RESUMEN
En la actualidad, uno
de los rasgos característicos más importantes de los sistemas democráticos es
la erosión y deslegitimación que sufren, debido principalmente a los efectos de
la crisis económica y política que existe en múltiples países. En el presente
artículo se tratarán los citados temas que tienen importancia para comprender
ciertos fenómenos políticos.
ABSTRACT
One
of the main present characteristics of democratic systems is their lack of
legitimacy due to consequences of economic and political crisis in several
countries. In this article we will revise those important issues in order to
understand political present.
La
democracia y los nuevos retos sociales y políticos para América Latina
Clayson Cosme Da
Costa Pimenta
1. Introducción:
la democracia hoy
En
la actualidad, uno de los rasgos característicos más importantes de los
sistemas democráticos es la erosión y deslegitimación que sufren, debido
principalmente a los efectos de la crisis económica y política que existe en
múltiples países. En lo que respecta a muchos países europeos,
(…) [Muchos de
estos países] están experimentando una aguda crisis económica, en la que se
muestran las carencias de las instituciones democráticas y sus problemas para
hacer frente a este desafío colosal. En este contexto, los ciudadanos no
parecen “dar la espalda” a los gobiernos, sino a todo el sistema de
representación política (García, 2015, p. 49).
Entendemos
la crisis de la democracia actual como la crisis de un sistema político que, al
menos formalmente, dice estar al servicio de toda la sociedad civil, por encima
de las clases sociales.
Asimismo,
concebimos el bien común no como la suma de los bienes particulares de la
ciudadanía, sino en la consecución plena y desarrollada de los fines personales
y sociales de la comunidad política y social. En este sentido, en la actualidad
existe una crisis del “gobierno democrático como sistema de cooptación entre
las elites” (Consejo de Redacción, 2015, p. 10).
Otra
de las características más relevantes de los sistemas democráticos de la
actualidad es el déficit democrático que en general existe. Esto implica que la
política se ha transformado en no pocas ocasiones en un espectáculo en el que
lo que prima es la simplificación de los mensajes y la colonización de la
acción política y comunicativa por parte de los mass media y las redes sociales
(Consejo de Redacción, 2015).
Por
último, otro de los rasgos más notorios de la democracia actual, que no
solamente se da en los países democráticos más desarrollados, es la
construcción de lo que algunos autores como Vallespín (2015) han llamado la
“democracia digital” (p. 3). Se trata de un nuevo espacio a caballo entre la
política entendida en un sentido tradicional y la participación de la sociedad
civil o de los movimientos sociales.
Tal
y como veremos en los casos venezolano o brasileño, la nueva democracia digital
adquiere un rol muy destacado como activador o catalizador de procesos de
cambio social y político. Un ejemplo muy claro de esta nueva democracia digital
es el de España, país en el que un nuevo partido político, Podemos, ha
irrumpido en el proscenio en gran medida gracias a su participación y gestión
exitosa de la democracia digital, tanto en televisión como en Internet y las
redes sociales (Vallespín, 2015).
Esta
democracia digital no está exenta de problemas. Todo lo contrario, tal como
sostiene Vallespín (2015):
(…) lo más
interesante es observar cómo el mismo porvenir de la democracia estará asociado
a nuestra propia capacidad para mantener la Red ajena a nuevas formas de
control político o comercial, como un lugar de libre interacción y
comunicación. Después de Snowden y de la evidencia de algunos usos espurios de
los Big Data, esto no es algo que haya que dar por garantizado (p. 4).
El punto de vista fundamental que defendemos aquí, principalmente
para América Latina —y especialmente para los dos casos que vamos a analizar:
el venezolano y el brasileño—, es el siguiente: la democracia existente, la
democracia burguesa vigente —por utilizar el esquema marxista tradicional— se
halla en una situación de encrucijada, de auténtica crisis institucional y
sistémica, dado que ya no es capaz siquiera de incluir a sectores de la
sociedad civil que anteriormente se habían sentido partícipes de la democracia.
Esto ha generado una importante inestabilidad política y social, así como la
emergencia de nuevos actores políticos (unos pretenden ampliar los márgenes de
la democracia formal; otros, estrecharlos aún más). Por
citar solo dos ejemplos, un partido que ha emergido con mucha fuerza en Europa
en los últimos años, la formación nazi Amanecer Dorado, aun aceptando la
democracia formal apuesta por restringirla e incluso por acabar con ella. En el
polo opuesto, encontramos al italiano Movimiento 5 Estrellas, que defiende que
existan más mecanismos de democracia directa y participativa.
