RESUMEN
En ciencia política, generalmente, se
estudia la construcción de los liderazgos políticos. Este trabajo, en cambio,
propuso utilizar los marcos teóricos que remiten a la edificación de dicho
fenómeno, para ser aplicados al análisis de los debilitamientos de los
liderazgos políticos. Además se utilizaron para comprender desde otra
perspectiva el conflicto palestino-israelí, dejando a un costado la visión
netamente institucionalista característica de la disciplina. Para ello se
utilizó como objeto de análisis al liderazgo de Itzjak Rabin, ex Primer
Ministro de Israel.
El uso del caso se debió a que la política
territorial de ocupar (Jerusalén) y ceder territorios (Franja de Gaza y
Cisjordania) que llevó a cabo Rabin produjo una radicalización de la violencia
de grupos extremistas, tanto palestinos como israelíes. Este hecho sensibilizó
los clivajes fundacionales del Estado de Israel que terminaron por debilitar
políticamente al liderazgo del ex Primer Ministro y al mismo tiempo finalizaron
con su vida.
ABSTRACT
In political science, generally, explores
the construction of the political leadership. This work, on the other hand,
proposed using the theoretical frames which refer to the construction of this
phenomenon, to be applied to the analysis of the weakening of the political
leadership. In addition, they used to understand the Israeli-Palestinian
conflict, from another perspective, leaving a side the vision distinctly
characteristic discipline institutionalist. For this is used as object of
analysis to the leadership of Yitzhak Rabin, former Prime Minister of Israel.
The use of the case was due to the
territorial policy of occupying (Jerusalem) and assign territories (Gaza Strip
and West Bank) who conducted Rabin produced a radicalization of extremists,
both Palestinian and Israeli violence. This fact sensitized the founding
cleavages of the State of Israel which ended up politically weaken the
leadership of former Prime Minister and at the same time ended with his life.
Licenciatura
en Ciencia Política. Escuela de Política y Gobierno, UNSAM
Trabajo
Final: Tesina de Investigación.
Un juego de doble filo:
Ceder y Ocupar. La Política Territorial y el Debilitamiento del Liderazgo
Político de Itzjak Rabin durante el denominado “Proceso de Paz” (1992-1995).
NOMBRE
DEL TESISTA: Jacobsohn, Ivan
NOMBRE
DE LA TUTORA: Farinetti, Marina
Marzo de 2017
AGRADECIMIENTOS
En
primer lugar, agradecer a Marina que no sólo fue mi tutora, sino que también
fue mi sostén académico durante todo el transcurso de mi primera incursión en
la escritura académica.
En
segundo lugar, agradecer a Ximena ya que me proporcionó una gran ayuda, tanto
en el Taller I como en etapas posteriores, además de ser una persona muy
presente en todos los momentos en los cuales uno necesitaba una mano. Ella
junto a Ricardo fueron quienes me incentivaron a desempeñarme en el área de la
investigación, y también me firmaron los avales correspondientes para que yo
pudiera presentarme en la beca PIME-UNSAM, y de esa forma, poder ir a estudiar
a la Universidad de Santiago de Compostela en un intercambio estudiantil.
En
tercer lugar, Lucía como profesora del Taller II terminó de darme el último
envión en la escritura de la presente investigación. Por lo tanto, la
finalización de la tesina se debió al apoyo de Lucía.
En
cuarto lugar, tengo la necesidad de agradecer a mis compañeros de la carrera
que transitamos muchos momentos en lo que antes nos parecía una nueva etapa. Lucas,
Juli y Jime fueron aquellos, compañeros, primero, y amigos, después, que uno
siempre quiere y va a estar agradecido, ya que no sólo fueron importantes en mi
vida estudiantil, sino también en mi formación personal.
En
quinto lugar, agradecer a mis amigos de la vida, aquellos que siempre
estuvieron bancándome en los momentos en que uno se encontraba perdido, en los
momentos que a veces uno priorizaba el estudio, igualmente ellos siempre
estaban presentes.
En
último lugar, pero el de mayor importancia, está la familia. Fueron quienes me
incentivaron y me apoyaron a estudiar lo que yo creía que era (y es sin
ninguna duda) mi verdadera vocación y lo que realmente me hace feliz. Por ende,
sin titubear, mi familia es parte fundamental de la tesina.
Entonces
cada palabra, cada párrafo, cada idea no sólo pertenece a mí, sino a todas a
las personas que me dieron su apoyo y me dejaron transcurrir con felicidad esta
etapa.
SHIR
LASHALOM (CANCIÓN POR LA PAZ)
Tan
sólo canten una canción por la paz
no susurren una plegaria
tan sólo canten una canción por la paz
con un grito a viva voz
INDICE
GLOSARIO DE TÉRMINOS..................................................................................................... 5
RESUMEN............................................................................................................................ 6
INTRODUCCIÓN................................................................................................................... 7
DEBATES ACADÉMICOS........................................................................................................ 9
LIDERAZGO, POLÍTICA TERRITORIAL Y VIOLENCIA:
UN ACERCAMIENTO TEÓRICO................. 13
Liderazgo: como
persona y como contexto.................................................................... .13
Norma Territorial............................................................................................................ 16
Violencia........................................................................................................................ 17
ANTECEDENTES.................................................................................................................. 19
El liderazgo de Rabin: dos dimensiones........................................................................... 19
Una mirada hacia adentro............................................................................................... 21
NO ES SÓLO UN PEDAZO DE TIERRA.................................................................................... 27
Se fue parte de la Historia………………………………………………………………………………………………….28
Jerusalén de
Oro…………………………………………………………………….…………………………………………..34
A SANGRE
FRÍA……………………………………………………………………………………………………………………….36
ATRAPADO SIN SALIDA...................................................................................................... 40
CONCLUSIONES………..……………………………………………………………………………………..……………………..43
BIBLIOGRAFÍA ……………..……………………………………………………………………………………………………….48
1. GLOSARIO
DE TÉRMINOS
Sabra:
poblaciones de origen judío nacidas previamente a la creación del Estado de
Israel en 1948.
FDI:
Fuerzas de Defensa de Israel.
Tzava:
Servicio militar israelí.
Hadash:
Traducido por su acrónico como Frente Democrático para la Paz y la Igualdad. Partido
político de izquierda comunista autoconsiderado como árabe-israelí.
Mada:
Partido Democrático Árabe.
Shas:
Asociación Internacional de los Sefaradíes Observantes de la Torá. Es un
partido judío ortodoxo de origen sefaradí.
Sefaradíes:
El término literal significa “los judíos de España” y hace referencia a los
judíos expulsados de la Península Ibérica durante la Edad Media que luego se
repartieron por el Mediterráneo Oriental y África.
Meretz:
su traducción en español significa “Vitalmente Juntos”. Es un partido de
izquierda socialista, sionista y secular.
Havodá:
Partido Laborista israelí.
Likud:
su traducción literal es “La Consolidación”. Es un partido israelí de tendencia
de centroderecha.
Jilonim:
Judíos no religiosos, sino judíos seculares.
Jaredim:
Judíos ortodoxos.
Torá:
Define a los 5 primeros libros del Antiguo Testamento
Knesset:
es el Parlamento israelí.
Halajá:
Es la “ley judía” que se enfoca en las costumbres y prácticas de la Torá.
Kibutzim:
pequeña población rural en el que la propiedad es
comunal y todas las decisiones son patrimonio de la colectividad.
Agudat Israel: la trascripción textual significa
“Unión de Israel”. Partido que representa a los ortodoxos.
Jeder: es una escuela
elemental tradicional cuyo fin es enseñar a los niños las bases del judaísmo y
del hebreo.
Yeshivot: Centro de estudios talmúdicos.
Gush
Emunim: Bloque de Fe.
Hamas:
Movimiento de Resistencia Islámico.
Eretz
Israel: Tierra de Israel.
RESUMEN
En
ciencia política, generalmente, se estudia la construcción de los liderazgos
políticos. Este trabajo, en cambio, propuso utilizar los marcos teóricos que
remiten a la edificación de dicho fenómeno, para ser aplicados al análisis de
los debilitamientos de los liderazgos políticos. Además se utilizaron para
comprender desde otra perspectiva el conflicto palestino-israelí, dejando a un
costado la visión netamente institucionalista característica de la disciplina.
Para ello se utilizó como objeto de análisis al liderazgo de Itzjak Rabin, ex
Primer Ministro de Israel.
El
uso del caso se debió a que la política territorial de ocupar (Jerusalén) y
ceder territorios (Franja de Gaza y Cisjordania) que llevó a cabo Rabin produjo
una radicalización de la violencia de grupos extremistas, tanto palestinos como
israelíes. Este hecho sensibilizó los clivajes fundacionales del Estado de
Israel que terminaron por debilitar políticamente al liderazgo del ex Primer
Ministro y al mismo tiempo finalizaron con su vida.
INTRODUCCIÓN
“Aquí,
en la tierra de Israel, volvimos y construimos una nación. Aquí, en la tierra
de Israel, establecimos un estado. La tierra de los profetas, que legó al mundo
los valores de la moral, el derecho y la justicia, fue, después de dos mil
años, restituida a sus legítimos propietarios – los miembros del pueblo judío.
En su tierra, hemos construido un hogar y un estado nacional excepcional”.
En 1917 se firma la “Declaración Balfour” que
permite, por parte del gobierno británico, el establecimiento de un Estado para
el pueblo judío. En palabras del canciller Balfour “el gobierno de su Majestad
contempla favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional
para el pueblo judío” (Brieger 2014: 45).
Una vez finalizada la Shoá y el
exterminio masivo de judíos durante la Segunda Guerra Mundial, un 14 de mayo de
1948 se crea el Estado de Israel, primer y único Estado judío. El mismo fue
establecido en un territorio dominado colonialmente por Gran Bretaña con
mayoría de habitantes palestinos. “Palestina les dio [a los judíos] la
esperanza de un estado judío en el que no les persiguieran” (Lowe 2015: 121).
A partir del establecimiento “legal” del Estado de
Israel a través del reconocimiento de las Naciones Unidas que aceptó la
partición de Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe, se suscitaron
una serie de conflictos bélicos
que permitieron la consolidación y la extensión de las fronteras territoriales
israelíes.
A
propósito, Itzjak Rabin (Primer Ministro del Estado de Israel durante los años
1974-1977 y
1992-1995) continuó las políticas territoriales llevadas a cabo por dicho país,
incluso en el mismo momento en el cual se firmaron los Acuerdos de Oslo que
concretaron el denominado “proceso de paz”.
No
obstante, con Rabin ocurrió una cierta paradoja. Mientras el líder israelí
junto con Yasser Arafat
recibían el Premio Nobel de la Paz por la firma de los Acuerdos de Oslo, su
autoridad política se vio perjudicada por la violencia que generaron dichos
convenios, hasta ser asesinado por un activista judío durante un acto público
el 4 de noviembre de 1995.
Frente
a lo explicado previamente, la pregunta de investigación gira en torno a: ¿Cómo
impactó la política territorial de Itzjak Rabin en su liderazgo político
durante el “proceso de paz”?
Este trabajo argumenta que el “juego” de ceder y
ocupar territorios que utilizó Rabin produjo el debilitamiento de su propio liderazgo
político, debido a que, por un lado, la entrega de territorios a Palestina
generó una reacción violenta de organizaciones israelíes, y por otro lado, la
ocupación territorial israelí provocó una respuesta inminente de grupos
palestinos.
