Revista Nº30 "INSTITUCIONES Y PROCESOS GUBERNAMENTALES"

Resumen

La gobernanza del cambio climático es un supuesto según el cual actores políticos y sociales han alcanzado un nivel de corresponsabilidad, cogestión y cogobierno que facilita la conservación de la naturaleza a través de una administración consensuada y a partir de la disponibilidad de los recursos. Con base en esta definición, el objetivo del presente trabajo es especificar un modelo para el estudio de los regímenes de gobierno y las formas de Estado susceptibles de ser observados en escenarios de escasez, desabastecimiento y conflicto entre autoridades y usuarios del servicio de agua, electricidad y gas. Para tal propósito se llevó a cabo un estudio documental con una selección no probabilística de fuentes indexadas a repositorios líderes de América Latina, considerando el periodo de publicación de 2010 a 2016, así como las palabras clave de “gobernanza”, “cambio climático”, “salud pública”, “gestión”, “autogestión” y “cogestión”. La revisión histórica, teórica, conceptual y empírica permitió la especificación de un modelo el cual, sin embargo, tiene como principal límite el nivel de instrucción e información en la construcción de las agendas de los actores.

Palabras clave

Gobernanza, cambio climático, salud pública, gestión, autogestión, cogestion

Governance of Climate Change: Specifying a model of attitudes towards climate change governments

Governance of climate change is an assumption according to which political and social actors have reached a level of co-responsibility, co-management and co-government that facilitates the conservation of nature through a consensual administration and from the availability of resources. Based on this definition, the objective of this paper is to specify a model for the study of government regimes and state forms that can be observed in scenarios of scarcity, lack of supply and conflict between authorities and users of water, electricity And gas. For this purpose, a documentary study was carried out with a non-probabilistic selection of sources indexed to leading repositories in Latin America, considering the publication period from 2010 to 2016, as well as the key words of "governance", "climate change" "Public health", "management", "self-management" and "co-management". The historical, theoretical, conceptual and empirical revision allowed the specification of a model which, however, has as main limit the level of instruction and information in the construction of the agendas of the actors.

Keywords

Governance, climate change, public health, management, self-management, cogestion

 

Gobernanza del Cambio Climático: Especificación de un modelo de actitudes hacia los gobiernos del cambio climático

Gerardo Arturo Limón Domínguez[1], Bertha Leticia Rivera Varela[2], José Marcos Bustos Aguayo[3], Margarita Juárez Nájera[4], Cruz García Lirios[5]

 

 

Introducción

El binomio sociedad y Estado ante los efectos del cambio climático ha sido abordado desde las políticas para el cambio de oferta continua, ajustada a los requerimientos del mercado en una oferta en función de la disponibilidad de los recursos naturales, principalmente los energéticos e hídricos, así como un consumo per cápita cada vez más austero. Se trata de una gestión estatal y autogestión social encaminadas por una corresponsabilidad, enmarcadas en una cogestión e instituidas por un cogobierno entre actores civiles y políticos (Carreón, 2016).

Sin embargo, la gobernanza o cogobierno supone un proceso de negociación, mediación, conciliación, arbitraje y enjuiciamiento no siempre compatible con los intereses de uno u otro sector políticos o social. La hipótesis más estudiada advierte que las asimetrías entre gobernantes y ciudadanos radica en el control de los medios de comunicación, en el cual se establecen ejes y temas de discusión incompatibles con los intereses de uno u otro actor político y/o social (García, 2010).

De este modo, el proceso de establecimiento de agenda pública inicia con: 1) la difusión intensiva de temas concernientes a los intereses de quienes controlan la difusión informativa de los medios de comunicación y manipulan a comunicadores, líderes de opinión, encuestas y sondeos; 2) el subsecuente encuadre de imágenes y discursos que inciden en la decisiones ciudadanas y políticas a través de dos lógicas de verosimilitud para audiencias legas y lógica de verosimilitud para audiencias instruidas; 3) la influencia de los mensajes en las decisiones y acciones de las audiencias al observar su reducción a consumidores de información (Sandoval, Carreón, García, Quintero, y Bustos, 2017).

A partir de estos elementos es posible advertir diferencias entre gobernantes y gobernados en los distintos sistemas políticos, las diferentes formas de Estado y los asimétricos regímenes de gobierno. Precisamente, los estudios relativos a la influencia de la propaganda del Estado con respecto a la opinión ciudadana han demostrado que la información es procesada a partir de la cognición y comportamiento humano. Se trata de información que antes de incidir en una acción concreta es asociada con valores, normas, percepciones, creencias, actitudes, motivos, habilidades, intenciones y acciones. En tal proceso, son las actitudes entendidas como asociaciones entre las disposiciones a favor o en contra de objetos, procesos, cosas, personas, escenarios, contextos o situaciones, los factores más documentados (García, 2012). 

El cambio climático, en su dimensión social y psicológica, está relacionado con la salud pública ambiental. Los desastres naturales y catástrofes ambientales tienen efectos directos e indirectos sobre la salud colectiva y personal, pero los medios de comunicación no sólo reducen o maximizan estos efectos, sino además determinan los estilos de vida. En las democracias modernas, la construcción de una agenda pública supone la influencia de los medios de comunicación sobre la opinión ciudadana y ésta en la evaluación de las políticas de comunicación de masas. En este sentido, las actitudes han sido estudiadas como indicadores de la persuasión o disuasión de audiencias. Por ello, el objetivo del presente trabajo es discutir los modelos de actitudes en referencia al procesamiento de información relativa a los temas de la agenda pública. Para tal propósito, se revisan las teorías de actitudes y se contrastan sus postulados con los hallazgos más recientes en cuanto a la formación, función y composición de las actitudes. Tal ejercicio permitirá debatir la influencia de los medios de comunicación sobre la opinión ciudadana a través de las actitudes hacia la información generada por dispositivos electrónicos y cibernéticos en el actual contexto tecnológico y democrático (Carreón, Bustos, García, Hernández y Mendoza, 2015).

La emergencia, formación, cambio y reforzamiento de actitudes implica un sistema de información determinante de las creencias, decisiones y acciones de los individuos. En tal sentido, el presente trabajo tiene como objetivo comparar las teorías actitudinales para esclarecer un sistema sociopsicológico determinante de las acciones sistemáticas. Tal ejercicio permitirá discernir los procesos espontáneos, deliberados, heurísticos y planificados considerando el grado de información, comunicación y tecnologización del sistema sociopsicológico. La discusión relativa al sistema sociopsicológico contribuirá a la explicación del impacto de las Tecnologías de Información y Comunicación en el comportamiento humano (Ozer y Yilmaz, 2011).

Los medios de comunicación parecen iniciar y terminar el proceso informativo de persuasión o disuasión de las audiencias y los grupos, principalmente las personas que interactúan cercanamente con el individuo, mediarán los temas, contenidos y mensajes que los medios han emitido. En tal sentido, la formación de actitudes hacia la información que generan los medios de comunicación, la interpretación de las personas cercanas y la opinión de los líderes podrían explicar la construcción de una agenda pública. Por ello, es menester explicar las funciones y los componentes de las actitudes (García, 2011).

