárquica, Patricia
Bullrich, es mujer, por lo tanto cualquier persona supondría que sería una
influencia para que haya una integración más profunda de la mujer en el resto
de la organización, pero no es el caso.
Se debe tener en
cuenta que la Seguridad, históricamente, siempre fue “cuestión de hombres”, lo
que implica que sus datos revelen la siguiente realidad: partiendo de 81 cargos
a asignar (cuantitativamente es el Ministerio que más cargos políticos tiene),
sólo 5 de ellos son ocupados por mujeres, es decir, un 6%.
Nuevamente vale
hacer la salvedad del vacío estadístico, ya que la fuente oficial sólo revela
los nombres del 43% de los cargos totales que conforman el Ministerio, lo que
resulta en un análisis pobre de la composición real de esta dependencia. Sin
embargo, siguiendo una línea, se pueden deducir fácilmente cuáles serían los resultados
fácticos si la fuente mostrara los datos completos.
En
un segundo grupo, reunimos a los Ministerios que poseen entre un 10% y un 19%
de personal femenino a cargo de diferentes áreas. Estos son:
·
Ministerio
de Agroindustria: Esta institución posee 73 cargos de los cuales un 16% son
ocupados por mujeres: tan sólo 12 de ellas se encuentran al mando, de las
cuales 9 están a cargo de Direcciones que, cabe aclarar, son el cargo político
jerárquico más bajo dentro de dichas organizaciones.
En
este caso, el faltante de dato alcanza un 25%, por eso es importante decir que
esta información es parcial y debe ser tomada cautelosamente.
·
Ministerio
de Defensa: Presenta 67 cargos de los cuales sólo 7 tienen a una mujer como
responsable al mando, es decir, un 10% es lo que representa la presencia
femenina en la institución. En este caso los cargos ocupados son exclusiva y
únicamente en las Direcciones. Al igual que el Ministerio de Seguridad, esta
organización estuvo tradicionalmente colmada de hombres y actualmente el
proceso de integración de la mujer al terreno de la decisión política se vuelve
arduo y es tomado con reticencia por parte de quienes la integran; la cultura
organizacional juega un rol más que importante en este sentido.
Asimismo,
existe un 21% de vacío estadístico.
·
Ministerio
de Hacienda y Finanzas Públicas: El grupo femenino sólo conforma un 17% sobre
el total de 29 cargos que ofrece dicho Ministerio. Si bien la cantidad de
sillas que se ofrecen son relativamente pocas, las mujeres en este caso se encuentran
en posiciones más estratégicas y con algo más de jerarquía que en los casos
mencionados con anterioridad; de todos modos, el porcentaje sigue siendo muy
bajo, teniendo en cuenta que el vacío estadístico es casi nulo.
·
Ministerio
del Interior, Obras Públicas y Vivienda: Teniendo en cuenta que “ofrece” la
basta suma de 79 cargos, su cuota femenina es algo pobre en comparación: 19%,
es decir, 15 mujeres tienen cargos jerárquicos. En este caso, la ubicación de
ellas es bastante variada ya que ocupan desde Secretarías hasta Direcciones. Vale
aclarar que cuenta con un faltante de datos de un 15% sobre el total.
·
Jefatura
de Gabinete de Ministros: Para sorpresa de algunos, esta rama fundamental de
Poder Ejecutivo Nacional se ha olvidado de las mujeres ya que cuenta sólo con
un 13% de personal femenino, es decir 7 sobre un total de 53. Y además falta el
detalle del 38% de la composición de la Jefatura. Se mencionan desde Oficinas
hasta Secretarías sin nadie a cargo, o al menos esos son los datos que eligen publicar.
En
un tercer grupo, hemos aglutinado a los Ministerios cuya cuota femenina abarca
entre un 20% y un 29% del total de cargos que conforman dichas instituciones, a
saber:
·
Ministerio
de Ambiente y Desarrollo Sustentable: Este Ministerio posee un 26% de cargos
que fueron tomados por mujeres, pero apenas ofrece 31 en total, es decir que
sólo 8 mujeres ocupan puestos de jerarquía; y la situación empeora cuando el
porcentaje de mujeres a cargo casi es superado numéricamente por el de vacío
estadístico, el cual se sitúa en un 26%: esto quiere decir que hay 9 áreas
descentralizadas de las que no se sabe quién es la autoridad a cargo. Además,
el 90% de las mujeres con responsabilidad política dentro de la institución se
encuentran al mando de Direcciones, el rango político más bajo en la pirámide
jerárquica, como ya hemos apuntado.
·
Ministerio
de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva: Este caso es muy similar al
desarrollado anteriormente, sólo que varían un poco sus estadísticas. De 41
cargos a llenar, sólo 10 lo son por mujeres, es decir, conforman el 24%. Se
debe aclarar que hay un faltante del 15% de los datos. En este caso, las
mujeres sólo tienen control de puestos en las Direcciones.
·
Ministerio
de Educación y Deportes: Presenta características similares a los casos
anteriores, el grupo femenino abarca un 24%, más específicamente está
conformado por 12 mujeres sobre un total de 50 cargos. Sin embargo, el vacío
estadístico es aún mayor: el faltante ahora es del 30%. Esta vez, los cargos
asumidos por las mujeres son variados, ya no sólo ocupan las Direcciones.
·
Ministerio
de Relaciones Exteriores y Culto: La autoridad máxima del Ministerio, en este
caso es mujer y estamos hablando de la Canciller Susana Malcorra. Sin embargo,
exactamente el 25% de esta institución está conformada por mujeres, ellas son
10 sobre un total de 40 cargos jerárquicos que propone Relaciones Exteriores.
El grupo femenino se encuentra disperso a lo largo de toda la pirámide de
poder, pero el faltante de nombres es muy alto: nuevamente, un 30%.
·
Ministerio
de Transporte: Esta institución está conformada por 69 cargos, de los cuales
sólo 15 son ocupados por mujeres, es decir, un 22%. Este porcentaje es superado
ampliamente por el de la vacante de datos: un 30% de los cargos por asumir no
poseen un nombre propio que los coordine.
Ya
entre los grupos de Ministerios que más han sabido integrar a las mujeres,
hemos reunido a los que poseen entre un 30% y un 39% de presencia femenina, y
ellos son:
·
Ministerio
de Comunicaciones: En este caso, el número de cargos a ocupar no es muy
opulento, tan sólo hay 23 sillas de las cuales 7 están actualmente ocupadas por
mujeres, esto significa un 30% de cuota femenina en la toma de decisiones. Sin
embargo, se presenta una particularidad en esta institución, sin bien
sorprendentemente no hay faltante estadístico, hemos notado que carece de peso
profesional, y con esto queremos resaltar que casi ninguna autoridad de mediano
o alto rango posee título universitario. Esto no significa que quienes estén a cargo
no sean capacitados para el ejercicio de sus funciones, sino que es una
cuestión llamativa que se decanta fácilmente a la hora de la comparación con
las demás dependencias de la cartera ministerial.
