Resumen
La gobernanza del cambio
climático es un supuesto según el cual actores políticos y sociales han
alcanzado un nivel de corresponsabilidad, cogestión y cogobierno que facilita
la conservación de la naturaleza a través de una administración consensuada y a
partir de la disponibilidad de los recursos. Con base en esta definición, el
objetivo del presente trabajo es especificar un modelo para el estudio de los
regímenes de gobierno y las formas de Estado susceptibles de ser observados en
escenarios de escasez, desabastecimiento y conflicto entre autoridades y
usuarios del servicio de agua, electricidad y gas. Para tal propósito se llevó
a cabo un estudio documental con una selección no probabilística de fuentes
indexadas a repositorios líderes de América Latina, considerando el periodo de
publicación de 2010 a 2016, así como las palabras clave de “gobernanza”,
“cambio climático”, “salud pública”, “gestión”, “autogestión” y “cogestión”. La
revisión histórica, teórica, conceptual y empírica permitió la especificación
de un modelo el cual, sin embargo, tiene como principal límite el nivel de
instrucción e información en la construcción de las agendas de los actores.
Palabras clave
Gobernanza, cambio
climático, salud pública, gestión, autogestión, cogestion
Governance
of Climate Change: Specifying a model of attitudes towards climate change
governments
Governance
of climate change is an assumption according to which political and social
actors have reached a level of co-responsibility, co-management and co-government
that facilitates the conservation of nature through a consensual administration
and from the availability of resources. Based on this definition, the objective
of this paper is to specify a model for the study of government regimes and
state forms that can be observed in scenarios of scarcity, lack of supply and
conflict between authorities and users of water, electricity And gas. For this
purpose, a documentary study was carried out with a non-probabilistic selection
of sources indexed to leading repositories in Latin America, considering the
publication period from 2010 to 2016, as well as the key words of
"governance", "climate change" "Public health",
"management", "self-management" and "co-management".
The historical, theoretical, conceptual and empirical revision allowed the
specification of a model which, however, has as main limit the level of
instruction and information in the construction of the agendas of the actors.
Keywords
Governance,
climate change, public health, management, self-management, cogestion
Gobernanza
del Cambio Climático: Especificación de un modelo de actitudes hacia los
gobiernos del cambio climático
Gerardo
Arturo Limón Domínguez,
Bertha Leticia Rivera Varela,
José Marcos Bustos Aguayo,
Margarita Juárez Nájera,
Cruz García Lirios
Introducción
El binomio sociedad y
Estado ante los efectos del cambio climático ha sido abordado desde las
políticas para el cambio de oferta continua, ajustada a los requerimientos del
mercado en una oferta en función de la disponibilidad de los recursos
naturales, principalmente los energéticos e hídricos, así como un consumo per
cápita cada vez más austero. Se trata de una gestión estatal y autogestión
social encaminadas por una corresponsabilidad, enmarcadas en una cogestión e
instituidas por un cogobierno entre actores civiles y políticos (Carreón, 2016).
Sin embargo, la gobernanza
o cogobierno supone un proceso de negociación, mediación, conciliación,
arbitraje y enjuiciamiento no siempre compatible con los intereses de uno u
otro sector políticos o social. La hipótesis más estudiada advierte que las
asimetrías entre gobernantes y ciudadanos radica en el control de los medios de
comunicación, en el cual se establecen ejes y temas de discusión incompatibles
con los intereses de uno u otro actor político y/o social (García, 2010).
De este modo, el proceso
de establecimiento de agenda pública inicia con: 1) la difusión intensiva de
temas concernientes a los intereses de quienes controlan la difusión
informativa de los medios de comunicación y manipulan a comunicadores, líderes
de opinión, encuestas y sondeos; 2) el subsecuente encuadre de imágenes y
discursos que inciden en la decisiones ciudadanas y políticas a través de dos
lógicas de verosimilitud para audiencias legas y lógica de verosimilitud para
audiencias instruidas; 3) la influencia de los mensajes en las decisiones y
acciones de las audiencias al observar su reducción a consumidores de
información (Sandoval, Carreón, García, Quintero, y Bustos, 2017).
A partir de estos elementos
es posible advertir diferencias entre gobernantes y gobernados en los distintos
sistemas políticos, las diferentes formas de Estado y los asimétricos regímenes
de gobierno. Precisamente, los estudios relativos a la influencia de la
propaganda del Estado con respecto a la opinión ciudadana han demostrado que la
información es procesada a partir de la cognición y comportamiento humano. Se
trata de información que antes de incidir en una acción concreta es asociada
con valores, normas, percepciones, creencias, actitudes, motivos, habilidades,
intenciones y acciones. En tal proceso, son las actitudes entendidas como
asociaciones entre las disposiciones a favor o en contra de objetos, procesos,
cosas, personas, escenarios, contextos o situaciones, los factores más
documentados (García, 2012).
El cambio climático, en su
dimensión social y psicológica, está relacionado con la salud pública
ambiental. Los desastres naturales y catástrofes ambientales tienen efectos
directos e indirectos sobre la salud colectiva y personal, pero los medios de
comunicación no sólo reducen o maximizan estos efectos, sino además determinan
los estilos de vida. En las democracias modernas, la construcción de una agenda
pública supone la influencia de los medios de comunicación sobre la opinión
ciudadana y ésta en la evaluación de las políticas de comunicación de masas. En
este sentido, las actitudes han sido estudiadas como indicadores de la
persuasión o disuasión de audiencias. Por ello, el objetivo del presente
trabajo es discutir los modelos de actitudes en referencia al procesamiento de
información relativa a los temas de la agenda pública. Para tal propósito, se
revisan las teorías de actitudes y se contrastan sus postulados con los
hallazgos más recientes en cuanto a la formación, función y composición de las
actitudes. Tal ejercicio permitirá debatir la influencia de los medios de
comunicación sobre la opinión ciudadana a través de las actitudes hacia la
información generada por dispositivos electrónicos y cibernéticos en el actual
contexto tecnológico y democrático (Carreón, Bustos, García, Hernández y
Mendoza, 2015).
La emergencia, formación,
cambio y reforzamiento de actitudes implica un sistema de información
determinante de las creencias, decisiones y acciones de los individuos. En tal
sentido, el presente trabajo tiene como objetivo comparar las teorías
actitudinales para esclarecer un sistema sociopsicológico determinante de las
acciones sistemáticas. Tal ejercicio permitirá discernir los procesos
espontáneos, deliberados, heurísticos y planificados considerando el grado de
información, comunicación y tecnologización del sistema sociopsicológico. La
discusión relativa al sistema sociopsicológico contribuirá a la explicación del
impacto de las Tecnologías de Información y Comunicación en el comportamiento
humano (Ozer y Yilmaz, 2011).
Los medios de comunicación
parecen iniciar y terminar el proceso informativo de persuasión o disuasión de
las audiencias y los grupos, principalmente las personas que interactúan
cercanamente con el individuo, mediarán los temas, contenidos y mensajes que
los medios han emitido. En tal sentido, la formación de actitudes hacia la
información que generan los medios de comunicación, la interpretación de las
personas cercanas y la opinión de los líderes podrían explicar la construcción
de una agenda pública. Por ello, es menester explicar las funciones y los
componentes de las actitudes (García, 2011).
