Resumen
El presente ensayo trata sobre las
profundas transformaciones que ha atravesado el Movimiento Sindical en
Latinoamérica, las cuales han dado origen a la Crisis del Sindicalismo. Lo
anterior, ha generado un escenario que ha afectado enormemente al movimiento en
Chile, producto de las diversas dificultades generadas tanto por la
globalización, como una serie de políticas neoliberales que disminuyeron el
empoderamiento de los sindicatos emanadas desde los gobiernos y que han
impedido en la práctica, mejorar las relaciones laborales entre trabajadores y
empleadores.
Respecto
a lo anterior, el objetivo principal es proponer y analizar las condiciones o
nuevos actores que podrían aliarse o asociarse con el movimiento Sindical con
el fin de fortalecer la democracia y contribuir a la construcción de un nuevo
orden social en el mundo del trabajo.
Palabras Claves: Sindicalismo,
Neoliberalismo, Relaciones Laborales, Democracia.
Abstract
This essay discusses the profound
transformations that has gone through the Trade Union Movement in Latin
America, which have given rise to the crisis of trade unionism. This has
generated a scenario that has greatly affected the movement in Chile, product
of the various difficulties generated by both the globalization, as a series of
neoliberal policies that fell in the empowerment of the unions emanating from
governments and that have prevented in practice, improve labor relations
between workers and employers.
With respect to the foregoing, the
main objective is to propose and analyze the conditions or new actors who could
ally it or associate with the Trade Union Movement in order to strengthen
democracy and to contribute to the construction of a new social order in the
world of work.
Keywords: Unionism,
Neoliberalism, Industrial Relations, Democracy.
FORTALECIMIENTO
DEL SINDICALISMO CHILENO, EN BUSQUEDA DE NUEVOS SOCIOS.
Silvina Mayo Ávila
Tecnóloga en Administración de Personal y Estudiante de
Administración Industrial, Universidad de Santiago de Chile.
Correo electrónico: silvina.mayo@usach.cl
Introducción
Lo acontecido en América latina con
respecto al movimiento sindical se relaciona y no está ajeno o alejado a lo
acontecido con el sindicalismo en Chile. El autor Georges Spyropoulos (1994) ha
planteado que los cambios que han debido enfrentar los sindicatos se refieren a
cinco grupos de alteraciones, estos son: cambios económicos; innovaciones
tecnológicas; evolución de la población activa; nuevas actitudes individuales
ante el trabajo y mundialización de la economía. Tal vez no todas estas
alteraciones haya o estén impactando con la misma fuerza al movimiento sindical
en esta parte del mundo, sin embargo, sabemos que han incidido en que hoy el
sindicalismo en Latinoamérica y más específicamente en Chile, se encuentre en
un estado de crisis que es motivo de estudio para los especialistas sociales e
investigadores del ámbito de las relaciones laborales.
En esta materia resulta interesante
proponer alianzas con nuevos actores y condiciones que fomenten la
participación de la sociedad con el objetivo de que el sindicalismo pueda
fortalecer la democracia en el país.
Cabe destacar, que la problemática o crisis
del sindicalismo se ve asociada a las tensiones y dificultades que se han producido
en las fuentes de poder del movimiento, esto es el control del proceso y
condiciones de trabajo y de los mercados de trabajo y por otra parte, las
ligadas con el acceso al poder político y al estado.
Este artículo será organizado de la
siguiente manera; en primer lugar, se presentarán antecedentes respecto de la
Globalización y como ésta influye en la problemática del mundo del trabajo y
del movimiento sindical, posteriormente se expondrán algunos antecedentes de la
situación en América Latina y Chile para, luego detenernos en las propuestas de
los nuevos actores y condiciones que vayan en pos de la equidad y la justicia
social. Finalmente se expondrán las principales conclusiones de este ensayo.
Desarrollo
1-Globalización
y sus efectos en el movimiento sindical.