·
Ministerio
de Cultura: Este Ministerio presenta 19 mujeres a cargo de distinta áreas, lo
que significa un 35% sobre un total de 54 puestos. Esta institución se ha
sabido hacer la fama de que las mujeres son un pilar en su organización, sin
embargo eso puede ser relativo; ese porcentaje puede ser inflado a causa de un
efecto arrastre de otras gestiones. En este caso, un 18% de los datos han
quedado en el camino y no se han publicado.
·
Ministerio
de Salud: De un total de 58 funcionarios, 18 son mujeres: un 31%, que varían
entre Direcciones y Subsecretarías, y otras unidades de igual o menor rango. La
vacante de datos, en este caso, es relativamente baja: sólo 7 cargos figuran
como anónimos.
·
Ministerio
de Trabajo, Empleo y Seguridad Social: 54 son los cargos que ofrece este
Ministerio, que sabe de su función troncal en nuestra sociedad; 16 son ocupados
por mujeres que conforman el 30% de la “población” del mismo. Sin embargo, el
26% de los cargos no presenta el nombre de la persona responsable, un
porcentaje muy alto que se torna repetitivo.
Y
ahora toca el turno de los casos ejemplificadores, ministerios que con el
tiempo han sabido integrar a la mujer en su seno y que hoy las estadísticas los
avalan. Estas instituciones poseen un grupo femenino que oscila entre el 40% y
49% del total de personas que desempeñan sus funciones dentro de ellas. A
continuación el detalle de ellos:
·
Ministerio
de Desarrollo Social: Partiendo de la base que la figura de autoridad máxima
radica en una mujer, Carolina Stanley, pero no contentándonos por ello, este
Ministerio posee en su organigrama un total de 63 cargos, de los cuales 30 son
ocupados por mujeres, poniéndolo en otros números, exactamente un 48%. Además
de que casi la mitad de su organización está conformada por mujeres, sólo posee
un faltante estadístico del 3%, casi nulo en términos reales. Dichas mujeres
están posicionadas en todos los cargos que presenta la jerarquía de la
institución, desde el más bajo hasta el más alto.
·
Ministerio
de Justicia: A priori se suele creer que este Ministerio fue y es manejado por
hombres, pensamiento que tiene una beta verdadera, sin embargo hoy día el 43%
de su “personal político” es femenino y tan solo reviste un faltante de datos
del 7%. Además, las mujeres están ubicada en áreas que son clave para el
funcionamiento de la institución, por lo tanto conforman un pilar fundamental
en el desarrollo de la misma. Es de esperar que este Ministerio sepa mantener
esa paridad a la cual le ha costado llegar.
·
Ministerio
de Modernización: De un total de 49 cargos que presenta este Ministerio, 22
fueron asumidos por mujeres; es decir que un 45% de la organización está
conformada por damas. Además posee un índice de deserción estadística muy bajo
en la publicación de su organigrama: tan sólo un 4%.
·
Presidencia
de la Nación: Los cargos más importantes del área más importante del Poder
Ejecutivo han sido ganados por mujeres; comenzando por la Vicepresidente de la
Nacion, Gabriela Michetti, la lista de sillas ocupadas por damas es bastante
larga: 28 mujeres están desempeñándose en Presidencia sobre un total de 59, es
decir , un 47%. Lo que no se le puede dejar pasar por alto a este sector es su
deficiencia en los datos que enseña, ya que el 10% de los cargos no poseen los
nombres de sus respectivos responsables. Considerando la importancia que se le
debe dar a la transparencia institucional, esta área debería ser el ejemplo.
Por
último, debemos resaltar la labor de un Ministerio en particular en cuanto la
integración femenina en su organización y éste es el Ministerio de Turismo: el
61,5% de su personal es femenino. Si bien sus cifras nominales no son muy
elevadas, no le quita mérito al valor que se le da a la mujer en esta
institución, dejando a la institución con el porcentaje más alto de mujeres con
presencia en un Ministerio Nacional.
Los
datos duros recabados para dicho análisis fueron obtenidos del registro que
lleva el Ministerio de Modernización, el cual señala que se puede encontrar en
él “cómo se conforma la estructura de la Administración Pública Nacional por
jurisdicción, sus unidades y autoridades. Se visualiza en formato de
Organigrama Escalar o Mixto; cuenta con un buscador por unidad y la posibilidad
de ajustar la búsqueda por tipo de administración” (Ministerio de
Modernización, 2016).
Si
observamos la composición de género de los cargos jerárquicos de los distintos
ministerios, además de observar la baja participación femenina en las cúpulas
organizacionales, podemos ver que su participación es mínima en ministerios
cuyas áreas de trabajo son consideradas “masculinas” tales como Defensa, Interior
y Hacienda y Finanzas Pública.
Por
su parte, aquellos ministerios con mayor proporción de mujeres en puestos de
liderazgo son aquellos que abordan fundamentalmente problemáticas sociales como
el Ministerio de Desarrollo Social, y los Ministerios de Educación y Trabajo,
Empleo y Seguridad Social.
“Existen
deudas pendientes que sólo podrán ser saldadas con un Estado comprometido con
la justicia y la equidad de género, dispuesto a abordar esta tarea desde un
enfoque holístico y no desde una dimensión meramente normativa”. (GPS del
Estado, 2016).
REPÚBLICA
DEL PARAGUAY
La
República de Paraguay es uno de los países que mayores deudas tiene con las
mujeres en Latinoamérica y dentro de los países del Mercosur. Por un lado,
históricamente hablando, fue casi uno de los últimos países en aprobar el
sufragio femenino, siendo legislado en el año 1961 (durante la dictadura de
Alfredo Stroessner), por lo que a la hora de ejercer dicho derecho lo hacían en
un contexto en el que las elecciones funcionaban como forma de dotar de apoyos
y legitimidad a un sistema autoritario en donde la libertad no era parte del
sistema político.
Luego
de Paraguay, únicamente tres países en la totalidad del continente bastaban
aprobar el voto femenino, Bahamas y Belice (que incluso aún eran colonias) y
Guatemala. Pero en el subcontinente el resto de los Estados aventajaba a
Paraguay con respecto a este tema; además, a esto se le suma el hecho de que no
sería sino hasta el final de la dictadura que las mujeres ingresarían a la
política o, más bien, a puestos de decisión pública. En 1989, tras el fin del
gobierno militar de Stroessner, una mujer sería nombrada ministra de Salud
Pública y Bienestar Social, siendo la única persona del género femenino dentro
del gobierno.