Precisamente, el objetivo del presente trabajo será exponer las teorías, los modelos y los estudios de actitudes para explicar la construcción de la agenda pública a través de la opinión pública. Tal ejercicio abrirá la discusión en torno al impacto de los medios de comunicación sobre las decisiones personales ante el cambio climático y la salud pública ambiental. A medida que los mensajes se intensifican determinarán la diversificación social de sus contenidos y con ello la interrelación entre las personas misma que inhibirá o facilitará la adopción y procesamiento de información en situaciones de incertidumbre, riesgo e inseguridad. Es decir, ante la inconmensurabilidad e impredecibilidad de los riesgos, los individuos acceden a información circundante que incide en sus actitudes y propicia la toma de decisiones en referencia al grupo de interés más que de la situación en sí misma o el encuadre correspondiente de los medios.

La revisión de la literatura se llevó a cabo con las palabras claves de “cambio climático”, “salud pública”, “percepciones”, “creencias”, “actitudes”, “intenciones”, “comportamientos” y “comunicación de riesgos” en los buscadores DIALNET, REDALYC y LATINDEX considerando los autores que propusieron los marcos teóricos y conceptuales, así como los modelos y el periodo de publicación que va de 2010 a 2014 en revistas indexadas con registro ISSN y DOI. Posteriormente, la información de procesó en una matriz de análisis de contenido a fin de especificar el modelo.

Marco Teórico del Cambio Climático

En virtud de que los efectos del cambio climático han sido considerados un problema de salud pública, las relaciones políticas entre gobernantes y gobernados subyacen como determinantes de las acciones residenciales y locales que incidirán globalmente. Esto es así porque es bajo un régimen de gobierno o forma de Estado donde se ubican las propuestas de ecociudades y ecoaldeas (Carreón, 2016).

Se trata de un proyecto de conservación de los recursos naturales en el que las decisiones políticas están vinculadas a las acciones civiles, pero el problema estriba en que las agendas ciudadanas y las agendas políticas son diferentes en cuanto a objetivos, tareas y metas. En un sentido histórico, los regímenes de gobierno y las formas de Estado han establecido un sistema de poder que consiste en la vigilancia y el castigo de los gobernados (García, 2013).

En contraste, la sociedad se ha organizado de diferentes modos ante el tribalismo, totalitarismo, autoritarismo, democratización y gobernanza que, en tanto modelos han adoptado los sistemas políticos (véase Figura 1).

Figura 1. Teoría de los Sistemas Políticos, los Regímenes de Gobierno y las Formas de Estado

Fuente: Elaboración propia

Es posible advertir que, si el cambio climático es permanente a lo largo de la historia de la Tierra y por ende también de la historia de la humanidad, entonces los regímenes políticos y las formas de Estado se han estructurado conforme a la disponibilidad de los recursos naturales, principalmente el agua y los energéticos. De esta manera es como se considera el surgimiento de civilizaciones a partir de auge de los recursos hídricos y el declive de estas culturas a partir de la escasez de los recursos hídricos. O bien, se suponen edades del desarrollo de civilizaciones y culturas humanas conforme prevalecen las innovaciones vinculadas al uso de recursos naturales (García, 2014).

No obstante, la humanidad convivió con la naturaleza de diferentes modos desde el temor a los bosques hasta la transformación de los recursos en infraestructura y servicios públicos. Grosso modo, se estima que la humanidad pasó de ser un elemento inherente a la naturaleza hasta convertirse en una especie diferente a las demás a partir de su desarrollo individual, grupal, colectivo o civilizatorio (García, Carreón, Hernández, Bustos y Aguilar, 2016).

En tal proceso, los regímenes totalitarios y autoritarios forjaron la excepcionalidad de la humanidad con respecto a las leyes de la naturaleza y las demás especies animales y vegetales. Incluso, en su etapa industrial, la humanidad consideró externa a la naturaleza de su desarrollo económico (véase Figura 2).

Figura 2. Teoría del Autoritarismo del Cambio Climático

Fuente: Elaboración propia

De este modo autoritario, la humanidad legitimó su excepcionalidad con respecto a las demás especies en cuanto al consumo de los recursos naturales que, en los regímenes autoritarios y formas de Estado militares o civiles el poder concentrado en una sola figura autocrática supuso la representación de la naturaleza como un patrimonio de un reinado o dictadura (García, 2011).

El patrimonialismo alcanzado por los regímenes autoritarios y las formas de Estado militares o civiles supuso un unilateralismo vertical que partía del monarca o dictador hasta la sociedad civil. En este esquema, los recursos naturales sólo eran instrumentos de poder (García, 2012).

Empero, el surgimiento de redes comerciales y mercantiles forjó un nuevo sistema político que centraba su interés en la elección mayoritaria simple o relativa. La naciente democracia fue un traje a la medida para la prosperidad y concentración de la economía y riqueza en una minoría, principal característica de la economía capitalista (García, 2010).

Las formas Estado y regímenes democráticos se caracterizaron por la inclusión de la sociedad civil en la transformación y distribución de los recursos siempre que éstas pagaran el costo establecido por las clases políticas y administrativas (véase Figura 2).

Figura 3. Teoría de la Democracia ante el Cambio Climático

Fuente: Elaboración propia 

La sociedad paso de ser súbdita a auspiciadora de la transformación de la naturaleza. Es decir, si un campesino estaba condenado en el sistema autoritario a producir de acuerdo a sus necesidades y las de su monarca o dictador, ahora en el sistema democrático el naciente ciudadano debía costear la extracción, transformación, distribución y reciclaje de los recursos energéticos e hídricos (García, 2014).

Sin importar quien lo represente, el ciudadano paga un incremento paulatino del costo unitario de los recursos en servicios energéticos e hídricos. Incluso, la competencia por el poder característica de las democracias genera políticas de tandeo. Se trata de un sistema de abastecimiento en función del apoyo político de grupos civiles para con gestores locales (Sandoval, Carreón, García, Quintero y Bustos, 2017)

No obstante que la sociedad civil es incluida en las decisiones de gestión y administración de los recursos y servicios hídricos o energéticos, su capacidad de voto es nula, aún y cuando sus iniciativas pueden ser consideradas (García, 2010).

Además, las democracias cada vez más se transforman en mercadocracias o mediacracias en donde se establecen agendas que incidirán en la opinión civil y con ello se legitimará la política de tandeo e incremento de tarifas (García, 2011).

