Revista Nº27 "TEORÍA POLÍTICA E HISTORIA"
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

 

 

RESUMEN

Este trabajo se ubica en el contexto de la primera presidencia de Carlos Menem, y pretende analizar la relación entre liderazgo político y neopopulismo que se desarrolló en la  Argentina. En mi trabajo, tomaré la primer presidencia por ser justamente la iniciadora de esta ruptura de modelo de Estado y  donde más parece  notarse la indiferencia o apatía de los ciudadanos.

 

 

ABSTRACT

This paper focuses on Carlos Menem’s first term and our aim is to analyze the connection between political leadership and new populism in Argentina.

In this work we will study Menem’s first term when state model changed and citizen’s apathy increased.

 

 El Neopopulismo: “sociedad atomizada, en la que el poder de un líder  parece elevarse sobre la ciudadanía indiferente” (1989-1995).

Por: María Josefina Ortiz Seguí [1]

 

 

 

INTRODUCCIÓN

 

 Este trabajo se ubica en el contexto de la primera presidencia de Carlos Menem, y pretende analizar la relación entre liderazgo político y neopopulismo que se desarrolló en la  Argentina. En mi trabajo, tomaré la primer presidencia por ser justamente la iniciadora de esta ruptura de modelo de Estado y  donde más parece  notarse la indiferencia o apatía de los ciudadanos.

Mi objetivo es demostrar que existe una relación causa-efecto entre la emergencia económica, los arreglos dirigenciales de cúpula,  con la perduración del neopopulismo.

Para finalizar estudiaré el fenómeno de la ciudadanía de baja intensidad que se vería indiferente ante el líder neopopulista

Sostengo que, de acuerdo a lo acontecido en la década del 90 en la Argentina, la sociedad se volvería indiferente hacia un liderazgo ilimitado y un poder personalizado. Dentro de este contexto, la Emergencia Económica y el Pacto de Olivos habrían posibilitado la perpetuación del neopopulismo.

En el desarrollo de este trabajo; se procederá al análisis de dicha hipótesis.

 

 

 

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE EL NEOPOPULISMO

 

La versión contemporánea del populismo ha sido trabajada por Isidoro Cheresky en un documento en el cual ve claramente que este Neopopulismo se caracteriza por una emergencia económica posterior a la crisis hiperinflacionaria de 1989-1991.

También Alberto Baldioli en su trabajo identifica a la administración Menem como Neopopulista por ser “neoliberal en lo económica pero con un sesgo conservador en lo político”[2].

Asimismo Santiago Leiras y Fabián Bosoer escriben que la “situación resultante de la espiral de ingobernabilidad de finales de los 80 suscita inicialmente la apelación a fórmulas de liderazgo para remontar la emergencia”[3].

No de una manera explícita, pero las causas y consecuencias del Neopopulismo han sido tratados por otros autores como Marcelo Cavarozzi. El analiza el cambio radical de la trama de la sociedad Argentina y sostiene que “la época abierta recientemente se caracteriza por el enorme impacto transformador que han tenido los fracasos de las políticas públicas y la desarticulación de los mecanismos estatales. El Estado se derrumbó a partir de 1981-1982 y, asimismo, se achicó desde 1990-1991 en adelante”[4].

Asimismo, Guillermo O’Donnell, analiza las nuevas democracias caracterizadas por el régimen autoritario que las precedió, lo que originó democracias de baja institucionalización. Para este autor,  esto colaboraría con el  nacimiento del Neopopulismo.

En la Argentina la tradición política populista fue encarnada por el General Perón, cuyas políticas sociales eran a favor de una gran masa de la población. A diferencia, las políticas de Carlos Menem fueron dirigidas hacia “minorías en riesgo” (están entre las líneas de pobreza e indigencia), de esta manera pudo hacerse de un fuerte apoyo de los sectores más bajos de la sociedad.    

 

CRISIS ECONÓMICA Y SOCIEDAD

 

En 1982-1983 se produjo el derrumbe del régimen militar del “Proceso”. La nueva época que se abría tenía como tarea central la construcción de un orden democrático.

“A lo largo de cien años el signo dominante había sido el despliegue de las fases del proceso de integración nacional asociado a la construcción del Estado y la progresiva expansión de sus funciones. En cambio, la época abierta recientemente se caracteriza por el enorme impacto transformador que han tenido los fracasos de las políticas públicas y la desarticulación de los mecanismos estatales. El estado se derrumbó a partir de 1981-1982 y, asimismo se achicó desde 1990-1991 en adelante; tanto el derrumbe como el achicamiento han cambiado radicalmente la trama de la sociedad argentina”[5].

