Resumen
El siguiente ensayo analiza las diferencias
entre las enseñanzas católicas y protestantes y como han contribuido al
desarrollo de las naciones.
Abstract
The following essay analyzes the differences
between Catholic and Protestant teachings and how they have contributed to the
development of nations.
Países ricos y países pobres. La
influencia del protestantismo en el desarrollo de las naciones. Aportes desde
la filosofía y la antropología de la religión.
Prof. Lic. Esteban Abel Amoretti (1)
1.
Estamos viviendo incertidumbre económica, espiritual
y humanitaria en el mundo global que nos toca transitar. La mayoría de los países
de habla hispana vienen padeciendo escenarios propicios para el ascenso de
gobiernos populistas, tanto en América Latina como en la misma metrópolis,
España.
El fin último de este ensayo, es realizar aproximaciones
antropológicas y filosóficas para tratar de responder si es que hay una
relación directa entre los países de confesiones católicos o protestantes en
detrimento de su desarrollo como nación, o su contrario, para la continua generación
de riqueza.
2.
Comenzaríamos pensando el
concepto de ética del trabajo, un concepto nada sencillo de comprender pero
fundamental, a la hora de tratar de analizar la cultura protestante y católica
en relación al desarrollo de las naciones.
La crisis económica que padece el mundo,
tendríamos que aclarar, es condición fundamental pero no suficiente para tratar
de definir este tipo de relaciones entre confesión y riqueza o pobreza. La
importancia de la variable crisis en este caso cumple el papel de resaltar
cierto tipo de cultura o ética tomada de ciertas ideas que colaboran a la hora
de hacer un diagnóstico más o menos claro de por qué las naciones a lo largo de
la historia con mayoría de población protestante se han desarrollado de mayor
modo que aquellas que han abrazado el catolicismo, entendiendo en este caso que
la crisis que padecemos, es solo una variable que trabaja a modo de lupa bajo
esta coyuntura.
Los conceptos fundamentales de ética y
trabajo, como enunciamos anteriormente, no solo se aplican con el desarrollo o
no de naciones hispanoparlantes, dígase España y sus virreinatos devenidos en
países independientes, sino también a aquellos países europeos como Italia,
Portugal o Grecia que abrazan mayoritariamente las costumbres católicas, en
contraposición a las naciones sajonas mayoritariamente protestantes.
Habrá casos híbridos como Francia u Holanda
pero este no es el fin último del trabajo, sino más bien delinear a grandes rasgos
características y diferencias de ambas culturas del trabajo en relación a las
confesiones y el desarrollo de los países en materia económica, pensando que
aquellos con raíces protestantes están haciendo mejor las cosas frente a la
crisis económica internacional que los países de tradición católica.
3.
La diferencia de la concepción de cultura y
ética del trabajo allí donde triunfó la Reforma del siglo XVI y en aquellas que
predominantemente han abrazado la Contrarreforma católica es sustancialmente
grande, y nos abre un gran espacio para el análisis.
Por un lado, los países en donde triunfo la
Reforma de Martin Lutero (2) volvieron a los principios bíblicos, entendiendo
principalmente que el trabajo no es un castigo de Dios, ya que en Génesis se
deja claramente sentenciado que Adán ya trabajaba en el huerto del Edén antes
de la caída. Y por supuesto, después de la misma, como palabra de Jehová
pronunciando que el hombre debería hacerlo para sobrevivir en el mundo.
Otro punto a destacar es que la tradición
protestante remarca que todos los trabajos son buenos, a diferencia de la
tradición católica de la Edad Media en donde la sociedad se hallaba fuertemente
estratificada y los mejores trabajos se valían en resonancia con las posiciones
sociales que ocupaba el clero, el ejército y la nobleza. Aquí se distinguen
entonces trabajos serviles o indignos de aquellos considerados por entonces destacados,
situación que no es cierta y tampoco tiene fundamentación bíblica, ya que en
ningún sitio queda escrito que un trabajo sea mejor que otro.