Figura 4. Teoría de la Gobernanza del Cambio Climático

Fuente: Elaboración propia

En la medida en que la naturaleza se deteriora e incide en la salud pública, los recursos energéticos e hídricos son vistos como patrimonio de grupos políticos y sociales que especulan con su disponibilidad. Por consiguiente, la gestión estatal y la autogestión social se orientan hacia la cogestión, pero sin corresponsabilidad ya que esto supondría una equidad entre los actores políticos y sociales en cuanto al uso de los medios, el establecimiento de agendas y la implementación de políticas conservadoras de los energéticos y el agua (García, 2014).

Se trata de un nuevo sistema en el que la legitimidad, la verosimilitud y la persuasión cobran un nuevo sentido entre los actores políticos y sociales con respecto a la gestión y la administración de los recursos energéticos e hídricos (García, 2013).

La gobernanza es por tanto un sistema de corresponsabilidad, cogestión y cogobierno que alcanza diferentes niveles y grados de exclusión e inclusión de los actores políticos y sociales en torno al consumo y auspicio de los recursos naturales (véase Figura 4).

El cambio climático, en su dimensión psicológica y social, incide sobre la salud pública ambiental y la comunicación de riesgos.

Cunsolo, Harper, Ford, Edge, Ladman, Houle, Blake y Wolfrey (2013) plantean tres dimensiones del cambio climático que afectarían a las dimensiones correspondientes a los medios de comunicación y la salud pública.

En la dimensión relativa a los desastres naturales y catástrofes ambientales, el encuadre de los medios de comunicación elevaría la depresión, ansiedad y estrés colectivos que derivarían en alergias, disrupciones y desordenes nutricionales ya que los ciclones, tornados y huracanes afectarían directamente a la agricultura y la alimentación global.

En la dimensión alusiva a los efectos de los desastres ambientales y catástrofes naturales, los incendios e inundaciones afectarían las percepciones en torno al impacto global y local. A medida que los riesgos y amenazas son percibidos como inconmensurables e impredecibles incrementarían los casos de violencia e ideación suicida que derivarían en una disrupción social de la paz pública.

Por último, en la dimensión de los efectos en los sistemas agrícolas, la degradación de la biodiversidad afectaría el establecimiento de temas catastrofistas que provocarían desesperanza colectiva; tristeza, miedo, enojo, indignación o zozobra. A su vez este cuadro de indefensión afectaría directamente a la salud e higiene personal.

En síntesis, el cambio climático tendría efectos nocivos en las percepciones de riesgo, creencias y actitudes hacia los desastres naturales y catástrofes ambientales que reducirían a su mínima expresión a la salud pública ambiental.  

En el marco de las teorías actitudinales, el cambio actitudinal alude a emociones y afectos consecuentes a los actos individuales y de los cuales las personas se sienten responsables. También se trata de la influencia social que ejercen los grupos de pertenencia o referencia sobre los individuos. O bien, la recepción de mensajes persuasivos orientados al razonamiento central, o mensajes persuasivos dirigidos a la emotividad periférica. En general, el sistema actitudinal es sensible a la inestabilidad del objeto y a las variaciones cognitivas que inciden en la consistencia, estabilidad, predicción, competencia o moralidad del individuo.

La revisión y el estado del conocimiento de los sistemas actitudinales puede llevarse a cabo considerando los planteamientos de la Teoría de la Disonancia Cognitiva (DCT) de León Festinger, la Teoría de la Acción Razonada (TRA) de Icek Ajzen y Martín Fishbein, la Teoría del Comportamiento Planificado (TPB) de Icek Ajzen, la Teoría de la Probabilidad de Elaboración (ELT) de Richard Petty y John Cacioppo y la Teoría del Procesamiento Espontáneo (SAT) de Russell Fazio.

Las teorías actitudinales sostienen que en los individuos, grupos y sociedades se forman deliberadamente y se activan espontáneamente, las disposiciones que determinarán sus intenciones y comportamientos. Incluso, son estas disposiciones las que indican cambios de consumo.

La Teoría de la Disonancia Cognitiva (DCT por sus siglas en inglés) explica los dilemas de decisión, elección y acción alusivos a información no necesariamente convergente con nuestras opiniones. La DCT es heredera de tres paradigmas; cambio libre, proceso inducido y justificación forzada. La DCT ha enfocado su desarrollo en el cambio y reducción de la actitud a partir del cambio libre. La DCT plantea discrepancias entre los esquemas cognitivos y la información generada por dicha discrepancia. Un mensaje que es consonante con las expectativas generará respuestas consistentes. 

Si la información científica es acorde a las actitudes del receptor, entonces se generará una respuesta deliberada y convergente con la información que versa sobre la disponibilidad hídrica.

La Teoría de la Acción Razonada (TRA por sus siglas en inglés) plantea que las actitudes son el resultado de creencias en torno a información proveniente de diversas fuentes tales como los medios de comunicación o las personas con las que el individuo se relaciona. En alusión a la construcción de una agenda pública, los medios de comunicación difunden temas que los individuos procesan a través de sus actitudes. A medida que los mensajes respecto a un tema penetran en los medios de comunicación, las personas evalúan la información y la asocian con experiencias (Albacerrín, Wallace y Hart, 2012). De este modo, las actitudes, de acuerdo con la TRA, se forman siguiendo un proceso selectivo de información en el que las creencias delimitan los temas y transforman la información en riesgos o beneficios que los individuos asociarán con comportamientos. En este sentido, la agenda se construye siguiendo el supuesto en torno al cual las notas, editoriales, columnas, reportajes, noticiarios, programas o spots activan evaluaciones que los transformarán en objetos de certidumbre o riesgo. En esta etapa, las actitudes diseminarán la información y la categorizarán en un continuo de disposiciones que van desde totalmente en desacuerdo hasta totalmente de acuerdo. Se trata de una evaluación general que sirve para tomar una decisión respecto a dicha información circundante.

La TRA a diferencia de la DCT plantea que los dilemas pueden ser reducidos si el comportamiento es considerado como un producto de las creencias, evaluaciones, percepciones o normas. El comportamiento deliberado es propiciado por creencias en torno a la disponibilidad de recursos.

Ambas teorías, TRA y DCT consideran que las actitudes son esenciales para la explicación del comportamiento deliberado, ambas consideran que toda acción razonada implica un programa de acción–ejecución en el que cada persona se ajusta a los designios de la razón colectiva en torno a la optimización de los recursos.

La TRA sostiene que las actitudes son mediadoras del efecto de las creencias sobre las intenciones y los comportamientos. Un incremento en las creencias aumenta las disposiciones hacia decisiones y acciones específicas y deliberadas. Se trata de un proceso que va de lo general en cuanto a creencias hacia lo particular en cuanto a intenciones y acciones. No obstante, el poder predictivo de las creencias generales está acotado por la especificidad y unidimensionalidad de las actitudes. Dado que las actitudes transmiten el efecto de las creencias, delimitan sus indicadores en disposiciones probables de llevarse a cabo.