Dichos territorios, tanto cedidos como ocupados, tenían
una justificación económica, pero sobre todo, conllevaban una argumentación
religiosa, siendo esta última el alegato principal de las organizaciones
extremistas.
El desarrollo de la hipótesis del presente trabajo se
inicia con la explicación de las políticas territoriales que implementó Rabin
durante su mandato que generaron una ola de violencia por parte delas
organizaciones extremistas, tanto palestinas (Hamas) como israelíes (Gush Emunim),
que terminó finalmente por debilitar al liderazgo político del ex Primer
Ministro israelí.
Por ende, el objetivo general está explícito en la
pregunta de investigación que se vincula con analizar el impacto de la política
territorial en el debilitamiento del liderazgo político de Itzjak Rabin durante
el denominado “proceso de paz” (1992-1995).
Con lo que respecta a los objetivos específicos, la
presente investigación busca 1) transpolar un marco teórico que explica las
construcciones de los liderazgos políticos hacia el estudio de algunos
determinantes que influyen en los debilitamientos en los liderazgos políticos.
2) Comprender la importancia que tuvo la política territorial en la
radicalización del conflicto. 3) Determinar rasgos específicos del liderazgo
político de Rabin. 4) Comprender el uso de la violencia como arma política
legitimada.
Este trabajo contribuye al campo de la ciencia
política en dos formas: teórica y empíricamente.
La primera contribución se debe a que gran parte de la
literatura académica analiza la construcción política de los liderazgos. De
esta forma, este trabajo intenta explicar los finales de época de dicho
fenómeno, a través del uso de marcos teóricos que explican las cimentaciones de
los liderazgos políticos utilizándolos para el estudio de algunos determinantes
que influyen en sus debilitamientos. Para estudiar dicho dilema teórico se
utiliza como objeto de estudio al liderazgo político de Itzjak Rabin.
Una importante variedad de los escritos sobre Medio
Oriente en general, e Israel en particular, enfocan su análisis en las
cuestiones institucionales, como por ejemplo estudios sobre la definición y
funcionamiento del Estado israelí y sus estructuras. Por lo tanto, la segunda
contribución es analizar algunas cuestiones de dicho espacio geográfico desde
la perspectiva de los liderazgos políticos.
Finalmente el trabajo se divide de la siguiente
manera. En primer lugar, se incluye un debate académico sobre el vacío de
la literatura de los debilitamientos en los liderazgos políticos, se inicia,
además, una discusión en relación a las diversas teorías del liderazgo político;
en segundo lugar, se definen las nociones que serán necesarias para el
desarrollo de la investigación como el concepto de norma territorial, liderazgo
político y violencia; en tercer lugar se responde la pregunta de investigación
donde se explicita el argumento principal de la presente investigación; en
cuarto lugar se hace una presentación del caso describiendo las características
esenciales del liderazgo de Rabin y del Estado de Israel; y en último lugar, se
vuelca la evidencia empírica para fortalecer la argumentación de la investigación.
DEBATES ACADÉMICOS
La literatura sobre liderazgo político estudia,
generalmente, las herramientas o instrumentos que hacen a la construcción de
dicho fenómeno. En otros términos, una parte de los enfoques contemporáneos
sobre liderazgo político tienden a explicar con mayor gravitación la
problemática en torno a la edificación de su poder.
El estudio sobre el liderazgo político es de
complicada interpretación, ya que el liderazgo político “no sólo no tiene un locus
definido –no es el parlamento ni la casa de gobierno– sino que, al ser un
concepto socialmente construido, es muy difícil de definir con precisión”
(D’Alessandro 2010: 275).
La importancia que tiene entender los
debilitamientos políticos de los liderazgos se debe a que “si reducimos la política
a su esencia, a lo que es más visible para la mayoría de los ciudadanos, ésta
se circunscribe hoy a los líderes nacionales que quedan en la memoria colectiva
cuando todo lo demás ha desaparecido” (Blondel citado por Delgado Fernández
2004:12). Por ende, este trabajo cree que el estudio sobre la formación de
poder es sumamente importante, pero también piensa que orientar un estudio
sobre los debilitamientos de los liderazgos es un camino que todavía sigue sin
ser asfaltado.
La discusión teórica sobre el liderazgo político
tiene dos corrientes de análisis. Una de ellas hace referencia a pensar al
líder político, únicamente, según sus condiciones personales. Y la segunda
línea teórica se desarrolla en base a ubicar la funcionalidad del líder en un
contexto político institucional.
En relación a la primera línea teórica, Carlyle centra
su objeto en los grandes personajes de la historia. Su posición es denominada
“teoría de los héroes de la historia”, la cual “desde esta visión se defendió a
ultranza la capacidad de la voluntad humana para hacer propio el devenir de las
sociedades atacando directamente cualquier tipo de determinismo, cualquier tipo
de barrera estructural que pudiera contener la irrefrenable potencia del
accionar de los grandes hombres” (Carlyle citado por Rodríguez n/s: 3).
Stogdill propone algunos factores personales que se
asocian directamente al liderazgo, como la capacidad, el rendimiento, la
responsabilidad, la participación y el status. (Stogdill citado por Delgado
Fernández 2004). Dentro de aquellas capacidades, Michels (1962) señala al
talento oratorio, la solidez ideológica, la fuerza de voluntad, la confianza en
sí mismo y la bondad de ánimo.
En una misma línea teórica, MacIver y Page centran
su análisis en las capacidades personales que tienen los líderes para
persuadir, indiferentemente del lugar que ocupen (MacIver y Page citado por
D´Alessandro 2010).Es decir, que las cualidades inherentes del sujeto político para
la construcción del liderazgo se encuentran por encima de las estructuras
organizativas, políticas y sociales.
Por su parte, Bell define al liderazgo político como
la capacidad de voluntad y de poder que el líder tiene para influir sobre los
demás (Bell citado por D´Alessandro 2010). Y Rensohn, a su vez, “destaca las
aptitudes psicológicas y emocionales del presidente para comprometerse con el
ejercicio del poder” (Rensohn citado por Ollier 2014: 6).
No obstante, la dificultad para medir
metodológicamente las cualidades extraordinarias que el líder encarna
complejiza el análisis, pero a su vez es importante tenerlas en cuenta como
elemento para comprender las actitudes y las formas en como accionan dichos
líderes. Estas características personales deben ir acompañadas por una línea
teórica que tenga en cuenta el contexto social e institucional en el cual se
ejerce el poder.
En este sentido, Ollier (2014) concentra su análisis
en la posición político institucional del presidente (PPIP), refiriéndose al
“lugar desde el cual el presidente ejerce su poder, lo cual supone las relaciones que
establece con actores e instituciones, incluida la oposición partidaria, y por
lo tanto con los recursos que cuenta para gobernar” (Ollier 2014:11). Es
decir, no analiza al liderazgo centrándose únicamente en las capacidades
personales, sino que la construcción de poder es pensada como un proceso
dinámico, como una relación social.
Ollier (2014), además, explica que para la
construcción de su poder, los liderazgos cuentan con ciertos recursos que
refuerzan su potencial. Entre ellos se destacan los 1) recursos partidarios,
referenciándose al poder que tiene el presidente sobre los partidos políticos,
2) los recursos parlamentarios son aquellos en los que se juegan las disputas
políticas dependiendo del número de integrantes que tiene el bloque, 3) los
recursos judiciales que hacen mención a la supremacía que tiene el líder sobre
el poder judicial, 4) los recursos federales que dependen del apoyo de los
gobernadores, 5) los recursos sociales que obedecen al apoyo de los sindicatos
y diferentes organizaciones sociales, 6) los recursos económicos que son los
recursos con los que cuenta el presidente, 7) los recursos ciudadanos que se
sustentan popularmente, 8) los recursos comunicacionales haciendo referencia al
lugar que ocupa el líder en los medios de comunicación y 9) los recursos
políticos-personales que son las habilidades inherentes al político.
Incluso dicha autora (2010) diferencia el “liderazgo
eterno” del “liderazgo temporal”. El primero de ellos, es pensado como una
especie de “caudillo totémico” (Moscovici 1993) en el cual sus actitudes son
indiscutibles e irreprochables, y se considera a su poder como un ciclo sin
fin. El segundo hace referencia a un poder con un horizonte temporal definido.
Por lo tanto, la perdurabilidad tiene un límite.
Ollier (2008), en otro de sus trabajos, presenta un
análisis sobre la estabilidad o no del presidente dentro del sistema
presidencialista, pero corriendo a un lado las justificaciones del sistema
presidencial como factor per sede la inestabilidad presidencial, sino
que por el contrario, la argumentación se centra en la conjunción entre la baja
institucionalización democrática y la debilidad del liderazgo del presidente.
Fabbrini define al liderazgo político como:
“La
modalidad por medio de la cual el agente en cuestión (la cabeza del ejecutivo)
se vincula, y ésta es su vertiente popular, con su superior (los
ciudadanos, entendidos como electores, opinión pública, mundo asociativo,
sistema e intereses). O bien, y ésta es su vertiente gubernamental, se
vincula con los representantes que este último ha elegido para sí en el
Ejecutivo y en el Legislativo” (Fabbrini 2009:25).
Dicho autor diferencia los conceptos de líder y de
liderazgo. Este mismo describe al líder como un actor que encabeza el
Ejecutivo. Mientras que el liderazgo es definido como una relación que se
caracteriza, sobre todo, por desarrollarse dentro de un marco institucional y
en un tiempo histórico.
En palabras del autor, “si el líder es un actor, el liderazgo es una
relación. Una relación que se activa para solucionar un determinado
problema, o para poner en marcha un determinado proceso decisional (Fabbrini
2009: 24).
Es decir que Ollier y Fabbrini destacan que el
contexto político-institucional influye en la construcción del liderazgo
político. Estos serían parte de la línea estructuralista del análisis del
liderazgo, cuya definición es que “el individuo es un portador de estructuras,
que por sí mismo no cuenta como factor explicativo. No interesan sus
motivaciones, intenciones o acciones en sí mismas, sino las estructuras que las
determinan” (D´Alessandro 2010: 285).
Por eso, desde la perspectiva de este trabajo, para
fortalecer el estudio sobre dicho fenómeno habría que complementar las
líneas teóricas que se centran en las aptitudes personales con aquellas que
entienden a la construcción del liderazgo político como una “red de vínculos"
(Ollier 2014: 10). En otras palabras, “el liderazgo implica reconocer la
importancia que los hombres tienen para el desarrollo político de los pueblos,
sin olvidar el papel que desempeñan también las instituciones y procedimientos”
(Delgado Fernández 2044: 12).
Por ende, frente a una escasa literatura sobre el
estudio de los liderazgos políticos, la cuestión de crear o de trasladar los
marcos conceptuales de las construcciones hacia los debilitamientos de dicho
fenómeno social hace el camino aún más sinuoso. Por eso, este trabajo intenta
suplir, de alguna manera, ese agujero conceptual y sumar una nueva perspectiva.
Liderazgo, Política Territorial y Violencia: Un
acercamiento teórico.
“Éstas [soluciones políticas]
tienden a ser estructurales como, por ejemplo, la delimitación de fronteras
geográficas. El aspecto cultural se deja de lado, incluyendo la posibilidad de
que la relimitación de fronteras geográficas pueda crear y reforzar fronteras
mentales que, a su vez, puedan legitimar una violencia futura.
La fragmentación geográfica puede
sustituir a la violencia estructural horizontal del »demasiado distante« por la
violencia estructural vertical de la represión, explotación y alineación de las
minorías dentro de una nación-estado” (Galtung 1998: 2).
