Resumen
Este trabajo intenta vislumbrar la relación que se
construyó en los años 2003-2007 entre el Presidente Néstor Kirchner con la
Confederación General del Trabajo y su Secretario General, Hugo Moyano. Se
busca analizar cómo llegaron al poder, los sucesos acontecidos desde el
comienzo del siglo XX que generó el contexto para que estos actores se
articulen entre sí, su legitimidad, y las redes de apoyo político y las
políticas que surgieron.
Abstract
This piece tries to glimpse into the relationship built
in 2003-2007 between the then President Néstor Kirchner with the General
Confederation of Labor (in spanish, CGT) and its General Secretary, Hugo
Moyano. We seek to analyze how they came to power, the events since the start
of the 21st Century that generated the context for the articulation of these
actors, and the networks of political support and policies that emerged.
“Néstor
Kirchner y la relación con la CGT durante su presidencia” (2003-2007)
Por:
Karen Reynoso[1]
INTRODUCCIÓN:
En el presente trabajo se busca analizar la relación del
Presidente Néstor Kirchner con la Confederación General del Trabajo de la
República Argentina (en adelante, CGT) y su Secretario General durante el
periodo que abarca su presidencia (2003-2007). En él, se observan diferentes
interacciones que nos lleva a preguntarnos: ¿Han configurado una alianza en la
que ambos se ayudaron mutuamente en el fortalecimiento de su poder y
legitimidad como actores políticos? Para ello se analizarán las políticas
públicas y cambios institucionales durante su presidencia, la aceptación de la
CGT y su líder Hugo Moyano, el tipo de diálogo que entablaron y el resultado de
la interacción entre ambos.
Se comenzará por explicar la llegada de Kirchner a la
presidencia, siendo esta bajo el apoyo del entonces presidente Eduardo Duhalde
para enfrentar a los otros candidatos del Partido Justicialista (PJ) Carlos
Menem y Adolfo Rodríguez Saá; en ese entonces, Kirchner no era el candidato más
popular y en las encuestas se lo ubicaba por detrás de sus competidores
peronistas y de Ricardo López Murphy.
Es en ese contexto político en el que la CGT se relaciona
con Kirchner. En un país en el que el sindicalismo tuvo gran protagonismo en el
siglo XX, su experiencia con los gobiernos previos al de Kirchner no fue de lo
más positiva. Durante el gobierno de Menem, en donde prevalecían los actores
financieros y las privatizaciones, fueron neutralizados por la vía de la
negociación (Perfil, 22/06/2012); con De La Rúa, ya con una crisis en pleno
estallido, tuvieron un rol activo en cuanto a demandas salariales y de mejoras
en las condiciones de trabajo. Es durante este período que resurge el
movimiento sindical, y la figura de Hugo Moyano adquiere un rol importante.
Ya con Kirchner en camino a la presidencia mediante el
ballotage, la CGT expresó el apoyo a su candidatura ante el compromiso del
candidato de continuar con la política económica que se llevaba en ese momento
bajo el gobierno de Eduardo Duhalde con Roberto Lavagna, aún cuando en un
comienzo pensaban que el ballotage sería entre Menem y Rodríguez Saá.
Se forja una relación en la que en esos años ambos
conviven en un marco en el que conviven bajo la construcción de intereses
propios: los sindicatos buscaban aumentos salariales y otros beneficios, y al
gobierno lo beneficiaba la contención de la movilización sindical y poder
accionar manteniendo su plan de políticas públicas acorde a sus metas. Para
eso, se requiere analizar los recursos de ambos actores en este período.
Ante lo ya expuesto, se podría esbozar la siguiente
hipótesis de trabajo: “La CGT, independientemente de la facción ideológica del
peronismo que esté en ejercicio del poder presidencial, apoyaría a tal partido
para conseguir los intereses particulares de su secretario general”
Marco Teórico:
Con el propósito de indagar en la hipótesis expuesta, se
recurrirá a la utilización de diversas fuentes: bibliografía especializada en
el tema, investigaciones, notas periodísticas y de opinión, tanto del periodo
en sí como de años posteriores.