Además de transitar por una grave situación social y económica, se podría decir, siguiendo el análisis de Guillermo O´Donnell, que la nueva  democracia atravesaba una crisis existente en tres dimensiones: “la del Estado como conjunto de burocracias capaces de cumplir sus funciones con razonable eficacia, la de la efectividad de la ley; y la vinculada con la pretensión que los organismos estatales normalmente orientan sus decisiones basándose en algún concepto del bien público”.[6]

Se podría decir que el pasaje a la democracia coincidió con el pasaje al neoliberalismo, el cual propone desinstitucionalización estatal, por lo tanto una gran cantidad de organismos estatales desaparecen.

Es lo que O´Donnell identifica con la crisis de las 3 dimensiones, que definen a un Estado democrático:

1. Dimensión burocrático-administrativa: se refiere a las instituciones que realmente existen. Varias provincias del centro y noroeste de la argentina son ejemplos de la evaporación de la dimensión pública del estado. A partir de ello, quedan integrados exclusivamente por organizaciones que, en esas regiones, son parte de circuitos de poder privatizados, a menudo con prácticas sultanistas.     

2. Dimensión legal: las instituciones pueden existir, pero la dimensión legal puede estar ausente. Tiene que ver con el buen funcionamiento de las instituciones.

3. Dimensión ideológica: el Estado tiene que aparecer ante los ciudadanos como un Estado para la Nación, velando por el interés público y el interés común. Tiene que aparecer creíble. Esto es muy importante porque permite la legitimidad del Estado.

Continuando con O´Donnell, estamos ante un Estado que mezcla componentes democráticos con autoritarios: “democracias esquizofrénicas”. Este tipo de Estado se caracteriza por tener una ciudadanía de baja intensidad, con lo cual no se podría  hablar de democracia sino de grados de democraticidad .   

En este contexto, a la Argentina se le suma la hiperinflación y los cambios estructurales.

De esta manera, el Estado dejó de ser un Estado creíble que velaba por los intereses comunes.

En 1983, la postura de Alfonsín, compartida por la mayoría de los argentinos, era que la democracia y la recuperación económica se realimentarían recíprocamente. Sin embargo, el nuevo gobierno democrático estaba atravesando una aguda crisis socioeconómica y graves tensiones sociales surgidas en torno al proceso hiperinflacionario.

Para 1987, con un agravamiento de la crisis económica y un derrumbe del Estado, el gobierno siguió ensayando respuestas ambiguas.

 

APARECE EL LÍDER

 

A partir del fracaso de los planes gubernamentales y con el consiguiente deterioro de la situación económica, se produce una completa pérdida de control por parte de Alfonsín y sus ministros.

En este contexto, acentuado en la hiperinflación de 1989, surge la figura de Carlos Menem: “a quien se conceptualizaba como un caudillo peronista de la Rioja, que si bien estaba dentro de la Renovación justicialista, tenía un discurso tradicional movimentista de viejo cuño peronista, pero detrás del mismo en lugar de ese añejo populismo se escondía el sello neopopulista que iba a tener su administración “.[7]

Durante la campaña, Menem no se apartó del estilo peronista, criticó a los radicales y a su candidato, por sus políticas neoliberales y prometió que a su llegada al gobierno implementaría un salariazo. Sin embargo, apenas fue elegido, le concedió la esfera económica del Estado a los grandes grupos económicos financieros, primero a Bunge y Born, después le entregó el ministerio de economía a Erman Gonzalez, y finalmente accedió al ministerio, a principios de 1991, Domingo Caballo. Con éste último, se adoptó una estrategia de libre mercado que condujo a bruscos  recortes de los servicios y de los subsidios del Estado y a la privatización  de prácticamente todas las empresas públicas.

La esfera política quedó subyugada a la esfera económica.

“La sociedad en principio quedó sorprendida por el quiebre de la inflación y luego se vió estupefacta en sus posibilidades de consumo  de lo importado, el crédito y los viajes al exterior, que tan sólo años antes eran una utopía, es así como el presidente construyó su futuro triunfo. Y fue así como la enfervorizada cosificación de la sociedad argentina benefició a Carlos Menem”.[8]

De esta manera, comenzó un “proceso de despolitización”, con el cual se amplió el espacio disponible para la implementación de reformas radicales en la dirección de una nueva matriz que combinara “menos” Estado y “mas” mercado. La aceptación pasiva de las reformas estuvo inducida por el temor al retorno de la situación de inestabilidad extrema.