La
cita mencionada de Galtung nos interioriza y nos presenta el objetivo del
siguiente capítulo: definir los conceptos claves que se utilizarán en el
desarrollo de la presente investigación. A saber: liderazgo político,
territorio y violencia. Estos tres conceptos podrían parecer alejados entre sí.
Pero, justamente, este trabajo intenta explicar cómo dichas nociones están
interconectadas en el debilitamiento del liderazgo político de Rabin.
Es
decir, cómo la decisión política de Rabin de llevar a cabo una política de
Estado de enclave territorial puede generar profundos rechazos en la sociedad,
principalmente de los actores fanáticos, hasta tal punto de convertir la
violencia en la columna vertebral del período. Pero la violencia no está
únicamente relacionada con un comportamiento disruptivo y “criminal”, sino que
también existen otras formas de violencia que están arraigadas en la sociedad,
y que, por un lado, son las que dan origen a la violencia directa, y por otro
lado, son las más difíciles de percibir y de acabar.
Liderazgo: como persona y como
contexto
Como se dijo previamente, el marco
teórico de la presente investigación se basa en los estudios que centran su
análisis en los componentes ambientales que influyen en las construcciones de
los liderazgos políticos.
Pero en contraposición a dichos
análisis, la utilización de los marcos conceptuales referidos tiene otro
objetivo: explicar los debilitamientos de los liderazgos políticos. De todos
modos, dichos esquemas analíticos pueden describir, tanto las construcciones
como los debilitamientos.
A su vez, se cristaliza la
necesidad de lograr una “sincronicidad teórica” con respecto a pensar al
liderazgo político no sólo según las cualidades personales o experiencias de
vida de los personajes políticos, sino que debería ir acompañado por un
andamiaje teórico que se vinculara con las relaciones políticas contextuales.
Para ello, este trabajo propone pensar al liderazgo político a partir de dos
dimensiones: una biográfica y una institucional.
Con respecto a la dimensión
biográfica, se hace referencia a las características inherentes al individuo y
a sus trayectorias personales.
Laswell y Greenstein forman parte
dela “teoría de los héroes de la historia
“que se enfoca en los rasgos personales constitutivos de los líderes para
explicar los procesos políticos. “En síntesis, reafirmando la capacidad del
sujeto en tanto agente individual a la hora de incidir sobre el curso de la
realidad, en este tipo de estudios, la dimensión biográfica de los líderes
políticos cobró una relevancia determinante a la hora de poder pensar
desarrollos históricos de nivel macro” (Rodriguez n/s: 4).
La otra dimensión, la
institucional, puede pensarse a través de dos variables: sistema de gobierno,
por un lado, y partido político, por otro. El primero de ellas hace mención a
los sistemas institucionales que funcionan para organizar el poder popular
(Fabbrini 2009). Estos se pueden subdividir en tres tipos: presidencialista,
semipresidencialista o parlamentario.
Pasquino (2011) caracteriza al
sistema presidencialista como aquel donde el “jefe del ejecutivo es elegido
directamente por los ciudadanos y tiene su fuente de legitimación específica y
diversa y autónoma de la del Parlamento” (Pasquino 2011:249).
El semipresidencialismo, para
Shugart y Mainwaring (2002), se caracteriza por la elección popular del
presidente el cual posee poderes políticos. Pero una particularidad es que el
gabinete, en su conjunto, tiene la responsabilidad ante el Parlamento. Por
ende, el jefe del Ejecutivo no tiene la autoridad para disolver y despedir a
los ministros.
Según Linz (1996) podemos definir a
un sistema parlamentario como “aquel en el que la única institución
democráticamente legítima es el Parlamento; en ese régimen, la autoridad del
gobierno depende completamente de la confianza parlamentaria” (Linz 1996:104). Fabbrini
(2009) diferencia dos tipos de parlamentarismo: uno consensual y otro
competitivo. El primero de ellos hace referencia a los países con alto grado de
división étnico-cultural. En este caso, los gobiernos son la expresión de las
coaliciones partidarias, donde el Primer Ministro ejerce su influencia
implícitamente, que favorece de alguna manera, la negociación entre los líderes
de los partidos de la coalición que gobierna. El Ejecutivo cumple un rol más
“pasivo” en relación a la hora de gobernar. La segunda de ellos el Ejecutivo
representa, por el contrario, un carácter explícito en la conducción.
La relación entre los sistemas de
gobierno y los liderazgos es recíproca. Los liderazgos políticos son una pieza
importante para entender el funcionamiento de los sistemas políticos. Pero lo
que se modifica es el rol que cumple el líder según los diferentes diseños
institucionales (Fabbrini 2009). Por lo que, la función del liderazgo político
será diferente en las estructuras parlamentarias, donde el Legislativo tendrá
un rol más significativo que el Primer Ministro, que en algunos casos no es
votado popularmente, sino que es elegido por consenso parlamentario. Por su
parte, en las estructuras presidencialistas, el accionar se enfoca en los roles
que cumple la cabeza del Ejecutivo.
En segundo término, Sartori define
a los partidos políticos como “cualquier grupo político identificado por un
membrete oficial que se presenta a elecciones, y es capaz de colocar a través
de elecciones (libres o no) candidatos a cargos públicos” (Sartori citado en Pasquino
2011: 166).
El vínculo entre partidos políticos
y liderazgo pasa por comprender que:
“los
partidos han cobrado relevancia para la participación ordenada, pacífica y
representativa de los ciudadanos a fin de acceder a cargos públicos y de
gobierno, a través de elecciones limpias, libres e imparciales. Éstas son un
instrumento necesario para representar y canalizar peticiones de una sociedad
cada vez más exigente; por tal motivo, el estudio sistemático del liderazgo
partidista es un referente obligado para evaluar el avance y consolidación del
sistema de partidos” (Navarrete 2009: 56).
Por ende, los partidos políticos son un elemento
importante para comprender la función que cumplen los liderazgos políticos,
como dichas organizaciones, de alguna forma, estructuran y esquematizan el rol
del liderazgo partidario. Además, el estudio del rol del liderazgo en los
partidos políticos nos proporciona información sobre cómo los líderes
construyen o destruyen su poder y cómo lo utiliza y para qué.
Norma Territorial
Con lo que respecta a la política
territorial, Sacks (2006) define el concepto de territorialidad como “una
estrategia espacial para afectar, influir o controlar recursos y personas, mediante
el control de un área” (citado por Gibson 2006: 2011).
Pero dentro de la política territorial y del
territorio en sí mismo, hay una relación entre la tierra y la pertenencia
nacional que justifica la defensa de dicho espacio geográfico. Es decir, que
el territorio representa al ciudadano como tal, y este a su vez, se encuentra
inmerso en la lucha por pertenecer e identificarse en ese mismo.
La norma territorial está cristalizada en los
clivajes fundacionales, y por ende, determina al ciudadano. Lipset y Rokkan
(1992) entienden por clivajes “a las fracturas (cleavages)
significativas que pueden generar, y que de hecho han generado, organizaciones
políticas que representan esas problemáticas” (Pasquino 2011: 167). Por lo que
la cuestión territorial es una división social que genera confrontación.
Es decir que los clivajes territoriales constituyen
la nacionalidad del habitante y al nacer ahí, el Estado a través de su “poder
infraestructural” (Mann 2007), penetra en la sociedad para que esta internalice
los clivajes, y los haga suyos.
Los clivajes fundacionales representan la estructura
del Estado. Pero también esos quiebres nacionalistas y religiosos constituyen a
la sociedad en su conjunto, por lo que “el acuerdo sobre la base territorial
forma parte inevitable de las dimensiones de legitimación del Estado, y
resulta, desde el punto de vista lógico, previo a la configuración misma
de las instituciones democráticas” (Máiz 2000:56).
Entonces, siguiendo la línea analítica de Escolar
(2011), para la constitución de una “comunidad cívica” homogénea es necesario
tener en cuenta dos precondiciones: una política, que justamente es la que
delimita geográficamente al pueblo a través de la norma territorial; y otra
social que es la integración del pueblo como un colectivo de individuos.
“El Estado democrático
necesita establecer de forma neutral y precisa una norma de delimitación
territorial con la cual identificar al colectivo de personas que detentan los
derechos político-democráticos transformándolos de esta manera en ciudadanos
de una comunidad cívica unitaria e indivisible” (Escolar 2011:5)
Violencia
Mao Tse Tung (1938) define al poder como una
consecuencia de la violencia: “El poder nace del fusil”. Como contrapartida a dicho análisis, Hannah Arendt
(2015) diferencia el poder de la violencia: “El poder y la violencia son
opuestos; donde uno domina absolutamente falta el otro. La violencia aparece
donde el poder está en peligro pero, confiada a su propio impulso, acaba por
hacer desaparecer al poder” (2015:77).
Es decir, que la filósofa política alemana propone
una separación clara entre poder y violencia, y no simplemente una separación,
sino una contraposición. En cambio, en la práctica, o mejor dicho, desde el
punto de vista de un político como Mao, la violencia es un arma de poder que es
complicado separarla de la soberanía o del mando. Esta diferenciación resulta
importante e interesante para intentar un acercamiento a la cuestión de la
violencia en el conflicto analizado en el presente proyecto.
Por su parte, Galtung (1998) propone un triángulo de
la violencia que se divide en dos: por un lado, una violencia visible y por
otro lado, una violencia invisible. En el ángulo superior del triángulo está la
violencia directa (visible), y en los otros dos ángulos restantes se encuentran
la violencia cultural y la violencia estructural (invisible).
Cuadro N°1:
Triángulo de la Violencia
Fuente: “Violencia,
guerra y su impacto sobre los efectos visibles e invisibles de la violencia”.
(Galtung 1998).
Por violencia directa se entiende a la
agresión física y/o verbal, en el cual su agresión se hace visible. Pero dicha
violencia no nace por sí sola. Hay otros dos tipos de violencia que originan a
la violencia directa: la estructural y la cultural.
La violencia estructural es la que penetra en
la vida social. Su aparición se relaciona principalmente con temas relacionados
con la violación de los Derechos Humanos, represión social, explotación, entre
otros.
Y la violencia cultural son aquellos aspectos
de la cultura (aspectos simbólicos de nuestra existencia por ejemplo: la
ideología, la religión, el lenguaje) que pueden ser usados para justificar o
legitimar violencia directa o estructural y hacer que estos tipos de violencia
sean vistos como algo bueno o al menos como algo no negativo (Galtung citado
por Laserna Breziner 2009: 15).
“Las grandes variantes de la
violencia pueden explicarse fácilmente en función de la cultura y estructura: violencia
cultural y estructural causan violencia directa, y emplean como instrumentos
actores violentos que se rebelan contra las estructuras y esgrimen la cultura
para legitimar su uso de la violencia” (Galtung 1998: 2).
Con lo que respecta a la legitimación de la
violencia, Fanon (citado por Fraschini, 2008), con su interpretación marxista
de la realidad social, de alguna manera justifica el uso de la violencia en
casos particulares.
Por lo que, según el autor, hay una violencia “buena”, una violencia que “puede
constituir como método, la consigna de un partido político […] (y además, dicha
violencia) “permite la génesis de una nueva nación” (Fraschini, 2008: 81). Por
ende, es una violencia liberalizadora.
Por lo tanto, en relación a la violencia, Arendt, Galtung
y Fanon servirán de soporte teórico para la presente investigación, sumado a la
concepción del concepto de violencia definido por Mao Tse Tung.