Se parte de una visión en un contexto de democracia
delegativa, a la que Guillermo O'Donnell clasifica de la siguiente manera:
"Al usar el término delegativa me refiero a una concepción del poder
ejecutivo según la cual por medio del sufragio se delega el derecho de hacer
todo lo que le parezca adecuado para el país. También demuestra que las
democracias delegativas son intrínsecamente hostiles a los patrones de
representación normales de las democracias, a la creación y consolidación de
las instituciones políticas y, específicamente, a lo que denomino
"rendición de cuentas horizontal". Con esto me refiero al control de
la validez y legitimidad de las acciones del ejecutivo por parte de otros
organismos que son razonablemente autónomos de aquél" (O'Donnell,
293:1997). El liderazgo de Kirchner adoptó el decisionismo democrático (Laclau;
2005), un tipo de estrategia de gobierno ante situaciones particulares (en este
caso, encaminar al país luego de una de las crisis más grandes de su historia)
siendo que las "facultades conocidas como 'Superpoderes' sumadas a la
reiterada utilización de los Decretos de Necesidad y Urgencia y las sucesivas
declaraciones de emergencia, que justificaron una concentración cada vez mayor
de facultades en la figura presidencial en detrimento de otros actores
políticos en la toma de decisiones, produjeron un debilitamiento de los
procesos deliberativos como así también del sistema de pesos y contrapesos,
fundamentales para la calidad de las instituciones democráticas" (Leiras,
255:2008)
Néstor Kirchner y su llegada a la
presidencia:
Luego de una década de políticas neoliberalistas con
liberalización de la economía, reducción del gasto público, libre comercio y
favorecimiento del sector privado por parte del Estado, la economía argentina
llegaba al colapso generando una de las crisis institucional, social y
económica más graves de su historia en el año 2001. El país se encontraba
endeudado y la manutención de la convertibilidad impedía la salida de esta
situación, a lo que se le sumó la falta de credibilidad social hacia las
instituciones, culminando finalmente en el fenómeno llamado
"Corralito" que restringía la extracción de depósitos bancarios. El
país llegaba a su límite en diciembre de ese año, cuando multitudes se
reunieron espontáneamente exigiendo que la clase política renunciase bajo la
frase "que se vayan todos".
Fue el 20 de diciembre el día que el Presidente Fernando
De la Rúa anunció su renuncia al cargo; su última acción de gobierno fue
levantar el estado de sitio que había instituido dos días antes. El Congreso
nombro al peronista Ramón Puerta como presidente provisional del Senado y
Adolfo Rodríguez Saá fue propuesto por el Partido Justicialista (PJ) para
ocupar el cargo de Presidente junto con la convocatoria a elecciones para el 3
de marzo. Bajo su breve presidencia anunció la suspensión del pago de la deuda
externa y se negó a la devaluación del peso. Mientras, en el Congreso se generó
el debate sobre la duración del mandato de Rodríguez Saá, dividido entre
quienes querían que completase el período de De La Rúa y los que se oponían
como el gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota. Las protestas
continuaban, por lo que el Presidente convoco a una cumbre de gobernadores del
PJ para afirmar su apoyo, pero son pocos los que concurren, finalizando en la
renuncia de Rodríguez Saá. También renuncia el presidente del Senado Ramón
Puerta, y posteriormente lo hace Eduardo Camaño, presidente de la Cámara de
Diputados luego de convocar con urgencia una Asamblea Legislativa que elige al
entonces senador Eduardo Duhalde, haciéndose cargo del país en llamas y
asumiendo su costo político luego del apoyo de la Asamblea Legislativa por
amplia mayoría (BBC Mundo, 31/12/01). Duhalde introduce a Néstor Kirchner al
principal escenario político en el camino hacia las próximas elecciones.