Precisamente, el objetivo
del presente trabajo será exponer las teorías, los modelos y los estudios de
actitudes para explicar la construcción de la agenda pública a través de la
opinión pública. Tal ejercicio abrirá la discusión en torno al impacto de los
medios de comunicación sobre las decisiones personales ante el cambio climático
y la salud pública ambiental. A medida que los mensajes se intensifican
determinarán la diversificación social de sus contenidos y con ello la
interrelación entre las personas misma que inhibirá o facilitará la adopción y
procesamiento de información en situaciones de incertidumbre, riesgo e
inseguridad. Es decir, ante la inconmensurabilidad e impredecibilidad de los
riesgos, los individuos acceden a información circundante que incide en sus
actitudes y propicia la toma de decisiones en referencia al grupo de interés
más que de la situación en sí misma o el encuadre correspondiente de los
medios.
La revisión de la
literatura se llevó a cabo con las palabras claves de “cambio climático”,
“salud pública”, “percepciones”, “creencias”, “actitudes”, “intenciones”,
“comportamientos” y “comunicación de riesgos” en los buscadores DIALNET,
REDALYC y LATINDEX considerando los autores que propusieron los marcos teóricos
y conceptuales, así como los modelos y el periodo de publicación que va de 2010
a 2014 en revistas indexadas con registro ISSN y DOI. Posteriormente, la
información de procesó en una matriz de análisis de contenido a fin de
especificar el modelo.
Marco Teórico del Cambio
Climático
En virtud de que los
efectos del cambio climático han sido considerados un problema de salud
pública, las relaciones políticas entre gobernantes y gobernados subyacen como
determinantes de las acciones residenciales y locales que incidirán
globalmente. Esto es así porque es bajo un régimen de gobierno o forma de
Estado donde se ubican las propuestas de ecociudades y ecoaldeas (Carreón,
2016).
Se trata de un proyecto de
conservación de los recursos naturales en el que las decisiones políticas están
vinculadas a las acciones civiles, pero el problema estriba en que las agendas
ciudadanas y las agendas políticas son diferentes en cuanto a objetivos, tareas
y metas. En un sentido histórico, los regímenes de gobierno y las formas de
Estado han establecido un sistema de poder que consiste en la vigilancia y el
castigo de los gobernados (García, 2013).
En contraste, la sociedad
se ha organizado de diferentes modos ante el tribalismo, totalitarismo,
autoritarismo, democratización y gobernanza que, en tanto modelos han adoptado
los sistemas políticos (véase Figura 1).
Figura 1. Teoría de los
Sistemas Políticos, los Regímenes de Gobierno y las Formas de Estado
Fuente: Elaboración propia
Es posible advertir que,
si el cambio climático es permanente a lo largo de la historia de la Tierra y
por ende también de la historia de la humanidad, entonces los regímenes
políticos y las formas de Estado se han estructurado conforme a la
disponibilidad de los recursos naturales, principalmente el agua y los
energéticos. De esta manera es como se considera el surgimiento de
civilizaciones a partir de auge de los recursos hídricos y el declive de estas
culturas a partir de la escasez de los recursos hídricos. O bien, se suponen
edades del desarrollo de civilizaciones y culturas humanas conforme prevalecen
las innovaciones vinculadas al uso de recursos naturales (García, 2014).
No obstante, la humanidad
convivió con la naturaleza de diferentes modos desde el temor a los bosques
hasta la transformación de los recursos en infraestructura y servicios
públicos. Grosso modo, se estima que la humanidad pasó de ser un elemento inherente
a la naturaleza hasta convertirse en una especie diferente a las demás a partir
de su desarrollo individual, grupal, colectivo o civilizatorio (García,
Carreón, Hernández, Bustos y Aguilar, 2016).
En tal proceso, los
regímenes totalitarios y autoritarios forjaron la excepcionalidad de la
humanidad con respecto a las leyes de la naturaleza y las demás especies
animales y vegetales. Incluso, en su etapa industrial, la humanidad consideró
externa a la naturaleza de su desarrollo económico (véase Figura 2).
Figura 2. Teoría del
Autoritarismo del Cambio Climático
Fuente: Elaboración propia
De este modo autoritario,
la humanidad legitimó su excepcionalidad con respecto a las demás especies en
cuanto al consumo de los recursos naturales que, en los regímenes autoritarios
y formas de Estado militares o civiles el poder concentrado en una sola figura
autocrática supuso la representación de la naturaleza como un patrimonio de un
reinado o dictadura (García, 2011).
El patrimonialismo
alcanzado por los regímenes autoritarios y las formas de Estado militares o
civiles supuso un unilateralismo vertical que partía del monarca o dictador
hasta la sociedad civil. En este esquema, los recursos naturales sólo eran
instrumentos de poder (García, 2012).
Empero, el surgimiento de
redes comerciales y mercantiles forjó un nuevo sistema político que centraba su
interés en la elección mayoritaria simple o relativa. La naciente democracia
fue un traje a la medida para la prosperidad y concentración de la economía y
riqueza en una minoría, principal característica de la economía capitalista
(García, 2010).
Las formas Estado y regímenes
democráticos se caracterizaron por la inclusión de la sociedad civil en la
transformación y distribución de los recursos siempre que éstas pagaran el
costo establecido por las clases políticas y administrativas (véase Figura 2).
Figura 3. Teoría de la
Democracia ante el Cambio Climático
Fuente: Elaboración
propia
La sociedad paso de ser
súbdita a auspiciadora de la transformación de la naturaleza. Es decir, si un
campesino estaba condenado en el sistema autoritario a producir de acuerdo a
sus necesidades y las de su monarca o dictador, ahora en el sistema democrático
el naciente ciudadano debía costear la extracción, transformación, distribución
y reciclaje de los recursos energéticos e hídricos (García, 2014).
Sin importar quien lo
represente, el ciudadano paga un incremento paulatino del costo unitario de los
recursos en servicios energéticos e hídricos. Incluso, la competencia por el poder
característica de las democracias genera políticas de tandeo. Se trata de un
sistema de abastecimiento en función del apoyo político de grupos civiles para
con gestores locales (Sandoval, Carreón, García, Quintero y Bustos, 2017)
No obstante que la sociedad
civil es incluida en las decisiones de gestión y administración de los recursos
y servicios hídricos o energéticos, su capacidad de voto es nula, aún y cuando
sus iniciativas pueden ser consideradas (García, 2010).
Además, las democracias
cada vez más se transforman en mercadocracias o mediacracias en donde se
establecen agendas que incidirán en la opinión civil y con ello se legitimará
la política de tandeo e incremento de tarifas (García, 2011).
