RESUMEN
Este trabajo
se ubica en el contexto de la primera presidencia de Carlos Menem, y pretende
analizar la relación entre liderazgo político y neopopulismo que se desarrolló
en la Argentina. En mi trabajo, tomaré la primer presidencia por ser justamente
la iniciadora de esta ruptura de modelo de Estado y donde más parece notarse
la indiferencia o apatía de los ciudadanos.
ABSTRACT
This paper
focuses on Carlos Menem’s first term and our aim is to analyze the connection
between political leadership and new populism in Argentina.
In this work
we will study Menem’s first term when state model changed and citizen’s apathy
increased.
El Neopopulismo: “sociedad
atomizada, en la que el poder de un líder parece elevarse sobre la ciudadanía indiferente”
(1989-1995).
Por: María Josefina Ortiz Seguí
INTRODUCCIÓN
Este trabajo
se ubica en el contexto de la primera presidencia de Carlos Menem, y pretende
analizar la relación entre liderazgo político y neopopulismo que se desarrolló
en la Argentina. En mi trabajo, tomaré la primer presidencia por ser
justamente la iniciadora de esta ruptura de modelo de Estado y donde más
parece notarse la indiferencia o apatía de los ciudadanos.
Mi objetivo es
demostrar que existe una relación causa-efecto entre la emergencia económica,
los arreglos dirigenciales de cúpula, con la perduración del neopopulismo.
Para finalizar
estudiaré el fenómeno de la ciudadanía de baja intensidad que se vería
indiferente ante el líder neopopulista
Sostengo que,
de acuerdo a lo acontecido en la década del 90 en la Argentina, la sociedad se
volvería indiferente hacia un liderazgo ilimitado y un poder personalizado.
Dentro de este contexto, la Emergencia Económica y el Pacto de Olivos habrían
posibilitado la perpetuación del neopopulismo.
En el
desarrollo de este trabajo; se procederá al análisis de dicha hipótesis.
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE
EL NEOPOPULISMO
La versión contemporánea del
populismo ha sido trabajada por Isidoro Cheresky en un documento en el cual ve
claramente que este Neopopulismo se caracteriza por una emergencia económica
posterior a la crisis hiperinflacionaria de 1989-1991.
También Alberto Baldioli en su
trabajo identifica a la administración Menem como Neopopulista por ser “neoliberal
en lo económica pero con un sesgo conservador en lo político”.
Asimismo Santiago Leiras y Fabián
Bosoer escriben que la “situación resultante de la espiral de ingobernabilidad
de finales de los 80 suscita inicialmente la apelación a fórmulas de liderazgo
para remontar la emergencia”.
No de una manera explícita, pero las
causas y consecuencias del Neopopulismo han sido tratados por otros autores
como Marcelo Cavarozzi. El analiza el cambio radical de la trama de la sociedad
Argentina y sostiene que “la época abierta recientemente se caracteriza por el
enorme impacto transformador que han tenido los fracasos de las políticas
públicas y la desarticulación de los mecanismos estatales. El Estado se
derrumbó a partir de 1981-1982 y, asimismo, se achicó desde 1990-1991 en
adelante”.
Asimismo, Guillermo O’Donnell,
analiza las nuevas democracias caracterizadas por el régimen autoritario que
las precedió, lo que originó democracias de baja institucionalización. Para
este autor, esto colaboraría con el nacimiento del Neopopulismo.
En la Argentina la tradición política
populista fue encarnada por el General Perón, cuyas políticas sociales eran a
favor de una gran masa de la población. A diferencia, las políticas de Carlos
Menem fueron dirigidas hacia “minorías en riesgo” (están entre las líneas de
pobreza e indigencia), de esta manera pudo hacerse de un fuerte apoyo de los
sectores más bajos de la sociedad.
CRISIS ECONÓMICA Y SOCIEDAD
En 1982-1983 se produjo el derrumbe
del régimen militar del “Proceso”. La nueva época que se abría tenía como tarea
central la construcción de un orden democrático.
“A lo largo de cien años el signo
dominante había sido el despliegue de las fases del proceso de integración
nacional asociado a la construcción del Estado y la progresiva expansión de sus
funciones. En cambio, la época abierta recientemente se caracteriza por el
enorme impacto transformador que han tenido los fracasos de las políticas
públicas y la desarticulación de los mecanismos estatales. El estado se
derrumbó a partir de 1981-1982 y, asimismo se achicó desde 1990-1991 en
adelante; tanto el derrumbe como el achicamiento han cambiado radicalmente la
trama de la sociedad argentina”.
Además de transitar por una grave
situación social y económica, se podría decir, siguiendo el análisis de
Guillermo O´Donnell, que la nueva democracia atravesaba una crisis existente
en tres dimensiones: “la del Estado como conjunto de burocracias capaces de
cumplir sus funciones con razonable eficacia, la de la efectividad de la ley; y
la vinculada con la pretensión que los organismos estatales normalmente
orientan sus decisiones basándose en algún concepto del bien público”.
