Resumen
El presente trabajo
aborda el vínculo entre los medios de comunicación y los gobiernos de Néstor
Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández (2007-2015). Para eso se analizan los
antecedentes históricos en Argentina y lo que sucede en otras partes de la región.
La relación, que comenzó siendo cordial, cambió abruptamente con la llegada al
poder de Cristina Fernández y la crisis del campo. A partir de allí, el
gobierno eligió a los medios, particularmente a Clarín, como enemigo político,
propugnó por una nueva ley de medios y utilizó los recursos públicos para crear
un monopolio estatal que siguiera el discurso oficial.
Abstract
This paper examines
the connection between the media and the governments of Néstor Kirchner
(2003-2007) and Cristina Fernández (2007-2015). We analyze historical
blackground in Argentina and what happens in other parts of the region. The
relationship, which began as cordial, abruptly changed whit the administration
of Cristina Fernández and the farm conflict. From there, the government chose
the media, particularly Clarín, as a political enemy, advocated for a new media
law and used public resources to create a monopoly of state media to follow the
official discourse.
El matrimonio Kirchner y los medios de
comunicación: del diálogo a la guerra mediática
Por: Alán Hernández
1. Introducción
La presente
investigación abarcará los tres períodos presidenciales de Néstor Kirchner
(2003-2007) y Cristina Fernández (2007-2015). Si bien muchos cientistas
sociales tienden a tomar al kirchnerismo en su conjunto, como un ciclo único de
doce años, es posible establecer una ruptura entre el primer mandato de Néstor
Kirchner y los dos últimos de Cristina Fernández respecto a una variable en
particular: La relación con los medios de comunicación.
La hipótesis de la
que partimos, entonces, sería la siguiente: ¨A pesar de la continuidad en
muchas políticas económico-sociales durante los doce años de kirchnerismo, la
relación con los grandes medios de comunicación, cordial entre 2003 y 2007, se
habría visto profundamente dañada con la llegada de Cristina Kirchner al Poder
Ejecutivo. Se pasaría de un Presidente más dialoguista y necesitado de
consensos, a una Presidenta confrontativa y con un discurso más agresivo hacia
la prensa¨.
En una primera
parte, se abordará la noción medios de comunicación desde diferentes
perspectivas teóricas: su vínculo con la opinión pública, el rol especial de la
radio y la televisión, así como el papel de los medios en las democracias
modernas.
Luego se
desarrollarán los antecedentes históricos en Argentina sobre el vínculo entre
la prensa y los gobiernos desde el retorno de la democracia: gobiernos de
Ricardo Alfonsín (1983-1989), Carlos Menem (1989-1999), Fernando de la Rúa
(1999-2001) y Eduardo Duhalde (2001-2003).
Antes de analizar
al ciclo de Néstor y Cristina Kirchner en su vínculo con los medios de
comunicación, se buscarán paralelismos en la región durante el mismo período
histórico: se tomarán los casos de Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en
Bolivia y Hugo Chávez en Venezuela.
Se desarrollará,
entonces, el gobierno de Néstor Kirchner y su relación con la prensa: las
primeras editoriales ante la llegada de un Presidente desconocido para la
mayoría de los argentinos, la búsqueda de consensos, la buena relación con
Clarín y los negocios en juego.
Luego podremos
tratar al gobierno de Cristina Fernández: sus promesas de campaña, la crisis
del campo, la ley de medios, las razones de la pelea con Clarín, las cadenas
nacionales y la construcción de un ¨monopolio¨ paraestatal.
Al final del
trabajo se expondrán las conclusiones de la investigación.
Aproximación al
concepto ¨medios¨
Desde diferentes
perspectivas teóricas, distintos autores han analizado la importancia de los
medios de comunicación en su vínculo con la sociedad moderna.
¨La Revolución
Francesa es la revolución liberal por excelencia, y con ella triunfa la
libertad de expresión¨ (CANDIDO MONZÓN: 1996). Con ella habrían cobrado fuerza
las libertades relacionadas directamente con la opinión pública: la libertad de
opinión, de palabra, de imprenta y de expresión.
Pero la opinión
pública entraña per se un problema: ¿A quién debe acudir la minoría frente al
¨yugo¨ de esa opinión pública? A Tocqueville[1]
no le espantaba el exceso de libertad, sino la ausencia de garantías frente a
la tiranía, incluida la de la opinión pública. Asimismo, Stuart Mill[2] temía por
la libertad de una ¨mayoría intolerante¨.
Con la opinión
pública aparece unida la noción de medios de comunicación, y la eterna
incógnita del huevo y la gallina: ¿Los medios crean opinión pública, o la
opinión pública condiciona la agenda mediática? Parece más bien un proceso de
doble vía. Fernando Ruíz[3]
define a los medios de comunicación como entidades tridimensionales: son, a la
vez, una organización (comercial, social o estatal), una comunidad profesional
y un actor político. Ya en la Inglaterra del Siglo XVIII la prensa era llamada
¨el cuarto poder¨ debido a su centralidad política.
Alejandro Muñoz
Alonso[4]
refiere a la importancia que cobran en los años ’50 dos grandes medios: la
radio y televisión. Las campañas electorales serán más ¨una lucha de imágenes
que ideas o programas¨. Mientras las ideas pierden peso, la imagen del líder
cobra mayor significancia. ¨La que tiene influencia es la gran prensa
comercial, en principio no adscrita a ningún partido, aunque frecuentemente
simpatice con alguno al que, a veces, apoye sin reserva¨, continúa Alonso. Las
campañas electorales clásicas centradas en los mítines han sido reemplazadas
por el imponente escenario televisivo.
Para Habermas[5], los
medios son una pieza fundamental de las democracias occidentales, al servir
como ¨interlocutores¨ entre el Estado y la sociedad civil. Crean un ¨espacio
público¨ en el cual la comunidad puede discutir los asuntos de relevancia. Mc
Combs y Shaw[6],
por su parte, postulan la teoría de la agenda setting, según la cual los medios
determinan qué temas son los importantes y cuánto espacio informativo se les
debe asignar.
Contrario a lo que
podría indicar el sentido común, Silvio Waisbord[7]
sostiene que el avance de internet en los últimos años no es indicio de la
¨muerte¨ de los medios tradicionales: ¨Internet muestra un proceso de
desmediatización y remediatización. En realidad, las empresas periodísticas
tradicionales, con muy pocas excepciones, son las que concentran gran parte del
tráfico de internet¨. Hoy en día se consume más información que hace 20 años,
pero se tiende a leer los mismos diarios de siempre, en los que se tiene cierta
confianza. Hay una ¨exposición selectiva¨: el lector no se expone a aquello que
contradice lo que él ya piensa. La agenda de los medios está marcada por la
agenda oficial: un acto presidencial, una sesión legislativa, una conferencia
de un Ministro.
3. Medios y poder: Antecedentes
históricos en Argentina
Desde el
restablecimiento de la democracia, el vínculo en Argentina entre los medios de
comunicación y el poder político ha sido conflictivo. Entre 1983 y la llegada
de Néstor Kirchner al poder en 2003, varios son los puntos a destacar en
relación a los medios de comunicación: fin de la censura (presente durante los
gobiernos autoritarios), concentración de medios en pocos grupos económicos,
convergencia tecnológica (audiovisual, informática, telecomunicaciones),
mediatización de la política, avances y retrocesos en la creación de una nueva
Ley de Medios, y una difícil relación con el Grupo Clarín[8].