Figura 4. Teoría de la
Gobernanza del Cambio Climático
Fuente: Elaboración propia
En la medida en que la
naturaleza se deteriora e incide en la salud pública, los recursos energéticos
e hídricos son vistos como patrimonio de grupos políticos y sociales que
especulan con su disponibilidad. Por consiguiente, la gestión estatal y la
autogestión social se orientan hacia la cogestión, pero sin corresponsabilidad
ya que esto supondría una equidad entre los actores políticos y sociales en
cuanto al uso de los medios, el establecimiento de agendas y la implementación
de políticas conservadoras de los energéticos y el agua (García, 2014).
Se trata de un nuevo
sistema en el que la legitimidad, la verosimilitud y la persuasión cobran un
nuevo sentido entre los actores políticos y sociales con respecto a la gestión
y la administración de los recursos energéticos e hídricos (García, 2013).
La gobernanza es por tanto
un sistema de corresponsabilidad, cogestión y cogobierno que alcanza diferentes
niveles y grados de exclusión e inclusión de los actores políticos y sociales
en torno al consumo y auspicio de los recursos naturales (véase Figura 4).
El cambio climático, en su
dimensión psicológica y social, incide sobre la salud pública ambiental y la
comunicación de riesgos.
Cunsolo, Harper, Ford,
Edge, Ladman, Houle, Blake y Wolfrey (2013) plantean tres dimensiones del
cambio climático que afectarían a las dimensiones correspondientes a los medios
de comunicación y la salud pública.
En la dimensión relativa a
los desastres naturales y catástrofes ambientales, el encuadre de los medios de
comunicación elevaría la depresión, ansiedad y estrés colectivos que derivarían
en alergias, disrupciones y desordenes nutricionales ya que los ciclones,
tornados y huracanes afectarían directamente a la agricultura y la alimentación
global.
En la dimensión alusiva a
los efectos de los desastres ambientales y catástrofes naturales, los incendios
e inundaciones afectarían las percepciones en torno al impacto global y local.
A medida que los riesgos y amenazas son percibidos como inconmensurables e
impredecibles incrementarían los casos de violencia e ideación suicida que
derivarían en una disrupción social de la paz pública.
Por último, en la
dimensión de los efectos en los sistemas agrícolas, la degradación de la
biodiversidad afectaría el establecimiento de temas catastrofistas que
provocarían desesperanza colectiva; tristeza, miedo, enojo, indignación o
zozobra. A su vez este cuadro de indefensión afectaría directamente a la salud
e higiene personal.
En síntesis, el cambio
climático tendría efectos nocivos en las percepciones de riesgo, creencias y
actitudes hacia los desastres naturales y catástrofes ambientales que
reducirían a su mínima expresión a la salud pública ambiental.
En el marco de las teorías
actitudinales, el cambio actitudinal alude a emociones y afectos consecuentes a
los actos individuales y de los cuales las personas se sienten responsables.
También se trata de la influencia social que ejercen los grupos de pertenencia
o referencia sobre los individuos. O bien, la recepción de mensajes persuasivos
orientados al razonamiento central, o mensajes persuasivos dirigidos a la
emotividad periférica. En general, el sistema actitudinal es sensible a la
inestabilidad del objeto y a las variaciones cognitivas que inciden en la consistencia,
estabilidad, predicción, competencia o moralidad del individuo.
La revisión y el estado
del conocimiento de los sistemas actitudinales puede llevarse a cabo
considerando los planteamientos de la Teoría de la Disonancia Cognitiva (DCT)
de León Festinger, la Teoría de la Acción Razonada (TRA) de Icek Ajzen y Martín
Fishbein, la Teoría del Comportamiento Planificado (TPB) de Icek Ajzen, la
Teoría de la Probabilidad de Elaboración (ELT) de Richard Petty y John Cacioppo
y la Teoría del Procesamiento Espontáneo (SAT) de Russell Fazio.
Las teorías actitudinales
sostienen que en los individuos, grupos y sociedades se forman deliberadamente
y se activan espontáneamente, las disposiciones que determinarán sus
intenciones y comportamientos. Incluso, son estas disposiciones las que indican
cambios de consumo.
La Teoría de la Disonancia
Cognitiva (DCT por sus siglas en inglés) explica los dilemas de decisión,
elección y acción alusivos a información no necesariamente convergente con
nuestras opiniones. La DCT es heredera de tres paradigmas; cambio libre,
proceso inducido y justificación forzada. La DCT ha enfocado su desarrollo en
el cambio y reducción de la actitud a partir del cambio libre. La DCT plantea
discrepancias entre los esquemas cognitivos y la información generada por dicha
discrepancia. Un mensaje que es consonante con las expectativas generará
respuestas consistentes.
Si la información
científica es acorde a las actitudes del receptor, entonces se generará una
respuesta deliberada y convergente con la información que versa sobre la
disponibilidad hídrica.
La Teoría de la Acción
Razonada (TRA por sus siglas en inglés) plantea que las actitudes son el
resultado de creencias en torno a información proveniente de diversas fuentes
tales como los medios de comunicación o las personas con las que el individuo
se relaciona. En alusión a la construcción de una agenda pública, los medios de
comunicación difunden temas que los individuos procesan a través de sus
actitudes. A medida que los mensajes respecto a un tema penetran en los medios
de comunicación, las personas evalúan la información y la asocian con
experiencias (Albacerrín, Wallace y Hart, 2012). De este modo, las actitudes,
de acuerdo con la TRA, se forman siguiendo un proceso selectivo de información
en el que las creencias delimitan los temas y transforman la información en
riesgos o beneficios que los individuos asociarán con comportamientos. En este
sentido, la agenda se construye siguiendo el supuesto en torno al cual las
notas, editoriales, columnas, reportajes, noticiarios, programas o spots
activan evaluaciones que los transformarán en objetos de certidumbre o riesgo.
En esta etapa, las actitudes diseminarán la información y la categorizarán en
un continuo de disposiciones que van desde totalmente en desacuerdo hasta
totalmente de acuerdo. Se trata de una evaluación general que sirve para tomar
una decisión respecto a dicha información circundante.
La TRA a diferencia de la
DCT plantea que los dilemas pueden ser reducidos si el comportamiento es
considerado como un producto de las creencias, evaluaciones, percepciones o
normas. El comportamiento deliberado es propiciado por creencias en torno a la
disponibilidad de recursos.
Ambas teorías, TRA y DCT
consideran que las actitudes son esenciales para la explicación del
comportamiento deliberado, ambas consideran que toda acción razonada implica un
programa de acción–ejecución en el que cada persona se ajusta a los designios
de la razón colectiva en torno a la optimización de los recursos.
La TRA sostiene que las
actitudes son mediadoras del efecto de las creencias sobre las intenciones y
los comportamientos. Un incremento en las creencias aumenta las disposiciones
hacia decisiones y acciones específicas y deliberadas. Se trata de un proceso que
va de lo general en cuanto a creencias hacia lo particular en cuanto a
intenciones y acciones. No obstante, el poder predictivo de las creencias
generales está acotado por la especificidad y unidimensionalidad de las
actitudes. Dado que las actitudes transmiten el efecto de las creencias,
delimitan sus indicadores en disposiciones probables de llevarse a cabo.