Las intenciones de finalizar su período y presentarse a
las elecciones de octubre de 2003 de Duhalde fueron interrumpidas cuando en
julio de 2002 fueron asesinados dos militantes piqueteros que protestaban por
el hambre que sufría el país, lo cual generó la adhesión de otros sectores
populares. Finalmente el Presidente adelantó las elecciones para marzo de 2003
y eliminó toda posibilidad de presentarse él mismo. En este contexto, Rodríguez
Kauth menciona: "Pese a todo, el desvelo político de Duhalde era que en
las elecciones internas del justicialismo triunfara su enemigo Menem y así fue
como llevó a cabo la última maniobra del aparato partidario para evitar que esto
ocurriera, cuando convocó a un Congreso nacional del justicialismo –dominado
por sus huestes– en donde se logró fracturar al peronismo, y que el Partido
concurriera a las internas de marzo con tres candidatos que representaban
distintas líneas internas irreconciliables entre sí." (Rodríguez Kauth,
17/06/2003). Una línea era la de Carlos Menem con el Frente de la Lealtad, otra
era la de Rodríguez Saá con el Movimiento Nacional y Popular, y finalmente la
del gobernador de Santa Cruz Néstor Kirchner con el Frente Para la Victoria.
Kirchner, quién ya venía preparando su postulación, se posicionaba como el
candidato de Duhalde.
Kirchner no era el más popular de los candidatos, y como
se mencionó anteriormente, las encuestas lo posicionaban por detrás de Menem,
Rodríguez Saá y Ricardo López Murphy: "Sin Embargo, la popularidad de
Kirchner comenzó a crecer impulsando un perfil "socialdemócrata" con
el que buscaba diferenciarse de las políticas aplicadas durante los gobiernos
de Menem y De La Rúa, poniendo acento en priorizar la producción, la justicia,
la educación, el trabajo, la equidad y la salud" (Leiras, 236:2008).
El 27 de abril de 2003 se llevaron a cabo las elecciones
presidenciales en las que Kirchner queda segundo con un 22% de los votos, luego
del 24% de Carlos Menem. Como ningún candidato obtuvo más del 45% de los
escrutinios o el 40% con una diferencia de 10 puntos sobre el segundo, debía
suceder un ballotage. Las encuestas de la época daban como ganador absoluto al
gobernador de Santa Cruz, favorecido por el rechazo que el riojano generaba en varios
sectores y obteniendo el apoyo de partidos disidentes como el ARI de Elisa
Carrió (Página 12, 02/05/2003) y de Hugo Moyano de la CGT disidente, cuyo
soporte se desarrollará más adelante. En consecuencia se produce la renuncia de
Menem a su candidatura, a lo que Kirchner salió a la confrontación calificándolo
de "cobarde"(Infobae, 14/05/2013).
Kirchner en la presidencia
Kirchner asume la presidencia el 25 de Mayo de 2003. El carismático
y astuto Presidente tenía un discurso de trato de seriedad hacia la crisis del
país, antimenemista y antiliberal. “A partir de este episodio al país se le
presentan diferentes escenarios políticos, económicos y sociales. Por un lado,
es falso sostener que Kirchner tendría una legitimidad plena si hubiera sido
avalado por más del 60 por ciento del electorado en el ballotage. La realidad
indica que solamente cuenta con el 22 por ciento original; los otros hubieran
sido votos prestados por la fuerte repulsa que generaba Menem. Más que votar
por el nuevo Presidente, se lo haría contra Menem. Sin embargo, esto no quita
que la legitimidad pueda alcanzarse por otras vías, como es comenzar una etapa
de renovación política que el pueblo viene reclamando desde diciembre de 2001,
a lo que ha de añadirse la puesta en marcha de un plan económico que responda a
los intereses del pueblo llano y no al de los acreedores externos. Esto no
significa entrar en cesación de pagos, sino simplemente ordenar un plan de
prioridades políticas y económicas que apunten a solucionar los problemas
sociales sin descuidar el necesario reclamo por la "deuda odiosa"”
(Rodríguez Kauth; 17/06/2003)
En este contexto se observa la particularidad del inicio
del mandato de Kirchner: llegó con poco aval popular a la presidencia, pero por
otro lado tenía la posibilidad de construir su legitimidad y afianzarse como
líder político. Además, la situación del país generaba un marco de democracia
delegativa bajo la cual el pueblo le otorga la facultad de actuar como el
Presidente vea necesario para afrontar la crisis, afianzando el poder
ejecutivo; esto les permite a los líderes construir una gran popularidad a
medida que afrontan la situación crítica, y todo tipo de control institucional
es rechazado al considerárselo un obstáculo. Entonces, los líderes con poder
político hiperpresidencialista intentan cooptar, subordinar o suprimir esas
instituciones. Con el Poder Legislativo, una de las ventajas de Kirchner fue
contar con la mayoría en el Congreso; los legisladores asumían el deber de
acompañar sus decisiones sin cuestionarlas, a pesar de que el sistema
presidencialista exige la división de poderes, otorgándole facultades
extraordinarias. Incluso con esta mayoría, Kirchner utilizó los Decretos de
Necesidad de Urgencia (DNUs) para modificar la Ley de Ministerios, la Ley de
Administración Financiera y para el aumento de subsidios, salarios y
jubilaciones. Con el Poder Judicial, poseía el control sobre él mediante la
asignación de presupuesto y de las designaciones y promociones de los jueces.