Lo
que sucede en este país es que las estructuras tradicionales se encuentran muy
arraigadas incluso al día de hoy. Paraguay es un Estado en donde las costumbres
y tradiciones son muy difíciles de cambiar, el machismo se calcula a niveles
muy altos, aún se practica la institución del “criadazgo” (niñas de familias
humildes son criadas y explotadas por familias pudientes para las cuales deben
trabajar y a las que deben servir), la trata de mujeres es un flagelo que
sacude a la sociedad, se estima que de la totalidad de los embarazos
registrados un 20% corresponde a niñas entre 9 y 14 años producto, la mayoría
de ellos, de violencia sexual, en 2015 se registraron 4991 denuncias de
violencia de género; y como estas situaciones, pueden continuar nombrándose
muchas otras en donde se demuestra como la mujer paraguaya está a merced de una
sociedad machista en donde gran parte de la misma cree que los hombres son
dueños de ellas.
Esto
también se traduce a nivel político, por un lado en la escaza participación
femenina existente en este ámbito y por el otro en la gran dificultad que
existe para ellas a la hora de ingresar. Esto último producto de una serie de
cuestiones tales como: la tendencia a pensar a la mujer como ama de casa y
madre que no puede salirse de dichos límites socialmente impuestos, los menores
niveles de acceso a la educación por parte de las mujeres por lo cual existen
menos profesionales para ingresar a los puestos de toma de decisiones, y el
hecho de que en este país es habitual la práctica del “padrinazgo”, es decir,
al ámbito político se suele ingresar de la mano de un padrino político y, para
ello, muchas veces es necesario poseer recursos económicos y contactos que no
todos poseen.
Además,
la política se encuentra fuertemente cooptada por “caudillos” políticos y líderes
tradicionales que determinan la dinámica dentro de este ámbito.
Es
así que para 1991 encontramos mujeres únicamente al nivel de las subsecretarías
(sólo dos) y cinco en las Direcciones Generales (que es el tercer rango dentro
del nivel administrativo), esto demuestra que no tenían ninguna incidencia
importante en la toma de decisiones sino que ocupaban puestos donde su función
era la de obedecer y ejecutar las medidas tomadas por sus superiores. E incluso
a este nivel, la cantidad de mujeres es mínima.
Deberemos
esperar unos pocos años para encontrar mujeres nuevamente dentro de las
carteras ministeriales cuando una mujer es nombrada Viceministra de Educación
en el Ministerio de Educación y Culto. Ni siquiera dentro de la Secretaría de
la Mujer vamos a tener mujeres en los puestos más altos, sino que ocupaban los
cargos de subsecretarias como máximo.
Además,
lo que sucede en Paraguay, como también en el resto de los países, es que el
género femenino queda relegado a determinados ámbitos, vinculada casi siempre
con el bienestar social, educación, cultura y no con las esferas tales como las
propias de las ciencias duras.
Una
cuestión que si debemos destacar de este país es que fue uno de los primeros
países en Latinoamérica en seguir la política vanguardista inaugurada por
Argentina del cupo femenino legislativo cuando en 1996 (mismo año que México)
sancionó la ley que estableció el mínimo de 20% para todas las listas que
compitan en elecciones y requiere que al menos uno de cada cinco candidatos sea
mujer. Los vicios que ocurren con esta medida, como fue previamente aclarado,
no serán analizados en este trabajo. Pero sí es necesario mencionar que este
país posee una cuota de género dado que estas medidas se enmarcan dentro del
enfoque inaugurado por la Cuarta Conferencia Internacional de la Mujer de la
ONU organizada en Beijing en 1995 la cual fue un punto de inflexión en cuanto
al tratamiento de las cuestiones de género (aquí comienza a aplicarse
fuertemente dicho término) y empieza a fomentarse la idea de aplicar medidas
positivas tendientes a reducir las brechas existentes entre hombres y mujeres
(como son las leyes de cupo).
Pero
a pesar de dicha medida que pudo haber implicado un primer atisbo de búsqueda
de igualdad de participación política entre el hombre y la mujer, la realidad
es que Paraguay se ubica en uno de los últimos puestos en este índice con
respecto a sus hermanos Estados latinoamericanos.
Año
|
Participación política de la mujer
|
2003
|
12%
|
2008
|
16,2%
|
2012
|
15%
|
2013
|
16%
|
2015
|
16%
|
Con
estos índices, Paraguay se ubica como el cuarto país dentro de América Latina y
el Caribe con menor participación política detrás de Brasil, Guatemala y Chile.
Estos alarmantes números generaron que organizaciones internacionales hayan
solicitado explícitamente a Paraguay la toma de medidas para solucionar este
problema, lo hizo la Organización de los Estados Americanos y más
vehementemente las Naciones Unidas cuando a principio de 2016 el Consejo de
Derechos Humanos interpeló a Paraguay en cuestiones referidas a la cuestión de
género (violencia doméstica, sexual, acoso) y dentro de ello también se incluyó
el acceso diferencial que existe al ámbito laboral y político.
Esta
situación demuestra que la decisión de elevar a rango de Ministerio a la
Secretaria de la Mujer en el año 2012, si bien es una medida positiva y que
demuestra la existencia de un interés por parte del gobierno de fomentar
políticas en favor de la igualdad de género, no es suficiente dado que son
cuestiones estructurales las que generan las principales trabas a la hora de
lograr una igualdad participativa. No obstante, es remarcable la existencia de
una cartera ministerial para el tratamiento de este tema dado que los
ministerios de un gobierno demuestran cuáles son los ejes de su política y el
hecho de que este haya durado dos gestiones (Lugo-Franco y la del actual
presidente Cartes) implica que existe un interés más allá de las ideologías
políticas dado que estas gestiones corresponden a dos partidos políticos
diferentes (los primeros del Frente Guasú y Cartes del Partido Colorado).
Finalmente
en cuanto a las carteras ministeriales encontramos presencia, entre el 2013 y
el 2016, de mujeres en 6 de 11 Ministerios, en calidad de ministras y
viceministras. Estos son: el Ministerio de la Mujer, Ministerio de Salud
Pública y Bienestar Social, Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones,
Ministerio de Educación y Cultura, Ministerio de Justicia, y Ministerio de
Hacienda. Las mujeres fueron parte en algunos de estos ministerios o lo son en
la actualidad, siendo destacable la presencia en los tres últimos los cuáles no
corresponden a los denominados ámbitos “tradicionales” de las mujeres.
En
relación a la cantidad de hombres, la presencia continua siendo mucho menor
dado que, si bien se encuentran en la mayoría de los ministerios, la realidad
es que los hombres están en todas las carteras las cuales suelen tener entre
dos a cuatro cargos de los cuales, en los ministerios en que están presentes,
las mujeres sólo ocupan uno (a excepción del Ministerio de la Mujer).