La TRA también explica el proceso de difusión ya que la norma subjetiva, otro componente del modelo deliberado, está relacionada con la actitud y la intención. Siguiendo el mismo ejemplo, los temas difundidos por los medios de comunicación son nuevamente procesados por el grupo y a través de las normas se infiltran en las decisiones. La TRA también considera que las actitudes y las normas, al estar vinculadas con las intenciones, contribuyen al procesamiento deliberado de la información, aunque las creencias son el filtro principal, las actitudes delimitan la situación y con base en ello las decisiones de llevar a cabo un comportamiento (Ajzen, Joyce, Sheikh y Cote, 2011). 

Sin embargo, el tránsito de la información general hacia las disposiciones favorables o desfavorables ameritó una serie de críticas que ocasionaron el replanteamiento del modelo deliberado en uno planificado.

La Teoría del Comportamiento Planificado (TPB por sus siglas en inglés), propone que la información es seleccionada por el individuo hasta un punto tal que sólo aquella relativa a respuestas contingentes determinaría las asociaciones entre evaluaciones y disposiciones en referencia a la toma de decisiones (Albacerrín y Wyer, 2011). En este sentido, la construcción de la agenda pública sería el resultado de información delimitada y planificada. En el caso de las democracias participativas y deliberativas, la TPB explicaría la hipótesis de decisión electiva ya que la información más que la discusión de la misma, propicia una intención y conducta de voto.

La TPB considera a las creencias específicas y delimitadas en un espacio y tiempo como las determinantes indirectas del comportamiento planificado. Las creencias referidas a las normas, percepciones y actitudes están relacionadas directa e indirectamente con el comportamiento. Tal relación está mediada por las actitudes hacia la planificación de dicho comportamiento.

La especificidad entre las creencias, percepciones, actitudes, decisiones y comportamientos no sólo estriba en el contenido psicológico sino además en el contexto deliberado y planificado. Es decir, supone un escenario en el que coexisten los eventos azarosos con los eventos controlados por la planificación personal e insistiría en un escenario específico que incidiría sobre la evaluación racional.

La TPB advierte que el efecto de las creencias sobre el comportamiento esta mediado por actitudes y percepciones de control. Ante una situación o evento contingente, la percepción de control incrementa su poder predictivo de las intenciones y los comportamientos si y sólo si interactúa con disposiciones específicas (Hughes y Barnes, 2011). En la medida en que la percepción de control disminuye, su relación con las actitudes hace predecible un efecto espurio en las decisiones. Necesariamente, el proceso deliberado y planificado de la toma de decisiones e implementación de estrategias requiere de una percepción de control consiste con las disposiciones hacia el objeto.

Sin embargo, la información circundante al ser emocional más que argumentativa, genera una opinión pública asimétrica con las plataformas que consideran a la educación como el sistema de redistribución de la riqueza. Es por ello que la TPB fue complementada por la Teoría del Procesamiento Espontáneo (SAT por sus siglas en inglés).

La SAT se basa en el supuesto según el cual las actitudes más que formarse o delimitarse, son activadas por estímulos en la memoria del individuo. Es decir, la decisión de cada persona está conectada directamente con el pasado, sin intermedios cognitivos (Sommer, 2011), la SAT supone que la generalidad de la información facilita el recuerdo de experiencias y la asociación consistente de éstas con los comportamientos.

La diversificación de la información activa recuerdos significativos, aunque ello implique su accesibilidad. Es decir, el procesamiento automático es más factible en aquellas personas que han acumulado información (Albarracín, Wallace y Hart, 2012). En contraste, quienes no pueden decodificar la información circundante ven limitado su acceso a la misma y sus actitudes al no ser activadas inhibirán un comportamiento sistemático.

Otro aspecto crítico de la SAT es que tanto experiencias como información son significativas porque tienen un componente afectivo más que cognitivo. Las personas tienden a recordar acontecimientos molares más que moleculares, aquellas experiencias que fueron significativas están almacenas en la memoria y se activan cada vez que un estímulo las vincula con acciones espontáneas (Fazio, 2011). En cierto modo, la SAT explica la afectivización de la información y la enaltece sobre la racionalidad, aunque no explica lo que sucede con los mensajes que incitan a la discusión. En este sentido, una democracia deliberativa no tendría cabida en el modelo de procesamiento espontáneo, los mensajes relativos a los beneficios y los costos de decisiones políticas serían almacenados y empleados como heurísticos. La deliberación pública sería reducida a imágenes o esquemas desde los cuales las acciones serían determinadas.

A diferencia de la DCT, TRA, TPB y TAT la SAT sostiene que la causa principal de un accionar poco definido y más bien improvisado en la significación de la experiencia previa con el objeto actitudinal. La predicción del comportamiento, no habría que buscarlo en la recepción de información, sino en su simbolización, significado y sentido.

La SAT plantea a las actitudes como consecuencia de la activación de experiencias con el objeto actitudinal. Las actitudes son asociaciones entre evaluaciones de objetos. Una evaluación negativa incrementa la disposición y con ello la espontaneidad del comportamiento.

La SAT explica el proceso periférico propuesto por la Teoría de la Probabilidad de la Elaboración (ELT por sus siglas en inglés). Si la información incluye más esquemas e imágenes que razonamientos, entonces se trata de un procesamiento periférico que guiará un comportamiento, incluso de un modo sistemático, pero al no cuestionar la información la posibilidad de cambio será mínima (Ajzen, Joyce, Sheikh y Cote, 2011). En contraste, la deliberación de la información, resultado de la necesidad de procesar dicho contenido, obligará la discusión de los temas, mensajes u opiniones. Tal dinámica permitirá nuevos planteamientos como resultado de la dialéctica entre sistemas persuasivos y evaluación de los mismos.

La ELT asume que las actitudes sólo son intermediarias entre la información emitida por los medios y las acciones de cambio. En este modelo, los procesamientos deliberado, planificado y espontáneo son complementarios y dependen del mensaje más que de los grupos o las tecnologías.

Sin embargo, en el contexto actual, las Tecnologías de Información y Comunicación han diversificado, fragmentado, especializado, sintetizado y almacenado todo tipo de información de tal modo que fue indispensable construir un nuevo modelo para explicar la incidencia ya no de la información en sí, sino de la tecnología que la emite o procesa para que los individuos aspiren a manejarla.

El procesamiento cognitivo de la información es explicado por la ELT en la que las imágenes son relacionadas con emociones y los datos con razonamientos. La ELT explica los procesos de actitud hacia objetos que por su naturaleza discrepante propician una elaboración que puede ser emocional o racional, pero que cada individuo asume como un símbolo que ubicaría en la periferia de su cognición y al cabo de un proceso deliberativo sistemático adoptará como un argumento central de sus decisiones y acciones (Ajzen, Joyce, Sheikh y Cote, 2011). La ELT analiza objetos actitudinales controversiales en los que la posición del receptor será orientada a partir de su aceptación o rechazo elaborado de información proveniente de una fuente que por su grado de especialización y confiabilidad propiciará la necesidad de cognición. La ELT sostiene que las imágenes serán sujetas de escrutinio cuando su fuente de emisión es desconocida y poco confiable.