Y el último punto y fundamental, que el
trabajo hay que llevarlo a cabo y hay que hacerlo bien, con corrección. Es
decir, que el trabajo no es una suerte de maldición que debemos soportar el
tiempo que dure la jornada, y de acuerdo al trabajo que desarrollemos, sino más
bien, que es una posibilidad enorme de desarrollarnos como sujetos, vernos
identificados en el trabajo concretado, ayudar a nuestros semejantes, y
enorgullecernos de ganarnos el pan con el sudor de nuestro esfuerzo, en
definitiva, lograr ser más dignos como persona humana.
Esa visión se ha cristalizado en los países
que han mantenido sociológicamente la cultura ética del trabajo bajo herencia
de la Reforma, sobre todo bajo la concepción, repetimos, que ningún trabajo es
bueno por sobre otro, ya que un mecánico no es inferior a un oficinista, o una
camarera a una bancaria. Fue Lutero el mismo que expresó la idea de que el
trabajo que realizaba la señora criada limpiando la Iglesia donde el predicaba,
era tan digno como aquel que él ejercía desde el púlpito.
Todos estos conceptos claramente nos ayudan a
arrimarnos a la idea de que es posible que dichos propósitos hayan ayudado a
enaltecer la productividad laboral y por consiguiente la riqueza acumulada de
estos países pos-reformistas, en cambio, los países europeos sureños de
tradición mayoritariamente católica, o los de una Hispanoamérica en donde
cotidianamente se vive escapando del trabajo como de una maldición de la cual
hay que librarse, se llega rápido a algunas próximas conclusiones relacionales.
Inclusive por estas latitudes se propugna por
mala costumbre el inclinarse a obtener trabajos en donde no se trabaje, o que
el Estado soporte con sus arcas la carga de responsabilidad laboral privada,
frente a unos pocos que contribuyen con el grueso de los impuestos y así
mantener al resto de la población cautiva por los mismos Estados quebrados solo
por razones políticas y no racionalmente económicas.
4.
Otro punto a desarrollar es el
entrelazamiento entre ética y corrupción. Los países que originalmente
abrazaron la reforma luterana, mantuvieron la palabra de Dios y sus
mandamientos como forma de vida y norma de conducta bajo el estudio de la
Biblia. La mentira era inaceptable, y bajo esa condición se fueron
desarrollando dichas sociedades. Mentira y corrupción política eran
incompatibles.
Y la mentira es grave, principalmente por que
se encuentra dentro del Decálogo, y ya que si se encuentra al nivel de otras
faltas y pecados como el adulterio, idolatría, robo e incluso el asesinato, es
definitivamente, muy grave. Y eso tiene un peso enorme por ejemplo a la hora de
juzgar a un político.
Un político que miente en los países
protestantes por regla general, bajo un principio de pesos y contrapesos,
denominado sistema de checks and balances (3) o un mismo control civil comprometido
estaría acabado políticamente, pero no en las próximas elecciones, sino en ese
mismo momento en que se descubre la estafa, o el engaño o el desfalco al
público. Estas consideradas como algunas consecuencias políticas.
Las consecuencias económicas de la mentira se
cristalizarían directamente en ir a prisión, si es que, por ejemplo, se entregan
cheques sin fondo para pagos públicos o se descubre beneficiar amigos con la
obra pública o se pretende emitir dinero más allá de lo permitido por la ley de
la reserva federal o banco central de cada nación.
Por el contrario, para los países mayoritariamente
católicos de la Europa sureña y naciones jóvenes de Hispanoamérica, la mentira
es un pecado venial. Y como se la considera un pecado venial, se la utiliza
políticamente como un arma antojadiza contra los enemigos políticos de ocasión
de la oposición gubernamental, y no se la reconoce en sí misma como una falta
de mayor valor, tapando los hechos delictivos que deben ser castigados por la
ley que se encuentra por encima de todos los poderes públicos, sabiendo que no
tendrán castigo alguno, inclusive liberando de sus cargos de imputación los nuevos
gobiernos a administraciones anteriores, sin la intensión cabal de ejercer
justicia, mucho menos, dentro de los tiempos de un gobierno en ejercicio de
poder, claro está.