2.
Breve historia reciente de la democracia en América
Latina
El
sistema democrático se consolida lentamente en América Latina desde principios
de la década de los 80. No obstante, aquí cabe hacer una primera observación: es harto difícil comparar toda una
región política tan heterogénea como es América Latina en lo que respecta a su
evolución política.
Por
eso, todas las características generales que describamos de este subcontinente
tendrán que ser vistas como rasgos que conforman el cuadro general de América
Latina, pero de ningún modo como algo que es absolutamente válido para todos y
cada uno de los países latinoamericanos.
En
todo caso, es un hecho ampliamente constatado que los países latinoamericanos
llevan aproximadamente tres décadas virando de gobiernos militares y
autoritarios —con los ejércitos como los principales representantes de los
Estados autoritarios— a democracias más o menos consolidadas, instauradas tras
un periodo de transición más o menos largo en función de cada nación. Las
transiciones a la democracia en América Latina se han dado de distintos modos (Sznajder, 2015).
En este trabajo compartimos la tesis de Sznajder (2015) según la
cual las ideas autoritarias —de origen histórico, religioso, ideológico o
coyuntural— son parte integrante de las culturas políticas latinoamericanas. Al
analizar la reciente historia de la democracia latinoamericana, este autor
diferencia cinco herencias, residuos o enclaves autoritarios que han operado en
la instauración y consolidación de las democracias latinoamericanas:
·
Los agentes autoritarios.
·
Las estructuras legales y constitucionales.
·
El modelo socioeconómico imperante.
·
Las relaciones entre militares y sociedad civil.
·
La magnitud de las violaciones de los derechos humanos durante el
periodo autoritario.
En lo relativo a los procesos de transición democrática más
importantes de América Latina a propósito del aperturismo y el respeto a los
derechos humanos, algunos de los casos más notables fueron los siguientes
(Sznajder, 2015):
·
En Argentina, El Gobierno democrático de Alfonsín designó a la
Comisión Nacional de Desaparecidos (CONADEP) para proceder a la investigación
de los crímenes cometidos por la dictadura de Videla desde 1976 hasta 1983.
·
En Uruguay, el proceso de apertura a la democracia comenzó a
consolidarse en 1985, cuando se llevó a cabo una transición pactada con los
militares que implicó la amnistía para los presos políticos y la impunidad para
los mandos responsables de las violaciones de derechos humanos.
·
En Brasil, la impunidad fue mayor si cabe, ya que la tímida
apertura de 1979 se vio ensombrecida por el hecho de que la amnistía perdonó
igualmente los crímenes perpetrados por la dictadura militar entre 1964 y 1979.
·
En Chile, el proceso de transición a la democracia fue igualmente
pilotado por los mismos sectores implicados en las conculcaciones de derechos
humanos; sectores que, además, fueron perdonados gracias a la ley de amnistía
de 1978.
3.
La democracia latinoamericana en el siglo XXI.
Análisis específico de los casos venezolano y brasileño
Una
de las leyes de construcción del Estado democrático en América Latina ha sido
el hiperpresidencialismo. Es decir, desde la creación de las repúblicas
independientes latinoamericanas, el predominio del poder ejecutivo sobre el
poder legislativo ha sido notable (Bernal, 2015). Por tanto, las democracias
latinoamericanas del siglo XXI parten de este hecho que difícilmente se puede
discutir. Para este mismo autor,
Una de las
transformaciones más extraordinarias que han sufrido los Estados
latinoamericanos durante la transición a la democracia ha sido la expansión del
control de constitucionalidad y la institución de Cortes Constitucionales. La
idea de que todas las normas y las acciones del Estado deben ajustarse a la
Constitución y que esta conformidad puede ser objeto de examen judicial, se ha
extendido de forma vertiginosa hasta los más remotos lugares del subcontinente,
desde sus orígenes norteamericanos en la famosa sentencia del juez Marshall,
proferida en 1803 con ocasión del caso Marbury versus Madison, y su
reelaboración europea en el artículo de Hans Kelsen Wesen und Entwicklung der
Staatsgerichtbarkeit (Esencia y desarrollo de la jurisdicción constitucional)
(Bernal, 2015, p. 271).
Otro
asunto muy importante en las democracias latinoamericanas del siglo XXI es la
relevancia de la izquierda y del populismo, un asunto muy estudiado desde
principios de los 90 fundamentalmente. Para Gratius (2009), son cuatro los
factores fundamentales que permiten explicar el triunfo de gobiernos de
izquierda, socialdemócratas o populistas, en gran parte de América Latina:
·
La
brecha social en términos de pobreza.