Repasamos algunos de los hechos más destacados a lo largo de los sucesivos gobiernos
democráticos.
Alfonsín: Fin de la
censura, transformación de la comunicación
Como bien señala
Gleen Postolsky[9],
desde comienzos de los años ’80, los mass media[10] se han
convertido en la región y en todo el mundo en uno de los sectores más dinámicos
de la economía global. Los avances en la informática, las telecomunicaciones y
la radiodifusión abrieron una amplia gama de posibilidades para la inversión en
comunicación. La información se transformó en un producto plausible de ser
comerciable. La transformación en el sistema de medios se dio acompañada de una
paradoja: mientras se precarizaban las condiciones laborales de quienes se
dedicaban al ámbito periodístico, se profesionalizaban los comunicadores por
medio del auge de carreras de grado como Comunicación o carreras terciarias de
Periodismo.
Raúl Alfonsín
(UCR), Presidente de la Nación entre 1983 y 1989, es recordado por sus
históricos discursos presidenciales y su oratoria. Su gestión tuvo claros y
oscuros, destacando por un lado el restablecimiento de los valores democráticos
y el juzgamiento de las Juntas Militares, y por otro la crisis de la deuda
externa, la posterior hiperinflación y las rebeliones militares a final de su
mandato[11].
Alfonsín era un líder de la vieja escuela, que decía lo que pensaba y poco
callaba: no tuvo reparos en criticar a Estados Unidos en Washington, pelearse
¨a muerte¨ con la Sociedad Rural o enfrentarse a Clarín y La Nación, los
diarios de mayor tirada del país.
Una de las mayores
contribuciones de Alfonsín respecto a los medios fue poner fin a la censura
directa, presente durante el mal llamado Proceso de Reorganización Nacional
(1976-1983). El líder radical tenía un gran objetivo en su política de
comunicación: crear una nueva Ley de Radiodifusión y reemplazar así a su
antecesora, creada durante la última dictadura militar. Sin embargo, no logró
su objetivo, producto de las dificultades para lograr el consenso necesario
entre los actores en puja y de las presiones de los medios consolidados, que
temían cambiar las reglas de juego en momentos en que los avances tecnológicos
estaban transformando dramáticamente el campo de la comunicación.
A continuación,
transcribimos un fragmento del discurso[12]
de Alfonsín ante la Asamblea Legislativa el 10 de diciembre de 1983, día en que
asumió como Presidente de la Nación:
¨El
ciudadano común percibirá, de la mañana a la noche, la diferencia entre el
autoritarismo y la democracia. Puedo asegurar que seremos totalmente honestos,
desde el punto de vista intelectual, en la administración de los medios de
comunicación en manos del Estado y que ellos serán conducidos no solamente con
limpieza administrativa sin o con limpieza política, de modo que nunca más
alguien tenga que rechazar o subvalorizar una noticia por provenir de un canal
oficial y que nunca más nadie pueda suponer que se retacea la información
completa a que tienen derecho¨.
En
la anterior cita, se puede entender la visión que tenía Alfonsín de los medios
masivos: plurales, diversos y por fuera del control estatal. Por aquél
entonces, el gobierno controlaba una importante porción de medios
audiovisuales: al menos 67 emisoras radiofónicas y 17 canales de televisión.
Este control le permitió a Alfonsín sortear con éxito la rebelión militar en la
primavera de 1987. Respecto al caso de ATC (Argentina Televisora Color), canal
público que había sido cómplice de la represión durante el último gobierno
militar, comenzó a tener una mayor pluralidad de voces y programas artísticos,
aunque en su mayoría de baja calidad.
Con el paso de los
años y el avance de las dificultades económicas, el diario Clarín adoptó una
posición cada vez más crítica hacia la gestión radical. En un discurso en
febrero de 1987, Alfonsín hizo notar su enojo con el periódico: ¨Yo les pido
que vean Clarín, que se especializa en titular de manera definida, como si
quisiera hacerle caer la fe y la esperanza al pueblo argentino. Sabemos que es
un opositor acérrimo y no nos interesa¨. El origen del conflicto, según
Leopoldo Moreau, radical luego devenido kirchnerista, era el Articulo 45 de la
Ley de Radiodifusión entonces vigente. El artículo impedía que los dueños de
diarios sean también dueños de radios y canales de televisión. Alfonsín no
estuvo dispuesto a derogarlo, lo que habría sellado su relación conflictiva con
el grupo de Héctor Magnetto.
Menem:
Privatización de medios, mediatización de la política
Carlos Menem (PJ),
Presidente entre 1989 y 1999, llegó al poder prometiendo la revolución
productiva y el Salariazo[13].
Sin embargo, su programa económico estaría en sintonía con las políticas
recomendadas por el Consenso de Washington: reducción del gasto público y
disciplina fiscal, apertura y desregulación de la economía, privatización de
empresas estatales. El gobierno, abocado al principio de su gestión a terminar
con la hiperinflación descontrolada, legitimaba sus medidas económicas en torno
a la idea de que el Estado era demasiado grande y sus prestaciones altamente
ineficientes.
La caída del Muro
de Berlín y la posterior disolución de la Unión Soviética legitimaban el
discurso menemista: Argentina se alineaba a Estados Unidos y a las democracias
liberales en pos de la reforma del Estado y la modernización de su economía.
La estructura de
los medios de comunicación no fue ajena a los lineamientos generales de la
política macroeconómica neoliberal. Como bien marca Pablo Sirven[14], la
lista de las controvertidas privatizaciones durante la era menemista, bajo las
leyes de ¨Reforma del Estado y Reestructuración de empresas públicas¨ comenzó
con la privatización de Canal 11 y Canal 13. La derogación del artículo 45 de
la ley de Radiodifusión permitió el ingreso al mercado audiovisual a empresas
periodísticas hasta entonces impedidas de hacerlo.
Uno de los mayores
beneficiados con la privatización de los medios y la derogación del artículo
citado fue el Grupo Clarín, que logró diversificarse enormemente y hacerse de
negocios sumamente redituables: adquirió Radio Mitre y Canal 13, firmó un
contrato para la televisación exclusiva del futbol nacional y se expandió por
todo el país a través de Multicanal.
Como plantea
Postolsky[15],
durante la década del ’90 ¨los agentes económicos finalmente impondrán sus
intereses profundizando la tendencia mercado céntrica¨. Postolsky distingue dos
etapas durante la administración menemista: una primera (1990-1995)
caracterizada por la presencia de capitales nacionales en un mercado de
radiodifusión oligopólico, y una segunda (1995-1999) donde se produjo una
transferencia de los principales medios de radiodifusión a nuevos agentes
vinculados al sector financiero, empresas de telecomunicaciones y operadores
internacionales.
Esta fenomenal
ampliación del negocio de las comunicaciones, caracterizada por una fuerte
concentración en pocos grupos poderosos, permitió que Menem mantuviera durante
largos años un buen feeling con los mass media. Con la estabilidad de la
inflación, y ciertos índices económicos positivos, el régimen de
convertibilidad gozó de alta aceptación. Con el objetivo de ‘acercarse al
público’ y humanizar su figura, Menem asiste a una importante cantidad de
¨programas de televisión, eventos deportivos o shows musicales¨[16]. Se da
entonces la mediatización de lo político, fenómeno a partir del cual el líder
se populariza, se muestra como una celebridad y la imagen es cuidada hasta el
último detalle. Los estudios de televisión reemplazan a los mítines políticos.