Puesto las emociones sólo activan un proceso periférico en el que la representación está anclada a un núcleo de significación. Al ser un proceso periférico de imágenes, las emociones cambian constantemente. Su intermitencia es causada por símbolos y significados dispersos los cuales varían en función de las situaciones.

La ELT sostiene que el comportamiento humano es el resultado de una activación emocional guardada en la memoria y vinculada con el futuro accionar de las personas.

A partir de un estímulo informativo, los individuos adoptan símbolos que al resguardarlos activarán comportamientos futuros en situaciones poco estructuradas, pero con objetivos debidamente significativos (Hughes y Barnes, 2011). Es así como la actitud improvisada tendría dimensiones indicadas por asociaciones entre consumos y evaluaciones. Puesto que la ELT propone la convergencia evaluación–acción es pertinente incluir reactivos en los que se incluyen creencias y evaluaciones hacia el objeto actitudinal. El enfoque actitudinal de su improvisación se sustenta en las creencias puesto que las determinan.

La ELT al proponer el estudio de los procesos periféricos y centrales, abrió un campo que la Teoría de la Aceptación de la Tecnología (TAT por sus siglas en inglés) vincula a la tecnología y al consumidor a través del procesamiento de información percibida como útil y accesible. Las actitudes, desde el planteamiento de la TAT, son intermediarias entre las expectativas de utilidad y las decisiones de usar una tecnología o dispositivo electrónico. 

En referencia a la construcción de la agenda pública, las actitudes hacia la aceptación de la tecnología, principalmente su accesibilidad y utilidad, son relevantes en una democracia ciber-participativa ya que la opinión pública en redes sociales es el medio en el que la evaluación de las políticas públicas determina el juicio social. La TAT al suponer que las actitudes son filtros de información relativa a la utilidad de una tecnología, asume que la democracia depende del procesamiento tecnológico y cibernético de la información. Ante tal panorama, las actitudes y las decisiones son sólo filtros (Fazio, 2011). La información circula en Internet y está disponible sin importar la actitud o la decisión de los usuarios, aparece intempestivamente del mismo modo que la agenda pública, ahora cibernética, ya no depende de los medios de comunicación masiva, sino de los dispositivos tecnológicos cibernéticos. A medida que dicha tecnología es percibida como accesible y útil, ya no genera expectación, sino aceptación, adopción y adicción. Tal proceso reduce aún más la esfera política o civil deliberativa sustituyéndolas por una esfera de opiniones y expresiones periféricas.

Las actitudes hacia la tecnología, su utilidad y facilidad de uso se ha destacado como un componente esencial en el modelo que explica la incidencia de factores organizacionales externos en el uso de la tecnología.

Se trata de una teoría en torno a la cual se explica el proceso de adopción de tecnología de dos tipos de usuarios según su grado de asociación entre las evaluaciones que hacen de sus dispositivos tecnológicos, su impacto en el desempeño personal y su complejidad de uso. En primera instancia, los usuarios utilitaristas identificados por sus opiniones respecto a la tecnología como un fin en sí mismo ya que la consideran el eslabón clave de la evolución humana. En contraste, el usuario autodidacta que considera a la tecnología como un medio para alcanzar algún objetivo determinado.

Las críticas a las teorías estriban en el proceso técnico de adopción de la tecnología. Si la TAT sostiene que el adiestramiento y la capacitación son elementos claves en a adopción de la tecnología, entonces el aprendizaje autodidacta parece reducirse al empleo de estrategias de búsqueda avanzada de información que propiciarían ventajas competitivas en los usuarios en referencia a quienes han sido excluidos de las Tecnologías de Información y Comunicación y están inmersos en la brecha digital entre las generaciones.

No obstante, las críticas, la TAT parece estar más próxima a los procesos centrales y racionales más que al procesamiento de información periférica y emocional. La inclusión de variables que expliquen los afectos hacia la tecnología explicarían las barreras que inhiben la adopción de Internet como un instrumento de expresividad y pensamiento crítico.

La TAT supone que las actitudes, son consideradas como mediadoras de las percepciones sobre el comportamiento. Es decir, las expectativas que se generan en torno a información circundante son procesadas como categorías para diseminarse en la toma de decisiones y acciones consecuentes. La TAT plantea que la adopción de la tecnología es el resultado de un proceso deliberado, planificado y sistemático. En este sentido, las actitudes activan información relativa al uso de ordenadores las cuales varían en función de sus capacidades, o bien, inciden sobre las decisiones de consumo que han sido generadas desde beneficios esperados o la accesibilidad al uso de las tecnologías.

En el caso de los modelos actitudinales se han erigido desde cuatro modelos preponderantes.

El modelo hipodérmico ha planteado el impacto de los mensajes y contenidos sobre la percepción de las audiencias a las cuales considera como manipulables, controlables y predecibles. Las audiencias, desde este modelo, son una extensión de los individuos ya que si éstos son pasivos e indefensos ante el embate de los mensajes, las audiencias son proclives a los discursos persuasivos como disuasivos de líderes de opinión pública, empero el modelo hipodérmico no contemplaba la incidencia de los grupos con los que el individuo interactúa o quiere interactuar.

El modelo de influencia social subsanó la carencia del hipodérmico al señalar que la mera presencia de una persona extraña o cercana al individuo repercutía en sus percepciones, creencias, actitudes, decisiones y comportamientos. El énfasis en el otro abrió el debate en torno a la mediación de la influencia de los medios sobre la dinámica de los grupos y de estos en el estilo de vida del individuo. Tal proceso se formuló en términos dicotómicos al postular que los mensajes en contra de la norma grupal tendrían un mayor rechazo que aquellos contenidos ajustados a los usos y costumbres de los líderes de opinión grupal. No obstante, los liderazgos son influidos por las bases. Ello llamó la atención de los estudios en la selección de la información ya que la exposición exhaustiva a mensajes está en función de las creencias y percepciones derivadas de las normas de grupo. Más aún, el modelo de influencia social supone la transferencia directa y horizontal de la información en la que los líderes de opinión pública serían mediadores de los mensajes dirigidos a las audiencias. Al invertirse dicho esquema, se formuló el modelo del doble flujo para explicar los inconvenientes de utilizar a líderes como mediadores de la información. A partir de este modelo la hipótesis en torno a la cual los medios de comunicación influyen en las audiencias la influencia social fue replanteada ya que las mismas parecen seguir procesos verticales de información más que horizontales y emocionales más que deliberados.