En merced de estos conceptos mencionados, la
hipótesis de la presente investigación es que el liderazgo político del Primer
Ministro Itzjak Rabin se vio debilitado debido a la violencia de los grupos
extremistas como Gush Emunim (del lado israelí) y Hamas (del lado palestino)
como consecuencia de la política territorial de ceder y ocupar territorios
implementada por el mismo Rabin.
Cuadro N°2
ANTECEDENTES
El liderazgo de Rabin: dos dimensiones
En
este apartado se desarrollará la descripción sobre la construcción del
liderazgo de Rabin utilizando, como se mencionó, los aportes teóricos que se
basan en el aspecto biográfico junto con el aspecto institucional.
Si se tiene en cuenta la primera división teórica,
el liderazgo político de Rabin se construyó en base a dos caminos: un camino que
podemos llamar de pertenencia y otro camino militar. En relación a la
pertenencia, Rabin fue el primero de los Primer Ministros en ser de origen sabra,
es decir, nacido en el territorio de Israel. Este dato es importante tenerlo en
cuenta dado, en primer lugar, la juventud que tiene el Estado israelí, y en
segundo lugar, debido a la cuestión nacionalista que se invoca constantemente en
las cuestiones territoriales. En otras palabras, la nacionalidad en la cuestión
israelí-palestina tiene un peso importante. Y como se verá posteriormente, la
imagen ligada de Rabin al Estado israelí será un alegato para la utilización de
la violencia por parte de las organizaciones nacionalistas palestinas.
Con respecto a la carrera militar, Rabin tuvo un
desempeño destacado. Fue comandante durante la Guerra de Independencia,
especialmente en la victoria sobre Jerusalén Occidental. Alcanzando el rango de
general de división a los 32 años de edad, Rabin instituyó la doctrina de
entrenamiento de las FDI
y el estilo de liderazgo que pasó a ser conocido como la orden de "¡síganme!". Además,
se desempeñó como Jefe del Estado Mayor del Tzavaque condujo
a Israel a una victoria militar en la Guerra de los Seis Días (1967).
Si se tiene en cuenta el repetido contexto bélico
que pone en jaque la persistencia del Estado de Israel creado recién en 1948,
se hace necesaria una figura que imponga seguridad, que pueda proteger a los
ciudadanos frente a la violencia. Es por ello que a Rabin se lo identificó como
“Don Seguridad”, ya que pasó de ser un soldado y posteriormente liderar el
Ministerio de Defensa y el Ejército, para convertirse en el líder pacificador (Grinberg
2011).
Estos hechos son de suma importancia, dado que, como
se mencionó previamente, el contexto recurrente de conflicto militar que la
sociedad israelí vivió (y vive), hace inevitable la construcción de un
liderazgo que refleje la cuestión referida a la defensa del territorio y la
lucha por la existencia del Estado de Israel. En palabras de D’Alessandro (2010)
“el ejercicio del liderazgo está también relacionado con los determinantes
históricos de cada sociedad: se crearán diferentes oportunidades de liderazgo a
partir de si, por ejemplo, el país estuvo o está en guerra” (D´Alessandro
2010:289).
Con respecto a la dimensión institucional, el
liderazgo de Rabin puede pensarse en relación a su papel en el sistema
parlamentario y su rol en el partido Havodá (Laborista).Es decir, a partir de
los recursos objetivos, entendidos como aquellos que “se despliegan en
el marco político-institucional en el cual se halla inmerso, esto es: el
partido o la coalición de gobierno, las diversas instituciones y dimensiones
donde se expresa y los actores e instituciones sobre los que posee algún
control (sindicatos, indígenas, Fuerzas Armadas, gobernadores)” (Ollier 2008:
77).
Frente al sistema parlamentarista israelí, Rabin
para formar gobierno, consiguió unir partidos ideológicamente opuestos, como
Hadash y Mada, (representantes palestinos) con el partido Shas (partido
ortodoxo judío sefaradí) y Meretz (partido de izquierda israelí). En otras
palabras, Rabin pudo inclinarse hacia el “centro” del mercado ideológico,
tratando de ser un dirigente moderado, pero que a su vez, representara los valores
nacionales y religiosos, junto a la conjunción del discurso “pacificador” de la
izquierda y el discurso de seguridad de la derecha, representada por el partido
opositor Likud (Grinberg 2011). De esta forma, la coalición de gobierno estaba
formada por 44 diputados laboristas. Junto a los 12 diputados del Meretz tenía
muchas probabilidades de formar un gobierno buscando alianzas tanto hacia los
seis diputados del Shas como hacia los cinco votos de los partidos
árabe-israelíes (Herszkowich n/s: 9).
Rabin también definió su liderazgo en su partido. En
primer lugar, en 1992 por primera se abre un proceso de democratización
partidaria, en el cual, todos los afiliados al partido podían emitir el voto en
elecciones abiertas. Este hecho, según Grinberg (2011) permitió maquillar la
imagen que tenía el Partido Laborista, y posicionarse como una alternativa
concreta al partido que gobernaba en ese momento (el Likud). Los resultados marcaron
un triunfo de Rabin con el 40% de los votos frente a su principal contrincante
Shimon Peres que reunió un 35% de los sufragios.
En segundo lugar, se podría definir al liderazgo
político de Rabin, dentro del partido, como un liderazgo transformador, entendido
como “aquel que, a partir de una acertada lectura del contexto, genera una
visión en la cual se expone un futuro más satisfactorio que se opone al
malestar presente” (Crespo et al. 2011:95). En efecto, durante la
campaña para las elecciones de 1992, el eslogan del Partido Laborista era
“cambiar el orden de prioridades”, que identificaba la asociación entre los
problemas socioeconómicos y la cuestión referida a la política de ocupación.
Con esta propuesta, Rabin derribó el mito de la Tierra de Israel,
representado por el Likud, y a su vez eliminó el espectro ideológico de
izquierda-derecha (Grinberg 2011).
Entonces, para analizar el debilitamiento del
liderazgo político de Rabin, primero hubo que justificar, de alguna forma, la
llegada al poder. Es decir, la construcción de su liderazgo. Para ello, se
utilizaron dos dimensiones. Una biográfica que explica cuestiones relacionadas
con su relevancia personal, y otra institucional que pone su énfasis en la
vinculación que Rabin tuvo con otros partidos políticos para formar gobierno
dentro de un sistema parlamentario consensual (Fabbrini 2009), ( por ende fragmentado
étnica y culturalmente) y con su propia estructura partidaria. Para comprender
más nítidamente la cuestión institucional, en el próximo apartado se hará una
breve caracterización política y social del Estado de Israel.
Una mirada hacia adentro
Como se mencionó en los apéndices previos, para
analizar el funcionamiento del liderazgo político es necesario, también,
considerar al contexto institucional en el cual dicho fenómeno se encuentra
inmerso. Es por ello que es importante destacar las características
constitutivas del Estado israelí, ya que ayuda de alguna manera, a comprender
mejor la cuestión política interna que se analizará.
Israel, según Fabbrini (2009), se puede considerar
como una democracia consensual, ya que, la elección del Ejecutivo se
establece por consenso parlamentario. Este tipo de sistemas rige, sobretodo, en
aquellos Estados donde la sociedad está fuertemente dividida por clivajes
religiosos y culturales.
El sociólogo Smooha, por su parte, define al Estado
israelí como una democracia étnica, “entendida como sistema político que
combina una dominación étnica combinada con derechos democráticos, políticos y
civiles para todos los colectivos étnicos en una determinada sociedad”
(Braverman 2012: 16). Es decir, que la cuestión simbólica, como la religión o
la etnia, no es excluyente a un sistema con reglas democráticas sino que
justamente puede haber una conjugación entre la supremacía de un grupo y la
igualdad entre todos los ciudadanos. Entonces según Smooha, Israel es una
democracia étnica donde los judíos controlan el Estado, utilizándolo para
reforzar cuestiones nacionales como el territorio, la seguridad, la demografía,
etc. Pero a su vez, es una democracia dada la inclusión de ciudadanos no judíos
en la esfera social, política y territorial.
En contraposición, Yiftachel considera a Israel como
una etnocracia, es decir, que el grupo mayoritario utiliza todo su poder
para imponerse sobre los otros sectores, extrayendo recursos del grupo
subordinado (Yiftachel citado por Grinberg 2008). Para el autor, en el Estado
de Israel la población no judía no sólo se encuentra excluida de los ámbitos de
poder, sino que también son explotados por el grupo social y religioso mayoritario.
Por su parte, Grinberg (2008) analiza al Estado de
Israel como un Estado Dual basado en la separación geográfica entre dos
regímenes de control y legitimación. El dualismo estatal propuesto por el autor
parte de la idea de que dentro de las fronteras, el Estado israelí se presenta
como democrático con un sistema de partidos estable y confiable debido a la
participación universal de la ciudadanía. Y fronteras afuera se concentra un
gobierno militar que excluye y controla a la población palestina. Pero debido a
la continuidad geográfica entre los dos Estados los límites entre ambos
regímenes se diluye provocando una dependencia económica de la población
palestina y creando una población colona en territorio ocupado.
Ahora bien, la desigualdad en el Estado de Israel no
es únicamente entre árabes y judíos. Si uno profundiza aún más el debate
previo, se observa que no todos los judíos tienen los mismos derechos y
obligaciones en suelo israelí. Es decir, dentro del Estado de Israel se
cristalizan varias diferencias entre las ramas del judaísmo, sobre todo a lo
que respecta a las políticas que debe llegar a cabo el Estado judío.
Los jilonim
son los más proclives al sionismo
y a la creación de un Estado judío, por lo que la cuestión nacional se
establece por encima de la cuestión religiosa. A diferencia de estos se
encuentran los jaredim
que ponen en primer lugar la espiritualidad por encima del ser nacional. Es
más, estos últimos critican “que el Estado haya pasado a ser más importante que
los judíos” (Rabkin 2008: 23).
Con esta explicación breve entre estas dos
vertientes del judaísmo, uno más “cerca de la Torá” que
otro, se quiere demostrar que cuando se habla de Israel o de israelíes no
necesariamente se está refiriendo a judíos o a judaísmo. Sino que hay una
diferencia entre ser judío y ser israelí, pero con el discurso sionista cada
vez se hace más difícil esa línea divisora. En este sentido, el proyecto
nacionalista judío “transformó la idea del devoto errante en un patriota
israelí” (Criscaut 2002: 3).
En relación a los privilegios, los jaredim,
por ejemplo, no tienen la obligación de realizar la Tzava Hahagana LeYisrael, como
sí la tienen los judíos laicos:
“Cuando
Ben Gurión, [David, primer ministro israelí] creó el Estado, eximió a unos
cientos de estudiantes de yeshivas [escuelas religiosas] de ir al
Ejército. El problema es que nadie pensaba que los religiosos fuesen a
multiplicarse como lo han hecho. Ahora son cientos de miles", explica Maoz
Haniv.
Pero debido a su alto peso político sobre todo para
la formación de gobierno, ya que la sociedad israelí está muy dividida entre
los dos partidos mayoritarios, el Likud y Havodá, son necesarios para la formar
gobierno, por lo que, todavía no hay una administración que haya cambiado la
norma de no obligatoriedad del Ejército para los judíos ortodoxos que rige
desde la creación del Estado.
También
existe lo que se conoce como la Ley del Retorno. En esta se establece que todo
judío tiene el derecho a vivir en el Estado de Israel, recibiendo rápidamente
la ciudadanía israelí simplemente por el hecho de ser judío. Este beneficio no
se aplica a los árabes que hayan vivido en Palestina y que debieron irse
anteriormente por causas extremas. Entonces, la religión se convirtió en la
“legitimación histórica de los derechos judíos sobre la Tierra de Israel”
(Rabkin 2008: 554).
