Revista Nº28 "TEORÍA POLÍTICA E HISTORIA"

RESUMEN

En la actualidad, uno de los rasgos característicos más importantes de los sistemas democráticos es la erosión y deslegitimación que sufren, debido principalmente a los efectos de la crisis económica y política que existe en múltiples países. En el presente artículo se tratarán los citados temas que tienen importancia para comprender ciertos fenómenos políticos.

 

ABSTRACT

One of the main present characteristics of democratic systems is their lack of legitimacy due to consequences of economic and political crisis in several countries. In this article we will revise those important issues in order to understand political present.

 

La democracia y los nuevos retos sociales y políticos para América Latina

            Clayson Cosme Da Costa Pimenta[1]

 

1.      Introducción: la democracia hoy

 

En la actualidad, uno de los rasgos característicos más importantes de los sistemas democráticos es la erosión y deslegitimación que sufren, debido principalmente a los efectos de la crisis económica y política que existe en múltiples países. En lo que respecta a muchos países europeos,

(…) [Muchos de estos países] están experimentando una aguda crisis económica, en la que se muestran las carencias de las instituciones democráticas y sus problemas para hacer frente a este desafío colosal. En este contexto, los ciudadanos no parecen “dar la espalda” a los gobiernos, sino a todo el sistema de representación política (García, 2015, p. 49).

Entendemos la crisis de la democracia actual como la crisis de un sistema político que, al menos formalmente, dice estar al servicio de toda la sociedad civil, por encima de las clases sociales.

Asimismo, concebimos el bien común no como la suma de los bienes particulares de la ciudadanía, sino en la consecución plena y desarrollada de los fines personales y sociales de la comunidad política y social. En este sentido, en la actualidad existe una crisis del “gobierno democrático como sistema de cooptación entre las elites” (Consejo de Redacción, 2015, p. 10).

Otra de las características más relevantes de los sistemas democráticos de la actualidad es el déficit democrático que en general existe. Esto implica que la política se ha transformado en no pocas ocasiones en un espectáculo en el que lo que prima es la simplificación de los mensajes y la colonización de la acción política y comunicativa por parte de los mass media y las redes sociales (Consejo de Redacción, 2015).

Por último, otro de los rasgos más notorios de la democracia actual, que no solamente se da en los países democráticos más desarrollados, es la construcción de lo que algunos autores como Vallespín (2015) han llamado la “democracia digital” (p. 3). Se trata de un nuevo espacio a caballo entre la política entendida en un sentido tradicional y la participación de la sociedad civil o de los movimientos sociales.

Tal y como veremos en los casos venezolano o brasileño, la nueva democracia digital adquiere un rol muy destacado como activador o catalizador de procesos de cambio social y político. Un ejemplo muy claro de esta nueva democracia digital es el de España, país en el que un nuevo partido político, Podemos, ha irrumpido en el proscenio en gran medida gracias a su participación y gestión exitosa de la democracia digital, tanto en televisión como en Internet y las redes sociales (Vallespín, 2015).

Esta democracia digital no está exenta de problemas. Todo lo contrario, tal como sostiene Vallespín (2015):

(…) lo más interesante es observar cómo el mismo porvenir de la democracia estará asociado a nuestra propia capacidad para mantener la Red ajena a nuevas formas de control político o comercial, como un lugar de libre interacción y comunicación. Después de Snowden y de la evidencia de algunos usos espurios de los Big Data, esto no es algo que haya que dar por garantizado (p. 4).

El punto de vista fundamental que defendemos aquí, principalmente para América Latina —y especialmente para los dos casos que vamos a analizar: el venezolano y el brasileño—, es el siguiente: la democracia existente, la democracia burguesa vigente —por utilizar el esquema marxista tradicional— se halla en una situación de encrucijada, de auténtica crisis institucional y sistémica, dado que ya no es capaz siquiera de incluir a sectores de la sociedad civil que anteriormente se habían sentido partícipes de la democracia. Esto ha generado una importante inestabilidad política y social, así como la emergencia de nuevos actores políticos (unos pretenden ampliar los márgenes de la democracia formal; otros, estrecharlos aún más). Por citar solo dos ejemplos, un partido que ha emergido con mucha fuerza en Europa en los últimos años, la formación nazi Amanecer Dorado, aun aceptando la democracia formal apuesta por restringirla e incluso por acabar con ella. En el polo opuesto, encontramos al italiano Movimiento 5 Estrellas, que defiende que existan más mecanismos de democracia directa y participativa.