·
El
fin del ciclo económico, tras el crash financiero de Argentina en 2001, y
la búsqueda de otro formato de capitalismo de Estado.
·
La
brecha en términos políticos y sociales, por conflictos distributivos, altos
niveles de desigualdad social, etc.
·
El
fin de la Guerra Fría posibilitó la reducción de la tensión ideológica y allanó
el camino para que la izquierda llegara al poder en muchos países
latinoamericanos.
Sobre
el caso venezolano (seguramente la democracia latinoamericana que afronta hoy
por hoy una crisis social, económica y política más aguda), hay muchos aspectos
que pueden ser comentados. Debido a las limitaciones de este trabajo, nos
centraremos solamente en algunas.
En
primer lugar, consideramos que Venezuela afronta una crisis muy importante cuya
solución es implanteable si no se llega a un acuerdo estratégico entre los
diversos actores políticos y sociales hoy en litigio. Para ello, el actor
sindical, tal y como afirman Bitar e Isidoro (2015), puede jugar un papel muy
destacado. En la escalada de conflictos sociales que se vive en Venezuela, los
sindicatos pueden desempeñar un rol importante para acabar con la violencia
extrema y la fragmentación.
En
segundo lugar, el problema de Venezuela tiene que ver, en gran medida, con la
estructura económica que sigue teniendo en pleno siglo XXI: se trata de un
modelo económico exportador de productos primarios. Por tanto, al ser un modelo
extractivista, su sustentabilidad social depende considerablemente de las
variaciones en el precio de las materias primas que exporta. A mayor
dependencia petrolera, mayor posibilidad de crisis socioeconómica y, por ello,
de crisis política como la que ahora existe (Bitar e Isidoro, 2015). Esto no
significa, en absoluto, que pretendamos reducir el problema social y político
de Venezuela a la cuestión de la dependencia económica, pero parece claro que
es un factor muy a tener en cuenta en la vigente crisis que vive el país.
En tercer lugar, Venezuela sigue teniendo un problema con las
políticas relacionadas con determinados medios de comunicación que el Gobierno
bolivariano considera al servicio de intereses espurios y golpistas. Para Bitar
e Isidoro (2015), las políticas chavistas atentan directamente contra uno de
los pilares de la democracia: la libertad de información. Bajo
nuestro punto de vista, esta es una consideración harto sesgada, pues en
Venezuela sigue existiendo una gran pluralidad de medios de comunicación.
Por último, según nuestro criterio, la actual deriva del Gobierno
venezolano, que parece estar atrapado en una espiral cada vez más autoritaria,
no puede ayudar a resolver la crisis. Ahora bien, tampoco puede contribuir a
solucionar la conflictividad creciente una oposición que parece considerar como
ilegítimo o antidemocrático todo gobierno que se plantee políticas
nacionalizadoras o redistributivas de la riqueza. Si
la situación de encallamiento y de crisis política, social y económica que vive
Venezuela es en parte responsabilidad del Gobierno dirigido por Nicolás Maduro,
no es menos cierto que en ocasiones la estrategia de la oposición ha provocado
una mayor inestabilidad, ha generado una mayor polarización social y ha
denostado como dictatoriales y socialistas políticas sociales que no iban más
allá de una cierta redistribución de rentas.
Con
respecto al caso brasileño, también se trata de una nación latinoamericana que
en estos momentos vive tiempos convulsos tras la destitución de la expresidenta
Dilma Rousseff. Tal y como afirma Da Frota (2015), Brasil, más aún que el resto
de los países de América Latina, tiene una especificidad histórica que es su
inserción en el mercado internacional en condiciones de economía exportadora de
productos primarios que le impone como nación periférica del capitalismo
internacional. Esto provoca mayores problemas económicos que los que ocurren en
los países centrales de la cadena económica mundial, lo cual también repercute,
como en el caso venezolano, en mayores crisis sociales y políticas (y en el
hecho de que estas sean más explosivas).