Por
lo tanto si bien hoy podemos manifestar que ha existido una mejora debido a la
incorporación de la mujer dentro del ámbito del Poder Ejecutivo (el cual no
posee ninguna ley que obligue a incorporar a la mujer por lo que es una mejor
esfera para analizar cómo se da la integración femenina en la política al no
existir medidas positivas sinos sólo la voluntad política), aún estamos lejos
de hablar de igualdad, dado que el hombre continúa predominando en los
ministerios.
REPÚBLICA
ORIENTAL DEL URUGUAY
La
República Oriental del Uruguay fue el primer país en América Latina en legislar
en favor del sufragio femenino tras el Plebiscito de Cerro Chato, permitiendo
la celebración de este derecho en el año 1927. Tras esta conquista, en el año
1934 se permitiría que las mujeres no sólo fueran electoras, sino también,
pasibles de ser elegidas a los cargos públicos. El país oriental se ubicaba a
la vanguardia dentro del continente en materia de igualdad de género, tras
haber logrado la ley de divorcio, la de maternidad y hasta la despenalización
del aborto en 1938; incluso luego de que pudieran ser elegidas, cinco
legisladoras pudieron llegar al Parlamento. No obstante, a pesar de esta ola
que logró desarrollarse y parecía ser cada vez más grande, el proceso se vio
truncado y dichos logros no lograron progresar hasta convertirse en una
verdadera igualdad entre hombres y mujeres.
En
la actualidad este país es considerado uno de los Estados con participación
media (según Naciones Unidas) con tendencia a baja de las mujeres en la
política (basado esto último, principalmente, en las denuncias realizadas por
las uruguayas de la situación que viven en su país).
La
República Oriental es reconocida a nivel mundial como una de las democracias
con mayor institucionalización y se encuentra enmarcada dentro de un aceitado
pluralismo político, no sólo por los partidos políticos bien diferenciados con
los que cuenta, sino también porque los diversos grupos de interés se
encuentran organizados y participan activamente de la política. A pesar de
ello, esta democracia que se muestra tan aceitada, nos muestra que se queda a
medio camino cuando de integración igualitaria de la mujer se trata.
Previamente
en este trabajo describimos, bajo el aporte teórico de Norberto Bobbio, que el
proceso de expansión de la democracia implica la extensión de la misma a todas
las instituciones de la sociedad y la integración activa e igualitaria de los
diferentes grupos, históricamente considerados “relegados”, dentro de los
cuales enmarcamos a las mujeres, a los puestos de toma de decisiones.
En
primer lugar, lo que debemos destacar antes de proceder a una mera demostración
cuantitativa sobre la participación de la mujer en la política, son los
diversos argumentos que suelen esgrimirse a la hora de entender por qué existe
la marcada diferencia. Por un lado, tiende a haber un consenso a la hora de
afirmar que los valores y tradiciones enraizados producto de la sociedad
patriarcal tienen una influencia mayúscula en un doble sentido, y es que los hombres
tienden a ser ampliamente reticentes a la hora de permitir la entrada de
mujeres en los puestos directorales, lo cual puede verse bien en los partidos
políticos cuyas cúpulas no encuentran mujeres en su seno. A su vez, políticas
uruguayas han declarado que, para entrar al mundo político de su país,
necesitaban del padrinazgo de un hombre, dado que de otra forma no hubieran
podido llegar a ningún lado. Por lo tanto, los hombres poseen un amplio poder
de decisión sobre el porvenir político de las mujeres quienes, lamentablemente,
no poseen los márgenes de acción que sus contrapartes masculinos sí. Por otro
lado, en el marco de la sociedad patriarcal que remarcamos anteriormente, las
mismas mujeres son las que muchas veces frenan las demandas en pos de una
igualdad de género, o bien porque el tema no es importante para ellas, o porque
creen que no deberían existir medidas de acción positiva sino que los puestos
deben ser ganados (sin advertir las mayores dificultades que se tiene por el
mero hecho de ser mujer para lograrlo), o tal vez debido a que no se
identifican con la cuestión de género sino que, más bien, lo hacen con alguna
otra “lucha”.
El
problema anteriormente mencionado, genera que a la hora de transformar la
cuestión de género en una demanda articulada al sistema político, esta quede a
medias dado que aquellas que se verían principalmente beneficiadas, ni siquiera
apoyan discursivamente el reclamo. Incluso sucede que la población en general,
y el espectro femenino en particular, han manifestado que no votarían por una
candidata mujer al no creerla capaz de manejar las situaciones de crisis,
reduciendo esto a un terreno propio de los hombres; vemos aquí, nuevamente como
la sociedad patriarcal continúa penetrando en la forma de pensar de los uruguayos.
Por
otro lado, las diferencias de accesos a los servicios públicos que tienen las
mujeres ha dejado una huella importante cuando de participación política se
habla, y es que, debido al acceso a la educación diferencial que existía en el
pasado (hoy ya puede verse que esto se ha equilibrado) las mujeres no estaban
preparadas para ingresar a altos puestos técnicos y decisorios, pero sí tenían
gran presencia en los cargos administrativos o aquellos técnicos que no
requerían estudios universitarios avanzados. Esta tendencia logra quebrarse en
el ámbito del Poder Judicial, debido a que la carrera de Derecho era una de las
de mayor presencia femenina.
Por
otro lado, un estudio basado en el proceso clásico de toma de decisiones, ubicó
que las mujeres tendían a tener mayor participación (lo cual no significa
igualitaria) en las etapas de identificación del problema y elaboración de las
alternativas, para luego reducirse a la hora de tomar las decisiones.
A
su vez, una situación que debe destacarse a la hora de entender cómo se
articulan las diferente aristas respectivas a la participación política
diferencial entre hombres y mujeres es el hecho de que existen ministerios
tradicionalmente identificados con lo masculino y otros, considerados más
“suaves”, en los cuales se ubica principalmente a las mujeres. Esta
diferenciación responde, por un lado a que las ciencias consideradas “duras” o
las ciencias exactas tendieron a ser un ámbito de desarrollo académico
predominantemente masculino, por lo tanto, al haber menos profesionales
mujeres, estos ministerios eran ocupados por hombres, esta situación producto
de la estructura patriarcal, ha llevado a que se arraigara la tradición de
identificar a las mujeres con ámbitos relacionados a lo social/cultural. Como
veremos más adelante, la República Oriental del Uruguay no escapa a esta
situación.
Además,
una situación que tiende a suceder es que las mujeres duran mucho menos en sus
cargos ministeriales (como ministras, secretarias o directoras) que los
hombres, y a la hora de ser reemplazadas, en lugar de ser sustituidas por otras
mujeres, son hombres los que pasan a ocupar los puestos.