El modelo de exposición selectiva de la información demostró el supuesto según el cual las audiencias toman sus decisiones en situaciones de riesgo. O bien, cuando las decisiones requieren de ser fundamentadas, los mensajes justifican las decisiones tomadas en situaciones de incertidumbre. Desde el punto de vista del modelo selectivo, los medios de comunicación y las audiencias son elementos centrales de los procesos comunicativos, pero tal relación no necesariamente es causal, aunque ciertos mensajes logren penetrar las preferencias y sobre todo las decisiones de las audiencias. La selección de la información, según el modelo expositivo-selectivo, indica un proceso interpersonal en el que la información se difunde gradualmente para regular las decisiones y comportamientos de los individuos a través de las normas de grupo (Shroff, Deneen y NG, 2011).

Por último, el modelo de difusión de innovaciones sostiene que al ser difundida la información por diversos canales, la información se encuentra disponible para su reinterpretación y redistribución entre los individuos más que en los grupos. A pesar de las normas, los individuos están más expuestos a la influencia de la información ya que se encuentran inmersos en un sistema vertical de difusión en el cual cualquier persona transmutará los contenidos si ésta supera las barreras comunicativas entre sus semejantes. El modelo de difusión innovadora implica cuatro momentos; acceso, convicción, aceptación y reevaluación. En cada etapa, el individuo parece desprenderse de las normas grupales al procesar la información de un modo tal que le permita competir por la difusión de información que otros individuos con otros medios ya han puesto en marcha.

En síntesis, los modelos actitudinales consideran a las audiencias como receptores de información que puede ser diseminada siempre y cuando: 1) se establezcan asimetrías entre los actores, 2) se establezcan contrapesos informativos y 3) se generen emprendimientos informativos. Cada una de las fases supone la construcción deliberada, planificada y sistemática de información como disposiciones ante inseguridades, riesgos e incertidumbres.

Estado del conocimiento de la gobernanza del cambio climático

Los estudios psicológicos se han enfocado en su conceptualización, formación, activación, accesibilidad, estructura, función, predicción, cambio, inoculación, identidad y ambivalencia (véase Tabla 1).

Tabla 1. Estado del conocimiento

Año

Autor

Factor

2010

McCright

Ideología

2010

Sharples

Creencias

2010

Hidalgo y Pisano

Cognición

2010

Jiménez

Preocupación

2010

Pasco, Villafuerte y Neyra

Cognición

2010

Schoon, Cheng, Gale, Batty y Deary,

Cognición

2011

Spence, Portinga, Butler, Pidgeon

Estrategias

2011

McCright y Dunlap

Sociocultura

2011

Touginha y Pato

Cognición

2011

Corral, Mireles, Tapia y Fraijo

Comportamiento

2011

Solis

Sentimientos

2011

Gaxiola, Frías y Figuerero

Entronos

2012

Markowitz

Posmaterialismo

2012

Carr, Patterson, Yung y Spencer

Creencias

2012

Moyo, Mvupm,  Kunzekweguta,  Mazvipavf,  Crawford, y Dorward

Percepciones

2012

Sahin, Hamide y Teksoz

Actitudes

2012

Poortinga,  Spence, Demski y Pidgeon

Identidades

2012

Yahya, Hashemnia y Rouhi

Normas

2012

Fraijo, Corral, Tapia y García

Austeridad

2012

Corral, García, Tapia y Fraijo

Comportamientos

2013

Beck, Sinatra y Lombardi

Preocupación

2013

Wendling, Attari, Carley, Krause, Warren, Rupp y Graham

Ingreso

2013

Vinneta y maharaj

Auto-trascendencia

2013

Cunsolo, Harper,  Ford,  Edge,  Ladman,  Houle,  Blake,  y Wolfrey

Sentimientos

2013

Dasaklis y Pappis

Responsabilidad

2013

Corral, Tapia, Ortiz y Fraijo

Virtudes

2013

Tapia, Corral, Fraijo y Durón

Afinidad

2013

Frías y Corral

Violencia

Fuente: Elaboración propia

 

Las actitudes han sido definidas a partir de dimensiones afectivas y racionales. Ambas dimensiones son el resultado de experiencias y expectativas. Esto implica su estructura: unidimensional o multidimensional que se configura en factores exógenos y endógenos. Es decir, cuando las actitudes activan decisiones y comportamientos causan un proceso periférico, emotivo, espontáneo, heurístico y ambivalente. En contraste, cuando las actitudes transmiten los efectos de valores y creencias sobre las intenciones y acciones, son mediadoras endógenas de un proceso central, racional, deliberado, planificado y sistemático (García, 2013).

Los estudios psicológicos han demostrado diferencias significativas entre las actitudes hacia personas y actitudes hacia objetos. Las primeras se refieren a estereotipos o atributos y las segundas se refieren a evaluaciones o disposiciones. En ambas, la ambivalencia es un indicador de cambio cuando interaccionan creencias y evaluaciones formando disposiciones negativas y positivas hacia el objeto. Los conflictos se forman al interior de los componentes formados por creencias hacia el objeto. La resistencia a la persuasión, es una consecuencia de la ambivalencia actitudinal. Si el entorno amenaza la formación y la función de las actitudes éstas adaptaran al individuo ante las contingencias. De este modo, las actitudes poseen dos funciones esenciales: egoístas y utilitaristas (García, 2012).

Los estudios psicológicos relativos al impacto de los medios de comunicación sobre la construcción de agendas públicas, han establecido cinco modelos en torno a los cuales se explica la construcción de opinión pública en referencia a los temas locales como globales que las políticas públicas incluyen en sus procesos de gobernanza. En este sentido, la relación entre la esfera política y la esfera civil puede ser explicada a partir de la formación de actitudes como indicadoras de opinión pública sobre los temas que los medios de comunicación difunden en una localidad (García, 2014).

Los estudios psicológicos alusivos a la construcción de agenda pública han enfocado su análisis en la relación que establecen audiencias como medios. De este modo, las audiencias han sido categorizadas según su nivel socioeconómico, grado de expectación o proselitismo local.

Sin embargo, la información que las actitudes transfieren y categorizan para la toma de decisiones puede ser generada por beneficios económicos directos como los concursos o sorteos, aunque los principios que guían el comportamiento del individuo ante el grupo de pertenencia o referencia al interactuar con las actitudes también generan decisiones de uso de información que incidirán sobre acciones específicas de uso de información (Ozer y Yilmas, 2011).

McCright (2010) sostiene que las actitudes hacia la tecnología como instrumentos de solución o respuesta ante el cambio climático y sus efectos en la salud pública están determinadas por la ideología liberal. En este sentido, la información que responsabiliza a los gobernantes respecto al impacto del cambio climático en los sectores excluidos, marginados o vulnerables será aceptada por quienes confían en los avances científicos y tecnológicos (Sharples, 2010). De este modo, las actitudes hacia la ciencia y la tecnología ante el cambio climático influirán sobre las percepciones de riesgo y sobre el comportamiento proambiental (Sahin, Ertepinar y Teksoz, 2012).