Esto
es importante destacarlo, ya que, al igual que los judíos ortodoxos, los
árabes no son simplemente una minoría. Sino que son necesarios en el Parlamento
para la formación de gobierno, y de alguna manera explican las alianzas
partidarias, sobre todo la coalición que lideró Rabin para las elecciones de
1992.
Otra de las características del Estado de Israel es
la ausencia de una Constitución escrita. El debate por la sanción de la Ley
Suprema tiene varias aristas. Por un lado, están los que decían que la sanción
de la Carta Magna era apresurada, ya que, Israel al ser un Estado nuevo y con
cambios constantes, la rigidez de la Constitución no serviría y no se adaptaría
a las modificaciones (Rosenne n/s). Y otra justificación se centra en una
postura religiosa. Para los judíos ortodoxos la ley suprema es la Halajáy
no la norma constitucional (Soto Cazaña 2007). Por ende, las posturas
ortodoxas chocan, nuevamente, con las posturas nacionales. Para Braverman
(2012) con “la ausencia de una constitución escrita, las élites podían expresar
y hacer prevalecer su criterio por medios democráticos, especialmente en el tema
de la definición de la nacionalidad y la ciudadanía, donde lo judío no podía
desligarse de un componente religioso según el modelo elegido” (Braverman 2012:
12).
Entonces, tras las diferentes posturas, con la
creación del Estado de Israel se sancionaron lo que se denomina las Once
Leyes Básicas: La Knesset (1958)
Tierras del Estado (1960)
El Presidente (1964)
El Gobierno (1968/2001)
La Economía del Estado (1975)
Fuerzas de Defensa de Israel (1976)
Jerusalén (1980)
El Sistema Judicial (1984)
El Contralor del Estado (1988)
Dignidad Humana y Libertad (1992)
Libertad de Ocupación (1992).
Ahora bien, para comprender claramente las
reacciones y las justificaciones de las organizaciones extremistas en relación
a la cuestión territoriales esencial desarrollar las características
principales del movimiento nacionalista israelí.
El sionismo fue creado en el siglo XIX en Europa
Occidental como consecuencia de las persecuciones que los judíos recibían en el
Viejo Continente. Dicho movimiento se autodefine como “el movimiento de
liberación nacional del pueblo judío” (Brieger 2014: 30).
Su mayor exponente fue Theodor Herzl quien publicó
el famoso libro “Der Judenstaat” (El Estado de los judíos). El objetivo
principal del sionismo era la creación de un Estado judío para mitigar el
antisemitismo que se vivía en Europa durante esa época.
Según Nur Masalha (2002) se pueden visibilizar tres
corrientes ideológicas del sionismo:
La primera de ellas se cristaliza en la esencia del
movimiento del laborismo con su tendencia más militante y expansionista del
sionismo socialista. La segunda hace referencia a la derecha sionista con la
idea del “expansionismo maximalista” representado por el Likud. En último lugar
se identifica un sionismo religioso, denominado sionismo mesiánico, el
cual las doctrinas religiosas y nacionalistas van hacia un mismo horizonte. Su
mayor exponente fue el Rabino Tzvi Yehuda Kook.
El sionismo de izquierda o socialista proviene
principalmente de Rusia, y fueron quienes asentaron los denominados kibutzim.
Esta rama del sionismo es una rama atea, por lo que son opuestos al judaísmo
ortodoxo. Sus principales proyectos radican (en sus orígenes) en la creación de
un Estado judío y otro Estado palestino, entregando Franja de Gaza y
Cisjordania a Palestina.
Es
decir, el sionismo de izquierda propone la división de dos Estados, uno judío y
otro palestino, el cual al Estado palestino se le entregará parte del
territorio israelí. Pero a pesar de dicho reparto territorial y de su supuesto
ateísmo, como nombra Masalha, “los sectores del judaísmo oriental / ruso
introdujeron una arista mesiánica y mística imborrable al movimiento” (Criscaut
2002: 8).
En cambio el sionismo de derecha o revisionista
representado políticamente por el Likud (laico) en su gran mayoría y por Agudat
Israel (religioso) proponen directamente la expulsión y la “limpieza étnica” de
los palestinos.
No obstante, en este trabajo se intenta demostrar
que en la práctica no hay mucha diferencia entre ambas vertientes del sionismo. Sino
por el contrario, cada vez se producen más similitudes entre la política
sionista de izquierda y la política sionista de derecha. Aquí con el sionismo,
surge nuevamente una dicotomía o un antagonismo entre nacionalismo y religión.
Para muchos judíos ortodoxos la creación del Estado
de Israel junto con el movimiento sionista constituyen un quiebre con la
historia del pueblo judío debido al proceso de secularización que promovió
dicho movimiento. Por ejemplo, el ex presidente de la Knesset, Abraham Burg
decía lo siguiente:
“Cuando
era niño, yo era un judío… Iba al jeder [escuela primaria religiosa]. Me
enseñaban los que habían estudiado en yeshivas [escuelas secundarias
religiosas]. Después toda mi vida he sido israelí: el idioma, los símbolos, los
olores, los sabores, los lugares…todo. Hoy no me es suficiente. De las
identidades que me forman-humana, judía e israelí- siento que mi elemento
israelí me priva de las otras dos” (en Rabkin 2008: 20).
Esta cita destaca, en palabras de un dirigente
político israelí, las diferencia entre la cuestión nacionalista representada
por el movimiento sionista y la cuestión religiosa.
Según Yakov Rabkin (2008) el movimiento nacionalista
tiene cuatro objetivos principales que profundizan la grieta entre judaísmo y
nacionalismo.
1. Modificar
la identidad judía que se enfoca en la Torá para transformarla en una identidad
puramente nacional similar a los nacionalismos europeos.
2. Desplazar
el idish (lengua perteneciente a las comunidades de Europa del Este)
para consolidar una nueva lengua vernácula fundada en el hebreo bíblico y
rabínico.
3. Trasladar
a todos los judíos que habitan en otros países para que vivan en Israel.
4. Por
último, controlar política y económicamente a Palestina.
“Así
el nacionalismo sionista tuvo que recurrir a todo el abanico simbólico para
lograr una identidad y una autoconciencia en términos etnolingüísticos de la
idea de un “pueblo” judío como Nación que a partir de ese momento necesita de
su Estado. Este arsenal, dotado de un alto grado de significación religiosa,
afectiva y mesiánica, fue la natural condición necesaria para generar una
idea-fuerza lo suficientemente atractiva que intente aglutinar lo disperso y
generar la migración”. (Criscaut 2002: 4)
Por
ende, lo que subyace es una idea de que la sociedad se puede definir en
términos de sus particularidades culturales y de la formación de un Estado
territorial soberano que compite en un sistema de Estados, y de esta forma, se constituyen
las premisas esenciales sobre las que se alzan la política e ideología
nacionalista. (Maiz 1994).De esta forma se explica el comportamiento de las
estructuras radicalizadas y su apego por el territorio. Un apego que se
vincula, casi exclusivamente, con la identidad nacional y religiosa. Debido a
que como dice Leo Pinsker: “Hay algo antinatural en un pueblo sin un
territorio, como la idea de un hombre sin sombra” (citado por Criscaut 2002).
NO ES SÓLO UN
PEDAZO DE TIERRA
Como
se desarrolló en la introducción, para dar a cuenta la evidencia empírica y de
esta forma comprobar la hipótesis, se iniciará el planteo describiendo la
política territorial que implementó Rabin la cual generó una oleada de
violencia por parte de los sectores más extremistas de la sociedad israelí y
palestina que devino en el debilitamiento del liderazgo del Primer Ministro
israelí.
La
principal política territorial de Rabin fueron los Acuerdos de Oslo firmados en
1993 que dieron lugar al llamado “proceso de paz”. Este acuerdo mediado por Bill
Clinton, reconocía el derecho de la existencia del Estado de Israel por parte
de Yasser Arafat. Y a su vez, Rabin aceptaba a la Organización para la
Liberación de Palestina (OLP) como único representante del pueblo de Palestina
constituyéndose un autogobierno que sería elegido en elecciones libres y
universales. Por lo tanto, la negociación entre los dos países se basó en la
fórmula reconocimiento por territorio.
Otro
punto importante del Acuerdo es que se incorpora al artículo 4 “Jurisdicción
del Consejo Palestino” en el que se consideraba a Cisjordania y a Gaza como
territorios dentro de una misma entidad estatal bajo el mando del Consejo
Palestino. Pero estratégicamente, Rabin incluye en dicho Acuerdo únicamente a
los palestinos que residen en aquellos territorios mencionados, lo cual deja a
un costado a un 50% de la población palestina que habita en países como Líbano,
Siria o Jordania (Said 2001). En otros términos, de alguna manera Rabin cercó
la negociación con respecto a la población de Palestina fragmentando a la
misma.
Estos
Acuerdos fueron una política que utilizó Rabin para la subsistencia del Estado
de Israel. El líder necesitaba “calmar las aguas” frente a los conflictos que
tenía dicho país con gran parte de los Estados árabes que lo rodeaban (Egipto,
Jordania, Siria, Líbano, Cisjordania y Palestina), como consecuencia inmediata
de la “Guerra de los Seis Días”, en 1967, en la que Israel resultó victorioso
ampliando sus fronteras.
Además
dichos territorios, tanto cedidos como ocupados tienen justificaciones
económicas, pero principalmente, las argumentaciones bíblicas se ubican en la
delantera. “La creencia religiosa de la santidad de la tierra, como el
territorio en el que habitaron sus antepasados y herencia de Abraham, razón por
cualquier intromisión en ella está en contradicción a sus creencias y se debe
desalojar al enemigo” (Guzmán Almansa 2011: 1).
Entonces
para describir la situación, se hará un análisis de las políticas territoriales
que implementó Rabin en los territorios de Franja de Gaza, Cisjordania
(cedidos) y Jerusalén (ocupado).
El
desarrollo de esta investigación se funda en dos premisas:
·
a pesar de hablar de territorios
cedidos, la política de ocupación siguió siendo una pieza central en dichas
áreas. Cuando se habla de cesión territorial se hace referencia a la entrega
del territorio propiamente dicho de Gaza y Cisjordania, pero de todas formas,
Israel siguió teniendo injerencia en las políticas.
·
la política de ocupación no puede
entenderse solamente como la creación de asentamientos judíos en territorio
palestino, sino que hay que tener una mirada mucha más amplia, sobre todo, en
las medidas que se toman para reforzar dicha política. A saber: la creación de
carreteras con el objetivo de dividir el territorio palestino; el control
militar dentro de los territorios ocupados; las demoliciones de casas, entre
otras. Pero, asimismo, hay que tener en cuenta que “los asentamientos siempre
funcionaron como verdaderas bases militares habitadas por civiles pero con
mentalidad militar” (Brieger 1998: 9).
Se fue una parte de la Historia
Geográficamente
la Franja de Gaza se encuentra ubicada a orillas del Mediterráneo y limita al
norte y al este con Israel y con la Península del Sinaí al sur. En la firma de
los Acuerdos de Oslo, el Estado israelí se quedó con el 30% de dicho
territorio, pero como contrapartida cedió el porcentaje restante.
Cuadro
N°3: Franja de Gaza
Cisjordania
,por su parte, es una región de 5640 kilómetros y de 20 a 40 kilómetros de ancho
delimitada al este por el río Jordán y el mar Muerto, al noroeste y al sur por la llamada Línea Verde, según la demarcación que se estableció en el Armisticio árabe-israelí de 1949.