 

2.      Breve historia reciente de la democracia en América Latina

 

El sistema democrático se consolida lentamente en América Latina desde principios de la década de los 80. No obstante, aquí cabe hacer una primera observación: es harto difícil comparar toda una región política tan heterogénea como es América Latina en lo que respecta a su evolución política.[2]

Por eso, todas las características generales que describamos de este subcontinente tendrán que ser vistas como rasgos que conforman el cuadro general de América Latina, pero de ningún modo como algo que es absolutamente válido para todos y cada uno de los países latinoamericanos.

En todo caso, es un hecho ampliamente constatado que los países latinoamericanos llevan aproximadamente tres décadas virando de gobiernos militares y autoritarios —con los ejércitos como los principales representantes de los Estados autoritarios— a democracias más o menos consolidadas, instauradas tras un periodo de transición más o menos largo en función de cada nación. Las transiciones a la democracia en América Latina se han dado de distintos modos (Sznajder, 2015).

En este trabajo compartimos la tesis de Sznajder (2015) según la cual las ideas autoritarias —de origen histórico, religioso, ideológico o coyuntural— son parte integrante de las culturas políticas latinoamericanas. Al analizar la reciente historia de la democracia latinoamericana, este autor diferencia cinco herencias, residuos o enclaves autoritarios que han operado en la instauración y consolidación de las democracias latinoamericanas:

·        Los agentes autoritarios.

·        Las estructuras legales y constitucionales.

·        El modelo socioeconómico imperante.

·        Las relaciones entre militares y sociedad civil.

·        La magnitud de las violaciones de los derechos humanos durante el periodo autoritario.

En lo relativo a los procesos de transición democrática más importantes de América Latina a propósito del aperturismo y el respeto a los derechos humanos, algunos de los casos más notables fueron los siguientes (Sznajder, 2015):

·        En Argentina, El Gobierno democrático de Alfonsín designó a la Comisión Nacional de Desaparecidos (CONADEP) para proceder a la investigación de los crímenes cometidos por la dictadura de Videla desde 1976 hasta 1983.  

·        En Uruguay, el proceso de apertura a la democracia comenzó a consolidarse en 1985, cuando se llevó a cabo una transición pactada con los militares que implicó la amnistía para los presos políticos y la impunidad para los mandos responsables de las violaciones de derechos humanos.

·        En Brasil, la impunidad fue mayor si cabe, ya que la tímida apertura de 1979 se vio ensombrecida por el hecho de que la amnistía perdonó igualmente los crímenes perpetrados por la dictadura militar entre 1964 y 1979.

·        En Chile, el proceso de transición a la democracia fue igualmente pilotado por los mismos sectores implicados en las conculcaciones de derechos humanos; sectores que, además, fueron perdonados gracias a la ley de amnistía de 1978.

 

3.      La democracia latinoamericana en el siglo XXI. Análisis específico de los casos venezolano y brasileño

 

Una de las leyes de construcción del Estado democrático en América Latina ha sido el hiperpresidencialismo. Es decir, desde la creación de las repúblicas independientes latinoamericanas, el predominio del poder ejecutivo sobre el poder legislativo ha sido notable (Bernal, 2015). Por tanto, las democracias latinoamericanas del siglo XXI parten de este hecho que difícilmente se puede discutir. Para este mismo autor,

Una de las transformaciones más extraordinarias que han sufrido los Estados latinoamericanos durante la transición a la democracia ha sido la expansión del control de constitucionalidad y la institución de Cortes Constitucionales. La idea de que todas las normas y las acciones del Estado deben ajustarse a la Constitución y que esta conformidad puede ser objeto de examen judicial, se ha extendido de forma vertiginosa hasta los más remotos lugares del subcontinente, desde sus orígenes norteamericanos en la famosa sentencia del juez Marshall, proferida en 1803 con ocasión del caso Marbury versus Madison, y su reelaboración europea en el artículo de Hans Kelsen Wesen und Entwicklung der Staatsgerichtbarkeit (Esencia y desarrollo de la jurisdicción constitucional) (Bernal, 2015, p. 271).

Otro asunto muy importante en las democracias latinoamericanas del siglo XXI es la relevancia de la izquierda y del populismo, un asunto muy estudiado desde principios de los 90 fundamentalmente. Para Gratius (2009), son cuatro los factores fundamentales que permiten explicar el triunfo de gobiernos de izquierda, socialdemócratas o populistas, en gran parte de América Latina:

·        La brecha social en términos de pobreza.

·        El fin del ciclo económico, tras el crash financiero de Argentina en 2001, y la búsqueda de otro formato de capitalismo de Estado.

·        La brecha en términos políticos y sociales, por conflictos distributivos, altos niveles de desigualdad social, etc.

·        El fin de la Guerra Fría posibilitó la reducción de la tensión ideológica y allanó el camino para que la izquierda llegara al poder en muchos países latinoamericanos.

