Resumen:
En la Argentina del
primer gobierno de Carlos Saúl Menem, se
produjo una gran ruptura en las políticas del gobierno peronista. De hecho,
aunque el partido gobernante era peronista, las nuevas reformas ultraliberales
adoptadas por el presidente de la nación estaban en contra del supuesto
peronismo clásico. Este trabajo de
investigación tiene por objeto analizar el
caso de Argentina con
respecto a este fenómeno de liderazgo que encarnó Menem. La investigación va a
enfocarse en su rétorica política y sus estrategias argumentativas que hicieron
posible su llegada al poder, la legitimación de su modelo económico y la
cooptación del apoyo de sectores sociales diferentes dentro de un contexto
nacional e internacional único. Por lo tanto, este trabajo va a tratar de
responder a algunas preguntas que se imponen: ¿Cuáles eran las características
del contexto nacional e internacional del ascenso de Menem como presidente de
la nación? O en otras palabras, ¿Cuáles eran las características del contexto
nacional e internacional que hicieron posible el surgimiento de su discurso y
la legitimización de su rétorica? ¿Como logró Menem imponer una reforma
neoliberal aunque emergió del partido peronista? ¿Cuáles eran las estrategias
argumentativas que usó para alcanzar el apoyo de casi todos los sectores de la
población?
Palabras clave: Liderazgo carismático – Rétorica y discurso
emotivos – Líder – Neoliberalismo- Neopopulismo
Abstract:
Under the first
government ofCarlos Saúl Menem, there was a significant change in Argentina’s
economic policies. In fact, new reforms were adopted and had clear neoliberal
characteristics even though Menem was a member of the Peronist political party.
In that sense, this paper aims to analyze how Menem’s leadership,
specificially, his rhetoric and argumentative strategies, made it possible for
him to assert himself, legitimate his economic policies and gain the support of
all the social classes in Argentina within a unique national and international
context. Therefore, there are several questions that this paper will try to
answer: What were the national and international contexts in which Menem
emerged as president? Or in other words, what were the national and
international contexts that made it possible for his rhetoric/discourse to emerge?
How did Menem manage to implement a neoliberal reform while he was a member of
the Peronist party? Which argumentative strategies did he use to gain the
support of almost all society’s sectors?
Key words: Charismatic leadership – Emotional discourse and
rhetoric – Leader – Neoliberalism- Neo-populism
L’abstract:
En Argentine, durant le premier
mandat de Carlos Saúl Menem, il y a eu un réel changement politique et
économique au sein de son gouvernement. En effet, de nouvelles réformes ont été
adoptées. Ces dernières avaient clairement des tendances néolibérales même si
Menem était issu du parti péroniste. Dans ce sens, cette dissertation vise à
analiser le cas de l’Argentine en ce qui concerne ce phénomène de leadership
qu’était Menem. Cela se fera en focalisant l’attention sur sa rhétorique
politique et ses stratégies argumentatives, qui l’ont aidé à s’imposer en tant
que président, légitimer ses politiques économiques et gagner le support des
différentes classes sociales en Argentine au sein d’un contexte national et
international unique. Par conséquent, il y a plusieurs questions auxquelles
cette recherche essaie de répondre: Quels étaient le contexte national et
international durant lequel Menem émergea comme président? Ou en d’autres mots,
quels étaient le contexte national et international qui ont fait que sa
rhétorique/discours a été un succès? Comment a fait Menem pour implémenter des
réformes néolibérales alors qu’il était issu du parti péroniste? Quelles
stratégies argumentatives a-t-il utilisé pour gagner le support de presque tous
les secteurs de la société?
Mots clé: Leadership charismatique – Discours et
rhétorique émotives- Leader – Néolibéralisme- Néopopulisme
El liderazgo carismático de Carlos Menem: La retórica en su
primer gobierno (1989-1995)
Por: Ghita Chraibi
1. Introducción
Como
bien lo destaca María Fernanda Arias “La victoria de Carlos Saúl Menem en las elecciones
presidenciales de mayo de 1989 asombró a muchos analistas politicos que seis
años antes, frente a la victoria del Radicalismo en las elecciones
presidenciales de 1983, habían pronosticado el fin del caudillismo y el
folklore peronista en la política nacional y la instauración de un estilo
moderno y “científico” de hacer política.” Buena parte de este trabajo parte de
más o menos la misma confusión que conocieron muchos analistas políticos frente
al éxito de Menem en las elecciones pero además de esto, su exito continuo
después de aquéllas, aunque él cambiara su discurso e implantara reformas
ultraliberales que no fueron la base de lo que había propuesto antes de ser
elegido. En efecto: ¿Cómo
explicar que Menem logró ascender a la presidencia como representante peronista
y luego imponer una reforma neoliberal sin rechazo por parte de la población? Una
de las explicaciones reside, a nuestro entender, en el caos socio económico
político que reina en el contexto nacional de aquel momento y la desesperación
que lo acompaña indudablemente. Esto fomentó el surgimiento de Menem como
“piloto de tormentas” que prometió traer de vuelta el orden en la nación. Así
que sobre esta línea de análisis, trataremos de definir y explicar las
características del contexto nacional e internacional durante los cuales Menem
apareció como salvador de la nación.
Menem no es un líder fácil de clasificar. En efecto, esto
es precisamente difícil cuando ponemos de relieve el contraste que existía
entre el discurso peronista clásico que usaba en su campaña electoral y luego
su discurso ultra liberal durante su primer gobierno. Por consiguiente, no
podíamos explicar el fenómeno de liderazgo que él representaba solamente desde
el prisma del contexto socioeconómico nacional e internacional. De hecho, esto
es evidente aunque destacamos el contexto nacional de caos que hemos mencionado
y el contexto internacional que coincidía con el fin de la guerra fría. No
obstante,lo que creemos que es de igual importancia es reconocer el tipo de
liderazgo que hizo posible el éxito del discurso paradójico de Menem y que es
sin lugar a dudas el liderazgo carismático como lo planteaba Max Weber. Así, en
una segunda parte veremos que realmente, lo que hizo la diferencia para Menem
era su capacidad carismática excepcional.
En tercer lugar, lo que se impone
como factor esencial en la consolidación de la hegemonía menemista que logró
imponer un viraje neoliberal muy importante es la retórica de Menem. De hecho
sus estrategias argumentativas varían y su juego dialógico que hizo del
peronismo clásico una base de tradición para alcanzar la modernidad que Perón
hubiera querido para el país –según Menem- le dan una fuerte legitimidad para
reunir el apoyo policlasista de una Argentina dividida hasta su presidencia. Muchos
autores como Paula Canelo y Hernan Fair estudiaron los discursos de Menem y
sostienen que él usó estrategias enunciativas muy específicas que lo ayudaron a
legitimar el giro estructural neoliberal que proponía. Estas estrategias son
diversas y dentro de ellas, podemos mencionar el uso de la tradición pragmática
del peronismo para promover la modernidad de sus políticas dentro del prisma
peronista, el uso de la política como “arte de lo posible” y como “apropiación
del adversario político” pero también el uso del discurso de ruptura social y
de una retórica pasional llena de ambigüedades.
Antes de desarrollar, queremos aclarar para el lector que
por lo tanto, nuestra hipótesis se resume en lo siguiente: El liderazgo
carismático de Menem y su retórica claramente emotiva sumados al contexto
caótico de Argentina en aquel momento lograría la implementación de una ruptura
de carácter neoliberal en los niveles político-institucional y socioeconómico.