Son cuatro las dimensiones del comportamiento; frugalidad, austeridad, equidad y proecologismo que (Tapia, Corral, Fraijo y Durón, 2013), orientan los estilos de vida sustentables; ambientalismo ecológico (Jiménez, 2010), posmaterialismo social (McCright y Dunlap, 2011), la moralidad ambiental (Markowitz, 2012), la felicidad colectiva (Frías y Corral, 2013) y las políticas públicas (Corral, Mireles, Tapia y Fraijo, 2011), las virtudes humanas (Corral, Tapia, Ortiz y Fraijo, 2013).

En síntesis, el estado del conocimiento ha avanzado hacia la inclusión de factores psicológicos positivos que explican el incremento exponencial de la aceptación de tecnología y su adopción a fin de procesar la información circundante en categorías que facilitan el uso deliberado, planificado y sistemático de dispositivos electrónicos.

A partir de la revisión de marcos teóricos y conceptuales, modelos y estudios de percepciones, creencias, actitudes, intenciones y comportamientos es posible establecer un modelo de comunicación de riesgos con la finalidad de anticipar y reducir los efectos del cambio climático sobre la salud pública ambiental. El modelo incluye tres dimensiones en torno a los efectos del cambio climático sobre los medios de comunicación y la salud pública ambiental (Cunsolo et al., 2013).

En la primera dimensión, el aumento de la temperatura, el incremento del nivel del mar y la modificación de la biodiversidad generaría la defensa de manglares y ecosistemas por parte de comunidades que se identifican con su entorno y arraigan sus estilos de vida en las fuentes de alimentación locales generando sentidos de responsabilidad social y estilos de vida relativos al cuidado del entorno y la preservación de los recursos.

En la segunda dimensión, la cobertura de los desastres naturales y las catástrofes ambientales propiciarían sentidos de comunidad y autogestión que animarían la participación local en torno al registro de especies, protección civil y cuidado de la flora y fauna.

Por último, en la tercera dimensión, la migración de especies que supone el cambio climático y la pérdida de la calidad de vida propiciarían una conciencia ecológica; sentido de culpa, emociones de vulnerabilidad, percepciones de oportunidad y desarrollo de capacidades que se traducirían en emprendimiento y autogestión para la promoción de la salud pública ambiental.

En suma, el modelo de comunicación de riesgos plantea que las percepciones, creencias, actitudes, intenciones y comportamientos ante el cambio climático y sus efectos sobre la salud pública ambiental pueden ser reorientados de la desesperanza al emprendimiento, de la indefensión a la autogestión y de la vulnerabilidad a la inclusión.

En el marco de las teorías actitudinales, la salud pública ambiental alude a emociones y afectos consecuentes a los actos individuales y de los cuales las personas se sienten responsables. También se trata de la influencia social que ejercen los grupos de pertenencia o referencia sobre los individuos. O bien, la recepción de mensajes persuasivos orientados al razonamiento central, o mensajes persuasivos dirigidos a la emotividad periférica. En general, el sistema actitudinal es sensible a la inestabilidad del objeto y a las variaciones cognitivas que inciden en la consistencia, estabilidad, predicción, competencia o moralidad del individuo.

La salud pública ambiental está relacionada con el principio disuasivo de la inoculación. Antes del ataque de mensajes persuasivos, se induce la percepción de amenazas, riesgo e incertidumbre. En general, la sobreexposición a mensajes persuasivos induce una alta elaboración y con ello la persuasión. La emisión masiva de mensajes persuasivos, la motivación y las habilidades de manejo consecuentes pueden derivar en indefensión. Es decir, ante la ola de información las personas reducen su percepción de control y tienden a creer que los eventos son inconmensurables, impredecibles e incontrolables. O bien, los individuos se forman una identidad que consiste en identificarse con un endogrupo en referencia a un exogrupo. En el proceso de indefensión, el individuo construye el cambio de actitud y su reforzamiento de desesperanza. En el proceso identitario, es el grupo el que influye en el cambio actitudinal de la persona. La indefensión es un proceso de autovalidación o profecía autocumplica. En contraste, la identidad es una validación convergente de normas grupales.

La salud pública ambiental está relacionada con su estructura multidimensional resultante de la presión mayoritaria. La diversidad de dimensiones implica una construcción consistente del cambio actitudinal. Es decir, las actitudes asumen una función de respuestas internalizadas ante situaciones constantes enmarcadas por los medios de comunicación masiva.

La influencia social del grupo de pertenencia o referencia alude a las normas mayoritarias y a los principios minoritarios orientados al cambio actitudinal. La influencia de las mayorías propicia la conformidad individual y los principios minoritarios, el conflicto y el cambio actitudinal. Recientemente, el estilo de la minoría ha resultado ser el factor de influencia social y cambio actitudinal más permanente. Es decir, la construcción de consensos mayoritarios parece tener un efecto efímero y la construcción de disensos parece ofrecer un cambio constante.

Las teorías actitudinales sostienen que en los individuos, grupos y sociedades se forman deliberadamente y se activan espontáneamente, las disposiciones que determinarán sus intenciones y comportamientos. Incluso, son estas disposiciones las que indican cambios de consumo.

Los modelos expuestos en referencia a la construcción de la agenda pública a través de la opinión ciudadana, han conceptuado a las actitudes como intermediarias del procesamiento deliberado o automático, central o periférico, diversificado o selectivo. En este sentido, la incidencia de las normas grupales ha sido reducida a su mínima expresión mientras que la discusión de los temas ha sido sustituida por heurísticos o emociones. La sustitución del procesamiento deliberado por el procesamiento espontáneo ha influido en la emisión de mensajes cuyo contenido ha sido más esquemático que discursivo. El predominio de imágenes sobre los razonamientos lógicos explica la aceptación de tecnologías y dispositivos electrónicos. En tal sentido, la construcción de la agenda pública está imbricada por la percepción de accesibilidad y utilidad. Las evaluaciones respecto a los beneficios de una tecnología, entre ellos la diversificación de la información, explica la sustitución de la plaza pública o ágora por las redes sociales digitales.

Si en la democracia deliberativa las actitudes que procesaban la información eran un conglomerado de afectos, intenciones y razones, ahora la democracia cibernética enfatiza la emergencia de expectativas de utilidad. La diferencia es sustancial: la primera implica una categorización expansiva en donde las actitudes explicitas como implícitas son parte de una red informativa. En contraste, la segunda supone un proceso automático interno no deliberado y por ende poco selectivo. Incluso, los procesamientos semi-automáticos supondrían arbitrariedades analógicas. Es decir, a partir de imágenes se evalúa la información sin un análisis de su contenido.  Las democracias del futuro, según los procesos actitudinales expuestos, están implicadas con acciones futuras en las que actitudes procesadas automática o semi-automáticamente están influidas por información que en el pasado se vinculó con comportamientos improvisados.