¨El poder del video se convierte en el centro de todos los procesos de la
política contemporánea por su capacidad de orientar la opinión¨ (SARTORI:1990).
La nueva política elige los medios audiovisuales porque es allí donde
encontrará sus receptores: ahora como televidentes, luego como electores.
Vale destacar que,
si bien Menem gozó de una prolongada ¨luna de miel¨ con los grandes medios,
también durante su gobierno se dio el auge de las investigaciones periodísticas
sobre la corrupción menemista. Entre los libros más vendidos[17] podemos
nombrar ¨Robo para la corona¨ de Horacio Verbitsky, ¨Menem, la vida privada¨ de
Olga Warnat o ¨Pizza con champán¨ de Silvia Wagner.
De la Rúa: desde la
reforma que no fue a la ridiculización de su figura
Durante la campaña
electoral de 1999, Fernando De la Rúa se había comprometido a sancionar una
nueva ley de medios ¨moderna y actualizada, cuya consigna básica sea no
restringir, sino ampliar y asegurar la libertad de prensa¨. En septiembre de
2000, el gobierno concluyó la redacción de un anteproyecto que establecía
claras limitaciones a las licitaciones. El rechazo de los grandes grupos de
medios a la nueva iniciativa, sumado a la creciente crisis económica, llevó el
proyecto al olvido.
Con la derrota del
radicalismo en las legislativas de octubre de 2001, el gobierno perdió la poca
legitimidad que le quedaba ante los medios y la sociedad civil. De la Rúa deja
el poder en diciembre con una importante imagen negativa, producto de una
dramática crisis económica, social y política.
Años después, ya
fuera del gobierno, el ex Presidente se quejaría del rol de los medios durante
su administración: ¨Se hizo serio daño a la autoridad presidencial¨. De la Rúa
fue objeto de burlas en varias oportunidades[18],
sobre todo en torno a su figura de líder ¨aburrido¨.
Duhalde: época de
crisis, medios a la defensiva
El Presidente
Duhalde llega al poder con el objetivo de estabilizar la situación económica,
luego de la renuncia en apenas una semana de los demás Presidentes en la línea
sucesoria de De la Rúa (Ramón Puerta, Adolfo Rodriguez Saá y Eduardo Camaño).
La presidencia de Duhalde gozó de cierto consenso: la situación era delicada y
los distintos actores sociales y económicos entendían que el apoyo a las
medidas de la nueva gestión era clave para salir de la crítica situación. Fue
así que, a pesar de los costos sociales, Duhalde emprendió la salida de la
convertibilidad y la consecuente devaluación del peso.
Tal como sostiene
Martín Becerra[19],
el Estado se encontraba ¨dispuesto a ayudar a las empresas periodísticas
salvaguardando las condiciones patrimoniales, concentradas y centralizadas en
pocos grupos¨. Es decir, se avanzó en una estrategia defensiva que buscaba proteger
a los grandes grupos y evitar que perdieran el control del sector que
dominaban. Es el caso del Grupo Clarín, que se encontraba en una situación
financiera complicada y fue favorecido por dos leyes en particular: por un
lado, la ley de ¨Protecciones Culturales¨ que incluía a las empresas
periodísticas; y por otro, la modificación de la ley de Concursos y Quiebras,
que eliminaba la posibilidad del cramdown, mecanismo que podría permitir
que un acreedor externo se apropiara de la compañía incluso antes de declararse
en quiebra.
4. América Latina posneoliberal:
La prensa como enemigo ideal
El choque entre
medios de comunicación y poder político no es un fenómeno exclusivo de
Argentina. Si bien en América Latina los principios democráticos básicos gozan
hoy de un alto consenso, la libertad de expresión es uno de los aspectos más
descuidados. En los últimos años, los gobiernos autoproclamados ¨nacionales y
populares¨ han mantenido una disputa constante, con distinto grado de gravedad,
con los mass media. Nunca antes en la historia de la región se había puesto
tanto el foco en el rol de los medios de comunicación como en la actualidad.
Aunque tampoco se trata de una novedad: Presidentes como Perón, Vargas o
Salvador Allende protagonizaron duros enfrentamientos con los medios de su
época.
En los últimos
años, los presidentes de la nueva izquierda latinoamericana comenzaron a
desarrollar una nueva forma de comunicación: se dejó de lado las tradicionales
¨conferencias de prensa¨ o las entrevistas con periodistas especializados, para
hacer uso y abuso de mecanismos de comunicación directa ¨con el pueblo¨, tales
como la cadena nacional.
Con el objetivo de
atenuar el poder de los medios, varios países implementaron reformas en su
legislación sobre la comunicación, comenzando por la Ley de Responsabilidad
Social de Radio y Televisión venezolana en 2004. ¨A contramano de la relajación
de las normas sobre medios de comunicación que es moda en los países centrales,
en América Latina gobiernos de distintos signos políticos impulsan, desde hace
una década, nuevas regulaciones para el sector¨ (BECERRA: 2014).
Frente al potencial
de los medios, siguiendo el análisis de Fernando Ruiz[20], los
políticos de la región han retomado la iniciativa mediante las siguientes
estrategias:
- Estigmatización
de los medios como actores políticos/económicos
- Aplicación y/o
reforma del marco regulatorio
- Fortalecimiento
de los equipos de comunicación política
- Cooptación de los
medios comerciales o sociales
- Desarrollo de
medios estatales
- Desarrollo de la
comunicación directa
Analizamos a
continuación tres casos representativos del enfrentamiento entre los gobiernos
de la ¨Nueva Izquierda¨ y los mass media: Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales
en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador.
Chávez: Aló
Presidente
Hugo Chávez llegó
al poder luego de vencer en las elecciones presidencial de 1998. En ese
entonces, existía un profundo descreimiento de la clase política tradicional:
el régimen del ¨Punto Fijo¨, bipartidismo encarnado por la Acción Democrática y
COPEI, no había dado respuestas a las demandas de una mayoría de venezolanos en
condiciones sociales vulnerables.
Chávez contaba con
la ventaja de ser un outsider, un militar que fue partícipe del primer intento
de golpe de Estado contra Carlos Andrés Pérez, en febrero de 1992.
Aunque Chávez no
era el candidato favorito de los medios, el hecho de que el nuevo Presidente
nunca había ocupado cargos públicos y de que era reacio a la vieja clase
política, le permitió tener un buen vínculo con la prensa, que demandaba un
urgente cambio.
Philip Kitzberger[21]
identifica el inicio de la confrontación entre Chávez y los medios a fines de
1999, cuando la prensa criticó el accionar gubernamental de asistencia a las
víctimas de un alud en el estado de Vargas. Chávez, en respuesta a las
críticas, calificó a los medios como ¨los enemigos del pueblo¨. Se cayó así en
un punto de no retorno: a medida que el Presidente intensificaba sus
descalificaciones contra la prensa, los medios de comunicación reemplazaban su
imparcialidad periodística por un constante ataque contra el gobierno chavista.