De hecho, pensamos que estos tres factores se combinaron para hacer de su
estilo de liderazgo un fenómeno y que los tres tienen la misma importancia.
Así, en el desarrollo de este trabajo, podremos ver que cada factor apoya la
emergencia y la consolidación del otro.
2. Marco
teórico. Nuestra visión
2.1 Liderazgo
político versus líder político
Como lo subraya Martín D’Alessandro en el capítulo 8
“Liderazgo político” de la compilación Política. Cuestiones y problemas, “la
palabra liderazgo ha sido y es utilizada de tantas maneras, esto es, para hacer
referencia a tantas situaciones diferentes, que es prácticamente imposible
lograr una definición que no sea parcial, o bien demasiado amplia”.
Por lo consiguiente, lo que queremos hacer es ofrecer a los lectores de este
trabajo una definición más precisa de la palabra y del concepto para que sea fácil
entender la diferencia entre líder y liderazgo pero, de manera más importante,
para que el concepto de liderazgo carismático sobre el que se enfoca nuestra
hipótesis no sea causa de confusión en el marco de nuestra investigación.
Es verdad como aclara Martín D’Alessandro que “la discusión
sobre la relevancia de la figura del liderazgo político se retrotrae al menos
hasta la Grecia antigua. Platón (427-347 a.C.) y Aristóteles (384-322 a.C.),
los iniciadores del pensamiento político sistemático, es decir teóricamente
organizado, estaban preocupados por la estabilización política de Atenas, pero
también todas las polis, en términos generales, sufrían grandes
turbulencias políticas”.
Esto demuestra el carácter esencial que tiene el liderazgo político y explica
que este concepto es más antiguo de lo que muchas personas piensan. Además,
sería imposible negar la relación del concepto de líder con liderazgo. De
hecho, aún Maquiavelo da pruebas de esto porque “en las repúblicas, sobre las
cuales Maquiavelo trata principalmente en su libro Discursos sobre la
primera década de Tito Livio (1531), el papel del líder es esencial incluso
desde el momento del mismo nacimiento de ellas, pues toda ciudad que tenga un
“gran fundador” tendrá un gran éxito”.
Ahora que hemos establecido los rasgos del concepto de
liderazgo político y su conexión indudable con la noción de líder, hay que
simplificarlo mucho más para poder plantear el concepto sociológico del
liderazgo como lo veía Weber. En efecto, Santiago C. Leiras hace justamente eso
en su ensayo sobre el Liderazgo político: estilo (neo) populista, estrategia
(neo)decisionista. Hacia un modelo de interpretación en contexto democrático.Entonces,
en vez de desarrollar une nueva aproximación conceptual, ofrecemos la de Leiras
en lo siguiente:
“Entendemos el concepto de líder político como un sujeto
particular investido de un poder de decisión. En un sentido más técnico, un
líder es aquella persona que ejerce su autoridad sobre los miembros de un grupo
basándose en la confianza que éstos le otorgan, y en el reconocimiento general
de su superioridad en el conjunto de cuestiones que afectan a dicho grupo
(Arlotti, 2003). Hacemos referencia en cambio con la noción de liderazgo político,
a la naturaleza de la acción realizada por aquel sujeto. Si el líder es un
actor individualmente considerado, el liderazgo será un tipo de relación de una
determinada cuestión o conjunto de cuestiones o issues(Cavalli, 1999;
Conin, 1980; Edwards III y Wayne, 1985; Fabbrini, 1999; Greenstein, 1988; Mac
Gregor Burns, 1973; Lindholm, 1997).
La distinción entre una y otra noción adquiere sentido no sólo
a partir del hecho de que el líder no coincide necesariamente con el liderazgo,
sino además porque esta relación se desarrolla en un contexto determinado. Es
decir, el liderazgo no solamente remite a la relación que se establece entre el
líder y los otros – sean estos ciudadanos o no, que interactúan directa y
regularmente con el líder- sino también una relación que se desarrolla dentro
de un determinado contexto institucional y en una situación histórica dada.”
Esta aclaración de la diferencia que existe entre los dos
conceptos aunque están íntimamente conectados en esencia, sirve también como
introducción al punto siguiente que es la teoría del liderazgo carismático de
Max Weber. En efecto, esta aproximación conceptual de Leiras concuerda con las
bases de la visión sociológica del liderazgo según Max Weber (1864-1921), uno
de los padres de la sociología moderna como lo describe Martín D’Alessandro. El
liderazgo para Weber es una relación social asimilada a una relación de
dominación dentro de la cual hay obediencia. Sin embargo, Martín D’Alessandro
resalta este punto aclarando que esta dominación no es tanto “el mero ejercicio
de poder” sino que es como lo define Weber “la probabilidad de encontrar
obediencia a un mandato de determinado contenido entre personas dadas” (Weber,
1996a: 43). Además, esta obediencia se cambia en adhesión (Levi, 1997: 862)
cuando se legitima la dominación. Y esto nos conduce a hablar de los tipos de
dominación que Weber identificó: el tradicional, el legal-racional y el
carismático. Como hemos establecido en nuestra introducción, el tipo de
dominación que nos interesa en este trabajo es el tercer tipo de dominación
legítima que propone Weber, “la dominación carismática”.
2.2 Liderazgo
carismático según Max Weber
“El carisma resulta de vital importancia
en la consecución y legitimación del poder en determinados regímenes políticos”. Max Weber (1981)
Como hemos visto, hay una conexión muy íntima entre el
concepto de liderazgo y de líder. Basándonos en eso, lo que nos interesa en el
marco de nuestra investigación es definir y explicar la teoría Weberiana sobre
el liderazgo carismático para luego analizar el liderazgo de Menem como líder
de la nación entre 1989 y 1995. En primer lugar, hay que fijarse en la definición
del carisma mismo para mejor entender lo que propone Weber. Según algunos
diccionarios, carisma del latín charisma tiene origen en una pablabra
griega que significa “agradar” y en general se refiere a la abilidad para
atraer y cautivar a los demás por su presencia o su forma de hablar.
En segundo lugar, queremos proponer la versión simplificada de la explicación
de la dominación carismática como la propone Martin D’Alessandro y María
Fernanda Arias y luego vamos a explorar teorías más recientes que la de Weber y
ver cómo se complementan.
Así como lo expone Martin D’Alessandro “según Weber, se
obedece a una persona en virtud de sus dotes sobrenaturales, facultades
mágicas, revelaciones, heroísmo, poder intelectual u oratorio. Se genera una
devoción personal al caudillo a causa de lo extra cotidiano y excepcional de
sus cualidades. El caudillo es el profeta, el héroe guerrero o el gran
demagogo, que por sus revelaciones, acciones o decisiones, respectivamente,
logra un tipo de obediencia en el que no hay reglas estatuidas ni
tradicionales, sino que el poder se lo otorga la creencia en él, que él mismo
exige como un deber y que atribuye a la “gracia de Dios” por medio de milagros,
éxitos en la batalla o prosperidad de los súbditos.”
Añade que aunque el concepto de carisma parece un poco amplio, “queda claro que
refiere al magnetismo, capacidad de persuasión y atractivo no racional de
alguna persona, que inspira reverencia, fervor o dependencia emocional
(Gardner, 1993: 35).”
María Fernanda Arias aclara otra parte de la teoría de Weber explicando que él
también “advierte la existencia de dos fenómenos relacionados con el carisma:
no existe en estado puro sino mezclado con formas tradicionales y legales, y el
líder carismático aparece con más frecuencia en situaciones de crisis moral,
psicológica, política y económica”.