Según el autor Manuel Antonio Garretón, la Globalización o la
mundialización tienen diversas dimensiones. Así señala textualmente que, “la
primera es económica y se refiere a la interpenetración de los mercados, en sus
aspectos productivos, comerciales y, sobretodo, financieros, atravesando los
Estados nacionales. La segunda es cultural, principalmente comunicacional e
implica el estrechamiento del tiempo y del espacio, caracterizándose por la
extraterritorialidad de las redes de información y comunicación. La tercera es
la dimensión política, menos cristalizada en la medida que supondría
instituciones de gobierno mundial, que implica el debilitamiento del Estado
Nacional en manos de las dos dimensiones anteriores, en la medida en que tiende
a predominar una sola gran potencia mundial y predominan los poderes fácticos
en la escena transnacional” (Garretón, 2000:26-27).
A su vez, existe una mirada bastante negativa, pues Jesús Guanche
Pérez señala, “la globalización de tipo neoliberal, es un modelo de
desarrollo artófago programado desde los centros del poder financiero
internacional, por y para ellos, a costa de la explotación transnacional de los
países periféricos (subdesarrollados o en desarrollo). Este puede ser
interpretado también como un gran signo positivo visto desde el prisma de la
conservación del desarrollo abismalmente desigual para garantizar y perpetuar
que los ricos sean más ricos y los pobres no tengan más alternativa que su
propia pobreza” (Guanche, 2003:1). Cabe mencionar que esta “explotación” se
da en países de América Latina y se traspasa directamente a las personas,
especialmente al grupo de trabajadores de menor calificación, que laboran en
peores condiciones y que sufren los impactos de la permanente tensión por parte
de las empresas de “maximizar sus utilidades y minimizar sus costos “para
ser competitivas en el cada vez más complejo escenario productivo nacional e
internacional. De esta forma, lo que sucede en las empresas, en una
sociedad capitalista en un contexto de globalización, también afecta al
movimiento sindical puesto que si bien el sindicalismo es una instancia
para defender los derechos laborales, éstos, no se alcanzan a generar o a
gestar en condiciones de precariedad por falta de capacidad organizativa de los
mismos sujetos y por las prácticas antisindicales que aparecen cuando se
vislumbra la posibilidad del nacimiento de una organización sindical.
2-Antecedentes
de la situación en América Latina y en Chile.
El autor Achim Wachendorfer, ha sostenido
que en América Latina la escena sindical ha sido y es compleja dado que “durante
casi dos décadas, las políticas económicas neoliberales impactaron fuertemente
en el sindicalismo de la región. La apertura de mercados, el achicamiento del
Estado, las privatizaciones, la desregulación y la flexibilización laboral
cambiaron profundamente los mercados del trabajo” (Wachendorfer, 2007, pp.6-7).
Deberíamos agregar a lo planteado por Wachendorfer que, tanto las políticas
neoliberales como la disminución del rol del Estado en las diferentes
dimensiones y/o ámbitos del quehacer nacional fueron definiciones políticas
generadas y consolidadas por distintos tipos de regímenes así como por
diferentes coaliciones políticas. Dicho de otro modo, tanto durante las
dictaduras como en las noveles democracias de los países en estudio se gestaron
primero y se consolidaron después las prácticas neoliberales en ámbitos como la
economía, la educación, el trabajo, etc.
De acuerdo a
las proposiciones de Francisco Zapata, podemos decir que el sindicalismo
latinoamericano, después de haber desempeñado un importante papel en la
organización de los trabajadores en América Latina, en sectores como la
minería, la industria manufacturera y la burocracia pública, de haber
establecido estándares laborales y la negociación de contratos colectivos de
trabajo, de haber desarrollado canales de participación política y en tanto,
haber contribuido al desarrollo de la democracia, atraviesa hoy por una crisis
que guarda relación con las profundas transformaciones económicas y sociales
que han afectado a los países latinoamericanos desde 1982. También tiene que
ver con los cambios de las estructuras ocupacionales y el paso a la economía de
servicios (Zapata, 2003, p.1). Economía que presentó diversas alteraciones
debido a la evolución que la sociedad tuvo que enfrentar ante esta situación.