En la actualidad, la democracia brasilera afronta problemas
políticos y sociales casi tan importantes como Venezuela, si bien es verdad que
la situación del gigante sudamericano no es tan explosiva como la de la nación
caribeña. Las previsiones económicas apuntan a que los indicadores
macroeconómicos van a continuar empeorando en Brasil (Da Frota, 2015), por lo
que es muy posible que la situación social y política se desestabilice
progresivamente. De hecho, la crisis política brasileña
es uno de los acontecimientos más importantes en cuanto a las situaciones de
inestabilidad política que hoy se dan en el mundo, junto con el brexit o la
tradicional inestabilidad en Oriente Próximo. Y es que Brasil es un gigante
económico, es la gran potencia de América Latina, y todo lo que implique
incertidumbre en la potencia carioca puede tener efectos negativos sobre el
resto de los actores latinoamericanos, sobre los BRICS y el conjunto de la
comunidad internacional.
El
escenario que barajamos para Brasil es el de un adelanto electoral. Aún se
desconoce el efecto que puede tener para el partido de Dilma, el Partido de los
Trabajadores (PT), los casos de corrupción que han salpicado a su último
gobierno (y a su líder histórico, Lula da Silva). Tal y como afirma Da Frota
(2015),
É
inegável que temos um conflito no qual a resistência em enxergar que o país
mudou e que os incluídos nos últimos doze anos não recuarão de suas posições
facilmente, em nada contribui para uma solução. Ao mesmo tempo a crise da
democracia representativa, que é mundial, e que entre nós se revela no
Congresso mais conservador dos últimos tempos, reforça o entendimento de que as
alternativas para o encaminhamento dessa crise precisam ser negociadas.
Ao
invés de apontar um governo incompetente e irresponsável é necessário
reconhecer que o déficit que originou o ajuste responde aos reclamos da democracia,
da qual muitos de nós não quer e não vai abrir mão. Nesse sentido, o mercado de
trabalho tem um papel fundamental e precisa ser preservado (p. 5).
4.
Conclusiones y prospectiva
Los
sistemas democráticos actuales que abarcan todo el subcontinente
latinoamericano, desde México hasta Argentina, comparten una serie de retos en
relación con la consolidación de la democracia (Aziz, 2015):
·
Potenciar
el desarrollo social y económico, sin erosionar la consolidación democrática.
·
Mejorar
la seguridad jurídica de la región.
·
Profundizar
el proceso de consolidación de la democracia.
Bajo
nuestro punto de vista, los casos venezolano y brasileño demuestran que las
democracias latinoamericanas aún no lo suficientemente sólidas, a pesar de que
no cabe duda de que los mecanismos formales de instauración de la democracia se
han ido engrasando cada vez más desde principios de los 90. En resumidas
cuentas, para nosotros este es el escenario que afrontan las democracias de las
naciones de América Latina para los próximos años.
En
primer lugar, la desigualdad social y los índices de pobreza siguen siendo
demasiado elevados, lo cual provoca una mayor inestabilidad política e
institucional.
En
segundo lugar, consideramos que aún persiste la actitud de determinados actores
de poder tradicionales que se oponen sistemáticamente a cualquier intento de
política redistributiva, por débil que esta sea. Este aspecto tiene también
mucho que ver con lo que sucede actualmente en países como Brasil o Venezuela.
En
tercer lugar, las políticas de gobiernos de izquierdas, socialdemócratas o
populistas, tendrán poco recorrido histórico si, a nuestro juicio, los modelos
económicos de Latinoamérica siguen siendo fundamentalmente extractivistas y
enormemente dependientes de las grandes potencias económicas.
Por último, consideramos que, a pesar de que aún es relativamente
incierto el panorama político latinoamericano, las democracias en esta región
del planeta constituyen una garantía —nunca definitiva, claro está— para que no
se vuelvan a repetir hechos como los que acaecieron décadas atrás con las
dictaduras militares. Dicha situación nos lleva a plantear apoyado en muchos
estudios que naturalmente Latinoamérica podría estar sufriendo un cambio del
ciclo económico. Este nuevo ciclo económico (caracterizado por una marcada
desaceleración económica, el cansancio de la ciudadanía con los gobiernos de
tan larga duración y su consecuente desgaste), además de las nuevas demandas de
más transparencia y rendición de cuentas y otros factores, podrían estar dando
inicio a un nuevo ciclo político donde, según el director regional para América
Latina y el Caribe de Idea Internacional, Daniel Zovatto: “A diferencia
del pasado reciente (en el que prevalecía la continuidad de los oficialismos),
se imponen ahora el cambio y la alternancia”. También nos comenta que no se
observa en los resultados planteados un giro de la región de la izquierda a la
derecha, sino un desgaste por parte de los ciudadanos con los gobiernos que
llevan muchos años en el poder.
Referencias
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