Es evidente que Weber es el padre
de la discusión sobre el liderazgo carismático, y hay que reconocer que muchos
autores usan su teoría cuando tratan de explorar esta cuestión con más profundidad
con relación a uno u otro tema. De hecho, Harold B. Jones, demuestra, en su artículo
“Magic, meaning and leadership: Weber’s model and the empirical literature” que
su modelo ofrece como un “framework” para otras teorías y pruebas sobre la
cuestión de liderazgo carismático. Un ejemplo de esto, es la teoría de Durkheim
(1965) en la cual expone el concepto de “mana” que ayuda según Jones a elucidar
otro aspecto de la teoría Weberiana sobre el liderazgo carismático. Según Durkheim, “the mana is therefore regarded
as a benevolent power, and the persons or objects upon which it is believed to
rest are treated as the benefactors of the community”. Y esto concuerda con lo que Weber (1963) dice
“attributions of authority and power (charisma) flow to the people and things
that have become symbolic expressions of the collective good”. Para
concluir, el resumen de Trite y Beyer (I 986,
pp. 118-l 19) que propone Robert J. House de la Universidad de Pennsylvania en
su artículo “Weber and the neo-charismatic leadership paradigm: a response to
Beyer” nos servirá en nuestra análisis del liderazgo de Menem, así ponemos de
relieve los elementos de la teoría de Weber como ellos hicieron: “(1) an
extraordinarily gifted person. (2)
a social crisis or situation of desperation, (3) a set of ideas providing a
radical solution to the crisis. (4) a set of followers who are attracted to the
exceptional person and come to believe that he or she is directly linked to
transcendent powers, and (5) the validation of that person’s extraordinary
gifts and transcendence by repeated successes. They viewed charisma as a
sociological phenomenon that emerged from the interaction of all
of these elements, and argued that all of them must be present to
some degree for charisma to occur.”
Este resumen de elementos necesarios para que
emerja un líder carismático nos va a servir a exponer nuestro trabajo y va a
ser el marco teórico más importante que usemos para consolidar nuestra
hipótesis.
Esto nos incita a explorar la
teoría de Weber enfocándonos sobre el liderazgo carismático como agente de
cambio social. En efecto, su teoría demuestra que todas estas capacidades del
líder carismático fomentan el apoyo de la gente y la incita a trabajar con él
para alcanzar su visión, dada la creencia de que él promueve el bien común. Viviane Seyranian y Michelle C. Bligh subrayan
esto en su artículo “Presidential charismatic leadership: Exploring the
rhetoric of social change” diciendo que “charismatic leaders institute social
change and alter the status quo in some fundamental way (see Fiol et al.,
1999)”.
Además de exponer esto, estos autores destacan
la importancia de analizar la retórica del cambio social, o en otras palabras,
de la ruptura social que los líderes carismáticos imponen. Este argumento se
refuerza cuando aclaran que los líderes carismáticos utilizan estrategias de
comunicación especificas para inspirar y motivar sus seguidores a actuar en
conjunto con ellos para implementar una ruptura social que la comunidad
necesita y que solo él dirigirá (Bligh, Kohles, & Meindl, 2004a; Emrich et
al., 2001; Fiol et al., 1999; Shamir, Arthur, & House, 1994). Por
consiguiente, nos parece esencial admitir la importancia de una retórica especifica
para los líderes carismáticos y es por eso que el desarrollo siguiente
corresponde al discurso político del
líder carismático y la retórica de la ruptura
social.
2.3 El
discurso político del líder carismático o la retórica de la ruptura social
"Un significante vacío es, en sentido estricto del
término, un significante sin significado". Ernesto Laclau
En primer lugar, antes de desarollar la teoría
de Ernesto Laclau sobre el discurso político y las características del discurso
político de un líder carismático, queremos proponer una definición del discurso
político y su importancia como lo ha subrayado Teun
A. van Dijk. De hecho, él explica que el discurso político es
simplemente definido por sus actores y/o autores, lo que significa que los
políticos son los que lo producen, o sea los presidentes, ministros y otros
representantes de la política en la escena pública. Lo que es mucho más
interesante para nosotros, es que él añade que la mayoría de los estudios de
discurso político se basan en el discurso escrito o dicho por políticos
profesionales o instituciones políticas ambos al nivel local o internacional.
Eso es lo que pretendemos hacer gracias a este trabajo, siguiendo como él dice
“the studies of politicians (that) take a discourse analytical approach (Carbó
1984; Dillon et al. 1990; Harris 1991; Holly 1990; Maynard 1994; Seidel 1988b)”. Además,
lo que proponemos es un estudio de la retórica de Menem, y es esencial
reconocer que varios autores han dado mucha atención a la retórica presidencial
en general como lo destaca Teun A. van Dijk. De hecho él dice que “in the USA, especially studies of
presidential rhetoric are numerous (see, e.g., Campbell & Jamieson 1990;
Hart 1984; Snyder & Higgins 1990; Stuckey 1989; Thompson 1987e; Windt 1983,
1990).”
Ahora
que hemos aclarado el significado de lo que pretendemos explorar, -el discurso
político escrito o hablado de Menem o su retórica presidencial de 1989-1995- hay
que reconocer que hay diversas teorías discursivas y que tenemos que limitar el
marco que elegimos. De hecho, vamos a centrarnos sobre dos marcos: el primero
son los conceptos de Ernesto Laclau (1985) con su teoría de hegemonía, pero
principalmente la importancia del discurso político dentro de ésta, y el
segundo se basa sobre la teoría de campo de Lewin (1951) (“field theory”) que
luego corroboró también Fiol et al. (1999) y que se enfoca sobre las
estrategias argumentativas que usan los líderes carismáticos para efectuar un
cambio social importante.
Primero, vamos a aclarar lo que vamos a usar de
la teoría de Laclau. Como explica Hernán Fair en su tésis “El discurso de ruptura
social del menemismo”:
“Partiendo de
la base de que toda identidad es diferencial y relacional (De Saussure, 1961),
la teoría de la hegemonía de Laclau enfatiza la importancia que adquieren los
significantes (palabras, imágenes) en su función de «vaciamiento» de las
demandas sociales equivalenciales. En otras palabras, parte de la primacía del
significante sobre el significado señalada ya por Lacan, para analizar el modo
en el que algunos significantes logran trascender o «vaciar» su inherente
particularismo para articular simbólicamente demandas más universales que le
permiten hegemonizar, en sentido gramsciano, el espacio social. En ese
contexto, Laclau hace referencia a la noción de «significante vacío» o
«significante tendencialmente vacío», para dar cuenta de la constitución de una
cadena de equivalencias a partir de una dispersión de demandas fragmentadas que
se unifican en un «punto nodal» (Laclau y Mouffe, 1987), actuando como
contraposición a otra cadena de equivalencias amenazante del sistema.”
Esta
explicación simplifica la teoría de Laclau, poniendo de relieve la importancia del
discurso (palabras, imágenes) en la construcción de una hegemonía. En efecto,
esto es destacado también por Federico Tarragoni, en su homenaje al teórico
argentino cuando dice en su artículo Laclau : À la recherche du
politique perdu “la seule instance à même d’unir symboliquement là où la
structure sociale peut éloigner, diviser et polariser, est selon Laclau le langage. Le langage créé des fronts de bataille
communs, malgré des intérêts de classe divergents, et fournit une grammaire
pour passer d’une demande individuelle à un conflit collectif.” Igualmente, Federico Tarragoni
subraya la ambigüedad que está también generada por el discurso y el lenguaje
que a su vez, generan la hegemonía.