Durante los primeros años de la década del 90 el presidente Menem aprovechó hábilmente la oportunidad que se le presentó para desplegar los proyectos de reforma económica. La estrategia fue la declaración de la situación de excepción derivada  de la emergencia económica que provocó en Argentina la crisis hiperinflacionaria de 1989. La base de su plan de acción para enfrentar la crisis fueron las leyes 23.696 y 23.697 de “Reforma del Estado”, “Reestructuración de empresas públicas” y “Emergencia Económica”. La estrategia, consistió en la cesión de capacidades legislativas  al poder ejecutivo y en el reconocimiento de la gente a esta concentración del poder.

 El apoyo mayoritario al poder por parte de la ciudadanía es consecuencia del alivio de la población por la estabilidad económica. Sin embargo, las condiciones de vida sólo habían mejorado “para algunos”, además de constituirse en una población sensible al argumento de la “emergencia” o “excepcionalidad”, temiendo que cualquier cambio retrotraiga la situación al período hiperinflacionario.

El control del aparato institucional de la república debía ser total, por lo tanto necesitaba aumentar su influencia en la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Primero trató de conseguir la renuncia de algunos de sus ministros. Al no conseguir las vacantes, el Ejecutivo mandó al Senado un proyecto de ley ampliando el número de miembros de la Corte de cinco a nueve. De esta manera, pudo “legitimar” los decretos de necesidad y urgencia.     

El presidente Menem aspiraba a prolongarse en el poder, y el obstáculo más difícil, para consolidar el poder hegemónico, era el límite de permanencia en la primera magistratura establecido por la Constitución Nacional.
 
EL PACTO Y LA APATÍA CÍVICA       
 
El Pacto de Olivos entre Menem y Alfonsín, en nombre de justicialistas y radicales, fue la forma en que el presidente pudo, a través de la Reforma de la Constitución Nacional, prolongarse en su mandato.
Uno de los aspectos más importantes de la reforma fue la introducción de los decretos de necesidad y urgencia y la delegación legislativa, como capacidades del ejecutivo. De esta manera, se abren las puertas al poder discrecional del presidente amparado en la imprecisa justificación de “circunstancias excepcionales”. Este elemento de reconcentración de la autoridad en el ejecutivo, se transformó en un mecanismo habitual, especialmente en la sanción de medidas económicas.
Asimismo, este proceso conocido como “hiperpresidencialismo”, se ha apoyado en el reforzamiento de los roles tecnocráticos, especialmente en el ámbito de las políticas económicas. Un ejemplo de este fenómeno fue la gestión de Domingo Caballo en el Ministerio de Economía.
Este proceso ha innovado en estilos de hacer política y resultó funcional con la apatía y el repliegue de la política.
En esta cuestión, los medios se transformaron en verdaderos “generadores de política”: “Menem se posicionó como un outsider de la política”... “Apeló a la promoción de su figura como alguien habituado a circular en arenas extrapolíticas como el deporte, la televisión y el mundo del espectáculo”.[9]

Ejemplos de la centralidad que adquirieron los medios de comunicación, son las siguientes citas:

“Durante esa larga devastadora década del 90, GENTE se convirtió (junto con CARAS) en la revista del proceso neoliberal-populista que impulsa el colorido, farandulesco, impecable chico de tapa Carlos Menem”... “Menem logra instalarse en el inconsciente nacional (la subjetividad, en las sociedades mediatizadas, se somete, se coloniza desde la imagen) como el irrefutable personaje de todos los años. Nunca falta, siempre esta”.[10]

Se podría encontrar una explicación a nivel mundial de las transformaciones de la representación. Según Manim, en la “democracia de lo público”, adquieren importancia la personalidad del candidato, un votante flotante y un nuevo foro de discusión que son los medios de comunicación.

Pero estos contextos tan precarios, como dice José Nun, estos “modos representativos”, deberían combinarse con formas de democracia participativa; es decir, democratización de los paridos políticos, de los sindicatos y de las corporaciones en general; control de responsabilidades de los dirigentes; transparencia financiera de las organizaciones, entre otras cosas.