Este tipo de países necesitan el arribo de
inversiones externas. Y la falta de solvencia e índices públicos que ocultan la
verdadera situación de contingencia de la economía nacional, sumada a la común
ausencia de producción de riqueza y mala administración del erario público,
además de inseguridad jurídica a la hora de cumplir contratos, son escenarios
muy negativos. Todas ellas razones más que suficientes para que las anheladas
divisas no ingresen, ya que las empresas multinacionales, otros gobiernos y
organismos de créditos internacionales piensan que no se cumplirán los acuerdos,
que los gobiernos corruptos intentaran engañarle y no honraran las condiciones
contractuales pactadas con antelación. En pocas palabras, generación de espirales
de desconfianza muy difíciles de revertir. La mentira, también en lo monetario,
se traduce en una situación dramática.
5.
Otro concepto a comparar para ambos casos es
el de democracia, jugando con la variable religiosa y enfrentando las tradiciones
de católicos y protestantes, también bajo el análisis de la crisis económica
mundial vigente.
Una primera circunstancia sería definir que
aquellos países con tradiciones sociológicas religiosas emanadas de la Reforma
del siglo XVI, parten de un puerto de escasa confianza hacia el poder.
Interpretan que el ser humano parte de una
naturaleza caída, y por lo tanto, para evitar que los gobiernos terminen
transformándose en tiranía, lo que tendrían que lograr es limitar lo más
posible a sus gobiernos, y dar prioridad a los individuos, la sociedad civil,
sus negocios particulares y actividades privadas en la vida de mercado.
Políticamente sería pensar también que se
aplique como enuncia la misma Constitución de los Estados Unidos, ese sistema
de pesos y contrapesos referenciado con anterioridad. Esto hará que los
ciudadanos juzguen no por la pertenencia a un partido político, como ocurre en
España o Argentina, sino más bien, por la forma precisa en que se comporta
políticamente un partido u otro en determinado momento y bajo ciertas
circunstancias, considerando que ese sentido es muy saludable democráticamente.
Incluso puede darse, -y esto es muy común en
Gran Bretaña, en Estados Unidos o Australia- que una persona este afiliada a
determinado partido político y vote a otro partido, tal vez porque considera
que en ese momento racionalmente eso sería considerado lo mejor para el resto
de la ciudadanía y su persona, a pesar de que su visión política de base sea
distinta.
Por contrario, en los pises que han seguido la
visión fundamentalmente católica, los partidos, y de forma muy especial los
partidos de izquierdas, se han construido sobre la visión de que continúan con
la imagen única de Iglesia verdadera. Es común por ejemplo en España o
Argentina, que cuando el vulgo pronuncia referencia sobre la Iglesia, conlleva
indefectiblemente a pensarse la Iglesia católica, o cuando se dice el
partido, se haga referencia al Partido comunista en España, o el peronismo
en la Argentina.
Hubo por supuesto otros partidos en la historia
de ambos países, pero partidos con legitimidad moral, solo pareciera
que se reconocen históricamente al comunista o posteriormente al PSOE en España
o el peronista en la Argentina.
En definitiva, la ciudadanía terminaría
creyendo en un criterio de política no sano o poco razonable como no podría ser
en los países de cultura protestante, sino, enarbolando las criterios de bondad
y confianza en instituciones como la madre Iglesia o el padre Partido, y
mistificando criterios de fidelidad absoluta imaginando que no hay salvación o
lealtad si no es a tal iglesia o tal partido.
6.