Como hemos dicho, el segundo marco importante que pretendemos usar es la
teoría de campo deLewin (1951) que luego corroboró también Fiol et al. (1999) y
que se enfoca sobre las estrategias argumentativas que usan los líderes
carismáticos para efectuar un cambio social importante. Lewin sugiere que los
líderes carismáticos adoptan estrategias retóricas precisamente para cambiar
las ideas, los valores y las motivaciones de sus seguidores.Esto
se hace, según él, pasando por fases durante las cuales estos líderes niegan el
miedo que los seguidores sienten ante el cambio, la novedad y la innovación. De
hecho, ellos fomentan su apoyo creando un deseo por promover lo no convencional
y el desafio al status quo. Probando esta teoría gracias al estudio de 42
discursos presidenciales, Fiol et al. (1999) indica que los líderes
carismáticos usan más negación, inclusión, y retórica abstracta en comparación con
los líderes que no lo son. Otras teorías se han añadido a la de Lewin, y concuerdan
con ella. Por ejemplo, Bass (1985,
citado en Shamir et al., 1993, p. 583) precisa que “charismatic leaders stress
vague and distal goals with utopian outcomes to encourage followers' faith in a
better future. Towards this end, charismatic leaders may also use “symbolism, mysticism,
imaging and fantasy”.
Así que,utilizando como referencia un corpus
discursivo basado en alocuciones del presidente Carlos Menem durante su primer
período de gobierno (1989-1995), nos proponemos analizar cómo el aspecto de
ruptura social unido a las características discursivas peronistas y de algunas
estrategias de enunciación específicas, todos presentes en la retórica de
Menem, lo ayudaron a imponerse y legitimarse como líder carismático siempre
dentro del marco teórico de los elementos necesarios para la emergencia del
líder carismático según Weber.
2.4 El discurso
peronista clásico
“Los hombres que, como yo, viven solamente para el pueblo,
necesitan de esa solidaridad. Por eso siempre que yo he hablado al pueblo, más que
órdenes, he impartido consejos. Un presidente que aconseja, más que presidente
es un amigo, y eso es, precisamente, lo que yo quiero ser de mi pueblo: un
amigo. Cumpliendo siempre la primera verdad establecida en nuestro catecismo
peronista, que dice que la verdadera democracia consiste en que el gobierno
haga solamente lo que el pueblo quiere y defienda un solo interés: el del
pueblo.”
15 de abril de 1953 - Discurso de Juan
Domingo Perón
El
peronismo es un movimiento político creado por Juan Domingo Perón en los años ‘40
en Argentina y, como lo subraya Victor Armony en su tesis sobre el populismo y
el neopopulismo en Argentina, ha sido considerado como la expresión del
populismo latino-americano. Reconocemos que hay varias definiciones del
populismo y que éstas a veces resultan en mucha confusión. Así que vamos a
contar con la definición ofrecida por el diccionario de la lengua española y
que aclara que el populismo es simplemente “Tendencia política que pretende atraerse a las clases
populares”. Generalmente, se refiere a estas clases populares como
“el pueblo” o como lo hizo Perón muchas veces diciendo “Trabajadores”. Antes de
exponer algunas características del peronismo clásico, nos parece importante
aclarar brevemente en qué contexto emergió el peronismo.
Es
esencial considerar el contexto socioeconómico de Argentina a fines del año
1930. En efecto, la crisis económica internacional hizo que cada país “tomara
medidas en su propia salvaguardia, sin tener en cuenta los efectos sobre el
conjunto del sistema”. Por consiguiente, la economía argentina fue fuerte y
negativamente afectada. Por ejemplo, la capacidad importadora del país sufrió a
causa de la crisis de divisas. Así, las empresas medianas y pequeñas dedicadas
a la manufactura llenaron el vacío creado por esta crisis y promovieron la
demanda interna. Esta reestructuración capitalista, sumada al fraude electoral
que dominaba la escena política de ese período, era un cóctel explosivo para el
país y muchas personas decidieron mudarse a la perifería de Buenos Aires y
vivieron en condiciones muy precarias. Por lo tanto, eso creó mucho descontento
y frustración dirigida en contra de las instituciones del país, y contribuyó a
consolidar una conciencia sindicalista muy fuerte. El peronismo emergió como
resultado de estas tendencias socioeconómicas, y Perón fue el líder que definió
el carácter populista del partido y de su discurso político desde su primera
palabra dirigida al pueblo el 17 de Octubre de 1945, en un balcón de la Casa
Rosada, cuando dijo: “¡Trabajadores!”
Sigal y Verón explican que «la puesta en marcha
del proyecto peronista es una especie de vaciamiento de la historicidad
concreta propia de la sociedad anterior al proyecto; una vez orientada por el
proyecto peronista de la unificación nacional, la sociedad comienza a funcionar
en otra escala, en otro registro». Estos autores ponen de relieve las características del
peronismo, aclarando que la estructura de enunciación peronista tiene un
recurrente “vaciamiento del campo político” y una “doctrina vacía”.Esto
se ve en la formación de una situación de emergencia y la necesidad de la unión
del colectivo argentino para superarla. En las palabras de Sigal y Verón, el
vaciamiento del campo político se demuestra por la “situación de urgencia, necesidad
de unión solidaria fundada en el colectivo argentinos, por oposición a
la parcialidad y la fragmentación asociadas a la “acción política”.Como
lo expone Paula Canelo,
“Fueron los
trabajos de Sigal y Verón los primeros en destacar un rasgo central del
«peronismo tradicional»: el de articularse a partir de una doctrina vacía,
independiente de las «ideologías», en la que el Líder está autorizado a
combinar los contenidos más diversos. Según Minogue, y en contraste con las
consolidadas ideologías europeas, los populismos tercermundistas no pueden ser
doctrinarios: toda exigencia ideológica debe ser subordinada al pragmatismo que
es dictado por las exigencias del momento. En efecto, la condición de Líder le
había permitido al general Perón, durante décadas y de acuerdo con las
necesidades políticas coyunturales, articular y diluir las alianzas y
confrontaciones más disímiles, imprimir notables cambios de contenido en la
doctrina, y constituirse en el único intérprete autorizado o «enunciador
primero» de la misma. En su entorno, varios fueron los grupos peronistas que
intentaron constituirse en «enunciadores segundos», lo que los llevó a la
necesidad de legitimar su propia palabra o accionar en «lo que hubiera dicho o
hecho Perón ».”
Además de lo que hemos mencionado hasta ahora, hay otras
características que se pueden ver en el discurso peronista clásico. En efecto, se
enfatiza mucho el concepto nacionalista de la gran patria: una idea utópica de
la gran Argentina que Perón quería alcanzar gracias a la nacionalización y la
centralización que acabarían con la dependencia económica. El orgullo nacional
era muy importante en la doctrina peronista en su ruptura con la Argentina
liberal. El peronismo pretendía traer de vuelta la dignidad gracias a la
optimización de la producción y del consumo argentino.