Se podría decir que el pasaje a la
democracia coincidió con el pasaje al neoliberalismo, el cual propone
desinstitucionalización estatal, por lo tanto una gran cantidad de organismos
estatales desaparecen.
Es lo que O´Donnell identifica con la
crisis de las 3 dimensiones, que definen a un Estado democrático:
1. Dimensión
burocrático-administrativa: se refiere a las instituciones que realmente
existen. Varias provincias del centro y noroeste de la argentina son ejemplos
de la evaporación de la dimensión pública del estado. A partir de ello, quedan
integrados exclusivamente por organizaciones que, en esas regiones, son parte de
circuitos de poder privatizados, a menudo con prácticas sultanistas.
2. Dimensión legal: las
instituciones pueden existir, pero la dimensión legal puede estar ausente.
Tiene que ver con el buen funcionamiento de las instituciones.
3. Dimensión ideológica:
el Estado tiene que aparecer ante los ciudadanos como un Estado para la Nación,
velando por el interés público y el interés común. Tiene que aparecer creíble.
Esto es muy importante porque permite la legitimidad del Estado.
Continuando con O´Donnell,
estamos ante un Estado que mezcla componentes democráticos con autoritarios: “democracias
esquizofrénicas”. Este tipo de Estado se caracteriza por tener una ciudadanía
de baja intensidad, con lo cual no se podría hablar de democracia sino de
grados de democraticidad .
En este contexto, a la
Argentina se le suma la hiperinflación y los cambios estructurales.
De esta manera, el Estado
dejó de ser un Estado creíble que velaba por los intereses comunes.
En 1983, la postura de
Alfonsín, compartida por la mayoría de los argentinos, era que la democracia y
la recuperación económica se realimentarían recíprocamente. Sin embargo, el
nuevo gobierno democrático estaba atravesando una aguda crisis socioeconómica y
graves tensiones sociales surgidas en torno al proceso hiperinflacionario.
Para 1987, con un
agravamiento de la crisis económica y un derrumbe del Estado, el gobierno
siguió ensayando respuestas ambiguas.
APARECE EL LÍDER
A partir del fracaso de
los planes gubernamentales y con el consiguiente deterioro de la situación
económica, se produce una completa pérdida de control por parte de Alfonsín y
sus ministros.
En este contexto, acentuado en la
hiperinflación de 1989, surge la figura de Carlos Menem: “a quien se
conceptualizaba como un caudillo peronista de la Rioja, que si bien estaba
dentro de la Renovación justicialista, tenía un discurso tradicional
movimentista de viejo cuño peronista, pero detrás del mismo en lugar de ese
añejo populismo se escondía el sello neopopulista que iba a tener su administración
“.
Durante la campaña, Menem no se
apartó del estilo peronista, criticó a los radicales y a su candidato, por sus
políticas neoliberales y prometió que a su llegada al gobierno implementaría un
salariazo. Sin embargo, apenas fue elegido, le concedió la esfera económica del
Estado a los grandes grupos económicos financieros, primero a Bunge y Born,
después le entregó el ministerio de economía a Erman Gonzalez, y finalmente
accedió al ministerio, a principios de 1991, Domingo Caballo. Con éste último,
se adoptó una estrategia de libre mercado que condujo a bruscos recortes de
los servicios y de los subsidios del Estado y a la privatización de
prácticamente todas las empresas públicas.
La esfera política quedó subyugada a
la esfera económica.
“La sociedad en principio quedó
sorprendida por el quiebre de la inflación y luego se vió estupefacta en sus
posibilidades de consumo de lo importado, el crédito y los viajes al exterior,
que tan sólo años antes eran una utopía, es así como el presidente construyó su
futuro triunfo. Y fue así como la enfervorizada cosificación de la sociedad
argentina benefició a Carlos Menem”.
De esta manera, comenzó un “proceso
de despolitización”, con el cual se amplió el espacio disponible para la
implementación de reformas radicales en la dirección de una nueva matriz que
combinara “menos” Estado y “mas” mercado. La aceptación pasiva de las reformas
estuvo inducida por el temor al retorno de la situación de inestabilidad
extrema.
Durante los primeros años de la
década del 90 el presidente Menem aprovechó hábilmente la oportunidad que se le
presentó para desplegar los proyectos de reforma económica. La estrategia fue
la declaración de la situación de excepción derivada de la emergencia
económica que provocó en Argentina la crisis hiperinflacionaria de 1989. La
base de su plan de acción para enfrentar la crisis fueron las leyes 23.696 y
23.697 de “Reforma del Estado”, “Reestructuración de empresas públicas” y
“Emergencia Económica”. La estrategia, consistió en la cesión de capacidades
legislativas al poder ejecutivo y en el reconocimiento de la gente a esta
concentración del poder.
El apoyo mayoritario al poder por
parte de la ciudadanía es consecuencia del alivio de la población por la
estabilidad económica. Sin embargo, las condiciones de vida sólo habían
mejorado “para algunos”, además de constituirse en una población sensible al
argumento de la “emergencia” o “excepcionalidad”, temiendo que cualquier cambio
retrotraiga la situación al período hiperinflacionario.
