Revista Nº30 "TEORÍA POLÍTICA E HISTORIA"

RESUMEN

En la presente monografía, trata sobre las postrimerías de los años ochenta y principios de los noventa del siglo veinte, aparece en Cuba un debate acerca de diferentes categorías de la ciencia política que apuntan a hurgar en nichos e intersticios hasta ese momento vedados, no sólo en la academia sino en el discurso de la práctica política; tal es el caso de la denominada sociedad civil.

 

ABSTRACT

In the final decades of twentieth century a debate came up in Cuba about new political science categories which were almost forbidden up to that moment not also in academic life but also in political praxis. An example of non-discussed categories is the concept of civil society.

 

Breve aproximación a un debate sobre la sociedad civil en Cuba

Yaimara Cao García ycg@espnl.co.cu; Eddy Mac Donald Torres torres@uci.cu

En las postrimerías de los años ochenta y principios de los noventa del siglo veinte, aparece en Cuba un debate acerca de diferentes categorías de la ciencia política que apuntan a hurgar en nichos e intersticios hasta ese momento vedados, no sólo en la academia sino en el discurso de la práctica política; tal es el caso de la denominada sociedad civil.

De acuerdo con reconocidos analistas este debate se introdujo en Cuba, no como resultado de las polémicas entre científicos sociales del país sino producto de las matrices de opinión que sembraron allende las fronteras nacionales. Es así como se inicia una discusión que llega a la actualidad. No obstante, debe destacarse que solo un grupo de especialistas se ha aproximado a este complejo tema sin apreciarse una definición acabada como tampoco consenso alguno.

Entre los estudiosos más relevantes en el país sobre este tópico, está el filósofo Jorge Luis Acanda González, quien ha producido una considerable literatura donde señala la ambivalencia y limitaciones en que ha sido tratado dicho asunto. Bajo el título Sociedad Civil y Hegemonía publicado en el año 2002, el autor describiendo la explosión del término, con el inicio de la crisis de la izquierda por la caída del llamado Socialismo Histórico y su impacto sobre Cuba, refiere que no ha habido un horizonte de reflexión valido desde el marxismo en torno al tema de la sociedad civil.

De otro lado también la derecha experimentaba una notable emergencia con la puesta en práctica del modelo neoliberal. Sociedad civil para muchos se convirtió en sinónimo de antisocialismo pues con este concepto se englobaba a las distintas organizaciones y movimientos opositores al estatus quo que prevalecía en la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Es propósito de los autores de este artículo, tratar diferentes enfoques y postulados que se presentan en el debate de hoy y adentrarse en la difícil tarea de las predicciones para una sociedad que reclama urgentemente estudios y formulaciones que aporten de forma concreta en la praxis sociopolítica.

Acercamiento al debate epistemológico en torno a la sociedad civil:

La sociedad civil ha sido tema de interés para los pensadores desde la época moderna hasta la actualidad, lo mismo de una arista como en las antípodas del panorama político. Dentro del pensamiento liberal aparecen filósofos como el francés Juan Jacobo Rousseau, quien en su Discurso sobre la desigualdad de los hombres afirmaba: ´´El primero que, habiendo cercado un terreno, descubrió la manera de decir: Esto me pertenece, y halló gentes bastantes sencillas para creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad civil.´´[1]       

Con Hobbes y Locke, dentro de la Ilustración escocesa, se aprecia de forma explícita la idea de sociedad civil. Esta es presentada como una esfera institucionalizada superior por su orden y lógica a la conflictividad y anarquía inherentes al estado de naturaleza. Entonces, sociedad civil podía catalogarse como sociedad bien organizada, con un Estado que garantice dicho orden.

El término se tradujo del alemán como bürgeliche o sociedad de los bürger, es decir, de los que viven en las ciudades, de los burgueses.