Sobre el caso venezolano (seguramente la democracia latinoamericana que afronta hoy por hoy una crisis social, económica y política más aguda), hay muchos aspectos que pueden ser comentados. Debido a las limitaciones de este trabajo, nos centraremos solamente en algunas.

En primer lugar, consideramos que Venezuela afronta una crisis muy importante cuya solución es implanteable si no se llega a un acuerdo estratégico entre los diversos actores políticos y sociales hoy en litigio. Para ello, el actor sindical, tal y como afirman Bitar e Isidoro (2015), puede jugar un papel muy destacado. En la escalada de conflictos sociales que se vive en Venezuela, los sindicatos pueden desempeñar un rol importante para acabar con la violencia extrema y la fragmentación.

En segundo lugar, el problema de Venezuela tiene que ver, en gran medida, con la estructura económica que sigue teniendo en pleno siglo XXI: se trata de un modelo económico exportador de productos primarios. Por tanto, al ser un modelo extractivista, su sustentabilidad social depende considerablemente de las variaciones en el precio de las materias primas que exporta. A mayor dependencia petrolera, mayor posibilidad de crisis socioeconómica y, por ello, de crisis política como la que ahora existe (Bitar e Isidoro, 2015). Esto no significa, en absoluto, que pretendamos reducir el problema social y político de Venezuela a la cuestión de la dependencia económica, pero parece claro que es un factor muy a tener en cuenta en la vigente crisis que vive el país.

En tercer lugar, Venezuela sigue teniendo un problema con las políticas relacionadas con determinados medios de comunicación que el Gobierno bolivariano considera al servicio de intereses espurios y golpistas. Para Bitar e Isidoro (2015), las políticas chavistas atentan directamente contra uno de los pilares de la democracia: la libertad de información. Bajo nuestro punto de vista, esta es una consideración harto sesgada, pues en Venezuela sigue existiendo una gran pluralidad de medios de comunicación.

Por último, según nuestro criterio, la actual deriva del Gobierno venezolano, que parece estar atrapado en una espiral cada vez más autoritaria, no puede ayudar a resolver la crisis. Ahora bien, tampoco puede contribuir a solucionar la conflictividad creciente una oposición que parece considerar como ilegítimo o antidemocrático todo gobierno que se plantee políticas nacionalizadoras o redistributivas de la riqueza. Si la situación de encallamiento y de crisis política, social y económica que vive Venezuela es en parte responsabilidad del Gobierno dirigido por Nicolás Maduro, no es menos cierto que en ocasiones la estrategia de la oposición ha provocado una mayor inestabilidad, ha generado una mayor polarización social y ha denostado como dictatoriales y socialistas políticas sociales que no iban más allá de una cierta redistribución de rentas. 

Con respecto al caso brasileño, también se trata de una nación latinoamericana que en estos momentos vive tiempos convulsos tras la destitución de la expresidenta Dilma Rousseff. Tal y como afirma Da Frota (2015), Brasil, más aún que el resto de los países de América Latina, tiene una especificidad histórica que es su inserción en el mercado internacional en condiciones de economía exportadora de productos primarios que le impone como nación periférica del capitalismo internacional. Esto provoca mayores problemas económicos que los que ocurren en los países centrales de la cadena económica mundial, lo cual también repercute, como en el caso venezolano, en mayores crisis sociales y políticas (y en el hecho de que estas sean más explosivas).

En la actualidad, la democracia brasilera afronta problemas políticos y sociales casi tan importantes como Venezuela, si bien es verdad que la situación del gigante sudamericano no es tan explosiva como la de la nación caribeña. Las previsiones económicas apuntan a que los indicadores macroeconómicos van a continuar empeorando en Brasil (Da Frota, 2015), por lo que es muy posible que la situación social y política se desestabilice progresivamente. De hecho, la crisis política brasileña es uno de los acontecimientos más importantes en cuanto a las situaciones de inestabilidad política que hoy se dan en el mundo, junto con el brexit o la tradicional inestabilidad en Oriente Próximo. Y es que Brasil es un gigante económico, es la gran potencia de América Latina, y todo lo que implique incertidumbre en la potencia carioca puede tener efectos negativos sobre el resto de los actores latinoamericanos, sobre los BRICS y el conjunto de la comunidad internacional.