Bajemos la teoría a la realidad con algunos
ejemplos concretos que remarcan las diferencias entre ambas corrientes y las
implicaciones en los países que han abrazado una u otra religión tanto al norte
o sur de Europa como arriba o abajo del Rio Grande en el continente americano.
Por ejemplo, el reformismo de Lutero decide
volver a la Biblia como habíamos anunciado con antelación. Y para volver a la
Biblia tiene el ser humano indefectiblemente que saber leer y escribir. Para
ser santo católico no se necesita de instrucción, solo seguir una serie de
rituales, cumplir los dogmas y preceptos de la liturgia, es decir no sería
impedimento ser analfabeto. En cambio, tanto el protestantismo como el judaísmo
son religiones del Libro, y es necesario excluyentemente saber leer, escribir e
interpretar pasajes bíblicos para su estudio y entendimiento.
Podríamos añadir a esto, que gracias a dicha
formación encontramos que la primera escuela pública que se abre en Europa es
en la protestante Ginebra a principios del siglo XVI. Esto implica que los
puritanos que arribaron desde la vieja metrópolis a Nueva Inglaterra, además de
salir con la idea de traer al nuevo continente la religión y terminar haciendo
dinero, trajeron consigo un 80% de alfabetismo y buena predisposición, hacia el
trabajo.
Por contrario, aquellos católicos que venían
de la vieja península a las Indias solo eran alfabetizados en un bajo 10%, de
modo que hay una marcada diferencia.
Los que adoptaron la Reforma al llegar a
América contagiaron ese grado de preparación, construyendo comunidades de
estudio, abriendo escuelas y universalizando los estudios superiores a todos
aquellos que se acercaban, pues se necesitaba formar gente que ayudara al
progreso enmarcado bajo la Doctrina de Destino Manifiesto y camino hacia el
Oeste salvaje. Esto reivindicó a futuro un alto grado de laicidad que trajo
grandes frutos para el desarrollo de los Estados de la Unión Americana.
La falta de estudio en los virreinatos de las
Indias bajo la tradición católica, atrasó el progreso que vendría mucho
después. Los españoles que arribaban a estas costas no poseían el grado de
formación que sí tenían los protestantes del norte. Además de no poseer las
mismas ansias de transformación y progreso inspirados por la religión anglicana
y desparramada en la nueva tierra prometida por los puritanos arribados del
Mayflower.
Es conocida la frase en España moderna en que
algunas madres le dicen a sus hijos, tal vez en tono de burla, pero con un
triste dejo de verdad “hijo, consíguete un trabajo, en el que no tengas que trabajar”.
Este pensamiento proviene desde los orígenes, ya que muchos españoles al llegar
a las Indias no quisieron transformar el nuevo mundo con su trabajo y seguir
disfrtando de sus títulos de señores, pensando tal vez, que si tenían que
trabajar se hubiesen quedado mejor en la Península.
Si bien el norte era más pobre que el sur, lo
que ayuda al norte americano es que todo ese estudio acumulado por la Biblia,
hace que retomen posteriormente los estudios de observación y exploración de su
entorno natural inspirados por la Palabra, reinterpretando a los astros y la
vida de las especies de la tierra que los rodea, creando finalmente el método
científico por Francis Bacon. Un dato concreto de esto se cristaliza en que
hasta la última década del siglo pasado el 95% de los Premios Nobel de las
ramas más
distinguidas, ya sean estas la física, la medicina, la matemática, o
la neurociencia, eran todos de origen protestante o judío.
Como corolario, el último informe del año
2016 sobre las primeras 50 universidades a nivel mundial destaca que la
mayoría de las mejores del ranking son de tres países de origen protestante.
Estas naciones son los Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania. No encontramos
en dicho ranking universidades del sur de Europa, dígase de países como España,
Portugal, Italia o Grecia, y menos de países hispanoamericanos.
7.