Previamente
mencionamos que la lucha por una igual participación política pareciera ser una
demanda social a medias debido a las trabas que encuentra dentro del mismo
género, no obstante, ello no significa que no existan sectores dentro de la
sociedad que buscan hacer escuchar sus peticiones. A raíz de ello, en el año
2009 se sancionó la Ley de Cupos que determinó que para todo cargo elegible debe
cumplirse con un 30% de cupo femenino; esta medida de acción positiva tuvo una
serie de consecuencias negativas que no serán analizadas en esta investigación
debido a que nuestro interés recae sobre el Poder Ejecutivo, no obstante,
creímos necesario destacar cómo 18 años después de Argentina, el vecino
oriental decidió aplicar esta medida (aunque sólo fue por un período
electoral).
A
su vez, dentro del Ministerio de Desarrollo Social existe el Instituto Nacional
de las Mujeres (ámbito estatal creado para la conformación de políticas
específicas para la consecución de la igualdad de género), también Naciones
Unidas emprende trabajos de cooperación junto a los diversos grupos y
asociaciones de la sociedad civil como Cotidiano Mujer,
CIRE, la Comisión Nacional de Seguimiento- Mujeres por democracia, equidad y
ciudadanía (CNS Mujeres) y la Bancada Bicameral Femenina del Parlamento. Por lo
tanto, la lucha de género es una cuestión en ascenso en Uruguay.
Entonces,
luego de entender el contexto en el que esta arista dentro de la lucha de la
igualdad de género se enmarca, debemos evaluar los números que muestran las
diferencias. Para 1990 el personal total de la administración pública se
distribuía de la siguiente manera (incluye puestos decisorios, técnicos y burocráticos):
Como puede
observarse, en los ministerios tradicionalmente masculinos (Defensa, Economía y
Finanzas, Ganadería Agricultura y Pesca, Industria y Energía, Transporte y
Obras Públicas, Educación y Trabajo) la presencia de mujeres era menor y, en
algunos casos, ampliamente menor. Únicamente, en el Ministerio de Salud la
presencia de mujeres era mayor, para ser casi igualitaria en el Ministerio de
Relaciones Exteriores. Aunque algunos de estos porcentajes denotan números
elevados de participación, previamente se explicó cómo las mujeres tendían a
ocupar puestos principalmente administrativos o que no requerían gran
preparación académica.
Las tendencias de
baja participación de las mujeres dentro del Poder Ejecutivo parecieron revertirse
durante la primera presidencia de Tabaré Vázquez (2005-2010) en cuyo gabinete
se incorporaron tres ministras y dos subsecretarias para luego incorporarse una
mujer más tras el recambio de gabinete, convirtiendo a Uruguay en uno de los
países con mayor representación política de la mujer en el Ejecutivo. Además de
ello, algo que debe destacase, es que, por primera vez, dos mujeres ocuparon el
máximo cargo en dos carteras tradicionalmente masculinas: Defensa e Interior.
Lamentablemente dicha
tendencia no fue continuada durante el gobierno de Mujica, durante el cual
Uruguay pasó a tener un 14% de presencia femenina en los Ministerios, 3% por
debajo del nivel promedio mundial (incluso los países del mundo árabe detentan
un promedio de 17%) y 8% menos que el promedio en América Latina. Así, el país
se ubica en el puesto 60 dentro de un ranking elaborado por la ONU que incluye
97 países.
En la administración
actual, nuevamente con Tabaré, encontramos que la cabeza de cuatro ministerios
de trece están ocupados por mujeres, los dos primeros de lo considerados
tradicionalmente masculinos:
·
Ministra
de Educación y Cultura: María Julia Muñoz.
·
Ministra
de Vivienda Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente: Ministra: Arq. Eneida de
León.
·
Ministra
de Desarrollo Social: Marina Arismendi.
·
Ministra
de Turismo: Liliam Kechichin.
REPÚBLICA
FEDERATIVA DE BRASIL
Para
comenzar a detallar lo sustancial de la política brasileña en cuanto a
participación primero haremos mención a la obtención del denominado cuota
femenina el cual fue producto de la iniciativa individual de la diputada Marta
Suplicy (perteneciente al PT de San Pablo) quien en 1995, presentó, en el
momento de discusión de la ley electoral municipal y muy cerca de la pronta
Cuarta Conferencia Internacional de la Mujer, una propuesta de cupo femenino.
El pilar esencial del proyecto se aposentaba en la introducción (obligatoria)
de un porcentaje del 30% de mujeres en las listas de candidatos de los
diferentes partidos políticos de alcance nacional. Pero además la propuesta
incluía la promoción de un estímulo financiero a cualquier tipo de candidatura
femenina.
Sin
embargo lo que ocurrió en realidad fue sustancialmente distinto al proyecto
concebido por aquella diputada, pues el porcentaje de integración femenina en
listas fue reducido al 20% y neutralizado por la ampliación del número de
candidaturas autorizadas por el estado (pasando de 100 al 120%), esto opaco
drásticamente la cuota femenina, porque si bien las mujeres brasileñas tendrían
ahora mayor representación, la competencia en la cual se veía inmiscuidas era a
su vez mucho más ardua.
No
obstante nuevos logros serían obtenidos para el año 1997 cuando por medio de la
ley n° 9504, la cuota femenina alcanzara el ansiado 30% de representación en
los partidos políticos. La cuestión es que más allá de todas las medidas
adoptadas a nivel legislativo, la norma no conlleva ningún tipo de
obligatoriedad, y por lo tanto ni la más mínima sanción ante su incumplimiento.
Lo
paradójico de la situación de Brasil reside, según un informe del Banco
Mundial, en que el número de mujeres brasileñas corresponde al 51 % de la
población, sin embargo recién en 2010 el país sería gobernado por una de
ellas. Algunos autores atribuyen este fenómeno a la cultura autoritaria
presente en la mayoría de los habitantes. Brasil fue uno de los tantos países
de América Latina víctima de sucesivos Golpes de Estado, poco tiempo después de
la consolidación de su independencia.
Otra
mirada de este proceso, entiende que el problema de la poca presencia de las
mujeres en los niveles ejecutivos está estrechamente relacionado con la
estructura organizacional de los partidos que las integran. En primer lugar,
existe una falencia en cuanto al sostén político otorgado por parte de los
líderes masculinos de los partidos. Esto hace que en mayoría de las ocasiones
las candidatas renuncien a postularse cuando no existe un marcado apoyo a las
mismos. Prueba de ello, es que la llegada del Dilma sólo puede entenderse
gracias al apoyo político prestado por su antecesor Lula Da Silva.
En
segundo lugar, otro de los factores de gran importancia está relacionado con la
escasa capacidad de financiamiento que poseen las candidatas a la hora de
desplegar una campaña electoral. No sólo en ocasiones el dinero no es suficiente,
sino que tampoco logran recaudarlo por medio de donaciones voluntarias del
público.