La TRA también explica el
proceso de difusión ya que la norma subjetiva, otro componente del modelo
deliberado, está relacionada con la actitud y la intención. Siguiendo el mismo
ejemplo, los temas difundidos por los medios de comunicación son nuevamente
procesados por el grupo y a través de las normas se infiltran en las
decisiones. La TRA también considera que las actitudes y las normas, al estar
vinculadas con las intenciones, contribuyen al procesamiento deliberado de la
información, aunque las creencias son el filtro principal, las actitudes
delimitan la situación y con base en ello las decisiones de llevar a cabo un
comportamiento (Ajzen, Joyce, Sheikh y Cote, 2011).
Sin embargo, el tránsito
de la información general hacia las disposiciones favorables o desfavorables
ameritó una serie de críticas que ocasionaron el replanteamiento del modelo
deliberado en uno planificado.
La Teoría del Comportamiento
Planificado (TPB por sus siglas en inglés), propone que la información es
seleccionada por el individuo hasta un punto tal que sólo aquella relativa a
respuestas contingentes determinaría las asociaciones entre evaluaciones y
disposiciones en referencia a la toma de decisiones (Albacerrín y Wyer, 2011).
En este sentido, la construcción de la agenda pública sería el resultado de
información delimitada y planificada. En el caso de las democracias
participativas y deliberativas, la TPB explicaría la hipótesis de decisión
electiva ya que la información más que la discusión de la misma, propicia una
intención y conducta de voto.
La TPB considera a las
creencias específicas y delimitadas en un espacio y tiempo como las
determinantes indirectas del comportamiento planificado. Las creencias
referidas a las normas, percepciones y actitudes están relacionadas directa e
indirectamente con el comportamiento. Tal relación está mediada por las
actitudes hacia la planificación de dicho comportamiento.
La especificidad entre las
creencias, percepciones, actitudes, decisiones y comportamientos no sólo
estriba en el contenido psicológico sino además en el contexto deliberado y
planificado. Es decir, supone un escenario en el que coexisten los eventos
azarosos con los eventos controlados por la planificación personal e insistiría
en un escenario específico que incidiría sobre la evaluación racional.
La TPB advierte que el
efecto de las creencias sobre el comportamiento esta mediado por actitudes y
percepciones de control. Ante una situación o evento contingente, la percepción
de control incrementa su poder predictivo de las intenciones y los
comportamientos si y sólo si interactúa con disposiciones específicas (Hughes y
Barnes, 2011). En la medida en que la percepción de control disminuye, su
relación con las actitudes hace predecible un efecto espurio en las decisiones.
Necesariamente, el proceso deliberado y planificado de la toma de decisiones e
implementación de estrategias requiere de una percepción de control consiste
con las disposiciones hacia el objeto.
Sin embargo, la
información circundante al ser emocional más que argumentativa, genera una
opinión pública asimétrica con las plataformas que consideran a la educación
como el sistema de redistribución de la riqueza. Es por ello que la TPB fue
complementada por la Teoría del Procesamiento Espontáneo (SAT por sus siglas en
inglés).
La SAT se basa en el
supuesto según el cual las actitudes más que formarse o delimitarse, son
activadas por estímulos en la memoria del individuo. Es decir, la decisión de
cada persona está conectada directamente con el pasado, sin intermedios
cognitivos (Sommer, 2011), la SAT supone que la generalidad de la información
facilita el recuerdo de experiencias y la asociación consistente de éstas con
los comportamientos.
La diversificación de la
información activa recuerdos significativos, aunque ello implique su
accesibilidad. Es decir, el procesamiento automático es más factible en
aquellas personas que han acumulado información (Albarracín, Wallace y Hart,
2012). En contraste, quienes no pueden decodificar la información circundante
ven limitado su acceso a la misma y sus actitudes al no ser activadas inhibirán
un comportamiento sistemático.
Otro aspecto crítico de la
SAT es que tanto experiencias como información son significativas porque tienen
un componente afectivo más que cognitivo. Las personas tienden a recordar
acontecimientos molares más que moleculares, aquellas experiencias que fueron
significativas están almacenas en la memoria y se activan cada vez que un
estímulo las vincula con acciones espontáneas (Fazio, 2011). En cierto modo, la
SAT explica la afectivización de la información y la enaltece sobre la
racionalidad, aunque no explica lo que sucede con los mensajes que incitan a la
discusión. En este sentido, una democracia deliberativa no tendría cabida en el
modelo de procesamiento espontáneo, los mensajes relativos a los beneficios y
los costos de decisiones políticas serían almacenados y empleados como
heurísticos. La deliberación pública sería reducida a imágenes o esquemas desde
los cuales las acciones serían determinadas.
A diferencia de la DCT,
TRA, TPB y TAT la SAT sostiene que la causa principal de un accionar poco
definido y más bien improvisado en la significación de la experiencia previa
con el objeto actitudinal. La predicción del comportamiento, no habría que
buscarlo en la recepción de información, sino en su simbolización, significado
y sentido.
La SAT plantea a las
actitudes como consecuencia de la activación de experiencias con el objeto
actitudinal. Las actitudes son asociaciones entre evaluaciones de objetos. Una
evaluación negativa incrementa la disposición y con ello la espontaneidad del
comportamiento.
La SAT explica el proceso
periférico propuesto por la Teoría de la Probabilidad de la Elaboración (ELT
por sus siglas en inglés). Si la información incluye más esquemas e imágenes
que razonamientos, entonces se trata de un procesamiento periférico que guiará
un comportamiento, incluso de un modo sistemático, pero al no cuestionar la
información la posibilidad de cambio será mínima (Ajzen, Joyce, Sheikh y Cote,
2011). En contraste, la deliberación de la información, resultado de la
necesidad de procesar dicho contenido, obligará la discusión de los temas, mensajes
u opiniones. Tal dinámica permitirá nuevos planteamientos como resultado de la
dialéctica entre sistemas persuasivos y evaluación de los mismos.
La ELT asume que las
actitudes sólo son intermediarias entre la información emitida por los medios y
las acciones de cambio. En este modelo, los procesamientos deliberado,
planificado y espontáneo son complementarios y dependen del mensaje más que de
los grupos o las tecnologías.
Sin embargo, en el
contexto actual, las Tecnologías de Información y Comunicación han
diversificado, fragmentado, especializado, sintetizado y almacenado todo tipo
de información de tal modo que fue indispensable construir un nuevo modelo para
explicar la incidencia ya no de la información en sí, sino de la tecnología que
la emite o procesa para que los individuos aspiren a manejarla.
El procesamiento cognitivo
de la información es explicado por la ELT en la que las imágenes son
relacionadas con emociones y los datos con razonamientos. La ELT explica los
procesos de actitud hacia objetos que por su naturaleza discrepante propician
una elaboración que puede ser emocional o racional, pero que cada individuo
asume como un símbolo que ubicaría en la periferia de su cognición y al cabo de
un proceso deliberativo sistemático adoptará como un argumento central de sus
decisiones y acciones (Ajzen, Joyce, Sheikh y Cote, 2011). La ELT analiza
objetos actitudinales controversiales en los que la posición del receptor será
orientada a partir de su aceptación o rechazo elaborado de información proveniente
de una fuente que por su grado de especialización y confiabilidad propiciará la
necesidad de cognición. La ELT sostiene que las imágenes serán sujetas de
escrutinio cuando su fuente de emisión es desconocida y poco confiable.