Las voces opositoras comenzaron a ocupar cada vez mayor tiempo en los medios
privados.
Durante el intento
de golpe de Estado contra Chávez en abril de 2002, los medios privados
ignoraron las manifestaciones a favor del líder destituido. Chávez calificó a
la prensa como ¨terroristas mediáticos¨. El rol de los medios fue duramente
cuestionado y la ética periodística quedó en la cuerda floja.
Los paros de
diciembre de 2002 y enero de 2003, convocados por la Coordinadora Democrática,
gozaron de una amplia cobertura mediática: los medios privados suspendieron su
programación habitual en reemplazado de propaganda política. Para Javier
Castillo Briceño[22],
a través de las imágenes ¨se simulaba un estado de guerra¨ o ¨una
hiperrealidad¨ que no era tal. ¨Ostensiblemente, la terquedad del oficialismo,
los intereses capitalistas de la oposición y la omnipotencia de los medios de
comunicación impulsan el afán de poder¨, concluye Briceño.
Uno de los recursos
mediáticos más utilizados por Chávez fue el ¨Aló Presidente¨[23],
programa emitido los domingos por el Sistema Nacional de Medios Públicos de
Venezuela. Chávez justificaba la utilización de los medios estatales bajo la
idea de equilibrar el poder mediático con el que contaban los líderes
opositores en los medios privados. El programa sirvió a Chávez para ¨humanizar¨
su figura: en el habla de política, de la vida cotidiana, critica a sus
adversarios y enaltece a sus aliados, da consejos, cuenta anécdotas, hace
humor. A través de esta relación no mediada, el líder bolivariano busca
conectarse con los sectores más vulnerables de la sociedad venezolana que no
acostumbran a leer la prensa escrita. El público presente está compuesto por
simpatizantes, funcionarios gubernamentales, militares y movimientos sociales
identificados con el gobierno. El modelo de comunicación chavista será copiado
por otros mandatarios de la región, tales como Correa y sus ¨enlaces
ciudadanos¨ o Cristina Kirchner y sus cadenas nacionales.
En conclusión, los
medios venezolanos son identificados por el chavismo como los ¨enemigos del
pueblo¨, representantes de los intereses económicos concentrados, del
imperialismo norteamericano y de la oposición oligárquica. En cambio, los medios
identifican a Chávez como un líder neo populista, caudillista, que hace
peligrar las instituciones democráticas venezolanas y que busca llevar al país
hacia un modelo castro-comunista. Sobre estas dos visiones antagónicas se
desarrolla la intensa polarización que hasta hoy caracteriza a Venezuela.
Evo Morales: un
líder rechazado por los medios tradicionales
“Gracias, quiero
reconocer a algunos medios de comunicación, profesionales que permanentemente
nos recomendaban para aprender. Pero también algunos periodistas o periodistas
mujeres, permanentemente satanizaron la lucha social; permanentemente nos
condenaban con mentiras. Estamos sometidos por algunos periodistas y medios de
comunicación a un terrorismo mediático, como si fuéramos animales, como si
fuéramos salvajes”. Las palabras citadas fueron pronunciadas por Evo Morales
(2006-2016) recién llegado al poder. El líder del Movimiento Al Socialismo
(MAS) llegaba con el apoyo de los pueblos indígenas y para hacer frente a los
intereses de la oligarquía boliviana.
Muchos periodistas
eran críticos de los rasgos autoritarios y ¨antiliberales¨ de la gestión de
Morales. El principal periódico opositor era el diario La Razón, acusado por
Morales de ser lobbista de los intereses españoles.
Es importante señalar
que en Bolivia la política está entrecruzada por los clivajes raciales, étnicos
y de clase. Los mass media suelen representar los intereses de la elite
denominada ¨Media luna¨ (población ubicada en el oriente boliviano,
mayoritariamente no indígena), que perdieron influencia política con la llegada
del MAS.
Morales suele
descalificar a sus adversarios, y en particular a los medios críticos,
acusándolos de ser de ¨derecha¨, ¨imperialistas¨ o parte de la ¨oligarquía¨. Si
bien estos calificativos pueden ser exagerados, debe remarcarse que la prensa
boliviana ha criticado a Morales en reiteradas ocasiones de forma
irresponsable, con discursos racistas de por medio.
La nueva
Constitución política del Estado Boliviano, sancionada en 2009, establecía que
¨los medios de comunicación no podrán conformar, de manera directa o indirecta,
monopolios u oligopolios¨. No obstante, no fue hasta 2011 que se sancionó una
nueva ley de medios, la llamada ¨Ley general de telecomunicaciones, tecnología
y comunicación¨. Según esta nueva legislación, el 33% del espectro
electromagnético correspondía al Estado, el 33% a medios privados y el 33%
restante a organizaciones sociales e indígenas. La prensa y la oposición
criticaron la nueva normativa, debido a que según su visión el gobierno de Evo
Morales pasaría a controlar el 66% de los medios, producto de la buena relación
del MAS con las organizaciones indígenas.
La diversidad
lingüística de la población boliviana llevó a Evo Morales a expandir la red de
radios comunitarias, que tienen un fuerte arraigo en la población campesina
(principal base electoral del MAS). El alcance de la televisión pública es
bastante limitado.
A principios de
2016, se llevó adelante en Bolivia un referéndum para decidir si Evo Morales
podría presentarse nuevamente como candidato presidencial en las elecciones de
2019. El líder del MAS cayó derrotado, y acusó a los medios de montar una
¨guerra sucia¨[24]
semanas antes al referéndum. Se refería puntualmente al caso Zapata: Morales
fue acusado de tráfico de influencias[25]
al conocerse que en 2007 tuvo un hijo (luego fallecido) con la gerente de la
empresa CAMC, proveedora del Estado.
Rafael Correa: ¨La
prensa es oposición, el gobierno es avance¨
¨La lucha recién
empieza (…) la revolución ciudadana recién se ha iniciado y nadie la podrá
parar, mientras tengamos un pueblo unido y decidido a cambiar¨. El fragmento
pertenece al discurso de asunción[26]
del Presidente Rafael Correa (2007-2016). Y seguía: ¨la nueva conducción
económica del Ecuador priorizará una política digna y soberana, es decir, más
que liberar mercados, liberar al país de los atavismos y poderosos intereses
nacionales e internacionales que lo dominan; con una clara opción preferencial
por los más pobres y postergados; y priorizando al ser humano sobre el
capital¨. Correa rechazaba el neoliberalismo y a la vieja partidocracia
ecuatoriana.
Desde un inicio,
Correa, un economista outsider, tuvo una relación por demás conflictiva con los
grandes grupos de prensa. Los medios tradicionales, aunque inicialmente varios
de ellos ¨coquetearon¨ con la nueva administración, pronto entenderían la
concepción que Correa tenía de los medios: ¨La prensa es oposición, el gobierno
es avance¨.