Cuadro
N°4: Cisjordania
Tras
la victoria de Rabin en las elecciones de 1992 hubo un cambio, por lo menos en
el discurso, con respecto a la política de ocupación diferenciándose del
anterior Primer Ministro Yitzhak Shamir, perteneciente al Likud. Pero en la
práctica se comprueba lo contrario. Por ejemplo el líder del partido Likud,
Benjamín Netanyahu, declaró que “de hecho Rabin, que fue mi predecesor y que
firmó los acuerdos de Oslo, se jactaba que el acuerdo le permitía construir
asentamientos. El hecho es que aumentó la población de los asentamientos en un
50%” (Said 2001: 207). Según datos de la Oficina Central de Estadísticas, el
gobierno de Rabin diseñó la creación de unos 480 asentamientos por año. Hacia
1995 la construcción aumentó a 1800 (Grinberg 2011).
De
igual modo, los Acuerdos de Oslo provocaron una discontinuidad territorial pero
con una centralidad gubernamental. Es decir, había un mismo gobierno para dos
espacios geográficos separados. Para concretar dicho aislamiento, Rabin inició
una serie de rutas de circunvalación que funcionaron para dividir las vidas
judías de las vidas árabes apartando los territorios de Gaza y Cisjordania
(Grinberg 2011). La estrategia de discontinuación es una estrategia de
dominación, ya que, como dice Pappé “La separación es un medio para oprimir y
dominar” (Pappé citado por Makdisi 2006: 127).
Una
de las justificaciones gubernamentales para la construcción de dichas
carreteras se sustenta en la necesidad de mejorar el traslado del ejército
israelí, ya que son 400 km de caminos los cuales algunos de esos se
construyeron derribando hogares palestinos o avanzando sobre áreas cultivadas.
Cuadro
N°5: Mapa de Israel que demuestra la
discontinuidad territorial de Gaza y Cisjordania.
Con
lo que respecta a la situación militar, en los Acuerdos se firmó la
transferencia a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) de los territorios de
Franja de Gaza y Jericó. En Oslo II (1995), Cisjordania se dividiría en 3
zonas, en las cuales, la zona A que representa el 2,7% de Cisjordania, quedaría
en manos de la ANP. La zona B, que constituye el 25,1%, sería controlada
civilmente por ANP y militarmente por Israel. Con respecto a la zona C, el
porcentaje restante (72,2%), el control lo retenía Israel.
Cuadro
N°6: División de Cisjordania
Además
del control militar, Israel seguía manteniendo en sus manos la seguridad
general, el agua, la tierra, los asuntos exteriores. En cambio, la ANP
recibiría responsabilidades y atribuciones como la educación, el sistema
sanitario, el correo y el turismo. Con lo que respecta a la seguridad, Rabin en
una entrevista para la CNN en 1993 decía lo siguiente: “vamos a negociar una
retirada gradual de ciertas zonas y observar hasta qué punto la policía
palestina es capaz de garantizar la seguridad. Nuestro ejército es fuerte; si
en un momento dada la situación degenera, podremos retomar el control” (Said
1995: 49).
En
relación a las cuestiones socioeconómicas, Cisjordania tenía en sus manos la
reserva de agua más importante de Israel, en donde se produce unos 600 millones
de metros cúbicos de agua (De Rose 1998).
“La
definición de la toma de aguas fue un punto crucial en los acuerdos de Oslo II,
que enmarcan la captación de aguas por medio de pozos: en Cisjordania, toda
excavación con ese objeto necesita una autorización del Joint Water Commitee,
una comisión mixta integrada por israelíes y palestinos. En la práctica, son
los israelíes quienes deciden y, en general, a favor de las peticiones de
israelíes, no de palestinos”, comenta Stéphanie Oudot,
adjunta del departamento de aguas y saneamiento de la Organización Francesa
para el Desarrollo.
Este
dato no es menor, ya que, la zona donde se encuentra Israel es desértica, por
lo tanto, la provisión de agua se vuelve compleja. Los acuíferos que se
encontraban en la Ribera Occidental han sido entubados por Israel para dotar de
agua, tanto a los campamentos militares como al país mismo (Said 2001). Por
ejemplo Israel comenzó a controlar muchos de los suministros de Cisjordania,
bombeaba el agua desde un acuífero que tiende un puente sobre Israel y
Cisjordania y lo vende nuevamente a los palestinos, en base a una cuota que se fijó
bajo los Acuerdos de Oslo.
Gaza
por su lado, según Said (1995), era un conglomerado superpoblado con gran
cantidad de refugiados, y sobre todo era un lugar simbólico de la resistencia
palestina, dado que en 1987 se dio la Primer Intifada, una de las
manifestaciones palestinas más importantes en contra de la ocupación israelí.
“Comprender la realidad de Gaza significa comprender los retos reales a los que
se enfrentan los palestinos” (Said 1995: 103). Entonces el fervor político palestino
se encontraba en Gaza por lo que Rabin debía derrocarlo.
Para
ello, el Primer Ministro israelí planteó una estrategia económica con respecto
a Gaza. Dentro de ella se permitió el libre tránsito de trabajadores por lo que
perjudicaba a la clase obrera palestina generando de esta manera, un alto
índice de desempleo. Un Informe denominado el “Protocolo de París” caracterizaba
la política económica implementada por Israel de la siguiente manera:
“La principal recomendación de
este informe es el establecimiento de una “unión aduanera” entre Israel y los
“territorios”, lo que implica fronteras abiertas para el libre comercio, además
del libre tránsito (con ciertas limitaciones) de trabajadores y de capital. La
existencia de fronteras abiertas abre opciones para acuerdos políticos futuros
y es, por lo tanto, consecuente con el objetivo principal de las políticas
israelíes” (Grinberg 2011: 116).
Israel
se comprometía a recaudar aranceles aduaneros de importación de la ANP para
luego transferírselos. Por ende, la existencia del gobierno palestino dependía
casi exclusivamente de la voluntad que Israel tenía para la transferencia de
divisas. Por lo tanto, la dependencia palestina se volvió casi irreversible, ya
que Israel era quien decidía las políticas comerciales favoreciendo a sus
importadores por encima de los palestinos.
La
dependencia palestina se vio acentuada por lo que se conoce como los “puentes
abiertos”. Esto es que, gran parte de los productos de exportación fabricados
en los territorios debían ser comercializados a través de Jordania. Entonces,
los palestinos compraban productos israelíes más caros y vendían sus productos
a Jordania a más bajo costo. Para lograr un equilibrio macroeconómico, la mano
de obra palestina en Israel se convirtió en la mayor fuente de ingresos y la
principal industria de exportación de Palestina (Grinberg 2011).
La
infraestructura palestina era otro punto en el cual Israel iba a tener
injerencia. Esto le proporcionaría al Estado judío una especie de trampolín
para tener acceso al resto del mundo árabe (Said 2001). “Palestina se
convertirá en un puente para la dinámica economía israelí, que está de hecho
más organizada y es más poderosa debido a su relación con Estados Unidos y Occidente;
será la entrada al mundo árabe, que es lo siempre quiso” (Said 2001: 116):.
Hasta
ahora se describieron las características socio económicas del por qué se
crearon asentamientos y se llevaron a cabo diferentes para debilitar al
territorio palestino, a pesar de la entrega del territorio de Gaza y
Cisjordania. Sólo restaría explicar la cuestión territorial desde la órbita
religiosa.
Jerusalén de Oro
El
territorio más disputado es Jerusalén, y el que centra toda la atención de la
cuestión. Su justificación pasa esencialmente por la esfera religiosa. En otras
palabras, la conquista de Jerusalén “adquiere una dimensión espiritual por
encima de la dominación material del territorio” (Avi-Hai 1997: 11).
La
importancia de dicha ciudad se debe a que la historia del pueblo judío
encuentra sentido como nación en torno a Jerusalén. Es alrededor de esta ciudad
que se conforma el Estado judío en la antigüedad, y es en ella donde su vida
religiosa, aspecto primordial de su cultura, se desarrolla en toda su expresión.
El
ex alcalde de la ciudad durante los años 1965-1993, Teddy Kollek decía lo
siguiente:
“Por tres mil años, Jerusalén ha sido el objeto central de la
esperanza y añoranza judía. Ninguna otra ciudad ha tenido tan importante lugar
en la historia, cultura, religión y conciencia de un pueblo como lo tiene
Jerusalén en la vida de la judería y el judaísmo. A lo largo de su exilio,
Jerusalén permaneció viva en los corazones judíos como el eje de su historia y
el símbolo de su antigua gloria, su cumplimiento espiritual y su renovación
moderna. Tal corazón y alma del pueblo judío engendra la idea de que si uno
necesitara una sola palabra para simbolizar la historia judía, esa palabra
sería Jerusalén.” (Brimmer n/s).
Una
vez ganada Jerusalén en la Guerra de los Seis Días, Israel sancionó de manera
unilateral una ley sobre la parte Este y sobre la Ciudad Vieja (la parte
religiosa) en la que se adopta, dicha ciudad, como capital de Israel. El
“héroe” de la Guerra de los Seis Días, Moshé Dayan,
cuando ingresó a la Ciudad Antigua de Jerusalén pronunció lo siguiente: “Hemos
vuelto a todo lo sagrado que hay en nuestra tierra. Hemos vuelto y nunca nos
marcharemos” (Masalha 2000: 27), en relación a la anexión de Tierra Santa.
Dicha
ciudad es un lugar sagrado para las tres religiones monoteístas más
importantes. Para los judíos es el lugar donde nace el judaísmo. En ella se
encuentra el Kotel,
un muro que pertenecía al antiguo Templo que fue destruido dos veces y que
fue la única pared que quedó en pie. Para los musulmanes Jerusalén es la ciudad
donde se encuentra las dos Mezquitas más importantes: Qubbat A-sakra
y la de Al Aqsa, donde Mahoma ascendió al cielo. Por último, los
cristianos veneran Jerusalén dado que se sitúa la Vida Dolorosa, lugar donde
Jesús fue crucificado y donde logró, también, la resurrección.
La
política para mantener anexada Jerusalén consistió en la creación de un círculo
de asentamientos alrededor de toda la ciudad, antes territorio palestino, y en
la exportación de ciudadanos religiosos (colonos) a la ciudad vieja, con el
objetivo de “judaizar lo que antiguamente fue territorio palestino
alrededor de Jerusalén Oriental” (Said 2001: 73).
Igualmente,
a pesar de la política territorial de anexión sobre Jerusalén, para las
elecciones locales por la alcaldía de Jerusalén en 1993 el candidato de Rabin
perdió por amplia ventaja ante su opositor del Likud. Esto se debió a que, por
un lado, los judíos ortodoxos apoyaron al candidato de la derecha. Y por otro
lado, al alto abstencionismo de los palestinos que habitaban en Jerusalén.
Para
los judíos, Israel en general, pero Jerusalén en particular, se convirtió en el
“aspecto físico que el pueblo judío posee la materialidad de Dios, lo visible
que posee el ser humano, la comprobación de la existencia de la creación del
mundo” (Guzmán Almansa 2011: 24). En el himno israelí,
incluso, se encuentra escrita la importancia que tiene Jerusalén para el pueblo
judío: “Para ser un pueblo libre en nuestra tierra, la tierra de Sión y
Jerusalén”. Es por ello, que “pese a los múltiples ofrecimientos [para
instalarse en otros lugares] que hubo como el llamado “Uganda” o el de
al-Arish, en el Sinaí, demuestran el peso simbólico de esta zona en la
construcción del imaginario sionista y la persistencia de la tradición” (Criscaut
2002: 11).