El control del aparato institucional
de la república debía ser total, por lo tanto necesitaba aumentar su influencia
en la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Primero trató de conseguir la
renuncia de algunos de sus ministros. Al no conseguir las vacantes, el Ejecutivo
mandó al Senado un proyecto de ley ampliando el número de miembros de la Corte
de cinco a nueve. De esta manera, pudo “legitimar” los decretos de necesidad y
urgencia.
El presidente Menem aspiraba a prolongarse en el poder, y
el obstáculo más difícil, para consolidar el poder hegemónico, era el límite de
permanencia en la primera magistratura establecido por la Constitución
Nacional.
EL PACTO Y LA APATÍA CÍVICA
El Pacto de Olivos entre Menem y Alfonsín, en nombre de
justicialistas y radicales, fue la forma en que el presidente pudo, a través de
la Reforma de la Constitución Nacional, prolongarse en su mandato.
Uno de los aspectos más importantes de la reforma fue la
introducción de los decretos de necesidad y urgencia y la delegación legislativa,
como capacidades del ejecutivo. De esta manera, se abren las puertas al poder
discrecional del presidente amparado en la imprecisa justificación de
“circunstancias excepcionales”. Este elemento de reconcentración de la
autoridad en el ejecutivo, se transformó en un mecanismo habitual,
especialmente en la sanción de medidas económicas.
Asimismo, este proceso conocido como
“hiperpresidencialismo”, se ha apoyado en el reforzamiento de los roles
tecnocráticos, especialmente en el ámbito de las políticas económicas. Un
ejemplo de este fenómeno fue la gestión de Domingo Caballo en el Ministerio de
Economía.
Este proceso ha innovado en estilos de hacer política y
resultó funcional con la apatía y el repliegue de la política.
En esta cuestión, los medios se transformaron en
verdaderos “generadores de política”: “Menem se posicionó como un outsider de
la política”... “Apeló a la promoción de su figura como alguien habituado a
circular en arenas extrapolíticas como el deporte, la televisión y el mundo del
espectáculo”.
Ejemplos de la centralidad
que adquirieron los medios de comunicación, son las siguientes citas:
“Durante esa larga
devastadora década del 90, GENTE se convirtió (junto con CARAS) en la revista
del proceso neoliberal-populista que impulsa el colorido, farandulesco,
impecable chico de tapa Carlos Menem”... “Menem logra instalarse en el
inconsciente nacional (la subjetividad, en las sociedades mediatizadas, se
somete, se coloniza desde la imagen) como el irrefutable personaje de todos los
años. Nunca falta, siempre esta”.
Se podría encontrar una
explicación a nivel mundial de las transformaciones de la representación. Según
Manim, en la “democracia de lo público”, adquieren importancia la personalidad
del candidato, un votante flotante y un nuevo foro de discusión que son los
medios de comunicación.
Pero estos contextos tan
precarios, como dice José Nun, estos “modos representativos”, deberían
combinarse con formas de democracia participativa; es decir, democratización de
los paridos políticos, de los sindicatos y de las corporaciones en general;
control de responsabilidades de los dirigentes; transparencia financiera de las
organizaciones, entre otras cosas.
Pero la precariedad de
estos contextos se debe a que fueron el producto de un régimen autoritario,
cuya consecuencia fue el logro de una sociedad individualizada y atomizada, en
la cual Carlos Menem pudo llevar adelante sus reformas.
Debido a “la mortandad y
la desaparición de personas, que dejó el último régimen autoritario en la
Argentina, más el individualismo que inculcó a la población, hizo que luego de
la euforia inicial por la redemocratización, ante la mínima dificultad la
sociedad civil caiga en la apatía cívica y la falta de participación política”.
CONCLUSIÓN
En este trabajo se ha
podido demostrar que Menem fue un líder neopopulista y pudo ejercer su poder ya
que se encontró con una sociedad individualizada y atomizada, producto de un
fuerte régimen autoritario, continuado por un régimen democrático que no supo
comprender la problemática social y económica, como tampoco implementar
políticas acordes.
Hubo dos momentos
particulares en los cuales el neopopulismo pudo instalarse y perdurar en el
tiempo. El primer momento lo marca la Emergencia Económica apenas iniciado el
mandato de Carlos Menem. Bajo la apelación al estado de excepción, esta ley, le
permitió al presidente llevar a cabo todas las reformas sugeridas por los
grandes grupos económicos-financieros a los que se les había concedido la
esfera económica del Estado.
Finalmente el Pacto de
Olivos, fue el segundo momento, que le dio la posibilidad a Menem de
perpetuarse en el tiempo. La reforma de la Constitución Nacional le permitió la
re-elección de 1995. Además de la introducción en esa reforma de los decretos
de necesidad y urgencia, dándole legalidad al ejercicio discrecional del
presidente.
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