2.5 La
importancia de la crisis en la emergencia de líderes carismáticos
Ya hemos mencionado que Trite y Beyer ofrecen un resumen de
la teoría de Weber sobre los elementos que
contribuyen a la emergencia de líderes. Estos serían: la presencia de una
persona con aptitudes excepcionales y con ideas radicales como solución a una
crisis social o situación de desesperación. Además, los seguidores llegan a
crear en el poder del líder para solucionar la situación por sus éxitos
repetidos. Dado esto, lo que nos interesa en esta parte del marco teórico de
nuestro trabajo es que la presencia de una crisis social o situación de
desesperación contribuye en la emergencia de un líder carismático. En efecto,
diversos autores han corroborado este punto. Por ejemplo, autores clásicos como
Weber o Karl Marx, además de otros como Fred Greenstein, y Carina Perelli,
todos ofrecen trabajos que apoyan esta teoría, y esto es lo que proponemos
demostrar antes de pasar a la exposición de los antecedentes histórico-políticos de Argentina antes de la
primera presidencia de Menem en 1989.
En su
capítulo sobre liderazgo político, Martin D’Alessandro precisa que “la ciencia
política entiende, sobre todo a partir de autores clásicos como Weber o Karl
Marx (1818-1883), que el comportamiento político se explica mejor por las
características de la sociedad en su conjunto y de las relaciones de situación
que ella genera, que de las personas tomadas individualmente. En otras
palabras, las eventuales situaciones de liderazgo también dependen de factores
macro que las influyen (o incluso determinan).”Menciona
a Fred Greenstein también, precisando que este autor clásico sobre la cuestión
del liderazgo político dijo que la “influencia sobre las acciones individuales
depende, sobre todo, de a) el grado en la que la sociedad de que se trate
admita cambios, o dicho de otro modo, de cuán flexible sea la estructura del
ambiente en el que esa acción tiene lugar (el impacto aumentará si la sociedad
de que se trata es capaz de asimilar cambios y situaciones novedosas), b) la
ubicación del actor en el esquema estructural de ese ambiente, y c) la
habilidad estratégica del actor para lograr que su acción tenga impacto
(Greenstein, 1970, 1972)”.
Martin D’Alessandro también añade lo que dijo Blondel (1991: 432-433) sobre la
relación del líder con su entorno, y que también aclara que “los científicos
sociales hayan empezado a observar cada vez mas que las cualidades que se
necesitan para ser líder no pueden definirse en abstracto sino que, por el
contrario, deben relacionarse con las circunstancias que rodean al surgimiento
del líder”.
Asimismo,
Carina Perelli expone en su capítulo “La
personalización de la política. Nuevos caudillos, outsiders, política mediática
y política informal” (1995) que la conjunción
de muchos factores resultan en el surgimiento de líderes fuertes como: “crisis
del partido, desconfianza en los liderazgos anteriores, necesidad de un mensaje
de esperanza para la población, existencia de personalidades dispuestas a
ejercer un liderazgo sin ataduras, de fácil comunicación con la masa y manejo
de los medios de información, con proposiciones, vagas, pragmáticas, que tienen
en cuenta a los intereses populares y disposición a la negociación.”
Todo esto
nos sirve para proponer que los antecedentes histórico-políticos caóticos de
Argentina antes del surgimiento de Carlos Menem como presidente resultan en la
fatiga de los ciudadanos y en su desesperación. Esto considerablemente ayudó a
Menem a legitimarse a pesar del viraje neoliberal que impuso cuando ascendió a
la presidencia de la nación, y aunque muchos dijeran que engañó sus votantes.
3. Antecedentes
histórico-políticos de Argentina
3.1
Contexto nacional
La situación socioeconómica y política en Argentina justo
antes de las elecciones de 1989 era por lo menos caótica y había sido así por
mucho tiempo lo que fomentaba la frustración y el descontento de la población
argentina. Esta crisis tiene rasgos anteriores al año 1989 aunque se puede ver
que este año representó la culminación de la paciencia de los ciudadanos frente
a la incapacidad de Raúl Alfonsín de ofrecer soluciones viables. De hecho, “desde
los años 70 se fueron disolviendo los consensos en torno de la acción estatal,
desaparecieron las autolimitaciones a los comportamientos políticos más
destructivos e intolerantes y se agudizaron tanto la crisis fiscal como la
inflación.”
Asimismo, hay que reconocer que lo que indudablemente ayudó a Alfonsín era la
percepción inicial de la población de que la dictadura era el verdadero
problema. Esta percepción de que “las dificultades del país se resumían en la
dictadura y que, por lo tanto, una reversión de sus políticas económicas en el
marco de un gobierno democrático servirían para normalizar tanto institucional
como económicamente al país”
también condujo a Alfonsín al fracaso cuando se vio claramente que él no iba a
resolver el problema de las dificultades económicas.
Por un lado, las dificultades económicas no resueltas por
parte de Alfonsín, pusieron fin a los sueños asociados a la “primavera
democrática” de los primeros años del gobierno radical. En efecto, el
debilitamiento de su gobierno en todos los frentes se puede deducir desde los datos
de la hiperinflación. Así que, como precisa Hernan Fair, “Menem asumió el
poder en medio de una hiperinlfación inédita en la historia del país, con
índices que llegarían a 78.5% en mayo y 114.5% en junio, sumando un total de
613% en sólo 6 meses, y tasas de endeudamiento externo y déficit fiscal incontrolables.
Este proceso de caos económico sería acompañado, además, por una profunda
decadencia de la situación sociolaboral de los trabajadores asalariados, lo que
se expresaría en un incremento de los índices de desocupación y subocupación,
así como en un fenomenal aumento de los indicadores de pobreza y precarización
social.”
Por otro lado, al nivel político, a causa de
esta crisis socioeconómica el estado también estaba debilitado. Esto condujo a
una crisis de representación política muy fuerte y “al desprestigio de la clase
política que se produjo hacia el fin del gobierno de Alfonsín”.
Así que mientras el peronismo conocía una renovación dentro de su partido que
se caracterizaba principalmente por la búsqueda de otros recursos financieros
aparte de los gremios, la adopción del voto directo dentro del partido y el
establecimiento del control político sobre la mayoría de las provincias a
partir de las elecciones de 1987, Alfonsín apoyaba medidas económicas débiles,
desprestigiaba el gobierno y permanecía preso de su discurso inicial. Esto
añadido a “quince años de fracasos desde 1975 fue, como señala Cavarozzi, la
devaluación de la política que tuvo efectos ambiguos. Si por una parte
contribuyó a aceptar la contracción de las esferas de acción y regulación
estatal, por la otra, debilitó el consenso sobre el cual se basan el Estado, la
sociedad e incluso el mercado.”
Toda esta
coyuntura de caos económico, político y social ayudó a Menem a legitimarse como
piloto de tormentas. Además, el debilitamiento del consenso sobre el cual se
basan el Estado, la sociedad e incluso el mercado es también crucial para
entender porque él no tendría que afrontar mucha oposición después de
implementar sus políticas neoliberales que promovieron “más mercado” y “menos
Estado”. Por fin, y sólo con el objeto de destacar otra vez la gravedad de la
situación nacional de la que emergió Menem, hay que mencionar que poco después
del éxito peronista en las elecciones de 1989, “se inició un episodio que
contribuyó a aumentar la sensación de inseguridad colectiva: los saqueos a los
supermercados por parte de los sectores más carenciados de la población.”
Por consiguiente, es muy fácil discernir la imagen de descontrol social que
reinaba.
3.2
Contexto
internacional
“La historia de los veinte años que siguieron
a 1973 es la historia de un mundo que perdió el rumbo y se deslizó hacia la
inestabilidad y la crisis.”