Si realizáramos un paralelismo con la
situación actual de la República Argentina, y comparáramos la misma con la
presente en Brasil, podríamos vislumbrar que el sistema brasileño es uno de los
peores casos de la región. Ejemplo de ello es que la llegada de una mujer al
poder ejecutivo en Brasilia, no significo ningún cambio sustancial en la
política ejecutada por la presidente en cuanto a la designación de su gabinete de
Ministros. Cuando Rouseff llega al poder, sólo 3 mujeres fueron designadas para
formar parte de la cartera ministerial (de un total de 24); y, si bien las
mismas fueron nombradas en temáticas de gran importancia social (Medio
ambiente, Desarrollo social y Lucha contra la pobreza y Agricultura, Ganadería
y Abastecimiento), su gestión no hizo ningún intento de modificar la
predominancia del género masculino en el ejecutivo nacional.
Finalmente otro de los factores que pueden ser
esbozados si comparamos a Brasil con el caso Argentino, está relacionado con la
importancia de la legitimidad. El rol de la mujer en Argentina se ha visto
intensificado y legitimado en los últimos años, en contraste, la situación
Brasileña no parece ser la misma, prueba de ello es la reciente destitución de
su presidenta y la llegada de una nuevo Presidente que consideró innecesario
introducir mujeres en su cartera ministerial.
REPÚBLICA
BOLIVARIANA DE VENEZUELA
Venezuela
consta de un sistema Presidencial y Republicano donde los tres poderes poseen
una total independencia entre sí, predominando entre ellos relaciones
básicamente de tipo horizontal.
Por
su parte el Poder Legislativo Federal es ejercido por la Asamblea de Venezuela,
órgano unicameral, que consta de la presencia de diputados de diversos sexos,
más una cuota obligatoria que da lugar a la participación indígena en el
Parlamento Nacional.
Si
bien Venezuela es el último de los países en incorporarse al Mercosur como
Estado Miembro, las luchas por la participación femenina dentro de la política
venezolana provienen desde 1999. Para muchos, el anterior presidente Hugo
Chavéz no marco nunca una agenda política donde la participación de la mujer
fuera uno de los objetivos a cumplir. Sin embargo es una de sus paradójicas acciones
lo que va a llevar a fomentar un gran movimiento feminista proveniente
esencialmente del ámbito académico. Todo surgió cuando en uno de sus discursos
anunció un recorte presupuestario del 80% al CONAMU (Consejo Nacional de la
Mujer). Ante este hecho y el rumor de un posible nombramiento como jefa del
organismo a la mujer de una ex militar, las mujeres del Centro de Estudios de
la Mujer de la Universidad Central (CEM), con la ayuda de algunas congresistas,
salieron a defender al organismo, el cual no sólo termino desarticulado sino
que fue convertido en el Instituto Nacional de la Mujer (INA Mujer)
Pese
a este hecho, Mujeres del Movimiento V República, lograron una conquista
trascendental en la Constitución de 1999, en la cual se incluyeron cuestiones
tales como el uso no sexista del lenguaje, el reconocimiento expreso de la
igualdad entre los sexos y la inclusión de medidas positivas tales como la
garantía de la igualdad real y efectiva. No obstante en el año 2000 se
presenció un retroceso a todo este proceso cuando el Consejo Nacional Electoral
por medio de un Decreto Ley del Presidente de la República, decidió eliminar la
cuota femenina del 30% lograda en el año 1998, alegando que violaba la igualdad
establecida en la Carta Magna de los venezolanos y creaba una ventaja
inadmisible de las mujeres sobre los varones.
A
pesar de la derogación de la cuota en el año 2000, en los comicios llevados a
cabo entre 2005 y 2008, el Consejo Nacional Electoral estableció, sobre la base
de la igualdad de las personas, la exigencia paritaria y alternativa en la
conformación de las listas partidarias para la elección de los cuerpos
deliberativos nacionales, municipales y parroquiales en 2005 y a nivel regional
en 2008. Con esta nueva legislación Venezuela se convertía en el primer país
de la región en aplicar criterios de paridad política de género en comicios
nacionales y regionales. Sin embargo el incumplimiento de esta normativa no
conllevaba la aplicación de ningún tipo de sanción por lo que rara vez fue
ejecutado por los partidos políticos al pie de la letra.
Es
por ello que el avance fundamental debía ser ejecutado al nivel de la
organización electoral y, por sobre todas las cosas, desde los propios partidos
políticos. A pesar de ello y de la paridad presuntamente establecida, los
proyectos simplemente quedaron en el aire. Es más existe un proyecto presentado
en el 2002 por el Ina Mujer denominado “Ley orgánica para la Equidad e Igualdad
de Género” que establecía paridad del 50% para ambos sexos en la formación de las
listas de los partidos políticos, que no sólo no ha sido discutido por el
ejecutivo nacional, sino que en los años recientes tampoco existió un marcado
interés por resolverlo.
Pese
a que la situación en el nivel legislativo es bastante desesperanzadora, esto
se invierte de manera trascendental en los niveles ejecutivos. En el período
comprendido entre 1999 y 2008 han sido designadas un gran número de mujeres
ministras y vice ministras. En total hablamos de un número de 23 mujeres en
cargos ejecutivos dentro de este lapso de tiempo, contra tan sólo 2 dentro de
las presidencias anteriores. Es más, para el año 2008 las mujeres ocupaban el
29% del gabinete, mientras que en año 2003, 6 ministerios de 30 eran ocupados por
una mujer.
Uno
de los ejemplos más demostrativos durante la presidencia de Chávez, fue la
designación de Carmen Meléndez, en uno de los Ministerios tradicionalmente
dirigidos por hombres en la historia política de Venezuela como lo es el
Ministerio Defensa.
Por
último, cabe resaltar que el actual presidente de la República, Nicolás Maduro
designó en el año 2016 a Delcy Rodríguez como ministra del Poder
Popular para Relaciones Exteriores; a Jacqueline Farías, en Comunicación; Iris
Valera, en Sistemas Penitenciarios, y Andreína Tarazón en el Ministerio
del Poder Popular para la Mujer y la Igualdad de Género. Estos hechos ubicaron
a Venezuela, según un Informe presentado por el
Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en el eslabón más alto de
la igualdad de género en la política latinoamericana.
MERCOSUR
Y LA COMPARACIÓN DE LOS PAÍSES
El
Mercado Común del Sur nació con el fin de promover la integración económica
entre sus Estados miembros, no obstante, a lo largo del tiempo se ha ido
redefiniendo incorporando a sus objetivos como organización cuestiones de
naturaleza social, política, medio ambiental, entre otras cosas; y, dentro de
estas, la igualdad de género ha tendido a ocupar un lugar cada vez más
relevante.
Como
sabemos, la igualdad de género es un tema sumamente amplio que abarca temas que
van desde la violencia hasta la desigual integración de la mujer en los
diferentes ámbitos de la sociedad y, el Mercosur ha buscado trabajar sobre
todas ellas, pero haciendo foco, principalmente, en cuestiones relativas a la
trata de mujeres y el maltrato. No obstante, en relación a lo que a este
trabajo compete nosotras haremos hincapié en el análisis de políticas por parte
de esta organización que giren en torno a la integración de la mujer dentro de
la misma para el tratamiento de la igualdad de género y qué se ha hecho para
promover la participación política de la mujer.