Puesto las emociones sólo
activan un proceso periférico en el que la representación está anclada a un
núcleo de significación. Al ser un proceso periférico de imágenes, las
emociones cambian constantemente. Su intermitencia es causada por símbolos y
significados dispersos los cuales varían en función de las situaciones.
La ELT sostiene que el
comportamiento humano es el resultado de una activación emocional guardada en
la memoria y vinculada con el futuro accionar de las personas.
A partir de un estímulo
informativo, los individuos adoptan símbolos que al resguardarlos activarán
comportamientos futuros en situaciones poco estructuradas, pero con objetivos
debidamente significativos (Hughes y Barnes, 2011). Es así como la actitud
improvisada tendría dimensiones indicadas por asociaciones entre consumos y
evaluaciones. Puesto que la ELT propone la convergencia evaluación–acción es
pertinente incluir reactivos en los que se incluyen creencias y evaluaciones
hacia el objeto actitudinal. El enfoque actitudinal de su improvisación se
sustenta en las creencias puesto que las determinan.
La ELT al proponer el
estudio de los procesos periféricos y centrales, abrió un campo que la Teoría
de la Aceptación de la Tecnología (TAT por sus siglas en inglés) vincula a la
tecnología y al consumidor a través del procesamiento de información percibida
como útil y accesible. Las actitudes, desde el planteamiento de la TAT, son
intermediarias entre las expectativas de utilidad y las decisiones de usar una
tecnología o dispositivo electrónico.
En referencia a la
construcción de la agenda pública, las actitudes hacia la aceptación de la
tecnología, principalmente su accesibilidad y utilidad, son relevantes en una
democracia ciber-participativa ya que la opinión pública en redes sociales es
el medio en el que la evaluación de las políticas públicas determina el juicio
social. La TAT al suponer que las actitudes son filtros de información relativa
a la utilidad de una tecnología, asume que la democracia depende del
procesamiento tecnológico y cibernético de la información. Ante tal panorama,
las actitudes y las decisiones son sólo filtros (Fazio, 2011). La información
circula en Internet y está disponible sin importar la actitud o la decisión de
los usuarios, aparece intempestivamente del mismo modo que la agenda pública,
ahora cibernética, ya no depende de los medios de comunicación masiva, sino de
los dispositivos tecnológicos cibernéticos. A medida que dicha tecnología es
percibida como accesible y útil, ya no genera expectación, sino aceptación,
adopción y adicción. Tal proceso reduce aún más la esfera política o civil
deliberativa sustituyéndolas por una esfera de opiniones y expresiones
periféricas.
Las actitudes hacia la
tecnología, su utilidad y facilidad de uso se ha destacado como un componente
esencial en el modelo que explica la incidencia de factores organizacionales
externos en el uso de la tecnología.
Se trata de una teoría en
torno a la cual se explica el proceso de adopción de tecnología de dos tipos de
usuarios según su grado de asociación entre las evaluaciones que hacen de sus
dispositivos tecnológicos, su impacto en el desempeño personal y su complejidad
de uso. En primera instancia, los usuarios utilitaristas identificados por sus
opiniones respecto a la tecnología como un fin en sí mismo ya que la consideran
el eslabón clave de la evolución humana. En contraste, el usuario autodidacta
que considera a la tecnología como un medio para alcanzar algún objetivo
determinado.
Las críticas a las teorías
estriban en el proceso técnico de adopción de la tecnología. Si la TAT sostiene
que el adiestramiento y la capacitación son elementos claves en a adopción de
la tecnología, entonces el aprendizaje autodidacta parece reducirse al empleo
de estrategias de búsqueda avanzada de información que propiciarían ventajas
competitivas en los usuarios en referencia a quienes han sido excluidos de las
Tecnologías de Información y Comunicación y están inmersos en la brecha digital
entre las generaciones.
No obstante, las críticas,
la TAT parece estar más próxima a los procesos centrales y racionales más que
al procesamiento de información periférica y emocional. La inclusión de
variables que expliquen los afectos hacia la tecnología explicarían las
barreras que inhiben la adopción de Internet como un instrumento de
expresividad y pensamiento crítico.
La TAT supone que las
actitudes, son consideradas como mediadoras de las percepciones sobre el
comportamiento. Es decir, las expectativas que se generan en torno a
información circundante son procesadas como categorías para diseminarse en la
toma de decisiones y acciones consecuentes. La TAT plantea que la adopción de
la tecnología es el resultado de un proceso deliberado, planificado y
sistemático. En este sentido, las actitudes activan información relativa al uso
de ordenadores las cuales varían en función de sus capacidades, o bien, inciden
sobre las decisiones de consumo que han sido generadas desde beneficios
esperados o la accesibilidad al uso de las tecnologías.
En el caso de los modelos
actitudinales se han erigido desde cuatro modelos preponderantes.
El modelo hipodérmico ha
planteado el impacto de los mensajes y contenidos sobre la percepción de las
audiencias a las cuales considera como manipulables, controlables y
predecibles. Las audiencias, desde este modelo, son una extensión de los
individuos ya que si éstos son pasivos e indefensos ante el embate de los
mensajes, las audiencias son proclives a los discursos persuasivos como
disuasivos de líderes de opinión pública, empero el modelo hipodérmico no contemplaba
la incidencia de los grupos con los que el individuo interactúa o quiere
interactuar.
El modelo de influencia
social subsanó la carencia del hipodérmico al señalar que la mera presencia de
una persona extraña o cercana al individuo repercutía en sus percepciones,
creencias, actitudes, decisiones y comportamientos. El énfasis en el otro abrió
el debate en torno a la mediación de la influencia de los medios sobre la
dinámica de los grupos y de estos en el estilo de vida del individuo. Tal
proceso se formuló en términos dicotómicos al postular que los mensajes en
contra de la norma grupal tendrían un mayor rechazo que aquellos contenidos
ajustados a los usos y costumbres de los líderes de opinión grupal. No
obstante, los liderazgos son influidos por las bases. Ello llamó la atención de
los estudios en la selección de la información ya que la exposición exhaustiva
a mensajes está en función de las creencias y percepciones derivadas de las
normas de grupo. Más aún, el modelo de influencia social supone la
transferencia directa y horizontal de la información en la que los líderes de
opinión pública serían mediadores de los mensajes dirigidos a las audiencias.
Al invertirse dicho esquema, se formuló el modelo del doble flujo para explicar
los inconvenientes de utilizar a líderes como mediadores de la información. A
partir de este modelo la hipótesis en torno a la cual los medios de
comunicación influyen en las audiencias la influencia social fue replanteada ya
que las mismas parecen seguir procesos verticales de información más que
horizontales y emocionales más que deliberados.