Siguiendo el
análisis de Hernán Ramos[27],
dos son los rasgos que caracterizarán el vínculo Correa-medios:
- Descalificación:
Hasta la llegada de Correa, los medios de comunicación y los anteriores
Presidentes mantenían una relación tácita según la cual el Ejecutivo podía
criticar la posición de los medios y viceversa. Con Correa en el gobierno, se
pasa a la descalificación: el Presidente descalifica a los medios, los tilda de
¨opositores¨ y carentes de ética periodística. Los medios reaccionan a este
¨nuevo equilibrio¨: profundizan sus críticas y hasta ¨militan¨ contra las
políticas gubernamentales. En este sentido, la estrategia de Correa fue
exitosa: los ecuatorianos ya no creen en todo lo que publica la prensa y ésta
ha perdido la confianza de sus lectores u oyentes.
- Estatización: Los
medios públicos son una poderosa arma del gobierno ecuatoriano, frente a un
importante número de medios privados netamente opositores. Los medios estatales
han sido creados de cero o expropiados a empresas periodísticas endeudadas con
el Estado.
El gobierno es el
mayor anunciante en la televisión ecuatoriana. Correa utiliza la cadena
nacional al menos una vez por semana y evita el dialogo directo con periodistas
críticos.
Los ¨enlaces
ciudadanos¨[28],
emisiones especiales en las que Correa se dirige ¨a su pueblo¨ (relación no
mediada), son transmitidas por radios y televisión pública, así como por medios
expropiados. Correa muestra sus dotes de profesor: da cátedra al pueblo
ecuatoriano acerca de la situación del país y acusa a sus rivales. El pueblo no
participa, a excepción de los aplausos al discurso oficialista. Todo está
estrictamente calculado: el tiempo del acto, los actores participantes. En la
sección ¨la libertad de expresión ya es de todos¨, el Presidente se dedica a
desacreditar a la prensa y a cuestionar la veracidad de sus publicaciones.
Correa ha
denominado a los medios privados como ¨prensa corrupta¨ y a los periodistas que
en ellos trabajan como ¨bestias salvajes¨. La cadena televisiva Teleamazonas
estuvo tres días fuera del aire, debido al ¨indebido manejo de la información¨.
Correa inició un proceso judicial contra el Diario El Universo y el periodista
Emilio Palacio por un artículo de opinión sobre las revueltas policiales en
septiembre de 2010, y en el que se acusaba al mandatario de ¨dictador¨. Palacio
fue condenado a 3 años de prisión y el periódico a pagar la suma de $10
millones de dólares. Sin embargo, Correa utilizó el recurso de remisión y
perdonó a los condenados. En varias oportunidades, la Sociedad Interamericana
de Prensa (SIP) ha alertado sobre la situación de la libertad de expresión en
Ecuador. No obstante, Correa ha cuestionado la legitimidad de esta
organización, que nuclea a los propietarios de medios de toda la región.
5. Néstor Kirchner
(2003-2007) – El caudillo desconocido
Comenzado el Siglo
XXI, Argentina se encuentra inmersa en una de las peores crisis económicas de
su historia. En diciembre de 2001, una larga recesión, el ¨corralito¨, los
cacerolazos, las muertes en plaza de mayo y un Presidente, De la Rúa, que
abandona la Casa Rosada en medio del estallido social terminan con el sueño de
la convertibilidad.
Tras la semana de
los cinco Presidentes, en la que Adolfo Rodríguez Saá declara el default de
Argentina, Duhalde toma el timón y decide conducir al país en aguas
turbulentas. A él le tocará hacer el trabajo ¨sucio¨: una devaluación brutal
que deja a más de la mitad de la población bajo la línea de pobreza.
Luego de un año y
medio, el país comienza a mostrar los primeros signos de recuperación. El PJ
vive momentos de definiciones: Duhalde busca evitar que Menem se convierta en
su sucesor. No obstante, encuentra serias dificultades: no logra imponer ni a
Reutemann ni a De la Sota como candidatos presidenciales[29]. Aparece
entonces un tercer hombre, proveniente del sur y desconocido para una gran
mayoría de argentinos: Néstor Kirchner. Junto a su esposa, Cristina
Fernández, dominarán la política argentina durante los siguientes 12 años.
Cuatro serán los
pilares sobre los cuales se asentaría este nuevo tiempo histórico: un modelo de
desarrollo productivo con inclusión social y redistribución del ingreso, mejora
en la calidad de las instituciones democráticas, énfasis en una nueva política
de derechos humanos centrada en la apertura de los juicios a los militares y
recuperación del papel del Estado en la economía nacional (LEIRAS: 2015).
Durante la gestión
Kirchner, se registraron notables niveles de crecimiento del PBI, en gran parte
producto de los precios exorbitantes de los commodities, pero también gracias
al impulso del gobierno nacional al consumo interno, luego de varios años de
una economía recesiva (1998-2002): así, en 2003 se creció al 8.7%, 2004 al
8.3%, 2005 al 9.2%, 2006 un 8.5%, y en 2007 un 8.7% (LEIRAS: 2015).
Analizamos a
continuación las principales características en el vínculo Kirchner – medios
entre mediados de 2003 y fines de 2007.
5.1 Un líder en
búsqueda de consensos
Luego de que Menem,
consciente de su segura derrota, abandonara el balotaje en las presidenciales
de 2003, Néstor Kirchner es automáticamente confirmado Presidente de la Nación.
El dirigente santacruceño asume con apenas el 22% de los sufragios. Para
Kirchner, era una cuestión sine qua non construir poder si quería tener
posibilidades de una gestión exitosa. No obstante, en esta materia a Kirchner
le sobraba experiencia: había sido intendente de Río Gallegos y tres veces
gobernador de Santa Cruz, manteniendo en cada elección altos niveles de apoyo.
El mandatario
estaba al tanto de un punto vital: los medios de comunicación son una de las
piezas fundamentales en la edificación de poder y consolidación de la imagen.
Con una legitimidad de origen tan débil, no le quedaban demasiadas opciones:
debía sostener un trato amigable con los medios de comunicación. ¨El gobierno
de Kirchner recibió un sistema de medios de comunicación concentrado, con alta
incidencia del capital extranjero e importantes sectores sociales excluidos de
la posibilidad de tener licencias de radiodifusión¨ (GUILLERMO MASTRINI: 2008).
5.2 La Nación
opositor, Clarín ¨oficialista¨
En una columna muy
dura en el diario La Nación, a poco de conocerse que Kirchner era el
nuevo Presidente de los argentinos, José Claudio Escribano criticó el discurso
del nuevo mandatario y sentenció que ¨Argentina ha resuelto darse gobierno por
un año¨[30].
En respuesta, Kirchner atacó en forma directa al periodista: ¨No me molesta que
me critique Escribano (…) El estuvo de acuerdo con el Proceso. Yo no, yo
repudio la represión¨. Este sería uno de los rasgos elementales durante los
años kirchneristas: posicionarse como un gobierno defensor de los Derechos
Humanos y diferenciarse de periodistas, empresarios y políticos supuestamente
cómplices del gobierno militar.
Por su parte,
Joaquín Morales Solá, en una columna publicada el 25 de mayo (día de la
asunción presidencial) también en La Nación, advertía sobre la
personalidad del mandatario electo: ¨Kirchner deberá cuidarse de su propio
carácter, mandón y obstinado. Hay buenos y malos momentos (hoy disfruta la luna
de miel con la sociedad), pero la política tiene siempre sus propios límites¨[31]. Es importante
subrayar que La Nación es un diario conservador, de tendencia
centro-derecha, e históricamente reacio a los gobiernos peronistas. No fue ésta
la excepción: desde el inicio hasta el final del ciclo kirchnerista, fue el
diario más crítico del gobierno.