Eric Hobsbawn
Como nos dice Eric Hobsbawn la gran crisis internacional en
los años ‘70 y ‘80 tocó el mundo entero. En efecto, había mucha inestabilidad
en Europa occidental, Estados Unidos, la URSS y en muchas partes del tercer
mundo. La desaceleración del crecimiento económico tuvo un papel importante en
esto, además de la inflación y de los crecientes gastos sociales del Estado. Lo
que era peor aún, era la fluctuación de los precios del petróleo: “En 1973 y
1978, los bruscos y descomunales aumentos del precio del petróleo agregaron un
nuevo disturbio a la situación; se bloqueó el crecimiento de los sectores
industriales intensivos en energía, que habían sido los más dinámicos hasta ese
momento, y la inflación se generalizó a escala internacional.”
No tenemos que precisar que esto impactó las relaciones comerciales entre los
países. Lo que se ve también es que muchos gobiernos frente a la profundidad de
la crisis del “Estado de bienestar”
adoptaron políticas que impusieron el control del gasto público y un debate
significativo empezó a tomar proporciones importantes: “el rol del Estado y la
política económica, sus objetivos, prioridades y restricciones”.
Es en este contexto que llegaron al poder varios políticos
neoliberales en las grandes potencias del mundo: Ronald Reagan en los Estados
Unidos y Margaret Thatcher en Gran Bretaña. Desde los nuevos gobiernos “se
recomendaba la descentralización, la privatización, la focalización y el
control de gestión en lugar de la intervención directa en los servicios
públicos y sociales”.
El resultado de esto es que el modelo de Estado que hasta la década del ‘70 era
más o menos el único modelo que existía -el Estado-nación benefactor- se volvió
fuertemente cuestionado. Por lo tanto, la globalización económica corroboró el
retraso del Estado y de su soberanía de manera general. Asimismo, el fin de la
guerra fría que coincidió con el ascenso de Menem no es un dato menor.
En
conjunto, esta crisis internacional había fomentado una exagerada especulación
financiera y la “bicicleta financiera” y condujo a la “época de la plata dulce”
en Latinoamérica. Sin embargo, la mayoría de los países al nivel internacional
también tuvo que lidiar con el debate sobre el rol del estado y el grado de
intervención que éste debería tener para evitar el crecimiento de la miseria
dentro de los países. Lo que se puede deducir gracias a los datos que
resultaron de esta situación es que los neoliberales llegaron al poder en las
grandes potencias y que las medidas neoliberales – por ejemplo: el retorno al
concepto de laissez faire, la reducción del gasto público, y la
inversión privada- eran promovidas también en países del Tercer mundo. El
consenso de Washington en 1990 es uno de los resultados más obvios de lo que
era fomentado en ese contexto internacional.Así, el hecho de que durante el
gobierno de Menem el canciller Di Tella identificara las relaciones que este gobierno
quería tener con los Estados Unidos como “relaciones carnales” no fue una
coincidencia dada la creciente importancia de los neoliberales en el mundo y la
globalización económica.
4. EL
liderazgo carismático de Menem
4.1 Una
persona con capacidades excepcionales
Lo que proponemos demostrar es que Carlos Menem logró ser
percibido como una persona con capacidades excepcionales para salvar al país
del caos que reinaba y que Alfonsín no había podido enfrentar. Alfonsín dejó el
gobierno seis meses antes del fin de su mandato y así Menem surgió como el
piloto de tormentas que la gran Argentina, como la imaginaba Perón, necesitaba.
En efecto, como dice María Fernanda Arias “muchos pensaron que el peronismo
llegaba a su fin, que no podía sobrevivir sin su líder”.
Sin embargo, Menem, quien era parte de la renovación peronista, venció a
Cafiero dentro del partido en 1988 y después ascendió a la presidencia de la
nación. “Síganme, no los voy a defraudar” fue una de las primeras frases que usó
y de hecho la población lo hizo porque creía en su habilidad para evitar la inestabilidad
y el desorden económico continuos.
La mediatización de la política en este período no es de
menor importancia, porque es uno de los recursos que Menem usó para imponerse
como una persona con capacidades excepcionales– además de su discurso que luego
vamos a exponer-. Menem usaba los medios masivos de comunicación como la
televisión para promover su contienda electoral y construirse una credibilidad
muy fuerte dentro del imaginario social argentino. Como lo subraya María
Victoria Vaccaro en su tesis sobre los medios de comunicación y la creación del
liderazgo político, “Menem se
presentaba a sí mismo como el elegido para llevar a cabo una
profunda conversión que escapaba de las ideologías y dejaba de lado el pasado.” Ella también aclara que la popularidad
de Menem durante sus primeros meses de gestión era impresionante: “se ubicó entre el 60 y el 80%, cayendo a niveles más
bajos a fines del 89’y del 90’, pero luego de los momentos de crisis subió
hasta colocarse en un promedio de entre el 40 y 60% de adhesión.”Se
entiende que su uso de los medios de comunicación le permitió validarse como un
líder exitoso. Como han detallado Bosoer y Leiras, Menem se creó una legitimación cultural donde la
población lo veía como caudillo restaurador y revolucionario que puede
hacer frente a la doble transición “del autoritarismo a la democracia y del estatismo económico a
políticas de libre mercado, desregulación y activa adaptación a los ritmos
impuestos por el proceso de globalización capitalista.” Parece que la mayoría de las acciones políticas de Menem
proponían imponerlo como exitoso y poderoso, y como dice María Victoria Vaccaro
“entre éstos figuran sus
glamorosas amistadas, muchas del mundo del espectáculo, sus romances luego del
divorcio, su vestuario “informal”, camperas de cuero y zapatillas último
modelo, o un regalo que casi no fue devuelto, la Ferrari Testarrosa.”
La
razón por la cual pensamos que es importante mencionar esta percepción que la
gente tenía de Menem y que él logró legitimar gracias a sus acciones políticas,
nos trae de vuelta a la teoría del líder carismático de Weber. Dos elementos que
la teoría señala y que contribuyen al surgimiento de un líder carismático son
la percepción de que la persona tiene habilidades excepcionales, pero también
la validación de esta persona gracias a éxitos repetidos, algo que los medios
de comunicación proyectaron de una manera muy efectiva en el caso de Menem. De
hecho, la culminación de esto se ve en la “Plaza del Sí” en abril de 1990, como
lo pone de relieve Vaccaro al decir “convocados
por sectores del gobierno y figuras de los medios, muchos argentinos de
diferentes estamentos se concentraron en Plaza de Mayo expresando su apoyo al
camino seguido por el presidente.” Esto también muestra que los seguidores habían de hecho aceptado
a Menem como persona con habilidades excepcionales para cambiar el futuro del
país. Así, se confirma también otro de los elementos de la teoría de Weber
sobre el surgimiento del líder carismático: los seguidores que creen en el
poder del líder para solucionar la situación.