Podríamos prefigurar algunas ideas finales,
pero no como temario acabado, ya que el estudio sobre las religiones es
apasionante y lo más probable es que dicho ensayo juegue de prólogo apenas para
desarrollar luego nuevos trabajos científicos de investigación más extensos y
acabados en la materia.
Podríamos acabar diciendo que en la cultura
protestante predomina la supremacía de la ley. La Reforma llega a la conclusión
que se debe respetar la ley, siendo respetada por el Rey o el Emperador, los
funcionarios de menor jerarquía, incluso el Papa, prefigurando de esta forma el
Estado laico.
En 1640 mientras España termina de
desangrarse, ya que jugó el papel de espada de la Contrarreforma, Inglaterra
decapita un rey por no respetar y querer ponerse por encima de la ley y
oponerse al Parlamento. No juzgamos que decapitar a una persona para dar el
ejemplo sea correcto, pero marca la diferencia con la idea de supremacía y
respeto hacia la ley. A la España de la conquista, no le alcanzará el metálico
obtenido para mantener su poderío y cae. Inglaterra por el contrario, a base de
derecho laico se abre camino como futuro imperio mundial. Es decir que toda la
riqueza extraída por la metrópolis opulenta, no le fue suficiente frente al igualitarismo
y obediencia ante la ley de una nación todavía relativamente pobre, pero con
horizonte claro.
Son trayectorias distintas. La experiencia en
España, en Portugal, en Italia y al sur del Rio Grande en Hispanoamérica es que
la mayoría quiere ponerse por encima de la ley y no respetarla. Que nadie va a
comparecer delante de la justicia, que los caudillos sean de izquierdas o de
derechas se perpetúan en el poder y quieren desobedecer la ley u alterarla para
sobrevivir en sus funciones eternamente, es sabido por todos.
Por último, reafirmamos el punto a nuestro
entender más importante. Como la Reforma decide obedecer las Escrituras y
respaldar con la Biblia normas de fe, moral y conducta, llega a la conclusión
de que la naturaleza del hombre es prudentemente pesimista. No cree que haya
una autoridad terrenal que por su propia voluntad va a bendecirnos a todos,
llámese este el Papa, el Emperador, o algún dictador del caribe americano.
Los reformadores saben que si al ser humano
le otorgas demasiado poder tiende hacia el mal. Y la acumulación de poder en
conjunción con la maldad intrínseca del ser humano deviene en tiranía. Dos más
dos, es cuatro.
Los Padres Fundadores de los Estados Unidos
tenían esto muy en cuanta. Uno de los pasajes bíblicos que más se cita en la
redacción de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos es el del profeta
Jeremías que advierte que el corazón del hombre es engañoso.
Por lo tanto infieren que los gobiernos deben
estar limitados y controlados, adquiriendo un sentido de pesos y contrapesos
explicados anteriormente, en donde el poder ejecutivo deberá ser controlado por
un legislativo, y a la inversa, con una justicia independiente que juzgue con
decencia y mantenga el orden haciendo cumplir la ley, también controlando a los
poderes nombrados anteriormente. La clásicamente reconocida división o
separación de poderes dentro de un Estado laico de Derecho u obediencia ante la
igualdad que imprime el poder de la ley. Todos deben compadecer frente a la
ley, todos son iguales ante la ley.
En la tradición católica, en el sur de Europa
e Hispanoamérica se abrazó el modelo contrario. Se insiste en la mala idea que
va a venir un salvador (así con minúsculas), que se puede llamar de muchas
maneras, y una vez que conquiste ese poder lo va a derramar y bendecir al resto
de la ciudadanía.
Tendremos que preguntarnos por qué por estas
latitudes se sigue insistiendo en este modelo. Podemos pensar que hay que
separar dos aspectos. Por un lado está la ideología y por otro lado, el sistema
de creencia que abrazamos pero que no conocemos a fondo. Es una visión cultural
naturalizada.