El modelo de exposición
selectiva de la información demostró el supuesto según el cual las audiencias
toman sus decisiones en situaciones de riesgo. O bien, cuando las decisiones
requieren de ser fundamentadas, los mensajes justifican las decisiones tomadas
en situaciones de incertidumbre. Desde el punto de vista del modelo selectivo,
los medios de comunicación y las audiencias son elementos centrales de los
procesos comunicativos, pero tal relación no necesariamente es causal, aunque
ciertos mensajes logren penetrar las preferencias y sobre todo las decisiones
de las audiencias. La selección de la información, según el modelo
expositivo-selectivo, indica un proceso interpersonal en el que la información
se difunde gradualmente para regular las decisiones y comportamientos de los
individuos a través de las normas de grupo (Shroff, Deneen y NG, 2011).
Por último, el modelo de
difusión de innovaciones sostiene que al ser difundida la información por
diversos canales, la información se encuentra disponible para su
reinterpretación y redistribución entre los individuos más que en los grupos. A
pesar de las normas, los individuos están más expuestos a la influencia de la
información ya que se encuentran inmersos en un sistema vertical de difusión en
el cual cualquier persona transmutará los contenidos si ésta supera las
barreras comunicativas entre sus semejantes. El modelo de difusión innovadora
implica cuatro momentos; acceso, convicción, aceptación y reevaluación. En cada
etapa, el individuo parece desprenderse de las normas grupales al procesar la
información de un modo tal que le permita competir por la difusión de
información que otros individuos con otros medios ya han puesto en marcha.
En síntesis, los modelos
actitudinales consideran a las audiencias como receptores de información que
puede ser diseminada siempre y cuando: 1) se establezcan asimetrías entre los
actores, 2) se establezcan contrapesos informativos y 3) se generen emprendimientos
informativos. Cada una de las fases supone la construcción deliberada,
planificada y sistemática de información como disposiciones ante inseguridades,
riesgos e incertidumbres.
Estado del conocimiento de
la gobernanza del cambio climático
Los estudios psicológicos
se han enfocado en su conceptualización, formación, activación, accesibilidad,
estructura, función, predicción, cambio, inoculación, identidad y ambivalencia
(véase Tabla 1).
Tabla
1. Estado
del conocimiento
Año
|
Autor
|
Factor
|
2010
|
McCright
|
Ideología
|
2010
|
Sharples
|
Creencias
|
2010
|
Hidalgo y Pisano
|
Cognición
|
2010
|
Jiménez
|
Preocupación
|
2010
|
Pasco, Villafuerte y Neyra
|
Cognición
|
2010
|
Schoon,
Cheng, Gale, Batty y Deary,
|
Cognición
|
2011
|
Spence, Portinga, Butler, Pidgeon
|
Estrategias
|
2011
|
McCright y Dunlap
|
Sociocultura
|
2011
|
Touginha y Pato
|
Cognición
|
2011
|
Corral, Mireles,
Tapia y Fraijo
|
Comportamiento
|
2011
|
Solis
|
Sentimientos
|
2011
|
Gaxiola, Frías y
Figuerero
|
Entronos
|
2012
|
Markowitz
|
Posmaterialismo
|
2012
|
Carr, Patterson, Yung y Spencer
|
Creencias
|
2012
|
Moyo, Mvupm, Kunzekweguta, Mazvipavf,
Crawford, y Dorward
|
Percepciones
|
2012
|
Sahin,
Hamide y Teksoz
|
Actitudes
|
2012
|
Poortinga,
Spence, Demski y Pidgeon
|
Identidades
|
2012
|
Yahya, Hashemnia
y Rouhi
|
Normas
|
2012
|
Fraijo, Corral,
Tapia y García
|
Austeridad
|
2012
|
Corral, García,
Tapia y Fraijo
|
Comportamientos
|
2013
|
Beck, Sinatra y Lombardi
|
Preocupación
|
2013
|
Wendling, Attari, Carley, Krause, Warren,
Rupp y Graham
|
Ingreso
|
2013
|
Vinneta
y maharaj
|
Auto-trascendencia
|
2013
|
Cunsolo,
Harper, Ford, Edge, Ladman, Houle, Blake, y Wolfrey
|
Sentimientos
|
2013
|
Dasaklis y Pappis
|
Responsabilidad
|
2013
|
Corral, Tapia,
Ortiz y Fraijo
|
Virtudes
|
2013
|
Tapia, Corral,
Fraijo y Durón
|
Afinidad
|
2013
|
Frías y Corral
|
Violencia
|
Fuente: Elaboración propia
Las actitudes han sido
definidas a partir de dimensiones afectivas y racionales. Ambas dimensiones son
el resultado de experiencias y expectativas. Esto implica su estructura:
unidimensional o multidimensional que se configura en factores exógenos y
endógenos. Es decir, cuando las actitudes activan decisiones y comportamientos
causan un proceso periférico, emotivo, espontáneo, heurístico y ambivalente. En
contraste, cuando las actitudes transmiten los efectos de valores y creencias
sobre las intenciones y acciones, son mediadoras endógenas de un proceso
central, racional, deliberado, planificado y sistemático (García, 2013).
Los estudios psicológicos
han demostrado diferencias significativas entre las actitudes hacia personas y
actitudes hacia objetos. Las primeras se refieren a estereotipos o atributos y
las segundas se refieren a evaluaciones o disposiciones. En ambas, la
ambivalencia es un indicador de cambio cuando interaccionan creencias y
evaluaciones formando disposiciones negativas y positivas hacia el objeto. Los
conflictos se forman al interior de los componentes formados por creencias
hacia el objeto. La resistencia a la persuasión, es una consecuencia de la
ambivalencia actitudinal. Si el entorno amenaza la formación y la función de
las actitudes éstas adaptaran al individuo ante las contingencias. De este
modo, las actitudes poseen dos funciones esenciales: egoístas y utilitaristas
(García, 2012).
Los estudios psicológicos
relativos al impacto de los medios de comunicación sobre la construcción de
agendas públicas, han establecido cinco modelos en torno a los cuales se
explica la construcción de opinión pública en referencia a los temas locales
como globales que las políticas públicas incluyen en sus procesos de
gobernanza. En este sentido, la relación entre la esfera política y la esfera
civil puede ser explicada a partir de la formación de actitudes como
indicadoras de opinión pública sobre los temas que los medios de comunicación
difunden en una localidad (García, 2014).
Los estudios psicológicos
alusivos a la construcción de agenda pública han enfocado su análisis en la
relación que establecen audiencias como medios. De este modo, las audiencias
han sido categorizadas según su nivel socioeconómico, grado de expectación o
proselitismo local.
Sin embargo, la información
que las actitudes transfieren y categorizan para la toma de decisiones puede
ser generada por beneficios económicos directos como los concursos o sorteos,
aunque los principios que guían el comportamiento del individuo ante el grupo
de pertenencia o referencia al interactuar con las actitudes también generan
decisiones de uso de información que incidirán sobre acciones específicas de
uso de información (Ozer y Yilmas, 2011).