4.2
Ideas de cambio
extremo como solución
Como ya se puede entender desde nuestro marco teórico
weberiano, las ideas de cambio extremo que Menem ofreció como solución a la
inestabilidad económica, política y social que reinaba en el país constituyen
también un elemento importante en su surgimiento como líder carismático tan
pronto como llegó a ser elegido presidente de la nación. De hecho, como aclara
Hernan Fair:
“Mientras muchos de sus votantes esperaban el “Salariazo” y
la “Revolución Productiva”, una vez en el poder, “con el fanatismo propio de
los conversos recientes” (Camou, 1998: 90), el electo Presidente dejó de lado
todo rasgo de ambigüedad, se cortó para siempre las patillas que buscaban
asemerjarlo al caudillo riojano Facundo Quiroga y al imaginario campechano y
popular, y se dedicó a aplicar sin vueltas el rumbo neoliberal promovido por
las principales sectores del establishment local e internacional. Con el
respaldo de los más grandes empresarios del capital concentrado, expresado en
la incorporación a su Gobierno de directivos del conglomerado Bunge y Born y
del ingeniero Álvaro Alsogaray, símbolo del neoliberalismo, de gran parte del
campo sindical y partidario, además de los sectores castrenses, y también de
los Estados Unidos, con cuya política exterior se alineó a punto tal de
constituir unas inéditas “relaciones carnales”, el líder peronista se dedicó a
aplicar, con celeridad, un profundo e inédito programa de reforma estructural,
de fuerte orientación neoliberal, que intentaba ganarse como sea el respaldo y
la confianza de los grandes inversores (Gerchunoff y Torre, 1996; Palermo y
Novaro, 1996).”
Este viraje neoliberal, era una solución de cambio extremo e
inédita porque el partido peronista tiene un pasado fuertemente sindicalista y
a favor de una gran intervención del Estado en las políticas económicas del
país. Asimismo, este “giro copernicano” tuvo como consecuencia una
reestructuración económica y social importante que dio fin a la “matriz
estadocéntrica”.
Así, las privatizaciones ganaron terreno y el mercado libre y autorregulado
empezó a ser el foco del primer gobierno de Menem tan pronto como ascendió a la
presidencia. Como precisa Vaccaro, Menem lanzaba decretos y leyes que lo
ayudaron a afirmar este nuevo modelo estatal “la
Ley 23.696 de “Reforma del Estado y Reestructuración de empresas públicas” que
declaró la necesidad de privatizar una extensa lista de empresas del Estado, y
la 23.697 de “Emergencia Económica” que suspendía todo tipo de subsidios,
privilegios y regímenes de promoción, autorizando también el despido de
empleados estatales.” Además de estas leyes y un número exagerado de decretos,
que otorgaron al gobierno de Menem un estilo neodecisionista como lo planteraon
Bosoer y Leiras, diciendo que este estilo “se corresponde con una forma de
democracia “delegativa” y reinterpreta el principio republicano de la división
de poderes … como “división de funciones” de un mismo y único poder estatal”, la Ley de
Convertibilidad instaurada en
marzo de 1991 también ayudó a Menem a legitimarse como piloto de tormentas. De
hecho, este plan de estabilización y todas las reformas estructurales que
implementó Menem lo legitimaron como restaurador del orden económico de la
nación porque el nuevo Ministro de Economía, Domingo Cavallo, gracias a ese
plan de Convertibilidad estabilizó la tasa inflacionaria.
Otro aspecto de las acciones de cambio extremo de Menem es
la cooptación policlasista que implementó para obtener el apoyo de todos los
sectores sociales argentinos y crear una hegemonía social. Ejemplos de
esto han sido resumido por Vaccaro que señala que esos gestos fueron “el abrazo con el “ultragorilista” almirante Rojas y el indulto
a los militares procesados o condenados en el marco de una supuesta
“reconciliación nacional” que incluyó asimismo la repatriación de los restos de
Juan Manuel de Rosas.”Igualmente, Menem logró firmar el Pacto de Olivos con el
“enemigo” radical que fue la base de la reforma constitucional del 1994 que él
quiso presentar como una vía para el bienestar del país -aunque es claro que
eso fue una herramienta para poder vencer el último obstáculo para permitir su
reelección.-.
En conjunto, estas reformas estatales de cambio extremo que
implementó Menem confirman que de hecho él tuvo soluciones muy diferentes para
presentar a la población, y según la teoría de Weber esto lo ayudó a
legitimarse como líder carismático con un discurso político de ruptura social a
pesar de sus ambigüedades propias del periodo de su campaña electoral.
5. El arte
del discurso de Menem o la retórica en su primer gobierno (1989-1995)
5.1
Discurso de ruptura
social con características peronistas clásicas
Dentro del marco teórico que hemos presentado, una de las
características las más salientes de la enunciación peronista clásica es el
recurrente vaciamiento del campo político y la doctrina vacía. Menem
claramente adoptó esta estructura de enunciación, especialmente antes de las
elecciones internas del partido y durante su campaña electoral. Por ejemplo,
como destaca María Fernanda Arias, en su discurso, que exponemos abajo,
“compara su victoria en las elecciones internas con otro 17 octubre y deja
implícito que el otro candidato, Cafiero, no representa al verdadero peronsimo
que irrumpió en las calles para salvar a su líder en ese día glorioso.”
Elle resumió lo que este candidato quería hacer: mostrar que según él “su
misión como futuro líder parecería ser la de salvaguardar la historia peronista
y hacer que el pueblo preserve ese legado.”
Menem dijo: “Es preciso que cada militante peronista se
transforme en un guardían del destino del Peronismo y hacer un 17 octubre con
su voto en las urnas”…”debemos cumplir con el mandato de nuestro líder que es
dar su testamento al pueblo…bajo la advocación de Perón y Evita decimos ahora o
nunca, la hora de la liberación y la Justicia Social ha llegado”.
En efecto, Menem insistió sobre la urgencia de
la situación de crisis del país, y la importancia de la unificación nacional y
el esfuerzo común bajo su liderazgo para superarla. Como expone María Fernanda
Arias, cuando Menem dijo “Argentina, levántate y anda” (8 mayo 1989, 1 marzo 1990) , Menem está resucitando a Lázaro. Así, “Argentina estaba
muerta como Lázaro y Menem es el encargado de darle vida nuevamente.”
Por lo tanto, el uso de imágenes bíblicas lo ayudo poner en marcha lo que es
según Sigal y Verón el “proyecto peronista que
es una especie de vaciamiento de la historicidad concreta propia a la sociedad
anterior al proyecto; una vez orientada por el proyecto peronista de la
unificación nacional, la sociedad comienza a funcionar en otra escala, en otro
registro».Ese slogan también refuerza el mito de la gran patria
Argentina, otra caracteristica del discurso peronista clásico que se puede ver
en el discurso de Menem. El pretendía traer de vuelta la dignidad argentina,
como lo hicieron los grandes hombres de la historia del país:
“Les dije en la campaña electoral que me siguieran, ahora
les digo que los estoy acompañando, vamos todos juntos en esta tarea de
reconstruir la Patria grande con que soñaron nuestros prohombres, San Martín,
Belgrano, y todos aquellos que transitaron gloriosamente por los anchos
territorios de la Patria con un grito de libertad, de independencia, de
trabajo.” (8 julio 1991)
Por
consiguiente, esto muestra que el discurso de Menem tuvo, como diría Hernan
Fair, un «discurso hobbesiano de superación del caos», profundamente basado en
la tradición peronista. Sin embargo, las ambigüedades de este mismo discurso
nos hacen pensar que su estrategia de enunciacion también intentaba construir
una identidad menemista que estaba muy lejos de estar completamente dentro esta
misma tradición del partido peronista. Como expone Fair, “basándose en la teoría de la hegemonía de Ernesto
Laclau, Gerardo Aboy Carlés sostiene que toda identidad se constituye mediante
una frontera política que establece una escisión entre la «demonización de un
pasado» que alterna entre excluirse e incluirse y, al mismo tiempo, la
«construcción de un futuro venturoso» que aparece como la contracara de ese
pasado que se intenta dejar atrás (Aboy Carlés, 2001a, 2001b: 386)”. Esto se
muestra en el discurso de Menem reiteradamente.