Cuadro
N°7: Mapa
de Jerusalén
Así
pues, como se explicó, hay algunos territorios que se ocuparon en la Guerra de
1967, pero cuando se firmaron los Acuerdos de Oslo se cedieron parcialmente (ya
que Israel siguió manejando la política económica-territorial), como
Cisjordania y Gaza. No obstante, Jerusalén se convirtió en el “talón de
Aquiles” del conflicto, dada su importancia espiritual, y por lo tanto, su
relevancia simbólica siguió (y sigue) siendo jurisdicción israelí.
A SANGRE FRÍA
Las
decisiones que tomó Rabin referidas a las políticas territoriales tuvieron su
costo político, y la violencia quedó instalada en la vida cotidiana como un
arma de acción política por parte de las organizaciones, tanto israelíes como
palestinas, que se oponían tanto a la cesión como a la ocupación de
territorios, respectivamente.
Por
un lado se encuentra la organización fanática israelí Gush Emunim. Su
formación se dio luego de la ocupación israelí en Cisjordania en 1967,
despertando un sentimiento territorial en ciudadanos israelíes. Esta
organización es quien lidera la construcción de asentamientos judíos en
Palestina, denominados “colonos”. Estos fueron una “piedra en el zapato para
Rabin” en relación a la cesión de territorios.
Estos
se centran en la importancia que tiene Eretz Israel y la necesidad que
tienen de poblar esa tierra. Es decir, volver al Mito de la Tierra de Israel. Por
ello, la crítica a los Acuerdos de Oslo consiste en que son un ataque a la
religión. El Gran Rabino Yehuda Kook decía: “Es pecado y delito la entrega de
nuestras tierras de Eretz Israel, a manos de gentiles (…) es obligación
de toda persona, de todo ministro del gobierno israelí, de todo miembro del
ejército oponerse con toda la fuerza y valentía a la devolución de cualquier
pedazo de nuestras tierras” (Brieger 1998: 10).
Su
ideología se basa en la “recuperación de los territorios históricos del pueblo
de Israel” (Brieger 1998: 1), lo cual, cualquier tipo de devolución, cese o
renuncia de las tierras es vista como una traición y un pecado al pueblo judío,
donde la población de los territorios bíblicos y la santidad territorial es
precedente a una búsqueda de paz. En definitiva “la ideología se centra en ver
a la tierra como valor principal aún por encima de la vida humana” (Guzmán
Almansa 2011: 7).
Pero
no solamente tienen la intención de no ceder territorio, sino que las bases del
movimiento nacionalista Gush Emunim se centran en una expansión total de la
llamada “Gran Tierra de Israel”. En palabras de Sprinzak:
“cuando los ideólogos de Gush
[Emunim] hablan de la Gran Tierra de Israel piensan no sólo en el territorio
posterior a 1967, sino también en la tierra prometida en la Alianza (Génesis
15). Eso incluye los territorios ocupados, esencialmente Judea y Samaria, el
núcleo central de la nación histórica israelí y vastos territorios que
pertenecen ahora a Jordania, Siria e Irak” (Sprinzak citado en Masalha 2002:31)
Otra
característica de Gush Emunim es que no sólo representan los valores
nacionalistas del sionismo tradicional, sino que la peculiaridad que tienen es
que también unen sus pasiones religiosas. Entonces se podría decir, que la
cuestión nacional y religiosa está en un mismo nivel, dado que dichos
territorios tienen una carga espiritual muy alta. O que los clivajes nacionales
y religiosos se yuxtaponen. Esta unión entre la cuestión nacional israelí y la
espiritualidad judía es denominada como, se dijo en un principio, sionismo
mesiánico.
Pero
más allá de que Israel seguía teniendo atribuciones en Gaza y Cisjordania, a
Gush Emunim le importaba, únicamente, poblar todo el territorio. No estaban
dispuestos a ceder. Incluso, si los palestinos seguían siendo dependientes a
las políticas israelíes. La única cuestión era establecerse en todo el territorio.
Por eso, a pesar de que Israel tenía control de la política y de la economía
palestina, el foco de disputa por parte de la militancia extremista pasaba por
la ocupación entera del territorio.
Por
el lado palestino se ubica Hamas. Esta organización fue creada en 1987, luego
de la Primer Intifada con el objetivo principal de destruir el Estado de
Israel, y establecer allí, un Estado Islámico. Por ejemplo, en su Carta
Fundacional aparece lo siguiente “Israel existirá
y seguirá existiendo hasta que el islam lo aniquile, como antes aniquiló a
otros.” (El Mártir, imán Hassan al-Banna, de venerada memoria).
Pero
al igual que Gush Emunim, Hamas no sólo se centra en la cuestión nacionalista,
sino que sobre todo, la religión también está en la pirámide de prioridades.
“El gobierno fundamentalista del Hamas nunca ha reconocido al Estado de Israel
y por el contrario, propugna pública y oficialmente su odio hacia el pueblo
judío y la destrucción de este país, que ellos denominan “la entidad sionista”.
Justamente
es aquí donde se encuentra la mayor diferencia entre la Organización para la
Liberación Palestina (OLP) y Hamas. Este último entiende al conflicto árabe
israelí como una lucha dual entre el islamismo y el judaísmo. En cambio, el
primero representa la lucha netamente política. (Echeverría 2009).
En
una de las Cartas Islámicas en 1988, Hamas se presenta como el nacionalismo
palestino el cual ven a Palestina como la Tierra Santa que “no debe ser
entregada a los infieles y es indivisible” (Echeverría 2009: 78)
Entonces
una vez presentada las raíces ideológicas de los dos grupos extremistas que se
destacan en este período, restaría explicar la herramienta principal que
utilizaron los militantes radicalizados en contraposición a la política de ocupación
y a la política de cesión territorial. Dicha herramienta fue la violencia. Esta
arma utilizada generó una ola de prácticas violentas hacia el interior de los
Estados que contradicen el denominado “proceso de paz”.
Una
de las más importantes acciones que realizaron los extremistas israelíes fue
conocida como “La Matanza de Hebrón” (25 de febrero de 1994), donde Baruch
Golstein, un colono israelí, entró a la mezquita de dicha ciudad (lugar donde
se encuentran la Tumba de los Patriarcas) y mató a treinta palestinos que en
ese momento se encontraban rezando. Pero una de las cosas más llamativas del
hecho, fue que luego del asesinato los habitantes de su ciudad le hicieron un
homenaje con una placa que decía:
“Aquí yace el santo, Dr. Baruck Kappel Golstein,
bendita sea la memoria del hombre virtuoso y santo, pueda el Señor vengar su
sangre, que consagró su alma a los judíos, religión judía y tierra judía. Sus
manos son inocentes y su corazón es puro. Él murió como un mártir de Dios”.
(Laserna Breziner 2009: 32).
Por
lo tanto, queda demostrado que los hechos de violencia estaban legitimados por
parte de la sociedad. El 62% de la opinión pública israelí, con
respecto a la violencia, consideraba que las acciones de los militares son
insuficientes a principios de los años 90´. Sólo un 21% afirmaba que las
acciones del Ejército son demasiadas o injustificadas. El resto sostenía que
las medidas son justificables.
Gush
Emunim incluso realizaba campañas deslegitimadoras hacia Rabin en los medios de
comunicación, considerándolo un traidor, o colocando fotos vestido con el
uniforme nazi o con una keffia.
La mujer de Rabin luego del asesinato declaraba: "No hace mucho hubo una manifestación del Likud en
Jerusalén en la que se presentó una efigie de Isaac, mi marido, en uniforme
nazi. Netanyahu estaba allí, pero no hizo nada".
Por lo tanto, el discurso de que Oslo proveería
de cierta autonomía a los palestinos y generaba, de esta manera, una
inseguridad latente a la subsistencia del Estado de Israel fue capturado por la
derecha israelí, principalmente por el líder del Likud Netanyahu.
El
momento “culmine” de la violencia por parte de los colonos sucedió con el
asesinato de Rabin el 4 de noviembre de 1995 en un acto público en la ciudad de
Tel Aviv.
Dicha maniobra la llevó a cabo Yigal Amir, un militante expreso de Gush Emunim.
Hamas,
por su parte, utilizó el terrorismo y los ataques suicidas como su arma más
fuerte. “El terrorismo es asimismo a menudo el arma de los desposeídos, la
respuesta del débil al fuerte. Se ha utilizado especialmente en las luchas de
liberación” (Gresh 2002: 144). Es decir que la violencia se convirtió en una
forma de acción política, como también se observó en el accionar de los
colonos.
Pero
la muerte para el grupo extremista palestino tiene una connotación muy
importante. En 1988, Hamas en una carta decía lo siguiente: “Dios es el objetivo,
el Profeta, el modelo, el Corán es la construcción, la Yihad es el camino y la
muerte en el camino de Dios es nuestra sublime aspiración” (Echeverría 2009).
Las
acciones de Hamas generan una contradicción pública, debido a que,
simultáneamente que realizaba dichos actos de violencia también generaba
políticas sociales, sobre todo, la construcción de hospitales y escuelas en
Palestina. Es por ello que un 70% de la población palestina estaba a favor de
los grupos radicalizados (tanto Hamas como Fatah), y un 57% tenía
una visión positiva de la utilización de la violencia.
Cuadro
N°8: Acciones llevadas a cabo por Hamas:
24 de julio de 1995
|
RamatGan
|
6 muertos, 31 heridos
|
Hamas
|
Bomba Suicida en un micro
|
9 de abril de 1995
|
Gaza
|
8 muertos, 50 heridos
|
Hamas y Yihad Islámica
|
2 ataques Suicidas
|
25 de diciembre de 1994
|
Jerusalén
|
13 heridos
|
Hamas
|
Bomba Suicida en una parada de micro.
|
19 de octubre de 1994
|
Tel Aviv
|
22 muertos, 56 heridos
|
Hamas
|
Bomba Suicida en un micro
|
13 de abril de 1994
|
Hadera
|
5 muertos
|
Hamas
|
Bomba suicida
|
Fuente: Laserna
Breziner (2009) “La Incidencia de la violencia
religiosa en las Relaciones Internacionales: Conflicto Israelí- Palestino
1994-1995”. Traducción nuestra.
Entonces se podría decir que las acciones de las
organizaciones nacionalistas-religiosas generaron lo que se podría denominar un
“espiral de violencia”, entendiéndose como una sucesión de conflictos
indefinidos que terminan siendo una marca registrada de la sociedad en su
conjunto. Ese ciclo sin fin de la violencia no pudo ser controlado por el
Primer Ministro israelí.
ATRAPADO SIN
SALIDA
Anteriormente
en este trabajo se hizo mención a la existencia de una escasa literatura que
intente dar un acercamiento teórico para la explicación de los debilitamientos
de los liderazgos políticos.
En
un primer momento se propuso conjugar las dos corrientes teóricas sobre cómo
comprender las construcciones de los liderazgos. A su vez, se destacó la idea
de que no es necesario crear un marco teórico (para el presente trabajo) que
responda a los debilitamientos de dicho fenómeno, sino que únicamente había que
trasladar los análisis de las edificaciones políticas para ser utilizados en
los debilitamientos.
Entonces,
se propusieron dos dimensiones (interrelacionando las dos vertientes teóricas
sobre el liderazgo) para estudiar el liderazgo político de Itzjak Rabin. Estas
son: una dimensión biográfica y otra dimensión institucional.