El
Mercosur se ha caracterizado por una introducción temprana de los temas
relativos a la igualdad de género lo cual se debe, en gran medida, a la presión
ejercida por las organizaciones de la sociedad civil (grupos feministas,
sindicatos, etc.) ya desde los inicios de la institución. Dicha presión logró
que en el año 1995 (tan sólo cuatro años después de su nacimiento), y luego en
1997, se celebraran foros para discutir la situación de las mujeres en el
MERCOSUR como organización y en los países que lo componían; los mismos,
sentaron las bases para que en 1998 se creara la Reunión Especializada de la
Mujer del Mercosur (REM).
Las
REM fueron reuniones en las que participaban las delegaciones de los Estados
miembros y asociados, como así también Estados invitados y, habitualmente,
organizaciones de la sociedad civil con el objetivo de discutir desde todas las
perspectivas los diversos temas referentes a la mujer y las dificultades que
debe atravesar en la sociedad moderna producto de la desigualdad existente,
todo esto desde una perspectiva de género.
En
sus documentos, el Mercosur ha dado a entender que el marco general desde el
cual se trabaja sobre la desigualdad que sufren las mujeres, para entender la
situación y para promover políticas para darle tratamiento, es desde la
perspectiva de género según la cual existe en la sociedad una estructura que se
ha reproducido históricamente y continúa haciéndolo la cual ha ubicado a la
mujer en una situación de “inferioridad” con respecto al hombre, restringiendo
su participación en todos los ámbitos sociales. Para ello, se sustenta en otros
foros que a nivel internacional han dado tratamiento el tema, como la
Convención Sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la
Mujer, la IV Conferencia Internacional Sobre la Mujer de Beijing, y los
Consensos asumidos en el marco de la CEPAL
Las
REM funcionaron como el principal foro dentro del Mercosur para discutir sobre lo
relativo a la igualdad de género hasta el 2011 cuando, en dicho año, la misma
fue elevada a Reunión de Ministras y Altas Autoridades de la Mujer (RMAAM),
marcando un paso histórico dado que implicó un avance en la institucionalidad
de la cuestión, lo cual demuestra como este tema se ha vuelto cada vez más
relevante dentro de la agenda del Mercosur.
La
RMAAM es el foro donde se reúnen los representantes de los cinco Estados
miembros y de los Estados asociados y, si bien ha sido un gran avance el hecho
anteriormente marcado, debemos remarcar que el foro carece de un presupuesto
propio y genuino, necesario para poder otorgarle mayor orden y estructura al
mismo.
El
mismo año de su creación, la RMAAM contribuyó a la elaboración y aprobación del
Plan Estratégico de Acción Social del Mercosur, un documento que establece una
serie de ejes generales primero, y directrices particulares luego, para
entender y darle tratamiento a las cuestiones relativas a la igualdad de género
y la discriminación de la mujer, todo desde la perspectiva de género.
Específicamente, en el punto 6.2 se habla sobre la participación paritaria en
los procesos de toma de decisiones y puestos de poder, destacándose la
necesidad de trabajar en la promoción de la integración de la mujer en los ámbitos
decisorios para lograr una situación igualitaria con sus contrapartes
masculinos.
En
los últimos años se ha hecho hincapié en la participación política de la mujer
como condición sine qua non de una democracia plena e igualitaria. En la
recomendación 3/10 propuso “propiciar el intercambio de buenas prácticas
entre los Estados partes del Mercosur en lo que refiere a acciones,
legislaciones y estrategias para el aumento de la participación política de las
mujeres” (Recomendaciones del Consejo del Mercado Común, 2010).
Así
en la tercera Reunión Ordinaria de la RMAAMM, celebrada en Mayo del 2013, en
Montevideo, las principales portavoces del órgano hicieron hincapié en la
necesidad de institucionalizar los procesos que promueven una mayor
participación de la mujer dentro del sistema político; para ello manifestaron
de vital importancia la creación de una política transversal a nivel regional
encargada de llevar a cabo tal objetivo.
Desde
el Mercosur se busca poder trabajar con las diversas organizaciones de la
sociedad civil y los gobiernos que lo componen, razón por la cual se han
promovido actividades con los mismos cuyo objetivo ha sido debatir y concretar
políticas. En este contexto, en mayo de 2013 se realizó el “Encuentro sobre
Lineamientos de Política de Igualdad de Género en el Mercosur”, considerada una
reunión fundamental por parte de quienes participaron de ella debido a la gran
coordinación que se logró entre los diversos organismos internos del Mercosur y
entre las organizaciones invitadas, lo cual es clave para poder dar un enfoque
ordenado a la elaboración de políticas de género para la región. Al día de hoy
la organización continúa dando tratamiento a la cuestión de género desde la
RMAAM y celebrando encuentros en los diferentes países.
En
los últimos años, la incidencia de las políticas llevadas a cabo por el
Mercosur, en materia de género ha generado resultados tangibles en muchos de
sus países integrantes. De la misma manera las políticas internas que estos
Estados han promovido en el tratamiento de la cuestión de la participación
femenina, ha tenido influencia en los países hermanos; tal es el caso de
Argentina, que como mencionamos anteriormente fue la pionera a nivel mundial en
la incorporación del sistema de cuotas dentro del sistema legislativo mediante
la ley 24.012 sancionada en el año 1991 la cual establece un cupo del 30%
dentro de las listas de diputados (la misma sería complementada por sucesivos
fallos de la Cámara Nacional Electoral en los cuales se manifestó que el cupo
no implicaba únicamente llenar un número, sino que era necesario que estas
mujeres ocuparan cargos específicos dentro del sistema legislativo). Este
resultado a nivel institucional se vio acompañado por la difusión de los
llamados Encuentros Nacionales de Mujeres fomentados desde 1986, como también
por la acción llevada a cabo por militantes dentro de la Unión Cívica Radical,
donde ya se planteaba a necesidad de la integración de la mujer en las listas
de candidatos a cargos ejecutivos y legislativos.
En
cuanto al resto de los países del Mercado Común del Sur, su sistema no se
encuentra tan desarrollado como el de la República Argentina, en el año 2009 el
Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) declaró que el parlamento
argentino se encuentra entre “los cinco países con mayor proporción de
mujeres en el mundo, por delante de la mayoría de los países europeos” (Taus,
2014: 317). En cuanto a los miembros de la organización, quienes cuentan con
una ley homóloga son Brasil, Uruguay, Paraguay y Venezuela; no obstante, en
numerosos casos han sido objeto de controversia.