McCright (2010) sostiene
que las actitudes hacia la tecnología como instrumentos de solución o respuesta
ante el cambio climático y sus efectos en la salud pública están determinadas
por la ideología liberal. En este sentido, la información que responsabiliza a
los gobernantes respecto al impacto del cambio climático en los sectores
excluidos, marginados o vulnerables será aceptada por quienes confían en los
avances científicos y tecnológicos (Sharples, 2010). De este modo, las actitudes hacia la ciencia y la tecnología ante el
cambio climático influirán sobre las percepciones de riesgo y sobre el
comportamiento proambiental (Sahin, Ertepinar y Teksoz, 2012).
Son cuatro las dimensiones
del comportamiento; frugalidad, austeridad, equidad y proecologismo que (Tapia,
Corral, Fraijo y Durón, 2013), orientan los estilos de vida sustentables; ambientalismo
ecológico (Jiménez, 2010), posmaterialismo social (McCright y Dunlap, 2011), la
moralidad ambiental (Markowitz, 2012), la felicidad colectiva (Frías y Corral,
2013) y las políticas públicas (Corral, Mireles, Tapia y Fraijo, 2011), las
virtudes humanas (Corral, Tapia, Ortiz y Fraijo, 2013).
En síntesis, el estado del
conocimiento ha avanzado hacia la inclusión de factores psicológicos positivos
que explican el incremento exponencial de la aceptación de tecnología y su
adopción a fin de procesar la información circundante en categorías que
facilitan el uso deliberado, planificado y sistemático de dispositivos
electrónicos.
A partir de la revisión de
marcos teóricos y conceptuales, modelos y estudios de percepciones, creencias,
actitudes, intenciones y comportamientos es posible establecer un modelo de
comunicación de riesgos con la finalidad de anticipar y reducir los efectos del
cambio climático sobre la salud pública ambiental. El modelo incluye tres
dimensiones en torno a los efectos del cambio climático sobre los medios de
comunicación y la salud pública ambiental (Cunsolo et al., 2013).
En la primera dimensión,
el aumento de la temperatura, el incremento del nivel del mar y la modificación
de la biodiversidad generaría la defensa de manglares y ecosistemas por parte
de comunidades que se identifican con su entorno y arraigan sus estilos de vida
en las fuentes de alimentación locales generando sentidos de responsabilidad
social y estilos de vida relativos al cuidado del entorno y la preservación de
los recursos.
En la segunda dimensión,
la cobertura de los desastres naturales y las catástrofes ambientales
propiciarían sentidos de comunidad y autogestión que animarían la participación
local en torno al registro de especies, protección civil y cuidado de la flora
y fauna.
Por último, en la tercera
dimensión, la migración de especies que supone el cambio climático y la pérdida
de la calidad de vida propiciarían una conciencia ecológica; sentido de culpa,
emociones de vulnerabilidad, percepciones de oportunidad y desarrollo de
capacidades que se traducirían en emprendimiento y autogestión para la
promoción de la salud pública ambiental.
En suma, el modelo de
comunicación de riesgos plantea que las percepciones, creencias, actitudes,
intenciones y comportamientos ante el cambio climático y sus efectos sobre la
salud pública ambiental pueden ser reorientados de la desesperanza al
emprendimiento, de la indefensión a la autogestión y de la vulnerabilidad a la
inclusión.
En el marco de las teorías
actitudinales, la salud pública ambiental alude a emociones y afectos
consecuentes a los actos individuales y de los cuales las personas se sienten
responsables. También se trata de la influencia social que ejercen los grupos
de pertenencia o referencia sobre los individuos. O bien, la recepción de
mensajes persuasivos orientados al razonamiento central, o mensajes persuasivos
dirigidos a la emotividad periférica. En general, el sistema actitudinal es
sensible a la inestabilidad del objeto y a las variaciones cognitivas que
inciden en la consistencia, estabilidad, predicción, competencia o moralidad
del individuo.
La salud pública ambiental
está relacionada con el principio disuasivo de la inoculación. Antes del ataque
de mensajes persuasivos, se induce la percepción de amenazas, riesgo e
incertidumbre. En general, la sobreexposición a mensajes persuasivos induce una
alta elaboración y con ello la persuasión. La emisión masiva de mensajes
persuasivos, la motivación y las habilidades de manejo consecuentes pueden
derivar en indefensión. Es decir, ante la ola de información las personas
reducen su percepción de control y tienden a creer que los eventos son
inconmensurables, impredecibles e incontrolables. O bien, los individuos se
forman una identidad que consiste en identificarse con un endogrupo en
referencia a un exogrupo. En el proceso de indefensión, el individuo construye
el cambio de actitud y su reforzamiento de desesperanza. En el proceso
identitario, es el grupo el que influye en el cambio actitudinal de la persona.
La indefensión es un proceso de autovalidación o profecía autocumplica. En
contraste, la identidad es una validación convergente de normas grupales.
La salud pública ambiental
está relacionada con su estructura multidimensional resultante de la presión
mayoritaria. La diversidad de dimensiones implica una construcción consistente
del cambio actitudinal. Es decir, las actitudes asumen una función de
respuestas internalizadas ante situaciones constantes enmarcadas por los medios
de comunicación masiva.
La influencia social del
grupo de pertenencia o referencia alude a las normas mayoritarias y a los
principios minoritarios orientados al cambio actitudinal. La influencia de las
mayorías propicia la conformidad individual y los principios minoritarios, el
conflicto y el cambio actitudinal. Recientemente, el estilo de la minoría ha
resultado ser el factor de influencia social y cambio actitudinal más
permanente. Es decir, la construcción de consensos mayoritarios parece tener un
efecto efímero y la construcción de disensos parece ofrecer un cambio
constante.
Las teorías actitudinales
sostienen que en los individuos, grupos y sociedades se forman deliberadamente
y se activan espontáneamente, las disposiciones que determinarán sus
intenciones y comportamientos. Incluso, son estas disposiciones las que indican
cambios de consumo.
Los modelos expuestos en
referencia a la construcción de la agenda pública a través de la opinión
ciudadana, han conceptuado a las actitudes como intermediarias del procesamiento
deliberado o automático, central o periférico, diversificado o selectivo. En
este sentido, la incidencia de las normas grupales ha sido reducida a su mínima
expresión mientras que la discusión de los temas ha sido sustituida por
heurísticos o emociones. La sustitución del procesamiento deliberado por el
procesamiento espontáneo ha influido en la emisión de mensajes cuyo contenido
ha sido más esquemático que discursivo. El predominio de imágenes sobre los
razonamientos lógicos explica la aceptación de tecnologías y dispositivos
electrónicos. En tal sentido, la construcción de la agenda pública está
imbricada por la percepción de accesibilidad y utilidad. Las evaluaciones
respecto a los beneficios de una tecnología, entre ellos la diversificación de
la información, explica la sustitución de la plaza pública o ágora por las
redes sociales digitales.
Si en la democracia
deliberativa las actitudes que procesaban la información eran un conglomerado
de afectos, intenciones y razones, ahora la democracia cibernética enfatiza la
emergencia de expectativas de utilidad. La diferencia es sustancial: la primera
implica una categorización expansiva en donde las actitudes explicitas como
implícitas son parte de una red informativa. En contraste, la segunda supone un
proceso automático interno no deliberado y por ende poco selectivo. Incluso,
los procesamientos semi-automáticos supondrían arbitrariedades analógicas. Es
decir, a partir de imágenes se evalúa la información sin un análisis de su
contenido. Las democracias del futuro, según los procesos actitudinales
expuestos, están implicadas con acciones futuras en las que actitudes
procesadas automática o semi-automáticamente están influidas por información
que en el pasado se vinculó con comportamientos improvisados.