Destaca el Dr. Acanda tres principios esenciales en el tratamiento hegeliano de la idea de sociedad civil. El primero de ellos sitúa el carácter histórico de la misma, al diferenciar entre Estado y bürgeliche gesellschaft surgida con el advenimiento de la modernidad. EL segundo es su conceptualización como esfera de intereses mutuamente conflictivos y el tercero es la doble valencia moral de la sociedad civil en tanto campo de realización ética del individuo.

Para algunos seguidores de Carlos Marx el término pertenece al ideario burgués, siendo utilizado por el genio alemán en algunos textos de su juventud. Algunos de los traductores de Marx aprecian indistintamente sociedad civil como bürgeliche gesellschaft que también quiere decir sociedad burguesa y otras veces como societé civile. Lo cierto es que Marx hace alusión al término tanto en alemán como en francés para significar cuestiones específicas. Sin embargo, en ningún caso puede reducirse a una interpretación economicista.

Desde la perspectiva marxiana se encuentra la referencia al concepto en francés en la carta a Annenkov de diciembre de 1846, expresando lo siguiente: ´´ ¿Qué es la sociedad, cualquiera que sea su forma? El producto de la acción recíproca de los hombres. (…) A determinada forma de desarrollo de la producción del comercio y del consumo, corresponden determinadas formas de constitución social, una determinada organización de la familia, de los estamentos o de las clases sociales; en una palabra una determinada sociedad civil. A una determinada sociedad civil, corresponde un determinado régimen político, que no es más que la expresión oficial de la sociedad civil.¨ [2]                                

 De acuerdo al profesor Acanda, para Marx la desenajenación de la sociedad civil debía llevar a la extinción del Estado. La libertad consiste en convertir al Estado de órgano que está por encima de la sociedad en órgano completamente subordinado a ella.

Entre los continuadores de la obra de Marx, se destaca el italiano Antonio Gramsci quien interpretó la construcción de la sociedad comunista como un hecho cultural y moral. En sus Cuadernos de la cárcel plantea que la diferenciación entre sociedad civil y sociedad política es sólo metodológica pero no orgánica, se fundamenta en una interpretación relacional, y no cosificada, de los procesos y objetos sociales, por ende asume una comprensión ampliada con respecto a la tradicional.

En Gramsci se aprecia claridad meridiana para establecer la aparición de la división de la sociedad en clases dentro de la sociedad civil, para él, esta constituye un espacio por excelencia para la lucha de clases y donde se ejerce la hegemonía de quienes detentan el poder, especialmente el que dimana del  Estado.             

Esta polémica en torno a la sociedad civil había sido relegada al olvido desde el siglo XIX atravesando distintos períodos para llegar a fines del siglo XX e inicios del XXI a su máximo esplendor. Muchos obviaron que fue un grupo de académicos anglosajones, de orientación progresista, quienes lo rescataron a finales de la década del setenta de la pasada centuria y lo hicieron para criticar tanto el Estado Capitalista como el Socialismo de Estado; ellos fueron Andrew Arato, Jean Cohen y John Keane.

 La categoría sociedad civil, dentro de la ciencia política ha sido entendida como esfera donde individuos económicamente autónomos establecen entre sí de forma libre y voluntaria, tomando como matriz al mercado, toda suerte de relaciones asociativas para enfrentar sus más diversas necesidades y resolverlas por sí mismos, sin injerencia burocrática estatal. Sociedad civil como soporte teórico de la proyección política del neoliberalismo.

Adam Seligman destaca tres usos fundamentales del concepto:

1.-Como eslogan político. ´´Salvar la sociedad civil´´, ´´recuperarla´´, ´´reconstruirla´´.

2.- Como concepto sociológico analítico. ´´Reforzar la idea de la necesidad de la comunidad´´.

3.- Como concepto filosófico vinculado a reflexiones sobre el reino de la formación y funcionamiento de valores y creencias y de acción simbólica.

En América Latina algunos sectores de la izquierda adoptaron una posición más receptiva ante la imagen de la sociedad civil, para los brasileños quienes se organizaron bajo la ausencia de los ejes tradicionales de la política como los partidos y los caudillos, entre otros, lo hacían a través de las comunidades eclesiales de base con una conducción predominantemente colectiva teniendo como liturgia política a la Teología de la Liberación.