Durante su presidencia, se enfrentó públicamente al Fondo Monetario
Internacional (FMI), mantuvo una estrecha relación con el Presidente brasilero
Lula Da Silva, reincorporó a los derechos humanos en la agenda política, se
alineo con organizaciones como Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, y jugó un rol
principal en la caída del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA)
junto a algunos de sus pares sudamericanos.
Aún así, el líder puede encontrarse con poderes
económicos y sociales, con los cuales tiene una relación informal ya que están
vulnerados los canales institucionales tradicionales (O'Donnell, 1997). Al
controlar "la caja" del Estado, logró obtener mayor apoyo de los
gobernadores e intendentes, como también a los movimientos piqueteros entregarles
planes sociales, subsidios, o incorporándolos a secretarias de acción social.
En continuación con esta línea se entablaron las relaciones con el movimiento
sindical, como se desarrollará más adelante.
Inicios de la CGT
La CGT surgió en los años de la década infame para
unificar al movimiento obrero: siendo la unión de anarquistas en la Federación
Obrera de la República Argentina (FORA) y los socialistas de la Confederación
Obrera Argentina (COA) en un contexto de crisis económica mundial. En su historia,
ha tenido grandes relaciones con los que se encontraban en el poder y ha
sufrido grandes divisiones en base a las relaciones de sus dirigentes, sus
intereses, y su manera de relacionarse con los políticos.
Durante el Peronismo se genera el cambio más amplio para
el movimiento sindical, siendo que estos ya mantenían una relación de afinidad
con Perón desde que éste era secretario de Trabajo. El Peronismo, hasta el
golpe de 1955, lograría la homogeneización de la CGT acabando con las
divisiones ideológicas entre las ramas socialista, comunista y anarquista.
Sufre su disolución y persecución por parte de la
Revolución Libertadora; con el golpe de 1966 se vuelven a dividir entre quienes
simpatizaban con Onganía y quiénes lo rechazaban, quedando en la CGT de los
Argentinos (CGT-A) y la CGT "oficial". La CGT-A, a pesar de su gran
movilización sindical durante el "Cordobazo" sería disuelta luego de
1974. También en esos años sufren el asesinato de dos secretarios generales a
manos de Montoneros, José Alonso y José Ignacio Rucci. Con el golpe de 1976, se
vuelven a dividir: CGT-Brasil de actitud opositora y la CGT-Azopardo, quienes mantendrán
un dialogo con los militares en el poder.
La vuelta a la democracia genera una corta reunificación
a partir del liderazgo de Saúl Ubaldini. Cuando ingresa Menem al poder en 1989,
se vuelven a dividir en oficialistas bajo Barrionuevo (acompañado por los
sindicatos de UPCN, Uocra, Comercio, Sanidad, y Luz y Fuerza) y opositores con
Hugo Moyano y el Movimiento de Trabajadores Argentinos.
Moyano al poder
Hugo Moyano comenzó su militancia en el Sindicato de
Choferes de Camiones desde su juventud en la ciudad de Mar del Plata llegando a
ocupar el máximo cargo, como también dirigió la Juventud Sindical Peronista en
la misma ciudad a principios de los setenta. Durante la dictadura militar fue
secretario general de la seccional marplatense de la CGT, para luego ser
secretario general del Partido Justicialista también de la misma ciudad con el
retorno de la democracia. Al año siguiente, es electo Secretario General
Adjunto del Sindicato de Choferes de Camiones de Buenos Aires, para ser electo
Secretario General con lista propia tres años después; cargo en el que sería
reelecto cuatro veces más en 1991, 1995, 1999 y 2003.