En
cuanto a Uruguay, como previamente fue mencionado, este país fue el primero en
lograr el voto femenino en el año 1932, pero no sería sino hasta el año 2009
(fue el último de los Estados previamente mencionados) que se sancionaría la
Ley de cupo femenino la cual establece que, mínimo, un tercio de la lista debe
ser ocupada por candidatas mujeres. En cuanto a Brasil, la ley se sancionó en
el año 1997 y el cupo establecido fue del 30%, Venezuela aprobó su ley en el
año 1997 que incluye el 30% para ambas cámaras, pero en el año 2000 fue
declarada inconstitucional, no obstante, esto sería equilibrado luego cuando en
el año 2005 se exigió a los partidos políticos paridad en la conformación de
las listas; finalmente, Paraguay dictaminó por ley que el cupo debe ser de 20%.
Por
otro lado, luego del análisis realizado hemos podido aseverar que la República
Argentina representa el país dentro de esta pentarquía en donde más se ha
progresado en materia de inclusión de las mujeres dentro del Poder Ejecutivo,
en cambio, el resto de los países, han sido denunciados en diferentes momentos
por la escasa participación del género femenino dentro de los cargos decisorios
siendo los peores casos nuestro colosal vecino, Brasil, y Paraguay (país en el
cual, además, se combinan cuestiones culturales y tradicionales que agravan la
cuestión).
La
afirmación previamente sostenida de que nuestro país se ubica a la vanguardia
en lo que respecta a la integración y participación política de la mujer puede
reforzarse con un hecho histórico que tuvo lugar en el corriente año (2016) que
fue el logro de la media sanción para el proyecto de Ley de Paridad de Género,
el cual implica que toda lista partidaria debe presentar un 50% de candidatas
mujeres y, el orden de las mismas, debe intercalarse mujer-hombre para evitar
los vicios que solían ocurrir, en donde las damas eran ubicadas debajo
evitando, así, que pudieran ingresar a los cargos.
CONCLUSIÓN
Podemos
ver, entonces, que tanto a nivel estatal, como a nivel organizacional, se han
fomentado políticas que promueven una discriminación positiva con el objetivo
de lograr incorporar a la mujer en la política; es decir, es necesario que
existan políticas específicas sobre materia de inclusión femenina dado que, de
otra forma, pareciera que el problema estructural de desigualdad entre el
hombre y la mujer se replicaría aún hoy, cuando el movimiento feminista lleva
años alzando su voz. E incluso con la existencia de las leyes de cupos, muchas
veces las mujeres han sido discriminadas.
En
Venezuela, hasta antes del 2010, casi siempre las mujeres ocuparon los puestos
suplentes dentro de las listas de manera que nunca pudieron llegar a ocupar un
verdadero cargo; en la República Argentina hubo siete fallos de la Cámara
Nacional Electoral, cinco de la corte Suprema de Justicia e incluso se llegó a
la Corte Interamericana de Derechos Humanos por petición de María Teresa
Merciadri de Morini quien denunció, en el año 1994, que la lista del partido de
la Unión Cívica Radical de Córdoba había ubicado a las candidatas mujeres en
los puestos cuarto y sexto, cuando por ley se establece que debe haber al menos
dos mujeres dentro de los primeros cinco.
Si
bien la totalidad de los Estados han realizado acciones que apuntan a la
contribución en la lucha por la igualdad de género, aún es una gran deuda
pendiente en todos lograr dicho objetivo. Particularmente, en relación a lo que
compete a este trabajo, que es la participación política de la mujer, entendemos
que si bien esta es una arista sumamente importante dentro del enorme espectro
que implica la igualdad de género y la superación de la discriminación femenina
bajo todas sus formas, es un hecho que hoy en día, la urgencia versa sobre el
eje relacionado con la violencia de género; un flagelo dentro de la sociedad
cuyos daños colaterales implican cifras vergonzantes de mujeres golpeadas,
abusadas, y asesinadas. Por lo tanto, la gran mayoría de las políticas, hoy en
día versan sobre esta lamentable situación que se reproduce en todo el mundo.
La
integración de la mujer dentro de la política continúa siendo un gran pendiente
dentro de nuestra pentarquía analizada, no obstante es una situación sobre la
cual los países, algunos más que otros, afortunadamente se encuentran
trabajando; como así también lo hace la organización del Mercosur.
Finalmente,
una situación que quisiéramos recalcar es la importancia que han tenido
históricamente, y que tienen hoy en día las organizaciones de la sociedad civil
dentro de la consecución de estos objetivos. Estas instituciones, mediante sus
continuas manifestaciones logran presionar para que la igualdad de género sea
un tema de agenda cada día más relevante para la sociedad y para los decisores
políticos.
BILIOGRAFÍA
·
Bobbio, N.
(1984). El futuro de la Democracia. Giulio Einaudi Editore, s.p.a. Turín.
·
Diario El
Mundo. El techo de
cristal: el principal freno para el ascenso laboral de la mujer. Disponible online: http://www.elmundo.es/promociones/native/2016/09/28b/ [acceso
24/10/2016]
·
Equipo
Latinoamericano de Justicia y Género. (2011) Detrás del número. Un estudio
sobre las trayectorias políticas de mujeres y varones en la legislatura
argentina.
·
Equipo
Latinoamericano de Justicia y Género. (2011) Participación política de las
mujeres y acceso a espacios de decisión. Algunos argumentos judiciales para
recuperar y reflexionar.
·
GPS
del Estado. CIPPEC Y ASAP. (2016).
·
Ministerio
de Modernización. (2016). Disponible online: http://mapadelestado.modernizacion.gob.ar/estructura_oescalar.php?n1=000
·
Moreira,
C. (1994). Participación política de la mujer en el sistema de toma de
decisiones: el caso uruguayo. Revista Uruguaya de Ciencia Política.
Uruguay.
·
ONU
Mujeres. (2016). Hechos y cifras: liderazgo y participación política. Disponible
online: http://www.unwomen.org/es/what-we-do/leadership-and-political-participation/facts-and-figures [acceso
22/10/2016]
·
ONU
MUJERES. (2015). La hora de la igualdad sustantiva. Participación política
de las mujeres en América Latina y el Caribe hispano.
·
Payssé,
D. (2012). “Participación y Representación”. La Democracia de Ciudadanía.
Visiones y debates desde los derechos de las mujeres en las Américas.
Comisión Interamericana de Mujeres.
·
Reunión
de Ministras y Altas Autoridades de la Mujer del Mercosur. (2014). Políticas
de igualdad de género. Directrices. Uruguay.
·
Taus,
P. (2014). La Violencia Ecuménica desde una Perspectiva de Género. Windmils
Edition. California.
·
Telesur.
(2015). El papel y la inclusión de la mujer en Latinoamérica. Disponible
online: http://www.telesurtv.net/news/El-papel-y-la-inclusion-de-la-mujer-en-Latinoamerica-20150306-0057.html [acceso
22/10/2016].