Pero la precariedad de estos contextos se debe a que fueron el producto de un régimen autoritario, cuya consecuencia fue el logro de una sociedad individualizada y atomizada, en la cual Carlos Menem pudo llevar adelante sus reformas.

Debido a “la mortandad y la desaparición de personas, que dejó el último régimen autoritario en la Argentina, más el individualismo que inculcó a la población, hizo que luego de la euforia inicial por la redemocratización, ante la mínima dificultad la sociedad civil caiga en la apatía cívica y la falta de participación política”.[11]

 

 

CONCLUSIÓN

 

En este trabajo se ha podido demostrar que Menem fue un líder neopopulista y pudo ejercer su poder ya que se encontró con una sociedad individualizada y atomizada, producto de un fuerte régimen autoritario, continuado por un régimen democrático que no supo comprender la problemática social y económica, como tampoco implementar políticas acordes.

Hubo dos momentos particulares en los cuales el neopopulismo pudo instalarse y perdurar en el tiempo. El primer momento lo marca la Emergencia Económica apenas iniciado el mandato de Carlos Menem. Bajo la apelación al estado de excepción, esta ley, le permitió al presidente llevar a cabo todas las reformas sugeridas por los grandes grupos económicos-financieros a los que se les había concedido la esfera económica del Estado.

Finalmente el Pacto de Olivos, fue el segundo momento, que le dio la posibilidad a Menem de perpetuarse en el tiempo. La reforma de la Constitución Nacional le permitió la re-elección de 1995. Además de la introducción en esa reforma de los decretos de necesidad y urgencia, dándole legalidad al ejercicio discrecional del presidente.      

 

                                              

BIBLIOGRAFÍA:

 

Libros

·       Bosoer Fabián y Leiras Santiago (2001): “Los fundamentos filosóficos-políticos del decisionismo presidencial: Argentina 1989-1999 ¿Una nueva matriz ideológica para la democracia argentina? En Pinto Julio (compilador): “Argentina entre dos siglos: la política que viene”. Editorial Universitaria de Buenos Aires. Buenos Aires.   

·       Cavarozzi, Marcelo. Autoritarismo y Democracia (1955-1996). La transición del Estado al mercado en la argentina.

·       Feimann, José Pablo. “la historia desbocada II”.

·       Gerchunoff Pablo y Torre Juan Carlos (1996). “La política de liberalización económica en la administración de Menem”, Revista Desarrollo Económico. Número 141. Buenos Aires.

·       Manin, Bernard “Los principios de gobierno representativo, cap 6: Metamorfosis del gobierno representativo”.

·       O´Donnell, Guillermo “Acerca del Estado, la democratización y algunos problemas conceptuales”.

 

 

 

 

Papeles

·       Baldioli Alberto “Neodecisionismo en América Latina: entre la Apatía Cívica y la Participación Política. Argentina y Brasil (1989-1992).

·       Cheresky Isidoro “Poder presidencial limitado y oposición activa como requisitos de la democracia”. www.argiropolis.com.ar



[1] Carrera de Ciencia Pol

[2] Baldioli Alberto: Neodecisionismo en América Latina: Entre la Apatía Cívica y la Participación Política. Argentina y Brasil (1989-1992). p. 6.

[3] Fabián Bosoer y Santiago Leiras: “Los fundamentos filosóficos-políticos del decisionismo presidencial en la Argentina 1989-1999 ¿Una matriz ideológica para la democracia argentina?” en Argentina entre dos siglos: La política que viene, Eudeba, 2000

[4] Cavarozzi Marcelo: Autoritarismo y Democracia (1955-1996). La transición del Estado al Mercado.

[5] Ibídem, pp. 95-96.

[6] O´Donnell Guillermo: “Acerca del Estado la democratización y algunos problemas conceptuales...”., Desarrollo Económico Nº 130.

[7] Baldioli Alberto: Neodecisionismo en América Latina: Entre la Apatía Cívica y la Participación Política. Argentina y Brasil (1989-1992). p. 5.

 

[8] Ibídem, pp. 9-10.

[9] Cavarozzi Marcelo: Autoritarismo y Democracia (1955-1996). La transición del Estado al Mercado.

[10] Feidmann José Pablo: “La historia desbocada II”.

[11] Baldioli Alberto: Neodecisionismo en América Latina: Entre la Apatía Cívica y la Participación Política. Argentina y Brasil (1989-1992). p. 13.