Pero
ahora bien, si se sigue la línea de investigación del presente trabajo, nos
restaría transpolar dichas dimensiones para describir nuestro principal
objetivo: el debilitamiento de Rabin.
Como se dijo, la construcción del liderazgo político
de Rabin puede explicarse de acuerdo a una dimensión biográfica. En este caso,
la imagen de seguridad y de fortaleza que el Primer Ministro acaparaba debido a
su trayectoria militar, principalmente, durante la Guerra de los Seis Días; y
por su imagen de pertenencia que lo arraigaba aún más a la Tierra de Israel,
dado su origen, siendo Rabin el primero de los Primer Ministro nacidos en
territorio israelí.
De todos modos, esta faceta del liderazgo de Rabin,
también permitió su inestabilidad. Esto se debe a que dicha imagen no lo
favoreció con respecto a las organizaciones palestinas. Es decir, que esa
figura generaba un cierto rechazo a los palestinos, por causa de su trayectoria
militar, revolviendo los peores sentimientos de la sociedad palestina
representados por Hamas, dado que, se podría decir, que Rabin fue uno de los
bastiones y de los “culpables” del achicamiento territorial de Palestina. Por
ende, en la política de ocupación se esconde una trayectoria legitimadora, no
sólo del Estado de Israel, sino del mismo Rabin. Y además, de la imagen
“nacionalista” que Rabin encaraba fomentaba la utilización de la violencia de
Hamas.
Ahora bien, la dimensión institucional que de alguna
manera provocó la construcción de poder de Rabin dado que logró una coalición
de gobierno que integró a partidos palestinos como a partidos de extrema derecha
israelíes, también explica su caída. Este último punto, explica la estrategia
política de ceder territorios. Es decir, la alianza de gobierno con palestinos
e israelíes obligó a negociar territorios, y de alguna manera, lograr un
equilibrio social entre ambas sociedades. Y sobre todo revela la inacción del
Primer Ministro israelí con respecto a la actitud con los colonos judíos.
El
gobierno de Rabin nunca direccionó una política que persuada a los colonos. Es
más, Brieger (1998) explica que “la política laborista de no considerar a los
colonos como enemigos porque, a pesar de todo, eran judíos -los enemigos son
los palestinos- fue lo que permitió el desarrollo de los grupos que incubaron
el asesinato del primer ministro Itzjak Rabin” (Brieger1998:7).
Carbone
y Fanello (2010) coinciden con Brieger en que Rabin no inició una verdadera
política para frenar los avances de los grupos extremistas debido a dos
motivos: “un choque directo con los colonos implicaría una ruptura de gobierno
de coalición, ya que la derecha partidaria tiene una importante base de apoyo
en la población de los asentamientos, y de otra parte, la posibilidad que se
produzca pugnas dentro de Israel que deriven en una guerra civil (Carbone y
Fanello2010:7).
Por
último, los colonos (por decisión de Rabin) lograron penetrar en las Fuerzas
Armadas israelíes, por lo que aumentó la potestad de los militantes ortodoxos
en la toma de decisiones. Y a la vez, el gobierno les prometió a los mismos
colonos un aumento de la seguridad en los territorios que requería el control
de las fronteras y también el control dentro de la misma Franja de Gaza
(Grinberg 2011). Por ejemplo, el Jefe del Estado Mayor en esos momentos, Ehud
Barak
se dirigió a la Knesset con las siguientes palabras: “Nada nos obliga a renunciar
a la responsabilidad por los judíos de los territorios (…), si las FDI se
repliegan de los territorios, se tornará muy complicada la misión de garantizar
la seguridad de los colonos” (Grinberg 2011: 133).
Entonces
se podría decir que los elementos que constituyen las dos dimensiones
analíticas, tanto la institucional como la biográfica, pueden llegar a explicar
la construcción como el debilitamiento del liderazgo político del Primer
Ministro del Estado de Israel Itzjak Rabin durante el “proceso de paz”.
En
la dimensión biográfica, Rabin fortaleció su poder con los grupos extremistas
judíos debido a su trayectoria militar y al ser el primer Jefe de Estado de
origen completamente israelí, reflejada en la política de ocupación que llevó a
cabo. Pero a su vez, esto generó el rechazo de la sociedad palestina, como
consecuencia del papel crucial que tuvo Rabin durante las olas expansivas
territoriales de Israel, las cuales proporcionaron una quita importante de
tierras a Palestina.
Lo
mismo sucede con la dimensión institucional. En un primer momento, la coalición
de gobierno que Rabin formó para las elecciones de 1992 integrando a Hadash y
Mada como representantes palestinos con Shas compuesta por judíos ortodoxos, le
permitió el acceso al poder. Pero, también, provocó un trade off. Al
incorporar a los colonos al gobierno, el accionar de Rabin se encontraba
cercado, en relación al enfrentamiento con las organizaciones extremistas
israelíes. Por lo que su estrategia de cesión territorial no fue vista con
buenos ojos por parte de los grupos radicalizados judíos/israelíes.
CONCLUSIONES
Como
se afirmó en este trabajo, la literatura sobre liderazgo político no es
explícita en la cuestión referida a los debilitamientos, sino que por el
contrario, la bibliografía académica se centra, preferentemente, en la
construcción de dicho fenómeno.
Para
explicar los liderazgos políticos se tuvieron en cuenta dos corrientes analíticas
sobre el estudio del liderazgo. La vertiente que se centra en las aptitudes en
combinación con aquellas que analizan las cuestiones contextuales. Entonces se
aplicaron dos dimensiones al estudio del liderazgo. Una dimensión biográfica y
otra institucional. Se utilizó el liderazgo de Itzjak Rabin para implementar en
un caso empírico el marco explicativo de esta investigación. Este fue el
producto de una revisión de la literatura especializada y una propuesta de
complementación de enfoques.
En
el caso de Rabin se puede observar que la construcción de su liderazgo se puede
explicar en base a los elementos que constituyen aquellas dimensiones, pero a
su vez, dicha operacionalización puede exponer los rasgos de su debilitamiento
político. Rabin fundó su poder en base a una imagen de “fortaleza nacional” que
lo debilitó del lado palestino. Es decir, que la dimensión biográfica (su
nacimiento en el Estado de Israel, con lo que eso implica, sumado a su carrera
militar donde construyó su poder y su prestigio del lado israelí) fue la clave
en la construcción de su liderazgo político.
En
cambio, en la dimensión institucional (los recursos objetivos que gestó, a
saber: posición en el partido y en la coalición de gobierno dentro del sistema
israelí para la formación de gobierno, incluyendo a partidos palestinos) se
destaca la imagen de “unidad y de paz” con los palestinos, la cual desgastó su
figura desde el punto de vista israelí.
En
fin, la dimensión biográfica explica de alguna manera la violencia por parte de
las organizaciones palestinas. Esto es, su accionar violento se debió a una
imagen de seguridad y de “pasado oscuro” al que Rabin remitía debido a su
trayectoria militar. La política de ocupación materializó las aspiraciones del
Primer Ministro, contrarias a la verosimilitud de su intención de paz.
Por
su parte, la dimensión institucional explica la violencia de los grupos
extremistas israelíes. La política de cesión de territorios a Palestina
“sacudió” los sentimientos nacionalistas y religiosos, es decir los clivajes
fundacionales, generando un clima hostil hacia Rabin. Pero, simultáneamente,
la incorporación de los colonos a la coalición de gobierno dejó cercado y sin
efecto la iniciativa política del ya casi rendido Primer Ministro.
A
continuación se presenta un cuadro el cual constituye la síntesis del argumento
general de la presente investigación:
CUADRO N°9:
Liderazgo Político de Rabin
Como
resultado se observa que la firma de los Acuerdos de Oslo (principal política
territorial) no hizo más que debilitar el poder del Primer Ministro. Este
proceso se produjo como consecuencia inmediata de las actitudes y acciones
violentas que emanaban de las organizaciones extremistas quienes se oponían a la
firma de los Acuerdos, debido a la estrategia de ceder y ocupar territorios que
implementó Rabin. Estos profundizaron la grieta
entre palestinos e israelíes. Mejor dicho, entre las organizaciones
fundamentalistas y Rabin. Entonces la violencia tomó un protagonismo único en
la forma de hacer política por parte de las agrupaciones extremistas, tanto
palestinas como israelíes.
Por
ende, el “proceso de paz” no fue tal. Algunos de los escritos sobre este
período (Rajmil; 2013, Jaime; 2014, Said; 1995) coinciden en que el “proceso de
paz” no solucionó ninguno de los temas realmente conflictivos, como los
asentamientos judíos, el status de Jerusalén, el retorno de los refugiados,
cuestiones referidas a la seguridad, a las futuras fronteras o las relaciones y
a la cooperación entre ambos países, sino que en realidad “a pesar de la
tremenda atención que le han prodigado los medios de comunicación y los
gobiernos [a los Acuerdos], ni puede llevar a una auténtica paz, ni es probable
que la favorezca en el futuro” (Said 2001: 18).
Lo
que realmente sucedió fue que se inició una “paz imaginaria” (Grinberg 2011).
En otras palabras, visto desde el campo de acción externo se reflejó la idea de
que los objetivos principales de la paz habían llegado a Israel y a Palestina.
Pero cuando se hace foco se ve que sucede todo lo contrario, y ese imaginario
se desmorona. Se estableció un crecimiento de la violencia, sobre todo de una
violencia legitimada y liberadora (Fraschini, 2008). Una violencia que pasó de
ser invisible desde el Estado, o mejor dicho, fomentado a través de su poder
infraestructural a una violencia directa, que como se observó, fue aprobada y
apoyada por diferentes dirigentes de la oposición a Rabin.
Entonces,
la violencia se convirtió en la protagonista principal de la escena política.
Dicha arma tuvo su clímax con el asesinato de Itzjak Rabin, cuyo legado
fue un ciclo interminable de conflictos. Pero cabe aclarar que el Primer
Ministro, más allá de su muerte en sí, ya se encontraba muerto políticamente.
Estaba “atrapado sin salida”, su ambigüedad en la política territorial provocó
que su poder y sus movimientos estén cercados a merced de las organizaciones
radicalizadas, proveyendo a dichos grupos de una mayor capacidad de acción.
Dicha
política sensibilizó los clivajes fundacionales del Estado y de la sociedad,
tanto palestina como israelí, siendo la iniciativa territorial una pieza central
en su sustento político y en su credibilidad. Pero al ser el territorio un
elemento clave en la constitución de un Estado, principalmente del Estado
israelí, (el cual el territorio se sustenta en creencias divinas y el cual no
se encuentra definido en su totalidad, sino más bien se haya dividido), su
doble estrategia provocó la erupción de la violencia ya que la política de
Rabin sacudió las bases que respaldan al Estado y a la sociedad en su conjunto.
Por
último, y con lo que respecta al futuro científico, esta investigación intenta
ser una iniciativa para el estudio del conflicto palestino-israelí pero desde
la perspectiva de los liderazgos políticos. Como se dijo anteriormente,
entender los liderazgos es comprender la construcción de las sociedades y de la
forma de hacer política. Es por ello que este trabajo propone, de alguna forma,
una contribución a la ciencia política transportando las líneas o perspectivas
teóricas del liderazgo hacia una zona, no sólo desértica geográficamente sino
desértica conceptualmente Es decir, en la literatura revisada, la que circula generalmente
en el ámbito de la ciencia política en Argentina, ni el liderazgo de Rabin ni
los Acuerdos de Oslo han sido analizados desde la perspectiva de los liderazgos
políticos.
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