En ese
sentido, Menem dijo: “Estamos
frente a un cambio de cultura, porque es un cambio de estilo de vida. Estamos
constituyendo un nuevo país y nuestra herramienta básica es la Reforma del
Estado. Si no lo hacemos nosotros, ¿quiénes? Si no ahora, ¿cuándo?
Dentro
de ese mismo marco, es útil mencionar lo que dijo Vaccaro sobre Menem: “se presentaba a sí mismo como el elegido para llevar a cabo una profunda conversión
que se escapaba de las ideologías y dejaba de lado el pasado: “Las
ideologías ceden espacio al espíritu pragmático que agiliza las
transformaciones. La única verdad es la realidad. Las ideologías no pueden
estar jamás por encima de los intereses de la patria.”
5.2
Discurso
carismático típico
Se puede ya deducir, desde nuestro previo análisis del
discurso de Menem que él intentaba usar una enunciación vacía y llena de
imágenes emotivas como la que hacía referencia a Lázaro. Lo que es importante
reconocer es que un discurso como ése es un discurso carismático típico. Como
hemos mencionado en nuestro marco teórico, Laclau habla de la importancia de
los significantes (imágenes y palabras) vacíos para crear una hegemonía. Esto,
precisamente, está resaltado por Maria Fernanda Arias en otras palabras. Ella
dice que “es sabido que los discursos carismáticos tienen una serie de características
muy precisas: la utilización de metáforas, el uso de palabras y símbolos que
tratan de llegar más al corazón del pueblo que a su razón, la utilización de un
lenguaje rítmico, etc.” Esto está corroborado por el artículo publicado en El
País, por José Comas el 9 de Julio 1989, y queremos exponer este extracto para
probar este punto.
“Empezó
Menem con un balance desolador de la situación en que asume la presidencia y
dijo que "todos, en mayor o menor medida, somos responsables y
copartícipes de este fracaso argentino y entre todos, sólo entre todos, seremos
artífices de un cambio a fondo y de una transformación positiva".
"Sobre estas ruinas", añadió, "construiremos el hogar que nos
merecemos. Sobre este país quebrado levantaremos una patria nueva para
nosostros y nuestros hijos”. Como si no estuviese al tanto de la feroz carrera
para volver a marcar precios, que tuvieron un incremento del más del 100 % en
la primera semana de este mes, Menem dijo que "se terminó definitivamente
el país del todos contra todos, comienza el país del todos junto a todos".
Después de advertir que no traía "el simplismo demagógico" y ofrecer
sólo sacrificio, trabajo y esperanza", Menem calificó la inflación de
"escalofriante" y denunció la "cultura especulativa"
reinante en el país. Expuso el nuevo presidente que viene con un "Gobierno
de unidad nacional a unir las dos argentinas, la de Rosas y Sarmiento, de Mitre
y Facundo, de Perón y Balbín".”
Es entonces evidente que Menem usó estrategias
argumentativas que los típicos líderes carismáticos usan para legitimar sus
políticas. Éstas incluyen, como hemos dicho en nuestro marco teórico: negación,
inclusión, simbolismo, misticismo, y una retórica muy abstracta llena de
objetivos utópicos que se inscribe dentro del marco de un discurso hobbesiano
de superación del caos. Estos extractos de sus discursos muestran estas
estrategias: (Hemos resaltado las partes que las demuestran más)
“Argentina está caminando este nuevo destino con paso
firme, seguro, pese a todos los inconvenientes (…) que estamos tratando de
ir superando, de ir marginando para que rápidamente pueda salir Argentina de
una larga y densa crisis que lleva décadas, producto también del
desencuentro de los argentinos.” (28/05/91: 142).
“Soy el Presidente de un país que he recibido en estado de
hiperinflación impresionante, con explosiones sociales, con gente armada en
las casas defendiendo su propiedad, en un tiempo que no era el nuestro y estamos
evidentemente con muchos problemas, pero saliendo de esta situación difícil.”
(Clarín, 06/02/90)
“En 1989, estábamos al borde de la guerra civil, el Banco
Central tenía un rojo de casi 6000 millones de dólares y actualmente tenemos
reservas por 6000 millones de dólares y una ley de Convertibilidad garantizada
(…). Está totalmente consolidada la estabilidad económica nacional.”(Página
12, 26/12/91)
“La gente ve toda esta Argentina nueva. Porque nosotros
terminanos con la Argentina de la decadencia, de la postración, de la
involución, del no crecimiento. Y hay que tener en cuenta la inserción
internacional y la estabilidad, que lo sabe bien el que se ha comprado sus
cosas estos años. La gente sabe que mientras estemos nosotros, no hay
ninguna posibilidad de cambiar todo lo que hace a la cuestión económica (…)
Todos van a poder seguir pagando las cuotas como realmente se han programado.
Entonces ¿a título de qué van
a cambiar los argentinos?” (Clarín, 10/05/95)
“Por la estabilidad y la Convertibilidad yo me juego
totalmente, y nada ni nadie nos hará cambiar de rumbo.” (Clarín, 04/03/95)
“Al menos mientras yo esté, el dolár se va a mantener
(Entrevista a Carlos Menem, Clarín, 10/05/95)”
En
resumen, es evidente que el discurso de legitimización de Menem se basaba
fuertemente sobre una estructura de enunciación peronista, aunque su fuerza
radica en el uso de estrategias argumentativas que el típico líder carismático
usaría según la teoría de campo de Lewin
(1951) que luego corroboró también Fiol et al. (1999).
- Conclusión
En conclusión, es
evidente que el liderazgo carismático es un elemento definitorio de la carrera
política de Menem y de lo que hizo del menemismo un fenómeno de liderazgo en
Argentina. En las palabras de Javier Auyero, en su libro “La política de los
pobres: las practicas clientelistas del peronismo”:
“En el
caso de Menem, éste aparece como un líder carismático, inspirado en el
“Peronismo de Perón”, y que ante la masa representa una esperanza. Así se gana
los votos para luego en el poder tener el viraje neoliberal. A fin de cuentas,
el viraje ideológico, según Laclau, sucede cuando el “personaje populista” se
establece, –a veces anquilosadamente mediante la reelección presidencial– en el
gobierno para controlar el Estado. Un ala del PJ, la que apoya a Menem, viene
siendo un partido neoelitista (Cavarozzi, 2002: 23), cuya génesis viene
precisamente desde el control del gobierno por parte de alianzas burguesas con
el Menemismo. Menem, desde la presidencia, justificaba los cambios planteando
que en el contexto actual “Perón hubiera hecho lo mismo”. Con esa “excusa”
reformula la tradición peronista (Burbano de Lara, 1998: 29).”
Este párrafo básicamente resume lo que hemos demostrado en
este trabajo: El liderazgo carismático de Menem y su retórica claramente
emotiva y con características peronistas unidas al contexto caótico de
Argentina en aquel momento logró la implementación de una ruptura de carácter
neoliberal en los niveles político-institucional y socioeconómico y su
legitimación como “piloto de tormentas”.Desde el desarrollo de nuestro trabajo
se puede entender que el factor del carisma era inédito y jugo un papel crucial
en el ascenso de Menem y su discurso durante su primer mandato 1989-1995. No
obstante, es importante reconocer que este factor no era el único que ayudó a
Menem a legitimarse y que varios estudios tienen enfoques diferentes para
explicar el éxito de la implementación de su giro neoliberal.
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