En
base a los planteamientos de Francisco Zapata podríamos decir que los factores
intervinientes en la crisis sindical en América Latina están relacionados con
los mercados de trabajo en el contexto de la apertura comercial, la
privatización de las empresas estatales y la desregulación de las instituciones
laborales. También han influido los efectos de la desarticulación entre el
movimiento obrero y los partidos políticos en el marco de la transición
económica y de la transición política. Zapata ha señalado que “las
transformaciones de los mercados de trabajo y en términos generales, la
reestructuración del aparato productivo indican que las formas tradicionales de
organización sindical experimentan serias dificultades para conseguir
sindicalizar a los nuevos trabajadores. El tamaño de las empresas, las formas
de contratación, la flexibilización del tiempo de trabajo, entre muchos otros
factores, bloquean la posibilidad de organizar a los trabajadores en la
empresa” (Zapata, 2003, p.22). Respecto de la apertura comercial o las
economías abiertas podemos señalar que esto también ha influido en el devenir
de los sindicatos.
Por
otra parte, Zapata también ha destacado que los sindicatos no han estado
presentes o no desempeñan el papel que deberían desempeñar en sectores
estratégicos de las economías nacionales. Da como ejemplo la industria
maquiladora, en la industria de la cosecha y empaque de fruta y de flores de
exportación, en la manufactura de autopartes, en las telecomunicaciones y en
algunos servicios públicos como la salud y la educación.
En
Chile y según Víctor Ulloa, el desarrollo del sindicalismo desde una
perspectiva histórica tiene que ver con el proceso de democratización
progresiva de la sociedad chilena, expresado en el mejoramiento de la calidad
de vida de las clases sociales más postergadas y la obtención de conquistas
sociales, el crecimiento de los partidos de izquierda, el reconocimiento
constitucional por el Estado del movimiento sindical y la creación de una
amplia legislación laboral, producto de la labor parlamentaria en algunos casos
y, en otros, de la respuesta de los actores políticos a la movilización de
masas. No obstante, el proceso de crecimiento y reflujo de la actividad
sindical ha sido dependiente también del modelo económico global, de las
políticas del Estado, de las fases de la economía y del grado de dependencia de
la economía chilena. Políticamente, las fases de crecimiento y
contracción de la actividad sindical tienen que ver con las políticas
sindicales de los gobiernos y también con las propias dinámicas, tensiones
políticas y formas de ejercer el poder del mismo movimiento.
(Ulloa, 2003:1). Según el mismo autor, han existido tres vías identificables
por las cuales los trabajadores se han representado orgánica y jurídicamente
ante el Estado: El anarcosindicalismo, el mutualismo y el sindicalismo. La
primera tendencia se identificó con las Sociedades de resistencia, la segunda
con las Uniones y sociedades de socorros mutuos, y la tercera con los
sindicatos. Las federaciones, confederaciones, uniones y sindicatos, son las
formas más utilizadas por los trabajadores para asociarse y darse sus
estatutos, siendo el punto de llegada de una trayectoria de anteriores tipos de
organización que, como las Mancomunales y las Sociedades de resistencia,
constituyeron los principales antecedentes del moderno sindicato.
El mismo autor agrega que el sindicalismo ha sido el modelo de
agrupación laboral que se ha impuesto sobre otras formas, aglutinando
mayoritariamente a los trabajadores y sus reivindicaciones, ante el Estado, los
dueños de los medios de producción, la clase política, los gobiernos y los
grupos de poder. El papel de canalizador del movimiento de los trabajadores
asignado al sindicato y al movimiento sindical se origina en la capacidad de
sus efectivos de pensar las políticas del Estado como la
puesta en práctica de las demandas de sus asociados; en otras palabras, del
imperativo irrenunciable de pensar y proponer otro país posible. Volvemos a
subrayar la importancia política del sindicalismo y la necesidad de volver a
desempeñar un rol protagónico pero ya no solo sino que en conjunto con otros
actores y aliados estratégicos para la consecución de nuevos objetivos y nuevas
metas, más amplias y más incluyentes respectos de las necesidades y
requerimientos de la sociedad civil.