El intelectual y religioso brasileño Frei Betto, en su texto La Mosca Azul. Reflexión sobre el poder en Brasil hace una valoración sobre la sociedad civil en Latinoamérica y particularmente en su país: Los movimientos populares son, por su misma naturaleza organismos de la sociedad civil. Entendemos por sociedad civil la esfera de las relaciones –entre personas, grupos, movimientos y clases sociales- que se desarrollan de modo autónomo con respecto de las relaciones de poder propias de las instituciones estatales.      [3]

Todas las posiciones mantienen una raíz común, la dicotomía Estado-Sociedad Civil. Jeffrey Alexander ofrece algunas definiciones:

Alan Wolfe identifica a la sociedad civil con la esfera privada de la familia y la organización voluntaria. Adam Seligman la asocia a la regulación de la razón en un sentido altamente abstracto. Pateman afirma que la sociedad civil está inextricablemente vinculada a las relaciones patriarcales familiares. Cohen y Arato identifican a la sociedad civil con la totalidad de la vida social que se encuentra fuera de la economía, el Estado y la familia. El propio Alexander la entiende como forma de conciencia colectiva, esfera universalista de solidaridad social. John Keane la define como el reino de actividades sociales (de propiedad privada, dirigidas al mercado, adoptadas voluntariamente o basadas en la amistad) que están legalmente reconocidas y garantizadas por el Estado.

Jürgen Habermas convierte a la sociedad civil en sinónimo de la esfera pública, la rebautiza como ´´mundo de vida´´ y la contrapone al ´´sistema económico político´´ que intenta colonizar a aquella.

Acanda señala que la sociedad civil se utiliza para designar a lo no político, primeramente, siendo lo opuesto al Gobierno, al Estado, a la sociedad política y segundo, ha de ser el guardián del Estado, ella ha de controlarlo. Entre sociedad civil y sociedad política se da una relación de exterioridad donde ambas coexisten pero a la vez se oponen.

En Helio Gallardo se encuentra la idea de sociedad civil como construcción de la modernidad. Precisamente en la modernidad es donde se vislumbra la asociatividad como expresión contradictoria de esta etapa histórica.

En Cuba autores que han tocado el tema de la sociedad civil desde la traducción de Gramsci, se encuentran Thalía Fung Riverón, Miguel Limia David, entre otros. A propósito de este último, señala Acanda, que el problema que trata de fondo es el del poder pues ´´las relaciones de poder  no son sólo políticas… son relaciones de poder que están fuera de la dialéctica sociedad civil− Estado, porque se dan hacia el interior de la sociedad civil.´´[4]

El profesor Acanda señala tres posiciones en el debate cubano acerca de la sociedad civil. La primera, es la interpretación liberal clásica del concepto, que lo identifica sólo como conjunto de asociaciones voluntarias independientes del gobierno y como esfera contrapuesta a la política y al Estado. La segunda es la del “marxismo de la sospecha” que se negó a la utilización del concepto y a toda reflexión en cuanto al tema por considerarlo una maniobra del enemigo y la tercera postura la del marxismo crítico, que rechazaba las posiciones anteriores y asumía a la sociedad civil  como el espacio privilegiado de consolidación de la hegemonía política del Socialismo.

Es en esta última perspectiva que Acanda se aventura a dejar algunas claves para una definición de lo que pudiéramos estar comprendiendo por sociedad civil; identificándola con los espacios de socialización pública, de transmisión de códigos y valores, de formación de hábitos culturales y patrones de conducta, de interacción ideológica donde se reproduce cierto tipo de relaciones sociales.