Por ejemplo, una persona en Italia, Portugal,
México, Cuba o la Argentina, puede estar situada ideológicamente más a la
derecha o a la izquierda del pensamiento, y un liberal pensaría distinto de un
comunista y de estos desconfiaría un conservador. Pero, al mismo tiempo todos
estos factores ideológicos están incorporados y no son conscientes para
discernir en los diferentes tipos de representatividad política en nuestras
naciones. El que se hace del poder, muchas veces suele utilizar las enseñanzas
de Jesús y la ideología de Marx, o referencia a la vez al Papa y aplica la
economía austriaca de Hayek. Un sistema totalitario de creencias que deposita al
gobernante en el poder, suma votos, y luego reparte en consecuencia poniéndose
por sobre la supremacía de la ley. Esto es muy común en las naciones de
tradición católica, en donde un político se hace del poder y luego reparte a
sus amigos. Conquista y reparte, como sucedió en la época precisamente de la
conquista de las Indias, en donde las tierras se repartían entre los señores
que venían de la Península para ejercer su señorío, valga la redundancia.
La visión protestante es diferente
radicalmente. En los actuales Estados Unidos por ejemplo, la conquista no fue
tal, fue una colonización, que se introdujo desde el progreso, enarbolando las
creencias en la Doctrina del Destino Manifiesto (4) de los puritanos que
concretaban su avance hacia el oeste. Una serie de acciones que posibilitaban
estructurar su vida en la Nueva Jerusalén. Recreaban su producción y construían
su propiedad, levantando escuelas públicas y realizando estudios bíblicos para
alimentar el espíritu de la comunidad, llegando por último, a establecer la ley
y el orden, sacándose de encima a los forajidos.
Por último, como analizamos anteriormente, la
Reforma estableció concretamente que el trabajo no es un castigo de Dios, como
dijimos, ya desde lo leído en Génesis, Dios puso a trabajar al primer hombre en
el huerto del Edén antes de la caída. Es decir, el trabajo es considerado una
labor noble y buena que permite al hombre mantenerse el mismo y a su familia, y
que además, puede transformar la sociedad en donde vive. La visión católica,
sobre todo en la era medieval, marcaba al trabajo como un castigo. Esta es una
gran diferencia que profundizara ambas tradiciones religiosas de pensamiento y
sus futuros desarrollos.
Esto se traduce en la política, en donde
también se conoce el aspecto fundamental de servicio, el servir públicamente a
la comunidad, la política como servicio a la comunidad dentro de la tradición
protestante.
Contrariamente, la tradición del sur de
Europa e Hispanoamérica, como resaltamos líneas arriba, es de conquista y
reparto, hacerse del poder y repartir a los amigos. No se habla de servicio a
la comunidad, la visión de la política como servicio no se encuentra, y aparte
es mezquina.
8.
El 31 de octubre de este año se cumplirán
quinientos años de la Reforma Protestante (1517), tomando la fecha como el
momento cuando Martin Lutero clavó las 95 tesis contra las indulgencias en las
puertas del castillo de Wittemberg.
Sigue perpetuándose en el tiempo las
discusiones entre católicos y protestantes bien plasmadas en la obra de
Rembrandt en donde se ve al Apóstol Pedro discutir con el Apóstol Pablo sobre
las interpretaciones de la Biblia. Hermosa pintura que invitamos a disfrutar,
además de ser atinada y muy esclarecedora.
Esperemos que las distancias religiosas se
acorten, y que las bondades de ambas empapen a los corazones de ambos
movimientos religiosos. Personalmente espero que el legado de la Reforma Protestante
también empape un poco la identidad de los pueblos de Hispanoamérica, para
empezar a ser naciones más ricas, prosperas y racionales, situación que se
alcanza solamente con mucho estudio, trabajo y dedicación, todas importantes
enseñanzas que los padres del protestantismo supieron reconocer y transmitir.