El
autor Paul W. Drake logra sintetizar las tres principales variables que han
impactado o influido al movimiento sindical, las cuales son; variables del tipo
económicas, institucionales y políticas. Drake plantea la idea de continuidad
en relación a los problemas y dificultades del movimiento obrero desde la
dictadura de Pinochet hasta los gobiernos democráticos de la actualidad en
nuestro país. (Drake, 2003, p.148). Interesante punto de vista considerando que
por mucho que haya cambiado el tipo de gobierno – de una dictadura a una
democracia – las otras variables han permanecido más o menos constantes e
incluso se han profundizado, nos referimos a las económicas y a las políticas
por lo que efectivamente podríamos estar hablando – inicialmente – de una
cierta continuidad del movimiento en cuanto a sus principales tensiones y
desafíos desde la década de los 70, más exactamente desde fines del año 1973
hasta nuestros días.
3-Propuestas y
oportunidades para fortalecer la democracia y el Movimiento Sindical.
En cuanto a
los desafíos para el movimiento sindical en esta parte del continente. El autor
Rodolfo Porrini nos entrega una visión que puede dar sustento a lo
anteriormente planteado, quien ha señalado que “sería importante indagar en la
memoria y la conciencia colectiva como un problema del futuro y un factor de la
conciencia de clase y de sus roles en la sociedad. A algunos rasgos
identitarios del sindicalismo (definición clasista, pluralismo ideológico,
independencia del Estado y los patrones), y sus logros (vocación programática y
no sólo reivindicativa, lucha por las libertades públicas y los derechos
sociales) sumamos los desafíos planteados de cómo ampliar y ejercer la
democracia e incorporar y organizar a amplios sectores asalariados y populares
atomizados y desesperanzados, aportando hacia alternativas de desarrollo más
justas y solidarias” (Porrini, 2002, p.10). Esto nos lleva a reflexionar sobre
nuevos derroteros para el sindicalismo en su afán de fortalecer la democracia y
hacer una contribución más efectiva en pos de la equidad y la justicia social.
Caminos no exentos de obstáculos en sociedades cruzadas por la desigualdad y
las permanentes tensiones de los grupos de poder que amenazan a nuestros aún
noveles sistemas democráticos.
Es por esto, que nos atrevemos a sostener que hoy y ante la
permanente y renovada amenaza en el mundo de que se sigan promoviendo las
políticas y prácticas neoliberales - lo cual aparece omnipresente o como un
factor que lo estaría determinando todo - los sindicatos pueden tener un rol
central como un actor socio político que está dispuesto a impedir y/o evitar
que estas acciones se sigan expandiendo dañando a la sociedad democrática como
un todo. Como un actor crítico que sólo al aliarse y articularse con otros
actores y agentes de la sociedad civil podrá aunar esfuerzos y voluntades en un
proyecto común amplio, inclusivo y que dé cuenta con propuestas renovadoras de
las necesidades de las personas en el mundo del trabajo y en otros espacios de
la dinámica social.
Es por esta razón que se cree que el sindicalismo puede
efectivamente contribuir a la construcción de un nuevo orden social, pero para
ello debieran darse las siguientes condiciones:
- En primer lugar, el movimiento sindical debe propiciar su
vocación programática sin olvidar su dimensión reivindicativa. En esta vocación
se debe pensar más allá de la dimensión laboral o mundo del trabajo si es que
se desea sumar a nuevos actores, los cuales a su vez – sin duda
– incorporaran nuevos temas y problemáticas a esta agenda y/o proyecto.
(González, 2013; 114). Por tanto, se deberían considerar a aquellos
trabajadores de menor calificación, para que puedan incorporar nuevos temas e
inquietudes ya que son ellos los que trabajan en peores condiciones laborales.
-
Debe “ponerse a tono” con los tiempos que corren. Lo que significa que por
ejemplo, debe aprovechar la globalización de las comunicaciones y hacer
“escuchar su voz” más allá de las fronteras nacionales. Los problemas del
sindicalismo en Chile, son comparables a lo que presenta el movimiento en otras
partes del orbe. Esto debiera generar alianzas más fácilmente en pos de
objetivos y propósitos semejantes. Para ello es condición necesaria que el
“discurso” del movimiento sindical se actualice, se reformule con el propósito
de encantar a nuevas multitudes y se escale posteriormente, a una mayor
influencia en la sociedad. Por tanto, la globalización en este caso se
transformaría en una ventaja, la cual facilitaría la incorporación de distintos
aliados para así tomar fuerza y actuar en masa frente a la consecución de
nuevos objetivos.