Coincidiendo en buena medida con la postura anterior, Frei Betto apuntaba que, La sociedad civil es la base de la cual emanan los conflictos, las reivindicaciones y las denuncias a las que debe responder el sistema político. En consecuencia, en ella se incluyen las diversas formas de movilización, asociación y organización de las fuerzas sociales que tienden a la conquista del poder político. La sociedad civil es el espacio de las relaciones de poder de hecho, mientras que el Estado es el espacio de las relaciones de poder de derecho.[5]  

En el artículo Surgimiento y desarrollo del concepto sociedad civil, publicado por Cuba Socialista se plantea por sus autores que: existe una amplia y variada concepción acerca de la Sociedad Civil. A partir de estas concepciones, las fuerzas reaccionarias fomentan el fortalecimiento y diversificación de aquellas organizaciones, asociaciones, grupos, partidos, que a su juicio tienen posibilidades inmediatas o futuras de desestabilizar el sistema socialista (tal es el caso de Cuba, China, Viet Nam y Corea) o procesos revolucionarios (Venezuela) mediante su legalización y reconocimiento oficial y con ello la actividad de los opositores [6]         

Sin dejar una definición del concepto y desde la perspectiva gramsciana concibe la sociedad civil como esfera de la producción ideológica, en su interconexión y entrelazamiento con la sociedad política y el Estado. Centra su reflexión sobre el perfeccionamiento de una sociedad civil cubana que tribute al crecimiento del Socialismo, en el desarrollo de las estructuras e instituciones de producción ideológico−cultural: el sistema de enseñanza, los medios de difusión masiva, la política editorial, la búsqueda y perfeccionamiento de nuevas formas de producción y asociación económicas que tributen a la efectiva socialización de la propiedad.        

Puede decirse que la sociedad civil cubana en los años 60 se expandió extraordinariamente, y asumió muchas funciones típicas del Estado−gobierno. Sin embargo en las dos décadas siguientes ocurrió un proceso inverso, y las instituciones estatal−gubernamentales asumieron muchas funciones de la sociedad civil. Era una sociedad civil muy comprimida, muy limitada. De hecho las organizaciones de masas (CDR, FMC, CTC, entre otras) se convirtieron en una continuación del Estado−gobierno. A partir de los 90 y hasta la actualidad, la sociedad civil cubana, está llamada a ser el motor fundamental de los cambios que tienen lugar en la sociedad. 

Si bien es absurdo considerar únicamente la sociedad civil como el reino de la asociación, al estilo liberal de Locke, cuya dinámica es totalmente indiferente a la del Estado, lo es que esta puede quedar reducida al reino de la política; sería igualmente erróneo pensar que la sociedad civil es solo la conjugación de estos dos aspectos, la sociedad civil es también refugio de las costumbres, hábitos, tradiciones y valores de una sociedad dada, cuya constancia está reforzada por el devenir histórico de dicha comunidad.[7]

Conclusiones:

Es menester subrayar que en el plano teórico el debate sobre sociedad civil y su rol dentro de la política y la sociedad en sí misma está en pleno desarrollo, lo caracterizan precisamente la diversidad de postulados y aproximaciones que se asumen incluso desde posiciones ideológicas comunes.

En la Cuba actual esto cobra cada vez ribetes de prioridad en tanto el país avanza hacia formas de desarrollo en las que deben jugar un papel protagónico las organizaciones y el pueblo empoderado, no sólo para reclamar derechos que aparecen en documentos legales a todas las instancias; en lo sucesivo estas a juicio de los autores tendrán inexorablemente que desplegar todas sus potencialidades, máxime en una sociedad donde los seres humanos son la esencia misma.

En esta línea de pensamiento debe resaltarse que las organizaciones socioprofesionales a pesar de haber tenido una presencia de impacto en la sociedad aún podrían calificarse con saldos no anhelados, sin embargo la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) se ha caracterizado por los profundos debates en torno al papel de la cultura, no circunscrita a lo artístico sino al concepto en su acepción más amplia que supondría los modos humanos de sentir, actuar, crear y pensar en sociedad.