Bajo el partido Justicialista fue diputado provincial por
Buenos Aires entre 1987 y 1991. En 1992 es electo Secretario General de la
Federación Nacional de Trabajadores Camioneros y Empleados del Transporte
Automotor de cargas y Servicios.
Moyano, la CGT, los años noventa y la crisis
del 2001:
La década de los noventa fue crítica para los sindicatos
y la CGT no fue la excepción. Fue en estos años que la figura de Moyano y su
liderazgo comenzó a crecer, como así lo fue el número de afiliados al gremio de
Camioneros desde 1992. Fue en estos años en que nace el Movimiento de
Trabajadores Argentinos (MTA) liderado por Moyano y Juan Manuel Palacios,
enfrentándose al liderazgo oficialista de la CGT de ese momento. Moyano se
caracterizó por un liderazgo brusco y al choque, lo que continuo el crecimiento
de afiliados quienes se alejaban de otros gremios como el de Comercio (CNA;
7/10/2010).
Menem, en reiteradas oportunidades, insistía que las
huelgas no harían variar el rumbo económico del país, calificándolas de
"paro turístico" siendo que la gente aprovecharía para irse de
vacaciones (La Nación; 26/12/1996). Estas huelgas se realizaban en contra de la
política neoliberal del gobierno como los decretos de flexibilización laboral
que eliminaban la vigencia indefinida de los convenios colectivos de trabajo y
eliminaba la participación de los sindicatos en negociaciones entre empleadores
y trabajadores. La forma de negociar del menemismo irrumpió con las lealtades
sindicales generando grandes fracturas, desplazando al movimiento obrero a un
segundo plano en la política Argentina utilizando variables económicas y
discursivas. En este momento crítico, Moyano se pone al frente de un
sindicalismo opositor de corte renovador que en los años futuros adquiriría un
rol trascendental.
Es en el año 2000 que la CGT comienza a reactivarse como
actor político, y también el año en el que sufre otra división: la rama oficial
bajo Rodolfo Daer y la disidente bajo Hugo Moyano. Moyano acusa a Ricardo Daer
y sus asociados en la CGT de traición por apoyar la reforma sindical del
gobierno de la Alianza. Este año es clave en la reactivación de fuertes huelgas
continuas contra el gobierno de Fernando de la Rúa comenzando por una huelga
general el 5 de mayo, seguida por otras el 9 de junio, 23 y 24 de noviembre, y
una nuevamente el 21 de marzo del año siguiente. Se suma también el apoyo que
la CGT le daba a las huelgas piqueteras realizadas por desempleados a través de
los cortes de ruta.
El gobierno de De la Rúa intentó sancionar la Ley de
Reforma Laboral mediante la cual se modificaban varias leyes laborales como la
Ley de Contrato de Trabajo 20.744 y las leyes de Convenciones Colectivas de
Trabajo 14.250, 23.545 y 23.546. En medio de las protestas, Diputados le
otorgan media sanción pero un mes más tarde, Moyano asistió a una reunión de la
Comisión de la Cámara Alta y declaró ante los medios que “Alberto Flamarique,
Ministro de Trabajo, les había confiado a un grupo de representantes de los
gremios rebeldes que disponía de ‘una Banelco para convencer a los senadores’
de dar sanción definitiva en la Cámara alta al proyecto de reforma.” (Leiras,
2012), luego de sancionada esta ley, estalla el escándalo de corrupción en el
Senado que sería uno de los momentos más críticos en el período de De la Rúa.
Apoyo a Rodríguez Saá:
Al comienzo del 2003, siendo ya un actor clave en el
escenario político argentino, Hugo Moyano expresaba que el candidato de
Duhalde, Néstor Kirchner no era un candidato que cubría las expectativas del
pueblo para un cambio en serio y alegaba que nunca ganaría las elecciones,
aunque destacó su rol de administrador como gobernador de Santa Cruz (La
Nación; 13/01/2003). También apoyaba la vía de elección general propuesta por
Duhalde, en la que todos los candidatos peronistas podían presentarse para que
la gente elija libremente. El candidato para Moyano era Adolfo Rodríguez Saá
por su condición de "militante peronista y luchador social" (La
Nación; 07/08/2002).