Clarín, por su
parte, publicó una nota de Ricardo Ríos[32]
en las que se llegaba a hablar de ¨esperanza¨ ante el nuevo ciclo político: ¨Una nueva esperanza se inauguró ayer en la
Argentina con la llegada a la Presidencia de la Nación de Néstor Carlos Kirchner,
un hijo de la Patagonia de 53 años. En su primer acto de gobierno, convocó a
‘inventar el futuro’¨. Néstor Kirchner y Clarín mantuvieron relaciones
cordiales durante los 4 años. Las primicias del gobierno aparecían los domingos
en Clarín y los primeros casos de corrupción, como Skanska y la valija
de Antonini Wilson, eran apenas tratados por el multimedio.
5.3 Medios de
comunicación: buen diálogo, buenos negocios
Mientras La
Nación criticaba en solitario, la mayoría de los medios mantuvo una extensa
luna de miel con el gobierno de Néstor Kirchner.
Se dio en este
inicio una desregulación anarquizante (CAMOU: 2012), entendida como una
connivencia amistosa con los mass media, algunos de los cuales gozaron de la ampliación
de sus licencias. Fue el caso del Grupo Clarín. Asimismo, Kirchner
promulgó la ley Nº25750, de ¨Preservación de Bienes culturales¨ que limitaba al
30% la participación extranjera en las empresas de comunicación. Además, se
destacaba en la ley que las políticas del Estado Nacional debían preservar,
entre otros ¨bienes¨, el espectro radioeléctrico y los medios de comunicación.
También comenzó a
favorecer a los medios más afines al gobierno mediante la distribución
discrecional de la pauta oficial, práctica que se haría sistemática durante el
gobierno posterior de Cristina Fernández. La pauta publicitaria aumentó año a
año durante la administración Kirchner, llegando en 2007 a la suma de
$225.000.000.
En mayo de 2005, el
Presidente firmó el Decreto 527/05, por el cual se suspendía el cómputo del
plazo de licencias de empresas de radiodifusión por 10 años. Se beneficiaba
así, en forma directa, a los propietarios de multimedios. Cabe destacar que era
usual en Kirchner el uso de Decretos de Necesidad y Urgencia: utilizó 176 a lo
largo de su mandato. Esto se entiende dentro de un liderazgo enmarcado en el
neodecisionismo: utilización de facultades extraordinarias conocidas como
¨superpoderes¨ (entre las que se hallan el decreto) por encima de los procesos
deliberativos institucionales. Este neodecisionismo se justificaba en aquellos
años bajo la premisa de que, tras la crisis del 2001, el país se encontraba aún
en una emergencia económico-social.
Pero fue quizás a
pocos días de dejar la Casa Rosada cuando Kirchner tomó la decisión más
polémica referente a la política comunicacional: autorizó la fusión de
Cablevisión y Multicanal (de Grupo Clarín), las dos empresas de
televisión por cable más grande del país. Clarín se quedaba así con el 70% de
los abonados en la Ciudad de Buenos Aires y con el 48% de la clientela en el
interior del país. Con esta decisión, se obsequió a la empresa a cargo de
Héctor Magnetto un negocio millonario y se profundizó la concentración
oligopólica del mercado del cable.
6. Cristina Fernández
(2007-2015) – La Confrontación permanente
En octubre de 2007,
Cristina Fernández ganó las elecciones presidenciales con el 45.2% de los
votos. La nueva Presidenta, que asumió en diciembre de ese año, llegó con la
promesa de mejorar la institucionalidad y aumentar el diálogo con la oposición.
Su marido había sido cuestionado por el abuso en la utilización de decretos y
su estilo informal y personalista de hacer política.
No obstante, esas
promesas quedaron truncas[33].
El enfrentamiento con el campo, que se inicia en marzo de 2008, cambia
rotundamente el ajedrez político y deja al gobierno nacional completamente
aislado.
6.1 Crisis del
campo: el inicio de la guerra mediática
Mediante la
Resolución N°125/2008, el Ministro de Economía, Martín Lousteau, estableció un
nuevo sistema móvil de retenciones impositivas para la soja, el trigo y el
maíz. La medida fue ampliamente rechazada por los sectores empresariales agropecuarios
(Sociedad Rural Argentina, Confederaciones Rurales Argentinas, Federación
Agraria Argentina y CONINAGRO), en un momento en que los precios de los
commodities eran elevados. Se inició así un paro agropecuario, lockout y
bloqueo de rutas que duraron 129 días. A fines de abril, Martín Lousteau
renunció como Ministro de economía.
En un acto en Plaza
de Mayo el 1 de abril, la Presidenta dio un duro discurso en el que criticaba
el rol de los medios de comunicación en el conflicto:
¨Esta vez no
han venido acompañados de tanques (en referencia a los sectores patronales
agropecuarios), esta vez han sido acompañados de generales multimediáticos que
además de apoyar el lock out al pueblo, han hecho lock out a la
información, cambiando, tergiversando, mostrando una sola cara. Son los mismos
que hoy pude ver en un diario donde colocan mi caricatura (en referencia a una
caricatura de Sábat), que no me molesta. A mí me divierten mucho las
caricaturas, y las propias son las que más me divierten, pero era una
caricatura donde tenía una venda cruzada en la boca, en un mensaje cuasi
mafioso. ¿Qué me quieren decir? ¿Qué es lo que no puedo hablar, qué es lo que
no puedo contarle al pueblo argentino?¨
ADEPA (Asociación
de Entidad Periodísticas Argentinas) manifestó luego su preocupación por las
declaraciones de Cristina Fernández: ¨calificar de cuasi mafiosa una caricatura
constituye una muestra de intolerancia…¨.
El 17 de Junio, la
Presidenta envió al Congreso un proyecto de ley sobre las retenciones. La
crisis culminó el 17 de julio de 2008 cuando, luego de ser aprobada en Diputados,
el proyecto fue rechazado en el Senado por el Vicepresidente Julio Cobos,
frente al empate técnico en la votación. La frase ¨Mi voto es no positivo¨ del
Vicepresidente marcaría aquella noche[34]
fatídica para el gobierno.
La crisis del campo[35] trajo
graves consecuencias para el gobierno de Cristina Kirchner. La imagen negativa
de la Presidenta subió significativamente, y el rechazo a la gestión creció
entre los sectores medios urbanos. Mientras las principales rutas del país
permanecían cortadas, los cacerolazos se volvieron masivos en las grandes
ciudades. Los columnistas de los principales diarios del país llegaron a
especular con la renuncia de la Presidenta. Fue, sin lugar a dudas, el peor
momento para el kirchnerismo en sus doce años en el poder. El conflicto sería
determinante para la derrota del gobierno al año siguiente en las legislativas
en la provincia de Buenos Aires.
Lejos de la
institucionalización y el diálogo prometido[36],
el gobierno se distanció del resto de la clase política y eligió a un nuevo
enemigo: los medios de comunicación, en especial al Grupo Clarín. Cristina
Fernández desempolvó uno de los viejos proyectos adeudados a la democracia: una
nueva ley de medios.