Material de consulta y bibliografía
destacada
de Tocqueville, Alexis. 1957. La democracia
en América. Fondo de Cultura Económica, México.
Kalberg, Stephen. De Tocqueville a Weber.
Sobre los orígenes sociológicos de la ciudadanía en la cultura política de la
democracia estadounidense. Sociológica, vol. 19, núm. 56, septiembre-diciembre,
2004, pp. 227-263. Universidad Autónoma Metropolitana. Distrito Federal,
México.
La Santa Biblia. Antiguo y Nuevo Testamento.
Antigua versión de Casiodoro de Reina (1569). Revisada por Cipriano de Valera
(1602). Otras revisiones: 1862, 1909, 1960.
Lutero, Martin. Escritos políticos. Madrid:
Tecnos, 1986. Estudio preliminar y traducción de Joaquín Abellán.
Várnagy, Tomás. El pensamiento político de
Martin Lutero, cap. IV. En La Filosofía Política Clásica. De la Antigüedad al
Renacimiento. CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, 1999.
Vidal, Cesar. 2008. El caso Lutero. Editorial
Edaf, España.
Weber, Max. La ética protestante y el
espíritu del capitalismo (1904), Alianza editorial, Madrid, 2001
Notas al pie
(1) Profesor y Licenciado en Ciencia
Política, Universidad de Buenos Aires (UBA). Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
2017.
(2) Martin Lutero, reformador alemán que lo
llevó, sin que probablemente ésta fuera su intención, a una ruptura con Roma
que cambió el curso de la historia de la Iglesia cristiana, de Europa y de la
humanidad. Interesante personaje que requiere de profunda investigación
histórica, para reparar en hechos clave de su vida que pueden ir desde su
conversión hasta su separación definitiva de la Iglesia católica en la Dieta de
Worms, su excomunión por el Papa León XX y la condena a la hoguera por Carlos
V, pasando por los abusos en la venta de indulgencias, la corrupción eclesial y
su referencia a la deplorable situación espiritual del pueblo llano.
(3) El sistema de checks and balances,
o castellanizado, de pesos y contrapesos, también comúnmente conocida en
ciencia política como separación de poderes o limitación o división de poderes,
es utilizado para prevenir que una rama del poder se convirtiera en suprema, y
para inducirlas a cooperar. Los sistemas de gobierno que emplean la separación
de poderes se crean típicamente con un sistema de checks and balances
(controles y contrapesos). Este término proviene del constitucionalismo
anglosajón, pero, como la propia separación de poderes, es generalmente
atribuida a Montesquieu. Checks and balances se refiere a varias reglas de
procedimiento que permiten a una de las ramas limitar a otra, por ejemplo,
mediante el veto que el presidente de los Estados Unidos tiene sobre la
legislación aprobada por el Congreso, o el poder del Congreso de alterar la
composición y jurisdicción de los tribunales federales. Cada país que emplee la
separación de poderes tiene que tener su propio mecanismo de checks and
balances. Cuanto más se aproxime un país al sistema presidencial, más controles
existirán entre las distintas ramas del poder y más iguales serán en sus poderes
relativos.
(4) La Doctrina de Destino Manifiesto (en
inglés, Manifest Destiny) es una frase e idea que expresa la creencia en que
Estados Unidos de América es una nación destinada a expandirse desde las costas
del Atlántico hasta el Pacífico. Esta idea es también usada por los partidarios
para justificar otras adquisiciones territoriales. Los partidarios de esta
ideología creen que la expansión no solo es buena, sino también obvia
(manifiesta) y certera (destino). Esta ideología podría resumirse en la frase:
«Por la Autoridad Divina o de Dios». El origen del concepto del "Destino
Manifiesto" se podría remontar a la época en que comenzaron a llegar los
primeros colonos y granjeros desde Inglaterra y Escocia al territorio de lo que
más tarde serían los Estados Unidos. En su mayoría eran protestantes y
puritanos.