En las teorías de
actitudes se estableció que 1) explican procesos deliberados, planificados y
sistemáticos de adopción de tecnología a partir del procesamiento de
información. En tales procesos las actitudes contribuyen significativamente al
poder predictivo de las percepciones sobre los comportamientos; 2) explican la
incidencia de factores perceptuales sobre comportamientos a través de
actitudes. Es decir, la información circundante genera expectativas que
influirán sobre acciones específicas a través de la categorización de dicha
información y 3) explican la inclusión de factores emocionales que al
interactuar con percepciones y actitudes determinan comportamientos
imprevistos. Esto es así porque los individuos están inmersos en dinámicas
grupales y climas organizacionales en los que las relaciones humanas inciden en
las decisiones de uso de información.
Respecto a los modelos de
actitudes reportados por el estado del conocimiento 1) explican intenciones de
uso de tecnología a partir de percepciones de utilidad y facilidad de uso. Esto
es así porque la información se procesa mediante una tecnología, pero al ser
categoriza subyace la relevancia de las actitudes como variables mediadoras; 2)
explican la inclusión de factores psicológicos positivos tales como la
confianza que al anteceder a las actitudes generan un clima organizacional
favorable a la innovación o la eficiencia del desempeño y 3) explican la
convergencia de una aceptación de tecnología deliberada, planificada y
sistemática con un círculo virtuoso de factores orientados a la satisfacción o
la felicidad organizacional.
Sin embargo, las teorías,
modelos y estudios de actitudes hacia el cambio climático y sus efectos sobre
la salud pública ambiental 1) explican sólo las relaciones de dependencia entre
variables “racionales” o “emocionales” ante información disponible y procesable
en alguna tecnología que invariablemente involucra al individuo en una dinámica
grupal de productividad, eficiencia o felicidad; 2) explican la incidencia de
individuos en los grupos, pero no la influencia de los grupos en los procesos
internos; racionales o emocionales. Ello significa que las teorías y modelos
avanzan hacia la explicación del proceso inverso en el que la dinámica grupal
propicia comportamientos individuales productivos, eficientes o felices. Quizá
es por ello que los estudios más recientes han incluido un factor psicológico
positivo que abre la discusión en torno a la aceptación de tecnología y 3)
explican un circulo virtuoso de productividad, eficiencia y felicidad, aunque
no se discuten procesos alternos en los que la información no sea
necesariamente procesada mediante una tecnología.
Especificación del modelo
para el estudio de las actitudes hacia los gobiernos del cambio climático
A partir de los marcos
históricos, teóricos, conceptuales y empíricos revisados la especificación de
un modelo para el estudio de las actitudes hacia los gobiernos que administran
los efectos del cambio climático incluyen seis dimensiones relativas al
tribalismo, totalitarismo, autoritarismo, transicionismo, democratismo y
gobernanza (véase Figura 5).
Figura 5. Especificación
del modelo para el estudio de las actitudes
Fuente: Elaboración propia
La hipótesis del
tribalismo advierte que existe un paralelismo entre el periodo histórico
iusnaturalista donde prevalece la ley del más fuerte con respecto a la
actualidad. Se trata de conflictos entre usuarios de los servicios hídricos y
energéticos con respecto a autoridades corruptas. El tribalismo es un escenario
en donde coexiste la “ley del más fuerte” con la política de “háganle como
quieran”. Es posible observar este sistema en los barrios periféricos y las
comunidades aledañas a las urbes.
En cuanto a la hipótesis
del totalitarismo que, a diferencia del tribalismo, implica a un líder
omnipresente y unilateral que determina la gestión y administración de los
recursos naturales. A menudo representado en las figuras de caciques locales,
el totalitarismo se distingue por su coerción, desaparición de adversarios y
disidentes como en las localidades del suroeste de México.
Respecto al autoritarismo,
un sistema de totalitarismo flexible, supone el establecimiento de acuerdos a
partir del beneficio inmediato y compartido entre autoridades y usuarios de los
servicios hídricos y energéticos. Es el caso de municipios conurbados en donde
prevalece la política del tandeo en función del apoyo en una contienda política
y jornada electoral.
En el caso de la
transición hacia la democracia, este supuesto asegura que los usuarios de los
servicios públicos han alcanzo un nivel de instrucción e ingreso tal que
inician negociaciones y acuerdos con sus autoridades para el abastecimiento
hídrico mediante pipas o plantas de energía en el caso de la electricidad. Se
trata de colonias y corredores industriales y comerciales que están organizados
en torno al abastecimiento hídrico y energético que garantice si desarrollo.
Respecto a la hipótesis de
la democratización de los recursos y los servicios públicos, este supuesto
advierte que el grado de instrucción de ciertas colonias ha permitido un
sistema de seguridad privada en el que el agua, la electricidad y el gas están
sumamente observados en cuanto a su distribución, tarifa y pago. En este
escenario, los servicios públicos son administrados por empresas intermediarias
y la autoridad está al margen de su administración. La corrupción ha sido
reducida a mínima expresión y la participación civil está confinada al
financiamiento del sistema de abastecimiento.
Por último, el supuesto
según el cual los actores políticos y civiles son corresponsables de la
cogestión y administración del agua, la electricidad y el gas también advierte
que la corresponsabilidad ha alcanzado un grado tal que está sumamente
ponderada y difundida a través de los medios de comunicación y las Tecnologías
de Información y Comunicación. Se trata de un sistema en el que prevalece la
trasparencia y la legitimidad, la confianza y el compromiso, así como la plena
innovación y satisfacción.
Consideraciones
finales
El aporte del presente
trabajo al estado del conocimiento radica en la especificación de un modelo
para el estudio de las actitudes hacia sistemas políticos, regímenes políticos
y formas de Estado ante los efectos del cambio climático observado en el
deterioro de la salud pública, el incremento de las tarifas de los servicios
hídricos y energéticos, así como entre los conflictos entre los actores.
Sin embargo, la gestión
estatal y la autogestión social pueden orientarse hacia la cogestión
socioestatal, incluso pueden observarse en escenarios de escasez y
desabastecimiento, pero la transición de un sistema tribal hacia una gobernanza
supone un alto nivel de instrucción y procesamiento de información que se
reflejaría en las actitudes de ciudadanos y políticos.
A medida que los efectos
del cambio climático se intensifican, la diversidad de sistemas de gestión,
autogestión y cogestión se exacerba. Es decir que, ante la escasez y
desabastecimiento, ciudadanos y políticos se excluyen de las áreas de
oportunidad y las capacidades de respuesta.
En este ajedrez, la
formación de ciudadanos con valores, normas, creencias y percepciones
orientadas a la conservación de la naturaleza producirá las actitudes
necesarias para la gobernanza de los recursos naturales y servicios públicos.
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