En las teorías de actitudes se estableció que 1) explican procesos deliberados, planificados y sistemáticos de adopción de tecnología a partir del procesamiento de información. En tales procesos las actitudes contribuyen significativamente al poder predictivo de las percepciones sobre los comportamientos; 2) explican la incidencia de factores perceptuales sobre comportamientos a través de actitudes. Es decir, la información circundante genera expectativas que influirán sobre acciones específicas a través de la categorización de dicha información y 3) explican la inclusión de factores emocionales que al interactuar con percepciones y actitudes determinan comportamientos imprevistos. Esto es así porque los individuos están inmersos en dinámicas grupales y climas organizacionales en los que las relaciones humanas inciden en las decisiones de uso de información.

Respecto a los modelos de actitudes reportados por el estado del conocimiento 1) explican intenciones de uso de tecnología a partir de percepciones de utilidad y facilidad de uso. Esto es así porque la información se procesa mediante una tecnología, pero al ser categoriza subyace la relevancia de las actitudes como variables mediadoras; 2) explican la inclusión de factores psicológicos positivos tales como la confianza que al anteceder a las actitudes generan un clima organizacional favorable a la innovación o la eficiencia del desempeño y 3) explican la convergencia de una aceptación de tecnología deliberada, planificada y sistemática con un círculo virtuoso de factores orientados a la satisfacción o la felicidad organizacional.

Sin embargo, las teorías, modelos y estudios de actitudes hacia el cambio climático y sus efectos sobre la salud pública ambiental 1) explican sólo las relaciones de dependencia entre variables “racionales” o “emocionales” ante información disponible y procesable en alguna tecnología que invariablemente involucra al individuo en una dinámica grupal de productividad, eficiencia o felicidad; 2) explican la incidencia de individuos en los grupos, pero no la influencia de los grupos en los procesos internos; racionales o emocionales. Ello significa que las teorías y modelos avanzan hacia la explicación del proceso inverso en el que la dinámica grupal propicia comportamientos individuales productivos, eficientes o felices. Quizá es por ello que los estudios más recientes han incluido un factor psicológico positivo que abre la discusión en torno a la aceptación de tecnología y 3) explican un circulo virtuoso de productividad, eficiencia y felicidad, aunque no se discuten procesos alternos en los que la información no sea necesariamente procesada mediante una tecnología. 

Especificación del modelo para el estudio de las actitudes hacia los gobiernos del cambio climático

A partir de los marcos históricos, teóricos, conceptuales y empíricos revisados la especificación de un modelo para el estudio de las actitudes hacia los gobiernos que administran los efectos del cambio climático incluyen seis dimensiones relativas al tribalismo, totalitarismo, autoritarismo, transicionismo, democratismo y gobernanza (véase Figura 5).

Figura 5. Especificación del modelo para el estudio de las actitudes

Fuente: Elaboración propia

La hipótesis del tribalismo advierte que existe un paralelismo entre el periodo histórico iusnaturalista donde prevalece la ley del más fuerte con respecto a la actualidad. Se trata de conflictos entre usuarios de los servicios hídricos y energéticos con respecto a autoridades corruptas. El tribalismo es un escenario en donde coexiste la “ley del más fuerte” con la política de “háganle como quieran”. Es posible observar este sistema en los barrios periféricos y las comunidades aledañas a las urbes.

En cuanto a la hipótesis del totalitarismo que, a diferencia del tribalismo, implica a un líder omnipresente y unilateral que determina la gestión y administración de los recursos naturales. A menudo representado en las figuras de caciques locales, el totalitarismo se distingue por su coerción, desaparición de adversarios y disidentes como en las localidades del suroeste de México.

Respecto al autoritarismo, un sistema de totalitarismo flexible, supone el establecimiento de acuerdos a partir del beneficio inmediato y compartido entre autoridades y usuarios de los servicios hídricos y energéticos. Es el caso de municipios conurbados en donde prevalece la política del tandeo en función del apoyo en una contienda política y jornada electoral.

En el caso de la transición hacia la democracia, este supuesto asegura que los usuarios de los servicios públicos han alcanzo un nivel de instrucción e ingreso tal que inician negociaciones y acuerdos con sus autoridades para el abastecimiento hídrico mediante pipas o plantas de energía en el caso de la electricidad. Se trata de colonias y corredores industriales y comerciales que están organizados en torno al abastecimiento hídrico y energético que garantice si desarrollo.

Respecto a la hipótesis de la democratización de los recursos y los servicios públicos, este supuesto advierte que el grado de instrucción de ciertas colonias ha permitido un sistema de seguridad privada en el que el agua, la electricidad y el gas están sumamente observados en cuanto a su distribución, tarifa y pago. En este escenario, los servicios públicos son administrados por empresas intermediarias y la autoridad está al margen de su administración. La corrupción ha sido reducida a mínima expresión y la participación civil está confinada al financiamiento del sistema de abastecimiento.

Por último, el supuesto según el cual los actores políticos y civiles son corresponsables de la cogestión y administración del agua, la electricidad y el gas también advierte que la corresponsabilidad ha alcanzado un grado tal que está sumamente ponderada y difundida a través de los medios de comunicación y las Tecnologías de Información y Comunicación. Se trata de un sistema en el que prevalece la trasparencia y la legitimidad, la confianza y el compromiso, así como la plena innovación y satisfacción.     

 

Consideraciones finales

El aporte del presente trabajo al estado del conocimiento radica en la especificación de un modelo para el estudio de las actitudes hacia sistemas políticos, regímenes políticos y formas de Estado ante los efectos del cambio climático observado en el deterioro de la salud pública, el incremento de las tarifas de los servicios hídricos y energéticos, así como entre los conflictos entre los actores.

Sin embargo, la gestión estatal y la autogestión social pueden orientarse hacia la cogestión socioestatal, incluso pueden observarse en escenarios de escasez y desabastecimiento, pero la transición de un sistema tribal hacia una gobernanza supone un alto nivel de instrucción y procesamiento de información que se reflejaría en las actitudes de ciudadanos y políticos.

A medida que los efectos del cambio climático se intensifican, la diversidad de sistemas de gestión, autogestión y cogestión se exacerba. Es decir que, ante la escasez y desabastecimiento, ciudadanos y políticos se excluyen de las áreas de oportunidad y las capacidades de respuesta.

En este ajedrez, la formación de ciudadanos con valores, normas, creencias y percepciones orientadas a la conservación de la naturaleza producirá las actitudes necesarias para la gobernanza de los recursos naturales y servicios públicos.

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[1] Doctor en Psicología, Profesor de Tiempo Completo, UPN, Chihuahua: galimond@upn.mx

[2] Doctora en Geografía, Profesora de Asignatura, UAEMEX, Chimalhuacán: blriverav@uaemex.mx

[3] Doctor en Psicología, Profesor de Carrera Titular “C”, UNAM, Zaragoza: marcos.bustos@unam.mx

[4] Doctora en Psicología, Profesora Investigadora, UAM, Azcapotzalco: mjn@xanum.azc.uam.mx

[5] Estudios de Doctorado en Psicología, Profesor de Asignatura, UAEMEX, Huehuetoca: cgarcial213@profesor.uaemex.mx