Las reformas que se instrumentan desde la práctica política tomando como punto de partida el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba celebrado en abril de 2011, la Primera Conferencia de dicha organización en enero de 2012, así como el VII Congreso celebrado el pasado 2016, sobrepasaron los marcos de la membrecía partidista y se arroparon en el pueblo a través de consultas que incluyeron a toda la sociedad. Este hecho como ejercicio democrático sin parangón con las experiencias socialistas previas a la Revolución Cubana y podría afirmarse que supera las del denominado Socialismo de la América Latina actual, no ha sido lo suficientemente sistemático como lo requiere el proceso nacional liberador cubano. De manera que no todos los congresos de las organizaciones de masas celebrados durante los más recientes años han corrido igual suerte de democracia participativa.

Las organizaciones de mayor concentración de ciudadanos en el país, aunque forman parte de la sociedad civil socialista, tienen necesariamente que adecuarse a las nuevas condiciones y los tiempos que corren, fundamentalmente dándole más dinamismo a la solución de los problemas que impactan a la sociedad desde sus roles y funciones.

En el abordaje de un tema de tamaña envergadura por su polémica alrededor de su definición se hace cuasi imprescindible hacer valoraciones de posibles escenarios en los que tiene lugar en primera instancia una sociedad civil fortalecida y con la suficiente madurez para dejar de estar a la saga y encauzar los procesos de transformación de una sociedad ávida de estos. Se requerirían, por tanto, en segundo orden la inclusión de las organizaciones no gubernamentales que tributen al desarrollo integral de la nación, mas, sin la presencia de aquellas antisistémicas por lo que entrañan en sí mismas en cuanto a la reproducción de los antivalores para el Socialismo. En tercera instancia para construir la hegemonía de una sociedad cada vez más justa es vital ganar espacios de debate en la escena pública con la anuencia y concurso de la diversidad social cubana de hoy.        

 

Bibliografía:

1.-Acanda, Jorge Luis. Sociedad civil, Estado y Revolución. Las funciones de la idea de sociedad civil en la teoría política marxista. La Habana, p.6.   

2.-Ibidem p.14

3.- Betto, Frei. La Mosca Azul. Reflexión sobre el poder en Brasil. Editorial Ciencias Sociales 2012, La Habana, p.149.

4.- Acanda, Jorge Luis. Sociedad Civil y Hegemonía. Centro de Investigación Cultural ´´Juan Marinello´´, La Habana, 2002, p.333

5.- Betto, Frei. La Mosca Azul. Reflexión sobre el poder en Brasil. Editorial Ciencias Sociales 2012, La Habana, p.150.

 6.- Rodríguez, Elvis. Humberto Valdés Gutiérrez. Manuel Lester-Hanson Roché. Surgimiento y desarrollo del concepto Sociedad Civil. Cuba Socialista 3era época No 36. Julio-Septiembre de 2005, p. 23.    

7.- Abreu Morales, Reynier. Marxismo y Sociedad Civil en el debate cubano de los 90 ¿compatibles?

 



[1]              Acanda, Jorge Luis. Sociedad civil, Estado y Revolución. Las funciones de la idea de sociedad civil en la teoría política marxista. La Habana, p.6.   

[2]              Ibídem p.14.

[3]                    Betto, Frei. La Mosca Azul. Reflexión sobre el poder en Brasil. Editorial Ciencias Sociales 2012, La Habana, p.149.

[4]              Acanda, Jorge Luis. Sociedad Civil y Hegemonía. Centro de Investigación Cultural ´´Juan Marinello´´, La Habana, 2002,p.333

[5]                  Betto, Frei. La Mosca Azul. Reflexión sobre el poder en Brasil. Editorial Ciencias Sociales 2012, La Habana, p.150.

[6]                 Rodríguez, Elvis. Humberto Valdés Gutiérrez. Manuel Lester-Hanson Roché. Surgimiento y desarrollo del concepto Sociedad Civil. Cuba Socialista 3era época No 36. Julio-Septiembre de 2005.    

[7]              Abreu, Reynier. Marxismo y Sociedad Civil en el debate cubano de los 90 ¿compatibles?