Luego de las elecciones y previo a la fecha pautada para
el ballotage "Con Menem no voy ni a misa" le dijo Moyano al diario
Clarín (Clarín; 05/05/2003), tomando partido por Néstor Kirchner por el hecho
de ser peronista, a diferencia de su concepción de Menem al veía como el
responsable de la crisis. Ante la incertidumbre sobre a quién le brindaría
apoyo Rodríguez Saá, Moyano le advirtió que se quedaría solo si apoyase a
Menem, mostrando el peso político que poseía el dirigente sindical. Con él a
favor de Kirchner, el grueso del sindicalismo peronista se ubicaba detrás del
gobernador de Santa Cruz siendo que ya poseía el apoyo de los
"gordos" de la CGT Oficial, y la CTA. Menem solo contaba con el apoyo
de los gremios del Movimiento Obrero con Propuestas (MOP) del petrolero Antonio
Cassia.
El gobierno de Kirchner y Hugo Moyano:
En el comienzo de la gobernación de Kirchner, no se tardó
en apartar a Daer de la CGT, aún cuando la CGT oficial se había comprometido a
fortalecer la gobernabilidad del presidente (Clarín; 19/05/2003). El capital
político que poseía la facción de Moyano era el poder de movilización, que Daer
no tenía. En el contexto en el que se encontraba el país, para el gobierno que
asumió con tan solo el 22% le favorecía una alianza con el mayor gremio (y que
continuaba en crecimiento), como al gremio le favorecía tener relaciones directas
con el presidente. Fue a través de Julio de Vido que se generó esta alianza:
adquiriendo el gremio subsidios para por peajes y el aumento de presupuesto
para las asignaciones familiares (CNA; 7/10/10). Finalmente, la CGT se
unificaba; en un principio bajo un triunvirato que incluía a José Luis Lingieri
de Obras Sanitarias, Susana Rueda de Sanidad, y Hugo Moyano de Camioneros. Sólo
basto un año para que Hugo Moyano asumiera como único Secretario General del
movimiento.
Pocas horas después de obtener la victoria, Moyano visitó
al Presidente para transmitirle su apoyo y se comprometió a participar del
lanzamiento de la candidatura de Cristina Fernández como senadora nacional por
Buenos Aires (Página 12; 07/07/2005). En este encuentro se puede vislumbrar el
comienzo de intercambio de capitales políticos entre ambos líderes: Kirchner
consiguió el apoyo pleno y se garantizó un fuerte actor sindical en época de
campañas legislativas en las cuales competía con Duhalde (quién tenía el apoyo
de otros sindicalistas como Ángel García del gremio de seguridad), lo que le
permitía desligarse más de la figura que le abrió el camino a la presidencia;
Moyano logró que Héctor Recalde (en ese entonces, abogado de la CGT) en la
lista de candidatos a diputados bonaerenses para el FPV. Ambos comienzan a
utilizar un discurso positivo con respecto al otro, y en época de campañas
legislativas.
Luego de la devaluación, la economía comenzaba a crecer,
como también nuevas posibilidades de redistribución: los sindicatos y empresarios
de transporte comenzaron a recibir subsidios de la Secretaría de Transporte.
Progresivamente fue removiendo a los actores que lo habían acompañado como
herencia del gobierno de Duhalde en los que se incluía Roberto Lavagna y su
equipo económico, dejando su cargo en noviembre de 2005. Durante su mandato el
salario mínimo aumento un 380%, de 200 a 980 pesos, y las jubilaciones mínimas
crecieron de 150 a 600 pesos (Infobae, 24/05/2013). El PBI crecía a un ritmo
superior al 8% anual, crecieron las retenciones a las exportaciones, superávit
fiscal, tuvo una política impositiva estricta y un aumento de las reservas del
Banco Central. A eso se le suma el pago de la deuda con el FMI y un plan de
reestructuración de deuda aprobado por la mayoría de los acreedores. Kirchner
continuaba con la Ley de Emergencia Publica, votada en 2002, incluso cuando ya
había pasado el periodo crítico de la crisis económica. Bajo esta ley el
Ejecutivo conservaba enormes facultades como el control sobre la relación de
cambio monetario, la fijación de tarifas y renegociación de los contratos de
servicios públicos en empresas privadas, y regulación de los precios de la
canasta básica. “La ley de emergencia permite entonces al Ejecutivo tener una
injerencia más fuerte en cuestiones que deberían ser debatidas en el Congreso.