La sanción de un
proyecto legislativo que regulará el sistema de medios estaba presente en la
plataforma electoral del Frente para la Victoria en las elecciones de 2007. No
obstante, la crisis del campo aceleró los tiempos políticos. El kirchnerismo
entendía que los medios, sobre todo el grupo de Héctor Magnetto, habían
adoptado una posición demasiado crítica hacia el gobierno durante el paro
agropecuario. Cristina nunca había simpatizado con el acercamiento que había
mantenido su marido con Magnetto. ¨Ustedes son tarados que creen en Clarín¨,
habría reprendido Cristina a Alberto Fernández y Néstor Kirchner
(MOCHKOFSKY:2011).
6.2 Por qué Clarín
Desde 2008 hasta el
final de la gestión de Cristina Kirchner, el gobierno mantuvo una fuerte
disputa contra el Grupo Clarín. Se trata del mayor conglomerado de medios de
Argentina: posee canales de aire, de cable, radios, diarios, editoriales, productoras,
y es proveedora del servicio de cable e internet. Sus análisis políticos se
desarrollan sobre todo a partir del diario homónimo, el canal de cable Todo
Noticias, los noticieros de Canal 13 y los programas de Radio Mitre.
¨Se desplegaba a la mañana con un artículo en el diario
que lo tomaba Magdalena Ruiz Guiñazú en Radio Mitre, pasaba 24 horas seguidas en Canal 13 y TN y, al final del día, analizaba Joaquín Morales Solá en su programa. Te
terminaba de aniquilar¨, sostenía Alberto Fernández (MOCHKOFSKY: 2011).
El
kirchnerismo acusaba a Clarín de haber adquirido Papel Prensa, la mayor
proveedora de papel de diario, de manera ilegítima y bajo presiones durante la
última dictadura militar. También se sostenía que el Grupo había hecho negocios
con todos los gobiernos democráticos para luego, cuando ya nos los necesitaba y
se encontraban muy desgastados, emprender el ¨golpe mediático¨.
La
sociedad se vio inmersa en una guerra mediática de la cual la mayoría no se
sentía parte. Mientras el kirchnerismo acusaba a Clarín de ser el origen de
todos los males nacionales, el Grupo perdió toda neutralidad periodística y se
afianzó como un firme opositor a la administración Kirchner.
Durante
el segundo mandato de Cristina Fernández (2011-2015), Clarín endureció su
posición frente al gobierno nacional. Entre fines de 2012 y comienzos de 2013
se desarrollaron varios ¨cacerolazos¨[37] en las principales ciudades del
país. Los reclamos eran múltiples: inflación, inseguridad, el ¨no¨ a la reforma
de la Constitución para un nuevo mandato de la Presidenta. Clarín, sobre todo a
través de su canal de noticias TN, le dio amplia cobertura a las masivas
movilizaciones. Por otro lado, los casos de corrupción cobraron cada vez mayor
difusión entre los medios del Grupo: el caso Ciccone que involucraba al
Vicepresidente Amado Boudou, la llamada ¨ruta del dinero K¨ que involucraba al
empresario santacruceño Lázaro Báez, la causa Hotesur que tocaba directamente a
las empresas de la familia presidencial, entre otros. Los casos eran
ampliamente difundidos mediante los programas políticos de TN, las tapas del
Diario Clarín o el programa de Jorge Lanata en Canal 13, Periodismo para Todos.
6.3 Fines y
alcances de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual
Ya en agosto de
2004 la Coalición por una Radiodifusión Democrática, un grupo de más de 300
organizaciones sociales, comunitarias, de derechos humanos, sindicales, fijaron
21 puntos básicos[38]
que, según su criterio, debía tener una nueva ley de medios.
En agosto de 2009,
la Presidenta envía al Congreso un proyecto para la sanción de una nueva ley de
medios. En septiembre, luego de que la Unión Cívica Radical, la Coalición
Cívica y el PRO se retiraran del recinto, fue aprobada en Diputados por 147
votos a favor. No solo el Frente para la Victoria votó a favor: también lo
hicieron el Partido Socialista, Proyecto Sur y otros bloques provinciales. En
octubre, fue aprobada en Senado por 44 votos a favor y 24 en contra.
La nueva ley[39]
declaraba a la comunicación audiovisual de ¨interés público¨ y creaba numerosos
órganos para reemplazar al COMFER, organismo de control de la última dictadura
militar. Entre las nuevas entidades creadas, se destaca la Autoridad Federal de
Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), cuyo objetivo es aplicar en la
práctica la ley. Se reconocían tres tipos de licencias audiovisuales: las del
Estado, las privadas con fines de lucro y las privadas sin fines de lucro.
Respecto a las licencias otorgadas a las Universidades Nacionales y pueblos
originarios, se aclara que podrán ser financiadas mediante el Presupuesto
Nacional.
Desde un inicio, el
proyecto del Ejecutivo tuvo sectores a favor y en contra[40]. Una de
las voces a favor fue Frank Larue, Relator Especial de la ONU sobre Derecho a
la Libertad de Opinión y Expresión. Larue expresó que esa ley ¨es un modelo
único en el mundo y ejemplo para otros países¨. La ONG Reporteros sin Fronteras
también alzó su voz a favor: ¨Ya es hora de terminar con la herencia de las
dictaduras militares¨. El Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), que
integran todas las universidades nacionales de Argentina, aprobó en un
documento por unanimidad el proyecto. Periodistas como Víctor Hugo Morales o el
escritor Alejandro Dolina también dieron el visto bueno. Incluso Lanata,
periodista crítico de la gestión kirchnerista, sostuvo que ¨era necesaria la
implementación de una nueva ley de radiodifusión¨.
En contra de la
nueva ley se manifestaron la Sociedad Interamericana de Prensa, que nuclea a
dueños de diarios de toda América, así como los propietarios de algunos de los
principales medios de comunicación (entre los que se encontraba Clarín).
El grupo de
Magnetto hizo todo lo posible para detener la sanción del proyecto, al cual
Clarín bautizó como ¨Ley de Medios K¨. El multimedio alertó a la sociedad
acerca del riesgo que corría la libertad de expresión y llegó a transmitir un
spot televisivo en el que se afirmaba: ¨Si la ley de medios es sancionada, TN
(canal de cable del Grupo) puede desaparecer¨.
Con la sanción de
la ley, Clarín impugnó cuatro artículos: 41, 45, 48 y 161. La empresa de medios
cuestionaba los límites a la cantidad de licencias de aire y cable, el
desconocimiento de los derechos adquiridos y la obligación a vender sus
licencias antes del plazo estipulado originalmente. La causa llegó a la Corte
Suprema, que en octubre de 2003 falló a favor del gobierno[41]: los
cuatro artículos eran válidos.
6.4 Uso (y abuso)
de la Cadena Nacional
- ¨Conforme
a lo establecido por la ley (…) habla para todo el país la señora Presidenta de
los 40 millones de argentinos, la doctora Cristina Fernández de Kirchner¨. (Voz
en off)
- Aplausos
(Funcionarios y público asistente)
- Muchas gracias…
(Cristina Fernández)
La escena se
repetía mes a mes, cada vez con mayor frecuencia. En sus ocho años de gestión, la
Presidenta utilizó esta herramienta constitucional en más de 150 oportunidades.
Esto marca un claro contraste con su marido, que había utilizado el recurso en
apenas dos ocasiones, y un paralelismo con otros líderes regionales que también
abusaban de las cadenas nacionales (en especial Chávez y Correa).