-
Recomponer los lazos con los partidos políticos y los gobiernos. Así como
ocurrió en otros tiempos, el sindicalismo actual no puede estar desarticulado
de los partidos políticos y de los gobiernos respectivos. Sabemos que es en
“estos espacios de poder” donde se toman grandes decisiones que pueden afectar
o potenciar al sindicalismo en sus tareas y cometidos como por ejemplo, en la
proposición y aprobación de determinadas leyes y normativas. Esta es una tarea
compleja, porque aquí se cristaliza una doble tensión la de la autonomía del
movimiento versus la dependencia o “correa de transmisión” de los propios
partidos políticos. En relación a esto, es importante destacar que a pesar de
los lazos que se pueden generar con la política transversalmente. El
sindicalismo como movimiento independiente y singular no debe permitir la
influencia de posturas políticas en su filosofía intrínseca, sino más bien,
éste debe influir en temas atingentes a las relaciones laborales solicitándoles
a los partidos políticos que los representen y tengan voz y voto en el
Congreso.
En
base a lo anterior, podemos mencionar que el Sindicalismo en Chile no ha
logrado generar este tipo de lazos, debido a las distintas posturas y visiones
tanto de los dirigentes políticos como los dirigentes sindicales lo que ha
dificultado que se promulgue la nueva ley de reforma laboral y se generen
cambios concretos respecto a ella. Por tanto, en base a esto, difícilmente se
lograrán las exigencias en su totalidad, como por ejemplo, la titularidad
sindical.
-
Buscar nuevos “socios”, el movimiento sindical debe aliarse con otros actores y
agentes de la sociedad civil para conformar un frente más amplio, con más
fuerza y que se pueda oponer al neoliberalismo imperante y proponer a su vez
nuevos programas y/o proyectos de orden social. Para lograr este nuevo afán deberá
seleccionar quienes serán esos nuevos socios, por lo pronto creemos que en los
grupos ecologistas, las mujeres, los jóvenes, las minorías sexuales, los
movimientos indígenas, el renovado y enérgico movimiento estudiantil – también
llamado movimiento social por la educación - y otros en donde se abordan
problemas y se plantean interrogantes a la sociedad en las cuales hay espacios
y voluntad para la asociatividad y la cooperación (González, 2013; 115).
Conclusiones
Podemos
concluir, que el Movimiento sindical a lo largo de su trayectoria y
particularmente en la Sociedad Chilena debe realizar una serie de cambios que
vayan en pos de los nuevos pilares de valores institucionales para mejorar las
relaciones laborales entre trabajador y empleador. Para ello, es necesario considerar
las siguientes medidas:
-
Proponer una “restructuración vital” en la dirigencia de los representantes de
los trabajadores, por ejemplo; proponer a candidatos profesionales de diversas
materias, tales como: Abogados, Ingenieros, Sociólogos, en fin. Personas que
sean capaces de argumentar ideas razonables y/o propuestas reales. Lo que
generaría una democracia inteligente, coherente, sabia, informada, real y/o
congruente dentro del movimiento, que proporcionaría un mayor entendimiento y
participación con los partidos políticos para así lograr influenciar en los
cambios de las leyes o normativas de manera más efectiva y rápida.
-
Influir para promulgar leyes que difundan la cultura sindical en las
diferentes instituciones universitarias y casas de estudio, como también en las
diversas empresas y organizaciones, para así concientizar a la sociedad de la
importancia del movimiento sindical fundada en justicia social y no en
diferencia de clases. Esto permitiría también fortalecer la democracia basada
en la diversidad de clases y a la vez concientizar el papel que cumplen los
trabajadores, quienes son denominados el capital humano que mueve la economía
mundial, por tanto, lo básico es que cuenten con condiciones laborales
adecuadas que a su vez mejoran las relaciones entre empleadores y trabajadores.
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