Y contribuye a la centralización en la toma de decisiones, que a veces es muy
eficaz pero que debilita la democracia y la práctica institucional de someter a
discusión las decisiones de política pública”, observó la economista Luciana
Díaz Frers, directora del Programa de Política Fiscal del Centro de
Implementación de Política Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC)
(Chequeado, 09/11/2011). Tanto Kirchner como Moyano comenzaban a ser figuras
ante la opinión pública que batallaban contra aquel modelo neoliberal que había
perjudicado tanto al país.
La alianza entre líderes confrontadores
Durante toda su presidencia, Kirchner ha tenido un
discurso confrontativo con diferentes actores políticos y económicos tanto de
Argentina como exteriores. Esta forma de liderazgo confrontativo nunca fue
aplicado al sindicalismo peronista, ni tampoco los minimizó como hacia Carlos
Menem. Kirchner daba cuenta de que Moyano tenía la capacidad de paralizar el
país. Este poder de Moyano provenía de una alianza con la Unión Tranviarios
Automotor (UTA) dirigida por Juan Manuel Palacios, y le permitió negociar
salarios directamente con el presidente. El director de Observatorio Electoral,
Julio Burdman dijo a La Gaceta: "Moyano se convirtió en un actor clave en
la vida política argentina por su cargo en la CGT y por la capacidad de daño de
sus transportistas" (La Gaceta; 15/04/2006). Burdman también agrega que
esta unión se debe a la lógica del hiperpresidencialismo: Kirchner es el que distribuye
la riqueza y su relación con Moyano le permite influir sobre el sindicalismo
sin perjudicar su liderazgo. Por esta relación entre ambos, la hegemonía de
Moyano no es discutida por otros líderes sindicales, ya que sería enfrentar al
Presidente (La Gaceta, 15/04/2006)
En estos años se articulan las demandas sociales de los
sindicatos y el llamado a moderación del gobierno. "(...) Néstor Kirchner
se encontró frente a la necesidad de dinamizar el consumo interno, lo que
requería el incremento de la capacidad de compra de los asalariados (...). Para
favorecer el aumento del poder de compra de la población asalariada, el
gobierno kirchnerista adoptó un conjunto de políticas activas, entre las que se
incluyeron incrementos de sueldos y la elevación del salario mínimo, vital y
móvil, por medio de decretos de necesidad y urgencia; así como el impulso a la
realización de negociaciones colectivas por actividad, que permitieron reunir a
sindicatos y cámaras empresarias en el Consejo del Salario. En esas negociaciones,
el Ministerio de Trabajo tuvo una posición favorable a las demandas de los
trabajadores, intercediendo para que se diera respuesta favorable a muchos de
sus reclamos, e incluso tramitando con otras áreas del gobierno (...) la
concesión de subsidios para hacer posible los incrementos reclamados por los
gremios afines". Y, en un mismo registro, continúa con que "en ese
sentido, es ilustrativo examinar el modo en que el sindicato de camioneros ha
operado durante el período de Néstor Kirchner, como un claro modelo en la
fijación de pautas salariales y de condiciones de trabajo, que se convirtieron
en una especie de límite para que los demás gremios ajustaran sus reclamos, sin
arriesgar la estabilidad del esquema macroeconómico sostenido por el kirchnerismo
(...). En relación con el incremento de los salarios, los sindicatos
consiguieron aumentos en segmentos de trabajadores del sector formal y que
estaban vinculados con algunos de los rubros que más rápidamente estaban
recuperando sus niveles de producción previos a la crisis (que se había
profundizado en 2.002), aun cuando siempre se buscó que dichos incrementos
fueran consistentes con los objetivos antiinflacionarios del gobierno, que
temía que una espiralización de incrementos de precios a partir de mejoras
salariales pudiera deteriorar la capacidad de compra de los haberes y por ende
ahogar el proceso de reactivación económica, además de acelerar el conflicto
social por los mayores reclamos de grupos piqueteros ante el rezago de las
prestaciones brindadas por los distintos programas sociales".(Rossi, 2010)
Este fenómeno en donde los sindicatos adquieren aumentos de salarios y
beneficios del gobierno, en tanto estos continúan dentro del marco de acción
del gobierno y sus metas inflacionarias y la contención de movilizaciones es
denominado "Neocorporativismo segmentado" (Etchemendy y Collier:
2007).