La ley de medios
establece que ¨el Poder Ejecutivo Nacional podrá en situaciones graves,
excepcionales o de trascendencia institucional, disponer la integración de la
cadena de radiodifusión nacional¨. Sin embargo, las cadenas de Cristina
Kirchner lejos estaban de la urgencia: por lo general, se trataban de
inauguraciones (y reinauguraciones) de obras, actos político – partidarios o
anuncios secundarios.
Hasta el opositor
más acérrimo a la mandataria reconoce su poder de oratoria. No obstante, los
discursos de la mandataria por lo general eran monólogos en los que no había un
interlocutor. No había preguntas que responder.
Las pocas veces que
Cristina Kirchner respondió preguntas, terminó mal. En una conferencia[42] en
conjunto con Michelle Bachelet, la Presidenta argentina se molestó con la
periodista de Clarín, Natasha Niebieskikwiat, por una pregunta que involucraba
a La Cámpora. Kirchner exigió que la periodista repitiera la pregunta
¨institucionalmente¨.
En una conferencia
con alumnos de Harvard[43],
Cristina Kirchner protagonizó varios cruces con alumnos de la universidad y
pronunció algunas frases polémicas. ¨Tenía y tengo una determinada posición
económica producto de que he sido una abogada muy exitosa¨, dijo sobre las
denuncias por enriquecimiento ilícito. ¨Chicos, por favor, estamos en Harvard.
Esto no es La Matanza¨ exclamó ante los silbidos de algunos estudiantes.
6.5 Monopolio (para)
estatal
Comenzado el
conflicto con el Grupo Clarín, el gobierno nacional entendió que solo podría
ganar la batalla mediática si creaba un grupo de medios afines a las políticas
nacionales.
Medios Estatales
Fue así que en la
TV Pública comenzó a emitirse en abril de 2009 el programa ultra oficialista
6-7-8. Se trataba de un panel de periodistas kirchneristas que invitaba a
funcionarios nacionales y, a través de sus informes, bastardeaba opositores y
tergiversaba sus palabras. El programa comenzó como un análisis de medios para
terminar transformándose en denuncias constantes contra las ¨mentiras de la corpo¨,
en referencia a Clarín y otros medios opositores.
Además de la TV
Pública, la agencia de noticias Télam y Radio Nacional, ambos medios estatales,
también fueron cooptados por el gobierno de Cristina Fernández.
Medios
paraestatales
Además de 678, la
productora PPT de Diego Gvirtz puso al aire en Canal 9 otros dos programas
oficialistas: TVR (Televisión Registrada) y Duro de Domar.
Crónica TV, C5N
(luego de su venta a Cristóbal López) y CN 23 (del empresario Sergio Szpolski)
figuraban entre los canales cercanos al gobierno.
Radio América,
Radio Del Plata, Rock & Pop y Radio 10 (también luego de su venta a López)
eran algunas de las emisoras con sesgo oficialista.
Entre los
periódicos K, figuraban Tiempo Argentino y el gratuito El Argentino. Página 12,
que paradójicamente había sido fundado por Jorge Lanata, se mostraba también
próximo a las políticas del kirchnerismo.
Esta imponente
estructura de medios paraestatales solo puede entenderse a partir de la
discrecionalidad en el reparto de la pauta oficial. Entre los empresarios
cercanos al gobierno, los empresarios Sergio Szpolski y Matías Garfunkel (Grupo
Veintitrés) y Cristóbal López (Grupo Indalo) fueron los grandes beneficiados[44] con el
reparto del dinero público.
A pesar de que sus
medios no registraban una audiencia considerable, el Grupo Veintitrés fue el
mayor beneficiado durante el kirchnerismo: entre 2009 y 2015 recibió
$814.961.991. El grupo Indalo recibió en el mismo período $158.654.714.
7. Conclusiones
La hipótesis
planteada al inicio de la investigación pudo ser corroborada. Entre el gobierno
de Néstor Kirchner (2003-2007) y los dos mandatos de Cristina Fernández
(2007-2015) se produjo un cambio abrupto en el vínculo con los medios, en
especial con el grupo Clarín. Se paso de un diálogo afable a una enemistad sin
retorno. A partir de la investigación precedente, podemos extraer las
siguientes conclusiones:
- En Argentina,
desde la década del ’80 existía una fuerte concentración de medios. Este
proceso se profundizó durante el menemismo, continuó con la llegada de Néstor
Kirchner e intentó ser revertido por la administración de Cristina Kirchner.
- El enfrentamiento
del gobierno de Cristina Kirchner con los grandes medios de comunicación estaba
enmarcado en un proceso regional, en el que otros líderes regionales (Chávez,
Correa, Evo Morales) también habían elegido a la prensa como sus principales
enemigos.
- El punto de
inflexión en el vínculo entre los Kirchner y los medios fue la crisis del campo
en 2008. Se pasó así del diálogo cordial durante el gobierno de Néstor
Kirchner, al enfrentamiento directo en el de Cristina Fernández. Si bien la
sanción de una nueva ley de medios ya estaba presente en la plataforma
electoral del Frente para la Victoria en 2007, el enfrentamiento con el sector
agropecuario y el rol de los medios en el conflicto aceleró los tiempos
políticos.
- Cristina
Fernández no cumplió con las promesas de diálogo e institucionalidad que
caracterizaron su campaña electoral en 2007. Al contrario, el temprano
enfrentamiento con los sectores empresariales agropecuarios aisló al gobierno
del resto de la clase política y lo llevó a enfrentarse con la mayoría de
medios de comunicación nacionales.
- La ley de medios
gozaba de amplio consenso y tenía artículos sumamente interesantes. Pero esa
riqueza no pudo ser del todo aprovechada: existía una percepción en un
importante sector de la sociedad de que el proyecto legislativo era un elemento
más en la guerra mediática contra Clarín.
- Frente al
infructuoso intento de desmembrar al Grupo Clarín, el kirchnerismo intentó
crear su propio monopolio paraestatal, mediante medios públicos y otros
privados de empresarios cercanos al gobierno. Pero esta construcción de un
aparato comunicacional oficialista no fue del todo eficaz: si bien permitía al
gobierno construir un discurso basado en un relato distinto al de los medios
opositores, los diarios, programas y radios cercanos al gobierno tenían bajos
niveles de audiencia.
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De la Rúa acusa a Tinelli de su caída
- Nota Página 12 a
Silvio Waisbold
- Nota La Nación.
Mejores libros de investigación periodística
- Nota La Nación.
36 hs de un carnaval decadente. José Claudio Escribano
- Nota de Clarín.
Ricardo Ríos.
- Nota de El País
sobre acusaciones contra Evo Morales
- Nota de El País
sobre declaraciones de Evo Morales
- Discurso de
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Material
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- Chávez en Aló Presidente contra medios https://www.youtube.com/watch?v=XgZHe4k2Cak
- Conferencia de Cristina Fernández con
Bachelet https://www.youtube.com/watch?v=9DMevfhsZ8c
- Conferencia de Cristina Fernández en
Harvard https://www.youtube.com/watch?v=U-ar2W8Eg3E
- Emisión de Enlace Ciudadano de Correa https://www.youtube.com/watch?v=r0BIBmBmLUA