El escenario que barajamos para Brasil es el de un adelanto electoral. Aún se desconoce el efecto que puede tener para el partido de Dilma, el Partido de los Trabajadores (PT), los casos de corrupción que han salpicado a su último gobierno (y a su líder histórico, Lula da Silva). Tal y como afirma Da Frota (2015),  

É inegável que temos um conflito no qual a resistência em enxergar que o país mudou e que os incluídos nos últimos doze anos não recuarão de suas posições facilmente, em nada contribui para uma solução. Ao mesmo tempo a crise da democracia representativa, que é mundial, e que entre nós se revela no Congresso mais conservador dos últimos tempos, reforça o entendimento de que as alternativas para o encaminhamento dessa crise precisam ser negociadas.

Ao invés de apontar um governo incompetente e irresponsável é necessário reconhecer que o déficit que originou o ajuste responde aos reclamos da democracia, da qual muitos de nós não quer e não vai abrir mão. Nesse sentido, o mercado de trabalho tem um papel fundamental e precisa ser preservado (p. 5).

 

4.      Conclusiones y prospectiva

 

Los sistemas democráticos actuales que abarcan todo el subcontinente latinoamericano, desde México hasta Argentina, comparten una serie de retos en relación con la consolidación de la democracia (Aziz, 2015):

·        Potenciar el desarrollo social y económico, sin erosionar la consolidación democrática.

·        Mejorar la seguridad jurídica de la región.

·        Profundizar el proceso de consolidación de la democracia.

Bajo nuestro punto de vista, los casos venezolano y brasileño demuestran que las democracias latinoamericanas aún no lo suficientemente sólidas, a pesar de que no cabe duda de que los mecanismos formales de instauración de la democracia se han ido engrasando cada vez más desde principios de los 90. En resumidas cuentas, para nosotros este es el escenario que afrontan las democracias de las naciones de América Latina para los próximos años.

En primer lugar, la desigualdad social y los índices de pobreza siguen siendo demasiado elevados, lo cual provoca una mayor inestabilidad política e institucional.

En segundo lugar, consideramos que aún persiste la actitud de determinados actores de poder tradicionales que se oponen sistemáticamente a cualquier intento de política redistributiva, por débil que esta sea. Este aspecto tiene también mucho que ver con lo que sucede actualmente en países como Brasil o Venezuela.

En tercer lugar, las políticas de gobiernos de izquierdas, socialdemócratas o populistas, tendrán poco recorrido histórico si, a nuestro juicio, los modelos económicos de Latinoamérica siguen siendo fundamentalmente extractivistas y enormemente dependientes de las grandes potencias económicas.

Por último, consideramos que, a pesar de que aún es relativamente incierto el panorama político latinoamericano, las democracias en esta región del planeta constituyen una garantía —nunca definitiva, claro está— para que no se vuelvan a repetir hechos como los que acaecieron décadas atrás con las dictaduras militares. Dicha situación nos lleva a plantear apoyado en muchos estudios que naturalmente Latinoamérica podría estar sufriendo un cambio del ciclo económico. Este nuevo ciclo económico (caracterizado por una marcada desaceleración económica, el cansancio de la ciudadanía con los gobiernos de tan larga duración y su consecuente desgaste), además de las nuevas demandas de más transparencia y rendición de cuentas y otros factores, podrían estar dando inicio a un nuevo ciclo político donde, según el director regional para América Latina y el Caribe de Idea Internacional, Daniel Zovatto: “A diferencia del pasado reciente (en el que prevalecía la continuidad de los oficialismos), se imponen ahora el cambio y la alternancia”. También nos comenta que no se observa en los resultados planteados un giro de la región de la izquierda a la derecha, sino un desgaste por parte de los ciudadanos con los gobiernos que llevan muchos años en el poder.

 

Referencias bibliográficas

 

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Vallespín, F. (2015). La gestión de la democracia en el entorno digital. Política y nuevas redes. TELOS, Cuadernos de Comunicación e Innovación, 1-4. Recuperado el Recuperado el 30 de mayo de 2016, de https://telos.fundaciontelefonica.com/url-direct/pdf-generator?tipoContenido=articuloTelos&idContenido=2015031612350001&idioma=es.

 



[1] Licenciado en “Administración y Dirección de Empresas”, Universidad Salgado de Oliveira (UNIVERSO) en el año 2000 – Goiania, Brasil. Doctorando en el programa “Globalización Económica y Sociedad de la Información” del Departamento de ECONOMÍA APLICADA de la Universidad de Oviedo.

 

[2] Nos referimos aquí a que, pese a que en muchas ocasiones se ha presentado a América Latina como un bloque político compacto u homogéneo, lo cierto es que han sido y son muchas las diferencias políticas entre una nación y otra. Compárese, por ejemplo, la tradicional historia de democracia liberal y formal asentada en Chile —rota sobre todo por el golpe de Pinochet en 1973— con la tradición de dictaduras militares de países como Paraguay o Brasil.