CONCLUSIÓN
Como se ha observado, la CGT ha sufrido fragmentaciones
dependiendo de los intereses de sus Secretarios y la relación de estos con los
presidentes y gobiernos de facto, con diferentes inclinaciones ideológicas;
sucedió desde sus inicios hasta los comienzos de siglo XXI. Sin embargo, la
figura de Hugo Moyano introdujo un fuerte liderazgo que se comenzó a gestar con
mayor fuerza en los años noventa en contraposición a Menem y el Neoliberalismo,
culminando con la reactivación total del movimiento sindicalista con la crisis
del 2001.
La hipótesis de este trabajo intenta verificar si la CGT
apoyaría a un partido para conseguir los intereses particulares de su
secretario, independientemente de la facción del peronismo que este en
ejercicio. Durante el Menemismo, la CGT oficialista de Barrionuevo entrelaza
sus intereses con el gobierno, y moderando la actividad sindical durante esos
años. Sin embargo, Hugo Moyano mantendría su condición de líder paralelo
contraria a Menem.
Cuando se elabora el juego político de las elecciones del
2003, Moyano jamás apoyo al ex Presidente riojano a pesar de que este seguía
teniendo peso dentro del peronismo; su facción del peronismo nunca fue parte de
los planos de Moyano. Es clave el apoyo que le brinda Moyano a Kirchner cuando
se debía enfrentar directamente con Menem, al haber sido derrotado su candidato
Rodríguez Saá: la vuelta de Menem sería la vuelta de ese período que afecto y
debilitó a la CGT. Entonces, dentro de sus fragmentaciones, es posible afirmar
que la CGT se organiza en base a los intereses de sus respectivos líderes.
Esta relación con el presidente ayudo a Moyano a
consolidarse como único líder de la CGT: “La estrategia de los sindicatos más
cercanos al gobierno se vio favorecida por una posición “complaciente” de la
cartera laboral, la cual no solo tuvo una mediación muy activa en defensa de
los trabajadores en las situaciones conflictivas frente a las organizaciones
empresariales, sino que propició el funcionamiento de los mecanismos de
negociación colectiva, creando instancias para la interacción permanente entre
trabajadores y empresarios, en un marco de recuperación de la actividad
económica, de abaratamiento de los costos laborales en términos internacionales
y de encarecimiento de los bienes de capital traídos del exterior (revirtiendo
los condicionantes de la década pasada)" (Rossi, 2010).
Así mismo, “cómo líder, Néstor Kirchner tomará la
responsabilidad de lograr ser ese elemento articulador para mediar entre las
demandas del pueblo y las necesidades de su gobierno, y sus expectativas
personales, con un trasfondo social y humano perdurable, borrando toda la
huella de aquel Estado – no social- de la década del ’90, y criticando
severamente toda posibilidad de retorno al pensamiento neoliberal y
neoconservador” (Leiras, 2012). El sindicalismo aporta a la narrativa del
Kirchnerismo que "(...) identifica al "pueblo" como expresión
del movimiento nacional y popular, cuya representación política asume el
kirchnerismo. Sus referentes son los sectores medios y trabajadores, las
organizaciones piqueteras y otros grupos de base, las organizaciones de
derechos humanos, los intelectuales progresistas, los jóvenes, el sindicalismo
no burocratizado, las organizaciones políticas progresistas y de
izquierda" (Mocca, 2009). Y de esta manera, tanto Kirchner como Moyano se
articularon como máximos líderes de gobierno y del sindicalismo favoreciendo
sus intereses tanto particulares como de sus campos respectivos.
Bibliografía
Libros
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populista. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica de
Argentina S.A.
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Paidós
Diarios y Revistas o Artículos
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MOCCA, Edgardo (2009)
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